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La Escala de Ritcher

La neocolonización en Latinoamérica

Ritcher Antúnez

Es fácil determinar que en nuestros países latinoamericanos aún existe el


colonialismo, pero no de la forma histórica que lo conocemos, es decir a través de
la invasión realizada por una potencia extranjera, usando la fuerza y los medios
guerreristas, tal como lo hiciera España en nuestro continente desde finales del
siglo XV hasta la primera mitad del siglo XIX. La colonización actual, llamada por
muchos autores neocolonización, va más allá de la imposición de la fuerza para
ejercer el dominio sobre un territorio y declararlo colonia. En este nuevo tiempo la
colonización es cultural.

Por ejemplo, a manera de argumentación -para demostrar que hoy por hoy
somos colonizados- pudiéramos decir que si los venezolanos y las venezolanas, y
por extensión todos los pueblos latinoamericanos, nos avergonzamos de ciertos
alimentos autóctonos como el ñame, la yuca, el suero, las arepas de maíz pilado y
pare usted de contar, entonces de verdad somos una neocolonia.

El hecho de que usted como venezolano y latinoamericano prefiera


comerse de vez en cuando una buena hamburguesa, una pizza, un shawarma u
otra delicia de la gastronomía extranjera, no es un problema relevante, pero sí lo
es el hecho de que esta costumbre esté demasiada difundida, propagada,
arraigada y además se denigre de los elementos de su tierra y su cultura.
Deseable sería que estos fuesen casos aislados, pero lamentablemente no lo son.

Y si nos referimos a problemas actuales como la guerra económica y otros


peligros latentes en los ataques masivos a la conciencia de los pueblos, preocupa
el hecho de que haya gente que todavía cree que este tipo de guerras sólo las
puede ganar el Gobierno. Gente convencida de que nuestra tarea consiste en
animar a los dirigentes, gobernantes y a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana
para que derrote por nosotros a estas aberraciones tan poderosas pero
incomprensibles como, por decir algo, la adicción al bagazo inorgánico producido
por la Polar llamado harina precocida de "maíz", los refrescos y a las “delicias” de
MacDonald's.

Esperar que otros ganen las guerras en las que nosotros somos los
atacados es seguir creyendo en soluciones mágicas a cargo de la clase
dirigencial. Nos atrevemos a decir que ni siquiera el poderío de las leyes e
instituciones es útil para cambiar a las sociedades y mucho menos cuando esas
normativas jurídicas se convierten en letra muerta. Tristemente, aún existen
conciudadanos, algunos incluso que dicen que apoyan a nuestra Revolución, que
creen que lo que transforma países son las leyes.

A estos compatriotas les costará muchas vivencias personales y fracasos


para comprender que la cosa funciona exactamente al revés, y que la
"Democracia Participativa y Protagónica" no es el eslogan que nos pintamos atrás
de las camisetas, sino una exhortación a la acción directa: ¿Quieres que las
empresas transnacionales no tengan tanta influencia en Venezuela y en
Latinoamérica? Sencillamente lucha por ello, los gobernantes necesitan de tu
ayuda para descolonizar al país. @Ritcher2007

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