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A lo largo de este breve ensayo nos acercaremos desde una visión multidisciplinar, bajo la
óptica de distintas ciencias teológicas como la Teología Pastoral, la Teología Dogmática, la
Teología Espiritual y la Teología Moral al acontecimiento de la primitiva evangelización
novohispana y la manera como los evangelizadores trasmitieron el mensaje cristiano.
Intentaremos de una manera interdisciplinar, identificar la repercusión que el encuentro de
los pueblos nativos precortesianos con el mensaje cristiano y los métodos de evangelización
utilizados tuvieron en la vida religiosa y moral del México de hoy.
Muchas preguntas son las que brotan al sumergirse en la historia del pueblo prehispánico
mexicano y su transformación luego del contacto con la cultura española y de manera
especial con la evangelización llevada a cabo por los primeros grupos religiosos que llegaron
a estas tierras. Trataremos de la manera menos extensa y más precisa posible dar respuesta a
cada una de ellas.
¿Cuáles eran los usos y costumbres de los pueblos prehispánicos? ¿Cuáles eran sus creencias
religiosas, sus cultos y ceremonias? A la llegada de los españoles ¿Cuál era la concepción
que tenían unos de otros? ¿Qué métodos de evangelización usaron los primeros
evangelizadores? ¿Qué tan efectivos fueron esos métodos? Guardando la debida distancia
¿Se puede hablar de inculturación del Evangelio en los métodos utilizados? ¿Hubo libertad
por parte de los indígenas al aceptar la fe cristiana o fue violentamente impuesta? ¿Se dio
una verdadera enseñanza de la recta doctrina o fue mera sacramentalización? ¿Había
verdadera semejanza entre las prácticas religiosas de los pueblos indígenas con la fe
cristiana? ¿Se pudieron haber utilizado esas similitudes para facilitar la trasmisión del
Evangelio? ¿Las costumbres, ritos y prácticas religiosas se abandonaron en realidad o
solamente se fusionaron sincréticamente? ¿De qué manera se manifiestan hoy los vestigios
1
Cf. Robert RICARD , La conquista espiritual de México, FCE, México, 2017, 373.
1
de la religiosidad, usos y costumbres precolombinos en el pueblo mexicano actual? ¿A 500
años de la primera evangelización, conoce y ha comprendido el pueblo católico de México
los principales dogmas de la fe católica? ¿Qué tanto han cambiado los métodos de
evangelización? ¿Es posible hablar hoy de verdadera inculturación del Evangelio? ¿Hasta
qué grado influyeron las formas de evangelización utilizadas por los misioneros en la
identidad, tanto individual como colectiva del pueblo mexicano? ¿De qué manera se refleja
en la religiosidad y moral de la sociedad mexicana actual?
Tenemos que reconocer que por ser tantas y tan variadas las razas y pueblos que conformaban
la región del Anáhuac no es posible describir cada una de ellas, además de que de la mayoría
de ellas no hay relatos históricos que lo atestigüen. De aquellas que ahondaremos los
testimonios principales proceden de las crónicas de los frailes que convivieron directamente
con esos pueblos.2
Como es de suponer, al ser los pueblos de regiones distintas, se espera que haya diferencias
en de cualidades, tanto social como individualmente, sin embargo, como atestiguan los
misioneros, se observa en todos ellos una uniformidad evidente ya que, a pesar de las
diferencias, las similitudes permiten tener una visión de conjunto.3
De los tres aspectos primordiales que abordaremos sobre la persona indígena, intelectual,
moral y religiosa, se puede decir que, al menos los dos primeros, intelectual y moral,
permanecieron inalterados durante los años siguientes a la llegada de los misioneros. No así
el aspecto religioso, ya que fueron grandes las consecuencias en su práctica que ocasionó el
acérrimo y violento ataque contra todos sus ritos religiosos por parte tanto de los
conquistadores como de los mismos misioneros.4
Tenemos que considerar también que no todos los testimonios concuerdan entre sí. Por un
lado, están aquellos que llegaron a tener un trato afectuoso y hasta cariñoso con los indios,
estos los describen con calificativos totalmente positivos, buenos en todo, hábiles, dóciles,
inteligentes, en pocas palabras, casi ideales. Por otra parte, los que llevaron una mala relación
con ellos, como la mayoría de los conquistadores y uno que otro misionero, los califican del
modo totalmente contrario.5
2
Cf. Mariano CUEVAS, Historia de la Iglesia en México, México, 1921, 50
3
Ibid. p. 74
4
Cf. Pedro BORGES, Métodos misionales en la cristianización de América, Madrid, 1960, 68
5
Cf. Cuevas, o. c. p. 53
2
Suárez de Peralta, mexicano adverso a los indios los describe de la siguiente manera:
«En cuanto toca a las costumbres de los indios, ellas son perversas, que todo lo que trae
San Pablo en el primer capítulo de la primera epístola ad Romanos de los idólatras, se
verifica y se halla o se ha hallado en éstos; como es el pecado contra natura, los engaños,
odios y disensiones, no obedecer a sus padres y sobre todo comer carne humana. Y los
engaños entre ellos no se estiman como cosa mala o ilícita, sino por astucia y saber y el
que no lo sabe obrar, dicen que no es buen mercader y que no será rico, y el engañar en
todas sus contrataciones, lo hacen públicamente».6
Si, por el contrario, es de un fraile de quien escuchamos la descripción del indio, podemos
tomar la de Mendieta, que es español, como paradigma:
«Puédese afirmar por verdad infalible que en el mundo no se ha descubierto generación
de gente más dispuesta y aparejada para salvar sus ánimos que los indios de esta Nueva
España. De los del Perú y otros no hablo porque no los he visto ... y porque esta verdad
aparezca más clara diré las condiciones y cualidades naturales que en ellos conocemos
muy favorables para hacer la vida cristiana y para agradar a Dios». 7
La concepción que los misioneros se formaron del indio fue en gran medida la base del
comportamiento que ellos tomaron en su relación con él. En torno a tres temas principales se
6
Ibid. p. 54
7
Id.
8
Cf. Id.
9
Ibid. pp 55-56
3
desarrollan las observaciones que sobre los indios hicieron los misioneros. Muchas sobre las
cualidades de su capacidad intelectual; la mayoría describen la manera de expresar su
voluntad y la menos abundante es la que se refiere a su mentalidad religiosa. Abordaremos
en el siguiente apartado cada una de estas tres facetas.10
2. Psicología Intelectual
La personalidad del indio, al menos en lo que los misioneros alcanzaron a percibir en su trato
con ellos, deja ver a una persona sumamente dócil, paciente, con gran capacidad para el
sufrimiento y resignación. Afectuoso con aquellos que lo tratan bien, con gran devoción e
inclinación al culto religioso, de costumbres puras y sencillas. Todas estas cualidades, propias
de su raza, lo disponían fuertemente para recibir el Evangelio. Junto a todo esto estaba
también la debilidad de carácter, la falta de iniciativa, la tendencia a la melancolía, al engaño
y a la embriaguez. Aunado a su poca ambición y deseo de sobresalir, llevaron a la comunidad
indígena en la percepción científica por debajo del nivel que ocupan los blancos e incluso los
mestizos.11
Motolinia, después de veinte años de trato continuo con los indígenas, al igual que muchos
otros, reconocen en el indio un gran ingenio y habilidad para aprender todas las ciencias,
artes y oficios que se les enseñaban. Esto lo deducían por su facilidad para aprender el
castellano y el latín, el poco tiempo que necesitaron para aprender las dos lenguas tan
distintas a las suyas, aprendieron no sólo a hablarlas sino también a escribirlas con gran
perfección de caligrafía. Hábiles también se mostraron para aprender a cantar y tocar
instrumentos musicales.
La capacidad de abstracción del indio era muy limitada, intelectualmente estaba estructurado
para captar lo real, lo singular y sencillo. Esto determinaría la forma en que los misioneros
les expondrían la enseñanza del Evangelio.12
El carácter del indio, como ya se dijo, tendía a la sujeción, a la obediencia, a aceptar la opinión
de cualquier otro a quien juzgara superior. Esta fue la razón que los misioneros adoptaron
principalmente los métodos de autoridad para la enseñanza del Evangelio.
10
Cf. BORGES, o. c., p. 74
11
Cf. CUEVAS, o. c. pp. 57-60
12
Cf. BORGES, o. c. pp. 75-79
13
Cf. Ibid. pp. 80-82
4
carácter dúctil y obediente el indio: «Los indios se nos revelan como dóciles para aprender
la doctrina cristiana; mansos, obedientes y humildes; inclinados por carácter a la sujeción de
otros, y naturalmente tímidos; dúctiles como niños, y aptos «como tabla rasa y cera muy
blanda».14
3. Psicología moral
La moralidad en los pueblos prehispánicos es cosa que no puede ser juzgada ligeramente,
pues llega a ser desconcertante que tenían leyes realmente severas que castigaban incluso con
la muerte el homicidio y el adulterio. Pero no solo estas faltas morales debían ser castigadas
con la pena máxima, sino delitos como el sacrilegio, la traición, el robo de oro o plata, o el
revelarse contra algunas cuestiones dispuestas por el clan también eran penalizadas con la
muerte del infractor.15 Sin embargo, a pesar de lo duro de sus leyes, tenían si se juzga con
criterios ajenos a la propia cultura, costumbres totalmente contrarias a la moral, tales como
la poligamia, el exceso de embriaguez, y la mayor de todas, la costumbre de los sacrificios
humanos a sus dioses.
Baste para darnos una idea la expresión de Motolinia al referirse al estado en que los halló:
«Era esta tierra un traslado del infierno; ver los moradores de ella de noche dar voces, unos
llamando al demonio, otros borrachos, otros cantando y bailando; traían atabales, bocinas,
cornetas y caracoles grandes, en especial en las fiestas de sus demonios».16
La embriaguez a base de pulque era parte de la vida ordinaria, eran causa de pleitos que
llegaban hasta la muerte de alguno de los rijosos sin importar si era amigo o familiar. Ya se
dijo que sin el efecto del pulque eran demasiado pacíficos, y al reñir a lo mucho llegaban a
empujarse unos a otros.17
A todo esto tenemos que agregar la práctica de los sacrificios humanos a sus dioses que eran
para toda conciencia moral una verdadera abominación. Sobre este tema profundizaremos al
abordar el tema de la psicología religiosa del indígena.
4. Psicología religiosa
14
BORGES, o. c. p. 83
15
Cf. Robert RICARD, La conquista espiritual de México, México 2017, 84
16
CUEVAS, o. c., p. 66
17
Id.
18
Roberto JARAMILLO, «La evangelización fundante» parte II, Efemérides Mexicana, 79 (2009), 3-6
5
La conciencia religiosa del indígena se basaba en el principio de que el hombre tenía la
responsabilidad de ayudar a los dioses en el mantenimiento del orden cósmico. Esto se
evidencia en lo que afirma el Popol Vuh: «los dioses no son omnipotentes, son creadores,
pero no se bastan a sí mismos». La forma de sustentar a los dioses de parte de los humanos
es con el ofrecimiento de sangre, la propia, sangrándose algunas partes del cuerpo, como el
lóbulo de la oreja, la lengua o la espinilla. El ofrecimiento máximo será como se puede
suponer, el sacrificio humano.19
Para el indígena toda su vida estaba marcada por ritos, la conciencia religiosa impregnaba
toda su existencia. Se veían sometidos por sus creencias a innumerables ceremonias la
mayoría de ellas cruentas. Sus divinidades, en particular Huitzilopochtli, exigía de ellos el
sacrificio humano, que se acompañaba en casi todas las poblaciones aztecas de la
antropofagia ritual. Junto a la religión oficial se mezclaba la magia y superstición.20
Sin estar ligada a ningún sistema moral, la religión se presenta como un conjunto de ritos y
ceremonias que, como ya se dijo, incluían los sacrificios humanos y la antropofagia rituales,
actos contrarios a toda moral humana.
Lejos de ser seres a quienes se adoraba por gratitud o veneración, los dioses de los indígenas
eran seres terribles a quienes había que complacer y halagar, al menos mientras se estuviera
en su presencia, pero a sus espaldas se podía de buena gana renegar de ellos.
La percepción primera que los misioneros tuvieron de los indígenas no fue en modo alguno
de indiferentes hacia lo religioso, sino por el contrario, como ya se dijo, como seres
profundamente religiosos, aún y cuando sus prácticas aparecían como terriblemente
aberrantes ante la moral y vida cristiana.23
19
Cf. Roberto JARAMILLO, «La evangelización fundante» parte I, Efemérides Mexicana, 78 (2008), 335
20
Cf. RICARD, o. c., pp. 85-87
21
Cf. CUEVAS, o. c., pp. 68-69
22
Cf. BORGES, o. c., pp. 87-89
23
Cf. Id.
6
Los aztecas algunas concepciones y prácticas religiosas que a simple vista podrían parecer
semejantes a las cristianas, al grado que algunos han llegado a pensar que antes de la
conquista ya habían tenido contacto con el mensaje cristiano. También se encontraban los
monumentos con aparentes signos cristianos y algunos ritos semejantes a los sacramentos.
Sin embargo, aunque se podría pensar que se pudieron utilizar para facilitar la evangelización
y la aceptación de la doctrina cristiana por parte de los indígenas, los misioneros no lo
creyeron así. En actitud totalmente contraria consideraron todo eso como influencia
demoniaca que buscaba apartar a aquellos pobres hombres de la salvación.24
Las principales aparentes semejanzas entre el cristianismo y las religiones prehispánicas son
que ambas adoraban a un Dios creador, las dos creían en un redentor de la humanidad que se
había sacrificado por salvarla, Quetzalcóatl-Jesucristo; ritos que semejaban los sacramentos
del bautismo, la confesión, la comunión. Sin embargo, había grandes diferencias tanto de
forma como de esencia. Para el cristiano, la vida va enmarcada por las buenas obras que hay
que realizar, ya sea para obtener el premio de la vida eterna o para no sufrir el castigo
merecido por las malas obras. Por el contrario, para el indio el premio de la vida eterna no se
alcanzaba por la forma en que se vivía, sino por la manera en que se moría. Ya mencionamos
que las dos formas más gloriosas de morir era en la batalla o en el parto.25
5. Métodos de evangelización
24
Cf. CUEVAS, o. c., pp. 81-97
25
Cf. JARAMILLO, 2008, PP. 343-345
26
Cf. CUEVAS, o. c., p. 87
27
Cf. RICARD, o. c., pp. 89-93
7
ser usados para profundizar en la concepción religiosa de los indios. Sólo con el paso del
tiempo comprenderían los misioneros de segundas generaciones que, antes de la eliminación
violenta de la idolatría, era necesario demostrar lo falso de sus creencias, y para eso debían
penetrar en el conocimiento de su concepción religiosa.
Como es lógico esperar, la reacción de los indígenas ante la destrucción de sus dioses y signos
religiosos, al no poder hacer frente al misionero fue la de replegarse internamente y ocultar
sus creencias, aunque en apariencia habían aceptado la religión propuesta.28
Lo que los indígenas creían no estaba basado en la convicción de que así tenía que ser, mucho
menos en dogmas elaborados, sino en base a la autoridad de quien se los había enseñado.
Creían por que confiaban en quien se lo enseñó siendo merecedor de su fe, no se cuestionaban
sobre el fundamento de aquello en lo que creían. Por esta razón los métodos de autoridad
fueron fundamentales en la cristianización de los indios. Los misioneros resaltaron la
autoridad que sus palabras merecían tanto al atacar los errores de las religiones paganas como
al exponer la doctrina cristiana.29
La forma en que se les predicaba la doctrina debía ser la manera más sencilla, clara y breve,
sin palabras rebuscadas. Había que hablarles a modo de conversación familiar, sin tanta
profundización y necesidad de abstracción en las ideas.
Se atenían los misioneros a enseñarles sólo lo esencial evitando toda complejidad, debían
proponerlo de manera concisa y al mismo tiempo repetírselo hasta el cansancio para asegurar
que no lo olvidaran tan rápidamente.30
Siendo considerados por los misioneros como niños, la afectividad tenía un lugar privilegiado
en la enseñanza. Los indios eran más fácil de persuadir por el afecto que por la razón. De
modo que había que usar cosas que provocaran el afecto. Se recurría al castigo o la amenaza
de la ira de Dios o incluso al enojo de los misioneros. Eran fácilmente impresionables, por
eso el recurso de enseñarles la doctrina como envuelta en un misterio, de describir tanto el
cielo como el infierno de la manera más vívida y colorida posible.
Pero esta disposición para aceptar fácilmente por la afectividad la fe cristiana o lo que se les
propusiera, se convertía en la causa de que con la misma facilidad que habían abrazado el
cristianismo así de fácil también lo abandonaban. Siendo como niños, faltos de carácter y
firmeza para perseverar, necesitaban siempre tener delante de ellos al maestro.
Aunque parecían muy prestos para la mortificación y la confesión frecuente, la cual hacían
en medio de lágrimas y la misa la vivían de manera muy entusiasta, sin embargo, toda esa
disposición para realizar esas expresiones de fe, a las dos horas se había esfumado totalmente.
Al conocer la psicología infantil del indio y sabían los misioneros que la vía más fácil de
atraerlo era la del corazón. Por esta razón adoptaron hacia ellos la actitud de padres. En esa
relación paternalista los misioneros no trataban al indio como persona adulta, sino como a un
delicado infante.31
28
Cf. BORGES, o. c., p. 68
29
Cf. Ibid, pp. 87-89
30
Cf. Ibid, pp. 79-81
31
Cf. BORGES, o. c., pp. 96-138
8
Las técnicas que utilizaron para la enseñanza del Evangelio y la doctrina cristiana fueron la
catequesis para la cual se usaba una cartilla que contenía las oraciones y preguntas básicas
de fe. Pedro de Gane se servía del uso de glifos prehispánicos para trasmitir el mensaje. Puso
en verso las principales oraciones cristianas, los mandamientos y algunos conceptos básicos
del cristianismo y les puso música.
Una de las mejores formas para trasmitir el mensaje fue el uso del teatro, con puestas sencillas
que abarcaban temas como la anunciación a María, la crucifixión y muerte de Cristo, la lucha
entre Satanás y San Miguel. Es en pocas palabras lo que hasta nuestros días se conoce como
pastorelas.32
El contenido de la enseñanza era lo más básico posible, pues se consideraba al indio como
incapaz de comprender y asimilar los conceptos abstractos contenidos en los dogmas de fe.
En cuanto a la libertad de los indios para aceptar el cristianismo y recibir los sacramentos,
podemos decir que, según el parecer de la mayoría de los historiadores nunca hubo coacción
ni obligación hacia el indio para que se convirtiera. Alguno llega a firmar tajantemente que
el indígena: «Era libre para convertirse al cristianismo o para continuar en la infidelidad,
pero carecía de medios para rechazar al misionero, y de hecho, fuera de casos esporádicos,
no le opuso resistencia física». También al tratar sobre los métodos empleados por los
misioneros afirma: «No sabemos de ninguno que obligara a los indios a convertirse o a que
se bautizara, porque todos sabían que la conversión, además de la gracia, presuponía la
libre voluntad del bautizado».33
Hasta aquí la descripción de lo que fue el pueblo mexicano antes y después de la conquista,
tanto militar como espiritual. Hemos podido constatar la idiosincrasia del indígena y sus
costumbres, morales y religiosas. También la forma en que los misioneros los percibieron y
la actitud ante sus creencias y modos de vivir. Vimos también los métodos utilizados por los
misioneros para derribar primero la creencia en la religión pagana y luego trasmitir a la
capacidad el indígena la doctrina básica y elemental de la fe cristiana.
Ahora daremos paso a la reflexión de cada una de las disciplinas involucradas en este ensayo
y la aportación que cada una de ellas desde su ámbito epistemológico. Con su aporte
intentaremos tener mejor comprensión de la influencia de la evangelización primera en la
vida religiosa y moral del pueblo mexicano actual.
32
Cf. RICARD, o. c., pp. 350-359
33
Cf. JARAMILLO, 2008, pp. 337-345
9
Aporte interdsciplinar
Los españoles descubrieron que el pueblo nativo estaba impregnado de una religiosidad, que
en parte era muy parecido a la fe cristina. A raíz de esto se comienza con un proceso de des-
civilador de las formas de espiritualidad prehispánica para instaurar en el pueblo de la nueva
España el Cristianismo.
Como el pueblo prehispánico era muy religioso fue más fácil adoptar esta nueva enseñanza
y forma de creer.
Aunque también vemos que:
• algunos indígenas aceptaron sólo externamente el cristianismo. Es decir, los indígenas sólo
participaron, y aún hoy, en la forma externa del culto: la asistencia a misa o el bautizo, pero
sin creer necesariamente en ellos.
• Los indígenas son esencialmente cristianos, aunque con deficiencias mayores o menores
según las regiones y la atención de los misioneros.
• Se realizó un sincretismo religioso por medio del cual los indígenas intentaron, sin lograrlo,
compaginar el cristianismo con su antigua religión.
Por tanto, es posible afirmar que la evangelización fue un proceso inacabado, incompleto y,
sin lugar a dudas, lleno de un fuerte y marcado sincretismo.
La aceptación de ritos, liturgias, etc. se hizo parcialmente, pues los misioneros admitieron
ciertos elementos rituales de las religiones prehispánicas como son las danzas, fiestas, lugares
sagrados, etc. que fusionaron con los propios.
Es por ello, que los pueblos conquistados nunca entendieron ni aceptaron completamente la
nueva religión. En general, todo se quedó a nivel de ritos, costumbres, ceremonias que
ejecutaban más por obligación que por convicción y eso, a su muy particular forma –
sincretismo.
Quizás en algunos lugares los indios siguen haciendo sacrificios, ya no de seres humanos,
pero sí de animales, a los cuales arrancan el corazón, como lo hacían a los hombres. Adoran
a sus ídolos escondidos en los templos cristianos, y si se levanta un santuario en donde estuvo
un templo antiguo, a quien vienen a venerar es a la vieja deidad. Lo que sucede en realidad,
es que los indios han consentido en recibir el bautismo, en hacerse externamente cristianos,
pero en el fondo de su corazón no se resuelven a abandonar las antiguas costumbres, las
viejas tradiciones y el culto a sus divinidades.
Hay que reconocer que la evangelización de estas nuevas tierras se dio entre rupturas,
fracasos, violencias, éxitos, descubrimientos, avances; es decir que hubo situaciones que
favorecieron la conquista y la actualización de estas tierras, a saber: los descubrimientos de
10
los materiales, nuevas técnicas de arar la tierra, un nuevo lenguaje, nuevas disciplinas, entre
otros; así como como también situaciones que no la favorecían, por decir: la violencia, la
drástica implantación de nuevos modelos de formación, la injusticia, los enfrentamientos
entre nativos y conquistadores, etc. Mementos de tensión, expectativa y esperanza.
Aunado a ello, la religión católica que es monoteísta y los evangelizadores de aquellas tierras
tenían la consigna de dar a conocer el nombre de Cristo, hijo del verdadero Dios por quien
se vive (Nican Nopohua) y junto con ello la moral cristiana iluminando y así el actuar de
aquellos hombres.
Como se ha dicho, muchas cosas fueron novedosas, las imágenes, el Evangelio, la moral, una
religión monoteísta, que fueron todas ellas poco a poco configurando el actuar del hombre
para que este buscara siempre hacer el bien.
Cabe decir que la moral no ha sido de una vez y para siempre y que cuando se conquistaron
estas tierras, en realidad no se sabía que había, como eran y que actitudes tenían los hombres
de esta parte del mundo. Pero si es de reconocer que la moral jugó un papel muy importante
en el actuar de aquellos de aquellos pueblos recién conquistados.
Es así que ante la realidad de la creencia en dioses (politeístas) la propuesta del monoteísmo,
un Solo Dios y Padre de todos (Ef 4,5).
Ante las prácticas poligámicas, el adoctrinamiento sobre el matrimonio entre dos personas a
la luz de la Sagrada Escritura.
Ante los diversos castigos y la crueldad de los jefes, la iniciativa en la tolerancia y en la paz.
Ante las grandes injusticias y diferencias de unos para con otros la propuesta de la igualdad.
Logramos ver como la moral con base en la Sagrada Escritura ha dado una configuración
cristiana al actuar de nuestros pueblos originarios así de generación en generación, no por
imposición sino a manera de invitación de tal manera que ha ejemplo de Jesús pasemos
haciendo el bien y gocemos de la heredad de su Reino.
El desafío está en que no sea una moral de normas o leyes, sino más bien una moral de
principios que muevan al hombre hacer siempre el bien.
La teología pastoral hoy, si quiere ser fiel a sus propios cometidos, ha de tener en cuenta la
realidad en la que desempeña su misión. En el caso de América Latina, no se puede llevar a
cabo una auténtica teología pastoral si no se valoran las circunstancias descritas en la primera
parte de este trabajo. No se ha de ignorar entonces que la idiosincrasia del pueblo
11
latinoamericano, incluida la religión, es deudora de aquella primera evangelización con todos
sus aspectos buenos y no tan buenos; al mismo tiempo se ha de reconocer que muchas de las
actitudes que aparecen en la vida colectiva o individual de nuestros pueblos, sólo se entienden
al analizar cómo era la vida aquí antes de la llegada de los españoles.
En efecto, cuando analizamos la vida religiosa de nuestra sociedad actual, quizá no sólo en
los ambientes indígenas, descubrimos que muchas de las actitudes del tiempo de la primera
evangelización siguen estando presentes en los católicos de hoy. Por ejemplo, muchos
católicos no se interesan por conocer su fe ni profundizar en ella. Creen “por tradición”, pero
sin interesarse mucho en su fe, sino simplemente cumpliendo los ritos que le son impuestos
por la autoridad religiosa. Se convierte entonces en una fe sacramentalista, que muchas veces
no incide verdaderamente en la propia vida, al grado que no hay una sincera conversión, sino
que se sigue viviendo de acuerdo a las propias ideas, que en ocasiones son contrarias a la fe
católica, dando lugar a un sincretismo religioso.
Otro ejemplo pudiera ser el hecho de que, como en aquel tiempo, se dificulta entender las
cosas de la fe. Muchas veces se asiste a misa donde el padre “hace reír”, o donde las
celebraciones son más dinámicas. Se recurre aún al aspecto “teatral”, como medio para
comprender mejor las ideas y “soportar” el tiempo que dure la respectiva celebración. Todo
esto es herencia de aquella primera evangelización que recurrió a estos medios de
inculturación del evangelio para los indígenas, y que ha repercutido hasta el momento
presente en la vida de los católicos.
La III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano describe con precisión algunas
características de la primera evangelización, resaltando la ardua labor de grandes personajes
que se esforzaron por defender a los así llamados indios. Entre esas figuras destacan Antonio
de Montesinos, Bartolomé de las Casas, Vasco de Quiroga, Manuel Nóbrega, entre otros.
Ellos son, en la opinión de los obispos en Puebla, la mejor muestra de que la Iglesia promueve
la libertad y la dignidad del hombre latinoamericano. Es también interesante el hecho de que
Puebla reconoce la labor de la mujer, que “con su abnegación y oración, tuvo un papel
esencial” en la obra evangelizadora de la Iglesia en América Latina34.
Por lo tanto, la tarea pastoral de la Iglesia latinoamericana hoy, sin perder de vista su historia,
ha de tener en cuenta las siguientes urgencias:
a. Seguir velando por la auténtica libertad y dignidad de todas las personas. Esto es lo
que nos recuerdan también los obispos reunidos en Aparecida: “nos urge la misión de
entregar a nuestros pueblos la vida plena y feliz que Jesús nos trae, para que cada
persona humana viva de acuerdo con la dignidad que Dios le ha dado” (n. 389).
b. Optar siempre por los pobres y excluidos. Latinoamérica se caracteriza por una
situación dramática de pobreza y opresión. El evangelio que predicamos como
discípulos misioneros ha de llevarnos a estar del lado de quienes sufren estos
tormentos, ya que “los rostros sufrientes de los pobres son rostros sufrientes de
Cristo” (Aparecida, 393).
34
Cf. Puebla 8-9.
12
c. Promover la dignidad y la participación de las mujeres. En el mundo actual, la mujer
reclama justamente su lugar en la sociedad. Nuevamente escuchamos a Aparecida:
“urge escuchar el clamor, tantas veces silenciado, de mujeres que son sometidas a
muchas formas de exclusión y de violencia en todas sus formas y en todas las etapas
de sus vidas” (n. 454).
La cultura mexicana, ha sido tocada por la nueva evangelización, siendo en ella, donde se
gestaron nuevo modelos de acercamiento a Dios. Cabe destacar, que para los indios el
aprender una nueva experiencia religiosa fue todo un reto, porque no sólo consistía en ver las
imágenes y signos que se les presentaba, sino también el aprender el idioma con el que se les
evangelizaba.
El indio tenía una idea de Dios, la que sus antepasados le habían mostrado, pero el que llegará
un nuevo modelo de fe, implicaba un cambio radical en los usos y costumbres que se tenían.
Eran poco adoctrinados racionalmente hablando, toda su evangelización consistía en signos
y símbolos que le ayudaban a entender el misterio revelado. La doctrina que se les enseñaba
era muy básica, y para algunos de ellos difícil de vivir, pues tenían muy arraigada todas sus
ideas de dioses y los sacrificios que tenían que realizar para ganarse la simpatía de un
determinado dios.
No podemos juzgar la historia, sino que, a partir de ella, podemos descubrir que existen
vacíos en lo que respecta a la doctrina con la que se enseñaba a los primeros cristianos
13
indígenas. Hasta el día de hoy, descubrimos como en el caminar de la historia en México,
que existen vacíos doctrinales, vemos reflejada la fe de antes y actual, llena de simbolismos
y rituales repetitivos, en los que el creyente se basa para garantizar una relación con Dios.
Hace falta, un replanteamiento de la fe, donde el hombre actual descubra las formas de
evolución que ha tenido el mundo, el redescubrir cuál es su papel en estos tiempos en la
Iglesia, cual es el esfuerzo tanto individual y colectivo que debe suscitar para poder
adentrarse cada vez más en la fe35.
No se juzga el pasado, pero sí el presente, en donde hoy en día, es necesario replantear la fe,
en la cultura mexicana, en donde no se reduzca la fe a meras repeticiones de palabras, sino
que se busque un encuentro más pleno con Dios, en donde la razón del creyente le ayude a
adentrarse en los misterios de Dios y aprenda a vivir en una libertad plena de su fe.
35
Cfr. GS 3
14
Perspectiva Hermenéutica.
Perspectiva Práctica
Perspectiva interdisciplinar.
15