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El don de la libertad y la ética Evangélica- Karl Barth

Principales Ideas
En primera instancia el hombre debe reconocer que la vida en sí, que la libertad en
sí no tiene como centro la libertad del hombre. Sino por el contrario, la libertad de
Dios y su soberanía al otorgar este don al hombre. En otras palabras, “sólo se
puede hablar del hombre cuando se habla de Dios. Solo se puede encontrar un
punto de partida del hombre y su libertad a través de Dios. Sin embargo, no significa
que esta libertad es una soberanía vacía y desnuda. Sino parecería a la falsa
libertad del pecado en la que el hombre tendría condiciones de robot. No es una
libertad abstracta ni solitaria.
El hombre debería tener como primer énfasis que fue “libre de” para hacer lo que
se le antoje, sino “libre para”. Es ahí donde obtiene una identificación de hijo, tiene
una alianza con el Señor y es copartícipe de su historia. Gracias al encuentro con
Jesucristo puede reconocer la verdadera libertad. Puede comprender la relación
existente entre Cristo y su cuerpo.
Esta libertad otorgada al hombre es por pura gracia. Este regalo es irrevocable lo
que significa que es imposible que se pueda obtener de alguna otra manera porque
el hombre es incapaz de mercerla, ganarla o comprarla a algún precio. Se podría
decir entonces que el hombre obtiene una verdadera libertad cuando comprende se
mueve, actúa y decide dentro de los parámetros de la libertad de Dios que ya está
establecida. Como respuesta del hombre ante la libertad que Dios le ha otorgado
viene la obediencia, la cual consiste en que se comporte como un miembro de parte
del cuerpo de Cristo.
Además la ética como la reflexión sobre la acción que tiene el hombre con
respecto al don de la libertad otorgada. Es la teoría de su conducta. El detalle
importante es que su conducta se debe evaluar o tiene que tener como estándar a
Dios. Empezar por el hombre significa una reflexión absurda y vacía. Y se podría
convertir en una amenaza por la gran cantidad de preocupaciones y problemas que
el hombre en sí ya tiene.
Resumen
Karl Barth expone en la lectura tres puntos importantes de relación entre la ética
evangélica y el don de la libertad que se encuentra en Dios. En la que expone en
primer lugar que la propia libertad que tiene Dios es la soberanía de la gracia.
Dando a entender que él mismo es quien decide hacia quién desea otorgar su favor
y hacia quién se hace exclusivo, en este caso hacia el hombre. En segundo lugar
expresa que esta libertad que el hombre recibe por elección de Dios produce gozo.
Tomando en cuenta que el hombre no se considera como un prisionero de la
voluntad de Dios, sino que es un hombre de Dios, su colaborador, su criatura
colaborador e hijo. Como tercera y última idea nos hace reflexionar respecto a la
conducta establecida por Dios al hombre con el don de la libertad que le ha
otorgado.

Opinión personal
La verdadera libertad se encuentra o se obtiene por consecuencia de entender que
esta ha sido otorgada como regalo por la naturaleza de Dios. Esta libertad se
encuentra al pertenecer al cuerpo de Cristo. Estar fuera de la libertad que Dios le
otorga al hombre es una falsa libertad y se convierte en una verdadera prisión
porque el hombre jamás podrá encontrar una plena satisfacción. Esta libertad se
puede relacionar estrechamente con el conocer más al dador de la libertad. Conocer
a Cristo, identificarse con Él, ser su seguidor, es el camino correcto para conocer la
verdadera libertad. Significa permanecer unido con Él hasta la eternidad.

Conclusión
De esta manera se puede comprender que el deseo de Dios se manifiesta en que
ha otorgado la gracia o el regalo de la libertad al hombre y como consecuencia este
debe responder por medio de la obediencia. Una vez que comprendió que hay un
sentido de pertenencia donde Dios restablece esa relación con el hombre y ella
apunta hacia el futuro, hacia la vida eterna. El hombre como tal se puede convertir
en un teólogo no por la idea de convertirse en un maestro como tal, sino que desea
conocer a Dios. Esta persona encuentra seguridad y alegría en las Escrituras. No se
avergüenza de lo que cree ni en la manera en la que ahora se comunica hacia los
demás. Quiere decir que se ha sometido a las ideas y pensamientos que la Biblia
muestra y enseña en cuanto a libertad que Él ha otorgado.

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