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Más allá de la corrupción: La moralidad

La población, los políticos y medios se han encargado de explotar el tema de la


corrupción hasta más no poder, pero más allá de todos esos escándalos y sus
detalles, es necesario reflexionar sobre cual es verdaderamente la raíz del
fenómeno.

Colombia tiene un robusto y caótico sistema jurisprudencial. Se estima que


tiene 20 códigos, 16 estatutos nacionales y un montón de leyes que suelen
tener diferentes interpretaciones.

Nos hemos vueltos expertos en expedir aforismos a la ‘trocha y mocha’ con el


objetivo de mejorar la situación, pero causando el efecto contrario.

Aun a pesar de todo esto no es posible controlar la corrupción, así se logren un


millón de leyes y se hagan esfuerzos como el de la senadora Claudia López con
la consulta anticorrupción y uno de los debates más destacados en el
congreso, el pillo siempre busca la forma de salirse por la tangente con el fin
de beneficiarse.

El problema no radica entonces en la elaboración de determinadas leyes, sino


más bien en la moralidad y ética de cada individuo. Todo funcionario tanto
privado como público y de todos los rangos jerárquicos tiene y tendrán
siempre cierto grado de libertad para manejar los recursos.

Convirtiendo finalmente a la ética y moral del funcionario en la brújula de


cómo debería actuar frente a los diferentes dilemas que se enfrentara a lo
largo de su gestión. Tal y como decía Platón, “la virtud debe anteponerse a las
riquezas y placeres, que ni siquiera merecen el nombre de bienes en
comparación de aquélla”.

Es por eso que los esfuerzos en contra de este problema nunca van a dar
realmente frutos si no se logra concientizar a través de la educación a las
generaciones venideras, con el fin de poder brindarles un criterio moral, ético y
filosófico realmente robusto para reducir el problema al mínimo.

Pero sería muy ideal pretender eso sin que mejoremos la percepción de la
población en general, el sistema educativo, la calidad docente, dar el
verdadero valor a la parte ética, filosofía y humanidades en general en los
establecimientos educativos de educación de educación básica, media y
superior y al núcleo familiar quien es el principal responsable de la formación
integral de los individuos.

Así que no hay que perder tiempo ni esfuerzos dirigidos a atacar simplemente
a las extremidades del fenómeno, hay que llegar a la raíces. La situación
política actual simplemente es un reflejo de la sociedad, el cambio fundamental
no está en el próximo presidente, ni en el congreso, ni algún caudillo de
cualquier corriente ideológica; el cambio está en ti.

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