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Esto comenzó a cambiar a mediados del siglo XVI. Bajo la presión de las dificultades económicas
de la metrópoli, la Corona recurría cada vez más a medidas proteccionistas para favorecer las
exportaciones castellanas a América. De este modo se limitó el cultivo de la vid, se arruinó la próspera
fabricación de seda, se sometió la industria del paño a restricciones y se redujo el intercambio comercial
interamericano. El establecimiento del sistema de flotas y galeones a mediados del siglo finalmente
posibilitó el oligopolio comercial, creado por la instalación de una corporación comercial privilegiada, el
Consulado de Sevilla. La formación de estos oligopolios que controlaban la vida económica no sólo fue
tolerada, sino incluso promovida por la Corona. Los mercaderes que participaban de este comercio no
tenína interés en aumentar la exportación sino en reducirla, lo que posbilitaba la obtención de ganancias
exorbitantes, al menos así fue a partir de principios del siglo XVII. (Pietchmann).
Sin embargo, existe un hecho que contrasta con esta hipótesis de Pietchman y es que la primer
institución creada para América fue de corte económico y de orientación mercantilista: la Casa de
Contratación.
El estado medieval ha cambiado, surge un nuevo sector social: la burguesía. La burguesía apoya a
la corona debido a su interés por mantener la paz interior. Se produce un desarrollo de la banca y de los
"papeles de comercio" que posibilitan el comercio a grandes distancias. Aparecen los seguros, las letras
de cambio, etc.
En Europa hay un cambio de actitud, vinculada con la aparición de la doctrina mercantilista, que
muestra un gran interés por el comercio exterior. Es una teoría económica fudamentada en el
atesoramiento, en la importancia de la acumulación de metales. Hay que favorecer la industria para
autoabastecerse y luego poder exportar. Para España, el metal es un producto, un elemento de
explotación.
El nuevo concepto de riqueza creado por el mercantilismo termina con la concepción feudal,
basada en la vinculación de tierra-casa-bienes, que son elementos materiales tangibles. A partir de ahora,
ya no estará allí el sentido de riqueza.
Al lado de los conquistadores iban los oficiales reales, encargados de la percepción de impuestos.
El gobierno central fuerte ahora necesita de muchos recursos para pagar la burocracia y los ejércitos.
Las políticas mercantilistas redujeron a las regiones ultramarinas al papel de abastecedoras de
materias primas y compradoras de manufacturas europeas. Sin embargo no se llevó a la práctica una
política mercantilista colonial coherente y planificada, sino que formaban parte de medidas dictadas por la
presión de los apuros financieros cada vez más pronunciados. El sistema de flotas y galeones cerró el
mercado europeo para la naciente industria y agricultura americana, de manera que sólo era posible
producir para n mercado interno muy limitado. Las tierras perdieron así su carácter de factor de
producción y en muchos casos se convirtieron en un mero símbolo de status.
Además, el favorecimiento estatal de gremios y corporaciones, la introducción de reglamentos del
mercado y de la vida económica municipal, eran normas que beneficiaban más a las fuerzas sociales
tradicionales que al empresariado capitalista temprano, que sólo podía desenvolverse libremente en las
minas y, en casos aislados, en el comercio y las plantaciones.
El éxito económico como medio para el ascenso social se conservó como mecanismo de
diferenciación social en mucho mayor medida en la sociedad colonial que en la metrópoli, al menos en la
época barroca.
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- El exclusivismo colonial. Desde el punto de vista comercial, las colonias fueron consideradas
como un simple mercado complementario de la economía peninsular, reservado a los comerciantes de la
Metrópoli radicados en Sevilla. Por lo tanto, la economía de las colonias debía orientarse a la producción
de las mercaderías de las que carecía España, al principio oro y plata fundamentalmente.
- La teoría de los metales preciosos. Aquí, el intervencionismo del estado se dio en la forma de
proteccionismo hacia las actividades mineras
La producción industrial española, que no bastaba para satisfacer las exigencias del mercado
interno, mal podría cubrir las necesidades crecietnes de sus mercados coloniales. Entonces hubo
necesidad de acudir a otros centros de producción europeos y España tuvo que ceder su mercadería más
preciada, el oro importado de las Indias.
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Los barcos no podían salir de un puerto sin la autorización de las autoridades de resguardo. Luego,
comenzaba el barco a navegar por el Guadalquivir hasta llegar a Cádiz, donde se introducía el resto d ela
carga (el tercio de Cádiz) y se efectuaba la tercera y última visita. Preparado y cargado, el navío podía
navegar suelto (solo) o en conserva (con otros).
El peligro por los piratas y corsarios y el interés de la corona por controlar aún más el comercio,
hizo que se tratara de organizarlo mejor. Lo primero que se logró fue que los buques salieran "en
conserva", es decir en convoyes, a fin de que estuvieran reunidos. Sin embargo, los distintos tipos de
buques, sus diversos pesos, etc. hacían que la velocidad de cada embarcación fuera diferente, por lo que
estos convoyes generalmente se dispersaban en el camino.
En 1521 se creó la Armada de Averías, cuya finalidad era proteger a la navegación indiana. Junto a
esto se creó el impuesto de avería, a fin de costear el mantenimiento de esta armada. Dicho impuesto
debía ser abonado por los comerciantes. Esta armada es la base de la Armada Real de la Guardia de la
Carrera de Indias (se llamaba Carrera de Indias al vínculo naviero entre América y España.)
En 1526 se prohibió que las naves mercantes españolas navegaran aisladamente. Se estableció así
un régimen de flotas, ya que esta armada acompañaba a los buques comerciales, pero sólo hasta alta mar,
donde los dejaba de escoltar. Desde este momento tenemos un tráfico con convoyes protegidos.
Luego, en 1547 se organiza el sistema de navegación en conserva en "tiempos fijos" (fechas
establecidas para que los buques zarparan) y con tonelajes estipulados y similares para todos los buques
que comerciaran con América. Se prefiere a los de 100 toneladas y los meses de marzo y septiembre son
considerados como los ideales para zarpar. Todo esto para evitar la dispersión de los convoyes.
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Con tales medidas se pretendía favorecer el desarrollo insular, pero también se desligaba a las islas
del régimen continental, afectado todavía a medidas restrictivas. Además, el término comercio libre
significaba simplemente libertad para todos los españoles denro de la estructura monopolística nacional.
El gobierno español se interesaba más por el aumento de los ingresos que por cualquier teoría de libertad
económica, y la progresiva aplicación de la política de intercambio más libre era un recurso de última
hora adopatado después de haber fallado todos los demás.
Posteriormente, esta medida se fue ampliando, tanto en la región peninsular (incluso Tenerife en
las Canarias y Palma de Mallorca en las Baleares) como en el resto de América. En 1768 se extiende a
Luisiana, colonia fronteriza recién adquirida; en 1770 a Campeche y Yucatán; en 1776 se incorporan
Santa Marta y Ríó de la Hacha en la costa de Nueva Granada y el 2/2/1778 al Río de la Plata.
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a.6.1.- La riqueza minera (M. Padrón, Manual de Historia Universal, Tomo II):
Las minas se consideraban como regalías, es decir, como propiedades de la corona. Con el objeto
de fomentar las explotaciones mineras suele conceder, no obstante, su propiedad al particular que las
descubre y pone en explotación, sin exigir a cambio más que una parte de los beneficios bajo la forma
jurídica de impuestos. El más importante sería el quinto de las fundiciones (V. Vives, Hist. de España y
América, Tomo III, p. 417)
La influencia de la minería en la colonización española de América fue trascendental. Era
característico de todos los centros mineros su rápido crecimiento demográfico. Nacía como un hongo en
torno a la mina una población que muchas veces tenía su época de grandeza y esplendor y luego entraba
en franco declive hasta convertirse en un "pueblo fantasma". Charcas quizá sea la zona modelo en todo
esto. El hinterland en torno al centro minero se convertía en zona de aprovisionamiento: los valles
aledaños a la ciudad de La Paz y la región de Cochabamba, Chuquisaca y Tarija se constituyeron en zonas
de avituallamiento de los centros mineros.
La plata necesitaba mercurio, el cual se importaba de la Península con los consiguientes gastos y
retrasos. De ahí que constituyera una gran noticia el hallazgo de azogue en Huancavelica, cuando ya en
Potosí se había acumulado tanta ganga mineral desaprovechada que formaba otros pequeños cerros, de los
que se podía obtener más plata mediane el sistema de amalgamiento.
La producción minera hizo posible el desarrollo de un gran comercio con España, y fue desde
entonces el principal agente del desarrollo económico de las Indias (V. Vives, Hist. de España y América,
Tomo III, p. 418)
El 60% de los metales preciosos salía de España por cuenta de los particulares o para pagar los
gastos de la corona en el exterior. Lo que restaba iba a las ferias de Valladolid, a Sevilla, a Cádiz y
Madrid. Además, parte de los metales preciosos no se acuñaba sino que se convertía en objetos de arte
(M. Padrón, Manual de Historia Universal, Tomo II, p. 535).
a.6.2.- La Agricultura y Ganadería (M. Padrón, Manual de Historia Universal, Tomo II):
La ganadería fue otra fuente importante de riqueza, pero suspuso, en contraste, un elemento
perturbador al establecerse una lucha sorda entre agricultores y ganaderos, debido al arbitraje de sus
pastos y sementeras, y los consiguientes destrozos que en las segundas podían hacer los ganados sueltos.
(V. Vives, Hist. de España y América, Tomo IV, p. 374).
La introducción del trigo supuso un refuerzo considerable en la producción de alimetnos, pero al
mismo tiempo un gran avance en la técnica de irrigación de los campos, ya que el trigo necesitaba un
riego que no se podía dejar a expensas de los fenómenos atmosféricos, por lo cual hubo que transformar
el sistema desviando ríos, construyendo una eficiente red de canales y acequias de riego, notable
realización especialmente manifestada en las grandes haciendas dedicadas expresamente al cultivo del
trigo. (V. Vives, Hist. de España y América, Tomo IV, p. 372).
En cuanto a los cultivos industriales, hay que hacer constar la insignificancia que tuvieron los
cultivos que se realizaban en la península, como el olivo, la morera, el cáñamo, el lino y la vid. No existía
ninguna ley que lo prohibiese, pero los que podían realizar intensivamente estos cultivos se abstenían para
evitar los celos de la metrópoli. Las producciones de caña de azúcar, algodón, café, cacao, vainilla, tabaco
y añil constituyen la faceta productora de plantas industriales, objeto de un importante comercio exterior
y extraordinaria fuente de riqueza radicada en el suelo. La mano de obra utilizada era fundamentalmente
negra en las Antillas, pero en Méjico era indígena (V. Vives, Hist. de España y América, Tomo IV, p. 373).
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La caña de azúcar llegó de Oriente a la península Ibérica y a las Maderas. De allí fue llevada a las
Canarias y luego a las Antillas. El más importante de los cultivos tropicales era la caña de azúcar, muy
desarrollado desde fines del siglo XVI por dejar mejores ganacias que el resto de los cultivos. Mientras
que el precio del trigo era tasado y limitado por las autoridades, el del azúcar quedaba libre por no ser un
artículo de primera necesidad. (V. Vives, Hist. de España y América, Tomo III, p. 510). Toda la vida
económica antillana giró en torno a este monocultivo hasta que en el siglo XVIII el Brasil le hizo la
competencia en unión de algunas colonias extranjeras del mismo Caribe.
Los cultivos de cacao, artículo casi de primera necesidad y de uso general en Indias, cuyo
consumo implantan y extienden los indianos en España en el siglo XVII. (V. Vives, Hist. de España y
América, Tomo III, p. 510). En el siglo XVIII ya no se producía cacao en Méjico (su país originario) sino
en Guatemala, Venezuela y Ecuador (V. Vives, Hist. de España y América, Tomo IV, p. 373).
El cultivo de café estaba especialmente localizado en la isla de Cuba y en Venezuela y fue
producto típico de exportación, puesto que el consumo efectuado en la América hispana era muy pequeño
(V. Vives, Hist. de España y América, Tomo IV, p. 373).
El cultivo del tabaco, monopolizado por el Estado desde 1764, sufrió una rápida decadencia. Se
necesitaba un permiso especial para plantarlo y además, el cultivador tenía que venderlo íntegramente al
Estado, al precio que este le fijase, con el consiguiente retraimiento de los cultivadores y la inmediata baja
en la producción. El principal centro productor fueron las Antillas y en especial Cuba (V. Vives, Hist. de
España y América, Tomo IV, p. 374).
a.6.3.- La Actividad Industrial (M. Padrón, Manual de Historia Universal, Tomo II):
Debido al proteccionismo que la corona dispensaba a las industrias peninsulares es que el Estado
prohibió la industria pañera en Perú u ordenó destruir las fábricas que destilaban ron en Venezuela.
En reiteradas ocasiones fueron sacrificados los intereses vinculados a los territorios americanos a
favor de los grupos oligárquicos predominantes en algunas ciudades marítimas españolas. Estas
oligarquías utilizaron su riqueza e influencia política para impedir una eficaz política de fomento
industrial indiano (V. Vives, Hist. de España y América, Tomo IV, p. 377).
Las principales industrias virreinales fueron la platería, la sal, las fundiciones y casas de moneda.
El azúcar, los tejidos, las maderas, cigarros, ron. Los cueros, el sebo, las mantecas, las salazones, las
conservas de carne, la pesca de ballena y la fabricación de zapatos.
La Habana y Campeche fueron los dos grandes astilleros indianos que, especialmente en el siglo
XVIII, facilitaron múltiples navíos a la decadente marina española.
Quizá la industria de máximo desarrollo fuese la textil. Una de las industrias que más auge alcanza
durante el siglo XVIII es la de curtidos. La razón radica en la multiplicación de estancias ganaderas,
especialmente en el norte de Méjico y en el Río de la Plata (V. Vives, Hist. de España y América, Tomo
IV, p. 379).
De la pesca derivaron importantes industrias conserveras, de modo especial en el Pacífico y
posteriormente en la Patagonia bajo el impulso de la Real Compañía Marítima de Pesca de Barcelona, que
estableció industrias derivadas del aprovechamiento de la ballena (V. Vives, Hist. de España y América,
Tomo IV, p. 380).
a.6.3.1. Los Obrajes (M. Padrón, Manual de Historia Universal, Tomo II):
La orden de 1548 que prohibía que los habitantes del Nuevo Mundo pudieran adquirir géneros
europeos pretendía disminuir el precio de los paños, pero también fomentó indirectamente el
establecimiento el establecimiento de fábricas en América, máxime cuando contaban con espléndidas
materias primas como el algodón, lana de diversas clases, etc. Así nacieron los obrajes, que contaban con
antecedentes en la costumbre de los encomenderos de exigir el tributo en hilaturas y ropas a los indios.
Los misioneros propagaron el arte del tejido y en los grandes centros misionales se extendió
rápidamente la industrialización. Con todo, los tejidos de lana americanos no consiguieron superar a lso
europeos, por lo que esta producción hubo de quedar reducida al consumo americano. Un caso contrario
fue el de la seda. Durante el siglo XVIII se introdujo masivamente el hilado de la seda, que entró en
competencia con la de Extremo Oriente y sobrepasó el consumo a la producción, por otra parte estorbada
por los intereses peninsulares (V. Vives, Hist. de España y América, Tomo IV, p. 378).
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Los obrajes fueron la forma inicial de la actividad manufacturera en América. Eran centros de
producción donde se concentraba a un número de operarios u obreros obligatoria o voluntariamente. Los
obrajes establecidos con licencia real podían trabajar con indios mitayos, cuyo número les era tasado al
dársele el permiso de fundación. Los que no disponían de tal autorización debían funcionar con obreros
voluntarios, a los cuales se les abonaba el salario fijado en las ordenanzas correspondientes. Se daba
también el caso del indio, negro, mestizo o blanco condenado a cumplir trabajos forzados en los obrajes.
Este sistema de castigo fue más frecuente en Méjico que en Perú.
Lo que más se ha criticado al sistema de obrajes ha sido su carácter de prisión. Al margen de las
disposiciones legales, los dueños mantenían encerrados a los obreros, los castigaban, no les pagaban lo
debido, los alimentaban pobremente, etc. Para evitar todo esto se redactaron leyes y se enviaban
periódicas visitas a cargo de oidores que han dejado elocuentes testimonios.
En el siglo XVII, los obrajes subsistieron y prosperaron, aún en pugna contra las leyes del
monopolio comercial que pretendían abastecer los mercados americanos desde España, y contra las leyes
protectoras de los indios, que con frecuencia se hallaron en estos talleres sometidos a un régimen laboral
opresor (V. Vives, Hist. de España y América, Tomo III, p. 511).
a.6.3.2. Los Gremios (M. Padrón, Manual de Historia Universal, Tomo II):
Organizadas la economía y la sociedad con moldes de Europa, resulta lógico que también en las
Indias se estableciesen los gremios o agrupaciones de artesanos que disfrutaban el derecho exclusivo de
ejercer una profesión de acuerdo con unas ordenanzas iguales a las de los gremios metropolitanos. Sin
embargo, no fueron organismos independientes que se autoadministraban ya que el gremio vivió bajo la
tutela municipal.
Desde la segunda mitad del siglo XVI, cada grupo de artesanos se cohesiona en su gremio.
Agrupados los hombres de un mismo oficio, redactaban sus ordenanzas que les daban el derecho
exclusivo a ejercer su profesión. Los mercaderes, agrupados en consulados representaban la clase más
alta. El gremio de los plateros ocupaba el segundo lugar y a causa de su prestigio no permitían el ingreso
de gentes de color. Los pintores, escultores, aprendices y herradores también fueron reacios a admitir
gente de color alegando la nobleza y prestigio de su oficio.
El móvil de todo gremio es obtener privilegios sociales y económicos para sus afiliados, haciendo
valer la categoría artística de su oficio o su utilidad. Su objetivo último es el monopolio del oficio, pero
esto jamás lo lograron por escasez de artesanos europeos y abundancia de gentes de color diestras en
muchos oficios y que conseguían trabajar por su cuenta, sin control eficaz por parte del gremio. De ahí
que el gremio no llegara en Indias a desempeñar papel político alguno ni tuviese importancia económica
(V. Vives, Hist. de España y América, Tomo III, p. 543).
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b.3.1.- La Agricultura:
En la región del litorial, la agricultura tenía un sentido de subsistencia más que de exportación.
Además, la gran cantidad de ganado cimarrón o aquerenciado hacía que frecuentemente se introdujeran
en las tierras cultivadas, que carecían de delimitaciones como el alambrado.
b.3.2.- La Ganadería:
El ganado, hasta el siglo XVIII apenas explotado, adquirió valor comercial y tuvo salido a los
mercados externos y este incentivo fue el causante del desenvolvimiento de las famosas vaquerías, donde
al principio se fenaba al ganado únicamente por los cueros y luego, al tener asegurado un mercado en
Europa, por el sebo y la cecina.
El primer sistema de explotación del ganado vacuno en el litoral fue la vaquería, la caza del
ganado cimarrón (salvaje). También se implementó el sistema del arreo, que consistía en la recogida del
ganado salvaje, común a partir de 1715, cuando comienza a escasear el ganado cimarrón.
1- Las Vaquerías:
Las vaquerías eran expediciones con la finalidad de cazar ganado cimarrón. El procedimiento era
realizado por un grupo de hombres a caballo (ayudados por gran cantidad de perros) que salían al
encuenro de los animales, a los que perseguían para bolearlos, enlazarlos o desjarretarlos (era el
procedimiento más común y consistía en cortar los tendones de las patas posteriores del vacuno, con una
especie de hoz atada a la punta de una caña). Una vez volteadas un número suficiente de reses,
comenzaban a faenarse los animales, sacándoles el cuero, la grasa, el sebo (a veces también la lengua),
quedando el resto del animal a merced de las aves de rapiña y los perros cimarrones.
Las vaquerías se originan en 1609, cuando ante la gran cantidad de ganado salvaje (cimarrón) se
presentan dos interesados para hacer la matanza del mismo. En los primeros años del siglo XVIII se
incrementaron esta matanzas debido al aumento de la frecuencia de llegada de navíos de registro y al
nuevo comercio establecido a través del asiento de negros de la South East Company. Esto, sumado a que
muchos vecinos de Córdoba, Mendoza y San Juan también comenzaron a explotar el ganado cimarrón (a
realizar "sacas" de ganado) en jurisdicción del cabildo bonaerense, provocó hacia 1715 una dramática
disminución de este ganado.
Los campos se agotaron de tal manera que las vaquerías se convirtieron en expediciones
antieconómicas. El ganado estaba tan disperso que era dificil hallarlo. La tardanza, la extensión de los
trayectos y el poco provecho que se obtenía y ano compensaban los grandes gastos en caballos, aperos y
peonada. El cabildo, en 1715 pide al gobernador el cierre por cuatro años de las vaquerías, por lo que los
vecinos de la ciudad podían recurrir mientras tanto al ganado de la otra orilla del río.
Los primeros en explotar el ganado cimarrón de la Banda Oriental fueron los indios Tapes, de las
Misiones Jesuíticas. Posteriormente se sumaron los vecinos de la ciudad de Santa Fe. A partir de 1715 se
suma Buenos Aires, surgiendo así una agria disputa por la posesión del ganado. En enero de 1721 se llegó
un acuerdo entre las tres partes, firmándose una "concordia" por la que se acordaba permitir la realización
de solamente una recogida anual de cada parte. Pero cuando llegó la oportunidad de aplicarla, Santa Fe,
que se creía con mayores derechos sobre aquellos ganados, decidió anular lo actuado por sus
representantes. Entonces, tras una fuerte disputa, Buenos Aires y las Misiones llegaron a un acuerdo por
su cuenta, en noviembre de 1722. En abril de 1723 llega una Real Cédula a Buenos Aires donde se
confirma la concordia anterior. Debido a todo esto, y ante la urgente necesidad de ganado, Santa Fe
decide ceder.
Sin embargo, pese a todas estas disputas, el sistema de vaquerías generales anuales en la Banda
Oriental se extiende hasta 1729, debido a la escasez de ganado que poco a poco se va experimentando en
la Banda Oriental. La fundación de Montevideo y la reinstalación de los portugueses en Colonia habían
agregado dos actores más entre los interesados en el ganado cimarrón. Por esto, pese a todos los
esfuerzos, hacia 1742 se observa la casi desaparición de este ganado en la Banda Oriental.
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3- El Abasto:
El cabildo, mediante subasta pública debia designar al obligado, encargado del abasto de carne de
la ciudad, que ejercía el monopolio de la matanza y del expendio de la carne. Para admitir una postura y
efectuar el consiguiente remate, se tenía en cuenta el precio, los fiadores y la calidad del ganado que se
traía al matadero. Muchas veces el equilibrio entre los tres criterios fue dificil de lograr, por lo que se
recurría al arbitraje del gobernador. Pero por lo general, la subasta se inclinaba hacia quien hiciera la
mejor oferta en el precio, ofreciendo la carne a un menor costo. El remate generalmente se hacía por un
año.
Para hacer frente a las temporadas en que nadie se ofreciera como postor, el cabildo ordenaba a los
hacendados tener en sus rodeos ganados invernados que le permitieran sacar adelante cualquier situación
de desabastecimiento. Esta obligación era muy cuidada, pues de ella dependía el mantenimiento de la
ciudad en tiempos de crisis. Además, en más de una oportunidad los obligados no cumplieron con su
deber de traer ganado, lo que constituyó un grave problema, dado que la carne era la base principal del
mantenimiento de la población. Con la construcción del matadero, se logró una mejor organización del
abasto
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El camino real, que conectaba a Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy y Potosí, era
la arteria principal del comercio, (este sistema dejó aún más marginadas a dos regiones como Catamarca y
La Rioja, ya que las comunicaciones no pasaban por allí). El comercio de mulas pasaba por este camino.
Las mulas eran criadas en el litoral y en Mendoza, invernadas en Córdoba, luego llevadas a Salta donde
se las engordaba por segunda vez. En Salta se realizaba una importante feria de ganado, que llegó a reunir
de 60.000 hasta 200.000 mulas.
La contrapartida de este comercio era la venida de metales, que luego tenían salida desde el puerto
de Buenos Aires o Montevideo.
Otras industrias con las que contaba la región eran los ponchos artesanales; las maderas duras de
Tucumán, con las que se fabricaban fuertes carretas; caña de azúcar, también en Tucumán; viñedos en
Catamarca y La Rioja, con los que se hacía aguardiente.
Además, en Córdoba, Catamarca y Corrientes se fomentaron las manufacturas de distinto tipo,
como lienzos, géneros de lana y mantas.
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Al desaparecer las rutas comerciales artificiales por la vía de Panamá y Lima, el consumidor
colonial podía conseguir sus efectos más directamente y más baratos. En consecuencia, se inició la
emancipación del Río de la Plata del dominio económico de Perú, acompañada por una sostenida
campaña de protestas y presiones por los mercaderes de Lima.
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b.5.3.2. La creación del Virreinato del Río de la Plata y las primeras medidas económicas de
Ceballos:
Ceballos fue el primer virrey de la región y en poco tiempo tomó dos medidas muy importantes
que van a ratificar la vigencia del virreynato en el orden económico:
- Tráfico de metales (08/07/1777): prohibe en todo el virreynato la exportación de oro y plata no
amonedado, o sea en barras (en pasta, según la terminología de la época) fuera de los límites del
virreinato, a excepción de que fuera conducido a Buenos Aires, que podía exportarlo en barra. De esta
manera, le quita al Perú el manejo de la plata de Potosí.
Ceballos ordenó que todo el metal producido en el Alto Perú fuera acuñado en Potosí, taera que
sabía imposible. Así, la aguda escasez de moneda junto con las restricciones sobre el metal en barras
bastaron para paralizar el tráfico entre el bajo y el alto Perú y modificar el curso de la corriente de metales
preciosos desde Lima a Buenos Aires.
- Acta de libre internación (11/07/1777): Ceballos determina la libertad de intercambio entre
Buenos Aires y las provincias del interior del virreinato, inclusive las del Alto Perú y Chile. En realidad
esta fue una verdadera extensión de la libertad de comercio ya que permitía el ingreso de las mercaderías
al interior del virreynato, incluso de aquellas provenientes del exterior y fue un adelanto a una medida
real del 02/02/1778 por la cual se integraba al Río de la Plata al sistema de libre comercio.
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- El Formal: en este, la corona española expedía autorizaciones especiales para traficar al amparo
de la bandera lusitana, lo que otorga legalidad a este comercio. Los permisos tienen como denominador
común la utilización del pabellón neutral con la finalidad de ocultar la verdadera pertenencia de la
carga y su destino. Cada barco debía tener una autorización especial para comerciar.
Pese a todo esto, la neutralidad lusitana debía ser tomada con cautela, debido a la tradicional
alianza que ligaba a Portugal e Inglaterra. Sin embargo, este fue un momento muy importante en la
organización y afianzamiento de los vínculos económicos entre portugueses y españoles, para sentar las
bases del desenvolvimiento que tendrá lugar con la implementación del libre tráfico negrero y el comercio
por vía de ensayo con colonias extranjeras.
El fin de la guerra en 1783 debía traer la implementación del Reglamento de Libre Comercio y el
fin del tráfico de neutrales, tratando de terminar con las actividades clandestinas de los portugueses. Sin
embargo, durante 1783 todavía se da una presencia masiva de naves portuguesas. Por esto, pese a la
tradición del derecho de gentes y de ayuda humanitaria, en 1784 se resuelve eliminar todo tipo de permiso
de arribadas, aún cuando verdaderamente una embarcación sufriera el riesgo de hundirse. Todo esto se
hizo debido al renacimiento del pensamiento utópico, de la esperanza de romper los vínculos económicos
ilegales con las posesiones portuguesas del Brasil.
b.5.4.2. El Libre Tráfico de Negros y el Comercio por Vía de ensayo con Colonias Extranjeras
La finalización de la guerra con Inglaterra fue fundamental para el Río de la Plata, que pareció
despertar al tráfico con España, aprovechando las reglamentaciones del comercio libre de 1778, hasta el
punto que el comercio de esta región llega a constutuir el 12% del total negociado entre las colonias
americanas y España. Este comercio se dio a través de tres rutas:
- La ruta de Cádiz
- La ruta del mediterráneo español, con puertos catalanes como Barcelona y Málaga
- La ruta del Noroeste cantábrico, con puertos gallegos como La Coruña, Vigo, Santander y Gijón
Sin embargo, pese a la existencia de una balanza comercial netamente favorable al Río de la Plata
en sus intercambios con la Península, debemos tener en cuenta que en las cifras de las exportaciones se
incluía la plata y el oro quie salían por el puerto de Montevideo, conjuntamente con los "frutos" de esta
región. A todo esto se suman las reexportaciones por el Atlántico de productos como el cacao de
Guayaquil, la cascarilla y el cobre chileno. La exportación de productos del mar también se hacía presente
en los envíos a la Península, por medio de la Real Compañía Marítima.
La convergencia de la paz con la plena vigencia del Reglamento para el Comercio Libre provocó
una verdadera avalancha de importaciones y exportaciones, de ahí que en poco tiempo, la imprevisión y
el ansia de lucro provocaron la saturación de los mercados y el desencadenamiento de una severa crisis en
1787, que en el Río de la Plata se manifiesta en 1788 y 1789. Los precios sufrieron los efectos de la
competencia y de la necesidad de lograr ventas. Todo esto provocó una gran cantidad de quiebras de
empresas comerciales.
Con la llegada al trono de Carlos IV, se dan una serie de disposciones reformistas importantes
como el Libre Tráfico de esclavos en 1789 y el comercio "por vía de ensayo" con colonias extranjeras.
En 1791 se extiende el Libre Tráfico de Negros al Río de la Plata, que no va a estar relacionado
con una autorización especial como la de los asientos. En general se prefería traer esclavos desde Brasil y
no de Africa, que, pese a que eran traídos desde un lugar más cercano, eran más caros debido a que ya
estaban adaptados a América y no debían pasar por la gran mortandad en los buques de esclavos traídos
de Africa.
En 1795 se da otra resolución importante, que es la autorización del comercio con colonias
extranjeras, denominado "Comercio por vía de ensayo con colonias extranjeras". Se denominaba por vía
de ensayo para resaltar su carácter experimental, que luego adquirió carácter permanente. En el caso del
Río de la Plata, esta medida estaba claramente relacionada con el comercio con la colonia portuguesa de
Brasil.
La recuperación de la crisis de 1787 provocó un importante movimiento mercantil con la
Península, que culmina con la guerra de 1796.
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Sin embargo, pronto se generaron ilicitudes al amparo de medidas promotoras del comercio como
las que incentivaban la adquisición de navíos con el objeto de incrementar la flota mercante española. Se
dieron muchos casos de embarcaciones que pasaban por portuguesas en Brasil y por españolas en el Río
de la Plata. El comprador y el vendedor se ponían de acuerdo para defraudar a la corona española, por lo
que el "comprador" español actuaba como testaferro del "vendedor" extranjero, prestando su nombre
como nuevo propietario del navío. Si hubieran estado en el puerto de Buenos Aires todos los barcos
comprados, éste se hubiera encontrado abarrotado.
Al españolizar un navío, el 50% de la tripulación debía ser española, pero luego, al llegar a otros
puertos, la misma era bajada.
En el caso de los navíos nacionalizados con el objeto de realizar el tráfico con el Brasil, era
habitual que los navíos comprados no desaparecieran luego de hacer sus primeras incursiones, como sí
ocurría con los navíos "comprados" a los norteamericanos o a otras naciones. Particularmente entre 1796
y 1805 se registraron gran cantidad de españolizaciones, siendo su justificativo principal el destinarlas al
comercio negrero.
Se implementaron muchas medidas protectoras que generaron contradicciones en más altos niveles
gubernamentales. Mientras que por una resolución de 1793 se autorizaba que la tripulación de barcos
negreros debía ser en un 50% extranjera, otra de 1798 se permitía la totalidad de la tripulación de las
embarcaciones fuera extranjera.
- La guerra de 1804 y la portuguización de navíos:
Al reanudarse la guerra en diciembre de 1804, el poderío naval inglés se había incrementado y el
Río de la Plata sintió sus efectos. De allí la trascendencia de la reanudación del tráfico con neutrales y la
recurrencia a medidas de excepción como la "portuguización de navíos". Sin embargo, la limitación del
tráfico con la península no significó un estancamiento como el de 1797 para el Río de la Plata. Ya se
había ido montando toda una estructura para mantener los vínculos con el comercio internacional, cada
vez más activo. En 1805 y particularmente 1806 se incrementaba nuevamente la presencia de navíos
extranjeros, con procedencia y destino hacia los más diversos puertos del mundo.
A diferencia de la españolización, donde el Estado español trataba de regularizar la situación de los
barcos comprados en el exterior, a través de la portuguización la corona promovió el uso de
documentaciones falsas para dar seguridad al tráfico y mantener abiertas las vías comerciales. Ya no se
trataba de emplear barcos portugueses en calidad de neutrales, sino de dotar a navíos españoles de patente
y bandera portuguesa, con el objeto de proteger no sólo a la embarcación, sino también la carga. Se
trataba del ocultamiento de la pertenencia del navío para evitar su apresamiento. El Virrey Sobremonte
autorizó el uso masivo de la portuguización, con el objeto de resguardar el comercio exterior y los
vínculos económicos con el Brasil. Esta medida recibió la aprobación real en agosto de 1806. Las
autoridades tomaron distintas medidas para acabar con el contrabando, aplicando tanto medidas muy
duras como el indulto a los contrabandistas, según las distintas tentativas. A veces, los funcionarios que
aplicaron estrictamente el cumplimiento de las leyes, fueron luego sancionados y castigados, como en el
caso del Virrey del Pino.
Con las portuguizaciones se incrementaron las relaciones comerciales luso-hispanas,
particularmente dando continuidad al tráfico con colonias extranjeras. Mientras tanto, los norteamericanos
lograron una influencia cada vez más notoria y en 1806 prácticamente habían monopolizado el tráfico
entre Montevideo y La Habana.
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