Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Si has iniciado sesión, puedes ayudarte del corrector ortográfico, activándolo en: Mis
preferencias → Accesorios → Navegación → El corrector ortográfico resalta errores ortográficos con
un fondo rojo.
Índice
[ocultar]
1Nación política
2Nación cultural
o 2.1La nación cultural y el Estado
o 2.2La nación cultural y la religión
3Otros usos
4Historia
o 4.1Etimología
o 4.2Antecedentes
o 4.3La nación liberal
o 4.4La nación romántica
o 4.5El Estado-nación
o 4.6La nación socialista
o 4.7La nación fascista y nacional-socialista
o 4.8La nación poscolonial africana y asiática
5Nación en España
o 5.1Constitución de 1978
6Nación en América
7Véase también
8Notas
9Bibliografía
o 9.1Consultada
o 9.2Otra
10Enlaces externos
Nación política[editar]
La nación política es el titular de la soberanía cuyo ejercicio afecta a la implantación de las
normas fundamentales que regirán el funcionamiento del Estado. Es decir, aquellas que
están en la cúspide del ordenamiento jurídico y de las cuales emanan todas las demás.
Han sido objeto de debate desde la Revolución francesa hasta nuestros días las
diferencias y semejanzas entre los conceptos de nación política y pueblo, y por
consiguiente entre soberanía nacional y soberanía popular. Las discusiones han girado,
entre otras cosas, en torno a la titularidad de la soberanía, a su ejercicio, y a los efectos
resultantes de ellos.
Una distinción clásica, con respecto a la mencionada Revolución, ejemplifica en
la Constitución de 1791 la soberanía nacional, ejercida por un parlamento elegido
por sufragio censitario (visión conservadora), y la soberanía popular en la Constitución de
1793, en la que el pueblo es entendido como conjunto de individuos, lo que conduciría a
la democracia directa o el sufragio universal (visión revolucionaria). Sin embargo, estos
significados ya se difuminaron en la misma época revolucionaria, en la que varios autores
emplearon los términos de otra forma. Según Guillaume Bacot7 las diferencias fueron
prácticamente terminológicas y desde 1789 a 1794 hubo en el fondo un mismo concepto
revolucionario de soberanía.
En 1789 el abate Sieyès usó, con un fuerte carácter socio-
económico, nación y pueblo como sinónimos. Pero poco después modificó su significado,
estableciendo una diferencia fundamental para su idea de la soberanía y del Estado
constitucional. Concibió entonces la nación como propia del Derecho natural, anterior al
Estado (Derecho positivo), y al pueblo como determinado a posteriori. En síntesis, para
Sièyes la nación es titular de la soberanía, ésta se ejerce mediante el poder constituyente,
y después, tras el "establecimiento público" (Constitución), quedaría definido el pueblo
como titular del poder constituido. Así pues, el pueblo sería para el abate la nación
jurídicamente organizada.
Nicolas de Condorcet sólo emplea el término pueblo, pero coincide con Sièyes al hacer
énfasis en la distinción entre poder constituyente y poder constituido como base para el
buen funcionamiento del Estado liberal y democrático.
Para estos dos autores, el papel del titular de la soberanía (llámese nación o pueblo) se
agota tras el ejercicio del poder constituyente. Tan sólo quedaría, en estado latente, como
"recordatorio" del fundamento del Estado, y podría manifestarse excepcionalmente para
rebelarse contra la opresión de una eventual tiranía.
De los mencionados argumentos de Sieyès y Condorcet se deriva una idea básica
respecto al Estado constitucional, que perdura hasta hoy, según la cual, como señalan, por
ejemplo, Martin Kriele e Ignacio de Otto, en dicho Estado no hay soberano. Esto se basa
en que si consideramos la soberanía como summa potestas o poder ilimitado (y por tanto
con facultad para crear leyes sin ningún freno a priori), ello es incompatible con la
existencia de una norma fundamental que establezca su supremacía. Otros autores8
sostienen que el proclamar la soberanía nacional tiene por objetivo propugnar o establecer
una estructura constitucional propia del Estado liberal de Derecho: al atribuir la titularidad
(que no el ejercicio) de la soberanía a un ente unitario y abstracto, se proclaman como no
originarios los órganos estatales, evitando que cualquiera de ellos reclame para sí poderes
que considere anteriores a la Constitución, lo que además favorece la articulación
policéntrica de dichos órganos (pues ninguno prevalecería sobre los demás).
Internacionalmente hablando, la nación no es sujeto de Derecho, característica que sí
posee el Estado.
Nación cultural[editar]
Este artículo o sección necesita referencias que aparezcan en una publicación
acreditada.
Este aviso fue puesto el 25 de septiembre de 2012.
Otros usos[editar]
Además de los dos usos rigurosos de nación antes expuestos, existen otros latos, y
algunos de ellos son muy frecuentes en el lenguaje coloquial y en el periodístico.
En ocasiones el término nación (política) se equipara, por extensión, a Estado, incluso
cuando éste no es democrático. Así, por ejemplo, la llamada Organización de las Naciones
Unidas en puridad hace referencia a Estados. También se emplea como territorio, país, o
«conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo gobierno».9
El vocablo nación se encuentra también como sinónimo de grupo étnico, cultural o
lingüístico, pero desprovisto del sentido ético-político que caracteriza a la definición estricta
de nación cultural. En este sentido puede coincidir con alguno de los usos de la palabra
que se daban antes del surgimiento del concepto de nación cultural a principios del siglo
XIX. En tal caso, su aplicación como concepto histórico a dichos grupos anteriores a las
mencionadas fechas sí sería ajustado.
Historia[editar]
El concepto de nación (tanto política como cultural) tal como lo entendemos hoy, es decir,
con su intrínseco componente político, no surge hasta fines del siglo XVIII, coincidiendo
con el fin del Antiguo Régimen y el inicio de la Edad Contemporánea. Es entonces cuando
se elaboran las primeras formulaciones teóricas sólidas de la nación y su plasmación en
movimientos políticos concretos. Es decir, las obras de los ilustrados de fines del s. XVIII y
las Revoluciones Americana y Francesa. Desde entonces los dos tipos de nación han ido
evolucionado entrelazadamente hasta hoy. Sin embargo el término, de origen latino, existió
antes, con otros significados.
Etimología[editar]
La palabra nación proviene del latín nātio (derivado de nāscor, nacer), que podía
significar nacimiento, pueblo (en sentido étnico), especie o clase.10 Escribía, por
ejemplo, Varrón (116-27 a. C.): Europae loca multae incolunt nationes ("Son muchas las
naciones que habitan los diversos lugares de Europa").11 En los escritos latinos clásicos se
contraponían las nationes (bárbaros no integrados en el Imperio) a la civilitas (ciudadanía)
romana. Dice Cicerón: Todas las naciones pueden ser sometidas a servidumbre, nuestra
ciudad no.12
En la Edad Media y Moderna el término se continuó empleando en sentido étnico, al
margen de que ahora las naciones estuvieran integradas en diversas entidades políticas
como Reinos e Imperios. También se usaba para designar a grupos de personas según su
procedencia, siguiendo un criterio muy variable (a veces simplemente geográfico), con el
fin de distinguir a unos de otros.
En el año 968, el obispo Liutprando de Cremona, en enfrentamiento con el emperador
bizantino Nicéforo II en pos del patrón Otón I, emperador del Sacro Imperio Romano,
declara en su crónica: «lo que dices que pertenece a tu Imperio, pertenece, como lo
demuestran la nacionalidad y el idioma de la gente, al Reino de Italia».13
En las universidades medievales, cuya lengua académica era el latín, los estudiantes
(provenientes de toda Europa) solían agruparse en naciones, en función de su lengua
materna vernácula o su lugar de nacimiento. En 1383 y 1384, mientras estudiaba teología
en París, Jean Gerson fue electo dos veces procurador de la nación francesa (esto es, de
los estudiantes francófonos de la Universidad). La división en París de estudiantes
en naciones fue adoptada por la Universidad de Praga, donde desde su apertura en 1349
el Studium Generale se dividió entre bohemios, bávaros, sajones y en diversas naciones.
En los grandes mercados de la Edad Media los comerciantes se reunían en naciones,
identificándose así el origen de los productos en venta.
Antecedentes[editar]
Existen antecedentes de la nación a los que se ha otorgado diversa importancia en función
del punto de vista del investigador.
Algunos autores han tratado de buscar unos fundamentos antropológicos primigenios de la
nación cultural, que son inciertos, y las disputas en cuanto a ellos conforman un capítulo
importante de la teoría del nacionalismo. Existen teorías biológicas de sus orígenes que
ven al humano como animal territorial y a la nación como a un territorio en este sentido.
Sin embargo, la mayoría de los teóricos rechazan esta teoría por simplista y tratan a las
naciones como a una agrupación social humana relativamente nueva. El filósofo Avishai
Margalit en La Ética de la Memoria (2002) discute el papel principal de la memoria en
formar naciones: "Una nación", dice acérbicamente, "se ha definido como una sociedad
que alimenta un embuste sobre los ancestros y comparte un odio común por los vecinos.
Por lo tanto, la necesidad de mantener una nación se basa en memorias falsas y el odio a
todo aquél que no lo comparte."
Históricamente hablando, la tardía aparición de la nación se explica por la existencia de
elementos de cohesión infra-estatales y supra-estatales entre las gentes. De los primeros,
por ejemplo, la ciudad-estado, el feudo o la secta. Entre los segundos, la persecución de
un ideal común por encima de entidades políticas separadas. Hasta el siglo XV este ideal
fue el Estado universal y su más importante materialización el Imperio romano, cuyo influjo
se mostró en la Edad Media en los conceptos de Sacro Imperio
Romano (Carolingio y Germánico) y de Res publica christiana("república" o "comunidad
cristiana").
Un síntoma de formación entre ciertas élites culturales del concepto de nación es la
evolución en ellas de la idea de civilización, que pasará progresivamente de tener carácter
de norma cultural universal a vincularse fuertemente a un Estado determinado. En la Edad
Media se consideraba que existía una sola civilización unida básicamente por una religión
y una lengua culta común (p.ej. Cristianismo y latín, Islam y árabe, etc.). Lo mismo ocurría
en el Renacimiento respecto al saber clásico greco-romano. Poco después se tomaba a
Francia como modelo cultural válido para toda Europa. Pero todo esto empezará a cambiar
a partir de finales del siglo XVIII, cuando de la mano de intelectuales y literatos surge un
concepto de civilización ligado a las características culturales preponderantes de un
Estado en particular. Así, por ejemplo, se hace hincapié en el conocimiento y desarrollo de
la lengua madre vernácula como aquella en la que todo individuo debería ser instruido
para alcanzar una formación plena.