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ANTORCHA DEL CERRO DE LA ESTRELLA

El señor Fermín Vázquez, administrador del Parque Nacional Cerro de la Estrella, en Ixtapalapa
(sic.), D.F., teniendo conocimiento de los recorridos que hacen los excursionistas de Grupos
Unidos Pro-Fuego Simbólico de diferentes cumbres de la República Mexicana.

El señor Fermín relató(:) los meses de los aztecas, eran de 20 días y cada 52 años, apagaban el
fuego en sus templos y chozas por cinco días y comían todo frío, dirigiéndose en
peregrinaciones, las tribus de Tenochtitlán, al Cerro de la Estrella, ahí hacían sus ceremonias
con danzas rituales, al pasar la Estrella, era la señal de gracia de otros 52 años de gracia.

Entonces el sacerdote encendía el Fuego Nuevo ordenando las danzas de júbilo y gracia, al
terminar, cada jefe pasaba a encender su antorcha llevándola a sus templos, así llegaba el
“FUEGO NUEVO” a todo el IMPERIO AZTECA. Estos datos son de los CÓDICES de la historia de
nuestros ancestros.

Haciendo estos recorridos, parecidos los excursionistas, el señor Fermín invitó a la


organización para encender el fuego en el histórico Cerro de la Estrella, como lo hacían
nuestros antepasados, y con ello revivir el pasado glorioso de nuestros hermanos Aztecas.

Aceptaron con gusto y Lucy trabajó con entusiasmo, animando a todos. La radio y TV
anunciaron la ceremonia, haciendo la invitación a todos con el dinamismo del señor Fermín
Vázquez y de cada uno del grupo de Danzas Autóctonas “YETLANEZI” que sin cobrar nada y sí
con gastos personales, se llevó a cabo la ceremonia el 31 de octubre de 1964, encendiéndose
nueve antorchas, que salieron a sus recorridos para llegar el 9 de noviembre al Santuario de la
Virgen de Guadalupe en la Basílica de la Villa.

Los periódicos publicaron lo siguiente:


Bello espectáculo indígena se escenificó en Ixtapalapa (sic.). La ceremonia del Fuego
Nuevo, un espectáculo lleno de colorido y tradición, que habla de la magnificencia de los
rituales aztecas, tuvo anoche por escenario el Parque Nacional del Cerro de la Estrella en
Ixtapalapa (sic.). En dicho lugar, el grupo de Danzas Autóctonas Yetlanezi, en colaboración con
los Grupos Unidos Pro Fuego Simbólico hicieron una brillante escenificación, en la que se
rememoraron vívidamente la ceremonia del Fuego Nuevo que los aztecas realizaban cada 52
años.
El teponaxtle, el caracol y la chirimía, primitivos instrumentos musicales en los que ya vibraba
el noble sentimiento artístico de nuestros antepasados y que ha sido motivo de admiración de
propios y extraños, dejaron escuchar sus ancestrales ritmos, a cuyo compás el grupo Yetlanezi
produjo cuadros de danza de exquisita plástica.

Centenares de personas, entre ellas no pocos turistas extranjeros admiraron esta hermosa
realización estética.

Se hace notar que todos los años, los Grupos Unidos Pro Fuego Simbólico celebran en estas
fechas una serie de ceremonias para encender el Fuego Simbólico en las cumbres más altas del
territorio nacional, desde donde es trasladado luego a la Basílica de Guadalupe. Esta vez, para
dar mayor realce al acto, el fuego se inició en el Cerro de la Estrella.

Club Alpino Caupulican fundador de esta nueva antorcha.- Juan Medel, Ana Ma. Peralta, Carlos
y Roberto Medel.
Club Alpino Tigres Aztecas.- Catalina Vera. Club Deportivo Unión: hermanos Carlos y Francisco
Ramírez. Club Alpino Aztecas: Lázaro y Jorge Servín, Eduardo y Juan Flores, Salvador
Hernández.

FUEGO DE ROMA A NUESTRO PADRE ETERNO


FUEGO DEL CUBILETE A NTRO. SR. JESUCRISTO
FUEGO DEL VOLCÁN POPO A LA VIRGEN DE GUADALUPE

En 1937, se formó un comité en la Parroquia de la Santísima Trinidad de la Colonia Peralvillo


de la Asociación Cristiana de la Juventud Mexicana, militando desde entonces en sus filas el
señor Rafael Rivera H. del Club Alpino Marina, perteneciendo después a la Org. Del Fuego
Simbólico en 1963 tomando la idea de Polo (Leopoldo González Cisneros), Rafael expuso su
pensamiento de traer el fuego de las montañas para darle mejor realce a la gran fiesta de la
Asociación de la Juventud Mexicana que cumplía 50 años de vida y festejaba sus bodas de oro.

Se propuso la idea a la oficina del CORDEZ, y fue aceptada para su estudio, aprobada por el
Excmo. Y Revmo. Arzobispo primado don Miguel Dario Miranda, Excmo. y Rvmo. Cardenal José
Garibi Rivera el Sr. Don José Villalón Mercado, Lic. Enrique Ramos Valdez, que apoyó la idea
con entusiasmo para su realización, ya aprobada por estas grandes personalidades, se dio a
conocer a las DIÓCESIS de toda la República Mexicana, transformándose en una idea gigante, y
brotó el entusiasmo de los Esejotaemeros de traer el fuego de Roma encendido en el Sepulcro
del Apostol San Pedro.

Y traer el fuego de las más humildes parroquias de los Estados y montañas de México, y así
fue: un grupo de Esejotaemeros salió a Roma, no se encendió en el Santo Sepulcro de San
Pedro por estar el Santo Papa Paulo VI en Italia, y los recibió en el Palacio Castelgandolfo.
Después de la ceremonia el Santo Papa encendió el fuego simbólico en una lámpara especial
mandando bendiciones a la patria y a la juventud mexicana. Con un permiso especial fue
transportada en avión, pasando por Francia y en Orly, París, fue velada la llama sagrada y de
ahí salió para la capital de México, llegando a las 10:45 horas de la noche. En el aeropuerto ya
la esperaban y la escoltaron hasta la Catedral. Las eminencias ya mencionadas lo recibieron y
lo depositaron en el altar de los REYES, la lámpara traía una plaquita que decía: “ITALI-
FRANCIS”. Terminada la ceremonia de bienvenida, Rafael encendió de la llama otra que salió al
volcán Popocatépetl.

CLUBES QUE HICIERON LA ASCENSIÓN

CLUB DIOS Y MONTAÑA.- El Padre Fernando de la Mora, estrella del excursionismo mexicano y
muy querido como sacerdote y como compañero por sus virtudes. Eduardo Zozaya y su grupo.
CLUB MONT. TELEFUNKEN.- Jesús Ramírez, Jorge Gómez, Reynaldo Orozco, Abraham
Corrientes, Mario Reséndiz, José y Sergio Uriarte.
CLUB ALPINO DANUVIO.- Francisco González H., Hnos. Rosario, Rafael G. Iturbide, Aurelio
Campero.
CLUB ALPINO MARINA.- Francisco Martínez, Eledoy Rivera J., Luis González, Jesús Zúñiga,
Felipe M. Campos y Rafael Rivera.
CLUB RUWENZORI.- Pedro y Antonio Serrano.
SECCIÓN DE RESCATE DE ALTA MONTAÑA DE LA CRUZ ROJA.- M. José Berlín, Efrén Florens y su
grupo. Sección Alpina Cruz Blanca N. Patrulla de la Cruz Verde Gustavo Guarneros y su grupo.

El 11 de agosto de 1963, se celebró la misa en la cumbre del Volcán Popocatépetl, por el Padre
Fernando de la Mora; tiempo malo, huracanado; pero por minutos la naturaleza coopero a
esta grandiosa ceremonia: el cielo con su manto celeste imperial, los apenas visibles rayos del
sol, el viento pasivo y juguetón, las nubes con su variedad de colores, los volcanes despejados
se dejaron ver por fracción de segundo, ellos estaban presentes, descubiertos y limpios.

UN REGIO ALTAR AL CREADOR

Donde la naturaleza y el hombre se unificaron con el poder de la oración: pensamiento,


sentimiento y éxtasis, como los volcanes en su muda oración cayeron lágrimas silenciosas
quedando congeladas como perlas blancas al seguir la inspiración y gratitud del amor limpio a
Dios y se recordó cuando Moisés recibió los Diez Mandamientos en la montaña, y se pronunció
y grabó la primera palabra de luz y sabiduría: AMOR.
“AMARÁS A TU SEÑOR DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS”
“AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO…”

Amor es la llave de la salvación de la felicidad eterna, amor a los más humildes de nuestros
hermanos, porque ellos nos dan la oportunidad de entrar a su reino. Amor a la naturaleza y a
los seres más insignificantes porque son parte de su divina obra; amor es perdonar, paz,
tranquilidad, amor y siempre amor, porque es la luz que nos guiará hacia Él.

Y la eterna oración que Cristo nos enseñó: Padre nuestro que estás en los cielos, hágase,
Señor, tu voluntad, en el cielo como en la tierra. Al terminar, el Padre de la Mora encendió el
fuego de la patria unificándolo con el fuego de Roma.

Empezaron a descender a Puerto Tlamacas, con la felicidad reflejada en sus rostros, descansar
y prepararse para la segunda etapa.

En Amecameca la compañera Lucy en está ocasión única representante de la directiva, se hizo


cargo de arreglar la recepción para recibir a los que venían del Volcán. Cuánta tristeza le dio
que siempre en estos recorridos hay cantidad de excursionistas a esperarlos y seguir después
con ellos, y ahora eran pocos los que habían asistido, se confiaron a la radio y en la prensa y no
se mandaron invitaciones a los clubes, o ellos tenían compromisos con la misa del Telapón, o
sencillamente no quisieron acompañarnos, cosa que después lamentaron.

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