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Si hemos
vivenciado el ejercicio de la atención como incómodo o doloroso,
no tendremos dificultad para aceptar que nuestra tendencia a vivir
en el pasado, el futuro o en la abstracción, constituye una evitación
de tal incomodidad.
La supresión de las evitaciones generalmente conduce a una experiencia
en particular a la cual los gestaltistas le asignan especial
importancia —la experiencia de la nada.
Para mí es valiosa la experiencia de la nada y donde más he podido
saborearla es en terapia. Aquí la maestría del terapeuta es importante así
como importante haber pasado por la experiencia de la nada y confiar en la
regulación organimística. Yo la experiencia más clara que he tenido ha sido la
de atravesar mi apatía en una sesión terapéutica. No conectaba con nada,
sólo eso apatía y me daba cuenta cómo intentaba encontrar contenido con
los que engancharme y salir del estado en el que me encontraba o cómo
intentaba “darle” a mi terapeuta para que no se aburriera. (comérmelo
hablando en plata). Después de intentarlo todo, nada me sacaba de la apatía,
casi a los últimos 5 minutos me abandoné a este estado y me qudé conmigo.
Lo que pasó después es que explot´´e en una rabia muy genuina y sin
esfuerzo.
Hce poco he vuelto a revivir lo mismo. Sentía hostilidad contra el mundo. No
podía encontrarme y me sentía desconectada y bloqueada. Buscaba mil
maneras de salir de ahí, me decía que pasaría. Y no hay forma. Es estar ahí y
como la vida cambia estando ahí, con toda la incomodidad y el bloqueo
exploté en alegría.
La “nada” constituye un limbo donde se han
abandonado los juegos de superficie de la personalidad y el auto percatarse
aún no ha tomado su lugar.
La vergüenza, la culpa y la ansiedad, por ejemplo, no
son puramente experiencias de una realidad, sino que el resultado
de actitudes con las cuales estamos contra la realidad, negándola o
resistiéndola, temiendo percibirla. De la misma forma, la experiencia
de la nada, o el vacío, es donde hacemos juicios acerca de nosotros
mismos y pronunciamos el veredicto: “No es suficiente”. La nada,
el vacío, la falta de significación, la trivialidad, son todas experiencias
en que no hemos abandonado totalmente las expectativas, o los
estándares, mediante los cuales medimos la realidad. No surgen de
un puro darse cuenta sino que de comparaciones.
La importancia de esta experiencia de la nada deriva de la observación
de que ella constituye un puente entre la evitación y
el contacto, o, como lo expresara Perls, entre las capas fóbicas y
explosivas de la personalidad. Perls le asignaba tanta importancia
a esta fase del proceso terapéutico, que él incluso definió la terapia
gestáltica en sus términos: “La terapia gestáltica es la transformación
del vacío estéril al vacío fértil”.
¿Cómo podemos entender esto? La “nada” sólo es nada mientras
estemos bajo la compulsión de hacer de ella un algo. Una vez que
aceptamos la nada, todo se nos da por añadidura. La nada, entonces,
se convierte en una pantalla sobre la que podemos ver todas las cosas,
un “fondo” ante el cual surgen libremente todas las “figuras”. Una
vez que no tenemos que ser creativos, cualquier cosa que hagamos
es nuestra creación; una vez que no tenemos que estar iluminados,
nuestra toma de conciencia del momento es iluminación; una vez
que dejamos de estar preocupados de esto o aquello y sentimos una
nada con respecto a tales estándares, nos percatamos de que somos
lo que somos. (“La experiencia de la nada es abandonarse”).
Volviendo a las técnicas supresivas, los principales no-no de la terapia
gestáltica:
contar historias, anticipación, acercadeísmo, debeísmo y
manipulación.
1. Acercadeísmo.
En la situación
terapéutica, las manifestaciones más frecuentes de esta actitud son
la ofrenda de información, la búsqueda de explicaciones
causales, la discusión de asuntos filosóficos o morales o del significado
de las palabras. Todos éstos, junto con los clichés de las buenas
costumbres, son materia de tabú en terapia gestáltica por constituir
una manifestación de verborrea. Como lo ha dicho
Perls: “Por qué y porque son palabras sucias en terapia gestáltica.
Sólo conducen a racionalizaciones y pertenecen a la segunda clase
de producciones de verborrea
Tres clases de producciones verborréicas podrían ser:chickenshit (caca de
pollo), ‘buenos días’, ‘cómo le va’, etc; bullshit (caca de toro) :a esto es
‘porque’, racionalizaciones, excusas y elephantshit (caca
de elefante) ;que es cuando uno habla de filosofía, terapia gestáltica
existencial, etc.
II. Debeísmo
El decirnos a nosotros mismos, o a otros, lo que debiera ser, es,
como el acercadeísmo, otro modo de no vivenciar lo que es.
El evaluar es un paso más allá de la experiencia, o vivencia,
porque en el primero estamos intentando hacer calzar una pauta
prestada de experiencias pasadas o extrapoladas al futuro. Si, de
acuerdo a nuestros juicios, el grado de calce es suficiente, entonces
“aceptamos”.
No es amor por lo peculiar de
la vivencia que está a la mano, o goce de ella por sí misma. Además,
no hay descubrimiento, sólo un sello de aprobación basado en el
hacer calzar estándares preestablecidos. Hay seguridad. Se puede
mantener el status quo. Sin embargo, cada vez que el grado de calce
entre los patrones y la actualidad no es suficiente, prestamos atención
a lo que está faltando en lugar de a lo que está presente. Gran parte
de lo que llamamos nuestras “experiencias”, son los sentimientos
desagradables originados por la frustración de nuestras expectativas,
y no por la conciencia de lo que está ahí para ser captado. No existe
el vivenciar algo, sino que el “vivenciar” la nada.
Podremos abandonar temporalmente tanto nuestra postura
enjuiciadora hacia la realidad como nuestra actividad computacional.
Hacer esto significa, por ejemplo, dejar de jugar el juego de la
“autotortura” o el del “auto-mejoramiento”. Si somos capaces de
hacerlo, podremos descubrir un rango insospechado de verdaderos
sentimientos que nuestro simplista mecanismo de aceptación-rechazo
estaba cubriendo.