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Más allá dela declaratoria de emergencia como tal, sorprende el procedimiento que el Estado
sigue a la hora de atender las emergencias en nuestro país, Bolivia a más de contar con una
serie de instituciones especializadas en la Gestión del Riesgo no logra trasladar ese nivel de
burocracia en resultados concretos de garantías y resiliencia frente a eventos climáticos de
esta índole. Si uno analiza el Viceministerio de Defensa Civil, se puede encontrar que este
tiene a su cargo el Sistema Integrado de Información y Alerta Para la Gestión del Riesgo de
Desastres (Sinagersat), que a su vez se compone de otros subsistemas como: el Sistema
Nacional de Alerta Temprana para Desastres (Snatd), el Observatorio Nacional de Desastres
(OND), la Infraestructura de Datos Espaciales (Geosinager) y la Biblioteca Virtual de
Prevención y Atención de Desastres (Bivapad), en teoría, estamos hablando de una
organización institucional por demás interesante en sentido que da la impresión de realizar
un trabajo coordinado e integral, generando información de variables climatológicas,
construyendo escenarios probables e informando oportunamente a los municipios y
departamentos acerca de la inminencia de eventos climáticos extremos.
Si bien se han implementado en los municipios las Unidades de Gestión de Riesgos (UGR)
estas no cuentan con el presupuesto suficiente y los recursos humanos calificados para
poder intervenir en sus ámbitos, coincidentemente no existen escenarios de coordinación y
planificación para la prevención, atención y reconstrucción en situaciones de emergencias en
la que todos los niveles territoriales tengan funciones claramente definidas y los recursos
para ejecutar las mismas. Nuevamente todo el proceso de planificación se consolida en un
manual de procedimientos donde no solo las entidades territoriales participan, sino donde se
incorpora a todos los sectores y organizaciones de la sociedad civil, y que se somete
continuamente a prueba a través de simulacros controlados de forma que la amenaza o el
riesgo, forme parte de la conciencia colectiva.
Existen múltiples caminos para encarar la gestión de riesgos, Bolivia no ha elegido uno, se
constituyen en desastres por partida doble, los naturales y los de capacidad institucional.