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I.1 Identidad
La Iglesia, que es comunión y misión, tiene la tarea de promover la comunión con Dios, entre
nosotros y con el mundo, para la salvación de todos3. De esta comunión espiritual, brota la
necesidad de una comunión visible y orgánica, de modo que las diversas responsabilidades
y funciones estén unidas y relacionadas ordenadamente entre sí.
En las Iglesias locales, tanto a nivel nacional, con las respectivas comisiones de misiones de
las Conferencias Episcopales, como a nivel diocesano, se tiene un cometido semejante en su
propio ámbito.
1
Estatutos, 13
2
CM, 3
3
Cfr. BOTÍA APONTE, JULIO DANIEL; Hacer Discípulos y Misioneros para Jesús, Ediciones Paulinas, Bogotá,
Colombia 2009, p. 189
4
AG 28; RMi, 75
La Infancia y Adolescencia Misioneras tiene identidad específica por ser una de las cuatro
Obras Misionales Pontificio Episcopales, que gozan de estatutos aprobados por el Santo
Padre.
1.5 Lema.
Nuestro lema <<Que los niños ayuden a los niños>> es el pensamiento que anima a esta
obra en la que se le invita a los niños y adolescentes a ser solidarios con los niños más
necesitados.
Esta obra tara de ayudar a los educadores a despertar progresivamente en los niños y
adolescentes una conciencia misionera universal y a moverles a compartir la fe y los medios
materiales con los niños y adolescentes de las regiones y de las Iglesias más desprovistas a
este respecto.
Las cuotas y las ofrendas de los niños de todos los países contribuyen a formar un fondo de
solidaridad que tiene por fin ayudar a las obras y a las instituciones en favor de los niños más
pobres.
2. ESPIRITUALIDAD DE LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA MISIONERA
“Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado
nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y
obras es nuestro gozo” (DA 29)
Nadie ama lo que no conoce. Si no amas a Jesús, no podrás nunca entregarte con alegría y
entusiasmo a hacerle conocer a los demás.
Por eso, el niño y adolescente aprenderá a conocer a Jesús, como modelo de vida.
2.2 Acercase a Dios en la oración y sentir a los demás niños y adolescentes como
hermanos.
Nuestro Señor nos enseñó que los niños son muy queridos de Dios. Por eso su oración es
especialmente escuchada. Además es lo mejor que puede hacer un niño y adolescente
cristiano por sus hermanos de la misión: alcanzar de Dios que ellos sean también un día sus
hijos, y así lograr lo que Jesús quería al enseñarnos a decir: Padre Nuestro que estás en el
cielo, venga a nosotros tu Reino. Para que a ese Reino entren más de mil millones de niños
que aún no saben nada de su Padre Dios, es necesaria la oración.
Por lo tanto, la Santa Misa y la Sagrada Comunión deben ser los actos principales de un
pequeño misionero. La formación, en este sentido, es fundamental para la Infancia y
Adolescencia Misioneras, porque allí se realiza el encuentro personal del niño y del
adolescente con Jesús.
“Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13). Y para cumplirlo,
Él mismo murió en la cruz por nosotros.
Nuestros pequeños y grandes sacrificios serán la mejor oración ante Dios por la conversión
de los hombres y por los misioneros.
Perdonar una ofensa, cumplir con exactitud el deber, sacrificar una golosina, prestar un favor
aunque nos cueste, obedecer sin impaciencia, en fin, tantas oportunidades que tiene el niño y
el adolescente de vencerse a sí mismo. Además, este control personal es magnífica escuela
para la formación del temperamento, para las buenas relaciones a cumplir siempre el deber.
No debemos olvidar que el ideal del niño y del adolescente misioneros es ser siempre el
mejor.
La obligación de ser cristiano no termina con nuestra conversión personal, ni con llegar a ser
buenos. Exige además que compartamos nuestra fe, llevándola a otros, es decir, nos obliga a
ser misioneros.
Ser misioneros exige ser valiente, esforzado, constante. Esto no lo puede cumplir cualquier
niño despreocupado, egoísta o exigente. Es para las almas generosas que aman de verdad a
Jesús.
El niño y adolescente misionero debe ver en María la síntesis de una espiritualidad misionera.
En la vida de María podemos descubrir muchos aspectos y rasgos de esta espiritualidad que
venimos presentando.
Nos centramos en algunos momentos de su vida: anunciación, visitación, magníficat,
natividad, huida a Egipto, cruz, cenáculo... En todos ellos, se ve una persona para quien la
presencia de Dios y la realización de su Reino universal son realidades más importantes que
sus propios intereses.
3. NORMAS DE LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA MISIONERA
Pueden ser miembros de la Infancia y Adolescencia Misionera todos los niños y adolescentes
bautizados hasta los 15 años.
Hasta los siete años, están en la sección de pequeñitos que van siendo educados de acuerdo
a su edad y comprensión
De los 7 a los 15 años, ya pueden entrar a formar parte de los Equipos IAM, según la
organización propia de la Obra.
- Los niños o adolescentes que quieran ser miembros de la IAM, se forman en equipos
de doce, a ejemplo de los Apóstoles, puede ser mixto.
- Cada miembro del Equipo escoge el nombre de un Apóstol a quien tratará de conocer
e imitar.
- Los miembros escogen un nombre para su Equipo y también un Patrono, a quien le
rezarán especialmente en cada reunión.
- Se nombra a un jefe del Equipo.
- Se le entrega a cada uno la credencial que lo acredita como miembro activo de la
Infancia y Adolescencia Misionera.
- Se elige un lema o pregón, que les distinga y manifieste su ideal misionero.
- Se determina la periodicidad de las reuniones del Equipo, se sugiere que sea semanal.
3er. Paso: ACTIVIDAD INTERNA DEL EQUIPO
Al iniciar y terminar la reunión se rezan las oraciones que dirige el Jefe del Equipo.
Durante la reunión se canta el Himno, otros cantos misioneros, se hacen juegos educativos,
siempre se toma la asistencia y se recoge la cuota asignada por el asesor, además se pueden
leer y comentar historietas misioneras o la vida de Santos Misioneros.
Un instrumento muy útil para la reunión del Equipo será la Revista de la Infancia y
Adolescencia Misionera “SEMBRADORES”.
Los miembros de los Equipos de la IAM no pueden permanecer inactivos, sino que deben
tener una proyección apostólica universal, pensando en aquellos niños y adolescentes tanto
de su propio lugar como de otros países donde no conocen al Único y Verdadero Dios ni a
su enviado Jesucristo. Para esto:
Para el mantenimiento entusiasta de los Equipos no se pueden descuidar estos tres puntos:
I. FORMAR: Los Equipos deben llegar a tener conciencia de que ser bautizados es ser
misioneros.
Al tiempo que se les imparten conocimientos, se les cultiva el corazón en los mejores
sentimientos de generosidad.
Todo esto lo llevará a ofrecer, cada día, sus oraciones y sacrificios, tanto en Equipo como
individualmente, y así ir sintiéndose parte de la Iglesia Universal, ante la realidad de tantos
millones de niños, sus pequeños hermanos, que viven en tanta miseria y aún lejos de Jesús.
El niño y el adolescente necesitan esa actividad; y lo que oyeron, lo deben aprender a poner
por obra.
El asesor de uno o varios Equipos es el que orienta las reflexiones y las actividades; educa a
sus pequeños discípulos en el comportamiento cristiano; dirige el trabajo de sus equipos;
aclara las dudas, completa las ideas y obras con un buen sistema pedagógico o corrige
bondadosamente los errores que aparecen en la reflexión.
- Tener una opción de fe. Se trata de comunicar, desde la vida de fe, una dimensión de esa
vida.
- Buscar con claridad la maduración en la fe de todos y cada uno de los componentes del
Equipo.
- Tener una sensibilidad suficientemente desarrollada hacia la dimensión misionera
universal de la iglesia y querer actualizarla con una formación adecuada.
- Tener una actitud de entrega.
- Asumir el papel de sembrador, de constructor del futuro.
Programar de tal manera la acción que haga posible que la animación misionera se conciba
como una tarea continuada dentro de la vida ordinaria de la comunidad y no como una cosa
aislada.
Estar dispuesto y ofrecerse a formar y animar equipos misioneros en los que los miembros
profundicen su formación y refuercen su compromiso de servicio. Estos equipos le ayudarán
en la tarea de animar a toda la comunidad.
Asumir, dentro de esos equipos, el ministerio de catequista, que acompaña a cada uno de los
miembros del equipo, en su proceso personal de maduración en la fe, subrayando la
dimensión misionera y las consecuencias que la misma comporta para la opción del
individuo.
Ser vehículo de comunión y coordinación del equipo con los demás equipos misioneros
dentro de un movimiento y con los demás grupos cristianos dentro de una pastoral de
conjunto diocesano.
Formar y enseñas a los pequeños jefes de Equipo en todo cuanto necesiten para dirigir su
equipo.
Dar, ante todo, a su equipo o equipos un testimonio de auténtica vida cristiana y de amor por
la Iglesia y especialmente por los niños de las misiones, de acuerdo con la identidad de la
Infancia y Adolescencia Misionera.
Representar al Equipo ante el Párroco y ante el Director Diocesano de Misiones y, de ser
posible, ser miembro del Equipo Diocesano y Parroquial de Misiones.
Recoger las cuotas asignados a los niños y adolescentes para entregarlas oportunamente.
Los miembros de la Liga Misional Juvenil pueden ser excelentes asesores. Para lograrlo,
deben recibir cursos especiales de formación, información y adiestramiento.
El Asesor asigna al Equipo un jefe, o también puede ser elegido por el mismo Equipo.
El niño o el adolescente jefe debe ser el animador y el responsable de los compromisos del
Equipo, y lo representa ante el Asesor y el Párroco.
Recibe la información necesaria para ello por parte de los Asesores y de su Párroco.
Ser el mejor compañero entre sus amigos y les dará ejemplo de servicialidad, de
cumplimiento, de respeto por las demás personas grandes y pequeñas, de piedad y de amor a
Jesús, a la Virgen, al Papa y a las misiones.
Debe conocer muy bien los programas, lemas y actividades que, cada año, señala la Dirección
Diocesana para el trabajo de la Infancia y Adolescencia Misionera.
Reunir a su equipo, motivar y estimular a sus compañeros para que cada día amen más a la
Infancia y Adolescencia Misionera, y las reuniones sean siempre alegres e interesantes.
Controlar la asistencia de los niños a las reuniones y recordarles las cuotas asignadas.
Dirige la oración del Equipo al principio y al final de la reunión y lo anima a ofrecer oraciones
y sacrificios personales por los niños de las misiones.
Coordina el trabajo del Equipo, de acuerdo a las indicaciones del Asesor y de su propia
iniciativa.
Art. 5 Compromisos de los miembros de la Infancia y Adolescencia Misionera
Asistir con regularidad y puntualidad a las reuniones del Equipo y participar activamente.
“Virgen Santísima, ruega por nosotros y por todos los niños del mundo que no conocen
a Jesús”.
“San Francisco Javier, ruega por las misiones”
“Santa Teresita del Niño Jesús, ruega por las misiones”.
“María, Reina de las Misiones, ruega por nosotros”
Dar una cuota mensual, señalada por el Asesor, fruto de sus pequeños ahorros y sacrificios,
para los niños de las misiones.
Comportarse siempre bien, buscando ser el mejor en la casa, en el colegio y con las demás
personas.
A nivel nacional, las Obras Misionales Pontificio Episcopales son coordinadas por el Director
Nacional, nombrado por la Congregación para la Evangelización de los Pueblos5, quien a su
vez delega su autoridad, en lo que compete, al Secretario Nacional de la Infancia y
Adolescencia Misionera.
A nivel diocesano, las Obras Misionales Pontificio Episcopales son coordinadas por el
Director Diocesano de Misiones, nombrado por el Obispo, quien a su vez puede nombrar a
un Asesor Diocesano de la Infancia y Adolescencia Misionera.
5
CM 7-8
El Director Nacional de OMPE México, a tenor de los artículos 51 al 53 del Estatuto de las
OMP, es la autoridad máxima y primer responsable de la animación misionera en cada una
de las Obras Misionales y programas auxiliares. Compete a él, en comunión con los Obispos
de la Dimensión Episcopal de Misiones, tomar las decisiones necesarias para el caminar de
la Infancia y Adolescencia Misionera en lo general y particular, así como otorgar los
nombramientos necesarios.
6
CM, 14b; Estatuto OMP, Art. 58 y 59
7
Estatuto de OMP Art. 60
8
CM, 9; CIC, C. 791,2