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Introducción

Realidades de posguerra en el Perú:


omisiones, negaciones y sus consecuencias

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Serie Democracia y Sociedad N.o 2

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Introducción

Realidades de posguerra en el Perú:


omisiones, negaciones y sus
consecuencias

Colección Documentos de Trabajo


Serie Democracia y Sociedad N.o 2

Félix Reátegui coordinador

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Serie Democracia y Sociedad N.o 2

Realidades de posguerra en el Perú: omisiones, negaciones y sus consecuencias


Colección Documentos de Trabajo | Serie Democracia y Sociedad N.o 2

Primera edición: agosto de 2007


Tiraje: 500 ejemplares

© Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú


(IDEHPUCP), 2007
Tomás Ramsey 925, Lima 17 - Perú
Teléfono: (51 1) 261-5859
Fax: (51 1) 261-3433
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Derechos reservados. Prohibida la reproducción de este documento por cualquier medio, total o
parcialmente, sin permiso expreso de los editores.

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N.o 2007-07321

Impreso en el Perú - Printed in Peru

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Introducción

Índice

Introducción
FÉLIX REÁTEGUI ................................................................................................................... 9

Desarrollo y construcción de la paz. Tensiones y convergencias


desde el punto de vista de la justicia de transición
FÉLIX REÁTEGUI .................................................................................................................. 11

Sociedades de posguerra en el Perú. Secuelas de la violencia


y justicia en el pueblo asháninka
RAFAEL BARRANTES ............................................................................................................. 19

Las universidades después del conflicto: notas para un debate


PABLO SANDOVAL Y EDUARDO TOCHE ...................................................................................... 51

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Serie Democracia y Sociedad N.o 2

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Introducción

Introducción

Como el desarrollo o como la modernización, foras muertas que son, paradójicamente, el lugar
muchas veces la paz no es un hecho sino un pro- donde se manifiesta más vivamente el sentido
ceso. Eso quiere decir, en primer lugar, que no se común: dejar que las heridas se cierren, no remo-
la obtiene de la noche a la mañana por el solo ver recuerdos dolorosos.
hecho de que hayan cesado las acciones arma- Quienes, terminado un conflicto, han queda-
das. En segundo lugar, ello significa que la paz do del lado perdedor de la mesa —víctimas del
—un ensamblaje de resultados antes que una Estado y de las organizaciones no estatales, po-
conquista de una sola pieza— se va construyen- blación excluida que debió cargar con los costos
do paulatinamente y que ella requiere cierto gra- de la rebelión y de la pacificación— no pueden
do de acción deliberada y planificada del Estado apreciar los lujos del escepticismo o de la esca-
y de la sociedad. tología. Normalmente, necesitan que se haga algo
Esta idea contradice, naturalmente, aquel para que sus vidas puedan colocarse por encima
sentido común que Albert O. Hirschman examinó del nivel de la supervivencia orgánica al que han
bajo el nombre de «retóricas de la reacción». Agru- sido reducidas. Eso significa, en lo inmediato y
paba Hirschman detrás de tal rótulo ese conjunto urgente, recibir pronta asistencia humanitaria y,
de prejuicios que, bajo el disfraz elegante del es- en cuanto son víctimas y ciudadanos, recibir las
cepticismo, aseguran que todo intento por mejo- reparaciones en cumplimiento del derecho que les
rar la condición de vida de las personas es a la reconoce el derecho internacional. Pero eso no
larga fútil, perverso o generador de riesgos inne- será suficiente: ellas precisarán, también, que
cesarios. Desde esta mirada, la condición histó- mediante un conjunto integrado de acciones del
rica de las sociedades humanas es una banali- Estado —políticas sectoriales, reformas institu-
dad: somos seres históricos solamente porque cionales, modificaciones legislativas, transforma-
estamos sometidos al paso del tiempo. El tiem- ciones de reglas y prácticas de gobierno y de ar-
po es la única autoridad y la sola guía de las con- bitrio social— se desactiven las condiciones que
ductas colectivas. Así, para una sociedad que ha originalmente las hicieron vulnerables. Entre ellas,
pasado por una etapa de intensa violencia, el cese aparecen ostensiblemente la exclusión y las cul-
de las acciones armadas sería la última frontera turas autoritarias preexistentes combinadas con
de la acción pacificadora de las personas. Des- nuevos factores de conflicto, pobreza y desigual-
pués de eso solo cabe refugiarse en esas metá- dad creados, transformados o fortalecidos duran-

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Serie Democracia y Sociedad N.o 2

te la violencia. Esa exigencia termina por enlazar tema político que devolviera legitimidad a las fun-
la tarea de la paz con las tareas del desarrollo. Y, ciones de gobierno y representación en el país.
por último, convierte el problema de la paz en una En este Documento de Trabajo, el Instituto
cuestión que no atañe solamente a las víctimas de Democracia y Derechos Humanos de la Ponti-
sino a franjas más amplias de la sociedad; quizá ficia Universidad Católica del Perú propone una
a toda ella. discusión sobre la relevancia del concepto de
El lenguaje del desarrollo y el de la construc- posguerra en la actualidad nacional. Para ello,
ción de la paz tienen un terreno común donde presenta en primer lugar una breve reflexión so-
encontrarse. En la dimensión moral, ambos fun- bre los vínculos y tensiones entre las políticas de
cionan con una gramática de justicia. Más aún, reparación y las políticas de desarrollo y la difícil
en la práctica, sus beneficiarios directos tienden tarea de hacerlas converger preservando, al mis-
a encontrarse en las mismas zonas geográficas mo tiempo, la noción de derechos específicos de
y demográficas de la sociedad: en la zona de la las víctimas. A continuación, se examinan dos
inequidad y de la justicia negada. En la dimen- casos de especial relevancia. Rafael Barrantes
sión jurídica, desarrollo y paz se encuentran en la explora la manera como se están procesando los
última frontera de evolución del derecho interna- temores y los deseos de justicia en una de las
cional; ambos se están perfilando con nitidez poblaciones más golpeadas por la violencia: el
como derechos plenamente exigibles y como pueblo asháninka. Su análisis muestra, por un
obligaciones legales de los Estados. lado, el impacto que los fuertes estereotipos cul-
Pero si moral y derecho conforman un puente turales tuvieron sobre la tragedia de esa pobla-
conceptual entre paz y desarrollo, su vínculo prác- ción, y por otro lado, las dramáticas alternativas
tico tiene que ser buscado mediante una inspec- de la reconciliación que se presentan mientras el
ción sociológica: ella describirá la realidad especí- Estado sigue ignorando su obligación de ejercer
fica a la cual pacificación y desarrollo, justicia y la justicia en el país. Pablo Sandoval y Eduardo
política, deben adecuar sus medios y sus fines. Toche examinan, por su parte, el complejo esce-
Esta realidad podría ser llamada posguerra. nario de las universidades nacionales y las gra-
Es amplia y compleja la literatura sobre so- ves negligencias en las que Estado y sociedad
ciedades de posguerra. En su significación más están incurriendo a ese respecto. Mientras se si-
sencilla el término quiere hacer visibles los mu- gue pensando que la mejor política hacia la uni-
chos procesos sociales específicos que han que- versidad es abandonarla a la deriva, dejarla nave-
dado activos después de una guerra y por influjo gar en medio de la inopia y de sus grises acuerdos
de ella. Como otro término de uso corriente en político-burocráticos, el viejo radicalismo va resur-
las ciencias sociales y en las humanidades de giendo en formas muy distintas, ciertamente, de
hoy —poscolonialismo— la noción no quiere invi- aquellas de décadas pasadas, pero con una se-
tar a un censo de daños causados por un conflic- mejanza de fondo: el considerar a la universidad
to sino a la búsqueda de las fuerzas, modos de como un botín y a sus estudiantes, docentes y
relación social, pautas de funcionamiento políti- trabajadores como clientelas que hay que saber
co, económico o cultural de la sociedad que fue- usar para fines particulares.
ron incubados durante la violencia y que, disfra- Son, ambos, típicos escenarios de posgue-
zados o en su forma inicial, permanecen como rra a los cuales se podría añadir otros de sem-
factores activos de la vida cotidiana e institucio- blante más perturbador aún: hijos de la guerra
nal de una comunidad o un país. con identidades quebradas, heridas emociona-
El reconocimiento de una realidad de pos- les desatendidas, usos y costumbres perversos
guerra es una de las grandes omisiones en el Perú enclavados en el sistema escolar, conflictos de
de hoy. De hecho, esa omisión puede ser una de pequeña escala que se multiplican sustentados
las grandes razones por las que el impulso trans- en viejos sentimientos de agravio. Esta publicación
formador que pareció llegar con la transición, allá es una invitación a incorporar esos problemas en
por el año 2000, se extenuó muy pronto, tal vez a una discusión amplia sobre las posibilidades y
mediados del gobierno anterior. La transición po- tareas de la paz en el país.
lítica del Perú no cumplió las promesas implíci-
tas en ella tales como —para mencionar algo FÉLIX REÁTEGUI
esencial— dar lugar a una recomposición del sis- Director de Investigaciones del IDEHPUCP

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Desarrollo y construcción de la paz. Tensiones y convergencias desde el punto de vista de la justicia de transición

Desarrollo y construcción de la paz.


Tensiones y convergencias desde el punto de vista
de la justicia de transición
FÉLIX REÁTEGUI*

Este texto presenta algunas ideas sobre las con- fin al conflicto o ha desaparecido la dictadura, los
vergencias y las tensiones que existen entre la crímenes y las pérdidas materiales originados en
práctica del desarrollo y los dilemas que enfren- la violencia armada resultan opacados por la agen-
tan las sociedades que han experimentado con- da general de desarrollo —una agenda vinculada
flictos violentos. a problemas que preceden a la violencia y que
Ciertamente, las cuestiones del desarrollo y subsisten después de ella—. En la atención polí-
de la paz —así como sus correlatos negativos: el tica de esa agenda se tiende a prescindir de las
atraso socioeconómico y la violencia— constitu- demandas, las necesidades y los derechos de
yen dos fenómenos claramente distinguibles des- las víctimas en cuanto tales. Más aún, incluso es
de un punto de vista conceptual. Sin embargo, posible que aquella sociedad, ya pacificada o ya
para muchas sociedades de América Latina, en transición a la democracia, comience a dise-
de Asia o de África esas cuestiones se pre- ñar y ejecutar políticas de desarrollo defectuosas
sentan a menudo como desafíos simultáneos. por estar basadas sobre una premisa falsa: políti-
En términos algo generales, es en los países más cas de desarrollo concebidas para tiempos de
pobres —sea que los observemos desde su ren- normalidad, pero aplicadas a sociedades o po-
dimiento macroeconómico, sea que los conside- blaciones que están padeciendo los síndromes
remos según sus índices de desarrollo humano— propios de una posguerra.
donde se desenvuelven también la mayor canti- Este es, pues, el problema general que se
dad de procesos de violencia masiva, ya se trate aborda a continuación. Sin embargo, antes que
de conflictos armados internos o de la acción de agotar todos sus matices o elaborar una propues-
regímenes autoritarios y represivos. La realidad ta específica, este texto tiene un propósito más
de la pobreza, del hambre y de la falta de oportu- discreto: apenas presenta una visión panorámica
nidades no es, para muchas poblaciones alrede- del problema y llama la atención sobre la necesi-
dor del mundo, una situación experimentada de dad de un diálogo académico y político más in-
manera aislada, en estado de pureza, sino que tenso y creativo entre la comunidad de estudio-
aparece entremezclada con formas más atroces sos de desarrollo y la comunidad de defensores y
aún del sufrimiento y de la exclusión: violaciones promotores de los derechos humanos.
de derechos humanos, crímenes contra la huma- Con ese propósito en mente, se seguirá el
nidad e incluso genocidios. Y, con cierta frecuen- siguiente orden. En primer lugar, se presenta el
cia, cuando en una sociedad pobre se ha puesto problema de la construcción de la paz desde la

*
Sociólogo egresado de la Pontificia Universidad Católica del Perú y director de investigaciones del IDEHPUCP.

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F ÉLIX R EÁTEGUI

perspectiva de la llamada «justicia transicional», ciación que conduce a un relevo en el poder y a la


un campo de acción y reflexión de aparición re- instauración de ciertas reglas por las que dicho
ciente. Después de ello se sugiere un paralelis- poder será ejercido en el futuro. Parte de tales
mo entre las actividades de construcción de la acuerdos incluía con frecuencia, ciertamente, la
paz y las políticas y proyectos de desarrollo. Se amnistía mutua, el olvido de los crímenes de am-
plantea, a continuación, como punto de encuen- bas partes como acto de buena voluntad que per-
tro entre ambas prácticas, por un lado, la defensa mitiera retomar la vida civil o constitucional inte-
de los derechos económicos, sociales y cultura- rrumpida (Linz y Stepan 1997).
les, y por otro lado, los énfasis puestos en los Como se ve, la transición —y abusando algo
derechos de las víctimas, en particular los relati- del término, la democracia— resultaba concebi-
vos a reparaciones colectivas y a garantías de no da desde el ángulo de las elites. Quedaba entera-
repetición. Finalmente, se remite todo lo dicho mente fuera de las preocupaciones la existencia
anteriormente a un horizonte que abarca, por igual, de víctimas de los actores armados que ahora se
los principios del desarrollo y de la paz, el cual es ponían de acuerdo en coexistir. Desde una con-
la idea de democracia y el papel que la memoria cepción fuertemente institucional de la vida políti-
colectiva podría desempeñar en la construcción ca, se hacía invisible la existencia de centenares
de democracias incluyentes y duraderas. o miles de muertos o desaparecidos y la situa-
ción de los sobrevivientes. Transitar hacia la paz
significaba dar vuelta a la página, correr un velo
1. De la paz a la paz con justicia sobre el pasado violento, inaugurar un momento
político distinto que se suponía desembarazado
Hasta fechas muy recientes el problema de las de los lastres del pasado.
transiciones de las guerras internas o los pe- Hoy, esa perspectiva ha quedado desautori-
ríodos de represión estatal hacia la paz y la zada alrededor del mundo y cada vez más se re-
democracia ha tenido muy poca relación con conoce como necesidad política y moral, y sobre
la problemática del desarrollo. Esto es una forma todo como obligación legal, el deber de atender
de decir que durante mucho tiempo la salud polí- los derechos de las víctimas. Este reconocimien-
tica de una sociedad ha tenido poco que ver con to ha dado lugar a una serie de instituciones y
el bienestar de la gente que la habita. Una forma mecanismos de acción que, sin desconocer las
adicional, aun, de referirse al problema es señalar exigencias del realismo político, al mismo tiempo
que para muchas sociedades de nuestro tiempo la buscan conciliar esa dimensión táctica de las tran-
transición a la democracia no ha estado vinculada siciones con cierto grado de justicia aceptable para
al cumplimiento de los derechos de quienes habi- las víctimas. A eso se refiere el nombre de «justi-
tan esas presuntas democracias. cia transicional», un campo de trabajo multidisci-
Durante buena parte del siglo XX, en efecto, plinario que cuenta entre sus medios de acción
las transiciones a la paz o a la democracia eran más visibles a cierto tipo de organizaciones lla-
evaluadas desde puntos de vista bastante limita- madas genéricamente «comisiones de la verdad».
dos, concentrados en los aspectos instituciona- Conviene recordar que América Latina ha te-
les o incluso instrumentales de la política. Así, nido un papel destacable en la consolidación de
hasta aproximadamente la década de 1980 el este enfoque en las décadas recientes. Fue en
concepto de transición política aludía a un mo- Argentina donde se vivió una de las experiencias
mento parcial y discreto en la transformación po- más notorias y admiradas de investigación de crí-
lítica de una sociedad. Él se refería al proceso de menes de Estado por medio de una «comisión
diálogos y acuerdos por medio de los cuales un de la verdad». Fue la Comisión Nacional sobre
conjunto de agentes que ejercen el poder de ma- Desaparecidos, presidida por el escritor Ernesto
nera autoritaria aceptaba abandonarlo y dar cam- Sábato, la que señaló, sobre todo desde una di-
po libre a la instauración de un poder legítimo y a mensión moral, la ruta que después seguirían y
la restauración de las reglas de juego básicas de enriquecerían otras instituciones parecidas en di-
la democracia: alternancia en el gobierno, división versos países de la región como Chile, Guatemala,
efectiva de poderes, respeto de los derechos fun- El Salvador y Perú.
damentales y vigencia de las garantías constitu- Sin embargo, América Latina no ha sido la
cionales. Se trata, pues, de un proceso de nego- única que ha conocido esa clase de ejercicios de

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Desarrollo y construcción de la paz. Tensiones y convergencias desde el punto de vista de la justicia de transición

memoria colectiva. Es famosa mundialmente la aprobada por la Asamblea General de las Nacio-
Comisión de la Verdad y Reconciliación de Sudá- nes Unidas en diciembre de 2005: a) Derecho a
frica referida a los crímenes cometidos en el con- la verdad sobre los crímenes cometidos, sobre la
texto de la lucha contra el régimen de segregación identidad de los responsables, sobre el paradero
apartheid. Además de ella, y más recientemente, de los desaparecidos o de sus restos. b) Dere-
han existido en África comisiones de la verdad cho a la justicia administrada por el Estado para
importantes como la de Sierra Leona y hoy, aun- que se impongan sanciones a los responsables
que con dificultades por vencer, la de Liberia. de los crímenes. c) Derecho a reparaciones por
Por último, cabe recordar que en esta autén- los daños materiales y morales ocasionados. Esas
tica rebelión de la memoria, que es una oportuni- reparaciones toman la forma de restitución, indem-
dad y un desafío para las democracias emergen- nización, rehabilitación y satisfacción. d) Derecho
tes de este siglo, se reconocen las huellas de la a garantías de no repetición de las violaciones,
experiencia europea posterior a la segunda gran las cuales toman la forma de reformas adminis-
guerra del siglo XX y en relación, en particular, con trativas, legales e institucionales.
la dictadura nacional-socialista en Alemania y el La existencia de estos derechos, y la nueva
genocidio cometido contra la población judía. Los sensibilidad moral internacional que los antecede
procesos judiciales de Núremberg así como los y acompaña, han terminado por transformar el
de Tokio, en primer lugar, y la importancia otorga- concepto de transición y consolidación de la de-
da a la rememoración de las víctimas después de mocracia que prevalecía en la ciencia política. Los
la reconstrucción, en segundo lugar, son hitos términos transición y consolidación designaban
fundadores de esta nueva sensibilidad que puede usualmente, en efecto, una evolución institucio-
resumirse en un principio sencillo y a la vez ro- nal; ellos orientaban la mirada hacia las conduc-
tundo: la transición política a la paz o a la demo- tas de los actores sociales y políticos organiza-
cracia demanda poner en acto alguna forma o al- dos y al contexto de posibilidades y restricciones
guna medida de justicia frente a crímenes atroces. normativas y pragmáticas que guían esas con-
Ese principio, que, ciertamente, es siempre difícil ductas. En muchos casos, el fenómeno así des-
de hacer cumplir, tuvo un papel en el tránsito de crito tenía un aire de restauración: habría una de-
la Europa del Este hacia la democracia y consti- mocracia perdida que recuperar, habría reglas que
tuye, hoy, un elemento indispensable en toda re- fueron violentadas y cuyo imperio era necesario
flexión sobre el futuro político de América Latina, restablecer, y, sobre todo, como premisa tácita,
de Asia o de África. habría un contexto cultural que fue pervertido por
En virtud de ese principio, se ha reconocido el orden autoritario o por la violencia y que, una
que las víctimas de un conflicto armado —y hay vez superados estos, se depura y se reactiva en
que recordar que estas, en los conflictos de que una creativa confluencia con las transformacio-
hablamos, alcanzan con frecuencia cifras de cen- nes institucionales y jurídicas de la sociedad.
tenares de miles de personas— poseen un con- Esta evolución institucional, sin embargo, no
junto de derechos con una firme base jurídica. No contemplaba de manera explícita dos aspectos
se trata únicamente de metas deseables o de cruciales de la superación de la violencia: uno,
buenos deseos, sino de derechos que pueden ser orientado al pasado, es la atención de los daños
exigidos legalmente. En este aspecto, la doctri- y pérdidas ocasionados por el conflicto; el otro,
na jurídica sobre los derechos de las víctimas si- orientado al futuro, es la necesidad de garantizar
gue el camino abierto por los derechos económi- que la violencia o el autoritarismo no se repitan.
cos, sociales y culturales. Estos últimos, después
de haber sido considerados simples declaracio-
nes, o, como se decía, «derechos de segunda 2. Paz y desarrollo: racionalismo,
generación», están conquistando ya plena vigen- participación, política
cia en el derecho internacional. Hoy son recono-
cidos como derechos plenamente exigibles que La irrupción de los criterios de justicia transicio-
imponen obligaciones legales a los Estados y nal centrados en el derecho de las víctimas y en
suponen responsabilidades jurídicas concretas. las garantías de no repetición ha motivado, así,
Los derechos de las víctimas que se mencio- que las transiciones políticas sean manejadas y
na son principalmente cuatro según la resolución juzgadas en un ámbito más amplio y exigente

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F ÉLIX R EÁTEGUI

que el ámbito simplemente estratégico. Al pasar mentación del poder en una sociedad de posgue-
del sencillo esquema de la negociación entre ac- rra constituye un fuerte obstáculo para construir
tores al esquema más complejo de construcción ese desarrollo. Ahí donde el poder nacional no
de una paz sostenible o duradera, nos aproxima- encuentra correspondencias en otras instancias
mos al mundo de preocupaciones, problemas y más pequeñas de poder; donde el poder no se
metas propias del desarrollo aunque, por ahora, halla descentralizado en un sentido institucional
esta aproximación entre derechos humanos y sino simplemente fragmentado, las posibilidades
desarrollo sea todavía tensa y problemática. de hacer elecciones públicas que favorezcan la
Para resaltar los puntos de encuentro, con- inclusión, la inversión social en gran escala, la
viene señalar que tanto la construcción de la paz ampliación de los derechos ciudadanos efectivos,
como la búsqueda de objetivos de desarrollo cons- los programas de lucha contra la pobreza, se vuel-
tituyen en diferentes medidas procesos de pro- ven mucho más débiles. Una sociedad de pos-
ducción o reproducción social. Pertenecen a un guerra no reconocida como tal por quienes hacen
paradigma general que es el de la intervención políticas públicas se convierte, por ello, en una
del Estado sobre la sociedad, o de sectores de la sociedad con grandes dificultades para conquis-
sociedad sobre sí misma, para inducir una trans- tar metas de desarrollo.
formación en una dirección definida, en un plazo Pero conviene regresar a otro aspecto en el
previsto, con ciertas consecuencias más o me- cual la construcción de la paz se asemeja hoy al
nos conocidas y poniendo en movimiento cierta trabajo en desarrollo. Podríamos llamar a este
cantidad de recursos de diversa naturaleza: re- aspecto la economía política de la pacificación o,
cursos financieros, la capacidad normativa o le- para emplear un término más cercano a la justi-
gislativa del Estado, recursos simbólicos, movi- cia transicional, la economía política de la recon-
mientos de acción colectiva y otros. ciliación. La paz y la reconciliación son procesos
Las transiciones son, en efecto, procesos de contenciosos. Igualmente que en los programas
construcción de tejidos institucionales quebrados y proyectos de desarrollo, no todos los involucra-
o inexistentes de manera tal que los futuros e dos desean lo mismo o están dispuestos a sacri-
inevitables conflictos sociales puedan ser proce- ficar lo mismo por un bien colectivo. Para reducir
sados por vías distintas de la violencia armada. el problema a sus términos más simples, diga-
En ocasiones, como se ve con mayor frecuencia mos lo siguiente: en una posguerra hay por lo
en sociedades africanas destruidas por las gue- menos dos grandes bandos. En el primero están
rras, se trata inclusive de reconstruir el aparato quienes solamente desean atender las tareas,
coactivo básico del Estado: policía, fuerzas mili- necesidades y metas del futuro; en el segundo,
tares, órganos de justicia. En una perspectiva más están quienes desean todo ello, pero sobre la base
amplia, como se observa en experiencias latinoa- de una revisión y un ajuste de cuentas con el pa-
mericanas como las de Perú y Guatemala, ade- sado. Existen los que, como se dice corriente-
más de reconstruir los órganos institucionales del mente, quieren «voltear la página» y existen quie-
Estado, la construcción de la paz demanda tam- nes quieren justicia. Ahora bien, no hay que creer
bién regenerar o recuperar sistemas de autoridad que esta es automáticamente una distinción pura
a pequeña escala —en pequeños distritos o al- entre quienes no fueron víctimas y quienes sí lo
deas— donde las pequeñas elites políticas han fueron. La dinámica subjetiva de la pacificación
sido muertas a manos de los actores armados y es siempre más compleja, y al menos en expe-
donde las ideas tradicionales de autoridad —como riencias como las de Guatemala, Colombia y Perú
por ejemplo la precedencia de los mayores— han es frecuente encontrar comunidades de víctimas
quedado aniquiladas durante los años de violen- divididas entre la demanda de memoria y justicia
cia. Esto último, la inexistencia de autoridades y la demanda de olvido y de financiamiento de
locales legítimas en sociedades de posguerra, proyectos de desarrollo material para el futuro.
posee una particular importancia y se vincula con Este archipiélago de necesidades y deman-
un problema central del desarrollo hoy en día, das va generando, tal como ocurre en el trabajo
como es el de la gobernanza. En efecto, si la de desarrollo, mapas de ganadores y perdedo-
gobernanza para el desarrollo se refiere a la posi- res, y competencias sociales por los recursos.
bilidad de hacer elecciones públicas en un con- Los procesos de decisiones públicas para la paz
texto democrático, es claro que la profunda frag- son conflictivos por muchas razones: los recur-

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Desarrollo y construcción de la paz. Tensiones y convergencias desde el punto de vista de la justicia de transición

sos por distribuirse, sean materiales o simbóli- La diferencia es que, por lo menos hasta este
cos, son siempre limitados; los actores involu- momento de la evolución del derecho y la juris-
crados —aquellos para quienes hay algo en jue- prudencia internacional, el cumplimiento de los
go en el proceso— son diversos y a veces derechos vinculados al desarrollo es más difuso
antagónicos; las ideas de bien común son hete- que el cumplimiento de los derechos de las vícti-
rogéneas, sobre todo en sociedades pluricultura- mas. Como se suele decir en lenguaje jurídico, la
les como muchas de las de América Latina. Y, obligación del Estado ante el desarrollo y los de-
por último, el Estado está lejos de ser neutral; rechos económicos, sociales y culturales puede
por el contrario, en un proceso de pacificación él ser presentada como una «obligación de medios»:
está intentando también recomponer su propia un cierto Estado puede afirmar que respeta sus
estatalidad: su hegemonía como actor central de obligaciones jurídicas internacionales —por ejem-
la vida política; una memoria del proceso de vio- plo, el deber de proteger a las personas contra la
lencia que le permita afirmar su legitimidad; un pobreza— en la medida en que esté desarrollan-
lenguaje socialmente influyente que respalde en do alguna política al respecto y no necesariamente
última instancia sus pretensiones de autoridad; en la medida en que haya conseguido un resulta-
unas instituciones (entre ellas, las instituciones do específico —por ejemplo, rescatado a una per-
militares) que, más allá de los defectos o críme- sona específica de la pobreza—. El derecho de
nes que se les puedan imputar, son fuerzas rea- las víctimas —por ejemplo, si se habla del dere-
les en la vida política de la sociedad. cho a recibir reparaciones individuales— es más
En ese contexto, para un Estado resulta su- concreto y su cumplimiento puede ser demostra-
mamente tentador resolver la heterogénea deman- do o no en un tribunal internacional de justicia.
da de la transición hacia la paz enunciando me- No obstante, la conversión de derecho a las
tas incontrovertibles, metas que no puedan ser víctimas en tareas de desarrollo cuenta con una
puestas en cuestión por nadie. Esto ha significa- ventaja a ojos de un sector considerable de la
do a menudo, como se sugirió líneas arriba, po- población incluidas a veces las propias víctimas
ner en acto una traducción: dado que la violencia y la comunidad involucrada en tareas de desarro-
ha dejado víctimas y dado que las víctimas son llo. La razón de ello es la siguiente: las compen-
por lo general personas que ya eran pobres y ex- saciones que el Estado debe a las víctimas no
cluidas antes y que siguen siendo pobres ahora, poseen, en principio, otra finalidad que la de re-
y dado, por último, que la población pobre y ex- conocer que un derecho ha sido violado y reparar
cluida excede largamente el número de víctimas, esa violación; es decir, el pago de compensacio-
para un Estado es atractivo cambiar el lenguaje nes no es concebido en principio como una forma
de la pacificación por el lenguaje del desarrollo. de procurar bienestar a la población que ha sido
Esto significa hacer un pacto retórico que puede víctima; no es, en suma, una política de desarro-
resultar interesante de examinar para quienes llo. De hecho, en ocasiones las propias víctimas
estudian el Estado en su naturaleza antropológi- —principalmente cuando se expresan colectiva-
ca: este Estado construye su autoridad atendien- mente— son portadoras de ese razonamiento: la
do a la población afectada por la violencia, pero reparación, definida a veces como hacer que el
no solamente a ella y, sobre todo, no atendiéndo- afectado regrese al estado anterior a la afecta-
la a título de víctima que tiene un derecho especí- ción, no resulta muy apetecible o inspiradora si
fico ante el Estado —un derecho que puede ser es que, como es el caso, ese estado anterior no
reclamado ante tribunales— sino a título de po- era otro que el de pobreza, exclusión, desem-
bre, excluida o indígena. Se opera aquí una suer- pleo, hambre, falta de servicios educativos o de
te de estrategia cultural del Estado para trasladar atención básica de la salud. Además de las vícti-
a un lenguaje estatal preexistente y ya rutinizado mas, otros sectores de la sociedad, incluso desde
—el lenguaje del desarrollo— ciertas obligacio- una perspectiva solidaria, de convicción demo-
nes novedosas y tal vez más agresivas que son crática, pueden ver la insistencia en reparacio-
las que dimanan del derecho de las víctimas. En nes como una política sin consecuencias para lo
este proceso, está presente una diferencia adi- que verdaderamente debería importar: ¿qué hacer
cional y un punto de ventaja a favor de una estra- para que, ahora que la violencia o el autoritaris-
tegia de desarrollo frente a una estrategia de pa- mo han quedado atrás, la población viva mejor
cificación con justicia. que antes?

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F ÉLIX R EÁTEGUI

3. Derecho de las víctimas la inclusión y la protección de quienes fueron vícti-


y democracia mas. Por el contrario, aquí se pone en juego algo
mucho más amplio que involucra a la sociedad
Este dilema no es sencillo de resolver y hay que general: al cumplir con sus deberes a este respec-
insistir en que es un tema que reclama un diálogo to, el Estado y la sociedad pueden mostrar la vali-
más vivo entre estudiosos del desarrollo y la co- dez del régimen de ciudadanía y, por lo tanto, se-
munidad de derechos humanos. Este dilema po- gún una difundida definición de la consolidación
dría ser considerado de una manera más integra- democrática, intentan hacer de la democracia el
dora a la luz del concepto de desarrollo humano y único juego posible en la sociedad.
de una incorporación muy enérgica de la proble- Este régimen de libertades y de reconocimien-
mática de la ciudadanía y la democracia en el to forma parte indudablemente de lo que entende-
horizonte del desarrollo. mos actualmente como un entorno de desarrollo
Como primera cuestión, conviene tener en humano. Pero antes que explorar a fondo este
cuenta que, más allá de sus efectos materiales tema, interesa ahora remarcar el papel de la de-
concretos, el cumplimiento de los derechos de mocracia como un cierto procedimiento de repro-
las víctimas implica la fundación o el replantea- ducción social o una cierta forma particular de pro-
miento de una relación política entre sujetos y ducir elecciones públicas. En la elaboración de
Estados. En muchas ocasiones, en las socieda- esas elecciones, que se transforman después en
des donde la violencia masiva es más frecuente, políticas públicas y en recursos invertidos, inter-
se trata de un cambio tan rotundo como pasar de vienen sectores antagónicos y con distintas dota-
una relación de súbditos a una relación de ciuda- ciones de recursos económicos, políticos, socia-
danos. La insistencia en la cuestión del derecho les y simbólicos. Y no siempre es claro que las
cumplido en las reparaciones, más allá de su efec- grandes decisiones sobre desarrollo —como, por
to económico, está asociada a una concepción ejemplo, la reforma integral del sistema de aten-
compleja de pacificación que se da la mano con ción de salud para las áreas rurales o la transfor-
la problemática del desarrollo. Está vinculada, en mación total de un sistema educativo deficiente y
efecto, al problema de la construcción de demo- quebrado— tengan alguna oportunidad de prevale-
cracias y a la instalación o consolidación de ta- cer. Para la agenda del desarrollo en los países de
les democracias como regímenes de producción América Latina, una pregunta crucial es cómo ha-
o reproducción de la sociedad. cer que ciertas decisiones costosas que benefi-
Podemos estar de acuerdo en que el ejercicio ciarían a los más pobres y excluidos puedan ser
efectivo de derechos por parte de los sujetos de adoptadas. Aquí, una vez más, el encuentro entre
una comunidad política es el núcleo básico de la justicia transicional y desarrollo encierra algunas
relación y de la condición ciudadana. Ese ejercicio promesas interesantes si consideramos que una
consiste ya sea en recibir garantías de protección memoria exhaustiva, completa y justa de la violen-
y respeto de parte del Estado, sobre todo cuando cia —y de los factores que la hicieron posible—
hablamos de derechos civiles y políticos como la puede convertirse en un recurso simbólico poderoso
libertad y la participación, ya sea en recibir ciertas para la toma de tales decisiones. Esto nos remite
prestaciones del Estado, cuando hablamos de al papel que las políticas culturales —entendidas
derechos económicos, sociales y culturales. In- como la movilización organizada de recursos sim-
versamente, el derecho no cumplido o trasgredido bólicos para reproducir un orden social o para trans-
genera una responsabilidad de parte del Estado, formarlo— pueden desarrollar en esta conexión
quien tiene el deber de garantizarlo o hacerlo cum- entre construcción de la paz y fortalecimiento de
plir. La relación ciudadana, así, también está sal- las agendas de desarrollo.
vada cuando, al haber sido violado nuestro dere- Como dimensión de la organización de una
cho, el Estado asume la responsabilidad y pone sociedad, el territorio de la cultura está muy le-
en acto sus mecanismos de justicia para reparar jos de ser plano y uniforme. Por el contrario, el
lo dañado y para sancionar al causante del daño. diseño simbólico de la sociedad abarca diversos
Desde este punto de vista, atender los derechos estratos de profundidad. Son parte de ese diseño
de las víctimas es un mecanismo básico de cons- simbólico los valores y las imágenes oficialmen-
trucción de democracia. Pero no hay que pensar te declarados y proclamados como socialmente
que en este mecanismo únicamente está en juego aceptables. Ahí se encuentran, por ejemplo, la

16
Desarrollo y construcción de la paz. Tensiones y convergencias desde el punto de vista de la justicia de transición

normatividad legal positiva así como las narrati- demanda de transformación de dichas prácticas.
vas de la historia peruana transmitidas y repeti- En sus aspectos más formales y más apegados
das en el sistema educativo público y privado. al lenguaje político institucional, esas demandas
Pero en estratos más profundos aparecen otras cobran la forma de recomendaciones referidas al
capas de ese diseño simbólico: las ideologías, «nunca más»: reparaciones, procesamiento pe-
en cuanto ideas manifiestas y de carácter inter- nal de los crímenes, garantías de no repetición,
pretativo y propositivo sobre el bien colectivo; los y, muy importante para el desarrollo, reformas ins-
discursos, entendidos como un conjunto básico titucionales. Es, pues, en una memoria exitosa
de representaciones articuladas que aportan una de la violencia donde se puede encontrar los re-
cierta gramática social y que delimitan el territo- cursos para que las grandes decisiones de desa-
rio de lo decible; y, en los planos más profun- rrollo tengan una oportunidad de prevalecer en el
dos, las identidades constituidas como una cierta juego de la gobernanza.
forma de estar frente al mundo social: frente al Pero, finalmente, esa memoria, en sus as-
mundo de los objetos y frente al mundo inter- pectos menos formales y asibles, pero de mayor
subjetivo de la relación con las personas. Todos consecuencia para una transformación cultural de
ellos, sin embargo, muchas veces fuera de la la sociedad para la democracia, influye sobre la
vista del analista de la política, obran sobre las constitución simbólica de las relaciones entre las
decisiones que el sistema político adopta en un personas: modifica las fronteras de lo decible y
régimen democrático. de lo pensable, estigmatiza la retórica y el léxico
Las decisiones públicas para el desarrollo y del autoritarismo y la discriminación, induce a una
para la democracia se encuentran, así, en una re- nueva y distinta articulación del discurso público.
lación de dependencia —no reconocida, pero igual- En suma, la memoria en cuanto elemento para la
mente poderosa— con las representaciones so- producción cultural de la sociedad, trabaja en la
ciales. Si la cultura es uno de los espacios más amplia dimensión de lo que, desde la sociología
importantes de la reproducción social, la moviliza- de las prácticas sociales de Pierre Bourdieu, se
ción de los recursos simbólicos que componen esa conoce como habitus,
cultura gravitará siempre sobre el tipo de orden
político producido y reproducido. ¿Qué clase de […] principios de generación y de estructuración
modificaciones en el plano de la organización sim- de prácticas y representaciones que pueden ser
bólica de una sociedad en transición a la paz y al objetivamente reguladas y regulares sin ser en
desarrollo resultan indispensables para ese fin? E absoluto el resultado de la obediencia a reglas,
identificados esos cambios, ¿en qué medida y por adaptadas objetivamente a sus fines sin que
qué medios pueden ellos producirse? ello suponga una percepción consciente de los
Uno de los derechos de las víctimas en una fines y un dominio manifiesto de las operacio-
transición —el llamado derecho a la verdad— co- nes necesarias para alcanzarlos y, en vista de
bra protagonismo en este punto sobre todo si esa todo esto, colectivamente orquestadas sin ser
verdad no es entendida únicamente como el es- el producto de la acción organizadora de un di-
clarecimiento de un crimen particular, sino como rector de orquesta. (Bordieu 2000: 256)
la elaboración y difusión de una memoria colecti-
va de la violencia. La memoria que produce una Es, para finalizar, en esta relación entre dere-
comisión de la verdad busca convertirse en una chos de las víctimas y memoria de la violencia
representación social compartida que no es sola- donde se va configurando, para las sociedades que
mente un conjunto de contenidos —de enuncia- emergen de una guerra o de una experiencia auto-
dos con pretensiones de verdad sobre el pasado ritaria, la posibilidad de una gobernabilidad distinta
violento o represivo— sino también, y fundamen- —unas reglas de juego más incluyentes; una re-
talmente, una fuente de crítica y deslegitimación definición de los fines sociales generales; una idea
de ciertas prácticas sociales precedentes —cier- de reforma del Estado que supere la concepción
to tipo de relaciones entre Estado y sociedad; administrativa—. En muchos casos, esa goberna-
cierta forma de encarar la lucha política; ciertos bilidad distinta es la condición básica para gran-
hábitos y retóricas que determinan la relación des decisiones de desarrollo usualmente bloquea-
entre las diversas clases sociales y conglomera- das por una concepción demasiado superficial de
dos étnicos de la nación— y, naturalmente, una los verdaderos problemas que se tiene enfrente.

17
F ÉLIX R EÁTEGUI

Bibliografía LINZ, Juan y Alfred STEPAN


1997 «Toward Consolidated Democracies». En
Larry Diamond y otros (eds.). Consolidating
BOURDIEU, Pierre
the Third Wave Democracies. Themes and
2000 Esquisse d’une thèorie de la pratique. (1972).
Perspectives. Baltimore: The Johns Hopkins
París: Seuil.
University Press.

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Sociedades de posguerra en el Perú. Secuelas de la violencia y justicia en el pueblo asháninka

Sociedades de posguerra en el Perú.


Secuelas de la violencia y justicia en el pueblo asháninka

RAFAEL BARRANTES*

Como lo dice la Comisión de la Verdad y Recon- de que finalizasen las acciones armadas origina-
ciliación (CVR) en su Informe Final, el conflicto das por el PCP-SL y el Movimiento Revolucionario
armado interno que vivió el país durante las déca- Túpac Amaru (MRTA). Si en general el proceso de
das de 1980 y de 1990 no tuvo motivaciones ni reconciliación enfrenta en el Perú múltiples obs-
características propias de un conflicto étnico (CVR táculos,2 en los pueblos indígenas, y en el de los
2003: t. VIII).1 Sin embargo, ya sea por la estrate- asháninkas en particular, este proceso encuentra
gia del Partido Comunista del Perú-Sendero Lu- muchos más problemas debido a factores como
minoso (PCP-SL) de iniciar su proselitismo y su la discriminación étnica y las diferencias cultura-
acción armada en zonas rurales o por la pobreza les. En efecto, el que se ubiquen en un país en el
y la postergación estructurales de amplios secto- que el espacio social se organiza de manera je-
res de la población; ya sea por la forma en que el rárquica y donde las brechas étnicas se sobrepo-
conflicto se vinculó con otras formas de conflicti- nen a otras brechas como las de clase y género,
vidad social que desde antes existían en el cam- permite que perduren relaciones desiguales entre
po peruano o por los efectos de una moderniza- distintos sectores de la sociedad que de alguna
ción inconclusa, lo cierto es que la discriminación manera ocultan ciertas injusticias y dificultan la
étnica y racial fue gravitante en la dinámica de la reconciliación entre sectores o grupos distintos.
violencia y en la conducta de los distintos acto- Asimismo, el hecho de que tengan una forma par-
res involucrados en ella. ticular de organización, posean una cultura que
En el presente texto, se estudia la forma en difiere en muchos aspectos de la hegemónica
que dicho fenómeno afectó al pueblo asháninka y nacional y vivan en sus propios territorios sugiere
se analiza la forma en que este se sitúa frente a formas particulares de concebir la justicia y de
las demandas de justicia de sus miembros, así aspirar y gestionar estrategias de microrreconci-
como las posibilidades de que se lleve a cabo un liación intercomunal e intracomunal. En este tra-
proceso de microrreconciliación social. El tema bajo se presentan algunas hipótesis sobre estos
se ubica dentro de una reflexión general sobre las problemas; no son conclusiones definitivas sino
sociedades de posguerra, y es de importancia cru- pistas para una investigación empírica más am-
cial si consideramos la naturaleza del incierto pro- plia. Nos hemos basado, en primer lugar, en la
ceso de reconciliación que se vive en el Perú des- bibliografía existente y en archivos periodísticos.

*
Rafael Barrantes, antropólogo, es investigador del IDEHPUCP.
1
Cf., específicamente, Violencia y desigualdad racial y étnica. Segunda parte del Informe Final: Los factores que hicieron
posible la violencia. Capítulo 2: El impacto diferenciado de la violencia. T. VIII.
2
Véanse las reflexiones hechas en Reátegui (2005a).

19
R AFAEL B ARRANTES

Además, hemos conversado con especialistas en agentes del Estado y de los grupos subversivos a
la realidad sociocultural de los asháninkas y he- actuar y a tomar ciertas decisiones que implican
mos entrevistado a dos ex dirigentes asháninkas prácticas discriminatorias. Para percibir la impor-
cuyos nombres se omiten por razones de seguri- tancia específica de ese habitus, conviene tomar
dad. Es importante hacer dos precisiones. En pri- en cuenta que los conflictos dentro de un territorio
mer lugar, los procesos de reconciliación y las estatal son enfrentados sobre la base de decisio-
concepciones de justicia no son homogéneos en nes que miden costos y beneficios. Para la toma
todo el pueblo asháninka. Existe, por el contrario, de dichas decisiones se delimita el tipo y la gra-
una gran cantidad de comunidades que han vivido vedad de los daños que va a ocasionar el conflicto
el conflicto armado interno de manera distinta. En y la forma en que estos van a ser distribuidos en-
segundo lugar, la bibliografía a la que hemos ac- tre la población. Esto es válido también para gru-
cedido y la información que hemos recogido son pos subversivos en el momento en que definen su
sobre comunidades diferentes y tienen pretensio- estrategia revolucionaria. De esta manera, pode-
nes y alcances distintos. Por lo tanto, si bien en mos decir que en el Perú se tomaron decisiones
este análisis se trabaja con premisas generales, que terminaron por endosar los costos del conflic-
las conclusiones deben contrastarse en cada caso to a uno de los sectores más vulnerables del país:
particular por quienes profundicen en el tema. la población indígena y los habitantes del campo
En la primera parte del texto se discute la peruano. Es decir, aquellos que cuentan con me-
importancia del papel de la discriminación étnica nos capital político y se ubican en posiciones
y racial en el conflicto armado interno. Este tema menos privilegiadas dentro del espacio social. Esto
es de vital importancia para comprender no solo no implica necesariamente que se les haya queri-
la magnitud del fenómeno de la violencia armada do agredir deliberadamente a partir de decisiones
entre los asháninkas, sino también sus secuelas lúcidas y conscientes; lo que ocurrió es que era
y la forma en que conciben la reconciliación y la más posible afectar a un indígena o un campesi-
justicia. En la segunda parte se describe breve- no que afectar a habitantes de zonas urbanas y
mente las principales secuelas de la violencia pre- costeñas. Los habitus sociales funcionan aquí
sentándolas como una transformación de la vida como estructuras de reproducción de las diferen-
social asháninka. En la tercera y última parte se cias y desigualdades existentes en el espacio
analiza de manera general la forma en que los social disponiendo la actuación de los actores.
asháninkas conciben la justicia y la reconcilia- Se trata de la existencia institucional de ciertas
ción en el contexto de posguerra. prácticas relativas a la relación entre grupos étni-
camente distinguibles que se mantienen en la
sociedad peruana a pesar de los cambios ocurri-
1. El factor étnico y racial durante dos durante las últimas décadas. Miguel Domè-
el conflicto armado interno nech y Lupicinio Íñiguez (2002) se han referido a
esta clase de fenómenos al sugerir que la posibi-
En múltiples momentos del conflicto armado in- lidad de que ocurra una u otra forma de crimen
terno, tanto en la selección de las víctimas como está estrechamente ligada a condiciones socia-
en la forma en que estas fueron agredidas, tuvie- les específicas. No todas las formas de violencia
ron relevancia los componentes étnicos y racia- tienen las mismas probabilidades de ser ejerci-
les que están presentes en la percepción de la das públicamente. Se preguntan los autores: «[…]
población por parte de los actores armados. Ello ¿qué es más probable, que una mujer agreda a
no se debió a la existencia de una ideología mani- su compañero o que este agreda a aquella?, ¿qué
fiesta y deliberada; se podría decir, más bien, que es más probable, que hijos o hijas agredan a sus
fue el subproducto de un sentimiento soterrado, padres o viceversa?, ¿que las hermanas agredan
resultado de un habitus social 3 que dispuso a los a sus hermanos o al revés?» De esta manera,

3
Tal como lo entiende Bourdieu, como un principio generador y unificador que retraduce las características intrínsecas y
relacionales de una posición en el espacio social en un estilo de vida unitario. Es decir, en un principio de interiorización de
un tipo determinado de condiciones sociales y económicas que disponen a actuar. O, siguiendo la compleja retórica
bourdiana, como una estructura estructurante y estructura estructurada. Cf., entre otros, Bourdieu (1990); Bourdieu (1997);
Bourdieu y Wacquant (1995).

20
Sociedades de posguerra en el Perú. Secuelas de la violencia y justicia en el pueblo asháninka

según los autores, existen «[…] patrones y nor- nes en la Constitución de 1979, la cual reconoció
mas que consiguen regular la dirección de la vio- el derecho de los analfabetos (mayoritariamente
lencia y que constituyen la marca de un tipo de indígenas) a la participación política bajo la forma
sociedad concreta» (Domènech e Íñiguez 2002). del sufragio. Sin embargo, el proceso menciona-
Así como los habitus disponen el sentido de do fue débil y permitió que subsistieran múltiples
las acciones también disponen la visibilidad de las brechas (de clase, de género, regionales, gene-
acciones en una sociedad. Nuestra capacidad de racionales, étnico-culturales) que fueron reinstau-
ver y reconocer cierta clase de problemas está radas y reapropiadas por los distintos actores en
estrechamente relacionada con las características conflicto (Degregori 2004). Podríamos decir que
sociales y culturales de una sociedad en un mo- si bien el Estado oligárquico había dejado de exis-
mento específico de su historia. Así como los ha- tir y si bien ya no se tolera la discriminación ra-
bitus sociales disponen a los agentes de gobierno cial y étnica cuando se hace explícita en el ámbi-
a tomar decisiones que afectan de manera dife- to público, ello no ha implicado que el factor étnico
renciada a unos y a otros según su posición den- desaparezca como elemento o recurso que pue-
tro del campo de poder, a la vez, dichos habitus de ser utilizado en determinados momentos
ocultan o muestran los efectos de dichas decisio- como, por ejemplo, el momento en el que se está
nes definiendo su posibilidad de ser visibilizadas.4 decidiendo quién conviene que corra con los cos-
A pesar de que las diferencias sociales natu- tos del conflicto, sea en su aspecto revoluciona-
ralizadas por el orden gamonal estaban en retro- rio o en su aspecto pacificador.6
ceso debido a la eliminación de la servidumbre en La CVR advierte claramente que el conflicto
la reforma agraria5 y a los procesos de moderni- armado interno que vivió el Perú entre 1980 y el
zación y democratización, estas diferencias no 2000 no puede calificarse como un conflicto étni-
habían desaparecido del todo, de modo tal que co, puesto que ni las fuerzas del orden, ni el PCP-
tuvieron presencia gravitante en la dinámica de la SL, ni alguno de los otros actores del conflicto tuvo
violencia. La imagen del Perú que lo representa- ideologías, motivaciones o demandas de tipo ét-
ba como dos sociedades escindidas se transfor- nico. Sin embargo, ella advierte también que el
mó gracias a la expansión del mercado, al desa- factor étnico acrecentó la intensidad de la violen-
rrollo de los medios de comunicación, a las cia e influyó en las decisiones sobre las estrate-
grandes migraciones, al proceso de urbanización, gias subversivas y contrasubversivas. Así, «[…]
a la masificación del acceso a la escuela, a la probablemente exista consenso en que lo étnico
proliferación de organizaciones sociales en el no es la fuerza rectora de la organización social
campo y las ciudades, a la expansión de la redes peruana; por encima de ella parece estar la posi-
entre la ciudad y el campo y a otros fenómenos. ción económica o, según el concepto más abar-
Dicha transformación tuvo una de sus expresio- cador y complejo de Max Weber, la situación de

4
El texto de Domènech e Íñiguez usa como ejemplo la violación y el asesinato de la neoyorquina Kitty Genovese producidos
el 13 de mayo de 1964. En un primer momento, la discusión sobre este crimen se planteó como una preocupación por la
omisión de ayuda de parte de quienes presenciaron el asesinato y pudieron hacer algo por evitarlo; más tarde, cuando la
desigualdad de género había llegado a ser un problema reconocido y discutido, el episodio fue visto como un caso de
violencia hacia una mujer perpetrada por un hombre. Este ángulo del problema no hubiera sido visible algunos años antes.
5
Aunque hay que reconocer que «[…] las fuerzas armadas revolucionarias reprodujeron la tradicional estructura de
dominación vertical del período oligárquico. Los generales hicieron poco por alterar el carácter excluyente del período
oligárquico, sobre todo porque no reconocían el papel fundamental que desempeñó el racismo en la configuración de las
estructuras de dominación que pretendían eliminar; y —como los movimientos insurgentes de izquierda de esta época—
reducían todo antagonismo a antagonismos de clase (véase, por ejemplo, la sustitución del término «indio» por el de
«campesino» en la retórica oficial)» Drinot (2006).
6
El recurso a la discriminación ha sido trabajado en dos sugerentes ensayos de dos investigadores sudamericanos: el
antropólogo brasileño Roberto Da’ Matta y el politólogo argentino Guillermo O’ Donnell. En ambos textos, los autores grafican
estos recursos con una pregunta motivada por el enfrentamiento verbal entre dos personas de distinto estatus social. Al
primer recurso (el discriminatorio), Da’ Matta lo graficó con la frase «¿Sabe usted con quién está hablando?», con la cual el
que tiene una posición preferente en la estructura social «pone en su lugar» al otro y «recupera» la distancia social existente
entre ellos. Este recurso es propio de sociedades con grandes diferencias étnico-culturales como la brasileña y la peruana.
Al segundo recurso (el antidiscriminatorio), O’ Donnell lo graficó con la frase «¿Y a mí qué mierda me importa?», que intenta
hacer, a la fuerza, que la distancia establecida por la primera pregunta desaparezca. Este recurso es propio de sociedades
jerárquicas pero con pocas diferencias étnico-culturales como la argentina.

21
R AFAEL B ARRANTES

mercado de los sujetos y colectividades» (Reáte- gún Tanaka, se explicaría mejor el alto número de
gui 2005a); pero, a pesar de ello, el racismo y la víctimas, puesto que el conflicto armado interno
discriminación inciden combinados con otras for- se sobrepuso a conflictos precedentes; esta ópti-
mas de discriminación y clasificación social. ca explicaría, asimismo, la indiferencia de la so-
La discriminación étnica acompañó o colo- ciedad nacional hacia las víctimas, puesto que el
reó muchos de los crímenes perpetrados durante quiebre de solidaridades y reglas de convivencia
los años de violencia,7 así como acompaña y co- melló la capacidad de agencia colectiva de estas
lorea hoy las distintas formas de discriminación y, por lo tanto, afectó sus posibilidades de ejercer
social que sufren muchos peruanos: de género, presión y hacer visible su situación.
clase, origen regional, edad, etcétera. Pero utili- Sin desconocer que estas observaciones de
zar las metáforas del acompañamiento y el color Martín Tanaka pueden contribuir a dar mayor den-
no deben llevarnos a darle un carácter puramente sidad y contenido a nuestra comprensión de los
adjetivo y a desconocer que, si bien la discrimi- sucesos de violencia, se puede percibir también
nación racial y étnica no fue el factor más impor- cómo las hipótesis que defiende se relacionan con
tante en la dinámica y magnitud de la violencia, el nudo gordiano —el nudo imposible de desatar—
sin ella esta no habría tenido la misma dimensión de la discriminación en el Perú (Degregori 2004).
y características. La pregunta correcta, entonces, no es si lo étnico
Considerando lo dicho, cabe entender la va- u otro factor nos permiten producir explicaciones
riable étnica durante el conflicto armado interno totales sobre las razones de ciertas decisiones
de manera compleja sin aislarla innecesariamen- del Estado o dinámicas sociales sino, más bien,
te de otros fenómenos. Las hipótesis sobre lo ét- ¿cómo contribuyó lo étnico en la producción de
nico y lo racial en el Perú no se oponen necesa- las políticas estatales y en la situación de margi-
riamente a otras hipótesis como las que buscan nación y pobreza de los habitantes del campo
en la marginalidad y en los fenómenos de moder- peruano?, ¿cómo contribuyó lo étnico en el man-
nización trunca mejores respuestas. Entre estas tenimiento y agudización de los conflictos prece-
se cuentan, por ejemplo, las sostenidas por Mar- dentes sobre los que se montó el conflicto arma-
tín Tanaka (2004),8 quien señala que la explica- do interno?, ¿cómo contribuyó en el quiebre de
ción del alto número de víctimas y la indiferencia solidaridades comunales y locales y en la capaci-
de la sociedad nacional hacia ellas debe ser bus- dad de agencia colectiva?, ¿cómo contribuyó en
cada, antes que en la exclusión y el racismo, en la aceptación inicial que tuvo el PCP-SL en el cam-
la marginación y la desarticulación de sectores po peruano?, ¿cómo influyó en la atención que el
rurales con alto grado de conflictividad. Sostiene Estado y la sociedad peruana prestaron al horror
el autor que al hablar de exclusión se estaría re- que vivían miles de peruanos y a las decisiones
produciendo la idea de que vivimos en un país con que se tomaron para combatir la subversión?; en
un orden en el que los excluidos están impedidos definitiva, ¿cómo contribuyó lo étnico en la defini-
de ejercer sus derechos debido a las relaciones ción de la política contrasubversiva del Estado y
de opresión y subordinación que privilegian a una en las acciones terroristas del PCP-SL? Resumien-
minoría. Ello implicaría desconocer los cambios do, no se puede comprender la marginación y la
en términos de modernización y democratización exclusión en el Perú si no se toma en cuenta la
producidos en las últimas décadas. Por el contra- presencia del factor clasificador étnico en la pro-
rio, la noción de marginalidad daría cuenta de las ducción de las políticas estatales que reproducen
dificultades que encontraron y encuentran hoy la desigualdad existente; como tampoco se pue-
importantes segmentos poblacionales para arti- de comprender las decisiones que se tomaron
cularse a los procesos de modernización y de- tanto del lado de las agencias estatales como del
mocratización mencionados, dificultades que los lado de las organizaciones subversivas que lleva-
mantienen en medio de la pobreza, la dispersión ron a que los peruanos que habitan en el campo
y el aislamiento. Desde este punto de vista, se- peruano sufrieran, más que ningún otro sector de

7
Un ejemplo de ello es que muchos de los crímenes cometidos durante el conflicto armado interno fueron acompañados de
insultos raciales y sexistas.
8
Nos basamos en las ideas presentadas por el autor en Tanaka (2004) y en el weblog Virtú e Fortuna: <http://
martintanaka1.blogspot.com/2007/02/racismo-exclusin-marginalidad-y-cvr.html>.

22
Sociedades de posguerra en el Perú. Secuelas de la violencia y justicia en el pueblo asháninka

la población, las consecuencias de la guerra. El la base de criterios de clasificación y representa-


factor étnico no debe considerarse entonces como ción étnicos. Una expresión de dicha desigual-
la variable única o principal, sino como condición dad es la forma en que el Estado se ha dirigido
de posibilidad: posibilidad de ser marginado pri- hacia los sectores más vulnerables a partir de lo
mero, y posibilidad de ser asesinado y olvidado que Charles Tilly (2000) ha llamado la política de
después. El racismo en el Perú de hoy no actúa la desigualdad, la cual constituye un caso espe-
como un fenómeno autosuficiente, sino como un cial del funcionamiento de las desigualdades per-
factor que se presenta relacionado con otros fac- sistentes. Si, por un lado, como dice Tilly, «[...]
tores y muchas veces oculto tras ellos. las clases dirigentes utilizan los medios y los re-
Si se entiende la etnicidad como un conjun- cursos controlados por el gobierno para extraer
to de clasificaciones que aluden al origen de las un excedente de los esfuerzos de poblaciones
personas y que conjugan distintos marcadores súbditas categorialmente excluidas, y orientan al
—idioma (de uso cotidiano, materno o hablado menos parte de él hacia actividades de las que la
por sus padres y abuelos), diferencia cultural, apa- población no se beneficia»; por otro lado, durante
riencia física (racial), ubicación geográfica, autoi- el conflicto armado interno, el Estado peruano así
dentificación u otros, ninguno de los cuales es como el PCP-SL tomaron decisiones y planificaron
excluyente ni exclusivo—,9 se puede entender la estrategias de guerra que afectaron principalmente
discriminación étnica como aquella que opera a una población étnicamente distinguible.
sobre la base de la clasificación de las personas Es cierto que la forma en que se estructura y
a partir de los distintos marcadores étnicos men- jerarquiza la sociedad peruana ha sido afectada
cionados. Los marcadores étnicos permiten re- profundamente por el debilitamiento de las elites
conocer quiénes son más vulnerables y poseen terratenientes durante la segunda mitad del siglo
menos capital político y, de esta manera, a quié- pasado, la reforma agraria, las oleadas migrato-
nes es menos costoso hacer pagar los efectos rias y los procesos de modernización. Es cierto
de nuestras decisiones. En ese sentido, si bien también que las distintas formas de clasificación
cuando hablamos de raza o cultura no hablamos y dominación son hoy bastante más quebradas y
necesariamente de etnicidad, sí nos referimos a difíciles de definir que las de antes, debido a lo
uno de los marcadores a partir de los cuales esta cual los modelos que explicaban el ordenamiento
se construye o se representa. Cuando hablamos de nuestra sociedad como la estructura arbores-
de discriminación étnica no aludimos necesaria- cente (Fuenzalida 1970)10 o como el triángulo sin
mente a la discriminación de un grupo o una per- base (Cotler 1968) han perdido su potencia expli-
sona que se autodefine como miembro de un gru- cativa, puesto que la estructura de nuestra socie-
po étnico específico, sino a la discriminación que dad se hizo más fluida y los puntos en la base del
opera a partir de la representación del otro como triángulo se unieron. Es verdad que se ha amplia-
distinto en tanto tiene determinadas característi- do el sentido de la igualdad y que se ha iniciado
cas (marcadores) que permiten representarlo de un lento (y sinuoso) proceso de construcción de
esa manera. En ese sentido, solo es relativamente ciudadanía, que las relaciones entre los perua-
importante si un sujeto es indígena o no; lo más nos son más igualitarias y que se han generado
relevante es que el resto lo representa y lo trata grandes expectativas entre los sectores menos
como tal. favorecidos de que dicho proceso se profundice.
La historia de la relación entre los habitantes Pero ello no quiere decir que la desigualdad y la
de las zonas rurales peruanas con el resto de la dominación hayan dejado de existir y que no con-
sociedad nacional es una historia de formas per- serven muchos de sus antiguos elementos, por
sistentes de desigualdad y discriminación sobre lo que las tesis que aluden al pasado colonial si-

9
Para una discusión sobre el racismo y la etnicidad en el Perú de hoy cf., entre otros, Pajuelo (2006).
10
«En el Perú la raza de un hombre tiene algo de espejismo y de misterio óptico. Cuanto más elevado en la escala social, más
blanco parece; cuanto más abajo, más oscuro [...] En este contexto estructural, categorías como “indígena” “mestizo” o
“decente” —y otras asociadas— no representan otra cosa que alusiones a posiciones idealmente extremas o intermedias
en la cadena arborescente. Individuos, grupos sociales y establecimientos, se escalonan a lo largo del sistema. Sus
características están determinadas por la situación relativa en que se ubican; es decir, por su mayor o menor acceso a la
información que circula desde arriba» Fuenzalida (1970).

23
R AFAEL B ARRANTES

guen siendo útiles para pensar la compleja trama bitus que ha dispuesto a las distintas organiza-
de racismo y discriminación étnica en el Perú. ciones a la producción de las políticas de la desigual-
En Latinoamérica subsisten de manera ins- dad.11
titucionalizada habitus sociales que toman la for- La tesis de la colonialidad del poder permite
ma de un sistema de clasificación social en el comprender la forma en que la clasificación colo-
que las categorías étnicas y raciales proceden- nial en términos de raza se mantiene en la socie-
tes de nuestro pasado colonial se vinculan con dad latinoamericana bajo la perspectiva del euro-
heterogéneas y distintas formas de clasificación centrismo. Más allá de los avances liberales en
social (género, edad, clase, origen regional) en términos de igualdad de derechos y la hegemonía
una estructura social organizada alrededor del de la democracia representativa en el mundo, «el
control del trabajo y bajo la autoridad del dominio control central y mundial no ha dejado de ser euro-
capitalista. Esto es lo que Aníbal Quijano ha lla- centrado».12 De esta manera, según Quijano, los
mado colonialidad del poder y es de esa manera principales productos del pasado colonial son: la
que el pasado colonial sigue ejerciendo influen- reconfiguración de los modos históricamente pre-
cia sobre nuestras sociedades (Quijano 2000). vios de dominación en torno de la idea de raza (o,
Decir que la colonialidad del poder es producto utilizando el neologismo de Quijano, la racializa-
del pasado colonial no es lo mismo que decir ción de las relaciones sociales), la articulación
que es una herencia colonial. En el Perú se ha de todas las formas históricas de control del tra-
desatado una larga polémica en torno a este asun- bajo o explotación en una única estructura con-
to. Algunos intelectuales han defendido la tesis junta, el eurocentrismo, y el establecimiento de
de la herencia colonial para explicar los factores los Estados-nación como sistema de control de
que impedían la construcción de una ciudadanía la autoridad colectiva (Quijano 2006).
plena en el país poniendo el acento en la proyec- Más allá de los matices que puedan presen-
ción de las relaciones de dominación que se fun- tarse a la interpretación de la subsistencia de di-
daron durante la Colonia haciendo uso de la pers- cho orden luego de los cambios producidos en
pectiva de la larga duración (Cotler 1978). las últimas décadas, es claro que las distintas
Guillermo Rochabrún (1991) ha discutido dicha formas de discriminación que se valen de la iden-
tesis diciendo que, antes que preguntarnos si es tificación de los grupos vulnerables a partir de los
o no cierto que la herencia colonial se mantiene marcadores étnicos son un recurso vigente al mo-
como una energía que determina nuestro presen- mento de tomar decisiones sobre a quién se debe
te, lo importante es concentrarnos en la manera endosar los costos de las políticas estatales, los
en que sus formas de dominación se perpetúan costos de la revolución o los costos de la pacifi-
y actualizan en distintos momentos de nuestra cación. Para el caso de la población asháninka,
historia. Es decir, se trata de dar cuenta de la es posible reconocer que dicho recurso ha operado
manera en que algunas formas de clasificación y durante el conflicto armado interno por lo menos de
discriminación características de las relaciones dos maneras: a) como identificador de aquellos a
inauguradas durante la Colonia forman parte aún quienes era menos costoso endosar los costos
del complejo de recursos y habitus con los que de la revolución y la pacificación —debido a que
contamos para tomar decisiones y establecer eran los sectores sociales más vulnerables, con
políticas. La discriminación étnica y racial fue menos poder y capacidad de agencia para recla-
instituida en la sociedad peruana plasmándose mar contra el atropello a sus derechos—; y b)
en las acciones y políticas de las distintas orga- como una forma de deshumanización y despre-
nizaciones estatales y civiles reproduciéndola y cio expreso de los valores y tradiciones cultura-
actualizándola con sus decisiones y acciones a les indígenas al momento de convivir con ellas.
lo largo de la historia. Es decir, haciendo de esta Nos referimos sobre todo al desprecio que de-
institucionalidad racista y discriminadora un ha- mostraron los grupos subversivos (pero también

11
Para un análisis desde la Nueva Economía Institucional de la forma en que las instituciones sociales «racistas» de la
sociedad peruana disponen la actuación de las organizaciones, cf. Drinot (2006).
12
Quijano no entiende lo «europeo» en su sentido físico-geográfico, sino como categoría de clasificación del patrón de poder
vigente producto de la colonialidad del poder desde que se produjo la conquista y colonización europea, imponiendo una
forma de control del trabajo, el conocimiento, el imaginario, la subjetividad, y la política.

24
Sociedades de posguerra en el Perú. Secuelas de la violencia y justicia en el pueblo asháninka

las fuerzas del orden) respecto de las tradiciones cida del PCP-SL (CVR 2003: t. VIII).13 Los pueblos
y costumbres de los grupos indígenas que inten- indígenas, en general, y el pueblo asháninka, en
taron controlar. particular, se vieron gravemente afectados por el
Si, por un lado, el pueblo asháninka —como conflicto debido a la gran cantidad de víctimas
el resto de sectores sociales identificados con directas, a los desplazamientos, a las condicio-
categorías como indio, indígena, chuncho u nes de vida a las que se tuvieron que someter y a
otras— ha sufrido del abandono y la dominación la destrucción de sus bienes. Los números son
de la sociedad hegemónica; por otro lado, tam- elocuentes al respecto. De los 52.461 asháninkas
bién ha sufrido la prepotencia y el desprecio de registrados por el censo nacional de 1993, seis
los miembros del PCP-SL y su ideología totalitaria. mil fallecieron, entre ocho y diez mil sufrieron des-
Tenemos entonces que el racismo y la discrimi- plazamientos forzosos en los valles del Ene, Tam-
nación étnica se han constituido en un recurso bo y Perené, y cerca de cinco mil estuvieron cau-
de reproducción social que llevó a que los ashá- tivos por el PCP-SL, sometidos al control total del
ninkas fueran doblemente agredidos y violenta- grupo subversivo y, en muchos casos, sufriendo
dos. Por un lado, han sido agredidos en tanto no esclavismo. Además, desaparecieron entre trein-
han recibido los beneficios de la promesa demo- ta y cuarenta de sus comunidades (CVR 2003b:
crática (justicia, libertad, igualdad). Las prome- 232; y Villapolo 2003). Este pueblo, que es el
sas de la modernización se truncaron y, al igual segundo más numeroso de la Selva peruana y
que en varias regiones y localidades del ande, los que representa el 22% de los indígenas amazóni-
asháninkas vieron incumplidas sus expectativas, cos del Perú sufrió los efectos de la violencia de
lo que generó una sensación de frustración y la una manera en que ningún otro pueblo del Perú la
percepción de sentirse agraviados por la socie- sufrió. De esta manera, los asháninkas se perci-
dad y el Estado: se pueden percibir a sí mismos ben a sí mismos como víctimas, pero no de un
como víctimas debido a que no han accedido a suceso aislado o reciente, sino de una historia de
los mismos derechos que el resto de los perua- injusticias de las cuales el conflicto armado inter-
nos. Si bien como individuos son formal y legal- no no es más que un episodio y la confirmación
mente iguales a cualquier habitante de la ciudad de su posición subalterna.
de Lima, Arequipa o Trujillo, los asháninkas, en la Nos interesa ahora, además de dar cuenta
realidad práctica poseen, al igual que muchos otros de los efectos objetivos del factor étnico sobre el
indígenas, un estatus ciudadano inferior al del resto proceso de violencia que sufrieron los asháninkas,
de la población. Desde la Colonia han sido consi- analizar cómo lo perciben y se sitúan frente a la
derados inferiores y salvajes, pueblos de frontera justicia y la reconciliación.14 Preguntarse por este
al límite de la civilización, y representados como fenómeno tal vez sea tan importante como pre-
personas agresivas que viven en un ecosistema guntarse por el lugar objetivo que ocupó lo étnico
agresivo. Desde la Colonia se les ha cosificado y durante el conflicto armado, puesto que el hecho
deshumanizado, y buena parte de esa represen- de que los asháninkas conciban la violencia como
tación subsiste sobre todo en discursos eurocén- una confirmación significa que forma parte de su
tricos y modernizantes como el del PCP-SL. forma de construir su historia y su memoria, y de
Por otro lado, fueron violentamente agredidos, la forma en que construyen su identidad. Como
sobre todo por el PCP-SL. Según el Informe Final veremos a continuación, la larga historia de in-
de la CVR, el conflicto armado interno afectó sobre justicias que ha sufrido la sociedad asháninka y
todo a la población indígena. Y entre ella, los ashá- las dificultades que han tenido para que se reco-
ninkas y los pobladores de la zona denominada nozcan sus derechos ciudadanos —desde la Co-
Oreja de Perro, en Ayacucho, fueron los que su- lonia y lo que llevamos de vida republicana— for-
frieron más descarnadamente el potencial geno- ma parte de la representación que estos se hacen

13
Cf., del t. VIII, específicamente, la segunda parte: Los factores que hicieron posible la violencia. Capítulo 1: Explicando el
conflicto armado interno.
14
Gunther Dietz (1999) ha llamado la atención acerca de la importancia de combinar, pero también distinguir la perspectiva
de análisis emic (la perspectiva de un sujeto o un grupo cultural) de la etic (desde un punto de vista externo) en el análisis
de la etnicidad. En este caso, el análisis de la percepción del desigual trato histórico que han recibido los asháninkas es
pensado desde una perspectiva emic.

25
R AFAEL B ARRANTES

de la violencia armada.15 El conflicto armado in- un factor productivo en la medida en que constru-
terno fue percibido como la confirmación de la ye nuevos sentidos:
persistente desigualdad con que han sido trata-
dos históricamente.16 Sus derechos fueron dra- [...] la nueva capa de experiencia —la violencia y
máticamente violados pues sufrieron muerte, des- la represión, o los sentidos que se les da—
plazamientos, vieron frustradas sus expectativas contribuye en sí misma a una nueva construc-
de desarrollo, y vieron agredidas su cultura y cos- ción de la comunidad, y tiene un carácter «fun-
tumbres. dante» […] cualidad de la violencia y el sufri-
miento pocas veces reconocida: su potencial
productivo, constitutivo de sentido —y no sola-
2. Las secuelas de la violencia mente su ligazón con la destrucción—. (Del Pino
entre los asháninkas y Jelin 2003: 4)

El conflicto armado terminó. El PCP-SL fue derrota- La violencia produce y reproduce sentidos.
do políticamente cuando los habitantes del cam- Produce nuevos conflictos al interactuar con los
po peruano que se supone debían respaldarlo (las preexistentes para transformarlos y agravarlos. Tie-
masas) le dieron la espalda al rechazar el modelo ne un carácter fundante y productivo no en tanto
de sociedad que se les quiso imponer; y fue de- que inaugura sino en tanto transforma. Es decir,
rrotado militarmente cuando el Estado apresó a aquello nuevo que produce es leído a la luz de los
su líder e ideólogo, Abimael Guzmán, en 1992. conflictos precedentes. En el caso de los ashá-
Sin embargo, el conflicto no dejó de tener cierta ninkas, esto significa que la violencia armada
eficacia sobre la sociedad; por ello, más allá del transformó y agravó los conflictos precedentes que
conflicto, perduran sus secuelas. En un primer tenían con la sociedad nacional y con la pobla-
momento, durante su desarrollo, el conflicto tuvo ción de colonos (sin mencionar aún los conflictos
eficacia social porque reprodujo las brechas so- al interior de su comunidad). Estos conflictos son
ciales y culturales que fracturan nuestra socie- percibidos como producto de una larga historia de
dad y porque se sobrepuso a múltiples conflictos injusticias, despojos y engaños. De esta manera,
precedentes en las mismas comunidades loca- la violencia, antes que percibirse como un suceso
les. En un segundo momento, en el contexto de injusto pero aislado, se percibió como un episo-
la posguerra, el conflicto tuvo efectos —si bien dio más dentro de una historia de injusticias.
nocivos— sobre las instituciones estatales y la Esta forma de concebir la violencia nos lleva,
organización social, dejando a miles de personas necesariamente, a pensar sus secuelas de una
desamparadas, impidiendo el desarrollo, y confir- manera especial: no como el resultado de agre-
mando la frustración y el agravio que muchos po- siones externas a una totalidad comunal indepen-
bladores del campo peruano sentían hacia la so- diente ni tampoco como una enfermedad que es
ciedad y el Estado. necesario extirpar para regresar a la situación
El caso de los asháninkas, como el de mu- anterior, sino como la transformación de la socie-
chas otras comunidades locales del país,17 mues- dad y de sus conflictos. Esto es importante, dado
tra cómo la violencia armada se entrelazó con la que la forma como se comprenden las secuelas
cultura e identidad comunitaria forjada, en buena conduce simbólicamente a una determinada per-
medida, por su historia previa de luchas, conflic- cepción de las estrategias de reconciliación que
tos y divisiones internas. La violencia se constitu- se seguirán para superarlas. Una concepción de
ye así en un factor reproductivo en la medida en las secuelas como el resultado de una agresión
que se enlaza con conflictos precedentes, y en externa o de una enfermedad no permite compren-

15
Sobre este tema, cf., en particular, Espinosa (1996). El texto de Espinosa es una muy documentada reconstrucción de la
relación entre los asháninkas y el Estado, que se concentra en las políticas estatales relativas al reconocimiento (y descono-
cimiento) de los derechos de los asháninkas como ciudadanos indígenas.
16
Entrevista personal con Óscar Espinosa, antropólogo y filósofo especialista en temas sobre amazonía. 28 de febrero
de 2007.
17
Y, como sugieren Ponciano del Pino y Elizabeth Jelin (2003), en muchas comunidades locales de países latinoamericanos
que han sufrido conflictos armados internos.

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Sociedades de posguerra en el Perú. Secuelas de la violencia y justicia en el pueblo asháninka

der la forma en la que la violencia subversiva y ración de los daños y la reforma de las institucio-
contrasubversiva se empalmó con conflictos pre- nes involucradas, produjeron efectos concretos en
existentes ni los sentidos que estos adquirieron la sociedad y en la vida institucional del país. El
en este movimiento, sentidos que no habían sido totalitarismo senderista afectó seriamente tanto
previstos por ninguno de los actores del conflicto. al sistema político de representación como al te-
Esta concepción no conduce a comprender la vio- jido social. Además, instauró un orden arbitrario y
lencia en su aspecto de experiencia social trans- ajeno a las comunidades, despreciando los valo-
formadora. La reconciliación, desde este punto de res, las costumbres y la organización a la que
vista, es reducida a la recuperación de una rela- estaban habituados. Dicha afectación y dicha ar-
ción (sea entre los miembros de una sociedad o bitrariedad han calado hondo en distintos niveles
entre estos y el Estado). Es abordada desde una de la sociedad peruana, a pesar de que ya no
metáfora organicista que concibe las tareas de la estamos en un conflicto armado ni existe el peli-
reconciliación como la sanación y la recupera- gro de que este se repita.
ción de la situación anterior al conflicto. Tras este Cuando el Ejército ganó terreno a la subver-
planteamiento se encuentra el deseo de retroce- sión a inicios de los años ochenta, gran cantidad
der en el tiempo o de hacer como si nada hubiera de cuadros senderistas ingresaron a la región que
pasado para dejar que la historia olvide toda hue- habitan los asháninkas utilizando como vía de
lla que la violencia pudo haber dejado. transporte los ríos Apurímac y Ene, confundién-
La alternativa que proponemos a esta forma dose con los colonos. Los asháninkas a los que
de concebir la violencia y sus secuelas es la ópti- persuadieron para que se sumaran a la causa
ca de la transformación. Para ello es necesario senderista fueron los más instruidos, los que te-
utilizar el término posguerra para nombrar a las nían mayor contacto con la sociedad nacional y
sociedades afectadas por la violencia y pensar la los jefes de algunos clanes familiares. Las zonas
reconciliación con vistas al futuro. El objetivo sería de la Selva central donde se asentaron fueron las
entonces prestar atención al pasado pero para di- provincias de Satipo y Chanchamayo (Junín),
rigirnos al futuro a partir de lo que Todorov (2000) Oxapampa (Pasco) y el Gran Pajonal (Ucayali).
llamó memoria ejemplar, vale decir, memorias que Las promesas de un futuro mejor y el hecho de
extraen de los recuerdos traumáticos un valor de que fueran los más instruidos los que aceptaron
enseñanza. Para el caso peruano hemos llamado y promocionaron al PCP-SL dentro de las comuni-
a esta concepción de los hechos memoria para la dades, posibilitaron su aceptación inicial en las
reconciliación (Barrantes y Peña 2006). De esta comunidades indígenas (CVR 2003c).
manera, el conocimiento del pasado no es impor- En la sociedad asháninka, el PCP-SL logró im-
tante para trazar una ruta de retorno sino para poner un orden de dominación y de control total.
aprender de él. De otra manera no tendríamos la En ningún otro lugar del país el «nuevo orden»
oportunidad de dar cuenta del fenómeno a partir senderista se plasmó de manera tan completa ni
del cual los conflictos dentro de una comunidad y alcanzó tan elevados niveles de crueldad. Lo que
entre comunidades se entrelazaron con la violen- logró el PCP-SL no tuvo precedentes. Los asháninkas
cia subversiva y contrasubversiva, ni de corregir las se vieron aislados de la comunidad nacional (se
condiciones que hicieron posible la violencia más cerraron todos los aeropuertos y se controló el
allá de la voluntad exacerbada de algunos de sus acceso fluvial), sufrieron esclavitud y fueron con-
agentes. Además, pensar la violencia como algo trolados psicológicamente.
extraño a la sociedad resta capacidad de com- La estrategia que el PCP-SL utilizó para ins-
prender que entre la víctima y el victimario no siem- taurar el «nuevo orden» en esta zona tuvo sobre
pre hay una distancia clara sino que, muchas ve- todo dos componentes: uno de limitación y con-
ces, una misma persona puede ser el uno o el otro trol, y otro de producción y transformación cultu-
en distintos momentos del conflicto (Orozco 2003). ral. Respecto al primero, el PCP-SL se esforzó por
En este análisis interesa dar cuenta de la imprimir temor en la población. Mediante la ame-
forma en que el conflicto armado interno transfor- naza de castigo, tortura y muerte, se logró que
mó a la sociedad peruana. En efecto, una vez los asháninkas obedecieran y acataran las órde-
terminadas las hostilidades, los efectos directos nes que los altos mandos de la zona les daban.
de la violencia y la ausencia de una política esta- El segundo componente fue de carácter sim-
tal dirigida a la satisfacción de la justicia, la repa- bólico. En algunas zonas este grupo subversivo

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R AFAEL B ARRANTES

buscó superar el mero control de disciplina para lograr 2.1. Cambios culturales
la dominación total. Lo que esperaba el PCP-SL era
transformar social y culturalmente a los ashá- 2.1.1. Militarización de la sociedad
ninkas mediante la educación en las «escuelas
populares». Luego de las incursiones iniciales Uno de los efectos más perversos del conflicto
para saquear puestos misioneros, proyectos de armado interno en la sociedad asháninka fue la
desarrollo y a los comerciantes de la zona, el PCP-SL militarización de la sociedad. La necesidad de
se comenzó a llevar a los jóvenes —a algunos luchar contra el enemigo terrorista los llevó a rela-
voluntariamente pero a la mayoría por la fuerza— cionarse con los militares para recibir de ellos
a las escuelas populares donde se les adoctrina- entrenamiento y apoyo. Fue desde 1991 que los
ba y entrenaba militarmente para conformar las asháninkas de los ríos Ene y Tambo se organiza-
milicias. Eran niños asháninkas de entre 10 y 15 ron en rondas y comités de autodefensa gracias
años a los que se adoctrinaba enseñándoles la a la instalación de tres guarniciones del Ejército
sujeción al partido, el respeto al presidente Gon- en Puerto Ocopa, Cutivireni y Valle Esmeralda.
zalo y la autocrítica (CVR 2003b: 243). De esta Más tarde, el Ejército organizó una en Kiteni y la
manera, ya fuera mediante la intimidación o me- Marina de Guerra en Poyeni sobre el río Tambo.
diante el adoctrinamiento, el PCP-SL estableció Estas fueron organizadas con una directiva inde-
Bases de apoyo o comités populares abiertos y pendiente a la propia de la comunidad y estuvie-
agrupó a la población en comunidades para ejer- ron compuestas por una presidencia, secretarías,
cer un mayor control (Espinosa 1993: 80). un tesorero y vocales (Espinosa 1993: 81 y 90).
En dichas agrupaciones, el PCP-SL buscó te- No se puede dejar de reconocer que la pre-
ner un control total sobre la vida de la sociedad sencia militar en la zona permitió a los asháninkas
asháninka. Se buscó controlarlos mediante la vivir con mayor seguridad y llevar a cabo sus la-
disciplina, mediante la transformación de sus cos- bores cotidianas, lo cual no habrían podido hacer
tumbres y mediante la vigilancia de sus emocio- sin su respaldo. Sin embargo, lo cierto es que la
nes. Así, se establecieron horarios de las activi- vida cotidiana se militarizó y los límites entre la
dades durante el día que debían ser cumplidos vida civil y la militar se hicieron difusos. Esto fue
disciplinadamente. Al finalizar la jornada, las fa- especialmente grave en el caso de los ronderos,
milias se reunían para discutir todo lo que habían pues debían entrenarse según los rigores de la
hecho. Más adelante incluso estas reuniones fue- disciplina militar. Se formaban, izaban la bandera
ron restringidas para lograr así un mayor control. y cantaban el himno diariamente. Esto ha produ-
Se intervino también en la identidad y las cos- cido efectos que se mantienen hasta hoy. El len-
tumbres: se cambió los nombres de las personas guaje utilizado por ronderos, y algunos docentes
para eliminar los lazos tradicionales y para poder y autoridades está lleno de palabras y estilos
establecer un nuevo referente de identidad, se les aprendidos durante el período descrito. Las es-
impidió llamarse entre ellos nosháninka y se les trategias de resolución de conflicto han variado
obligó a utilizar la denominación «compañero», también, y la presencia de remanentes senderis-
se obligaba a las mujeres a trenzarse el cabello, tas en la zona les impide abandonar las rondas
etcétera. Por último, se vigiló la expresión de sus de vigilancia (CVR 2003b: 253).
emociones: los asháninkas no podían mostrarse Tres aspectos de la militarización de la so-
disconformes, ni siquiera tristes o meditativos: ciedad asháninka sobre los cuales nos extende-
«Las manifestaciones de tristeza, así como la falta remos en distintas partes de esta sección son:
de apetito, también estaban prohibidas. Eran vis- a) Las afectaciones en el ámbito demográfico
tas por los mandos subversivos como sospecho- expresadas en la gran cantidad de hombres muer-
sas» (CVR 2003b: 244). Lo que se esperaba era tos durante la violencia, por lo que muchas muje-
crear sujetos conformes con su nueva situación, res deben cumplir no solo con sus tareas sino
sujetos felices de haber disciplinado sus vidas, también con las de los hombres, tal como lo hicie-
cambiado su identidad y costumbres, y de perte- ron durante el conflicto. Esto se agrava por el he-
necer al PCP-SL. A continuación se presenta una cho de que algunos hombres siguen dedicándose
somera descripción de las secuelas de la violencia a las rondas haciendo patrullajes, con lo que el
entre los asháninkas y de la forma en que su número de hombres disponibles se sigue afectando.
relación con el PCP-SL transformó sus vidas. b) La construcción de nuevos liderazgos a partir

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Sociedades de posguerra en el Perú. Secuelas de la violencia y justicia en el pueblo asháninka

del conflicto armado interno en función del pres- turales que resultaron efectivos fueron: los lazos
tigio ganado durante la lucha contrasubversiva. de parentesco extenso, la medicina tradicional
c) Por último, y tal vez el lado más perverso de la para procesar secuelas psicosomáticas, la tradi-
militarización de la sociedad, es la forma en que ción de guerreros, la identidad cultural que tiene
el conflicto ha agravado (transformado) las rela- como eje la defensa de la tierra y la comunidad, la
ciones entre los asháninkas y los colonos. El educación informal que fomenta la autonomía, es-
hecho de que los senderistas hayan llegado a la trategias de protección, resistencia y rechazo fren-
zona confundidos entre los colonos ha hecho que te a la dominación del PCP-SL (obediencia aparen-
se cree una imagen de estos (o de todo aquel te a las normas, engaño, uso del idioma, sentido
que se perciba como distinto o no asháninka) como del humor, ocultar sentimientos y pensamientos),
posibles senderistas. Esto, a su vez, es un ejem- sus conocimientos sobre el medio ambiente y del
plo de cómo las diferencias étnicas influyeron gra- bosque, etcétera. Los recursos inefectivos fueron:
vemente en algunos momentos del conflicto a ritos para procesar duelos, culpas, procesos de
partir del reconocimiento de los marcadores de reconciliación, administración de justicia y medi-
diferenciación étnica. cina tradicional para afrontar enfermedades psi-
cosomáticas. Queda pendiente el estudio del des-
2.1.2. Cambios en las costumbres tino que tendrán las distintas prácticas culturales
de los asháninkas a la luz de la afección que su-
Durante el conflicto armado interno y en la actuali- frieron durante la violencia armada.
dad, los asháninkas se han valido de múltiples re-
cursos para protegerse y lidiar con el trauma de la 2.1.3. Memorias en disputa
violencia. En función a la utilidad de una u otra
estrategia, y por los efectos que el conflicto mis- Un trabajo realizado por Leslie Villapolo (2003) en
mo tuvo sobre su organización y tradiciones, se el distrito de Río Tambo —zona de la cual un 96%
han producido grandes cambios de orden cultural. es asháninka y en la que se ubica la Comunidad
Las celebraciones y los ritos comunitarios Nativa de Puerto Pangoa— nos permite recono-
se vieron perturbados por la dinámica de la violen- cer las distintas narrativas que lograron presen-
cia. Ya hemos dicho que como parte de la estra- cia social luego de haber finalizado el conflicto
tegia de control total, el PCP-SL prohibió y controló armado interno.
todas las formas de reunión. Pero también es cierto Según la autora, en la comunidad estudiada
que el hecho de que siempre se eligiera los días hay tres formas de representar el pasado. La pri-
de fiesta para atacar a la comunidad desarrolló mera es a través de la memoria del desengaño, la
un fuerte temor de ser encontrado en un momento segunda se presenta como memoria épica de las
de alta vulnerabilidad (CVR 2003d). rondas y la tercera se da a través del doble silen-
Además, el paisaje, entendido como territo- cio de la mujer asháninka.
rio representado, fue perturbado durante el tiem- La memoria del desengaño es hegemónica
po de violencia. Dejó de representar el lugar en el entre los sectores más instruidos y cercanos a
que los indígenas se sienten seguros y protegi- la experiencia occidental, ello en razón de haber
dos, y varió la forma en que se le daba sentido sido quienes «creyeron» las promesas del PCP-SL
tradicionalmente. La experiencia de miedo y ho- y sirvieron de bisagra con el resto de la pobla-
rror, la esclavitud, la constante y cotidiana obser- ción asháninka debido a que confiaban en ellos.
vación de atrocidades y cuerpos de muertos «ex- Dentro de la tradición asháninka existe el mito
hibidos hasta la obscenidad» (CVR 2003d) se hizo de «Itomi Pavá» en el que se expresa el deseo
parte del paisaje, y varió la forma de representar asháninka de acceder a bienes externos a su
el entorno y de relacionarse con él. sociedad. Las expectativas de acceder a los bene-
Por último, el hecho de que algunos recursos ficios del mundo moderno y las falsas promesas
culturales hayan sido efectivos en la lucha contra- de progreso impulsaron a algunos asháninkas a
subversiva y para procesar las secuelas de la vio- creer en el proyecto del PCP-SL. El desengaño
lencia mientras que otros no lo fueron, puede dis- comienza cuando comienzan a ser trasladados
poner el lugar y la importancia que tendrán en el a los campamentos del PCP-SL en el monte donde
futuro de la sociedad asháninka. Según el Infor- fueron esclavizados y sometidos al control total
me Final de la CVR (2003b: 265), los recursos cul- del partido (Villapolo 2003: 149).

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R AFAEL B ARRANTES

La memoria épica de las rondas es hegemó- mellado la confianza mutua aún hoy, en el con-
nica, obviamente, entre los ronderos y entre aque- texto de posguerra, y ha dado lugar a nuevas for-
llos que se comprometieron directamente con la mas de conflicto en la comunidad.
lucha contrasubversiva. Surge en parte como ex- Además, como ya se señaló, el conflicto ar-
presión del orgullo por haber confirmado su tradi- mado interno se montó sobre conflictos prece-
ción de guerreros, y en parte como una forma de dentes en poblaciones desconectadas y desarti-
respuesta ante la percepción de que no son sufi- culadas de la sociedad nacional y; por lo tanto,
cientemente reconocidos en el ámbito público. El sumidas en sus propios problemas: conflictos por
hecho es que, durante la lucha contra el PCP-SL, tierras, conflictos entre comunidades y empresas
las rondas de autodefensa asháninkas tuvieron asociativas, conflictos interfamiliares, etcétera.
un lugar preponderante dado que eran quienes Las rencillas, recelos, envidias y cuentas pendien-
conocían mejor la zona; sin embargo, en el con- tes son usuales en toda comunidad humana. Co-
texto de la lucha por la pacificación, se produjo tidianamente, estas se soportan o se transforman
una memoria de los hechos que atribuía de ma- (atenuándose o exacerbándose) a partir del uso
nera exclusiva a los militares y al gobierno de Al- de distintos procedimientos y mecanismos. En
berto Fujimori el éxito de la lucha contrasubversi- el peor de los casos mediante una pelea o gres-
va. Si bien es cierto que en dicha memoria se ca. Pero durante una guerra como la que vivieron
reconoció el apoyo brindado por los ronderos, la los asháninkas en 1990, estos procedimientos y
cuota de mérito que se les atribuye en la derrota mecanismos son reemplazados en muchos ca-
del PCP-SL era percibida como insuficiente (Villa- sos por los procedimientos y mecanismos milita-
polo 2003: 155). res. Es decir, los conflictos cotidianos se militari-
El doble silencio de las mujeres asháninkas zan y; por lo tanto, sus consecuencias se hacen
está asociado, por un lado, con el poco reconoci- mucho más graves. En el caso de los asháninkas
miento de su participación en la lucha contrasub- debemos concentrarnos sobre todo en los con-
versiva y; por otro lado, con sus esfuerzos por flictos interfamiliares y los conflictos por tierras
mantener lo más lejos posible de los niños la in- con la población colona:
formación sobre la catástrofe humanitaria que
estaban viviendo. Mientras el conflicto duraba, los [...] el contexto de la violencia exacerbó los rece-
adultos en general hicieron todo lo posible por no los y las envidias entre las personas y se sirvió
conversar sobre esos temas delante de los niños de ellos como un mecanismo de resolución de
para protegerlos emocionalmente, primero ocul- conflictos. Miembros de las comunidades se
tándoles información y, después, silenciándolos han acusado entre sí frente al PCP-SL o frente a
y engañándolos (Villapolo 2003: 158). los militares buscando de ese modo resolver
conflictos previamente existentes. (CVR 2003d)
2.2. Desconfianza
La violencia que ejerció el PCP-SL sobre la po-
2.2.1. Desconfianza intercomunal e intracomunal blación asháninka la motivó a huir de sus comu-
nidades. A pesar del riesgo que se corría y de las
Durante el conflicto armado interno, el PCP-SL es- represalias que se tomaron cuando aumentó el
tableció un sistema de control respaldado en la número de fugas, gran cantidad de pobladores
dominación de la comunidad asháninka. La idea escaparon al monte o huyeron hacia distintas
de que el partido tiene «mil ojos y mil oídos» nun- zonas de refugio como Puerto Ocopa, Poyeni y
ca tuvo tanto efecto como entre los asháninkas, Betania en la cuenca del Tambo, y Cutivireni y
pues el PCP-SL logró mellar la confianza dentro de Valle Esmeralda, en el río Ene (CVR 2003b: 249).
las comunidades indígenas, dado que se corría el Pero la situación en dichos lugares distaba de
riesgo constante y cotidiano de ser denunciado ser óptima. Se registraron elevados niveles de
si es que se opinaba o se tramaba algo en contra morbilidad y mortalidad debidos a la desnutrición
del partido. Nadie podría confiar gratuitamente en y al hacinamiento. Fueron comunes enfermeda-
nadie, puesto que se corría el riesgo de ser trai- des como tuberculosis, cólera y malaria. Pero el
cionado. El informe sobre pueblos indígenas de problema no era solo sanitario. La CVR da cuenta
la CVR refiere múltiples casos en los que vecinos de gran cantidad de maltratos hacia los ashá-
y familiares se denunciaban entre sí, lo cual ha ninkas refugiados de parte tanto de las fuerzas

30
Sociedades de posguerra en el Perú. Secuelas de la violencia y justicia en el pueblo asháninka

del orden como de los pobladores locales. Las que busque. No quiero que me molesten para
relaciones entre los locales y los refugiados fue- vivir en paz, porque no queremos a los colonos
ron tensas y estuvieron atravesadas de abusos y en nuestras tierras, porque si vienen nos van a
desconfianza hacia los asháninkas que provenían molestar es ahí donde empieza de nuevo la vio-
de zonas controladas por el PCP-SL, pues no sa- lencia. Pido al gobierno, a los colonos, no quiero
bían si en realidad habían sido obligados o si eran que me invadan mi territorio. (CVR 2003: t. VIII)18
afines al PCP-SL y podían tomar represalias. Se-
gún el Informe de la CVR, es un temor que persiste El abandono estatal que sufrió la población
hasta la actualidad (CVR 2003b: 252). colona proveniente sobre todo de la zona andina,
empujó a esta a dedicarse al cultivo de la hoja de
2.2.2. Desconfianza hacia los colonos coca. Como ya adelantamos, el PCP-SL llegó en
un principio confundido con los colonos que se
Como hemos dicho líneas arriba, uno de los más dedicaban al cultivo de coca en la margen izquierda
perversos efectos de la militarización de la socie- del río Ene y tejió una alianza en la zona con el
dad asháninka es el agravamiento de sus relacio- narcotráfico. Por ello, la diferencia entre los man-
nes con los colonos. El resentimiento hacia la dos senderistas y la población asháninka o masa
población colona tiene larga data. El principal pro- tenía también características étnicas. Los man-
blema es por territorios: los asháninkas han ido dos eran mayoritariamente inmigrantes de la Sie-
perdiendo paulatinamente su territorio desde la rra que en los peores momentos trataban a los
Colonia. En esta época sus dominios llegaban indígenas como sus esclavos (Espinosa 1993).
hasta la salida de Tarma, mientras que ahora, Debido a ello, los colonos son representados como
desplazándose paulatinamente hacia el oriente, despojadores de territorios y como posibles sen-
han retrocedido hasta Satipo. El despojo de sus deristas. La percepción del colono como amena-
territorios se remonta al siglo XIX. La llegada de za ha sido agravada por el conflicto armado:
los colonos a la Selva central se inició en 1840
como efecto de las políticas estatales de coloni- […] hay veces veo a personas de la sierra, peor
zación del valle de Chanchamayo. Este tipo de cuando veo que son quemaditos, yo siento una
políticas se han reproducido a lo largo de muchos cólera ¿no?... coraje… (Ex dirigente asháninka,
gobiernos incluyendo los dos de Fernando Be- mujer, 20 de febrero de 2007)
laúnde que, bajo la consigna de llevar a cabo «la
conquista del Perú por los peruanos», descono- Si antes la relación con los colonos era ten-
ció a los pueblos indígenas que los habitaban y sa, tras el conflicto armado esta se militarizó al
los consideró territorios despoblados. Debido a la tiempo que el factor étnico era incorporado en la
forma en que se llevó a cabo y la defensa de los forma en que se representa y clasifica a los terro-
asháninkas y el avance de los colonos, la coloni- ristas. Para los asháninkas, la asociación colo-
zación de la Selva central no fue una empresa nos, PCP-SL y narcotráfico es bastante fuerte.
pacífica sino, más bien, «una conquista armada»
(Espinosa 1996). 2.2.3. Desconfianza hacia el Estado
La relación con los colonos ha sido desde
tiempo atrás complicada, pues se los considera La histórica situación de postergación y abando-
responsables de su situación: no de las comunidades indígenas favoreció el in-
greso del discurso antiestatista del PCP-SL entre
Hasta ahora los odiamos a los colonos [...] Ellos los asháninkas.
son los que empezaron. A veces nos engaña- En el contexto de la creación de la zona libe-
ron, vinieron. Quiero ahora recibirles. No quiero rada, el PCP-SL pudo imprimir entre los asháninkas
que me molesten. Tengo mi tierra aquí. No quie- el temor a las fuerzas del orden diciéndoles que
ro que me invadan mi tierra. Somos aparte no- si los atrapaban iban a matarlos o a violarlos (CVR
sotros. Que vaya a buscar su tierra en otro sitio, 2003b: 239). La experiencia posterior en las co-

18
Específicamente, CVR. BDI-SM-P104, BDI-II-P802. Testimonio 302138. Enero de 2003. Pobladores y dirigentes de Boca Potzeni,
San Martín de Pangoa, Satipo, Junín. En Las secuelas de la violencia. Tercera parte, t. VIII.

31
R AFAEL B ARRANTES

munidades de refugio, donde los asháninkas su- relacionó con los conflictos precedentes debido a
frieron del abuso y el maltrato de las fuerzas del la dominación e imposición cultural por parte de
orden, llevó a algunos de ellos a escapar de la la cultura hegemónica en el Perú, una domina-
protección estatal y huir hacia el monte, lejos del ción construida históricamente y jurídicamente
PCP-SL y de los militares. consagrada en los marcos normativos.
Incluso cuando estos temores fueron supe- En el contexto actual, la histórica exclusión
rados y los asháninkas participaron de la lucha por parte del Estado y la sociedad nacional, la
contrasubversiva, los recuerdos de la relación experiencia de violencia y la actitud del Estado
entre militares y ronderos no siempre son positi- durante ella y los problemas actuales con el Es-
vos. Por un lado, existe la percepción de que los tado debido al interés de este en que ingresen en
militares se adjudicaban los logros de los ronde- la zona asháninka industrias extractivas, se pien-
ros restándoles prestigio y reconocimiento. Por san como parte de una sola línea continua. La
otro lado, la caída del régimen autoritario de Al- línea de continuidad se hace evidente en esta
berto Fujimori al revelarse la red de corrupción declaración sobre las pocas garantías que les da
que este sostenía, sumada a la puesta en eviden- el Estado de que la violencia no se va a repetir:
cia de cómo se usó la derrota al PCP-SL para favo-
recer al régimen y a los manejos corruptos de [...] prácticamente es como que el pueblo indí-
sus funcionarios, confirmó la sensación entre los gena no existe, es invisible, y no podemos con-
asháninkas de haber sido engañados y utilizados fiar de que si ese gobierno, vamos a tener una
por el Gobierno (Villapolo 2003: 168). A esto se buena relación para hacer las propuestas, in-
suma el hecho de que la intervención estatal fue cluso presentamos una propuesta que este…
lenta y tardía. Lo agreste de la zona dificultaba a que es la propuesta este… de los pueblos indí-
las fuerzas armadas realizar patrullajes en el genas y nunca nos van a ser aceptados por-
monte, debido a ello tenían que acudir a los ron- que… porque el gobierno no le conviene ¿no?,
deros que conocían mejor el territorio. es más, el gobierno lo que le interesa es tener
Este fenómeno es coherente con la larga tra- ingreso y este… firmar contrato con los petrole-
dición de exclusión y postergación, y es percibi- ros y con muchas ¿no?, no le interesa de que si
do como un episodio más de ella desde los oríge- dentro de ese territorio hay este… indígenas o
nes de la relación entre el Estado colonial hasta hay ser humanos que viven ahí, no le interesa
la creación del Estado moderno. En el derecho eso, es lo que vemos. (Ex dirigente asháninka,
internacional se reconocen derechos y obligacio- mujer, 20 de febrero de 2007)
nes solo a los Estados. Las naciones indígenas
fueron consideradas incapaces de disponer de un 2.2.4. Miedo al retorno del PCP-SL
estatuto soberano y sus tierras fueron considera-
das desocupadas (Anaya 2005). Los Estados El miedo al retorno del PCP-SL se funda en la idea
modernos organizados en regímenes de corte li- de muchos asháninkas de que la guerra no ha
beral desconocieron la existencia de diferencias terminado y que puede recrudecer debido a la li-
culturales (Trazegnies 1993: 22-23; Segato 2004; beración de los senderistas presos. Ello se debe
Taylor 1993). La imposición y dominación cultural a que, objetivamente, remanentes del PCP-SL si-
de los grupos dominantes de la sociedad, rela- guen operando en la cuenca del río Ene, cercana
cionados con la experiencia cultural occidental a comunidades asháninkas; y al efecto de la cam-
europea, supone la inferioridad moral de los pue- paña mediática contra la «izquierda caviar» a la
blos indígenas y la imaginación de la nación como que se le acusaba de utilizar los derechos huma-
una comunidad igualitaria y homogénea (Ander- nos para liberar a los senderistas.19 En efecto, la
son 1993). El enlace entre postergación y exclu- anulación de los procesos judiciales por carecer
sión histórica, así como la actitud del Estado du- de las garantías al debido proceso fue leída como
rante la violencia, profundizaron la percepción de la posibilidad de que algunos miembros del PCP-
agravio. La violencia, como ya se dijo al inicio, se SL fueran liberados y regresasen a sus activida-

19
Esto es lo que hemos llamado en un trabajo anterior «argumentos sobre conspiración» destinados a defender la «memoria
de salvación». Para un desarrollo de las disputas en la opinión pública respecto al pasado de violencia, cf. Barrantes y Peña
(2006).

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Sociedades de posguerra en el Perú. Secuelas de la violencia y justicia en el pueblo asháninka

des terroristas. Esto es especialmente grave en- cas, sino también por el hecho de que muchos
tre los asháninkas que en algún momento forma- varones siguen haciendo patrullajes en las ron-
ron parte de las filas senderistas y luego escapa- das. Así, muchas mujeres siguen recargadas de
ron o se arrepintieron, y entre quienes tomaron labores, razón que las lleva a descuidar a sus
acciones decididas en la lucha contrasubversiva familias y su comunidad (CVR 2003b: 252).
organizándose en rondas o como parte del llama-
do «ejército asháninka», puesto que temen a las 2.3.2. Afección a sus propiedades y territorios
represalias (Villapolo 2003: 169; CVR 2003d).
Así, el miedo al retorno del PCP-SL no solo La definición de la noción de territorio congrega
afecta la moral de los asháninkas, sino que tam- múltiples factores: identificación del pueblo como
bién afecta su posición respecto a los derechos tal, provisión de recursos, relación con el pasado
humanos; pues estos son entendidos, en algu- y los descendientes, sacralidad, relaciones con
nos casos, como protectores de los derechos el medio ambiente y ámbito de libertad. Cuando
de los grupos subversivos antes que de los dere- nos referimos al territorio indígena debemos con-
chos de los militares y pobladores. La otra cara siderar tanto elementos afectivos como producti-
de este problema es el miedo de los ronderos a vos y sociales. El territorio no es comprendido
ser denunciados y sancionados por los críme- productivamente como propiedad privada —tal y
nes cometidos durante la lucha contrasubversi- como se comprende en las sociedades influen-
va. El hecho de que los militares involucrados en ciadas por la tradición occidental—, sino como
violaciones de los derechos humanos de miem- espacio disponible para ser aprovechado median-
bros del PCP-SL estén siendo juzgados por el Po- te el trabajo (Chirif y otros 1991).
der Judicial, ha hecho que los ronderos sientan Desde una perspectiva productiva, nos inte-
miedo de ser sancionados por los crímenes per- resa ver cómo los desplazamientos atacaron, ade-
petrados contra senderistas (Villapolo 2003: 169) más de la sensación de pertenencia a un lugar, el
y contra los colonos. trabajo realizado por la población. Pero ese no
fue el único problema, pues también estuvo la des-
2.3. Desarrollo impedido trucción de chacras, el saqueo de comunidades,
misiones y proyectos de desarrollo, la quema de
2.3.1. Falta de fuerza de trabajo sembríos, la destrucción de casas, el robo de
animales, etcétera. Esta experiencia dislocó la
Tanto las incursiones senderistas como los en- forma en que se comprendía tradicionalmente el
frentamientos entre estos y los asháninkas orga- usufructo de los recursos. Así, se vio afectado el
nizados en rondas afectaron la demografía de la trabajo que habían dedicado por largo tiempo en
sociedad asháninka, no solo debido a la gran can- sus lugares de origen y se frustraron las expecta-
tidad de muertos, sino también a la manera en tivas de un tiempo de vida mejor para la familia y
que se distribuyó la muerte en la población. Los la comunidad (CVR 2003d).
hombres, que tradicionalmente se encargaban de Ya sea que se desplazaran o que se queda-
trabajar la chacra, tuvieron que dedicarse a la lu- ran en sus lugares de origen, muchas veces los
cha contrasubversiva patrullando en las rondas. asháninkas tuvieron que recomenzar desde la
Las mujeres, que tradicionalmente se encargan nada. Se plantea para ellos, por tanto, el proble-
de las labores domésticas, tuvieron que añadir a ma de cómo recuperar parte del trabajo perdido
sus tareas las que usualmente asumían los hom- para superar su situación económica.
bres. Esta situación no varió cuando cesaron las Desde septiembre de 1994, el gobierno de
hostilidades. La gran cantidad de hombres muer- Fujimori desarrolló una estrategia de retorno de la
tos en enfrentamientos y las difíciles condiciones población desplazada. En 1995, el proceso se
de vida en ese período han cambiado la composi- aceleró y la mayoría de las familias regresaron a
ción demográfica de la zona. Hoy hay más muje- las comunidades. Pero no todos retornaron a sus
res y niños que hombres, y hay menor cantidad comunidades de origen ni lo hicieron de la mis-
de adultos mayores, lo cual varía la proporción ma manera. Por un lado, varios murieron y otros
demográfica y distorsiona la vida cotidiana ashá- formaron familias en las comunidades que los re-
ninka. La variación en las responsabilidades tiene fugiaron. La violencia incrementó el movimiento
vigencia no solo por las proporciones demográfi- interno en el pueblo asháninka. Por otro lado, sa-

33
R AFAEL B ARRANTES

bemos que no existió una real estrategia estatal —cuando el gobierno militar del general Velasco
más allá de la propaganda realizada. De todas Alvarado promulgó la Ley de Comunidades Nati-
las estrategias de desplazamiento utilizadas al- vas y de Promoción Agropecuaria de las Regio-
gunas tuvieron mejores resultados que otras. Por nes de Selva y Ceja de Selva— que se crearon
ejemplo, quienes regresaron de manera gradual las comunidades nativas bajo el modelo de las
han logrado asentarse mejor y con mejores con- comunidades campesinas de la Sierra. Por ser
diciones de subsistencia, mientras que aquellos reciente, si se lo evalúa desde una perspectiva
que fueron forzados a hacerlo sin contar con las histórica, el nuevo modelo político mantiene ten-
condiciones necesarias para el viaje y para el rea- siones con las ideas y prácticas culturales pre-
sentamiento fracasaron. Muchas veces quienes vias a la nueva organización política comunal,
partieron tuvieron que regresar a las comunida- tensiones expresadas en divisiones dentro de las
des que los acogieron. La frustración de expecta- comunidades y pugnas entre alianzas de interés
tivas y la incapacidad de reinserción social, así y parentesco. Debido a ello, cabe entender la
como la muerte de niños y ancianos que no pu- comunidad indígena como una organización bá-
dieron resistir el periplo dejó serios costos socia- sicamente familiar en la que la política gira alre-
les y emocionales en muchos asháninkas (CVR dedor del prestigio familiar. En una comunidad
2003b: 260-261). indígena pueden haber tres o cuatro familias gran-
No está de más recordar los efectos cultura- des, por lo que las cuotas de poder e influencia
les del desplazamiento. Es conocida la estrecha se distribuyen según la influencia familiar y el lu-
relación entre el indígena, su territorio y sus pue- gar que cada persona ocupa dentro de su grupo
blos originarios: familiar. De esta manera, a pesar de que el poder
es una prerrogativa de la unión de los pobladores
[...] todos los indígenas nacen como miembros nacida del diálogo y el acuerdo en la asamblea
de pueblos diferenciados en los que encuen- comunal, las decisiones se supeditan a la pugna
tran sus raíces. Los pueblos amazónicos se entre facciones definidas en términos de paren-
constituyen en pueblos debido a que tienen una tesco (Belaunde 2005).
población definida, una identidad propia, una No es sorprendente, por tanto, que las se-
lengua particular y viven en un territorio que re- cuelas políticas de la violencia se hayan entrela-
conocen como suyo. (Chirif y otros 1991) zado con conflictos y tensiones precedentes de
carácter interfamiliar. Según como haya sido la
No es difícil imaginarse entonces lo que el actuación de los miembros de las familias duran-
desplazamiento significa en términos de identi- te el enfrentamiento con Sendero Luminoso, es-
dad y estima cultural. En el caso de la población tas ganaron o perdieron prestigio, lo que afecta
indígena, tan grave como la monstruosa cifra de directamente sus posibilidades de ocupar cargos
muertos y desaparecidos es el desplazamiento en la comunidad. Según Leslie Villapolo (2003),
de poblaciones enteras. Cerca de diez mil ashá- en comunidades como la de Puerto Pangoa, el
ninkas sufrieron desplazamientos forzosos, lo conflicto armado definió de alguna manera la for-
cual redunda en la desestructuración de socie- ma en que se organizan y distribuyen hoy los
dades enteras; o, en el peor de los casos, en su cargos y roles de liderazgo. En función a las acti-
desaparición, como ocurrió con alrededor de cua- tudes y el liderazgo que tuvieron algunas perso-
renta comunidades. nas durante los sucesos de violencia se legitima
o deslegitima su actual participación en la vida
2.4. Cambios políticos política.
La actual composición de liderazgos refleja
La organización social asháninka en comunida- de alguna manera el grado de acercamiento que
des indígenas, tal como la conocemos hoy, es tuvieron ciertos personajes con el PCP-SL. Muchos
aún bastante joven. Si bien durante la Colonia, de quienes lo apoyaron fueron en ese entonces
en algunas zonas se agruparon alrededor de las líderes y jefes. Hoy su legitimidad es cuestiona-
misiones, y durante la segunda mitad del siglo da; desde una mirada sobre sus pasados, se pro-
XX, el Instituto Lingüístico de Verano creó escue- ducen duros juicios sobre su presente. Por otro
las y misiones evangélicas alrededor de las cua- lado, quienes lucharon con las rondas y se rela-
les se crearon pueblos, no fue sino hasta 1974 cionaron con el Ejército son percibidos como

34
Sociedades de posguerra en el Perú. Secuelas de la violencia y justicia en el pueblo asháninka

moralmente solventes para dirigir la comunidad. 3. La justicia en la experiencia


La diferencia de capital político de ambos grupos asháninka
es aprovechada por quienes fueron ronderos para
profundizar la brecha y reafirmar su liderazgo; para Muerte, militarización de la sociedad, cambios en
ello recuerdan constantemente las responsabili- las costumbres, memorias en disputa, descon-
dades de los líderes anteriores. Así, «El pasado fianza intercomunal e intracomunal, desconfian-
pasa a ser el lugar simbólico y real para nombrar za hacia el Estado y hacia los colonos, miedo al
a las personas» (Villapolo 2003: 163). retorno del PCP-SL, desarrollo impedido por falta
Sin embargo, sería un error reducir la acu- de fuerza de trabajo y la afección a sus propieda-
mulación del capital político de los actuales líde- des y territorios, cambios en las dirigencias, et-
res a sus acciones durante la lucha contrasub- cétera fueron consecuencia de la guerra que afec-
versiva. El poder y la capacidad de influencia que taron dramáticamente la vida de los asháninkas.
tenían las personas y sus familias antes de la La intensidad de la violencia que vivió este pueblo
violencia fueron indispensables para el éxito de demostró ser capaz de producir graves transfor-
quienes lideraron la lucha contrasubversiva. Re- maciones a distintos niveles del proceso de su
sulta difícil pensar en la posibilidad de un líder vida social e individual. Todo ello los pone frente a
que hubiera podido movilizar a la población, si es reclamos de justicia como requisito necesario para
que antes no hubiera tenido el suficiente capital cualquier intento de reconciliación social. Exami-
político y capacidad de convocatoria. La expe- namos a continuación la forma en que los ashá-
riencia de liderazgo durante la violencia tan solo ninkas experimentan hoy la justicia y la reconci-
reforzó el poder existente. En el mejor de los ca- liación, es decir, cómo han percibido la dinámica
sos, varió la balanza de poder. Así, algunas fami- de la violencia y sus secuelas, y cómo esta per-
lias influyentes —aunque no hegemónicas— de cepción los abre a distintas formas de justicia.
la comunidad pudieron inclinar la balanza de po- En la teoría de la justicia transicional no se
der gracias a su participación en la lucha contra- suele prestar la debida atención a los factores afec-
subversiva. Ello se puede traducir hoy en mayor tivos y relativos al sentimiento de justicia (Orozco
cantidad de cargos y más prestigio. De esta ma- 2003). Existe una estrecha relación entre el senti-
nera, tanto las antiguas rivalidades y luchas in- miento de justicia y los procesos de transición a la
terfamiliares como la distribución de privilegios y democracia. Esta relación es de vital importancia
prestigio fueron transformadas por la violencia, para comprender la forma en que se debe impulsar
pero no fueron creadas por ella. La violencia pro- la transición a la democracia y la transición de una
duce y transforma sobre la base de lo socialmen- sociedad de posguerra a una sociedad pacificada
te existente. en contextos tan particulares como los que viven
Sin embargo, esta transformación no garan- las poblaciones indígenas.
tiza que la situación de la balanza se mantenga Los pueblos indígenas han desarrollado a lo
así indefinidamente. El que uno haya perdido el largo de generaciones formas concretas de racio-
prestigio durante la guerra no significa que no nalización e institucionalización de la justicia y
pueda recuperarlo. Mantener el prestigio implica de reconciliación de la sociedad. Ante la dimen-
saber establecer relaciones con el Estado y con sión de los hechos de violencia estas estrategias
otras organizaciones sociales.20 El liderazgo está tienen como reto enfrentarse a una experiencia
estrechamente ligado al conocimiento, pues se para la que no estaban preparados. Ante este pro-
le considera un atributo necesario para las labo- blema, los asháninkas han debido procesar la bús-
res de dirigencia. La capacidad de expresarse queda de la justicia de múltiples maneras. Su
en público, fomentar el diálogo, resolver proble- sociedad se ha visto transformada, entonces, tanto
mas, conocimiento del castellano y la familiari- por las secuelas directas del conflicto armado
dad con los procedimientos burocráticos forman como por la eficacia de los mecanismos de re-
parte de una concepción instrumental del cono- conciliación que han debido improvisar. No tene-
cimiento que es valorada entre los asháninkas mos información acerca de la forma en que esto
(Belaunde 2005). ha sido llevado a cabo ni sobre el grado de éxito

20
Entrevista personal con Óscar Espinosa. 28 de febrero de 2007.

35
R AFAEL B ARRANTES

de las estrategias ensayadas: estas se hallan contraba la víctima antes de que se cometiera la
todavía en proceso y; por otro lado, no existen violación. Esto toma la forma de compensación
investigaciones acerca de la forma en que los económica por el daño cometido, rehabilitación o
asháninkas conciben la justicia ni cómo es que restauración de la dignidad y reputación de la víc-
valoran y conciben eso que en la teoría se llama tima mediante el uso de distintas medidas como
reconciliación. El reto radica en considerar la for- pueden ser servicios médicos, psicológicos u
ma en que tradicionalmente han concebido la jus- otros, y como satisfacción y garantías de no re-
ticia y la valoración de sus propias particularida- petición. Por ejemplo: búsqueda y divulgación de
des culturales desde una concepción dinámica la verdad, sentencias y sanciones judiciales o
de cultura que ligue la dimensión simbólica de la administrativas a los perpetradores, disculpas
vida asháninka a procesos históricos concretos públicas y conmemoraciones, y prevención de la
como el de la relación entre los asháninkas y el ocurrencia de los hechos (Echeverría 2003).
Estado, y la experiencia de estos durante el con- La tercera, retributiva, tiene como fin imponer
flicto armado interno. castigos proporcionales al daño causado o, en
Los asháninkas, como todo pueblo o nación, otras palabras, restablecer la igualdad perdida
deben elegir distintas vías y formas de justicia debido a la injusticia cometida mediante un cri-
según sus experiencias con la violencia y según men, igualando así el sufrimiento. De esta mane-
sus expectativas de futuro, cultura y formas de ra, se sanciona a los individuos o grupos que da-
comprender el mundo. Un interesante análisis de ñan derechos o libertades de otros. El Estado
las distintas vías de justicia que se han seguido monopoliza las facultades punitivas y de esta
en Europa luego de dictaduras y procesos de vio- manera previene la posibilidad de que las víctimas
lencia ha sido desarrollado por Timothy Garton busquen vías no institucionalizadas de punición y
Ash (2003). Como recuerda el autor, en aquellos venganza. Es, pues, una de las formas en que el
países donde se experimentó regímenes totalita- proceso de la civilización domestica el deseo de
rios «[...] no había una línea divisoria clara entre venganza (Bueno 2006). A continuación se anali-
“ellos” y “nosotros”, sino que cada individuo esta- za cómo se ha experimentado estas distintas for-
ba dividido». Añade el autor que «nadie era senci- mas de justicia en el caso de los asháninkas.
llamente una víctima», sino que también podía ser
victimario. La sentencia de Garton Ash nos ayu- 3.1. Justicia histórica
da a pensar en las implicancias que pueda tener
la experiencia totalitaria21 que vivieron los ashá- Nos hemos referido líneas arriba a la memoria del
ninkas en los caminos de justicia y reconciliación desengaño, a la memoria épica y a la memoria
que deciden recorrer y en la forma en que definan de doble silencio como aquellas versiones del
la distancia entre las víctimas y los victimarios. pasado que lograron eficacia social una vez ter-
En contextos transicionales es necesario dis- minado el conflicto armado interno. Cada una de
tinguir entre tres formas de justicia que dan cuen- estas memorias es una actividad interpretativa
ta de distinta manera de procesos afectivos y po- sobre el pasado que dispone los hechos en fun-
líticos, y consideran de distinta manera el papel ción de las expectativas frente al futuro que tienen
de las víctimas y los victimarios, y su relación los distintos miembros de la sociedad asháninka.
con el Estado: histórica, restaurativa y retributiva. En efecto, hemos visto ya que cada una de es-
La primera, histórica, busca la redefinición de la tas memorias es hegemónica en determinados
verdad histórica y el rescate de la memoria de las grupos sociales, como pueden ser los asháninkas
víctimas. Se trata de la búsqueda de la afirma- más instruidos, los ronderos o las mujeres. En
ción pública de valores y de la producción de un tanto estamos hablando de varias memorias y
marco de sentido con una mayor apertura al re- grupos sociales con narrativas y características
conocimiento de las víctimas (González 2001). particulares, debemos considerar que estas me-
La segunda, restaurativa, se suele plantear morias siempre son construidas en una relación
como la restitución de la situación en que se en- antagónica por lo que siempre tienen una memo-

21
Para una discusión sobre las distintas implicancias que tienen para un período de transición el que el régimen anterior haya
sido autoritario o totalitario, cf. Rosenberg (2003).

36
Sociedades de posguerra en el Perú. Secuelas de la violencia y justicia en el pueblo asháninka

ria con la cual competir. El sentido del pasado es decir, porque siempre como movimiento indí-
entonces activo «[…] dado por agentes sociales gena, como pueblos indígenas somos discri-
que se ubican en escenarios de confrontación y minados, ¿no?
lucha frente a otras interpretaciones, otros senti-
dos» (Jelin 2002). Se hace evidente entonces la Además, los ronderos asháninkas perciben
gravitación política de las tres memorias que se la lucha que llevaron a cabo como una lucha por
disputan la hegemonía del sentido histórico entre la defensa del territorio contra las múltiples ame-
los asháninkas, pero también es importante re- nazas de expropiación. En ese sentido, dicha lu-
conocer, en dicha disputa política, la forma en que cha se relaciona también con la diferenciación
las distintas memorias generan marcos simbólicos entre quien es y no es asháninka; es decir, se
que permiten distribuir de determinada manera los vincula con la asociación entre senderista y colo-
méritos de la lucha contrasubversiva y las penas no. La representación del terrorista como foráneo
por las sanciones cometidas. Las memorias en- permite a los ronderos crear una identidad de gue-
tonces se abren a determinadas formas de ejercer rreros que habría sido recuperada de la tradición
y entender la justicia. y que; por lo tanto, en tanto práctica guerrera y
La memoria del desengaño puede entender- práctica tradicional, legitima el uso de la violencia
se a partir de la percepción de los asháninkas del e implica una exculpación de las violaciones de
pasado de violencia como un episodio más de la los derechos humanos cometidas por ellos. Se
larga historia de engaños e injusticias del que han hace uso del clásico argumento del relativismo
sido víctimas por parte de la sociedad y el Estado cultural antropológico que interrumpe todo juicio
peruanos, específicamente, por parte de sus ve- sobre el otro cuando reconoce sus acciones como
cinos colonos. El hecho de que sean los más parte de tradiciones y valores culturalmente dis-
«educados» quienes defienden este discurso de tintos. No se trata de un desconocimiento de los
ignorancia y engaños revela la intención de dicha abusos, sino de una exculpación por haber ingre-
memoria: iluminar la experiencia de ser víctima y sado a la «lógica de la guerra» en tanto que el
oscurecer la responsabilidad de los que tuvieron objetivo que perseguían era la defensa de sus her-
cargos de mando para así homogeneizar las dife- manos asháninkas y de sus territorios (Villapolo
rencias internas y las responsabilidades entre 2003: 157).
todos los pobladores (Villapolo 2003: 154). La idea Respecto al doble silencio de las mujeres ashá-
es que todos los asháninkas fueron de alguna ninkas, la situación ha cambiado bastante. En el
manera engañados: primero, los más instruidos, contexto de posguerra las mujeres asháninkas
engañados directamente por los militantes del PCP- reclaman un mayor reconocimiento de su partici-
SL; después, el resto de la población, engañados pación durante el proceso de violencia. Si bien
indirectamente a través de la confianza que te- los hombres participaron en la lucha contrasub-
nían en los más instruidos. versiva prestando servicio en las rondas y enfren-
La memoria épica de las rondas se constitu- tándose directamente con el PCP-SL, las mujeres
ye en una suerte de respuesta al poco reconoci- también lo hicieron pues debían cubrir las tareas
miento público que estas reciben. Se trata de una que dejaban de hacer los hombres y constituirse
lucha por ser considerado en la distribución de en un soporte de la defensa comunal en lo econó-
méritos. Nuevamente, la justicia que reclaman ante mico y emocional. Su papel en el conflicto es cada
el Estado responde a una injusticia precedente vez más reconocido gracias a la influencia de la
que se relaciona a su vez con la percepción de perspectiva de género de parte de organizacio-
históricas injusticias que atribuyen al hecho de nes civiles y estatales que trabajan en la zona
ser asháninka: (Villapolo 2003: 160). Para estas mujeres, al igual
que para los ronderos, la memoria se convirtió en
[...] nunca te van a este… reconocer que sí, el un campo de disputa por el reconocimiento de
pueblo asháninka este… participó, los que lle- su rol durante el conflicto y por la necesidad de
van la bandera es el gobierno, ¿no? No que… tratar públicamente el tema de la violencia.
el gobierno… Fujimori ha dado la pacificación, En efecto, además de reclamar el reconoci-
¿no?, pero… eso es mentira... pero nunca el miento de su participación, las mujeres han hecho
gobierno puede decir bueno ha habido un in- de la familia un espacio de transmisión y discusión
dígena que es héroe, ¿no? Jamás lo van a de la memoria puesto que, como reza la tradición

37
R AFAEL B ARRANTES

asháninka, el conocimiento salva y la ignorancia blo Asháninka» con autoridades de las comuni-
pierde (Villapolo 2003). De esta manera, la anti- dades nativas de la Selva central que el programa
gua actitud de silencio ha sido subvertida desde de Protección a Poblaciones Afectadas por la Vio-
el hogar para así prevenir a las futuras generacio- lencia de la Defensoría del Pueblo realizó el 6 de
nes ante futuros engaños y para salvarlos de ex- mayo de 2004 en la comunidad de Puerto Ocopa,
perimentar lo que ellos vivieron. En el período de la Asociación Regional de los Pueblos Indígenas
posguerra, las mujeres dejaron de callar y optaron de la Selva Central reclamó profundizar los estu-
por el recuerdo. Se trata entonces de luchar contra dios sobre la violencia en la zona, pues se consi-
el olvido para que el recuerdo del tiempo de terror deraba que el trabajo de la CVR había quedado
mantenga alerta a las futuras generaciones ante inconcluso.22 La profundización de la historia del
posibles engaños. conflicto en la zona podría generar un escenario
Es necesario separar aquellos aspectos de propicio para el logro de reparaciones y el reco-
las narrativas sobre el pasado que se construyen nocimiento de sus derechos. Es para ellos im-
para enfrentar la justicia fuera de la comunidad de portante poner el acento en las narrativas del pa-
los que se construyen para enfrentarla dentro de sado que los ubican como víctimas tanto del
la comunidad. En el pueblo asháninka, la memo- conflicto como de una larga historia de exclusión
ria del desengaño permite a los más educados y engaños. Lo que se busca es justicia en tanto
justificar sus vínculos con el PCP-SL, mientras que víctimas para recibir compensaciones y para re-
la memoria épica permite a los ronderos restarles cibir disculpas: «[…] antes que nada queremos
legitimidad política. Sin embargo, hacia fuera, que tanto el Gobierno como los militares nos ofrez-
ambas memorias permiten presentar a los ashá- can disculpas; de los subversivos no esperamos
ninkas como un pueblo engañado pero valiente, nada, pero sí de nuestro país» (Rojas 2004).23
que se defiende ante las amenazas foráneas. Las Más adelante veremos de qué modo es que
versiones que compiten a cierto nivel, se apoyan esta forma de concebir el pasado influye en los
a otro nivel generando una imagen de los ashá- reclamos de justicia. Ahora llamamos la atención
ninkas que los acerca a algunas formas de la jus- acerca de la forma en que la disputa entre ambas
ticia estatal (como políticas de reparación), pero memorias se relaciona con los esfuerzos de las
los aleja de otras (como la justicia penal). mujeres por recordar la violencia al interior de las
Hacia fuera, los asháninkas tienen expecta- familias. Es decir, cómo se lleva a cabo una dis-
tivas heterogéneas sobre los temas de justicia: puta pública por ver qué se debe y qué no se debe
si, por un lado, hay una lucha por el reconoci- recordar. El tema gira alrededor de la legitimidad
miento de su participación en la lucha contrasub- pública de los dirigentes que se vincularon con el
versiva y por la necesidad de recibir reparacio- PCP-SL y de la necesidad por parte de los ronderos
nes; por otro lado, no tienen expectativas públicas de que no se ponga en cuestión la legitimidad de
de que el Estado intervenga en justicia penal ni la violencia que utilizaron durante el conflicto.
de que se hable públicamente del tema. Respecto Como ya se ha mencionado, existen entre
de la violencia, parece primar entre los asháninkas los asháninkas fuertes expectativas de acceder a
el deseo de alejar al Estado del tratamiento de la los beneficios de la sociedad moderna y desarro-
justicia retributiva y acercarlo al tratamiento de la llada24 y una arraigada y estetizada autopercep-
justicia histórica y restaurativa. ción de sus comunidades como pacíficas y uni-
De esta manera, los asháninkas llegan in- das (Belaunde 2005: 37; Villapolo 2003: 162). Esta
cluso a reclamar la profundización de los estu- autorrepresentación, sin embargo, oculta tensio-
dios sobre la historia de la violencia en sus terri- nes interiores. Tanto las expectativas de futuro de
torios. En la audiencia pública «El Informe de la desarrollo y modernización como la autopercep-
Comisión de la Verdad y Reconciliación y el Pue- ción como comunidad pacífica y unida son instru-

22
Boletín PAR 84, 14 de mayo de 2004. En APRODEH. ¿Y después de la CVR qué? (Boletín semanal). <http://www.aprodeh.org.pe/>.
23
Samuel Rojas, dirigente de la central asháninka del río Tambo. El Peruano, 14 de mayo de 2004. En APRODEH. ¿Y después
de la CVR qué?
24
Ligadas al mito del «Itomi Pavá», hijo del Sol, mito a partir del cual se mantiene la esperanza de que este personaje
restablezca el orden alterado durante la Colonia y ayude a los asháninkas a recuperar los bienes perdidos. Es decir, les
ayude a acceder a bienes externos a su sociedad.

38
Sociedades de posguerra en el Perú. Secuelas de la violencia y justicia en el pueblo asháninka

mentadas por los dirigentes que se relacionaron sus derechos como pueblo indígena y la asisten-
con el PCP-SL y los dirigentes que lucharon en las cia de este como una forma de reparación. Uno y
rondas. Las disputas entre ellos son dejadas de otro reclamo podrían haber sido defendidos en
lado, en parte, debido a que así se cuidan de la cualquier contexto, hubieran o no ocurrido los
indignación de las «masas» asháninkas en una sucesos de violencia. Pero, en el contexto de
forma de exculpación recíproca (Villapolo 2003). posguerra, el conflicto armado es una buena opor-
Además, las expectativas de modernización y tunidad para que el Estado haga cosas por ellos.
desarrollo son más favorables a estos por estar Se trata entonces de aprovechar su situación de
más vinculados a la sociedad nacional y tener víctimas para demandar derechos que bajo otras
más educación. De esta manera, el recuerdo del circunstancias probablemente no serían visibles.
conflicto y la discusión sobre las tensiones que Hay que tener cuidado, sin embargo, con re-
este dejó es sacado del ámbito público y reduci- ducir estos reclamos a una dimensión puramente
do al ámbito privado y familiar. El paso del tiempo instrumental. Ello nos podría llevar a pensar que el
y la distancia de la amenaza senderista impulsa hecho de que los asháninkas aprovechen su si-
a muchos pobladores a hablar del pasado y las tuación de víctimas para reclamar cosas al Esta-
responsabilidades, pero este pasado no encuen- do es una manipulación y; por lo tanto, nos puede
tra lugar en el ámbito público y; por lo tanto, no llevar a desconocer el hecho de que fueron objeti-
tiene cómo ser procesado dejando vivas las ten- vamente agredidos de una forma en la que ningún
siones y el rencor que produjo la violencia entre pueblo ni sector de la sociedad peruana lo fue. Si
sus víctimas. En su texto, Villapolo hace referencia bien la experiencia de violencia es utilizada, ello
a numerosas declaraciones en las que se reconoce se debe al hecho de que han encontrado un argu-
que algunos asháninkas estuvieron involucrados mento persuasivo para reclamar lo que desde an-
con el PCP-SL y se expresa hacia ellos un grave tes necesitaban. La experiencia de ser víctimas
resentimiento. entonces puede ser entendida en múltiples pla-
nos entre los cuales uno, al que nos referimos
3.2. Justicia como reparación ahora, es de carácter utilitario. Ello en razón del
hecho de que, aun antes de la violencia armada,
Entre los asháninkas se representa a la sociedad habían experimentado tensiones con la sociedad
nacional y al espacio urbano como realidades agre- nacional por el despojo de sus territorios.
sivas frente a los indígenas. Pero, al lado de esta La forma en que se vinculan sus reclamos
imagen negativa, existe también una representa- como pueblo indígena con sus reclamos como
ción positiva de la sociedad nacional sustentada víctimas se deja ver con claridad en el pliego de
en el deseo de acceder a sus bienes comerciales pedidos que hicieron al Estado en el contexto de
y servicios. Belaunde (2005: 27 y 28) llama a esto la audiencia pública organizada por la Defensoría
el modelo desarrollista de la peruanidad. Como del Pueblo que citamos líneas arriba. El texto fue
parte de este modelo, los asháninkas otorgan un elaborado antes de la audiencia por las autorida-
gran valor a la educación. Según la autora, las per- des de las comunidades nativas de la Selva cen-
cepciones recogidas durante su investigación «[…] tral y leído por Hilda Rengifo de la Asociación
acentúan consistentemente la idea de transformar Regional de los Pueblos Indígenas de Selva Cen-
las comunidades a imagen de las ciudades, es tral. Los puntos fueron los siguientes:
decir, convertirlas en lugares con la infraestructura
adecuada para la provisión de servicios, habitados Primero: el estudio resultante de la CVR Nacio-
por profesionales y personas productivas, por bue- nal ha sido un trabajo inconcluso en el pueblo
nos ciudadanos peruanos» (Belaunde 2005: 29). asháninka, nomatsiguenga, caquinte, yanesha
Esta trama de expectativas se relaciona con los de la familia arawak. Ante ello, demandamos
reclamos de justicia y reparación de los daños se constituya una comisión ad hoc multisecto-
sufridos. Las secuelas de la violencia son un moti- rial de la PCM para realizar estudios integral, com-
vo más para reivindicar sus derechos ante el Esta- pletamente representativos por un lapso de seis
do, sean de autonomía o de desarrollo. meses, a partir de su aprobación, y de que se
En efecto, si algo se reclama al Estado en garantice fondos económicos para alcanzar el
términos de justicia por los daños sufridos duran- objetivo planteado, con la participación directa-
te el conflicto armado es el reconocimiento de mente de las organizaciones indígenas.

39
R AFAEL B ARRANTES

Segundo: exigimos la implementación, amplia- Este tipo de reclamos a la CVR han sido bas-
ción y cumplimiento del Decreto Supremo 015- tante comunes en distintas zonas afectadas por
2001 de PCM, del Plan de Acción Prioritario de la el conflicto, a pesar de que en mayo de 2004 ya
Mesa de Diálogo y Cooperación para las Co- habían pasado más de ocho meses desde que
munidades Nativas, referido a construir condi- esta fue desactivada. El hecho de que en la per-
ciones de paz y seguridad para las comunida- cepción de muchos peruanos se reduzca la polí-
des nativas de la selva central. tica estatal en temas de reconciliación al trabajo
Tercero: pedimos se incluyan los derechos de de la CVR tiene que ver con dos puntos: a) con
los pueblos indígenas y comunidades nativas que no todos entendieron que la CVR no fue crea-
en la Constitución Política del Perú, propuesto da para implementar políticas, sino para recons-
y aprobado por la consulta indígena nacional truir la verdad y escribir propuestas de reconcilia-
del 12 al 14 de abril del 2003. ción, y b) con que sus recomendaciones no han
Cuarto: exigimos la implementación del siste- sido continuadas por el Estado, lo que generó que
ma institucional para los pueblos indígenas en muchos peruanos se sintieran defraudados.
el Poder Ejecutivo, bajo el organismo público Pero esta percepción de fraude y la conse-
descentralizado, encargado de la ampliación cuente sensación de incredulidad no solo se ex-
de políticas públicas para el desarrollo de los presó contra la CVR. El anunciado Plan de Paz y
pueblos indígenas. Desarrollo que promovió el entonces presidente de
Quinto: pedimos la creación de un instituto su- la república, Alejandro Toledo, durante el 2004, que
perior tecnológico público asháninka río Tam- respondería en parte a las recomendaciones de la
bo-Selva Central para un desarrollo de nues- CVR y que contemplaba un paquete de programas
tros pueblos recónditos del Perú.25 sociales en educación, salud e infraestructura sa-
nitaria también fue percibido como un engaño:
El reclamo parte de un tema de memoria y la
construcción de paz para pasar luego al recono- Las reuniones y promesas, así como los anun-
cimiento de los derechos indígenas y la produc- cios por parte del gobierno sobre el Plan de Paz
ción de políticas públicas destinadas a su desa- y Desarrollo, es otra de las mentiras y engaños
rrollo. El vínculo entre el conflicto armado y la larga del presidente Alejandro Toledo. Por ello, como
historia de injusticias y engaños por parte de la representante de un pueblo castigado y sumido
sociedad y el Estado peruanos se expresa en el en la extrema pobreza rechazo rotundamente
plano programático en sus reclamos como vícti- esta mecida que atenta contra los pueblos ashá-
mas y sus reclamos de desarrollo como indíge- ninkas de la selva central. (Santiago Contoricón
nas marginados de la nación. Antúnez, alcalde distrital de Río Tambo)27
Durante el mismo evento, Fernando Rivas Ca-
rranza, presidente de la Federación de Comuni- Dicho sentimiento no es expresión de una
dades Asháninkas del bajo Perené26 declaró: susceptibilidad desmesurada ni una distorsión an-
tojadiza. A pesar de que el caso de los asháninkas
No es ninguna dádiva lo que pedimos, sino fue ampliamente divulgado y había sido utilizado
nuestro derecho, porque son huérfanos, viudas, como ejemplo constantemente por quienes de-
víctimas que cayeron en combate, inválidos, fendían las recomendaciones de la CVR, este no
madres sufridas, niños abandonados y des- fue incluido en el Plan Integral de Reparaciones:
plazados de sus mismas comunidades los que programación multianual 2005-2006, publicado por
aún no encuentran ningún reconocimiento con decreto supremo de la presidencia del consejo
la CVR. Es por eso que para nosotros este ha de ministros y anunciado para ser implementado
sido un informe genérico, inconcluso, no he- desde el 2006 hasta el 2010. Se escogieron ocho
mos oído puntos concretos para desarrollar, no regiones: Ayacucho, Huancavelica, Apurímac,
se ve nada. Huánuco, Junín, Ucayali, San Martín y Pasco; de

25
Boletín PAR 84, 14 de mayo de 2004. En APRODEH. ¿Y después de la CVR qué?
26
La República, 7 de mayo de 2004. En APRODEH. ¿Y después de la CVR qué?
27
Correo, edición regional Huancayo, 20 de enero de 2004. En APRODEH. ¿Y después de la CVR qué?

40
Sociedades de posguerra en el Perú. Secuelas de la violencia y justicia en el pueblo asháninka

las cuales se priorizaron 35 provincias, 129 distri- las obliga a repensar la forma en que se plantea
tos y 562 comunidades rurales (Comisión Multi- la reparación individual de las víctimas y a plantear
sectorial de Alto Nivel 2006: 128). Debido a ello, el tema de las reparaciones colectivas en relación
representantes de las comunidades nativas de río con la particular experiencia de vida colectiva que
Tambo y río Ene, provincia de Satipo, de los gru- viven los pueblos indígenas.
pos étnicos asháninkas, matsiguenga y kakinte
tuvieron que reclamar su inclusión para no ser 3.3. Justicia como retribución del daño en
excluidos de sus beneficios.28 un escenario de difícil reconciliación
El vínculo entre justicia y desarrollo supone
un reto tanto para el Estado peruano como para Al tener dificultades para el tratamiento público de
las organizaciones de derechos humanos que tra- las secuelas que dejaron los crímenes durante el
bajan el tema de reparaciones. Ello debido a que conflicto armado interno, los asháninkas limitan
la forma en que se asocia reparación con desa- sus posibilidades de transformar su sociedad ha-
rrollo entre los asháninkas tiene características cia la reconciliación. Existen evidencias de ten-
particulares que pueden obedecer a varios facto- siones en la forma en que se ha mantenido la dis-
res que es preciso explorar con más detenimien- cusión de la violencia armada lejos de la esfera
to. Hay que tomar en cuenta, para comprender la pública asháninka y en la insistencia de algunas
forma en que los asháninkas conciben la justicia mujeres en conservar la memoria y enseñarla a
restaurativa: a) El hecho de que han construido sus hijos, así como en el descubrimiento de Villa-
su identidad a partir de la idea de la marginación polo de formas de rencor entre quienes sufrieron
estatal y que la violencia armada se constituye un daño y tienen que convivir con sus perpetrado-
en una oportunidad para reclamar derechos al res, sean estos pobladores asháninkas o colonos.
Estado. La condición de víctima, producto de la De lo poco que se conoce sobre la forma en
violencia armada, es vista como un episodio más que se viene procesando la justicia retributiva en-
dentro de una historia de victimización y; por lo tre los asháninkas, podemos deducir, primero, que
tanto, existe continuidad entre el desarrollo me- si respecto a las reparaciones los asháninkas
recido por la histórica expropiación de sus terri- reclaman un papel activo del Estado y la socie-
torios y las reparaciones debidas a la violencia. dad peruana, respecto a la construcción de la
b) El que haya una capa dirigente interesada en memoria y la justicia penal la intervención del
acceder al desarrollo debido en parte a que son Estado no es vista de la misma forma. El proble-
quienes tienen mayor capacidad de desenvolver- ma radica en que, específicamente en lo que ata-
se en escenarios modernos y quienes pueden ñe al tema penal —debido a que lo que se pone
sacarle más provecho. No tomar en cuenta esas en juego es la libertad de las personas—, el asunto
particularidades puede llevar a los agentes estata- es particularmente complicado dado que cuando
les a pensar que para los asháninkas reparación se trata de crímenes en los que se ha visto involu-
es exactamente lo mismo que desarrollo. Equipa- crado un asháninka, la justicia estatal entra en
rar lo uno y lo otro ha demostrado ser bastante tensión con el anhelo indígena de que se respete
tentador para la elite política peruana, pues supo- su autonomía comunitaria y sus mecanismos
ne que sus obligaciones hacia los asháninkas no consuetudinarios de gestión de la justicia.
son en tanto víctimas sino en tanto pobres. Du- La manera en que se vincula la justicia esta-
rante los años precedentes al conflicto ha sido tal con la indígena está estrechamente ligada al
común en nuestra clase política confundir el len- proceso de civilización y modernización de las
guaje del desarrollo con el de la justicia. De esta sociedades. Según Elías (1987), el proceso de
manera se dificulta el reconocimiento de las fal- civilización de las instituciones y los sentimien-
tas cometidas por el Estado durante el conflicto tos supone la posibilidad de canalizar los senti-
(Reátegui 2005b). Ello puede llevar a una cómoda mientos de venganza en formas institucionales
confusión de lo que para los asháninkas significa de justicia. Por ello, en ausencia de un Estado
la justicia restaurativa. También es un reto para capaz de garantizar el procesamiento de la ven-
las organizaciones de derechos humanos, ya que ganza de manera imparcial y estable, se abre

28
Perú 21, 4 de julio de 2005. En APRODEH. ¿Y después de la CVR qué?

41
R AFAEL B ARRANTES

espacio a distintas formas de justicia que operan que no se da tratamiento público a la experiencia
más allá de la legalidad construida. Así, la justicia de la violencia armada y en el que; por lo tanto,
ha transitado de las guerras privadas medievales no encuentra posibilidades de institucionalización.
hacia las penas retributivas estatales debido a la Algunas pistas del problema son desarrolladas
monopolización estatal de los impuestos que por Villapolo. Según dice:
permitió financiar la hasta entonces inexistente clase
militar, garantizando el monopolio de la violencia [...] las leyes consuetudinarias que caracteriza-
sobre la población y el territorio bajo su jurisdic- ron las prácticas locales de justicia no funcio-
ción. En este movimiento se logró garantizar el ejer- nan, porque no hay un tratamiento público del
cicio judicial imparcial e independiente gracias a la delito. De hecho, quienes administran justicia
eliminación del odio como justificación de los pro- en la comunidad son los ronderos, y algunos de
cesos judiciales. La justicia retributiva pasó a ser ellos han sido ex mandos senderistas. Los ritos
responsabilidad de los Estados que comenzaron tradicionales para elaborar la violencia tampoco
a ser el principal actor activo. De esta manera, funcionan, pues se ha producido un desfase
se quitó espacio a la posibilidad de la venganza entre el desborde de la experiencia y sus cono-
individual (Orozco 2003). Pero este proceso no cimientos curativos. (Villapolo 2003: 166-167)
solo tuvo como resultado la racionalización de la
justicia, sino que también fue eficaz en la organi- Cada vez se asume más que la guerra no fue
zación social estimulando la formación de auto- solo entre asháninkas y el PCP-SL, sino también
coacciones y controles autónomos e interiores. entre asháninkas y asháninkas (Villapolo 2003).
Se produjo entonces una correspondencia entre El control total que sufrieron los asháninkas de
la estructura social y la emotiva «[…] cambian- manos de los mandos senderistas melló la con-
do de modo paulatino la configuración de las fianza al interior de la comunidad haciendo que la
emociones y las pautas de los afectos […] consigna «el partido tiene mil ojos y mil oídos»
[pues] el individuo se ve obligado a organizar se haya confirmado a sí misma. Si bien los man-
su comportamiento de modo cada vez más dife- dos asháninkas más conocidos y los que perma-
renciado, más regular y más estable» (Elías 1987; necieron más tiempo al lado del PCP-SL ya no es-
Jurado 2004). tán, otras personas que tuvieron cargos de mando
En el derecho moderno la justicia retributiva pero que por diversos motivos abandonaron las
tiene como finalidad restablecer la igualdad perdi- filas senderistas siguen viviendo con ellos. Sin
da por un crimen o injusticia para igualar así el embargo, durante el tiempo en que engrosaron
sufrimiento. La monopolización de este mecanis- las filas senderistas tuvieron espacio suficiente
mo por parte del Estado tiene como justificación para cometer abusos, forzar al trabajo, asesinar
asegurarse que el daño retribuido sea proporcio- gente, etcétera. El rencor hacia ellos está enton-
nal al causado, y que no se violente durante esta ces estrechamente ligado al tipo de afinidad que
canalización de la venganza los derechos de las tuvieron con el PCP-SL (si la tuvieron porque esta-
personas, así estas sean culpables o calificables ban obligados o por voluntad propia) y a los crí-
como criminales. De esta manera, al monopoli- menes que cometieron. La convivencia con ellos
zarse las facultades punitivas, la sociedad se evi- es difícil y está llena de tensiones que limitan las
ta que las víctimas se conviertan en vengadores y posibilidades de cualquier iniciativa de micro re-
busquen vías no institucionalizadas de justicia. conciliación.29
Es esta, pues, una de las formas en que se do- Los motivos por los que se han visto obliga-
mestica mediante el proceso civilizatorio los afec- dos a convivir con quienes engrosaron las filas
tos agresivos producto de la victimización. senderistas a pesar de las tensiones latentes,
Nos interesa ahora plantear algunas reflexio- quedan pendientes de ser investigados. Por el
nes que nos permitan acercarnos al problema de momento, podemos suponer que obedecen a la
la forma en que los asháninkas conciben la justi- necesidad de buscar una solución colectiva a sus
cia que atañe a la retribución de un daño, y el problemas de reconocimiento y de acceso a ayu-
lugar que tiene la venganza en un contexto en das externas de desarrollo y reparación; y a la

29
Entrevista a Leslie Villapolo, 8 de marzo de 2007.

42
Sociedades de posguerra en el Perú. Secuelas de la violencia y justicia en el pueblo asháninka

existencia de una estética comunitaria que idea- tancia que se le da a la construcción de un futuro
liza a la comunidad como un lugar bonito y orga- con desarrollo y modernización, y a la autorrepre-
nizado. El que convivan entre víctimas y victima- sentación asháninka como comunidad pacífica y
rios tal vez sea producto de un acomodo temporal unida son útiles tanto para los dirigentes que se
debido a la fuerza de las circunstancias.30 relacionaron con el PCP-SL como para los que se
Según Belaunde (2005), esta estética comu- les opusieron organizándose en rondas. La ex-
nitaria se liga a una forma especial de concebir culpación recíproca a la que nos referimos líneas
la autonomía de la persona. El indígena repre- arriba entre unos y otros puede entenderse como
senta su vida en la comunidad de manera positi- lo que Orozco (2003) ha llamado compensación
va, y su pertenencia a ella es libre, no por impo- retributiva de culpas. Por un lado, los que se rela-
sición ajena. Por eso mismo, la tolerancia a los cionaron con el PCP-SL se autocalifican de enga-
conflictos es baja y la valoración del diálogo y la ñados; por otro lado, los ronderos se conciben
ayuda mutua elevada. Si uno no está a gusto o como una suerte de vengadores o, mejor dicho,
los conflictos se hacen insoportables, siempre como víctimas-victimarios inocentes (Orozco
existe la posibilidad de mudarse de comunidad y 2003). En algunos contextos, esta doble catego-
buscar un lugar donde el ideal de vida comunita- ría de víctimas-victimarios sirve para calificar y
ria sea realizable, por lo que las posibilidades de desprestigiar a los asháninkas que se relaciona-
fraccionamiento residencial y de movilidad intra- ron con el PCP-SL como victimario-víctima culpa-
comunal son elevadas. Esto se puede entender ble y así ganarles poder dentro de la comunidad.
como una estrategia tradicional para huir de los En otros contextos, esta doble categorización
conflictos y el dolor. Ello explica el hecho de que sirve para que tanto los involucrados con la sub-
asháninkas que no han podido soportar la muer- versión como con la lucha contrasubversiva se
te de un ser querido se hayan ido al monte para presenten como víctimas engañadas opuestas al
alejarse de la comunidad y del «espíritu» de sus PCP-SL en una suerte de compensación retributiva
seres queridos:31 de culpas y reclamen su derecho a olvidar. Olvi-
dar es un derecho solo de aquel que se concibe
Y esta persona se larga lejos, al monte, porque como víctima, mientras que recordar es un deber
en la ira que ha tenido su sangre está hirvien- de los culpables (Orozco 2003).
do. Quiere ir lejos hasta que le pase esto. Por- Las dificultades para llevar a cabo procesos
que dice que si no hace dieta, va a gestar la de microrreconciliación entre los asháninkas ra-
persona. Porque la sangre de la otra persona dican, pues, en el hecho de que entre víctimas y
ha entrado en su cuerpo y ahí sale embarazado victimarios existan muchas zonas grises. En ge-
como una mujer […] Quince días, hasta un mes neral, las guerras irregulares o totales se carac-
después regresa a su casa todo pelado. […] terizan porque en ellas no se respeta la distin-
Ahora es diferente. Lo que es ahorita es proble- ción entre combatientes y no combatientes, por
mas sociales.32 lo que devienen en ciclos ampliados de vengan-
za en los que todos se califican mutuamente
Si bien esta estrategia puede considerarse como victimarios o se identifican permanentemen-
como una forma de procesamiento del duelo y el te con las víctimas. Por lo tanto, la diferenciación
rencor, muestra a su vez los límites que tienen tosca entre víctimas y victimarios colapsa (Oroz-
los asháninkas para llevar a cabo estrategias de co 2003). El caso de los asháninkas, en el que
microrreconciliación comunal. Si, por un lado, las existen dificultades para la reconciliación y en el
mujeres quieren recordar y; por otro lado, el re- que no existe una clara distinción entre víctimas
cuerdo no tiene lugar en el ámbito público, lo que y victimarios, caben las siguientes preguntas:
se genera es una tensión que mantiene vigente al ¿dónde queda el rencor entre los sobrevivientes
interior de la comunidad la marginación de quie- de la guerra?, ¿qué tan posible es que este se
nes vivieron durante la violencia como masas del transforme en deseos de venganza en la privati-
senderismo (Villapolo 2003: 166-167). La impor- zación de la justicia retributiva?

30
Entrevista a Leslie Villapolo, 8 de marzo de 2007.
31
Entrevista a Leslie Villapolo, 8 de marzo de 2007.
32
Cita tomada de Villapolo (2003: 166-167).

43
R AFAEL B ARRANTES

No todos los sobrevivientes de una guerra tie- tengan que convivir con ellos y esta clase de sen-
nen la rabia necesaria para convertir su dolor en timientos no tenga cabida en el ámbito público.
deseo de venganza o reclamo de justicia. Orozco Para quienes lo sufren, el rencor y el deseo de
distingue rabia aterrorizada (concepto recogido de venganza es una realidad cotidiana y, según su
Zigmunt Bauman) de rabia humillada (concepto magnitud y la resistencia de la persona, puede
recogido de Thomas Scheff) para diferenciar a los ser muy difícil de asimilar:
que son simplemente sobrevivientes de los que
pueden convertirse en vengadores. Toda victimi- […] bueno mira ve yo tuve un…, un sobrino que
zación es un acto de humillación y de afirmación cuando le mataron a su mamá y su papá, él se
de poder. La víctima es convertida en objeto, es escapó, ¿no? Vio todo lo que, como este… lo
cosificada y negada en su dignidad y derechos. han asesinado a sus papás, ¿no?... Sí, enton-
La relación entre victimización y venganza está ces él se siente muy... como que él no cree en
mediada por la rabia que produce su degradación nada, ¿no? Lo que piensa es vengarse, ven-
como persona. Cuando esta rabia no ha aplasta- garse y nadie le puede quitar... no sabe, enton-
do a la víctima y esta puede reconocer la injusti- ces. Y lo que nosotros conversamos, mira ve
cia de la violencia recibida, es que puede surgir la no podemos vengarnos con cualquier perso-
figura del vengador: na, ¿no? Entonces él decía, ¿no?, pero gracias
que ya él falleció también, ¿no?... Él quería ven-
[...] el vengador es alguien que se resiste a de- garse con cualquier persona que venía; le pre-
jar de ser sujeto de dignidad y de derechos. La guntaban, y no quería dar esa información, ¿no?
venganza es indudablemente una expresión de Este… sentía una rabia así, ¿no? Sentía una
auto-estima profunda, de profundo sentido del rabia, ¿no?... como que se ha vuelto loquito,
valor de la propia dignidad. A través de la ven- entonces él se desmayaba... y entonces… Pero
ganza el vengador quiere subvertir la afirma- hay muchos, hay muchas personas así, que
ción de desigualdad contenida en el acto de tienen ese sentimiento, que quieren vengarse.
victimización. La víctima convertida en victima- (Ex dirigente asháninka, mujer, 20 de febrero
rio, quiere restaurar su dignidad, afirmarse de 2007)
como todopoderosa mediante la reducción de
su victimario —o de quien lo represente— a la Dentro de su teoría de los sentimientos de
condición de nada. [...] Es precisamente bajo justicia, Orozco se pregunta por las condiciones
el dominio de la dialéctica entre la vergüenza y sociales bajo las cuales una víctima se transfor-
el —falso— orgullo, entre la humillación y la ma en vengador. Más allá del hecho de que no se
exaltación que se estructuran la rabia y el odio haya aterrorizado ni paralizado, ciertas situacio-
retributivos como sentimientos «morales». nes sociales disponen más que otras a la privati-
(Orozco 2003) zación de la venganza. Así, a pesar de que no se
anima a dar una respuesta final, dice que entre
Lo más probable es que, entre los sobrevi- los factores sociales que podrían tenerse en cuen-
vientes, quienes sientan una rabia humillada y no ta están: la ausencia de Estado y de un aparato
aterrorizada sean los que no fueron víctimas di- eficiente y creíble de justicia, la sobreestimación
rectas. Es decir, los familiares o amigos de la cultural del honor personal y familiar, y la existen-
víctima. cia de oportunidades como el acceso a armas o
Hacia fuera del pueblo asháninka el senti- a organizaciones armadas. Para el caso de un
miento de venganza o el odio retributivo es rápi- «colectivo, etnia, nación, grupo religioso o partido
damente dirigido contra los colonos percibidos político», dice el autor, los agravios o injusticias
como senderistas. Vale la pena recordar la cita estructurales llevan a la autorrepresentación de
escrita líneas arriba: «[...] hay veces veo a perso- las heridas de un grupo victimizado y la represen-
nas de la sierra, peor cuando veo que son quema- tación del enemigo como victimario: «En su de-
ditos, yo siento una cólera ¿no?... coraje…». sarrollo, a las representaciones abstractas y más
Hacia dentro, el sentimiento de venganza es diri- estructurales de la victimización, los enemigos le
gido contra los asháninkas que tuvieron alguna van sumando a la imagen del enemigo todos los
relación con el PCP-SL, a pesar de que, debido a motivos concretos y más recientes de odio que
las circunstancias mencionadas anteriormente, resultan de la barbarie de la confrontación» (Orozco

44
Sociedades de posguerra en el Perú. Secuelas de la violencia y justicia en el pueblo asháninka

2003). Es ahí donde radica el problema al que ya Entonces eso también hemos advertido bien
nos referimos antes: el de la identificación del PCP- al gobierno, presentamos pronunciamientos,
SL con la población colona y; por lo tanto, de la ¿no? O sea está así... bueno si es que vuelve
vinculación entre las injusticias históricas que han nosotros vamos a salir adelante, ¿no? Vamos
sufrido los asháninkas relativas al desconocimien- a salir adelante, no vamos a tener temor que…
to de sus derechos y el despojo de sus tierras Bueno si mato, me van a llevar a la cárcel. Si
con las injusticias vividas durante el conflicto ar- nos llevan, pero con gusto defendiendo nues-
mado en la década de 1990. Ello nos acerca a tros derechos, ¿no? (Ex dirigente asháninka,
uno de los elementos que se debe considerar en mujer, 20 de febrero de 2007)
el estudio de la forma en que se concibe la justi-
cia retributiva entre los asháninkas: la forma en Las posibilidades de acudir al Estado y gozar
que el rencor y el deseo de venganza se vinculan de su protección se redujeron en el contexto de la
con una lectura de la historia en la que su rela- violencia en tanto se creó la percepción de que el
ción con los colonos y la comunidad nacional ha Estado (como ya se adelantó en la segunda parte
estado atravesada de injusticias y engaños. de este texto) no los protegió como debía:
Esto se relaciona directamente con el miedo
al retorno del PCP-SL y el discurso que han desarro- […] si yo iba a un puesto policial decían: «No
llado acerca de la actitud que tomarían en caso de pues sabes qué, murió así pues, pero qué vas
que esto suceda. Este discurso comenzó a for- a hacer si Sendero lo mató». No sabemos aho-
marse con la constitución de sus rondas de auto- ra si el ejército, por el otro lado, se te van ha-
defensa. En el contexto del asesinato de Alejan- ciendo frente y dicen ya pues como quien dice
dro Calderón (dirigente asháninka del valle del río ya murió, murió, ¿ya? Entonces es eh… es el
Pichis que fue muerto en manos de miembros del gran problema, que la gente tiene resentimien-
MRTA como forma de venganza por su presunta par- to y dicen: «No, nosotros como ya no tenemos
ticipación en la captura de Máximo Velando, uno opción no hay algo futuro para nosotros, ¿ya?
de los líderes del movimiento guerrillero de 1965) y Entonces hay que esperar que reviente la cosa
de la conformación del «ejército asháninka» que y nosotros empezamos, ¿no?» (Ex dirigente as-
expulsó a los grupos subversivos que operaban en háninka, hombre, 15 de febrero de 2007)
la zona, los asháninkas del Pichis publicaron un
comunicado el 5 de enero de 1990 que decía: Lo mismo ocurre con el discurso de los dere-
chos humanos y la legalidad estatal. La percep-
Nosotros no hemos provocado a nadie. Desde ción de que la legalidad no funciona o, mejor di-
ya hace muchos años nosotros somos los per- cho, funciona al revés, los puede abrir a la
judicados por lo que está ocurriendo en nues- posibilidad de tomar la justicia por sus propias
tro río porque los abusos, las amenazas y la manos:
represalia nos llega de todos lados [...] Noso-
tros no vamos a dejar que nos abusen y que [...] este señor [Abimael Guzmán] por culpa de
nos maten en nuestra propia tierra. Si nos des- él murieron setenta mil peruanos, debe ser una
conocen como indígenas y nos desprecian, sentencia final, una cadena perpetua, debe
nosotros también somos fuerza.33 morir, porque pues dime si mató setenta mil y
este señor mató veinte mil y este mató diez mil
La frase «nosotros también somos fuerza» y este mató 30, ahora nosotros vemos, la ley
es válida también cuando se considera la posibi- propia dice hay que sentenciar y hay que matar
lidad de que los hechos de violencia se repitan: al violador, una persona que viola posiblemente
ya sea niño o un amigo […] [ininteligible] […]
[…] como pueblo indígena nos sentimos orgu- vive, o sea supuestamente ya hizo el acto, pero
llosos que estamos muy seguros de que no va esta persona que mató más de setenta mil no
a volver nuevamente esa violencia porque si tiene una… o sea le dan más prioridad a él que a
vuelve nosotros nos vamos a adelantar, ¿no? la otra persona, así es. Entonces nosotros deci-

33
Cita tomada de Espinosa (1996).

45
R AFAEL B ARRANTES

mos «Ah no la ley es, es al contrario, o sea a un delincuente, le eliminamos los cuatro de-
cuanto más matas es menos sentencia». Este dos porque si tiene los cinco dedos completa
mata dos, tres y es más sentenciado que el la mano y no puede trabajar, solamente la utili-
otro. Yo digo no, entonces toda la comunidad za para robar, mejor que se corte los cuatro
dice no, nosotros vamos a matar más [...] dedos, entonces formalmente si yo [...] [ininteli-
gible] [...] con mis manos así, a no este está en
[...] ahora la gente está… tienen en mente cuando [...] [ininteligible] [...] que ha sido un delincuente
dicen, bueno ya el jefe del Sendero, Abimael Guz- y así pues, así está hecho la ley del indígena.
mán, ya va a salir, entonces dice: «Ah... entonces (Ex dirigente asháninka, hombre, 15 de febrero
yo puedo violar, puedo matar, con dos, tres per- de 2007)
sonas no pasa nada, y si Abimael Guzmán mató
más de setenta mil personas y no pasa nada, o La representación de los colonos como posi-
sea quien le avala los derechos humanos quien bles miembros del PCP-SL es problemática desde
le avala [...] [ininteligible] [...] o sea que si yo una perspectiva de justicia indígena. Sobre todo
puedo matar, no pasa nada, me encerrarán 15 si consideramos el temor real de que regrese el
ó 20 años, no está mal, ¿no?». Entonces eso la PCP-SL a la zona y el hecho de que existe un dis-
gente está en mente, dice: «No, nosotros tenemos curso radicalizado que contempla la posibilidad
una ley hoy en día mire, ve o sea…» (Ex dirigente de privatizar la justicia si el conflicto armado vuel-
asháninka, hombre, 15 de febrero de 2007) ve a producirse.
Por lo menos en el plano del discurso, se
El problema de que se abran a la posibilidad anuncia un tratamiento más radical a los sende-
de tomar la justicia por sus manos tiene poco ristas y se habla de «tomar la justicia en sus pro-
que ver con las formas tradicionales de hacer jus- pias manos». Esto resulta problemático dada la
ticia en tanto no se responde a un período de nor- identificación que existe entre senderistas y co-
malidad, sino a un contexto de guerra en el que, lonos. Se habla de personas que se hacen pasar
debido a que la legalidad del Estado no funciona, por senderistas para robar y ello implica riesgos
todo vale. Se trata entonces de una concepción serios, ya que una persona que por sus marcado-
de la justicia que ha sido transformada con el res étnicos sea percibida como senderista puede
conflicto armado montándose con la percepción llevar a que se la agreda. Declaraciones de este
histórica de engaños e injustos maltratos. De esta tipo no significan necesariamente que los ashá-
manera, la justicia normal y consuetudinaria se ninkas actuarían de esa manera al aplicar la jus-
militariza. En sus versiones más extremas, cual- ticia asháninka, pero sí nos dicen de un senti-
quier forma de criminalidad es posible de ser con- miento o una actitud radicalizada frente a la
cebida como un acto de subversión, puesto que justicia. No existe información certera, pero se
algunos delincuentes estarían utilizando el recuer- dice que, al igual que en otras regiones del país,
do del miedo hacia el PCP-SL como una estrategia ha habido casos no reportados en los que pre-
para cometer sus crímenes: suntos senderistas o simpatizantes han sido eje-
cutados después de haber caído prisioneros en
[...] se acaba todo este problema, ahora viene manos de ronderos.
la delincuencia, hay muchos que ya optaron Esto no obliga a suponer que los colonos va-
como dice a ponerse la pasamontaña, a llevar yan a ser sistemáticamente agredidos y que la
su arma, y a atacar a quien tiene más dinero o venganza se vaya a expresar en crímenes contra
más productos. Dice, no pues, este señor tiene la población colona de parte de los asháninkas.
que hacer trámites va a sacar 1.000 sacos, en- Pero sí invita a pensar en qué forma el conflicto
tonces hay que robarle, se hacen pasar como armado interno ha agravado aún más la relación
subversivos con pasamontañas, entonces he- entre asháninkas y colonos y de qué modo una
mos dicho no [...] hemos dicho no, acá hay que reconciliación entre poblaciones con territorios
hacer otra ley otra ley [...] [ininteligible] [...] debe vecinos es difícil de lograr. En general, estos ele-
ser eliminado y si va a seguir entonces hace- mentos deberían llevarnos a discutir más amplia-
mos un acuerdo y esa ley vas a ver nosotros mente sobre la forma en que las concepciones
no… no existen las leyes digamos eh… del de justicia entre los asháninkas han sido trans-
Estado no, entonces dijimos ah no, agarramos formadas en la actual situación de posguerra.

46
Sociedades de posguerra en el Perú. Secuelas de la violencia y justicia en el pueblo asháninka

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49
Las universidades después del conflicto: notas para un debate

Las universidades después del conflicto:


notas para un debate

PABLO SANDOVAL Y EDUARDO TOCHE*

En las últimas décadas parece existir un consen- cerbada politización que la colocó a lo largo del
so en reconocer a la educación superior como el siglo XX en medio de situaciones críticas y, parti-
eslabón privilegiado para vincular la integración cularmente en las décadas de 1980 y 1990, en
cultural, la movilidad social y el desarrollo pro- un contexto de extrema violencia.
ductivo. En teoría, una sociedad con altos niveles Bajo estas consideraciones, ¿vale la pena
de cobertura y buenos logros educativos tiende a discutir sobre el conflicto armado interno que afec-
ser más igualitaria en su estructura de ingresos, tó a las universidades peruanas? ¿Qué provecho
a contar con mayor cohesión cultural y mercados reporta mirar el pasado reciente de nuestras uni-
culturales más diversificados, y a crecer median- versidades y auscultar en sus memorias de vio-
te la aplicación de conocimiento tecnológico al lencia y represión? ¿Qué viene sucediendo en las
proceso productivo (Hopenhayn 2003). Sin em- universidades una vez que el ciclo de conflicto
bargo, este no parece haber sido el camino esco- armado se ha cerrado? Sin caer en una explica-
gido en el Perú. ción mecánica o determinista, hay que señalar
El desinterés oficial, graficado en los exiguos que la evidencia muestra más de una conexión
recursos que destina a la investigación y la edu- entre la exclusión de la universidad, la politiza-
cación superior, sumado a la ausencia de planes ción extremista de sus actores y el desencade-
estratégicos y la insistencia de las autoridades y namiento de la violencia en sus claustros.
parte importante de los miembros de la comuni- Podrían ser varias las maneras de satisfacer
dad universitaria en una visión estrecha, muchas a estas interrogantes, pero queremos aquí enfati-
veces utilitaria y sin gran proyección, han hecho zar tres. La primera deriva del hecho de que la
de la educación superior un ámbito evidentemen- universidad pública se ha convertido en un espa-
te distanciado del contexto nacional. cio fundamental para comprender el desarrollo del
En efecto, la universidad peruana se ha ale- conflicto armado que asoló al Perú en las déca-
jado paulatinamente desde hace décadas de das de 1980 y 1990. Al respecto, el Informe Final
cualquier proyecto de renovación académica y de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR)
tecnológica, promoviendo en cambio su enclaus- menciona que el sistema educativo —en particu-
tramiento y desconexión de los nuevos retos y lar la universidad— fue un espacio clave en el ori-
necesidades de la sociedad contemporánea. De gen y reproducción de ideologías radicales de
alguna manera, todo ello ha posibilitado que re- corte autoritario, en especial del Partido Comu-
salte como una de sus características una exa- nista del Perú-Sendero Luminoso (PCP-SL). Para

*
Pablo Sandoval, antropólogo, es investigador del Instituto de Estudios Peruanos; Eduardo Toche, historiador, es investiga-
dor de DESCO.

51
P ABLO S ANDOVAL Y E DUARDO TOCHE

el PCP-SL la universidad significó un espacio de gación sobre la constitución de identidades indi-


interés estratégico tanto para la difusión de su viduales y colectivas bajo contextos de represión
ideología como para la captación y reclutamiento y violencia política. Este interés por las «memo-
de militantes entre estudiantes y docentes, los rias» se desarrolla además bajo un contexto epis-
cuales cumplirían después labores de proselitis- temológico particular que tiene ya varios años: el
mo armado fuera de los claustros. Esto provocó llamado giro cultural e interpretativo en las cien-
que las universidades fueran estigmatizadas y, en cias sociales y las humanidades, que ha impac-
cierto sentido, violentadas tanto por el PCP-SL como tado fuertemente en disciplinas como la historia
por el Estado (Sandoval 2005). y la antropología, pasando por el psicoanálisis y
Una segunda respuesta es que después de los estudios culturales.1
finalizado el conflicto armado, los actores universi- Sin embargo, a pesar de la importancia seña-
tarios no han discutido abiertamente sobre el ciclo lada, hasta el momento han sido insuficientes los
de violencia que golpeó a sus centros de estudio. esfuerzos hechos en el país en este sentido. Lue-
Tampoco han intentado sacar lecciones de esta go de presentado el Informe Final de la CVR, se
experiencia ni han elaborado un discurso (o varios) exacerbaron las esperables críticas provenientes
que promueva la reflexión sobre el futuro de la univer- de aquellos sectores que suponían afectados sus
sidad mediante la integración y el reconocimiento intereses con lo afirmado en dicho documento. Más
del pasado reciente de violencia. Por el contrario, allá de la fuerza de sus argumentos (en realidad,
la mayoría de docentes, autoridades, trabajado- sin casi ningún sustento), dichas posiciones sur-
res, incluso estudiantes, evaden problematizar y gidas desde ámbitos políticos conservadores, em-
discutir la historia reciente de sus universidades, presariales y militares tuvieron la virtud de exponer
o lo que es peor, muchas veces tratan de silenciar al menos tres dimensiones en las que los trabajos
u olvidar los hechos, por temor a reabrir heridas o de la memoria eran urgentes, todos ellos ligados
evitar simplemente el señalamiento de responsa- de alguna manera a la dimensión política que pro-
bilidades. Incluso en los últimos años parecen pone Elizabeth Jelin (2002: 39-62).
haberse reactivado en las universidades naciona- En primer lugar, tal vez el más evidente, radi-
les algunos grupos de estudiantes que rescatan ca en el efímero plano de los medios de comuni-
en su discurso una valoración positiva del radica- cación. Las falacias administradas con contun-
lismo de agrupaciones como Sendero Luminoso dencia y rapidez, en un ámbito que no deja mayor
o el MRTA, poniendo sobre el tapete la discusión espacio para la reflexión mesurada, no obtuvieron
sobre las memorias de la violencia política. las respuestas esperadas de las diversas colecti-
Una situación que ilustra esta inmensa difi- vidades que suscribían y apoyaban lo afirmado
cultad para realizar un debido balance de lo suce- en dicho informe. La mayor parte de las veces,
dido, fue lo que aconteció con la denominada estas réplicas aparecían como extremadamente
Comisión de la Verdad que se formó en el 2001 especializadas en el discurso sobre los derechos
en la Universidad Nacional Mayor de San Mar- humanos y a la postre no tenían mayor impacto
cos. Impulsada en momentos en los que las au- sobre una opinión pública muy influida por los dis-
toridades políticas peruanas parecían retroceder cursos de los sectores conservadores.
en la voluntad manifestada para formar una Comi- En segundo lugar, aun cuando se asumía la
sión de la Verdad nacional, esta iniciativa institu- necesidad de dinamizar los soportes sociales que,
cional fue vista como una señal de renovación. a partir de su experiencia, debían generar una
Sin embargo, muy pronto el intento naufragó en acción colectiva sostenida en una lectura diferen-
medio de un fárrago de acusaciones. te a la oficial sobre el ciclo de violencia política,
Por último, hay una razón de corte más aca- esto no ha sido posible. Esto ha sido así en gran
démico. El debate reciente alrededor del concep- medida debido a un contexto caracterizado por la
to de memoria ha tenido un fuerte impacto en las extrema debilidad de las organizaciones políticas
ciencias sociales contemporáneas, abriendo una y sociales que impidió que la movilización por la
serie de nuevas interrogantes y pistas de investi- defensa de los derechos humanos trascendiera a

1
Para una reflexión mayor sobre el «giro cultural», cf. Bonnell y Hunt (1999). Para el tema de la memoria, cf. Gillis (1994) y
Pollak (1992).

52
Las universidades después del conflicto: notas para un debate

las actividades que efectúan algunas organizacio- supo administrar esta nueva realidad e ingresó a
nes no gubernamentales (ONG) de derechos hu- una etapa de crisis de la que no ha podido salir
manos y las organizaciones de familiares de víc- hasta la actualidad.
timas de la violencia. En medio de este proceso entrampado, la
En tercer lugar, el interés dirigido hacia una violencia fue surgiendo paulatinamente como me-
reflexión académica sobre el conflicto armado y canismo regulador, es decir, como una acción que
las memorias ha sido mínimo. Resalta la ausen- se validaba en tanto se ahondaba la brecha que
cia de preocupación de la mayoría de universida- existía entre las crecientes expectativas estudian-
des públicas, las que fueron, al fin y al cabo, los tiles regidas por el mito de la educación y las opor-
ámbitos en donde la violencia política adquirió una tunidades cada vez menores que podía ofrecer la
importancia suma. institucionalidad universitaria para resolver adecua-
Este conjunto de elementos permite trazar damente esta demanda. Asimismo, esta dinámi-
el marco del presente documento en un contexto ca también involucró al profesor universitario, quien
nacional posterior a la entrega del Informe Final debió soportar la mengua constante en sus ingre-
de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. sos, la cada vez menor capacidad para llevar a
Nuestro objetivo final es promover la discusión cabo su tarea con un mínimo de calidad y el consi-
sobre este período de violencia en las universida- guiente desprestigio de su profesión.
des y rescatar las memorias de los actores invo- En esta situación, es importante revisar cuál
lucrados en este proceso. ha sido el impacto de la violencia política en las
instituciones educativas. Al respecto, el Informe
de la CVR señala que el abandono de la educación
1. Universidad y sociedad: pública por parte del Estado permitió que el espa-
una tensa relación cio educativo se convirtiera en el lugar donde con-
fluyeron y germinaron propuestas radicales y au-
Si bien el objetivo de este documento es prestar toritarias como la del PCP-SL. Ello fue posible por
atención a las secuelas del conflicto armado in- dos factores: el entrelazamiento de lo que Charles
terno en las universidades, es indispensable te- Tilly (2000) denomina inequidades persistentes, que
ner en cuenta el proceso histórico previo en el produjo una creciente percepción de agravio y
cual se desenvolvieron las actividades políticas desconfianza, en especial en pequeños núcleos
en las universidades. Es preciso comprender que de maestros y jóvenes universitarios que no se
el desarrollo de la violencia política en esta insti- sentían representados por el sistema político; y
tución se dio bajo el marco de la modernización la consolidación de un discurso clasista que in-
educativa iniciado en la década de 1950, el cual terpelaba con un espíritu de confrontación la na-
obligó a la universidad pública a abrir sus puertas turaleza de la modernización del país. De hecho,
a miles de jóvenes de origen popular que traían como ha señalado Degregori (1990), Sendero
consigo un nuevo rostro y perfil cultural. Luminoso nació del encuentro producido en la
Hasta entonces, la universidad pública había Universidad San Cristóbal de Huamanga entre una
sido un espacio cerrado y casi exclusivo para elite intelectual provinciana mestiza y una base
educar a los hijos de las familias oligárquicas y social juvenil —también provinciana y mestiza—
de clase media de Lima y provincias. Sin embargo, que se sentía descontenta con el rumbo de un
con la apertura de los claustros a nuevos estu- proceso de modernización que no traía consigo
diantes, la idea de una universidad popular —idea la ansiada movilidad social.
sostenida décadas antes por el movimiento por Pensamos que el itinerario que siguió al ex-
la Reforma Universitaria— parecía al fin hacerse plosivo crecimiento de la población escolar y uni-
realidad.2 Pero si bien con esta apertura se pudo versitaria y la expansión del sistema educativo
integrar a nuevos estudiantes de origen popular, desde los años cincuenta del siglo pasado, se
que dieron a la universidad otro ritmo y pulso co- desbordó en poco tiempo, con lo cual el Estado
tidiano, el sistema universitario por su parte no perdió capacidad y voluntad de encauzar a estos

2
Desde la literatura, Conversación en la catedral (1969) de Mario Vargas Llosa; y Los aprendices (1977) de Carlos Eduardo
Zavaleta, son las obras que mejor han retratado los cambios en la sensibilidad juvenil universitaria de este período.

53
P ABLO S ANDOVAL Y E DUARDO TOCHE

nuevos contingentes estudiantiles en el carril mo- escolarizada de su educación. En ese sentido,


dernizador entonces en boga. Esto fue generando las evidentes diferencias de partida que tenían,
una serie de tensiones entre la nueva población según el sector social del que provenían, no fueron
estudiantil —que traía consigo un nuevo rostro po- amenguadas por la universidad sino, por el contra-
lítico y cultural— y el Estado, que vio fracasado su rio, se vieron exacerbadas (Bourdieu y Passeron
incipiente proyecto de desarrollo educativo. 2003).
Esta situación promovió una serie de conflic- Así, según la CVR, con un sistema educativo
tos políticos y sociales que el Estado no pudo re- sin rumbo y una dirigencia magisterial y estudiantil
solver, y que le impidieron implementar políticas fuertemente radicalizada, el PCP-SL se aprovechó
coherentes de desarrollo educativo. Así, el proyec- de determinadas coyunturas, se alimentó de anti-
to modernizador impulsado durante las décadas guas debilidades institucionales y se sirvió de de-
de 1950 y 1960 se caracterizó por un conjunto de terminadas fallas estructurales en la sociedad pe-
transformaciones que benefició a ciertos sectores ruana. Al mismo tiempo, el PCP-SL consiguió recoger
sociales, dentro de un amplio proceso de movili- las reivindicaciones y frustraciones de determina-
dad social. En el plano universitario esta moderni- dos grupos sociales, logrando enraizarse en dis-
zación implicó la reapertura de la Universidad de tintos sectores y escenarios geográficos. El PCP-SL
Huamanga (1959), la modernización de la Univer- convierte a las redes educativas del propio Estado
sidad Nacional de Educación «La Cantuta» en Lima en correas de transmisión de su ideología; con ese
(1955) y la creación de la Universidad Nacional del fin, desarrolló una actividad de proselitismo y cap-
Centro en Huancayo (1959). Lo paradójico es que tación de militantes que se mezcló con la movili-
precisamente estas universidades se convertirían zación de sentimientos de discriminación étnica y
años después en bastiones de Sendero Luminoso cultural latentes en un sector de maestros y estu-
y luego serían fuertemente reprimidas por las fuer- diantes universitarios que en su mayoría eran po-
zas de seguridad del Estado.3 bres y de origen provinciano. A ellos, según expli-
Sin embargo, esta apertura agotó prontamen- ca Degregori, el PCP-SL les ofreció una nueva
te sus mecanismos de incorporación y democrati- identidad política, una «comunidad de discurso»
zación; por el contrario, terminó reforzando los pro- basada en el marxismo-leninismo-maoísmo y en
cesos de diferenciación social. En efecto, el acceso el «Pensamiento Gonzalo» (Degregori 1997).
a la educación básica y universitaria, planeado en
un inicio como un dispositivo de éxito y ascenso
social, se fue convirtiendo en un espacio que re- 2. Educación, universidad
producía las exclusiones y desigualdades previas. y reproducción de la violencia
El propio sistema educativo se fue estratificando
en circuitos de desigual calidad, cuyas consecuen- El Informe de la CVR señala que la relación entre
cias podemos ver décadas después cuando com- educación y violencia no fue fortuita. Se asentó
paramos los resultados del conjunto del sistema sobre condiciones históricas que permitieron que
educativo público con el de la educación privada el conflicto armado estallara, precisamente, des-
de calidad, lo cual ha creado una suerte de apar- de el interior del sistema educativo, en particular
theid educativo entre ricos y pobres. desde las universidades públicas. Así, para con-
De esta manera, la asombrosa ampliación cretar sus planes el PCP-SL utilizó principalmente
de la matrícula universitaria desde mediados del el espacio educativo, captando e imbuyendo de
siglo XX, apareció como un resultado de políticas su ideología a pequeños núcleos de jóvenes y
públicas educativas inclusivas, cuando en realidad maestros universitarios.
reproducía las pautas de inequidades existentes Bajo la lógica general de su actividad subver-
bajo otras formas. En resumen, la accesibilidad a siva, el PCP-SL aprovechó las deficiencias de la uni-
la universidad también estuvo determinada por el versidad pública para presentarse, al igual que en
bagaje cultural que portaban tales estudiantes y muchos otros espacios rurales y urbanos exclui-
las capacidades generadas en ellos por la etapa dos, como mediadores o garantes de una posible

3
Para detalles del desarrollo de la violencia en estas universidades véanse los capítulos 18 (U. de Huamanga), 19 (U. La
Cantuta) y 21 (U. del Centro) del t. V del Informe Final de la CVR: «Historias representativas de la violencia».

54
Las universidades después del conflicto: notas para un debate

resolución de demandas y expectativas vía la revo- 139: La CVR encuentra una grave responsabilidad
lución armada. Sin poner en consideración si la del Estado: i) en el descuido de la educación
marginación es una disfunción del sistema o una pública en medio de un conflicto que tenía al siste-
condición necesaria para que este funcione, lo cierto ma educativo como importante terreno de disputa
es que el PCP-SL se localizó en esa falla y su éxito ideológica y simbólica; ii) en el amedrentamiento
en los espacios educativos reveló que este fenó- y/o la estigmatización de comunidades enteras
meno estructural tenía un alcance insospechado.4 de maestros y estudiantes de universidades
Así, el PCP-SL buscó explotar antiguas fallas públicas, especialmente de provincias; iii) en el
históricas que atraviesan el Estado y la sociedad deterioro de la infraestructura de servicios de
peruana. En este sentido, es preciso señalar que varias universidades públicas; iv) en haber permi-
la expansión y masificación de la educación du- tido graves violaciones a los derechos humanos
rante el siglo XX apareció como una demanda so- de estudiantes y profesores por el hecho de ser
cial; al mismo tiempo, y aunque parezca contra- tales. (CVR 2003: t. VIII: 261-262)
dictorio, condujo a fortalecer pero también a
socavar al Estado (Wilson 2001). Es decir, si bien Siguiendo este argumento, podemos decir que
la educación funcionó para inculcar una ideología existieron determinadas tendencias que compusie-
de Estado y un modelo de modernidad y ciudada- ron este escenario, contribuyendo a generar una fuerte
nía con propósitos disciplinarios, también dota- percepción de exclusión entre maestros y jóvenes
ron de instrumentos ideológicos, técnicos y orga- universitarios. Tales tendencias fueron: el rápido e
nizativos a la propia sociedad civil para impugnar inesperado incremento en el número de maestros de
dichas políticas estatales. En otras palabras, si escuela y estudiantes universitarios; el estancamien-
el sistema educativo peruano fue planteado como to, primero, y decrecimiento, después, de la inver-
un espacio para articular la dominación del Esta- sión estatal en la educación pública; la desarticula-
do también se forjó como arena para impugnar ción de los planes de estudios debido a la doble
dicha hegemonía. En esta dialéctica, maestros y presión ejercida por la lógica de clientelas y la pérdi-
maestras actuaron como facilitadores de esa do- da de perfiles profesionales ante la primacía de lo
ble formación. Por un lado, se desempeñaban político; y, finalmente, la escasa competitividad aso-
como negociadores de la interacción entre Esta- ciada a la baja capacidad de absorción de profesio-
do y sociedad; pero otras veces aparecían im- nales por parte del mercado laboral.
pugnando los efectos negativos de la moderniza- Este marco estructural favoreció la produc-
ción y el poder del Estado. ción de discursos antisistémicos que coincidie-
La CVR señala que durante los años del conflic- ron históricamente con cambios y procesos in-
to armado interno, el sistema educativo se convirtió ternos del propio sistema educativo. Nos referimos
en un «importante terreno de disputa ideológica y a la radicalización ideológica bajo el influjo del
simbólica» donde el Estado perdió su hegemonía al marxismo-leninismo de vastas capas de jóvenes
no poder asentar la producción de «sentimientos de maestros y estudiantes universitarios, así como
comunidad nacional». Prevalecieron pedagogías la traducción de este radicalismo en identidades
autoritarias y propuestas de cambio radical solo al- y prácticas gremiales de espíritu corporativo que
canzables por la vía de la confrontación y la violen- fueron determinantes para acelerar o retraer la
cia. Veamos dos de sus conclusiones: difusión de dichos discursos radicales. A la larga,
esta situación permitió que escuelas y aulas uni-
136: La CVR ha comprobado que el Estado des- versitarias se convirtieran en espacios altamente
cuidó desde décadas el tema educativo. Hubo precarios y politizados, propicios para el estable-
proyectos modernizadores en la década del 60 cimiento de relaciones clientelares y prácticas
pero fracasaron. Ni la Ley Universitaria ni la Re- violentas, en desmedro de su capacidad de gene-
forma Educativa de 1972 lograron revertir esta rar aprendizajes y proyectos democráticos.
tendencia. Tampoco neutralizaron el predomi- En otras palabras, la crisis del sistema edu-
nio de pedagogías tradicionales autoritarias […] cativo, el abandono estatal de la educación públi-

4
La referencia obligada para comprender y diseñar políticas públicas sobre la informalidad en los países del Tercer Mundo
es Hernando de Soto. Al respecto, es sintomático que sus propuestas de formalización bajo el eje del libre mercado, vía la
titulación y la restricción de los controles, no tuviera en cuenta a la educación (De Soto y otros 1986).

55
P ABLO S ANDOVAL Y E DUARDO TOCHE

ca, el radicalismo ideológico dogmático y el uso Esta situación motiva importantes cambios
instrumental de un discurso pedagógico de corte de perspectivas en gran parte de la izquierda pe-
autoritario, fueron elementos que los grupos sub- ruana. Si bien las reformas hechas por el gobier-
versivos aprovecharon para la captación y forma- no militar —muchas de ellas parte de la agenda
ción ideológica de estudiantes y docentes, espe- progresista de entonces— ya habían implicado el
cialmente en las facultades de Educación de las replanteamiento sobre la naturaleza de la acción
universidades nacionales. Estas se convirtieron revolucionaria, la coyuntura que tuvo como mo-
en el espacio ideal para generar militantes y ex- mento culminante los paros nacionales de 1977
pandieron su influencia incluso a institutos de for- y 1978 indujo cambios tajantes en las organiza-
mación pedagógica, escuelas y academias pre- ciones de izquierda en el intento de dejar una
universitarias. actividad circunscrita a las organizaciones de base
Fue así que la universidad pública quedó con- y federaciones estudiantiles para pasar a la for-
vertida en uno de los escenarios principales del mulación de un proyecto nacional.
conflicto. La politización radical se legitimó sobre Estos cambios condicionaron en gran medi-
la base de un discurso que persuadió a un impor- da la derrota política en las universidades públi-
tante contingente de estudiantes sobre la idea de cas de grupos especializados en la confrontación
la ilusión educativa y sobre la proximidad de una y la violencia, como Sendero Luminoso. Sin em-
inevitable revolución dadas las condiciones apro- bargo, al promediar los años ochenta la situación
piadas. De esta manera, la profesionalización de- había variado. La poca capacidad organizativa y
bió quedar de lado y la universidad pasó a conver- programática de las organizaciones integrantes
tirse en un ámbito más de la lucha de clases y, por de Izquierda Unida así como la confusión de mu-
lo mismo, un campo de acción partidaria; en otras chos de sus militantes permitió de alguna forma
palabras, en una correa de transmisión de los ob- la reaparición de las tendencias favorables a la
jetivos que se plantearon las diversas organizacio- violencia, ahora bajo el liderazgo senderista.
nes de izquierda. De esta manera, se asumió como El resultado fue funesto. La CVR calcula en
algo razonable que en los ciclos básicos se impar- más de un centenar el número de estudiantes y
tiera cursos de marxismo, tal como se señaló lí- profesores asesinados o desaparecidos por los
neas arriba, en tanto hubo un consenso generali- grupos subversivos o por la represión de los apa-
zado en todos estos grupos en que la misión era ratos de seguridad del Estado, como ocurrió en
la formación de revolucionarios al influjo de la cien- la Universidad del Centro, en Huancayo, y en la
cia única, es decir, el marxismo-leninismo. Universidad «La Cantuta», en Lima.5 A dicha si-
Sin embargo, todo empieza a variar desde tuación se sumó en la década de 1990 la inter-
mediados de los años setenta. El agotamiento vención militarizada y administrativa de seis uni-
del reformismo militar y los ajustes económicos versidades nacionales, lo que profundizó su crisis.6
que debió realizar en 1975 para corregir la crisis Este involuntario protagonismo que adquirie-
en la balanza de pagos que había provocado, di- ron estudiantes y maestros durante el conflicto
namizó la movilización de los sectores populares armado constituye aparentemente uno de los ras-
urbanos, especialmente una potente clase obrera gos más contrastantes del proceso de violencia,
que había crecido y se había consolidado a partir dado que el perfil mayoritario del conjunto de víc-
de las políticas de promoción industrial que se timas del conflicto armado interno se halla por
ejecutaron durante las dos décadas previas. debajo del nivel educativo secundario promedio.7

5
Esta última fue cuna del magisterio nacional y caso emblemático por el impacto nacional del asesinato de nueve estudiantes
y un profesor en 1992. El Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) nos muestra un panorama de la
violencia en las universidades con diferentes ritmos y momentos. Sin embargo, debemos destacar que la Universidad del
Centro en Huancayo fue la casa de estudios que sufrió los golpes más fuertes del conflicto interno. En esta universidad, la CVR
ha constatado la muerte y/o desaparición de 140 personas (entre estudiantes, docentes y trabajadores) tanto por efecto de la
represión de las fuerzas del orden, como del fuego cruzado entre SL y el MRTA, que se disputaban el control de la universidad.
6
Estas fueron: la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle
«La Cantuta», la Universidad Nacional Federico Villarreal, la Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica, Universidad
Nacional Faustino Sánchez Carrión de Huacho y la Universidad Nacional Hermilio Valdizán de Huánuco.
7
Por otro lado, según un censo que realizó la CVR en el 2002 en los penales Castro Castro y Santa Mónica en Lima, entre 143
internos (106 hombres y 37 mujeres) con instrucción superior y acusados de pertenecer al PCP-SL, se constató que el 53%

56
Las universidades después del conflicto: notas para un debate

Sin embargo, esto es en cierta medida explica- —caracterizado como semifeudal— así como su
ble. El control del escenario educativo por el PCP- democracia —calificada como anacrónica y ca-
SL, el cual aprovechó los cortocircuitos de un sis- duca— aparecían como simples formalidades que
tema educativo incapaz de dar trámite institucional había que destruir y reinaugurar.8 Nuestro propó-
a las demandas de estudiantes y profesores, no sito es resaltar los cambios y continuidades de
significa que esa organización haya aplicado al- un movimiento que fue transformando su discur-
guna táctica novedosa en estos recintos. La falta so y su fisonomía en el transcurso del tiempo.
de respuesta adecuada del sistema sirvió para
recalcar la inutilidad de insistir en cambios gra-
duales —el reformismo, postura que se atribuía a 3. Más allá de las memorias
Izquierda Unida— y legitimar la vía de la confron- del pasado
tación como la única posible. Es decir, estába-
mos ante una actitud que solo exacerbó algunas No vamos a hacer aquí un recuento detallado de
características notorias de la acción política de la la historia del proceso de violencia en las univer-
izquierda en las décadas previas e hizo que Sen- sidades. Lo que queremos resaltar es que la mo-
dero Luminoso apareciera como continuador de vilización política de la juventud universitaria fue
una cierta tradición radical frente a la actitud más crucial en el proceso de cambios del país, así
política que intentaba desarrollar Izquierda Unida como en la radicalización de las sensibilidades
durante esos años que, en el discurso orientado en las clases populares en distintos momentos
a la confrontación, era señalada como una trai- de nuestra historia.
ción a los postulados revolucionarios. Aun así, el último ciclo de protagonismo es-
Pero esto era un lado de la violencia sende- tudiantil tuvo algunas diferencias respecto a las
rista y su engranaje universitario. La actitud vio- características vistas en otros momentos de efer-
lenta también sirvió para formar y reproducir clien- vescencia. Ni bien había empezado a ceder el ci-
telas a las que no podía ofrecerles solamente clo de violencia política generado por el senderis-
revolución sino cosas más tangibles, siguiendo mo, cuando en la segunda mitad de los años
en este aspecto las mismas formas que había noventa empezó a gestarse una importante movi-
adoptado la práctica política universitaria incluso lización antiautoritaria contra el régimen de Fuji-
desde antes de la primacía de la izquierda. Es mori, teniendo a la juventud universitaria como uno
decir, a la vez que alimentaba la guerra popular, la de sus actores clave. Ella fue determinante en la
violencia de Sendero Luminoso en las universida- organización y dirección de dicho proceso, y fue
des llevó a distribuir recursos y cargos de respon- ocasión para que sus discursos y expectativas
sabilidad entre sus simpatizantes, estableciendo sobre la democracia y la política se fueran radica-
así mecanismos de reproducción que finalmente lizando. Sin embargo, después del entusiasmo
dependían, paradójicamente, de los recursos que inicial este sentimiento movilizador de clara raíz
ofrecía el Estado al que intentaban destruir. democrática fue apagándose, en medio de un
Pensamos que tomar nota de este marco contexto que no permitió su consolidación.
temporal puede facilitar una efectiva historización Estas nuevas expresiones juveniles contenían
de las motivaciones y sensibilidades que impul- discursos, formas de organización y acciones que
saron a miles de estudiantes a compartir un mis- suponían otra manera de relacionarse con la polí-
mo vocabulario político, una visión común del tica pero, también, muchos elementos que las
mundo, a participar de una lectura compartida del hacían continuadoras de las viejas formas (Alay-
pasado, una perspectiva única de futuro, y una za 2006: 174-5), aun cuando no eran plenamente
misma pasión revolucionaria en la cual el Estado conscientes de estas deficiencias, entre otras

(76) ingresaron a la universidad entre 1987 y 1992, y que el 57% (81) fueron capturados entre 1992 y 1994. Las especia-
lidades de Educación y Ciencias Sociales fueron las carreras donde más se agrupaban con un 34% (49); y las universida-
des de San Marcos y La Cantuta concentraron el 57% (82) del total de estudiantes recluidos.
8
Aquí seguimos la idea de pasión revolucionaria de François Furet: «La pasión revolucionaria exige que todo sea político: por
ello entiende a la vez que todo está en la historia, comenzando por el hombre, y que todo puede ganarse con una sociedad
buena, pero habrá que fundarla […]» (1995: 44). Al respecto, también podrían ser útiles las nociones de sistema de
creencias del historiador Serge Berstein (1998) y la de estructura de sentimientos de Raymond Williams (1980).

57
P ABLO S ANDOVAL Y E DUARDO TOCHE

cosas, por la escasez de elementos para interpe- Hay, al respecto, dos cuestiones que deben
lar y zanjar claramente con el pasado en tanto la subrayarse. En primer lugar, como se decía lí-
inexistencia de soportes políticos que actualiza- neas arriba, algunas de las universidades públi-
ran y transmitieran la experiencia anterior. cas más importantes fueron intervenidas por el
Al parecer, entre los participantes en estas gobierno de Fujimori y la caída estrepitosa de este
jornadas primó un sentido inaugural e impoluto régimen implicó el retiro de las comisiones inter-
de la política que celebraba el purismo ante las ventoras y el inicio de una fase de transición para
prácticas y formas organizativas anteriores, lo cual restablecer la normalidad administrativa. Lo su-
le otorgó legitimidad ética pero a costa de limitar cedido en ellas fue muy parecido a lo que aconte-
en grado extremo el aprovechamiento político de ció en la dimensión nacional. Es decir, pasada la
una situación que tendía a ensanchar el espectro etapa de expectativas democráticas la siguiente
democrático del país. transición democrática adoleció de falta de acto-
Sin embargo, para comprender a cabalidad res políticos y sociales idóneos para conducir el
esta actitud se debe considerar las limitaciones proceso en buen pie.
que impuso el contexto a la acción juvenil univer- Las universidades, que debían llevar adelan-
sitaria. Como se recuerda, debió formarse en te sus propias transiciones, llegaron pronto a una
medio de un ambiente altamente represivo que serie de bloqueos. Ante la carencia de un proyec-
quedaba como secuela de una intensa actividad to y la poca capacidad de administrar las presio-
contrasubversiva del Estado en los años anterio- nes clientelistas, no hallaron mejor forma de res-
res. Esto condujo a que entre los estudiantes ponder a la situación que restableciendo las formas
movilizados incidiera una alta desconfianza que de relación que habían sido habituales en las dé-
contribuyó a su aislamiento. Por otro lado, tam- cadas pasadas.
bién debieron emplear muchos esfuerzos y recur- De ellas, el caso más interesante fue el de la
sos para contrarrestar la campaña oficial que los Universidad de San Marcos. Después de finaliza-
hacía aparecer como terroristas. da la gestión de una comisión de transición en
Finalmente, esta movilización social no en- 2001 cuya labor dejó serias dudas, se elige un
contró el espacio político que la integrara en la lu- nuevo rector (el historiador Manuel Burga), quien
cha democrática. Para situar en perspectiva el real intenta ejecutar un proyecto educativo para mo-
efecto de su cuestionamiento radical a las organi- dernizarla. Muy pronto debió sacar adelante su
zaciones políticas tradicionales, hay que conside- programa de renovación en medio de enormes
rar el disminuido impacto de estas movilizaciones presiones de redistribución clientelar, lo que origi-
en un contexto en el que los partidos políticos pro- nó el alejamiento de la administración de los es-
cesaban una larga crisis de representatividad y las tudiantes y profesores.
principales organizaciones sociales habían queda- En segundo lugar, uno de los posibles resul-
do desestructuradas por la violencia generalizada tados de este desfase provocado por una transi-
y la burocratización de sus dirigencias. ción defectuosa podría ser la regresión de los dis-
Así, fue previsible que más pronto que tarde cursos estudiantiles y la radicalización de sus
cundiera el retraimiento ante las limitaciones de prácticas, recurriendo para ello a formas políticas
los canales de representación y participación que autoritarias heredadas del radicalismo economi-
se abrieron con la transición democrática, con lo cista de décadas anteriores en la universidad. En
cual se bloquearon sus posibilidades de incorpo- efecto, luego del incipiente retorno a la democra-
ración exitosa a la sociedad y al sistema. Ante cia, creemos que se están radicalizando ciertos
esta situación, quedaba aún el espacio universi- sectores de la juventud universitaria, que estable-
tario como un ámbito importante en donde esta cen en su discurso alguna conexión con el pasa-
movilización podía alcanzar su consolidación. Sin do político radical en las universidades.9 Ello ocu-
embargo, ello no ocurrió pues allí tampoco se pre- rre en medio del vacío político dejado por la
sentó una situación que pudiera conducir hacia desmovilización de los partidos políticos nacio-
un claro deslinde con lo ocurrido en el pasado. nales en las universidades, y la incapacidad de

9
Estos(as) estudiantes no son la mayoría, pero son los que se organizan políticamente, participan en elecciones estudian-
tiles, dirigen los gremios de estudiantes, ocupan los tercios estudiantiles y tienen presencia en el Consejo Universitario. Cf.
Sandoval (2004).

58
Las universidades después del conflicto: notas para un debate

inclusión del sistema democrático, que sigue re- de la necesidad de cancelar definitivamente esta
produciendo viejas exclusiones e inequidades. En vía. Pero la historia reciente muestra evidencias
otras palabras, pensamos que el ciclo de radica- de que ello no ha sido así e indica que las condi-
lismo universitario iniciado décadas atrás no se ciones para que la violencia se vuelva a generar
ha cerrado completamente y las sensibilidades están presentes y se están desarrollando.
radicales (así como sus memorias) siguen laten- Tres cuestiones podrían marcar la pauta de
tes entre un sector de estudiantes. este contexto. En primer lugar, los gobernantes y
No cabe duda de que actualmente el siste- las fuerzas fácticas del país parecen haber apren-
ma educativo sigue siendo un sector sensible a dido a manejar una idea de violencia funcional como
propuestas de confrontación radical. Existen evi- instrumento de control social. La amplia y profun-
dencias suficientes para mostrar preocupación. da sensibilidad respecto a lo ocurrido en los años
Por ejemplo, las constantes pugnas políticas en ochenta y noventa que ha quedado marcada en la
el Sindicato de Maestros (SUTEP) entre una diri- sociedad peruana, es aprovechada para impulsar
gencia nacional atrapada en su discurso radical, desde las altas esferas del gobierno periódicas
que a su vez es cuestionada por una facción opo- campañas de medios de comunicación que ape-
sitora —igualmente radical— que deshecha toda lan a la presencia de un peligro terrorista, frente al
posibilidad de negociación con el Estado y busca cual hay que estar en permanente alerta. De esta
la confrontación directa con sus autoridades. Esta manera, el Estado y los gobernantes prefieren asu-
tensión se ha visto teñida de acontecimientos vio- mir los costos que implican el uso de mecanis-
lentos, como por ejemplo, la última huelga de ju- mos que ahondan las diferenciaciones, la descon-
nio de 2004 donde la facción disidente del SUTEP fianza y las exclusiones en el país, para lograr el
(liderada por Robert Huaynalalla) encabezó en pasajero y precario beneficio de mantener a la so-
varias ciudades del interior del país una serie de ciedad bajo un control signado por el miedo.
toma de locales gubernamentales y enfrentamien- En segundo lugar, los dirigentes del principal
tos con la policía, con decenas de heridos e ins- actor de la violencia política, es decir, Sendero
talaciones estatales incendiadas.10 Luminoso, no han reconocido su directa respon-
En este contexto, resulta necesario que se sabilidad en los graves daños que ocasionaron.
generen nuevas preguntas y pistas de investiga- Esto está lejos de ser una simple tozudez sin
ción que reflexionen sobre los nuevos sentidos sentido. Luego de la captura de su líder, Abimael
políticos radicales que hoy se vienen gestando en Guzmán, consideraron que su misión seguía sien-
una nueva generación de estudiantes politizados do la misma de siempre aunque las condiciones
de las universidades nacionales. Esto es urgente eran otras a partir de ese momento. Luego de la
a la luz de las nuevas tensiones que se vienen caída del régimen fujimorista y el inicio de la tran-
desarrollando tras una década de derrota del PCP- sición democrática, consideraron que había lle-
SL y en un contexto nacional de posconflicto que, gado el momento de diseñar y llevar a cabo una
sin embargo, vuelve a presentar dilemas similares estrategia bajo la consigna de «solución política
a los producidos a inicios de los años ochenta. a los problemas derivados de la guerra».
En buena cuenta, esto viene significando la
concentración de todos sus recursos en la con-
4. Después de la violencia tienda legal, con lo que intentan obtener beneficios
y del Informe Final de la CVR penitenciarios para los sentenciados por terroris-
mo y, además, «desenmascarar la falsa legalidad
Transcurridos más de seis años desde la transi- del estado burgués». Ante esta estrategia —cuyo
ción a la democracia y casi cuatro años de desde eje argumental es que los presos de esta organi-
la presentación del Informe Final de la CVR, el zación son combatientes y no terroristas, de lo
escenario es preocupante. Se suponía que la ex- cual derivan que los cargos hechos por la justicia
posición de los enormes daños provocados por la peruana no son ni legítimos ni legales— el Estado
violencia era una manera cabal de persuadirnos no ha construido una respuesta única y contundente.

10
Es muy probable que las diferencias dentro del SUTEP sean más complejas, pero aquí solo queremos enfatizar sus
tendencias más visibles.

59
P ABLO S ANDOVAL Y E DUARDO TOCHE

Pues, mientras que, por un lado, hubo sectores de la educación superior y de las diferentes disci-
que consideraron plantear una lucha decidida en plinas con el mercado de trabajo, sus resultados
términos jurídicos, por otro lado, están quienes creen en el caso peruano han sido muy similares a aque-
que así se está contemporizando con los que aso- llos producidos en el terreno económico: la repro-
laron al país con una violencia injustificable. Así, ducción y afianzamiento de las brechas preexis-
los dirigentes de Sendero Luminoso plantean un tentes entre los diferentes centros de formación,
campo político de confrontación, mientras que los provocando una diferenciación extrema entre quie-
sectores más influyentes del Estado siguen en el nes se encuentran incluidos dentro de redes aca-
error de creer que se está frente a un problema démicas, conocimientos globales y tecnologías
exclusivamente militar. virtuales, y quienes resultan excluidos de estos.
En tercer lugar, esta inoperancia del Estado Esta línea divisoria tiende a coincidir, quizá sin
para manejar los escenarios posteriores al con- mucha sorpresa, con aquella que separa a las
flicto se ha reflejado en la poca capacidad de com- universidades privadas de las públicas y a Lima
prender y adaptar la institucionalidad del país para del resto del país.
asegurar que no vuelva a ocurrir la experiencia de Tanto o más interesante, mientras algunas
violencia reciente. A pesar de las claras y tajan- universidades excluidas (algunas de ellas las más
tes recomendaciones hechas por el Informe Fi- afectadas por el conflicto armado) buscan ade-
nal de la CVR respecto a la imperiosa necesidad cuarse al pragmatismo mercantil, homogeneizan-
de reformar el Estado para hacerlo más democrá- do los contenidos curriculares y haciéndose eco
tico e inclusivo, es poco o nada lo que se ha he- de los saberes hegemónicos como vía hacia una
cho; por ejemplo, el sector educativo ilustra de imaginada inclusión de sus estudiantes en el
manera elocuente esta inacción. mercado laboral de sus regiones, otras parecen
Así, tenemos un marco en donde la promo- encerrarse sobre sí mismas, atrincherándose en
ción del segmento juvenil ha sido prácticamente ortodoxias del pasado, tratando inútilmente de
inexistente, a pesar de que todas las estadísti- hacerse impermeables a los cambios asociados
cas muestran que es el sector en donde mayor al tipo de globalización hegemónica. Así, si la pri-
impacto ejerce el desempleo y la inseguridad. De mera opción abandona la tradición propia, la se-
igual forma, después del proceso de violencia gunda asume la defensa cerrada y endogámica
política, las universidades públicas han tenido que de la identidad local o regional.
adecuarse a una normatividad establecida hace Esto ha proveído el ambiente propicio para
más de veinte años (la ley universitaria de 1983) que vuelvan a presentarse una serie de factores
sin haberse hecho mayores esfuerzos para au- que caracterizaron a estos ámbitos durante las
mentar el presupuesto que se les asigna y, sobre décadas pasadas. Bajo los mismos criterios or-
todo, elevar la calidad de su gasto así como tam- ganizativos, sin casi voluntad para plantearse re-
poco para implementar una vigorosa política de formas curriculares en serio, sin mayores recur-
fomento a la investigación. En todo caso, solo sos y malgastados los pocos que hay, no debería
cabría mencionar, como un aspecto positivo, la sorprender que en las universidades públicas se
decisión de igualar progresivamente los sueldos esté incubando nuevamente sentidos proclives a
de los profesores universitarios a los correspon- la violencia.
dientes al escalafón del sistema judicial. Sobre esto último hay que subrayar que una
En gran medida, este contexto en el que tie- manera de prolongar hacia el presente los esque-
ne que desenvolverse la universidad pública res- mas contrasubversivos del pasado es la caracteri-
ponde al sentido común impuesto con las refor- zación de algunas universidades como espacios
mas neoliberales establecidas desde los años peligrosos. Esta geografía de la violencia sirve para
noventa, bajo el cual la educación también es una justificar la premisa de que la lucha contra el mal,
actividad que debe regirse por el mercado y en sean los salvajes de antaño, los comunistas del
donde casi no se la toma en cuenta como un fac- siglo XX y los terroristas de la actualidad, es en
tor crucial para lo que se considera actualmente realidad una guerra infinita en la que el enemigo va
el desarrollo. cambiando de fisonomía pero es, en esencia, el
En efecto, aunque la retórica de la moderni- mismo. En otras palabras, según estos plantea-
zación neoliberal promete la eficiencia, la profe- mientos debemos estar siempre alertas ante los
sionalización y la vinculación mucho más directa «enemigos de la civilización».

60
Las universidades después del conflicto: notas para un debate

Es ciertamente claro que el discurso oficial des para absorber y procesar su experiencia y
ubica a las universidades públicas como uno de para convertirla en memoria institucional. Hacer
estos espacios, lo que, en buena cuenta, formu- esto le permitiría recomponerse y forjarse una
la un ambiente subjetivo propenso a relacionar- nueva identidad que interpele aquella que se le
se con ellas con un alto grado de desconfianza, asigna desde el Estado y que le sirva como factor
conflictividad y considerándolas como incapaces de legitimación.
de allanarse a criterios racionales de gestión.
No está de más recalcar que bajo este ambiente
de confrontación, se construye en términos de
Tilly una «desigualdad categorial» (Tilly 2003: 29)
Bibliografía
entre los actores universitarios y el Estado, la
ALAYZA, Alejandra
cual en el fondo busca legitimar el uso de la vio-
2006 «Hijos de su tiempo: notas sobre jóvenes y
lencia como forma de acortar la desconexión participación política». En Eduardo Toche
entre estos dos actores. (comp.). Perú hoy. Nuevos rostros en la esce-
Por otro lado, también es cierto que en la na nacional. Lima: DESCO.
actualidad la propia estructura de la universidad
provoca la generación y actuación de especialis- BERSTEIN, Serge
tas en la violencia entre dirigentes estudiantiles, 1998 «La cultura política». En Jean-Pierre Rioux y
profesores y trabajadores administrativos. Los Jean-François Sirinelli (eds.). Para una his-
numerosos cuellos de botella institucionales son toria cultural. México D. F.: Taurus.
administrados sin buscar soluciones sino, por el
BONNELL, Victoria y Lynn HUNT (eds.)
contrario, tratando de hacerlos funcionales a al- 1999 Beyond the Cultural Turn. New Directions in
gunos objetivos grupales. En otras palabras, es- the Study of Society and Culture. Berkeley:
tos grupos tienen su propia dinámica, más allá University of California Press.
de que puedan estar vinculados con una entidad
mayor —sea un partido, una organización o, in- BOURDIEU, Pierre y Jean Claude PASSERON
cluso, las fuerzas del orden—, buscando concen- 2003 Los herederos. Los estudiantes y la cultura.
trar y redistribuir los recursos institucionales me- Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.
diante el uso intensivo de la coerción y otros
BURGA, Manuel
mecanismos de presión. Para que sea posible la
2003 «La actualidad de una larga historia: la res-
acción violenta, estos grupos deben establecer, a ponsabilidad ética y política de la universi-
su vez, sus propias fronteras —demarcando los dad». En Óscar García Zárate (comp.). Hacia
campos amigos y enemigos—, elaborar historias una nueva universidad en el Perú. Lima: Uni-
respecto a la continuidad de la violencia e inten- versidad Nacional Mayor de San Marcos, UNES-
tar que la mayor cantidad de individuos y grupos CO, Instituto Internacional para la Educación

se incorporen a su lógica (Tilly 2003: 34). Superior en América Latina y El Caribe, Uni-
De esta manera, cuando se establece una versidad Ricardo Palma.
conexión mecánica entre práctica favorable a la
COMISIÓN DE LA VERDAD Y RECONCILIACIÓN
violencia dentro de la universidad pública y objeti-
2003 Informe Final. Lima: CVR, t. III.
vos políticos perseguidos actualmente por la diri-
gencia senderista, se está cometiendo un impor- DEGREGORI, Carlos Iván
tante error. Es posible que haya más de un 1990 El surgimiento de Sendero Luminoso. Lima:
importante vaso comunicante entre ambas ins- Instituto de Estudios Peruanos.
tancias pero estos no son por sí solos la explica- 1997 «The Maturation of a Cosmocrat and the Buil-
ción que puede darse a la restitución del ambien- ding of a Discourse Community: The Case
te violento que parece empezar a primar en las of Shining Path». En David Apter (ed.). The
universidades públicas. Como afirmamos párra- Legitimization of Violence. Londres: United
Nations Research Institute for Social Deve-
fos arriba, habría que comprender sobre todo las
lopment.
dinámicas internas en las universidades que es-
tán permitiendo este estado de cosas. DE SOTO, Hernando, Enrique GHERSI y Mario GIBELLINI
Así, la sospecha mayor recae sobre una ins- 1986 El otro sendero. La revolución informal. Lima:
titución universitaria que tiene grandes dificulta- Instituto de Defensa Legal.

61
P ABLO S ANDOVAL Y E DUARDO TOCHE

FURET, François SANDOVAL, Pablo


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Las universidades después del conflicto: notas para un debate

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REALIDADES DE POSGUERRA EN EL PERÚ:
OMISIONES, NEGACIONES Y SUS CONSECUENCIAS
se terminó de imprimir
en los talleres de Gráfica Delvi S.R.L
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en el mes de agosto de 2007

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