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Pese a ser uno de los protagonistas del ciclo homérico, Paris también llamado
Alejandro es presentado en todas las fuentes con las características de un
antihéroe. El honor es para él algo secundario, tal y como demuestra una y otra vez
en el campo de batalla. Prefiere sobrevivir para gozar de las bondades de la vida a
cosechar la gloria en el combate. Aunque tiene momentos de valentía, suele
comportarse de forma cobarde, huyendo de toda situación de riesgo y dejando que
su diosa protectora, Afrodita, le salve del peligro. Su habilidad con las armas es
escasa, y sólo destaca por el uso del arco y las flechas, instrumentos para herir a
distancia, considerados como poco honorables en época homérica y posterior.
El campo que domina Paris es el amor y la seducción. Todas las fuentes le muestran
como un joven hermoso y delicado capaz de seducir a cualquier mujer, siendo éste
un don de la diosa Afrodita después del juicio de las tres diosas. Como raptor de
Helena, se considera a Paris el principal culpable del estallido de la guerra de Troya.
NACIMIENTO E INFANCIA
EL JUICIO DE PARIS
Como no se ponían de acuerdo entre ellas pidieron a Zeus que decidiese a cuál de
ellas correspondiera pero el Dios temeroso de las envidias que pudieran derivar de
su decisión decidió delegar semejante responsabilidad a Paris.
El motivo que llevó a los dioses a escogerme como árbitro fue el hecho de qué
después de haber manifestado que tenía en mi rebaño el toro más hermoso de toda
la región no tuviera reparos para rectificar haber un segundo toro aún más hermoso
que el de Paris que no era más que el propio Ares disfrazado de dicho animal.
El mortal elegido fue el joven Paris, al que el dios Hermes le entregó la manzana
tras darle instrucciones de lo que debía hacer. Una tras otra, las principales dioses
se presentaron ante Paris para ofrecerle sus dones a cambio de ser elegidas. Hera
le ofreció a Paris el poder político y la estabilidad familiar; Atenea le ofreció el don
de la sabiduría; Afrodita, el regalo de ser amado por la mujer más bella de la tierra.
Paris eligió a Afrodita, ganándose de inmediato el favor de la diosa del amor y el
odio de las otras dos. Hera y Atenea, conocedores de la estirpe a la que pertenecía
Paris, juraron odio imperecedero a los troyanos.
El rey Priamo, para aplacar su pesar por la muerte de su hijo recién nacido,
celebraba cada año unos juegos funerarios que incluían sacrificios y competiciones
atléticas. Como premio, Príamo entregaba los mejores animales nacidos en su
reino, por lo que el pastor Paris fue obligado a entregar en la corte un espléndido
toro blanco que él mismo había criado.
Paris comenzó a vivir como un miembro más de la familia real, asumiendo cada vez
más competencias en el gobierno del reino. Cuando se planteó la necesidad de
viajar a Salamina para requerir al rey griego Telamón que devolviera a Hesíone,
hermana de Príamo secuestrada décadas atrás, se encargó a Paris que dirigiera la
expedición. Tras fracasar en el intento de recuperar a su tía, Paris visitó la ciudad
de Esparta, en cuyo palacio real fueron acogidos él y Rapto de Helena sus hombres.
El rey de Esparta, Menelao, se encontraba en ese momento en la isla de Creta, por
lo que los invitados fueron recibidos y atendidos por la reina Helena, hija de Zeus y
Leda. Helena era, a decir de muchos, la mujer más hermosa del mundo. Al verla,
Paris quedó prendado de ella. Helena, bien fuera por intervención de la diosa
Afrodita, que pagaba de ese modo su deuda con Paris, bien por pasión propia, cayó
enamorada del joven Paris.
PARIS EN LA ILÍADA
Mientras los griegos iniciaban los preparativos de la guerra y luchaban para abrirse
paso hasta las costas de Troya, Paris disfrutó de los dones de Afrodita junto a
Helena durante años. A diferencia de su hermano Héctor (link is external), que se
preparó a conciencia para el conflicto, Paris se limitó a ver pasar el tiempo en brazos
de su amada.
En el combate, el rey de Esparta derrotó con facilidad al joven Paris, que fue
salvado en el último momento por la diosa Afrodita, su protectora, que lo cubrió con
una nube y lo llevó volando hasta el lecho nupcial, donde Helena le aguardaba para
consolarle en su derrota.