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La lógica del Olvido

SALUD MENTAL: UNA ESTRATEGÍA PARA SOBREVIVIR


Esmeralda Garrido Torres
Doctorante
Noviembre 2017.

Este ensayo pretende discutir y generar algunas conclusiones sobre la


lógica del olvido, fenómeno dado y estudiado en casos de abuso sexual infantil,
pero más allá de solo tener exclusividad en este trastorno, el olvido es una
estrategia que puede ser usada en cualquier trauma, mientras se fortalece la
estructura psíquica y se puede enfrentar dicho evento. O simplemente para
permanecer a “salvo”, mantener la salud mental y sobrevivir.

El texto esta dividido en tres partes: en la primera se examina la manera


en como el trauma psicológico genera desestructura en un ser humano y en el
segundo, cómo la lógica del olvido se da en abuso sexual infantil. En la tercera
parte se exponen con conclusiones de tema.

Para iniciar es importante entender qué se entiende como salud; a nivel


general. Según Oblitas (2004, p 3), es “el bienestar físico, psicológico y social, que
va más allá del esquema biomédico, que abarca la esfera subjetiva y del
comportamiento del ser humano. No es la ausencia de alteraciones y de
enfermedades, sino un concepto positivo que implica distintos grados de vitalidad
y funcionamiento adaptativo”. Por otra parte Dubos (1975), manifiesta que la salud
es el estado de adaptación al medio y la capacidad de funcionar en las mejores
condiciones dentro de éste. Por lo tanto la salud es un estado y al mismo tiempo,
un proceso dinámico cambiante. Donde los sujetos están en constante
reestructuración de sus esquemas internos.

Mebarak y Castro (2009), consideran que un individuo entra en la


normalidad si muestra la suficiente capacidad para relacionarse con su entorno de
una manera constructiva, flexible, productiva y adaptativa; siempre y cuando las
percepciones de si mismo y del entorno son promotoras de equilibrio cognitivo
afectivo, y de relaciones interpersonales duraderas, abiertas, sanas y estables
con patrones de comportamiento funcionales.
No existe una línea divisoria rígida que separe con precisión a la
persona mentalmente sana de la que no lo está; existen toda una gama de grados
de salud mental y no hay una característica singular que pueda tomarse
aisladamente como evidencia de que se posee este tipo de salud. Por otra parte
tampoco la usencia de uno de estos atributos puede tomarse como prueba de
“enfermedad”. Hasta este punto podemos decir que posiblemente sea mayor el
número de personas que no puedan mantener prolongadamente durante su vida
las condiciones de una ”buena” salud mental.

Trauma Psicológico

El trauma psicológico es un acontecimiento presente en la vida de casi


todo ser humano en la medida que todos hemos tenido algunas experiencias que
han determinado patrones de comportamiento que en el momento presente
resultan disfuncionales.

Pierre Janet aportó una definición de trauma psíquico: “Es el resultado de la


exposición a un acontecimiento estresante inevitable que sobrepasa los
mecanismos de afrontamiento de la persona. Cuando las personas se sienten
demasiado sobrepasadas por sus emociones, los recuerdos no pueden
transformarse en experiencias narrativas neutras. El terror se convierte en una
fobia al recuerdo que impide la integración (síntesis) del acontecimiento traumático
y fragmenta los recuerdos traumáticos apartándolos de la consciencia ordinaria,
dejándolos organizados en percepciones visuales, preocupaciones somáticas y
reactuaciones conductuales” (Pierre, 1919).

En esta definición están contenidos los elementos esenciales del


concepto de trauma psicológico. La persona se enfrenta a una situación de
amenaza psicológica o vital de la que no puede escapar y para la que sus
recursos normales no son eficaces: es decir, no puede enfrentarse a ella de
manera que pueda hacerla desaparecer ni puede huir.

En otras ocasiones, lo traumático ocurre a través de un periodo de


tiempo vital prolongado en el que el niño vive en una atmósfera emocional que
carece de calidad afectiva o en la que abundan los malos tratos físicos y/o
psicológicos, la negligencia o el abandono emocional. En estos casos, el niño no
dispone de las relaciones personales que le ayuden a consolidar un sentido de sí
mismo como digno y valioso. En casos así hablamos de trauma acumulativo
(Lourie,1996). Actualmente investigado como “Trastorno de estrés Postraumático”.

En situaciones de amenaza crónica o de amenaza extrema, los


mecanismos de defensa activan (lucha–huida) no sólo pueden no ser eficaces,
muchas veces pueden hacer que la situación amenazante se haga todavía mas
peligrosa.

Abuso Sexual Infantil (ASI): el trauma de una traición.

La presión que ejerce un progenitor, un adulto o una persona con


autoridad sobre ese niño o niña del que se abuse sexualmente, es muy fuerte; el
niño o niña necesita confiar en sus cuidadores o en alguien que lo guie. Y cuando
se da el abuso sexual infantil ASI en la mayoría de los casos el menor no puede
explicar que pasó, el suceso rebasa la capacidad de digerir el trauma, este evento
constituye la ocasión perfecta para que el receptor de violencia cree un bloqueo de
información. Para Freyd, saber es ponerse uno mismo en peligro. No saber es
alienarse con el abusador y asegurarse de la supervivencia (Freyne, 2003).

La persona que ha padecido ASI que “olvida” y “no” sabe acerca del
ataque sufrido tiene, de igual manera, recuerdo y conocimiento de los abusos que
salen a la superficie de otras formas: fobias específicas, conductas aprendidas,
percepción de sí mismo como “malo”, para Berne guión de vida, lo definió como:
“un plan de vida basado en una decisión tomada en la infancia, reforzado por los
padres, justificado por los acontecimientos subsiguientes, y que culmina en una
alternativa elegida” (Berne, 1973:488).

Estos guiones para Schank y Abelson en 1977, serían los esquemas con los que
representamos el conocimiento que poseemos sobre determinadas situaciones
sociales convencionales y que nos permiten conducirnos adecuadamente en ellas.
Estos guiones proporcionan expectativas sobre los sucesos que probablemente
ocurrirán, por lo que es indispensable trabajar terapéuticamente el trauma y los
guiones para no ser producto de nuestras circunstancias sino de nuestras
decisiones.

Williams y Finkelhor, mencionan que, la mayoría de las víctimas de abusos


sexuales se refieren a uno o más períodos de dolor intenso, pérdida de confianza,
pérdida de autoestima y otras reacciones graves, tanto en el momento del abuso
como más tarde (Williams y Finkelhor,1993).
Dudar o minimizar del daño que provoca el ASI puede abocar a un círculo vicioso;
el abuso sexual que se perpetra y se niega aunque ocurra, lastima y genera más
episodios dolorosos en el o la receptora de violencia sexual.
“Interim report of the APA Working Group on Investigation of Memories of
Childood Abuse”, en 1993 tiene cuatro conlcusiones básicas:
1. La mayoría de las personas que han padecido abusos sexuales en su
infancia recuerda todo o parte de lo ocurrido.
2. La agresión que ha estado olvidada durante mucho tiempo puede
recordarse. El mecanismo o mecanismos que permite ese recuerdo diferido
no se conoce bien en la actualidad.
3. Pueden construirse seudorecuerdos convincentes relativos a hechos que
nunca ocurrieron. El mecanismo o mecanismos no se conocen bien.
4. Hay lagunas en nuestros conocimientos de los procesos que conducen a un
recuerdo exacto o inexacto del abuso sexual en la infancia.

El abuso incestuoso se olvida en mayor proporción que otras


agresiones sexuales, el 80% de los individuos agredidos sexualmente lo han
sido por su progenitor, y supongamos que el 75% de los individuos agredidos
por un progenitor haya tenido un período de olvido de la mayor parte o de toda
la agresión, mientras que el 25% de los individuos agredidos por una persona
que no fuese ninguno de sus progenitores haya tenido un período de olvido de
todo o de la mayor parte del abuso. Eso significaría que el 65% de todas las
personas agredidas sexualmente habrían tenido un período de olvido
(Williams, 1995).

La traición es la clave, la teoría del trauma propone que los traumas


cuya probabilidad de olvido es mayor, no tienen porqué ser los más dolorosos,
terribles o abrumadores (aunque puedan tener esas cualidades), sino aquellos
que la traición sea un componente fundamental. Esta proposición apunta al
papel central que desempeñan las relaciones sociales en los traumas que se
olvidan.

Los traumas interpersonales, como las afecciones domésticas y los


abusos de los niños, son ejemplos evidentes de traumas sociales que poseen
componentes de traición, sobre todo en los casos en donde el agresor sea una
persona digna de confianza e íntima en la vida de la víctima. Cuanto más
dependa la víctima del agresor y cuanto más poder tenga este sobre la víctima
en relación intima y de confianza, mayor será la proporción de traición de la
afrenta. Esta traición cometida por un cuidador de confianza es el factor
fundamental que determina la amnesia del trauma (Shay, 1994).
Al hablar de trauma, no podemos alejar la palabra dolor, esta
experiencia la utilizamos con casi todos los animales. La disociación durante el
trauma y la amnesia traumática (o represión), suele entenderse, por la regla
general, como defensas psicológicas contra el dolor psicológico, como si la
eliminación del dolor fuese un objetivo final lógico. Sin embargo menciona Freyd,
en un sentido evolutivo o funcional, no sería adaptativo hacer que un animal
experimente dolor físico o psicológico, de manera espontánea, para, a
continuación, escapar finalmente al dolor sólo por escapar de él. En cambio, es
más lógico suponer que el dolor exista para motivar cambios de conducta. En
otras palabras, no cabe duda que un animal está motivado para evitar y aliviar el
dolor, pero, traes esa motivación, hay un objetivo evolutivo directamente
relacionado con la supervivencia. Un testimonio relata:

“Cuando yo sufrí abuso sexual, y este fue perpetrado por alguien en quién
confiaba, en mi caso mi papá, no solo tienes la confusión de no entender que te
hacen, te preguntas: ¿qué es eso que causa vacío y dolor?, te preguntas muchas
veces: ¿Por qué a mi?, ¿Por qué me daña?, ¿Cuando parará?, ¿Por qué lo hace?,
conforme pasa el tiempo y no hay respuesta, pasas a necesitar imperiosamente
que ese dolor pare y para protegerme sólo quería meterme en una caja y no salir
nunca. Necesitaba la protección aunque fuera de unas paredes de cartón que no
me tocaran… Después de años, el dolor paró y eso me permitió no sentir, fue
como si el bloqueo de ese dolor también me hubiera anestesiado el corazón. Hoy
entiendo que lo hice para aguardar que todo pasará… Cuando crecí y dejó de
tocarme a los 12, más o menos el olvido llegó, sin darme cuenta sólo se quedó el
vació y la tristeza; Creo que mi cabeza y mi cuerpo fueron sabios, solo querían
que olvidará que quién me tenía que cuidar me lastimó, me traicionó, si lo
recordaba siempre podría ver enloquecido, o me hubiera roto más.

Cuando crecí el recuerdo volvió, desencadenado porque alguien volvió a tocar mi


cuerpo y se desataron algunos recuerdos, sentí enloquecer de nuevo… no
entendía porque me sentía mala y sucia. Empecé a castigarme, no comía y me
puse mal, hasta que entré a terapia y recordé, no fue fácil llevó años recordando,
trabajando, sanando, pero aún no termino de sentirme bien, me repito que yo no
tuve la culpa que yo no hice nada, que yo no provoqué nada, pero a veces ese
dolor sigue ahí, castigándome y haciéndome boicotear todo lo que me hace feliz,
como si no fuera digna de sentir amor profundo, como si tuviera miedo de una
traición más… tal vez algún día estaré mejor y me sentiré segura”

En palabras de Freyd, las víctimas de ASI que tratan de reparar o si quiera


comentar sus experiencias infantiles se encuentran a menudo con preguntas
como: ¿Qué importancia tiene eso ahora?, me han preguntado con demasiada
frecuencia durante el último año. ¿Por qué me tengo que preocupar ahora por una
historia tan antigua? Hay varias razones para eso. La primera es que el dolor
continua, la segunda curación de la herida exige que nos enfrentemos y
consideremos la verdad, esta ayuda a restaurar el orden social y promueve la
curación (Freyd, 2003).

A manera de conclusión, la lógica del olvido es para la supervivencia,


para no enloquecer por la traición de un ser que es cuidador y en lugar de amar y
proteger, daña y hiere. Como receptor de violencia sexual es necesario recordar y
hablar de lo sucedido; ya que la negación es una ofensa continuada. El silencio es
un veneno que carcome, hablarlo y empezar a sanar con la verdad ayuda a
alimentar la esperanza de algún día ser una persona feliz, merecedora y plena.
BIBLIOGRAFÍA

• Berne, E. (1972). What do you say after you say Hello!. Grove Press, Inc.
New York. 1973. Barcelona Grijalbo.
• Freyd,J.JS.R. Martorello y J.S.Alvarado. En preparación: “Betrayal Trauma
and Disociative Experience”
• Freyd, J:J. (2003). Abusos sexuales en la infancia. Madrid. Morata
• Loorie. (1996). Cumulative trauma: the nonproblem solving. Transactional
Analysis Journal. 26, 276–283.
• Schank, R.C y Abelson, R (1977).scripts, plans, gloals and understanding.
An inquirí into human Knowledge strcutures. Hillsdale, N.J:LEA
• Williams, L.M. (1992): “Adult Memories of Childhood Abuse: Preliminary
Finddings from a Longitudinal Study”. Advisor. 5: pag19_21.

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