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Cómo Amar a Dios

Si no es amor loco, apasionado, extraordinario, es una pérdida de tiempo. Hay demasiadas cosas
mediocres en la vida. El amor no debería ser una de ellas.
Novio de Mis Sueños (AKA Sueños de Insomnio) (Dream for an Insomniac)

La mayoría de la gente espera un amor extraordinario. Quieren enamorarse perdidamente, una relación
única en la vida que sea tanto apasionada como perdurable. Películas exitosas, novelas más vendidas y
portales de citas en la Internet, todos cuentan con nuestra esperanza por un gran romance.

Sin embargo, el amor más grande no nació en una película o en una novela clásica; fue escrito por Dios
mismo cuando Él te creó a su imagen. Su singular deseo ha sido siempre tener una relación apasionada,
duradera contigo. Al igual que nosotros, Dios quiere nada menos que la mejor historia de amor.

Amar con Pasión y Propósito


Dios tiene una sola expectativa de una relación contigo. Él explica su deseo en la Biblia: “Ama al Señor tu
Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.”2

Deja muy claro que Él quiere “todo” de ti. Quiere todo tu corazón, alma, mente y la fuerza que inviertes
en tu relación con Él. Más que nada, Él ansía una relación en la que estés “completamente involucrado.”

Cualquiera que haya estado completamente involucrado sabe que amar apasionadamente es amar
decididamente. Los dos elementos se alimentan uno a otro: Tu pasión impulsa tu propósito. Tu propósito
alimenta tu pasión.

Una clase de amor “completamente involucrado” es la suma de las pequeñas decisiones que hacemos cada
día. Gary Chapman, autor del libro “Los 5 Lenguajes del Amor” (The Five Love Languages), dijo, “nuestra
necesidad emocional más básica no es la de caer en el amor. Es ser amado verdaderamente por otro,
conocer un amor que nazca de la razón y la elección, no del instinto. Necesito ser amado por alguien que
decida amarme, que vea en mí algo que valga la pena amar.”3

¿Cuáles son las decisiones diarias que puedes hacer para amar a Dios apasionadamente? Afortunadamente,
debido a que eres un reflejo de Él, puedes empezar por simplemente preguntarte: ¿Cómo espero ser
amado? Ya tienes lo que se necesita para crear una relación extraordinaria con Dios.

Revisemos cada una de las maneras en las que Dios quiere tu amor.

Ama con todo tu Corazón


Amar a Dios con todo tu corazón significa reservar lo mejor de tu afecto para Él. Hacer tiempo cada día
para construir una relación íntima con Él a través de la oración—a través de una conversación. Él quiere
conocerte y que tú lo conozcas.

Empieza por compartir alegrías con Él. Corre primero a contarle a Él tus grandes noticias del trabajo.
Canta a grito abierto para Él en un gran día. Compártele tus esperanzas privadas. Dile lo mucho que lo
aprecias. Habla de su grandeza con otras personas.

Pero también habla con Él primero cuando te sientas triste. Llora con Él cuando estés abrumado en casa.
Admite cuando te sientes celoso. Sé honesto cuando te sientas enojado o decepcionado—incluso si es Él
con quien te sientes enfadado. Comparte tus miedos secretos. Discúlpate cuando hayas cometido un error.
Pídele perdón.
Después, déjalo hablar a Él. Tiene cosas que decir y quiere una relación que vaya en ambas direcciones.
Pídele su consejo y busca su respuesta. Escucha sus historias de la Biblia. Escucha a las personas que
hablan su verdad. Ten en cuenta los dones que te ha dado.

Cada día, haz un tiempo para llegar a conocer a Dios.

Ama con toda tu Alma


Amar a Dios con toda tu alma significa dedicar tu vida a Él. Comienza por preguntarle, “¿Cómo quieres que
gaste mi tiempo, energía, dinero y talentos? ¿Qué puedo hacer con mis recursos para honrarte?”

Averigua lo que Dios valora y permanece firme a esas cosas. Jesús dijo, “Si ustedes me aman, obedecerán
mis mandamientos.”4 Cuando invitas a Dios a todas las áreas de tu vida, él te mostrará cómo vivir de una
manera que a El le agrade.

Él podría pedirte que cambies tus hábitos de gastos de indulgencia por aquellos menos afortunados. Podría
animarte a que cambies tu actitud hacia el trabajo. Probablemente te pida que busques amigos que apoyen
tu relación con Él. Definitivamente Él te instará a perdonar y amar a la gente de la manera en la que Él te
ama y te perdona.

En todas las áreas de tu vida, busca maneras de demostrar tu compromiso con Él.

Ama con toda tu Mente


Amar a Dios con toda tu mente significa respaldar tu pasión con conocimiento. Benjamín Franklin ha sido
acreditado por decir que “si la pasión te domina, deja que la razón tome las riendas.” Dios entiende que la
mente y el corazón están vinculados. Él quiere que uses tu razonamiento para entenderlo y amarlo más
plenamente.

Comienza por hacer preguntas. No tengas miedo de enfrentarte a Él y de luchar con sus mandamientos y
tus creencias. Cuando yo hice preguntas difíciles, me encontré con que Dios le da la bienvenida a los
diálogos y a la curiosidad genuina. De hecho, Él espera por ellos.

Después busca sus respuestas. Lee la Biblia y descubre lo que significan las palabras. Escucha las
experiencias de otros. Toma una clase. Pídele orientación. Haz un esfuerzo por averiguar quién es.
Descubre lo que le gusta y lo que no le gusta.

Amar a Dios con toda tu mente también significa dirigir tus pensamientos a cosas valiosas. Cuando te
concentras en la esperanza y en el amor en lugar del temor y el odio, tu corazón y tus acciones lo siguen.
Filipenses 4:8 dice, “Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo
justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o
merezca elogio.”

Cada día, pregúntate acerca de Dios.

Ama con todas tus Fuerzas


Amar a Dios con todas tus fuerzas significa perseverar por Él cada día. ¿Hasta dónde llegarías por la
persona que amas? El poeta Bayard Taylor dijo una vez, “Los que se aman son atrevidos.”5 De hecho, el
amor auténtico exige fuerza y coraje más que nada.

Eso significa que debes armarte de valor para proteger tu relación con Dios todos los días. Significa que
estás dispuesto a cambiar y a sacrificar cosas por Él. Significa ser honesto, y a veces significa hacer lo
impopular. Significa escuchar la verdad y responsabilizarte a ti mismo.

Amar a Dios con fuerzas es alejarse de chismes cuando prefieres ser parte del grupo. Es admitir que
estás equivocado y hacer un cambio. Es pedirle a la gente que te ayude a proteger tu relación con Dios
cuando no lo sientas. Es evitar a la gente y las cosas que podrían distraerte y alejar tu amor de Él. Es
levantarse y volver a intentarlo después de que fallaste.

Cada día, disponte a luchar por tu relación con Dios

El Amor en los Momentos


Cada día se compone de cientos de pequeños momentos que son oportunidades para amar a Dios. Y cada
día la oportunidad importa.

Cuando los momentos de amor se unen, forman días. Cuando los días de amor se unen, se convierten en
meses. Cuando los meses de amor se unen, se extienden a años. Y a lo largo del tiempo, los años de amor a
Dios crean una extraordinaria historia de amor.

Dulce Rendición a Dios


En el momento en que nos rendimos a Cristo y nos comprometemos a la obediencia absoluta a él, se libera
un poder maravilloso en nuestro hombre interior. El miedo a lo que los hombres puedan hacernos, se
desvanece. No hay más pavor de Dios, del infierno o de retribución. Y en lugar de pesar, dolor,
preocupación y angustia, el Espíritu de Dios nos inunda con una nueva luz, una fresca esperanza, un gran
gozo, una gloriosa paz y una abundante fe.

Se dijo de Cristo que él soportó y fue obediente a su Padre celestial, no por temor, sino por el gozo que
estaba puesto delante de él. Él dejó a un lado todos los pesos; corrió la carrera con paciencia; sufrió la
vergüenza; nunca se desmayó ni se cansó en su mente, todo esto, porque él vio las gloriosas recompensas
de la obediencia. Gozo indescriptible. Paz. Descanso. Libertad. Plenitud.

El miedo no es el mejor motivador hacia la obediencia, el amor sí lo es. Es la dulce rendición a la voluntad
de Dios lo que nos abre los cielos. Es el entregar cada pecado, cada acto de desobediencia, lo que nos
concede la revelación de quién es Cristo en realidad. La Escritura dice: “Todo aquel que peca, no le ha
visto, ni le ha conocido” (1 Juan 3:6).

¿Podría ser posible que nosotros, viviendo en desobediencia, ya no lo conozcamos? ¿Podría ser que
continuemos satisfaciendo nuestros deseos porque nunca hemos tenido una revelación de Cristo, su odio al
pecado, su absoluta santidad, su gloria y misericordia? En lenguaje sencillo, el que vive en desobediencia
nunca ha visto realmente a Cristo “.

Jesús dijo: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será
amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él” (Juan 14:21).

¿Qué mayor recompensa por amar la obediencia podríamos desear que el hecho de que Cristo mismo se
revele a nosotros? Él dice: “Ámame tanto como para obedecerme. ¡Entonces yo te amaré y te mostraré
quién soy!”
Eres más que tu pasado: Noviazgo con un historial sexual
Hablar de un historial sexual con la persona con quien estás saliendo y conociendo puede tornarse

mal muy rápidamente. En una milésima de segundo puede convertir una relación de pareja sana en
un juego de manipulación y control. Cuando se revela la historial sexual, ambas partes pueden
sentirse traicionadas por diferentes razones. Cada frase adquiere la cadencia de una amenaza,
un ultimátum. Cada pregunta puede aterrizar como un gancho izquierdo

“Pensé que me amabas”.

“Es un asunto ya resuelto en Cristo, ¿por qué es tan difícil para ti?”.

“¿Qué tipo de dolor o preocupación puedo expresar?”.

Tratar con un historial sexual puede convertir la intimidad en un campo de batalla, y el afecto en una
telaraña de errores pasados, de juegos de poder y cuchillos afilados. He estado en ambos lados de esta
conversación. Permití que la inseguridad tomara el mando. Permití que mi ego se convirtiera en lo que más
protegía y apreciaba, en lugar de la valiosa y vulnerable imagen de Dios que estaba delante de mí.

Es raro que dos cristianos tengan las herramientas adecuadas para apaciguar esta conversación. El
noviazgo es un tipo de relación inestable; puede terminar en matrimonio o en una ruptura. Un historial
sexual solo complica las cosas. Nos puede volver nerviosos, cautelosos, despiadados, implacables, y duros
para perdonar. Pero, por la gracia infinita y misteriosa de Dios, también puede ser un tiempo para reparar,
excavar, apreciar, y aprender… si tenemos el valor de hacerlo.

Las emociones gemelas de tener un noviazgo con un historial sexual son la vergüenza y la impaciencia.
Vergüenza, porque te sientes expuesto y juzgado por el peso de la pureza de la otra persona. Impaciencia,
porque quieres dejar que el pasado sea el pasado, y te niegas a ser rechazado y descartado por un pasado
con el que has tratado con diligencia tanto con el Señor como con la iglesia.

Vergüenza
“Lo siento”.
“No se lo puedo decir”.
“¿Y si termina conmigo?”.

Hay algunas cosas prácticas a tener en cuenta para aquellos que se sienten avergonzados por su historial
sexual. En primer lugar, no entres al juego de hacer comparaciones. No tener un historial sexual no
equivale a ser puro de corazón. Así no funciona el corazón (Mat. 5:28). Tampoco la ausencia de un historial
sexual trae seguridad a la relación. Buscar a la persona con el historial “más limpio” es un intento de
controlar el futuro; no es buscar la santidad, sino un “golpe de estado” divino al tratar de controlar muy
cautelosamente nuestra propia seguridad y poder. También puede menospreciar la gracia soberana y
santificadora de Dios. Tu historial dice menos de ti que lo que un acusador podría hacerte creer. Si
realmente has puesto tu esperanza en Jesucristo, y te has comprometido a buscar permanentemente la
santidad, tu historial ya no te puede condenar.

En segundo lugar, protege tu propio corazón de la manipulación de otra persona. Tus pecados pasados no
fueron en contra de tu pareja actual, así que no permitas que te obliguen a practicar más inmoralidad
sexual. Sí, el pecado tiene consecuencias en tiempo real para ellos, y es posible que eventualmente haya la
necesidad de disculparse por ello. Pero le dice David a Dios: “Contra ti, contra ti solo he pecado” (Sal.
51:4). Eso significa que no permitas que la vergüenza de tu historial sexual le dé a tu pareja el poder de
aprovecharse de ti, tal vez incluso de una manera sexual, para “compensar” el déficit que ellos sienten en
contra de tus relaciones pasadas. Tú no les debes nada. El insistir en algo más es la obra del mentiroso
(Prov. 19:22). A menudo, la vergüenza puede ser un semillero a más pecado. Es esencial estar consciente
de ello.

En tercer lugar, tu pecado ha sido cancelado y cubierto en Jesucristo (Col. 2:13). La victoria violenta e
irreversible que Jesucristo ganó sobre la muerte y la culpa tiene la última palabra sobre tu pecado:
“Hijitos… perdonados” (1 Jn. 2:12). Que ese sea el lente a través del cual te comprendas a ti mismo y a tu
pasado. Cualquier otra voz, incluso una que ha sido herida u ofendida o amenazada, no tiene la última
palabra. Eres profundamente amado y apreciado (Ef. 5:1). Dios tiene un plan para ti, no menos que
cualquier otra persona (1 Tim. 1:16). No eres un ciudadano de segunda clase en el reino. No eres una opción
de segunda para un cónyuge cristiano. Eres un hijo de Dios, y Él no castiga los pecados del pasado con
pruebas o dificultades circunstanciales. Él castigó tus pecados, sexuales y de otro tipo, en la cruz. “Pero
El fue herido por nuestras transgresiones, […] el castigo, por nuestra paz, cayó sobre El, y por Sus
heridas hemos sido sanados” (Is. 53:5).

Impaciencia
“Este es mi pasado. Lidia con ello”.

“¿Por qué no puedes superarlo?”.

“No es gran cosa. Solo confía en mi”.

Tu pareja reaccionó a tu pasado: se siente herida e insegura, y hace un número abrumador de preguntas.
Su dolor parece resentido, amargado, juicioso, despectivo, e injustificado. La vergüenza puede hacer que
se sienta acorralada y enfurecida. Su inseguridad se asemeja una profecía de tu rechazo y humillación. El
miedo está en la raíz de los peores tipos de frustración e impaciencia. Aquí algunas cosas para tener en
cuenta.

En primer lugar, las reacciones anteriores que personas hayan tenido por tu antecedente sexual no dictan
en ninguna manera cómo el próximo novio o novia lo va a asimilar. Dales el beneficio de la duda que quieres
de ellos (Luc. 6:31; 1 Cor. 13:7).

En segundo lugar, sé paciente con ellos (1 Cor. 13:4). Será difícil. Si no es difícil en lo absoluto, entonces
es igual de alarmante. Ellos se están enfrentando a muchos pensamientos, miedos, e imaginaciones en sus
propios corazones que serán difíciles de sobrellevar. Una vez más, esto puede hacer que te sientas
juzgado, con miedo de quedarte solo, y desencadenar sentimientos y temores pasados. Ámalos al darles
espacio y tiempo para luchar. Trata de no permitir que la conversación se convierta en una conversación
de un “yo contra ti”. No trates de ganar la pelea. Intenta ganar a tu hermano o hermana en Cristo: “La
mujer agraciada alcanza honra, y los poderosos alcanzan riquezas” (Prov. 11:16). Obtén honor.

En tercer lugar, evita presionar físicamente con el fin de nivelar el campo de juego. Es decir, para darles
un pasado sexual que puedas recriminarles. Este es el epítome del egoísmo, y muestra la altura a la que
puede llegar el engaño del pecado: el tratar de hacer frente a tu propia culpa al arrastrar a otras
personas a caer en pecado contigo. “Miren que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino que procuren
siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos” (1 Tes. 5:15). No dejes que la bruma de la
vergüenza o el dolor o la inseguridad se conviertan en el terreno para entrar en más pecado.

En cuarto lugar, asegúrate de que tu pasado esté realmente en tu pasado. ¿Todavía estás teniendo
fantasías sobre tus encuentros sexuales pasados? ¿Estás justificando encuentros coquetos con otras
mujeres mientras cortejas a tu pareja actual, dandole “me gusta” en Twitter, mandando mensajes en
Facebook, yendo intencionalmente a sus cafeterías favoritas? Si es así, la mujer con quien estás saliendo
en estos momentos tiene todo el derecho a la incertidumbre y la inseguridad que está expresando.

No tienes que ser perfecto para salir con alguien. La perfección no es un requisito para el amor. Pero la
integridad sí lo es. Asegúrate de que estés experimentando verdadera victoria y progreso en tu pureza
personal antes de comenzar a tener citas y tratar de tener estas conversaciones difíciles con alguien. La
deshonestidad en el principio o fundamento de un matrimonio es un camino hacia la destrucción: “La
integridad de los rectos los guiará, pero la perversidad de los traidores los destruirá” (Prov. 11:3).

En quinto lugar, ora por tu pareja (1 Tim. 2:8). Que Dios le dé palabras de gracia para hablar (Luc. 4:22),
que Dios le dé una sobria comprensión de su propio pecado (1 Tim. 1:15; 1 Jn. 1:10), y que el amor entre un
hermano y hermana en Cristo se vea reforzado y fortalecido al glorificar a Dios (2 Tes. 1:3).

Amar sin esperar nada a cambio


Al final del día, la persona con quien estás saliendo quizá no sea capaz de aceptar tu historial sexual. Tal
vez se vaya, y eso encajaría perfectamente dentro de su libertad cristiana. Tú podrías poner mala cara y
reflexionar sobre los defectos de la otra persona, pero la realidad cruda y fría es simplemente esta: te
enfrentas a las consecuencias en tiempo real de tus pecados pasados. Dios no te está juzgando. Él no está
implementando una ley de “karma”, o de efecto, en tu caso. David Powlison lo pone así: “Dios construye, en
el funcionamiento interno de cómo dirige tu universo, la ley de la siembra y la cosecha” (“Inocent
Pleasures” [Placeres inocentes]).

Vas a estar bien. Duele mucho. Pero Dios nos guía a través de este tipo de cosas para nuestro bien. Si Él
nos permitiera ser rebeldes sin tener repercusiones, todos tendríamos dañados los nervios espirituales.
Nos quemaríamos y lastimaríamos por no sentir el dolor de nuestras decisiones peligrosas. En contra de
todas las cosas terribles que podamos sentir acerca de nosotros mismos, Dios nos da tres cosas cuando
somos rechazados debido a nuestro historial sexual. Él nos da honor, nos sana, y nos da esperanza.

Él nos da honor, porque elegimos amar por el amor que hemos recibido, y no por avaricia. “Porque si
ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa tienen? ¿No hacen también lo mismo los recaudadores
de impuestos?” (Mat. 5:46). Amar sin reciprocidad es sentir las punzadas de Jesús a quien hemos
rechazado. El confiar en Dios lo suficiente para amar y no ser amado es ser contados con Cristo, y hay
honor en ese tipo de fe.

Dios nos sana, porque Él hace su mejor trabajo en medio del quebrantamiento. En cualquier momento, Dios
puede eliminar espinas de impureza que ahogan la vida en ti: “Porque ésta es la voluntad de Dios: tu
santificación; es decir, que se abstengan de inmoralidad sexual” (1 Tes. 4:3-5). Dios está haciendo eso en
ti (Filip. 2:12-13). Cuando preguntes: “¿Qué está haciendo Dios en mi vida? ¿Por qué me está sacando de
esta relación?”, la respuesta es clara. Él te está sanando y limpiando. Él no ha puesto un veredicto de
culpabilidad de por vida en ti. No hay condenación (Rom. 8:1). Por ahora, y solo por ahora, Él está
simplemente (y dolorosamente) sanándote.

Él nos da esperanza porque, con cada nuevo día, Dios se encarga de nuestro cuidado: “Así que los que
sufren conforme a la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, haciendo el bien” (1 Pe.
4:19). No existe lamentación que se encuentre fuera del alcance del buen plan de Dios para ti. Si te casas,
es por la mano del mismo Dios que te llamó desde el reino de las tinieblas al reino de la luz. Si te casas, es
por el mismo tipo de decreto que creó el universo. Si es la voluntad de Dios que te llegues a casar,
entonces estás en un curso de colisión imparable hacia el matrimonio. Y si eres rechazado por otra
persona, eso también está dentro de la amorosa y misericordiosa voluntad de Dios para tu vida.

Confía en Dios hoy, y reconoce que, ya que Él creó el tiempo, el tiempo está de tu lado. Si eres rechazado
debido a tus antecedentes sexuales, confía en que no es una herida arbitraria, sino que se trata de un
engranaje en el muy ordenado y detallado plan de Dios para tu vida llena de gozo. Que Dios nos conceda, a
nosotros los culpables, la misericordia para recibir los buenos regalos de un Padre que nos ama.
Un Lugar Llamado ‘Sin Salida’
“Los que descienden al mar en naves, y hacen negocio en las muchas aguas, ellos han visto las obras de
Jehová, y sus maravillas en las profundidades. Porque habló, e hizo levantar un viento tempestuoso, que
encrespa sus ondas.

Suben a los cielos, descienden a los abismos; sus almas se derriten con el mal. Tiemblan y titubean como
ebrios, y no sabían más que hacer” (Salmo 107:23-27).

En este Salmo el momento cuando “y no sabían más que hacer” transcurre en la cubierta de un barco en un
mar sacudido por las tormentas. Las olas gigantes llevaban la nave hasta los cielos, y luego la hacían caer
hasta las profundidades. Los vientos potentes la lanzaban hacia adelante y hacia atrás para que ninguno de
los marineros pueda encontrar su “equilibrio”. Se tambaleaban por la cubierta como hombres borrachos.

Las velas del barco están deshilachadas y rotas, y una ola después de otra ola poderosa se estrella contra
la cubierta. Los marineros tienen que luchar sólo para aferrarse. Parece que todo ha terminado para ellos,
y están en total desesperación. Están indefensos, vulnerables al poder de las circunstancias, incapaces de
detener la tormenta, impotentes para salvarse a sí mismos.

Estos marineros han llegado a un lugar llamado “sin salida”. Es una condición que aflige a todos los
cristianos en un momento u otro. Esta frase significa simplemente “haber perdido o agotado cualquier
posibilidad de ver o pensar en una salida”. En resumen, es el fin de toda capacidad y recursos humanos. No
hay escapatoria, no hay ayuda, no hay liberación, excepto en Dios mismo!

¡Tal vez ya hayas llegado a tu “sin salida”!


Al igual que los marineros a bordo de la nave, has estado simplemente ocupándote de tus asuntos,
avanzando en tu caminar con Jesús. Entonces un día, de la nada, una tormenta golpea y las olas del
problema vienen azotándote por todos los lados!

Los problemas de la vida rara vez vienen de a uno a la vez. Son como las olas en una tormenta, que se
suceden una tras otra, rápidas y furiosas, subiendo más y más. Es como si el sol se hubiera ido, el aire se
volviera frío y helado y los vientos de los problemas comenzaran a golpear. Como los marineros en el Salmo
107, tu “… alma se derrite con el mal…” (Versículo 26). (La palabra hebrea aquí para derretir significa
“desmayarse de miedo”).

Debo señalar: ¡Dios mismo ha iniciado esta tormenta! “… Porque habló, e hizo levantar un viento
tempestuoso, que encrespa sus ondas…” (Versículo 25). Él es quien trajo a los marineros a este lugar. Él es
el que levanta el viento, agitando las olas, arrojando el barco. ¡Todo es obra Suya!

Sin embargo, esto puede ser un gran estímulo para nuestra fe siempre que los problemas nos golpeen por
todos lados. Tenemos el conocimiento de que todos los problemas y tormentas en la vida han sido
ordenados por Dios, para aquellos que caminan en justicia. No son causados por el diablo o algún pecado en
particular. Más bien, el Señor nos ha llevado “a tocar fondo” y Él tiene un propósito en todo esto!

“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna


cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo,
para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría” (1 Pedro 4:12-13).

Dios no se sorprende por tu sufrimiento. De hecho, está sucediendo porque Él quiere producir algo en tu
corazón, para revelar Su gloria en ti.

Sin embargo puedes sentir que es absolutamente la peor tormenta en tu vida! Tu prueba puede ser
problemas económicos y financieros, calumnias, problemas familiares o una tragedia personal. Te vas a la
cama por la noche con una inquietud adentro, una nube encima tuyo. Cuando despiertes, el desánimo sigue
estando contigo. Y sigue allí hasta que un día te despiertas llorando, “Dios, ¿cuánto más tengo que
soportar? ¿Cuánto tiempo más permitirás que pase por esto? ¿Cuándo terminará todo?”
¿Cuándo cesó la tormenta para los marineros en el Salmo 107? ¿Cuándo Dios los trajo a su destino
deseado? Según el salmista, sucedieron dos cosas:

 Primero los marineros llegaron a tocar fondo, renunciando a toda esperanza o ayuda
humana. Dijeron: “No hay manera de que podamos salvarnos a nosotros mismos. ¡Nadie en la tierra
puede sacarnos de esto!”
 En segundo lugar clamaron al Señor en medio de su angustia, volviéndose solo a Él para pedir
ayuda.
“Entonces claman a Jehová en su angustia, y los libra de sus aflicciones. Cambia la tempestad en sosiego, y
se apaciguan sus ondas. Luego se alegran, porque se apaciguaron; y así los guía al puerto que deseaban”
(Salmo 107:28-31).

Por favor entiende: Dios nunca es tomado por sorpresa. Él no tiene que cambiar espontáneamente su
dirección divina cuando nos llegan los problemas. Él no tiene que tirar alguna moneda cósmica para
resolver Sus acciones a nuestro favor. No, mucho antes de que Israel saliera de Egipto y llegara a Migdol,
el plan de Dios para ellos ya estaba establecido. Ya había ordenado que los vientos soplaran a cierta hora,
para abrir el Mar Rojo. ¡Él ya sabía exactamente desde el principio lo que iba a hacer!

Igualmente hoy Dios tiene un plan para sacarte de tu tormenta. De hecho, Él ideó ese plan mucho antes de
que tu problema comenzara. Sin embargo, Él lo preservará hasta el último momento, esperando que
confíes en El. Él quiere ver si pones tu vida en Sus manos y digas: “Vivo o muerto, confiaré en el Señor!”

Podrás responder: “Pero no sé lo que voy a hacer. La tormenta sigue furiosa. Todo parece sin esperanza.
No veo ningún signo de ayuda o de liberación!” A todas estas cosas Dios dice todavía: “¡Confía en Mi, Hijo
Mío y serás bendecido!”

No importa si tu prueba es con tu familia, con tus negocios, o con la comida que pones en la mesa. Si pones
tu total confianza en Su Palabra y Su fidelidad, Dios ha prometido bendecirte y Él no puede mentir!
Cuando llega el calor, no te preocuparás. Cuando llegue el viento, te mantendrás firme, porque habrás
aprendido a confiar en Él a pesar de todas las circunstancias inquietantes. Serás un árbol verde que
llevarás el abundante fruto de la confianza y todos los que te rodean tendrán esperanza y ánimo
mientras contemplan tu tranquila confianza.
Cuando el pecado te impide orar
El otro día prediqué de la oración y recibí un comentario útil de un miembro de la iglesia. Mencionó la
forma en que el pecado le impide orar, y que con el tiempo, el sentimiento de culpa por el pecado hace que
sea muy difícil hacerlo.

Creo que eso es un problema en muchos de nosotros. Aquí están algunas ideas para navegar el camino de la
oración a través de la niebla de la culpa.

Recuerda que el pecado te mantendrá lejos de la oración.


Así como el pecado contra los demás afecta nuestra relación con ellos, el pecado pone también una tensión
en nuestra relación con Dios. Es una violación. Como Adán y Eva, que se escondieron de Dios con hojas de
higuera, nos avergonzamos y ocultamos de la misma manera. Es posible que nos escondamos detrás de
nuestros horarios, el trabajo, las responsabilidades familiares, el ocio, o incluso el ministerio, pero al final
nos ocultamos. Por lo tanto, es importante ver que el pecado afecta nuestra relación con Dios. No orar
siempre manifiesta el pecado y sus efectos. Nunca debemos estar satisfechos en quedarnos sin orar por
largo tiempo, sino más bien reconocer por qué evitamos orar y poner manos a la obra para remediarlo.

Recuerda que la oración te guiará a salir del pecado.


Es irónico que la oración es en realidad el helicóptero que nos rescata de la cautividad del pecado. Es la
única forma de salir. La oración da a conocer nuestra ubicación y posición y hace contacto con el equipo de
búsqueda y rescate. Para salir del patrón en espiral causado por el pecado, hay que confesarlo y
arrepentirse.

Recordemos que cuando hacemos esto, Dios nos perdona (1 Jn. 1: 9). El pecado, en su núcleo, es orgullo. La
oración, en su núcleo, es una expresión de humildad. La única forma de salir del pecado es humillarnos
delante de Dios, abrazar la realidad, y pedir clemencia y gracia. Nuestro corazón es complicado y
engañoso (Jer. 17:9). Nos decimos que no podemos orar porque no hemos estado orando. Nuestra carne se
desencadena en contra de humillarnos delante de Dios en la oración. Aquí es donde hay que recordar la
base de nuestro acceso.

Recuerda que nuestro acceso nunca se basa en nuestra impecabilidad,


sino en la de Cristo.
Si la base de nuestro acceso a Dios en la oración fuera nuestra perfección, entonces el pecado personal
nos mantendría lejos de Dios. Sin embargo, afortunadamente, así no es. Nuestro acceso a Dios no viene a
través de nuestra impecabilidad, ¡sino a través de la de Cristo!

“Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino Uno que
ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Por tanto, acerquémonos con confianza al trono
de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna”, Hebreos 4:15-16.

No nos acercamos a Dios en oración recitando nuestras calificaciones para venir a Él. No saludamos a
nuestro Padre celestial y luego le damos nuestro currículum diciendo, “Yo he hecho esto y aquello” (Lc. 18:
9). ¡Para nada! Nos acercamos a Dios en oración cubiertos en la justicia de Jesucristo. Venimos declarando
su sangre y justicia. Su perfección está cosida a nuestra alma. Somos uno con Él y le imploramos como
nuestro representante. Cuando oramos, venimos como pecadores cubiertos en la sangre de Cristo.
Recordar la verdad del evangelio y predicarlo a nuestro corazón provocará que oremos, incluso en medio
del pecado personal.
Recuerda que la oración es una expresión de fe, y es por la fe que nos
aferramos al sacrificio expiatorio de Cristo.
¿Recuerdas la primera hora en la que creíste? ¿Cuál fue tu primera acción? ¿No fue una oración de fe y
arrepentimiento? ¿No gritaste a Dios en fe, confesaste su nombre, y te arrepentiste de tu pecado? Ese
es el camino a la ciudadanía en el reino de Cristo. La oración está ligada a nuestra fe en Cristo. La oración
expresa nuestra fe. Por la fe nos aferramos a Cristo. Al igual que la mujer con la hemorragia sanguínea
(Mar. 5), nos aferramos a las vestiduras de Cristo. La oración se parece a las mujeres que en la mañana de
resurrección cayeron a los pies de Cristo y se aferraron a Él con temor y alegría (Mt. 28:9).

En lugar de que el pecado nos impida llegar a Cristo, nos debe conducir a Él.

Recuerda que la culpa se multiplica.


Lo terrible de vivir en un estado donde no oramos por culpa del pecado es la forma en que la situación se
agrava. La culpa es peligrosa. Con el tiempo el agravo de la culpa, como la espesa humedad, nos hará
adormecer e incluso sentirnos enfermos.

“Mientras callé mi pecado, mi cuerpo se consumió con mi gemir durante todo el día. Porque día y noche Tu
mano pesaba sobre mí; mi vitalidad se desvanecía con el calor del verano”, Salmo 32:3-4.

Necesitamos la brisa fresca del evangelio y la frescura del arrepentimiento para limpiar el sudor de
nuestras frentes cansadas.

Reconocer la naturaleza corrosiva del pecado y la forma en que se come nuestra vida espiritual nos obliga
a mantener cuentas cortas con Dios, y luchar contra las temporadas de culpa que vienen por la falta de
oración. Bien se ha dicho, el pecado te alejará de la oración, y la oración te alejará de pecar. Pero también
es cierto que la oración te sacará del pecado. A veces es un trabajo duro. Pero es un buen trabajo.
Recuerda, nunca eres demasiado pecador como para orar, si tu oración es una de arrepentimiento. Cristo
es poderoso para salvar, y su gracia es más grande que todos nuestros pecados.

Escrito por Erik Raymond


¿Tiene la Vida un Propósito?
¿Hay algún significado en la vida? ¿Hay algún propósito que dure más que la muerte?

“Mi pregunta -que a la edad de cincuenta me dejó al borde del suicido- era la más sencilla de las
preguntas, que yace en el alma de cada hombre… una pregunta sin respuesta y sin la cual no se puede vivir,
según he descubierto por experiencia propia. Era: ‘¿Qué será después de lo que estoy haciendo hoy o voy
a hacer mañana? ¿En qué devendrá toda mi vida?…¿Existe algún sentido en mi vida que no sea destruido
por la inevitable muerte que me espera?'”
León Tólstoi1
El gran autor ruso León Tólstoi lo tenía todo: Riqueza, familia, éxito y fama. Según el estándar de casi
todo el mundo, Tólstoi también debió haber poseído un enorme sentido de la alegría, el logro y el
propósito. Pero no era así.

Había algo que siempre lo acosaba: La muerte. “¿Hay algún significado en mi vida que no sea destruido por
la inevitable muerte que me espera?”, preguntó. Tólstoi no se pudo sacudir el sentimiento de que el final
impuesto por su muerte inevitable hacía que todo en la vida perdiera sentido.

Intranquilidad en Plena Prosperidad


Tólstoi no estaba—y sigue sin estar—solo con este sentimiento. Por ejemplo, en la actualidad Estados
Unidos tiene la cultura más avanzada, adinerada y confortable en toda la historia de la humanidad, pero al
mismo tiempo podría decirse que es la que abarca más personas con depresión, medicadas y desorientadas
en toda la historia de la humanidad.

Un autor francés reconoció esto hace más de cien años. Cuando visitó Estados Unidos por primera vez,
Alexis de Tocqueville observó algo que hoy en día es aun más evidente: “Hay algo sorprendente en esta
extraña intranquilidad de tantos hombres felices, incansables en medio de la abundancia… Además de las
buenas cosas que él posee, a cada instante fantasea con miles de otras que la muerte le impedirá probar si
no las prueba pronto. Este pensamiento le llena de ansiedad, temor y lamento, y mantiene su mente en una
turbación permanente”.2

Tólstoi, De Tocqueville y millones de personas hoy reconocen la misma pregunta agonizante: ¿Existe algún
sentido o propósito en la vida que la muerte no borre?

Carencia de Sentido…
Sorprende descubrir que uno de los libros más intrigantes—y a menudo menospreciado—de la Biblia
aborda esta misma inquietud. El libro de Eclesiastés responde la pregunta anterior con un rotundo no:
“‘Vanidad de vanidades’, dijo el Predicador. ‘Vanidad de vanidades, Todo es vanidad’”.3

No es algo que la mayoría de la gente espere encontrar en la Biblia, pero ahí está. El resto del libro sigue
desarrollando el principio de que en realidad no hay sentido en “todas las cosas que se hacen debajo el
sol”.4 La sabiduría y el conocimiento no tienen sentido, la riqueza no tiene sentido, el placer no tiene
sentido. La vida no tiene sentido. “Todo ello es vanidad”.5

La Biblia se las trae. Imagínese que estuviera en espera a ser ejecutado y que su ejecución fuera mañana.
No hay nada que pudieras hacer hoy que cambiara lo que va a pasar mañana. Por tanto, no hay nada que
pudieras hacer que no vaya a haber desaparecido mañana. La muerte le pondrá fin a todo.

Ese es el punto de la Biblia. Si esta vida es todo lo que hay -si la muerte es el final y no hay nada después-
entonces no puede haber ningún significado o propósito real en la vida. La muerte lo destruye todo. La
vida se vive en vano porque nada de lo que puedas hacer impedirá el triunfo final de la muerte.
. . . al menos que
Pero Eclesiastés no se queda ahí. Hay un pequeño pero enorme significativo detalle que es vital para las
afirmaciones hechas en Eclesiastés: alejada de Dios, la vida no puede tener ningún propósito.

Permítanme explicarlo un poco.

De acuerdo con la visión de mundo científica que predomina en la actualidad, tú eres apenas una
composición aleatoria de átomos al azar. Tú eres el resultado accidental de un proceso biológico que
ocurre irreflexivamente y sin propósito.

Sin embargo, el libro de Eclesiastés—y el cristianismo en general—ofrece una perspectiva doble: mientras
que la vida alejada de Dios carece agudamente de sentido, la vida con Dios rebosa de propósito.

Dios creó a la humanidad, y él nos creó para un propósito específico. Sin embargo, nosotros rechazamos
ese propósito (¿recuerdan la historia de Adán y Eva?) y desde entonces hemos recorrido mucho para
tratar de crear nuestro propio propósito y sentido.6

El escritor C. S. Lewis lo expresó así:

Todo lo que llamamos historia humana—dinero, pobreza, ambición, guerra, prostitución, clases, imperios,
esclavitud—es la larga y terrible historia del hombre tratando de encontrar otra cosa que no sea Dios
para ser feliz… Esa es la razón por la que nunca tendrá éxito. Dios fue quien nos hizo: nos inventó como el
hombre inventa un motor. Un auto está hecho para funcionar con petróleo, y no funcionará correctamente
con ninguna otra cosa. Ahora, Dios diseñó la máquina humana para funcionar en Él mismo. Él mismo es el
combustible con el que nuestros espíritus están diseñados para funcionar, o el alimento que contempló el
diseño de nuestros espíritus. No hay otro más.7
Su vida puede tener un gran propósito. Su vida puede tener un propósito eterno.

Por ser el creador de esta vida, Dios sabe lo que es mejor para el hombre. Dios sabe que la única cosa que
puede dar un verdadero sentido a la vida es el mismo. Los cristianos creen que Dios, a través de
Jesucristo, nos ofrece a todos vida eterna; vida más allá de este mundo, donde “ya no habrá más muerte,
ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor”.7

Mira a tu Alrededor
Solo mira alrededor. Mira Hollywood. La gente más bella, rica y exitosa del mundo es afectada con tanta
frecuencia por la depresión, la adicción a las drogas, a desórdenes alimentarios e innumerables problemas
destructivos.

La historia ha demostrado una y otra vez que el dinero, el sexo, las posesiones y la fama sencillamente no
proveen la plenitud que deseamos. Una y otra vez la gente ha sabido que estas cosas no ofrecen ningún
propósito real ni duradero.

Según los cristianos, la vida puede tener un gran propósito, pero—no importa cuánto nos resistamos—ese
propósito se encuentra solo a través de una relación con Dios.

Escrito por Matt Shores


¡Mira a Jesús!
Pablo dice que viene un tiempo cuando “[Nosotros] habiendo acabado todo, estar firmes” (Efesios 6:13).
Estamos firmes en la Palabra de Dios, a pesar de todo nuestro dolor y pesar, a pesar de toda la debilidad
de nuestra carne. En la Palabra de Dios leemos de dos personas que hicieron la determinación de que:
“Sólo necesito tocar el borde de su manto”. (El relato del principal de la sinagoga y la mujer que había
estado sufriendo de sangrado durante doce años se encuentra en Marcos 5:22-43).

Si aún no has visto la respuesta a tu oración, puedes estar preguntándote si Dios se ha olvidado de ti. Te
puedo asegurar que él ha estado trabajando en tu liberación desde el momento en que oraste por primera
vez y que tu milagro está en camino.

Te animo a que dejes de desenterrar tu pasado y recordar las viejas ataduras. Y no corras de un lugar a
otro buscando respuestas. Persiste en fe y toca a Jesús por ti mismo. Entrégale tus cargas y deja todo en
sus manos. Él ha prometido que nunca te abandonará, así que acércate a él.

Cuando David escribió en el Salmo 147:4 que el Señor “cuenta el número de las estrellas”, nos está
recordando que ‘cuando estés adolorido y sientas que no hay esperanza en absoluto, detente y mira hacia
las galaxias’. ¡Nuestro Padre amoroso hizo todo esto! Cuando tomamos tiempo para enfocarnos en la
majestad y el poder del Creador, obtenemos perspectiva y nos damos cuenta de que él es más que capaz
de saciar nuestras necesidades individuales.

Podemos estar firmes y seguros mientras enfrentamos batallas por dentro y presiones por fuera “puestos
los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2).

Escrito por David Wilkerson


El Lugar de Tranquilidad de Dios
Cuando estás angustiado, cuando te sientes abrumado por el temor, abatido por una gran aflicción o
agobiado con las preocupaciones por tu futuro; Dios te dice que hay un refugio secreto. Es un lugar de
consuelo donde encontramos la calma para nuestras almas.

¿Dónde se encuentra este escondite secreto? Está en un lugar en tu mente que Isaías describe de esta
manera: “Tú [Señor] guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha
confiado.” (Isaías 26:3, cursivas añadidas).

Cuando Dios nos dice: “Cierra las puertas”, esto es lo que Él quiere decir. Nos está mostrando la necesidad
de cerrar las muchas voces preocupantes en nuestra cabeza. Debemos cerrar la puerta a todos los
pensamientos sobre el mañana y sobre los acontecimientos mundiales. Jesús nos dijo: “Así que no se
preocupen por el mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones” (Mateo 6:34 NTV).
El Señor que fielmente nos ha traído hasta aquí, no nos fallará en los días venideros.

Considera el clamor del salmista:


“Ten misericordia de mí, oh Dios…porque en ti ha confiado mi alma, y en la sombra de tus alas me
ampararé hasta que pasen los quebrantos. Clamaré al Dios Altísimo, al Dios que me favorece. El enviará
desde los cielos, y me salvará de la infamia del que me acosa; Dios enviará su misericordia y su verdad”
(Salmo 57: 1-3, cursivas añadidas).

“Cuando me acuerde de ti en mi lecho, cuando medite en ti en las vigilias de la noche. Porque has sido mi
socorro, y así en la sombra de tus alas me regocijaré. Está mi alma apegada a ti; tu diestra me ha
sostenido” (63:6-8).

Escrito por David Wilkerson


Jesús nunca llega tarde
La paciencia piadosa es la voluntad de esperar el tiempo de Dios. Hay tal cosa como el tiempo del Espíritu
Santo. “Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará” (Hebreos 10:37). Este versículo
se refiere a más que la Segunda Venida de Cristo; también se refiere a la venida de Cristo para satisfacer
nuestras necesidades.

No existe tal cosa como que Dios llegue tarde. María y Marta habían pensado que Jesús se había
retrasado cuando su hermano Lázaro murió. Ellos le dijeron: “Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano
no habría muerto” (Juan 11:21). En otras palabras: “Jesús, ¡llegaste demasiado tarde! Te perdiste el
plazo”.

¡Imagínate cuánto debe haber herido a Jesús esta reprensión! Pero Él les contestó, en esencia: “No, Yo no
he llegado tarde. Lázaro se levantará de nuevo. Estoy aquí, y Yo soy la resurrección. Toda la vida está en
Mí”.

La casa de Jairo, un principal en la sinagoga, pensó que Jesús había llegado demasiado tarde. A este
prominente hombre se le dijo: “Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro?” (Marcos 5:35).
Una vez más, el mensaje era: “Jesús llegó demasiado tarde. ¡Se acabó! Él no respondió a tiempo y nos
decepcionó”. Pero, como sabemos, Jesús tomó a la niña de la mano y la resucitó de los muertos (5:41-42).

¿Demasiado tarde? No hay tal cosa para con nuestro Señor. ¡Puedes ver en estos dos casos que Jesús
llegó justo a tiempo! Tú puedes ser tentado a dejar la lucha y hundirte en la desesperación, pero nuestro
Padre está tan lleno de amor por Sus hijos que no puede ser impedido de obtener algo de la nada.

¡No Temas!
Hoy nuestra sociedad está rota. Tenemos escuelas fuera de control, líderes confundidos, sistemas
bancarios en colapso, desempleo generalizado, programas sociales incontrolables y una completa ruptura
de los valores morales. Y para colmo, la tierra podría estar parada al borde de una catástrofe nuclear. En
resumen, las cosas parecen estar girando fuera de control.

¿Cómo es posible que los creyentes se mantengan firmes y estables en medio de todo este caos? El autor
de Hebreos nos responde: Debemos ver a Jesús en todo lo que está sucediendo en nuestras vidas (ver
Hebreos 2:9).

Algunos pueden preguntarse: “¿Cómo podría el Señor estar en algo así? ¡Siento que tantas cosas en mi
vida están fuera de control!” Permíteme darte un ejemplo de la Escritura. Estoy hablando de un hombre
cuyo mundo fue puesto al revés por el caos, sacudiendo los fundamentos mismos de su fe. Sin embargo, en
medio de todo, él vio al Señor.

En su hora de gran tribulación, el apóstol Esteban permaneció inconmovible mientras una turba de
aborrecedores de Cristo lo rodeaba, armados de piedras y listos para matarlo. Esteban sabía que sólo le
quedaban unos pocos minutos de vida, pero estaba lleno de paz y tranquilidad. ¿Cuál era el secreto de la
resistencia de este hombre?

En ese mismo momento, Esteban testificó: “He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre [Jesús]
que está a la diestra de Dios” (Hechos 7:56, énfasis añadido). Él mantuvo fijos sus ojos sólo en Jesús. Él
pudo enfrentar una muerte cruel sabiendo que Jesús estaba con él en todo momento.

Estoy convencido de que el ejemplo de Esteban tiene algo de gran importancia para todos los que aman y
sirven al Señor. Es esto: Cuando verdaderamente vemos a Jesús en medio de nuestras aflicciones y
dificultades, siempre lo escucharemos decirnos: “¡No temas!”

Escrito por David Wilkerson


¿Oras lo suficiente?
La culpabilidad es una terrible motivación para cualquier comportamiento, excepto el arrepentimiento. No
podemos mantener disciplinas espirituales diarias, como la oración, basados en un sentimiento de culpa.
Ese no es el objetivo de la culpabilidad, y es por esto que el sentirse mal por no orar lo suficiente nunca
nos convertirá en hombres y mujeres que “Oran sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17).

Técnicamente, la culpabilidad es una condición legal. Emocionalmente, la culpabilidad es una conciencia


cargada, nuestra respuesta ante la conciencia de un fracaso real o percibido. Por lo tanto, la culpabilidad
es algo de lo que uno debe deshacerse, no de utilizar como motivación para desarrollar y persistir en un
hábito. Su finalidad es empujarnos hacia una acción principal: el arrepentimiento. El arrepentimiento es un
medio instituido por Dios para librarnos de la carga de la culpabilidad.

Por otro lado, el incentivo que Dios ha diseñado para nosotros de “trabajar de corazón” (Colosenses 3:23)
—para “trabajar y esforzarse” (1 Timoteo 4:10), para disciplinar a nuestros cuerpos (1 Corintios 9:27),
para morir todos los días (1 Corintios 15:31), negándonos a nosotros mismos, tomando nuestra cruz y
siguiendo a Jesús (Lucas 9:23-25), y para “seguir avanzando hacia la meta” para llegar a la resurrección
de entre los muertos “por cualquier medio posible “(Filipenses 3:11-14)— es la recompensa, no la
culpabilidad (Filipenses 3:8, 14; Colosenses 3:24).

El problema del legalismo


¡Es por esto que el evangelio de Jesús es una buena noticia para nosotros! Por medio del arrepentimiento,
producto de la fe, Jesús nos concede el perdón de todos nuestros pecados (Lucas 24:47), los cuales cargó
sobre sí mismo en la cruz (2 Corintios 5:21). Y cuando llegamos a Jesús de esta manera él nos libera,
cansados y agobiados pecadores, de la carga de nuestra culpabilidad y nos ofrece descanso (Mateo 11:28).
Pero más que eso, Él nos da la capacidad de dejar de lado el peso de nuestro pecado para que podamos
correr la carrera de la fe, con los ojos puestos en Él, nuestra Gran Recompensa, junto con todo lo que
Dios nos promete en Él por siempre (Hebreos 12:1-2).

Cuando Jesús nos quiere motivar a liberarnos de la culpabilidad, Él nos ofrece descanso a través del
arrepentimiento. Cuando Jesús nos quiere motivar a seguirlo en el camino difícil del discipulado (Mateo
7:14), Él nos ofrece la recompensa de tesoros en el cielo (Marcos 10:21).

Es por esto que el legalismo funcional —nuestros esfuerzos para deshacernos de la culpabilidad y recibir
la aceptación de Dios confiándonos en nuestra propia fuerza para satisfacer el estándar divino— no
funciona en la vida cristiana (o en cualquier otra vida). Nunca podremos alcanzar el estándar del
comportamiento externo ni de los motivos del corazón que alivie nuestro sentido de culpabilidad. Lo más
que podemos conseguir son ocasiones breves de postergación del sentimiento de culpa.

¿Por qué no oramos más?


Hay que tener esto en mente cuando leemos las exhortaciones radicales a la oración en el Nuevo
Testamento, como, por ejemplo:

 Sean constantes en la oración (Romanos 12:12).


 Oren “en todo tiempo en el Espíritu. . . con toda perseverancia” (Efesios 6:18).
 Oren por todo (Filipenses 4:6).
 Perseveren en la oración (Colosenses 4:2).
 Oren sin cesar (1 Tesalonicenses 5:17).
 Oren en todo tiempo y no desfallezcan (Lucas 18:1).
Estos versículos me confrontan. Estoy creciendo en mi vida de oración, pero te puedo decir que no es
como la vida de oración de Pablo, y mucho menos como la de Jesús. Mis observaciones en más de cuarenta
años como cristiano, me demuestran que la mayoría de los cristianos, al menos en Occidente, dirían lo
mismo.
¿Por qué no oramos más? La respuesta es muy simple y muy confrontante: no oramos más porque, en
realidad, no creemos que cambiará gran cosa. Nuestras experiencias personales, culturales, y religiosas
han llevado a reforzar la creencia de que hacer más tiende a producir más que orar más. Entonces, como
cristianos “creyentes en la Biblia”, afirmamos oficialmente lo que la Biblia nos enseña acerca de la oración,
pero no lo aplicamos en la práctica porque no creemos en la funcionalidad de lo que la Biblia nos enseña
acerca de la oración.

Ahora, esta incredulidad produce culpabilidad, y así debería ser. La incredulidad en las promesas de Dios
y la desobediencia a sus órdenes son pecado.

El secreto para orar más


Pero, ¿qué hacemos con este sentimiento de culpa por nuestra incredulidad?

Muy a menudo respondemos a nuestra culpabilidad con la resolución de orar más. Lo intentamos por un
tiempo, solo para descubrir que es insostenible. ¿Por qué? Porque a pesar de que nuestra convicción es
correcta (no estamos orando lo suficiente), estamos utilizando el motivo equivocado para corregir nuestro
comportamiento. Orar más para aliviar el sentimiento de culpa no nos ayudará a orar más, porque ese no
es el objetivo de la culpabilidad. La culpabilidad es una carga que se libera arrepintiéndose de la
incredulidad y recibiendo el perdón y la restauración de Jesús.

Si realmente queremos orar como la Biblia nos enseña, debemos aprovechar el motivo bíblico: la promesa
de una recompensa de parte de Dios. Si nos fijamos en la lista anterior, en el contexto de cada
exhortación bíblica a orar vemos el incentivo de una recompensa.

 “Sean constantes en la oración” para que los dones espirituales de gracia y amor abunden en la iglesia (Romanos 12:
6-13).
 Oren “en todo tiempo en el Espíritu. . . con toda perseverancia “, para que estemos protegidos de poderosos
ataques satánicos y que el Evangelio sea proclamado con precisión y valentía (Efesios 6: 10-20).
 Oren por todo con el fin de ser aliviados de ansiedades inquietantes y permitir que la paz de Dios guarde vuestros
corazones y mentes (Filipenses 4:6-7).
 “Perseveren en la oración” con el fin de permanecer alertas espiritualmente y ver la multifacética gracia de Dios,
que produce en ustedes gratitud (Colosenses 4:2).
 “Oren sin cesar” con el fin de que haya unidad y amor y sumisión adecuada y paciencia y alegría en la iglesia (1
Tesalonicenses 5: 12-18).
 “Oren en todo tiempo y no desfallezcan”, afín de recibir lo que desesperadamente queremos y necesitamos de
parte de Dios, cuyo deseo es brindar justicia a sus elegidos (Lucas 18:1-8).
Estos solo son algunos de los ejemplos que me vienen a la mente. La Biblia está llena de promesas de recompensa para los
que oran.

Combustible para el fuego


El secreto para alimentar nuestro crecimiento en la oración, para cultivar la oración como un “hábito de
gracia” en nuestras vidas, es avivar el fuego de nuestra fe en las promesas de Dios.

Para ello, debemos dejar de concentrarnos en nuestras insuficiencias de fe, fracasos y experiencias, y
confiar en la gracia abundante que Dios promete y en su plena suficiencia (2 Corintios 9:8), así como en las
experiencias de los personajes de la Biblia y de la historia de la iglesia, que han experimentado oraciones
más eficaces que nosotros. Todo esto nos ayuda a aumentar nuestra fe y nuestras expectativas.

La fe en la Palabra nos incentiva a que llevemos esta “promesa/cheque” al “banco” del cielo y no dejar de
pedirla hasta que se “cobre”: “ Si me piden algo en mi nombre, yo lo haré” (Juan 14:14).

Dios no quiere personas que oren motivadas por la culpabilidad, Él quiere personas que oren acudiendo a Él
como su Remunerador y su Recompensa (Hebreos 11:6, 26). Cuanto más experimentemos al Señor como
ambos, más oraremos.

Escrito por Jon Bloom


Cinco razones por las que la oración es importante
Cuando una persona decide comenzar a caminar de la mano de Dios, siempre habrá alguien que le aconseje
mucho recurrir a la oración, no como un último recurso en una situación dificil, sino como un hábito diario
que debe formarse.

En mi caso, debo reconocer que a lo largo de mi camino en la fe, la oración ha sido para mi todo un reto.
No es algo que se me dio de manera natural y todavía, hoy en día, hay momentos en los que “cojeo” en ésta
área de mi vida como creyente. Y es precisamente por esta razón que Dios me ha inquietado para indagar
y escribir acerca de la importancia de la oración, así que aquí vamos:

¿Por qué es tan importante la oración?


Creo que hay muchísimas razones por las cuales orar es importante, sin embargo voy a explicar cinco de
las más fundamentales:

1. La oración nos sirve para pedir ayuda a Dios:


Ayuda, consejos, llámalo como quieras, lo cierto es que la oración es el canal por medio del cual podemos
elevar nuestras necesidades a Dios para que éstas puedan ser escuchadas y tomadas en cuenta. La Biblia
nos lo dice en Santiago 4:2 “…Sin embargo, no tienen lo que desean porque no se lo piden a Dios.” y
también en Mateo 7:7 cuando Jesús dijo “Sigue pidiendo y recibirás lo que pides…”

2. La oración nos permite hablar con Dios:


Pero la oración no solo se queda en tan solo pedir y pedir, también debe ser vista como un medio por el
cual podemos establecer una sincera y maravillosa conversación con nuestro Creador, ¡qué privilegio!, ¿no?
Es a través de la oración que podemos acercarnos a Él y derramar nuestra alma, contarle todo, ¡Dios debe
ser nuestro mayor confidente!, el más confiable y genuino, alguien que sabemos jamás nos va a traicionar o
a dar un mal consejo, alguien que a pesar de ser perfecto, no nos condena ni juzga de manera injusta, sino
que nos ama y nos ofrece su perdón.

3. La oración es el medio más eficaz para ayudar a otros:


Cuando se trata de ayudar a otra persona, orar por ella siempre será lo más valioso que puedas hacer. La
oración nos permite ser de mucha ayuda para otras personas al interceder ante Dios por ellas, no en vano
la Biblia lo afirma en Santiago 5:16 cuando nos dice “…La oración ferviente de una persona justa tiene
mucho poder y da resultados maravillosos”, ya que a través de tu oración sincera por otros, aún cuando
ellos no lo pidan directamente, Dios puede hacer cualquier milagro.

4. La oración nos permite vivir en libertad:


Cuando oramos, podemos entregar nuestras más pesadas cargas a Dios y vivir en mayor plenitud y
libertad. Puedes elegir orar en lugar de andar preocupándote por algo y tratando de manera desesperada
de controlar cualquier situación por la que estés pasando. La oración sincera es capaz de liberarte de
cualquier atadura mental y/o espiritual que te esté impidiendo llevar una vida sana, y de recordarte tu
identidad verdadera a través de la comunión con Dios.

5. La oración es eficaz para obtener paz verdadera:


Uno de los efectos de llevar una vida de oración es la paz, y es que cuando entregas en las manos de Dios
todas las cosas y aprendes a caminar confiando plenamente en Él, no solo te liberas de una pesada carga,
también te llenas de esperanza, descansas y comienzas a disfrutar verdaderamente de la vida. Es algo
inexplicable en palabras, pero las veces que he estado en la más perfecta paz, siempre han sido durante y
después de una oración sincera. Y tú, ¿por cual otra razón consideras importante el hecho de orar?
Me encantaría que nos lo cuentes en los comentarios, nunca se sabe para quien pueda ser de
bendición tu aporte. Escrito por Kenia Urdaneta
¿Por qué Dios dejo que me enamorara?
Cada vez que pienso en temas para noviazgo se me vienen una gran cantidad de preguntas que en algún
momento me hice cuando soltero o preguntas que recibo vía correo electrónico de tantos solteros y
solteras alrededor del mundo.

Hace poco alguien me pregunto: “Enrique, ¿Por qué escribes de temas sobre noviazgo?”, entonces
respondí: “Cuando era soltero, siempre tuve muchas preguntas y ningún libro sobre noviazgo pudo
contestármelas, entonces un día dije que escribiría sobre lo que siempre quise saber sobre
noviazgo”. Yo sé de lo importante que es para una persona soltera ser orientado en estos temas de los
cuales realmente casi nunca se habla en nuestras iglesias, pero que hay una necesidad muy fuerte de
saber.
Este no será mi último tema sobre noviazgo, aunque casi he escrito sobre todo, pero hay tantas cosas que
me gustaría hablar y escribir, que algún día tendré que escribir un libro estrictamente sobre noviazgo.
Pero el artículo de hoy nace de una pregunta que una chica me hizo vía correo electrónico, esa pregunta
fue: ¿Por qué Dios dejo que me enamorara?
Al leer su carta, pude entender muy bien lo que ella me estaba queriendo explicar, porque yo en algún
momento de mi vida de soltero, me hice la misma pregunta y quizá a lo mejor tú también te la has hecho,
te la estás haciendo o quizá te la harás en algún momento de tu vida.

Por eso hoy quiero humildemente tratar de dar una respuesta a esa pregunta que la mayoría de los
solteros se hacen en algún momento determinado. Este artículo va dedicado a todos aquellos solteros y
solteras que se enamoraron de alguien que no los correspondió.

TE ENAMORASTE.
Algunas personas dicen: “Uno no escoge a la persona de quien enamorarse”, realmente esa frase es
totalmente falsa, porque la verdad es que NOSOTROS SI ESCOGEMOS DE QUIEN ENAMORARNOS.
¿Acaso te impusieron de quien enamorarte?, ¿Acaso a punta de pistola te obligaron a enamorarte?, ¡No!,
fueron los detalles, el tiempo, la compañía de esa persona lo que provoco que ese sentimiento especial
naciera en tu vida.
Obviamente no estabas enamorado cuando la conociste o lo conociste, sino que con el transcurrir del
tiempo y muchas características de esa persona cautivaron tu atención y provocaron en ti ese sentimiento
de enamoramiento.

Pero también no todo es color de rosa, si bien es cierto nosotros somos los que escogemos de quien
enamorarnos, no tenemos control sobre los sentimientos de la otra persona. Es decir que el hecho de que
tú permitas que nazca en ti el sentimiento de enamorarse, no significa que también la otra persona sentirá
lo mismo, a no ser que esa persona sea la que Dios quiere para tu vida. Entonces, allí el mismo sentimiento
abarcará a las dos personas y todo será más fácil.

¿Pero qué, de aquellos que se enamoraron de alguien, y la otra persona no siente lo mismo?, Simple y
sencillamente es duro darte cuenta de eso y muy difícil asimilarlo. Y es que a veces creemos que por el
hecho de que nosotros sentimos “un gran amor” hacia esa persona, ella también tiene que sentir lo mismo
por nosotros si o si. La verdad es que NO necesariamente, si esa persona no es para ti, aun cuando hagas
lo que hagas, simplemente NO SERA PARA TI.
Ese sentimiento de rechazo o de saber que no es lo que pensabas o sentías nos lleva a sentirnos mal, a
creer que no fuimos hechos para el amor, a pensar que nunca encontraremos a alguien que nos ame de la
forma que queremos o a pensar locamente que si no es esa persona la que nos va a amar, entonces no
queremos que nadie más lo haga.

Y es que el hecho de saber que la persona de la que estábamos enamorados no siente lo mismo, hace que
sintamos de todo, es como un sentimiento indescriptible que nos hace sentir tristes, sin rumbo y
destruidos sentimentalmente hablando.
Es allí en esos momentos en donde estas triste de saber que esa persona quizá no será para ti, en donde
piensas de todo, lloras en soledad, te sientes mal y oras mucho a Dios pidiéndole que QUITE DE TU
CORAZÓN ESE SENTIMIENTO hacia esa persona. En ese momento nos hacemos la pregunta de la cual
titule este articulo.

¿Por qué Dios dejo que me enamorara?


En primer lugar Dios jamás te obligara a hacer algo que tu no quieras hacer, jamás te torcerá el brazo y
te dirá lo que tienes que hacer, nunca te apuntara con un arma y obligara a enamorarte.

Eres tú, el que lo decidió, así de simple. La Biblia nos enseña que Dios nos dio una libre decisión, lo
podemos ver desde el principio con Adán y Eva. Dios te dio el privilegio que decidieras todo en tu vida, eso
sí, tus decisiones buenas tendrás resultados buenos y tus decisiones malas, tendrán sus resultados malos.

Tú no puedes pensar que Dios te dejo que te enamoraras, porque a lo mejor sucedieron una serie de
situaciones antes para que eso no pasara, pero tus ojos estaban fijos en ese objetivo, no escuchaste
consejo, no quisiste ver la realidad y estabas dormido sobre la nube del “amor” y por eso no percibiste que
esa persona a lo mejor no era para ti.

Personalmente me parece equivocado el pensar que Dios te hace que te enamores de alguien para no darte
a esa persona. Si fuera así, entonces Dios sería demasiado cruel, al ilusionarnos con algo que nunca será,
más DIOS NO ES ASÍ. El no tiene ni una pisca de crueldad, ni mucho menos te ilusiona, la Biblia dice que
cuando El promete, El cumple, El nunca te ilusionara, si sabe que no te dará algo. Eres tú, quien decide
hacerte ilusiones, eres tu quien crea una historia ficticia para hacerte pensara a ti mismo que las cosas
son como tu quisieras que fueran, cuando realmente las cosas no son como tu quisieras que fueran.
Dios dice en su Palabra: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida”
(Proverbios 4:23). Y es que si hay alguien que conoce el corazón del hombre ese es Dios, nuestro Creador,
el sabe que somos propensos a tener sentimientos engañosos. La Biblia dice en Jeremías 17:9 “Engañoso
es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”.
Lastimosamente muchos de nosotros no tenemos cuidado de guardar nuestro corazón, nos ilusionamos con
tanta facilidad y tan rápidamente, que no le consultamos a Dios antes de tomar decisiones en este ámbito,
cuando lo correcto sería: Consultar a Dios y esperar su respuesta.
Quizá alguien hasta este punto diga: “Yo le consulte a Dios y él me dijo que esa persona era para mí”.
¡Ojo!, tenemos que tener mucho cuidado de esto, no podemos andar diciendo: “Dios me dijo”, cuando Dios
a lo mejor no ha dicho nada. Pasa que a veces los mismos sentimientos mézclanos nos hacen creer que Dios
nos avalo esa relación, cuando quizá la realidad sea otra.
Un dicho dice: “No todo lo que brilla es oro”, yo lo aplicaría a estas situaciones diciendo: “No todo lo
que sientes es real”. Y digo esto, porque hazte una pregunta: ¿Cuántas veces has sentido lo mismo por
alguien?, quizá sea varias ocasiones o para algunos sea la primera de varias. Y es que nosotros somos seres
sentimentales, necesitamos aprecio, necesitamos sentirnos amados, queridos, respetados y todo ello
muchas veces no hacen una mala jugada. Nuestros sentimientos de no ponerlos en las manos de Dios,
pueden llevarnos a fracasos tras fracasos.
Hay una cosa que tienes que tener bien claro y es: DIOS no te obligo a que te enamoraras, porque lo que
Dios provoca siempre es perfecto porque proviene de Él y nada que provenga de Él puede ser imperfecto.

¿Cómo hacer para lo que siento desaparezca?


No quiero engañarte, no te voy a decir que ores y que mañana ya no sentirás nada, porque a lo mejor no
será así o quizá Dios le plazca hacer algo poderoso en tu vida y provoque de un día para otro ya no sientas
nada por esa persona. Pero por lo general las cosas no son así y eso tienes que entenderlo. Así como para
enamorarte fue un proceso de varios días, de varios detalles y de situaciones que te llevaron a sentir todo
eso, así también para dejar de sentir todo eso requiere de un proceso que no será fácil, pero que eres
capaz de sobrevivirlo.

Tienes que tener claro que será un proceso a mediano o largo plazo, pero que al final tu corazón quedara
curado por completo y estará listo para ser visitado en su tiempo.
En ese proceso tienes que respetar varias cosas, entre ellas:
 Busca de Dios diariamente, lo primero y lo mas importante en todo esto es la comunión que tienes
que tener con el Señor, lee la Biblia, reflexiona en ella, habla con Dios en oración, congrégate y si
tienes algún talento sírvele al Señor en alguna área, todo ello te ayudara a estar fortalecido
espiritualmente en todo este proceso.
 No le llames por teléfono.
 No envíes ningún mensaje de texto, ni siquiera para saber cómo esta o saludar a esa persona,
porque tú muy bien sabes que eso puede provocar comentarios que te confundirán más y el
proceso se alargara.
 Cuidado con tus comentarios en Facebook, Twitter, MSN u otras redes sociales, no des entrada a
cosas que te confundan y te hagan más largo y doloroso este proceso.
 Si te lo encuentras por la calle, salúdalo nada más y no des lugar a conversaciones largar, ni mucho
menos a conversaciones de recuerdos. Porque tú muy bien sabes que los sentimientos se alborotan
cuando te encuentras con alguien por el cual sentiste algo en algún momento y recordar esos
momentos hacen que tus sentimientos se alboroten y las dudas vuelvan y entonces el proceso se
hará más largo.
 Distrae tu mente, sale con tus amigas o amigos, practica un deporte, haz algo, no te quedes solo
mucho tiempo porque darás lugar a que pensamientos sobre eso te ataquen todo el día. Entre más
utilizas tu tiempo libre para realizar diversas actividades será mejor.

NO TODO ESTA PERDIDO.


Hay algo importante en todo esto y es el hecho de entender que el hecho que no hayas sido correspondida
o correspondido como querías, no significa que es todo para ti en el amor y que jamás te enamoraras de
nuevo.

Un error no significa que todo está acabado. Tú fuiste creado por Dios y El sabe que no es bueno que este
solo, por eso te creó una ayuda idónea, un complemento perfecto para ti y el cual existe en algún lugar,
solo que aun no ha llegado el tiempo en que se muestre como tal a tu vida.

A veces el verdadero amor está más cerca de lo que pensamos, pero nuestra vista es limitada y vemos lo
que queremos ver, cuando quizá no nos estamos dando cuenta lo hermoso que es Dios poniéndonos
personas que realmente te amaran tal y como eres, que te respetaran, que te apoyaran y que serán para ti
tu complemento perfecto.

Princesa de Dios, tu naciste para ser conquistada por un Príncipe de Dios, esa persona que será de parte
de Dios y que te hará sonreír porque te darás cuenta que es tu complemento perfecto. No llores mas, no
creas que tu oportunidad se te fue, ni que Dios te quito esto o lo otro, al contrario, Dios tiene planes más
perfectos de los que tu tenias para ti misma. Los de El son hermosos y no tienen probabilidad de error,
porque todo lo hace en su tiempo, el cual es perfecto.

Hoy te invito a que te levantes y comprendas que lo que viene será mejor de lo que un día pensaste, porque
así es Dios, porque así lo ha planeado para tu vida, porque su objetivo es verte feliz porque eres la niña de
sus ojos y porque te ha amado con amor eterno, ¡Vamos! No llores más, porque lo que pronto recibirás será
uno de los mejores regalos que Dios te ha otorgado.

¡Dios no se ha olvidado de ti!


Escrito por Enrique Monterroza
¿Orar por mi futuro esposo?
La verdad sea dicha: la idea de orar por un futuro esposo me parecía atroz. Siempre asocié ese acto con
desespero. Incluso, hasta hace poco, un par de amigas, muy bien intencionadas por supuesto, me
recetaban un arsenal de indicaciones para acercar a Mr. Right o, por lo menos, para esperarlo sin morir en
el intento. Entre sus instrucciones siempre estaba el orar sin cesar por ello. Luego de escucharlas,
agradecía sus gestos y les respondía con un “que llegue cuando tenga que llegar, ¿cuál es el afán?”. Lo
cierto es que, aunque no me parece descabellada la idea de que un día realmente aparezca, no lograba
entender el punto de orar por alguien que aún no llegaba y del cual no tenía la mínima idea con que batallas
luchaba. Sin embargo, y en aras de la sinceridad, no niego que llegué a hacerlo un par de veces, pero lo
hice con las motivaciones incorrectas.

Mi actitud un poco llena de prejuicios, un tanto llena de miedos y muy abarrotada de mecanismos de
defensas absurdos, cambió significativamente cuando tropecé con un par de lecturas que explicaban de
forma exhaustiva la importancia de orar por los hombres que forman y formarán parte de nuestras vidas.

Una de ellas fue escrita por Anna Bachinsky en su blog daughterbydesign.wordpress.com. Este artículo
particularmente me pareció muy interesante, así que hice mi mayor esfuerzo por traducirlo y compartirlo
con ustedes:

Orando por mi futuro esposo


Hace unos seis meses atrás, sentada en mi habitación, clasificando algunas tareas y hojas de trabajo de
mis adolescentes de la iglesia, me crucé con una hoja de peticiones de una de mis chicas. Leí algo que me
conmovió y me detuvo a pensar. No sé qué pregunta estaba respondiendo, pero ella escribió: “Oro para que
algún día Dios me bendiga con un esposo piadoso y para que podamos tener una buena familia cuando nos
hayamos casado”.
De repente me sentí muy mal, pues allí estaba una de mis chicas, con tan solo 13 años de edad,
recordándome orar por mi futuro esposo. La mayoría de las veces olvido que debo orar por mi propio
marido también.
Y no me malinterpreten, he orado por mi esposo desde muy chica también. Si hay algo que aprendí durante
mis años de adolescencia es que nunca es demasiado temprano para empezar a orar por tu esposo, no
importa si tienes 10 años o 15 años. Pero al recordar todos esos años atrás me doy cuenta que no oraba
exactamente de la forma correcta. Mis oraciones iban más o menos por estas líneas: “Dios, por favor, haz
que mi esposo exista en cualquier lugar allá afuera. Por favor, ayúdalo a venir hacia mí lo más pronto que él
pueda… ¡Ah… y bendícelo a él también”. Estoy segura que ya mi esposo existe y existía para cuando tenía
13 años, sino creo que tendré que esperar un LARGO tiempo por él.
Recuerdo también haber hablado con algunas buenas esposas, quienes me contaron lo mucho que oraron y
ayunaron hasta que sus esposos entraron en sus vidas. Una de ellas ayunó junto a su familia y otra lo hizo
una vez a la semana durante un año. ¿Yo? Oraba por él cuando me acordaba y ayuné solo un par de veces.
¿Y sobre hacer a mi familia parte de esto? La única vez que le pedí a mi familia que empezara a orar por
mi futuro esposo era cuando mis hermanos pequeños querían apoderarse de mi habitación, así que les
decía que era mejor que empezaran a orar rápido.

¿Cómo orar por él?


Entonces vino mi pregunta: ¿cómo debo orar por mi futuro esposo? Este hombre que nunca he conocido o
que conozco pero no tengo ni una pista de que es “el elegido”. Cuando mis amigos me piden orar por ellos,
sé exactamente cómo orar, sé con qué están luchando, pero cómo oro por alguien que no sé realmente
cómo anda su vida.
Entonces decidí que ya era tiempo de hacer lo que tenía que hacer en este orden: hablar con Dios sobre
esto, encontrar un buen libro sobre este tópico y, la típica, googlear. Por supuesto hice las tres.
Después de orar por eso, decidí que lo que necesitaba hacer debía incluir… “la lista”. Sé que si eres
hombre estas dos palabras te hacen muy feliz, pero esta lista es algo diferente a las que típicamente
hacen las chicas. No tiene nada que ver con la apariencia física ni una hoja de vida o qué tan emocionante
es su vida (aunque eso también importa), estas líneas tienen que ver más con esas cualidades que debe
tener un hombre para ser un buen futuro esposo, padre y líder del hogar basado en la Palabra de Dios, y lo
que él necesita hacer para conseguir esas cualidades si no las tiene ya. Entonces tengo que orar para que
Dios obre en esas áreas de su vida todos los días.
Claro, no es justo crear “la lista” para mi futuro esposo y no tener una lista para mí misma. Estoy lejos de
ser perfecta (y por suerte). Actualmente sé las cosas que debo trabajar diariamente. Creé mi propia lista,
una de cualidades que una esposa, madre y “ayuda idónea” debería tener y lo que necesito hacer para
llegar a serlo. También le pedí a Dios que me ayudara a trabajar esas áreas en mi vida también.
Con respecto al libro, hay muchísimos de esposas que quieren orar por sus esposos, pero no hay muchos
escritos para jóvenes solteras que quieren orar por sus futuros esposos. Encontré solo uno con este
tópico en específico: “Orando por mi futuro esposo” por Robin Jones Gunn y Tricia Goyer.
Lo interesante de este libro es que está escrito para jovencitas y adolescentes que quieren orar por sus
futuros esposos. No para jóvenes adultas que ya salieron de la universidad y están listas para un trabajo
real, así como seguir con su vida y establecerse con su esposo. Lo chistoso es que esas niñas de 12, 15 y 16
años caminarán por el pasillo hacia su esposo posiblemente dentro de un largo tiempo. ¿Por qué
simplemente no orar por él cuando ya lo conozcan y estén planeando su boda juntos?
Antes de responder esa pregunta, debemos echar un buen vistazo a los hombres en nuestro mundo. Los
hombres son llamados a ser líderes espirituales y terrenales. Ellos son la columna vertebral de la familia,
de la nación, del cuerpo de Cristo, porque Dios le dio a cada uno de ellos un llamado especial, que consiste
en abrir caminos con la autoridad dada por Él. Los hombres tienen un papel primordial en determinar cómo
se guiará una nación, cómo se orientará la crianza de nuestros hijos y nuestras iglesias. Y el enemigo sabe
perfectamente esto, por ello es que desde temprana edad, bombardea a los chicos con cosas que
dificultan su crecimiento y evitan que se conviertan en los hombres que Dios diseñó. Su plan es acabar con
ellos incluso antes de que intenten ser hombres obedientes al Señor. Él sabe que la sociedad será tan
débil como sus líderes.
Esto no significa de ninguna manera que el rol de las mujeres es insignificante en el mundo, en la iglesia y
en la familia. Las mujeres también tienen un rol irremplazable en estas áreas. Por supuesto, también
tienen un papel determinante en alentar o desalentar a los hombres a convertirse en los líderes piadosos
que están llamados a ser. Satanás tiene sus propios ataques y planes contra las mujeres también, pero él
sabe que la mejor manera de llegar a las mujeres es conseguir primero a los hombres en sus vidas, ya que
ellos son nuestras figuras de autoridad.
Actualmente hay un problema global que debe enfrentar esta generación de mujeres cristianas y es ese
desequilibrio que hay entre ellas como mujeres que honran a Dios y los hombres en sus vidas, que no se
enrumban precisamente hacia el camino que Dios diseñó para ellos. Esto deja a muchas cristianas jóvenes
haciéndose la misma pregunta: ¿qué se supone que debemos hacer? ¿Sentarnos y preocuparnos hasta que
estos hombres mágicamente tengan una epifanía donde se darán cuenta que necesitan hacer algo con sus
vidas? ¿O comer helado mientras vemos películas y aparece una versión no-realista del príncipe azul? No,
no es algo que podamos hacer por nuestro futuros (y presentes) maridos, hay que entrar en la zona de
guerra y luchar por ellos en la única manera que podemos: orando.
No podemos meternos en sus zapatos y tomar decisiones correctas por ellos, pero podemos orar para que
todos los días puedan enfrentar los ataques que el enemigo hace para derribarlos y evitar su crecimiento.
Y entre más pronto empecemos a orar por ellos, mejor. Por esta razón es que es importante que las chicas
oren por sus futuros esposos y padre de sus hijos.
¿Ahora que debemos tener en cuenta al momento de orar por él? Estos son algunos puntos que recomienda
en este libro particularmente:
 Por su corazón.
 Porque sea un apasionado por Dios.
 Por su paciencia.
 Por su comprensión.
 Por su intimidad.
 Por su confianza.
 Por la lista.
¿Qué les parece, chicas? ¿Se animan a orar por su papá, amigos, hermanos y futuro esposo?

Escrito por Laura Acosta


Lo que aprendí después de una sucia noche de lujuria
Me tropecé y me caí, pero me sacudí el polvo y me levante con mas fuerza, y esto es lo que aprendí
después de vivir esa sucia noche de lujuria:

MI INTIMA CONFESIÓN
No, no soy de esos que pueden decirte que nunca a sentido el sabor amargo de la derrota y la caída, te
mentiría si te digo que nunca he fracasado y que mis labios no han tenido que saborear el amargo sabor de
la negatividad. Yo también he vivido una sucia noche de lujuria. Soy solo un ser humano, con debilidades
y con tentaciones. Al parecer yo no entraría en muchos círculos sociales o religiosos actualmente, ya que
el estándar pareciera ser la “perfección”; o que por lo menos “aparentes ser perfecto”, pero lamento
decirles que no soy perfecto…soy alguien justificado. Salvo por gracia Divina. No merezco lo que tengo.
El mejor testimonio que puedo escuchar no es el de aquel que nunca falla y lo logra todo, sino el de
aquel que a pesar de haber fracasado irremediablemente decenas de veces, ha tenido la osadía de
levantarse, pedir perdón e intentarlo una vez mas. Quizás sea porque me identifico mas con él o
porque a lo largo de toda la Biblia y en toda la historia humana no veo seres humanos perfectos sino seres
humanos perseverantes; personas que fallaron y que después de pedir perdón se sacudieron el polvo y
tomados de la Gracia Divina llegaron a la meta.

LO QUE APRENDÍ
He llegado a la conclusión de que es duro caer, pero es peor no haber intentado nunca subir. Admiro
a los Discípulos y estoy seguro que ninguno de ellos siguió al Señor pensando en que nunca fallarían y si lo
hicieron se han de ver frustrado al darse cuenta de que entre mas avanzaban, aparecía frente a ellos un
nuevo reto, un nuevo escalón que subir en la escalera al Cielo, un nuevo nivel que exigía caminar sobre el
agua tomándose el riesgo de caerse frente a todos y recibir las duras criticas de los demás: “sabia que
era absurdo intentarlo, espero que el Señor le ensene a actuar con mas cautela..” – “yo por eso siempre
espero que sea el Maestro quien me diga primero que hacer, nunca me lanzo así por así sin pensar, hasta
para la fe hay que andarse con cautela!” – “que vergüenza! mira que caerse. Ahora esta sucio, hay que
avisar a todos para que no nos mezclemos con “caídos” , somos llamados a unirnos solo con los santos…”;
pero el Discípulo Pedro esta radiante, si, obsérvalo, esta feliz…y es que no puedes culparlo, acaba de
convertirse en el primer ser humano en caminar sobre el agua. Su nombre quedara escrito en los récord
guinness para la posteridad. Si, él sabe que cayó al agua, pero ¿que me dicen de los minutos en los que NO
lo hizo? ¿esos minutos en los que literalmente supo que era flotar sobre el inmenso mar de galilea? Pedro
tuvo sus cinco minutos de fama y eso no se lo quita nadie. Estoy seguro que aunque hubiera sabido que se
caería enmedio de la travesía lo hubiera hecho, no mas por lograrlo: caminar sobre las aguas. Ademas, lo
mas importante: ahora ya sabría que NO hacer para que la próxima vez que caminara sobre el vital liquido
no caerse; Pedro adquirió algo que los demás no tenían…experiencia, crecimiento y ¿por que no decirlo? la
satisfacción de haberlo intentado.
Y ese es el punto. Para ganar hay que atreverse a fracasar. No estoy diciendo que todo proyecto nuevo
debe fracasar primero, sino que el tomar riesgos es vital para lograr metas mas altas. Nuestro mayor
éxito NO está en no haber caído nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos. Nuestra meta
debe ser la perfección pero si en ese hermoso proceso nos caemos unas cuantas veces, es de valientes el
sacudirse el polvo sucio, pedir perdón a Dios y tomados de Su Bendita Gracia pelear un round mas. Si mil
veces caigo, mil una, El me levantara en Su Gracia, si tan solo me mantengo perseverando. Perseverancia.
Seguir una vez mas. Cada vez comprendo mas las sabias y reconfortantes Palabras de nuestro Señor
Jesús: “…el que Persevere hasta el final, ese sera Salvo.” wow, increíble; Jesús esta diciendo algo que
confronta mentes humanas: “no me preocupa tu fracaso, me preocupa que no te levantes, te pido
Perseverancia.” Y es que el Creador conoce a Su Creación.
Aprendí que caer esta permitido, pero que levantarse es Obligatorio. Sin miedo, debemos doblar rodillas y
con humildad y arrepentimiento genuino, pedir perdón y buscar la Santidad una vez mas. Y es que los
grandes éxitos de la vida no requerirán nuestra fuerza, sino nuestra perseverancia.
No me malinterpreten, estoy a favor total de la búsqueda de la santidad y creo en una vida integra e
intachable, pero no a costa de ser honestos. Si la gracia Divina te ha concedido el privilegio de vivir sin
sentirte cucaracha después de haber luchado toda la noche con la tentación y haber sucumbido ante ella;
si la Voluntad Divina te mantuvo toda tu vida alejado del engaño del licor, drogas y pornografía; y vives tu
día a día sin sentir el mas ligero descontrol hormonal en tus sentidos, y la tentación no te afecta en lo mas
mínimo; debo decirte que eres un ser humano excepcionalmente raro y que eres digno de escribir un libro.
Pero hay otros como yo, a los que el Señor en Su Gracia y Misericordia me vio y decidió ensuciarse las
manos, metiendolas hasta el hoyo en que estaba y decirme “Alejandro, no entenderás porque hago esto
pero te he elegido para llevar Mi Palabra sin tabús en todas las redes sociales existentes, al mundo entero
y formar una Nueva Generación para Mi, basada en Mi Poder, Mi Amor y Mi Santidad; por eso te
capacitare, te santificare y te delegare Mi Poder. Te perdono tus pecados, sirveme ahora y no peques
mas. Te Amo.”

El asqueroso y patético diablo pretende engañarnos manteniendonos alejados del Trono de Gracia de
nuestro Padre Celestial, metiéndonos ideas de que “ya no merecemos el Perdón Divino”, te susurra al oido:
“espera hasta estar bien y entonces preséntate ante Dios”, “solo los santos pueden hablar con Dios y
disfrutar Su Amor” y muchas mentiras que mantienen al Pueblo de Dios sin atreverse a perseverar por
miedo a caerse al agua. Pero aprendí que sin miedo, debemos doblar rodillas y con humildad y
arrepentimiento genuino, pedir perdón y buscar la Santidad una vez mas.

LO QUE HICE DESPUÉS DE ESA SUCIA NOCHE


¿Quieres oír algo mas de Pedro? Acaba de negar tres veces a Jesús Si, tres, no hablamos de un
“pecadito” que puede solucionarse poniéndolo en “disciplina” un par de semanas, no, hablamos de negar a
Dios, hablamos de blasfemia. Hablamos de que el castigo de Pedro era el mismo infierno. Un día hablaba
con el Señor del Apostol Pedro y esa gravisima falta de negarlo tres veces, a lo que el Señor me
respondió: “¿te recuerdas aún de ese fracaso en la vida de Pedro?” – “Si Señor” respondí – “Yo, NO.” Sus
palabras sonaron tan directas que me conmovieron mi alma. “Cierto Señor, Tu ya lo perdonaste…” El
perdón Divino al alcance de todos. 70 veces 7 de Perdón genuino para todo aquel que se acerque al Trono
de Gracia del Todopoderoso. Así que doble rodillas y con humildad me arrepentí. Eso es lo que hice
después de mi sucia noche. Después de una sucia noche de lujuria, puede venir una reluciente mañana.
1 Juan 1:9 “Si confesamos nuestros pecados, Él es Fiel y Justo para perdonarnos y limpiarnos de toda
maldad.”
Deja de buscar y pensar en ser Santo(a) toda la vida…busca y piensa en ser Santo(a) HOY. Por 24 horas,
un día de Blancura; un día sin pecado. 24 horas. Y mañana repites la clave. Metas de 24 horas, eso es
práctico, eso es posible, ese es el camino real a la Santidad.

¿Estas caído? levántate.


¿Fracasaste nuevamente? pelea un round más.
¿Tienes arena en tus ropas? sacudetela.
¿Tienes noches sucias en tu haber? Limpialas ante el Trono de Gracia Divino.
¿Tienes pecados sin confesar? Dobla rodillas y aferrate al Perdón por medio de la Sangre de Cristo.
¿Estás de pie? mantente así.
¿Llevas una victoria? logra una más.

Solo por favor no te rindas, persevera.


Este humilde profeta bloguero, a caído varias veces a lo largo de la vida, pero el mayor logro que puedo
compartirte es el de que a pesar de mis fracasos y debilidades, sigo aferrado a Jesucristo buscando esa
anhelada perfección en todo lo que hago hasta el último suspiro que me resta de vida…y jamás, jamás me
rendiré. Además tengo algo a mi favor, ya sé que debo hacer para que la próxima vez que me lance a
caminar sobre las aguas, NO caerme.

“Vete y no peques mas.”


Escrito por Alejandro Rivas
Sueña en grande
Soñar no cuesta nada, lo podemos hacer en cualquier momento, no hay tarifas de ningún tipo y lo
podemos hacer de manera ilimitada, en donde sea y cuando sea. Soñar no es delito ni mucho menos
pecado. Pero hay muchas personas que creen que el soñar es una pérdida de tiempo como si soñar
fuera algo malo. Al contrario, en lo personal creo soñar te ayuda a determinar el rumbo de tu vida. En
tus sueños puedes visualizar anhelos y metas; y con el poder de la mente es posible dar un vistazo a
como sería si esos anhelos fueran realidad.

Hay un punto importante ¿realmente los sueños que ves en tu mente son inalcanzables? ¿Quién lo
determina? Si nos ponemos a pensar muchas veces descartamos esos anhelos porque nos parecen
inalcanzables e imposibles. Ponte a pensar en cuántos sueños has dejado morir por este motivo y
multiplícalos por la cantidad de personas que por el mismo motivo han enterrado sus deseos, cuántos
sueños no se esfumaron tan solo porque alguien más o ellos mismos se convencieron de que eran
inalcanzables.

El propósito de escribir esto es retar a que sueñes lo más grande que puedas, todo lo podemos en
Jesús (Fil. 4:13), si leyéramos bien entenderíamos que todo significa TODO, y no veo ninguna
limitante en la palabra TODO. Entonces la Biblia abre la posibilidad para lograr TODO y como la
Biblia es palabra de Dios, ya que Él inspiró a los hombres que la escribieron (2 de Pedro 1:21)
entonces Él que es capaz, tiene todo el poder, todo los recursos de ayudarnos a realizar esos sueños.
De nuevo, “todo lo podemos en Cristo que nos fortalece”. Te atreverás a creer esto por medio de la
fe y aferrarte a esto que Dios te dice, o dejarás morir tus sueños. Si Él te fortalece entonces ¿por
qué no intentar llevarlos a cabo?

Es importante soñar y además ser capaces de entregar nuestros anhelos a Dios, porque si hablamos
de soñar sin límites, Él es el único que no es limitado por nadie y por nada, por lo tanto Él tiene todo
el poder y todos los recursos para hacerlos realidad.

Piensa en un cementerio, cada quien pudiera dar una percepción diferente de lo que entiende por la
palabra cementerio, yo te daré la mía, un cementerio es un lugar que contiene millones y millones de
sueños que nunca se alcanzaron, es un lugar lleno de gente que nunca se atrevió tan solo intentar
volver de esos sueños una realidad. Es un lugar lleno de personas que se convencieron de que sus
sueños nunca se podían cumplir y como creyeron eso a lo largo de sus vidas, lo más probable es que
muchos de esos sueños los dejaran morir en vida, y cuando al fin dejaron de existir esos sueños
fueron destinados a desaparecer para siempre.

Por lo tanto.

Qué sueños pudiera tener un pastor de ovejas?


En mi país aquel que cría animales, ya sea vacas, cabras, ovejas se le llama ganadero. La ganadería es
uno de los negocios más rentables, es un negocio lento, pero realmente llegado el momento deja muy
buenas ganancias. ¿Con qué soñaría un ganadero? Por ejemplo, si alguien tiene una vaca y quiere
“soñar en pequeño” lo más probable es que soñaría con tener otra vaca para un tener un total de dos
vacas. Pero, si quisiera “soñar en mediano”, soñaría tener cien vacas. Y si este mismo ganadero quiere
“soñar en grande” lo más probable es que soñaría en algún día tener varias hectáreas en 100 países
distintos y en cada hectárea un rancho donde cuente con 10000 vacas en cada rancho para un total
de 1,000,000 de vacas.

¿El ganadero pudiera cumplir los tres sueños? Yo creo que si. Algunos dirían, tal vez cumpla el
primero, suena simple y sencillo o cumpla el sueño mediano, por qué 100 vacas es algo alcanzable.
¡Pero que ese ganadero se olvide del último sueño!… ¿Pero por qué es inalcanzable? ¿Por qué tiene una
sola vaca?, Cualquiera de los tres sueños es alcanzable, el ganadero tiene una vaca; en un año nacerá
otra, tendrá dos, en otro año pueden nacer 4, puede vender una con la ganancia de esa vaca pudiera
comprar dos becerros, tendría 5. Al siguiente año si todo sale bien esas 5 vacas pudieran tener crías
y entonces serían 10. De esas 10 vende 3 y con las ganancias de las tres vacas pudiera comprar 6
becerros tendría 14 al siguiente año pudiera tener 28 y así sucesivamente, empieza a comercializar,
criar, alimentar, ahorrar, comprar la primer hectárea, construir un rancho, algún día tendrá 100
vacas, en unos años más puede tener 200 y así hasta llegar al millón. El punto es queremos soñar a
veces cosas que creemos fáciles de alcanzar y está bien, ¿pero porque no trabajar igual para lograr
los sueños que son difíciles de alcanzar?

¿Qué pasa cuando soñamos en grande, y el punto de partida es no tener nada? Son los sueños que más
descartamos, porque tan sólo no tenemos una buena idea de cómo tan siquiera comenzar para cumplir
ese sueño.

En la Biblia se menciona la historia de un pastor de ovejas, un pastor de ovejas que ni siquiera


pastoreaba ovejas suyas, pastoreaba ovejas de su padre. Sabemos quién es, es David. (1 Sam 15).
Cuando me imagino a David pastoreando lo puedo ver teniendo momentos pesados, y no es para menos,
tenía que pelear con osos y leones para defender a las ovejas que le encargaron, pero estos
momentos no creo hayan sido todos los dias. Quiero pensar que la mayoría de su tiempo era estar
acostado esperando que las ovejas terminaran de pastar o estar en algún arroyo esperando que las
ovejas terminaran de tomar agua. Entonces pudiera ser que David tuviera mucho tiempo para tocar
su arpa, orar, alabar a Dios y meditar. Y se me hace imposible pensar que David nunca en alguno de
esos ratos libres usara el tiempo para soñar; por lo que estoy seguro que más de una vez utilizó su
tiempo para imaginar, visualizar, anhelar, pedir a Dios que los hiciera realidad. Tal vez en alguna de
esas veces que dio rienda suelta imaginó tener su propio rancho, con millones y millones de ovejas. La
Biblia no dice que tipo de sueños tenía David, pero estoy convencido que algún momento de su vida
soñó en algo, porque es una característica natural del ser humano. Hasta creo, que él en algún punto
de su existencia dijo “Dios, sueño con algún día ser el rey más grande que existió en la historia del
pueblo de Israel”. Si David hubiera tenido la oportunidad de expresar sus sueños tal vez lo hubieran
criticado, “tranquilo David, pudieras llegar a tener ovejas, ¿pero millones?, relájate y pon los pies en
la tierra” o si él hubiera tenido la oportunidad de externar el deseo que tenía de algún día llegar a
ser el rey más grande y poderoso de su tiempo, le hubieran dicho algo como “David, tu familia es
como cualquier otra” o “tan solo eres un pastor de ovejas”, “Cualquiera de tus hermanos podría, ¿pero
tu? eres el menor”. Si hubiera pasado algo como eso me imagino a un David respondiendo “el Dios al
que sirvo, tiene el poder para hacer lo que sea, para él mis sueños son realizables, porque Él es
grande y Todopoderoso”; y de nuevo las demás personas tratándolo de desanimar: “Pero David, Dios
no cumple caprichos”. Cuántas veces hemos escuchado esto de tantas personas.

Como conclusión. Hay alguien que conoce nuestros anhelos, alguien que cuando aún las palabras no
están en nuestra boca él ya las conoce, alguien que me ha examinado y conocido de antes de nacer, y
que sabe perfectamente lo que hay en mi corazón. Alguien que se preocupa por esos sueños y que es
capaz de hacer realidad el sueño más simple y hasta el sueño más complicado. Alguien que no se reirá
jamás del sueño más grande que puedas tener, es más no se reirá simplemente porque cualquier sueño
grande a tu parecer sonará tan mínimo e insignificante para Él, porque en el vocabulario de Dios no
existe la palabra “límites”.

En Dios puede cumplirse cualquier anhelo, no pienses porque es algún genio de una lámpara y te
cumplirá tres deseos. Te estoy hablando del Creador del cielo y de la tierra que puede llegar a
cumplir hasta más de tres deseos. Él tan solo nos pide una cosa, someter toda nuestra voluntad,
nuestra vida, lo cual implica someter esos anhelos y sueños a Él. Entregarle todo de nosotros, con tal
de desarrollar una amistad profunda con Él. Es tratar de conocer que quiere de nosotros a través de
su palabra. Al hacerlo descubrirás a un Dios de amor que dio su propia vida con tal de que tú no
tuvieras una muerte eterna y alcanzaras vida por siempre. Si el gran rey David pudo ver en su vida
todos sus sueños cumplidos fue tan solo por el hecho de que el amó a Dios, con cada parte de su ser
cada día que él vivió sobre la tierra. David pudo confiarle sus sueños y anhelos a Dios, los sueños no
guiaban su manera de vivir y conducirse, si hubiera sido así tal vez hubiera hecho cosas
desagradables con tal de alcanzarlos, más bien su amor por Dios guiaba su manera de vivir y su
manera de conducirse; por lo que Dios que honra a los que le honran (1 Sam. 2:30), pudo cumplir sus
anhelos.

En Dios tus sueños pueden hacerse realidad, aún y no tengas nada de dinero, no tengas grandes ideas
de cómo lograr tus sueños o aún te consideres una persona poco creativa. David no tenía ni dinero, ni
grandes ideas, pero amó a Dios. Una advertencia, no dejes que tus sueños se conviertan en una
obsesión y te lleven a quitar tu mirada de Dios, más bien te invito que pongas tu mirada en Dios, que
si algo ha de “obsesionarte” sea conocerlo más. Y como le habrás entregado tus sueños, déjate
sorprender por él. Y verás como en Él cada sueño y anhelo puede hacerse realidad.

“Deléitate así mismo en el Señor y el te concederá las peticiones de tu corazón, encomienda al Señor
tu camino y confía en Él y Él hará”

“Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todo lo demás vendrá por añadidura”

Finalmente, ¡Todo es Todo!

Te dejo con una frase que Dios me ha dado y marca el rumbo de mis decisiones y de todo lo que hago,
siempre buscando su voluntad claro.

“Fracasarás el 100% de las cosas que no intentes”

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