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ECONOMÍA POLÍTICA
۰ Del pacto constitucional al acuerdo neoliberal
Multilateralismo, recentralización y fiscalidad en la era de las reformas en Colombia
José Francisco Puello-Socarrás
• DERECHO&POLÍTICA
۰ La encrucijada del Derecho Internacional: El Caso de Palestina
Ricardo Sánchez Ángel
COYUNTURA
۰ Las tres dimensiones de la crisis
• Claudio Katz
۰ La crisis capitalista actual
Elementos para el análisis de la crisis actual desde un referente crítico
Milton Rogelio Pérez Espitia
•
۰ Hacia un frente de transición democrática en Colombia
Guillermo Restrepo
AMÉRICA LATINA
۰ Aportes para la interpretación de la nueva izquierda latinoamericana
Gabriel Becerra
•
۰ Alan García y el APRA: Derecha disfrazada de socialdemocracia
Pável Alemán Benítez
CULTURA&POLÍTICA
• ۰ Tesis económicas del populismo del siglo XIX
Una aproximación a los casos de Rusia y Estados Unidos
Jairo Estrada Álvarez
•
RESEÑAS
۰¡Huelga!
Presentación del libro de Ricardo Sánchez – Huelga
• Mauricio Archila
۰ Fernando Bermúdez Ardila, Propuesta de paz
Solución práctica al conflicto armado en Colombia
Alexander Díaz Piracún
revista
Director
Jairo Estrada Álvarez
Editor
Jesús Gualdrón Sandoval
Asesores internacionales
Beatriz Stolowicz Weinberger (México),
Claudio Katz (Argentina), Nildo Domingos
Ouriques (Brasil), Manuel Salgado Tamayo
(Ecuador), Dietmar Wittich (Alemania)
Diseño gráfico
Tatianna Castillo Reyes
Edición digital
Luis Guillermo Quevedo
webmaster@espaciocritico.com
Una Publicación de
Espacio crítico Centro de estudios
http://www.espaciocritico.com/
Bogotá D.C., Colombia
ISSN 1794 - 8193
Ω
Introducción
Las interpretaciones más autorizadas sobre este tema subrayan el carácter irreconciliable
entre la necesidad de profundizar la descentralización como un instrumento para construir
Democracia Local (política y administrativa)1 pero no advierten que, al mismo tiempo y
con los detalles propios que ha exhibido este proceso, emergen nuevas exigencias
centralizadoras que, específicamente en materia fiscal, están fuertemente vinculadas con
varias restricciones impuestas por el contexto de la economía política global, las estructuras
del régimen político y el modelo de desarrollo económico colombiano históricamente
vigente.
Las etapas de la descentralización y sus políticas han sido adoptadas - y, sobre todo,
adaptadas - según los complejos intercambios que surgen entre las articulaciones
económicas y políticas y las instancias globales y locales y, en lo fundamental para el caso
2
Sin negar el carácter compuesto de la descentralización – política (devolución) y administrativa
(desconcentración) -, privilegiamos la dimensión fiscal de la misma (Jordana, 2002).
3
Según Kaufman y Nelson, las organizaciones internacionales, tales como el Fondo Monetario Internacional,
el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, a diferencia del periodo anterior y en la
denominada segunda generación de reformas, no tendrían aparentemente un rol activo en las principales
configuraciones reformistas en el sector educativo y en salud en la región (Kaufman y Nelson, 2004, p. 488-
489).
En la década de los ochentas, tras un proceso de airados reclamos por parte de las
provincias y en medio del recrudecimiento del conflicto armado interno, la cesión de estos
recursos aumentó al 50% bajo el argumento de consolidar la “autonomía de las regiones”
(Revéiz 1989, 32-148). Esta respuesta estatal si bien podría ser interpretada como un
avance en la descentralización fiscal derivada del aumento de los flujos dirigidos al gasto
social no puede soslayar las necesidades crecientes del Estado colombiano de la época por
recuperar el control territorial y la legitimidad política los cuales poco a poco se
desvanecían sobre todo a nivel regional, fruto de la mayor influencia obtenida por la
insurgencia en diferentes espacios sociales.
4
Nos referimos a “paradigma” en el sentido de Hall (1993) y Puello-Socarrás (2007, p. 86-88). Sobre el
paradigma neoliberal (Puello-Socarrás, 2009).
En el escenario en que se desarrollan estas reformas - incluida, por supuesto, las tentativas
de descentralización fiscal - advierten sobre dos hechos sustanciales: primero, la sólida
convergencia entre los estilos de las agencias internacionales - quienes estuvieron
encabezando el proceso técnica y, sobre todo, financieramente - y los gobiernos del Frente
Nacional; y, en segundo lugar, la gran dependencia construida frente a la banca privada
internacional y la asistencia técnica proveniente de los organismos asociados.
Una y otra situación terminan apuntalando una alianza tecnocrática caracterizada por
poderosos vínculos trasnacionales que se “responsabilizan” del repertorio de las políticas y
de los programas públicos en el país.
Poco tiempo después y ahora en medio de la crisis de la deuda en la década de los ochentas,
Colombia mantuvo una relación relativamente privilegiada con las principales entidades
crediticias multilaterales (el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo,
quienes aceleraron desembolsos de recursos de crédito ya contratados) logrando obtener
nuevos recursos de financiamiento del Fondo Monetario Internacional y la banca comercial
privada que le permitieron acceder a un flujo permanente de recursos.
Antes bien, las prescripciones en políticas dictadas por el FMI y el Banco Mundial se
implementaron “normalmente” aunque el país no estuviera bajo el control formal de esos
organismos5. De hecho, la banca condicionó la concesión de nuevos créditos a la adopción
de un programa de ajuste vigilado por el Fondo Monetario Internacional.
Hacia finales de la década de los ochenta se hace evidente que una condición necesaria de
la economía política colombiana para posibilitar niveles de legitimación y gobernabilidad
aceptables - hacia adentro y hacia afuera – suponía la preservación de la confianza externa.
Y, como es lógico, ésta sólo se garantizaría honrando los compromisos sobre la deuda y,
subsidiariamente, llamando a la “prudencia y moderación” en materia fiscal (Reveís, 1989),
una fórmula política en las políticas que permanece actualmente. De hecho, las conocidas
prescripciones sobre políticas animadas desde estos organismos internacionales convergen
como los presupuestos político-económicos de las dinámicas internas.
A partir de la promulgación del nuevo orden constitucional en 1991, la idea según la cual
una Nueva Constitución Nacional significaría una ruptura histórica frente al componente
5
En el gobierno de Belisario Betancur (1982-1986) con el Programa de ajuste macroeconómico 1984-1985,
la orientación económica “coincidía en lo esencial con las estrategias del FMI” sin que el país estuviera
comprometido con un Acuerdo formal con el Fondo (Estrada Álvarez, 2004, p. 69). En realidad, como se
complementó en un Foro Internacional, la decisión fue optar por una “fórmula intermedia” a comienzos de
1986 bajo “un esquema de monitoria con el FMI y de seguimiento por parte del Banco Mundial al programa
de inversiones públicas. Con ello se obtendría la garantía requerida por la banca comercial para efectuar el
desembolso de recursos frescos” (Banco de la República, 1989).
centralizador que por más de un siglo había perdurado casi intacto con la Carta Magna
anterior (expedida en 1886), toma un impulso inusitado6.
La introducción de este nuevo marco sugería entonces un “viraje” con relación a nuevos
fines, criterios y medios de intervención del Estado que tenían entre otros presupuestos
fundamentales la idea de la descentralización, uno de los referentes fundamentales de la
consolidación democrática. Sinteticemos algunos de ellos:
6
Opiniones próximas a organismos como el FMI y el Banco Mundial interpretan que desde la Constitución de
1991 y más aún con las reformas fiscales de principios del siglo XXI, el proceso de descentralización se ha
“fortalecido” frente al período precedente de tendencia “centralizadora” (Gómez et alt., 2009, p. 1-3).
El pacto social constitucional tenía además como objetivo contribuir en la superación de los
déficits presente en los derechos económicos y sociales de la población además de generar
mayores equilibrios (verticales y horizontales) entre las regiones del país.
El constituyente previó entonces un pacto fiscal donde la distribución de los recursos desde
el nivel central hacia las regiones tenía dos fuentes principales: (1) el Situado Fiscal:
presupuesto dirigido hacia los Entes Territoriales (departamentos y municipios), el Distrito
Capital de Bogotá y los Distritos Especiales de Cartagena, Santa Marta y Barranquilla, el
cual debía destinar el 60% de los recursos para el sector educación, el 20% para salud y el
restante para “uno u otro componente”; y, (2) la Participación de los Municipios en los
Ingresos Corrientes de la Nación (PICN) desde donde se financiaban directamente los
municipios.
¿Cuál es la razón para que al poco tiempo de haber sido instalado el proceso de
descentralización y autonomía en Colombia, considerada una ruptura histórica e
8
Algunos autores han destacado, incluso, una suerte de “clientelismo armado” de la subversión (Peñate,
1999).
9
El Régimen de Transferencias de los artículos constitucionales 356 y 357 se reglamentó mediante la Ley 60
de 1993. El Acto Legislativo (enmienda constitucional) 01 de 1995 estableció el régimen de transición.
Una de las respuestas frente a la paradoja que plantearía en principio este hecho debe
ubicarse en el pacto fundacional que significó la Carta del 91 pues, desde su misma
concepción, estuvo viciado. ¿Por qué?
Hacia finales de los ochenta y principios de la década de los noventa, confluyen en el país
dos proyectos políticos simultáneos al mismo tiempo opuestos e incluso contradictorios.
Desde luego, esta circunstancia afectaría los futuros desenvolvimientos del proceso de
descentralización, especialmente, en su versión fiscal.
Desde su concepción:
La dialéctica entre una nueva Constitución que reclama más Estado como
mecanismo para superar la crisis institucional, y un plan de desarrollo, que
diagnóstica la necesidad de menos Estado (...) el fruto de los consensos en la
Asamblea fue la de ampliar las esferas de intervención del Estado… El Plan de
Desarrollo se esfuerza, por el contrario, en delimitar las áreas del Estado
(Ocampo, 1992).
Inicialmente, la yuxtaposición de los dos proyectos insinuaba una posible amalgama entre
ambas orientaciones, la “social-demócrata” y la línea neoliberal.
10
El Plan Nacional de Desarrollo señala a) los propósitos y objetivos nacionales de largo plazo, b) las metas y
prioridades de la acción estatal a mediano plazo y c) las estrategias y orientaciones generales de la política
económica, social y ambiental que serán adoptadas por los gobiernos durante sus mandatos. Igualmente, las
entidades territoriales los “elaborarán y adoptarán de manera concertada entre ellas y el gobierno nacional”
(Constitución Política de Colombia, artículo 339).
Más claramente:
Así desde los primeros años de la década de los noventas y hasta finales del siglo XX, el
gasto descentralizado, la infraestructura social, la cobertura territorial y el acceso de la
11
Antes que ser anecdótico, esta situación fue sustancial para que la Carta del 91 no pudiera lograr “(…) su
principal objetivo pacificante, precisamente porque la primera [Nota: Constitución Económica] no resolvía las
tensiones sociales (…) la nueva constitución política le da un margen de maniobra al régimen oligárquico
enquistado en el poder, para proseguir con el proceso neoliberalizador” (Díaz, 1996). Para un análisis de la
relación entre neoliberalismo y democracia en el proceso constituyente colombiano (Jiménez Martín, 2008)
12
Vale la pena anotar igualmente que este modelo “se introdujo a espaldas del país y que, según Rudolf
Hommes [Nota: Ministro de Economía de la época], se impuso aprovechando el ‘efecto distracción’ de la
Constitución de 1991, permitiéndole al Gobierno de César Gaviria tramitar por el Capitolio “las principales
reformas legislativas del proceso de apertura [económica]” (Hommes citado por Fernández, 2009).
13
“(…) se puede afirmar que dos de los tres objetivos trazados en la política pública de transferencias tienen
resultados positivos como son corregir los desequilibrios fiscales horizontales y el mejoramiento de los
indicadores sociales de las regiones”. (Contraloría General de la República 2006, 61) Igualmente, para esa
época claramente implicaba, “el fuerte peso de las reglas formales en el campo de las relaciones
intergubernamentales fiscales, hacía que la mayor parte de los recursos económicos fluyera a los niveles
territoriales sin necesidad de negociaciones políticas” (Jordana 2001, p. 17).
La crisis económica mundial que afectó al país entre 1997-1999 fue uno de los principales
detonantes para profundizar el modelo neoliberal en Colombia. Para ese momento, ya se
había recorrido una primera fase de reestructuraciones y el componente económico de la
Constitución Política pudo capturar progresivamente la semántica constitucional del Estado
Social de Derecho y la mayoría de sus principales definiciones en torno a las cláusulas
neoliberales.
El ambiente de urgencia recreado a nivel local motivado con la nueva crisis financiera
internacional (Sudeste asiático, Brasil, Rusia, México, entre otros) y el desplome de los
principales indicadores económicos domésticos, primordialmente en materia del déficit
fiscal, fue propicio para que las autoridades económicas aceleraran las nuevas reformas
estructurales, denominadas de segunda generación14.
El ajuste fiscal no sólo se tornó una prioridad sino también la clave de las resoluciones en
las alternativas para conjurar la crisis. Entre las soluciones estaba, desde luego, la
modificación del Régimen de Transferencias Intergubernamentales, una reforma
constitucional que parecía – según sus auspiciadores - “inminente”15.
Los principales argumentos de los defensores del modelo de desarrollo prevaleciente, bajo
una visión que fácilmente puede calificarse de economicista, asociaron el diseño
constitucional de 1991 como la principal fuente de las distorsiones y la causa eficiente de
los desequilibrios, particularmente en materia fiscal. Bajo esta perspectiva, este diseño
comprometía demasiado la estabilidad macroeconómica en vista de la creciente presión que
ejercía el régimen de transferencias sobre las finanzas gubernamentales.
Esta reforma estableció taxativamente un período transitorio para estabilizar el flujo de los
recursos que la Nación giraba hacia los entes territoriales arguyendo que el desempeño
volátil de la economía en tiempos de crisis distorsionaba directamente las transferencias de
los recursos, con lo cual, peligraría – incluso - el esquema diseñado en la Carta del 91 y sus
objetivos.
Así las cosas, se contempló que para el período comprendido entre los años 2002 y 2008 –
es decir, mientras se “superaba” la crisis – el flujo de recursos se redistribuiría de la
siguiente manera:
- Durante los años 2006 y 2008, la fórmula de cálculo sería el porcentaje de inflación
más un adicional de 2.5%.
A pesar de que el discurso oficial tuvo la pretensión de interpretar en esta reforma una
“profundización” en la tendencia descentralizadora, evidentemente no resulta tal.
16
Esta idea esgrimida como “argumento” ha sido más que destituida. El déficit fiscal exponencial se
explicaba fundamentalmente por el déficit del Gobierno Central.
Más que darle una “nueva forma” al anterior régimen y propiciar una fórmula renovada
para distribuir los recursos hacia los entes territoriales, en medio de las dificultades de la
economía, la reforma de 2001 significó una alteración de fondo (en sentido, tiempos y
espacios) - aunque, para ese momento, se proponía era “temporal” - al espíritu original del
pacto fiscal consagrado por el constituyente tan sólo una década atrás.
Este interregno (1997-2000) no sólo preparó el terreno de esta reforma a las transferencias
sino que, de antemano, ya perturbaba los escenarios en marcha de autonomía territorial,
particularmente, en políticas económicas, trasladándola nuevamente desde los niveles
subnacionales hacia la Nación, e incluso, hacia niveles extra-nacionales.
Sin embargo, dos razones adicionales parecen justificar la convicción centralizadora que
animó esta reforma al régimen de transferencias.
De nuevo uno de los factores determinantes que desencadenaron estas medidas – y que es
una vez más silenciado en la mayoría de los análisis - se relaciona con la coyuntura de corto
plazo en términos del conflicto armado interno. En específico, la contraofensiva del Estado
colombiano frente a la subversión (principalmente hacia las FARC) en los principios de la
primera década del nuevo milenio.
Tras haber fracasado el proceso de paz iniciado en 1999 entre el gobierno de turno y la
guerrilla colombiana y posteriormente con el rompimiento definitivo de los diálogos de
negociación en enero de 2001, se reactivaron las confrontaciones militares e, igualmente,
emergieron nuevas necesidades estratégicas, entre ellas, la renovación de recursos para
propósitos militares.
Entre otras cosas, el ajuste del déficit fiscal, vía disminución de las transferencias
intergubernamentales, permitía transferir buena parte del “ahorro” conseguido con la
reforma hacia el gasto público en defensa militar el cual, ya por sí mismo, había venido
exhibiendo una tendencia exponencial durante el pasado más reciente18.
17
Leyes 358/1997, 550/1999 y 617/2000 (Restrepo Botero, 2005, p. 73-76).
18
“Las cifras no permiten asignar la principal responsabilidad de las transferencias en el crecimiento del
déficit. Es necesario considerar el crecimiento de otros sectores del gasto como el de defensa, policía
De otra parte, la menor erogación que conseguía el gobierno central gracias a esta reforma
significaba en el largo plazo una liberación de recursos situación que le otorgaría un mayor
control y discrecionalidad sobre las asignaciones de los Ingresos Corrientes de la Nación y,
por lo tanto, un nivel cada vez más elevado de subordinación de los proyectos locales hacia
los gubernamentales de carácter nacional – por lo general, coyunturales - en detrimento de
políticas de Estado sostenibles en el tiempo (CID, 2000, p. 6).
nacional, justicia y seguridad social… la opción por el recorte de las transferencias es una opción política en
cuanto a los sectores de gasto que deben hacer el esfuerzo de reducción” (CID, 2000, p. 3).
Igualmente gran parte del tema de la autonomía de las entidades subnacionales (en este
caso, los departamentos y municipios) habría quedado resignado puesto que la financiación
de las competencias territoriales en el marco del régimen político colombiano – una
república unitaria - depende mayoritariamente del nivel nacional19. En este sentido, esta
reforma - denominada también de descentralización autoritaria - llevó a que las decisiones
principales de política (como sucedió en el caso de la Educación Básica y Media) recayeran
en el gobierno central. Así los entes territoriales terminaban convertidos en simples
“agentes gestores de la política del gobierno de turno” y la autonomía política y
administrativa relegada a un segundo plano (Estrada Álvarez, 2002, p. 139).
Los efectos en términos del Estado Social de Derecho y en los sistemas educativos y de
salud principalmente y en todos los casos, fueron claramente contradictorios.
La reforma del 2001 no sólo significaba un mero recorte en los recursos en el sentido
económico del término. También un recorte en el sentido de la autonomía territorial (fiscal)
y, en consecuencia, en la dimensión misma de los derechos sociales en tanto se privilegiaba
un concepto - en contraste con el de autonomía - más cercano al de autarquía
(“autosuficiencia”, para este caso fiscal), dimensión claramente contraria al modelo de
Estado Unitario y la filosofía política que rige constitucionalmente en la República de
Colombia (Sánchez, 2003).
Finalmente, los departamentos y los municipios dejaron de percibir recursos por $12.4
billones entre los años 2002 y 2008.
Este periodo advierte no sólo una continuidad consistente con el modelo de desarrollo
económico en curso. Además marca una etapa de profundización y consolidación, en
particular, con el establecimiento de diferentes Tratados de Libre Comercio (denominados
Acuerdos de Promoción Comercial), especialmente, los que se han venido “negociando”
con los Estados Unidos y con la Unión Europea. Estos Tratados Internacionales
significarían un blindaje definitivo frente a las sucesivas generaciones de reformas
estructurales (promovidas sobre todo a partir del Consenso de Washington) ya que por esta
19
Se trataría de un monopolio institucional distribuido, en el sentido de mantener grandes áreas de
responsabilidad separadas según naturaleza de políticas públicas quedando concentrados los componentes de
una política en el nivel de gobierno al que se le adjudican tales responsabilidades (Jordana, 2002).
El proyecto político del Estado Comunitario de Uribe Vélez se adelanta en medio del
recrudecimiento de la violencia y, en términos generales, con la intensificación del
conflicto armado por parte de la guerrilla y también con la consolidación de los grupos
paramilitares.
A pesar de que las entidades territoriales – como se planteaba - ya habían sido sometidas a
un largo y fuerte proceso de saneamiento de las finanzas subnacionales á la FMI,
combinado con el efecto que representaba la reforma al régimen de transferencias, se
insistía en la necesidad de seguir garantizando “la sostenibilidad de los procesos de ajuste
ya emprendidos” (Presidencia de la República de Colombia 2002, p. 272).
Esta propuesta de “descentralización” entonces mantiene una fuerte semántica fiscalista con
grandes presiones hacia el ajuste y la concentración de los recursos económicos sujeta
además a las necesidades e intereses gubernamentales del nivel nacional e igualmente
sintonizado a las exigencias económicas y políticas globales.
Es así como una vez iniciado el segundo mandato de Uribe Vélez (2006-2010), la Reforma
del apenas instalado Sistema General de Participaciones (SGP), se convierte - una vez más
- en una cuestión perentoria.
21
La Ley 790 de 2.002 (Diciembre 7), “por la cual se expiden disposiciones para adelantar el programa de
renovación de la administración pública…”, invoca – entre otros - los criterios de: (…) c) Se garantizará una
mayor participación ciudadana en el seguimiento y evaluación en la ejecución de la función Pública; d) Se
fortalecerán los principios de solidaridad y universalidad de los servicios públicos; e) Se profundizará el
proceso de descentralización administrativa trasladando competencias del orden nacional hacia el orden
Territorial; (…) g) Se procurará desarrollar criterios de gerencia para el desarrollo en la gestión pública…”
(subrayo).
22
Uno de los argumentos para “re-centralizar” hacia arriba fue que el modelo de organización territorial
político-administrativa de Colombia tenía “una notable participación del nivel municipal, y nacional y un bajo
protagonismo de las asociaciones municipales y del nivel intermedio de gobierno (los departamentos). El
fortalecimiento de estas últimas instancias posibilitaría que los territorios organizados a través de redes y
alianzas estratégicas aporten su potencial y alcancen una mayor competitividad y gobernabilidad”
(Presidencia de la República de Colombia 2002, p. 269). Aquí vale la pena llamar la atención respecto a que
proceso de reforma del Estado, una transición a otro tipo de Estado implica necesariamente el comienzo de
una nueva secuencia de descentralización. Los contenidos y políticas interactúan con los sistemas económicos
y políticos que están determinados por el tipo de Estado (Falleti, 2005).
- Entre 2008 y 2009: con crecimiento del 5.3% + el porcentaje de inflación efectiva
- En el año 2010: con crecimiento del 5.1% + el porcentaje de inflación efectiva
- Entre 2011 y 2016: con crecimiento del 4.8% + el porcentaje de inflación efectiva
23
A lo largo del trámite del Acto Legislativo y gracias a varias movilizaciones nacionales, en cabeza de la
Federación Colombiana de Educadores (FECODE), el legislativo incorporó en la fórmula porcentajes
adicionales con destinación exclusiva para la educación. Sin embargo, el núcleo de la reforma a las
transferencias quedó intacto y los cambios alcanzados en ese sentido pueden considerarse marginales vis-á-
vis los impactos que ha generado en los sistemas de educación, salud y saneamiento básico (Ramírez Ríos,
2007).
Más allá de los cálculos económicos, la reforma constitucional que modificaba nuevamente
los ya reformados artículos 356 y 357 de la Carta Política implicaba, una vez más, un
recorte de recursos. En base a lo previsto en la reforma anterior, en el año 2008 el régimen
de transición del actual Sistema General de Participaciones (SGP) llegaba a su fin y se
retornaba inmediatamente al diseño constitucional original de la Carta de 1991.
24
La Contraloría General de la República calculó que con el Acto Legislativo 01 de 2.001 se logró una
menor erogación por -$11 billones.
25
Vale decir que si se siguen las cifras proporcionadas por el Departamento Nacional de Planeación en el
Diario Portafolio, 14 de junio de 2.007, las pérdidas ascenderían a -$77.2 billones y según el Centro de
Estudios para el Desarrollo (CID – Universidad Nacional) las cálculaba en 80,8 billones (Boletín CID
del 14 de diciembre de 2006).
Resultaba indudable pues que los compromisos (fijos y crecientes) que las entidades tenían
que asumir eran inviables sin contar con las transferencias las cuales en su dimensión
económica se reducían sistemáticamente.
Desde el punto de vista del análisis de los ingresos y los gastos de los municipios y los
departamentos, los recursos por concepto de transferencias son fundamentales para la
sostenibilidad financiera tanto como para el desarrollo social territorial y las competencias
jurisdiccionales a cargo de estos entes.
En todo caso, los hechos muestran ir en contra de cualquier avance en los procesos de
descentralización y autonomía de los entes territoriales, constitucionalmente previstos,
particularmente, en vista de los restringidos recursos propios de las entidades territoriales,
además de las restricciones impuestas vía legal, como lo mencionamos anteriormente. En
este sentido, el viraje fue claramente recentralizador 27. Y lo anterior sin profundizar en el
26
Precisamente, como en Argentina, el proceso fallido de descentralización potenció las asimetrías regionales
que buscaba en principio resarcir (Repetto y Alonso, 2004).
27
En varios aspectos podría sugerirse un monopolio institucional distribuido como plantea Jordana (2002).
Como ya lo hemos advertido, todas estas instituciones han mantenido una proximidad
influyente y característica frente a los procesos económico-políticos en el país y en los
cuales el de la descentralización no resulta ser la excepción.
A través de los denominados Acuerdos extendidos y los llamados Acuerdos Stand-by - entre
otros instrumentos - se ha llegado a recrear una relación de fuerte dependencia en la
conducción en general del Estado y las políticas públicas (económicas, sociales, etcétera),
en la medida en que los compromisos asumidos por los gobiernos responden – y en el
mejor de los casos, están condicionados – a los intereses explícitos e implícitos de estas
instituciones multilaterales, modelando las principales definiciones del Estado. En este caso
en particular, ellos retienen un gran significado en el proceso de corto y largo plazo de la
descentralización en el país.
28
Este apartado se sustenta en las contribuciones realizadas por Andrea Ávila y Paula Rodríguez en el
informe de investigación “Reforma al Estado en el primer período del gobierno de Álvaro Uribe” (mimeo) en
el marco de de la investigación financiada por la División de Investigación de la Universidad Nacional (Sede
Bogotá), “Reformas económicas y discursos políticos. La economía política de la política económica en las
reformas estructurales en Colombia (2006-2010)”, dirigida por el profesor Jairo Estrada Álvarez.
29
Significativamente en la época cuando Brasil y Argentina, dos de los mayores deudores del Fondo,
anunciaron desembolsar por anticipado la deuda que mantenían y terminar la relación con el organismo.
Únicamente hasta el año 1999 y por primera vez en décadas, el gobierno colombiano y el
FMI formalizan un Acuerdo Extendido instaurando una serie de medidas de política
económica que muy rápidamente son objeto de desarrollos legislativos y medidas
económicas posteriores.
En el marco de las reformas de segunda generación este Acuerdo definió las principales
directrices para la reestructuración del Estado. Entre ellas, las que apuntaban a fortalecer el
sistema vigente de descentralización fiscal, mejorar la gestión pública y la política tributaria
local y que - según se afirmaba - otorgarían “más autonomía fiscal a los gobiernos locales”
(a través de la mencionada Ley 617 de 2000)30. Adicionalmente, determinaban un
incremento de la participación del gasto en salud y educación pero condicionados a la
promulgación de un paquete legislativo que incluyera la eliminación de cargos públicos y la
reducción efectiva de los gastos públicos territoriales.
De esta forma se avanzaría en la meta integral de racionalización del gasto público (¡que
dejaba por fuera el gasto de intereses correspondiente!). Esta pretensión tendría una
respuesta institucional inmediata a través del documento del Consejo de Política
Económica y Social del Departamento Nacional de Planeación (CONPES No. 3099 de
2000) (FMI, 1999, p. 8-9).
Desde el punto de vista de las contrarreformas analizadas, el Acuerdo estipulaba que antes
de finalizar el año 1999 el Gobierno debía presentar ante el Congreso de la República una
reforma constitucional que contemplara “desvincular” las transferencias
intergubernamentales de los Ingresos Corrientes de la Nación, obligación que fue
cabalmente cumplida con el Acto Legislativo 01 de 2001 y su ley reglamentaria 715 de
2001 y la creación del nuevo Sistema General de Participaciones (SGP).
30
Por la cual se reforma parcialmente la ley 136 de 1994, el decreto extraordinario 1222 de 1986, se adiciona
la ley orgánica de presupuesto, el decreto 1421 de 1993, se dictan otras normas tendientes a fortalecer la
descentralización, y se dictan normas para la racionalización del gasto público nacional.
El Acuerdo Extendido precisaba entre otras cosas que en el caso de los gastos de seguridad
y defensa no habría mayores reservas para un posible aumento del déficit del Sector
Público (FMI, 1999, p. 12). Esta disposición que fue nuevamente viabilizada mediante del
CONPES 3127 de 2001 en el que se especificaba que de esta manera se garantizaba la
sostenibilidad macroeconómica venidera, en particular, por su impacto positivo en términos
del desempeño doméstico y la seguridad y confianza económicas. No obstante, también
contrastaba con la convicción de “ajuste” estructural que tan férreamente encarnaba el
espíritu de los acuerdos.
Esta decisión, sin embargo, tenía sustento en razones adicionales de carácter extra-
económico.
A pesar que el déficit del Gobierno Nacional registrado en el año 2002 y estimado en 4%
del PIB fue visiblemente superior en 0.2% al nivel acordado con el FMI, los compromisos
paralelos establecidos por el Gobierno colombiano con los Estados Unidos en el marco del
“Plan Colombia” dispensaron el incumplimiento, avalando - de paso - un vertiginoso y
estratégico aumento en los presupuestos en seguridad y defensa, paradójicamente dirán
algunos, en época de ajustes32.
31
Así fue reproducido en una Carta de intención al FMI (20 diciembre de 2001).
32
“(…) los gastos de funcionamiento aumentan 14.8% frente a la presente vigencia. Con relación a 2003, el
rubro de servicios personales crece en 8.3% y los gastos generales lo hacen en 1.4%, incremento que incluye
el costo de la modernización de las Fuerzas Militares y la Policía y una política salarial ajustada a las metas
macroeconómicas. Este crecimiento es inferior al que se hubiera registrado de no haberse iniciado el ajuste de
la renovación de la administración pública.” (FMI, 1999, p. 53).
33
En abril de 2003 se produjo una nueva visita del FMI al país, en que se notificó que en “términos de la
evaluación del programa destacaba que todas las metas se venían cumpliendo y que las autoridades a
comienzos de año habían continuado su avance en la aprobación de las reformas estructurales”. (Junguito
2003, p. 18 y 22).
Este Primer Acuerdo Stand-By (SBA-2002) que sería ejecutado inclusive hasta el año 2004
se basaba en la necesidad de adquirir más recursos para financiar el programa de gobierno
de turno: la política de “Seguridad Democrática”, a la vez que continuaba con el desarrollo
de las medidas previstas en el anterior Acuerdo Extendido, accediendo a nuevos
desembolsos34. Ciertamente, la relación con el Fondo en la administración Uribe sería más
próxima que nunca.
Las palabras del Ministro de Hacienda de esta época son reveladoras de cómo el gobierno
de Uribe Vélez no sólo lograba el financiamiento público externo que requería en un
contexto de mercados externos cerrados fruto de la crisis coyuntural sino, sobre todo, es
sintomática de la relación que se renovaría desde ese momento con los organismos
multilaterales35:
(…) era necesario obtener, de antemano, el apoyo al programa por parte del
Fondo Monetario Internacional y del gobierno de los Estados Unidos.
Aprovechando el viaje de Uribe, entonces presidente electo, a Washington (…)
se hicieron contactos con el FMI, así como con el Banco Mundial y el BID para
iniciar el diálogo sobre las prioridades del nuevo gobierno y su estrategia
económica y financiera. Dentro del país parecía necesario someter al Congreso
un programa de Ley de Autorizaciones de Endeudamiento Plurianual, la cual
fue aprobada mediante la Ley 781 de 2002”.
Fue el mismo FMI quien insistió que el “nuevo Acuerdo” - sustitutivo del anterior Acuerdo
Extendido - fuese un programa Stand-by ya que la primera modalidad se reservaba para
países que salían del sistema HIPIC (apoyo a países pequeños altamente endeudados)
planteando mejores beneficios.
del gobierno en reducir el déficit consolidado del sector público como una señal que
ratificaría sus convicciones de seguir profundizando los ajustes necesarios en pos de la
estabilización de la deuda pública.
Llama la atención cómo desde este momento las directivas provenientes del FMI eran
ágilmente honradas. Mediante el CONPES No. 3266 de 2004 se dio vía para estabilizar las
finanzas públicas en el mediano plazo mediante sendas reformas de ajuste en materia
pensional y de la política tributaria y, desde luego, ya se empezaban a vislumbrar las
intenciones de llevar a cabo una nueva reforma constitucional al Sistema General de
Participaciones (como se anotó, el antiguo régimen de transferencias territoriales). Los
instrumentos legales introducidos por estas directrices iban preparando el terreno para una
segunda contrarreforma, en la manera como se presentó anteriormente.
Para el año 2003 y en contraste con los años anteriores, lo acordado en el Acuerdo Stand-
by de 2002 si bien no había sido incumplido tampoco mantenía la rúbrica de ejecución
ejemplar registrada en el pasado.
No obstante, el Gobierno Nacional pudo concretar un nuevo Acuerdo con el FMI en el que,
por un lado, se retomaban aquellas metas que no habían sido alcanzadas y, por otro lado, se
incluían compromisos adicionales.
Este segundo Acuerdo Stand-By con el FMI (SBA-2003) contenía un riguroso diagnóstico
sobre los compromisos hasta ahora adelantados con el gobierno colombiano y un nuevo
cronograma de criterios de desempeño estructural de clara orientación fiscalista 36. De
hecho, el CONPES No. 3266 de 2004 que pretendía un diagnóstico de los Acuerdos con el
FMI al final del periodo, planteaba:
(…) el balance presentado al final del 2003 se encuentra dentro del marco de
sostenibilidad de deuda pública previsto en la revisión del Acuerdo Stand-By
firmado con el FMI, lo cual muestra el compromiso de la presente
administración con la continuidad del ajuste fiscal que se ha venido realizando
en el último quinquenio” (DNP 2004, p. 25).
36
En el Memorando de Políticas Económicas del Acuerdo Stand-by con el FMI (abril 2005) se resumía
taxativamente la orientación en materia de política económica: “(…) 2. Las reformas económicas – centradas
en la disciplina fiscal – fueron un componente central de esta estrategia” (FMI 2005, 3).
En otras palabras: tan sólo un par de años después de haber realizado la primera reforma al
régimen de transferencias ya se insinuaban – desde este lugar de enunciación - nuevas
intenciones reformistas, incluso, contradiciendo con antelación la cláusula constitucional
según la cual el régimen vigente era transitorio, de tal forma que una vez finalizado el
período previsto en la misma reforma debía retornarse al arreglo original de la Carta de
1991.
Una vez cumplidos la mayoría de los compromisos, en 2005 y por tercera vez durante la
administración de Uribe Vélez, se firmaría otro Acuerdo stand-by con el FMI (SBA-
2005)37.
37
“Se han cumplido todos los criterios cuantitativos de desempeño para finales de 2004, lo mismo que la
mayor parte de los referentes estructurales”, con excepción de la reforma al Régimen Presupuestal (FMI 2005,
1).
38
Nos referimos a la incidencia del Banco Mundial en la reforma sectorial al sistema de “agua y saneamiento
básico” (un tercer componente central en materia de las transferencias) que fue viabilizada en la Ley que
reglamentaba legalmente la (segunda) reforma constitucional al régimen. La influencia de este organismos
para legalizar la creación de un “mercado óptimo” en Agua Potable y Saneamiento Básico bajo una
modalidad privatista fue trascendental.
Liminar
No obstante, a la hora de hacer un balance en este sentido vale la pena llamar la atención
sobre un par de asuntos adicionales de importancia actual.
1992). Sobre todo, hacia el final de la trayectoria, con las dos administraciones sucesivas de
Uribe Vélez, hoy por hoy vigentes.
A esto se le añade que en los trámites legislativos tanto de las reformas constitucionales y
de sus leyes reglamentarias como de las reestructuraciones sectoriales - salud, educación y
agua y saneamiento básico - derivadas del proceso de contrarreformas en la
descentralización in extenso, el protagonismo y la incidencia del Congreso fue nulo
(Kaufman y Nelson 2004, p. 475).
En este sentido queda claro la naturaleza delegativa y, por lo mismo, autoritaria, del
régimen democrático hoy por hoy vigente en el país. En igual sentido la captura del Estado
Social de Derecho por el Estado (“Acuerdo”) Neoliberal.
Bibliografía
41
El “nuevo” gobierno presidido por Juan Manuel Santos – recordemos, protagonista y actor clave durante la
mayor parte de este proceso como ex Ministro de Hacienda (Administración Pastrana) y, luego, como ex
Ministro de Defensa (Administraciones Uribe Vélez) – sigue profundizando aún más la lógica descrita.
Recientemente, proyectos de reforma constitucional presentado por el gobierno sobre: i) reforma las regalías
(Acto Legislativo No. 13 de 2010) y ii) la llamada “responsabilidad fiscal” confirman aún más el carácter
neoliberal que se acentúa en el régimen económico-político colombiano.
• Fondo Monetario Internacional (2002). Acuerdo Stand-by con el FMI (diciembre 2002).
Washington: FMI.
• Fondo Monetario Internacional (2003). Acuerdo Stand-by con el FMI (diciembre 2003).
Washington: FMI.
• Hall, P. (1993). “Policy paradigms, social learning and the state: the case of the
economic policy-making in Britain”. Comparative Politics, Vol. 25, No. 3, 275-297.
• Kaufman, R. y Nelson, J. (2004), Crucial needs, weak incentives. Social sector reform,
democratization and globalization in Latin America. Washington: Woodrow Wilson
Center Press.
• Peñate, A. (1999). “El sendero estratégico del ELN: del idealismo guevarista al
clientelismo armado”. Reconocer la guerra para construir la paz. Bogotá: Norma.
• Ramírez Ríos, G.I. (2007). “En qué van las transferencias” [en línea]. Disponible en
Semanario Virtual “Caja de Herramientas”, No. 65:
http://www.viva.org.co/cajavirtual/svc0065/ [Consulta: 30 de octubre de 2009].
Lo que está en curso en este año del 2009 es la continuidad a escala ampliada de la masacre,
genocidio, crimen, contra el pueblo palestino por parte del Estado de Israel. Se trata del drama
humano más grave de nuestra historia contemporánea. Por la larga duración de la agresión, por lo
sistemático de las acciones criminales, por la desidia e insolidaridad de los gobiernos árabes y de
los pueblos del mundo.
La guerra mediática que justifica y glorifica subliminalmente los bombardeos del ejército de
Israel constituye el otro frente de la infamia. Justificando las acciones de exterminio contra el
llamado terrorismo de Hamas (la organización mayoritaria y legítima, que es gobierno
representativo), los medios y los gobiernos de Israel y Estado Unidos, se maquillan ante lo que es
un crimen de humanidad.
Es la milenaria lucha entre David y Goliat, en la que las rústicas armas de los palestinos, no
compiten en nada con la maquinaria de guerra de los israelíes, que incluso poseen armas
nucleares. Israel invade con un ejército y armas de destrucción masiva como las bombas de
fósforo blanco. Palestina no tiene ejército y usa precarias armas convencionales. Las bombas y
suicidios para matar civiles israelíes son inaceptables, además de ser estratégicamente inútiles2.
1
Ver: C. Marx y F. Engels. La guerra civil en los Estados Unidos. Buenos Aires: Lautaro, 1964. Parte II.
Correspondencia, p. 265.
2
Ver: T. Segec. En Gaza, Goliat habla Hebreo. En: Le Monde Diplomatique, Año VII, No. 75, Febrero 2009.
Edward Said nos da esta pauta: “Hay una enorme diferencia entre la desobediencia organizada o
la protesta masiva, por una parte, y hacerse volar uno mismo junto con unas cuantas personas
inocentes, por la otra. Hay que afirmar estas diferencias de forma clara e inequívoca, y se la debe
incorporar de una vez por todas a cualquier programa palestino serio.”3
No se puede vivir y sobrevivir sólo de heroísmo. El admirable pueblo palestino requiere que su
justa y legítima causa sea asumida con dignidad, altivez y contundencia por todas las gentes
sencillas del mundo. Debe ser una movilización tan amplia, sostenida y contundente que obligue
a los genocidas a cesar en su exterminio, y coloque la causa palestina en el lugar que le
corresponde: una nación laica, moderna, democrática y partícipe de la comunidad internacional,
de la que ha sido excluida -sólo tolerada como paria-, a la que se le conceden migajas de la ayuda
humanitaria. Ayuda que pretende disfrazar ante la opinión internacional la gravedad de lo que
ocurre.
Edward Said, el gran intelectual palestino, concluyó la Introducción a sus Nuevas Crónicas
Palestinas, con esta reflexión:
Para ello necesitamos ser conscientes de que Palestina es una de las grandes causas
morales de nuestra época. No es una cuestión de trueques, ni de negociar intercambios,
ni de hacer carrera. Es una causa justa que debería permitir a los palestinos obtener y
conservar su ventaja moral.4
II
La verdadera estrategia del estado israelí es constituir el gran Israel bíblico, el sueño delirante de
los sionistas, la organización conformada por fundamentalistas religiosos, grandes financieros,
propietarios de medios de comunicación en Estados Unidos, comerciantes de armas…
El Estado de Israel viene de sufrir una colosal derrota por parte de Hezbolá en el 2006, cuando
invadió El Líbano. Desde 1948 el Líbano fue refugio para los palestinos expulsados de su
territorio, lo que se reeditó en la guerra de 1967. En 1982, el ejército de Israel realizó la matanza
de Sabra y Shatila, campos de refugiados de los palestinos. Este país, ha sufrido cuatro invasiones
por Israel, respaldadas por los Estados Unidos.
En esta coyuntura se ha evidenciado el carácter corrupto de sus gobernantes, como Sharon, Ehud
Barak y Ehud Olmert. En la sociedad israelí hay voces de historiadores e intelectuales que
realizan una desigual lucha de revisión y oposición al exterminio de palestinos y a sus
pretendidas justificaciones. Es de esperar que muchos judíos en el mundo estén en contra del
genocidio adelantado por sus gobernantes. Al igual que saben que somos millones los que
rechazamos siempre el antisemitismo y propugnamos el no olvido del genocidio judío.
3
E. Said. La actual y clara realidad. En: El fin del proceso de paz. Nuevas Crónicas Palestinas. Nueva edición
revisada y ampliada (1995-2002). Barcelona: Mondadori, 2002, p. 179-180.
4
E. Said. Nuevas Crónicas Palestinas, cit. p. 34.
Situados en Nuestra América, tenemos profunda sensibilidad por estas tragedias humanas, porque
hemos vivido igualmente la constelación del horror: el genocidio de nuestros aborígenes, de
nuestros antepasados por parte de los colonialismos español, inglés, portugués y francés. Al igual
que el otro gran genocidio: el del africano traído a nuestros países e incorporado como población
esclava en el período de conformación del capitalismo mundial, con sus métodos de violencia,
despojo y exterminio. En una bella novela, La Ceiba de la Memoria, el colombiano Roberto
Burgos Cantor, ha recreado el círculo herrumbroso del exterminio del negro esclavo en la
colonial Cartagena de Indias y el exterminio judío en el campo de concentración de Auschwitz5.
La política de Israel de convertirse en el Gran Israel bíblico descansa en dos mitos fundadores:
ser el pueblo elegido por el dios de la Biblia y tener derecho a la tierra prometida: “18:En aquel
día hizo Jehová un pacto con Abraham diciendo: a tu descendencia daré esta tierra desde el río de
Egipto hasta el río grande, el río Éufrates;19: la tierra de los ceneos, los cenezeos, los cadmoneos,
20:los heteos, los ferezeos, los refaítas, 21:los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los
jebuseos”6
La líder histórica de Israel, la señora Golda Meier, dijo de manera clara y brutal: “No existe el
pueblo palestino. Esto no es como si nosotros hubiéramos venido a ponerles en la puerta de la
calle y apoderarnos de su país. Ellos no existen.”7
Los palestinos devienen así en los innombrables, tal cual lo eran los judíos para los nazis. A lo
sumo son habitantes indeseables en los territorios ocupados colonialmente por el militarismo
estatal de Israel. Y por supuesto, cada vez con más fuerza en terroristas islámicos.
Giorgio Agamben ha estudiado el asunto de las víctimas judías. Nos da esta clave, que quiero
utilizar como analogía frente a los palestinos. “Lo intestimoniable tiene un nombre. Se llama en
la jerga del campo, der Muselmann.” Son los humanos convertidos en cuasi humanos, en
despojos, en idiotas impotentes, aislados, sin posibilidad de ser mirados ni visibilizados. Son los
inexistentes que están allí, en tal situación extrema en la que lo humano es ya no-humano.
Muertos de hambre de manera planificada. Concluye Agamben:
A esta situación es a lo que conduce el mandato maldito de Golda Meier: No existe el pueblo
palestino. El musulmán de Auschwitz no desapareció con la derrota nazi y la muerte de Hitler,
5
Ver: R. Burgos Cantor. La Ceiba de la Memoria, Editorial Seix Barral, Bogotá, 2007.
6
Santa Biblia, Génesis XV, 18-21. Bogotá, Sociedad Bíblica Colombiana, 1960.
7
Declaración al Sunday Times, junio 15 de 1969.
8
G. Agamben. Lo que queda de Auschwitz. Homo Sacer III. Capítulo 2: El Musulmán. Valencia: Pre-Textos, 2005,
pp. 41-89.
renace de tanto en tanto y ahora lo está, en la pretensión de que sea encarnado por los palestinos.
Expresión delirante del ultra racismo.
Desde la gran literatura, Vassily Grossman, en su monumental Vida y Destino, nos da esta clave
sobre lo mismo:
III
La fundación histórica del Estado de Israel está basada en la violencia. Los acuerdos de las
Naciones Unidas de 1947 para dividir Palestina, promovidos por Gran Bretaña dieron como
resultado que Israel se apoderara del 78% de Palestina en 1948. El 22% restante, correspondiente
a Cisjordania, Gaza, Jerusalén, Sinaí (Egipto) y los Altos del Golán (Siria), fue ocupado en 1967.
Comenzaron destruyendo 531 aldeas árabes -hecho documentado por los historiadores
revisionistas judíos Bemy Morris, Ilan Pappe, Avi Schlain, Tom Seger-, y desde entonces la
guerra de exterminio, expulsión, confinamiento y anexión ha sido lo permanente en la política
exterior de Israel. El baño de sangre más expresivo de esta violencia fundadora fue lo ocurrido en
Deir Yassin el 9 de abril de 1948, donde 254 habitantes, niños, mujeres, ancianos, hombres,
fueron masacrados por las tropas israelíes (del Inguín) dirigidas por Menahem Begin.
Así, el pueblo palestino bajo ocupación militar es acusado de ser la cuna del terrorismo
islámico, en particular del terrorismo suicida, y con ello se olvida que, entre otras
cosas, los primeros actos terroristas en Palestina fueron realizados por
organizaciones hebraicas, tales como la banda Stern, guiada por Yitzhak
Shamir, y la banda Irgun Zwai Leumi, comandada por Menahem Begin, célebre
9
V. Grossman. Vida y Destino. Barcelona, Galaxia Gutenberg y Círculo de Lectores, 2008, p. 245.
Los distintos gobiernos de Estados Unidos, republicanos y demócratas, han apoyado esta
estrategia de guerra terrorista permanente de Israel, y la han dotado de jugosas ayudas. Desde
1967 al 2002, los Estados Unidos entregaron más de doscientos mil millones de dólares en ayuda
económica y militar incondicional, y esta ayuda no ha cesado de fluir al día de hoy.
Los gobiernos árabes han sido condescendientes, en mayor o menor grado, de esta prevalencia
israelí. Incluso humillados por el militarismo sionista como en el caso del Egipto derrotado en la
guerra de los seis días de 1967 y ocupado parte de su territorio. El gobierno de Egipto es hoy el
principal receptor en el mundo de ayuda militar de Estados Unidos, con dos mil millones de
dólares al año. El segundo es Israel y el tercero Colombia.
Gobiernos como los de Siria e Irán, que enfrentan la hostilidad de Israel y Estados Unidos,
brindan una solidaridad menor a la que sus pueblos dan y exigen para la causa palestina. En
Nuestra América, los gobiernos de Brasil, Cuba, Bolivia, Venezuela, Ecuador, así como en
Centroamérica están activos en la solidaridad ante la actual agresión israelí en Gaza. Distintas
movilizaciones de protesta se realizan en el mundo.
IV
El liderato palestino ha sido sometido a duro escrutinio: el forjado por Yasser Arafat y la
Organización de Liberación Palestina devino en una frustración. Se conformó como una
Autoridad Palestina que utilizó la represión contra su propio pueblo y los disidentes políticos,
permitiendo un entorno de corrupción y haciendo gala de una gran improvisación en los asuntos
del gobierno y las negociaciones de paz. La causa palestina, de obtener en los años setentas y
ochentas, solidaridad y prestigio en el mundo, se vio sometida a su marchitamiento producto de
cambios drásticos en la situación política mundial. Sin duda la estrechez de la Autoridad
Palestina contribuyó a ese marchitamiento. Dice a favor de Arafat y la OLP, el haber retirado de
su programa la consigna de: la destrucción del Estado de Israel, su desconocimiento a existir.
Tariq Ali, un experimentado militante internacionalista y coeditor de la revista New Left Review,
en un reciente artículo, titulado El gueto de Gaza y la hipocresía occidental, llama la atención
10
D. Zolo. La justicia de los vencedores. De Nuremberg a Bagdad. Madrid, Editorial Trotta, 2007, p. 148-149.
Frente a la Autoridad Palestina financiada y apoyada por distintas fuentes, especialmente árabes,
dice Tariq Ali:
Hamas ofreció la alternativa de su propio ejemplo. Sin los grandes recursos de su rival
estableció clínicas, escuelas, hospitales, formación profesional y programas de
bienestar para los pobres. Sus jefes y cuadros viven frugalmente, al alcance de la gente
corriente. Es esta respuesta a las necesidades cotidianas la que se ha ganado amplias
bases que la apoyan.11
Pero de igual manera señala como crítica esta limitación de la organización: “Hamas carga con
un pasado fardo desde su formación y es la flaqueza del nacionalismo palestino: la creencia que
sólo habría dos posibilidades, o el completo rechazo de la existencia de Israel o la aceptación del
desmantelamiento de Palestina, hasta ser reducida a una quinta parte de su territorio.” 12 Para
Noam Chomsky: “permítame que lo repita: las políticas de Hamas en mi opinión son
inaceptables, pero son preferibles a la vez a las de Estados Unidos e Israel”13.
En la carta fundacional de Hamas (1988) hay propósitos inaceptables, así, en el artículo primero,
capítulo séptimo se dice:
El profeta, que la bendición y la paz le sean dados, ha dicho: “El Día del Juicio no
llegará hasta que los musulmanes combatan contra los judíos (matándolos); hasta que
los judíos se escondan detrás de piedras y árboles, los cuales gritarán: ¡Oh, musulmán!,
¡hay un judío detrás de mi, ven a matarlo! Sólo el árbol Gharkad, que es un árbol judío,
no lo hará”14.
Y en el Artículo 15 dice: “Debemos grabar en las mentes de las generaciones musulmanas que el
problema palestino es un problema religioso, el cual debe solucionarse sobre esa premisa”15 .
11
T. Alí. El gueto de Gaza y la hipocresía occidental. 04-01-09. En: www.sinpermiso.info. Además de Ali, entre
otros escritores e intelectuales que han expresado su opinión sobre la tragedia palestina, están: Claudio Katz, Jean
Bricmont y Diana Johnstone, Michael Warschaski, Fabián Harare, Emir Sader, Robert Fisk, Carlos Fazio, cuyos
artículos pueden encontrarse en www.sinpermiso.info, www.rebelion.org,
12
T. Alí. El Gueto de Gaza y la hipocresía occidental. cit.
13
N. Chomsky. Palestina desde Dentro. Barcelona, Hacer editorial, 2008.
14
Carta Fundacional de Hamás (1988): Muerte a Israel y a los Judíos. Tomado de Le Monde Diplomatique, Año VII,
Número 75, Febrero 2009.
15
Carta Fundacional de Hamás, cit.
La conciencia de los judíos aparece como trágica. De ser un pueblo sin sociedad ni Estado,
errante y sumido en la existencia de guetos, ser exterminados en los campos de concentración
nazi y en los gulags estalinistas, han pasado a aceptar un Estado que niega a los palestinos su
vida, su territorio, su derecho a existir como sociedad y a tener un Estado.
Las horas y los días cuentan en la suerte de Palestina. Su territorio está ocupado y controlado. Su
pueblo está siendo asesinado en forma permanente, sometido al hambre, la censura total y el
terror psicológico. Está en curso la separación de Gaza y Cisjordania.
M.G.: Cuando dice que las prácticas del Estado israelí son similares a las de Hitler, ¿no
está justificando que lo llamen antisemita?
N.C: Yo nunca he comparado las políticas de Israel ni las de ningún otro país con las
de Hitler. Hitler fue excepcional. Representa un desarrollo particularmente horrendo en
las cuestiones humanas. No creo que haya nadie más como él. Sin embargo, sí que
digo que algunas de las políticas mencionadas resulta que se parecen a las suyas. Las
palabras de Hitler al ocupar Checoslovaquia: así es como hablan las grandes potencias.
Deberíamos reconocerlo. Eso no significa decir que todos los demás están cometiendo
un Holocausto, claro que no, eso fue algo excepcional. Sin embargo, deberíamos
reconocer las similitudes, los métodos de planificación, las formas de pensar, cuando
estas están presentes.16
En su momento, Edward Said, al hacer el balance y pensar las perspectivas de los palestinos,
advirtió: “Obviamente, existe la posibilidad de que los palestinos acaben de manera parecida a los
indios norteamericanos; pero es probable (aunque no seguro) que la demografía, la actuación
contraproducente y la estupidez de la arrogancia oficial lo eviten.”
Existe la posibilidad, esto es lo que está sucediendo, con torpeza, bestialismo y fanatismo. Pero
está sucediendo el exterminio. Israel es un Estado que rechaza el Derecho Internacional y la
coexistencia pacífica que ello implica, desacatando las decisiones de la ONU.
16
N. Chomsky. Líbano desde Dentro. P, 104-105. Ver de Ricardo Sánchez Ángel: “El Holocausto Palestino desde
Nuestra América”. En: Sin fundamento, Revista de Filosofía Colombiana, p. 87-96, No. 9, Marzo de 2008, Facultad
de Filosofía, Universidad Libre de Colombia.
Los palestinos ‘viven’ en guetos dispersos y Gaza es un gran campo de concentración, con todo
tipo de vigilancia y represión por parte del ejército israelí, que aplica parecidas técnicas de
control y destrucción de los palestinos, a las utilizadas por los nazis contra los judíos.
VI
Los palestinos nunca han tenido un genuino proceso de paz. Lo que se les ha ofrecido por parte
de los Estados Unidos, la Comunidad Europea y las naciones árabes, como Egipto, es la
aceptación de las conquistas coloniales realizadas por Israel.
La ONU rechazó la violencia de Israel en la Declaración 242 de 1967, que condenó la ocupación
de Gaza, Cisjordania y demás territorios. Más aún, entre 1948 y el 2003, el Consejo de Seguridad
de Naciones Unidas aprobó más de 200 resoluciones atinentes, directamente a favor de la causa
palestina, de las cuales 39 fueron vetadas por Estados Unidos 17. Ninguna resolución ha sido
aceptada por Israel.18 La presencia de las Naciones Unidas en Gaza ha sido boicoteada, sus
instalaciones de hospitales, escuelas y centros de alimentación han sido destruidos por Israel!!
Explícitamente, los Acuerdos de Oslo de 1993, y las pretensiones del presidente de Estados
Unidos, Bill Clinton en Camp David, buscaron escamotear la devolución de los territorios a como
estaban antes de 1967. Con cualquier pretexto Israel ha lanzado reiteradas agresiones, que
incluyen bombardeos a la sede del gobierno, el Parlamento y la destrucción de los archivos de la
identidad palestina: censo, estadísticas, organización administrativa.
Los más importantes son los Acuerdos de Ginebra, hechos públicos en Ginebra en
diciembre de 2003. Allí se propone una solución parecida al problema de los
refugiados: algunos regresarían a Israel, otros a Palestina, de manera que se respete el
equilibrio demográfico de Israel. Pero se trata de un acuerdo informal que sólo puede
llevarse a la práctica si los signatarios, y el mundo, lo aceptan formalmente. Israel lo
rechazó, igual que los Estados Unidos. Las negociaciones prosiguen, pero sólo
producirán resultados concretos si las aceptan los Estados Unidos, y cuando estos las
acepten.19
17
Para una relación de estas resoluciones, ver: Desprecio del Derecho, Tomado de Le Monde Diplomatique. cit,. P. 5
a 7.
18
Ver: V. Tilley Palestina-Israel: Un país, un Estado. Madrid: Akal, 2008. Ver igualmente: Varios autores. “La
respuesta pacifista. Conversaciones con miembros israelíes y palestinos de los movimientos por la paz”. Madrid:
Catarata; Varios autores. “Historia del otro. Una doble mirada al conflicto árabe – israelí”. Oxfam; M. Warschawski.
En la frontera. Barcelona: Gedisa; R Sánchez. La emancipación de los derechos humanos. Bogotá: Facultad de
Derecho, Ciencias Políticas y Sociales. Universidad Nacional de Colombia. 2007.
19
N. Chomsky. Líbano desde dentro, cit. p. 85.
Las relaciones entre Estados Unidos e Israel han sido estrechas y constantes. Los capitalistas y
políticos israelíes tienen grandes intereses financieros y mediáticos. Ejercen influencia y
protagonismo en la Casa Blanca y en el Congreso, y por tanto, en la política de la gran potencia.
Todas las mal llamadas iniciativas de paz que los gobiernos de Estados Unidos impulsan, trátese
de Clinton y Bush, han estado en la perspectiva de afianzar los intereses de Israel.
El nuevo gobierno de Obama busca revitalizar iniciativas que muestren cambios a favor de la
paz, sin que en esencia ocurran. Es la política del gatopardo, que la Secretaria de Estado, Hillary
Clinton -declarada pro-israelí-, va a ejecutar. La política de Obama en el Medio Oriente será más
multilateral, buscando apoyarse en las iniciativas de la Comunidad Europea y de Egipto, lo cual
no altera la ecuación de injusticia contra los palestinos. De acuerdo a Serge Halimi, director de
Le Monde Diplomatique:
Con estos respaldos, el proyecto de los grandes partidos israelíes parece claro: destruir
la perspectiva de un verdadero Estado palestino cuya creación es un objetivo
reconocido internacionalmente. Cortada por muros y barreras, plagada de colonias,
Cisjordania seguirá siendo un conglomerado de bantustanes mantenido por goteo por
la Unión Europea. Y Gaza será bombardeada cada vez que su vecino decida
“responder”, de manera desproporcionada, a atentados o tiros de cohetes. En el fondo,
tras sesenta y un años de derrotas, humillaciones, de exilios, de violaciones a los
acuerdos firmados, de colonización, de guerras fratricidas, cuando los gobiernos del
mundo entero los abandonaron a su suerte y autorizaron que el derecho internacional,
incluido el humanitario, fuese pisoteado, es casi un milagro que los palestinos
conserven la determinación de concretar un día su identidad nacional.
La paz en Palestina requiere superar la hipocresía occidental, devolver los territorios ocupados
desde 1967, la reparación y el retorno de los exiliados y el reconocimiento de los palestinos a su
autodeterminación. Edward Said extrae esta lección:
Los pueblos palestino y judío deben aceptar reconocerse en una coexistencia pacífica, laica y
democrática. Un Estado con dos pueblos y dos naciones, con igualdad ciudadana y pluralismo
político debe ser discutido como solución de fondo, legitimado en todos los escenarios posibles.
Hay que lograr un denominador común, discursos comunes con diferencias, buscar y construir
tanto un imaginario como procedimientos y tareas para superar la exclusión y cultivar la
reconciliación.
Es cierto que muchos judíos no fanáticos de buena voluntad han creído que la partición
es un medio para resolver el conflicto judeo-árabe. Sin embargo, a la luz de la realidad
política, militar y geográfica, esto no se puede considerar más que una ilusión. La
partición de un país tan pequeño sólo puede significar, como mucho, la petrificación
del conflicto, que entorpecería el desarrollo de ambos pueblos; en el peor de los casos
significaría una etapa temporal durante la que ambas partes se prepararían para una
nueva guerra.22
La fuerza moral de la causa palestina debe transformarse en una fuerza política de alcances
internacionales, y para ello es necesario que los judíos de todo el mundo y de Israel vean esta
causa como justa y digna. La propuesta de un solo Estado y dos pueblos y naciones con
pluralismo y democracia es la postura de Colombia en las Naciones Unidas, en el subcomité
sobre Palestina, durante el gobierno de Mariano Ospina Pérez y siendo el representante de
Colombia en la ONU el expresidente Alfonso López Pumarejo. Especialmente, el tercer proyecto
del subcomité, donde propone un Estado democrático unitario23.
21
E. Said. Verdad y reconciliación. En: El fin del proceso de paz. Nuevas Crónicas Palestinas. cit. p. 95.
22
H. Arendt. “To Save the Jewish Home-Land. There is Still Time”. En: Commentary, Mayo 1948. Ver de V.
Tilley, Palestina Israel, Un país un Estado. cit.
23
Le agradezco al profesor de derecho internacional de la Universidad Libre Eduardo Kronfly la indicación sobre la
conducta colombiana.
Comentario Final
El balance de la reciente masacre a Palestina por parte del Estado israelí constituye una victoria
pírrica para los sionistas. Aunque tampoco es el triunfo que proclaman los de Hamas.
¿Acaso las tres semanas de apabullantes ataques israelíes en Gaza han debilitado a
Hamas, o simplemente causado sufrimiento humano extremo? Israel sabía que no
podía destruir todos los misiles o matar a todos los militantes de Hamas. Alegó que su
objetivo principal era la disuasión. ¿Misión cumplida?
…Sea como sea, el daño real infligido a Hamas parece limitado, en parte porque el
grupo actuó con cautela. La ironía es que Israel, el Estado con el ejército bien
entrenado, puso todas sus fuerzas en el ataque, mientras que Hamas, la milicia islamita
que presuntamente acoge la muerte, rehuyó los combates.
Quienes conocen a Hamas en Gaza señalan que esto fue resultado de una estrategia
cuidadosa.
“Esta vez, fue diferente. Tienen más experiencia y han recibido entrenamiento de Siria
e Irán. Les ayudaron a replantear su estrategia.”24
24
The New York Times. Selección semanal en El Espectador, Bogotá, 26 de enero de 2008.
Claudio Katz
Introducción
Desde el estallido bancario del 2008 han aparecido muchos signos de una crisis sistémica
del capitalismo. Esta convulsión no expresa sólo el agotamiento de un régimen de
acumulación o el estallido de la financiarización. Ha salido a flote una crisis múltiple de
gran alcance social, geopolítico y ambiental. ¿Pero cuáles son los vínculos entre estos
diversos impactos? ¿Cómo se relacionan los variados desequilibrios en curso?
En los cinco artículos que presentamos a continuación se busca clarificar estas conexiones,
partiendo de una distinción entre niveles coyunturales, estructurales e históricos de la
conmoción. Esta diferenciación apunta a resaltar la existencia de varios tipos de crisis que
han emergido en forma mixturada.
En el primer texto se analizan las causas inmediatas del temblor, indagando como han
influido la hipertrofia financiera, la sobreproducción de mercancías y los desbalances
comerciales en las tensiones de corto plazo.
Coyuntura Económica
La crisis actual irrumpió en la órbita financiera estadounidense a mitad del 2007, cuando se
verificaron grandes dificultades de pago de los créditos subprime. Los préstamos otorgados
a los deudores poco solventes engrosaron primero la lista de operaciones de alto riesgo y
desataron posteriormente una bola de nieve de alta morosidad. Los agujeros que
aparecieron en los pequeños bancos norteamericanos pasaron a las grandes entidades y
finalmente hicieron temblar a todo el sistema internacional.
A fines del 2008 el quebranto de Lehman Brothers desató un colapso de envergadura, que
generalizó una sensación de inminente desmoronamiento. Esta impresión se atenuó durante
el año pasado, por el monumental socorro que los estados otorgaron a las entidades
quebradas. Como ese alivio ha continuado en el 2010 y la distensión perdura, algunos
economistas ya proclaman el fin del terremoto.
El rescate de los bancos socializó las pérdidas, transfiriendo la bancarrota del sector privado
a las finanzas estatales. Este respiro ha creado un enorme déficit en las tesorerías de los
países avanzados.
Pero ese auxilio ha resucitado un festival de especulación en las Bolsas y en los mercados
de títulos sofisticados. Mientras la recuperación de los depósitos es lenta y no regenera el
crédito productivo hay numerosas burbujas en gestación. No solo comienzan a rebotar los
precios de las materias primas y los bienes raíces. También las monedas y los títulos de las
economías intermedias están en la mira de los grandes financistas. La deuda pública de
varios países se ha convertido en una presa muy apetecida por los intermediarios
financieros.
Este reinicio de la especulación ha sido también incentivado por los nuevos pagos de
multimillonarias bonificaciones a los directivos de los bancos. Los cuestionamientos a esos
premios que afloraron durante el cenit del colapso han pasado a segundo plano.
secreto bancario se mantiene en la agenda de los debates. Los micro-países que encubren
transacciones sospechosas (como Gibraltar, Andorra o Mónaco), solo deberán en el futuro
transparentar informaciones de escasa relevancia.
Pero los problemas que detonaron el estallido financiero persisten sin variantes, creando la
posibilidad de otro temblor. El gigantismo de las entidades ha sido potenciando con nuevas
oleadas de fusiones. Los bancos rescatados del naufragio porque “eran muy grandes para
caer”, ahora protagonizan unas nueva secuencia de concentración financiera y
centralización de las decisiones en un puñado de ejecutivos1.
Luego de la pausa impuesta por la crisis están resurgiendo las operaciones financieras
desbocadas. El principal indicador de este florecimiento son los contratos de protección a
transacciones con títulos frágiles o amenazados por la cesación de pagos de los emisores
(CDS). En los últimos meses se dispararon los precios y los volúmenes de estas
negociaciones2
Grecia eludió por ejemplo los controles de la Unión Europea, utilizando desde el
2001creditos con derivados provistos por Goldman Sachs y Portugal recurrió entre 1998 y
2003 a las mismas trampas contables, para tomar préstamos del Deutsche Bank. Otro canal
frecuentado para eludir los registros ha sido un indescifrable endeudamiento con distintas
monedas y variados seguros de riesgo cambiario.
Pero la crisis ha demostrado cuán virulento es el estallido que corona estas prácticas
especulativas. Los mercados realmente existentes son ajenos a las fantasías de equilibrio,
racionalidad y mesura, que proclaman los manuales de economía convencional. Cuando
estalla un crack, los financistas se alistan en la primera fila de los prófugos que abandonan
los papeles y las monedas en riesgo, para buscar alguna protección salvadora del estado.
Estas pesadillas han sobrevolado nuevamente los mercados en los primeros meses del 2010.
La cesación de pagos de una gran empresa de puertos e inmuebles localizada en Medio
Oriente (Dubai World) pareció reiniciar la tormenta. En ese pequeño Mónaco del mundo
árabe se concentran los despilfarros de jeques multimillonarios, que participan en todas las
apuestas del momento.
El monumental default que se avecinaba pudo ser contenido, pero encendió una luz de
alarma sobre situaciones semejantes en grandes firmas. Las principales preocupaciones de
los expertos están actualmente concentradas en el estado contable de varias compañías de
primer nivel, que afrontarían dificultades para saldar fuertes vencimientos3.
Un bazar de títulos
La enorme variedad de bonos que inundan los mercados tiene incorporados seguros para
hacer frente a esa ceguera. Como los financistas apalancaron sus transacciones -utilizando
poco capital propio en comparación a la magnitud de los riesgos asumidos- se ha creado un
incontrolable bazar de títulos. Las emisiones se han multiplicado a un ritmo sin precedentes
y la ignorancia sobre los débitos y los créditos en juego es mayúscula.
Los grandes bancos continúan lucrando con este incentivo a ignorar el riesgo, que generó la
flexibilización de las normas bancarias. Esa desregulación permitió repartir los préstamos
en una cadena infinitas de tenedores de títulos, socavando la preocupación por la cobranza.
Esta desaprensión fue acentuada por la complicidad de las agencias verificadoras, que
hicieron su propio negocio otorgando altas calificaciones a las entidades insolventes. Por
esta vía se avaló la circulación de bonos sin respaldo y se precipitó un caos que salió a la
superficie en el 2008.
3
Un panorama de esta coyuntura han descripto los analistas del Wall Street Journal, La Nación, 2-
12-09.
Se supuso que esta evaluación mejoraría la gestión del riesgo, olvidando que esos cálculos
se realizan en un frenesí de compras, ventas y apuestas, crecientemente combinadas y
diversificadas.
La propia especulación con los nuevos títulos socavó la consistencia de todas las
evaluaciones. En lugar de ordenar y proteger los mercados, la introducción de esas
sofisticadas operaciones multiplicó las jugadas y deterioró la administración del riesgo.
Nuevamente se ha confirmado que la competencia entre los banqueros neutraliza cualquier
perfeccionamiento del cálculo financiero. La tentación por obtener mayores beneficios
potencia el manejo desaprensivo de los créditos.
Cada uno de estos ciclos desembocó en alguna crisis de envergadura. El aumento de las
tasas de interés (1978) concluyó con el generalizado crack de las acciones (1987) y la etapa
de enriquecimiento bursátil de los 90 fue cerrada con el colapso de las punto.com (2001).
La conmoción en curso es un resultado de la euforia con derivados y transacciones
inmobiliarias de los últimos años4.
Pero el actual estallido es más grave que las conmociones precedentes por su carácter
global y por su preeminente localización en las economías avanzadas. A diferencia de lo
ocurrido en México (1982 y 1994), el Sudeste Asiático (1997), Rusia (1998) o Argentina
(2001), el epicentro del reciente temblor se ubicó en Estados Unidos. Además, el alcance de
la convulsión en ese país superó los efectos de las últimas cuatro crisis (1974-75, 1980-84,
1987-92 y 2001-03). Como esta misma gravedad se observa en Europa y Japón, hay
muchos indicios de continuidad de la tensión financiera5.
Las consecuencias del rescate bancario sobre las finanzas públicas de las economías
avanzadas son enormes. En Estados Unidos la deuda pública saltaría de 62% del PBI (2007)
a108% (en 2014) por la multimillonaria inyección de dólares, emitidos para salvar a más de
4
La dinámica de estos ciclos es descripta por Chesnais Francois, “La recesión mundial: el momento,
las interpretaciones y lo que se juega en la crisis”, Herramienta n 40, marzo 2009, Buenos Aires.
También Fernández Steinko Armando, “Neoliberalismo: auge y miseria de una lámpara
maravillosa”, El Viejo Topo n 253, Madrid, 2009.
5
La mayor envergadura de la crisis actual en comparación a sus precedentes dentro de Estados
Unidos es analizada por O´Hara Phillip, “The global securitized subprime market crisis”, Review of
Radical Political Economics, vol 41, n 3, summer 2009.
700 bancos, compañías de seguros y empresas. Por esta razón el déficit fiscal ya se ubica en
11% del PBI y todas las proyecciones confirman que se mantendrá en altos niveles, durante
la próxima década.
El mismo panorama se verifica en la Eurozona, dónde los desbalances fiscales pasaron del
2% (2008) al 6,4% (2009) y luego al 7% (2010). La situación más crítica se verifica en
Grecia (12,7%), España (11%) y Portugal (9,3%), no tanto por el porcentaje del agujero
fiscal sino por las dificultades para financiarlo. Italia debe lidiar con magnitudes igualmente
desbordantes, pero mayoritariamente concentradas en bancos locales y el déficit de Gran
Bretaña (12,8%) sería inmanejable si el país no fuera un centro financiero mundial.
Tampoco el desequilibrio de Francia (12%) es tranquilizador. Una mirada general indica
que la mitad de los países de la Eurozona están actualmente amenazados por algún
fantasma de default de sus pasivos estatales6.
Una situación semejante se vislumbra en otras partes del planeta. La deuda pública de
Japón se ubica al tope del rojo en el ranking de los países industrializados, con porcentajes
que oscilan entre el 170% y el 200% del PBI. Al cabo de muchos años de recesión, el nivel
de actividad económica ha sido sostenido con una canilla de gastos que ha vaciado la
tesorería nipona.
Este despegue del gasto público en todos los países avanzados está alcanzando un techo que
los acreedores cuestionan duramente. Los mismos bancos que provocaron el reciente
colapso ahora reclaman un ajuste, que asegure la cobranza de los títulos emitidos por el
estado. La influencia de estos sectores se expresa en la creciente gravitación de los
republicanos estadounidenses y los conservadores europeos.
Pero existe un gran debate en el establishment sobre el efecto que tendría un brusco recorte
del sostén estatal a la economía, cuando la recesión no ha concluido y la recuperación
apenas despunta. Nadie duda que en algún momento sobre-vendrá el ajuste. Pero si el
apriete es aplicado a destiempo, su impacto sobre la producción, el consumo y la inversión
sería fatal.
Hasta el momento predomina la política de mantener el socorro, ya que todas las economías
se mueven al compás de los recursos aportados por el tesoro. En las cumbres del Grupo de
los 7 prevalece una corriente favorable a continuar el auxilio y posponer cualquier ajuste
inmediato que pudiera precipitar un freno severo del PBI.
6
Las distintas magnitudes de estos desequilibrios son retratadas por el Wall Street Journal- La
Nación, 29-12-09.
7
Krugman Paul sostiene la opinión mayoritaria y Roubini Nouriel tiende a ubicarse en el segundo
campo. Ver La Nación 21-3-10 y The Economist- La Nación, 13-2-10.
El impacto productivo
Solo una fuerte reactivación inmediata (en V) -apenas mediada por alguna recaída (en W)-
evitaría una aplicación del ajuste. Pero los principales datos de la coyuntura indican la
preeminencia de un período de bajo crecimiento (en L). Hasta ahora la socialización de
pérdidas no ha inducido una recuperación sólida del consumo o la inversión privada, en
ninguna economía desarrollada8.
La crisis actual desató la recesión global más importante de las últimas décadas, con
enormes frenos en la producción de Estados Unidos, Europa y Japón. Esta regresión
encontró un piso a mitad del año pasado, pero el rebote hacia la recuperación no se ha
consumado plenamente.
Durante el 2009 se registró en Estados Unidos la mayor caída del PBI de los últimos
sesenta años (2,4%). Este desplome ya encontró un piso y hay síntomas de reposición de
inventarios y cierta reanimación del gasto privado. Pero el mercado inmobiliario continúa
afectado y la inmovilidad del crédito obstaculiza la recuperación efectiva del consumo, que
representa el 70% del PBI. Los alivios en la esfera financiera no se trasladan a la vida
actividad económica y las expectativas en mayores exportaciones -como canal de salida de
la crisis- no se han verificado en los hechos.
La economía japonesa sigue estancada y los indicios de recuperación observados a fin del
año pasado (repunte del 1,1% del PBI), no remontan el gran bajón que se arrastra desde los
90. Los signos deflacionarios ilustran la gravedad de esta paralización, mientras China
continúa capturando mercados nipones y se dispone a desplazar a su rival del segundo lugar
en la economía mundial.
8
Josuha presenta los datos de esta fragilidad. Joshua Isaac, “Crisis económica: se acerca la hora de
la verdad”, Viento Sur, 2-2010, Madrid.
9
Es la descripción que desarrolla Robert Reich, Clarín 21-1-10.
Pero es indudable que el área más crítica del mundo desarrollado se ubica en Europa, dónde
la moderada recuperación del motor alemán, no se extiende al resto la región. El Viejo
Continente ha soportado en el 2009 la mayor retracción desde la segunda guerra (4% del
PBI) y padeció un desmoronamiento aterrador de su producción industrial El leve repunte
que actualmente se observa en Estados Unidos y Japón no se prolonga a Europa, que
mantiene cifras de aguda crisis en todos los indicadores de empleo, venta y consumo.
Los datos del 2008-10 confirman este ascenso de las economías semiperiféricas,
encabezadas por el grupo de los BRICs. El menor impacto del estallido financiero sobre
estos países ha renovado el debate sobre los acoples, desacoples o re-acoples de estas
regiones a la oleada descendente. En las denominadas economías emergentes se concentran
los principales indicadores de una eventual recuperación. Han logrado sustraerse del
vendaval, pero no podrían sustituir a las economías avanzadas como motor del PBI global.
10
Por ejemplo: Llach Juan, “Preocupaciones globales”, La Nación 17-3-10.
Hay una nueva clase de multimillonarios que gana poder, junto a la consolidación de
formas de explotación asentadas en el desempleo, la pérdida de derechos sindicales y la
degradación de las condiciones de trabajo (especialmente entre los emigrantes internos)11.
En el comienzo del 2010 la crisis global ha desembocado en una situación productiva muy
desigual e inestable. Se frenó un desmoronamiento, sin dar lugar a la recuperación
generalizada de los países centrales, aumentan las desventuras del Tercer Mundo y las
economías intermedias se mantienen en carrera, sin sustituir la función motriz de la Triada
(Estados Unidos, Europa y Japón).
Desempleo y sobreproducción
Por primera vez en 26 años la tasa de desocupación alcanzó en Estados Unidos dos dígitos
y en algunos países europeos como España ya bordea el 20%. Estos niveles de paro limitan
la reactivación, erosionan el poder de compra y aplastan la “confianza del consumidor”, en
economías sostenidas por el crédito.
Repitiendo lo ocurrido en las últimas recesiones, la reciente caída del PBI tiende a aniquilar
más empleos que los generados en la recuperación subsiguiente. La furibunda
multiplicación de los despidos preanuncia que el nivel de parados será muy superior al total
de contratados, en la eventual reactivación.
11
El 52% de la industria ya ha sido privatizada y el porcentaje de mercancías reguladas por precios
de mercado saltó de 3% (1978) a 98% (2003). El número de billonarios pasó de 0 (2003) a 260
(2009). Ver: Hart-Landsberg Martín, “China, capitalist accumulation and the world crisis”, XII
International Conference of Economist on Globalization, La Havana, march 2010.
Esa masa de excedentes determina un alto nivel de ociosidad de la estructura fabril, que a
su vez recrea el paro. La tasa de utilización de la industria estadounidense se ubicó durante
el año pasado en 68%, es decir el nivel más bajo desde 1948. Los sobrantes afectan
especialmente al sector de la vivienda, a varias ramas de la industria (máquinas, edificios,
fibra óptica) y a sus equivalentes de todos los servicios (hoteles, turismo)12.
Los drásticos procesos de privatización, desregulación y apertura de las últimas tres décadas
han potenciado este atosigamiento de mercancías invendibles. El incremento del comercio
mundial por encima de la producción refuerza la competencia global y el aumento de la
productividad por arriba de cualquier compensación salarial dificulta la colocación de los
bienes.
Solo una vigorosa recuperación de los ingresos y del consumo permitiría la digestión
pausada de estos excedentes. Pero este escenario no está a la vista. La actual reanimación
frágil, lenta y desigual no desagotará sin traumas esos sobrantes.
12
Una descripción de esta situación presenta: Mc Nally David, “From financial crisis to world
slump”, Historical Materialism Conference, London, november 2008.
13
Ver Vessillier Jean Claude, “Automobile. La fin d´un cycle”, Inprecor 545-546 janvier-fevrier
2009, Paris.
Toda la dinámica que asumió la economía mundial en los últimos años acentuó las
asimetrías creadas por el déficit comercial norteamericano (y sus baches crediticios), frente
a los excedentes exportables de China (con sus consiguientes capitales sobrantes). Las
familias estadounidenses se han endeudado para consumir productos fabricados (y
financiados) por el socio chino, en un circuito alimentado por las empresas transnacionales.
Estas compañías han cumplido un papel de mediación estratégica entre ambos mercados y
ahora afrontan las consecuencias de un modelo dañado. Los desequilibrios
macroeconómicos globales que generaron los desbalances entre las dos potencias han sido
determinantes de la crisis.
Estos desniveles comenzaron a proyectarse también al interior del bloque asiático, desde
que China se transformó en el principal contratista de la región. Opera de hecho como un
taller de ensamble de partes fabricadas en los países vecinos, en muchos rubros de la
actividad fabril (electrónica, maquinaria, telecomunicaciones). Por esta razón el superávit
comercial de la potencia asiática con sus socios de Occidente coexiste con cierto déficit, en
los intercambios con sus abastecedores de la zona.
14
Son los puntos críticos que subraya: Palley Thomas, “The limits of Minsky´s financial instability
hypothesis as an explanation of the crisis”, New American Foundation, Washington, 19 November
2009.
15
Los efectos de este desequilibrio son expuestos por: Yu Au Loong, “Fin d´un modele ou naissance
d´un nouveau modele”, Inprecor 555, november 2009, Paris.
Pero este tipo de desbalances se verifica también en otras partes del mundo. Al interior de
la Unión Europea son muy visibles desequilibrios semejantes. El proceso de unificación del
viejo continente estuvo caracterizado por una preeminencia exportadora de Alemania,
cuyos efectos emergen a la superficie.
La crisis actual permite notar como la conformación del euro sirvió para procesar la gran
reconversión de la vieja industria alemana, que renovó su perfil hasta convertirse en una
arrolladora máquina de generar excedentes (las ventas externas pasaron del 20% del PBI en
1990 al 47% en el 2009).
Mientras que un anillo de economías vecinas quedó asociado a este nuevo status (Francia,
Bélgica, Holanda), el grueso del continente padece los efectos de la dependencia comercial.
Los más afectados por esta reestructuración (España, Grecia, Portugal) han quedado incluso
sometidos a las brutales exigencias de ajuste de su socio. Mientras comienza a orientarse
hacia negocios extra-continentales, Alemania exige la inmediata cobranza de sus
acreencias.
Ver: Jetin Bruno, “The crisis in Asia: An over-dependence on international trade or reflection
16
of the crisis in Europe: Will national stimulus plans be enough in the absence of an EU
coordinated response?”, International Seminar: Marxist analyses of the global crisis, 2-4
October 2009, IIRE, Amsterdam. También Husson Michel, “Refundación o caos”, Viento
Sur, marzo 2010 y Castro Jorge, “Alemania cada vez más inclinada hacia la demanda extra-
europea” Clarín 14-3-10.
devaluaciones y ajustes comerciales que siguió a la convulsión del Sudeste Asiático (1997).
La desconfianza de los acreedores hacia las economías que financian sus compras externas
con alto endeudamiento público o privado precipita periódicas corridas contra los títulos y
las monedas de los países deficitarios.
Pero la gran novedad actual es la extensión de estas tensiones a Estados Unidos y a los
países europeos, que acumularon grandes desbalances en los últimos años. Todos afrontan
ahora el dilema de encontrar caminos para zanjar esas tensiones.
En la crisis actual los principales desbalances afectan a las grandes potencias y exigirán
sacrificios de los pueblos de estas regiones. Pero la gravedad de los desequilibrios
acumulados y el entrelazamiento mundial de capitales distinto origen, tornan muy
complicada la atenuación de esos desniveles.
Los economistas del establishment discuten varias alternativas, pero enfrentan un dilema
semejante al recorte del socorro estatal a la economía. El problema no radica sólo en dónde
ajustar, sino también cuándo hacerlo. Hasta ahora predominan genéricas convocatorias a
reducir las desproporciones comerciales y financieras entre países, mediante el “rebalanceo”
de las cuentas mundiales.
El punto de partida de esta solución sería un aumento simultáneo del ahorro estadounidense
y del consumo chino, para frenar la adición norteamericana al consumo desmesurado e
incentivar el retraído gasto asiático. El debilitamiento de dólar y el fortalecimiento del yuan
permitirían acelerar esta corrección18.
Pero no es sencillo resolver este desequilibrio en los hechos. Las ganancias que aportó a las
empresas transnacionales el desenvolvimiento de la mundialización neoliberal se han
basado en estos intercambios desproporcionados. Mientras que el alto consumo interior
facilitó la recuperación hegemónica de Estados Unidos, la pujanza exportadora sostuvo el
reingreso de China al capitalismo. Un giro norteamericano hacia el ahorro y un viraje
asiático hacia el gasto interno pondrían en serios aprietos a este esquema.
Es la propuesta que exponen: Ferguson Niall, “El matrimonio entre China y EEUU no podía
18
durar”, Clarín, 28-12-09 y Krugman Paul, “El peligroso juego que practican los chinos”, Clarín, 17-
11-09.
En el escenario actual Estados Unidos no puede retrotraerse hacia el ahorro interno, sin
afectar su liderazgo y China no puede sustituir a la primera potencia, como motor del
consumo global. El gigante norteamericano ya no está en condiciones de dictarle a su
principal socio los términos de un rebalanceo, pero tampoco su contraparte tiene fuerza
suficiente para imponer su agenda.
Coyuntura político-social
La reacción de las distintas potencias frente al estallido financiero ha sido muy desigual.
Esta intervención puso de relieve tanto la posición económica de cada país en el orden
mundial, como su lugar político-militar en esa estructura. A medida que la crisis avanza se
profundiza un reordenamiento de las relaciones de poder, entre los protagonistas de ese
dispositivo.
Supremacía imperial
Esta conducta reflejó el mayor entrelazamiento del capital a escala mundial y la creciente
gravitación de las empresas transnacionales. Pero reacciones de este tipo solo irrumpen en
los momentos de crack. Posteriormente reaparecen los intereses contrapuestos que enfrentan
a las principales potencias.
Lo más llamativo de los sucesos del 2007-2010 ha sido el papel predominante que ha
jugado Estados Unidos. Afrontó con mayor capacidad de respuesta una crisis originada en
su territorio. Esta reacción expresa, en primer lugar, la gravitación que mantiene su
economía. A pesar de las posiciones perdidas en las últimas décadas, el gigante del Norte
continúa manejando las mayores empresas transnacionales y el principal centro financiero
del planeta19.
Esta incidencia explica parcialmente la predilección por el dólar y los Bonos del Tesoro
como refugios frente al desmoronamiento de los bancos. También esclarece el papel de
Reserva Federal que actuó de hecho como un Banco Central global, orientando todas las
variables monetarias de los mercados. Esta función contrastó con el comportamiento de las
entidades japonesas que volvieron a exhibir sometimiento al padrino estadounidense y del
Banco Central Europeo, que fue incapaz de adoptar alguna medida significativa.
Pero la reacción norteamericana también se explica por la magnitud del aparato estatal y de
la estructura político-militar que detenta la primera potencia. Este liderazgo en el
dispositivo imperialista se puso de manifiesto nuevamente en la reciente cumbre de 47
países, que discutió en Washington la agenda nuclear que estableció el anfitrión.
Como Estados Unidos ya no afronta una perspectiva de guerra con la URSS, sino el
peligroso descontrol del comercio de armas atómicas, exige la supervisión ese intercambio.
El Pentágono se atribuye la última palabra para definir quién accede al mortífero club,
mediante una doctrina que cataloga a Irán y a Corea del Norte como amenazas, a Israel
como custodio de la paz y a India o Pakistán como participes maduros del juego de la
disuasión.
Sin gran demora en el cónclave se dispuso colocar una importante porción de todo el
material dudoso bajo la supervisión norteamericana en solo cuatro años. Los más
obedientes ya se anticiparon a entregar esos recursos (Chile, Canadá, Ucrania, México). En
la medida que asegure su control del ajedrez nuclear, Estados Unidos podrá desarrollar los
nuevos armamentos convencionales, que constituyen su apuesta estratégica para el próximo
período20
La otra definición que impuso el Pentágono fue un nuevo ultimátum a Irán. Repitiendo el
chantaje de Bush a Irak, las Naciones Unidas exigirán el desarme del enemigo del
momento, mientras se mantiene abierta la carta de un bombardeo israelí contra las
19
Hemos expuesto ciertos datos de esta influencia en Katz Claudio, “Crisis global II: Las tendencias
de la etapa”, lahaine.org, 24-11-2009
20
Un análisis de este giro estratégico en: Weltz Richard, “Obama entre el desarme y la supremacía
atómica, Clarín, 11-4-10
instalaciones persas, que ya espiaron los agentes del Departamento Estado. El objetivo es
garantizar la supremacía nuclear de ejército sionista en esa región.
Este aval fue muy visible en la Cumbre de la OTAN de Estrasburgo (2009), que convalidó
todos los operativos de terrorismo de estado que implementa la CIA. La Unión Europea
brinda su espacio aéreo para las operaciones encubiertas de los militares yanquis. Las
principales potencias del Viejo Continente aportan tropas a las invasiones de Medio Oriente
y apuntalan el intervencionismo que desarrolla la OTAN desde la guerra de Yugoslavia
(1999).
El pantano militarista
En plena conmoción financiera, Estados Unidos aprovechó el sostén de sus aliados para
reforzar su ocupación de Irak, acentuar el despliegue de tropas en Afganistán y redoblar la
presión sobre Irán. Obama se ha embarcado en una guerra infinita contra el mundo
islámico, extendiendo el despliegue de efectivos, saltando de un país a otro, con
operaciones crecientemente costosas y prolongadas.
El odio popular que se acumula frente a las masacres y ocupaciones de los marines crece
día a día. El Pentágono se ha metido en un pozo de invasiones, que cuando dan respiro en
Irak se agravan en Afganistán y cuándo se alivian en Palestina, irrumpen en Pakistán. Los
ocupantes tapan un bache y abren otro agujero. Logran transitorios controles de los centros
urbanos, perdiendo el manejo de las zonas alejadas y se recuestan en gobiernos aislados.
Pero lo más grave son las heridas creadas por las matanzas de civiles y por las catástrofes
humanitarias que padecen los refugiados. La degradación moral de los invasores y sus
Una completa cobertura de este proceso presentan los artículos de Gelman Juan, Página 12, 13-5-
21
Obama abandono todas sus promesas de acotar este salvajismo. Mantiene una rigurosa
censura de imágenes de las brutalidades cometidas por sus tropas, avala la continuidad de
las torturas, preserva los asesinatos selectivos en el exterior y mantiene la indefinición
judicial de los secuestrados en Guantánamo. Además, recurre a los mismos fantasmas de
Bin Laden que desplegó Bush, para crear miedo y justificar el curso belicista.
Sometimientos y tensiones
Con las espaldas cubiertas por el apoyo de sus socios, Estados Unidos encara la
negociación más compleja con sus dos grandes adversarios en el terreno geopolítico: Rusia
y China. Con el competidor eslavo suscribió un nuevo tratado de racionalización del
armamento nuclear obsoleto, que no introduce ningún ingrediente de pacificación mundial.
22
Página 12, 2-4-09.
23
Los partidarios del presidente ya están muy alarmados por estas consecuencias. Ver Stiglitz
Joseph, “Obama ignora cómo ayudar a su clase media”, Clarín, 11-3-10.
24
Esta subordinación al liderazgo imperial norteamericano no es percibida por los análisis que solo
enfatizan las tensiones entre potencias. Un ejemplo en: Zibechi Raúl, “Grietas en el bloque
occidental”, ALAI, 20-3-10.
Simplemente se han retomado los acuerdos para aliviar el arsenal mutuo ya inutilizable,
mientras se perfecciona una nueva generación de armas atómicas25.
Para alcanzar este convenio Estados Unidos debió posponer el escudo anti-misiles, que
estaba desplegando en sus nuevos satélites de Europa del Este. La prioridad del momento
es comprometer a Rusia en el cerco de Irán y en el control de las trasferencias atómicas a
terceros países. Con este objetivo el Departamento de Estado encubre en forma descarada,
todas las masacres que perpetran las tropas rusas en las republicas autónomas del Cáucaso.
Estas matanzas ya alcanzan niveles terroríficos en caso de los chechenos. El reciente
estallido de Kirguistán es otro indicio de la explosiva situación que se ha creado en en los
corredores de Asia Central.
Habrá que ver si el nuevo alineamiento de las economías intermedias logra consensos
estratégicos o por el contrario sufre una abrupta erosión. Todos los miembros de ese núcleo
25
Se reducen las ojivas obsoletas desplegadas sin disminuir sus equivalentes almacenados, mientras
avanza el proyecto de nuevo vectores X51 que alcanzarán a cualquier país en menos de una hora.
También se está construyendo un nuevo submarino que transportará 6 bombas nucleares de gran
impacto. Almeyra Guillermo, “El desarme nuclear de Obama”, La Jornada, 18-4-10.
26
En oposición a los partidarios de estrategias más belicosas, Kissigner continúa promoviendo una
asociación privilegiada con China. Kissinger Henry, “China y EEUU deben aprender a caminar
juntos y al mismo ritmo”, Clarín, 1-2-10.
sufren tentadoras ofertas de alianza bilateral por parte de Estados Unidos. Es muy
significativo que durante los momentos más problemáticos de la crisis financiera, China no
dudara en priorizar su relación comercial-financiera con el gigante norteamericano.
Aluviones en la eurozona
Estos datos explican en parte la manifiesta impotencia que ha exhibido la Unión Europea
frente a la crisis global. En esta convulsión se verificó la precariedad política y la profunda
heterogeneidad de la asociación. En los momentos más críticos cada estado salió a defender
a sus propios grupos capitalistas, expresando la ausencia de un capital genuinamente
continental y la inconsistencia de los funcionarios que promueven esa articulación. La
propia conformación de la Unión estuvo siempre afectada por la estrategia de grandes
empresas, que internacionalizaron su actividad a una escala más global que regional.
La impotencia del Viejo Continente para lidiar con la crisis ha reforzado el discurso
habitual de los neoliberales contra la “euro-esclerosis”, que atribuyen a la subsistencia del
estado de bienestar. Con este mensaje oscurecen la involución en curso hacia la
desregulación laboral que se está registrando en la zona, al compás del desempleo y el
aumento de la pobreza. La instrumentación de estas agresiones quita actualidad a la vieja
queja ortodoxa contra el “exceso de protección social”.
Los socialdemócratas y keynesianos han hecho la vista gorda frente a esta involución, en su
mítica defensa del modelo europeo frente al esquema liberal anglosajón. Han quedado
desconcertados por la virulencia que presenta la crisis en el propio corazón de la sociedad
que idolatran. Ante la imposibilidad de explicar este impacto, concentran todas sus
explicaciones en las dificultades coyunturales de la unificación.
27
Clarín, 14-2-10.
Afirman que la moneda común fue adoptada en forma prematura, es decir antes de alcanzar
equilibrios productivos entre los países miembros. También objetan que el euro fuera
introducido sin contar con una estructura de sostenimiento del nuevo signo. Señalan que la
suscripción del tratado de integración se realizó a destiempo, con asociaciones monetarias
adelantadas a la convergencia de políticas fiscales y estructuras laborales28.
En este marco la crisis ha servido para refutar la imagen benevolente del capitalismo
europeo, como un sistema solidario con los humildes y contemplativo con los sufrimientos
populares. La reacción de los líderes de la Unión frente a los países más golpeados por la
convulsión, no se diferencia en nada de las brutalidades que ha exhibido siempre el
neoliberalismo anglosajón. Especialmente Alemania ha planteado exigencias de ajuste, en
los mismos términos que utiliza el Fondo Monetario para lidiar con el Tercer Mundo.
La agresión germana se concentra actualmente en las economías del sur europeo. Todas las
miradas de los dominadores se concentran en un atropello, que marcará el tono de las
próximas andanadas contra otros miembros de la Unión. Con un ajuste ejemplar se intenta
evitar la contaminación de la crisis, forzando drásticos recortes de los gastos y una gran
limpieza de capital. Pero la implementación de esta cirugía genera múltiples interrogantes.
El atropello que se vislumbra en Grecia ilustra el alcance del recorte en marcha. Repitiendo
la receta aplicada tantas veces en América Latina se prepara una inmediata reducción de los
salarios (20%), aumentos de la edad de jubilación, introducción de un sistema privado de
pensiones e incrementos de los impuestos indirectos (electricidad, combustible). Con esta
confiscación se busca asegurar el pago de intereses de una deuda descomunal, en un país
28
Krugman Paul, Sin Permiso, 8-2-10, Krugman Paul, Clarín, 16-2-10, Cohen Daniel, La Nación,
17-2-10.
29
Baker Dean, “Para dejar de llamar a esto crisis financiera”, Sin Permiso, 14-3-2010.
que ya arrastra una tasa promedio de desempleo de 11% (25% entre jóvenes o mujeres) y
una tasa de pobreza del 21% (que subiría durante el año al 29%).
Para justificar esta agresión al nivel de vida popular se recurre a los argumentos de siempre.
Los acaudalados culpabilizan a los empleados públicos, a la corrupción y al gasto público
de todos los males que sufre el país. Pero olvidan aclarar que suprimiendo las exenciones
impositivas, reduciendo la evasión y estableciendo gravámenes a las principales fuentes de
recaudación (flete marítimo, comercio y turismo), el quebranto fiscal se reduciría
abruptamente30.
También España figura entre los principales candidatos al próximo ajuste. El FMI ya
realizó un explicito llamado a recortar los salarios y debilitar los sindicatos. El país afronta
una enorme deuda pública, sujeta al chantaje de pagos puntuales que imponen las
calificadoras. Además, arrastra una burbuja inmobiliaria de mayor dimensión relativa que
su equivalente norteamericana. Una economía que apenas araña la decima parte de Estados
Unidos, carga con la misma cantidad de viviendas sin vender.
Desde el nacimiento de Euro, España fue un imán para los inversores inmobiliarios atraídos
por la baratura de la tierra y las oportunidades de la construcción. Esta oleada condujo a un
sobrante de viviendas que no encuentra desahogo. Para colmo, los bancos están muy
apalancados y el endeudamiento de los consumidores no guarda proporción con la escasa
solidez productiva del país. El gobierno ya comenzó el ajuste retirando el socorro crediticio
que había puesto en circulación al comienzo de la crisis. Pero esta medida es apenas un
prolegómeno de los próximos recortes31.
También Portugal ha sido ubicado en la cola de las víctimas por las calificadoras, que
redujeron abruptamente el status de su deuda. El gobierno aceptó esta presión y prometió
duras medidas de achicamiento del déficit fiscal, que caería de 9,3% a 2,8% en solo tres
años.
Pero las clases dominantes del Viejo Continente carecen de un soporte continental
confiable para implementar estos atropellos. La Unión Europea no cuenta con respaldo
político, ni legalidad o autoridad suficiente para sostener las medidas que adopta cada
gobierno. Ni siquiera tiene fuerza para exigir dureza a cambio de financiación. Por esta
razón el Banco Central Europeo vacila en lanzar el plan que instrumentó hace dos décadas
Estados Unidos, ante desplome latinoamericano (Plan Brady). Tampoco se atreve a repetir
el auxilio que otorgó la FED a los bancos afectados por la cesación de pago de México en
los años 80 y 90.
La Unión Europea está corroída, además, por los intereses financieros divergentes de sus
miembros. En los momentos críticos cada potencia prioriza el salvataje de sus propios
deudores. Los bancos franceses y suizos con alta exposición en Grecia chocan con los
30
Los argumentos neoliberales y su refutación pueden verse en Arriazu Ricardo, “Perjuicios de
gastar por encima de las posibilidades”, Clarín, 21-2-10 y Kontogiannis Sortis, En Lucha, 10-3-
2010.
31
Un diagnóstico de la gravedad de esta crisis presenta: Suarez Jorge, Clarín, 20-12-09.
británicos afectados por los pasivos de Irlanda y con los alemanes golpeados por la deuda
de España32.
Pero todos afrontan el dilema de salvar al deudor o ser arrastrados por su quebranto. Si
optan por el socorro aumentarían su propia exposición, pero si los dejan caer podrían
quedar sumergidos en un naufragio general. Solo el paso del tiempo brindará respuestas a
estas disyuntivas.
La Unión Europea debe lidiar con decisiones que involucran también a su futuro
geopolítico. Según opte por abandonar a los ahorcados o por rescatarlos con fondos
comunitarios y compartidos con el FMI, la asociación quedará fortalecida, debilitada o
dislocada. El comportamiento del euro seguramente anticipará cuál de estas alternativas
predominará.
El euro seguirá a los tumbos mientras se procesen las distintas alternativas y predomine una
furiosa especulación contra los títulos públicos próximos al default. Las economías que no
resistan el torbellino de los próximos meses podrían ser empujadas a devaluar y a quedar
fuera de la Eurozona.
Pero como lo demuestra el caso de Letonia, un ajuste en los bordes de esa asociación es tan
atroz como dentro de esa estructura. La pequeña economía del Báltico -que no había
ingresado a la moneda común- recurrió a una devaluación monitoreada por el FMI. El
resultado fue un derrumbe del 25% del PBI y un desmoronamiento nunca visto de los
salarios.
Un desastre parecido se ha vivido en Hungría tras un desplome del PBI (6,3% el año
pasado), que indujo a solicitar auxilios al FMI a cambio de durísimos recortes del gasto
público. Otros países que aún no definieron si se sumarán al euro (Polonia, República
Checa, Bulgaria y Rumania), observan de cerca cual de los dos ajustes sería más
traumático34.
Soros George argumenta a favor del camino francés y Roubini Nouriel defiende el alemán, Clarín
33
Resistencia popular
Durante el año pasado la reacción popular fue limitada por la sorpresa que generó la crisis,
entre asalariados acostumbrados a la gestión negociada de las turbulencias económicas. La
expectativa de frenar la ofensiva capitalista con tratativas de los sindicatos arbitradas por
los estados contuvo el inicio de la protesta, en el agobiante contexto creado por el
desempleo.
También el clima de respiro financiero que acompañó al socorro de los bancos permitió
contener la respuesta popular. Pero el ajuste que inicialmente se pospuso finalmente ha
llegado y comienza a desatar el furor en las calles de Grecia.
En 1944 George Papandreu se asoció con los británicos para desarmar a los partisanos
35
antifascistas, en 1981 Andreas Papandreu dio la espalda al mandato popular manteniendo las bases
de la OTAN y restaurando los negocios capitalistas. Actualmente George Papandreu Junior se hace
cargo del ajuste. Ver: Petras James: “Greece: The curse of three generations of Papandreu´s“,
Lahaine 21-3-2010
imponer la austeridad contra los trabajadores. En Portugal sus colegas ya han lanzado un
programa de recorte del gasto público afín a las demandas de los financistas. Este tipo de
medidas conduce a la confrontación de clases.
Ese convenio ha sido impuesto por el FMI, mientras Gran Bretaña amenaza con duras
represalias si persiste la negativa popular a asumir esos pasivos. Pero la resistencia a esta
infame imposición ha puesto en jaque todo el sistema de bancos desregulados, que
convirtió a Islandia en un refugio de la inversión extraterritorial.
Este tipo de iniciativas están inscriptas en todos los programas de los movimientos sociales
de Argentina, Venezuela, Bolivia o Ecuador. Luego de padecer los brutales efectos de la
crisis, los pueblos de estos países lideraron la confrontación con los financistas.
La experiencia latinoamericana podría resultar muy provechosa para los movimientos que
encabezan la protesta en Europa. En el Nuevo Mundo los pueblos ya atravesaron por la
dramática situación que hoy enfrentan los trabajadores del Viejo Continente. Hay un legado
de formas de acción y proyectos alternativos que contribuirían a desenvolver la resistencia.
Pero esta movilización también dependerá de las tendencias más estructurales que han
aflorado con la crisis.
Etapa y contradicciones
La crisis actual asume otra escala si su estudio es abordado considerando todo el período
neoliberal. En este caso los desajustes coyunturales que provocan los capitales sobre-
acumulados, las mercancías sobre-producidas y los bienes intercambiados en forma
desproporcional, quedan inscriptos en desequilibrios estructurales más significativos.
Estas contradicciones determinan las causas subyacentes de la crisis, que han sido
generadas por las tensiones acumuladas durante dos décadas. Estos desequilibrios se
procesan en la esfera de la demanda y en el comportamiento de la tasa de ganancia, en una
nueva etapa del capitalismo.
Ver Husson Michel, “Refundación o caos”, Viento Sur 2010. También: Lapavitsas Costas,
36
Estas coincidencias son mucho más importantes que las controversias sobre el grado de
coherencia o el tipo de contradicciones que presenta el esquema actual. Cualesquiera sean
las evaluaciones sobre su futuro, es evidente que el neoliberalismo ha consumado un
cambio sustancial en la dinámica del capitalismo. La aceptación de estas mutaciones
permite analizar su correlato en el terreno de la crisis.
37
Hemos expuesto este enfoque en: Katz Claudio, “Capitalismo contemporáneo: etapa, fase y crisis”.
Ensayos de Economía, Facultad de Ciencias Humanas y Económicas, vol 13, n 22, septiembre 2003,
Medellín
38
Mc Donough Terence, “Social structures of accumulation theory: the state of art”, Review of
Radical Political Economics, vol 40, n 2, spring 2008. Mc Donough Terrence, “What does long
wave theory have to contribute to the debate on globalization”?, Review of Radical Political
Economics, vol 35, n 3, summer 2003.
39
La primera objection es de O´ Hara y la segunda de Kotz. O´Hara Phillip, “A new financial social
structure of accumulation in the US for long wave upswing?”, Review of radical political economy,
vol 34, n 3, summer 2002. O´Hara Phillip, “A new transnational corporate social structure of
accumulation for long wave upswing in the world economy?”, Review of Radical Political
Economics, vol 36, n 3, summer 2004. Kotz David, “Neoliberalism and the Social Structure of
Accumulation”, Review of Radical Political Economics, vol 35, n 3, summer 2003.
Los nuevos desequilibrios presentan una fisonomía diferente a sus equivalentes del siglo
XX. Estas convulsiones incluían hipertrofia financiera, pero no los mecanismos de
titularización, derivados o apalancamientos creados durante dos décadas de
internacionalización de las finanzas, desregulación bancaria y gestión bursátil de las
grandes firmas.
Enfatizar lo cualitativo
Pero en estos términos el debate se empantana, ya que resulta tan difícil demostrar la
reaparición del floreciente período de posguerra, como corroborar la simple continuidad de
una etapa declinante. Los signos de la onda ascendente contrastan con la intensidad y
reiteración de las crisis coyunturales en las últimas décadas. Pero la tesis opuesta de
persistente declive, eterniza esa caída y desconoce el impacto del neoliberalismo en la
reestructuración del capital.
Martins Carlos Eduardo, “Los impasses de la hegemonía de Estados Unidos”, Crisis de hegemonía
40
de Estados Unidos, CLACSO Siglo XXI 2007. Dos Santos Theotonio. “El renacimiento del
desarrollo”. OIKOS, n 1, año 9, 1er semestre 2005.
41
Wallerstein Immanuel Capitalismo histórico y movimientos anti-sistémicos: un análisis de
sistemas -mundo, 2004, Akal, Madrid, (cap 28).
Una distinción que hemos introducido entre los conceptos de etapa y fase podría contribuir
a esclarecer el problema. Identificamos la primera noción con el funcionamiento
diferenciado del sistema y la segunda con el predominio de una tónica de crecimiento o
estancamiento económico en el mediano plazo42
En lugar de asociar estrictamente ambos fenómenos con ondas largas, destacamos que la
existencia de una nueva etapa no tiene un correlato directo en el crecimiento productivo.
Con este criterio puede afirmarse que la era de posguerra ha sido totalmente sustituida, sin
dar lugar a otro período general de pujanza económica. Lo importante es la existencia de
una dinámica cualitativamente diferenciada y no el predominio de elevados niveles de
actividad.
Los desequilibrios del período neoliberal difieren de las tensiones que afloraron en los años
60 y 70 con el agotamiento del estado de bienestar. Son contradicciones resultantes de los
nuevos problemas y no arrastres de las tensiones precedentes. Quiénes interpretan al
estallido del 2008-10, como otro peldaño de una larga turbulencia de cuatro décadas,
observan continuidades dónde hubo rupturas. No registran que la crisis del modelo
keynesiano fue cerrada con el ascenso neoliberal, que inauguró otro esquema con otros
desajustes.
Las nuevas contradicciones estructurales se procesan en dos esferas: la realización del valor
de las mercancías y la valorización del capital. Este impacto implica una afectación
simultánea de la demanda y la rentabilidad, a una escala que supera los periódicos
sacudones de la coyuntura.
Crisis de realización
Los desequilibrios en la esfera del consumo son claramente perceptibles. Al recortar los
salarios, expandir el desempleo y multiplicar la pobreza, el neoliberalismo provocó un
deterioro de los ingresos populares, que afectó el poder de compra de los trabajadores. Por
esta vía se generaron obstrucciones a la materialización del valor de las mercancías y
reaparecieron las dificultades para realizar en los circuitos de venta, la plusvalía que los
capitalistas extraen a los asalariados.
En las últimas dos décadas esta fractura se ha verificado en forma dramática en la miseria
del Tercer Mundo y en el flagelo del hambre. En las regiones más expoliadas del planeta, la
degradación de los ingresos populares tuvo efectos devastadores. Esta regresión golpea a
los subalimentados de África, Asia o América Latina.
El hambre aumentó sin pausa en las últimas dos décadas y en la actualidad afecta a 1.200
millones de personas. El capitalismo neoliberal amputa la fuente básica de subsistencia de
una sexta parte de la población mundial. Según estimaciones del FMI solo por efecto de la
crisis financiera actual otras 53 millones de personas caerán en la pobreza extrema,
provocando la muerte de 1,2 millones de niños45
Pero esta limitación del consumo no ha sido el dato dominante en el resto del mundo, ni la
característica central del modelo vigente. Este esquema contrarrestó mediante diversos
mecanismos la compresión de la demanda.
En primer lugar incentivó el consumo de las capas altas y medias de los países
desarrollados. Los protagonistas de estas adquisiciones no solo fueron sectores
enriquecidos con el sufrimiento popular. También hubo importante participación de
segmentos adicionales, que desplegaron sofisticadas corrientes de compra de bienes
prescindibles.
43
Esta tesis postulan: Wolfson Martin, “Neoliberalism and the social structure of Accumulation”,
Review of Radical Political Economics, vol 35, n 3, summer 2003. Kotz David, “Contradictions of
economic growth in the neoliberal era”, Review of Radical Political Economics, vol 40, n 2, spring
2008.
44
Navarro Vicenc, “Las causas de la crisis mundial actual”, Sistema Digital, 3-1-2010
www.redescristianas.net
45
La Nación, 24-4-10
Este consumismo difiere del consumo de masas que amplió la canasta de los bienes
necesarios durante el boom de la posguerra. El nuevo paquete de compras reemplazó las
viejas adquisiciones indispensables por un gasto más voluble y adaptado al acortamiento
del ciclo de vida de los productos.
Por esta razón los factores que inciden en la “confianza del consumidor” han quedado tan
enlazados al vaivén de los distintos mercados financieros. Las adquisiciones de bienes se
expanden junto a los ciclos de apreciación bursátil e inmobiliaria y se retraen en los
períodos de pérdidas o pánico financiero. Esta relación explica el gran impacto que ha
tenido el reciente estallido financiero sobre la conducta del consumidor norteamericano46.
Pero como este incremento de los pasivos alcanzó cifras astronómicas, los asalariados han
quedado transformados en clientes acosados por deudas. El agobio que generan los
vencimientos financieros coexiste con los padecimientos que impone la explotación laboral.
Mediante estos mecanismos compensatorios se mantuvo activa la demanda, en un cuadro
de contracción de los ingresos populares.
46
Esta relación es analizada por: Johsua Isaac, “Capitalism: fin d´epoque?”, Contretemps, n 1, 1 er
trimestre 2009, Paris.
Esa brecha es un rasgo central del esquema imperante en las últimas décadas. Mientras que
la mundialización generalizó la producción excedentaria de bienes y la sobre-abundancia de
capitales, el neoliberalismo ha reforzado las disparidades geográfico-sociales. Esta
polarización global profundizó la segmentación del consumo, acentuando la intensidad
potencial de los desequilibrios de realización.
Pero estas fracturas fueron también compensadas por distintos caminos. En las últimas
décadas se registró una expansión de la demanda, junto a la penetración del capital en los
ex “países socialistas” y en las economías intermedias. Por esa vía importantes segmentos
de la población saltaron un peldaño en la escalera del consumo, superando su vieja
condición de adquirientes de productos básicos. En ciertos países muy poblados (como
China e India) se forjó incluso una nueva clase media, que comienza a absorber mercancías
de cierta sofisticación.
De la misma forma que la producción de bienes de capital neutralizaba los ciclos de sub-
consumo durante el siglo XIX, las nuevas formas de compra han morigerado la fragilidad
potencial de la demanda que introdujo el neoliberalismo. Los mecanismos de
endeudamiento, financiarización y consumismo cumplen un rol compensatorio, semejante
al jugado por los mercados de equipamiento durante el capitalismo naciente. Estos
contrapesos han impedido hasta ahora el estallido de los desequilibrios de realización.
Crisis de valorización
Hay tres indicios de este incremento de la composición orgánica del capital durante las
últimas décadas. En primer lugar la inversión aumentó en forma muy significativa en las
economías asiáticas, que se transformaron en el nuevo taller global de la industria
contemporánea. Las altas tasas de explotación alimentadas por los bajos salarios
(especialmente de los trabajadores emigrantes de las zonas rurales) situaron el nivel de
inversión promedio de China en elevadísimos porcentuales. Este grado de capitalización
explica por qué razón afloran con tanta fuerza las situaciones de sobre-capacidad industrial
en ese país, cuándo se contrae el comercio mundial49.
Estimaciones contundentes de esa recuperación presentan por ejemplo, Moseley Fred, “The U.S.
51
economic crisis, causes and solutions”, International Socialist Review, March-April 2009. Valle
Otros estudios ilustran cómo esta recomposición ha sido más significativa en las empresas
que operan a escala transnacional, en comparación a las firmas que actúan solo a nivel
nacional. La tasa de ganancia se elevó y se bifurcó, con márgenes diferenciados en ambos
tipos de corporaciones52
Este contrapeso fue logrado, ante todo, mediante el incremento de la tasa de explotación.
Hubo un contundente estancamiento de los salarios impuesto por la flexibilización laboral,
la presión del desempleo y la pobreza de amplios segmentos de la población. La esencia del
neoliberalismo radica en este atropello y las evidencias de esta agresión son abrumadoras.
Este ascenso también confirma, que todas las burbujas financieras registradas durante esta
etapa se nutrieron de mejoras reales del beneficio patronal. La crisis del 2008-09 ha
Baeza, “Una explicación de la gravedad de la actual crisis estadounidense, XI Encuentro
Internacional sobre Globalización y problemas del Desarrollo, La Habana, 2-6 marzo 2009. Husson
Michel, “Le dogmatisme n’est pas un marxisme”, www NPA 2009.org
52
Los datos de este proceso son presentados por Caputo Orlando, “La crisis actual de la economía
mundial: una nueva interpretación teórica e histórica”, XI Encuentro Internacional sobre
Globalización y problemas del Desarrollo, La Habana, 2-6 marzo 2009.
53
Ver: Post Charlie, “Crisis theory”, Solidarity, New York, October 19, 2008.
provocado un desplome de esas ganancias y las pérdidas sufridas por los bancos y las
Bolsas anticipan rojos en los balances de las empresas.
Pero este tipo de caídas de corto plazo acompañó hasta ahora a todos los ciclos del período
neoliberal, sin afectar la recuperación estructural de rentabilidad. La gran incógnita de la
crisis actual es si pondrá fin a esos contrapesos. La respuesta a este interrogante requiere
evaluar distintos escenarios.
Escenarios y alternativas
Resulta muy difícil predecir cuánto tiempo podrá el neoliberalismo posponer el estallido de
sus contradicciones estructurales. Pero la prorroga de estos desenlaces seguramente
conducirá a conmociones más severas. Existen varias posibilidades para el desemboque de
la crisis.
Otro reciclaje
Pero un escenario de este tipo exigiría también dilatar las crisis de realización y
valorización del capital, mediante los mismos mecanismos que permitieron sobrellevar
estos desequilibrios durante veinte años. Requeriría la permanencia de ajustes competitivos
en los momentos de alivio y socorros estatales en las situaciones críticas.
La regeneración del modelo actual exigiría posponer los desequilibrios de la demanda, con
otra sobrevida del consumo financiarizado fuera de Estados Unidos, ya que la convulsión
actual ha golpeado como nunca a los consumidores de la primera potencia (y de otros
países que abusaron del modelo crediticio, como España y Gran Bretaña). Se necesitaría
incorporar al consumo financiarizado a nuevos segmentos de la clase media de la
semiperferia, recurriendo a políticas económicas neo-desarrollistas55.
Esta expansión de la demanda en China, India, Brasil o Rusia podría compensar, pero no
sustituir al volumen consumo del Primer Mundo. Aunque en los últimos meses se avizoran
cierto cambios de roles en la economía mundial, con mayores exportaciones de los países
centrales y crecientes importaciones de las economías semiperiféricas, los grandes
mercados internos están localizados en el primer segmento y las posibilidades de fabricar
con bajos costos se ubican en el segundo grupo.
Otro instrumento de esta batalla serán los recortes de los convenios laborales que
prepararan las grandes corporaciones, siguiendo el modelo establecido por General Motors.
Una empresa quebrada es actualmente monitoreada por los delegados de un gobierno, que
invirtió 50.000 millones de dólares en el rescate y ha tomado a su cargo el 60% de las
acciones de la compañía. Este manejo orienta la recuperación de la rentabilidad a costa de
los trabajadores. Los despidos, el deterioro de las condiciones laborales y la pérdida de las
conquistas sociales se financian con fondos públicos.
54
Ver: Le Monde, 30-3-10.
55
Escenarios de este tipo son evaluados por analistas como: Yeldan Erinc, “On the nature and
causes of the collapse of wealth of nations”, Working Series n 197, PERI, Amherst, 2009.
Contexto de desenlace
Otro escenario de la crisis es un agravamiento sin respiro de todos los desequilibrios, con
pocas compensaciones y virulentas definiciones. En este caso, tendería a producirse una
confluencia de los desarreglos coyunturales del 2008-10, con las crisis de realización y
valorización de las últimas décadas. Este empalme sería factible por la magnitud de una
conmoción que afectó en forma simultánea a las economías desarrolladas, introdujo un
contagio global y desató recesiones más acentuadas.
En este escenario la crisis asumiría una intensidad mayúscula, que podría emular lo
ocurrido durante la depresión del 30 o asemejarse a la stanflation de los años 70. La
deflación constituiría el rasgo típico del primer sendero. Supondría una virulenta caída del
poder adquisitivo, junto a la masificación del desempleo en las economías centrales. Esta
declinación de los precios introduciría un mecanismo de ajuste para desvalorizar la fuerza
de trabajo y depurar los capitales. Un desemboque inflacionario conduciría por otro
camino, a esa misma adaptación de los precios a los nuevos valores de las mercancías56.
Las tendencias más recientes de Europa y Asia parecen indicar cierta preeminencia del
recorrido inflacionario, que en todo caso será anticipado por las políticas económicas de los
gobiernos. En Estados Unidos ha comenzado una discusión sobre la forma de reducir la deuda
pública y muchos economistas se inclinan por repetir su licuación, mediante el mismo
aumento de los precios que se registró en la posguerra. Pero ese procedimiento requeriría,
además, una elevada tasa de crecimiento que resulta muy improbable57.
También podría irrumpir una combinación de ambas variantes, adaptada a la actual etapa de
capitalismo mundializado. Pero cualquiera de estas alternativas conduciría a colapsos
mayúsculos. Lo ocurrido en los años 30 y 70 demuestra, además, que este tipo de crisis
56
La diferencia entre ambas variantes es parcialmente expuesta por Arrighi Giovanni, “The
winding paths of capital”, New Left Review 56, March April 2009.
57
Entre 1946 y 1956 la deuda pública del país pasó de 271.000 millones de dólares a 274.000,
pero como el PBI se duplicó y se registró una inflación del 40%, la deuda quedó reducida en
forma drástica. La repetición de este esquema enfrenta enormes obstáculos en la actualidad.
Ver: Krugman Paul, “La deuda de Grecia, una espiral mortal hacia el default”, Clarín, 10-4-10.
Resulta imposible anticipar cuál será el desenlace final de la eclosión del 2008-10. En los
primeros meses de la crisis parecía inminente un desplome mayor, pero el alivio del 2009
moderó esta impresión. Entre los marxistas existen distintos presagios sobre la envergadura
de esta eclosión59.
Ortodoxos y heterodoxos
Los debates sobre la crisis han concentrado la atención de todos los economistas. Los
neoliberales ya dejaron atrás su desconcierto inicial y recitan nuevamente la mitología del
capitalismo eterno. Consideran que este sistema retomará su marcha floreciente, luego de
corregir las imperfecciones que desencadenaron el transitorio desplome financiero del
2008-1060.
Pero este tipo de fábulas han perdido credibilidad. Es evidente que la magia del mercado no
remonta espontáneamente las crecientes recaídas de la economía. Además, ya no es tan
fácil encubrir los terribles padecimientos sociales que rodean a esas convulsiones. A
medida que los ajustes se tornan más virulentos, el mensaje neoliberal pierde argumentos,
encuentra menor auditorio y se torna más pragmático.
En los momentos más álgidos de la crisis, estas medidas fueron discutidas en las cumbres
presidenciales. Allí se consideró reformar el FMI para reafirmar su rol supervisor del
58
Esta nueva proyección espacial es analizada por Harvey David. Los límites del capitalismo y
la teoría marxista, Editorial Fondo de Cultura Económica; 1990 (cap 13- Punto 6 y cap 10).
59
Pantich estima que tendrá un alcance limitado y Brenner que producirá un desmoronamiento
mayúsculo. Panitch Leo, Konings Martijn, “US Financial power in crisis”, Historical Materialism,
vol 16, Issue 4, 2008 Brenner Robert, “Un análisis histórico-económico de la actual crisis”, Sin
Permiso, 22-2-09.
60
Una apología de este tipo plantea: Sorman Guy, “El sistema capitalista no muere, siempre rebota”,
Clarín, 28-10-09
61
Esta visión es expuesta por: Orlean André, “La crise moteur du capitalisme”, Le
Monde, 30-3-10. También Ghymers Christian, “Una visión europea”, XI Encuentro Internacional
sobre Globalización y problemas del Desarrollo, La Habana, 2-6 marzo 2009. D´Arista Jane,
“Limitar el apalancamiento”, Página 12, 26-5-09.
Pero con el alivio que siguió al socorro estatal, estas propuestas han perdido predicamento
en las cúpulas del poder. Las convocatorias a la regulación siguen en carpeta, pero nadie
obstruye la continuada preeminencia del liberalismo financiero. La prohibición de los
paraísos bancarios ha pasado a segundo plano, junto a la prometida supresión de las
bonificaciones a los directivos. La reforma de entidades que promueve Obama es una
versión tan light de la iniciativa original, como la tasa Tobin que propone Brown en
Inglaterra.
Sin embargo la sola intención de introducir ciertas restricciones a la actividad de los bancos
ha desatado una fuerte presión de Wall Street, que mantiene bloqueado un proyecto para
limitar el tamaño de las entidades y transparentar los riesgos involucrados en las
operaciones con títulos complejos. También se propone introducir alguna protección a los
pequeños tenedores de bonos y otorgar poder a los accionistas para limitar los premios de
los ejecutivos.
Pero hasta ahora existe poca predisposición del establishment norteamericano para
implementar estos cambios. Algunos teóricos heterodoxos cuestionan la impotencia
gubernamental frente a estas presiones. Despotrican contra la insensibilidad de Wall Street
y la corrupción de Washington, pero no indagan las razones que condujeron a reemplazar el
añorado modelo de posguerra por la desreglamentación liberal.
Especialmente ignoran el papel que asumió la propia competencia entre los bancos, en la
primacía de este curso. Esa rivalidad es una característica del capitalismo, que
invariablemente socava las regulaciones estatales. La propia expansión de los negocios
incentiva este deterioro, a medida que aumenta la búsqueda de nuevas fuentes de provisión
crediticia.
Los determinantes capitalistas de la hipertrofia bancaria son desconocidos por todos los
analistas que fetichizan las regulaciones y desconocen el basamento social de estas normas.
Como suponen que el estado es una institución neutra al servicio de la sociedad (y no de las
clases dominantes), vislumbran a los reglamentos como un equitativo paraguas que cubre a
la comunidad (sin favorecer a los poderosos).
En los genéricos elogios a futuras regulaciones financieras nunca se aclara quién será
beneficiado y afectado por estas reglas. Se omite explicar, que si favorecen a los banqueros
no implicarán cambios significativos y si apuntalan a otros sectores (como los industriales),
abrirán una pugna competitiva para la recomposición ulterior del poder financiero.
aceptan la tormentosa expansión del desempleo. Esta actitud los sitúa muy lejos de la
“eutanasia del rentista” y muy cerca de las posturas conservadoras. Su apoyo al socorro
estatal de los bancos es un ejemplo de esa adaptación.
¿Capitalismo humano?
Otras vertientes heterodoxas discrepan con esa confluencia y proponen una remodelación
progresiva del capitalismo, mediante la reducción de la desigualdad. Convocan a revertir el
modelo anglosajón a favor de un esquema socialdemócrata para sustituir el neoliberalismo
financiero por algún relanzamiento productivo.
Estas visiones no ocultan su nostalgia por el esquema que naufragó en los años 70. Pero
convocan a resucitarlo sin explicar las causas de su hundimiento. Cuestionan en forma
simultánea al liberalismo y a la gestión colectivista, destacando el carácter fallido de ambos
experimentos. Pero olvidan agregar que la estrategia socialdemócrata fue ensayada en
mayor escala durante gran parte del siglo XX. No se entiende por qué razón exceptúan a
ese esquema de las grandes frustraciones de la centuria pasada.
Pero este tipo de llamados nunca encuentra eco entre los altos funcionarios de los estados.
Estos directivos suelen amoldar el sistema a las cambiantes necesidades de las clases
dominantes. Propician acotadas mejoras sociales en los momentos de gran descontento
popular y anulan estas reformas en los períodos de reflujo de la resistencia. Lo mismo
ocurre con las regulaciones financieras. El capitalismo incorpora ciertos controles que
abandona cuando se diluyen las tensiones.
63
Blackburn Robin, “La crisis de las hipotecas subprime”, New Left Review, n 50, 2008.
Boyer Robert, “Hoy el estado está en mejor posición para definir el futuro”, Página 12, 29-12-08.
Hobsbawn Eric, “Si el socialismo colapsó y el capitalismo está en bancarrota: ¿qué viene después”.
29-9- 2008 www.kaosenlared.net
64
Una proyecto de este tipo expone: Ricupero Rubens, “De la crisis global surgirá un
capitalismo mucho más humano”, La Nación, 3-6-09.
Estos pilares del sistema explican también la periódica recreación de esquemas regulados y
liberales. Cuando el principio de la rentabilidad es afectado por el primer curso se abre una
traumática sustitución hacia el segundo y en condiciones inversas opera la tendencia
complementaria.
Este enfoque evalúa acertadamente la magnitud del temblor, pero no explicita las conexiones
existentes entre este esquema y sus pilares capitalistas. La convulsión actual presenta un doble
alcance: afecta las estructuras del neoliberalismo, pero socava al mismo tiempo sus cimientos
capitalistas.
Ver por ejemplo: Guillen Arturo, “En la encrucijada de la crisis global”, ALAI, 18-6-09
65
También Kregel Jan, “Regulaciones para después de la crisis”, Página 12, 26-5-09. Kregel, Jan,
“Taming the bond market vigilantes: gaining policy space”, XI Encuentro Internacional sobre
Globalización y problemas del Desarrollo, La Habana, 2-6 marzo 2009.
privada de los medios de producción y en la explotación del trabajo asalariado, que solo
puede erradicarse con iniciativas de construcción socialista.
Hasta los fanáticos defensores del orden vigente, reconocen en la actualidad, que el
capitalismo ha perdido la atracción que reconquistó luego de la implosión de la URSS. En
otros textos hemos explicado por qué razón ese derrumbe coronó el fracaso de una
experiencia incompatible con un genuino proyecto socialista. También señalamos en qué
medida resulta indispensable reconstituir esta meta sobre nuevos pilares democráticos y
revolucionarios66.
Ningún dato de la política internacional de China avala esta creencia. Al contrario, todas las
iniciativas que adopta el gigante oriental en Asia, África o América Latina están guiadas
por cálculos de rentabilidad y ambiciones de dominación. En los tratados comerciales, en
los convenios de inversión y en las definiciones geopolíticas, no existen diferencias
significativas entre China y Estados Unidos, Europa o Japón.
El socialismo es un proyecto a recrear desde abajo, con experiencias que abran horizontes
anticapitalistas. En estas acciones comenzarían a vislumbrarse los contornos de un futuro
de igualdad, democracia y libertad. Se han propuesto muchos términos para definir ese
porvenir, pero el socialismo continúa aportando la denominación más certera. El desafío es
adaptar esa meta a un nuevo tipo de cataclismo, que amenaza a la sociedad contemporánea.
66
Katz Claudio El porvenir del socialismo. Primera edición: Editorial. Herramienta e Imago Mundi,
Buenos Aires, 2004. Segunda edición: Monte Avila, Caracas, 2006
67
Esta tesis Arrighi Giovanni, Adam Smith en Pekín, Akal Madrid, 2007 (epílogo).
La degradación ambiental
El tema es abordado por las clases dominantes ante el agravamiento de las sequías, los
tsunamis, las inundaciones, los ciclones y el aumento del caudal de los ríos. La propia
noción de cambio climático -que evoca una transformación gradual del medio ambiente- no
expresa la vertiginosa destrucción de la biodiversidad.
En los últimos años el deshielo de los glaciares del Ártico y el incremento del nivel agua en
las costas del Sudeste Asia provocaron una brusca aceleración del deterioro ambiental.
Existe gran coincidencia en pronosticar que traspasado cierto punto, estas trasformaciones
tendrían un efecto irreversible69.
68
Un ejemplo de este giro del escepticismo a la preocupación expresa: Fridman Thomas, “Un ataque
preventivo vale la pena”, La Nación 16-12-09.
69
Dos análisis completos de este impacto pueden consultarse en Tanuro Daniel: “Rapport sur le
changement climatique et les taches anticapitalistes”, Inprecor n 551-552, juillet-aout 2009-08.
Foster John Bellamy, “The vulnerable planet fifteen years” Monthly Review n 7, vol 61, december
2009.
El neoliberalismo oxigenó al capitalismo socavando los pilares materiales del sistema. Este
deterioro se consumó en la carrera por aumentar la productividad reduciendo costos,
incrementando la velocidad de circulación del capital y acortando el ciclo de vida de los
productos71.
El capitalismo trata a la naturaleza como una externalidad cuyo costo debe ser reducido sin
reparar las consecuencias del drenaje. Absorbe crecientes cantidades de todos recursos
omitiendo su escasez potencial. Pero como no puede desenvolverse sin sustentos materiales
esa destrucción afecta su propia continuidad72.
70
Una medición en hectáreas globales indica la existencia de una regresión de 2,7 gha (13,2
billones de global-hectáreas dividido 6,3 billones de habitantes) en 1990, a 2,1 gha en la
actualidad. Esta medida es utilizada para mensurar el grado de destrucción del planeta. Amin
Samir, “Capitalism and the ecological footprint” Monthly Review n 6, vol 61, november 2009
También: La Nación, 24-11-09.
71
Ver: Chesnais Francois, “Orígenes comunes de la crisis económica y la crisis ecológica”
Herramienta n 41, julio 2009. Dierckxsens Wim, “Política económica en la transición al socialismo
del siglo XXI”, Foro Social Mundial, Nairobi 2007.
72
Esta caracterización desarrollan: Vega Cantor Renan, “Crisis civilizatoria”, Herramienta n 42,
octubre 2009. Antunes Ricardo, “Introducción”, La crisis estructural del capital, Ministerio del
Compromisos bloqueados
Los principales gobiernos discuten desde hace años alguna salida al deterioro ecológico.
Pero todas las posibilidades de acuerdos han sido bloqueadas por la invariable negativa de
las potencias a cargar con el costo de atenuar el desastre. No logran conciliar la meta de
reducir el calentamiento (evitar un aumento de la temperatura de 0,7 a 2 grados centígrados
por encima de 1850). Al ritmo actual de emisiones podrían incluso irrumpir escenarios más
dramáticos (4 o 6 grados), si no se suscribe algún compromiso para disminuir la generación
de los gases corrosivos.
El impacto recesivo de la crisis global es visto por muchos economistas como una
oportunidad para comenzar esa reducción, aprovechando la caída del nivel de actividad.
Pero nadie encuentra la forma de concertar un acuerdo entre los países avanzados, que
provocan el 70% de la contaminación y cargan con la responsabilidad histórica de la
degradación ambiental.
Para rescatar a los bancos las principales potencias acordaron rápidos auxilios, pero para
salvar al planeta no exhiben la misma urgencia. La dimensión de las contradicciones en
juego determina estas diferencias. Existe una vasta experiencia de intervencionismo estatal
para lidiar con las crisis financieras, pero nadie sabe qué hacer frente a la convulsión
climática. En este terreno solo predominan los interrogantes.
Pero como se demostró durante la catástrofe del Katrina el desastre también golpea en las
puertas de los países desarrollados, afectando especialmente a la población más humilde.
La política imperial de trasladar a la periferia un problema planetario tiene poca viabilidad.
Estados Unidos bloquea cualquier tratado global por una simple razón: con el 5% de la
población mundial utiliza el 25% de los recursos petroleros. No acepta cargar con el ajuste
que le correspondería. Frustró las conferencias de la ONU (1992) y se negó a ratificar el
primer convenio de restricción de las emisiones (Kyoto 1997). Los voceros de la primera
en la base”, Viento Sur, 24-12-09. Vivas Esther, “El clima en jaque”, Diagonal 13-11-09.
El gigante del Norte tiende a establecer a veces alianzas con Europa y Japón contra las
economías intermedias y en otras ocasiones tantea acuerdos inversos. Obama parece
empeñado en recuperar el terreno que perdió Bush frente a sus rivales de la tríada, en la
carrera por desenvolver tecnologías verdes. Como tarde o temprano habrá que poner en
práctica alguna iniciativa, Estados Unidos se prepara para ejercer el arbitraje global.
La forma en que Obama encara las tratativas ilustra el grado de continuidad que mantiene
con su predecesor. Abandonó el coqueteo con varias iniciativas ecológicas y volvió a darle
oxigeno al lobby de los 25 estados norteamericanos que producen carbón. A diferencia de
la Unión Europea, ni siquiera restringe el incremento de las emisiones.
Pero no será gratuito seguir pateando para adelante alguna solución. El problema se agrava
día a día, especialmente desde que las negociaciones desbordaron a la Tríada. China se ha
convertido en un emisor del mismo porte que Estados Unidos (cada uno es responsable del
22 % del total de gases) y se resiste a limitar su crecimiento o a considerar controles
externos sobre sus emisiones. También Rusia e India son partícipes importantes de la
contaminación (5% cada uno) y Brasil pesa como gran absorbente potencial del
calentamiento.
Pero todo indica que el tema permanecerá en total irresolución, hasta que alguna
devastación mayor impacte sobre los centros imperiales. El Katrina ya situó a una localidad
estadounidense, en el nivel de tragedia que se vive desde años en el Océano Pacífico,
Birmania o Bangla Desh. Sin embargo esta advertencia ha sido insuficiente.
Para fijar un techo al incremento anual de las emisiones se requieren drásticas medidas de
limitación de la competencia capitalista y de moderación del derroche consumista. Solo un
desmoronamiento ambiental más virulento induciría a la adopción de esas iniciativas.
Capitalismo verde
Los teóricos neoclásicos consideran que ese cimiento opera como sustento de una ilimitada
circulación de flujos mercantiles. Por eso desconocen la existencia de un conflicto entre la
valorización del capital y su soporte material. En lugar de reconocer las contradicciones que
oponen a estas dos dimensiones, imaginan una compatibilidad espontánea que permitiría el
crecimiento irrestricto.
Los ortodoxos suponen que el mercado puede resolver cualquier anomalía de la ecología y
como razonan en horizontes de corto plazo se despreocupan por las perturbaciones del
futuro. También ignoran los temas ambientales por simple insensibilidad ética frente a las
tragedias humanas de la periferia74.
Los neoliberales afrontan la degradación ambiental con el optimismo vulgar que han
mostrado frente a la crisis financiera. Suponen que ambos procesos son pasajeros y serán
espontáneamente superados por algún equilibrio de la oferta con la demanda. Pero si el
entrecruzamiento de estas dos variables no alcanza para remontar las recaídas de la
economía, no se entiende como podrían aportar algún remedio al descalabro ambiental.
La carrera que ha comenzado por la búsqueda de tecnologías verdes opera como un factor
de contaminación. Esta competencia incentiva, además, la multiplicación de aprendices de
brujo que experimentan con innovaciones riesgosas. Esta improvisación introduce
amenazas suplementarias, al terrible costo de mantener el sistema social que origina el
colapso ambiental.
Los keynesianos coinciden con sus adversarios neoliberales en el intentar de salir del
laberinto ecológico con proyectos de capitalismo verde. El principal mecanismo que
avizoran es un mercado de emisiones, que penalizaría a los contaminadores y premiaría a
los protectores del medio ambiente. Las versiones más ingenuas de esta propuesta estiman
que su implementación será gratuita. Suponen que no exigirá inversiones desmedidas, ni
reducirá el crecimiento. Los más cautelosos condicionan en cambio este éxito, a la
superación de los desacuerdos entre potencias que impiden la instrumentación de los bonos
eclógicos77.
74
Ver: Foster John Bellamy, “Capitalism in wonderland”, Monthly Review n 1, vol 61, may 2009
75
Es la tesis de Gray John, “Planeta en riesgo”, La Nación, 15-11-09.
76
Ver: Sachs Jeffrey, “Está naciendo un nuevo modelo de capitalismo”, Clarín, 14-2-09.
77
Krguman sostiene la primera postura y Stiglitz la segunda. Krugman Paul, “Solución a la vista”,
La Nación, 8-12-09. Stiglitz Joseph, “Seguimos sin un acuerdo para salvar el planeta”, Clarín, 8-1-
10. Otra variante de la misma propuesta en Giddens Anthony, “El clima definirá otra economía”,
Clarín, 17-3-09.
Los proyectos de capitalismo verde rehúyen estas exigencias con ilusiones mercantiles. Los
ejemplos más corrientes de esta ensoñación son las campañas conservacionistas (estilo
Gore), que impulsa el ambientalismo capitalista. Intentan demostrar que la polución será
superada, transformando a la ecología en un gran negocio para el “desarrollo sustentable”.
Especialmente las grandes empresas transnacionales están empeñadas en publicitar ahorros
de energía, comidas orgánicas y experimentos con fuentes solares. Con estos mensajes
buscan mercantilizar cualquier abordaje del descalabro climático78.
Pero solo con fanática idolatría por el régimen vigente se puede suponer que el capitalismo
verde resolverá los desequilibrios ambientales, mediante energía limpia, vehículos
ecológicos o bonos de contaminación.
El colapso ambiental presenta una dimensión superior a los temblores coyunturales (típicos
de la acumulación) y a las crisis estructurales (específicas de cada etapa del capitalismo).
Por esta razón no se equipara con la eclosión financiera del 2008-10, ni con los
desequilibrios que generó el neoliberalismo en las últimas dos décadas.
El alcance histórico del desastre ambiental se mide por su impacto sobre el futuro de la
sociedad humana. Si el calentamiento global continúa profundizando la huella ecológica,
podría desatar un descalabro que dejaría atrás todas las convulsiones conocidas. La
devastación de la naturaleza no genera simplemente otro deterioro social. Introduce una
forma de corrosión que puede demoler los pilares de la vida colectiva.
El desastre ambiental tiende a quebrar los equilibrios ancestrales, que permitieron construir
sociedades basadas en el intercambio del hombre con la naturaleza. Acompaña la irrupción
de otros fenómenos que rompen estructuras inmemoriales de convivencia humana. La
urbanización contemporánea es un ejemplo de estos cataclismos. Por primera vez en la
historia, más del 50% de la población mundial ha quedado aglomerada en atosigados e
ingobernables centros ciudadanos.
Las distintas caracterizaciones de la crisis civilizatoria suelen enfatizar uno u otro plano.
Pero todas resaltan la amenaza que afecta a la propia supervivencia de la especie humana.
En este sentido la debacle ambiental presenta semejanzas con el escenario de demolición
humana, que irrumpió con la aparición de las armas nucleares.
Harman Chris Zombie capitalism, Bookmarks, 2009, Klein Naomi, “Capitalismo estilo Sara
80
Durante la era colonial el sistema se expandió con el crimen de la esclavitud, que impuso la
involución del continente africano y bloqueó el desarrollo endógeno de todas las regiones
subordinadas a las metrópolis. Finalmente el capitalismo maduró en la centuria pasada con la
tragedia de dos guerras mundiales, que ocasionaron la muerte de millones de individuos, en la
mayor carnicería organizada que ha sufrido el género humano.
La debacle ambiental puede inscribirse en esta secuencia de colapsos mayúsculos, que han
rodearon a cada período del capitalismo. Nadie sabe cuál es la escala del peligro actual,
como tampoco eran previsibles las distintas tragedias del pasado. Pero tomando en cuenta
esos precedentes, no son exageradas las advertencias de una posible hecatombe ambiental81.
Temporalidades discordantes.
La crisis histórico-ecológica está enlazada con el estallido financiero coyuntural y con las
tensiones estructurales del neoliberalismo, pero sigue una trayectoria temporal autónoma.
Procesa desequilibrios que no están sujetos a la periodicidad del ciclo corto o a las
fluctuaciones largas. Únicamente en su maduración, las tensiones ecológicas podrían
conectarse en forma directa con los desajustes inmediatos de la acumulación o con las
tensiones de la etapa.
Pero ciertos vínculos ya cobran forma a través de dos efectos de la mundialización neoliberal:
la sobreproducción de mercancías y la sub-producción de los insumos, requeridos para
sostener la nueva escala de productividad global. La penuria de abastecimientos comienza a
verificarse en numerosas ramas y refleja la depredación acumulativa que ha sufrido el
medio ambiente. La escala de este ahogo es por el momento desconocida, pero el
agotamiento de los recursos naturales generado por la producción sobrante, ya es indicativo
de la gravedad del desarreglo actual.
Pero estos cruces entre la crisis coyuntural, estructural e histórica no diluyen la dinámica
diferenciada de estos desequilibrios y su procesamiento en ritmos discordantes. La convulsión
Un ejemplo de estas advertencias en: Chesnais Francois, “Socialismo o barbarie: las nuevas
81
del capitalismo es múltiple y sus diversas aristas no se han amalgamado. Es cierto que la
eclosión financiera expresa una quiebra del capital, entrelazada con signos de debacle
ambiental. Sin embargo este proceso se desenvuelve como una tendencia, que no se tradujo
hasta ahora en convergencia temporal de las tres conmociones. ¿El temblor financiero del
2008-2010 marcará el inicio de esta confluencia?
Por el momento ese empalme constituye solo una hipótesis. La catástrofe ambiental continúa
asediando al capitalismo como una amenaza en ciernes. Mantiene una discordancia paralela a
los trastornos coyunturales de las finanzas, la producción y el comercio, que no han hecho
eclosionar los desequilibrios estructurales del neoliberalismo. El capitalismo contemporáneo
está afectado por una sucesión variada de conmociones, que se desenvuelven sin fusionarse en
una crisis convergente82.
Una fusión de estos puntos críticos se concretaría, por ejemplo, si la actual recesión se
prolonga, no solo bloqueando las distintas salidas al desmoronamiento financiero, sino
desembocando también en una sepultura del neoliberalismo. Otra convergencia de mayor
alcance se consumaría, si un gran desastre ambiental –como el descongelamiento del
casquete polar del Ártico- impacta de lleno sobre el ritmo de la actividad económica.
Eco-socialismo
Estas últimas vertientes aspiran a sensibilizar a los capitalistas, para inducirlos a proteger el
medio ambiente en su propia conveniencia. Suponen que los grandes empresarios y
banqueros terminarán comprendiendo que el respeto a la naturaleza es indispensable para la
continuidad de sus empresas. Con esa expectativa, muchas ONGs ambientalistas endulzan
el negocio verde, sin cuestionar la incompatibilidad existente entre la protección ambiental
y el reinado de la ganancia.
Esta postura impide encarar una lucha consecuente por la defensa de la naturaleza, ya que
la súplica al capital conduce al auto-engaño. Los dueños del mundo no necesitan consejos
de sus víctimas para gestionar su dominación. Es inútil solicitarle que sean más razonables
y tomen conciencia de sus intereses de largo plazo. La depredación de la naturaleza no
proviene de esa ignorancia. Simplemente obedece a la destrucción objetiva que impone un
sistema guiado por la competencia de beneficios surgidos de la explotación.
La discordancia temporal entre las distintas contradicciones que corroen al capitalismo fue
82
conceptualizada por Bensaid, Daniel. Les discordance des temps. Les editions de la Passion, Paris,
1995.
En lugar de atender las peticiones del reformismo ecologista, las clases dominantes encaran
el problema con los mismos criterios que afrontan cualquier inconveniente surgido de la
acumulación. Buscan transferir la cuenta a los trabajadores y exigen sacrificios al resto de
la sociedad, como si no tuvieran ninguna responsabilidad en el desastre.
Este viraje podría incluso comenzar reduciendo la fabricación de los productos que agreden
al medio ambiente y retrayendo el consumismo privado. El ejemplo más evidente de este
giro sería un progresivo reemplazo del automóvil individual por formas de transporte
colectivo.
Las propuestas más interesantes son impulsadas por los teóricos del eco-socialismo. Han
demostrado que no existe ninguna necesidad de reducir el nivel de vida de población si se
redefine el significado de los bienes, diferenciando los productos necesarios de los
prescindibles y creando sistemas de información que reemplacen a la publicidad. Estas
iniciativas se enmarcan en la perspectiva de creciente control social de los recursos y
selección popular de alternativas de producción y consumo, junto al establecimiento de
formas de planificación democrática a escala global. Son ideas que contemplan un
horizonte socialista de respuestas al desastre ambiental83.
Este enfoque se opone también a los planteos neo-desarrollistas, que en las economías
intermedias relativizan la gravedad del tema ecológico, presentándolo como un problema
de los países centrales. Sus voceros rechazan cualquier limitación de la minería extractiva,
la siembra con agro-tóxicos o la industrialización contaminante. Intentan hacer la vista
gorda frente a calamidades que provocan estas actividades en los segmentos más humildes
de la población.
Varios autores críticos han comenzado a difundir la necesidad de un cambio radical de las
concepciones imperantes, para sustituir el utilitarismo antropocéntrico por una visión
Pero es importante situar estos planteos en el contexto de la crisis histórica del capitalismo,
ya que cualquier disociación de este pilar impide comprender el origen de los peligros
actuales y sus eventuales soluciones. Por esta razón es decisiva la conciencia anticapitalista
que comienza a ganar influencia en las movilizaciones del ambientalismo.
Este tono anticapitalista es el dato más prometedor de la batalla actual. Planteos de este tipo
han presidido la reciente cumbre de Cochabamba (Bolivia), que reunió un importante
número de militantes de 42 países. Se resolvió exigir una drástica reducción de las
emisiones (50% entre 2013 y 2020), crear un Tribunal Internacional de Justicia Climática,
implementar un referéndum mundial en defensa de la naturaleza y demandar transferencias
de los países desarrollados hacia la periferia para saldar la deuda climática. La perspectiva
eco-socialista comienza a corporizarse en movimientos populares y propuestas políticas.
Bibliografía adicional
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• Beinstein Jorge, “Las crisis en la era senil del capitalismo” El Viejo Topo 253, 2009.
• Di Leo Petrino, “The return of Keynes” , International Socialist Review, January-
February 2009.
• Fine Ben, “Looking at the crisis through Marx”, International Socialist Review, March
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• Geier Joel, “Capitalism´s worst crisis since the 1930s”, International Socialist Review,
November-December 2008.
• Howard, M.C., King J.E. A history of marxian economics, vol II, Princenton 1992 (cap 1 y
16)
• Husson Michel, “Is the theory of long waves still valid? Conditions for a new long-term
cycle of growth, International Seminar: Marxist analyses of the global crisis, 2-4
October 2009, IIRE, Amsterdam
• Kratke Michael, “Crisis y catarsis”, Memoria 234, febrero-marzo 2009.
• Machado Joao, Leite Jose Correa Guedes Odilon, “Crise economica e crise de
civilizacao”, Enlace-
84
Ver: Acosta Alberto, “Hacia la declaración universal de los derechos de la naturaleza”, Alainet n
454, 5-4-10.
85
Una crónica en: Castedo Antia, Garacía Bernat, “Perder la calle, ganar el discurso”, El País
• Martínez Alier Joan, “La crisis económica”, Memoria 234, febrero-marzo 2009
• Martínez Osvaldo, “La crisis, una vez más”, XI Encuentro Internacional sobre
Globalización y problemas del Desarrollo, La Habana, 2-6 marzo 2009.
• Páez Pérez Pedro, “Crisis del Capitalismo y Capitalismo de Crisis”, XI Encuentro
Internacional sobre Globalización y problemas del Desarrollo, La Habana, 2-6 marzo
2009.
• Smith Murray, “Causes and consequences of the global economic crisis: a Marxist
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• Thompson Noel, “Socialist political economies and the grow of mass consumption” .
Review of Radical Political Economics, vol 39, n 2, spring 2007
• Udry Charles André, “Una crisis duradera”, Revista La Breche n 5, enero-febrero 2009.
• Valenzuela Feijoo José, “La crisis: algunas consideraciones”, Memoria 234, enero-
marzo 2009.
Introducción
Frente a la economía clásica inglesa el referente marxista comparte tres postulados básicos
pero crítica uno fundamental para la comprensión de la crisis capitalista. Los marxistas y
los clásicos comparten que la unidad de análisis es la clase social, que el problema se ubica
en el proceso de la producción, distribución y reproducción del dominio de clase, y que la
distribución depende de las relaciones de poder. La crítica a los clásicos por parte de Carlos
Marx se dará en la teoría del valor-trabajo, donde la mercancía es la unidad fundamental del
modo de producción capitalista, de esta forma es preciso hacer una distinción entre el valor
de uso en el que la utilidad de una mercancía esta en virtud de sus condiciones intrínsecas y
el valor de cambio esta determinado por la cantidad de trabajo/tiempo empleado para su
producción. Pero Marx no se detiene al desnaturalizar el intercambio, además problematiza
sobre el tipo de sociedad al diferenciar una sociedad mercantil simple de una sociedad
Ensayo presentado en el marco del seminario Crisis capitalista, orden mundial y América Latina, en el
primer semestre del año 2010. Departamento de ciencia política, Universidad Nacional de Colombia Sede
Bogotá.
1
Notas de clase, seminario Crisis capitalista, orden mundial y América Latina, 2010-I (08/02/2010). Véase
también a Victoriano Martín El pensamiento clásico, 38-4; Carlos Berzosa, El marxismo, 76-87; y Fernando
Méndez Ibisate, El enfoque macroeconómico: marginalismo y neoclásicos, 90-137 (En: de la Iglesia:1994)
A pesar de que el referente marxista como teoría económica positiva, en los que las
proposiciones aportadas por Marx se pueden probar acerca de los hechos históricos,
sociales, políticos y económicos, es el referente neoclásico como teoría económica
normativa, es decir, sin pretensiones de hacer una representación valida de la realidad, la
que se ha ubicado como el referente dominante en el entendimiento de los fenómenos
económicos. Empero las crisis económicas revelan los limites del referente neoclásico y se
recurre al referente marxista que aunque crítico, se presenta como la teoría que mejor
explica las crisis, y la crisis actual no es la excepción, ahora bien, el referente crítico ha sido
nutrido en su capacidad de análisis.
De esta forma, el lector encontrara el artículo seccionado en cuatro apartados: las tres
primeras partes se dedicaran al desarrollo teórico de las tesis expuestas en el párrafo
anterior, en las que se intentara responder por cuál es la caracterización de la crisis actual,
cuáles son las dimensiones y manifestaciones de la crisis actual, qué motiva la búsqueda de
estabilidad del sistema, y cuáles son las apuestas políticas en juego para la resolución de la
actual crisis del capitalismo; por ultimo, se presenta un apartado con consideraciones
finales sobre lo tratado y lo que dejo de tratarse en el trabajo.
La primera tesis -y además precursora de este trabajo- es que las teorías económicas de la
crisis son incompletas en la contemporaneidad para explicar el fenómeno de la crisis
capitalista en toda su complejidad, por cuanto estas corresponden al modelo instrumental
de la física newtoniana y la mecánica clásica, respondiendo “al espíritu de una época –la
modernidad–”. De acá que el modelo biologista y ecologista hubieran incursionado en las
explicaciones de los fenómenos de los sistemas sociales aportando un mayor nivel de
complejidad en los análisis, lo que ha permitido reconocer “la importancia de la acción
colectiva y de la racionalidad colectiva” (Maldonado: 2009, 148 y 149). Ante esta tesis es
importante reconocer que la dialéctica marxista es un importante avance en la
complejización de los análisis sociales, de esta forma el análisis dialéctico del desarrollo
capitalista permite observar el permanente y continuo conflicto de contrarios, donde el
papel del proletariado como el sujeto revolucionario por excelencia tiene su más alta
significación.
La dimensión económica
producción, y como el proletario no sólo produce sino que además valoriza capital, al
reducir el valor de la fuerza de trabajo se reduce la rentabilidad.
Ante los presupuestos anteriores, las crisis económicas han sido teorizadas de dos formas:
una teoría de la posibilidad y otra teoría de la necesidad:
Ante la pregunta por el cambio de “rumbo frente a crisis anteriores”, ya que las
manifestaciones de la crisis que señala James O’Connor -de carácter social, político y
cultural- van más allá del mero aspecto económico. El autor deduce que la crisis moderna
del capitalismo emerge en 1960 como una crisis renovada. La implicación de esta conjetura
es la exigencia de la renovación empírica-teórica sobre el tema de la crisis. No obstante, lo
que encuentra O’Connor es una fragmentación de la ciencia social que empantana una
“teoría de campo unificada” sobre el tema (O’Connor: 1989, 21 y 55).
Las manifestaciones de la crisis económica de los 60’s 2 empieza por un entendimiento del
capitalismo como sistema internacional, en el que las tendencias económicas tienen un
alcance mundial y que las causas se desprenden del desorden internacional, económico,
financiero y político. La interpretación de estos elementos supuso la falta de jerarquía en el
sistema internacional, la falta de disciplinamiento de la fuerza de trabajo y el bajo
crecimiento de la productividad por una elevada especulación. Esto permitió abonar el
terreno para el surgimiento de una ideología-política sobre “una mezcla contradictoria de
neo-liberalismo, neo-conservadurismo y neo-individualismo” (O’Connor: 1989, 23 a 38).
Para O’Connor, hay una teoría económica de la crisis económica promovida por la
ortodoxia marxista y una teoría social de la crisis económica impulsada por una parte de la
neo-ortodoxia marxista. La primera responde a pensar la teoría de la crisis sobre teorías de
sobreproducción de capital y/o la tasa decreciente de la tasa de ganancia. La segunda tiene
como centro “la teoría de la crisis como teoría del capital y la teoría del plusvalor como
teoría de la revolución”. No obstante, para O’Connor la primera teoría adolece de un
profundo determinismo económico, la segunda por su parte “descuida las condiciones
culturales e ideológicas de la reproducción capitalista y su relación con las causas y las
consecuencias de la crisis económica y la lucha de clases” (O’Connor: 1989, 64).
James O’Connor al reseñar los orígenes y las funciones estructurales de la crisis reconoce
en éstos las contradicciones lógicas del capital. No obstante, para el autor es preciso
identificar las posibilidades lógicas tanto como las probabilidades lógicas de los orígenes de
la crisis, además de entender que la crisis económica implica ir más allá de explicar los
cambios en la composición del capital y por tanto determinar la tasa de ganancia en el que
la fuerza de trabajo humana es un mero objeto del capital, y por el contrario, se requiere
entender la tasa de ganancia de acuerdo a la tasa de explotación en la que la fuerza de
trabajo es sujeto de intercambio y trabajo.
2
La nueva división internacional del trabajo, el endeudamiento condicionado del tercer mundo, la
reindustrialización o reubicación geográfica del capital, el creciente poder de las corporaciones
internacionales, las inversiones cuidadosas y gastos austeros, el descenso en el consumo y la reducción del
nivel de vida, son algunas de las manifestaciones de la crisis económica (O’Connor: 1989, 38 a 47).
de las políticas del Estado, pues estos son palancas para la reestructuración del capital y en
consecuencia para la acumulación capitalista (O’Connor: 1989, 71 y 105).
De acuerdo con lo evidenciado en el apartado anterior, surge una segunda tesis, donde se
nos advierte que ante la exigencia de la complejidad del análisis, las explicaciones
actuales de la crisis se han complejizado, los análisis del referente crítico -tanto marxistas
como no marxistas- pretenden responder a una realidad contemporánea desbordando la
dimensión económica. La crisis actual se ha salido del determinismo económico en la que
se ha querido situar por los académicos neoclásicos, por lo innegable de las manifestaciones
de la crisis actual en el terreno de lo social, lo político, lo espacial, lo ecológico, lo
subjetivo, y lo cultural, de esta forma se ha diversificado el análisis para abarcar múltiples
dimensiones.
La dimensión social
James O’Connor propone primero una distinción entre una crisis objetiva (económica,
social y política) y una crisis subjetiva (de la sociedad y el individuo) como “aspectos
diferentes de un mismo proceso histórico”, y segundo que la crisis sea pensada como un
“punto decisivo” en el que se ven amenazadas las relaciones sociales dominantes. Se
rescata así la importancia del antagonismo fundamental en las relaciones sociales en el
capitalismo formulada por Marx entre producción social y apropiación individual, entre
propietarios y desposeídos. De esta forma, las crisis son construidas socialmente, en el que
la crisis social es lucha y reintegración social (O’Connor: 1989, 160 y 161).
Se presenta dos teorías de la crisis social marxista ortodoxa. La primera, concibe la crisis
social como causa de la crisis económica donde las condiciones ya están dadas y el
problema esta en la conciencia y la voluntad de clase, por tanto la necesidad es de una
“subjetividad organizada” es decir, del partido (Lenin), sin embargo, hay un problema con
la subjetividad no sólo en términos de una crisis de instituciones, sino también de una crisis
de la persona humana, entonces el problema esta en el “desarrollo de la conciencia
revolucionaria”, por cuanto, hay una realidad social capitalista que por medio de una
ideología hegemónica (Gramsci) coloca en crisis la conciencia sobre la crisis, por la falta de
un ajuste adecuado entre la teoría marxista y la practica de la clase obrera (Korsch) en la
reforma de la conciencia (Lukacs). La segunda entiende la crisis social y la económica
como procesos simultáneos que tiene una fuente común, la critica de la ideología capitalista
(O’Connor: 1989, 128 y ss.).
Las teorías neo-marxistas, por su parte, van desde la preocupación por la existencia de un
antagonismo estructural en un sistema de relaciones complejas (la fabrica social) en el que
hasta el capital define lo que seria una crisis; implica también perspectivas sobre los limites
del Estado para resolver las contradicciones económicas (Habermas - Offe) porque las
políticas de Estado son incoherentes con las necesidades del capital y/o los problemas en la
racionalidad administrativa terminan por decantar en problemas de legitimidad (Wolfe -
Offe), por cuanto se advierte una interpenetración del Estado y el capital, la política y el
mercado; finalmente, se señala una sociedad administrativa con formas de control social
(Touraine), dominación política (Hirsch), y asistencialismo social (Habermas). Lo que se
sugiere entonces, es una articulación entre economía, Estado e ideología, y una
interpenetración entre normas políticas, económicas y sociales, y los problemas que estas
relaciones suscitan (O’Connor: 1989, 138 a 147).
La dimensión política
Si para O’Connor a partir de finales de los 60’s se da un cambio de rumbo frente a crisis
anteriores, para István Mészáros se da una nueva forma de ser de la crisis, por cuanto “al
interior de los países capitalistas centrales, los mecanismos de “administración de las crisis”
serían cada vez más recurrentes –y también cada vez más insuficientes–, una vez que la
disyunción radical entre producción para las necesidades sociales y autoreproducción del
capital cambiaba la tónica del capitalismo contemporáneo de nuestros días, generando
consecuencias devastadoras para la humanidad”, al parecer del autor, se ha llegado a una
“depressed continuum, que exhibe las características de una crisis estructural”,
posiblemente no se vuelva a una fase expansiva del ciclo económico (Antunes: 2009, 50 y
ss.).
No obstante, para darle viabilidad al sistema se ha acudido a tres vías de escape. Primera
vía de escape: la reestructuración neoliberal, con el objetivo de darle viabilidad al capital
se acude a medidas políticas que eliminen las restricciones de movilidad de capital y una
redistribución regresiva del ingreso bajo el presupuesto de que el rico invierta para que el
pobre tenga trabajo. Segunda vía de escape: la globalización o “acumulación extensiva”, es
decir darle viabilidad al capital espacialmente mediante la integración de áreas de
explotación de recursos y nuevos mercados, esta integración se logra a través de la
conocida formula liberalización del comercio-del capital global-de la inversión extranjera.
Tercera vía de escape: la financiarización en el capitalismo contemporáneo ante la larga
caída de la tasa de rentabilidad, se le da viabilidad al capital atando los procesos
A partir de la década de los 70’s se ha instaurado una ofensiva sin precedentes del capital -a
escala global- hacia el trabajo para permitir la tendencia de acumulación. La
reestructuración neoliberal buscaba una reconfiguración del poder de clase que permitiera
la consolidación del poder de la clase capitalista. Tan solo hay que observar los programas
de reformas estructurales impulsadas por las IFI’s (Instituciones Financieras
Internacionales) en América Latina, entre las más lamentables son la llamada
“flexibilización laboral” y el desmonte de la propiedad social mediante una política social
neoasistencial. En cuanto a la globalización y la financiarización estos son dos dispositivos
que se han constituido en respuesta al “problema de absorción de excedente”, el primero
implica la construcción de infraestructura y responde a la “solución espacial” del capital, y
el segundo implica el vinculo Estado-finanzas que permite la “acumulación por
desposesión” a través del crédito y la deuda publica y privada. De todas formas, “no se
saldrá de esta crisis con una crisis de la clase capitalista; se saldrá de ella con una
consolidación todavía mayor de esa clase” que se evidencia en los paquetes de salvamento
de los gobiernos para las grandes empresas (Harvey: 2009, 37 y ss.)
La dimension geopolitica
Si hay un cambio de rumbo frente a crisis anteriores, y una nueva forma de ser de la crisis,
Robert Brenner nos hablara de la larga caída que significa “el debilitamiento a largo plazo
de la economía real desde 1973”, esto por una sobrecapacidad industrial a nivel mundial. El
intento de capotear la sobrecapacidad por medio de la innovación tecnológica y el creciente
endeudamiento han empeorado el problema, de ahí que la necesidad de la hegemonía
estadounidense se reclame en función de garantizar el orden mundial y dar viabilidad a la
acumulación de capital global generando condiciones estables: un keynesianismo de
precios de activos (endeudamiento para estimular el consumo) y neoliberalismo para el
flujo de capitales (Brenner: 2009, 19 y ss.).
tamaño territorial y el acceso a los dos océanos más grandes, expansión facilitada por la
revolución en los transportes y la industria de la guerra. La hegemonía estadounidense se
propuso desde el idealismo de Roosevelt un estado mundial, un New Deal global para el
mundo, no obstante con Truman adquiere unos visos más realistas. Se institucionalizo el
control sobre el sistema monetario con el patrón dólar-oro y luego con el patrón dólar, y
sobre el sistema interestatal con el creciente poder militar concentrando los medios de
violencia. La moneda y el ejército estadounidenses se convirtieron en los instrumentos de y
para esa hegemonía. La legitimidad en el orden internacional estuvo motivada por el
ofrecimiento estadounidense en cuanto a protección, ya que se presentaba como un Estado
que había neutralizado o eliminado sus rivales dentro y fuera de su territorio, exigiendo
recursos por la organización de la protección legítima y su papel como policía del mundo.
La belle époque de esta hegemonía se da hasta finales de los 70’s, con la crisis económica,
la caída del Bretton Woods y la crisis de Vietnam, de esta forma empieza la larga caída del
dólar y de la credibilidad en el ofrecimiento de protección legitima. La hegemonía
estadounidense empieza a perder legitimidad.
El cambio del papel de EEUU en cuanto a su fracaso como centro de la economía política
global implico la política neoliberal que intensificaría la expansión financiera y su correlato
la acumulación por desposesión, además, sobre el neoconservadurismo y la política
paranoica estadounidense la protección ofrecida no sólo se hacia costosa sino que además
consistía en peligros que el mismo EEUU había propiciado, la percepción internacional es
que la protección ofrecida se ha vuelto contraproducente.
Pero aunque EEUU “ya no sea hegemónico en el sentido [gramsciano del termino] sigue
siendo la principal potencia militar del mundo y mantiene una considerable influencia en el
nuevo «equilibrio del terror» que vincula su política económica a la de sus financiadores y
competidores extranjeros”. El poder de EEUU aunque es residual tendrá relevancia por un
tiempo más, exhibiendo el comportamiento de otras hegemonías de poder de acuerdo a los
“procesos históricos que subyacen a la relación entre capitalismo e imperialismo”. Según
Claudio Katz se evidencia “una crisis de la dominación estadounidense, pero ya se
vislumbra una contraofensiva” (Katz: 2009).
Por otra parte, para el caso latinoamericano, no se puede pasar por alto la política
subimperialista de Brasil en la región, agregando un tercer elemento a la relación centro-
periferia: la semiperiferia, complicando aun más la necesidad de una autonomía periférica.
En todo caso, cualquier posible escenario que resulte de la crisis capitalista responderá a
acontecimientos políticos. Se resaltan tres tendencias en la política regional: una que
reclama una autonomía regional o “independencia zonal”; otra que busca el papel de Brasil
El subimperialismo de Brasil para la región tiene como papel el horizonte planteado por
intereses regionales, caben dos acotaciones sobre el respecto, la primera obedece a que el
subimperialismo brasilero no es una simple delegación de poder de EEUU a Brasil;
segundo, el poder subimperial obedece a una mayor autonomía de las clases dominantes
brasileras. Por tanto un orden semiperiferico revela las situaciones intermedias de la
dominación en la historia del capitalismo en América Latina y la inserción no de países,
naciones o Estados, sino de clases capitalistas regionales al capitalismo global (Katz: 2009,
53-58).
La dimensión ecológica
James O’Connor nos reiterara que el proceso de acumulación capitalista no solo tiene
costos sociales sino que además tiene costos ecológicos. En su economía política ecológica,
O’Connor propone que el análisis histórico materialista y teórico de la acumulación de la
crisis se complemente con el “análisis de los sistemas ecológicos y el de los sistemas de
termodinámica y de producción y consumo de energía”, lo que implica proponer una
segunda contradicción del capital. En este sentido ya no solo basta con analizar la
contradicción entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas, sino también de
las condiciones de producción (el trabajo como condición personal, la tierra como
condición natural, y la infraestructura como la condición general). De esta forma, al
capitalismo mundial le es inherente una crisis de sobreproducción que destruye capital, y
una crisis de subproducción que destruye la naturaleza y la gente, por un lado se analizan
los costos de los elementos del capital y por el otro los costos de reparar o restaurar las
condiciones de producción de capital (O’Connor: 2001, 155-163)
enfrenta con los límites de sus posibilidades. Como lo explicara Renan Vega Cantor, el
capitalismo ha llegado a sus límites extractivos de racionalidad destructiva, ya que el
ecosistema es un sistema cerrado, imposibilitando la idea de un desarrollo capitalista
ilimitado. Se debe reconocer que el sistema capitalista no conoce satisfacción, más las
posibilidades de su crecimiento están limitadas en un mundo finito. Aparece aquí la idea de
“destrucción creativa” schumpeteriana que significa “la aniquilación sistémica de fuerzas
productivas, mercancías, el despido de trabajadores del proceso productivo, el deterioro aun
mayor y acelerado del nivel de vida de los sectores populares y el arrasamiento del medio
ambiente” (Vega Cantor: 2009, 61 y ss.).
Desde la dimensión ecológica se evidencia que la crisis actual es una crisis civilizatoria por
cuanto: es una crisis energética por el agotamiento de los recursos naturales (especialmente
los minerales que impulsan el capitalismo actual); es una crisis alimentaría por la
destrucción de las economías campesinas; es una crisis hídrica por la mercantilización,
apropiación y contaminación del agua, así como por los procesos de urbanización y el uso
en los procesos tecnológicos; es una crisis ambiental por la huella ecológica y la lógica de
crecimiento ilimitado del capitalismo frente a unos recursos limitados que han destruido las
condiciones de producción y de vida (Vega Cantor: 2009, 72-91).
Frente lo anterior, Félix Guattari nos indica que la crisis actual no solo es una crisis de la
economía material, sino también de la economía del deseo, según el autor, la premura del
3
Según Kafka el poder en la modernidad tiene cuatro características: 1. el poder es una “institución
laberíntica” -mundo como institución-, es decir es un mecanismo que se presenta con cierta autonomía de la
voluntad humana; 2. el poder se ha deificado -mundo seudoteológico- y la existencia del hombre se ha
representado ficticiamente en el expediente, por tanto su realidad esta en otra parte, en lo que se dicen en los
archivos de la institución; 3. por el miedo que el castigo supone luego de la acusación que desde el poder se
hace, el acusado termina por solicitar que se le reconozca como culpable -mundo de autoculpabilización-,
aunque éste no cometiera crimen alguno -culpabilidad ficticia-; 4. la vida se hace broma más es trágica para
quien la vive aunque divierta a los otros -mundo tragicómico-. De esta forma en lo kafkiano se describen las
tendencias sobre lo procesos históricos que en la sociedad concentra y diviniza el poder, burocratiza la
actividad social constituyendo una institución laberíntica despersonalizando al individuo (Kundera: 1987).
4
En la actualidad, la vida moderna carece de la distinción entre la vida como vida natural y la vida como
forma de vivirla, la biopolítica, es decir, la politización de la vida natural, ha supuesto el uso complementario
entre técnicas de subjetivización individuales y procesos de totalización objetivos, lo que permite definir a las
instituciones jurídico-institucionales no sólo en términos del control espacial-territorial, sino también
poblacional. El biopoder potencia la vida y los sujetos para dejarlos morir: hacer vivir para dejar morir
(Agamben: 1998, 9-67).
Finalmente, la trascendencia del poder conduce al caos, sin embargo el caos capitalista es
gestionado por un mercado y un Estado que reducen la lucha de clases, la revolución
molecular y la democracia, a un microfascismo, a una revolución molar y el autoritarismo.
Las respuestas del caos capitalista desde el capital intentan reducir la relación compleja
entre el individuo, lo social y lo artificial, a una relación jerárquica, tratando de eliminar la
transversalidad de la relación. Una forma de ver la reducción de la complejidad en una
crisis capitalista es pues observar los flujos materiales y semióticos para la producción de
subjetividad a gran escala de grupos sociales sometidos, grupos que sean dóciles desde el
exterior y que estén dominados por su ego desde el interior (Guattari: 2004).
La tercera tesis orientadora de este ensayo, es que la crisis del sistema tiende a buscar el
equilibrio pero requiere del desequilibrio para la reproducción del sistema mismo, lo que
5
el orden molar corresponde a las estratificaciones que delimitan objetos, sujetos, las representaciones y sus
sistemas de referencia
6
el orden molecular es el de los flujos, los devenires, las transiciones de fase, las intensidades
se conoce como “depuración” del sistema (Brenner: 2009, 29) y de “destrucción creativa”
schumpeteriana (Stolowicz: 2009, 286; Vega Cantor: 2009), no son más que la función del
sistema para que este pueda desplegar nuevas posibilidades de acumulación capitalista, no
obstante, las implicaciones de esto -como se anotó en los apartados anteriores- se
manifiestan en los límites del sistema mismo en múltiples aspectos. De acá que en la crisis
actual a pesar de que los limites del sistema a los que han desbordado las posibilidades de
existencia del sistema capitalista mismo, se prepara una nueva ofensiva para darle
viabilidad al capital.
Pero como se ha resaltado, la crisis actual tiene un límite en las posibilidades lógicas
determinadas por la sobreacumulación agudizada por una crisis de sobreproducción o de
sobrecapacidad. “Se trata de la tendencia del capitalismo a generar, en el contexto de una
aguda competición intercapitalista, una tremenda capacidad productiva, la cual rebasa
holgadamente la capacidad de consumo de la población debido a las desigualdades de
ingreso que limitan el poder adquisitivo popular. Lo que trae consigo una erosión de la
rentabilidad y conduce a una espiral económica bajista” (Bello: 2009, 323).
En el ejercicio de reconstruir una dialéctica de los factores del desarrollo histórico del
sistema capitalista, se describen las tendencias de los factores del sistema capitalista en su
incidencia en las fluctuaciones de la tasa de ganancia (Mandel, 1986, 26-82):
Las tendencias descendentes (paso de una onda larga expansiva a una depresiva) son
determinadas generalmente por mecanismos endógenos; las tendencias ascendentes son
determinados por factores exógenos y por tanto dependen de “los cambios radicales que se
producen en el medio histórico y geográfico general capitalista”, en todo caso “cambios que
puedan inducir un ascenso fuerte en la tasa de ganancia” (Mandel: 1986, 49).
Los límites señalados anteriormente señalan lo que O’connor afirmaban eran posibilidades
lógicas, ahora bien, en cuanto a la definición de probabilidades lógicas para la viabilidad
del capital tenemos que considerar:
Es importante no perder de vista la relación entre las tendencias generales del desarrollo
económico y las tendencias ideológicas predominantes. Mandel afirma: “no fue la doctrina
económica predominante lo que cambio la realidad económica, fue el cambio de la realidad
económica lo que cambio la doctrina económica predominante”. Según Mandel el paso de
una onda larga a otra, y dependiendo de su sigo expansivo o depresivo, también implica un
cambio de prioridades e imperativos que están justificados desde alguna doctrina
económica pero que son mediados por la lucha de clases (Mandel: 1986, 85 a 91).
Aunque se teorice mucho sobre la salida a la crisis, ésta solo será posible en el terreno de la
política. Y así como la ofensiva en los 70’s del capital hacia el trabajo se dio bajo la triada
neoliberalismo, globalización, financiarización, como salida a la crisis de aquella década,
las respuestas para la actual crisis desde la clase capitalista no se ha hecho esperar. Luego
de la crisis que empieza a emerger a finales de la década de 1990’s se da un ambiente de
ingobernabilidad y desconfianza, de aquella crisis emerge la propuesta posliberal para darle
a. mientras la SDG busca gestionar la crisis por medio de política social, la izquierda
tiene que proyectar y hacer realidad un proyecto de emancipación social;
b. la SDG hará gestión mediante el poder burocratizado, la izquierda tendrá que
avanzar hacia procesos de democracia participativa;
c. la SDG busca reformar el sistema capitalista para darle viabilidad globalmente, la
izquierda tiene que buscar transformar el sistema dominante siendo el primer paso
avanzando en el problema de la propiedad;
d. la SDG necesita perfeccionar la globalización, la izquierda requiere fortalecer los
procesos locales;
e. la SDG propone un futuro con un “capitalismo verde”, la izquierda debe exigir “la
descapitalistización como condición previa a cualquier organización social
planetaria ecológicamente benigna”;
f. la SDG tiene el propósito de revigorizar el capitalismo, pero no es la única apuesta
política del capital, pero la izquierda sólo tiene estos espacios de crisis como
oportunidad de transformar el sistema y será juzgada por su capacidad “de
articularse con una visión programática fundada en la igualdad, la justicia y la
democracia participativa que resulte atractiva para el pueblo en un período de crisis
grave y duradera”, antes que otras apuestas desde el capital lo llenen el vacio de
proyecto de sociedad.
No obstante, algunos autores afirman que “la discusión sobre un posible renacimiento del
keynesianismo es irrelevante. No se asoma en el escenario de la economía internacional ni
la reversión de las privatizaciones, ni la recuperación de los sistemas estatales de seguridad
social y mucho menos el mejoramiento de la demanda salarial. La burguesía transnacional
sigue apostando por el neoliberalismo. Un cambio de modelo solamente podrá abrirse como
posibilidad cuando la crisis económica se transforme en crisis de dominación política”
(Libreros & Sarmiento: 2009, 260).
De una u otra forma, las respuestas a la crisis se han dado en el marco de gestión de la
misma, de crear las condiciones de confianza que permitan el flujo de capitales y que
aseguren la acumulación de capital, a pesar de que algunos autores aseguran que el
capitalismo se encuentra en su etapa senil. Sin embargo, el capital mantiene su vigor e
iniciativa, por cuanto se reitera el movimiento del capital de producir una crisis que permita
(re)construir su posibilidades de acumulación y el consecuente movimiento de (re)formar el
sistema para mantener a la raya el descontento social que provoque su deceso.
Consideraciones finales.
Lo primero que hay que considerar es que las teorías marxista han realizado
aproximaciones a otras dimensiones de la crisis (específicamente la social, la política y la
ecológica), no obstante, se mantiene la preponderancia al análisis de las manifestaciones y
explicaciones económicas de la crisis, dificultando una explicación completa y compleja de
la realidad del fenómeno. El énfasis económico no es por descuido ni limitación del
desarrollo analítico de Marx como algunos autores sustentan, sino porque la discusión
sobre la crisis se ha situado en esos términos, ya que el correlato marxista, el neoclásico, ha
logrado conducir y legitimar la dimensión económica en los debates sobre la crisis, esto es
entendible por cuanto es el referente dominante en las explicaciones de la crisis. De esta
forma una resolución de la crisis que poco se tiene en cuenta es la exigencia en un cambio
de referente explicativo de la crisis para darle viabilidad a respuestas mucho más
elaboradas de las que puedan resultar de la complejización matemática.
La segunda consideración tiene que ver con el intento en las ultimas tres décadas de
complejizar los análisis en aspectos científicos pero no necesariamente matemáticos, sin
embargo, el intento de ruptura no ha logrado consolidar una “teoría de campo unificado”
-para usar la expresión de O’Connor- que permita realizar y presentar un análisis
multidimensional y coherente de la crisis. Lo que ha sucedido es que se presentan análisis
sectorizados o localizados en diferentes dimensiones sobre la crisis, donde se profundiza en
una de las dimensiones y se reseñan las otras sin desarrollarlas en una relación de
intrincamiento; iniciativas de análisis que indican la necesidad de responder a una realidad
contemporánea que desborda las explicaciones económicas. Curiosamente, los análisis de
teorías de economía crítica frente al referente neoclásico, vuelven la mirada a la propuesta
analítica de Marx sobre el entendimiento de la crisis y que por diversas razones habían sido
pasadas por alto, al mismo tiempo, se retoman las propuestas y se intentan llevar un paso
más adelante para la explicación de la crisis actual.
Un tercer punto tiene que ver con las explicaciones de la crisis actual y la viabilidad del
sistema capitalista. Se presenta una contradicción sobre la (re)producción y acumulación de
capital en términos de que es el desequilibrio el que permite garantizar la rentabilidad del
capital, sin embargo los desequilibrios han implicado el choque entre las posibilidades de la
rentabilidad del capital y los limites de la acumulación capitalista, en un ecosistema
empujado al agotamiento. En todo caso se ha resaltado a lo largo del escrito que la
respuesta a una crisis económica obedece al aspecto político, y es en aquel terreno en el que
la lucha se intensifica, y donde no se han estudiado las experiencias de luchas pasadas por
el poder en tales términos.
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Guillermo Restrepo
Introducción
Independientemente de los resultados electorales en las elecciones presidenciales para
elegir el nuevo Presidente de Colombia para el período 2010-2014, lo que resalta es el
derrumbe moral, político y económico de un régimen político autoritario. Es cómplice de
graves violaciones de los derechos humanos y de la legalidad democrática, al amparo de
la Constitución de 1991, legítima por muchos títulos democráticos. Algo similar, con sus
características propias en cada caso, ocurrió en Sudáfrica, Argentina, Chile y Uruguay. En
estos países se salió de la crisis de legitimidad por medio de un proceso tortuoso de
transición democrática en el cual la lucha política asumió las formas electorales en el
marco de un orden constitucional modificado.
Si algo ha mostrado estos procesos es que vivir una transición democrática es
experimentar un cambio en la forma de vivir. Han sido una praxis fundante de nuevos
significados, contenidos y sentidos del vocabulario político y de la vida cotidiana. Estos
proceso significaron trascender el presente, el aquí y ahora, para abarcar la dimensión
total del tiempo de una nación, incluyendo de una manera creadora su pasado y su futuro.
Durante el proceso, el pueblo tomó conciencia de que la crisis había destruido y seguía
destruyendo el sentido de nación, de colectividad cultural. Y a la vista del abismo, del
despeñadero que aterra, se puede revivir los ideales de la solidaridad despedazada por el
individualismo rampante, estimulado por las pseudoteorizaciones apologistas de libre
mercado que lo han consagrado en principio de la justicia y acicate fundamental de la
creatividad humana.
En las transiciones democráticas se vive un compromiso del alma con el imperio de la
legalidad amparada en ordenamientos constitucionales justos y democráticos, en
oposición a quienes quieren utilizarla como esquema fraudulento para mantener los
privilegios del antiguo régimen.
Las transiciones democráticas son procesos políticos en los cuales se supera la hegemonía
de las clases dominantes por medio de dictaduras abiertas o veladas. En el fondo son
procesos de evolución revolucionaria, lo que no es otra cosa que la voluntad del pueblo
puesta en acción para profundizar la democracia y acrecentar su poder político. Es
evidente que una condición necesaria para el inicio de un proceso de transición
democrática es la acumulación de un poder organizado de las fuerzas políticas que se
oponen el régimen autoritario con capacidad política suficiente para hacer prevalecer un
ordenamiento constitucional centrado en el respeto y la protección efectiva de los
derechos humanos y una orientación de la actividad económica en función de la
satisfacción de las necesidades sociales básicas de toda la población.
1948, cuando gana las elecciones el Partido Nacional (PN) y se consagra el racismo y la
discriminación racial como ideologías del nuevo estado.
El PN y el CNA se reunieron formalmente durante tres años, traban conocimiento entre
ellos y ponen en claro que hay dos concepciones sobre la orientación futura del Estado y
la Sociedad. La derecha se mantenía en una posición de orientación neoliberal de la
economía y en una negociación por lo alto de partido a partido. La izquierda exigía una
asamblea nacional constituyente, rechazo total a la ideología racista como componente de
las orientaciones del nuevo estado, un Estado unitario de ciudadanos iguales ante la ley,
abolición de la legislación del estado de apartheid, liberación de los presos políticos. En
las calles el CNA propició una estrategia de confrontación y turbulencia y el fracaso de
esta estrategia tuvo un lado positivo porque fortaleció las negociaciones. En 1993
acordaron el CNA y el PN repartirse el poder durante cinco años y establecer un Consejo
Ejecutivo de Transición que debía preparar la elección de la Asamblea Constituyente.
El CNA triunfa en las elecciones de 1994 con el 63% de los votos. Pero esta cifra es
insuficiente para legitimar la redacción de una nueva constitución que demandaba una
mayoría de los dos tercios de los votantes. Esta indefinición en el ejercicio del poder entre
izquierda y derecha dilató y entorpeció una política clara de justicia. La amnistía y el
indulto era el eje de la lucha de la derecha para favorecer a los responsables de crímenes
atroces. El nuevo presidente Mandela rogaba a las multitudes en mayo de 1994 perdonar y
proponía una ley de amnistía para los crímenes y delitos políticos, lo que era ya parte
integral de la propuesta de una nueva Constitución provisoria. Lo original de la propuesta
era que la amnistía dejaba de ser una prerrogativa del ejecutivo y se convertía en objeto de
estudio por comisiones de expertos amparados por normas constitucionales legitimas
compartidas por toda la nación. Esta comisión se llamó Comisión de la verdad y la
Reconciliación.
El resultado fue la impunidad. En 1995 se publicó una lista con 3500 nombres de
miembros de la fuerza de seguridad beneficiados con la impunidad. Entre ellos estaban
tres altos oficiales y numerosos escuadrones implicados en la creación de escuadrones de
la muerte enemigos del CNA.
La comisión tenía por misión revelar la verdad histórica sobre la violencia política en
Sudáfrica, pero pronto se convirtió en lo algunos llamaron “la comisión de lágrimas”. Las
víctimas, durante horas interminables, contaban a los miembros de la comisión sus
sufrimientos padecidos y los de sus familiares, como una catarsis redentora que habría de
llevar a estados de sosiego que servían de antesala al perdón y el olvido. Las víctimas se
organizaron y nombraron representantes para participar en audiencias públicas, pero no es
logró conformar una fuerza colectiva que exigiera justicia y transformaciones sociales
con garantía de no volver a repetir el pasado oprobioso de la discriminación racial. A esas
audiencias asistían muchas veces los victimarios. Algunos pedían perdón, pero otros no
sentían remordimientos.
El informe final se entregó en 1998 en cinco volúmenes. El régimen de apartheid es
denunciado como el principal responsable de violaciones de los derechos humanos. Al
CNA y otros movimientos de liberación se les imputa una responsabilidad moral y
política. No acepta la comisión la teoría de la guerra justa propuesta por los miembros del
CNA. Pero no se admite la equivalencia de las luchas de los opositores y defensores del
apartheid, como si fueran demonios iguales que recurren a la violencia, tal como se hizo
en Argentina. Se invalidó la argumentación de “la lucha sincera contra el comunismo”,
pues se estimó que era pura argucia para ocultar la defensa de los privilegios de la
minoría blanca. El resultado del informe poco ayudó a la reconciliación, pues los partidos
se atrincheraron es sus propias versiones de la historia que protagonizaron. La “verdad
histórica” de la comisión tenía una “objetividad” ajena a las preocupaciones políticas e
ideológicas de los contendientes.
Lo que quedó en claro es que la verdad histórica no es solamente un asunto académico de
historiadores y comisiones de veracidad, pues está implícita una exigencia de justicia.
Esta puede ser una justicia de castigo a los responsables individuales o una justicia
abarcadora y global de cambio de las circunstancias históricas que propiciaron los
crímenes y la violencia. La primera convierte la justicia como un corolario de la verdad
judicial. La última fue la justicia que se implanto en Sudáfrica a partir del régimen
político de Mandela y cuyo fundamento es la verdad histórica y política. No es que estas
concepciones de veracidad se contrapongan desde un punto de vista epistemológico, sino
que sus dimensiones no son comparables.
general de Pacificación Nacional con amnistía general para los actos de la subversión y
“los excesos de la fuerza pública” de 1973 a 1983
Alfonsín derogó esta ley y promulgó dos decretos: uno de procesamiento de los nueve
miembros de las tres primeras juntas; el otro de procesamiento de los siete principales
jefes de la guerrilla de extrema izquierda. Es decir, ponía en pie de igualdad el ‘terrorismo
de estao’ y ‘el terrorismo contra el estado’. Este enfoque se llamó teoría de los dos
demonios. Así se plasmó en la práctica del deseo de Alfonsín de impartir justicia, pero con
el agravante de que el régimen militar se consideró legítimo por su origen. El golpe de
estado de 1973 se justificó plenamente. Alfonsín creó en 1985 la comisión CONADEP
(comisión nacional sobre desaparición de personas) que fue inoperante. El 5 de diciembre
de 1986 se emitió la ley de Punto final bajo la presión militar para lograr la reconciliación
entre militares y civiles. El pueblo no la aceptó y a raíz de su promulgación se generaron
intensas movilizaciones en toda Argentina de los trabajadores, los piqueteros y las madres
de los desaparecidos. La Masacre de Avellaneda de junio de 2002 rebozó la copa, hasta el
punto que gobierno de Kirchner empezó en el 2003 con una política activa de promoción
de los derechos humanos y enjuiciamiento de los responsables por crímenes de lesa
humanidad ocurridos durante los años 70 por el Gobierno de la Reorganización Nacional.
Para llevar a la práctica esta política fueron anulados las leyes de la Obediencia Debida y
Punto final, las cuales tenían frenados dichos juicios desde el gobierno d Alfonsín. Hoy la
mayor parte de los miembros de la cúpula militar que participó en el régimen milita han
sido juzgados y condenados a pagar muchísimos años de cárcel bajo el gobierno de las
Señora Kirchner.
políticas del país que se opongan a la conducta antipopular y antinacional del actual gobierno, con
vistas a establecer un programa destinado a superar la crisis estructural que el país padece, restituirle su
destino de nación independiente y reintegran al pueblo la plenitud del ejercicio de las libertades
individuales y sindicales”
La derecha atemorizada, con una posible victoria de Allende, apoya masivamente a Frei.
Este recibió también el apoyo del gobierno de los Estados Unidos. Frei obtiene un 56%
2. Frente de Acción Popular (FRAP) coalición de partidos políticos de izquierda de Chile vigente entre
1956 y 1969. Sus antecedentes están en el Frente Nacional del Pueblo. Es reemplazado por la Unidad
Popular en 1969 que llevo como candidato a la presidencia a Salvador Allende en 1958 y 1964.
de los votos (una de las más altas mayorías en la historia electoral chilena) mientras
Allende obtiene el 40%.
Eduardo Frei lleva a cabo una política de reformismo moderado, en la que se destacan la
construcción de miles de viviendas, modernización del aparato estatal, la reforma
educacional (obligatoriedad de 8 años), fortalecimiento de las organizaciones de base y la
ampliación de la Reforma agraria. Esta última se convirtió en uno de los temas más
delicados ya que, a diferencia del gobierno de Alessandri, se incluyen expropiaciones de
las grandes haciendas, lo que lleva a enemistarse con los políticos de derecha que asumen
esto como una traición a su apoyo en la elección presidencial. Por otra parte, el gobierno
inicia el proceso de "Chilenización del Cobre" y se comprometió con un programa de
construcción de obras civiles de gran importancia como el metro de Santiago. Sin
embargo, en 1967, se comienza a resquebrajar la Democracia Cristiana mientras el
gobierno debe asumir el rechazo tanto de la izquierda como de la derecha. En 1968, las
huelgas comienzan a propagarse, mientras las reformas a las estructuras políticas de los
alumnos de la Universidad de Chile y de la Universidad Católica producen serios
enfrentamientos entre los estudiantes y el gobierno. La crisis se agudizó en 1969 y la UP
(unidad popular) se fortalecía con la adhesión del MAPU (Movimiento de Acción Popular
Unitaria), proveniente del ala radical de la DC.
Las elecciones de 1970 dieron la victoria a la UP con Salvador Allende como presidente
de los chilenos. La votación por Allende no fue abrumadora, lo que dificultó la realización
práctica de los programas de la UP durante su gobierno.
Salvador Allende asume el 3 de noviembre de 1970 e intenta construir una nueva sociedad
basada en el socialismo a través de la democracia, una experiencia única a nivel mundial.
Entre sus primeras medidas continua el proceso de reforma agraria y se inicia un proceso
de estatización de empresas consideradas clave para la economía nacional. A partir de
ciertos resquicios legales, basados en un decreto ley de 1932, si una empresa detenía su
producción podía ser intervenida por el Estado, por lo que el gobierno de la UP incita a
que los trabajadores detengan sus actividades y así, estatizar las empresas.
Después del segundo año de gobierno de Allende, la inflación y el boicot internacional
generan una profunda crisis económica y política que es capitalizad por la derecha para
deslegitimar al gobierno. Las clases dirigente chilenas buscaron en las fuerzas armadas el
salvavidas de sus intereses y conspiran activamente para provocar un golpe de estado.
El golpe de Estado acaecido en Chile el 11 de septiembre de 1973 derrocó al gobierno
legítimo de Salvador Allende tras un período de alta polarización política y convulsión
social. Fue planeado por un sector de la Armada de Chile con el apoyo de la CIA y los
servicios de inteligencia de la Oficina de Inteligencia Naval de Estados Unidos mediante
la creación del organismo de fachada, Cofradía Náutica del Pacífico Austral. Fue
ejecutado por los generales de los Altos Mandos de las Fuerzas Armadas y de Carabineros
y dirigido por el General de Ejército Augusto Pinochet. Apoyado por el presidente Nixon y
diversas compañías como Chase Manhattan, International Telephone and Telegraph
Corporation.
Al inicio fue creada oficialmente la DINA (Dirección de Inteligencia Nacional) que tenía
facultades para detener y confinar personas en sus centros operativos durante los estados
de excepción. Como estos estados duraron casi toda la dictadura, la DINA tuvo estas
facultades durante toda su existencia. Esta organización tuvo la tarea de enfrentarse a un
enemigo que, de acuerdo a la visión política de la Junta Militar, era la sedición marxista.
Entrenados en la Escuela de las Américas, los agentes de la DINA iniciaron una campaña
de represió generalizada contra los amigos personales de Allende, el MIR (Movimiento de
Izquierda Revolucionario), el Partido Socialista de Chile y el Partido Comunista. La
DINA empleó el secuestro, la tortura y el asesinato. Tenía también agentes
internacionales, siendo el más destacado el estadounidense Michael Townley, quien
asesinó a Carlos Prats en Buenos Aires y a Orlando Letelier en Washington, DC. Su otro
dispositivo internacional era la Operación Cóndor, de cooperación entre los diversos
organismos de contrainsurgencia de las dictaduras latinoamericanas, con el objetivo de
contener cualquier elemento de izquierda.
En 1978 el régimen militar entró en una profunda crisis cuando recibió la condena
mundial por el asesinato de Orlando Letelier en Washington DC, la polémica con el
general Leigh y su expulsión y el clímax del Conflicto del Beagle con Argentina que casi
desemboca en un enfrentamiento bélico.
Es este el contexto en el cual se da en 1978 la apertura que empezó al conceder una
amnistía general que cobijaba a todos los responsables de hechos punitivos. Es importante
observar que una ley de amnistía es un reconocimiento de culpabilidad posible en el
ejército. Pero los posibles responsables estaban casi todos en el exilio. Además, cuando se
invocó la ley de amnistía, los tribunales se negaban casi siempre a poner término a los
procedimientos. Un punto de inflexión se produjo cuando se aplicó a 38 militares a
quienes se les cerró el proceso judicial de inmediato.
En el mismo año se presenta el proyecto de una nueva constitución en la cual fue
aprobada en el plebiscito de 1980 ganado por los partidarios del régimen. Entre otras
cosas, se estableció un plazo de transición a la democracia: durante ocho años Pinochet
gobernaría como presidente, y cuando terminase ese período la Junta pondría un candidato
(que sería Pinochet posteriormente) para que lo aprobase en un nuevo mandato de 8 años
o lo rechazase. La Concertación de Partidos de izquierda moderada rechazó en 1988 la
postulación de Pinochet para ocupar la presidencia mediante un plebiscito nacional. Ala
convocar a elecciones, La Concertación proclamo a Patricio Aylwin como su candidato.
El programa electoral de Patricio Aylwin, candidato de la Concertación publicado en 1988
contenía un punto central, la derogatoria de la ley de amnistía, dado que era ineficaz en la
práctica. Su triunfo en las elecciones de 1989 presagiaba un cambio sustantivo. Pero no
fue así, porque el proyecto de transición democrática de La Concertación había sido
pactado con Pinochet. Una transición negociada tenía que tomar en cuenta a las Fuerzas
Armadas Chilenas, el enorme poder político de Pinochet y la legalidad del régimen
anterior encarnada en el aparato judicial y la Corte Suprema hostiles al tránsito hacia la
democracia. Además, sancionar la ley era casi imposible habida cuenta del control del
congreso por la derecha ayudada por los senadores vitalicios designados por Pinochet. La
derecha seguía en la práctica pertrechada en el poder i obstruía de manera obsesiva el
ejercicio de la justicia. La Corte Suprema reinterpretó la Ley de Amnistía de una manera
amplia para favorecer a los militares y favoreció la jurisdicción militar. Muchos militares
declarados culpables en tribunales civiles o destituidos por el gobierno fueron declarados
4. Es el nombre del lugar donde se iniciaron las negociaciones con los paramilitares en 2004.
El intento falló. Las exigencias del gobierno eran "absoluto respeto por la vida y la
libertad de los ciudadanos; abandono total de las actividades de narcotráfico; abstenerse
de homicidios, amenazas, desplazamientos forzados, presiones e intromisiones en las
actividades de las instituciones legítimamente constituidas, de las organizaciones
políticas o sociales; expandirse territorialmente o reclutar nuevos miembros; bloquear la
libre circulación de alimentos o medicinas" 5. Eran exigencias muy laxas que soslayaban
los problemas de justicia y reparación a las víctimas. Además, entre los desmovilizados
habían reconocidos narcotraficantes pedidos en extradición por Estados Unidos. Por ello y
mucho más el proyecto recibió fuertes críticas, lo que obligó al Estado a modificarlo y
convertirlo en un “proyecto de justicia y paz”, lo que no era parte de las conversaciones
informales entre representantes del gobierno y las AUC.
Por los medios de comunicación circulan todavía mensajes de confesiones amañadas y
peticiones de perdón de tartufos que se camuflaron de políticos anticomunistas en alianza
don la derecha colombiana. Sus allegados continúan orondos con el negocio del
narcotráfico defendido por bandas paramilitares. Algo cambió. La clase dirigente
colombiana agobiada por la profunda crisis de legitimidad del Estado que defiende sus
privilegios ha logrado librarse un poco del socio malo e incómodo con la esperanza de
darle un nuevo aire de legitimidad a un régimen social y económicamente resquebrajado,
inmerso en el cinismo de la retórica pragmatista y carente de los valores mínimos de
veracidad exigidos por la democracia a los gobernantes en la comunicación con los
ciudadanos.
Es el gobierno del “todo vale” para lograr fines políticos. En las clases dominantes
amparadas por un estado que perdió el distintivo de la legitimidad democrática,
predomina el todo vale: la violencia para despojar a los campesinos de sus tierras, el
soborno y el robo de los bienes públicos y las violaciones sistemáticas del ordenamiento
legal.
2. La valorización de la vida, la mía y la del otro, como un bien supremo que hay que
respetar y promover como un imperativo ético incondicionado.
3. Valoración de la educación y la salud como derechos sociales fundamentales, lo
cual debe reflejarse en la creación de sistemas públicos basados en esta premisa.
4. La superación de la influencia de la mafia sobre el Estado Colombiano.
5. Defensa de la verdad, la justicia y reparación relacionados con los crímenes de
lesa humanidad y el cese del hostigamiento al poder judicial, a los partidos de
oposición y a los movimientos sociales.
Y sobre todo, esta nueva conciencia ciudadana que se ha venido forjando en medio de
riesgos y amenazas y que cristalizó en las elecciones del 30 de mayo, tiene un ingrediente
nuevo: es una conciencia liberada que perdió el temor al régimen y está cargada de una
enorme voluntad política de cambio y redención de las víctimas de la violencia.
Como ocurrió en todos los países que atravesaron por un período autoritario y dictatorial
y tuvieron que encarar la lucha popular, la diabolización de la oposición era el punto de
partida en el orden ideológico, para combatirla y reducirla a la impotencia. Incluso en
Chile, donde las fuerzas de oposición se mantuvieron dentro de la legalidad, la sevicia de
destrucción y muerte fue inaudita y execrable. El oponente fue reducido a enemigo
diabólico y robado de su condición humana. En todos los casos aparece el gobierno de los
Estados Unidos como el ángel del bien movido por los afectos lascivos al poder y el lucro.
De modo que si la oposición era armada o legal, el efecto era el mismo si sus
compromisos políticos eran con la profundización de la vida democrática de los pueblos.
Nadie podrá, pues, tachar de insensata la afirmación de que las FARC- ep han sido y
siguen siendo una excusa de las clases dominantes colombianas para legitimar
indebidamente por medio del miedo sus propuestas políticas de hegemonía. Además,
hace cincuenta años no existían las FARC, pero sí existía el Frente Nacional como forma
organizada y duradera de la dominación oligárquica.
Mostraremos que los procesos de paz que se han ensayado en Colombia no han conducido
a un proceso de transición democrática, como muchos esperaban que ocurriera. Tal
hipótesis es puro espejismo. Se han invertido las relaciones implicativas y de causalidad.
En los casos de transiciones democráticas que hemos analizado, son estas las que
conducen a la paz y no a la inversa.
(A) Rojas Pinilla y la entrega de armas de la guerrilla liberal
Aquel General e Ingeniero Gustavo Rojas Pinilla que se alzó con el poder el 15 de Junio
de 1953 con el apoyo de las clases dominantes y de vastos sectores de la población, no
imaginó que sería el iniciador de un proceso de modernización del país de largo alcance y
de unificación de la dominación oligárquica en Colombia. Su llegada al poder fue
legitimada por una Asamblea Nacional, la guerrilla liberal accedió a deponer las armas y
todo indicaba que se vivía un auténtico proceso de reconciliación nacional. Pero quedó en
el campo un rescoldo de pensamiento socialista y de democracia directa basada en el
autogobierno que no ha desaparecido.
Todo empezó a cambiar cuando envió militares a recuperar las propiedades que habían
sido abandonadas por latifundistas en su huida de la violencia propiciada por la lucha
entre liberales y conservadores. La respuesta que encontró por parte de los campesinos
organizados en comunas de autodefensa armada fue la llamada a la reforma agraria. Atrás
quedaron sus veleidades populistas al estilo D. Perón en Argentina y G. Vargas en Brasil
plasmadas en un partido llamado Tercera Fuerza, cuya inspiración política era la
ideología social católica de encíclicas pontificias y el pensamiento bolivariano
interpretado desde la derecha. No se avinieron las élites agrarias y los partidos
tradicionales con la amenaza real de ser desplazados del escenario político nacional.
Rojas es depuesto el 10 de mayo de 1957 y la clases dirigentes colombianas se
comprometen con un ordenamiento jurídico nuevo surgido de un procedimiento
plebiscitario en el mimo año.
En el texto de Sitges, firmado por los ex Presidentes, Gómez y Lleras, encontramos el
verdadero espíritu del Frente Nacional, donde claramente se manifiesta que la paz de la
República es su objeto sine qua non: "… se ve claramente que todo lo que se propone a la
consideración de los partidos no tiene otra meta que la de alcanzar la paz para Colombia y
afianzarla perdurablemente, convirtiéndola en el primer objetivo de las fuerzas
tradicionales de la opinión Republicana…". Sus planteamientos básicos los podemos
resumir en los siguientes aspectos: refundar la República acudiendo al pueblo como
detentador del poder político; reafirma el papel de las Fuerzas Armadas cómo defensoras
de la nación; crear una sucesión de Gobiernos fruto de la coalición de los partidos liberal
y conservador obre la base de un entendimiento entre ellos; erradicación de la violencia
armada; rehacer la administración pública sobre bases de eficiencia y honestidad; mejorar
el nivel económico de los colombianos.
Es, pues, el Frente Nacional, una respuesta oligárquica a la crisis política y económica de
la época. Es un pacto excluyente compacto que excluyó a la oposición de la política al no
permitir en la administración pública personas no militantes en los partidos conservador y
liberal. El compromiso militarista de acabar con la insurgencia por la vía de la guerra y no
por la vía de la negociación política y de las reformas sociales, preparó el ámbito de la
nueva violencia de carácter social instalada en la historia nacional a raíz de la creación del
pacto reaccionario del Frente Nacional y cuyo conjuro ha resistido los más variados
ensayos del régimen.
orden público a través del Estatuto de Seguridad. De este modo se legitimó el control
coercitivo del descontento popular que se había expresado en el paro de 1977. A esta
política represiva se sumó el respaldo que el bipartidismo otorgó al gobierno en aras de
“la defensa de la democracia” y el apoyo de los dirigentes gremiales y los medios de
comunicación del establecimiento a los militares.
Pero el deterioro progresivo del régimen de Turbay, se abrieron para el logro de una
apertura democrática. La misma oligarquía empezaba a hablar de un hundimiento
institucional a raíz de las connivencias del régimen con las orgías plutocráticas de los
banqueros que llevaron a la quiebra del sector financiero y con los escándalos del lavado
de dólares en la “ventanilla siniestra del Banco de la República. Como si esto fuera poco,
arreciaron las críticas nacionales e internacionales por las violaciones sistemáticas a los
derechos humanos con denuncias concretas sobre la complicidad del Estado. En este
nuevo escenario, los grupos guerrilleros enarbolan de una manera explícita un discurso de
paz que pone en entredicho las políticas represivas del gobierno. Estas son las
circunstancias que movieron a Turbay a crear una comisión de paz y declarar una desvaída
amnistía por estado de sitio con vigencia limitada de treinta días que fue interpretada
como puro truco oportunista.
No es de extrañar entonces que la paz se haya convertido en el tema central de la
contienda electoral para el período 1982-1986. Y Belisario Betancourt supo sacar
provecho de las circunstancias. Sus objetivos fueron el Cambio con Equidad y la paz
como corolario de la erradicación de los factores objetivos de la violencia larvados en las
desigualdades sociales. Sin maquinaria política, el pueblo lo apoyó para expresar su hastío
con el clientelismo, sus dudas sobre los métodos represivos de la administración y el
continuismo que ofrecía el candidato del oficialismo.
Elegido por el “Movimiento Nacional”, Betancourt presentó al Congreso de mayoría
liberal un proyecto de amnistía e indulto, más generoso que el proyecto similar adoptado
por el Gobierno de Rojas en 1.953, según la opinión de los voceros del establecimiento, y
que llevó a la desmovilización de las guerrillas liberales. Amnistía, diálogo nacional y
apertura política eran los ejes del proyecto de paz de Betancourt. Sus palabras calaron
hondo en la conciencia de los colombianos: “Tiendo mi mano a los alzados en armas para
que se incorporen al ejercicio pleno de sus derechos“. En medio de una aceptación popular
sin precedentes, la Ley de Amnistía fue aprobada por el Congreso en 1982.
No se logró la paz. Era obvia la asincronía entre las propuestas de paz de Betancourt y las
realidades de la guerra: tanto la guerrilla como el ejército nacional se habían preparado a
partir de 1978 para la confrontación. Tal propuesta no encajaba en la lógica de la
confrontación en ese momento. Betancourt estaba al tanto de la nueva estrategia
paramilitar y de los planes del ejército. Sabía que políticamente estaba poniendo contra la
pared a la guerrilla, pues la paz se convirtió en una bandera política nacional. Haciendo de
la necesidad virtud, la guerrilla aceptó la propuesta de amnistía, y en marzo de 1984 firmó
el Acuerdo de la Uribe.
Fruto de la tregua precaria y los acuerdos de paz, la FARC lanzaron el partido político
llamado Unión Patriótica. Con ingenuidad e idealismo dijeron que “la Unión Patriótica es
hija del proceso de paz, surge de los acuerdos de la Uribe y de nuestro compromiso
histórico de organizar y unir al pueblo para que sea el garante y protagonista de los
cambios que hagan posible un país con paz, bienestar y liberta” . Varios de los dirigentes
políticos que participaban en representación de las FARC en los diálogos nacionales
fueron destinados a la organización de este movimiento. Se dedicaron al trabajo político
abierto bajo la protección mágica de unos acuerdos que no eran aceptados por los
enemigos del movimiento guerrillero, entre los cuales se destacaban el ejército con sus
organismos y los paramilitares. En el lapso mayo-octubre de 1985 fueron asesinados 165
miembros de la Unión Patriótica, casi todos por paramilitares.
La izquierda había entendido mal la realidad del momento. Creía que el estado
colombiano estaba comprometido con una política de garantías a los derechos humanos,
sobre todo el derecho a la vida y a la seguridad, sin parar mientes en que los gobernantes
de turno, legitimados en las elecciones, eran cómplices del plan siniestro de exterminio de
la izquierda.
En las elecciones presidenciales de 1986, Virgilio Barco, dirigente liberal, salió ungido
como presidente para el período 1986-1990. La UP se convirtió en la tercera fuerza
política del país con el 11% de la votación. Contra ella se volcaron las fuerzas organizadas
del terrorismo de estado bajo la modalidad paramilitar. El paramilitarismo emprendió una
campaña de exterminio de activistas agrarios motejados de comunistas. Las direcciones
locales de la UP fueron diezmadas. En el primer año de gobierno de Barco fueron abatidos
por sicarios cerca de 300 dirigentes de la UP, entre ellos Jaime Pardo Leal, candidato
presidencial de la UP, en 1987. Siguieron luego Bernardo Jaramillo, candidato
presidencial de la UP, Carlos Pizarro, máximo dirigente del M-19 y Manuel Cepeda,
Secretario General del Partido Comunista. Y otros. La lista es larga. Hacia 1995 la UP ya
estaba exterminada.
Es un grave error político y una falta a la verdad histórica atribuirle al narcotráfico los
más de 3.500 asesinatos de militantes y amigos de la Unión Patriótica. Porque se ha
demostrado hasta la saciedad que la eliminación sistemática de un partido político
democrático como la UP, fue el resultado de las relaciones simbióticas entre el
paramilitarismo y los organismos del Estado colombiano, sobre todo del ejército.
principales requisitos para deponer las armas era la creación de una Asamblea Nacional
Constituyente para modificar la constitución, la cual hasta entonces no garantizaba la
creación y desarrollo de otros partidos políticos diferentes a los dos partidos tradicionales,
ni daba espacio de representación a las minorías. Esta exigencia fue reforzada por una
fuerte presión estudiantil surgida a raíz del asesinato del líder liberal Luis Calos Galán
Sarmiento, logrando que se realizara una Asamblea Nacional Constituyente que promulgó
la llamad Constitución de 1991. El 8 de marzo de 1990 realizaron la entrega de armas en
su campamento de Santo Domingo liderados por su entonces comandante máximo Carlos
Pizarro León-Gómez y se desmovilizaron para convertirse en grupo político que se
conoció como Alianza Democrática M-19. En las elecciones de 1990 tenían como
candidato a la presidencia a Carlos Pizarro, pero éste fue asesinado el 26 de abril de 1990
dentro de un avión en pleno vuelo, al parecer por sicarios a órdenes del estado. En su
remplazo se presentó Antonio Navarro Wolf, quien ocupo el tercer lugar con cerca de
880.000 votos.
Dos fueron los objetivos fundamentales de la Asamblea: democratizar la vida política de
la nación, ante todo mediante la creación de nuevos espacios para que puedan participar
válidamente en la vida pública todos los sectores de opinión que así lo deseen y romper la
separación entre el Estado y el Ciudadano; modernizar el aparato estatal y colocarlo en
condiciones de cumplir, eficientemente, sus atribuciones esenciales, con aceptables
niveles de rendimiento en los campos económico y social, gracias a las actividades que
realice y, sobre todo, a las que promueva 6. Se reconocen varios aportes de la
Constituyente. Entre ellos se destacan: el haber servido como un instrumento eficaz de
paz y reconciliación con algunos sectores guerrilleros y su incorporación a la vida civil y
política; se garantiza constitucionalmente el respeto a las diferencias étnicas y culturales,
con lo cual se avanza notablemente en la secularización de las instituciones nacionales; se
reconoce la propiedad de los pueblos indígenas, la autonomía de sus gobiernos, el respeto
a sus tradiciones y religión; se refuerza la justicia, creando la figura de la Fiscalía
Nacional como ente acusador; se establece la Tutela, como mecanismo de protección de
los derechos fundamentales, lo que ha permitido que cualquier persona pueda demandar la
protección de sus derechos fundamentales violados, o incluso amenazados, ante cualquier
juez de su jurisdicción.
Sin embargo, hoy a casi veinte años de haber sido promulgada la Constitución de 1991 y
pese a todas las esperanzas que diversos sectores colocaron en ella, en Colombia
continúan entronizados la anomia, violencia, la violación de derechos humanos y la
desigualdad social rampante. Nos enorgullecemos de una Seguridad Democrática ficticia
impuesta a costa de una militarización creciente de la vida nacional y un aumento
desmedido de los gastos militares, sin que a vislumbre la terminación del Conflicto
Armado por la vía militar.
La actual Constitución continúa perpetuando entonces la tradición colombiana del
constitucionalismo aparente, hasta el punto de que sus dos objetivos principales continúan
lejos de cumplirse. Es bien sabido que para que una constitución tenga algún efecto, debe
reflejar los factores reales de poder y tener como base una sociedad dotada de virtudes
cívicas. Hoy como ayer sigue el predominio de la cultura del atajo y del individualismo
enfermizo e insolidario creado por el neoliberalismo y el narcocapitalismo.
6. Jaime Castro. La Asamblea Constituyente una necesidad nacional, Plaza & James editores.
del asistencialismo demagógico a los pobres, meros sujetos de favorcitos. El pueblo como
sujeto de transformaciones sociales desaparece mágicamente. Los pobres se convierten en
potenciales consumidores que sólo requieren de un poco de ayuda para que puedan
ingresar a la economía de mercado y así ser reconocido como ciudadano pleno de una
sociedad plutocrática.
En Walter Benajamin la utopía tiene un profundo vacío que la protege del historicismo.
La frontera de este vacío aparece justo en el momento en que parece disolverse la
diferencia entre el presente y el futuro. Es la utopía que se mueve hacia el futuro en
contravía del deseo profano de felicidad, lo que incrementa la fuerza del impulso
mesiánico. Es el momento de preservar la utopía, pero despojada de su encanto idealista.
Miremos el pasado y a los que han luchado por la democracia en Colombia, muchos de
ellos muertos en la lucha. De ese modo evitamos que los adivinos que contrata la clase
dirigente colombiana para adivinar el futuro puedan manipularlo. La labor realmente
ardua es la de predecir el presente y pronosticar el pasado, descifrando sus imágenes
antes de que se hundan en la memoria involuntaria 7. La memoria de los ancestros
esclavizados no puede sustituirse por el sueño de los nietos liberados porque el futuro
nunca borra el pasado. Hay que estar en guardia para no abrir sin más la puerta del futuro
al Mesías. Porque nuestra imagen de felicidad está indisolublemente ligada a nuestra
imagen de redención. Y esta imagen debe ser diáfana para que pueda dar nombre y
significado a la negatividad del sufrimiento histórico sin borrarlo por la vía positiva de la
utopía.
Un presente fecundado por el recuerdo del sacrificio de un pasado revolucionario ya no es
idéntico a sí mismo, pues ha roto el hechizo del Mesías desaparecido. Este presente puede
ser pobre, pero es la única posibilidad de consultar el pasado y hacer que las sombras de
los muertos aparezcan en sus bordes. Las situaciones trágicas no son modificables para
las víctimas. Pero siempre existe la esperanza de la vida después de la vida si redimimos
el pasado. Para ello hay que imbuirlo de significado retrospectivamente y darle valor
mediante la acción revolucionaria.
No importa que estas redenciones sean parciales. La visión de Marx es que La Revolución
es un proceso evolutivo revolucionario hacia la democratización de la vida social. La
Revolución como una realidad fáctica no existe, es una utopía que ilumina el futuro pero
no deja ver su rostro. Y la utopía hay que preservarla del historicismo como nos
aconsejaba Benjamin.
7. Ver el libro WALTER BENJAMIN o hacia una crítica revolucionaria de Ferry Eagleton publicado
por Ediciones Cátedra (1998).
Gabriel Becerra
Introducción
El objetivo de este ensayo es presentar un estado del arte sobre el debate de la nueva
izquierda latinoamericana1 a partir de una selección general y representativa de textos,
producidos por intelectuales y dirigentes políticos de la región con perspectivas y enfoques
diversos. A través de ellos, se refleja una activa polémica que tiene en cuenta un proceso
político en pleno desarrollo y disputa, no un hecho pasado e inmóvil. Su elaboración hace
parte de la primera etapa de la investigación sobre el PDA y la Nueva Izquierda
Latinoamericana.
Metodológicamente se ha optado por dividir la presentación en cuatro partes. En primer
lugar, se sugiere una clasificación de las razones sobresalientes que justifican la aparición
de la nueva izquierda latinoamericana, en especial, los elementos de contexto de donde
emerge. En segundo lugar, se aborda el aspecto de su caracterización y clasificación como
tendencia política, campo en el cual existe una renovada polémica, sobre todo, cuando se
suponía el triunfo del “fin de las ideologías” y la pérdida de vigencia de las categorías
izquierda y derecha. En tercer lugar, se resalta el debate sobre las experiencias de gobierno
de la izquierda y finalmente, se presentan algunas reflexiones sobre el Polo Democrático
Alternativo (PDA) y su perspectiva como referente nacional de la nueva izquierda
latinoamericana.
1
Se acoge la precisión hecha por Cesar A. Rodríguez en su texto sobre la nueva izquierda colombiana al
utilizar la calificación de “nueva” en un sentido descriptivo, no evaluativo.
género, opción sexual, etnia, lengua, etc. todas ellas, articuladas al emergente movimiento
antiglobalización. A su lado, persisten las fuerzas sociales y políticas históricas como los
campesinos brasileros y mexicanos, los indígenas bolivianos, ecuatorianos y colombianos,
y también los antiguos partidos comunistas y organizaciones de izquierda que lograron
subsistir al derrumbe de la URSS. Sumado a sectores intermedios, venidos a menos por la
voracidad del modelo, por ejemplo, los que se manifestaron con los cacerolazos en
Argentina o las huelgas de médicos en El Salvador. (Borón, 2004).
Asumiendo la existencia de está diversidad, pero desde otro enfoque, Jorge Lazo Cividanes
los identifica genéricamente como la pluralidad antineoliberal, a partir de una polaridad
entre neoliberales (ellos) y antineoliberales (nosotros) (Cividanes, 2007).
Desde otra mirada, la socióloga e investigadora chilena Martha Harnecker, resalta el papel
de los movimientos populares, nuevos y viejos, con la característica que los partidos
políticos y el movimiento obrero tradicional, muy golpeado por las medidas económicas,
pierden su protagonismo de primera línea. En sus palabras “se trata de movimientos muy
pluralistas donde coexisten componentes de la teología de la liberación, del nacionalismo
revolucionario, del marxismo, del indigenismo, del anarquismo.” (Harnecker, 2009).
Una buena parte de esas nuevas formas de resistencia dieron origen al movimiento
“antiglobalización” o de lucha contra el neoliberalismo que se fue extendiendo desde
Seattle, Washington, Nueva York, París, Génova, Gutemburgo, hasta desembocar en el
movimiento de los Foros Sociales como espacios de articulación de luchas comunitarias y
procesos políticos. Se destaca que estos movimientos sirvieron de recipientes para que
veteranos dirigentes marginados, aislados, inclusive desencantados, retomaran la lucha
política, y sobre todo, para que se incorporaran miles de jóvenes que hoy sobresalen en las
movilizaciones y protestas latinoamericanas y mundiales.
3
La autora se refiere a las reglas impuestas por el modelo político predominante en América Latina después
de las dictaduras o autoritarismos civiles, identificado como democracia liberal, democracia representativa, o
mejor, democracia gobernable. Sistema en el cual al sistema de partidos le corresponden dos funciones: 1. Ser
vehículos de selección de las élites (elecciones); 2. Actuar como filtro para impedir que los intereses
contrarios a los objetivos capitalistas puedan convertirse en políticas estatales. Los partidos tienen como
función filtrar la representación de intereses subalternos, pero también impedir que sus portadores se
organicen para expresarlos como demandas.
arraigos sociales que tienen, que obligan a los partidos a una mayor independencia
política. Pero ninguno pudo evitar contaminaciones con las prácticas sistémicas,
que invariablemente fueron objeto de críticas. Esta es una de las principales
razones del alejamiento de sectores de izquierda respecto de los partidos, llegando
incluso a manifestarse como un rechazo genérico a ‘la política’. Es un fenómeno de
dimensiones no desdeñables pues involucra a una izquierda no partidaria que tiene
importante capacidad de convocatoria social.” (Stolowiicz, 2004).
Por su parte, Atilio Borón hace énfasis al menos tres aspectos que explican los cambios en
la “base social” típica de los partidos que él llama populistas y de izquierda: a. la creciente
heterogeneidad del “universo asalariado”; b. la declinante gravitación cuantitativa del
proletariado industrial en el conjunto de las clases subalternas; c. la aparición de un
voluminoso “subproletariado”- denominado “pobretariado” por Frei Betto - que incluye
desocupados permanentes, trabajadores ocasionales, precarizados e informales, y en
general, a toda una gran masa marginada por el sistema. (Borón, 2004).
Estas características se integran a la multiplicidad de identidades (sexuales, étnicas,
lingüísticas, regionales, culturales, de género, etc.) que emergen en la complejidad del
mundo contemporáneo trasladando o disminuyendo la centralidad y la relevancia que en la
lucha política tenían las variables exclusivamente clasistas. A lo que se suman las
limitaciones propias de las organizaciones tradicionales del sindicalismo y las militancias
de izquierda, para interpretar correctamente los cambios sociales y adecuar sus estructuras
y prácticas organizativas.
4
Esta ponencia es la base de la introducción del reciente libro sobre la izquierda editado por el CINEP: “Una
historia inconclusa, izquierdas políticas y sociales en Colombia” (2010). En ella se presenta una aproximación
teórica que va desde la distinción que gira alrededor de la igualdad, muy propia de Bobbio, hasta la que
introduce un componente emocional identificado con la noción de “vida buena”. Más allá de esta nota de pie
de página no se alcanzo a incluir en el presente estado de arte.
Estas ideas siempre han sido claras para la mayor parte de la izquierda en América
Latina, y el planteamiento «nacionalrevolucionario» forma parte esencial de sus
programas de lucha en nuestra región.
6. Por último, un elemento importante en el desarrollo de la izquierda en escala
mundial, ha sido su necesidad y determinación de deslindarse de movimientos
populistas autoritarios o bonapartistas y de denunciarlos y combatirlos. Desde
Napoleón III hasta los fascismos del siglo XX y los militarismos populistas de
América Latina, la izquierda lucha por impedir que las masas populares renuncien
a su autodeterminación y a una acción movilizada desde abajo, para seguir
dócilmente al caudillo carismático. (Boersner, 2005, págs. 100,103)
Desde otra perspectiva, que muy poco incluyen los investigadores revisados, el profesor
Sergio de Zubiría Samper, enuncia algunas visiones de lo que se puede comprender por
izquierda, resaltando las miradas clásicas de Lenin y Gramsci como exponentes
representativos de una tradición en el pensamiento crítico del siglo XX. Zubiría lo sintetiza
en los siguientes términos:
“De Lenin heredamos el legado de una tradición de izquierda, que plantea la
necesidad de un claro contenido anti-capitalista en todo programa emancipatorio y
la preocupación incesante por la conformación cuidadosa de la conciencia de clase
socialista y comunista. Inaugura tres ejes de intensa discusión en la tradición
crítica desde el siglo XX: la apropiación por las masas de la teoría socialista para
convertirla en poder material, la naturaleza del partido revolucionario y el tipo
concreto de educación política para la emancipación”.
Esta perspectiva anti-sistémica alimenta una intensa tradición de debate en la izquierda con
autores como Rosa Luxemburgo y León Trotsky, sobre temas ya clásicos como: reforma y
revolución y la democracia socialista. En cuanto Gramsci resalta:
“ (sus) aportes a la tradición de la izquierda occidental son invaluables y
demarcan una tradición que otorga al pensamiento político unas marcas
indelebles: la relevancia de la teoría del poder y la hegemonía en los procesos de
transformación social; la presencia necesaria de las dimensiones educativa,
cultural, moral e ideológica en las luchas políticas contemporáneas; la compleja
distinción entre “sociedad política” y “sociedad civil” y la preeminencia de esta
última en las condiciones de las transformaciones actuales”. (Zubiría, 2007).
En suma, es imposible dejar de reconocer que las categorías derecha - izquierda siguen
estando activas y vigentes en el medio académico y político latinoamericano y mundial. Ser
de izquierda a inicios del siglo XXI mantiene su validez e implica una apasionante tarea de
reconstrucción ideológica y política que cuenta con un escenario privilegiado en la realidad
actual del continente.
Después de reseñar los factores más destacados que han favorecido el surgimiento de la
nueva izquierda y algunas precisiones sobre el significado de la categoría en general, se
presentan a continuación algunos núcleos de debate que se logran identificar:
Una tesis fuerte es la que defiende los cambios políticos que se viven en América Latina
como una tendencia histórica y no simplemente como un fenómeno coyuntural. Su
manifestación tiene raíces profundas en la prolongada crisis de la región y los fracasos de
varios moldes de control y dominación imperialista. No son simples o casuales cambios
electorales por agotamiento de las versiones tradicionales. Por el contrario, son la reacción
a las crisis económicas, políticas y sociales acumuladas en las sociedades del continente,
lideradas por sujetos del campo popular que han sabido canalizar el descontento y el
inconformismo por la vía electoral. Lo que no significa que estas experiencias sean
imbatibles, todo lo contrario, sus propias limitaciones y contradicciones indican que
también se agotan y deberán asumir duras pruebas de cara a la superación definitiva de las
inequidades, que a pesar de ellas sobreviven, sino quieren perecer en el intento, ahogados
en fórmulas posibilistas.
Todo dependerá entonces, de varios factores internacionales y nacionales, difíciles de
predecir, enmarcados en una fuerte lucha de clases. En palabras de Beatriz Stolowicz,
asistimos a una creciente recomposición de la capacidad de resistencia al neoliberalismo y
hay que hacer énfasis en la capacidad de construir una fuerza política suficiente que
mantenga los cambios.
“El accionar político de izquierda es mucho más vasto que la disputa electoral.
(…)Sin embargo, la probabilidad de convertir esos avances electorales en
posibilidades de cambio de la realidad latinoamericana actual no se reduce a tener
numerosas representaciones parlamentarias o ganar gobiernos municipales y hasta
nacionales. Éstos también dependen de la gestación de una fuerza política
suficiente, es decir, de una voluntad colectiva organizada capaz de cambiar las
relaciones de poder con las que el capitalismo neoliberal se reproduce en todos los
ámbitos de la vida social”. (Stolowiicz, 2004, pág. 4)
En está misma dirección sobre las perspectivas de los procesos de la nueva izquierda,
Roberto Regalado afirma:
“la pregunta es hasta qué punto cada fuerza de la izquierda que accede al gobierno
acepta ejercerlo como un fin en si mismo, y en qué medida está decidida a quebrar
la hegemonía neoliberal. (…) de esta historia viva que, con sus virtudes y defectos,
con sus aciertos y errores, escribe día a día la izquierda latinoamericana de carne
y hueso, es que nacerá ese otro mundo posible que demandan nuestros pueblos”.
(Regalado, Los gobiernos de izquierda en América Latina, 2008, págs. 45,47)
5
A propósito de esta clasificación, vale la pena resaltar el texto de Ernesto Laclau, profesor de la Universidad
de Essex, Reino Unido, “La deriva populista y la centro izquierda latinoamericana” (Laclau, 2006) que
ayuda a entender la categoría populismo utilizada comúnmente con un sentido peyorativo. Él es enfático al
afirmar que “Si hay un peligro para la democracia latinoamericana, viene del neoliberalismo y no del
populismo”.
c. ¿Reforma o revolución?
Esta diferencia clásica del debate del movimiento comunista internacional sigue siendo
muy vigente en varias elaboraciones sobre la izquierda latinoamericana. Es un núcleo de
debate valido en la medida que para autores como Roberto Regalado, después de hacer un
interesante recuento de las luchas políticas del continente durante el siglo XX, en especial
del papel de la dominación imperialista estadounidense y su adecuación después del fracaso
de la URSS, concluye ilustrando una contradicción que la justifica: “tarde o temprano, el
contenido popular y la “envoltura” capitalista de los procesos políticos desarrollados hoy
por la izquierda latinoamericana entrarán en una contradicción insostenible: solo una
transformación social revolucionaria, cualesquiera que sean las formas de realizarla en el
siglo XXI, resolverá los problemas de América Latina”.
Su tesis, desde un análisis marxista de la lucha de clases, parte de asumir que el actual
proceso de democratización no representa una apertura de espacios a la reforma progresista
del capitalismo, posible, según la experiencia histórica, únicamente en los lugares donde es
compatible con el proceso de reproducción del capital, circunstancia inexistente en el
continente; por lo tanto, los actuales procesos tienen que ver más con una nueva forma de
imposición imperial que utiliza un nuevo concepto de democracia, la democracia
neoliberal, capaz de “tolerar” a gobiernos de izquierda, siempre que se comprometan a
Uno de los indicadores más importantes sobre las limitaciones y posibilidades de la nueva
izquierda tiene que ver con el balance de las administraciones municipales o nacionales que
han estado a su cargo. Al respecto, sobresalen los textos de Beatriz Stolowicz con la
participación de profesionales de Cuba, Venezuela, Brasil, Uruguay, Bolivia, Ecuador, El
Salvador, México, Colombia y Chile, dedicados al balance político de las mismas 6.
También se encuentran textos del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales y algunos
artículos en revistas de análisis político como Nueva Sociedad. A nivel nacional, sobresale
el dossier dedicado al aspecto electoral que hace parte del cuaderno No. 4 de estudios
6
Los dos textos a los que se hace referencia son: Gobiernos de izquierda en América Latina. El desafío del
cambio, México, Plaza y Valdés, 1999. Y, Gobiernos de izquierda en América Latina. Un balance político,
Bogotá, Ediciones Aurora, 2007.
Con este cuadro de los acontecimientos en pleno desarrollo, Beatriz Stolowicz y su grupo
de trabajo, opta por un criterio ético de la izquierda para pensar su ejercicio al frente de los
gobiernos de América Latina, La izquierda busca “la emancipación humana, que implica
necesariamente igualdad social. Ésta es una definición de principio de una opción ética
con fundamento racional. Y que en América Latina es indisoluble de la conquista de la
independencia y el antimperialismo, de la reconstrucción y defensa e la identidad cultural
en su diversidad, (…) Estos fines emancipatorios, igualitarios y liberadores, sólo pueden
llevarse a cabo con la consecución y acrecentamiento del poder político, económico,
social y cultural de las grandes mayorías.”
Es entonces a partir de ese “deber ser” de la izquierda, desde donde se evalúan las
experiencias y la direccionalidad de los gobiernos y procesos, sus avances, obstáculos,
posibilidades y dificultades, así como también las acciones de quienes dicen representarlo.
Sus avances o retrocesos conllevan serias implicaciones, porque “sin el cambio necesario
están comprometidos la vida de millones, los países mismos y esta región pródiga del
planeta. Razones poderosas como para afirmar, en consecuencia, que no se es de izquierda
tan sólo por así declararse, sino que se es de izquierda por lo que se hace en pos de estas
transformaciones y construcciones necesarias. Es así que se llega a ser de izquierda”.
(Beatriz Stolowicz (coordinadora), 2007, pág. 15).
La lucha por mantener ese imperativo ético, implicaría evitar que la izquierda, que ha
logrado ganar batallas electorales, hasta el momento muy heterogénea en sus orígenes,
composición y desarrollo, se institucionalice en ese sistema de la democracia liberal.
Algunos síntomas de esa institucionalización se traducirían en la “amplitud” que conlleva al
pragmatismo de conquistar votos sin respetar límites, aún con posiciones que pueden llegar
a ser contradictorias y hasta antagónicas; o la inclusión en los principales cargos de
gobierno de dirigentes reconocidos de la derecha, que de manera abierta representan
orientaciones contrarias a la izquierda. El llamado que se hace de la mano de la ética,
implica un reclamo para que la izquierda haga valer su voluntad política por el cambio, para
que sí se la juegue por él, y desde ésta subjetividad, lidere la construcción de nuevas
relaciones sociales, políticas e institucionales de poder.
Otra sugerencia en el análisis es pensar a la izquierda gobernante, la “izquierda realmente
existente” en relación con las estrategias de la derecha, pues la izquierda no es inmune a sus
tácticas de cooptación mediante sus fórmulas posliberales que critican al neoliberalismo y
proponen ir más allá de él, pero sin tocar el capitalismo mediante el llamado “consenso
posliberal” que conlleva, por ejemplo, a ciertos sectores de izquierda a pensar que por haber
sido aceptados en el sistema representativo, los cambios institucionales son posibles sin
importar la correlación de fuerzas sociales; en consecuencia, en la medida que sube la
fuerza electoral de la izquierda, disminuye su presencia y capacidad de movilización social,
siendo progresivamente más importante el acercamiento al mundo empresarial que el
fortalecimiento del actor popular que los llevó al gobierno. Otro anzuelo es la
desarticulación ideológica de la izquierda para entrar en el juego de atraer la mayoría de
votos posibles, mediante la atracción del “centro”, lo que implica aceptar que los cambios
que propone serán dentro del capitalismo, sin aclarar si es porque no existen las
condiciones suficientes para ir más allá, por ahora, o porque definitivamente se ha
renunciado a construir un proyecto anticapitalista de sociedad.
Otro aspecto interesante del análisis es la referencia crítica al discurso de lo social como el
elemento distintivo de los gobiernos de izquierda. Y no hay duda que donde gobierna la
izquierda la mayoría de la gente tiende a vivir mejor y el gasto social es significativamente
mayor al de los gobiernos de la derecha, pero, no hay que pasar por alto, que la derecha
también hace esfuerzos en lo social y por lo tanto, no toda política social va dirigida a
generar las transformaciones necesarias.
En consecuencia, lo esencial desde ésta visión serían las realizaciones que logre
materializar la izquierda, no perder la perspectiva de los cambios y actuar, a pesar de los
contextos impuestos por el molde de la democracia liberal y sus condicionamientos
económicos, por construir una nueva correlación de fuerzas hasta lograr las
transformaciones antisistémicas que son necesarias.
Es ésta una perspectiva revolucionaria que asume que no es un momento para revoluciones
y por lo tanto es realista el “gradualismo político” (Stolowicz, 2004) o el llamado
reformismo, como posibilidad para avanzar (Borón, 2004), más no se debe, como lo
recuerda Atilio Borón, confundir la necesidad con virtud y renunciar a la exigencia ética y
política de la izquierda de luchar por transformar la realidad, deponiendo por anticipado las
armas en medio de la batalla.
“De modo que nadie crea que al hablar de reformas se piensa en un debate
cortesano y caballeresco acerca de los bienes públicos. Quien invoca a la reforma
en América Latina conjura en su contra a todos los monstruos del establishment.
En América Latina el camino de las reformas está lejos de ser un paseo por un
prado rebosante de flores”. (Borón, 2004, pág. 8).
Hasta aquí queda expuesta una mirada sobre las características y los desafíos de la nueva
izquierda y sus gobiernos, que compagina también con lo planteado por Emir Sader y su
Nuevo Topo. Emir Sader advierte a la nueva izquierda que debe estar preparada para una
“disputa hegemónica prolongada”, la cual, no será ni sometimiento a las burguesías
dominantes -como ocurrió durante el periodo reformista-, ni eliminación del adversario
-como en la clásica forma de la lucha insurreccional armada-; lo que él sugiere es un
“reposicionamiento de la disputa hegemónica como guerra de posiciones en el sentido
gramsiano, pasando por la conquista de gobiernos, por programas que reviertan los
procesos mercantilizadores y retomen la capacidad reguladora y de implementación de
medidas sociales por parte del Estado, que impulsen la recomposición de sujetos sociales
antineoliberales y anticapitalistas y, en una etapa posterior, a partir de un Estado
refundado, cristalicen la nueva relación de fuerzas y de poder entre los grandes bloques
sociales” (Sader, El Nuevo Topo, los caminos de la izquierda latinoamericana, 2009, pág.
195).
El PDA:
la nueva experiencia unitaria de la izquierda colombiana
La izquierda en Colombia irrumpe como una fuerza política con identidad propia a partir de
las primeras décadas del siglo XX, en el contexto de la expansión de las ideas socialistas
después de la revolución rusa de 1917; la caída de la hegemonía conservadora y el proceso
modernizador capitalista, impulsado por la Revolución en marcha bajo la administración de
López Pumarejo. En una primera etapa, estuvo dominada por la presencia del Partido
Comunista de Colombia (Medina, 1980), y se fue diversificando en la segunda mitad del
siglo XX, con la aparición de nuevas organizaciones influidas por experiencias de otros
países, o como reflejo de divisiones del movimiento revolucionario internacional, además
de las circunstancias propias de la lucha política colombiana.
Su presencia se desarrolló entre la naciente clase obrera, la intelectualidad progresista, el
campesinado y los movimientos populares de diversa índole, que fueron emergiendo en las
luchas urbanas durante el transcurso del siglo XX. Su actividad, con muy pocas
excepciones, se ha ubicado en el campo de la oposición y la resistencia al régimen
bipartidista, impuesto desde las elites económicas y las clases dominantes, mediante
métodos diversos, que incluyen desde el uso de la violencia, hasta las cooptaciones de sus
principales organizaciones y dirigentes.
Las experiencias de alianza o procesos de unidad más representativos de la izquierda que
sobresalen en el transcurso de su historia son: el Frente Unido del Pueblo (1965); la Unión
Nacional de Oposición, UNO (1972-1975); la Unión Patriótica (1985-1994); la AD-M19
(1991-1995); el Frente Social y Político (1999-2002) y el Polo Democrático Alternativo
(2005). Esto no significa que sean las únicas experiencias unitarias en la historia de la
izquierda colombiana; sería muy larga la lista de siglas con los nombres de todos y cada
uno de los esfuerzos realizados, una buena parte de ellos, muy esporádicos y con poca
trascendencia política. Igual hay que registrar, que desde campos distintos al estrictamente
político partidario, la izquierda ha constituido otros procesos de alianzas como la Central
Unitaria de Trabajadores, en el movimiento sindical, o la Coordinadora Guerrillera Simón
Bolívar entre las guerrillas (Vásquez, 2007).
Cuantitativa y cualitativamente, cada experiencia o periodo merecería un análisis particular,
por lo tanto, no es aconsejable caer en las generalizaciones que reducen los fenómenos a
hechos o protagonistas aislados de las circunstancias y los contextos. Autores como
Gerardo Molina, Medófilo Medina, Ricardo Sánchez, Mauricio Archila, Fabio López,
Orlando Fals Borda y Eduardo Pizarro, entre otros, y desde diversos enfoques ideológicos,
han contribuido a la historiografía de la izquierda colombiana, donde es justo reconocer,
existe todavía un vasto campo por explorar para la investigación social.
En lo que respecta al PDA específicamente, su relevancia surge, en primer lugar, de la
amplitud y la diversidad de corrientes que logran reagruparse a pesar de sus
diferencias a partir de los acuerdos firmados en 2005. El Polo, como proceso de
convergencia, se constituye en la expresión de una necesidad histórica que reclamaba
7
Sobre la experiencia electoral del PDA se sugiere consultar el análisis de Constanza Sánchez y William
Pérez en el Dossier que sobre el giro a la izquierda de América Latina en las elecciones, presenta el Cuaderno
de Estudios Latinoamericanos No. 4 de la Academia Diplomática San Carlos y la Universidad Externado de
Colombia. (Constanza Sanchez y William Pérez, 2008)
8
Vale la pena resaltar un número variado de artículos de análisis en revistas como CEPA, TALLER,
DESLINDE, orientadas por corrientes y organizaciones integrantes del PDA.
9
A la fecha se han producido cinco cartillas distribuidas masivamente y de fácil consulta en la dirección
electrónica: http://www.polodemocratico.net/-Documentos-
Bibliografía
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Chávez, La Nueva Izquierda Latinoamericana (págs. 436-456). Bogotá: Norma.
• Bobbio, N. (1995). derecha e izquierda. Madrid: Tauros.
• Gallegos, F. R. (2006). Mucho más que dos izquierdas. Nueva sociedad 205 , 30-44.
• Jaime Caycedo Turriago, Jorge Gantiva Silva, Mario Aguilera Peña, Nelson Raul
Fajardo Marulanda, Luis Humberto Hernández,Ivan David Ortiz Palacios. (2008).
Autoritarismo y posibilidades de la izquierda en Colombia. En J. E. (Compilador),
Izquierda y socialismo en América Latina (págs. 307-403). Bogotá: Universidad
Nacional de Colombia.
• Laclau, E. (2006). La deriva populista y la centroizquierda latinoamericana. Nueva
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• Orlando Fals Borda, Ricardo Sánchez, Jorge Gantiva. (2003). ¿Por qué el socialismo
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• Petkoff, T. (2005). Las dos izquierdas. Nueva Sociedad , 114-128.
• Regalado, R. (2006). América Latina entre siglos: dominación, crisis, lucha social y
alternativas políticas de izquierda. La Habana: OCEAN PRESS.
• Regalado, R. (2008). Los gobiernos de izquierda en américa latina. Querétaro: Ocean
sur.
1
Jorge Turner: “Notas sobre El antiimperialismo y el APRA”, en Ruy Mauro Marini y Margarita Millán
(Coordinadores): La Teoría Social Latinoamericana Tomo I: Los orígenes, Ediciones El Caballito, México
D.F., 1994, Pág.67 a 82. Ver también Christine Hatzky: Julio Antonio Mella (1903-1929). Una biografía,
Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2008, Pág.305 a 319.
2
La República: Dossier, Lima, 2 de agosto de 2009, Pág.2.
3
En 1962 la progresiva domesticación del APRA le valió estar a las puertas de la presidencia por segunda
ocasión, pero las fuerzas armadas ejercieron su poderoso veto y reclamaron la existencia de un supuesto
fraude electoral favorable a los apristas. Esto le abrió el camino a Fernando Belaúnde Terry de Acción
Popular a su primera gestión como mandatario. El posterior acercamiento del APRA y AP puede haber sido
uno de los móviles menos visibles pero más urgentes para decidir al grupo de oficiales vinculados a Velasco a
deponer a Belaúnde Terry en 1968.
hasta finales de los setenta.4 De La Puente Uceda, pese a su origen político, es al mismo
tiempo una víctima de la alianza entre el aprismo y los partidos oligárquicos en el
legislativo peruano, pues la muerte cruenta que recibió, su decapitación y posterior
desaparición de sus restos mortales, pudo ser consecuencia del proyecto de ley presentado
por la bancada aprista que establecía “la pena de muerte para todos los insurrectos del
65”.5
Es importante señalar que la animosidad entre el APRA y las Fuerzas Armadas era
recíproca, compartiendo por regla general los apristas la oposición al gobierno velasquista
junto a la oligarquía. La excepción fue el ex guerrillero mirista Carlos Delgado, ex
secretario personal de Haya de la Torre, quien trabajaría en el Sistema Nacional de
Movilización Social (SINAMOS), la entidad política que a falta de un partido creó el
gobierno de Velasco para establecer una relación eficaz con la población. Aunque Haya de
la Torre trataría de establecer un acercamiento con los velasquistas, a quienes consideraba
ejecutores de parte de las propuestas históricas del aprismo, llegando a afirmar
públicamente:
“...a los que han tomado el gobierno por la fuerza, (…) podemos decirles: los
podemos ayudar (…) no se nos califique de partido hostil, hostil no podemos serlo
contra un programa del que nosotros somos padres y creadores.”6
Sería el sucesor de Velasco Alvarado, el general Francisco Morales Bermúdez quien daría
un giro a la derecha y en 1976 comenzaría a tratar con el PAP un retorno del gobierno a
manos civiles.7 Ello le posibilitó a los apristas controlar el proceso constituyente, presidido
por Haya de la Torre y donde el joven Alan García ya jugaba un papel protagónico como
delfín del fundador del APRA, que tuvo como culminación la aprobación de una
Constitución Política en 1979. Sin embargo Haya enfermó gravemente antes de concluir la
redacción de la Carta Magna, perdiendo el PAP su mejor opción para la candidatura
presidencial en los comicios de 1980 donde resultaría electo por segunda ocasión Fernando
Belaúnde Terry.8
4
Patricia Caycho: “El sepulcro escondido”, Caretas No.1889, Lima, 2 de setiembre de 2005, Pág.24 a 31 y
87.
5
José Luis Renique: “De la traición aprista al gesto heroico – Luis de la Puente y la guerrilla del MIR”,
Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, Vol.15 No.1, Universidad de Tel Aviv, 2004,
Pág.111.
6
Fragmento de un discurso pronunciado en febrero de 1974 citado en Carlos Reyna Izaguirre: La
anunciación de Fujimori. Alan García 1985-1990, DESCO, Lima, 2000, Pág.19.
7
Dirk Kruijt: La revolución por decreto: Perú durante el gobierno militar, FLACSO-Mosca Azul Editores,
Lima, 1991.
8
Julio Cotler: “De Velasco a Belaúnde: el problema de la construcción nacional y la democracia en Perú”, en
Pablo González Casanova (Coordinador): El Estado en América Latina: Teoría y Práctica, Siglo Veintiuno
Editores, México, 1990, Pág. 349 a 366.
9
El primer gobierno del APRA: ¿“sólo el APRA salvará al Perú” ?
El voto favorable a un presidenciable aprista en 1985 de casi el 50% del padrón electoral
reflejaba un castigo hacia la derecha conservadora responsable de la desacertada respuesta
estatal a la violenta irrupción del Partido Comunista de Perú-Sendero Luminoso (PCP-
SL) en la escena pública a partir de 1980. Sin embargo, el APRA era corresponsable de
haber apoyado con su bancada parlamentaria al sector oficialista de Acción Popular en el
Senado cuando propuso que la subversión armada (‘terrorismo’) debía ser considerada
como “traición a la patria”.10
“La ley será aplicada con severidad, también para quienes violen los derechos
humanos mediante la muerte, las ejecuciones extrajudiciales y la tortura y por
abuso de su función, pues para luchar contra la barbarie, no es preciso caer en la
barbarie.”12
Sin embargo, este enunciado a favor de la legalidad en la actuación de las fuerzas militares
y policiales en la represión de los actores armados antigubernamentales fue puesto a
prueba. El gobierno de Alan mostró rápido una predisposición a calmar la desconfianza
histórica de las fuerzas armadas hacia el aprismo autorizando o tolerando los excesos que
se cometieron en su primer mandato. Consta que en más de una ocasión las tensiones entre
los uniformados y el Ejecutivo estuvieron a punto de desembocar en un golpe de Estado.
Por esa época el PAP se distanció del discurso y creó su propia organización paramilitar, el
Comando Rodrigo Franco (CRF), que utilizó para victimar a quienes consideraba
partidarios o aliados del PCP-SL, incluyendo militantes de las diversas organizaciones que
componían a la Izquierda Unida. Así es como bajo el liderazgo de Agustín Mantilla
9
Consigna política histórica en la militancia aprista.
10
Eduardo Toche Medrano: Guerra y democracia: los militares peruanos y la construcción nacional,
DESCO-CLACSO, Lima, 2008, Pág.225.
11
Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo (DESCO): Violencia política en el Perú 1980-1988, T.I,
DESCO, Lima, 1989, Pág.191.
12
Comisión de la Verdad y Reconciliación: Informe Final, Sección 2da Tomo III Capítulo 2, Lima, 2003,
Pág.5.
Campos, quien sería el Ministro del Interior en el primer gobierno de Alan García, el PAP
organizó a partir de 1983 el reclutamiento de estudiantes afiliados al aprismo en la
Universidad Inca Garcilazo de la Vega para crear ‘cuerpos de seguridad’ que protegieran a
los líderes del aprismo. A partir de 1985, convencidos de que el marco jurídico era
insuficiente para amparar a las fuerzas estatales en su enfrentamiento contra la insurgencia
armada del PCL-SL y del MRTA13, estos militantes apristas con la participación
minoritaria de elementos de las fuerzas policiales se constituyeron en escuadrón de la
muerte amparados de impunidad “pues estos casos siempre se investigaron
deficientemente sin que se haya impuesto sanción alguna por los mismos.”14
La debilidad de Alan frente a las fuerzas armadas, tan evidente en las ironías del
suplemento humorístico ¡No! Del semanario ¡Sí! que dirigía el periodista César Hildebrant
o en los análisis de la revista de DESCO Quehacer, quedó expuesta durante la crisis de los
penales en 1986. En el mes de junio de ese año se reunió en Lima el XVII Congreso de la
Internacional Socialista (IS), momento aprovechado por los senderistas presos en los
diferentes penales limeños para reclamar sus derechos, tomando rehenes en cada centro
penitenciario, lo que desembocó en uno de los hechos más sangrientos registrados durante
los años más intensos del conflicto armado interno.
La represión desatada por las fuerzas armadas, especialmente por la infantería naval de la
Armada Peruana, provocó un amplio rechazo por la ejecución extrajudicial de muchos
presos de SL que se rindieron ante la superioridad de los militares. Sólo en años recientes
se filtró a la prensa peruana que la ejecución de los prisioneros casi fue sugerida de modo
ambiguo por el propio presidente Alan García en una reunión de emergencia del Consejo de
Ministros el 16 de junio de 1986. Unos días después el presidente aseguraba que “el orden
había sido restablecido y la autoridad restaurada en los penales, a un costo muy elevado
de muertos, lo que significa un precedente de cómo debe actuar un gobierno democrático
en el marco de la ley, pero con autoridad para restablecer el orden”15 (subrayado mío). El
venezolano Carlos Andrés Pérez fue en esas circunstancias el aliado más solícito de Alan
García, obrando de vocero ad hoc del gobierno peruano ante los delegados al Congreso de
la IS.16 No es de extrañar que autorizara una represión peor: la del “Caracazo” en 1989.
En opinión del periodista peruano Gustavo Gorriti, la matanza acaecida en los penales es un
momento cumbre para el PAP y Alan García. Este comprendió que la herencia histórica de
lucha armada del APRA no era suficiente capital simbólico, ni como referente para
13
Como cuestión anecdótica habría que apuntar que el líder histórico del MRTA, Víctor Polay Campos, quien
guarda prisión actualmente, proviene de una familia aprista. Su padre fue uno de los fundadores del APRA
junto a Haya de la Torre. Polay y Alan García fueron compañeros de militancia y de estudios en la juventud.
Veinte días antes del traspaso de gobierno de Alan García a Alberto Fujimori, 48 presos del MRTA (incluido
Polay) realizaron una fuga espectacular de un penal de máxima seguridad, especulando varias fuentes la
posible influencia de los apristas en ese hecho. Pero este detalle nunca fue confirmado y ha sido refutado por
varios académicos y analistas de la realidad peruana ante la ausencia de elementos probatorios.
14
Comisión de la Verdad y Reconciliación: Informe Final, Sección 4ta Tomo VII Capítulo 2, Lima, 2003,
Pág.202.
15
“Asociación Americana de Juristas presenta denuncia ante la Fiscalía de la Nación”, La República, 5 de
mayo de 2001.
16
“Incómodos bajo la carpa”, Cambio, No.11, Lima, 26 de junio de 1986, Pág.7
interpretar al PCP-SL ni para negociar con esta fuerza política. Y en ese sentido, prevaleció
en ese instante una vertiente ‘fascista’.17
Al finalizar su primer mandato, Alan había logrado disolver las simpatías que generó al
ganar las elecciones. Dejaba un país sumido en una de las mayores hiperinflaciones que
recuerde la historia mundial (7600%). Su intento de ganar protagonismo internacional
quedando bien con deudores y acreedores, con la tesis de limitar los pagos anuales de la
deuda externa al 10% de las exportaciones, había arruinado la posibilidad de concertar una
posición común de los países deudores al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco
Mundial (BM) para declarar ilegítima e impagable la deuda externa, pese a lo cual fue
aislado por ambas instituciones. Súmese a ello un país sumido en el caos de una sociedad
sometida al fuego cruzado del terror estatal de las fuerzas armadas de un lado y del terror
polpotiano de Sendero Luminoso como contraparte.
Alan casi salió de la escena política por corrupción y el PAP pasó una etapa incierta de
supervivencia luego del autogolpe fujimorista de 1992. Acusado el primero, asumió el
papel de perseguido político y comenzó un largo exilio en Colombia que duraría nueve
años. En el pasado Víctor Raúl Haya de la Torre había tomado la decisión de permanecer a
resguardo de la persecución política, luego del fracaso de la insurrección armada de 1948,
en la embajada de Colombia en Lima. ¿Paralelismo histórico casual o imitación del líder
histórico del aprismo para presentarse como heredero legítimo de su épica? A beneficio de
inventario quizás la primera, pero sospechemos de la segunda.
17
Es más prolijo decir autoritaria, pues aunque existen paralelos entre el aprismo y el peronismo, sería un
error desconocer sus diferentes orígenes e historia. Ver: Gustavo Gorriti: “”El prólogo de la gran violencia”,
en Roland Forgues, Perú, entre el desafío de la violencia y el sueño de lo posible, Editorial Minerva, Lima,
1993, Pág.141.
18
Tulio Mora: Días de barbarie, APRODEH, Lima, 2003, Pág. 41 y 91.
Sin embargo, pese a la derrota de su candidato el aprismo se veía así mismo como una
fuerza con la que el nuevo presidente tendría que contar, por su fuerza en el legislativo
bicameral: 54 diputados de un total de 180 y 16 senadores de los 60 electos. La esperanza
del PAP se difuminó luego del autogolpe que Fujimori propinó con sectores de las fuerzas
armadas el 5 de abril de 1992, para deshacerse del freno que constituía para él la oposición
legislativa.
Es cierto que la candidatura de Alan no pudo ser inscrita por una prohibición legal que fue
levantada por la Corte Suprema de Justicia en enero de 2001. Esto le permitió a Alan
García presentarse como candidato por el PAP a las nuevas presidenciales donde fue electo
Alejandro Toledo en segunda vuelta con un 47,5% de votos favorables al aprismo, que
además ganó 29 de los 120 puestos congresionales.19
19
Alberto Adrianzen et al (Coeditores): Países andinos: los políticos, Ediciones Nova Print S.A.C., Lima,
2008, Pág. 309 a 312.
“… estoy seguro que esa Constitución del 79 por la que voy a luchar y pelear, para
que se restituya, no va a permitir ninguna dictadura ni autoritarismo.”22
Al cabo de casi cuatro años de su segundo gobierno, Alan García no ha promovido ningún
proceso que culmine con la derogación de la Constitución de 1993, y su sustitución por la
de 1979 o por una nueva nacida de un proceso constituyente. La Constitución vigente le ha
facilitado la promulgación de normas jurídicas complementarias que legalizan la represión
en contra de sus opositores.
20
César Levano: “la obsesión del voto escondido”, Caretas No.1661, Lima, 15 de marzo de 2001, Pág.19.
21
“Alan García dice que el gobierno pretende destruir a las Fuerzas Armadas”, La Razón, Lima, 21 de mayo
de 2002.
22
Debate Presidencial, Lima, 21 de mayo de 2006, Pág.23
En relación al ‘libre comercio’ entre Perú y Estados Unidos, el PAP ya había dejado por
sentado en su programa de gobierno para las elecciones de 2006 su proclividad a apoyar el
TLC con el país norteño. De forma cuidadosa y como parte de sus objetivos de ‘integración
continental’, se enunció que en caso de convertirse en el partido de gobierno, el PAP
aprobaría “…el TLC previo estudio a fondo de sus costos y beneficios para el país, para lo
que se requiere la más completa información al respecto.”23 En el debate programático,
uno de los dos representantes por el APRA, Enrique Cornejo, fue más explícito:
“Vamos a apoyar un TLC con los Estados Unidos, pero un TLC que sea para todos
y no para unos pocos, eso significa, TLC con compensaciones para los agricultores
que pierden por los subsidios norteamericanos, (…)Con este esfuerzo lograremos un
desarrollo con justicia social, con gobernabilidad democrática y paz social para que
vengan las inversiones.”24
Quizás por esas indefiniciones tanto Lourdes Flores Nano como Ollanta Humala, opuestos
partidariamente, reclamaron definiciones sobre el tema a Alan García cuando fue electo
mandatario por segunda ocasión.
Pero en política la práctica es la que da la última palabra, más allá de los discursos y las
declaraciones públicas. El 14 de diciembre de 2007, Alan García confirmó su giro cada vez
más hacia la derecha y en alineación con Washington cuando firmó el TLC con su
homólogo estadounidense. Por cierto, el ex presidente Bush. Jr, en funciones de mandatario
en aquella época, luego de la firma y de un diálogo bilateral sobre la agenda internacional
se refirió elogiosamente sobre el presidente peruano al decir: “¡Este es un hombre que sí
entiende de las cosas!”.25 Proviniendo la frase de un estadista tan ‘erudito’ no queda claro si
Alan García tomó la frase como un halago o un insulto.
Para implementar jurídica y políticamente el TLC con Estados Unidos, valga decir,
eliminando las resistencias de la oposición nacionalista y de la movilización social, el
gobierno de Alan García no encontró una mejor vía que la de criminalizar la protesta. A ese
efecto previamente aprobó 11 decretos legislativos (los comprendidos entre el 982 y el 992)
en julio de 2007. A esos efectos, autorizó la inmunidad para la represión, cuando modificó
el Código Penal y eximió de responsabilidad penal a las fuerzas armadas y policiales:
“Artículo 20º.-Inimputabilidad
Está exento de responsabilidad penal:
(…)
11. El personal de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, que en el cumplimiento
de su deber y en uso de sus armas en forma reglamentaria, cause lesiones o muerte.”26
Para la Asociación Pro Derechos Humanos – APRODEH queda claro que semejantes
decretos constituyen una “fuerte vulnerabilidad sobre los derechos humanos de los
ciudadanos peruanos.”27
Este cambio del marco jurídico afectó posteriormente a las ONG’s internacionales que
tienen a su vez domicilio legal en el Perú y que apoyan a las organizaciones sectoriales en
el reclamo de sus derechos. El presidente Alan García remitió al congreso peruano un
proyecto de ley para disolver las asociaciones que ha denominado ‘ONG’s violentistas’,
porque según consta en la exposición de motivos estas personas jurídicas pueden desarrollar
“actividades que contravengan no sólo el orden público o las buenas costumbres, sino
también la soberanía nacional, la seguridad del Estado y el principio de no intervención en
los asuntos internos”.28
La poca capacidad o el interés nulo por solucionar mediante el diálogo los reclamos de las
comunidades indígenas y los trabajadores peruanos afectados por la aplicación del TLC se
hicieron evidentes en el manejo de la crisis que se provocó en Bagua en junio de 2009. En
el 2008 Alan García se refirió peyorativamente sobre los sectores de la sociedad que se
cuestionaban la forma en que debía ser armonizado el sistema normativo peruano para
cumplir con las exigencias del TLC con Estados Unidos, calificándolos de “perros del
hortelano”.29 Para finales de ese año aprobó dos decretos legislativos, el 1064 (Régimen
jurídico para el aprovechamiento de las tierras de uso agrario) y el 1090 (Ley Forestal y de
Fauna Silvestre), con los que lesionaba los intereses de las comunidades amazónicas.
Conclusiones.
El giro a la derecha del APRA, sinuoso desde la época de Haya de la Torre, es ahora
inequívoco. Alan García incluso ha reinterpretado el pensamiento de Haya, en una suerte de
27
Wilfredo Ardito Vega et al: Serios peligros para los derechos humanos. Los 11 decretos del gobierno de
Alan García, APRODEH, Lima, 2007, Pág.27.
28
Congreso de la República del Perú: Proyecto de Ley No. 2872/2008, Lima, 19 de noviembre de 2008, Pág.5
29
Alan García Pérez: “El síndrome del perro del hortelano”, El Comercio, Lima, 28 de octubre de 2007.
30
Congreso de la República del Perú: Diario de los Debates, Lima, 4 de junio de 2009, Pág.5 a 10.
31
Congreso de la República del Perú: Diario de los Debates, Lima, 10 de junio de 2009. Ver también
Congreso de la República: La Voz del Parlamento, Año I No.25, Lima, junio de 2009.
A los problemas de orden interno, agravados por una política confrontacional que recurre
con facilidad al uso de la fuerza, habría que agregar una política exterior alineada a
Washington. A los frecuentes exabruptos con los gobiernos de cambio más radicales (con
Venezuela por el asilo a varios opositores prófugos de la justicia; con Bolivia por su
supuesta intromisión en los asuntos internos), se une el respaldo al presidente Uribe en el
tema de las bases militares estadounidenses en Colombia (a las que se unirán otras que
virtualmente ya operan en Perú).
Al parecer la mutación del APRA es definitiva con el liderazgo de Alan García. 33 Alejada
de su historia primigenia, se ha convertido en la antítesis de la fuerza política que necesita
el Perú del siglo XXI para superar la violencia del pasado, los miedos del presente y las
incertidumbres del futuro. No hay voluntad política en el aprismo para reducir la exclusión
social y terminar con la fragmentación regional del país. El APRA gobernante garantiza la
política neoliberal del fujimorato y la represión. Alan García criticaba la derechización del
laborismo británico de Tony Blair, diciendo que no era de la tercera vía sino que había
descubierto la ‘cuarta vía’. Tan juicioso distanciamiento es insuficiente para esconder a la
luz del sol el transfugismo político del APRA y de su líder, derecha disfrazada de
socialdemocracia.
32
Enrique Chávez: “La arqueología del discurso”, Caretas No.2021, Año LVII, Lima, 3 de abril de 2008,
Pág.76 a 78.
33
Antonio Zapata: “¿El último viraje del APRA?”, Bajo la Lupa No.8 Año 2, Lima, junio de 2008, Pág.30 y
31.
Introducción
El presente trabajo tiene como propósito principal realizar una aproximación a las tesis
económicas del populismo, considerando los casos de Rusia y de Estados Unidos, durante
el siglo XIX. Para el caso de Rusia se han tomado como punto de referencia las
formulaciones de Alexander Herzen y del Nikolai Chernyshevski, en consideración a que
se trata de quienes podrían ser considerados como los principales teóricos del populismo
ruso. Tales formulaciones son examinadas en la primera parte del trabajo. El estudio de la
experiencia de los Estados Unidos se ha elaborado con base en una revisión de las
propuestas programáticas de los movimientos que podrían inscribirse dentro de la
trayectoria populista en ese país. Esas propuestas programáticas son abordadas en la
segunda parte del texto. Por último, a manera de consideraciones finales se intentan algunos
planteamientos en perspectiva comparada. Debe advertirse que el estudio de las tesis
económicas no se ha realizado en relación con otros planteamientos del ideario populista,
pues ellos rebasan los propósitos específicos del texto. En ese aspecto, lo que aquí se
presenta es un acercamiento parcial a la temática propuesta, con algunos elementos de lo
que podría considerarse como historia intelectual y del pensamiento económico populista.
Las tesis económicas del populismo ruso fueron desarrolladas por Alexander Herzen y
Nikolai Chernyshevski y responden, en principio, a dos momentos distintos tanto de la
situación socioeconómica y política de Rusia, como de la misma conformación de las tesis
populistas. En efecto, mientras que Herzen formulará sus tesis en el período posterior a la
fallida conspiración decembrina, en momentos de interesantes discusiones sobre la
valoración de los alcances de la revoluciones burguesas en Europa Occidental y sobre el
destino que Rusia habría de seguir, en medio de un clima intelectual de disputa entre los
eslavófilos y los “occidentalistas” y de posterior examen a los resultados de la revolución
francesa de 1848, Chernyshevki contará con un camino ya abonado –intelectual y
políticamente- que le permitirá incidir, relativamente, tanto sobre la trayectoria del proceso
político y social de la Rusia zarista (especialmente en un contexto de discusiones sobre la
forma como habría de realizarse la liberación de la servidumbre), como sobre las mismas
tendencias organizativas que habrá de desarrollar el movimiento populista sobre todo en la
década de 1860. Si Herzen alcanzó a considerar los previsibles impactos del desarrollo del
capitalismo sobre la aldea rusa, Chernyshevski pudo formular con mayores certezas los
efectos que producía la expansión del capitalismo industrial en Occidente y las amenazas
que con creciente fuerza se cernían sobre la Rusia de entonces. Para la época de
Chernyshevsky, sin haberse desplegado aún las fuerzas arrasadoras del capitalismo ruso, ya
era más evidente el proceso de maduración de las relaciones capitalistas, uno de cuyos
requerimientos correspondía justamente a la tarea burguesa, asumida por el Estado
absolutista, de crear “hombres libres”, precisamente a través de la liberación de la
servidumbre. Por otra parte, como es bien sabido Herzen es considerado como la semilla
sobre la cual se creó y extendió el ideario populista en la Rusia zarista de la última década
de la primera mitad del siglo XIX (Venturi). Chernyshevski, por su lado, ha sido definido
como el “político” del movimiento populista (Venturi).
A pesar de que Herzen era tributario del pensamiento filosófico y sociopolítico occidental,
como buena parte de los intelectuales rusos de la época, es evidente que la recepción de tal
pensamiento no era de simple exégesis. En Herzen debe valorarse precisamente su
preocupación no tanto por adaptar, como por desarrollar un pensamiento propio, acorde con
las condiciones de Rusia. En ese sentido, deben apreciarse sus consideraciones sobre las
transformaciones y la propiedad sobre la tierra, que para su momento histórico ya
empezaban a colocarse en el centro de la discusión política e intelectual y darían lugar tanto
a tesis acordes con el liberalismo económico, como a una defensa conservadora del status
existente. Venturi advierte precisamente que “como había ocurrido ya en la revolución
francesa, el proyecto de una transformación de la tierra replanteó el problema de las ideas
generales que orientarían la distribución de la propiedad y la igualdad de hecho. Y en
Rusia, donde parte notable de la tierra se distribuía periódicamente entre los miembros de la
comunidad campesina (obshina), se planteó por primera vez claramente el problema de las
relaciones entre la voluntad de igualdad y este primitivo colectivismo agrario, entre la
reforma agraria y la obshina, entre las ideas de la pequeña minoría ilustrada y el mundo de
la aldea rusa1. Al conocimiento de la obshina, Herzen llegó a través de dos caminos. Uno,
el de los eslavófilos, que habían puesto sus ojos –nostálgicamente- en la comarca rusa. Dos,
a través de Haxthausen, quien se había dedicado a estudiar la aldea rusa, sus usos y
costumbres y había asumido una defensa de la vida patriarcal contra el Estado moderno, no
con el propósito de reivindicar la nobleza, sino más bien la comunidad campesina. El
conocimiento de la obshina llevaría a Herzen a la preocupación por su preservación, por su
inserción en una evolución moderna del Estado y la sociedad rusa. “La apología del mundo
patriarcal iba transformándose en su mente en una visión populista del futuro de la campiña
rusa”2.
Herzen habría de proyectar los alcances de la obshina más allá de la simple constatación de
su existencia. Con ella se estaba en presencia de un acumulado político y cultural, de
1
Venturi, Franco, El Populismo ruso, Tomos 1 y 2, Madrid, Alianza Editorial, 1975, p. 103
2
Ventura, p.125.
los momentos de conmoción social. Las costumbres, los usos, las ideas necesarias para la
vida comunista están muy lejos de las ideas, usos y costumbres de la gente que hoy vive. A
los primeros intentos de construir su vida según estas tendencias comunistas, la gente
descubrirá que esas concepciones que tan rápidamente la habían atraído no son adecuadas
para ella. Expresado vulgarmente, la masa sentirá muy pronto que ha salido del lodo para
caer en el arroyo”5.
Los resultados del proceso político distarían mucho del sentir de Chernyshevki y
producirían un cierto desencanto que además se extendió de manera extrema hacia otros
sectores de la inteligentsia. Como lo señala Venturi: “La reforma se realizaba (y en
sustancia ya estaba preparada a finales de 1858) sin afectar a ninguna de las bases del
régimen político ruso: ni el absolutismo, que podía decirse incluso que salía reforzado de la
lucha contra los nobles que hubieran querido conservar la servidumbre, ni el poder social
de la nobleza, que había conservado sus tierras y haría una fructífera operación económica,
ni las condiciones de las grandes masas campesinas que Chernyshevski preveía que no
mejorarían, ni la censura, que incluso en la fase final de la reforma se mostró más rígida
que en años anteriores”.
(una especie de “vía rusa” sin las vicisitudes del capitalismo occidental)
• Obshina como base de realización del derecho al trabajo
• Propiedad colectiva como seguro contra la miseria (oposición frente a
propiedad individual)
• Principio de distribución igualitaria de las parcelas; a desarrollarse
voluntariamente.
• Considera la posibilidad de una economía mixta (mientras los
capitales encontrarían un empleo en la propiedad privada, las tierras
colectivas seguirían siendo patrimonio de todos)
Estado y economía
• Clara posición contra el laissez fair (“el libre cambio es siempre en sí
mismo una opresión”; “cuando el trabajo sea verdaderamente libre podrá
haber cierto laissez fair)
• Problemas de la reforma campesina lo colocan frente a la necesidad
de la intervención del Estado.
• El inmenso poder del Estado es un hecho (política fiscal, financiera,
aduanera); es evidente en momentos de transformación.
• En lugar de discutir la intervención del Estado, definir objetivos y
modalidades de la intervención.
• Intervención para desarrollar derechos (y bienestar) no para limitarlos.
• Destruir los monopolios creados por la competencia
• “El Estado debe intervenir donde es económicamente necesario y
políticamente justo”.
Fundamentos de economía política
• Necesidad de formular una economía política del trabajo,
contrapuesta a la del capital (darle una economía racional a al socialismo
o comunismo de las clases populares, a los movimientos sindicales)
• Fuentes: Utilitarismo, teorías del valor-trabajo, socialismo utópico
• “Ciencia del bienestar material del hombre en cuanto éste depende de
las cosas y de las situaciones creadas por el trabajo”
• Intervención estatal tendente a asegurar la igualdad y al mismo tiempo
el máximo de economía posible
• Cooperativas agrícolas e industriales protegidas y eventualmente
dirigidas por el Estado
• Socialismo como opción real, comunismo como meta más lejana
• Dificultades del camino al socialismo (“los intereses que tienen a
defender la actual organización social son extraordinariamente fuertes”)
Fuente: Cuadro elaborado por el autor con base en Franco Venturi, El Populismo ruso, 1, Madrid, Alianza Editorial,
caps. 1 y 5, 1975
Crisis económica de carácter cíclico, iniciada hacia finales de las década de 1860,
que conducirá a un largo período recesivo caracterizado por la depresión de los
precios. Tal crisis ha sido caracterizada por los historiadores económicos como una
crisis de sobreproducción y la última del capitalismo de la libre competencia.
Efectos considerables de la crisis sobre los aparatos productivos, industrial y
agrícola, acompañados de un deterioro de las condiciones de vida de la población
trabajadora urbana y rural.
Prevalencia de los principios del liberalismo económico para atender las demandas
regulatorias de la economía. En consecuencia, limitado papel del gobierno para
asumir los problemas generados por la exposición de la economía al “libre juego”
de las fuerzas del mercado.
Inicio de la transición hacia un capitalismo monopolista (como salida a la crisis),
cuyo soporte consistió en las fusiones y alianzas capitalistas en carteles y sindicatos
de empresarios6.
Consolidación de rasgos corruptos y clientelistas del régimen político 7, que denotan
además una fuerte alianza entre política y negocios capitalistas sin pulcritud alguna.
Existencia de un sistema político bipartidista (Partido Demócrata y Partido
Republicano), que dificultaba el desarrollo de terceras fuerzas dados los rasgos de la
representación política y era expresivo de un problemática alianza entre política y
negocios sin ninguna pulcritud.
En primer lugar, deben señalarse las demandas por una política monetaria expansiva, que
en principio se encuentran ya desde el movimiento de la Grange y se sostendrán a los largo
de las últimas décadas del siglo XIX. Tales demandas guardan relación con los efectos que
producían las políticas restrictivas sobre la liquidez de los negocios, los precios, el crédito y
el costo de la deuda que tenían que pagar los granjeros. Como parte de este requerimientos
deben comprenderse las exigencias por una libre acuñación de la plata (que además
favorecía a los productores de ese metal).
En segundo lugar, se encuentran los requerimientos por la baja en los aranceles, como parte
de una política de mejoramiento de las condiciones de los granjeros. La fórmula populista
parecía consistir en combinar la inflación interna para mejorar los precios de los productos
agrícolas, con reducción de precios de bienes importados (medios de producción), para
bajar los costos de producción. En suma, se trataba de la pretensión de un aumento de la
rentabilidad por partida doble.
En tercer lugar, deben mencionarse las demandas por la nacionalización de los ferrocarriles,
el telégrafo, el teléfono, el correo; su conceptualización como componentes de una esfera
de lo público. En esa misma dirección, se encontraban las exigencias por una política de
tierras que impidiera la monopolización en manos de las corporaciones y estimulara la
propiedad de los colonos.
En quinto lugar, debe señalarse que los populistas formularon propuestas programáticas
tendientes a imposiciones a la renta, son base en criterios progresivos. Así mismo,
propugnaron por la creación de nuevas instituciones del Estado para atender aspectos de la
regulación de la economía.
Organización
Propuestas programáticas
año de formulación
Movimiento la Grange
Resoluciones de la convención de Springfield 1873
• Contra formación de monopolios
• Contra manejo privado de los ferrocarriles; deben servir intereses públicos
• Por regulación estatal de tarifas de carga y pasajeros
• Por penalización a funcionarios públicos que reciban prebendas de los dueños de
los ferrocarriles
• Contra impuestos de protección a materiales (hierro, acero, madera) utilizados en
la construcción de ferrocarriles, barcos o instrumentos agrícolas
• Por la organización de cooperativas para la obtención de precios más bajos en
insumos y equipos.
Partido del Greenback
1875
• Expansión del dinero circulante
• Acuñación libre e ilimitada de la plata
Alianza de los Granjeros
(Farmer’s Alliance)
Plan del Subtesoro 1890
• Almacenamiento de cosechas en bodegas gubernamentales
• Aseguramiento de préstamos del gobierno hasta por el 80% del valor de la cosecha
a 1% de interés
• Mejoramiento de precio de venta de la cosecha para pago de deudas
• Estímulo a la inflación monetaria para devaluar las deudas
1890
• Regulación de los ferrocarriles
• Departamentos estatales de agricultura
• Leyes antimonopolio
• Crédito agrario
Demandas de Ocala, diciembre de 1890
• Abolición de bancos nacionales( privados)
• Aumento constante del circulante
• Acuñación libre e ilimitada de la plata
• Prohibición de propiedad de extranjeros sobre la tierra
• Recobrar tierras de compañías de ferrocarriles y entregar a colonos
• Impuestos a la renta y a artículos de primera necesidad en proporción a las
condiciones de la población
• Manejo moderado y honesto del tesoro nacional
• Control sobre medios de comunicación y transporte (en caso de abuso, a manos del
gobierno)
Partido del Pueblo
(People’s Party)
Plataforma de 1892
Del Preámbulo:
“Nos reunimos en una nación traída al borde de la ruina moral, política y material. La corrupción
domina las urnas electorales, las legislaturas, el Congreso y toca incluso la justicia del tribunal. En
gran medida los periódicos están subvencionados o amordazados, la opinión pública silenciada, los
negocios postrados, las casas hipotecadas, la fuerza laboral empobrecida y la tierra concentrándose
en las manos de los capitalistas… Se ha organizado una vasta conspiración contra la humanidad…
Si no se le enfrenta y derrota de inmediato, ésta presagia convulsiones sociales terribles… o el
establecimiento de un despotismo absoluto”
• Reivindicación de la unión de las fuerzas del trabajo para rescatar la república y
elevar la raza humana
• Declaración de que la riqueza es de quien la crea
• Declaración de identidad de intereses en la ciudad y el campo; idénticos son los
enemigos
Finanzas Públicas
• Impuesto a la renta (gradual)
• Ingresos por este impuesto para reducir cargas impositivas de industrias internas
• Rechazo a apoyos o subvenciones a corporaciones privadas
• Manejo austero y honrado de los gastos del gobierno
Moneda y finanzas
• Moneda nacional sana, segura y flexible
• Monopolio estatal sobre la emisión
• Pago total y legal de todas las deudas
• Plan del subtesoro
• Acuñación libre e ilimitada de plata y oro a razón de 16:1
• Incremento de la cantidad de dinero en circulación
Transporte y comunicaciones
• Nacionalización de los ferrocarriles
• Nacionalización de los sistemas de teléfonos, de telégrafos y de correo
• Se trata de actividades públicas
Tierras
• Tierra y recursos naturales son patrimonio del pueblo
• Contra la concentración de la tierra en ferrocarriles y corporaciones Contra la
propiedad de tierras por parte de extranjeros
• Tierras deben ser entregadas a colonos para que las trabajen
Laboral
• Jornada de 8 horas
• Leyes de restricción a las inmigraciones
1896
Con miras a participar en las elecciones en alianza con el Partido Demócrata los populistas
ceden en sus propuestas de reforma para impulsar la candidatura de los “defensores de la
plata” William J. Bryan. Con ello, firmarían también su “muerte política”
Partido Progresista
Plataforma de 1912
El 5 de agosto el Partido Progresista anuncia su pretensión de constituirse en alternativa frente a los
“viejos partidos”: el Partido Republicano y el Partido Demócrata. Tal anuncio posee tres
componentes principales. En primer lugar, la “Declaración de principios”, en la que el PP se
autodefine como producto de la “conciencia del pueblo”, se reafirma la soberanía popular y la
existencia del partido dentro de la Constitución. En segundo lugar, una crítica a los viejos partidos,
a los que les acusa de apartarse de la tarea de “ejecutar la voluntad” del pueblo y de constituirse
una especie de gobierno invisible con base en la alianza entre “empresas corruptas” y “política
corrupta”. En tercer lugar, se trata la plataforma programática propiamente dicha.
Vías de comunicación
• En este aspecto la plataforma aboga específicamente por las vías fluviales.
“Exigimos que (los ríos) sean abiertos al tránsito, como partes indispensables de un
gran sistema nacional de transporte del que el Canal de Panamá sea vínculo central” (al
parecer no les disgustaba esa “anexión”). Sobre el Canal se decía que como éste había
sido pagado por el pueblo norteamericano, debía ser usado para su beneficio.
Fuente: Cuadro elaborado por el autor con base en: George B. Tindall y David E. Shi, Historia de los Estados Unidos,
Bogotá, Tercer Mundo Editores, Tomo II, pp. 31-60; EUA. Documentos de su historia política, selección de Silvia
Núñez García y Guillermo Zermeño Padilla, México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, Tomo III,
1988;
Consideraciones finales
A manera de consideraciones finales en perspectiva comparada se puede afirmar lo siguiente:
1.- Mientras que las tesis económicas principales de los populistas rusos fueron formuladas por dos
de los más destacados representantes de la inteligentsia rusa, en consecuencia por miembros de una
élite intelectual8; las propuestas económicas de los populistas estadounidenses responden a la
dinámica propia de un movimiento político que participa en elecciones y construye su plataforma
“desde abajo hacia arriba”.
2.- Las tesis económicas de los populistas rusos deben considerarse especialmente en el ámbito de
la economía política, tienen el propósito de avanzar en la caracterización de la formación
socioeconómica de su país y de contribuir a la formulación de las bases de una sociedad alternativa;
las propuestas de los populistas estadounidenses son más bien de política económica, no pretenden
una superación del orden establecido, más bien su reforma.
3.- Las tesis de los populistas rusos reflejan los problemas propios de un régimen absolutista en
trance de reformas burguesas, sin un desarrollo pleno del capitalismo, con la posibilidad de obviarlo
–según su criterio- mediante un socialismo basado en la propiedad colectiva sobre la tierra; las tesis
de los populistas estadounidenses se corresponden con una sociedad capitalista en transición a su
fase monopólica, que a su juicio puede ser reversada mediante controles y medidas
intervencionistas de Estado.
4.- El sujeto político de las tesis populistas rusas es el campesino de la obshina; el sujeto de las tesis
estadounidenses es el granjero, propietario individual de tierra, que agobiado por el peso del
desarrollo capitalista encuentra en las cooperativas (con poco éxito) una forma de resistencia a su
ruina.
5.- Las tesis de los populistas rusos se tratan de promover a través de diversos métodos de lucha,
desde la educación, la agitación y la propaganda, hasta el terror; las tesis de los populistas
8
No obstante, según Campos, esta inteligentsia se encuentra “conformada no necesariamente por
intelectuales en el sentido occidental, sino, y ante todo, por individuos altamente ideologizados y con un
profundo compromiso con la bondad y los desvalidos (…)”; por la parte más culta de la nobleza; más
tarde, por hijos de sacerdotes de la iglesia, de los burócratas, de los maestros abogados y médicos, hasta
incorporar a hijos de los campesinos liberados por las reformas de Alejandro II. Se trataría de una fuerza
social con representantes de todos los estamentos de la sociedad. Véase, Atanasio Campos Miramontes,
“La ciudad de aire. Tributo a San Petersburgo”, Metrópolis Revista Internacional, No. 2, junio de 2004
estadounidenses se tramitan a través de los procesos electorales. El populismo ruso muere bajo los
escombros del terror. El populismo estadounidense muere bajo los escombros de la debacle
electoral de 1896.
Bibliografía consultada
Berlin, Isaiah, Pensadores rusos, México, Fondo de Cultura Económica, 1980 (1992).
Documentos de su historia política, selección de Silvia Núñez García y Guillermo Zermeño
Padilla, México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, Tomo III, 1988
Venturi, Franco, El Populismo ruso, Tomos 1 y 2, Madrid, Alianza Editorial, 1975
Tindall, George B. y Shi, David E., Historia de los Estados Unidos, Bogotá, Tercer Mundo
Editores, Tomo II, p. 31.
Ulianova, Olga, Experiencias populistas en Rusia, Santiago de Chile, Revista de Ciencia
Política, volumen XXIII, No. 1, 2003
Campos Miramontes, Atanasio, “La ciudad de aire. Tributo a San Petersburgo”, Metrópolis
Revista Internacional, No. 2, junio de 2004
¡Huelga!
Presentación del libro de Ricardo Sánchez – Huelga
Como escribí en el Prefacio del libro, éste es una contribución a la Historia Social, una
subdisciplina que brilló en la segunda mitad del siglo XX y fue hegemónica hasta hace un
par de decenios y hoy está sometida a distintos fuegos y para algunos está en retirada,
afortunadamente no para Ricardo Sánchez. De una forma detallada y argumentada él
reclama la vigencia del conflicto de clase en la lectura del pasado. Lectura que podría
entenderse como lo hace Walter Benjamin: “la lucha de clases, que el historiador educado
en Marx tiene siempre ante sus ojos, es una lucha por las cosas rudas y materiales, sin las
cuales no hay las finas y espirituales”.2 Pero Ricardo Sánchez no reivindica a ultranza dicho
paradigma, sino que lo hace construyendo puentes y dialogando con nuevas tendencias
historiográficas, incluida mi propuesta de estudio desde la perspectiva de los movimientos
sociales, que incluyen los de clase pero los amplían. Por supuesto considero que mi enfoque
es más comprensivo que el clasista pues hoy la conflictividad social no se explica solo por
las contradicciones que se generan en la esfera productiva, pero este es un asunto para
debatir en otros espacios. Dicho lo anterior, reitero que en su libro Ricardo Sánchez se
Hoy quiero complementar ese Prefacio con algunos comentarios como colega historiador,
más allá del papel de Director de Tesis que plasmé en ese concepto. Y comienzo por donde
terminé en esa ocasión: el reto que Thompson lanzara a los historiadores: rescatar a los
subalternos del olvido para entender su contribución al presente. Los de hoy no son tiempos
fáciles para un historiador social y para un intelectual crítico como lo es Ricardo Sánchez,
pues no desconozco su previa trayectoria política y su actividad profesional y académica en
las lides del derecho. Bueno, nunca han sido fáciles los tiempos para los intelectuales
críticos, pero hoy en Colombia sí que es difícil estar a contrapelo del pensamiento oficial.
Por fenómenos que es difícil sintetizar en pocas palabras, ejercer la crítica a los poderes
institucionales, extrainstitucionales y de facto, es una tarea no solo desalentadora en nuestro
medio sino muy riesgosa. Y es que hoy en Colombia el solo hecho de buscar la paz es
tachado de subversivo. Al pesimismo de la posmodernidad y el triunfalismo del
neoliberalismo hay que agregarle la estigmatización que hoy tiene el pensamiento crítico en
nuestra sociedad, de lado y lado del espectro político. Porque cuando digo pensamiento
crítico me refiero a la inconformidad que intelectuales como Ricardo Sánchez manifiestan
no solo ante el autoritarismo uribista –un tipo de bonapartismo según el mismo autor en
otro texto–4 sino ante al autoritarismo y desmanes de la insurgencia, por no hablar de otras
expresiones parecidas en los países vecinos. Por tanto, es de alabar que haya intelectuales
como él que no sucumben a los cantos de sirena de los poderes del presente, como
desafortunadamente lo han hecho muchos colegas que es mejor no nombrar.
Ese inconformismo llevó a Ricardo Sánchez a estudiar la Historia con un entusiasmo que
desafiaba todo pesimismo. En ese sentido hizo suyo el consejo que otro gran historiador,
Marc Bloch, le hiciera a su hijo a fines de septiembre de 1939, cuando había sido
movilizado por el ejército francés justo al comienzo de la segunda Guerra Mundial en la
que encontraría la muerte:
“…no caigas en la costumbre de estar sin hacer nada y sobre todo de aburrirte. No
sabes lo feliz que soy aquí –viendo a mi alrededor– por no saber aburrirme. Escribo,
agrega proféticamente Bloch, un poco por mi cuenta una introducción sobre el
método de la historia –para una historia de Francia que quizá nunca escribiré–. Pero
eso no es todo: sostengo la idea de que un historiador no puede aburrirse, porque por
su profesión se interesa en el espectáculo del mundo”.5
Con similar entusiasmo Ricardo Sánchez se enroló en los estudios del Doctorado en
Historia, los que asumió con un rigor y una seriedad notables. Si bien en los seminarios y
talleres de tesis sostenía sus argumentos con la vehemencia de un viejo zorro de la política,
también con humildad de un estudiante dispuesto a aprender aceptaba las críticas y las
incorporaba en su nueva elaboración teórica e historiográfica. Esa mezcla entre la
experiencia de lo vivido y la sed de conocer, enmarcadas siempre en un inconformismo a
toda prueba, lo llevó a buscar lo que, según Bloch, era “la ley irresistible del cambio (la
revolución) por la que el mundo pertenece a aquellos que aman las cosas nuevas”. 6 A su
modo también Ricardo Sánchez hizo suyo el reclamo de otro maestro del pensamiento
histórico, el ya citado Walter Benjamin también afectado trágicamente por la segunda
Guerra Mundial, en sus famosas tesis sobre la Historia: “Solo tiene el don de encender en el
pasado la chispa de la esperanza AQUEL historiador que esté traspasado por (la idea de
que) tampoco los muertos estarán a salvo del enemigo cuando éste venza. Y este enemigo
no ha cesado de vencer”.7
I
El Centro de Estudios Políticos e Investigaciones Históricas de Colombia – CEPIH, busca
conformar un grupo de “intelectuales y pensadores” que asesoren al Congreso de la
República para desarrollar y elaborar el trámite del proyecto de Ley “PROPUESTA DE
PAZ, SOLUCION PRÁCTICA AL CONFLICTO ARMADO DE COLOMBIA”, inspirado
en el libro del mismo nombre, el cual será presentado el próximo 20 de julio de 2010. Dado
el alcance y pretensiones de este texto, y el que su autor fuera nominado por el Comité
Noruego, al Premio Nobel de Paz, que se realiza la presente reseña1.
II
En su prologo, el autor inicia su planteamiento señalando que su libro “se suma a la
corriente de buenas intenciones de los últimos gobiernos en lo que se refiere a procesos de
paz”. Sin embargo no deja de impactar que considera el actual gobierno a la cabeza de
Alvaro Uribe Vélez como una intención de paz, pues desconoce que la política de
seguridad democrática sí por algo se caracteriza, es por su direccionamiento hacia el uso de
la “mano dura”, lo cual además es expresión de su política guerrerista y de tierra arrasada,
basta con mencionar solo el caso de los falsos positivos. Además afirma que “su propuesta
es justa, equitativa y realizable, pero que depende fundamentalmente de la voluntad del
gobierno”, la pregunta que suscita dicha afirmación es: ¿Está el gobierno a la cabeza de
Alvaro Uribe y su continuador Juan Manuel Santos con la intención de iniciar un proceso
de paz con los actores del conflicto armado en Colombia?, las evidencias son innumerables
para responder claramente un NO. Hacerlo implicaría reconocer que existe un conflicto
armado, pera además considerar a los actores del conflicto como interlocutores validos, lo
cual sería una total incoherencia con la política de seguridad democrática. En este sentido,
el análisis del autor es erróneo, descontextualizado y débil en veracidad, pues más que ser
una propuesta de paz, es una apología a la política de seguridad democrática que coloca a
esta doctrina como único escenario idóneo y posible para dar viabilidad a su propuesta.
1
El comité noruego nominó al autor del libro al premio Nóbel de paz de 2010.
III
En su capitulo I, titulado Caminando hacia el presente, el autor plantea que Colombia se ha
caracterizado por vivir largos periodos de violencia hasta nuestros días, desde el siglo XIX
hasta la actualidad dicha situación ha sido un común denominador. Sin embargo no deja de
llamar la atención la falta de rigurosidad histórica para hacer dicho balance, pues el libro
brilla por la falta de referencias bibliográficas para reafirmar página tras página dicha tesis.
El tratamiento de la información es inequitativo, personalista y lo más preocupante
anacrónico, es decir que no son claras las fechas y procesos sociales trabajados y además el
manejo de la información es genérico y sin análisis e interpretación. Por ejemplo, considera
las primeras décadas del siglo XX, como tiempos de calma relativa, lo cual es bastante
debatible pues precisamente en estas décadas al llegar el capitalismo a Colombia, se
presentaron fuertes protestas por parte de los pobladores de la época en diferentes partes del
país, y cuya respuesta por parte del estado pasó por la represión, la muerte y la desolación,
todas expresiones del uso de la violencia. Menciona la masacre de las bananeras como un
hecho aislado del momento, pero ¿es esto cierto?, porque no menciona el papel
desarrollado por Estados Unidos y sus intereses sobre el país, y su implicación y
responsabilidad política en dicho suceso. Llegando a la mitad del siglo XX, es preocupante
el olvido que el autor tiene con relación al asesinato de Jorge Eliecer Gaitán y todo lo que
implicó este hecho para el país y precisamente para el conflicto armado. Para el gobierno
del General Gustavo Rojas Pinilla fue de pacificación, además el Frente Nacional, brilla por
su ausencia, ¿Historiador? Finaliza diciendo que en Colombia algunos inconformes
terminan conformando los primeros grupos de delincuencia común, que generaron
desplazamiento hacia las ciudades. Por más simpatía política con el régimen actual, desde
ningún punto de vista se puede justificar una propuesta de paz que sea construida
desconociendo la historia social y política de nuestro país, por eso no puede ser real dicho
proyecto, pues desconociendo el pasado no es posible construir escenarios de paz.
Otro de los temas abordados en este capitulo son los procesos de paz, inicia en 1983 con la
presidencia de Belisario Betancourt, terminando en 1998 con la negociación en el gobierno
de Andrés Pastrana. El autor ubica como elemento común la falta de compromiso de las
Farc, para llevar a feliz termino dicho proceso. Sin embargo en el análisis desconoce otros
intentos de procesos de paz con otros actores armados insurgentes y las dinámicas que han
entretejido todas las negociaciones. Pero, en una negociación se necesitan dos, el Estado
brilla por su ausencia, como sí los gobiernos de turno en verdad se hubieran caracterizado
por su voluntad política. Esto es difícil de creer, pues al autor también olvida mencionar
que estos gobiernos en términos generales tampoco buscaban la paz, esperaban entrega de
armas sin discutir a profundidad las reformas estructurales que necesitaba y hoy necesita
Colombia para en verdad poder estar en un posible escenario de paz, por ejemplo reforma
agraria, educativa, económica, política y social.
Uno de los puntos que inquietan en este capítulo, es considerar que además de las guerrillas
un segundo actor del conflicto es el narcotráfico, lo cual hace parte de la problemática, pero
desconoce que este “fenómeno” es parte de la naturaleza misma del Estado colombiano, es
decir el narcotráfico no es un fenómeno aparte del Estado, el Estado mismo ha sido parte
por acción y omisión de éste, se ha beneficiado de él e incluso importantes narcotraficantes
han sido y son en la actualidad parte del Estado. El autor defiende la tesis de la
narcoguerrilla, pero nuevamente olvida hablar del narcoestado o estado mafioso. Tantos
olvidos no son casuales, sino que son intencionales, pues hacer referencia a ellos, implicaría
reconocer la inviabilidad de su propuesta, pues defiende a capa y espada la institucionalidad
democrática colombiana, que sí bien puede ser legal, no es legítima, ya que en la práctica es
una democracia interesada, incrédula, parcial y antidemocrática, sobro todo a partir del año
2002 hasta la hoy.
Un tercer actor es el paramilitarismo, el cual referencia a partir de los años 80 con la
creación del MAS (muerte a secuestradores), justificando su creación a raíz de las acciones
de la guerrilla, los cuales afirma recibieron apoyo para su creación de terratenientes y
ganaderos. Aquí hay dos puntos problemáticos, en primer lugar olvida la relación entre
paramilitarismo y Estado, desconoce que este fenómeno fue una política de Estado que
tenía como objetivo principal no solo convertirse en un grupo ilegal contrainsurgente,
también eliminar cualquier tipo de pensamiento disidente fuera legal o ilegal. Esto en pro
de la construcción de un modelo de país que garantizara el mantenimiento de ciertas clases
dominantes en el poder, asegurando la inversión extranjera y la implantación y
mantenimiento del status quo; de esta manera alejando el fantasma comunista y la
posibilidad de un país justo, democrático y equitativo. En segundo lugar, es el tratamiento
de la información con relación a los paramilitares, cinco párrafos que no superan las treinta
líneas, cuestionan y llevan a pensar ¿Por qué considerar a los paramilitares como parte del
conflicto armado, si no hay nada que decir? Es innegable que sobre ellos hay mucho que
decir, sobre todo porque a pesar de que el autor cree en su proceso de desmovilización, las
evidencias contradicen esta tesis, están más activos que nunca. ¿Es viable una propuesta de
paz, teniendo en cuenta la farsa del proceso de desmovilización anterior? Finaliza el
capitulo afirmando que los actores principales del conflicto armado son: el
narcoparamilitarismo, la narcoguerrilla y la delincuencia común dedicada al narcotráfico, lo
que según él “convierte al país en una narcosociedad”. Sin embargo, nuevamente brilla por
su ausencia hacer referencia a un actor también histórico e innegable el narcoestado,
fortalecido a desde el año 2002 y como van las cosas, hasta quién sabe cuando.
IV
El capitulo II titulado Una Paz Minada, no es más que la reafirmación de lo dicho y no
dicho en el primer capitulo, sin embargo llama la atención la consideración que hace sobre
los “importantes esfuerzos de los últimos dos gobiernos por alcanzar la paz”, con la ironía
de soportar esta afirmación con estadísticas del Ministerio de Defensa, en donde todas las
cifras con relación al conflicto han bajado. ¿Es posible si quiera considerar dicha
afirmación?, mencionemos solo los casos de los falsos positivos, el incremento del
desplazamiento y la pobreza tanto en el campo como en la ciudad, el asesinato de
sindicalistas, la arremetida contra organizaciones defensoras de derechos humanos, la
persecución al opositor y pensamiento disidente y otras situaciones que dejan en entredicho
esta consideración. Más bien, es todo lo contrario, han sido proyectos de guerra que
pretenden consolidar y reafirmar el status quo, y por eso no es casual que el próximo
dictador colombiano siga con las políticas de crimen del señor Alvaro Uribe Vélez.
Otro de las tesis que nos llaman la atención es la afirmación hecha por el autor que plantea
que mientras existan cultivos ilícitos, habrá conflicto armado en Colombia. Lo cual es
preocupante porque es pensar ingenuamente que al eliminar los cultivos ilícitos los
problemas de la sociedad colombiana acabarían. ¿En verdad el problema de Colombia son
los cultivos ilícitos?, los demás problemas denunciados por las comunidades y los sectores
más pobres de nuestro país no existen, son una invención la necesidad de una reforma
agraria, la redistribución equitativa de los recursos económicos, los altos índices de
desplazamiento forzado, el terrorismo de Estado, la falta de garantías para la oposición y en
síntesis, la necesidad de hacer las reformas estructurales que necesita nuestro país. Sería
correcto pensar que todo esto se acabaría al poner fin a los cultivos ilícitos e incluso
prolongarlo hasta el fin del conflicto armado, sin dudarlo, es una afirmación incoherente y
sin evidencia histórica.
Por ultimo, en el marco de una propuesta de paz, no deja de llamar la atención que el autor
considere al Plan Patriota como parte de este proyecto de salida al conflicto, pues
nuevamente vuelve a ser contradictoria, una propuesta de paz trabajada desde un proyecto
de guerra, en donde no solamente la intención es “arrasar” con los integrantes de las Farc.
El autor olvida las denuncias que se han hecho de la constante violación de derechos
humanos hacia la población civil, inmersa en los territorios en donde opera dicho plan.
Sumado a lo anterior el autor considera el proceso de Justicia, Paz y Reparación, como una
solución transitoria al conflicto, cuando en la práctica esta ley brilla por su nivel de
impunidad con las víctimas, en donde no solo no se ha hecho efectiva, sino que ha sido una
completa farsa. Por ejemplo, con el proceso de desmovilización de los paramilitares, la
desmovilización como tal no es real, además las víctimas no saben la verdad y mucho
menos han sido reparadas. Así, ¿En qué medida, dicho proceso puede considerarse como un
avance hacia la paz? O más bien, es un distractor más para hablar de paz, mientras a las
espaldas se designa amplio recurso económico y militar para continuar la guerra. Y por eso
debemos preguntarle al autor del libro ¿Qué entiende por paz?, ¿Qué entiende por solución
práctica? y ¿Cómo entiende el conflicto armado en Colombia?
V
El tercer y último capitulo titulado Solución práctica al conflicto armado, el autor lo inicia
planteando “que sí en verdad se quiere construir una propuesta de paz en el país se debe
recurrir al indulto”, planteamiento que recoge de Alvaro Uribe Vélez. En el contexto actual
colombiano, el costo de esta propuesta está en el marco del perdón y olvido, lo cual implica
altos niveles de impunidad, y la imposibilidad para acceder a la verdad sobre las causas y
razones de diferentes sucesos. Por ejemplo, las desapariciones, ejecuciones extrajudiciales
y los casos de falsos positivos y el terrorismo de Estado; pero también incluye no acceder a
una reparación de las víctimas e inevitablemente continúan los interrogantes al autor ¿Es
viable un indulto con las particularidades del conflicto colombiano?, ¿La paz se construye
teniendo como base el perdón y olvido?
La propuesta como tal planteada por el autor, inicia con la conformación de 25 colonias,
llamados “laboratorios de paz”, con 10.000 damnificados y sus familias en cada una, para
un total de 50.000 personas por cada colonia y las tierras en donde se ubicarían están
colonias, serian las tierras ocupadas por los actores del conflicto. Sobre esto, ¿Estarían los
terratenientes, hacendados, narcotraficantes y gobernantes (que pueden ser todos a la vez)
que hoy en día ocupan estas tierras en disposición de entregarlas a los actores y víctimas del
conflicto armado? En la situación actual colombiana no es difícil pensar en la inviabilidad
de esto, pues estos territorios hacen parte del modelo de acumulación, explotación de
recursos naturales y megaproyectos, de importantes sectores de las clases dominantes
colombianas que no estarían dispuestos a hacer este tipo de concesiones.
Partiendo del hecho que esto fuera real, se plantea una segunda fase en donde las
comunidades ubicadas en estos laboratorios de paz, iniciarían un proceso de
comercialización de productos para su sostenimiento, estos productos serian la palma
africana y caña de azúcar, según el autor del libro porque son dos de los productos que
representarían mas altos ingresos para las familias, además por su importancia hacia el
exterior. Los vacios saltan a la vista, pues Colombia es un país en donde su seguridad
alimentaria está amenazada y en donde son más las importaciones de alimentos que las
exportaciones, por lo tanto, ¿no sería conveniente en el marco de un proceso de paz real,
tomar esto como una oportunidad para propender por una seguridad alimentaria soberana e
independiente? ¿Qué tipo de “paz” le juega al neoliberalismo inhumano y asesino?
Vale la pena referenciar que en términos de financiación, el Estado cubriría estos gastos en
una primera fase y en una segunda de comercialización, cada familia seria autosuficiente.
En términos territoriales a cada familia se le entregarían 10 hectáreas, 6 de ellas para el
cultivo de uno de estos productos (palma africana y caña de azúcar), y las otras distribuidas
en la siembra de alimentos de pan coger y su vivienda. Todo esto en el marco de un
programa de educación ambiental custodiados por las Fuerzas Militares, la policía y las
instituciones del Estado. Un nuevo interrogante: ¿Uno de los actores del conflicto armado
en Colombia, custodiando a los que tomaron la vía de la paz, qué funciones cumplirían y
cómo actuarían en el incumplimiento a las normas establecidas? En definitiva, esta
propuesta es a claras luces inviable, irrealizable y sin ningún efecto práctico al corto y largo
plazo, por lo tanto, ¿Qué puede estar detrás de una propuesta de paz, que se plantea como
una solución práctica al conflicto armado colombiano y que se encomienda al continuador
de la política de seguridad democrática, realidad que en su totalidad es contraria a la paz?
VI
Su último apartado titulado: La actualidad de Colombia hoy, breve reseña histórica (marzo
2006-enero de 2008) el autor termina haciendo una oda a la política de seguridad
democrática del dictador Alvaro Uribe Vélez. ¿Por qué el libro termina precisamente con
este apartado?, ¿Por qué realizar una propuesta inviable? ¿Acaso estamos asistiendo a un
nuevo show en el que nos dicen que quieren un proceso de paz para quitarse el rotulo de
criminales de guerra y mostrarle a la comunidad internacional que aquí si hay democracia?
Al respecto, consideramos la siguiente frase bastante disiente: “el país no debe permitir que
un esquema político que ha brindado una mínima seguridad en los últimos años, sea
relegado por el próximo presidente, aunque el panorama político actual hace pensar que
Uribe dejará un sucesor que comparta su ideología y pensamiento”. Blanco es y frito se
come… Más de lo mismo: Guerra y Desigualdad.