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Universidad Autónoma Gabriel Rene

Moreno
Facultad de ciencias jurídicas políticas
sociales y relaciones internacionales

EL POSITIVISMO

Integrantes:




Santa cruz-Bolivia
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................. 3

CONCEPTO..................................................................................................................................... 3

ANTECEDENTES.- ........................................................................................................................... 4

EL POSITIVISMO DE COMTE, AUGUSTO (1798-1857). .................................................................. 4

EL POSITIVISMO EN RELACIÓN CON OTRAS CIENCIAS ................................................................ 10

EL POSITIVISMO ANTE LOS DERECHOS HUMANOS..................................................................... 14

CONCLUSIÓN ............................................................................................................................... 16
EL POSITIVISMO

Introducción
El termino positivismo fue utilizado por primera vez por el filósofo y matemático
francés del siglo XIX Auguste Comte, Consiste en no admitir como válidos
científicamente otros conocimientos, sino los que proceden de la experiencia,
rechazando, por tanto, toda noción a priori y todo concepto universal y absoluto.
El hecho es la única realidad científica, y la experiencia y la inducción, los
métodos exclusivos de la ciencia. Por su lado negativo, el positivismo es
negación de todo ideal, de los principios absolutos y necesarios de la razón, es
decir, de la metafísica. El positivismo es una mutilación de la inteligencia
humana, que hace posible, no sólo, la metafísica, sino la ciencia misma. Esta,
sin los principios ideales, queda reducida a una nomenclatura de hechos, y la
ciencia es una colección de experiencias, sino la idea general, la ley que
interpreta la experiencia y la traspasa. Considerado como sistema religioso, el
positivismo es el culto de la humanidad como ser total y simple o singular.

Concepto
Es una estructura o sistema de carácter filosófico que está basado en el
método experimental y que se caracteriza por rechazar las creencias
universales y las nociones a priori. Desde la perspectiva de los positivistas, la
única clase de conocimientos que resulta válida es el de carácter científico, el
cual surge de respaldar las teorías tras la aplicación del método científico.

Cabe resaltar que el desarrollo del positivismo está vinculado a las


consecuencias de la Revolución Francesa, que transformó al ser humano y a la
sociedad en objetos de estudio científico. Esta novedad requería de una nueva
epistemología para legitimar los saberes obtenidos.

El francés Augusto Comte y el británico John Stuart Mill suelen ser señalados
como los padres de esta epistemología y del positivismo en general. Ambos
sostuvieron que cualquier actividad filosófica o científica debe llevarse a cabo
mediante el análisis de los hechos reales que fueron verificados por la
experiencia. No obstante, es importante subrayar que la primera persona que
hace uso del término positivismo, a principios del siglo XIX, es el francés Henri
de Saint-Simon.
Antecedentes.-

El verdadero fundador del positivismo es Augusto Comte. Pero a éste no le


faltaron precursores. El mismo se reconoce como sucesor principalmente de
Hume y secundariamente de Kant, y Hume es con su empirismo el ascendiente
directo de Comte en el método positivo; y sus relaciones con Kant, si bien
tardías y superficiales son claras.

Era propicio para el desarrollo del positivismo el momento histórico en que


Comte lo formuló. Las ideas materialista y empiristas habían ya ido infiltrándose
en muchas inteligencias; el criticismo había socavado los cimientos, y las
derivaciones de la metafísica idealista y panteísta no eran para conciliarle la
estima de los hombres aficionados a lo material y concreta. Por otra parte los
progresos en las ciencias físicas y matemáticas, la nueva afición a los estudios
históricos, un ambiente intelectual verdaderamente positivo eran terreno
abonado al florecimiento de una doctrina que no exigía sacrificio alguno
positivo ni pedía esfuerzos intelectuales.

Para Comte positivo es inseparable de relativo, de orgánico, de preciso, de


cierto, de real. La filosofía positiva se contenta con las realidades apreciables
por nuestro organismo, por esto es real; elimina toda inquisición sobre lo
absoluto, por esto es relativo. Inclina al espíritu a lo útil, poniéndole en
condiciones de poder aprovechar el curso de los acontecimientos. Quita todo lo
indeterminado y vago haciéndose precisa como la ciencia matemática, cuyo
método adopta; es orgánica, porque da unidad a la fenomenología y permite
elevarla a sistema; exige el asentimiento porque nada avanza que no sea
perfectamente demostrable y está enteramente acorde con los hechos cuyas
leyes invariables descubre, y así abre un camino seguro al progreso científico.
Por esto, como Comte se complace en repetirlo, el positivismo no es otra cosa
que "el sentido común generalizado y sistematizado".

El positivismo de Comte, Augusto (1798-1857).

Filósofo positivista francés, y uno de los pioneros de la sociología. Nació en


Montpellier el 19 de enero de 1798. Desde muy temprana edad rechazó el
catolicismo tradicional y también las doctrinas monárquicas. Logró ingresar en
la Escuela Politécnica de París desde 1814 hasta 1816, pero fue expulsado por
haber participado en una revuelta estudiantil. Durante algunos años fue
secretario particular del teórico socialista Claude Henri de Rouvroy, conde de
Saint-Simon, cuya influencia quedaría reflejada en algunas de sus obras. Los
últimos años del pensador francés quedaron marcados por la alienación mental,
las crisis de locura en las que se sumía durante prolongados intervalos de
tiempo. Murió en París el 5 de septiembre de 1857.
Para dar una respuesta a la revolución científica, política e industrial de su
tiempo, Comte ofrecía una reorganización intelectual, moral y política del orden
social. Adoptar una actitud científica era la clave, así lo pensaba, de cualquier
reconstrucción.

Afirmaba que del estudio empírico del proceso histórico, en especial de la


progresión de diversas ciencias interrelacionadas, se desprendía una ley que
denominó de los tres estadios y que rige el desarrollo de la humanidad. Analizó
estos estadios en su voluminosa obra Curso de filosofía positiva (6 vols., 1830-
1842). Dada la naturaleza de la mente humana, decía, cada una de las ciencias
o ramas del saber debe pasar por "tres estadios teoréticos diferentes: el
teológico o estadio ficticio; el metafísico o estadio abstracto; y por último, el
científico o positivo". En el estadio teológico los acontecimientos se explican de
un modo muy elemental apelando a la voluntad de los dioses o de un dios. En
el estadio metafísico los fenómenos se explican invocando categorías
filosóficas abstractas. El último estadio de esta evolución, el científico o positivo,
se empeña en explicar todos los hechos mediante la aclaración material de las
causas. Toda la atención debe centrarse en averiguar cómo se producen los
fenómenos con la intención de llegar a generalizaciones sujetas a su vez a
verificaciones observacionales y comprobables. La obra de Comte es
considerada como la expresión clásica de la actitud positivista, es decir, la
actitud de quien afirma que tan sólo las ciencias empíricas son la adecuada
fuente de conocimiento.

Cada uno de estos estadios, afirmaba Comte, tiene su correlato en


determinadas actitudes políticas. El estadio teológico tiene su reflejo en esas
nociones que hablan del Derecho divino de los reyes. El estadio metafísico
incluye algunos conceptos tales como el contrato social, la igualdad de las
personas o la soberanía popular. El estadio positivo se caracteriza por el
análisis científico o "sociológico" (término acuñado por Comte) de la
organización política. Bastante crítico con los procedimientos democráticos,
Comte anhelaba una sociedad estable gobernada por una minoría de doctos
que empleara métodos de la ciencia para resolver los problemas humanos y
para imponer las nuevas condiciones sociales.

Aunque rechazaba la creencia en un ser transcendente, reconocía Comte el


valor de la religión, pues contribuía a la estabilidad social. En su obra Sistema
de Política Positiva (1851-1854; 1875-1877), propone una religión de la
humanidad que estimulara una benéfica conducta social. La mayor relevancia
de Comte, sin embargo, se deriva de su influencia en el desarrollo del
positivismo.

· La Ley de los tres Estados.

Según Comte, los conocimientos pasan por tres estados teóricos distintos,
tanto en el individuo como en la especie humana. La ley de los tres estados,
fundamento de la filosofía positiva, es, a la vez, una teoría del conocimiento y
una filosofía de la historia. Estos tres estados se llaman:

 Teológico.

 Metafísico.

 Positivo.

Estado Teológico:

Es ficticio, provisional y preparatorio. En él, la mente busca las causas y los


principios de las cosas, lo más profundo, lejano e inasequible. Hay en él tres
fases distintas:

· Fetichismo: en que se personifican las cosas y se les atribuye un poder


mágico o divino.

 Politeísmo: en que la animación es retirada de las cosas materiales para


trasladarla a una serie de divinidades, cada una de las cuales presenta
un grupo de poderes: las aguas, los ríos, los bosques, etc.

 Monoteísmo: la fase superior, en que todos esos poderes divinos


quedan reunidos y concentrados en uno llamado Dios.

En este estado, predomina la imaginación, y corresponde a la infancia de la


humanidad. Es también, la disposición primaria de la mente, en la que se
vuelve a caer en todas las épocas, y solo una lenta evolución puede hacer que
el espíritu humano de aparte de esta concepción para pasar a otra. El papel
histórico del estado teológico es irremplazable.

· Estado Metafísico:

O estado abstracto, es esencialmente crítico, y de transición, Es una etapa


intermedia entre el estado teológico y el positivo. En él se siguen buscando los
conocimientos absolutos. La metafísica intenta explicar la naturaleza de los
seres, su esencia, sus causas. Pero para ello no recurren a agentes
sobrenaturales, sino a entidades abstractas que le confieren su nombre de
ontología. Las ideas de principio, causa, sustancia, esencia, designan algo
distinto de las cosas, si bien inherente a ellas, más próximo a ellas; la mente
que se lanzaba tras lo lejano, se va acercando paso a paso a las cosas, y así
como en el estado anterior que los poderes se resumían en el concepto de
Dios, aquí es la naturaleza, la gran entidad general que lo sustituye; pero esta
unidad es más débil, tanto mental como socialmente, y el carácter del estado
metafísico, es sobre todo crítico y negativo, de preparación del paso al estado
positivo; una especie de crisis de pubertad en el espíritu humano, antes de
llegar a la adultez.
· Estado Positivo:

Es real, es definitivo. En él la imaginación queda subordinada a la observación.


La mente humana se atiene a las cosas. El positivismo busca sólo hechos y
sus leyes. No causas ni principios de las esencias o sustancias. Todo esto es
inaccesible. El positivismo se atiene a lo positivo, a lo que está puesto o dado:
es la filosofía del dato. La mente, en un largo retroceso, se detiene a al fin ante
las cosas. Renuncia a lo que es vano intentar conocer, y busca sólo las leyes
de los fenómenos.

· EL CARACTER SOCIAL DEL ESPIRITU POSITIVO.

El espíritu positivo tiene que fundar un orden social. La constitución de un


saber positivo es la condición de que haya un autoridad social suficiente, y esto
refuerza el carácter histórico del positivismo.

Comte, fundador de la Sociología, intenta llevar al estado positivo el estudio de


la Humanidad colectiva, es decir, convertirlo en ciencia positiva. En la sociedad
rige también, y principalmente, la ley de los tres estados, y hay otras tantas
etapas, de las cuales, en una domina lo militar.

Comte valora altamente el papel de organización que corresponde a la iglesia


católica; en la época metafísica, corresponde la influencia social a los legistas;
es la época de la irrupción de las clases medias, el paso de la sociedad militar
a la sociedad económica; es un período de transición, crítico y disolvente; el
protestantismo contribuye a esta disolución. Por último, al estado positivo
corresponde la época industrial, regida por los intereses económicos, y en ella
se ha de restablecer el orden social, y este ha de fundarse en un poder mental
y social.

EL POSITIVISMO Y LA FILOSOFIA.

Es aparentemente, una reflexión sobre la ciencia. Después de agotadas éstas,


no queda un objeto independiente para la filosofía, sino ellas mismas; la
filosofía se convierte en teoría de la ciencia. Así, la ciencia positiva adquiere
unidad y conciencia de sí propia. Pero la filosofía, claro es, desaparece; y esto
es lo que ocurre con el movimiento positivo del siglo XIX, que tiene muy poco
que ver con la filosofía.

Pero en Comte mismo no es así. Aparte de lo que cree hacer hay lo que
efectivamente hace. Y hemos visto que:

1. Es una filosofía de la historia (la ley de los tres estados).

2. Una teoría metafísica de la realidad, entendida con caracteres tan


originales y tan nuevos como el ser social, histórica y relativa.
3. Una disciplina filosófica entera, la ciencia de la sociedad; hasta el punto
de que la sociología, en manos de los sociólogos posteriores, no ha
llegado nunca a la profundidad de visión que alcanzó en su fundador.

Este es, en definitiva, el aspecto más verdadero e interesante del positivismo,


el que hace que sea realmente, a despecho de todas las apariencias y aun de
todos los positivistas, filosofía.

Saint-Simon

La idea fundamental de Saint-Simon es la de la historia como un progreso


necesario y continuo. «Todas las cosas que han sucedido y todas las que
sucederán forman una sola y misma serie, cuyos primeros términos constituyen
el pasado, y los últimos el futuro». La historia está regida por una ley general
que determina la sucesión de épocas críticas y épocas orgánicas. La época
orgánica es la que descansa sobre un sistema de creencias bien establecido,
se desarrolla de conformidad con él y progresa dentro de los límites por él
establecidos. En un cierto momento, este mismo progreso hace cambiar la idea
central sobre la cual la época estaba anclada y determina así el comienzo de
una época crítica.

En la organización social fundada en la filosofía positiva dominará un nuevo


poder espiritual y un nuevo poder temporal. El nuevo poder espiritual será el de
los científicos, o sea, el de los hombres "que pueden predecir el mayor número
de cosas". La ciencia ha nacido como capacidad de previsión; y la verificación
de una predicción es lo que da al hombre la reputación de científico. La
administración de los asuntos temporales será confiada a los industriales, a los
"emprendedores de trabajos pacíficos, que darán ocupación al mayor número
de individuos". «Esta administración, por efecto directo del interés personal de
los administradores, se ocupará, en primer lugar, de mantener la paz entre las
naciones y, en segundo lugar, de disminuir lo más posible el impuesto, de
manera que se empleen los productos del modo más ventajoso para la
comunidad»

JOHN STUART MILL

La lógica:

Para el positivismo de Stuart Mill, el recurso a los hechos es continuo e


incesante, y no es posible ninguna dogmatización de los resultados de la
ciencia. La lógica tiene como fin principal abrir brecha en todo absolutismo de
la creencia y preferir toda verdad, principio o demostración a la validez de sus
bases empíricas.

En la Introducción de la Lógica, Mill se desembaraza de todas las cuestiones


metafísicas que, según afirma, caen fuera del dominio de esta ciencia, en
cuanto es la ciencia de la prueba y de la evidencia.
Está generalmente admitido que la existencia de la materia o del espíritu, del
espacio o del tiempo, no es por naturaleza susceptible de ser demostrada, y
que si hay algún conocimiento de ella, debe ser por intuición inmediata. Pero
una "intuición inmediata" que caiga fuera de toda posibilidad de investigación y
de razonamiento está privada de significación filosófica. Al lado de la
eliminación de toda realidad metafísica está la eliminación de todo fundamento
metafísico o trascendente o, en general, no empírico de las verdades y de los
principios universales. Todas las verdades son empíricas: la única justificación
del "esto será" es el "esto ha sido". Las llamadas proposiciones esenciales son
puramente verbales: afirman de una cosa indicada con un nombre sólo lo que
es afirmado por el hecho de llamarla con este nombre. Son, por tanto, fruto de
una pura convención lingüística y o dicen absolutamente nada real sobre la
cosa misma. Lo que llamamos axiomas son verdades originariamente
sugeridas por la observación. Tales axiomas no tienen un origen diferente de
todo el resto de nuestros conocimientos: su origen es la experiencia.

HERBERT Spencer

Spencer ofrece una visión evolucionista de la realidad que, como la ley de los
tres estados, tiene también consecuencias políticas y sociales. A pesar de sus
protestas, no deja Spencer de ser positivista, pues basa el conocimiento en el
desarrollo intelectual de la humanidad, busca construir la ciencia y la filosofía
sobre una base empírica, rechaza la metafísica y ofrece la ciencia social como
el único vehículo capaz de estudiar la sociedad.

Spencer toma la condición biológica de la humanidad como dato concreto,


innegable y esencial: el individuo y la sociedad son organismos que, para
sobrevivir, están en transacción constante con el ambiente; todo órgano y toda
acción son instrumentos de supervivencia –la experiencia del pensamiento y
los razonamientos adquieren su valor al incrementar las oportunidades para
sobrevivir–. Este proceso biológico es tanto un modelo filosófico como una
realidad fundamental.

Según Spencer, el conocimiento surge de la experiencia. Esta última es


fenoménica y accesible a la observación. Fuera de nuestro control o deseos,
responde a algo terco, intransigente, que sentimos como externo y que
llamamos la realidad. Dividimos la experiencia en dos categorías
epistemológicas: lo cognoscible y lo incognoscible. Dentro de la primera cae lo
conocido y lo que se puede conocer –la experiencia misma–. De ella brota y a
ella está limitado el conocimiento: se observan los fenómenos, se descubren
sus relaciones, se conectan con inducciones que al repetirse y acumularse en
la memoria resultan en el saber que llamamos sentido común y que nos
permite sobrevivir. El razonamiento –otra habilidad adquirida por el organismo
para sobrevivir– consiste en conectar conceptos derivados de la experiencia
por medio de procedimientos aprendidos y aprobados por la experiencia misma.
La segunda categoría es lo incognoscible, lo que no se puede concebir o
experimentar. En ella cae lo que está detrás de la experiencia, los objetos
tradicionales de la metafísica y la religión: la realidad, la naturaleza absoluta de
las cosas, el origen del universo, Dios, la conciencia, el tiempo y el espacio, la
materia y el movimiento, etc. Según Spencer, el razonamiento, por trabajar sólo
con conceptos empíricos, no puede formular ninguna concepción de estos
absolutos. Al afirmar proposiciones sobre los incognoscibles, el razonamiento
crea contradicciones, antinomias o suposiciones inauditas e inconcebibles. Por
lo tanto, la metafísica no es posible, es pura palabrería porque se engendra de
la aplicación errónea a lo incognoscible de los procedimientos racionales
usados para comprender lo cognoscible. El error de la metafísica es suponer
que los incognoscibles tienen referencias como las tienen los cognoscibles;
creer que lo que se piensa tiene que existir más allá del pensamiento.

Una vez aclarada esta distinción epistemológica, Spencer define la filosofía


como un conocimiento completamente unificado y coherente. Su objeto es
establecer no sólo las conexiones simples entre los datos sino también una
concepción unitaria del porqué de las cosas. Representa el conocimiento más
general de la realidad: «El sentido común es el nivel más bajo del conocimiento
no-unificado; la ciencia es el conocimiento parcialmente unificado; la filosofía es
el conocimiento totalmente unificado». La filosofía comienza con las
generalizaciones más amplias de las ciencias particulares que se sistematizan
y se asocian para formar conceptos aún más generales, hasta llegar a una
unificación total del conocimiento bajo primeros principios, «las proposiciones
más generales de la experiencia, no inferibles de ninguna más profunda y
probadas al demostrarse una congruencia completa entre las conclusiones que
implican». La filosofía es, entonces, una superciencia, un depósito de verdades
inductiva de gran generalidad que expresan las reglas que unifican el
conocimiento y las condiciones en que se produce la experiencia.

El positivismo en relación con otras ciencias


· EL CARACTER SOCIAL DEL ESPIRITU POSITIVO.

El espíritu positivo tiene que fundar un orden social. La constitución de un


saber positivo es la condición de que haya un autoridad social suficiente, y esto
refuerza el carácter histórico del positivismo.

Comte, fundador de la Sociología, intenta llevar al estado positivo el estudio de


la Humanidad colectiva, es decir, convertirlo en ciencia positiva. En la sociedad
rige también, y principalmente, la ley de los tres estados, y hay otras tantas
etapas, de las cuales, en una domina lo militar.

Comte valora altamente el papel de organización que corresponde a la iglesia


católica; en la época metafísica, corresponde la influencia social a los legistas;
es la época de la irrupción de las clases medias, el paso de la sociedad militar
a la sociedad económica; es un período de transición, crítico y disolvente; el
protestantismo contribuye a esta disolución. Por último, al estado positivo
corresponde la época industrial, regida por los intereses económicos, y en ella
se ha de restablecer el orden social, y este ha de fundarse en un poder mental
y social.

EL POSITIVISMO Y LA FILOSOFIA.

Es aparentemente, una reflexión sobre la ciencia. Después de agotadas éstas,


no queda un objeto independiente para la filosofía, sino ellas mismas; la
filosofía se convierte en teoría de la ciencia. Así, la ciencia positiva adquiere
unidad y conciencia de sí propia. Pero la filosofía, claro es, desaparece; y esto
es lo que ocurre con el movimiento positivo del siglo XIX, que tiene muy poco
que ver con la filosofía.

Pero en Comte mismo no es así. Aparte de lo que cree hacer hay lo que
efectivamente hace. Y hemos visto que:

1. Es una filosofía de la historia (la ley de los tres estados).

2. Una teoría metafísica de la realidad, entendida con caracteres tan


originales y tan nuevos como el ser social, histórica y relativa.

3. Una disciplina filosófica entera, la ciencia de la sociedad; hasta el punto


de que la sociología, en manos de los sociólogos posteriores, no ha
llegado nunca a la profundidad de visión que alcanzó en su fundador.

Este es, en definitiva, el aspecto más verdadero e interesante del positivismo,


el que hace que sea realmente, a despecho de todas las apariencias y aun de
todos los positivistas, filosofía.

EL POSITIVISMO JURIDICO.-

Sólo puede hablarse de derecho positivo. Se rechaza, en consecuencia, toda


idea de un derecho natural, ya que los principios generales del derecho no
surgen de la naturaleza, sino que están implícitos en la ciencia.

El derecho se sustrae a todo enfoque axiológico o ético. Estos presupuestos


convierten necesariamente al derecho en norma, entendida como un juicio
lógico. En efecto, el juicio es un proceso mental por el cual se afirma la realidad
de una cosa, o la realidad de una relación jurídica, y se expresa mediante una
proposición. Esta a su vez se define como el enunciado susceptible de ser
declarado verdadero o falso. A estos enunciados se les aplican las leyes de la
lógica, con lo cual se introducen en el ámbito de la ciencia del derecho.
El objeto central de la ciencia del derecho es en consecuencia la
estructura lógica de la norma.

El positivismo jurídico que se difunde a partir de la segunda mitad del siglo XIX
y principios del XX, se manifiesta en una tendencia por elaborar racional y
formalmente el derecho positivo.

La idea del derecho responde aquí a una concepción formalista, centrada en la


forma o manera en que debe ser realizada una acción para que sea un acto
jurídico, y no en su contenido, justo o injusto, ni en su finalidad. Sólo interesa
asegurar un razonamiento coherente, prescindiendo de su contenido. Es un
retorno a Kant y a su normatividad y formalismo. Se produce sobre todo a
través de las concepciones jurídico-filosóficas de dos de los hombres más
representativos del positivismo: Rodolfo Stammler y Hans Kelsen.

STAMMLER (1853-1938)

Propone aplicar estrictamente el método formalista, que prescinde de los


contenidos, necesariamente limitativos y no universales de los ordenamientos
jurídicos particulares.

Desde esta perspectiva la vida social aparece como la "acción conjunta reglada
de los hombres", y el orden jurídico como "un medio para el logro de fines". Al
concepto de hombres vinculados socialmente debe unirse la idea de la
vinculación de fines.

El concepto de derecho supone un orden jurídico entendido como un medio


para el logro de fines, por lo cual la noción del derecho puede ser comprendida
y concebida sólo mediante una referencia a los fines humanos y a sus medios
adecuados.

El criterio para distinguir el derecho justo del que no lo es se encuentra para


Stammler en la idea de derecho, definida como "la noción de la armonía
incondicionada de todo contenido jurídico".

La idea de derecho justo se relaciona con el concepto de idea social, y no


entendido como una utopía o una situación jurídica que debe lograrse. Aquí el
ideal social no es un fin sino la armonía absoluta de todos los posibles quereres
jurídicos.

KELSEN (1881-1973)
Hans Kelsen emprende "la tarea de elaborar una teoría depurada de toda
ideología política y de todo elemento de la ciencia de la naturaleza, y
consciente de tener un objeto regido por leyes que le son propias".

Intenta probar que sólo existe el derecho positivo concebido como una serie de
normas coordinadas y sistematizadas y ajeno a cualquier actitud valorativa.
Pretende dar a la teoría del derecho la objetividad y la precisión propias de toda
ciencia.

Por Teoría Pura se entiende una ciencia cuyo único objeto es el derecho. Trata
de determinar qué es y cómo se forma el derecho, sin indagar cómo debe ser y
formarse.

Para Kelsen el derecho se había introducido en temas psicológicos, biológicos,


morales y hasta teológicos, acusando una grave falta de sentido crítico y
poniendo en peligro la verdadera ciencia jurídica.

De manera que los juristas de la teoría pura no están llamados a construir, sino
a observar y a analizar el derecho, tal como éste se presenta. Es preciso dejar
de lado la preocupación por su origen, causa o finalidad para centrarla en el
derecho puesto, en el derecho positivo.

El derecho como sistema de normas.-

Para determinar el objeto de la ciencia jurídica Kelsen parte de los dos


aspectos en que esta estudia y considera el derecho:

a) desde una perspectiva estática, como un sistema establecido, como un


orden social, como un sistema de normas que regulan la conducta humana;

b) desde un punto de vista dinámico, referido a los distintos actos por los
cuales se crea y aplica el derecho y que tiene en cuenta sobre todo la conducta
regulada por las normas jurídicas.

El derecho es pues un orden normativo, un sistema de normas, coordinadas


entre si, formando un todo coherente.

Según Kelsen es preciso tener en cuenta la diferencia existente entre la ciencia


de la naturaleza y las de la sociedad:

a) la naturaleza como un sistema de elementos relacionados entre si por el


principio de causalidad. Se da una relación causa-efecto independiente de la
voluntad humana;

b) la sociedad como un orden en el que se regula la conducta de los hombres y


se establecen relaciones entre determinados hechos. Estas normas son
creadas y aplicadas por actos humanos.
En consecuencia la naturaleza es un orden distinto al de la sociedad. Esto se
debe al tipo de principios que establecen la relación entre un hecho y su
consecuencia:

- en el dominio de la naturaleza, el principio de causalidad, que determina que


a una misma causa sigue necesariamente un mismo efecto. Aquí la
consecuencia o el efecto se constatan;

- en el orden social, el principio de imputación, aplicado a las relaciones


jurídicas. Aquí se relacionan por una parte la conducta establecida por la norma,
y por otra la sanción que debe aplicarse cuando se comete un acto contrario al
señalado por la norma. En este ámbito la consecuencia se atribuye.

"Un acto ilícito es seguido de una sanción porque una norma creada por un
acto jurídico prescribe o autoriza la aplicación de una sanción cuando se ha
cometido un acto ilícito". La sanción debe entonces seguir al acto ilícito; con lo
cual el orden jurídico se afirma en un deber ser. A este ámbito pertenece el
derecho, a diferencia de los hechos naturales que son propios de lo que es y
no de lo que debe ser.

La juridicidad de un hecho responde aquí a una norma propia de los sistemas


jurídicos estatales a los que se refiere la teoría pura. La validez y juridicidad de
cada norma dependen de normas superiores que se fundan a su vez en la
Constitución. Como esta sucesión o gradación de normas no puede ser infinita,
debe existir una norma fundamental que otorgue validez a la totalidad del
sistema normativo.

El positivismo ante los Derechos Humanos

Los positivistas sólo reconocen como derecho el derecho puesto, entendiendo


como tal el que ha sido establecido, aplicado y normalizado por el Estado. Los
derechos Humanos no han sido creados por el Estado, sino que es fruto de un
acuerdo interestatal de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Es más,
como toda norma de derecho Internacional, sólo obliga a los Estados que
hayan dado su consentimiento. Los derechos humanos se podrían considerar
como un modelo de los derechos que un Estado debería establecer, pero no es
ninguna obligación para los países que no aplican estos derechos y que no se
han adherido al tratado de los Derechos Humanos. Los positivistas se oponen
a la propia naturaleza de estos Derechos; ya que admitirlos sería a la vez
admitir la existencia de unos auténticos derechos que vienen dados por la
propia naturaleza del hombre (derecho natural, iusnaturalismo). Ahora bien,
hay que ser cautos a la hora de intentar definir o delimitar los llamados
derechos naturales (derechos antes del derecho) ya que si caemos en el error
de asumir un derecho como absoluto uno que no lo es estaríamos avanzando
en contra del ser Humano.

Llegados a este punto, convendría cuestionar si los derechos Humanos son


simplemente la positivización de las normas de convivencia occidentales
básicas de las grandes potencias firmantes en la elaboración del tratado en la
Asamblea de las Naciones Unidas. O, si por el contrario, nos encontramos ante
unos verdaderos derechos naturales. En tal caso, los Derechos Humanos no
estarían concediendo ni otorgando ningún derecho, sino que los estaría
reconociendo ya que estos pertenecen al hombre por el mero hecho de serlo.
Ya en el preámbulo de este acuerdo se dejó claro el carácter que se pretendía
otorgar a los Derechos Humanos al enunciar la siguiente frase: “reconociendo
que estos derechos se derivan de la dignidad inherente a la persona humana”.

A lo largo de la historia ha habido un debate sobre la construcción y


fundamentación de los derechos humanos entre dos corrientes de pensamiento:
el iusnaturalismo y el positivismo.

El positivismo afirma que sólo es derecho aquello que está escrito en un


ordenamiento jurídico. Por lo tanto, la única fuente del derecho, el único
origen de la norma, se fundamenta en el hecho de que está por escrito y
vigente en un país, en un determinado momento histórico. Es lo que se conoce
como la ley positiva.

"Los derechos no son algo que exista ya dado en la naturaleza y que


nosotros nos limitemos a descubrir, como los cromosomas o los
continentes. Los derechos los creamos nosotros mediante nuestras
convenciones. Así que la pregunta relevante no es '¿qué derechos tiene
tal criatura?', sino '¿qué derechos queremos que tenga?'."
Jesús Mosterín. Jurista español

En cambio, el iusnaturalismo sostiene que el origen de los derechos


humanos no reside en la ley positiva, sino que parte de la naturaleza
propia del ser humano, una naturaleza que es superior y precedente a
cualquier ley positiva. Una definición clásica de iusnaturalismo es la siguiente:
el derecho natural es aquel que la naturaleza da a los seres humanos por el
simple hecho de serlo. En el caso de las tradiciones religiosas, los derechos
naturales son una de las características con las que Dios dota a los seres
humanos.

"Sólo si están arraigados en bases objetivas de la naturaleza que el


Creador ha dado al hombre, los derechos que se le han atribuido pueden
ser afirmados sin temor de ser desmentidos (...) Por tanto, es importante
que los organismos internacionales no pierdan de vista el fundamento
natural de los derechos del hombre. Eso los pondría a salvo del riesgo,
por desgracia siempre al acecho, de ir cayendo hacia una interpretación
meramente positivista de los mismos."
Benedicto XVI. Mensaje con motivo de la Jornada Mundial de la Paz, 1-1-2007

Hay que añadir, no obstante, que no existe un único tipo de iusnaturalismo ni


de positivismo: hablar de positivismo y iusnaturalismo sin mencionar las
distintas corrientes dentro de cada una de las dos tendencias, el desarrollo o
evolución de estas posturas a lo largo de la historia, así como de los intentos
de síntesis de algunas propuestas, implica una simplificación excesiva, pero
que aquí es inevitable por razones de espacio.

Durante la elaboración de la Declaración Universal de los Derechos Humanos


de 1948 se produjeron debates acerca de estas cuestiones, optándose
finalmente por no mencionar el tema: en lo que se estaba de acuerdo era en la
necesidad de proteger los derechos de las personas, y entonces no era
imprescindible justificar la fundamentación de esta protección, sino
sencillamente proclamarla.

Conclusión

El Positivismo, es una doctrina filosófica en donde se acepta como


conocimiento válido, el saber científico obtenido a través de la experimentación,
es decir, con la utilización del método científico, se estudian los hechos y a
partir de estos, se deducen las leyes que los hacen valederos. Por ello, el
Positivismo es considerado como analítico, Pero esto, no ha mermado la
proliferación de trascendentales descubrimientos y avances del mundo
moderno; los cuales, se deben sin lugar a duda, a la influencia del Positivismo,
siendo uno de sus más importantes hallazgos, el descubrimiento de la
Historicidad del Conocimiento Humano a través de la Sociología, que permite la
jerarquización (orden y progreso) de la Sociedad de acuerdo a su nivel
intelectual, a fin de que estos, reciban una remuneración acorde a su labor
desempeñada. A partir de la Sociología se debe ubicar cualquier investigación
para que exista un orden, ya que la experiencia que posee el individuo la
sustrae de su entorno, y esta transcurre en un momento histórico, que lo
orientará a través del proceso de experimentación científica. Este pensamiento
positivista se mantiene vivo hoy en día a través del llamado “Neopositivismo
Lógico”, ciencia que estudia la reforma de la sociedad y la religión.
Bibliografía

http://revistas.udem.edu.co/index.php/opinion/article/view/1329/1331

https://es.wikipedia.org/wiki/Positivismo

https://lanaveva.wordpress.com/2011/09/17/derechos-humanos-y-el-positivismo/

http://biblioteca.universia.net/html_bura/ficha/params/title/positivismo-derechos-
humanos/id/70779799.html

http://ldhumanos.blogspot.com/2012/11/iuspositivismo.html

LOS DERECHOS HUMANOS DESDE UNA PERSPECTIVA TRIDIMENSIONAL “Dra. Iris del Rocío
Orozco Argote*1Jonathan Alejandro González García*”

POSITIVISMO JURÍDICO Y DERECHOSHUMANOS “Reynaldo Bustamante Alarcón.Abogado.


Profesor de la Facultad de Derecho de la Pontificia.Universidad Católica del Perú. Adscrito a la
Maestría en Derecho con.mención en Derecho Constitucional de la Pontificia.Universidad
Católica del Perú”.

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