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Clasificar casos fáciles,

difíciles y trágicos, es
una tarea judicial?

De Ricardo Leon Pastor junio 10, 2015

En junio de 2014 el Consejo Nacional de la Magistratura publicó el

precedente 120-2014, con carácter vinculante, después de más de diez

años de evaluación sobre los criterios que emplea para medir la

calidad de las decisiones de juezas y jueces peruanos.

Tomando como referencia mas de 1,500 procesos de ratificación


judicial, evaluación que el Consejo aplica cada siete años a los
magistrados para confirmarles o no en sus cargos, el Consejo ha hecho
una lista de los errores más frecuentes que suelen cometer, entre ellos
destacan los siguientes:

 Falta de orden

 Ausencia de claridad

 Errores sintácticos y ortográficos

 Redundancia

 Incongruencia

 Insuficiencia argumentativa

 Citas impertinentes de jurisprudencia y

doctrina

 Transcriben normas sin interpretarlas

 Transcriben medios probatorios sin valorarlos

Estamos de acuerdo con estos señalamientos. Hace mucho venimos


insistiendo en que la calidad de decisiones judiciales debe medirse
conforme con los criterios aportados por la teorías de la argumentación
jurídica.

Como hemos escrito en otras ocasiones, una decisión cuenta con calidad
suficiente cuanto está doblemente justificada, interna y externamente.

La justificación interna supone que el juez construye una premisa de


hecho la misma que es capaz de subsumir en una premisa normativa,
llegando a una decisión válida deductivamente. Mientras que
la justificación externa completa el esfuerzo argumentativo, cuando los
jueces pasan a dar razones materiales que sostienen cada una de la
premisas, tanto la fáctica como la normativa.

El Consejo también insiste, tal como lo hemos hecho en los últimos


años, en que el lenguaje empleado por la judicatura debe ser claro. La
claridad debe orientarse al empleo de palabras que el destinatario sin
entrenamiento legal, el ciudadano de a pie, pueda comprender con
facilidad.

Hasta aquí coincido plenamente con estos planteamientos. Pero cuando


el Consejo pasa a definir cuáles son las condiciones que evalúa para
calificar si un juez ha comprendido o no el problema jurídico que tiene
entre manos, presta atención a criterios tales como la motivación
suficiente, el uso de reglas gramaticales y ortográficas, y una distinción
metodológica sobre si la naturaleza del problema corresponde a un caso
fácil, difícil o trágico. Aquí empieza mi disenso...

La distinción entre casos fáciles y difíciles viene de la teoría legal


anglosajona. En ese contexto se entiende que un caso es fácil cuando,
al ser rutinario, puede aplicarse el silogismo jurídico para resolverlo.
No es necesaria mayor argumentación en la medida en que la premisa
normativa es incuestionable y de interpretación uniforme, mientras que
la premisa de hecho no ofrece problema probatorio alguno.

El caso se torna difícil cuando no hay seguridad sobre la corrección de


las premisas, y en particular cuando la premisa normativa es
problemática porque hay dos derechos enfrentados que se derivan de
dos principios jurídicos que colisionan, como por ejemplo en casos
donde un personaje público reclama la protección de su derecho a la
intimidad mientras que un medio de comunicación reclama se derecho
a informar al público. Aquí, se dice, no basta un razonamiento basado
en el silogismo, sino que debe aplicar otra metodología como el
balanceo entre tales derechos, lo que conocemos en la doctrina europea
como la técnica de la ponderación, de tal forma de que se justifique
racionalmente por qué un principio pesa más que el otro en ese caso
concreto.

Manuel Atienza (1997, "Los límites de la interpretación constitucional,


de nuevo sobre los casos trágicos", Isonomía, Nro.6) propone el
ejemplo de un caso trágico cuando un juez español se ve exigido, ante
el ingreso de un norteafricano a España usando una pequeña balsa y
atravesando el estrecho de Gibraltar, a expulsarle del territorio español,
de acuerdo a la legislación migratoria. Esta solución, la única correcta
desde la perspectiva del derecho positivo, es injusta porque viola el
principio material de la igualdad entre las personas que se deriva del
principio de dignidad humana, según el que todos los seres humanos
somos iguales, incluidos norteafricanos y españoles... La solución
aportada por el ordenamiento jurídico es positivamente correcta pero
trágica...

La clasificación entre casos fáciles, difíciles y trágicos es útil para que


los teóricos del derecho hagan las distinciones conceptuales a las que
están habituados, en la medida en que su trabajo es desarrollar
conceptos y hacer planteamientos críticos sobre el derecho vigente,
pero ¿es razonable exigir tal conceptualización a los jueces cuyo
trabajo, como dice el Consejo en el precedente 120-2014, no es hacer
artículos académicos, sino decidir controversias concretas, revelando si
un caso les pareció fácil, difícil o trágico?

Y si el juez piensa que el caso es fácil pero la parte que pierde lo


considera difícil, ¿podrá en la apelación construirse un argumento sobre
la facilidad o dificultad del caso? ¿La sala de apelaciones decidirá si el
caso era fácil o difícil? Esta tarea no corresponde a jueces quienes no
están llamados a hacer teoría ni metodología, sino a decidir con todas
las consecuencias que ello implica.

Y ¿se imaginan a jueces reconociendo que la decisión a la que han


llegado en aplicación del sistema jurídico es, en realidad, injusta? ¿Sería
ello tolerable para las partes? ¿Y la apelación de quien pierda podría
introducir un argumento de justicia material que se aparte de las fuentes
del ordenamiento legal vigente? ¿Cómo podría resolver la sala de
apelaciones fuera del ordenamiento legal?

Todo esto refleja la inconsistencia del Consejo al exigir a los jueces que
hagan un trabajo conceptual de naturaleza académica que no les
corresponde. Los jueces no pueden desobedecer la ley. Dejemos la
clasificación sobre qué es fácil, difícil o trágico a los profesores de
derecho y exijamos a los jueces que hagan bien su trabajo, que tomen
decisiones prudentes, bien justificadas y usando un lenguaje que la
ciudadanía pueda entender, nada más ni nada menos.
ustificación interna y
externa de un buen
argumento

De León Pastor Consultores septiembre 06, 2012

Gráfico 1

Me han pedido a propósito de un taller de argumentación en OSIPTEL

que proponga un esquema de argumentación que resuma las

condiciones mínimas para predicar la fortaleza de una argumentación.

Para ello, tomo aquí la distinción estándar aceptada en las teoría de la

argumentación, entre justificación interna y externa.


Una decisión es fuerte y consistente lógicamente cuando tiene

justificación interna. Como puede verse en el silogismo del gráfico 1,

si la premisa mayor que contiene la norma gobernante del caso es: "el

que robe será penado" y la premisa menor que contiene el hecho del

caso es: "Juan ha robado", entonces se sigue deductivamente como

conclusión que "Juan será penado". No hay otra conclusión posible

dadas aquellas dos premisas.

Pero esto no basta, pues aún no hemos demostrado la corrección

material de cada una de las premisas, pues esto es propio de la

justificación externa. Ahora vean el gráfico 2 seguidamente:

Gráfico 2
Como puede observarse, en la justificación externa pasamos a dar

razones que demuestren que cada premisa en cierta, correcta y goza de

sustento racional. Es correcto afirmar que, en el Perú, quien robe

deberá ser penado, pues así lo dispone el Código Penal en protección

de un bien jurídico de raigambre constitucional, cual es la propiedad.

En el plano de los hechos, en nuestro ejemplo ha quedado demostrado

que Juan robó por la serie de valoraciones probatorias contenidas en el

gráfico 2, mediante el análisis de prueba directa.

Si las premisas están lógicamente organizadas y conducen a una

conclusión válida, habremos satisfecho la justificación interna. Si cada

premisa es argumentada a partir de fundamentos sólidos, tanto en el

plano normativo como en el fáctico, habremos satisfecho las

condiciones de la justificación externa.

Si justificación interna y externa son cumplidas, entonces nuestra

argumentación será sólida.

No escapará al atento lector que el ejemplo propio del derecho penal

empleado no aplica sólo a esta rama del Derecho, sino a cualquiera en


que se regulen conductas humanas.

Venga! Anímese a aplicar el test de justificación interna y externa en

sus argumentaciones!

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