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Pamplona

Universidad de

Centro de Educación a Distancia

Programas de Educación a Distancia

Inglaterra: Revolución
Industrial y Desarrollo
del Capitalismo

Nidia Yolive Vera Angarita

Formando Colombianos de Bien


Álvaro González Joves
Rector

María Eugenia Velasco Espitia


Decana Facultad de Estudios a Distancia

Luis Armando Portilla Granados


Director Centro de Educación a Distancia
Tabla de Contenido
Presentación
Introducción
Horizontes

UNIDAD 1: Los Antecedentes de la Revolución Industrial


Descripción Temática
Horizontes
Núcleos Temáticos y Problemáticos
Proceso de Información
1.1 LA REVOLUCIÓN AGRARIA DE INGLATERRA EN EL SIGLO XVI
1.1.1 Condiciones y Premisas de la Revolución Agraria
1.1.2 Consecuencias de la Revolución Agraria
1.2 EL DESARROLLO DEL CAPITALISMO EN INGLATERRA HASTA LA
REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
Proceso de Comprensión y Análisis
Solución de Problemas
Síntesis Creativa y Argumentativa
Autoevaluación
Repaso Significativo
Bibliografía Sugerida

UNIDAD 2: La Revolución Industrial en Inglaterra


Descripción Temática
Horizontes
Núcleos Temáticos y Problemáticos
Proceso de Información
2.1 PAPEL DE INGLATERRA EN LA HISTORIA DEL CAPITALISMO
2.2 CAUSAS Y PREMISAS DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
2.3 LOS INVENTOS TÉCNICOS
2.4 EL CURSO DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
2.5 CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
Proceso de Comprensión y Análisis
Solución de Problemas
Síntesis Creativa y Argumentación
Autoevaluación
Repaso Significativo
Bibliografía Sugerida

UNIDAD 3: La Industrialización de los Países Capitalistas


Descripción Temática
Horizontes
Núcleos Temáticos y Problemáticos
Proceso de Información
3.1 INDUSTRIALIZACIÓN Y CRECIMIENTO DE LA ECONOMÍA FRANCESA
3.1.1 La Evolución Demográfica
3.1.2 Las Etapas del Crecimiento Agrícola
3.1.3 Los Comienzos de la Industrialización
3.1.4 Las Industrias Motrices en la Primera Fase de la
Industrialización
3.1.5 El Retraso de Francia en el Desarrollo Industrial
3.2 INDUSTRIALIZACIÓN Y CRECIMIENTO DE LOS ESTADOS UNIDOS
3.2.1 Inventos Americanos y Producción en Serie
3.3 LA INDUSTRIALIZACIÓN DE ALEMANIA
3.3.1 El Zollverein
3.4 LA INDUSTRIALIZACIÓN DE RUSIA
3.4.1 La Emancipación de los Siervos y la Reforma Agraria
3.5 LA INDUSTRIALIZACIÓN DE JAPÓN
Proceso de Comprensión y Análisis
Solución de Problemas
Síntesis Creativa y Argumentación
Autoevaluación
Repaso Significativo
Bibliografía Sugerida

UNIDAD 4: Doctrinas Económicas del Liberalismo Clásico


Descripción Temática
Horizontes
Núcleos Temáticos y Problemáticos
Proceso de Información
4.1 LOS FUNDAMENTOS MICROECONÓMICOS DE LA RIQUEZA DE LAS
NACIONES
4.1.1 La Teoría del Valor
4.1.2 Los Factores y su Participación en el Producto
4.1.3 La Macroeconomía de Smith: Anteproyecto del Crecimiento
Económico
4.2 EL PRINCIPIO DE UTILIDAD EN LA ECONOMÍA CLASICA: JEREMY
BENTHAM
4.2.1 El Cálculo de la Felicidad
4.2.2 Cálculos del Bienestar
4.3 EL PRINCIPIO DE LA POBLACIÓN EN LA ECONOMÍA CLÁSICA:
THOMAS MALTHUS
4.3.1 Esbozo de la Teoría
4.3.2 Limitaciones Teóricas
4.4 EL SISTEMA RICARDIANO
4.4.1 La Teoría del Valor Trabajo
Proceso de Comprensión y Análisis
Solución de Problemas
Síntesis Creativa y Argumentación
Autoevaluación
Repaso Significativo
Bibliografía Sugerida

BIBLIOGRAFÍA GENERAL
Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 1

Presentación
La educación superior se ha convertido hoy día en prioridad para el gobierno
Nacional y para las universidades públicas, brindando oportunidades de superación
y desarrollo personal y social, sin que la población tenga que abandonar su región
para merecer de este servicio educativo; prueba de ello es el espíritu de las
actuales políticas educativas que se refleja en el proyecto de decreto Estándares
de Calidad en Programas Académicos de Educación Superior a Distancia de la
Presidencia de la República, el cual define: "Que la Educación Superior a Distancia
es aquella que se caracteriza por diseñar ambientes de aprendizaje en los cuales
se hace uso de mediaciones pedagógicas que permiten crear una ruptura espacio
temporal en las relaciones inmediatas entre la institución de Educación Superior y
el estudiante, el profesor y el estudiante, y los estudiantes entre sí”.

La Educación Superior a Distancia ofrece esta cobertura y oportunidad educativa


ya que su modelo está pensado para satisfacer las necesidades de toda nuestra
población, en especial de los sectores menos favorecidos y para quienes las
oportunidades se ven disminuidas por su situación económica y social, con
actividades flexibles acordes a las posibilidades de los estudiantes.

La Universidad de Pamplona gestora de la educación y promotora de llevar


servicios con calidad a las diferentes regiones, y el Centro de Educación Virtual y a
Distancia de la Universidad de Pamplona, presentan los siguientes materiales de
apoyo con los contenidos esperados para cada programa y les saluda como parte
integral de nuestra comunidad universitaria e invita a su participación activa para
trabajar en equipo en pro del aseguramiento de la calidad de la educación superior
y el fortalecimiento permanente de nuestra Universidad, para contribuir
colectivamente a la construcción del país que queremos; apuntando siempre hacia
el cumplimiento de nuestra visión y misión como reza en el nuevo Estatuto
Orgánico:

Misión: Formar profesionales integrales que sean agentes generadores de


cambios, promotores de la paz, la dignidad humana y el desarrollo nacional.

Visión: La Universidad de Pamplona al finalizar la primera década del siglo XXI,


deberá ser el primer centro de Educación Superior del Oriente Colombiano.

Luis Armando Portilla Granados – Director CEDUP

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 2

Introducción
A fines del siglo XVIII en el marco de la edad moderna se dio como principal hecho
histórico la Revolución Industrial, lo cual supuso una profunda transformación en la
economía y la sociedad mundial. Acontecimiento que enmarca el desarrollo de
muchos países, en diferentes condiciones, pero que en últimas circunstancias
determina el inicio de nuevas formas y estructuras organizacionales a todo nivel.

Donde median diversos factores que impulsan el inicio de una nueva era, entre
ellos la mentalidad progresista de la clase emergente burguesa, las guerras que se
vivían en algunas naciones para ese entonces, la evolución tecnocientífica, el papel
del Estado cuya intervención fue mucho mayor en unos países mientras, que el
sector privado fue más importante en otros, condiciones que permitieron un
cambio profundo en las relaciones sociales que se mantenían hasta entonces.

Sin duda alguna, la revolución industrial es una de las dos transformaciones


fundamentales del ámbito económico de la civilización (la otra fue la agricultura).

Tiene sus inicios en Inglaterra, pero rápidamente empieza a extenderse por otros
países y a finales del siglo XX, este fenómeno o sus efectos habían alcanzado
prácticamente a todos los rincones del mundo. Y aunque ofrece nuevas
posibilidades de desarrollo y avances, lo cual implica un nuevo orden social, a la
vez, instaura nuevas tensiones que determinan sucesos de lucha, conflictos que
provocan conmociones revolucionarias, es una de ellas, el triunfo del liberalismo
como ideología que legitima el despegue de la revolución. Además está el auge de
la burguesía que empieza a controlar el Estado, garantía que asegura el libre juego
de las relaciones económicas y de los ordenamientos sociales, hecho que implica a
su vez el cambio del antiguo régimen por un Estado moderno constitucionalista
que conduce al capitalismo a su madurez. Por otra parte, el ascenso de la ciencia
y la tecnología, elementos que alcanzan su gran esplendor y no menos importante,
es el fortalecimiento de las condiciones económicas a partir de la consolidación del
mercado de capitales y la expansión de las empresas capitalistas.

Pero ¿por qué en Europa?. Este continente se caracterizaba por cambios en la


demanda del mercado interior y en la población, los cuales fueron vitales para
precipitar dicha revolución, en el siglo XVIII, el consumismo crecía, los factores
culturales y políticos también fueron causantes en parte de estas

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 3

transformaciones. Los valores definidos por un movimiento intelectual europeo del


siglo XVIII conocido como la Ilustración, especialmente la confianza en la ciencia y
el aprecio por el trabajo duro y el éxito material, orientaron a los primeros
inventores y fabricantes. Los gobiernos que perseguían el beneficio económico
para mantener su posición diplomática y militar, promovieron también cambios que
facilitaron la innovación. Sin embargo, fue Gran Bretaña la gran precursora de
este nuevo crecimiento industrial, algunos investigadores proponen razones
importantes como los recursos de carbón y acero y la aceptación general de la
innovación técnica en su país y una vez establecido el poder de la industrialización
británica inspiró su inicio en otros países.

Como vemos, es un período que se caracteriza por la aparición de eventos y


situaciones que permiten el desarrollo de la industrialización, dando a sí lugar al
nacimiento de la economía moderna. Por esta razón el presente módulo está
estructurado partiendo de una explicación profunda de los elementos particulares
de Inglaterra que permitieron la industrialización de su base económica, para
generar un análisis sistemático del proceso de industrialización en este país y sus
implicaciones a nivel continental y mundial, pues la industrialización marca el
origen de las relaciones capitalistas de producción y con ellas una nueva teoría
económica que fundamentará el sistema capitalista liberal clásico que trasciende
hasta nuestros días adaptándose a las dinámicas históricas.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 4

Horizontes
• Estudiar las fuerzas económicas que dinamizaron el cambio europeo en el siglo
XIX.
• Analizar la revolución industrial de tipo burgués y su contribución en la
transformación del absolutismo en un régimen parlamentario.
• Comprender las condiciones que permitieron el despegue en el desarrollo
europeo.
• Describir el desarrollo y los resultados de los adelantos científicos e inventos
sobre el proceso de industrialización.
• Estructurar el nuevo orden social que surge como resultado del sistema
capitalista y la industrialización de Europa.
• Analizar las nuevas tendencias ideológicas que dinamizaron y legitimaron el
sistema naciente.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 5

UNIDAD 1: Los Antecedentes de la


Revolución Industrial
Descripción Temática

En el estudio de la evolución histórica de la humanidad es indispensable analizar y


comprender la revolución industrial inglesa, pero para ello debemos partir de los
hechos sucedidos en este proceso durante los siglos XV, XVI y XVII, que fueron el
motor que impulsó dicho despegue y que es el tema que se tratará en la presente
unidad.

Fue uno de ellos la revolución agraria, hecho que pasó por cuatro momentos: en
primer lugar, las unidades consolidadas de cultivo en gran escala las cuales
sustituyeron a los campos abiertos cultivados, en franjas discontinuas por los
campesinos con derechos de pasto, combustible y de caza sobre las tierras
comunales; en segunda instancia, el cultivo se extendió a los eriales y las tierras
comunales y se adoptó la ganadería intensiva; en tercero, se transformó la aldea
campesina autosuficiente en una comunidad de trabajadores agrícolas cuyo nivel
de vida básico dependía de las condiciones de los mercados nacionales e
internacionales más que de las circunstancias climáticas; y en cuarto, el gran
aumento de la productividad agrícola, es decir, el volumen por unidad de fuerza de
trabajo en plena dedicación (full-time).

Acompañado por un gran desarrollo del sistema capitalista de la economía inglesa


en sus momentos principales, desde el comienzo de las primeras formas
capitalistas hasta el despuntar de la llamada revolución industrial, o sea hasta el
tránsito a la producción de fábrica. Grande fue el progreso económico y político
logrado por Inglaterra en este período; e igualmente rica en ganancias para la
burguesía inglesa, la explotación capitalista en todo el país y también en escala
mundial.

Horizontes
• Establecer el marco político desde el cual se puede concebir la revolución
agraria inglesa como producto de los intereses de clase.

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• Analizar el contexto interno y externo que sirvieron de marco para que en


Inglaterra se desarrollara una revolución agraria que permitió establecer las
primeras relaciones capitalistas de producción.

• Determinar la relación existente entre explotación pecuaria e industria textil


para explicar la expansión del comercio internacional de Inglaterra.

Núcleos Temáticos y Problemáticos


• La Revolución Agraria de Inglaterra en el Siglo XVI.

• El Desarrollo del Capitalismo en Inglaterra hasta la Revolución Industrial.

Proceso de Información
1.1 LA REVOLUCIÓN AGRARIA DE INGLATERRA EN EL SIGLO XVI

El hecho de que haya sido el reino inglés el precursor de la industrialización y con


ésta el sistema económico capitalista liberal, no es una casualidad histórica, por el
contrario el fenómeno industrial en Inglaterra es el producto de un conjunto de
circunstancias económicas y estructuras político-sociales en cuya dinámica se
establece el marco de referencia propicio para explicar el origen de las estructuras
capitalistas de la producción industrial. Una economía basada en la producción
agraria y en el autoconsumo no puede ser fundamento para el surgimiento de un
sistema de competencia y de propiedad privada como el liberal, más aun si se
tiene en cuenta que en el siglo XVIII se presenta a nivel político-social todo un
complejo movimiento que busca perpetuar las estructuras propiamente feudales,
en contraposición a los aires modernos que desde el siglo XV se han venido
presentando.

Sin embargo, Inglaterra presenta condiciones muy particulares en cuanto a su


estructura agraria y en cuanto a su organización político-social que permiten
analizar el surgimiento del proceso de industrialización y explicar su naturaleza de
una manera ordenada, sistemática y comprensible. A continuación se abordan
estas condiciones particulares, agrupándolas en dos grandes ejes temáticos: la
revolución agraria y las implicaciones político-sociales de la macroeconomía inglesa
antes de la revolución industrial.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 7

La historia económica de Inglaterra en el siglo XVI destaca por su alto dramatismo


y abunda en acontecimientos cruciales. Es éste un período de su evolución
histórica tras el cual el país avanzó rápidamente por la senda del capitalismo,
saliendo de su situación de apéndice agrario y de rincón económicamente atrasado
de la Europa medieval, situación en que había permanecido a lo largo de muchos
siglos.

En el siglo XVII, el mercader inglés apareció en la palestra del comercio


internacional. La ulterior expansión económica de Inglaterra, de su comercio, de
sus conquistas coloniales y de su desarrollo industrial rebasaron con mucho (en
los siglos XVIII y XIX) todo cuanto alcanzaran en otros tiempos España y Holanda.

El pequeño Reino de Inglaterra, que durante el Medioevo clásico se hallaba a la


altura de cualquiera de los múltiples ducados o condados de Europa occidental,
pudo convertirse luego en la potencia rectora del mundo y en un Imperio con
posesiones dispersas por todos los continentes.

1.1.1 Condiciones y Premisas de la Revolución Agraria

El punto de partida radica en los progresos económicos logrados por Inglaterra en


el siglo XVI, que modificaron totalmente la situación económico-social en las islas
Británicas y constituyeron la premisa de sus éxitos económicos posteriores. La
Inglaterra de este siglo dio un verdadero salto en su desarrollo económico, y no es
casual, como dice Marx, que resultase ser el país clásico de la acumulación
originaria. Había numerosas causas para tales progresos. Después de los grandes
descubrimientos geográficos y del desplazamiento de las rutas comerciales hacia el
océano Atlántico, Inglaterra, como Holanda, quedó en la encrucijada de los
grandes vínculos del comercio europeo y mundial del siglo XVI.

A su avance económico en dicho siglo contribuyó la situación en Europa, cuya


industria demandaba mucha lana de oveja de origen inglés. Refiriéndose a la
revolución agraria en Inglaterra, Marx señala que "el florecimiento de las
manufacturas laneras de Flandes y la consiguiente alza de los precios de la lana
fue lo que sirvió de acicate directo". Además, la revolución neerlandesa facilitó a
Inglaterra la utilización de la cultura técnica del arte textil flamenco. La represión
sangrienta del duque de Alba provocó en 1567 una emigración masiva de
tejedores, tintoreros y muchos otros maestros altamente cualificados de los Países
Bajos a Inglaterra. Las guerras de los hugonotes en Francia también trajeron
consigo, en la segunda mitad del siglo XVI, una considerable emigración de
especialistas de diversos oficios a las islas Británicas. Por último, la persecución de
los luteranos en Alemania trajo consecuencias análogas. En 1569 había en
Norwich 3.000 extranjeros que hablaban, en su mayoría, flamenco. La aparición

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 8

de nuevas clases de tejidos en Inglaterra se debió a la inmigración de maestros


extranjeros. Los fabricantes ricos que llegaban de otros países montaban allí
grandes manufacturas de tipo moderno. No obstante, el papel decisivo
correspondía, como era natural, a factores que radicaban en las contradicciones
internas de la evolución económico-social de Inglaterra, acumuladas a lo largo de
varios siglos. En Inglaterra, como en el resto de Europa, el absolutismo creó, en
cierto modo, condiciones políticas más propicias para el incremento económico del
país precisamente en un periodo temprano de su historia.

La política económica de los Tudores respondía a los intereses de clase de la


nobleza aburguesada ya, o en vías de aburguesarse, y ansiosa de riquezas; por
dicha, razón, resultó ser parcialmente favorable a las nuevas tendencias del
desarrollo de la vida económica de Inglaterra. Su propósito consistía en estimular
la evolución capitalista en el país. Los Tudores prohibieron repetidas veces la
expropiación de las tierras usufructuadas por los campesinos; pero las leyes de
1489, 1516, 1534 y 1597 quedaron en el papel, sin que se llevasen a la práctica en
gran escala. Es más, de 1536 a 1539, estos reyes suprimieron las propiedades
rurales de los monasterios, que a lo largo de siglos habían constituido el baluarte
del régimen feudal, y promulgaron todo un conjunto de leyes contra los
vagabundos y los pordioseros, a las que Marx calificó de leyes sangrientas por su
crueldad. Los Tudores alentaron con perseverancia el desarrollo de la industria
manufacturera, del comercio, de la navegación, de las sociedades comerciales y de
las actividades de los aventureros coloniales, realizando la política del
mercantilismo, habitual en la Baja Edad Media, y orientándose a la defensa de los
intereses de la aristocracia aburguesada.

A este respecto es de señalar la influencia determinante que ejerció la admirable y


profunda cooperación económica entre la ciudad y el campo, entre la industria y la
agricultura y, más concretamente, entre la industria textil y la cría de ganado
lanar. Precisamente fue el ramo textil el que trazó las nuevas sendas de la
evolución económica de la Europa medieval facilitando a algunas ciudades, e
incluso a países enteros, posiciones claves para una amplia expansión económica.

En Inglaterra, con su abundantísima base de materia prima “lana barata de


producción local”, el arte textil podía desarrollarse en circunstancias
excepcionalmente favorables.

Ya en los siglos XIV y XV, las peculiaridades del régimen agrario de Inglaterra se
dibujaron con suficiente relieve. El sistema de renta en especie o en dinero estaba
muy difundido. La conmutación llegó mucho más lejos que en otros países,
haciendo imposible la restauración del sistema de las prestaciones personales en el
período de fines de la Edad Media. El absoluto predominio de las rentas en dinero

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en el siglo XV determinó el desarrollo de la iniciativa agraria en un período (los


siglos XVI y XVII) en que en otros países seguían enraizados los cimientos del
régimen señorial, aunque fuese en una forma modificada (Francia, Italia, España),
o incluso se observaba un resurgimiento del sistema de prestación personal, un
reforzamiento del feudalismo (Alemania, Polonia).

Para explicar las causas de un desarrollo tan precoz de la iniciativa agraria en


Inglaterra, no debemos olvidar las peculiaridades de su agricultura. Ya en los
siglos XIV y XV, la cría de ganado lanar había cobrado un incremento
extraordinario. Esta rama de la ganadería no creaba dificultades técnicas a la
organización de grandes empresas de estilo capitalista: para ello bastaba comprar
unos cuantos centenares de ovejas y contratar a una docena dé pastores. Los
terratenientes ingleses comenzaron a especular con la lana de oveja en una época
(siglo XVI) en que los hidalgos españoles andaban atareados en la conquista del
Nuevo Mundo, los nobles franceses se lucían en la corte real, y los caballeros
alemanes se dedicaban a saltear en los caminos.

Los Deslindes y la Conversión

Un elemento esencial de la revolución agraria en Inglaterra fue la liquidación del


"sistema de campos abiertos", que era la forma de usufructo comunal de la tierra y
que se había conservado a lo largo de la Edad Media. A medida que iba
progresando "la cría comercial de la oveja", este sistema se iba haciendo más
molesto para los terratenientes, que desde hacía tiempo venían cercando los
pastos comunales y convirtiéndolos en patrimonio exclusivo de ellos, para lo cual
se valían de su monopolio de la tierra. Según la certera expresión de Tomás Moro,
en Inglaterra de entonces “las ovejas se comieron a los hombres”. Su famosa
Utopía apareció en 1516, cuando los deslindes habían adquirido ya gran extensión;
por eso, su libro reflejó acontecimientos de la época.

Testimonios de contemporáneos confirman que en el siglo XVI, el cercado de las


tierras comunales por los terratenientes había adquirido proporciones masivas, no
en vano, los precios de la lana se triplicaron en este siglo.

Los deslindes alcanzaron su máxima intensidad en los condados económicamente


prósperos del centro y del sur del país, en 1470-1530. Se deslindaron territorios
equivalentes a dos terceras partes de los campos de Herefordshire y Westershire.

También se llevó a cabo esta operación en gran escala en Yorkshire,


Northamptonshire, Shropshire, Lestershire y Norfolk, en la isla de White y en otros
lugares. Pero lo principal consistía en que los cercados comprendían las tierras de
labor e iban acompañados de la denominada conversión, es decir, de su

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 10

transformación en pastizales. Ello se explica porque los terratenientes no tenían


ya bastante con los pastos y prados corrientes, y sólo era posible ensancharlos a
expensas de las tierras de labranza. Cuando, en el siglo XVI, los deslindes
afectaron a las parcelas de los campesinos y a sus terrenos labrantíos, quedó en
tela de juicio hasta la propia existencia del campesinado, y los viejos deslindes
alcanzaron rango de acontecimiento histórico, constituyendo una auténtica
revolución agraria.

• La Secularización: una de las particularidades de los deslindes del siglo XVI


consistió en que fueron acompañados de la supresión de las tierras de
abadengo, que durante centenios habían sido un elemento básico del régimen
feudal. La secularización de las posesiones monasteriales aumento
extraordinariamente las proporciones del deslinde y crearon para él condiciones
extraordinariamente favorables. La pugna secular por la posesión de la tierra,
entablada entre la nobleza feudal y la eclesiástica adquirió en el siglo XVI una
significación totalmente nueva, pasando a ser un factor primario en la obra de
arrebatar la tierra a los campesinos, de cercarla, de incrementar la "cría
comercial de la oveja", de desarrollar el capitalismo en la agricultura. La
burguesía inglesa y la aristocracia aburguesada pusieron sus miras en las
tierras de los monasterios durante el período de la Reforma. Por eso, ya en
1524, el gobierno de Enrique VIII consiguió la venia papal para disolver 40
monasterios, y en 1530, el Parlamento atacó de la manera más enérgica las
posiciones económicas del clero. Un Acta de entonces prohibía a los
eclesiásticos el absentismo, la alteración de los beneficios, la práctica del
comercio, la organización de establecimientos industriales (fábricas de cerveza
o de curtidos con fines de lucro, aunque fuese valiéndose de terceros), e
incluso el arriendo de terrenos para ampliar las haciendas propias. Los cereales
y el ganado de las tierras monasteriales sólo podían servir para el consumo
interno y para las necesidades de hospitalidad. Para la población de las
posesiones de los monasterios, la secularización de las mismas suponía
prácticamente una revisión radical de las relaciones existentes, en concordancia
con las tendencias generales de la "revolución agraria".

La secularización hizo las tierras de abadengo más accesibles a los elementos


emprendedores, con lo cual aceleró el desarrollo del capitalismo sobre la base
de los deslindes, de la conversión y del incremento de la cría de ganado lanar.
El gobierno de Enrique VIII formó la celebre "Curia de las ganancias", que se
ocupo de la venta de las tierras confiscadas. En vida de este rey, la Curia
vendió cerca de tres quintas partes de los bienes inmuebles pertenecientes a
los monasterios la gran mayoría de la tierra se vendió con tino comercial,
proporcionando al rey la hermosa suma de 780.000 libras esterlinas. El precio
del terreno se determinó multiplicando por veinte la renta anual. Por supuesto,

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 11

los nuevos propietarios implantaron reglas nuevas en las antiguas posesiones


eclesiásticas, ya que la tradición estaba menos arraigada en ellos. Al convertir
en enajenables las posesiones de los monasterios (manos muertas), fue
posible maniobrar con la propiedad rural, y se amplió la utilización del suelo al
modo capitalista.

• El Crecimiento de la Renta del Suelo: por último, otra peculiaridad de los


deslindes del siglo XVI consistió en que transcurrieron en medio de la
denominada "revolución de los precios" y fueron estimulados por la misma. A
partir de la década del cuarenta del siglo XVI, sus consecuencias se hicieron
sentir acusadamente, tanto más cuanto que desde 1543 el gobierno procedió a
emitir moneda de menor peso, provocando la depreciación del dinero. Con ello
sufrieron muy substancial detrimento los intereses de los terratenientes, cuyas
rentas reales disminuyeron; eran fijadas de acuerdo con una tradición secular y
no podían modificarse por las fluctuaciones del mercado. Como resultado de
todo ello se produjo una seria diferencia entre la renta habitual, heredada de la
Edad Media, y el pago de arrendamiento, determinado por la situación en el
mercado y por las modernas tendencias de la vida económica.

De este modo, aumentó el interés económico de los señores feudales por


liquidar el usufructo comunal de la tierra y por desahuciar a los usufructuarlos
hereditarios, que abonaban una renta fija, mientras que el precio del arriendo
de las granjas, de tipo capitalista, crecía considerablemente. Su lucha por la
ganancia estimulaba todas las transformaciones agrarias en Inglaterra y
desbrozaba el camino para el desarrollo de las empresas agropecuarias. Si a
fines del siglo XIV, la renta habitual de un acre equivalía a cuatro peniques, a
mediados del siglo XVI -según indica el ejemplo de una hacienda de Yorkshire-
se pagaban ya nueve, y setenta años mas tarde (en 1621) eran veintiocho
peniques, es decir, siete veces más que a fines del siglo XIV. En el último
cuarto del siglo XVI las rentas habituales en productos o en dinero eran seis
veces menores que el pago de arriendo, y su valor real también era seis veces
menor que el de las rentas en dinero de los siglos precedentes.

Se entiende que la política económica de los terratenientes había de tener en


cuenta la situación en el campo, y en particular el grado de servidumbre de las
diversas categorías de campesinos usufructuarios de tierras de señorío.

El nuevo curso de esta política encontró su más fácil aplicación precisamente


en las tierras de señorío, donde, los propietarios, liquidando sus haciendas
cerealistas, pasaron en toda la línea a la ganadería lanar, o bien arrendaron las
antiguas tierras labrantías a granjeros ricos en las condiciones de arriendo
capitalista. Pero con la supresión del cultivo de cereales en sus tierras, los

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 12

señores perdieron todo interés por conservar la pequeña economía campesina


en el agro inglés, ya que con ello se alteraba el principio básico de la hacienda
feudal, cuya existencia implicaba una capacidad económica y técnica del
campesino, sujeto por la prestación personal o por el pago de los tributos.

1.1.2 Consecuencias de la Revolución Agraria

Según hemos visto, el empobrecimiento en masa representó la consecuencia


inmediata de la revolución agraria del siglo XVI. Como decía Lenin, la implacable
represión contra los campesinos se explica porque en ninguna parte del mundo la
producción capitalista había encontrado condiciones tan propicias y en ninguna
parte había sometido a los labriegos en tan alto grado como en Inglaterra. Todos
los progresos del capitalismo inglés de aquellos tiempos fueron pagados con los
sufrimientos de los campesinos. Pero estos progresos revistieron suma
importancia. La revistieron en la agricultura, porque la Inglaterra del siglo XVI se
especializó en la producción de unas materias primas industriales de gran valor,
por cuya razón podía resolver sus problemas económicos sobre una base nueva.

En el siglo XVI crecieron las cosechas, e incluso los cultivos cerealistas se hicieron
más rentables: entre 1466 y 1612, la cosecha media de trigo por acre aumentó
desde unos 8,5 bushels hasta 11, y la cuota máxima de rendimiento pasó de 14,6
a 35,4 bushels. Incrementándose, así mismo, la productividad del centeno, la
cebada y la avena. Se establecieron nuevos cultivos: desde fines del siglo XV
comenzó a plantarse el lúpulo, traído de Holanda, en el este de Inglaterra, y a
principios del XVII fue importado, también de Holanda, el cultivo de las raíces
comestibles, que posteriormente había de representar un singular papel en el
desarrollo de la agricultura inglesa. Durante el siglo XVI subió el valor de la tierra,
pues sólo los deslindes elevaron su precio en el 25 por ciento.

Pero fue todavía de mayor trascendencia la aparición en Inglaterra de la granja


capitalista. La formaron diversos sectores de la población. Se convirtieron en
grandes granjeros los campesinos enriquecidos, los nobles aburguesados y, por
último, los comerciantes y especuladores de toda índole. Explicando la génesis de
este tipo de capitalismo rural, consignaba Marx que “la revolución agrícola del
último tercio del siglo XV enriquece al arrendatario con la misma celeridad con que
empobrece al campesino”. A ello venía a añadirse el aumento ininterrumpido de
los precios del pan, de la lana y de la carne.

Las consecuencias de la revolución agraria se manifestaron de manera más


palpable aún en el florecimiento del ramo textil, que, en el siglo XVI, adquirió
excepcional valor en la vida económica de Inglaterra. Esto indujo a Marx a señalar
“la influencia refleja de la revolución agraria sobre la industria” y, en particular,

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 13

“la creación de un mercado interno para el capital industrial”, al caracterizar la


revolución agraria en Inglaterra. Como en este país subsistía la reglamentación
gremial de la industria, los patronos textiles montaban sus empresas
manufactureras en aldeas ordinarias y en pequeños pueblos comerciales, donde
estaban exentos de los rígidos preceptos reglamentarios y donde podían adquirir
materia prima barata y mano da obra mas barata aún. El sistema de la
manufactura dispersa o industria a domicilio era característico en la fabricación de
tejidos ingleses. No obstante, surgieron también empresas manufactureras
centralizadas, de grandes proporciones, sobre todo para el acabado de los paños.

Testimonios de contemporáneos dicen que, a comienzos del siglo XVII, el gran


industrial Jack Winchcombe, de Newbury, tenía ocupadas a 1.040 personas.

En el ramo textil de este periodo se observa cierto progreso técnico. Comienza a


usarse la máquina de hilar de pedal, la de acabado de las telas y la de hacer
medias, inventada esta última por William Lee, que permitía hacer 1.500 puntos
por minuto en lugar de 100, que era el máximo que se conseguía hasta entonces.

Fue un fenómeno característico del siglo XVI la denominada amalgama, es decir, la


fusión de talleres de empresas similares, lo cual condujo al sometimiento de los
gremios artesanos por las corporaciones comerciales. Dicho proceso avanzó con
particular rapidez en la segunda mitad del siglo XVI y a lo largo del XVII, pero en
el arte textil se desarrolló bastante antes. Ya en 1528 se establece el predominio
de los patronos-comerciantes sobre los tejedores, los cardadores y otros grupos
profesionales del textil. En el siglo XVI, el sistema gremial atravesaba un periodo
de profunda decadencia. A principios de siglo, los joyeros, los merceros, los
sastres y los curtidores londinenses quedaron en una situación de dependencia
respecto de las compañías comerciales. Consignemos que las grandes empresas
no surgieron sólo en la industria textil. Del continente fueron importados a
Inglaterra nuevos tipos de altos hornos, que medían hasta 30 pies de altura, y
fuelles de cuero de 20 pies de longitud. Costaban dichos hornos hasta 1.000 libras
esterlinas y producían de 100 a 500 toneladas de metal por año. La extracción de
sal también era obra de empresas grandes; en una de ellas, en 1589, trabajaban
300 personas, y para su organización se invirtió un capital de 40.000 libras. La
extracción de hulla tenía grandes proporciones, particularmente en el valle del
Tyne. Empresas manufactureras considerables se crearon también en las
industrias del vidrio, del papel, del salitre, de la cerveza y del cobre.

El Desarrollo del Comercio y el Comienzo de las Aventuras Coloniales

La revolución agraria y el auge industrial predeterminaron un extraordinario


florecimiento del comercio de exportación de Inglaterra en el siglo XVI, figurando,

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 14

como es natural, en primer término, la lana y los paños. La exportación de lana,


especialmente en la segunda mitad del siglo XVI fue reduciéndose y siendo
reemplazada por la de tejidos terminados. A lo largo del siglo XVI, la exportación
de este articulo fue creciendo sin cesar, y durante el remado de Enrique VIII
(1509-1547) aumentó de 80.000 piezas a 120.000, si bien es cierto que por
aquella época se exportaban casi exclusivamente tejidos sin teñir. En 1564, el 75
por ciento de todas las exportaciones de Inglaterra, valoradas en 1.097.000 libras
esterlinas, correspondía a los artículos textiles. Sesenta años después, las
exportaciones habían crecido hasta 3.500.00 libras esterlinas, y el peso especifico
de los tejidos y de la lana alcanzaba ya al 90 por ciento.

Hemos de señalar, no obstante, que la Inglaterra del siglo XVI, país agrario en lo
fundamental, seguía exportando trigo a los mercados del continente europeo. Por
el Estatuto de 1463 se prohibió la importación de este cereal, pero los primeros
Tudores (Enrique VII y Enrique VIII) la autorizaron para compensar la reducción
de los cultivos cerealistas provocada por la conversión de tierras de labor en
pastizales. Junto con ello debemos anotar que, en el siglo XVI, los mercaderes
ingleses se apoderaron del comercio exterior de Inglaterra. En él desempeñaba el
máximo papel la famosa compañía de comerciantes-aventureros, llamada
oficialmente corporación de Santo Tomás de Canterbury. Fundada en el siglo XV,
y especializada en la exportación de tejidos, competía victoriosamente con la
Hansa y sostenía una lucha encarnizada con la compañía de los staplers, que
gozaba de privilegios y se dedicaba a la exportación de lana. A comienzos del siglo
XVI, la compañía en cuestión agrupaba de 300 a 400 exportadores y 3.500
aprendices.

En tales circunstancias, Inglaterra logró desembarazarse en el siglo XVII de los


comerciantes extranjeros. Enrique VII comenzó a limitar los privilegios de la
Hansa, y en 1551 fueron suprimidos so pretexto de que los elementos de la Hansa
comerciaban con los enemigos del rey de Inglaterra. Cierto que María Tudor
restableció dichos privilegios, pero, poco después, la reina Isabel sancionó una
orden del Consejo Secreto expulsando de Inglaterra a la Hansa, por cuya razón, la
factoría de ésta en Londres quedó totalmente suprimida en 1598. Las filas del
comercio inglés iban engrosando. A mediados del siglo XIV había en Inglaterra tan
sólo 169 casas comerciales ricas; en el XVI, su número era ya de alrededor de
3.000.

Tan sensibles cambios en la vida económica de Inglaterra suscitaron un


considerable desplazamiento de sus centros económicos. Muchas ciudades
vetustas de la Inglaterra medieval sufrieron una decadencia gradual con motivo del
traslado de las empresas textiles y de los talleres de elaboración del lino a los
Burgos. Sin embargo, otras poblaciones continuaron creciendo. Londres, que

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 15

tenia 50.000 habitantes en el año de 1500, aumentó hasta los 225.000 en 1605, o
sea, que se cuadruplicó con creces en sólo un siglo. Al mismo tiempo siguió
creciendo Norwich, centro de la industria textil, así como New Castle, puerto
hullero, Yarmouth, centro de la industria pesquera, y otras ciudades. De acuerdo
con el desarrollo económico de la Inglaterra del siglo XVI, la política económica de
los Tudores fue, en líneas generales, mercantilista. Enrique VII implantó un
sistema de pesas y medidas, obligatorio para todo el país, estimulando por todos
los medios el comercio inglés, y especialmente la penetración de los tejidos en el
continente. Enrique VIII puso los cimientos del poderío naval británico,
revigorizando las viejas leyes que protegían la navegación y dictando otras nuevas,
en 1540 se promulgó un Acta referente al incremento de la flota.

Pero la política mercantilista más enérgica fue la llevada a cabo por Isabel. Esta
soberana estableció tarifas mayores para los buques extranjeros y alentó las
expediciones marítimas de los comerciantes ingleses; prohibió el deterioro
intencionado de la moneda de plata; para estimular la industria nacional, mandó
traer especialistas de Alemania en 1565, y concedió numerosos monopolios para
producir y vender las mercaderías más diversas: sal, hierro, pólvora, lona, potasa,
vinagre, botellas, salitre, estaño, azufre, vidrio, papel, acero, ollas, naipes, aceite
de ballena, etc. En 1570 fue fundada la Bolsa de Londres por el famoso
comerciante real Tomás Gresham. Isabel alentó las actividades de los piratas, y
John Hawkins repartía con ella el botín de sus robos en alta mar y del contrabando
de negros africanos. Al famoso pirata Francis Drake llegó a concedérsele un titulo
nobiliario. Por último, Isabel protegió las actividades de las compañías comerciales
fuera de Inglaterra y los primeros intentos de expansión colonial.

1.2 EL DESARROLLO DEL CAPITALISMO EN INGLATERRA HASTA LA


REVOLUCIÓN INDUSTRIAL1

Inglaterra es el único país europeo que presenta una historia continua del
desarrollo capitalista, desde la época del primer capitalismo hasta el capitalismo
monopolista. En todos los otros países el desarrollo, desde las primeras formas
capitalistas hasta el capitalismo industrial, se interrumpió durante un largo período,
ocupado por la decadencia del feudalismo. Lo que en si debería ser algo normal,
algo para aplicar sin más, es algo singular, fuera de lo común y necesita una
explicación un poco más profunda. El desarrollo del primer capitalismo comenzó
en Inglaterra más tarde que en la mayor parte de los países del continente
europeo. Y con esto no sólo pensamos en las ciudades, sino también en el campo.
Como en los otros países de Europa, también en Inglaterra la disolución de los
séquitos feudales en el campo tuvo lugar de un modo relativamente lento antes de
1
Tomado de Breve Historia de la Economía. Jürgen Kuczynski, 1975.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 16

la difusión de las primeras formas de producción capitalista. Sin embargo,


mientras en Italia ya en el siglo XII y en Francia en el XIII, considerables zonas de
tierra eran trabajadas por campesinos obligados casi solamente al pago de un
tributo o por campesinos libres en Inglaterra una situación de este tipo la
encontramos sólo durante el siglo XIV. Y como en otras partes, poco después
observaremos en Inglaterra una tendencia opuesta; vale decir, la tentativa de
consolidar los vínculos feudales, en parte elevando las obligaciones ya existentes,
en parte reintroduciendo o haciendo valer los derechos de los señores feudales,
caídos casi en olvido por desuso. Sin embargo, esta tendencia no pudo imponerse
de modo tan fuerte como en el continente.

Son varias, las razones que explican la relativa debilidad de la reacción feudal en
Inglaterra. Ante todo, pese a las rupturas ocasionales y de cierta duración, la
posición del poder central en Inglaterra era económicamente más fuerte que en
cualquier otro país de Europa, porque después de la conquista normanda se había
asegurado una considerable fuente de ingresos en los gigantescos bienes de la
corona fuente directa e independiente de los otros señores feudales. Ahora, ya
que el soberano basaba sus entradas sobre todo en pagos en dinero, su fuente de
ganancias superó largamente a la extensión de sus posesiones territoriales;
numerosas personas que no eran directamente siervos ni sierros de la gleba le
debían tributos en dinero y, en consecuencia, no tenía ningún interés sustancial en
las contribuciones de corvées. Exigía tributos en moneda que podían ser tanto
mayores, cuanto menores eran las contribuciones que debían los campesinos a
cada uno de los grandes propietarios terratenientes feudales. Esta situación de
hecho, por lo menos en parte debió impedir la imposición de nuevas obligaciones
para los campesinos o bien el aumento de las contribuciones personales previstas
por las relaciones de dependencia existentes.

La segunda causa de la dificultad que encontró la reacción para introducir nuevas y


más duras medidas de opresión, consistía en la extraordinaria escasez de hombres,
consiguiente a la difusión de la peste, especialmente en los años que van desde
1348 hasta 1350. Se dice que en aquella ocasión encontró la muerte entre un
tercio y la mitad de la población; con toda la desconfianza que debemos tener
hacia estas cifras, ellas no nos parecen totalmente absurdas cuando, por ejemplo,
aprendemos que (y aquí no hay razón para dudar de los datos, porque la Iglesia
cuenta siempre escrupulosamente sus propios dignatarios) murieron en aquellos
anos dos tercios de los funcionarios eclesiásticos de la gran comunidad de
Norwich. La escasez extraordinaria de mano de obra llevó al Parlamento a emitir
leves que debían ligar a los campesinos a la propia tierra y a los propios deberes
de modo mucho más sólido que en el pasado. Pero al mismo tiempo hizo que los
señores feudales rompieran los límites de su propia legislación y trataran de
sustraer a los campesinos entre ellos, haciéndoles todas las promesas posibles de

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 17

libertad. En el ano 1376 la repulsa completa a esta legislación fue oficialmente


admitida por el Parlamento. La libertad de los campesinos había llegado a ser más
grande. En la misma sesión del Parlamento se señaló un tercer factor, conectado
con el precedente, que elevaba la libertad personal del hombre en el campo; la
tendencia a emigrar de los viejos puestos de trabajo en largas columnas que
recoman el campo en busca de trabajo mejor pagado, o bien se trasladaban a la
ciudad. En consecuencia, puede afirmarse que en el siglo XV un número muy
grande de trabajadores del campo ya no estaba sometido a vínculos feudales,
“cualquiera que fuese la etiqueta feudal, bajo las que ocultasen su propiedad”.

También por este motivo, el bajo fraude perpetrado por los grandes terratenientes
en perjuicio de los campesinos, después de la guerra campesina de 1381 no
condujo a una reacción cargada de consecuencias tan negativas como, por
ejemplo, la que acarrearía la derrota de los campesinos alemanes, 150 años más
tarde. Sin embargo, para Inglaterra hubo aún otro importante factor que
contribuyo a la disolución de las relaciones feudales en el campo. La economía
agrícola feudal es en general ante todo cultivo de los campos con arado, o sea una
economía fundada en el trabajo intensivo. Pero Inglaterra siempre había poseído
una cría de ganado, sobre todo de ovejas muy fuerte para las relaciones feudales.

Con la creciente importancia de la industria continental de la lana en Inglaterra se


desarrolló cada vez mas la cría de ovejas, si pensamos que, por lo general,
además del aumento de la demanda de lana por parte del continente, a partir del
siglo XIV se hizo sentir en Inglaterra una creciente escasez de mano de obra,
comprenderemos por qué se acentuó la tendencia a desarrollar la cría de ovinos,
que requiere una mano de obra muy inferior a la necesaria para el cultivo de los
campos.

En el curso del siglo XVI una parte considerable de la producción agrícola inglesa
comenzó a ser de conducción capitalista y la técnica de la agricultura, la cría de los
ovinos y también el cultivo de los campos, gracias al mejor abono, elevaron su
nivel. A diferencia del proceso en curso en el continente -donde entre otras cosas,
a causa de la apropiación de los pastizales comunes por los señores feudales, la
cría del ganado y el abono señalaron un retroceso- la renta de la agricultura
aumentó y la agricultura misma se desarrolló progresivamente, pasando también
las relaciones de dependencia a nuevas formas, aunque subsistieran numerosos
restos del mundo feudal. Si ahora comparamos las usurpaciones, los hurtos de
tierras comunales cumplidos en esta situación por los grandes terratenientes
ingleses, con los hechos análogos realizados en el continente, y si observamos en
particular el proceso allí cumplido durante el siglo XVI, debemos reconocer que se
trataba de acontecimientos exteriormente similares, pero totalmente distintos en
su sustancia. En Inglaterra se robaba la tierra para elevar la renta producida de

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 18

modo capitalista. Se actuaba con toda la brutalidad de una clase que ve delante
suyo un futuro grandioso, que ha cumplido el tránsito a nuevos métodos de
producción y que no reconoce límites para su ascenso. Por el contrario, en el
continente encontramos a los grandes terratenientes en la posición de una clase
en plena decadencia, desde el punto de vista económico, con una renta feudal en
disminución; una clase que trata de mantenerse en pie con los viejos métodos e
intensificando el tradicional proceso de explotación. El proceso desarrollado en
Inglaterra, la terrible miseria en que se precipitaron tantos trabajadores agrícolas,
era el fenómeno que acompaña a todo progreso en una sociedad en la que existen
explotadores y explotados. La ruda vida a que fueron condenados los campesinos
en el continente era el efecto de los fenómenos de decadencia de un sistema
superado, en el cual la reacción sólo podía mantenerse en pie mediante el terror y
la crueldad.

Aún falta considerar otro momento que en Inglaterra facilitó el paso a nuevas
formas de producción, y que estuvo ausente en el continente. La Guerra de los
Cien Años entre Inglaterra y Francia, que terminó a mediados del siglo XV con la
victoria de Francia y que había costado a la clase dominante inglesa pérdidas
elevadas, no sólo de hombres, sino también de posiciones, pasó casi directamente
a ser la Guerra de Las dos Rosas: en ella unos quisieron recobrarse a expensas de
los otros de las pérdidas sufridas a manos francesas, pero de hecho la alta nobleza
feudal sólo logró exterminarse a sí misma hasta quedar reducida a menos de
doscientas familias, cuyos hijos reflejaban la disolución moral de posguerra en cate
nervio del dominio feudal. Ellos eran a medias de origen nobiliario e inclinados a
las aventuras no sólo de naturaleza personal sino también económica. Eran
hombres de nuevo tipo no nacidos en el seno de la vieja tradición feudal. La
antigua aristocracia había sido devorada por las guerras feudales, y la nueva era
ya una hija de los tiempos, de unos tiempos en los que el dinero es la potencia de
las potencias.

La nobleza que Enrique VII convocó para su primer Parlamento a fines del siglo
XV, no era ni siquiera la mitad, en cuanto a número, de la que se había presentado
al primer Parlamento del mismo siglo. Este proceso facilitó una ulterior
transformación en las relaciones sociales, que se puede designar como la gran
revolución agrícola ya señalada antes, y consistente en inmensas transferencias de
propiedad luego de la Reforma inglesa. Como la alemana, también esta Reforma
había comenzado primero como movimiento nacional contra el dominio extranjero
de la Iglesia. Y como la alemana, la Reforma inglesa también tenía su causa
económica muy real en las gigantescas sumas que la Iglesia percibía de los
distintos países por intermedio de los diezmos y opresiones financieras, realizadas
en sus propias posesiones territoriales, fuera de Italia. Los viejos señores
feudales, así como los jóvenes capitalistas, se rebelaron contra esta fuga de

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 19

plusproducto. Pero sólo en Inglaterra la Reforma condujo a expropiaciones


decisivas. Sin pagar ninguna recompensa o sólo con pensiones limitadas a la
duración de la vida de cada uno de los propietarios, Enrique VII expropió en
Inglaterra a numerosos grandes terratenientes católico-romanos, claustros y otras
comunidades religiosas que apoyaban al Papa; sus posesiones territoriales fueron
divididas entre los favoritos del rey, a menudo grandes burgueses o pequeños
nobles, mientras el rey se reservaba grandes posesiones para si mismo. Marx
escribe, a propósito del significado de la Reforma en Inglaterra: el patrimonio
eclesiástico era el baluarte religioso detrás del cual se atrincheraba el viejo
régimen de propiedad territorial. Al derrumbarse aquél, este no podía mantenerse
tampoco en pie. Con el paso de propiedades tan grandes de manos feudales a
manos capitalistas, no sólo fue interrumpida netamente la continuidad de la
propiedad, tan importante para todo orden social; no sólo se realizó así una
revolución desde arriba, sino que al mismo tiempo también se cerró el camino (en
el sentido más literal de la palabra) a la base de existencia de las masas de
trabajadores agrícolas. Una gran parte de estas tierras fue destinada al pastoreo
de ovinos.

En resumen, el siglo XVI, siglo de la era capitalista en Europa, acarreó a Inglaterra


“luego de los acontecimientos del período anterior” una revolución agrícola desde
arriba, un importante mejoramiento en los métodos de producción, un fuerte
desplazamiento de la propiedad con expropiaciones sin recompensa a grandes
señores feudales (comprendida también la Iglesia), un saqueo en gran escala de
las bases de existencia de las masas trabajadores agrícolas: en pocas palabras
una ocurriría por ejemplo en la agricultura alemana, a comienzos del siglo XIX,
cuando los junkers adoptaron los métodos capitalistas de explotación. Y en efecto,
entonces los junkers alemanes del siglo XVIII no serían sustituidos por burgueses,
como en cambio ocurrió en Inglaterra durante el siglo XVI.

Paralelamente a esta conquista de la agricultura, y a menudo aún antes, el


capitalismo también se subordinó a la industria. Sin embargo, este movimiento en
su conjunto se produjo de manera tal que sus formas no se distinguieron de las
comunes en el continente y la aparición del comerciante-productor y del productor-
comerciante no fue distinta en Inglaterra respecto de Italia, Francia u Holanda.

Pero naturalmente, era imposible llevar a cabo en la agricultura una revolución tan
efectiva como la que tuvo lugar en Inglaterra sin que también se hicieran sentir
sus consecuencias en “la industria”. A decir verdad, el desarrollo de la industria
capitalista en Inglaterra no fue distinto al continental. Sin embargo, fueron
distintas las dimensiones de este desarrollo y la composición de los “grandes
capitalistas” en la industria. Las dimensiones eran mucho mayores, en cuanto en

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 20

Inglaterra, después de la revolución agraria, era mucho mayor el número de los


trabajadores libres a disposición de la industria que el existente en el continente.

El hecho de que burgueses o miembros de la pequeña nobleza se hubieran


transformado en grandes terratenientes con métodos de producción capitalistas
revolución que en parte fue mucho más allá de lo que y con ideología burguesa, y
que una considerable parte de la agricultura se dedicara a la producción de una
materia prima industrial “la lana”, creó la posibilidad de que se estableciera una
estrecha vinculación entre agricultura e industria capitalistas, vinculación que no se
verifico en la misma medida en el continente, cuya agricultura aún producía con
métodos feudales. Eran varios los casos de capitalistas que dominaban la industria
de la lana desde la cría de ovinos en grandes propiedades agrarias hasta el
comercio de las telas. A esto debe agregarse además que muchos de los hijos
menores de los grandes terratenientes se trasladaban a la ciudad para acumular
capital y extraer ganancias de industrias no relacionadas con la agricultura. De
aquí resultó que también la composición del patriciado ciudadano en Inglaterra, en
el periodo de tránsito, resultaba distinta que la del continente: la proporción de
nobles era mucho mayor y las relaciones capitalistas entre ciudad y campo más
estrechas. Hay que señalar también algo mucho más categórico: mientras en el
continente incluso bajo el primer capitalismo la división feudal entre ciudad y
campo todavía continuaba, en Inglaterra desapareció en gran parte en el siglo XVI,
para dar sitio a la contradicción capitalista entre ciudad y campo.

Por otra parte, también en Inglaterra encontramos, lógicamente, muchos


fenómenos reaccionarios, tal como podemos observarlos en otros países. Vemos
cómo las corporaciones combatían la producción capitalista, cómo la nueva
industria se establecía frecuentemente en el campo para escapar del aire de la
ciudad, que ya no era tan libre. Ahora se decía a menudo: el aire del campo da
libertad. Esto se explica porque en una sociedad en la cual en el campo se
trabajaba ya con métodos de producción capitalista, mientras en la ciudad el poder
estaba todavía en manos de las corporaciones, la industria era más libre en el
campo, así como a la inversa bajo el feudalismo el campesino era más libre en la
ciudad. Las limitaciones tendían muchas veces a extenderse a toda la periferia
agraria, creando una nueva situación de máxima falta de libertad en la industria.

La reacción ciudadana trataba de conquistar al campo, que se había liberado del


feudalismo. Se establecían monopolios (profundamente distintos, como es lógico,
de los monopolios de nuestro tiempo), consecuencia tanto de la reacción
monárquica como en cierto modo de la de las corporaciones. En esto los rasgos
reaccionarios de las corporaciones desbordaron el cuadro ciudadano, extendiendo
el principio de la no libertad en la industria hasta tal punto que la producción era
reservada como monopolio a una sola sociedad, con exclusión de toda

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 21

competencia en la región (y en particular de la competencia que creaba la


industria que se había retirado al campo). El interés de los monarcas en los
monopolios estaba dado por el hecho de que participaban de ganancias enormes y
segaras. En muchos casos eran monopolistas personas de la corte y ricos
ciudadanos de Londres, que de ese modo terminaban por hallarse en contradicción
con los capitalistas y las corporaciones de la provincia. Las primeras luchas
parlamentarias contra los monopolios tuvieron lugar en el año 1601, es decir,
todavía bajo la reina Isabel, que supo extraer ganancias enormes tanto de los
monopolios reaccionarios como de las empresas comerciales progresistas.

Además, en algunas partes de Inglaterra había todavía muchos residuos feudales


en la agricultura. Mientras provincias enteras, grandes zonas del país en el siglo
XVI ya eran de economía capitalista, había otras en las que todavía existía el
feudalismo. Estos fuertes residuos feudales pudieron conservarse en cuanto la
forma económica y social capitalista se había transformado en sistema dominante
mediante una revolución desde arriba y no a través de una revolución popular,
como sucedería mas tarde en Francia. Sólo una revolución hecha por el pueblo,
que rompe por doquier y en profundidad con el sistema anterior, es capaz de crear
una base sólida para la nueva sociedad, en la que los restos reaccionarios pueden
sabotear, en el peor de los casos, pero jamás provocar una insurrección
contrarrevolucionaria de grandes proporciones.

En los primeros decenios del siglo XVII había comenzado seriamente la reacción en
el continente, conduciendo a término la propia contrarrevolución en forma
victoriosa y en escaso tiempo. En todos los países, nuevamente predominaban en
la agricultura las relaciones feudales de dependencia, esto se puede afirmar
mientras declinaba el capitalismo urbano tanto para la católica Italia como para la
Holanda, protestante. La dirección de la reacción feudal estaba a punto de pasar
de la España de los Habsburgo a Francia.

La única isla capitalista en este mundo feudal era Inglaterra y no sorprende que
los restos del mundo feudal que aún resistían en este país se aliaran con sus
colegas, dominadores en el continente, para colocar de nuevo en el poder al
feudalismo, también en Inglaterra, los intervencionistas más grandes eran Francia
y la Iglesia católica romana; sus principales puntos de sostén, los señores feudales
que dominaban en algunas regiones de Inglaterra, y en parte la corona misma
durante los sucesos del reinado de Isabel. Se asociaron a ellos monopolistas no
ligados a la agricultura, que en cierto modo eran como los amos de corporaciones,
desarrollados en formas gigantescas y que se servían de todos los métodos
posibles de producción y de comercio para obstaculizar el desarrollo industrial.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 22

Con Carlos I, que tenía por mujer a una francesa, la reacción parte al asalto y llega
a conquistar posiciones, en parte creando nuevos monopolios en el campo
industrial, en parte ubicando terratenientes feudales en importantes puestos de
gobierno. Debido a intereses económicos muy concretos, la reacción contó, como
fuertes propagandistas, con funcionarios dirigentes de la Iglesia católica.

Pero “y esto muestra toda la fuerza del capitalismo inglés” las instituciones
democráticas del país, el Parlamento y a menudo también la administración
provincial, relativamente independiente de los órganos ejecutivos del rey, cierran
el camino al feudalismo. Se llega a un conflicto entre el rey y el Parlamento, que
conduce a una dictadura, declarada por la corona hasta lograr imponerse. Pero
cuanto mas dictatorialmente procede la reacción, tanto más fuerte se hace la
resistencia de las fuerzas capitalistas, a las que también se unen estratos urbanos
que, aun no produciendo en forma capitalista sufren, como muchas corporaciones,
el peso de los monopolios. Las fuerzas progresistas reciben ayudas ulteriores, no
solo de muchos grandes terratenientes enriquecidos poco antes, y que temen, en
caso de restauración del feudalismo, el verse obligados a devolver todo lo robado
en los últimos cien años y que representa entre los poderosos del país el mayor
sostén del capitalismo; reciben también ayuda de los numerosos grandes
campesinos o pequeños señores que, con el feudalismo, se encontraban sujetos
nuevamente a relaciones de dependencia y debían dividir con los grandes señores
feudales el plusproducto del que se apropiaban.

La revolución inglesa, que estalla en el año 1640, no es por lo tanto el gran


movimiento popular después del cual el capitalismo ve allanado su camino. El
capitalismo no llega al poder con la revolución de Cromwell. Este violento
movimiento produce sí el aplastamiento definitivo del feudalismo, el definitivo
asegurarse del capitalismo contra la reacción feudal. El hecho de que las masas
de trabajadores de ciudad y campo, y una parte de la nobleza, sobre todo de la
nueva gran nobleza, que actúa unida al pueblo para defender su nueva gran
propiedad territorial, se subleven contra la reacción que amenaza en su existencia
al sistema capitalista y que, como ya lo ha hecho en el continente, quiere restaurar
el feudalismo; este hecho, de gran importancia en la historia de la humanidad,
constituye la primera revolución victoriosa de la edad moderna, que, sin
determinar un cambio del sistema, estabiliza el nuevo y da a Inglaterra una
ventaja social de más de cien años con respecto al continente.

Aun historiadores progresistas ingleses han entendido mal el significado de la


revolución de 1640 atribuyéndole un sentido distinto del que tiene efectivamente.
Para estos historiadores la revolución inglesa de 1640 es la gran batalla que abate
al sistema feudal y lleva al poder al capitalista. Pero si examinamos los sectores
dominantes, aun en la corte de Isabel, las estirpes de los grandes señores, de los

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 23

Cecil y Walsingham o como se llamen, su forma de producción y la historia de la


acumulación de su riqueza, vemos que el capitalismo ya en el siglo XVI llega a ser
no sólo el método económico cada vez mas dominante, sino que los nuevos
capitalistas ya detentan el poder político.

Y si luego, con los Estuardo, encontramos un número creciente de señores


feudales nuevamente en posiciones de mando y, junto a ellos, empresarios de
industrias equipadas de manera anticapitalista, antidemocrática, además de
señores eclesiásticos, esto es sólo un reflejo del poder creciente de la reacción.

Pero el hecho de que la reacción no pueda imponerse fácilmente y de que se


llegue a un conflicto armado, muestra cuán fuerte es ya el capitalismo. Si
estudiamos las medidas de lucha decretadas por el Parlamento en la fase
preparatoria de la guerra civil, veremos que á veces se trata de órdenes impartidas
a las autoridades constituidas. El potente sector capitalista del aparato estatal es
utilizado en la lucha contra la reacción; la mayor institución democrática del país,
el Parlamento, da las órdenes. Es obvio que el aparato estatal, en la preparación y
en el curso de la guerra, sufra cambios. Pero estos cambios no significan el
derrocamiento de un poder estatal feudal sustituido por uno capitalista sino sólo la
transformación del aparato estatal ya existente a fin de realizar victoriosamente la
guerra contra la reacción, y de eliminar los fuertes residuos feudales que aún
persisten, o bien las nuevas posiciones que la reacción feudal haya conquistado en
numerosas instituciones de la administración. Lo mismo puede decirse para las
importantes confiscaciones de tierra y para las reformas en la agricultura,
aportadas por la revolución. Tampoco aquí se trata de introducir el capitalismo en
la agricultura como un nuevo método de producción, ni de implantar sólidamente
en la agricultura las fuerzas antifeudales, sino más bien de eliminar numerosos
residuos feudales, de liquidar una serie de apoyos de la reacción feudal. Pero
ciertos historiadores progresistas ingleses que piensan que Inglaterra sólo llega a
ser un país capitalista con la revolución de 1640 están obligados a disminuir todo
el significado del desarrollo producido en los dos siglos precedentes; y
especialmente en el siglo XVI. Ellos pueden repetir la fórmula de Marx según la
cual el siglo XVI es un siglo capitalista, para interpretarla en el sentido de que en
este siglo en parte había formas económicas capitalistas, pero aún no una
sociedad capitalista; pero tienen escrúpulos en citar a Engels, cuando afirman que
el gran terrateniente ingles era en el siglo XVI un burgués, que vivía con fuentes
de ingresos no feudales. Por eso no advierten el significado y la importancia del
primer capitalismo ingles; lo disminuyen reduciéndolo a fenómeno superficial,
desconocen el particular significado de la revolución inglesa de 1640, que sola tuvo
la fuerza de repeler hacia airas a la oleada reaccionaria, precisamente mientras
ésta predominaba en toda Europa.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 24

Desconocen también la gran diferencia existente entre la transición del sistema


social capitalista al socialista y todas las otras transiciones precedentes. Piensan
que el tránsito del feudalismo al capitalismo sólo puede tener lugar después de
una revolución de las grandes masas de la población. Pero esto no es totalmente
justo. Sólo la sociedad socialista requiere que el paso se produzca con la
participación total de las masas trabajadoras en la revolucionaria guerra de clase,
ya que sólo ella no puede ser preparada económicamente mediante la gradual
conquista de posiciones cada vez más fuertes en la economía por los estratos que
mañana serán loa dirigentes. Los obreros pueden asegurarse las posiciones
económicas “que ahora también serán las decisivas” sólo después de la
revolución política. En cambio, para el tránsito de la sociedad feudal a la
capitalista basta un agotamiento de las clases dominantes a través de las guerras y
una revolución desde arriba, fenómenos estos que se produjeron en Inglaterra y
que fueron suficientes para garantizar a los capitalistas, cuya potencia económica
era cada vez mayor, una parte esencial del poder político ya en el siglo XVI, pero
para liquidar definitivamente a la reacción, y también porque ella recibía del resto
del mundo aliento y ayuda muy concretas, Inglaterra necesitó la revolución. El
objetivo de la revolución de 1640 fue el de aplastar definitivamente a la reacción,
garantizar el dominio del capitalismo, y la revolución llevó a cabo magníficamente
tal finalidad.

Gracias a la revolución, la historia inglesa en los siglos sucesivos seguirá un curso


profundamente distinto al del continente donde, en cambio la reacción ganó la
partida, donde el capitalismo en sus primeras formas fue empujado hacia atrás y
solo más tarde pudo tomar impulso para un mayor desarrollo.

Después de la revolución inglesa el dominio del capitalismo está definitivamente


asegurado. En el siglo siguiente vemos cómo se eleva el nivel técnico de la
agricultura; sobre todo la cría de ganado se practica poco a poco de modo cada
vez más científico y llega a ser el ejemplo para el desarrollo capitalista que tendrá
lugar posteriormente en el continente. La situación de las masas en el campo
sigue siendo mala, y a menudo llega a ser peor que la anterior a la revolución; sin
embargo, esto no excluye mejoras ocasionales, como las de la primera mitad del
siglo XVIII. Pero, de cualquier modo, la ampliación de la cría de ovinos y los robos
de tierras comunales ponen en libertad a un número cada vez mayor de
trabajadores agrícolas, y los adiestra en el ejercicio de la industria en desarrollo.

El aumento de la producción de productos no agrícolas, a decir verdad, no es


rápido; pero el desarrollo se produce continuamente. La industria textil, en
particular la de la lana, ocupa un lugar eminente, desarrollándose en ella junto a la
manufactura la industria a domicilio (esto es la unión de varios oficios o bien la
ampliación del taller y su transformación en gran lugar de trabajo). La

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 25

racionalización y especialización del proceso productivo, ligada a este desarrollo,


conducen a una elevación del rendimiento del trabajo y a una correspondiente
disminución del costo de la producción. La industria minera gana en importancia;
aquí observamos también algunos progresos técnicos.

El crecimiento del imperio colonial inglés continúa durante los siglos XVII y XVIII;
materias primas y productos alimenticios afluyen a la metrópoli a precios
relativamente módicos y la flota inglesa asegura para el país un monopolio
comercial en amplias zonas del mundo. Hasta se puede afirmar que si el siglo XIX
lleva a Inglaterra al dominio mundial en el sector de la fabricación, este dominio es
sólo un elemento que acompaña al monopolio comercial inglés y va detrás suyo.

Por lo general, las colonias no pueden exportar las materias primas importantes
para la producción Industrial si no es a Inglaterra. Y tampoco pueden importar
productos elaborados de otras regiones que no sea Inglaterra. A veces les está
vedado producir productos elaborados para hacer de ellos un mercado exclusivo
de la industria inglesa. También para el tráfico debe utilizarse sólo naves inglesas.

La gran ventaja que Inglaterra se había asegurado definitivamente en su desarrollo


con la revolución de 1640 fue aprovechada por los capitalistas ingleses para
garantizarse, en el cuadro de las primeras formas económicas capitalistas y en el
período de transición a la producción manufacturera en gran escala, una posición
de monopolio mundial. Los capitalistas ingleses vivían fuertes en ganancias y de
ganancias extras, de la usurpación de plusproducto y de plusvalor en todas las
regiones del mundo, todo gracias a su posición de monopolio.

Proceso de Comprensión y Análisis


• ¿Qué se entiende por deslinde?
• ¿Cómo se puede caracterizar la revolución de los precios en Inglaterra?
• ¿Quiénes son los Tudores y porqué son importantes para el afianzamiento de la
revolución agraria?
• ¿Cómo se puede caracterizar la granja capitalista?

Solución de Problemas
• ¿El proceso vivido en Inglaterra durante los siglos XV y XVI se puede entender
como una revolución agraria o como un capitalismo agrario?

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 26

• ¿Podría haberse presentado la revolución industrial sin que hubiese existido una
oferta progresiva de mano de obra libre?
• ¿Qué diferencia existe entre el comerciante-productor y el productor-
comerciante?

Síntesis Creativa y Argumentativa


• Señalar en la lectura los diez párrafos más representativos. De cada uno de
ellos extraer la idea principal. De cada una de estas extraer la palabra clave;
con las diez palabras claves diseñar un esquema conceptual.

Autoevaluación
• ¿Qué se entiende por revolución agraria?

• ¿Qué relación tiene la reforma protestante con la reforma agraria?

• ¿Cuáles fueron las condiciones previas a la reforma agraria?

• ¿Por qué en el continente europeo no se presentan las condiciones que en


Inglaterra permitieron la revolución agraria?

• ¿Cómo se explican los problemas de la propiedad y del salario desde la reforma


agraria?

Repaso Significativo
• Socializar con los miembros de la Cipa el esquema conceptual elaborado en la
síntesis creativa y a partir de ello elaborar un esquema en común para el grupo
de trabajo.

Bibliografía Sugerida
A, EFIMOV y otros. Historia moderna de 1642 a 1918. México: Editorial Grijalbo,
1975.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 27

DEANE, Phyllis. La primera revolución industrial. Barcelona: ediciones península,


1975.

KUCZYNSKI, Jürgen. Breve historia de la economía. Bogotá: Ediciones Ideas


Limitada, 1975.

Y. F. Avdakov y otro. Historia económica de los países capitalista. México:


Editorial Grijalbo. 1965.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 28

UNIDAD 2: La Revolución Industrial en


Inglaterra
Descripción Temática

Como la revolución industrial se produjo por primera vez en Gran Bretaña, este
país se convirtió durante mucho tiempo en el primer productor de bienes
industriales durante gran parte del siglo XVIII. Se constituye un creciente
comercio exportador, tanto de textiles como de artículos industriales (siderurgia),
inicialmente, pero los nuevos métodos y tecnologías se fueron extendiendo a otras
ramas de la producción como el transporte (ferrocarriles), la comunicación
(invención del telégrafo) y el comercio (nacimiento de grandes almacenes).

Pero los cambios más importantes se dieron en la organización del proceso


productivo: la liberación de la fuerza de trabajo condujo a la transformación del
trabajador: de campesino a obrero fabril, lo cual implicó la migración del campo a
la ciudad; el paso del taller a las fábricas, las cuales iban en aumento de tamaño;
el incremento de la especialización laboral, lo que empieza a exigir nuevos niveles
educativos; el uso intensivo del capital y la maquinaria con el fin de incrementar la
producción y dinamizar el proceso.

Para comprender este proceso, estos los hechos constituyen el marco central de la
presente unidad, a continuación se describen desde su contexto, para así lograr un
mayor acercamiento a la época estudiada.

Horizontes
• Analizar las transformaciones que en orden político, económico y social se dan
en Inglaterra durante el proceso de la revolución industrial.

• Comprender los fenómenos que empiezan a surgir a partir del cambio en los
medios y modos de producción inglesa.

• Determinar las condiciones bajo las cuales surge la clase obrera proletaria y su
protagonismo en el desarrollo de la revolución industrial estudiando las

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 29

transformaciones que en cuanto a las relaciones sociales de producción la


revolución industrial determina.

Núcleos Temáticos y Problemáticos


• Papel de Inglaterra en la Historia del Capitalismo
• Causas y Premisas de la Revolución Industrial
• Los Inventos Técnicos
• El Curso de la Revolución Industrial
• Consecuencias de la Revolución Industrial

Proceso de Información
2.1 PAPEL DE INGLATERRA EN LA HISTORIA DEL CAPITALISMO2

Marx y Engels mostraron, siempre extraordinario interés por la historia del


capitalismo inglés. Ya en sus años jóvenes, Engels realizó un estudio sobre la
situación de la clase obrera en Inglaterra, revelando elementos muy esenciales de
su sistema fabril, de la revolución industrial, de la formación de la clase obrera y
de su lucha contra la burguesía. En su genial obra El Capital, hizo Marx un
profundo e inspirado análisis de la historia del capitalismo inglés. El mismo tema
fue tratado reiteradamente en las obras de Lenin.

Ello se debe a que la Inglaterra de los siglos XVIII y XIX desempeñó un papel de
extraordinaria magnitud en la historia del capitalismo. Ciertamente, no se le debe
exagerar. Es errónea la opinión de que Inglaterra fue la cuna del capitalismo. Las
primeras formas de producción capitalistas, encarnadas en el sistema
manufacturero, surgieron en Italia en los siglos XIV y XV, pero la auténtica patria
del capitalismo manufacturero fueron los Países Bajos, en los siglos XVI y XVII. A
ello se debe que Marx subrayase que los holandeses del siglo XVII constituían la
nación más desarrollada en el sentido capitalista. Pero Inglaterra fue la cuna del
sistema fabril, una fase mas madura del capitalismo, que posibilitó el triunfo
general del régimen de producción capitalista.

La revolución industrial en Inglaterra creó las premisas económicas para ello.


Cronológicamente coincidió con los grandiosos acontecimientos de la revolución

2
Tomado de Historia Económica de los Países capitalistas. Y. F. ANDAKOV y F. Y. POLIANSKI. Grijalbo.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 30

antifeudal de Francia a fines del siglo XVIII. De este modo, el régimen feudal
europeo sufrió un golpe demoledor. La victoria del capitalismo sobre el feudalismo
se hizo más indiscutible, acelerándose la desintegración del sistema feudal incluso
en Alemania, Polonia, Rusia, Japón y China. A partir de la revolución industrial en
Inglaterra, iniciase la marcha triunfal del capitalismo por el globo. Con ayuda de
las mercancías baratas, el capitalismo “como decía Marx” iba derribando todas las
murallas chinas erigidas por la historia. Se trataba de una expansión insólita de la
esclavitud asalariada, que pasó a ser el destino de los artesanos y campesinos
libres, y no sólo de los antiguos siervos. Cientos de millones de personas se
convirtieron en objeto de cruel explotación.

2.2 CAUSAS Y PREMISAS DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

Frecuentemente, los historiadores y economistas burgueses establecen un nexo


entre la revolución industrial y la inventiva de los ingleses, su famoso practicismo,
su habilidad comercial, etc. Sobre todo se ensalza la figura de Arkwright, como
fundador genial del sistema fabril y como un verdadero “genio capitalista”. La
tradicional fraseología sobre el ingenio de los anglosajones, que ofrendaron al
mundo el sistema fabril, es utilizada actualmente en la demagogia racial del
imperialismo anglo-americano, sedicentemente llamado por la propia historia a
“dirigir el mundo”, es decir, a explotarlo.

En realidad, la revolución industrial de Inglaterra no constituyó un fenómeno


puramente técnico ni de origen exclusivamente inglés. Esta revolución era de
índole económico-social, y no fue sólo en Inglaterra donde se fueron forjando las
premisas para el nacimiento y la implantación del sistema fabril. Se formaron
también en otros países. No ofrece duda que el preludio de las invenciones
técnicas realizadas por los ingleses en los siglos XVIII y XIX fue el desarrollo de la
ciencia a fines de la Edad Media. Numerosos descubrimientos se llevaron a cabo
en Rusia, como lo demuestran los trabajos del ingeniero científico M. L.
Lomonósov. En Italia, Francia, Alemania y otros países, también progresó mucho
la ciencia. Sin el empleo en gran escala de la máquina de hilar en, los países
europeos mucho antes de la revolución industrial, no es posible ni siquiera
imaginarse las innovaciones técnicas de la industria textil inglesa en el siglo XVIII.

Para crear la máquina de vapor, Newcommen y Watt se basaron en los estudios de


Savary en 1763, o sea, antes que Watt, el genial inventor autodidacta ruso I.
Polzunov construyó una máquina de vapor en Barnaúl. Y mucho antes que
Arkwright (1760), el mercader ruso Rodión Glinkov creó un sistema de máquinas
de hilar con motor hidráulico. Importantes inventos se realizaron a fines del siglo

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 31

XIX en Francia: la hiladora de lino y la máquina de Jacquard para tejidos con


cenefa, así como en los Estados Unidos (el barco de vapor de Fulton, etc).

Para montar la industria fabril se requerían grandes inversiones, muy diversos tipos
de materias primas y materiales auxiliares. Los recursos económicos necesarios
para ello fueron, en buena parte, producto del trabajo de otros pueblos a los que
la burguesía inglesa explotaba en gran escala. Ya en el siglo XVII, los burgueses
afirmaban que “la riqueza de Inglaterra está en el comercio exterior”, como
escribía el ideólogo del mercantilismo T. Man. Este tipo de comercio
proporcionaba a los ingleses enormes ganancias y constituyó la fuente de grandes
capitales.

Rusia se exportaba a Inglaterra mucha resina, lino y cáñamo, fundamentalísimo


para importantes ramas de la industria británica. Inglaterra recibía de Rusia, a
precios bajos, hasta artículos industriales (lona y hierro). Sin la lona rusa hubiera
sido imposible equipar a la marina inglesa, y ala el hierro de los Urales tampoco se
hubiera podido producir muchos tipos de maquinaria industrial Hasta fines del siglo
XVIII, este hierro se enviaba a Inglaterra en grandes partidas. En 1797 se
exportaron 2.397.000 puds. Al mismo tiempo, Inglaterra importó gran cantidad de
hierro sueco. El volumen del comercio exterior inglés de los siglos XVII y XVIII
experimentó un incremento notable desde 1720 harta 1760, las mercancías
exportadas se duplicaron con exceso, y su valor creció más todavía. De 1760 a
1800 el valor de las exportaciones aumentó en 2.7 veces, alcanzando la cifra de
55.831.000 libias esterlinas en 1800.

En todo caso no cabe duda, que la revolución industrial inglesa se basó en los
recursos económicos de muchos países, cuya explotación comercial proporcionó a
la burguesía inglesa enormes capitales. Los mayores recursos fueron obtenidos
mediante el inaudito saqueo de las colonias en los siglos XVII y XVIII. Las
posesiones coloniales representaban una fuente inagotable de materia prima
barata, muchas veces gratuita. Dándose cuenta del valor del botín colonial, la
burguesía inglesa Iba extendiendo su garra sobre las colonias. Según es notorio,
el Célebre Cromwell, tan glorificado por los historiadores burgueses, perpetró en
irlanda una matanza que duró desde 1649 hasta 1652 y que fue acompañada del
pillaje de sus territorios y de incontables calamidades para sus habitantes. Irlanda
se convirtió en una colonia interior del capitalismo inglés. En 1655 fue ocupada
Jamaica, que luego paso a ser un importante centro de esclavitud en las
plantaciones. En el siglo XVIII se entabló una dura lucha con Francia por el
dominio colonial. Como resultado de la Guerra de Sucesión española, Inglaterra,
con arreglo a la paz de Utrecht, de 1713, se apoderó de Gibraltar, Terranova y la
zona de la bahía de Hudson. Tras la Guerra de Siete Anos fue conquistado el
Canadá, que pertenecía a Francia. La India cayó en manos de los ingleses, que,

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 32

en 1765, hicieron suya Bengala y la región de Madrás, así como los grandes
principados de Aud, Benarés, Karnatic y otros. La conquista de la India llevó
aparejado su saqueo. En 1778, Australia fue declarada colonia inglesa, y en 1796,
el yugo colonial cayó sobre Ceilán. Aprovechando la debilidad de Holanda durante
la época de las guerras napoleónicas, Inglaterra ocupó en 1806 la colonia de El
Cabo, poniendo comienzo a su dominación en el África del Sur. Los colonizadores
ingleses resultaron los peores enemigos de los pueblos de Asia, de África y de
América.

La primera expedición de piratas en busca de esclavos se efectuó el 1562 bajo la


dirección de Hawkins. En un principio, el centro del comercio esclavista inglés era
Bristol, y los negros de las plantaciones de Barbados (Indias Occidentales) tenían
que rescatar su propio precio en año y medio. Ya en el siglo XVII, la trata de
negros recibió el apoyo del gobierno de Carlos II, y en 1663 fue confiado a la
Compañía Real de Empresarios para el Comercio con África. En la segunda mitad
del siglo XVIII se incrementó más aún el comercio esclavista. En 1760 se
dedicaban a estas actividades 146 barcos capaces de transportar 36.000 esclavos,
y en 1771 eran ya cerca de 190 embarcaciones con capacidad para 47.000. Del
volumen de este tráfico nos da idea el hecho de que entre 1700 y 1796 fueron
llevados a jamaica 610.000 esclavos, y entre 1680 y 1786 fueron transportados a
todas las colonias inglesas más de dos millones. Se estima que durante el siglo
XVIII, los ingleses condujeron a las plantaciones francesas y españolas medio
millón de negros. A partir de 1709, la ciudad de Liverpool se dedicó al comercio
esclavista, y poco a poco se convirtió en su centro fundamental. En 1771, una
tercera parte de la flota inglesa estaba ocupada en el transporte de esclavos, y en
1795, en Liverpool se concentraban cinco octavas partes del comercio esclavista
inglés.

En la Inglaterra de los siglos XVII y XVIII era característico el denominado


comercio triangular: buques cargados de chucherías y de “toda clase de
bagatelas” zarpaban para África; allí cargaban su "mercancía viviente” y la
llevaban a las Indias Occidentales donde, después de vender su "ébano",
compraban azúcar, algodón, índigo, melaza y otros artículos que llevaban a
Inglaterra. Este tráfico producía ganancias extraordinarias. Al mismo tiempo, los
ingleses fueron creando plantaciones en Jamaica, Barbados y otras tierras, donde
implantaron la esclavitud, que resultó muy lucrativa. Se calcula que la explotación
de un negro allí proporcionaba una ganancia igual a la del trabajo de siete
personas en Inglaterra. Una de las premisas de la revolución industrial en
Inglaterra fue la expropiación de los campesinos, con la que se crearon suficientes
reservas de mano de obra para el incremento de la industria fabril. Esta
disociación masiva del productor directo respecto de los medios de producción fue
el principal resultado de la acumulación originaria del capital, y representó la

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 33

premisa máxima de la revolución industrial. La supresión de las antiguas


relaciones agrarias en Inglaterra se inició ya en el siglo XV, y en el XVI adquirió
verdadera rapidez. La burguesía inglesa, aliada a la aristocracia, salvó el sistema
terrateniente, pues ella misma tenía sed de tierra y deseaba preservarse de todo
ataque a su propiedad. Las reformas se redujeron a la venta de las tierras
episcopales y reales, así como, parcialmente, de las de la nobleza (como
represalia contra los realistas), y a la abolición de las “fincas de los caballeros”
(1646) y de los tributos para la corona. Cromwell envió tropas para custodiar a
los terratenientes dedicados al deslinde. Se conservó incluso el copy hold, es
decir, el sistema de parcelas tributarias.

Inglaterra emprendió el camino terrateniente de desarrollo del capitalismo, o sea,


el más peligroso y duro para los campesinos. Pero este camino tenía sus
peculiaridades. A diferencia de los junkers alemanes y de los hacendados rusos,
los aristócratas ingleses preferían dar la tierra en arriendo. En Inglaterra arraigó
profundamente el sistema terrateniente y el de la granja capitalista. Por otra
parte, la presión del capital fue más grande aquí: buena parte de la tierra fue
adquirida por la burguesía.

En el siglo XVIII se aceleró extraordinariamente el proceso de desaparición del


campesinado inglés, que se expresó en el deslinde dentro de las tierras comunales
y en la llamada "consolidación de las granjas", que presuponía la supresión de las
pequeñas parcelas en usufructo. El granjero capitalista, el arrendatario tuerte,
venia a reemplazar al copy holder y al free holder. El Parlamento inglés, atento a
servir a los terratenientes, apoyó los deslindes y sostuvo una intensa ofensiva
contra los campesinos, promulgando leyes y más leyes que permitían los deslindes.

Eran disposiciones de "depredación de los bienes del pueblo". Por último, en


1801 se dictó la "Ley de deslindes", que daba a los hacendados mano libre para
robar impunemente a los campesinos. De 1700 a 1760 fueron cercados alrededor
de 338.000 acres de tierra, y desde 1760 a 1797, cerca de 2.980.000. A
comienzos del siglo XIX aumentaron los deslindes. Sólo en dos decenios (1798-
1830) se colocaron cercas a unos tres millones de acres. Ni siquiera los
campesinos que poseían tierra propia resistieron la ofensiva de los terratenientes y
capitalistas: sus parcelas eran vendidas o enajenadas por otros medios. Hasta los
hidalgos de rango mediano y pequeño perdían sus posesiones.

Así, pues, en la segunda mitad del siglo XVIII y a comienzos del XIX se verificó la
revolución agraria. Fue precisamente ella la que creó enormes reservas de obreros
asalariados. La esclavitud en las colonias y el pauperismo en la propia Inglaterra
constituyeron el fundamento de su desarrollo industrial. Una peculiaridad de la
evolución del agro inglés consistió en que la expropiación de los campesinos había

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 34

sido consumada. En ningún país del mundo fue tan dura la supresión del régimen
feudal en el campo como en Inglaterra. Ello, indudablemente, fortaleció las
posiciones del capitalismo. La destrucción del régimen feudal en el campo inglés
duró siglos y se llevó a cabo en las condiciones más difíciles para los campesinos.

Sin embargo, objetivamente fue de índole progresiva y aceleró el desarrollo de la


agricultura. Los progresos de ésta ampliaron la base de materias primas de la
industria, particularmente del ramo textil, a la vez que el capitalismo se
desarrollaba en el campo, iba ampliándose el mercado interior para los productos
industriales.

Ya en el siglo XVII se realizan considerables cambios y se observan tendencias


progresistas en el agro inglés. Las sementeras de cereales de invierno se labraban
tres veces; el voluminoso arado de dos ruedas, que debía ser tirado por seis
yuntas de bueyes, fue sustituido por otro más liviano, sin ruedas, que podían
arrastrar dos caballos. Las faenas se realizaban con rapidez mucho mayor. En
algunas zonas de Oxfordshire comenzó a practicarse la cuádruple rotación (trigo,
leguminosas, cebada y barbecho). Aumentó el interés por el abono del suelo y por
el empleo de la marga y de la cal Incrementase el rendimiento, y en los años
buenos se obtenían cosechas de 15 a 25 buahela de trigo por acre.

En el siglo XVIII siguió progresando la agricultura inglesa. Por tal razón extendióse
mucho el área de cultivo. En 1688 se labraban 9 millones de acres. En este siglo,
la superficie cultivada creció en 4 millones de acres. El nabo y la alfalfa pasan a
ser la base del nuevo sistema agrícola. Al finalizar el siglo se difunde el cultivo de
la patata, que rinde de 200 a 300 bushels por acre. Gracias a loa nuevos métodos
agrícolas, indisolublemente vinculados a la liquidación del sistema de "campos
abiertos", la productividad del trigo se elevó desde 15 hasta 25 bushels por acre, y
la de cebada, desde 24 hasta 40. Inglaterra comenzó a producir tantos cereales,
que no sólo bastaban para satisfacer las necesidades internas, sino que llegó a
exportarlos en considerable cantidad.

Sin embargo, estos progresos de la agricultura fueron el fruto de una cruel


expropiación de los campesinos y de la dura explotación de los braceros. Según
Arthur Young, el salario real de 1801 apenas llegaba a la mitad de lo que el
bracero cobraba 60 años antes. Todas las ventajas de los adelantos técnicos
favorecieron a los granjeros, como explotadores de trabajo asalariado, quienes
multiplicaron sus capitales, logrando pingües ganancias. Pero los más beneficiados
fueron los terratenientes, cuyas rentas se elevaron verticalmente: entre 1790 y
1821 crecieron, por lo menos, en el 70 por ciento.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 35

En la preparación económica y técnica de la revolución industrial inglesa


desempeñó un papel relevante la industria textil lanera. Cierto que la revolución
comenzó por la del algodón, pero no por ello deja de ser cierto lo dicho. El
impetuoso desarrollo de la producción textil algodonera desde 1760 se basaba en
los anteriores avances de la industria inglesa en general y, ante todo, de las
pañerías. En un folleto publicado en 1679 se afirmaba que 700.000 ingleses
estaban vinculados a la industria textil lanera, de la cual dependían. En el siglo
XVIII, la producción de paños adquirió tales proporciones, que los empresarios
tuvieron que importar lana a causa de la escasez que se hizo notar. Entre 1660 y
1680, la importación anual de lana llegó a dos millones de libras. En 1699-1701,
los géneros de lana constituían dos tercios de la exportación inglesa, y en 1769-
1771, una tercera parte. El peso de estos artículos dentro de la exportación
inglesa disminuyó a lo largo del siglo XVIII, pero siguió siendo muy grande.

Durante los siglos XVII y XVIII existían en Inglaterra centros permanentes de la


industria del paño. Había, incluso, una especialización establecida entre ellos. En
la zona de York y en el condado de Kent se fabricaban paños gruesos de diversos
tipos; en los condados occidentales, telas más ligeras, y en el este del país,
diferentes clases de paños y tejidos de lana. Se distinguían estas zonas incluso en
el sentido económico-social. En York había arraigado la artesanía, con empleo de
oficiales y de lana comprada. Por el contrario, en Inglaterra occidental, la
artesanía había perdido ya su independencia: la industria había caído en manos
de grandes empresas manufactureras y predominaba de manera firme el sistema
de trabajo a domicilio. También en los condados del Este, la producción de paños
había adquirido una organización capitalista, de tipo manufacturero. Fue
precisamente la industria, lanera la que preparó los cientos de miles de hilanderos
y tejedores que posteriormente habrían de ser aprovechados por la industria textil
algodonera al crearse las primeras fábricas.

El incremento de las pañerías expresaba los cambios más progresivos operados en


la economía de Inglaterra y los estimulaba. Para la historia de la revolución
industrial fue de gran trascendencia el sistema manufacturero. Marx y Engels
fueron los primeros en revelar el activo papel de las manufacturas y sus
contradicciones en la preparación económica y técnica de sistema fabril.

Técnicamente, las empresas manufactureras eran el preludio de la aparición de la


maquinaria. El período manufacturero simplifica y perfecciona los instrumentos de
trabajo, con lo cual sienta una de las premisas materiales de la aparición de las
máquinas como combinación de varios o muchos instrumentos simples. Marx
consideraba que uno de los frutos más acabados del sistema manufacturero era el
taller de fabricación de los propios instrumentos de trabajo y sobre todo de los
aparatos mecánicos complicados.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 36

Pero la cosa no se reducía a la preparación técnica de la aparición de la


maquinaria. Esta última había tenido ya aplicación parcial en las empresas
manufactureras. Un ejemplo evidente de ello nos lo ofrecen los molinos de
trituración de trapos en las manufacturas textiles de algodón o las tronzaderas de
mineral. Pero en las ramas avanzadas de la industria inglesa del siglo XVIII, que
trabajaban para el mercado mundial, el sistema manufacturero se encontró en un
callejón sin salida.

Para la expansión del sistema capitalista eran ya un impedimento las


contradicciones económicas de la manufactura, que disminuían sus ventajas en
comparación con la industria artesana. La raíz de estas contradicciones se hallaba
en la discordancia entre el carácter económico-social de la manufactura y su base
técnica. La manufactura representaba ya una forma de gran producción
capitalista, pero se sustentaba sobre la base técnica de la vieja industria artesana y
en el trabajo manual, de tipo anticuado. Por tanto, el capitalismo no podía, en su
forma manufacturera, dominar toda la producción industrial, eliminar la artesanía,
aprovechar los mercados mundiales y las ventajas económicas de la producción en
masa y aumentar el grado de explotación de la fuerza de trabajo. Un importante
factor de la revolución industrial inglesa fue la competencia extranjera. La
metalurgia británica, por ejemplo, tenia que sostener una fuerte lucha contra la
competencia del hierro ruso y sueco. Con tal motivo se iniciaron los experimentos
de utilización de la hulla en el proceso siderúrgico.

A lo largo de todo el siglo XVIII, la industria textil algodonera de Inglaterra sufrió


la competencia de la India. En 1696-1697 se prohibió llevar vestidos de percal
indio y de seda persa. Sólo la revolución industrial salvó a Inglaterra de la rivalidad
india. Como el arte textil hindú rayaba a mayor altura en los siglos XVI y XVII,
Inglaterra tuvo que reorganizar su industria para superar la destreza de los
maestros indios. Aparte de ello, la revolución industrial se aceleró en virtud de la
competencia de las ramas similares. La producción textil algodonera avanzó en
dura porfía con la producción lanera. De ahí que los empresarios algodoneros, si
querían apoderarse del mercado y desplazar a los laneros, tuviesen que recurrir a
una nueva base técnica.

Un papel análogo fue el que desempeñaron las desproporciones que surgían entre
determinadas fases del proceso de producción. Marx hacía constar especialmente
la importancia de estas desproporciones en el aceleramiento de la revolución
industrial. Por ejemplo, el empleo de la lanzadera dio lugar a una escasez de
hilatura, y la utilización de las máquinas de hilar de Hargreaves, Arkwright y
Crompton, a un exceso de ella y al retraso de los tejidos. El uso del carbón de
piedra en los altos hornos incrementó extraordinariamente la fundición de hierro,
pero su transformación en hierro maleable quedó atrasada. Surgió una

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 37

desproporción que sólo fue eliminada al introducirse el método del pudelado, que
aceleró la fundición. Al estudiar las premisas de la revolución industrial no
debemos descartar la importancia de las ventajas geográficas y de los recursos de
materias primas de Inglaterra. Después de los grandes descubrimientos
geográficos y del desplazamiento de las rutas comerciales al océano Atlántico, la
situación insular del país cobró una trascendencia excepcional por hallarse situado
en la confluencia de dichas rutas, por cuya razón, su comercio podía desarrollarse
sobre una base más sólida en los siglos XVI al XVIII. La situación insular de
Inglaterra la preservaba de las guerras devastadoras. Dada la nueva situación
histórica, adquirieron singular importancia los yacimientos de minerales y de hulla,
que habían permanecido intactos cientos de años y que en los siglos XVI y XVII se
utilizaron en muy escasa medida. Por último, es de señalar que la revolución
industrial en Inglaterra tuvo sus premisas políticas.

Ya en el siglo XVI se manifestaron acusadamente las tendencias burguesas en la


política económica del absolutismo inglés. Siguió después la revolución antifeudal
de 1642-1649, que sentó las bases políticas de la revolución industrial y estableció
una serie de medidas que aceleraron el incremento del comercio y de la industria.
Buena prueba de ello es su legislación agraria. El sistema tributario adoptó formas
más similares a las del régimen burgués. En 1643 se implantó el impuesto del
timbre, cuya recaudación se entregó en contrata a particulares. Ya en 1641 llevó a
cabo la recaudación de "impuestos navales" y se decretó que, en lo sucesivo, sólo
el Parlamento podría establecer las contribuciones. De este modo, la propiedad
burguesa obtuvo garantías seguras. La legislación económica del protectorado de
Cromwell era de carácter mercantil. En 1650 se creó la Comisión de Comercio, v
en 1655, el Comité Permanente para los Problemas Económicos. En 1651 apareció
la famosa Acta de Navegación, que prohibía el cabotaje de las embarcaciones
extranjeras entre los puertos ingleses, que autorizaba a los extranjeros a llevar a
Inglaterra solamente mercancías de sus respectivos países y que refrendaba el
monopolio de los ingleses sobre el comercio con las colonias del Imperio. En
1657, Cromwell otorgó a la Compañía de las Indias Orientales una nueva Carta,
confirmando sus derechos exclusivos.

Después de aplastar las fuerzas revolucionarias del pueblo inglés, Cromwell


preparó el triunfo de la reacción y la restauración de los Estuardos en 1660. Pero
los Estuardos temieron abolir la legislación económica de la revolución y del
protectorado. Sólo de manera parcial fueron devueltas, en 1660, las tierras
confiscadas en el transcurso de la revolución a los realistas. A la aristocracia se le
satisfizo de otro modo: en 1662 se promulgó la "ley de residencia", que prohibía a
los braceros abandonar las parroquias en que trabajaban sin recibir el permiso
necesario. En 1688 se abrogaron las tarifas para la exportación de grano, e
incluso se fijó una recompensa a cargo del Estado (o, dicho más propiamente, a

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 38

cargo de los contribuyentes) concediendo a los explotadores cinco chelines por


cada quarter (ocho bushels), si el precio del mercado interior era inferior a 48
chelines el quarter de trigo. Los aranceles de importación se mantuvieron a gran
altura. Quiere decirse que el contribuyente se veía obligado a abonar a los lores
ingleses recompensas especiales para mantener la carestía.

La política comercial e industrial de la época posterior a Cromwell siguió siendo


mercantilista. Lo atestigua el hecho de que en 1663 fuese confirmada e incluso
ampliada el Acta de Navegación. La Compañía de las Indias Orientales recibió una
nueva Carta otorgándole el privilegio de hacer la guerra a los "Estados no
cristianos". De tal modo, la empresa en cuestión se convirtió en un Estado dentro
de otro. Investida del derecho de hacer la guerra y la paz, sometió a su pillaje
continentes enteros. La política económica del Parlamento de la aristocracia tenia
un carácter burgués, era mercantilista y contribuía al saqueo de las colonias y de
los campesinos de la propia Inglaterra, acelerando también la revolución agraria.

Consolidáronse las posiciones financieras del capitalismo inglés al constituirse, en


1684, el Banco de Inglaterra, con facultad para emitir billetes y descontar letras;
recibiendo un fuerte estimulo la creación de sociedades anónimas. Las compañías
coloniales gozaban de la protección del poder público. Persistía la prohibición de
exportar lana y ovejas. En 1719 y 1750 se prohibió la emigración de obreros.

Cuando se inició el tránsito a la producción mecanizada, se dictaron reiteradas


disposiciones prohibiendo la importación de instrumentos, máquinas y planos. A
los países económicamente atrasados se les imponían acuerdos comerciales
beneficiosos para los comerciantes ingleses. El Tratado de 1703 hizo de Portugal
un apéndice agrario de Inglaterra, abriendo sus mercados a los artículos
industriales británicos. En el siglo XVIII, el Parlamento sancionó las guerras de
rapiña, cada una de las cuales dio como fruto la conquista de nuevas colonias. La
deuda pública iba siendo una carga cada vez más pesada: en 1702 equivalía a
12.800.000 libras esterlinas, y en 1763, a 126.800.000. El sistema de la Deuda
Pública contribuyó activamente a ampliar el crédito, a movilizar los capitales y a
enriquecer a los prestamistas a expensas de los contribuyentes. Así se estimuló
las construcciones navales, de fábricas, etc. En el siglo XVII se fundó en Inglaterra
el servicio de Correos, que en 1696 abarcaba ya a todo el país. En el siglo XVIII
comenzó a practicarse el giro postal, lo que aceleró la circulación monetaria y
consolidó el sistema de crédito. Fomentóse la construcción de caminos: en el
siglo XVIII surgieron unas 1.100 compañías dedicadas a este menester, y en 1820
había en Inglaterra 20.875 millas de caminos construidos. En la segunda mitad del
siglo XVIII se inició una amplia construcción de canales.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 39

2.3 LOS INVENTOS TÉCNICOS

Por consiguiente, las premisas de la revolución industrial en Inglaterra fueron muy


diversas, y algunas de ellas nacieron fuera de su territorio. No obstante, los
méritos de los ingleses a este respecto son extraordinarios. Se les debe inventos
de primera magnitud. Pero estas proezas de la innovación técnica no deben
atribuirse a la burguesía. En lo fundamental, los ingeniosos inventores surgieron
de entre la gente humilde, conocedora de su oficio o entendida en mecánica. Eran
raros los empresarios inventores como Derby; algunos se apoderaron de inventos
ajenos, como es el caso de Arkwright.

Los mayores perfeccionamientos se verificaron en las industrias textil y


metalúrgica, en la energética y en el transporte. En 1733, el tejedor y mecánico
Kay inventó la lanzadera, que aceleraba extraordinariamente la marcha del telar y
posibilitaba la fabricación de tejidos de gran anchura. En el mismo año, el
carpintero John Waitt ideó el empleo de rodillos para el estirado en la hilatura.
Estos rodillos giraban en direcciones opuestas, y posteriormente fueron uno de los
elementos de las máquinas de hilar. Tras de pasar por varios pares de rodillos, el
hilo iba afinándose. El carpintero y tejedor de Lancashire, James Hargreaves ideó
en 1765 una máquina de hilar a la que dio el nombre de Jenny, en honor de su
hija. Se trataba de un perfeccionamiento de la vieja rueca de pedal, utilizando la
rueda y el movimiento del huso. En ambos casos, la rueda era puesta en
funcionamiento por el hilandero. El número de husos se aumentó hasta ocho, y
luego hasta ochenta. En 1767, otro vecino de una aldea de Lancashire, llamado
Thomas Hays, concibió una variante de máquina de hilar en la que también tenían
aplicación los rodillos de estirado. Pero esta invención fue usurpada por el barbero
Arkwright. La peculiaridad de esta máquina consistía en que era accionada por
agua, resultando demasiado voluminosa y necesitando de instalaciones especiales.

Se le dio el nombre de Water machine, o continua. Producía un hilo fuerte, pero


demasiado grueso, mientras que la Jenny lo hacia fino y endeble. La solución la
encontró Samuel Crompton, que en 1779 creó una máquina en la que se
combinaban las ventajas de la Water machine (los rodillos de estirado) y las de la
Jenny (su carro móvil). El hilo que producía era tino y sólido. Las hilaturas
británicas podían ya competir con las indias. La utilización de las máquinas de
hilar aumentó tanto la producción, que los tejedores no daban abasto a elaborarla.
Pero en 1785, el sacerdote Edmundo Cartwright ayudado por un carpintero y un
herrero inventó un modelo primitivo en el que la lanzadera era impulsada por
muelles. A comienzos del siglo XIX, dicho telar fue perfeccionado por Horrox, y
luego, en 1822, por los constructores de máquinas Sharp y Roberts. Sólo a partir
de entonces adquirió amplia aplicación el telar. Fue de singular alcance para la
industria textil la invención de la estampadora mecánica por el escocés Thomas

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 40

Bell (1783), en la que los antiguos moldes de estampar (tablas) fueron


sustituidos por cilindros de cobre. El estampado se aceleró extraordinariamente, y
una máquina reemplazaba a 100 obreros.

Realizáronse, asimismo, grandes inventos en la siderurgia. Ya en el siglo XVII se


intentó utilizar el carbón de piedra para fundir hierro. Pero sólo en 1735, Abraham
Derby encontró un procedimiento adecuado mediante el mejoramiento de la
preparación del coque, el aumento de la inyección de aire y la adición de una
mezcla de cal viva al mineral. Este método no encontró aplicación
inmediatamente, pero en los años del sesenta se empleaba ya en gran escala.

Posteriormente, en virtud de los estudios de numerosos inventores, Henry Cort


descubrió el método de utilizar la hulla para convertir el hierro colado en hierro
dulce por medio de la pudelación, fundiéndolo en hornos de reverbero. Para la
siderurgia fue de gran valor el descubrimiento del modo de fundir acero a altas
temperaturas. En 1698, Savary diseñó un prototipo de máquina que utilizaba el
vapor para crear el vacío en un cilindro (previa refrigeración de éste) y extraer de
las minas el agua mediante la presión atmosférica. Su máquina, llamada “la
amiga del minero”, fue perfeccionada en 1711 por Newcomen, y posteriormente
halló las más variadas aplicaciones. En 1775 funcionaban en Inglaterra 130
máquinas de este tipo. Pero la máquina de Newcomen resultó demasiado cara,
pues devoraba 13 toneladas de carbón al día y proporcionaba sólo 75 caballos de
fuerza.

Empeñado en mejorarla James Watt, auxiliar de laboratorio de la universidad de


Glasgow, modificó el principio del diseño y trasladó la refrigeración del vapor fuera
del cilindro básico. Resultó posible aprovechar la energía de la expansión del
vapor. En 1782, Watt creó el modelo de la llamada "máquina de doble efecto",
que podía realizar un trabajo útil impulsando el émbolo en dos direcciones. A
comienzos del siglo XIX, Ricardo Trevithick adaptó la máquina de vapor a una
simple carreta, pero de esta unión resultó un artefacto demasiado pesado.

Posteriormente, Stephenson concibió un modelo práctico de locomotora. Bul 1825


se construyó el primer ferrocarril entre Stockton y Darlington. Ya en 1807 se
adaptó la máquina de vapor a un barco, y el americano Fulton construyó el primer
buque de vapor, ejemplo que fue seguido prontamente en Inglaterra (1811).

Según demostró Marx, la revolución técnica iniciada en Inglaterra atravesó etapas


perfectamente definidas: la creación de máquinas de trabajo; después, la
invención del motor a vapor, y, por último, la de máquinas para producir
máquinas. El invento de la máquina de vapor adquirió trascendencia histórica.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 41

2.4 EL CURSO DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

Los historiadores burgueses pretenden demostrar que la revolución no fue súbita y


violenta, sino tan sólo "una fase de una larga evolución". Sostienen que para el
desarrollo de la industria textil de Inglaterra, el “factor decisivo” fue “el clima
brumoso de Lancashire”. Poseídos de un miedo cerval ante la revolución
proletaria, niegan la posibilidad de revoluciones hasta en la historia de la industria
fabril, aunque fue precisamente ella la que aceleró la victoria del capitalismo.

Por supuesto, la revolución industrial en Inglaterra fue precedida de un largo


periodo preparatorio, y determinados inventos no suscitaban todavía la
reconstrucción radical de la industria. A veces se aplicaban gradualmente, y en
algunas ramas, con retraso. El lo que sucedió con el telar: conocido ya en 1785,
solamente halló aplicación general en las décadas del veinte y del treinta del siglo
XIX. En las industrias de la confección, de la cerámica, de la mercería, etc, la
empresa manufacturera subsistió hasta mediados del siglo XIX. Más nada de ello
permite negar el propio hecho de la revolución industrial, que, en efecto,
constituyó un verdadero viraje en la historia de la industria inglesa.

Ciertamente, las primeras fábricas, en el sentido moderno de la palabra,


aparecieron en Inglaterra ya antes de la revolución industrial, en la rama de la
sedería. Pero debido a la escasez de materia prima, que resultaba cara, Inglaterra
no podía competir con Francia y con Italia. Por esta razón, esas fábricas se
quedaron en la prehistoria de la revolución industrial. La primera de este tipo
nació en Inglaterra en 1741, siendo montada en Birmingham por Waitt y Paul
comprando las patentes, Eduardo Cave construyó en 1743, en Northampton una
empresa mayor con cinco máquinas, cada una de las cuales tenia cincuenta husos.

Esta fábrica, que existió hasta 1764, no produjo gran efecto; fue una de las
primeras golondrinas de la primavera que había de representar la revolución
industrial.

Su iniciación se remonta a la década del setenta del siglo XVIII, y el verdadero


fundador de las fábricas de tejidos de algodón fue Arkwright en 1785, su patente
fue abrogada, lo cual aceleró la construcción de fábricas de hilados, que no tardó
en adquirir carácter masivo. Precisamente entonces, en 1785, en una de estas
fábricas se montó la máquina de vapor de Watt. En las pañerías laneras, la
maquinaria encontró aplicación con posterioridad a la industria algodonera. Pero a
partir del siglo XVIII, el tejido de lana se realiza al estilo fabril cada día más.

Por lo que respecta a las industrias metalúrgica y hullera, la revolución industrial


transcurrió de un modo muy original. Algunos historiadores burgueses llegan a

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 42

ponerlo en duda, reduciéndolo todo a un simple cambio del carbón vegetal por
carbón de piedra. Pero, ya de por sí, este mismo cambio provocó grandes
modificaciones en la organización de la industria metalúrgica en los años sesenta
del siglo XVIII. Aumentó bruscamente el volumen de esta industria. La
explotación de un número mayor de obreros requería una organización compleja,
dándosele carácter fabril. El empleo de los fuelles cilíndricos de Smeaton a partir
de 1761 y, posteriormente, de la máquina de vapor, hizo más complicada la
producción metalúrgica. El papel de la maquinaria iba creciendo sin cesar. Ya en
1782, Watt montó un martinete a vapor para las fábricas Wilkinson, que realizaba
ciento cincuenta percusiones por minuto.

Un índice extraordinariamente importante de los éxitos de la revolución industrial


fue el rápido aumento del número de máquinas de vapor utilizadas en la industria
inglesa. De 1775 a 1800, fueron construidas 496, con una potencia total de 7.500
caballos de fuerza. De 1801 a 1804, la sustitución de tos motores hidráulicos por
máquinas de vapor fue un hecho general en las fábricas de hilados de algodón. En
1815, Inglaterra poseía ya varios miles de máquinas de vapor.

La revolución repercutió en el desarrollo de los transportes. Inicialmente, esto se


concretó en la construcción de una amplia red de canales. En el primer cuarto del
siglo XIX. Inglaterra tenía ya 4.670 millas de canales y de ríos navegables. Otro
importante índice de la revolución que se verificó en los transportes fueron las
construcciones navales. A partir de 1812, éstas aumentaron, aunque lentamente.

En 1850, la capacidad de carga de todos los buques británicos se cifraba en


168.000 toneladas. Desde 1838 se establecieron viajes regulares de vapores entre
Liverpool y Nueva York. El tercer aspecto de la revolución operada en los medios
de transporte fue la construcción de ferrocarriles a partir de 1825. En 1829-30 se
tendió la vía Manchester-Liverpool, de singular importancia comercial. Cierto que
la construcción de caminos de hierro en Inglaterra tropezaba con un obstáculo: el
monopolio del suelo por los terratenientes. En 1849, el Reino Unido de la Gran
Bretaña, Escocia e Irlanda poseía ya 5.996 millas de vías férreas. Es sumamente
complejo establecer o fijar la fecha final de la revolución industrial, por cuanto
ésta, en determinadas ramas de la economía nacional, se produjo con un retraso
mayor o menor.

Debemos partir de la idea de que la revolución industrial constituyó la génesis del


sistema fabril de capitalismo, el triunfo de este sistema, y no un simple aumento
de la producción industrial, de la exportación o de la importación. Por eso, la
revolución comenzó en las fábricas en la década del setenta del siglo XVIII, y
terminó, en lo fundamental, en los años del treinta del siglo XIX, cuando se hizo
realidad la victoria del sistema fabril del capitalismo sobre la industria artesana y la

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 43

manufactura. Ello se debe a que, en 1825, la dinámica de la economía inglesa


adquirió un carácter cíclico. Quiere decirse que el capitalismo se había apoderado
de la producción social de Inglaterra y el sistema fabril pasó a ser el predominante.

2.5 CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

La revolución industrial tuvo consecuencias tan hondas como diversas, que


demuestran la inconsistencia de las tentativas de los historiadores burgueses
cuando tratan de reducirla a meros “progresos técnicos”. En realidad, esta
revolución era de carácter social-económico, y los progresos aludidos constituyeron
tan sólo su base material. Sus consecuencias residían, ante todo, en la victoria de
la fábrica sobre el taller artesano y la empresa manufacturera.

Surgió una nueva forma de producción capitalista, que conjugaba la división


detallada del trabajo con el sistema mecánico y que fortalecía extraordinariamente
el despotismo del capital el sistema fabril acentuaba más todavía la explotación de
los obreros. La revolución industrial allanó el camino a la dominación general del
capitalismo, cuyo desarrollo entró en una nueva fase. Una de las principales
consecuencias de la revolución industrial fue el auge económico de Inglaterra, que
rebasó con mucho a Holanda y a Francia. En virtud de dicha revolución, los
centros económicos se desplazaron a la Gran Bretaña. Londres pasó a ser la
capital mercantil del planeta; Inglaterra, convertida en una especie de “fábrica del
mundo”, suministraba artículos industriales a los mercados más remotos.

El número de fábricas de tejidos de algodón en 1868 llegó a 2.549. Entre 1838 y


1850 se construyeron anualmente en Inglaterra 32 fábricas, y entre 1850 y 1856
llegaron a construirse 86 por año. Incrementóse extraordinariamente la
producción de la metalurgia. Ya a fines del siglo XVIII fue superada la escasez de
metal. Posteriormente, la tundición de hierro aumentó sin cesar: en 1830 oscilaba
entre 650 y 750-000 toneladas; en 1853 equivalía a 2.700.000, y en 1872, a
6.700.000. La expansión de la industria inglesa fue particularmente intensa en la
década del cincuenta del siglo XIX. La extracción de hulla, equivalente a 65
millones de toneladas en 1854, alcanzó los 130 millones de toneladas en 1875. A
causa del excepcional auge de la industria inglesa, se produjo su desplazamiento
hacia el norte del país, buscando las fuentes de materias primas, de combustible y
de energía. Lancashire se convirtió en centro principal de la producción de tejidos
de algodón. La revolución industrial suscitó un crecimiento acelerado de las
ciudades, cuya población se multiplicó rápidamente. En 1844 Londres contaba ya
con dos millones y medio de habitantes. Simultáneamente, descendió con
celeridad el peso de la población rural: en 1811 constituía el 35 por 100 del censo
de la Gran Bretaña; en 1851, el 20,9 por 100, y en 1871, sólo el 14.2.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 44

Entre las consecuencias trascendentales de la revolución industrial inglesa hemos


de señalar el reforzamiento de la explotación de las colonias y de los países
agrarios por la burguesía inglesa, que se valió de su superioridad industrial para
explotarlos. Desde el comienzo mismo de la revolución industrial, la exportación
inglesa creció aceleradamente, llegando a alcanzar enormes proporciones. Su
valor oficial en el periodo de 1801 a 1850 aumentó de 24.000.000 libras esterlinas
a 175.400.000, o sea en el 600 por 100. Pero estas cifras caracterizan
principalmente el crecimiento del volumen de la masa de mercancías. Su valor
descendió. Si valoramos los productos exportados en 1850 de acuerdo con los
precios vigentes en 1801, resultará que, durante la primera mitad del siglo XIX, la
exportación inglesa se elevó en el 239 por ciento. El capítulo de mayor
importancia era la exportación de tejidos de algodón, que en 1872 constituyó casi
un tercio de la exportación total inglesa, llegando a 80 millones de libras esterlinas.

La de paños de lana en 1873, se calculó en 38 millones tan sólo. Seguía


adquiriendo más y más importancia la exportación de hulla, de hierro, de acero y
de maquinaria. Estos cambios denotaban una modificación de la estructura de la
industria del país. En este período prosiguió la expansión colonial del capitalismo
inglés. En 1836 fue ocupada Assam; en 1843, el Sind; en 1849, el Penjab, y en
1853, Nagpur. La India entera se convirtió en campo de pillaje de los
colonizadores ingleses, que tropezaban con fuerte resistencia de las masas
populares. En 1857 estalló la formidable insurrección de los cipayos, movimiento
sofocado implacablemente. En 1819, los colonizadores ingleses se apoderaron de
Singapur; en 1839, de Aden, y en 1852, de Birmania. También dieron comienzo a
la esclavización colonial de China. Sus "guerras del opio" son una página
bochornosa en la historia de la Inglaterra burguesa.

Otra consecuencia sustancial de la revolución industrial fue un cambio de la política


económica de Inglaterra. Según es notorio, este país llevaba siglos aplicando una
política de mercantilismo. Virtualmente siguió manteniéndola hasta mediados del
siglo XIX. Pero el triunfo del sistema fabril redujo al absurdo las recetas
mercantilistas de la multiplicación de la “riqueza nacional”. La reglamentación de
la industria de tipo fabril representaba un arcaísmo. Dificultaba la mayor
explotación de los obreros, que ahora era ya ilimitada y se incrementaba con
ayuda de la maquinaria. Las compañías monopolistas impedían la movilización de
los capitales y la expansión comercial de la burguesía. Al crecer los recursos
financieros de Inglaterra, las tarifas aduaneras perdían su significación fiscal. En
tales condiciones, el proteccionismo carecía de todo sentido económico. Por lo que
concierne a las tarifas de importación de materias prunas y de comestibles a
Inglaterra, su falta de sentido era todavía más evidente. El proteccionismo agrario
había caducado. La agricultura no podía abastecer de artículos alimenticios a las
ciudades y de materias primas a las fábricas. Subieron, pues, los precios de los

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 45

productos agrícolas. Como órgano de la dictadura clasista de los terratenientes, el


parlamento aprobó en 1915 la llamada Ley del trigo, que prohibía la importación
de este cereal, si el precio en el mercado interior no alcanzaba a 80 chelines el
quarter (224 kilogramos). A fin de garantizar elevadas ganancias a los
terratenientes, sólo se permitía a los ingleses consumir pan caro. Pero los
fabricantes estaban vitalmente interesados en el abaratamiento de las materias
primas y de los comestibles. Así se explica que se uniesen a los obreros en sus
protestas contra la Ley del trigo. En 1838 se constituyó en Manchester, dirigida
por Cobden, una “liga de lucha contra las leyes del trigo”. Se hizo inevitable el
pago al librecambio. En la historia de este paso, fue un aspecto interesante el
cambio de las formas de la política colonial. La pérdida de las colonias
norteamericanas en el siglo XVIII enseñó muchas cosas a los colonizadores
ingleses, que se orientaron hacia una política más precavida y flexible allí donde
predominaba la población de origen europeo. Por esa razón, en 1840, le fue
concedido al Canadá el "Estatuto de dominio", o colonia de administración
autónoma. En 1867 se le otorgó a Australia un Estatuto análogo.

Pero, económicamente, el uno y la otra siguieron siendo colonias de Inglaterra,


apéndices agrarios de su industria. Era un sistema destinado tan sólo a
enmascarar la dominación colonial. La esclavitud imperante en las plantaciones se
hizo políticamente peligrosa. Buena prueba de ello fue la revuelta de los negros en
Jamaica en 1836, aplastada por los métodos más sangrientos. Ni siquiera
quemando a los esclavos a fuego lento fue posible vencer su resistencia. Por eso,
en 1807 se prohibió la trata de negros, y en 1833 hubo que abolir la esclavitud en
las colonias británicas. Para rescatar a los esclavos fueron asignados 20 millones
de libras esterlinas. En 1784 se estableció un control gubernamental sobre la
compañía de las Indias Orientales. Se hizo un intento de salvar su herencia
colonial. El monopolio que la compañía detentaba sobre el comercio en el extremo
oriente dificultaba las actividades del capital inglés, en vista de lo cual el monopolio
del comercio con la India quedó abolido en 1813, siendo disuelta la propia
compañía en 1858. La siniestra obra de saquear a la India pasó de manos de la
compañía de las Indias Orientales a manos del parlamento. También la abolición
de los aranceles de importación fue una manifestación del cambio operado en la
política económica de Inglaterra. La supresión fue paulatina, comenzando en
1823. En 1842, Peel eliminó numerosas tarifas de importación de artículos
industriales, y en 1846 abrogó las leyes del trigo, a lo cual contribuyó la mala
cosecha de 1845, que provocó el hambre en numerosas comarcas.

Las materias primas baratas y los comestibles se hicieron mas accesibles. Marx
señalaba en El Capital que en 1831-1835, la importación de cereales se evaluaba
en un millón de quarters al año, y en 1866 había alcanzado ya los 16.400.000
quarters. Parecía que iban a salir perjudicados los terratenientes. Pero sus

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 46

lamentaciones sobre el hundimiento de la agricultura resultaron falsos; por el


contrario, bajo la presión de la competencia extranjera se iniciaron progresos en el
campo. La industria lechera, la horticultura y la fruticultura comenzaron a
desempeñar un papel más importante. Crecieron verticalmente las cosechas;
también aumentó el precio del ganado. De ahí que, en 1857-1878, las propias
rentas se incrementaran en el 20 %.

Los historiadores y los economistas burgueses presentan el libre cambio como un


grandioso acontecimiento de la historia universal y como un triunfo de la razón.

Los principios del librecambio son declarados eternos y además, los únicos
factibles. Sin embargo, el libre cambio inglés resultó efímero, y ya a fines del siglo
XIX comenzó en Inglaterra la tendencia al proteccionismo una de las
consecuencias de la revolución industrial en Inglaterra fue el cambio radical de la
estructura de la población. Los sectores sociales iban polarizándose: ruina y
expropiación de los pequeños productores; formación de la burguesía industrial y
de la clase obrera.

A diferencia de la manufactura, el sistema fabril capitalista quebranta los propios


cimientos de la producción artesana y provoca en ella devastaciones enormes.

Comenzó la ruino masiva de los menestrales. Los hilanderos libres pasaron a las
fábricas desde fines del siglo XVIII y se convirtieron en operarios asalariados. En
un principio, los tejedores salieron beneficiados con la introducción de las
máquinas de hilar, pues creció mucho la demanda de sus productos. Pero
posteriormente, en las décadas del veinte y del treinta del siglo XIX, lee llegó a
ellos la hora da arrumarse. Marx señalaba en El Capital que el telar a vapor vino a
azotar a los 800.000 tejedores de algodón que en Inglaterra habían congregado
las máquinas de hilar. En la segunda mitad del siglo XIX, la industria artesana
perdió el terreno que la hacia vivir. La formación de la clase obrera entró en una
nueva fase. Su número creció con celeridad. En 1858, la industria textil
algodonera del Reino Unido ocupaba a 379.000 hombres, cifra que diez años más
tarde se elevó a 401.000. La aparición de la clase obrera como fuerza
revolucionaria representó una importante consecuencia de la revolución industrial.

Esta llevó aparejado un extraordinario reforzamiento de la explotación de la clase


obrera. Las máquinas facilitaban grandemente esta obra: en manos del fabricante
había un arma temible, contra la cual no podía resistir el obrero. No le quedaba
otro remedio que seguir el movimiento de la máquina, monótono e implacable. El
hombre se había convertido en un apéndice de ella. Junto con la fábrica apareció
el sistema de máxima explotación del capitalismo.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 47

Todo ello fue acompañado de una descualificación masiva de la mano de obra, de


un descenso de su valor, de la caída del salario, de la formación de un ejército de
reserva del trabajo. Según recientes cálculos de Y. Kuchinski, el salario real de los
obreros de Inglaterra disminuyó en el 10 por ciento durante la primera mitad del
siglo XIX, y en el período que va desde 1809 a 1818, era el 28 por ciento más bajo
que en 1800. Mayor aún fue el empobrecimiento relativo de los obreros, cuya
participación en la renta nacional descendió aceleradamente. Los frutos de su
duro trabajo y del aumento de su productividad iban a parar a manos de la
burguesía.

Observóse en Inglaterra una prolongación de la jornada de trabajo. Con ello, y


con una mayor intensidad de la labor de un sector de obreros, los fabricantes
despedían a otros, que iban a engrosar el ejército de reserva de mano de obra. El
trabajo femenino e infantil iba siendo utilizado cada vez más. Según expresión de
Marx, comenzó “la transformación de la sangre infantil en capital”. La mortalidad
en masa de los niños y de las mujeres a causa de la tuberculosis, el agotamiento y
las epidemias se convirtió en un fenómeno corriente.

La implantación del sistema fabril del capitalismo trajo consigo las crisis
económicas de superproducción. Ya durante el propio período de la revolución
industrial se dejaron sentir las llamadas crisis comerciales. Pero éstas dependían
de factores externos y sólo en parte eran crisis de superproducción: la primera
que lo fue realmente estalló en Inglaterra en 1825. Posteriormente, y de manera
periódica, se repitieron en 1837, 1847, 1857, 1866, 1872, etc.

Cada una de estas crisis puso de manifiesto la limitación económica del


capitalismo, su carácter pasajero, y todas ellas costaron caro a las masas
populares. La de 1825, bajo la influencia de la fiebre especulativa, de la
exportación de capitales a la América central y América del Sur y de la amplia
expansión comercial, revistió carácter catastrófico el otoño de aquel año.

Solamente las pérdidas por el descenso de la cotización de las acciones se


calcularon en 14 millones de libras esterlinas. Quebraron 80 bancos. La
exportación de tejidos de algodón decreció en 1826 en el 23 por ciento, y la
importación de algodón, en el 26 por ciento. Un cuadro análogo ofrecía la
industria de la seda, cuya exportación se redujo en el 19 por ciento. La crisis
provocó un paro en masa. Otras crisis no fueron menos calamitosas. Durante la
de 1837 hubo en Manchester 50.000 obreros sin trabajo; la mayoría de las grandes
empresas funcionaba la mitad de la semana. Posteriormente, al estallar la crisis de
1847, el 70 por ciento de los operarios de las fábricas textiles algodoneras de
Lancashire sufrió los efectos del paro de una manera total o parcial. De 920
fábricas, 200 estaban inactivas en 1847. Entre las consecuencias mas

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 48

trascendentales de la revolución industrial hay que mencionar la extrema


agudización de las contradicciones de clase. Comenzaron las acciones
revolucionarias de los trabajadores en Inglaterra; pero, en un principio, se
reducían, sobre todo, a presentar peticiones, a declarar huelgas aisladas y a
destruir las máquinas: se hacía notar la tradición gremial. Los trabajadores solían
apelar a la legislación isabelina sobre el aprendizaje, y exigían la fijación de un
salario mínimo. Para exteriorizar su odio a la esclavitud asalariada, los artesanos y
los obreros fabriles solían romper las máquinas y quemar las fábricas. Se
fundaban asociaciones clandestinas dispuestas a seguir el ejemplo del oficial Ned
Loodd, de la ciudad de Lester, quien, según se decía, rompió su máquina a
martillazos después de ser azotado con un látigo. Este movimiento se extendió
particularmente en los años de 1811 y 1812 entre los tejedores de Nottingham y
entre los obreros de Yorkshire y Lancashire.

Posteriormente, el movimiento obrero de Inglaterra se tornó más consciente,


adquiriendo carácter político. En las décadas del veinte y del treinta del siglo XIX,
se difunde entre los trabajadores ingleses la idea del “socialismo cooperativo”, de
Roberto Owen, de índole utópica, pero reflejo del ambiente radical reinante entre
los obreros. El acontecimiento más notable de la historia de la clase obrera inglesa
fue el movimiento cartista que se inició en 1836 y fue acelerado por las
calamidades de la crisis industrial. Por toda Inglaterra se desató una ola de
grandiosas manifestaciones y mítines, en algunos de los cuales llegaron a
congregarse hasta 100.000 personas. Por primera vez en la historia universal
surgió un partido obrero: la Asociación Nacional de los Cartistas, que contaba con
unos 40.000 afiliados. El 2 de mayo fue presentada al Parlamento una petición
con 3.300.000 firmas, en la que se exponían las reivindicaciones económicas de los
obreros: rebaja de impuestos, abolición del diezmo, derogación de la Ley de los
pobres y separación de la Iglesia y el Estado. Los peticionarios se lamentaban de
lo mísero de los salarios y lo largo de la jornada. Se exigía incluso la supresión del
monopolio burgués y terrateniente de los medios de producción (la tierra y la
maquinaria) y de comunicación (incluida la prensa).

Sin embargo, las peticiones fueron rechazadas por el Parlamento, órgano


dictatorial de los terratenientes y de los fabricantes. Comenzaron las represalias, y
en octubre de 1842 fueron procesados 650 miembros del movimiento cartista.

Este fue decayendo a partir de entonces, no sin que en ello desempeñase


determinado papel el mejoramiento de la situación económica. Debido a las
repercusiones de la revolución de 1848, el carlismo resucitó, pero fue derrotado
nuevamente.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 49

El movimiento cartista llenó de temor a la burguesía y aceleró la promulgación de


las “leyes fabriles”. En 1867 se hizo realidad la principal reivindicación de los
carlistas. Los trabajadores consiguieron el derecho de sufragio. Pero la máxima
importancia del cartismo consistió en que fue “el primer movimiento proletario
revolucionario verdaderamente de masas y políticamente formado”. La historia del
luddismo y del cartismo muestra muy a las claras que la revolución industrial en
Inglaterra suscitó, verdaderamente, una extraordinaria agravación de las
contradicciones de clase. La atmósfera estaba caldeada hasta el extremo, pero,
sin embargo, no se produjo una revolución proletaria. Una de las causas de su
aplazamiento fue la falta de madurez política de la clase obrera de Inglaterra.

Pero existieron también otras, para la burguesía inglesa era algo característico la
política de concesiones. También tuvo su importancia y desempeñó un papel la
tradición histórica. Ya en los siglos XVI al XVIII se recaudaba en las islas
británicas una contribución especial destinada a un fondo para favorecer a los
pobres. Y a medida que iba creciendo el número de indigentes e incrementándose
el pauperismo, iba aumentando dicho impuesto.

Más importancia todavía encerraban las concesiones otorgadas en lo concerniente


a la organización del propio trabajo fabril. A partir de 1802, en Inglaterra
comienza a entrar en vigor la legislación laboral. Fue entonces cuando se
promulgó la primera ley reduciendo la jornada de trabajo de los niños a doce horas
y prohibiendo la utilización de la mano de obra infantil en los turnos de noche. La
Ley de 1819 prohibió el empleo de niños menores de nueve años en la industria
textil algodonera y estableció para los adolescentes, incluidos entre los nueve y los
dieciséis años, una jornada de doce horas. En el período comprendido entre 1819
y 1833 aparecieron otras cinco leyes reglamentando el trabajo infantil. En 1833
fue creado un cuerpo administrativo de inspección, compuesto de cuatro personas,
con facultad para imponer multas a los fabricantes infractores de las leyes. Al
mismo tiempo, volvió a prohibirse el empleo de la mano de obra infantil en los
turnos de noche en la industria textil, reduciéndose la jornada de trabajo para los
niños de nueve a trece años a ocho horas, y la de los adolescentes de trece a
dieciocho años, a doce horas. Únicamente en las fábricas de tejidos de seda se
permitía que trabajasen diez horas los niños de nueve a trece años. Algo después,
en 1842, se dictó la prohibición del empleo de la mano de obra femenina y de los
niños en faenas del subsuelo. En 1844 apareció la ley que reducía la jornada de
trabajo en la industria textil a doce horas para las mujeres y seis horas y media
para los niños de ocho a trece años. Por último, una ley publicada en 1847 fijó en
diez horas la jornada laboral de las mujeres y de los adolescentes en las fábricas
textiles.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 50

La gran tragedia de la clase obrera de Inglaterra consistió en que sus propias


organizaciones fueron cómplices de la política del reformismo burgués. En 1824
comenzaron a formarse de manera sistemática las trade-unions o sindicatos, que
entre 1850 y 1870 se transformaron en organizaciones relativamente numerosas.

Pero la política de las trade-unions fue la del reformismo, y sus líderes traicionaron
prácticamente los intereses vitales de la clase obrera. El tradeunionismo inglés
pasó a ser una reserva política del reformismo burgués, y con su actitud contuvo y
paralizó los ímpetus revolucionarios de las masas obreras. Tal actitud se explica,
en buena parte, por el hecho de que las trade-unions agrupaban principalmente a
empleados, mecánicos, maestros cualificados, que, en comparación con el grueso
de la masa trabajadora, se encontraban en condiciones muy favorecidas. De sus
filas salieron los numerosos funcionarios sindicales que van a la zaga de los
liberales, los llamados “lugartenientes del capital”. Sin embargo, la influencia
decisiva en la desmoralización política de la clase obrera de Inglaterra la tuvo la
circunstancia de que la burguesía inglesa, explotando a otros pueblos mediante el
intercambio no equivalencial y el pillaje colonial, tenía posibilidad de sobornar a la
denominada “aristocracia obrera”.

Por consiguiente, el reformismo burgués de Inglaterra en los siglos XIX y XX no


representa sino un subproducto del colonialismo y de la explotación comercial de
los países agrarios.

Proceso de Comprensión y Análisis


• ¿Cuál fue el impacto a nivel económico que produjo la revolución industrial en
Inglaterra?
• ¿En qué consiste el capitalismo moderno?, ¿en qué se diferencia al tradicional?
• ¿Qué se entiende por ludismo?
• ¿En qué consistió el movimiento carlista y cuáles fueron sus alcances en el
movimiento obrero del siglo XIX?, ¿qué se entiende por Primera Internacional y
qué rol desempeña en esta dinámica social?
• ¿Qué son las trade-unions?

Solución de Problemas
• ¿El movimiento obrero buscó la mejora de sus condiciones o el derrumbe del
sistema capitalista?

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 51

• ¿La industrialización se puede entender como el uso de la ciencia para el


bienestar del hombre o como la supeditación y la explotación del hombre por la
ciencia?

Síntesis Creativa y Argumentativa


• “Ciudades surgidas de la nada, fábricas humeantes, proletariado reducido al
mínimo vital familiar (con las mujeres y los niños enrolados, gracias a las
máquinas), luchas obreras precoces (cartismo), primeras leyes sociales
conquistadas: así es, en la primera mitad del siglo XIX, el rostro inglés del
capitalismo industrial”. Partiendo de la visión que Pierre Vilar presenta sobre el
rostro inglés del capitalismo industrial, elaborar un ensayo donde se determine
la participación de las mujeres y los niños en la producción y sus condiciones
de trabajo.

Autoevaluación
• Determinar los factores que permitieron la acumulación de capitales en Gran
Bretaña.
• ¿Cuál fue la influencia de los nuevos inventos en la transformación de la
producción y de las relaciones sociales?
• Establecer los elementos que promovieron el cambio de mentalidad en la
sociedad inglesa.
• ¿Hasta qué punto el incremento demográfico se puede considerar como una de
las fuerzas que impulsaron el despegue económico de Inglaterra?

Repaso Significativo
• Explicar los fenómenos que propiciaron la crisis del status quo y que produjeron
nuevas formas sociales.
• ¿Cómo se explica que el sistema parlamentario establecido en Inglaterra
produjera un giro en las formas políticas y de gobierno?
• Mediante un escrito plantear y explicar los factores que estabilizaron
definitivamente el capitalismo como sistema preponderante del siglo XVIII.
• Analizar el proceso de industrialización desde el surgimiento del proletariado.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 52

Bibliografía Sugerida
A, Efimov y otros. Historia moderna de 1642 a 1918. México: Editorial Grijalbo,
1975.

Y. F. Avdakov y otro. Historia económica de los países capitalistas. México:


Editorial Grijalbo, 1965.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 53

UNIDAD 3: La Industrialización de los


Países Capitalistas
Descripción Temática

Como ya se ha dicho la industrialización se inicia al occidente de Europa, pero sus


rasgos se extendieron rápidamente a otros continentes, incluso el americano, sin
embargo la naturaleza de este proceso varía de un lugar a otro. Comprender las
causas y consecuencias de este acontecimiento precisa que se entienda cómo fue
que se dio en cada lugar.

Las características que marcan las nuevas tendencias de estos países, aunque no
de igual manera, pero que permiten su desarrollo económico son: las
transformaciones de la agricultura, la evolución demográfica, los inventos técnicos
y las innovaciones, los sectores motrices, los transportes, el papel protagónico de
la empresa privada o del Estado en unos y otros casos; estos a su vez son el
objeto central de la presente unidad cuando se plantea como elemento de estudio
el análisis los procesos de capitalización que se vivieron en países como Francia,
Estados Unidos, Alemania, Rusia y Japón, en esa carrera de modernización de los
modos y medios de producción.

En Gran Bretaña por ejemplo, la industrialización triunfó cuando dependía de


inventores individuales y de compañías relativamente pequeñas. Por el contrario,
Alemania avanzó cuando la industrialización provocó la creación de organizaciones
mayores, estructuras organizativas más impersonales e investigaciones colectivas.

En Alemania el Estado estaba más implicado en este proceso. Francia puso el


énfasis en la modernización de los productos artesanales, también tuvo que ejercer
gran presión en los trabajadores especializados para que se adaptaran a las
nuevas formas, lo cual generó tensiones. Estados Unidos, pese a su régimen
político democrático, fue el pionero en una organización particularmente
despiadada de los trabajadores y del nuevo estadio económico de la sociedad de
consumo que ha tenido en los últimos tiempos un impacto mundial. Dentro de las
industrializaciones tardías está la rusa donde se presenta una sustitución de la
economía de mercado por la planificación estatal en el diseño de las políticas

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 54

industriales. Por su parte, la industrialización japonesa adoptó una estrecha


colaboración entre las grandes empresas y el gobierno.

Horizontes
• Determinar la influencia que sobre los países de economía capitalista tuvo la
revolución industrial inglesa.

• Comprender los hechos y situaciones histórico-políticas que permitieron el


desarrollo del capitalismo industrial en Europa continental, Estados Unidos y
Japón.

• Analizar las nuevas formas de relaciones sociales que surgen a partir de la


industrialización y explicar el surgimiento de las potencias desde el proceso de
tecnificación de los modos de producción.

Núcleos Temáticos y Problemáticos


• Industrialización y Crecimiento de la Economía Francesa.
• Industrialización y Crecimiento de los Estados Unidos.
• La Industrialización de Alemania.
• La Industrialización de Rusia.
• La Industrialización de Japón.

Proceso de Información
3.1 INDUSTRIALIZACIÓN Y CRECIMIENTO DE LA ECONOMÍA
FRANCESA3

Aunque existen rasgos comunes en la industrialización de Francia y la de Gran


Bretaña, es difícil hablar de "revolución industrial" en Francia. Si el concepto de
"revolución industrial" está basado en parte, según el análisis de Rostow, en la
aparición de una fase de aceleración, la historia económica de Francia en el siglo
XIX se caracteriza mucho más por una lenta transformación de las técnicas de

3
Tomado del texto Historia de los hechos históricos contemporáneos de Maurice Niveau, Barcelona: editorial
Ariel, 1971.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 55

producción que por un "despegue" del crecimiento. J, H, Clapham estima que la


economía francesa se transformó gradualmente a lo largo del siglo XIX mediante
un "desplazamiento progresivo de su centro de gravedad desde la agricultura
hacia la industria, y por una lenta evolución de los métodos de organización
industrial. La transformación que tuvo lugar en un siglo fue, en muchos aspectos,
menos completa que la que tuvo lugar en Alemania durante los cuarenta años
siguientes a 1871”.

Como máximo se pueden distinguir tres "períodos de aceleración" -1796-1844,


1855-1884, 1895-1913 “separados por dos períodos de crecimiento lento” 1845-
1854, 1885-1894. La noción de take-off es excesivamente parcial para constituir
un instrumento de análisis aplicable a todos los casos históricos de
industrialización. Un excesivo celo en la búsqueda de fases de despegue puede
hacer olvidar que la industrialización fue el resultado de la conjunción de un gran
número de causas que no tuvieron la misma importancia relativa en la historia de
cada país.

3.1.1 La Evolución Demográfica

Francia redujo su natalidad más pronto y de manera más rápida que cualquier otro
país. El aumento de la población fue cada vez más débil, y una parte del
crecimiento neto no fue otra cosa que el resultado del alargamiento de la
longevidad. La consecuencia ha sido un envejecimiento demográfico mayor en
Francia que en los demás países. Desde mediados del siglo XIX, la proporción de
ancianos es mayor en Francia que en los demás grandes países industriales. Lo
que realmente importa no es el aumento global, sino la renovación de las
generaciones que evita el fenómeno del envejecimiento. "Sustituir
indefinidamente jóvenes por viejos, gracias al alargamiento de la vida, lleva a la
caída definitiva" (A. Sauvy). Lejos de tener un nivel de vida y de desarrollo más
elevado que sus vecinos, Francia sufrió un declive incontestable que se manifestó
hasta la segunda guerra mundial.

Lejos de enriquecerse, Francia se ha empobrecido, ya que la ausencia de presión


demográfica significa una demanda global menor. Incluso sin ser el crecimiento
de la población una causa sino más bien una consecuencia de la revolución
agrícola y de la revolución industrial, se convierte, a la larga, en un factor seguro
de crecimiento y de desarrollo a condición de que el país haya superado el primer
umbral de la industrialización. Un nivel excesivo de natalidad puede ser un freno
al desarrollo y al aumento del nivel de vida de los países pobres, pero en la Europa
del siglo XIX no fue así. "Al rehusar el esfuerzo de renovación, las generaciones
francesas han perdido a la vez el gusto por el esfuerzo y por el progreso; al

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 56

renunciar a la creación, han perdido el espíritu creador en el preciso momento en


que todo se creaba" (A. Sauvy).

3.1.2 Las Etapas del Crecimiento Agrícola

Para precisar las fases principales del crecimiento del producto de la agricultura
nos vamos a apoyar en los trabajos de J. C. Toutain. La encuesta estadística “a
pesar de sus márgenes de error” nos ofrece una información mucho más
adecuada sobre la evolución de los progresos reales de la producción que la
descripción cualitativa. Desde mediados del siglo XVIII hasta la primera guerra
mundial podemos distinguir cuatro grandes períodos caracterizados por ritmos de
crecimiento diferentes:

• De 1750-1760 a 1815, se inicia el crecimiento y pierde fuerza.


• De 1815-1824 a 1855-1864, crecimiento rápido.
• De 1865-1874 a 1885-1894, crecimiento lento.
• 1895-1914, crecimiento.

Esta división es necesariamente imprecisa, y las fechas indicadas no deben ser


identificadas con puntos de inflexión de la tendencia, comparables a los de un
ciclo.

La mayoría de los autores estiman que el comienzo del desarrollo agrícola se sitúa
hacia mediados del siglo XVIII. Es sólo a partir de 1750 cuando la agricultura
francesa revisará, lentamente, unos métodos de trabajo que no habían variado
desde la Edad Media. No es casualidad que en esta época nos encontremos con
Quesnay y la escuela fisiocrática que predicaba las virtudes del desarrollo agrícola.

La teoría del "producto neto" constituía el fundamento analítico de las


enseñanzas de los fisiócratas, para quienes la riqueza procedía de la agricultura.
Turgot liberó el comercio interior de granos, lo que tuvo unos efectos favorables
para la producción y los precios. Citemos a Tocqueville, quien en L'Ancien Régime
et la Révolution escribe: "Alrededor de unos treinta o cuarenta años antes del
estallido de la Revolución, el espectáculo empieza a cambiar. Cada año este
movimiento se extiende y se acelera; por fin, toda la nación se mueve y parece
renacer. A medida que estos cambios inciden sobre las mentes de los gobernados
y de los gobernantes, la prosperidad pública se desarrolla a un ritmo hasta
entonces desconocido. Todos los signos lo anuncian: la población aumenta, las
riquezas se multiplican a un ritmo aún más rápido". La influencia inglesa se deja
sentir, y en Francia se adoptan los métodos que previamente habían sido
empleados en Gran Bretaña. Se suprimen los campos en barbecho y se sustituyen

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 57

por el cultivo de forrajes artificiales; se procede a la venta o al arrendamiento de


los bienes comunales; se suprimen los derechos de libre pasto y de libre recorrido;
se mejoran los métodos de cría de ganado; se aumenta la superficie cultivable
roturando tierras y secando las marismas.

Pero este avance se agotará en vísperas de la Revolución. A pesar del crecimiento


de la producción agrícola, la situación de la inmensa masa de campesinos pobres
no había mejorado. La corriente de ideas nuevas solamente había alcanzado una
pequeña élite y el absentismo de los propietarios era general. La tasa de
crecimiento medio anual que había alcanzado el 1,35% entre 1760 y 1780 se
redujo hasta principios del siglo XIX. Sin embargo, entre 1750 y 1812, el producto
final de la agricultura aumentó a un ritmo más elevado que la población total. El
peor período se sitúa entre el final del Imperio y 1824: la población crece
débilmente mientras que el crecimiento de la producción agrícola es prácticamente
nulo. La productividad disminuye durante este mismo período.

El período 1815-1864 viene marcado por un crecimiento rápido de la producción y


de la productividad. Los principales factores son los siguientes: utilización de un
utillaje más perfeccionado; empleo de abonos y preparación del suelo; aumento de
la superficie de tierras de cultivo; desarrollo de los medios de transporte que
facilitan los intercambios de provincia a provincia y disminuyen el coste de los
abonos.

El período 1865-1895, viene marcado por una reducción sensible del ritmo de
crecimiento de la producción y de la productividad. Entre las posibles causas de
estas dificultades hay que situar en un lugar preeminente las guerras del Segundo
Imperio.

Hay que señalar también un doble movimiento de los precios: alza de 1852 a
1875; baja de 1875 a 1896. ¿Tuvo la legislación librecambista de 1861 una
importancia decisiva en esta "crisis"? Es difícil precisarlo. Evidentemente, la
competencia de los países de ultramar fue más viva. ¿Pero puede decirse que el
régimen proteccionista, restablecido por Méline en 1892, pusiese fin a la crisis?. Si
bien contribuyó a paliar las dificultades del momento, no fue un factor de
desarrollo a largo plazo. La productividad agrícola aumentaría sensiblemente junto
con la producción a finales del siglo XIX y hasta la primera guerra mundial.

El crecimiento no excluye automáticamente las rigideces estructurales que no han


dejado de caracterizar la agricultura francesa hasta la época contemporánea. Si el
juicio del progreso técnico en la agricultura favoreció el arranque industrial, la
lentitud de la evolución ulterior del sector agrícola y el "estancamiento"
demográfico no pudo sino frenar el desarrollo de la industria. Francia, que tomó la

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 58

salida en la vía de la industrialización inmediatamente después de Inglaterra, podía


esperar una mejor situación a finales del siglo XIX. Se ha acusado muy a menudo
a la falta de espíritu de empresa de los franceses; no es seguro que esta opinión
esté bien fundamentada. Será de Henri Sée de quien tomaremos la última
palabra: "en el transcurso del siglo XIX, Inglaterra se convertirá en un país casi
exclusivamente industrial, mientras que en Francia no se romperá el equilibrio
entre la producción agrícola y la producción industrial. La razón profunda de esta
divergencia yace quizás en la diferencia que se aprecia en la evolución del régimen
agrario de los dos países".

3.1.3 Los Comienzos de la Industrialización

No es fácil reconocer con precisión las etapas de la industrialización en Francia;


mientras que los autores que han estudiado el desarrollo inglés se muestran
unánimes en situar a finales del siglo XVIII esta "revolución industrial" existen
todavía, a propósito del caso francés, muchas dudas e incertidumbres. Los
autores anglosajones escogen generalmente la fecha de 1815 como punto de
partida de la revolución industrial en Francia. Pero mientras que Clapham
considera que la industria sufrió mucho a causa del estallido de la Revolución y de
las guerras del Imperio y que habría que esperar hasta el Congreso de Viena para
entrar en una era de paz internacional propicia al desarrollo, los estudios más
recientes de Dunham, Henderson y Cameron hacen hincapié en el alcance
económico de ciertas transformaciones institucionales heredadas de 1789 y de
Napoleón l. Dunham escribe en su Révolution industrielle en France: "Sin
embargo, Francia no había sufrido graves pérdidas en vidas humanas o en
propiedades, y las condiciones de paz no habían sido tan rigurosas como para
dejar al país debilitado por mucho tiempo. Su gran revolución y la mano de
Napoleón la habían purgado; si por una parte le causaron daños, lo cierto es que
también la liberaron de impurezas que habrían dificultado su progreso económico;
su administración y sus leyes habían sido modernizadas y perfeccionadas por la
Convención y el Imperio". R. E. Cameron, en una reciente obra dedicada al
desarrollo económico de Francia y de Europa, afirma que la historia europea en el
siglo XIX surge de dos revoluciones: una, política; la otra, económica. "La
Revolución francesa acabó con la jerarquía feudal, desposeyó a la aristocracia y a
la monarquía y proclamó el derecho de todos los hombres a la libertad política y a
la igualdad social. En Gran Bretaña, los cambios tecnológicos experimentados por
la agricultura y la industria revolucionaron las bases materiales de la existencia y
procuraron los medios gracias a los cuales los ideales de la Revolución francesa
podían ser puestos en práctica". Esta feliz síntesis, que no siempre tuvo, en el
plano social, los efectos benéficos que una extrapolación demasiado alegre dejaría
entrever, pudo realizarse gracias al papel primordial, pero en general a menudo

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 59

desconocido, que los "franceses jugaron al importar, ampliar, adaptar y transmitir


al resto de Europa los elementos fundamentales de la revolución económica".

3.1.4 Las Industrias Motrices en la Primera Fase de la Industrialización

Como en el caso inglés, la industria textil y la industria del hierro fueron las dos
primeras industrias motrices en el proceso de paso de una economía artesanal a
una economía industrial.

La Industria Textil

Hacia mediados del siglo XVIII existía en Francia una industria textil rural. Un
edicto de 1792 había concedido a los habitantes del campo el derecho de fabricar
telas sin necesidad de formar parte de una corporación. Este edicto no había
hecho sino consagrar una práctica remota. Se trabajaban a domicilio el lino y el
algodón. Muy a menudo los campesinos hiladores y tejedores trabajaban para un
comerciante que les proporcionaba la materia prima. Este tipo de actividad casera
desapareció “como en Inglaterra”, con la introducción de las primeras máquinas
que fueron instaladas en fábricas. Esta transformación se inició en la segunda
mitad del siglo XVIII.

Dejando aparte el sector de la seda, para el que Jacquard inventó el primer telar,
los métodos de mecanización fueron importados de Inglaterra. No era fácil
procurarse máquinas inglesas cuya exportación permaneció durante mucho tiempo
prohibida. Sin embargo, una parte no despreciable de la información técnica era
publicada y por tanto accesible para todo el mundo.

Pero numerosos viajeros se desplazaron a Gran Bretaña con la esperanza de visitar


fábricas y de recoger explicaciones sobre el funcionamiento de las máquinas;
algunas máquinas fueron compradas y exportadas gracias a licencias obtenidas de
las autoridades británicas; otras simplemente se obtuvieron a través del
contrabando. Por fin, se desarrolló un verdadero espionaje económico cuya
amplitud resulta difícil de precisar. Algunos artesanos ingleses fueron invitados a
expatriarse para beneficiar con sus conocimientos técnicos los países del
continente. A pesar de todo, los inventores y empresarios ingleses aceptaron a
menudo instalarse en el extranjero atraídos por la perspectiva de elevados
beneficios. John Kay y Holker fueron de esta manera dos pioneros del desarrollo
de la industria del algodón en Francia. John Kay fue a Francia por primera vez en
1747 y se dedicó a fabricar lanzaderas y a explicar su uso a los tejedores
franceses. A pesar de las facilidades oficiales, la difusión del invento de Kay fue
muy lenta, y hacia 1790 el gobierno francés intentó incitar a los fabricantes a
emplear el sistema de Kay.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 60

Gracias a varios inspectores de la Administration da Commerce, John Holker pudo


fundar su empresa con capital de varios socios franceses. Holker era sobre todo el
director técnico. Reconocidos sus méritos por el gobierno y deseando atraer a los
empresarios ingleses, le nombró inspector general de las Manufacturas el 15 de
abril de 1755 y le dio un título de nobleza en 1775. De 1756 a 1786, Holker jugó
un papel decisivo en el desarrollo de la industria textil francesa. Introdujo la jenny
en 1771, cuando la patente de Hargreaves databa de 1769. Posteriormente, fundó
una fábrica en la que se producían jennies. La energía hidráulica y la de vapor
fueron instaladas por primera vez en Alsacia.

En 1830, cuando Roubaix no poseía ningún telar hidráulico o de vapor, Alsacia


tenía ya 18.000. Los ingleses Heywood y Dixon se instalaron en Alsacia donde
fundaron una de las primeras fábricas de hilados que utilizaba la fuerza hidráulica
como fuente de energía. La influencia inglesa fue también decisiva en la
fabricación de encajes desde principios del siglo XIX. Un gran número de obreros
ingleses cualificados fueron a trabajar a las fábricas de Calais y Boloña hasta el
punto de que esta emigración llegó a preocupar al gobierno británico.

La Industria Siderúrgica

El desarrollo de la industria del hierro estuvo influida en gran medida por las
técnicas importadas de Gran Bretaña. Volveremos a encontrar en este sector la
participación conjunta del Estado francés y de los técnicos británicos. En el siglo
XVIII, Francia llevaba un gran retraso en la producción de hierro con respecto a
Inglaterra y a Alemania. La industria se beneficiaba de una fuerte protección
aduanera y solamente se utilizaba el mineral de hierro de Lorena que era de
calidad mediocre. Además, ni siquiera existía competencia interior debido a la
ausencia de medios de transporte. Cada productor tenía un monopolio en la zona
geográfica en la que estaba radicada su empresa.

En 1722 y 1762 Réaumur había publicado unos tratados sobre el hierro forjado y el
hierro fundido. El gobierno deseaba desarrollar la producción de armamentos y
John Holker quería producir el equipo necesario para la industria textil. El
subdesarrollo de la siderurgia francesa constituía, pues, un verdadero
estrangulamiento que había que suprimir. John Holker ayudó a un metalúrgico
inglés, Michael Alcock, a construir una fundición en Charité-sur-Loire en 1757.

Alcock recibió 2.400 libras del gobierno francés para contratar obreros cualificados
ingleses. De 1760 a 1786, Alcock fundó varias empresas metalúrgicas y
mecánicas, una de ellas en Roanne en 1767. En 1764 el gobierno francés envió a
Inglaterra a un joven ingeniero de Lión, Gabriel Jars, con el fin de que pudiese
estudiar los métodos de producción del hierro y del acero. Realizó las primeras

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 61

experiencias de producción de hierro con coque en Saint-Étienne e intentó


convencer a los maestros fundidores de adoptar este procedimiento. Los de
Wendel, establecidos en Hayange, Lorena, se beneficiaron de las enseñanzas de
Jars y continuaron las experiencias inspirándose en técnicas alemanas.

Una de las importantes contribuciones británicas al desarrollo de la siderurgia


francesa fue la de William Wilkinson, quien emigró a Francia en 1777 y recibió un
salario anual de 12.000 libras del gobierno francés para organizar una fundición de
cañones en la isla de Indret, en el Loira, cerca de Nantes. Pero la producción era
escasa y el gobierno envió a Indret a Ignace de Wendel quien consideró el
procedimiento de la refundición ineficaz y oneroso. Propuso la construcción de
altos hornos que posibilitasen la obtención de hierro a partir del coque. Wendel y
Wilkinson, de común acuerdo, escogieron Le Creusot. De esta manera iba a ser
realizada la primera concentración carbón-mina de hierro. Los altos hornos de Le
Creusot fueron construidos con fondos privados y la ayuda financiera del gobierno
de Luis XVI. Los trabajos, comenzados en 1782, se terminaron en 1785. La
primera salida de arrabio tuvo lugar el 11 de diciembre de 1785. Hasta 1818, Le
Creusot fue la única empresa siderúrgica francesa que utilizó carbón para la
fundición. Los progresos no fueron realmente sensibles hasta después de 1840.

Francia se mantuvo muy por detrás de Gran Bretaña. Mientras que en 1806 el
97% de la producción de fundición inglesa era fabricada con coque, por este
procedimiento se obtenía menos del 2% de la fundición francesa. También se
utilizó en Francia la máquina de vapor de James Watt, en la época de la fundación
de Le Creusot. Unos años antes, en 1778, los hermanos Périer compraron a
Boulton y Watt dos bombas de vapor que fueron instaladas en Chaillot en agosto
de 1781. Posteriormente, los propios Périer fabricaron este tipo de máquina. Pero
fue Ignacio de Wendel quien importó la primera máquina de vapor rotativa para su
empresa en Le Creusot en 1784. El ejemplo no fue seguido con demasiado calor
por los industriales franceses: en 1810, la industria francesa contaba solamente
con 200 máquinas de vapor frente a unas 5.000 en Gran Bretaña.

En 1815, Francia prácticamente no había empezado a fabricar acero. Obtenía


unas pequeñas cantidades gracias a la buena calidad del mineral de los Pirineos y
de los Alpes del Delfinado. Como se empleaba el carbón de madera para tratar el
mineral de hierro, resultaba muy difícil aumentar la producción. La cementación,
que permitía transformar el hierro en acero, era conocida desde hacía mucho
tiempo en Alemania cuando se empleó en Francia por primera vez bajo la
Restauración. Tampoco se conocía el acero obtenido en crisol, procedimiento
inventado en Inglaterra por Huntsmann hacia 1750. Todo el acero fino o templado
era importado. Finalmente se adoptó en Francia la técnica inglesa del crisol,
aunque con mucha lentitud. La producción anual de acero fue de 5.000 t en 1826,

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7.000 t en 1835, 12.000 t en 1845, 22.000 t en 1855. A partir de 1862-1865 se


intentó adoptar el convertidor descubierto por el inglés Bessemer. Sin embargo, el
mineral de Lorena contenía excesivo fósforo y hubo que esperar al procedimiento
Thomas y Gilchrist, en 1878, para superar la dificultad. Desgraciadamente, una
gran parte de la Lorena industrial había sido anexionada por Alemania en 1871. La
expansión de la producción de acero tuvo lugar, sin embargo, a finales del siglo
XIX.

Se sabe que la insuficiencia del aprovisionamiento de carbón fue un importante


factor negativo para la industria siderúrgica francesa. Esta pobreza en carbón
mineral fue una de las causas del empleo de carbón de madera en el tratamiento
del mineral de hierro hasta 1850-1860. El elevado precio del carbón y de los
transportes, la excesiva protección aduanera, la insuficiente cualificación de la
mano de obra, las unidades productivas de pequeño tamaño, el espíritu rutinario y,
a menudo, la insuficiencia de los capitales fueron otros tantos factores que
frenaron el desarrollo económico en la primera mitad del siglo XIX.

3.1.5 El Retraso de Francia en el Desarrollo Industrial

Dos categorías de factores influyeron en el desarrollo de la economía francesa


entre finales del siglo XVIII y finales del XIX: unos, favorablemente; otros,
desfavorablemente. Los últimos parecen haber pesado más que los primeros.

Los Factores Favorables al Desarrollo

Estos factores favorables al desarrollo son de orden institucional y jurídico, por un


lado y científico y técnico, por otro. Forman parte de la herencia revolucionaria y
de la obra napoleónica. Constituyen lo que Rostow denomina las "precondiciones"
del desarrollo.

La Revolución de 1789 liquidó el feudalismo y abolió la servidumbre. Una ley de


marzo de 1791 puso fin al régimen de las corporaciones de oficios, que paralizaban
la iniciativa individual. El mismo año se concedió a los campesinos el derecho de
cultivar lo que quisieran. Las antiguas provincias fueron sustituidas por las nuevas
demarcaciones que Napoleón acabó de organizar en el marco de una centralización
administrativa estrecha. Se suprimieron los fielatos entre las provincias, y los
hombres, las mercancías y los capitales pudieron desplazarse libremente. El
espacio geográfico francés se convirtió así en un mercado único protegido por un
elevado arancel exterior. En mayo de 1790, la Asamblea adoptó el sistema
métrico, infinitamente más simple que el antiguo sistema de pesas y medidas y, en
consecuencia, susceptible de favorecer los intercambios.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 63

En 1794, la Convención fundó la École Polytechnique para la formación de


ingenieros civiles y militares y la École des Mines. Recordemos que Francia ha sido
el primer país en tener una escuela de ingenieros al fundarse, en 1747, la École
des Ponts-et-Chaussées. En 1793, la Convención transformó el Járdin du Roi en
Museo de Historia Natural con el fin de promover la investigación y la enseñanza
de la química, la botánica, la biología, la anatomía, la geología, la mineralogía y la
agricultura. Entonces Francia era rica en hombres de ciencia tales como Georges
Cuvier, Louis Daubenton, Antoine Fourcroy, Laurent de Jussieu, Geoffroy Saint-
Hilaire, Francois de Lacépede, Lamarck y los matemáticos Monge, Lagrange y
Laplace. En 1798, el Directorio fundó el Conservatoire des Arts et Métiers y la
École Normale Supérieure. El Conservatoire "coloca en el mismo plano la ciencia
aplicada y la teoría"; supo atraer a estudiantes franceses y extranjeros. En toda la
reforma de la enseñanza y de la investigación llevada a cabo por la Revolución y el
Imperio se hizo hincapié en la importancia de las matemáticas. En un informe
preparado por la Commission de l'Instruction publique en 1792, Condorcet
escribía: "las ciencias matemáticas y físicas ofrecen un remedio contra los
prejuicios y la estrechez de espíritu. Aquellos que siguen su evolución, ven venir
una época en la que su utilidad práctica y su aplicación alcanzarán unas
dimensiones que superan nuestras esperanzas, la literatura tiene sus limites, pero
las ciencias de la observación y del cálculo no tienen límite". En 1794, Lakanal
insiste sobre la importancia que tiene para la nación asegurar que las ciencias
matemáticas sean cultivadas y profundizadas ya que confieren la costumbre de la
precisión: sin ellas la astronomía y la navegación carecen de guía; la construcción
tanto civil como naval no se atiene a regla alguna; las ciencias de la fortificación no
tienen fundamento. Napoleón confirió a la École Polytechuique su estilo militar,
pero esto no alteró la calidad de su enseñanza, salvo al final del Imperio y
comienzos de la Restauración. En 1828-1829, un grupo de ingenieros e
industriales fundó la École Centrale des Arts et Manufactures que estaba también
destinada a tener un brillante futuro en beneficio de la industria francesa.

Es sorprendente observar la influencia que estas escuelas francesas han podido


tener en el extranjero entre el fin del Primer Imperio y la guerra de 1870.

Llegaron estudiantes de todos los países del continente europeo y de los Estados
Unidos para estudiar la técnica enseñada por los ingenieros franceses. La École
Polytechnique sirvió a menudo como modelo para la fundación de escuelas de
ingenieros en Praga en 1806, en Viena en 1815, en Estocolmo en 1825, en
Alemania entre 1820 y 1830, en Lieja en 1825, y Zurich en 1848. La escuela
militar de West Point en los Estados Unidos fue fundada con la ayuda de un
politécnico que Napoleón había exiliado por sus simpatías republicanas. Es cierto
que los imitadores extranjeros, si bien sabían inspirarse en la calidad científica de
los programas de las escuelas francesas no siempre importaban el espíritu militar

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del Polytechnique. R. E. Cameron, quien concede una gran importancia a esta


influencia francesa en el mundo, estima que en 1861 los fundadores del célebre
Massachusetts Institute of Technology se inspiraron en la École Centrale;
numerosos ingenieros franceses efectuaron importantes obras en el extranjero.

Entre los más célebres cabe citar a Frédéric Le Play, ingeniero de minas y
sociólogo que recorrió Europa y se trasladó a Rusia en 1837 y 1844 por invitación
del zar para organizar las minas de carbón y los complejos metalúrgicos del Donetz
y de los Urales. Fue seguido por numerosos condiscípulos que organizaron la
industria rusa. La mayoría de los países europeos y algunos de los países de
Sudamérica pidieron la colaboración de los ingenieros franceses.

Llegados a este punto, hay que recordar la influencia de Saint-Simon y de su,


seguidores, apóstoles de la industrialización y de sus beneficios. El canal de Suez,
el desarrollo del sistema bancario, el desarrollo de los ferrocarriles fueron, directa
o indirectamente, de inspiración sansimonista. Francois Perroux señala la amplitud
y alcance de los proyectos y realizaciones sansimonistas: todavía joven, Saint-
Simon propone la construcción de un canal entre los dos mares al virrey de México
(1783) y proyecta otro canal a su paso por España (1787). Suez y Panamá "son
obra de la industria", dice Enfantin en 1834, y son de todos conocidas las
vicisitudes de la sociedad para el estudio del canal de Suez, seguidas del
desposeimiento de los sansimonistas por Lesseps. Es posible que se haya olvidado
el proyecto de una presa sobre el Nilo, pero todo el mundo sabe el papel doctrinal
y práctico de los sansimonistas en la construcción de los ferrocarriles, creadores de
mercados y renovadores de las estructuras sociales tanto en Francia como en toda
Europa, tal como lo anunció con una lucidez excepcional Michel Chevalier. Las
grandes obras públicas permiten la comunicación, en la acepción sociológica del
término, a gran escala, lo que engendra nuevas redes de intercambio de poder y
de información. Son pues los parientes y los socios de estas técnicas colectivas
que, en definitiva, son las organizaciones de unidades plurinacionales”. Daniel
Villey escribía en agosto de 1943 en su Pelite histoire des grandes doctrines
économiques: "Después de las divisiones va a hacer falta reunir y coordinar;
después de las pugnas entre ideologías políticas, unirse en un esfuerzo común
para la explotación económica del globo; y más especialmente en nuestro caso:
tras un repliegue sobre la tierra y sobre el artesanado, edificar un nuevo aparato
de gran producción industrial. No necesitamos más lecciones que las de la calle
Taranne. Quiera Dios que mañana sacuda a toda Francia un gran temblor
sansimonista".

Sin embargo, la influencia francesa en el plano científico y técnico fue


disminuyendo hacia finales del siglo XIX. Lo que era revolución en la organización
centralizada de la enseñanza y de la investigación en 1790-1815, se había

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convertido en monopolio y esclerosis un siglo más tarde. El número de bachilleres,


que oscilaba alrededor de los 2.000 por año hacia 1850 y de los 3.000 hacia 1880,
no era más que de 2.500 en vísperas de la primera guerra mundial. En primer
lugar, la enseñanza secundaria y superior se reservaba a un pequeño número de
privilegiados de la formuna y, por otra parte, a la oferta de ingenieros y de
científicos no siguió la ampliación de la demanda. Finalmente, a pesar de este
florecimiento del espíritu científico y del espíritu de empresa, la industrialización
francesa fue menos rápida que en Gran Bretaña y en Alemania.

Factores Desfavorables al Desarrollo

A pesar de la incertidumbre propia de las estadísticas sobre el crecimiento, queda


fuera de duda que entre 1815 y 1914 la renta real global y percápita aumentó más
lentamente en Francia que en los demás países industriales (Inglaterra, Estados
Unidos, Alemania, Bélgica). Ahora nos proponemos pasar revista a los factores
que pueden explicar el retraso de la economía francesa, sin que sea siempre fácil
precisar su importancia relativa. Estos factores desfavorables se refieren a las
estructuras económica y social, a los mecanismos de la actividad económica y al
proteccionismo:

• La evolución demográfica: hemos visto en la primera sección que Francia fue


el único país industrial del siglo XIX en el que la población aumentase a un
ritmo tan bajo. Este estancamiento demográfico, que vino acompañado por el
fenómeno del envejecimiento, no podía más que tener una influencia
desfavorable en la demanda final: en general existe una relación positiva entre
las tasas de crecimiento de la población y del producto. Todos los coeficientes
de correlación son positivos y elevados y las verificaciones indican que la
mayoría de ellas son significantes al 1%. Además, J. J. Spengler, en los
Rapports du V6 Congrés international des Sciences historiques, escribe: cuando
la población aumenta rápidamente, los empresarios y la comunidad económica
tienden a estar animados por un espíritu expansionista y agresivo. Todos ven
ampliarse sus mercados y se prevé que el aumento de las posibilidades de
venta absorberán una sobreproducción momentánea y una capacidad de
producción aparentemente excedentaria. Cuando la población no aumenta o se
reduce, pueden predominar unas previsiones menos optimistas, aunque este
resultado no sea automático.

También es probable que un alto en el crecimiento de la población contribuya a


dar rigidez a la estructura económica de una sociedad, Francia ha tenido
experiencia de esta rigidez estructural en la medida en que la movilidad del
factor trabajo fue muy escasa a lo largo de todo el siglo XIX. Las migraciones
internas, del sector primario hacia el secundario y el terciario, fueron

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 66

relativamente menos importantes que en otros países en vías de


industrialización, la pequeña propiedad rural consiguió retener los campesinos a
la tierra; paralelamente, mientras que Francia exportaba sus ingenieros y sus
especialistas, importaba una mano de obra menos cualificada, procedente de
España, de Alemania y de Centroeuropa. La ausencia de presión demográfica
frenó a la vez la demanda global y la oferta de mano de obra.

La insuficiencia de los recursos naturales: hemos señalado ya la escasa


importancia de los recursos de carbón y de mineral de hierro. Mientras que, en
1890, el 53,5% de las importaciones de mercancías representaban materias
primas necesarias a la industria, este mismo tanto por ciento no era más que
del 36,8% para el Reino Unido, del 42,6% para Alemania y del 36,4% para los
Estados Unidos. A fines del siglo XIX, Francia era el único país industrial que
tenía que importar carbón para sus necesidades interiores mientras que los
demás países disponían de recursos exportables.

El precio del carbón era mucho más elevado en Francia que en los restantes
países industriales: según cálculos efectuados por el Comité des Forges, debía
haber sido de 11,07 francos la tonelada entre 1885 y 1890 frente a 6,96 en
Inglaterra, 9,37 en Bélgica y 6,59 en los Estados Unidos. Esto no representa
una pequeña desventaja en una época en que el carbón era la primera fuente
de energía. Francia no descubrió su riqueza en mineral de hierro hasta muy
tarde, y sufrió un duro golpe “ya lo hemos señalado” con la anexión de
Alsacia y Lorena en 1871.

La cuenca de Briey fue descubierta en 1894. En 1910, el 90% de la producción


de hierro procedía de la Lorena y, en concreto, el 75 % de Briey.

• El ahorro y la inversión: Francia, en el siglo XIX, no estuvo escasa de capitales,


pero su ahorro no fue suficientemente productivo. Existió atesoramiento y el
ahorro estuvo mal dirigido. Según las estimaciones de R. E. Cameron, durante
el siglo XIX se invirtió en la agricultura y la industria algo menos de la mitad del
ahorro neto. "Los transportes y las instituciones financieras absorbieron entre
1870 y 1900 algo más de 20.000 millones de francos, quedando solamente
para la agricultura y la industria de 50.000 a 60.000 millones, es decir, una
media anual de 600 millones. Aquí está el nudo de la cuestión. El crecimiento
de la industria francesa no se mantuvo al nivel de la de los países vecinos
porque Francia no invertía". Esta pobreza de la inversión fue, en parte, debida
a la evolución demográfica y, en menor medida, a la insuficiencia de carbón y
de hierro. Y sin embargo, el siglo XIX fue el del ahorro y del rentista. El
envejecimiento de la población favorecía al ahorro. Pero este ahorro fue
empleado para invertir en el extranjero y para prestarlo al Estado.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 67

Probablemente más de la mitad del ahorro francés se canalizó por estas dos
direcciones. Es cierto que el Estado habría podido emplear este ahorro para
fines productivos, pero normalmente servía para financiar los déficits
presupuestarios. Por último, a los franceses siempre les ha gustado atesorar
oro, y la situación monetaria del siglo XIX se prestaba fácilmente a este tipo de
operación.

Desde hacía tiempo, los franceses se habían ido acostumbrando a que el


Estado jugase un importante papel en las funciones empresariales. Muy a
menudo, las sumas invertidas en la construcción de líneas de ferrocarril se
hallaban bajo la protección directa o indirecta de los gobiernos afectados. El
inversor francés ha preferido en general la seguridad a las posibilidades de
grandes beneficios. Dejemos a Alfred Sauvy el cuidado de obtener la
conclusión: si se ha concedido a Francia la reputación de banqueros del
mundo, se debe a que, carente de un desarrollo interior, los capitales
procuraban emplearse en el extranjero. Los países prestatarios pagaban los
intereses con la obtención de nuevos préstamos. Indudablemente no fueron
ellos quienes inventaron el procedimiento. Cuando después de 1914 Francia
fue incapaz de continuar con este peloteo, el circuito se cerró. Los países con
mayor pudor devolvieron los préstamos en francos-papel con una pérdida casi
total. Los restantes simplemente dejaron de pagar. Los franceses no podían
invertir en riquezas; perdido el espíritu pionero, sin confianza en el futuro,
deseosos de seguridad, no podían comportarse de forma distinta a como lo
hicieron. Su conducta era lógica, coherente; al no querer hijos habían perdido
el espíritu creador. Buscaban el 3% nacional malgastado en presupuestos
deficitarios o el 4% en fondos extranjeros.

• El proteccionismo: Francia ha sido siempre "proteccionista" y "colbertista"; el


Estado ha defendido la hegemonía nacional controlándola y protegiéndola de la
competencia extranjera. A largo plazo esta política no ha podido hacer otra
cosa más que frenar la difusión de las nuevas técnicas y del crecimiento. La
protección agrícola contribuyó a mantener elevados los precios mientras que
los derechos de aduana impuestos sobre el carbón y sobre las materias primas
aumentaban los costes de producción. Estos derechos prohibitivos sobre el
carbón y los productos metalúrgicos, aprobados por la Restauración en 1816,
frenaron el desarrollo de la obtención de hierro mediante coque. Las industrias
mecánicas y los restantes sectores consumidores de carbón, hierro y acero
habrían preferido comprar sus materias primas a precios mundiales. Con ello
habrían tenido unos costes menores, y por tanto habrían producido a precios
más bajos y más competitivos en el mercado mundial. Recordaremos, para
terminar, que Francia sufrió a lo largo del siglo XIX más sacudidas políticas que
la mayoría de los países industrializados. Hubo revoluciones y guerras:

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 68

revoluciones en 1830 y 1848, guerra de Crimea (1854-1956), guerra en 1870;


esta serie de sacudidas costaron caras en hombres y en recursos, y no hicieron
más que retrasar el progreso económico.

3.2 INDUSTRIALIZACIÓN Y CRECIMIENTO DE LOS ESTADOS UNIDOS

Los efectos del dominio económico de Gran Bretaña: tres obstáculos principales
frenaron la industrialización de los Estados Unidos, inmediatamente después de la
independencia: el dominio económico de la antigua metrópoli, la escasez de mano
de obra y la ausencia de vías de comunicación.

Antes de la independencia, Gran Bretaña había procurado frenar el desarrollo


industrial de sus colonias de Nueva Inglaterra. Los ingleses querían conservar a
favor suyo la división del trabajo entre la metrópoli, que proporcionaba los
productos manufacturados, y las colonias, que exportaban las materias primas y
los productos alimenticios. El gobierno de Londres exigía a los gobernadores un
informe anual sobre la evolución de las manufacturas en la colonia. La historia
enseña que algunos gobernadores respondieron que no podían escribir un informe
sobre algo que no existía. Sin embargo, los colonos habían conseguido desarrollar
la fabricación de textiles y de calzado. Lord Cornbury, gobernador de Nueva York
de 1701 a 1708, se inquietaba, en un informe dirigido al Board of Trade en 1705,
por el desarrollo de la fabricación de textiles de lana en Long Island y en
Connecticut. Señalaba a este respecto: "todas estas colonias que no son más que
ramas de un mismo árbol deberían ser mantenidas completamente dependientes y
sujetas a Inglaterra, y esto no será jamás posible si se las deja construir las
mismas manufacturas que en Inglaterra ya que una vez que los colonos puedan
vestirse no sólo de manera confortable, sino con elegancia, sin la ayuda de
Inglaterra, aquellos que, ya ahora, no se sienten muy deseosos de someterse al
gobierno pensarán muy pronto en realizar los designios que llevan desde hace
mucho tiempo en su corazón" (H.U. Faulkner). Este pasaje tiene el mérito de
resumir claramente la posición Británica tendente a hacer de los territorios de
América del Norte una fuente de aprovisionamiento y un coto privado para las
exportaciones inglesas de productos manufacturados. Desde mediados del siglo
XVII hasta finales del XVIII, se creó todo un cuerpo legislativo, de inspiración
mercantilista, con el fin de controlar el comercio colonial. Esta legislación fue la
continuación lógica de las famosas "Actas de Navegación" de 1651, que prohibían
la importación de mercancías a Gran Bretaña sobre barcos extranjeros. Una ley de
1663 impuso unos derechos aduaneros muy elevados sobre los productos
importados por las colonias americanas y que no procedían de Inglaterra o que
eran transportados en barcos extranjeros. Al monopolio de transportes marítimos,
los británicos añadieron el monopolio del comercio al prohibir la exportación de los

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 69

productos coloniales (azúcar, tabaco, algodón, índigo) a otro país que no fuese
Inglaterra. En 1699, los intercambios entre las colonias fueron prohibidos para
ciertos productos manufacturados tales como los textiles de lana y los sombreros.

En 1733, la Sugar Act impuso unos derechos prohibitivos sobre la importación de


melazas procedentes de las Antillas y que se utilizaban en la fabricación del ron.

Las Antillas inglesas escapaban a este régimen, pero no proporcionaban más que
una quinta parte de la melaza necesaria a las colonias americanas. Los colonos
soportaban la doble desventaja que significaban la prohibición sobre la exportación
de los productos agrícolas y la política de monopolio de Gran Bretaña. Esta política
mercantilista llevó al gobierno británico a aumentar progresivamente los aranceles
aduaneros hasta el momento en que estalló la revuelta de las colonias con el
célebre tea-party de Boston: el 16 de diciembre de 1773, los colonos echaron al
mar la carga de té de los barcos ingleses anclados en el puerto de Boston. Sin
embargo, fueron necesarios diez años de sangrientas luchas para conseguir la
independencia.

La independencia política no podía borrar de un día para otro las consecuencias de


una larga dependencia económica. A pesar de la abundancia de recursos y el
espíritu de empresa de los colonos, el inicio de la industrialización se vio frenado
durante varias décadas. Es cierto que las consecuencias de las guerras
napoleónicas y una nueva guerra con Inglaterra, de 1812 a 1814, agravaron las
dificultades del joven país. La insuficiencia cuantitativa y cualitativa de mano de
obra, la insuficiencia de ahorro productivo y la ausencia de medios de transporte
perpetuaron la dependencia con respecto a los fabricantes y banqueros ingleses.

En 1787 se fundaron fábricas textiles en Massachussets, en 1788 en Counecticut,


en 1807 en Nueva Jersey. La primera quebró durante el embargo de 1807 (el
presidente Jefferson había hecho votar por el Congreso el embargo sobre el
comercio con Gran Bretaña a consecuencia de la incorporación forzosa de los
marinos americanos a la armada inglesa. En aquella época los ingleses no querían
reconocer la ciudadanía americana). Las empresas de Connecticut y de Nueva
Jersey ni siquiera pudieron empezar a producir, carentes de mano de obra
cualificada y de mercados suficientes.

A la industria naciente le era difícil soportar el peso de la competencia inglesa


apoyada por un sólido sistema bancario que se especializaba ya en la financiación
del comercio internacional. Los Estados Unidos iban a salir mucho más
rápidamente de la dependencia industrial que de la dependencia financiera de
Gran Bretaña.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 70

Otro índice del dominio económico inglés nos viene dado por la evolución de los
intercambios entre Inglaterra y sus antiguas colonias. La reducción de los
intercambios revela una indudable asimetría desde el momento en que se compara
la disminución de las importaciones recíprocas de ambos países. Los Estados
Unidos, país nuevo, difícilmente podían pasar sin los productos manufacturados
ofrecidos por Gran Bretaña mientras que este país podía encontrar con más
facilidad nuevos mercados para aprovisionarse de productos agrícolas y de
materias primas. Tocqueville, en su obra sobre La démocratie en Amérique,
recuerda esta fuerza competidora de Inglaterra: "no hay ninguna voluntad
soberana ni existen prejuicios nacionales que puedan luchar contra el buen
mercado. Difícilmente podría encontrarse un odio más profundo que el que existe
entre los americanos de los Estados Unidos y los ingleses. A pesar de estos
sentimientos hostiles, los ingleses proporcionaron a los americanos la mayoría de
los objetos manufacturados, por la única razón de que los hacen pagar menos
caros que los demás pueblos. La creciente prosperidad de América revierte así, a
pesar del deseo de los americanos, en beneficio de la industria manufacturera
inglesa". Un testigo insospechado, el príncipe de Bénevent, nos explica en una
Mémoire sur les relations commerciales des Etats-Unis avec l'Angleterre que los
americanos efectuaban mucho más comercio con sus enemigos los ingleses que
con sus aliados los franceses, ya que podían comprar en Inglaterra más barato y
con unos plazos de pago mucho más amplios. Talleyrand escribe en esta
Mémoire: “América tiene necesidad de recibir de Europa no solamente una gran
parte de lo que consume interiormente, sino también una gran parte de lo que
emplea para su comercio exterior. Sin embargo, todos los objetos son
proporcionados a América de una manera tan total por Inglaterra, que cabe dudar
de que en la época de la más severa prohibición, Inglaterra gozase con mayor
exclusividad de este privilegio con lo que entonces eran sus colonias que ahora,
con los Estados Unidos independientes. Las causas de este monopolio voluntario
no son por otra parte fáciles de localizar: el volumen de fabricación de las
manufacturas inglesas, la división del trabajo, a la vez principio y consecuencia de
esta fabricación..., han permitido a los manufactureros ingleses reducir el precio de
todos los artículos de uso cotidiano por debajo de aquél al que las restantes
naciones han tenido que librar sus productos hasta la actualidad. Además, los
grandes capitales de los negociantes ingleses les permiten conceder unos créditos
más amplios que cualquier negociante de cualquier otra nación podría hacerlo. El
resultado es que el negociante americano que obtiene sus mercancías de
Inglaterra no emplea casi ningún capital propio en el comercio y lo realiza casi
completamente con capitales ingleses. Es pues en realidad Inglaterra quien realiza
el comercio de consumo de América. Entre estos intereses recíprocos y
cimentados por una larga costumbre, es casi improbable que una tercera nación
consiga intervenir”.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 71

Sin embargo, los americanos han manifestado una notable aptitud para vencer las
dificultades, y el espíritu de empresa nunca ha abandonado a este pueblo de
pioneros. No solamente supieron adaptar los inventos británicos sino que tuvieron
sus propios inventores en su revolución industrial.

3.2.1 Inventos Americanos y Producción en Serie

Los Estados Unidos se beneficiaron, como los países del continente europeo, de la
técnica inglesa. Una de las primeras experiencias de industrialización fue realizada
por un inmigrante inglés, Samuel Slater, quien fabricó en 1789, a partir del modelo
de Arkwright la primera máquina de hilar algodón. Construyó una fábrica
importante en Pawtucket en la isla de Rhodes en 1790. Esta fábrica empleaba
energía hidráulica. Durante la primera mitad del siglo XIX se empleó muy a
menudo como fuerza motriz el agua. La difusión general de la máquina de vapor
no tendría lugar antes de los años 1850-1860.

El primer telar mecánico fue fabricado por un comerciante de Boston, Francis


Cabot Lowell, que había realizado un viaje de estudios por Inglaterra en 1810-
1812. Con la ayuda de un obrero de gran talento, Paul Moody, Lowell concibió y
construyó una fábrica de hilado y tisaje en Waltham, en 1814. Era la primera vez
que se integraban en la misma fábrica las dos operaciones fundamentales de la
industria textil. Este "sistema de Waltham" prefiguraba el proceso de
concentración de la industria moderna. Varios inventores americanos mejoraron
ulteriormente las máquinas textiles heredadas de la técnica inglesa, acelerando su
funcionamiento. Thorp, Samuel Batchelder y William Mason se hallan entre los
más conocidos. Pero el espíritu inventor no se limitó a la industria textil: Oliver
Evans inventó una máquina de vapor de alta presión. Fulton, Rumsay y Fitch
construyeron los primeros barcos a vapor, y John Stevens la locomotora. En 1830,
Geissenhainer conseguía obtener hierro a partir del coque y en 1851, William Kelly
inventó el mismo procedimiento de descarbonización del hierro que Bessemer,
pero independientemente de él. En 1846, Elias Howe inventó la máquina de coser
y Morse construyó el telégrafo magnético que revolucionó los medios de
comunicación. Como en Inglaterra, estos inventos fueron explotados por
empresarios con un gran talento innovador que supieron fundar las primeras
grandes empresas. Pero más que describir un proceso que ya hemos estudiado en
el caso europeo, vamos a señalar las características propias de la industrialización
americana. La contribución de los inventores americanos fue orientada por las
necesidades particulares de la economía de Estados Unidos no nos sorprende
volver a encontrar aquí la influencia dominante del medio sobre el proceso de
invención.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 72

Desde 1800, el ministro de Hacienda del gobierno federal valoraba la producción


industrial anual en 120 millones de dólares. Atribuía este primer éxito a "la
ausencia de estos sistemas restrictivos y monopolísticos que deforman el estado de
la sociedad en otros países. La industria es, desde todos los puntos de vista,
perfectamente libre; todas las actividades están abiertas a todos sin que sea
necesario un aprendizaje, el ser admitido, u obtener una licencia". En este
contexto de completa libertad de empresa la iniciativa privada no encontraba
ninguna traba. Gran Bretaña sacó también las mayores ventajas de la libertad de
empresa, pero, contrariamente a los Estados Unidos, disponía de una abundante
mano de obra procedente del sector agrícola. Este no fue el caso de los Estados
Unidos, donde el avance hacia el Oeste abría constantemente nuevos mercados a
la agricultura. El espectacular aumento de la población amplió los mercados
interiores favoreciendo la expansión de la industria y el comercio. Sin embargo,
esta presión demográfica no impidió la penuria de mano de obra durante las
primeras décadas del desarrollo industrial. Esta relativa escasez del factor trabajo
orientó el progreso técnico de los Estados Unidos hacia la construcción de
máquinas y hacia la búsqueda de procedimientos de fabricación que ahorrasen
trabajo. Esto aceleró el proceso de acumulación del capital y permitió a la
economía americana escapar antes del régimen de dependencia en la que se
encontraba con respecto a Inglaterra. La producción en serie, tipificada; ésta es la
herencia de los inventos e innovaciones americanos.

La idea de la división del trabajo en un proceso continuo de fabricación fue


aplicada por primera vez, en 1782, por Oliver Evans en un molino que construyó
en Filadelfia. El mismo inventor escribía que su finalidad era la de reducir la mano
de obra necesaria para su mantenimiento: "al principio tuve la idea de utilizar la
fuerza que acciona las ruedas de molino para efectuar todas las operaciones que
hasta entonces se realizaban a mano". A este fin, Evans construyó un sistema de
cadenas con cangilones para transportar el trigo de una máquina a otra y de un
piso a otro. Oliver Evans supo manifestar otros aspectos de su talento de inventor
y a menudo se le ha llamado el James Watt americano. Construyó una máquina
de vapor de alta compresión, un "automóvil" a vapor, un barco a vapor y
perfeccionó repetidas veces el equipo empleado en la industria textil. Sin
embargo, su contribución más importante fue la idea del trabajo en cadena que
implicaba una programación de la producción en todas sus etapas. Pero hacían
falta otros inventos para que esta experiencia de pionero pudiese algún día dar
fruto. La técnica de las piezas intercambiables dio el impulso requerido.

En 1792, el Congreso había votado una ley que creaba dos arsenales nacionales y
subvencionaba las empresas privadas que fabricasen armas ligeras para el
gobierno. Eli Whitney poseía una fábrica de armas ligeras y había inventado en
1790 la primera máquina desmotadora del algodón. Fue él quien en 1800,

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construyó por primera vez en Hamden, Connecticut, armas con piezas estándar e
intercambiables. Este invento causó una verdadera revolución técnica: la
producción podía acelerarse en un proceso de montaje en cadena, mientras que
las reparaciones del objeto fabricado resultaban extraordinariamente simplificadas.

Se hacía posible la producción en serie que pronto iba a dar a la economía


americana su aspecto característico.

El proceso particularmente rápido que condujo a los Estados Unidos de la fase de


la fabricación artesanal al trabajo en cadena, fue en gran medida el resultado de la
presión de las necesidades. Después de Evans y Whitney, un tercer fabricante,
Simeon North, descubrió en 1808 un sistema de piezas intercambiables en la
producción de armas. Este había explicado claramente cuáles habían sido sus
objetivos: "para sustituir el talento del artista del que carecemos totalmente en
este país, por un trabajo mecánico correcto y eficaz hace falta una gran variedad
de equipo pesado y caro la construcción de este equipo es imposible sin un
volumen importante de capital fijo. Se trata de una operación progresiva que, en
ningún caso, sería posible realizar en menos de dos años y que debería
proseguirse al menos durante veinte para permitir la amortización del capital". Fue
en la fabricación de armas, gracias a los pedidos del gobierno, donde pudo
desarrollarse durante la primera mitad del siglo XIX esta técnica moderna de
especialización del trabajo y de concentración de los medios de producción. A
partir de 1830, un gran número de operaciones de acabado, que hasta entonces
se realizaban a mano, se hicieron automáticas. La precisión cada vez mayor de las
máquinas permitía reducir la intervención manual. En 1855, el gobierno inglés
compró a los Estados Unidos las máquinas-herramienta necesarias para la
instalación de una fábrica de cañones. El método de piezas intercambiables
quedaba desde entonces bautizado con el nombre de “sistema americano".

Los productores americanos extendieron su "sistema" a producciones más


pacíficas y en especial a relojería, donde las piezas fueron fabricadas por máquinas
de precisión que cortaban el metal. En 1810, Jethro Wood aplicó el procedimiento
de las piezas intercambiables a los carros. Treinta años más tarde, la segadora de
McCormick se construía en cadena, según el mismo principio, multiplicándose los
mecanismos de transporte automático durante el montaje. Una vez las segadoras
puestas en servicio, la reparación podía quedar rápidamente asegurada gracias a
las piezas sueltas que bastaba con pedir a la fábrica. A finales del siglo XIX, el
sistema de piezas intercambiables era generalmente empleado, tanto en la
fabricación de bicicletas como en la de máquinas de escribir. Todo ello marcó
profundamente el desarrollo americano e indudablemente lo aceleró. La
producción en serie fue posible por la técnica y por los gustos de los consumidores
americanos. Esta sociedad, cuya estructura social era más flexible y menos vieja

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 74

que la europea, se prestaba con mayor facilidad a la absorción de productos


idénticos. El aumento de la población, la extensión territorial y el género de vida
exigían unas cantidades de productos cada vez más importantes que hacía falta
transportar a largas distancias. La diversificación de los productos no fue tan lejos
como en Europa, pero por este mismo motivo aumentó la capacidad de
producción. Sin embargo, el constante progreso de la técnica permitió finalmente,
entre finales del XIX y principios del XX, que se multiplicasen indefinidamente las
variedades de productos estándar. Alfred Marshall contrapuso la técnica francesa y
la técnica americana señalando en primer lugar que ambos países estaban
situados "en los bordes opuestos del amplio campo de la industria los talentos
franceses permitían a la mano y a la vista realizar sutiles distinciones y variaciones
infinitas en la forma y el color, y satisfacer de esta manera la imaginación y el
gusto artístico a unos precios que en general se encontraban más allá de los
medios de la gran masa del pueblo. En el extremo opuesto, los métodos
americanos permitían la producción de bienes de equipo y de bienes de consumo
en infinitas variedades de modelos estándar" (Alfred Marshall).

3.3 LA INDUSTRIALIZACIÓN DE ALEMANIA

La influencia inglesa en la industrialización de Alemania es tan evidente como en el


caso francés, a pesar de haber sido relativamente menor. Los fabricantes
alemanes importaron máquinas de Inglaterra y emplearon técnicos británicos. Son
numerosos los ejemplos que podrían ilustrar este proceso y nadie lo ha descrito y
analizado mejor que W. O. Henderson en su obra sobre Gran Bretaña y la
industrialización de Europa.

Francia jugó un papel nada despreciable en la difusión, hacia Europa continental,


de las técnicas llegadas de Gran Bretaña y de los medios institucionales,
intelectuales y financieros necesarios para su utilización. Esta influencia merece
ser mencionada, sin querer exagerarla. Las conquistas de la Revolución y de
Napoleón crearon vínculos económicos y políticos entre los Estados de la orilla
izquierda del Rin y Francia. Evidentemente, Prusia permaneció al margen de la
influencia francesa. La legislación napoleónica fue favorable a los intercambios y a
la actividad económica al romper las estructuras feudales. Ingenieros y
funcionarios franceses se interesaron por los recursos mineros de Alemania;
fundaron una escuela de minas en Geislautern en 1802. Los empresarios
alemanes de los años 1830 aprovecharon a la vez la fuente inglesa y la fuente
francesa. El telar de Jacquard fue introducido en Alemania y utilizado en Krefeld.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 75

El desarrollo de la industria sedera en esta ciudad la convirtió rápidamente en una


competidora de Lión. A partir de 1830, los franceses invirtieron, junto con los
belgas, importantes sumas en las minas alemanas. Los primeros altos hornos del
Ruhr emplearon obreros ingleses, franceses y belgas que eran pagados tres veces
más que los obreros alemanes. Así pues, Alemania recibió del exterior mano de
obra cualificada y capitales que le ayudaron a iniciar su industrialización. Pero este
retraso de Alemania frente a sus vecinos suscitó en la clase empresarial y
dirigentes el deseo de enfrentarse a la competencia extranjera. País bien dotado
de recursos naturales, Alemania iba a convertirse, en la segunda mitad del siglo
XIX, en el primer país industrial del continente y un peligroso rival de Gran
Bretaña. La historia económica alemana del siglo XIX está estrechamente ligada a
la de la unificación que se llevaría a cabo bajo el impulso de Prusia. Los 39
Estados confederados e independientes no iban a unirse en el Imperio alemán
hasta 1871. Sin embargo, en 1834, se crearía una unión aduanera, el Zollverein,
que permitiría la libre circulación de hombres y capitales entre todos los Estados
alemanes. La unidad económica, realizada en parte por este "mercado común"
antes de la unidad política, constituyó un factor favorable para el comienzo del
desarrollo industrial. Tras recordar brevemente las etapas de la constitución del
Zollverein veremos los aspectos esenciales del crecimiento y del desarrollo de
Alemania, entre los que hay que destacar los avances de la agricultura, la presión
demográfica, los sectores motores y el papel del Estado.

3.3.1 El Zollverein

A partir de 1815, el gobierno prusiano emprendió el desarrollo de la industria y el


comercio. Consiguió dos préstamos en Londres en 1818 y 1822 con el fin de
restablecer la situación de la hacienda pública. Motz, el ministro de Hacienda,
vendió una parte de las tierras de la Corona, reformó el sistema fiscal y fomentó la
construcción de carreteras. Beuth, subsecretario de Estado para el Comercio y la
Industria, desde 1815 hasta 1845, fue uno de los principales artífices de la
industrialización de Prusica. Fundó el "Instituto técnico" de Berlín y la
"Asociación para el fomento del conocimiento técnico". Rother, secretario de
Comercio Exterior (1820-1848), controlaba un número importante de empresas
nacionalizadas en el sector de la industria textil, de la molinería, de la metalurgia y
de la industria química. Reorganizó el Banco de Prusia mientras que otros
funcionarios procuraban lanzar hacia adelante la economía del resto del país. El
papel económico del Estado prusiano se extendió por toda Alemania, no sólo
participando activamente en la construcción de ferrocarriles a partir de 1840-1850,
sino, antes que nada, con la fundación del Zollverein. W. O. Henderson estima
que esta unión aduanera fue la contribución más importante que Prusia aportó a la
reanimación de la economía alemana tras las guerras napoleónicas.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 76

En 1818, Prusia estableció un nuevo arancel aduanero mucho más suave y más
simple que el que se venía aplicando. Desde aquel momento, y a pesar de la
competencia inglesa, un gran número de productos manufacturados no soportaban
más que un gravamen del 10%. Prusia adoptaba de esta manera una posición
favorable a un librecambio relativo. Los restantes Estados alemanes tenía perfecta
conciencia de la necesidad de establecer una unión aduanera entre ellos, pero las
complejas rivalidades y la oposición entre una Austria proteccionista y una Prusia
librecambista paralizaban las iniciativas. El 18 de enero de 1828, Baviera y
Wurtemberg decidieron realizar entre ellos una unión aduanera. El 14 de febrero
de 1828 se fumaba un acuerdo con el mismo objeto entre Prusia y Hesse-
Darmstadt. Fue entonces cuando los demás Estados se asustaron y formaron "la
Unión comercial de la Alemania media", que no tenía más finalidad que la de
oponerse al Zollverein y a la hegemonía prusiana. No adoptaron un arancel común
y fueron incapaces de ampliar su red de carreteras a pesar de haber manifestado
esta intención. Motz se encargó de la construcción de las carreteras destinadas a
enlazar las uniones aduaneras de Hesse-Darmstadt y de Baviera-Wurtemberg.

Poco a poco los Estados desertaron de la Unión comercial para incorporarse a la


unión aduanera de Prusia-Hesse-Darmstadt. Por último, Baviera y Wurtemberg
siguieron el mismo camino: de esta manera quedaba constituido el Zollverein
alemán en 1834.

Este mercado único que comprendía todos los Estados alemanes era una condición
(una precondición según la terminología de Rostow) de arranque del crecimiento
industrial. Apenas hay necesidad de insistir -puesto que se trata de una cuestión
de doctrina más que de lógica- para demostrar que una treintena de pequeños
Estados soberanos y separados por barreras aduaneras difícilmente habrían
construido sus vías de comunicación y en cambio habrían frenado los movimientos
de mano de obra y de capitales. En la espera de la unificación política de 1871,
Alemania había conseguido, gracias al Zollverein, crear una unidad económica
favorable al inicio del proceso de industrialización y al crecimiento.

Las Etapas del Crecimiento

La historia económica de Alemania nos enseña que el papel del Estado no fue
despreciable en el proceso de industrialización. Nos basta con recordar aquí que,
en la construcción de los ferrocarriles, la explotación de las minas, la banca, los
seguros y la propiedad rural, el gobierno prusiano jugó un papel determinante.

• Demografía y agricultura: no se dio la revolución industrial en Alemania sin


una revolución agrícola y demográfica. La población alemana pasó de
24.600.000 habitantes en 1800 a 36.000.000 en 1850 y 56.000.000 en 1900. A

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 77

las causas habituales de esta evolución hay que añadir en este caso las
consecuencias del abandono del régimen feudal.

La emancipación de los campesinos en los Estados alemanes entre 1783 y 1850


fue favorable a los nacimientos, sobre todo en Alemania del Este, donde el
régimen de servidumbre estaba muy extendido. Las leyes de emancipación
fueron adoptadas en el Estado de Baden en 1783; en Prusia en 1807, en
Baviera en 1808; en Wurtemberg en 1819. En conjunto, la liberación de los
campesinos se terminó hacia 1830 en Alemania del Oeste, mientras que la
resistencia de los grandes propietarios del Este retrasó su advenimiento hasta
1840-1850. El abandono del régimen de servidumbre favorecía a la vez la
natalidad, la movilidad de la mano de obra y su rendimiento. La mano de obra
libre trabaja siempre mucho mejor que la mano de obra servil, y la agricultura
no podía menos de beneficiarse del abandono de ciertas prácticas feudales. El
sistema del barbecho fue abandonándose poco a poco: mientras que en 1800
las tierras en barbecho representaban la cuarta parte del suelo cultivable, en
1861 no inmovilizaban más que de un 16 a un 18 % de él, y a finales de siglo
alrededor de un 4%.

Se pueden distinguir tres fases en la evolución de la producción agrícola;


durante la primera fase, que va de 1810-1815 a 1860-1865, la tasa de
crecimiento medio anual fue del 1,9%. La ampliación de la superficie cultivada
y el aumento de la productividad fueron las dos causas principales de esta
tendencia. La segunda fase se extiende hasta 1890 y estuvo marcada por un
estancamiento de la producción. La tasa de crecimiento cayó hasta el 0,7%,
pero, como se había terminado el aumento de las tierras cultivadas, esta alza
no fue sino el resultado de una débil mejora de la productividad. De 1890 a
1913 el aumento de la productividad permitió un crecimiento medio anual de
laproducci6n del 2%. El empleo cada vez mayor de abonos fue la principal
causa de esta alza del rendimiento agrícola.

• El desarrollo industrial: la revolución industrial se inició más tarde en Alemania


que en Gran Bretaña y que en Francia. Este desfase explica por qué la
construcción de los ferrocarriles pudo jugar un papel motor en el proceso de
industrialización alemán. La demanda de equipo ferroviario condujo a la
expansión de la producción de carbón, de hierro y de acero.

La economía alemana se orientó desde el comienzo hacia la industria pesada;


se ha podido señalar una relación directa entre el ritmo de construcción de los
ferrocarriles y las fluctuaciones de la producción de los bienes de Equipo. No
podemos dejar de recordar, sin embargo, que el gobierno prusiano había
fomentado directamente la producción de hierro y de carbón desde mediados

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 78

del siglo XVIII. Estos recursos eran directamente necesarios para la fabricación
de armamento y de bienes de producción.

Según Rostow y los autores que adoptan su aparato analítico, la fase de


despegue habría tenido lugar en Alemania de 1830 a 1860-1865. Fue, pues, a
partir de la entrada en vigor del Zollverein cuando la economía alemana pudo
industrializarse. Entre 1834 y 1860 la tasa de crecimiento medio anual de la
producción de bienes de equipo fue del 6,3%, mientras que la tasa de
crecimiento de la producción de bienes de consumo no fue más que del 2%. El
primer ferrocarril, que unía Nuremberg con Fürth, en Baviera, fue construido en
1835, y la primera línea importante, Dresde-Leipzig, entró en servicio en 1839.

Solo a partir de 1841 se construyeron en Alemania las primeras locomotoras;


anteriormente se había importado material inglés y empleado a técnicos
británicos, pero el gobierno de Prusia envió ingenieros a Inglaterra quienes, a
su vuelta, estuvieron capacitados para enseñar los métodos de fabricaci6n
ingleses. Muy pronto la industria alemana pudo producir locomotoras, vagones
y raíles y aumentar así la producción de carbón, de hierro y de acero. También
la construcción naval se desarrolló de manera importante durante este período
de despegue de los años 1830-1860. Así pues, la construcción de los medios
de transporte arrastró a la economía alemana en el curso de su "revolución
industrial". Al producirse más tarde que la revolución industrial inglesa y
francesa, pudo beneficiarse de los progresos técnicos ya conseguidos en los
países vecinos. Las iniciativas estatales en el campo económico y la puesta a
punto de una red de vías de comunicación ayudaron a la industrialización de
Alemania. La abundancia de los recursos carboníferos y minerales no hizo sino
acelerar el desarrollo de la economía industrial que pronto iba a dominar el
continente europeo.

3.4 LA INDUSTRIALIZACIÓN DE RUSIA

La industrialización de Rusia no tuvo lugar hasta fines del siglo XIX, en un país
extraordinariamente atrasado con respecto a sus vecinos europeos. El sistema
feudal se prolongó hasta muy entrado el siglo, cuando había desaparecido
completamente en Europa occidental. Las estructuras políticas, económicas,
sociales y mentales ofrecieron una gran resistencia al progreso técnico, pero Rusia
“bajo el impulso del Estado” pudo aprovechar los conocimientos adquiridos en los
restantes países capitalistas industrializados. El modelo de desarrollo ruso hasta la
Revolución de 1917, presenta, pues, unos rasgos particulares que no se
encuentran “al menos en el mismo grado” en los demás países.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 79

3.4.1 La Emancipación de los Siervos y la Reforma Agraria

La emancipación de los campesinos en 1861 y la reforma agraria que la acompañó


no tuvieron un efecto sensible sobre la productividad agrícola y, por lo tanto, sobre
el poder de compra de la agricultura. Esta ausencia de progreso real frenó
seriamente la industrialización del país. Hemos visto cómo en Inglaterra la
revolución agrícola había precedido netamente a la revolución industrial y la había
favorecido merced al aumento de la demanda, por parte de los campesinos, de
bienes de consumo. De manera general, en adelante podemos admitir que no
cabe un arranque del proceso de industrialización sin un desarrollo de la
agricultura. En una economía preindustrial, la expansión de la demanda interior
depende en primer lugar de la agricultura. Rusia era un país relativamente aislado
debido a la extensión de su territorio y a su posición geográfica. La expansión
territorial y la presión demográfica hicieron pasar la población de 13 millones de
habitantes, a principios del siglo XVIII, a 37 millones en 1800, a 60 millones en
1850 y a 111 millones en 1900. La derrota de Crimea hizo tomar conciencia a los
dirigentes rusos del retraso económico y social de su país, y el zar Alejandro II
(1855-1881) se preocupó entonces del problema del régimen de servidumbre.
Existían 20 millones de campesinos de la Corona; 21 millones en las tierras de los
grandes propietarios del campo; 1,5 millones eran sirvientes domésticos, y cerca
de 5 millones trabajaban en las minas y fábricas. A partir de junio de 1858, el zar
liberó a los campesinos de la Corona. Hizo falta a continuación vencer las
resistencias de una nobleza cerrada y conservadora para llegar a la emancipación
general del 3 de marzo de 1861.

La reforma agraria que acompañó la abolición de la servidumbre no tuvo el efecto


benéfico que se habría podido esperar: no respondió a las reivindicaciones de los
campesinos y no fue la fuente de una mejora de las técnicas de producción. Esto
se debió a la institución de las comunidades campesinas (obschina o mir) y a las
indemnizaciones exigidas a los campesinos para adquirir las tierras que les eran
asignadas por decisión del mir. Los siervos obtenían en principio su libertad
personal y podían adquirir, en todo o en parte y mediante un censo, la tierra que
hasta entonces cultivaban para el señor. El Estado entregaba el precio de compra
al señor y se hacía reembolsar por el campesino en 49 años. De todos modos, se
habían fijado ciertas normas y los propietarios podían rechazar la venta de una
parte de las tierras cultivadas por sus siervos. Por el contrario, los siervos que no
poseían más que unas pocas tierras podían recibir más en el momento de su
acceso a la propiedad. Los siervos empleados como sirvientes domésticos o los
que tenían un derecho de cultivo sobre propiedades de menos de 75 hectáreas no
recibían nada, fuera de su libertad personal.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 80

De hecho, los señores que poseían tierras fértiles (en Ucrania, por ejemplo)
conservaron en su poder la mayor parte de sus tierras, mientras que los
poseedores de tierras pobres no dudaron en venderlas a los siervos emancipados
para obtener la correspondiente indemnización. Por otra parte, esta indemnización
fue fijada muy a menudo por encima de su valor en el mercado y un elevado
número de campesinos se vio obligado a pagar más para cultivar una superficie
menor. El título de propiedad era una pobre compensación. Más aún por el hecho
de que la propiedad efectiva, es decir, la distribución de las tierras y el control de
los trabajos, estaba confiada en su totalidad a la comunidad campesina (mir). De
período en período el mir debía redistribuir las tierras entre sus miembros a
suertes, y era todo el pueblo el responsable de la indemnización que el Estado
adelantaba. Se comprende por qué el mir se convirtió en el nuevo amo de los
siervos "emancipados" e impidió a los habitantes abandonar el pueblo en que
residían. Desde el momento en que una familia partía sin ser sustituida, la carga
financiera de todos los que quedaban aumentaba. En el mismo interior de la
familia, el cabeza debía autorizar la partida definitiva de uno de sus miembros. Y
en general estaba poco dispuesto a permitirlo, puesto que en el próximo reparto
de las tierras se la reducía la superficie que le era asignada. Como muy a menudo
las tierras poseídas por el mir eran insuficientes con respecto a la mano de obra
disponible, esta inmovilización de los obreros agrícolas no podía menos de
bloquear “o incluso reducir” la productividad de la agricultura. Al mismo tiempo
la industria no recibía la mano de obra que habría podido necesitar.

Pero un último factor de ineficacia era inherente al funcionamiento del mir: los
trabajos de todas las familias debían hacerse en el mismo momento con el fin de
dejar los barbechos para pastos el máximo tiempo posible. En estas condiciones
se llegaba a paralizar toda iniciativa individual; se institucionalizaba la rutina. En el
plano técnico, la reforma agraria fue un desastre completo, y en el plano político
no hizo otra cosa sino avivar el descontento de los campesinos, que querían la
libre propiedad de sus tierras sin verse aplastados por unas deudas a favor de sus
antiguos señores o del Estado. Desde hacía mucho tiempo, los campesinos
estaban en estado de semirrevuelta; los encontraremos de nuevo en 1905 y 1917
luchando contra un régimen que para ellos no representaba más que miseria e
injusticia. Entre 1860 y 1870-1875, parece como si el gobierno ruso no hubiese
juzgado necesario industrializar rápidamente al país. Rusia vivía de la exportación
de los productos agrícolas y especialmente de los cereales; podía pues permanecer
agrícola tanto más cuanto que ello favorecía la comodidad y la pereza de los
grandes propietarios y de la oligarquía en el poder. La caída de los precios
mundiales de los cereales después de 1870 sacudió nuevamente la inercia de los
dirigentes, algunos de los cuales comprendieron la urgencia de las
transformaciones que había que llevar a cabo. Si a esto se añaden las hambres de
1891-1892 y de 1902 y los alzamientos que siguieron a la derrota de Rusia en la

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 81

guerra contra el Japón en 1905, no es extraño que el gobierno del zar pensase en
algunas nuevas reformas para calmar el descontento de las masas. En 1906,
Stolipin llevó a cabo una nueva reforma agraria que conducía a la supresión de las
comunidades campesinas y a la completa extinción de las deudas que todavía
quedaban a cargo de los campesinos. Entre 1907 y 1915, 2.500.000 campesinos
se convirtieron en propietarios individuales de sus tierras escapando de este modo
al dominio del mir. Por otro lado, el gobierno organizó y fomentó la migración
hacia la Rusia asiática con el fin de poner en cultivo tierras vírgenes. Pero la
guerra de 1914 vino a poner fin a esta nueva serie de reformas. Este nuevo
cataclismo iba a permitir una revolución llamada a cambiar la faz del mundo
actual. Pronto la ideología marxista, pero, sobre todo, la mediocridad
conservadora y el egoísmo de la clase que detentaba el poder, daría lugar al
comunismo. Los países capitalistas que habían conseguido su industrialización
iban a escapar de la sacudida revolucionaria; Rusia no disponía de la excusa del
progreso y de la posición ventajosa que otorgaba un alza sensible del nivel de
vida. Los nobles que habían recibido unas indemnizaciones importantes como
compensación de las tierras cedidas a sus antiguos siervos no se preocupaban por
el desarrollo agrícola e industrial. Demasiadas veces utilizaron los fondos recibidos
para defender sus privilegios y su tren de vida, y se mostraron incapaces “al
contrario de los grandes propietarios ingleses y alemanes” de invertir de manera
productiva para ellos y para la economía nacional. La ausencia de una clase
empresarial impedía el avance de la industria. W. O. Henderson señala la ineptitud
de los propietarios y directores de empresa rusos que no se hallaban sometidos a
la competencia extranjera y que gozaban de un semimonopolio en el mercado
interior, las mayores empresas fueron fundadas por empresarios y capitales
extranjeros.

Por aquel entonces, continuando la tradición de Pedro el Grande (1682-1725), el


Estado decidió intervenir para sustituir a la iniciativa privada insuficiente y
desfallecida. "El Estado como propietario, inversor, director, y supervisor dominó
actividades económicas importantes como los ferrocarriles, la banca, la industria
azucarera, de la madera para construcción y de la venta de vodka". Durante las
dos primeras décadas del siglo XIX, la industrialización avanzará rápidamente, y el
período 1890-1900 se parecerá bastante a un take off.

La Industrialización

• El papel del Estado: hemos señalado ya que el estancamiento agrícola era un


freno al desarrollo industrial: éste fue el caso de Rusia durante la segunda
mitad del siglo XIX. Con respecto a los países del oeste de Europa y a los
Estados Unidos, la Rusia de los años 1870 era un país extraordinariamente
atrasado. El factor principal de la aceleración del desarrollo industrial en Rusia

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a partir de los años 1880-1890 fue el cambio de política del gobierno. Sin
exagerar demasiado, podría decirse que el gobierno llevó a cabo la revolución
industrial; al menos fue un promotor. A partir de este vuelco de la estrategia
gubernamental, la demanda de productos manufacturados por parte de los
campesinos fue menos necesaria a la expansión industrial. Alexander
Gerschenkron explica cómo la política presupuestaria sustituyó a la desfallecida
demanda interior. Incluso va más lejos cuando afirma: "Reducir el consumo
de los campesinos permitía aumentar la parte de producto nacional disponible
para la inversión. Esta reducción permitía aumentar las exportaciones,
estabilizar la moneda, aumentar las posibilidades de obtener préstamos en el
extranjero y hacer previsión de divisas extranjeras para el servicio de la deuda
exterior". Parece, pues, que la presión fiscal fue bastante gravosa para los
campesinos, a finales de siglo, en una época en que el gobierno financiaba la
construcción de las carreteras, de los ferrocarriles y de las industrias. La
demanda y la iniciativa públicas sustituían en Rusia los estimulantes que se
habían obtenido con la expansión de los mercados libres en los países
capitalistas occidentales. Para invertir, el Estado recurría al ahorro forzoso de
la población agrícola, que representaba la inmensa mayoría del país.

Pero el Estado fue mucho más lejos en este esfuerzo por sustituir unos factores
de producción inexistentes o ineficaces. La mano de obra rusa era
indisciplinada y su rendimiento escaso; la clase poseedora se mostraba incapaz
para las funciones empresariales; había pues que buscar la colaboración de
empresarios extranjeros capaces de importar las técnicas de producción más
modernas. Orientando las inversiones hacia la siderurgia y la fabricación de
máquinas, el gobierno ruso sustituía el factor trabajo deficiente por el factor
capital. Dicho de otro modo, las inversiones llevaban a una economía de mano
de obra (eran labour-saving). Preocupada por beneficiarse de las técnicas más
modernas, Rusia buscó más colaboración, a finales de siglo, en Alemania y en
Estados Unidos que en Inglaterra. Gerschenkron va aún más lejos en este
interesante análisis de la sustitución de factores y de la asignación de los
recursos bajo el impulso del Estado: estima que la fuerte concentración de las
grandes empresas y la formación de los cárteles gigantes respondía a la
penuria de empresarios. De esto modo un número más pequeño de
innovadores, extranjeros y nacionales, dirigían y controlaban una mayor
cantidad de recursos. Fue así como en 1902 se fundó un cártel de las
industrias mecánicas al que se dio el nombre de Prodameta. Agrupaba unas
treinta empresas metalúrgicas de las que un gran número había recibido
importantes capitales franceses. En 1910 un representante de la Banque de
l'Union de París fue elegido presidente del cártel.

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• Las etapas del crecimiento: aunque la aceleración del crecimiento no se


manifieste antes de 1880-1890, las primeras tentativas de creación de
industrias por parte de extranjeros datan de mediados del siglo XIX. La
industria rusa más antigua era la del algodón, situada en Moscú y en Ivanovo,
pero el primer telar mecánico no se empleó hasta 1846. En 1860 no había más
que tres. Fue un inglés nacido en Alemania en 1821, Ludwig Knoop, el
iniciador de la mecanización de la industria del algodón. Tuvo la ocasión de
visitar Rusia en representación de la firma de Manchester en la que trabajaba y
que exportaba hilados de algodón a Rusia. Unos fabricantes rusos le pidieron
que construyese una fábrica con máquinas inglesas. Hasta 1843 el gobierno
inglés había prohibido la exportación de máquinas salvo en el caso de obtener
una licencia. Después de 1843 desaparecieron las dificultades, y desde esta
fecha hasta su muerte en 1894, Knoop construyó 122 fábricas de hilados de
algodón. Había obtenido un verdadero monopolio de importación de las
máquinas inglesas en todos los campos. En 1860, fundó una fábrica de hilados
de algodón que empleaba energía hidráulica en Kräinholm. En 1890 había
instalado 2.000 telares. Los rusos desarrollaron el cultivo del algodón en el
Turquestán y el Cáucaso, y la construcción de ferrocarriles permitió el
transporte rápido de esta materia prima hacia las fábricas transformadoras.

El mismo proceso se produjo en la industria siderúrgica. Fue a raíz de un


acuerdo con el gobierno ruso cuando John Hughes, un inglés inventor de una
plancha de blindaje, fundó en 1869 la Nueva Sociedad Rusa con el fin de
construir unos altos hornos en el Donetz. El gobierno le cedió terrenos, le
concedió un préstamo, le garantizó el suministro de raíles y le concedió la
construcción de una línea de ferrocarril entre sus fábricas y Mariupol, en el mar
de Azov. El primer alto horno entró en servicio en 1872 y, a la muerte de
Hughes en 1899, sus empresas empleaban a 8.000 obreros. A principios del
siglo XIX Rusia producía anualmente 130.000 t de fundición; en 1870 producía
350.000 t, mientras que la producción inglesa alcanzaba 6.500.000 toneladas y
la producción francesa 1.400.000 t. Pero en 1910 la producción se elevaba a
las 2.900.000 toneladas colocando a Rusia en 4.0 puesto de los grandes países
productores, delante de Francia. Parece que el desarrollo de la siderurgia entre
1890-1900 permitió que se doblara la producción total rusa. El gobierno ruso
aumentó los derechos aduaneros sobre los productos siderúrgicos “y
especialmente sobre los raíles” en 1884 y 1887. Con el fin de consolidar esta
protección y de atraer los capitales extranjeros hacia este sector, el gobierno se
comprometió, en 1886, a no conceder ninguna reducción del arancel aduanero
sobre los productos siderúrgicos durante doce años.

La industria de bienes de equipo se vio siempre fomentada y sostenida por el


Estado. Los dirigentes rusos se interesaron por las bombas de vapor y

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 84

posteriormente por la máquina de vapor de Watt. Enviaron técnicos a


Inglaterra e invitaron a ingleses para que construyesen máquinas de vapor en
Rusia. La producción de las primeras empresas fue subvencionada y comprada
por el gobierno. Pero no fue hasta 1880; cuando se desarrolló realmente la
industria mecánica. A finales de siglo la industria rusa fabricaba telares
automáticos, máquinas necesarias para equipar los molinos, las destilerías y las
refinerías de azúcar. En la construcción de los ferrocarriles volvemos a
encontrar la intervención estatal y las inversiones extranjeras. La primera línea
de ferrocarril fue construida en 1836, enlazando San Petersburgo con el palacio
de verano del zar, en Tsarskoie-Selo. El gobierno emprendió a continuación la
construcción de una línea que unía Varsovia con Cracovia y otra entre San
Petersburgo y Moscú. Una sociedad americana compró hacia 1855 una
empresa estatal con el fin de fabricar material ferroviario. La guerra de Crimea
mostró la escasez de líneas de ferrocarriles y, a poco de perder la guerra, el
gobierno emprendió la construcción de una red de ferrocarriles a lo largo de
todo el territorio, tanto en el Este como en el Oeste. En 1870, el gobierno
poseía 1.200 km de vías férreas y controlaba la mayoría de las compañías
privadas, como accionista o concediendo subvenciones. De 1870 a 1887, la
longitud total de la red ferroviaria pasó de 11.500 km a 30.000 km, de los
cuales, 3.300 km estaban nacionalizados. Pero el verdadero boom de los
ferrocarriles tuvo lugar entre 1887 y 1900 arrastrando en pos de sí toda la
industria siderúrgica y mecánica. El transiberiano y el transcaspiano fueron
construidos entre 1893 y 1900 y permitieron el transporte más rápido hacia la
Rusia europea del algodón, de la lana y de la seda del Turquestán. De 1890 a
1913, fueron construidos 30.000 km de vía férrea, pero la densidad distaba
todavía mucho de los países occidentales. De 1890 a 1900 la tasa de
crecimiento de la producción industrial fue del 8% anual, cifra nunca alcanzada
hasta entonces por los países occidentales. Pero el retraso de la economía rusa
era una de las causas de este crecimiento rápido. La confluencia de los
esfuerzos del Estado y de la llegada de los técnicos y capitales extranjeros
permitió este "despegue" de un país relativamente subdesarrollado. Pero los
avances efectuados no se difundieron en el conjunto de la economía y cada vez
eran más patentes las distorsiones entre las industrias modernas y los sectores
arcaicos, como el agrícola. Además, el pueblo no se beneficiaba demasiado de
los progresos realizados y la agitación social y revolucionaria continuaba.

Desde 1900 a 1905, la expansión industrial se estancó, pero continuó tras la


guerra ruso-japonesa al ritmo del 6% anual. Las reformas de Stolipin
aumentaron algo la movilidad de la mano de obra agrícola hacia la industria, a
partir de 1906. Pero el gobierno tendría, en adelante, que enfrentarse con los
movimientos revolucionarios que encontrarían un campo abonado a raíz de la
primera guerra mundial.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 85

3.5 LA INDUSTRIALIZACIÓN DE JAPÓN

La historia de la industrialización del Japón nos ofrece otro ejemplo característico


de desarrollo capitalista en el que el papel del Estado fue predominante. Sobre
este punto existen varios rasgos comunes entre Rusia y Japón, pero la clase
dominante japonesa que hizo la revolución Meiji supo aprovecharse mejor del
hundimiento del sistema feudal que la clase dominante rusa. Veremos,
efectivamente, que el gobierno Meiji fue capaz de destruir las estructuras
institucionales del feudalismo que bloqueaban el inicio de la industrialización, a la
vez que de conservar las "ventajas" económicas de una desigualdad social propia
del régimen feudal. Por otra parte, el espíritu de empresa y la facultad de
adaptación de las técnicas extranjeras estuvieron más extendidos en el Japón que
en Rusia. La innovación pública arrastró la innovación privada, suscitándola,
ayudándola, pero esta última no se encontró tanto a faltar como en Rusia, lo que
no es una diferencia de poca monta. Tanto el Japón como Rusia se beneficiaron
de las aportaciones extranjeras, pero, al contrario de lo sucedido en Rusia, en
Japón el extranjero no sustituyó a la iniciativa nacional.

La Revolución Meiji y la Abolición del Feudalismo

• El advenimiento de la era Meiji: el inmovilismo de las estructuras sociales


feudales era todavía mucho mayor en el Japón que en China. Desde 1192 el
poder pertenecía de hecho al Shogun y no al emperador, que había sido
desposeído por una casta de grandes propietarios rurales. La familia Tokugawa
reinó por vía hereditaria sobre el Shogunado desde 1603 a 1868. Una cuarta
parte del territorio nacional pertenecía al cabeza de familia Tokugawa; el resto
del territorio era propiedad de los señores (daimíos). El feudo de los señores
era reconocido por el "Bakufu" (gobierno del shogun), pero éstos debían, a
cambio, una fidelidad total a los Tokugawa. Estos daimíos tenían el poder
absoluto en sus dominios, incluido el derecho de la vida y de la muerte. Por
debajo del señor del que dependían venían en primer lugar los samuráis
(militares), luego los comerciantes, los industriales y los agricultores. Estaba
prohibido cambiar de profesión y de domicilio; se era samurai o agricultor de
padres a hijos. No sólo la movilidad social era nula, sino que ni siquiera se
podía cambiar de oficio. Al estar la estructura social estrictamente congelada
no era posible ningún proceso de desarrollo industrial. Era necesario
previamente que existiese un mercado de trabajo para que las nuevas
empresas pudiesen encontrar la mano de obra que les era necesaria.

Esta precondición del crecimiento y del desarrollo se consiguió con la


Revolución de 1868. De hecho, el advenimiento de la era Meiji fue a la vez una
restauración del poder imperial y una revolución de las estructuras políticas y

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 86

sociales bajo la presión extranjera. China se había visto obligada por Inglaterra
a abrir sus puertos al comercio exterior a raíz de la "guerra del opio", que
terminó con el tratado de Nankín, en 1842. Los países europeos y los Estados
Unidos buscaban nuevos mercados en Extremo Oriente, enfrentándose con el
Japón, cuyos puertos estaban cerrados a los occidentales. Cuando en 1846 los
Estados Unidos ampliaron su territorio hasta Oregón y, luego, en 1848, hasta
California, teniendo por tanto salida directa al Pacífico, empezaron a interesarse
por el comercio con China. En su camino se encontraron con el Japón, todavía
cerrado a toda influencia occidental. El gobierno japonés había rehusado
recibir una misión comercial americana. Se mandó entonces al almirante Perry
con su escuadra para transmitir un mensaje del presidente de los Estados
Unidos al shogun. Perry llegó a la bahía de Yedo el 8 de julio de 1853, lo que
ya representaba una violación de las leyes japonesas. Partió disparando
algunas "salvas de honor" destinadas a ejercer un efecto psicológico y volvió
en marzo de 1854 con una escuadra algo más poderosa. Se firmó un primer
tratado el 31 de marzo de 1854: dos puertos nipones fueron abiertos al
comercio americano y otros cinco lo iban a ser en los años venideros. Entre
1854 y 1859, Inglaterra, Rusia, Holanda, Francia y Portugal firmaban con el
Japón tratados análogos al obtenido por los Estados Unidos. Pero mientras
China se encerraba en su particularismo y sus tradiciones familiares, una élite
dirigente japonesa tomaba conciencia del beneficio que se podría obtener de
estos nuevos contactos con Occidente. Nacía así una corriente reformista y
nacionalista.

Fue alrededor del emperador donde primeramente se plasmó una reacción


"nacionalista" dirigida contra el extranjero y contra el shogun, quien, al
negociar, ofendía la "dignidad nacional". De esta mantera toda la oposición
encontró una consigna para unirse. A raíz de las peripecias que enfrentaron los
daimíos a los extranjeros, algunos bombardeos de represalia franceses y
americanos persuadieron al emperador de la imposibilidad de excluir a los
extranjeros. El 24 de noviembre de 1864 se vio obligado a firmar un tratado
por el cual el Japón perdía su autonomía aduanera comprometiéndose a no
fijar unos aranceles superiores al 5% ad valorem hasta 1899. Una vez que el
partido imperial abandonó para siempre el partido antiextranjero, su objetivo
fue el de restaurar el poder del emperador. Esto se realizó tras el
advenimiento de Mutsu-Hito el 30 de enero de 1867. El nuevo emperador no
tenía más que 14 años y los grandes daimíos del sudoeste (los de Satsuma,
Cho-su, Tosa y Hizen) se unieron para derrotar a la familia Tokugawa. El 3 de
enero de 1868 un decreto imperial puso fin al shogunato. Pero fue sólo
después de una lucha armada cuando la partida fue definitivamente ganada por
el emperador y su partido en junio de 1869. Al haber recibido los occidentales
seguridades con respecto a las intenciones del nuevo gobierno, apoyaron al

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 87

ejército de los daimíos del sudoeste en su lucha contra el shogun. El gobierno


imperial decidió entonces “para dejar bien clara su voluntad de cambio” elegir
una nueva capital: Tokio, y bautizar el reinado del nuevo emperador con el
nombre de Meiji, o sea, "gobierno iluminado". Nos hallamos pues muy lejos
de una revolución popular y más cerca de una revolución palaciega. Pero la
nueva clase que ocupaba el poder sabría poner en marcha el aparato
económico, empezando por abolir las estructuras feudales y asumiendo luego
las iniciativas que habrían de conducir a la inversión y a la formación
profesional. En medio siglo el Japón iba a pasar del estado de país feudal y
agrícola al rango de gran potencia capitalista. Veamos cuál fue el camino
seguido.

• La abolición del feudalismo y la reforma de la imposición rústica: el gobierno


Meiji era en primer lugar conservador y estaba más preocupado por la
grandeza nacional que por el progreso social. Deseaba construir una economía
moderna indispensable a la potencia política en un mundo librado al progreso
técnico. La emancipación de los campesinos no estaba encaminada
primordialmente a aumentar su bienestar sino a aumentar su eficacia como
mano de obra. Los Meiji no modificaron su miserable nivel de vida.

El problema que había que resolver era el siguiente: para conseguir sus
objetivos económicos el gobierno tenía necesidad de recursos financieros; los
obtuvo de la principal actividad del país: la agricultura. Sin embargo, a pesar
de la abolición de los vínculos feudales, los que realmente soportaron los
gastos de la operación no fueron los grandes propietarios sino los pequeños
campesinos. La reforma se fue realizando progresivamente a partir de 1869,
fecha en la que los cuatro daimíos del Sudoeste restituyeron sus tierras y sus
habitantes al emperador. El gobierno les nombró entonces gobernadores de su
región. En 1871, las regiones fueron suprimidas y sustituidas por provincias.

El 29 de agosto de 1871 fueron abolidas las distinciones de clase y todos los


ciudadanos proclamados iguales ante la ley. A partir de entonces los exdaimíos
tuvieron que residir en Tokio recibiendo una pensión igual a la décima parte de
las rentas de sus antiguas tierras anexionadas al dominio imperial. Los
samurais perdieron sus privilegios y su empleo militar pero el Estado les pagó
una pensión. Se modificó el régimen de propiedad agrícola, pero también el
régimen impositivo rústico. Esta doble reforma se realizó en detrimento de los
pequeños agricultores y en beneficio de los propietarios. En 1872 el gobierno
distribuyó títulos de propiedad individual a los grandes propietarios o a aquellos
que poseían los medios de adquirir unas tierras. La mayoría de los campesinos
no recibieron ningún derecho de propiedad y continuaron pagando un fuerte
censo a los nuevos propietarios. Los más pobres continuaron siendo aún

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 88

durante mucho tiempo los más explotados y esta situación de dependencia se


vio reforzada con la modificación del régimen fiscal.

A partir de 1873, los propietarios rurales tuvieron que pagar un impuesto


calculado sobre el valor de la tierra y no ya sobre el valor de la cosecha. Este
impuesto exorbitante representaba en realidad la tercera parte del valor de la
cosecha, es decir, el 3% del precio del terreno. Este impuesto sobre las tierras
era pagadero en dinero y no ya en especie. Con el alza de precios que
acompañó los desórdenes interiores y la guerra civil (revuelta de los samurais)
de 1877-1881, la carga real de los propietarios rurales fue reduciéndose
progresivamente. Pero éste no fue el caso de los pequeños campesinos, que
continuaban pagando a sus propietarios censos en especie. Los pequeños
campesinos proporcionaban indirectamente al Estado la base de sus recursos;
esto explica el estallido de un gran número de insurrecciones campesinas
durante los primeros años Meiji.

El gobierno transformó posteriormente los derechos feudales en papel del


Estado a un interés del 7 al 10%. De este modo, 400.000 familias recibieron
un paquete de títulos negociables que muy pronto se devaluaron debido al alza
de precios, mientras que la carga fija de la deuda se iba reduciendo. Los
portadores de estos títulos (samurais y ex feudales) se vieron a menudo en la
necesidad de venderlos, puesto que no podían vivir con los intereses que
pagaban. Los "bancos nacionales" fueron autorizados en 1876 para emitir
billetes a cambio de estos títulos. En junio de 1876 existían cuatro bancos
nacionales, y en 1879 su número alcanzaba a 139. Estas ventas de títulos y el
pago del impuesto rústico en moneda contribuyeron a extender rápidamente la
economía monetaria.

• Las consecuencias económicas de las reformas y de la inflación: reforma


agraria, conversión de los derechos feudales e inflación tuvieron consecuencias
fáciles de percibir y que fueron favorables al desarrollo económico. Se efectuó
una verdadera redistribución de la fortuna y de la renta nacional a favor del
Estado, de los grandes propietarios de tierras y de los comerciantes en
detrimento de los pensionistas y de los pequeños campesinos. La política
deflacionista de Matsukata de 1881 a 1885 terminó con este proceso articulado
más o menos voluntariamente por el Estado. Así pues, la gran masa de la
población campesina representó una reserva de mano de obra a bajo precio de
la que echaron mano con profusión las nuevas empresas industriales. Las
familias pobres mandaban a sus hijos a las fábricas para obtener unos ingresos
adicionales. La presión demográfica no hizo sino agravar la situación social de
los trabajadores, pero aumentó la flexibilidad del mercado de trabajo en
beneficio de los fabricantes. El gobierno Meiji fomentó el crecimiento de la

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 89

población luchando contra las causas de mortalidad (creación de un servicio


sanitario público; desarrollo de la higiene; formación de médicos...). Los
hombres que se hallaban en el poder habían comprendido que el número era
un factor de poder político y militar. La población total del Japón pasó de
34.800.000 habitantes en 1872 a 43.850.000 en 1900 y a 89.270.000 en 1955.

En la primera fase de la industrialización, los campesinos permanecieron


demasiado pobres para poder comprar los nuevos productos manufacturados y
especialmente los textiles. Fueron demasiado explotados por el sistema para
ofrecer a la vez una fuerza de trabajo barata y un nuevo mercado. Pero la
industria japonesa encontró rápidamente salidas en los mercados exteriores,
gracias a los salarios anormalmente bajos en relación a los de los países
occidentales. Los costos de producción japoneses eran inferiores a los de sus
competidores occidentales. También es cierto que el Japón llevó a cabo, a
fines del siglo XIX, una política de dumping. Las exportaciones japonesas se
vieron también fomentadas por una depreciación de la moneda en el mercado
mundial. La moneda se basaba entonces en un patrón plata, y esta
depreciación tuvo los mismos efectos que una devaluación. Sólo a partir de
1897 el Japón adopta un patrón oro. La propensión a exportar se veía
reforzada por la necesidad de importar máquinas extranjeras con el fin de
desarrollar su industria. Su victoria en la guerra con China, en 1894-1895,
reportó al gobierno japonés una indemnización a cobrar en libras esterlinas y
en oro de 310 millones de yens. Esta es la razón que ha permitido escribir a un
economista japonés que "guerras sucesivas y victoriosas fueron, también, un
importante factor de industrialización rápida del Japón". El imperialismo militar
ha sido siempre, hasta la segunda guerra mundial, un rasgo predominante de
la política japonesa. Vino ya a marcar los primeros esfuerzos del Estado con
vistas a industrializar el país después de la revolución Meiji.

El Papel del Estado en el Proceso de Industrialización

A pesar de la rapidez de las transformaciones que marcaron la historia del Japón a


finales del siglo XIX, la modernización no se extendió en profundidad a todos los
sectores de la economía. Hasta una época reciente se mantuvo un cierto carácter
dual entre el sector agrícola y las pequeñas empresas artesanales, por una parte, y
las grandes empresas fundadas y apoyadas por el gobierno, por otra. Sin
embargo, no existió un campo en el que el Estado no hubiese intervenido o
hubiese intentado promover el progreso técnico, tanto en la agricultura como en la
industria. Era prácticamente imposible dejar de lado el sector primario que
ocupaba a casi el 80% de la población activa al empezar la era Meiji. Este
porcentaje bajó al 60% en 1913 y al 44% en 1940. De todos modos, este
descenso relativo vino acompañado de un alza en valor absoluto debido al

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 90

crecimiento de la población. El gobierno contribuyó al desarrollo de la


productividad agrícola enviando grupos de expertos a estudiar los métodos
extranjeros, fundando escuelas y mandando instructores al campo. Fue también
bajo el impulso gubernamental cuando se avanzó en el proceso de irrigación y se
emplearon con gran profusión los abonos. Entre 1880 y 1914 la producción de
arroz creció en un 70% y la producción de trigo aumentó más del doble.

Pero la industrialización era el primer objetivo del gobierno que veía en ella el
único medio de conseguir el poder militar y, en consecuencia, la posibilidad de
alcanzar una plena independencia económica y política. Este deseo de
independencia no excluía unos objetivos imperialistas. Los comienzos de la
industrialización tuvieron lugar en el marco de un verdadero capitalismo de Estado
durante el período 1868-1880. El Estado asumió todas las iniciativas y financió la
mayoría de las operaciones fundando o comprando las empresas. Invitó a técnicos
europeos y mandó expertos al extranjero con el fin de que aprendiesen allí las
técnicas occidentales ya muy desarrolladas. Por aquellas fechas tanto Inglaterra
como Francia y los Estados Unidos habían superado ya la etapa de la revolución
industrial. Esto constituía una ventaja considerable con respecto a las experiencias
anteriores. El gobierno no sólo importó máquinas destinadas a nuevas fábricas
sino también para servir de modelos. Estas máquinas eran distribuidas entre las
autoridades provinciales que invitaban a los industriales japoneses a examinarlas
para conocer su funcionamiento. El Estado creó escuelas profesionales, mandando
también a provincias a profesores volantes. No existió sector en el que el Estado
no fundase empresas: textiles, del vidrio, del papel, de máquinas herramientas,
fundiciones, astilleros navales, minas, ferrocarriles, telégrafos; en todas partes la
iniciativa pública dio la señal de partida. En 1872, se construyó la primera línea de
ferrocarril por parte de ingenieros ingleses entre Tokio y Yokohama gracias a un
préstamo de Londres. Pero el nacionalismo y la voluntad de independencia exigían
que los japoneses pudiesen hacer lo mismo sin ayuda exterior. Esto se realizó
algunos años más tarde con la construcción de la línea Kyoto-Otsu.

Al ser la seda japonesa de calidad mediocre, el gobierno hizo construir fábricas en


las que se emplearon máquinas italianas y francesas. Tanto si se trató de tejas
como de cemento o de sulfato, fue el gobierno quien tomó la iniciativa de importar
los métodos de producción occidentales y de ponerlos directamente en
funcionamiento. Fue probablemente el gobierno Meiji el que, por primera vez,
tuvo la idea de realizar una política de planificación territorial: una comisión
encargada del desarrollo de Hokkaido fundó una fábrica de cerveza y una refinería
de azúcar en Sapporo. La fabricación de armamento, desde las armas ligeras
hasta los barcos de guerra, estaba totalmente en manos del Estado. En 1876, se
fundó una empresa nacional con el fin de fabricar los textiles de lana necesarios
para vestir a las tropas. Todas las minas eran de propiedad pública y eran

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 91

explotadas por el Estado o por empresas concesionarias. Deseoso de fomentar las


exportaciones, el gobierno fundó en 1869 una cámara de comercio exterior y,
repetidas veces, compró stocks de arroz, de té y de seda para venderlos al
exterior. Fue en 1871 cuando se organizó la Administración de Correos y
Telégrafos, y en 1877 el Japón entró en la Unión Postal.

A principios de la era Meiji, el Japón no poseía los cuadros necesarios para dirigir la
industria naciente. La ausencia de una clase de empresarios obligaba al gobierno
a innovar. Sin embargo, hacía falta suscitar vocaciones comerciales e industriales
y los antiguos samurais se mostraron incapaces de ser reconvertidos en este
sentido. Después de 1882 el gobierno abandonó una parte de sus empresas en
manos de la iniciativa privada vendiéndolas a precios relativamente bajos para
atraer a los compradores. Estos fueron, esencialmente, grandes capitalistas
capaces de financiar por sí mismos sus empresas y que poseían la confianza del
Estado. Así tomó cuerpo una poderosa oligarquía de los negocios que favoreció la
concentración económica en los Zaibatsu (trusts). La industria pesada se
desarrolló rápidamente a finales del siglo XIX y fue estimulada con la creación, en
1901, de la fundición nacional de hierro en Yawata. Tras la I guerra ruso-japonesa
de 1905, el avance de esta industria fue aún más rápido gracias al carbón y al
hierro de Manchuria y de Corea (anexionadas a Rusia), pero también a la política
de armamento. Por último, la primera guerra mundial permitió que la economía
japonesa, que se había mantenido al margen del conflicto, lograse una gran
prosperidad. Los exportadores japoneses sustituyeron sin ninguna dificultad en los
grandes mercados mundiales a los productores desfallecidos cuyos recursos
estaban movilizados por la guerra. Hasta la segunda guerra mundial, el
imperialismo japonés no había conocido más que guerras victoriosas que fueron
favorables al desarrollo económico del país: guerra con China 1894-1895; guerra
con Rusia 1904-1905; invasión de Manchuria en 1931. Todos los autores que han
estudiado la evolución económica del Japón están de acuerdo en afirmar que cada
uno de estos conflictos ejerció un efecto acelerador sobre la inversión y el
progreso técnico. Veamos cuál fue el ritmo de crecimiento económico del Japón a
lo largo de esta transformación de una economía feudal a una economía industrial
moderna.

El Ritmo de Crecimiento

La producción primaria (producción agrícola y producción de materias primas) se


duplicó entre 1875 y 1914. Acompañó y sostuvo el proceso de industrialización. El
crecimiento de la productividad agrícola permitió alimentar una población creciente
y las materias primas disponibles favorecieron el desarrollo de las industrias de
transformación. Sin embargo, la producción agrícola se hizo insuficiente a partir
de la primera guerra mundial a causa del crecimiento continuo de la población y el

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 92

Japón se vio obligado a importar una parte de los productos alimenticios que
consumía (el 20% en 1930).

La expansión de la producción primaria permitió pagar una buena parte de las


importaciones necesarias para el desarrollo de la industria. Las exportaciones
japonesas de finales del siglo XIX comprendían fundamentalmente seda bruta, té,
cobre y carbón. Se estima que la seda representó la tercera parte del valor total
de las exportaciones de mercancías entre 1870 y 1930. Estos recursos naturales
permitieron al Japón importar máquinas sin tener que recurrir en grandes
cantidades, como Rusia, por ejemplo, al capital extranjero. Antes de ser un gran
exportador de productos manufacturados, el Japón exportó productos agrícolas y
materias primas. A partir de la primera guerra mundial, la producción de las
industrias transformadoras aumentó mucho más rápidamente que la producción
primaria. El crecimiento de las exportaciones siguió el ritmo de esta
industrialización. Uno de los rasgos característicos de esta evolución fue la
estabilidad de la población rural. En conjunto, el desarrollo económico del Japón
fue rápido y continuo durante los 70 años siguientes a la revolución Meiji. Entre
1885 y 1935 la producción total se cuadruplicó. La importancia de los mercados
interiores, resultado del rápido aumento de la población y de la política de
armamento, y las salidas hacia los mercados del Extremo Oriente explican en parte
esta situación privilegiada de la economía japonesa durante los años treinta.

El aumento del producto nacional neto por habitante nos da una vaga idea de la
evolución del nivel de vida. Entre 1880 y 1912 el producto por habitante aumentó
alrededor del 50% mientras que casi se duplicó entre 1910 y 1937. Pero mientras
que el producto total se multiplicaba por cinco entre 1883-1887 y 1933-1937, el
producto por habitante no hacía sino triplicarse. Aquí, de nuevo, dejó sentir sus
efectos la presión demográfica particularmente fuerte. En vísperas del segundo
conflicto mundial, el Japón se había convertido en una de las grandes potencias
industriales del mundo, pero su renta percápita no era más que 86 dólares frente a
519 en los Estados Unidos, 465 en Gran Bretaña, 335 en Alemania y 260 en
Francia.

Proceso de Comprensión y Análisis


• Elaborar un cuadro comparativo donde se expliquen las diferencias y similitudes
del proceso de industrialización entre los países capitalistas.

• ¿Cuáles son las diferencias más destacadas entre la industrialización del


continente europeo e Inglaterra, como pionero de la industrialización?

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• ¿Qué particularidades se pueden encontrar en el proceso de industrialización


norteamericano, si se tiene en cuenta que en los Estados Unidos existía un
régimen político distinto al europeo?

Solución de Problemas
• En Europa se puede entender el surgimiento del capitalismo desde la crisis del
sistema feudal, por esta razón se puede interpretar la industrialización como el
proceso por el cual se afianzan las relaciones capitalistas de producción. Pero
en el caso asiático “Japón y Rusia”, ¿cómo se puede explicar el capitalismo y la
industrialización si en este continente no hubo feudalismo?

• ¿La expansión de la industrialización ocasiona la expansión del capitalismo a


escala mundial o la dinámica capitalista mundial permite la industrialización de
los países capitalistas?

• ¿La industrialización capitalista genera desarrollo económico o provoca


desigualdad social?

Síntesis Creativa y Argumentativa


• Realizar una argumentación de mínimo tres páginas donde se infiera e imagine
¿cómo sería el sistema económico capitalista mundial, si la revolución industrial
no se hubiese presentado? y ¿cuáles serían las condiciones de vida de los
pueblos latinoamericanos si fuesen industrializados?

Autoevaluación
• ¿Por qué la revolución industrial se presenta primero en Inglaterra y luego en
Francia?

• ¿Qué diferencias históricas se pueden hallar entre el proceso de


industrialización norteamericano y el proceso de industrialización ruso?

• La industrialización de Japón se vive en el siglo XIX, pero su afianzamiento


como potencia mundial se vive en el siglo XX, ¿cómo se puede explicar este
fenómeno?

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 94

Repaso Significativo
• Cada uno de los miembros de la Cipa debe escoger un país y elaborar un mapa
conceptual de la temática escogida; exponerlo y entregar una copia a cada
compañero.

Bibliografía Sugerida
NIVEAU, Maurice. Historia de los hechos económicos contemporáneos. Barcelona:
editorial Ariel, 1971.

Y. F. Avdakov y otro. Historia económica de los países capitalistas. México:


Editorial Grijalbo, 1965.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 95

UNIDAD 4: Doctrinas Económicas del


Liberalismo Clásico
Descripción Temática

En la actualidad la gran mayoría de las naciones se fundamentan en el principio de


soberanía popular, la división de poderes, la representatividad del pueblo, la
relación recíproca Estado-nación con respecto a derechos y deberes, las premisas
de igualdad y libertad; todos estos elementos que surgieron en el albor de la
modernidad, como producto del triunfo del liberalismo, liderado por la clase
burguesa. Como ideología predominante del siglo XIX “nacida de sus
progenitoras la Ilustración y el Racionalismo”, promueve la libertad como
característica propia de todo ser humano que permite su pleno desarrollo. Por tal
motivo, es función del Estado respetarla y garantizarla.

Cómo política económica promueve el librecambio, fundamentado en la supresión


de trabas al comercio internacional, donde el papel del Estado es de mantener el
orden establecido por la clase dominante y permitir que los individuos gocen de
total libertad, el cual es conocido como “Estado gendarme”.

Por tal motivo, y como una de las fuerzas que legitiman el surgimiento y desarrollo
de los procesos de industrialización de los países capitalistas, en la presente unidad
se estudiarán las propuestas de los líderes de esta doctrina como son: Adam
Smith quien defendió en su obra Ensayo sobre la naturaleza y causa de la riqueza
de las naciones, las premisas de libre competencia, libertad de empresa, libertad
comercial y de consumo, entre otras; J. S. Mill, D. Ricardo, R, Malthus, quienes
ampliaron las propuestas de Smith, que rigieron la economía de las naciones
capitalistas desde mediados del siglo XIX hasta las primeras décadas del XX.

Horizontes
• Comprender la propuesta teórica liberalista, como producto de la dinámica
histórica del modo de producción capitalista, determinado en gran parte por el
proceso de industrialización y las relaciones macroeconómicas que éste
produjo.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 96

• Determinar las principales características del pensamiento económico liberal


como fundamento filosófico político de la organización social en la cual se
desarrolla el hombre en la contemporaneidad.

Núcleos Temáticos y Problemáticos


• Los Fundamentos Microeconómicos de la Riqueza de las Naciones
• El principio de Utilidad en la Economía Clásica: Jeremy Bentham
• El Principio de la Población en la Economía Clásica: Thomas Malthus
• El Sistema Ricardiano

Proceso de Información
4.1 LOS FUNDAMENTOS MICROECONÓMICOS DE LA RIQUEZA DE LAS
NACIONES4

Aparte de que cubra de modo desigual numerosos temas económicos, el tema


central de la riqueza de las naciones, como de la doctrina fisiocrática, es el
crecimiento económico. Mientras que los fisiócratas se centraron en el crecimiento
del producto neto, Smith destacó el crecimiento de la riqueza nacional (por la que
entendía, en terminología actual, la renta nacional). Pero más que los fisiócratas,
Smith logró comenzar la investigación por una teoría de valor, superando de este
modo una deficiencia importante del análisis fisiocrático. En otras palabras, el
interés macroeconómico de Smith por el crecimiento económico descansaba, como
tenía que ser, en determinados fundamentos microeconómicos, especialmente la
teoría del valor.

4.1.1 La Teoría del Valor

La división del trabajo, afirmaba Smith, brota de una propensión de la naturaleza


humana al cambio, por lo que cada individuo debe disponer de un excedente por
encima de sus inmediatas necesidades, para poderlo intercambiar. El dinero
aparece en escena porque facilita el intercambio en tanto que disfruta de
aceptación general y que se puede transportar con facilidad. Entonces, el valor se
determina por las reglas que la gente observa naturalmente cuando intercambia
los bienes por dinero o por otros bienes.

4
Tomado del texto Historia de la teoría económica y de sus métodos. Robert B. Ekelund, J.R. y otro. Tercera
edición. Madrid: MacGrawHill, 1999.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 97

La palabra valor tiene dos significados distintos: unas veces expresa la utilidad de
un objeto particular, y otras veces la capacidad de comprar otros bienes que
confiere la posesión de tal objeto. Podemos llamar al primero “valor en uso” y al
otro “valor en cambio”. Las cosas "que tienen un gran valor en uso,
frecuentemente apenas tienen valor en cambio; y, por el contrario, aquellas que
tienen un gran valor en cambio apenas tienen valor en uso. Pocas cosas hay más
útiles que el agua, pero con ella no se puede comprar casi nada. Por el contrario,
un diamante apenas tiene valor en uso y, sin embargo, se puede cambiar por una
gran cantidad de bienes (La Riqueza de las Naciones, p. 113).

Precios

El dinero es, por supuesto, la medida más común del valor, pero Smith era
igualmente consciente de los defectos de las medidas monetarias, dado que el
valor del dinero cambia con el tiempo. Así, se esforzó por distinguir
cuidadosamente entre precios reales y precios nominales. Por ejemplo, señaló que
puede decirse que el trabajo, como las mercancías, tiene un precio real y un precio
nominal. Se puede considerar que su precio real consiste en la cantidad de las
cosas necesarias y convenientes de la vida que se entregan a cambio de él, y su
precio nominal en la cantidad de dinero. El trabajador es rico o pobre, está bien o
mal retribuido, según el precio real de su trabajo y no según su precio nominal
(La Riqueza de las Naciones, p. 119).

Las economías capitalistas están marcadas por la acumulación de capital y por los
derechos de propiedad individuales sobre la tierra y otros recursos. Así, en las
sociedades más avanzadas, según Smith, el valor de mercado se resuelve en tres
partes componentes.

Los salarios, el beneficio y la renta son las tres fuentes originarias de todo el
ingreso, así como de todo valor de cambio. Cualquier otro ingreso (intereses,
impuestos, etc.), se deriva en última instancia de alguna de esas tres (La Riqueza
de las Naciones, p. 136).

Precio de Mercado Frente a Precio Natural

Smith discute el precio natural y de mercado de las mercancías. Esencialmente,


establece una dicotomía entre el precio real (es decir, de mercado) y el precio
natural. El primero se determina por la interacción de la oferta y la demanda a
corto plazo; el último, por los costes de producción a largo plazo.

El análisis anterior gira sobre la existencia de competencia, de una rivalidad que se


presume existe entre los compradores y entre los vendedores del mismo producto.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 98

Además, en la comprensión de la naturaleza de la competencia y sus efectos es


donde Smith realizó el mayor avance respecto de la economía escolástica y,
efectivamente, encarriló al análisis económico por su senda moderna. Smith
reconoció sagazmente que las realidades económicas de un capitalismo naciente
hacían superflua la doctrina del precio justo. El mundo “moderno” descansaba en
la existencia de la competencia atomística, que implica una difusión más o menos
uniforme del poder económico. La difusión del poder proporciona, a su vez, un
freno automático al abuso individual del poder, que constituía uno de los
principales intereses de los escolásticos. La teoría del precio natural de Smith
cumplía las condiciones de la justicia económica establecidas por los doctores de la
Iglesia, al tiempo que simultáneamente hacia innecesario el concepto normativo
del precio justo en un “mundo nuevo” de competencia atomística.

Existe evidencia de que Smith no se sintió enteramente cómodo con las nociones
abstractas de precio y equilibrio. Como muestra claramente un examen de la
economía escolástica, había dos “teorías” que se disputaban el predominio: la
del lado de la oferta y la del lado de la demanda. Dado que el precio de mercado
debe cubrir los costes de producción a largo plazo, el valor tiene que ser una
función de los recursos utilizados en la producción. Por otra parte, la demanda
formula su propio derecho a ser un determinante del valor porque la gente está
dispuesta a pagar por algo en proporción a la intensidad de su deseo. Smith
observó que el valor puede verse influido por la utilidad (demanda), pero no
siguió adelante por este lado del análisis. Su contribución a la teoría de la
demanda se limita en gran medida a una distinción entre demanda absoluta
(deseo agregado) y demanda efectiva (deseo + poder adquisitivo). La demanda
efectiva es la demanda de los compradores que están dispuestos a pagar el
“precio natural”, que es el precio suficiente para cubrir los costes de producción.

Evidentemente, Smith era consciente de que la “teoría del valor basado en el


costo”, requería un análisis adicional, y parece que quiso elegir el trabajo como el
denominador común que subyace en los elementos del valor, por el lado de la
oferta. Además, parece como si buscase a tientas una medida absoluta y universal
del valor, pero no tuvo éxito en este sentido.

Hay dos puntos que es necesario destacar en cuanto a lo que hizo Smith. El
primero es que Smith tendía a considerar el precio natural no sólo como un precio
de equilibrio (el precio central hacia el que gravitan continuamente los precios de
todas las mercancías), sino como un patrón invariable a largo plazo. En lenguaje
moderno, vio una curva de oferta a largo plazo horizontal. Dado que este tipo de
curva de oferta a largo plazo existe solamente en las industrias caracterizadas por
costes de producción constantes, la teoría del valor de Smith se adapta solamente
a un caso especial. En la actualidad, los economistas reconocen que muchas

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 99

industrias producen en condiciones de costes crecientes y sólo unas pocas, de


hecho, producen en condiciones de costes decrecientes.

El segundo punto es que Smith subrayó la naturaleza abstracta de su modelo al


mostrar que los mercados reales se desvían a menudo del ideal; aunque el precio
de mercado de cada mercancía en particular está de esta forma oscilando en torno
al precio natural, pueden acaecer circunstancias particulares, causas naturales, y
regulaciones políticas concretas, que mantengan el precio de mercado durante
mucho tiempo por encima del precio natural (La Riqueza de las Naciones, p. 144).

La terminología de Smith es curiosa para los patrones modernos, pero lo que él


quiere significar con “circunstancias” son acontecimientos que conspiran para
ocultar información a los vendedores o a los compradores. Los secretos
comerciales o las técnicas de producción clandestina producen este efecto. Las
“causas naturales” que se traducen en unos precios por encima del nivel “natural”
incluyen la limitada superficie de determinados suelos de especiales características.

Los entendidos en vinos saben, por ejemplo, que toda la tierra adecuada para la
producción de clarete Mouton-Rothschild no puede satisfacer la demanda efectiva,
por lo que el precio de este vino es muy superior a su coste de producción. Adam
Smith pensó que era poco lo que se podía hacer ante los caprichos de la
naturaleza y que los secretos comerciales e industriales no podrían mantenerse por
mucho tiempo. Pero las regulaciones del gobierno eran otra historia. La economía
británica, en la época de Smith, estaba llena de prácticas restrictivas que impedían
que el mercado alcanzase el equilibrio, y por lo mismo limitaban el volumen del
comercio, interior y exterior, dificultando la división del trabajo y retrasando el
crecimiento económico. Smith señaló inmediatamente el paralelismo entre las
concesiones gubernamentales de privilegios de monopolio y los secretos
comerciales: otorgar un monopolio a un individuo o a una empresa tiene el mismo
efecto que un secreto en el comercio o en la manufactura. Al mantener el
mercado continuamente desabastecido, esto es, al no cubrir totalmente la
demanda efectiva, los monopolistas venden sus mercancías por encima del precio
natural y elevan sus ganancias, bien sean estas salarios o beneficios, por encima
de su tasa natural (La Riqueza de las Naciones, p. 145).

En el análisis final, el modelo de equilibrio de mercado de Smith se basaba en la


causa y en el efecto, pero se esmeró mucho en la explicación de su naturaleza
abstracta. La realidad económica es distinta de la teoría, porque supone
condiciones que moderan o impiden la suavidad de ciertos ajustes a largo plazo.

En su modelo, una determinada variación de los flujos de renta primarios entre las
tres clases socioeconómicas de la sociedad, genera las correspondientes

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 100

variaciones continuas en la renta nacional. A pesar de su admiración por estos


“franceses del sistema”, Smith sintió que los fisiócratas se convertían en cautivos
inconscientes de sus propias abstracciones. Para el realista escocés, la vida
económica no era tan simple ni tan precisa.

Tal vez sea tan importante la comprensión, por parte de Smith, de los principios
que determinan los precios de mercado de los productos, como su apreciación de
la interdependencia entre los mercados de productos y los mercados de factores.

El reconocimiento de esta interdependencia es básico para la visión de Smith sobre


los ajustes a largo plazo. Él observó, por ejemplo, que si en algún momento la
cantidad ofrecida de un bien superaba a la demanda efectiva, algún componente
del precio se pagará por debajo de su tasa natural. Si es la renta, el interés de los
terratenientes les inducirá a retirar de ese cultivo una parte de su tierra; si son los
salarios o el beneficio, el interés de los trabajadores en un caso y el de los
empresarios en el otro, provocará la retirada de su trabajo o de su capital de tal
empleo.

La cantidad llevada al mercado pronto será no más que la suficiente para


satisfacer la demanda efectiva. Las diferentes partes de su precio se elevarán
hasta sus tasas naturales y el precio total alcanzará el precio natural (La Riqueza
de las Naciones, p. 142).

En otras palabras, según Smith, los precios de los productos no pueden estar en
equilibrio a largo plazo, a menos que los precios de los factores también estén en
equilibrio a largo plazo. Un examen de las palabras de los autores que precedieron
a Adam Smith aumenta el aprecio por el avance teórico incorporado en su teoría
del valor natural.

Con todo, hay algo obsesionantemente tautológico en todo esto. La teoría del
valor natural explica el precio en términos del coste de producción. Pero los costes
son precios. Se realizan pagos para adquirir (o alquilar) los diversos factores de
producción. Entonces, en esencia, la teoría del valor natural explica los precios por
medio de los precios. Una teoría completa del valor no puede detenerse aquí, sino
que también tiene que explicar la causa y determinación de los pagos que se
efectúan a cada uno de los factores de producción.

4.1.2 Los Factores y su Participación en el Producto

De hecho, Smith no desarrolló una teoría satisfactoria de la determinación de los


salarios, la renta y el beneficio, pero ofreció numerosas e importantes intuiciones y
contribuciones que fueron ampliadas más tarde por sus seguidores. Podría

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 101

decirse, por ejemplo, que Smith ofreció hasta tres explicaciones de los salarios,
tres explicaciones de la renta y tal vez dos explicaciones del beneficio. En lo que
sigue, no es la elegancia analítica de las ideas de Smith lo que se destaca tanto
como el amplio abanico de penetrantes intuiciones que consideró en el tema de la
distribución de la renta.

Salarios

Smith comienza su discusión de los salarios como lo hizo con su discusión del
valor, recordando “ese estado originario de la sociedad que precede a la
apropiación de la tierra y a la acumulación del capital”. En esta sociedad primitiva,
los salarios están determinados por la productividad, porque “en ese estado
originario de la sociedad el producto total del trabajo pertenece al trabajador. No
tiene terrateniente ni patrón con el que compartirlo”. (La Riqueza de las Naciones,
p. 148).

Tan pronto como la tierra se convierte en propiedad privada, el terrateniente


demanda su parte del producto anual, y tan pronto como se produce la
acumulación de capital, el capitalista hace lo propio. Así, el terrateniente y el
capitalista participan del producto del trabajo, y según Smith, una vez que sucede
esto, deja de tener sentido seguir investigando los posibles efectos del aumento de
la productividad del trabajo sobre los salarios. La opinión de Smith a este respecto
fue desafortunada, como mostrarán los desarrollos posteriores de la teoría de la
distribución de la renta. Sin embargo, preparó el terreno para el desarrollo del
concepto clásico del fondo de salarios, que jugó un papel importante en el
refinamiento de las teorías de Smith, que llevaron a cabo Ricardo, Malthus y
muchos otros. La teoría de los salarios más refinada de Smith está contenida en la
doctrina del fondo de salarios.

La dificultad con la que se enfrenta el estudioso moderno, que considera


retrospectivamente el concepto de fondo de salarios como un mecanismo de
análisis, es que, simultáneamente, era una teoría de los salarios y una teoría del
capital. La opinión predominante sobre el pago de salarios durante la mayor parte
de los siglos XVIII y XIX puede resumirse como sigue. La acumulación de capital
hace posible emplear trabajo, en tanto que el capital acumulado constituye un
fondo para el mantenimiento de una población trabajadora. Este fondo consiste
en adelantos a los trabajadores, adelantos de los que el propietario del fondo (es
decir, el capitalista) espera, y está legitimado para ello, resarcirse. Aunque la
noción del fondo de salarios no era original de Smith, tal vez él dio a la idea su
más sucinta expresión.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 102

La persona que cultiva la tierra rara vez tiene lo suficiente para mantenerse hasta
la recolección. Su mantenimiento lo obtiene generalmente del capital del patrón
que le emplea, y que no tendría interés alguno en hacerlo a menos que participe
en el producto de su trabajo o a menos que reponga su capital con un beneficio
(La Riqueza de las Naciones, p. 149).

En el concepto del fondo de salarios, Smith reúne los ingredientes esenciales del
proceso del crecimiento económico. La existencia de un fondo de salarios es,
simultáneamente, un elemento para racionalizar el ahorro (es decir, la
acumulación), una explicación de los salarios y del beneficio, y un determinante del
crecimiento de la población. La doctrina sostiene que los trabajadores dependen
de los capitalistas para que éstos les provean de las herramientas necesarias para
el trabajo y de los alimentos, vestido y abrigo (es decir, los “bienes saláriales de
subsistencia”), a fin de que puedan sobrevivir. La única manera de aumentar el
stock de bienes salariales consiste en inducir a los capitalistas a que ahorren, y el
único modo de hacer esto es aumentar los beneficios, que, en opinión de Smith,
constituyen la única fuente de ahorro. En otras palabras, los ahorros tienen que
encontrar una salida en el proceso de producción: si se usan para contratar más
trabajadores, el fondo de salarios crece, y lo mismo sucede con los pagos
(medios) a los trabajadores. En consecuencia, los trabajadores gastan más en
bienes salariales, aumenta la demanda agregada y se produce más en el siguiente
período de producción. En este sistema es importante advertir que el dinero se
considera solamente como un medio de cambio, no como un depósito de valor. El
atesoramiento se considera irracional (es decir, costoso) y, por tanto, todos los
ahorros se invierten. Esto es, los ahorros van al fondo de salarios. Una variante
particular de esta opinión se conocería después como “ley de Say”, por el
economista francés y discípulo de Smith, J. B. Say.

Sin embargo, en otro lugar Smith ofrece una teoría “contractual” de los salarios y,
de nuevo, una teoría de la “subsistencia”. Advierte, por ejemplo, que los salarios
corrientes del trabajo dependen del contrato establecido entre dos partes cuyos
intereses no son, en modo alguno, idénticos. Los trabajadores desean obtener lo
máximo posible, los patronos dar lo mínimo. Los primeros se unen para elevarlos,
los segundos para rebajarlos (La Riqueza de las Naciones, p. 149).

Está claro que existe un límite mínimo para los salarios, continúa Smith, o para la
actividad coordinada de los empleadores, porque “cualquier hombre ha de vivir
siempre de su trabajo, y sus salarios deben ser suficientes para mantenerle; a
veces incluso han de ser mayores, ya que, si no, le resultaría imposible mantener
una familia, y se acabaría en una generación la raza de los trabajadores” (La
Riqueza de las Naciones, p. 151).

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 103

Entonces, a medida que crece el fondo de salarios puede soportar una población
mayor, de modo que a medida que los salarios medios suban lo suficiente por
encima del nivel de subsistencia, los trabajadores aumentarán su número en virtud
de la propagación de la especie. Sin embargo, el crecimiento de la población no
puede continuar indefinidamente, porque una población mayor aumentaría la
carga que debe soportar el fondo de salarios. Así, es probable que las tasas de
salarios a largo plazo tiendan a los niveles de subsistencia.

¿Cuál de estas explicaciones representa la teoría de los salarios de Smith? De


hecho, todas ellas se derrumban a la vez; por lo menos, no son inconsistentes
entre sí. El tamaño del fondo de salarios explica el tamaño del total de pagos
salariales, mientras que las tasas salariales individuales o medias se explican por
las condiciones de oferta y demanda. A largo plazo, Smith considera que las tasas
de salario vienen determinadas por los costes de mantenimiento y reproducción de
los trabajadores. El salario natural es un salario de subsistencia, pero
“subsistencia” significa simplemente el pago mínimo que exigen los trabajadores
antes de estar dispuestos a tener hijos. En resumen, también el trabajo se
produce a costes constantes, de modo que la curva de oferta de trabajo a largo
plazo es horizontal para cualquier salario consistente con la noción de subsistencia
de Smith. A corto plazo, sin embargo, las tasas salariales pueden estar por encima
o por debajo del salario de equilibrio a largo plazo, porque la oferta y la demanda
a corto plazo pueden verse afectadas por acuerdos contractuales, accidentes de la
naturaleza, legislación, y así sucesivamente.

Incluso a largo plazo, la tendencia de los salarios puede ser creciente, porque una
mayor demanda de trabajo origina unos salarios medios más altos e induce un
incremento de la población, que tendrá lugar con un retraso temporal suficiente.

En otras palabras, en una economía en crecimiento, los aumentos de la oferta de


trabajo pueden producirse continuamente con un retraso respecto de los aumentos
de la demanda de trabajo.

Aparte de la cuestión del nivel agregado de salarios, Smith amplió la discusión de


las “diferencias salariales de equilibrio”, por las que se entienden las primas
salariales motivadas por ciertas condiciones de empleo. Mientras que el nivel
agregado de salarios es una variable macroeconómica importante, la noción de
diferencias salariales de equilibrio es una consideración macroeconómica
importante. Cantillon fue el primer autor que abordó el tema de una manera
sistemática. Trabajadores con una formación similar y situados de forma
semejante en los demás aspectos, sin embargo, ganarán más o menos según el
tiempo o el gasto invertido en la adquisición de sus habilidades, el riesgo y el
peligro del empleo, y el grado de confianza exigido a los empleados. Cantillon

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 104

iniciaba esta discusión con brevedad característica: los oficios que reclaman más
tiempo para perfeccionarse en ellos, o más habilidad y esfuerzo, deben ser,
naturalmente, los mejor pagados. Un ebanista hábil deberá recibir por su tarea un
precio más alto que un carpintero común, y un buen relojero más que un herrador.

Las artes y oficios que llevan consigo ciertos riesgos y peligros, como en el caso de
los fundidores, marineros, mineros de plata, etc, deben ser pagados en proporción
a dichos riesgos. Cuando, además de los peligros, se exige habilidad, la paga será
todavía más alta; tal ocurre con los pilotos, buzos, ingenieros, etc. Cuando se
precisa capacidad y confianza se paga todavía más caro el trabajo, como ocurre
con los joyeros, tenedores de libros, cajeros y otros (Ensayo, p. 24). Al respecto
sigue un breve resumen de sus principales puntos Según Smith:

• Los salarios varían en proporción inversa a lo grato del empleo. “El empleo
más detestable de todos, el de verdugo, está, en proporción a la cantidad de
trabajo realizado, mejor pagado que ningún otro”.

• Los salarios varían en proporción directa al costo de su aprendizaje. “La


educación en las artes y en las profesiones liberales aún es más larga y
costosa, la retribución pecuniaria de pintores y escultores, de abogados y
médicos, debe ser, por tanto, mucho más generosa, y así lo es en efecto”.

• Los salarios varían en proporción inversa a la continuidad del empleo. “Ningún


otro trabajo cualificado es más fácil de aprender que el de albañil, por lo tanto,
los altos salarios de estos trabajadores no son tanto la recompensa de su
habilidad como la compensación por la eventualidad del empleo”.

• Los salarios varían en proporción directa a la confianza que debe depositarse


en el empleado. “Los salarios de los orfebres y joyeros son, en todas partes,
muy superiores a los de los otros trabajadores, no sólo de igual, sino de mayor
habilidad, debido a los materiales preciosos que se les confían”.

• Los salarios varían en proporción inversa a la probabilidad de éxito. “Un


abogado que quizás a los cuarenta años empieza a obtener algo de su
profesión, debe recibir la retribución correspondiente no sólo a su larga y
costosa educación, sino a la de los otros veinte que nunca obtendrán nada de
ella”.

Beneficio e Interés

Sobre estos mismos factores que afectan a los salarios, Smith observó que los
beneficios sólo se ven afectados por el primero y el último, es decir, “lo agradable

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 105

o desagradable del empleo y el riesgo o seguridad que ofrece”. Smith consideró el


beneficio como un rendimiento del capital más que como una retribución del
empresariado, de modo que su teoría de los beneficios es anticuada para los
patrones contemporáneos. De hecho, Smith ofreció intuiciones útiles en el proceso
de obtención de beneficios, más que una teoría sobre cómo surgen los beneficios.

La principal característica de los beneficios, según Smith, es su incertidumbre: el


beneficio es tan fluctuante que ni siquiera la persona ocupada en un negocio
concreto puede estar siempre segura de cuál es su beneficio anual medio. Le
influyen no sólo cualquier variación de los precios de las mercancías de las que se
trate, sino la mejor o peor fortuna de sus competidores, de sus clientes, y los miles
de accidentes que pueden acaecer a las mercancías cuando estas se transportan
por mar, por tierra, o incluso cuando están almacenadas. Por tanto, el beneficio
varía no sólo de año en año, sino de día en día, incluso casi de hora en hora. Por
ello, precisar el beneficio medio de todos los sectores de un gran reino es mucho
más difícil, y juzgar lo que ha podido suceder previamente o en periodos remotos
de tiempo, con algún grado de precisión, es totalmente imposible (La Riqueza de
las Naciones, p. 170).

Por lo tanto, lo que Smith sugería es que en la medición de los beneficios


agregados, el interés debe considerarse como un sustituto del beneficio. Smith
definió el beneficio como “ingreso derivado del stock (es decir, capital) por la
persona que lo administra o emplea”, mientras que el interés lo define como
ingreso derivado del capital “por la persona que no lo emplea ella misma, sino
que lo presta a otra”. La concepción que tiene Smith del beneficio aparece como
la suma de dos pagos: un rendimiento por el capital adelantado, y una
compensación por el riesgo. El interés solo no puede explicar la totalidad del
beneficio, aunque es una buena indicación del mismo. Así, en palabras de Smith:
...de acuerdo con ello podemos afirmar que, a medida que la tasa de interés del
mercado varié en cualquier país, los beneficios del capital también variarán,
decrecerán conforme aquélla decrezca, y aumentarán cuando aquélla aumente.

En definitiva, las oscilaciones del interés pueden orientarnos sobre las variaciones
del beneficio (La Riqueza de las Naciones, p. 117).

Aparte de lo anterior, Smith añadió ciertos dictámenes a los conceptos de beneficio


e interés. “El más bajo tipo de beneficio corriente”, afirmó “debe ser siempre algo
mayor que lo suficiente para compensar las pérdidas ocasionales a las que
cualquier empleo de capital está sometido. Sólo esta diferencia puede
considerarse como beneficio neto o puro”. Del mismo modo, Smith declaró que
“el tipo de interés corriente mas bajo deber ser algo mas que suficiente para
compensar las pérdidas ocasionales a las que los prestamos, incluso con una

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 106

prudencia aceptable, están expuestos. Si no fuera mayor, la caridad o la amistad


serian los únicos motivos para prestar” (La Riqueza de las Naciones, p.178).

También aclaró los efectos que la competencia tendría probablemente sobre los
beneficios: el aumento del capital, que eleva los salarios, tiende a disminuir el
beneficio cuando los capitales de muchos ricos comerciantes se invierten en la
misma actividad, la competencia mutua disminuye sus beneficios, y cuando existe
un aumento del capital en todas las diferentes actividades de una misma sociedad,
la competencia mutua debe producir un efecto similar en todas ellas (La Riqueza
de las Naciones, p. 170). Generalmente se acepta que Smith consideró el
beneficio como un residuo o excedente, tal vez porque éste fue el sentido que
adoptó el principal discípulo de Smith en Gran Bretaña, David Ricardo. Sin
embargo, el siguiente extracto del capítulo de Smith sobre los beneficios desafía
esta sabiduría convencional.

En realidad, los beneficios elevados tienden mucho más que los salarios altos a
elevar el precio de la obra. Nuestros comerciantes y fabricantes se quejan mucho
de los malos efectos de los salarios altos porque elevan el precio, disminuyendo en
consecuencia sus ventas tanto en el interior como en el extranjero. Pero no dicen
nada en cuanto los malos efectos de los altos beneficios (La Riqueza de las
Naciones, p. 180).

Si, efectivamente, el beneficio es un residuo, parece improbable que pueda ser un


determinante del precio, como sugiere el pasaje anterior. Pero dejaremos que el
lector determine lo que dijo realmente Smith en materia de beneficio. Sin
embargo, volveremos sobre el tema del beneficio y de la acumulación de capital
cuando examinemos el anteproyecto de Smith para el crecimiento
macroeconómico.

Renta

La discusión de la renta en Smith, depende de tres factores: primero los


elementos de monopolio, segundo la idea del excedente residual, y tercero costos
alternativos “la renta de la tierra”, declaró Smith, es un precio de monopolio. No
guarda proporción alguna con lo que el propietario pueda haber invertido en su
mejora, ni con la rentabilidad de la tierra, sino con lo que el colono puede dar”,
(La Riqueza de las Naciones, p. 224).

Smith definió la renta simplemente como “el precio que se paga por el uso de la
tierra”. La suma de la renta anual se determina generalmente mediante un
acuerdo contractual entre el propietario y el arrendatario, en el que el Propietario
tiene la ventaja, y de ahí que la renta se considere un rendimiento de monopolio.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 107

Smith escribió: el propietario, cuando se estipulan las condiciones del


arrendamiento, procura dejar al colono sólo aquella porción del producto que es
suficiente para mantener el capital que proporciona la simiente, retribuye el
trabajo y compra y mantiene el ganado y otros instrumentos de labor, junto con
los beneficios ordinarios del capital destinado en la labranza en la región.

Evidentemente, esto es lo menos con lo que puede contentarse un colono para no


perder, y el propietario no suele entregarle nada más (La Riqueza de las Naciones,
p. 223).

Otros elementos de monopolio implicados en la determinación de la renta incluyen


la fertilidad y la localización. Así, la tierra más adecuada para un producto
concreto puede disfrutar de un monopolio, como el de las grandes regiones
productoras de vino de la Cóte-d'Or francesa o los distritos de la Champagne. En
este caso, Smith advirtió que la cantidad de tierra dedicada a la producción de vino
era demasiado pequeña para satisfacer la demanda efectiva, de manera que el
precio de mercado de los vinos franceses era mayor que su precio natural. “En
este caso y sólo en él”, argumentó Smith, “el excedente del precio, una vez
pagados los gastos de cultivo e inversiones, puede no guardar una proporción con
el mismo excedente en las tierras de pastos y cereales, sino ser superior en cierto
grado; en ese caso la mayor parte de dicho excedente incrementará la renta del
terrateniente”. (La Riqueza de las Naciones, p. 234).

La renta, en la visión de Smith, es claramente un pago residual. Es la parte del


producto anual que queda después de cubrir todos los demás costes de
producción, incluyendo el beneficio ordinario. Como tal, la renta, más que
determinar el precio, viene determinada por él. En las propias palabras de Smith,
la renta “entra en la composición del precio de las mercancías de manera distinta
a como lo hacen los salarios y el beneficio. Salarios y beneficios altos o bajos son
la causa de precios altos o bajos; una renta alta o baja es la consecuencia del
precio”. (La Riqueza de las Naciones, p. 225).

Finalmente, Smith sostenía que las rentas diferenciales pueden explicarse sobre la
base de los costes alternativos. En Europa el grano es el principal producto
agrícola que sirve inmediatamente como alimento del hombre. Por ello, y con
excepción de algunas situaciones particulares, la renta de las tierras cerealistas
regula en Europa la de otras tierras cultivadas. Si en un país el alimento vegetal
más corriente y preferido por el pueblo se obtuviese de una planta que, en la tierra
más común, rindiese una cantidad mayor que la que de trigo produce la tierra más
fértil, la renta del propietario sería necesariamente mucho mayor (La Riqueza de
las Naciones, pp. 237-238). En otras palabras, la renta de la tierra dedicada a un

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 108

uso concreto dependerá en gran medida de la productividad de la tierra en su


mejor uso alternativo.

4.1.3 La Macroeconomía de Smith: Anteproyecto del Crecimiento


Económico

La Riqueza de las Naciones también contiene la famosa discusión de la división del


trabajo, que constituye el punto de partida de la teoría del crecimiento económico
de Smith. Esta teoría tiene que construirse en este punto, porque todos sus
elementos esenciales no van a encontrarse en ninguna otra parte de La Riqueza de
las Naciones. Lo que sigue es una visión general de la teoría I del crecimiento
económico de Smith.

División del Trabajo

Joseph Schumpeter ha observado que para Adam Smith la división del trabajo
“(es) prácticamente, el único factor del progreso económico”. (Historia del
análisis económico, p. 229). Aunque esta valoración tiende a ser un tanto
exagerada, no está fuera de lugar. La discusión de la división del trabajo que
realiza Smith en el Libro 1, proporciona un análisis excepcionalmente lúcido de las
ganancias de la especialización y el intercambio: principios sobre los que descansa
la teoría de los mercados.

En un pasaje citado con mucha frecuencia, Smith describe las ganancias de la


especialización y de la división del trabajo en una fábrica de alfileres: un
trabajador sin adiestramiento en esta tarea y que no esté acostumbrado al manejo
de la maquinaria que en ella se emplea por más que trabaje apenas podrá hacer
un alfiler en un día y, desde luego, no podrá hacer veinte. Pero dada la forma en
que esta tarea se ejecuta hoy día, no sólo la fabricación misma constituye un oficio
particular, sino que además está dividida en un cierto número de ramas, de las
cuales la mayoría constituyen a su vez oficios particulares. Un hombre estira el
alambre, otro lo endereza, un tercero lo corta, un cuarto lo afila, un quinto lima el
extremo donde irá la cabeza; hacer la cabeza requiere dos o tres operaciones
distintas, ponerla es un trabajo especial, y esmaltar los alfileres otro; de este
modo, la importante tarea de hacer un alfiler se divide en unas dieciocho
operaciones distintas, ejecutadas por distintos obreros en algunas fábricas,
mientras que en otras un mismo hombre ejecutará dos o tres. He visto una
pequeña fábrica de este tipo donde sólo trabajaban diez hombres y (cada uno
fabricaba) cuatro mil ochocientos alfileres por día. Pero si hubiesen trabajado
separada e independientemente, y sin que ninguno de ellos hubiese sido educado
para esta tarea particular, seguro que no podrían haber hecho veinte, y ni siquiera
un solo alfiler al día (La Riqueza de las Naciones, pp. 85-86).

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 109

Smith concluyó que la división del trabajo tiene tres ventajas, cada una de las
cuales lleva a una mayor riqueza económica: primero un aumento de la habilidad y
destreza de cada trabajador, segundo un ahorro de tiempo, y tercero la invención
de maquinaria. Esta última ventaja resulta de la concentración de la atención del
individuo en un objeto particular, a causa de la división del trabajo. Como dijo
Smith: “los hombres son más propensos a descubrir métodos más fáciles y
expeditos para alcanzar un objetivo cuando toda la atención de sus mentes está
concentrada en un objeto, que cuando se disipa entre una gran variedad de cosas”
(La Riqueza de las Naciones, p. 90).

Riqueza, Renta y Trabajo Productivo e Improductivo

Como se observó antes, Smith discrepaba abiertamente de los mercantilistas sobre


la naturaleza de la riqueza de un país. Observó que el alto valor de los metales
preciosos no prueba la pobreza y atraso de un país determinado, sólo prueba la
esterilidad de las minas, que en ese momento, abastecían al mundo comercial, (la
Riqueza de las Naciones, p. 315). Para Smith la riqueza nacional no se medía por
el valor de los metales preciosos, sino por “el valor de cambio del producto anual
de la tierra y el trabajo del país”. Así, Smith entendía por “riqueza nacional”
esencialmente lo mismo que los economistas actuales entienden por “renta
nacional”.

Pero Smith consideraba que la esencia de la riqueza era la producción de bienes


físicos solamente, y esto llevó en el Libro 11 a su desafortunada distinción entre
trabajo productivo e improductivo. Según esta distinción, el trabajo productivo es
el que produce un bien tangible que posee un valor de mercado. El trabajo
improductivo, por otra parte se traduce en la producción de cosas intangibles,
como los servicios prestados por los artistas o los profesionales. Smith
caracterizaba su propio producto (como docente), como esencialmente
improductivo, puesto que no resultaba en bienes tangibles que se vendieran en el
mercado. También incluyó en esta categoría los servicios de abogados, médicos y
otros trabajadores orientados hacia el sector de los servicios.

Esta distinción de Smith ha sido tratada muy injustamente. Por supuesto, es


absurdo caracterizar las industrias de servicios como improductivas simplemente
porque no producen bienes tangibles. No obstante, Smith apuntaba a la distinción
entre aquellas actividades que aumentan la inversión agregada neta,
contribuyendo de este modo a la finalidad del crecimiento económico, y aquellas
actividades que satisfacen meramente las necesidades de las familias. Esta última
distinción es perfectamente válida en la teoría económica, aunque la terminología
elegida por Smith es errónea. Hay que advertir que Smith no consideró inútiles a

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 110

los trabajadores improductivos; simplemente no consideró que sus actividades


fomentasen el objetivo del crecimiento económico.

El Papel del Capital

Aunque la división del trabajo (que Smith consideraba una tendencia inherente en
la sociedad) pone en marcha el proceso de crecimiento, es la acumulación de
capital la que lo mantiene. Los elementos clave del proceso de crecimiento son la
naturaleza, la acumulación y el empleo del stock. Por “stock”, Smith entendía lo
que en términos modernos es riqueza, una parte de la cual (o toda) se reserva
para el consumo y otra puede reservarse para producir una renta adicional, por
medio de la inversión. Cuanto mayor sea esta última proporción, mayor será el
potencial de crecimiento de cualquier nación. Hay que recordar que la
acumulación de capital amplía el fondo de salarios, lo que a su vez permite que un
mayor número de trabajadores se incorpore a la actividad productiva,
incrementando de este modo el tamaño del producto nacional.

Los trabajadores agotan el fondo de salarios a lo largo del tiempo, a medida que
obtienen del mismo los adelantos necesarios para su subsistencia durante el
proceso de producción. Sin embargo, al final del período de producción, los bienes
producidos se venden, ordinariamente con un beneficio, de manera que se repone,
e incluso aumenta, el stock de bienes salariales (capital), por la suma que
representa el beneficio obtenido. De este modo, a través de la acumulación del
beneficio, el stock de capital crece a lo largo del tiempo, sosteniendo así un mayor
número de trabajadores y un mayor producto en el siguiente período de
producción.

4.2 EL PRINCIPIO DE UTILIDAD EN LA ECONOMÍA CLASICA: JEREMY


BENTHAM

Desde un punto de vista de la política, el principio de utilidad (egoísmo) se ha


interpretado de dos maneras distintas. Una de ellas descansa en la creencia en
una identidad natural de intereses, y la otra en la creencia en una identidad
artificial de intereses. Adam Smith defendió la tesis de la identidad natural, que
depositaba una gran confianza en el orden natural y la armonía. Él creía que los
egoísmos individuales de la naturaleza humana se armonizan espontáneamente en
una economía libre; en consecuencia, su prescripción básica promovía
esencialmente una política de laissez faire. Bentham, sin embargo, tomó un
rumbo diferente. Aún admitiendo que los individuos son sobre todo egoístas,
Bentham negaba cualquier armonía natural de los egoísmos. El delito, por
ejemplo, brinda un caso de comportamiento egoísta que viola el interés público. El

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 111

mismo hecho de la existencia del delito constituía para Bentham la prueba


suficiente de que la armonía natural no existe.

Por tanto, el principio central de la filosofía de Bentham era que el interés de cada
individuo debe identificarse con el interés general, y que la tarea del legislador
consistía en producir esta identificación a través de la mediación directa. Así,
Bentham adoptó en primer lugar el principio de utilidad en forma de un marco de
identidad artificial de intereses. Su doctrina fue conocida como utilitarismo.

A primera vista, la doctrina de Bentham muestra un parecido con la antigua


filosofía griega del hedonismo, que también sostenía que el deber moral se
satisface en el disfrute de los intereses que buscan el placer. Pero el hedonismo
prescribe acciones individuales sin referencia a la felicidad general. El utilitarismo
añadió al hedonismo la doctrina ética de que la conducta humana tenía que ser
dirigida hacia la maximización de la felicidad del mayor número de gente. “La
mayor felicidad para el mayor número”, era la consigna de los utilitaristas, los que
participaban de la filosofía de Bentham. Entre ellos había personalidades como las
de Edwin Chadwick y la combinación de padre-e-hijo que formaban James y John
Stuart Mill. Este grupo defendía la legislación, más sanciones sociales y religiosas
que castigasen a los individuos que perjudicaran a otros al perseguir su propia
felicidad.

Bentham defendió su principio de la forma siguiente: por el principio de utilidad se


entiende aquel principio que aprueba o desaprueba toda acción según la tendencia
que demuestre tener para aumentar o disminuir la felicidad de la parte cuyo
interés está en juego no sólo de cada una de las acciones de un individuo privado,
sino de toda acción de gobierno (Principles of Morals and Legislation, p. 17).

Lo que es digno de notarse en esta declaración es la mínima distinción que hizo


Bentham entre moral y legislación. La misión que se asignó a sí mismo era la de
dotar de carácter científico, en el sentido newtoniano, a la teoría de la moral y la
legislación. Así como la física revolucionaria de Newton giraba alrededor del
principio de atracción universal (es decir, la gravedad), la teoría de la moral de
Bentham giraba sobre el principio de utilidad. La influencia indirecta de Newton
sobre las ciencias sociales también se dejó sentir de otras formas. El siglo XIX fue
un siglo que tuvo pasión por la medición. En las ciencias sociales, Bentham
cabalgó la cresta de esta nueva ola. Si el placer y el dolor podían medirse en
algún sentido objetivo, entonces cada acto legislativo podía juzgarse en base a
consideraciones de bienestar. Este logro exigía una concepción del interés
general, que Bentham estaba dispuesto a proporcionar.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 112

Según Bentham, el interés general de la comunidad se mide por la suma de los


intereses individuales en la comunidad. El planteamiento utilitarista era
democrático e igualitario. No importaba que uno fuera un pobre o que fuera el
rey: cada uno de los intereses individuales tenía que tener el mismo peso en la
medición del bienestar general. Así, si algo añade más al placer de un campesino
de lo que quita a la felicidad de un aristócrata, es deseable desde el punto de vista
utilitarista. Asimismo, si una acción gubernamental de cierto tipo aumenta la
felicidad de la comunidad más de lo que disminuye la felicidad de algún sector de
la misma, la intervención, por lo mismo, queda justificada.

Todo esto presupone una especie de “aritmética moral”, que Bentham consideró
análoga a las operaciones matemáticas requeridas por la física newtoniana. Sin
embargo, no todas las operaciones de aritmética moral son de la misma clase. Los
valores de los diferentes placeres se suman para los individuos, pero el valor de un
placer dado debe multiplicarse por el número de gente que lo experimenta, y los
diversos elementos que forman el valor de cada placer también tienen que
multiplicarse mutuamente. Una faceta económica singular de esta teoría del
bienestar radica en la elección que hace Bentham del dinero como medida del
dolor y del placer. Por supuesto, el dinero está sujeto a la utilidad marginal
decreciente a medida que se adquiere en cantidades progresivamente mayores, lo
que Bentham reconoció, aunque no exploró el principio marginalista tan a fondo
como hicieron algunos de sus sucesores. En otras palabras, Bentham fue más un
utilitarista que un marginalista.

Por lo tanto, no tomó parte en la revolución de la utilidad marginal que reorientó la


teoría general del valor, aunque influyó en William Stanley Jevons que participó en
la llamada revolución.

4.2.1 El Cálculo de la Felicidad

El intento de Bentham para medir el bienestar económico en sentido científico,


tomó la forma de cálculo de la felicidad, o suma del placer y del dolor colectivos.

Ya en 1780, en su lntroduction to the Principies of Morals and Legislation (p. 30),


Bentham describía las circunstancias en las que tenían que medirse los valores del
placer y del dolor. Para la comunidad, se componían de los siete factores
siguientes:

• La intensidad del placer y del dolor.


• Su duración.
• Su certeza o incertidumbre.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 113

• Su proximidad o lejanía.
• Su fecundidad, o la posibilidad de que las primeras sensaciones fuesen
seguidas de otras de la misma clase (es decir, placer seguido de más placer, o
dolor seguido de más dolor).
• Su pureza, o la posibilidad de que las primeras sensaciones no fuesen seguidas
de otras de la clase opuesta (por ejemplo, el parto tiene un bajo índice de
pureza, porque representa una mezcla de dolor y de placer).
• Su extensión, esto es, el número de gente afectada.

Bentham reconocía que la quinta y sexta circunstancias no constituyen


propiedades inherentes del dolor y del placer en sí mismas, sino sólo del acto que
produce placer o dolor. En consecuencia, sólo entran en los cálculos de la
tendencia de cualquier acto o acontecimiento que afecte a la comunidad.

4.2.2 Cálculos del Bienestar

Bentham también explicó detalladamente el mecanismo por medio del cual debían
efectuarse los cálculos de bienestar. “Entonces, para hacer un cálculo exacto de la
tendencia general de cualquier acto que afecte a los intereses de la comunidad”,
exhorta a “proceder como sigue”: comiéncese con cualquier persona de aquellas
cuyos intereses parecen afectados de forma más directa por él (acto); y hágase
un cálculo:

• Del valor de cada placer identificable que parezca producido por él en primer
lugar.
• Del valor de cada dolor que parezca producido por él en primer lugar.
• Del valor de cada placer que parezca producido por él después de la primera
sensación. Esto constituye la fecundidad del primer placer y la impureza del
primer dolor.
• Del valor de cada dolor que parezca producido por él después de la primera
sensación. Esto constituye la fecundidad del primer dolor y la impureza del
primer placer.
• Súmense todos los valores de todos los placeres por una parte y los de todos
los dolores por otra. El saldo, si es favorable al placer, nos dará la tendencia
buena del acto en conjunto, con respecto a los intereses de ese individuo; si es
favorable al dolor (dará) la tendencia mala del acto en conjunto.
• Realícese un cálculo del número de personas cuyos intereses parecen estar
implicados, y repítase el proceso anterior con respecto a cada uno. Súmense
los números que expresan los grados de la tendencia buena en relación con el

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conjunto: hágase de nuevo con respecto a cada individuo, en relación con el


cual la tendencia sea mala en su conjunto. Hágase balance: que, si es
favorable al placer, dará la tendencia buena general del acto y si es favorable al
dolor (dará) la tendencia mala general con respecto a la misma comunidad
(Principles of Morals and Legislation, pp. 30-31).

Anticipando probablemente una crítica de la impracticabilidad de su teoría del


bienestar, Bentham admitía que no esperaba que se realizase el cálculo de la
felicidad después de cada juicio moral o disposición legislativa. Pero exhortaba a
los legisladores y administradores a tener siempre presente la teoría, porque
cuanto más avanzase el proceso real de evaluación, más cerca se encontraría de
una medida exacta.

Evaluación del Utilitarismo

Hay varias dificultades analíticas y prácticas en la teoría de la medición del


bienestar de Bentham, algunas de las cuales reconoció, ignorando otras. Uno de
los muchos problemas a los que Bentham tuvo que enfrentarse era el de las
“comparaciones interpersonales” de utilidad. La felicidad de un hombre, para
parafrasear un viejo tópico, puede ser veneno para otro hombre. El hecho de que
diferentes individuos tengan gustos diferentes, rentas diferentes, objetivos y
ambiciones diferentes, etc, hace que las comparaciones de utilidad (ganada o
perdida) entre individuos sean ilegítimas, en relación con cualquier criterio
objetivo. Bentham admitía esta dificultad, pero consideraba que había que realizar
tales comparaciones, o la reforma social sería imposible. Por lo tanto, su teoría del
bienestar tiene un contenido subjetivo (es decir, normativo).

Otro problema de la teoría del bienestar de Bentham se refiere a la ponderación, si


es que existe alguna, de los placeres cualitativos. ¿Debían recibir los placeres de
la mente, por ejemplo, más o menos énfasis que los placeres del cuerpo?,
Bentham fue incapaz de resolver esta cuestión, aunque era consciente de la
dificultad. Como tantos economistas posteriores, recurrió al dinero como la mejor
medida disponible de la utilidad, aunque las medidas monetarias no registran
siempre los cambios cualitativos de un modo inequívoco.

Un defecto de la teoría del bienestar de Bentham, del que aparentemente no tuvo


conciencia, se refiere a la dificultad lógica que los economistas llaman falacia de
composición. Esta falacia afirma que si algo es cierto en relación con una parte,
también lo es en relación con el todo. Con referencia a Bentham, hay una falacia
lógica en la afirmación de que el interés colectivo es la suma de los intereses de
los individuos. Aunque la afirmación puede ser cierta en muchos casos, no lo es
necesariamente en todos.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 115

Un sencillo ejemplo puede servir para ilustrar este punto. Probablemente es de


interés general, en los Estados Unidos, que todo automóvil esté equipado con
todos los mecanismos de seguridad posibles. Sin embargo, una mayoría de
compradores de automóviles no está dispuesta a pagar el coste de tales equipos,
en forma de precios más altos de los coches. En este caso, el interés colectivo no
coincide con la suma de los intereses individuales. El resultado constituye un
dilema legislativo y económico. En otras palabras, el supuesto básico de Bentham,
en relación con la medición del bienestar, puede llevar a estimaciones imprecisas
del bienestar general.

En un terreno puramente filosófico, la visión de Bentham sobre la naturaleza


humana es esencialmente pasiva: la gente se ve “empujada” por la búsqueda
del placer y la huida del dolor. De ahí que no existan motivos “malos” o
deficiencias “morales”; sólo hay “malos” cálculos respecto del placer y del dolor.

Bentham no pensaba que fuese erróneo hacer un mal cálculo; se podía ser
estúpido, pero probablemente la estupidez podía corregirse por medio de la
educación. Efectivamente, el utilitarismo insistió mucho en la educación como
medio de reforma social.

El utilitarismo es demasiado estrecho en su aproximación al comportamiento


humano. Hay muy poco espacio, o no lo hay en absoluto, para otros motivos de
comportamiento que no sean la persecución del placer y la huida del dolor. Pero
Bentham pensaba que el cálculo de la felicidad era una teoría útil, aunque no fuese
original, a pesar de sus dificultades inherentes. Los cálculos individuales de placer
y de dolor pueden hacerse inconscientemente, y, sin embargo, existen, afirmaba
Bentham. “En todo esto”, decía, “no hay nada más que la práctica de la
humanidad, que dondequiera que tenga una visión clara de su propio interés se
conforma perfectamente con él” (Principies of Morals and Legislation, p. 32).

La búsqueda, por parte de Bentham, de una medida cuantitativa exacta de la


utilidad tenía que ser infructuosa, por supuesto. Aún en la actualidad, los
economistas del bienestar no han podido resolver nunca el problema de las
comparaciones interpersonales de utilidad de manera que pudiesen deducirse
criterios verdaderamente objetivos en los que basar las decisiones de bienestar.

No obstante, la influencia de la filosofía de Bentham se manifestó a través de


James Mill, un adepto al utilitarismo, sobre su hijo John Stuart, particularmente en
el área de la reforma social y lo que es más importante para la historia del análisis
económico, el cálculo de la felicidad proporcionó un punto de partida para las
intuiciones más profundas de Jevons en la teoría del comportamiento del
consumidor basada en la utilidad marginal.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 116

La influencia de Bentham sobre la política económica fue especialmente profunda


en las primeras décadas después de su muerte, cuando Edwin Chadwick y John
Stuart Mill mantuvieron alta la bandera de la reforma utilitarista. Su aproximación
a la economía, sin embargo, sigue siendo influyente en la actualidad, habiendo
servido para inspirar las ampliaciones contemporáneas de la teoría neoclásica, en
áreas como las de la economía del delito y la economía de la licitación del derecho
de votar.

En un sentido general, Bentham demostró ser el innovador magistral de las


reformas institucionales y administrativas diseñadas para cambiar los incentivos
económicos de acuerdo con la voluntad general.

4.3 EL PRINCIPIO DE LA POBLACIÓN EN LA ECONOMÍA CLÁSICA:


THOMAS MALTHUS

Si el principio de utilidad era una piedra angular de la economía clásica, el principio


de la población fue otra. El autor que dio a la teoría clásica de la población su
formulación definitiva fue Thomas Robert Malthus (1766-1834). John Maynard
Keynes le llamó “el primero de los economistas de Cambridge”, porque fue en
Cambridge donde Malthus se distinguió como alumno del Jesús College. Allí,
Malthus se preparó para una carrera ministerial. A pesar de una palatosquisis
congénita, ganó premios por sus declamaciones en griego, latín e inglés. Se
graduó en 1788 y recibió órdenes sagradas en el mismo año, pero siguió en
Cambridge; como fellow hasta 1804, en que se casó y, por lo mismo, tuvo que
renunciar a su cargo, según las reglas del College.

El título completo del Ensayo sugiere el motivo que subyace en él, Malthus
reaccionaba contra el optimismo extremo de los filósofos Godwin y Condorcet.

Inspirados por la euforia política de la Revolución Francesa, estos dos filósofos


pronosticaron la eliminación de los males sociales. Describieron una sociedad libre
de la guerra, el delito, el gobierno, la enfermedad, la angustia, la melancolía y el
resentimiento, en la que todo hombre buscaría el bien de los demás. La respuesta
de Malthus a la visión de Godwin y Condorcet parece, en visión retrospectiva,
sencillamente decepcionante: afirmó que la capacidad biológica del hombre para
reproducirse, cuando no se ve limitada, supera los medios físicos de subsistencia y,
en consecuencia, imposibilita la perfectibilidad de la sociedad humana.

El primer Ensayo se construyó en gran medida en la propia cabeza de Malthus,


después, y en parte a causa del furor que generó, comenzó a rellenar con algunos
datos empíricos el esqueleto de su teoría. El Ensayo tuvo sucesivas ediciones en

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 117

1803, 1806, 1807, 1817 y 1826. Finalmente, culminó en A Summary View 01 the
Principie 01 Population, publicado en 1830. A pesar de las numerosas
modificaciones introducidas en sus diversas ediciones, sin embargo, el principio
esencial del primer Ensayo no varió.

4.3.1 Esbozo de la Teoría

Malthus basó su principio de la población en dos proposiciones. La primera


afirmaba que “la población, cuando no se ve limitada, aumenta en progresión
geométrica, de tal modo que se dobla cada veinticinco años” (A Summary View, p.
238). Malthus intentó añadir precisión a este principio, basándolo en la
experiencia de la población en los Estados Unidos. Sin embargo, las estadísticas
disponibles no eran fiables y proporcionaban un escaso respaldo empírico al primer
postulado de Malthus. En consecuencia, tuvo el cuidado de indicar que la
duplicación de la población cada veinticinco años no era ni la tasa de crecimiento
máxima de la población, ni era siempre necesariamente la tasa real. Pero Malthus
afirmó claramente la existencia de una tasa de crecimiento potencial de la
población que aumentaba en progresión geométrica.

A modo de contrapeso del primer postulado, estaba el segundo: en las


circunstancias más favorables, los medios de subsistencia (es decir, la oferta de
alimentos) posiblemente no pueden aumentar más que en progresión aritmética.

La precisión que Malthus prestó a esta segunda afirmación fue desafortunada,


dado que la progresión aritmética de la oferta de alimentos no venía respaldada
por los hechos, ni siquiera en la forma aproximada que se daba en la primera
afirmación. No obstante, la yuxtaposición de los dos primeros postulados llevaba
al reconocimiento de la evidente discrepancia entre el crecimiento potencial de la
población y la oferta de alimentos. En las propias palabras de Malthus: “la
capacidad de crecimiento de la población es tan superior, que el aumento de la
especie humana sólo puede mantenerse al nivel de los medios de subsistencia
mediante la acción constante de la terrible ley de la necesidad, que actúa como un
freno sobre la mayor capacidad de reproducción” (A Summary View, p. 21).

Este dilema de la población planteaba una cuestión teórica y una cuestión práctica;
la cuestión teórica se centraba en la identificación de los frenos reales del
crecimiento de la población; la cuestión práctica se refería a las soluciones del
problema, es decir, qué frenos debían ser estimulados más que otros. Malthus
discutió ambas cuestiones, comenzando con el problema de la identificación.

Frenos positivos y preventivos. El freno último del crecimiento de la población es


la oferta limitada de alimentos. Pero hay otros, y Malthus los clasificó en frenos

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 118

positivos y frenos preventivos. Los primeros, como la enfermedad, aumentan la


tasa de mortalidad, mientras que los últimos, como la anticoncepción, disminuyen
la tasa de natalidad. El propio Malthus no favoreció ni la anticoncepción ni el
aborto como medios prácticos para limitar el crecimiento de la población. En una
condena cuidadosamente mesurada del último, describió el aborto como “un arte
indecoroso para ocultar las consecuencias de una unión irregular”.

La significación de la contribución de Malthus radica en su capacidad de presentar


la tendencia procreativa y los frenos a la misma dentro de una estructura teórica
que concentra la atención en las fuerzas que tienden a modificar el número de
personas sobre la Tierra.

Como teoría, el principio de población nos dice que ésta aumentará siempre que el
efecto acumulativo de los diversos frenos sea menor que el de la procreación, que
disminuirá siempre que el efecto acumulativo de los frenos sea mayor que el de la
procreación y que permanecerá invariable siempre que los efectos combinados de
los frenos y de la procreación se compensen.

4.3.2 Limitaciones Teóricas

Aunque la teoría del equilibrio monetario es completamente general, el propio


Malthus tendió a considerar el resultado de la lucha entre la población y la oferta
de alimentos como algo que llevaría inevitablemente a una economía de
subsistencia. Esta opinión fue desafortunada por dos razones: primero como
profecía se ha mostrado errónea en muchos casos, y segundo no es en absoluto
inherente a la estructura teórica ideada por Malthus.

Por una parte, la teoría de la población de Malthus es neutral con respecto a los
supuestos y a las conclusiones. Dados unos factores empíricos relevantes para el
cuadro 6.1, la teoría es capaz de explicar todas las variaciones de la población:
crecimiento, de población o estancamiento. Por otra parte, Malthus infirió el hecho
de que se pudiera llegar realmente a una economía de subsistencia porque la
tendencia a procrear dominaría de hecho el efecto acumulativo de los frenos en
acción. Malthus afirmaba que esta consecuencia era inevitable, aunque, de hecho,
las economías avanzadas del mundo han hecho mucho para evitarlo.

Como teoría, ¿es inválido el principio de la población de Malthus? No


necesariamente, porque su estructura teórica es perfectamente capaz de
proporcionar conclusiones generales relativas a la población y a la subsistencia
para economías diferentes en distintos períodos históricos. Lo que se requiere
para que una teoría sea operativa en un sentido predictivo, sin embargo, es que

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una información fiable sobre la magnitud de las tendencias confiera relevancia a la


teoría.

También se puede achacar a Malthus que pasase por alto otros frenos que pueden
evitar su conclusión pesimista. En primer lugar, no consiguió separar,
conceptualmente, sexo y procreación. Con todo, en un mundo de técnicas
modernas de control de nacimientos y otros mecanismos de planificación familiar,
esta distinción se hace con frecuencia. Muchas familias limitan el número de sus
vástagos por razones que no son financieras, por ejemplo, un deseo de libertad
personal y movilidad o una carrera. No puede descartarse el “motivo estético” en
el control de nacimientos: demasiados niños pueden perjudicar el aspecto, la
comodidad y el bienestar de la madre. Estos frenos adicionales son capaces de
reducir la disparidad entre la multiplicación de la especie y el crecimiento de la
oferta de alimentos.

Un defecto más grave de la teoría de la población de Malthus fue su tendencia,


compartida por otros autores clásicos, a subestimar el progreso de la tecnología
agrícola. En el Ensayo ya se insinúa que la agricultura está sujeta a rendimientos
decrecientes, un tema que Malthus ampliaría más adelante en su teoría de la
renta.

Sin embargo, como ley económica, los rendimientos decrecientes rigen sólo en un
estado constante de la tecnología. Y en las economías avanzadas, el rápido
progreso de la tecnología ha logrado ahuyentar el espectro malthusiano. Por
supuesto, esto no niega la amenaza, auténticamente real, de la subsistencia en el
mundo subdesarrollado. Allí, el espectro malthusiano se presenta como una
auténtica amenaza para los objetivos prácticos del crecimiento y desarrollo
económicos.

4.4 EL SISTEMA RICARDIANO

Ricardo tuvo un impacto mucho mayor que Malthus sobre la futura dirección de la
teoría económica. Pero como antagonistas teóricos, cada uno de ellos jugó un
papel importante en el desarrollo del sistema analítico del otro. Malthus vio un
vínculo estrecho y directo entre el nivel general de salarios y el precio del grano.

Argumentó en favor de las Leyes de Granos, porque pensó que la libre importación
de granos reduciría los precios interiores del cereal (y de los salarios) y
precipitaría una depresión. Para Ricardo, sin embargo, las Leyes de Granos
significaban un aumento de salarios y una disminución de los beneficios, y de este
modo, menos acumulación de capital y el fin del crecimiento económico.

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Respondiendo a Malthus, Ricardo construyó un argumento muy ingenioso,


alrededor de la teoría del valor trabajo.

4.4.1 La Teoría del Valor Trabajo

¿Empírica o analítica? Pocos conceptos erróneos en la historia de la economía se


han perpetuado tan extensamente como el que se refiere a la teoría del valor de
Ricardo. La interpretación de la teoría que ha persistido es la de una estricta e
intransigente teoría del valor trabajo. Sin embargo, en los escritos de Ricardo hay
poco o nada en favor de esta interpretación. Es irónico que no fueran los críticos
de Ricardo (por ejemplo, Malthus y Samuel Bailey), sino sus ardientes discípulos,
los principales responsables de esta interpretación errónea. Nosotros preferimos
caracterizar la teoría del valor de Ricardo como una teoría del “coste real”, en la
que, sin embargo, el trabajo es el factor (empírico) más importante.

El problema central planteado por Ricardo en sus Principios de economía política y


tributación era ver cómo se producen los cambios en las proporciones relativas de
la renta correspondientes a la tierra, al trabajo y al capital, y el efecto de estos
cambios sobre la acumulación de capital y el crecimiento económico. La
determinación de la renta era una parte integral de este problema, por supuesto.

Pero toda teoría de la distribución de la renta tiene que descansar en una teoría
del valor, y Ricardo procedió a modificar la teoría del valor de Smith para su propio
uso. En particular, Ricardo apreciaba ciertas deficiencias en la doctrina de Smith
sobre el “valor natural”. Según Smith, un aumento en el precio de un factor (por
ejemplo, los salarios) aumentaría el precio de los bienes producidos por aquel
factor (trabajo).

Para Ricardo, éste era un análisis superficial, especialmente si el cambio en el valor


era más que un cambio en el nivel nominal de precios.

Ricardo pensó que, con determinadas modificaciones, la teoría del valor trabajo
proporcionaba la mejor explicación general de los precios relativos, y que la
limitación de la teoría del trabajo a una “economía primitiva”, como hacía Smith,
era innecesaria. Para Ricardo, la relación entre valor y tiempo de trabajo
empleado en la producción era una relación bien simple: “cualquier aumento de la
cantidad de trabajo debe elevar el valor de este bien sobre el que se ha aplicado,
así como cualquier disminución debe reducir su valor”. (Principios de economía
política y tributación, p. 11). Aunque Ricardo nunca modificó esta posición básica,
sin embargo, añadió varías cualificaciones necesarias para hacer más realista la
teoría. En este proceso, su teoría del valor dejó de ser una teoría del valor pura.
Pero Ricardo, consistentemente, esquivó sus propias cualificaciones en el análisis y

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 121

en la política posteriores, e hizo uso de una teoría simple del valor, a fin de llegar a
conclusiones generales.

La primera excepción a la regla anterior, que Ricardo se permitió, fue en el caso de


los bienes no reproducibles: “Existen ciertos bienes”, sostuvo, “cuyo valor está
determinado tan sólo por su escasez. Ningún trabajo puede aumentar la cantidad
de dichos bienes y, por tanto, su valor no puede ser reducido por una mayor oferta
de los mismos”. El valor de una pintura de Renoir o de una botella de Laffite-
Rothschild de 1929, en palabras de Ricardo, “es totalmente independiente de la
cantidad de trabajo originariamente necesaria para producirlos, y varía con la
diversa riqueza y las distintas inclinaciones de quienes desean poseerlos”
(Principios de economía política y tributación, p. 10). Cuantitativamente, esta
excepción carecía de importancia para Ricardo, porque “estos bienes constituyen
tan sólo una pequeña parte de todo el conjunto de bienes que diariamente se
intercambian en el mercado”.

Las cualificaciones más importantes de la teoría del valor trabajo se hicieron,


respecto al papel y a la importancia del capital, que se trata como trabajo
“indirecto” o “incorporado”. Aquí, Ricardo distinguió entre capital fijo y
circulante. El capital circulante “perece rápidamente y tiene que ser reproducido
con frecuencia”, mientras que el capital fijo “se consume lentamente”. Por tanto,
el valor aumentará a medida que aumente la proporción entre el capital fijo y el
capital circulante y a medida que aumente la duración del capital. Este hecho lo
demuestra Ricardo en el siguiente pasaje: Supongamos que dos personas
empleen cada una cien hombres, durante un año, en la construcción de dos
máquinas, y que otra persona emplee el mismo número de individuos para cultivar
maíz; al final del año, cada una de las máquinas tendrá el mismo valor que el
maíz, ya que cada una de ellas fue producida con la misma cantidad de trabajo.

Supongamos que uno de los propietarios de las máquinas utilice una de éstas, con
la ayuda de cien hombres, al año siguiente, para fabricar paño, y que el propietario
de la otra máquina la use también, con igual ayuda de cien hombres, en la
fabricación de tejidos de algodón, mientras el agricultor sigue empleando los
mismos cien hombres que antes para cultivar maíz. Durante el segundo año,
todos habrán empleado la misma cantidad de trabajo, pero los productos y la
máquina del fabricante de paño, e igualmente los del fabricante de tejidos de
algodón, serán el resultado del trabajo de doscientos hombres empleados durante
un año, o, más bien, del trabajo de cien hombres durante dos años, mientras que
el maíz será producido por el trabajo de cien hombres por un año. En
consecuencia, si el maíz tuviera un valor de 500 libras, la máquina y el paño del
primer fabricante deberían tener un valor de 1.000 libras, y la máquina y los
tejidos de algodón del otro fabricante también deberían tener un valor equivalente

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al doble que el del maíz. Pero de hecho tendrían un valor mayor que eso, ya que
las utilidades de capital de los dos manufactureros en el primer año han sido
agregadas a sus capitales, mientras que las del agricultor han sido gastadas y
disfrutadas. Por consiguiente, y debido a los diferentes grados de durabilidad de
sus capitales, o, lo que viene a ser la misma cosa, al tiempo que debe transcurrir
hasta que un conjunto de bienes pueda llevarse al mercado, tendrán un valor no
precisamente proporcional a la cantidad de trabajo utilizada en ellos sino algo
mayor, para compensar el mayor lapso de tiempo que debe transcurrir hasta que
los bienes más valiosos puedan situarse en el mercado (Principios de economía
política y tributación, pp. 25-26).

El ejemplo de Ricardo ilustra claramente que reconoció las dos maneras en las que
el capital afecta al valor de los bienes: primero el capital utilizado en la producción
constituye una adición al valor del producto, y segundo el capital empleado por
unidad de tiempo tiene que ser compensado (al tipo de interés corriente). Este
reconocimiento, por Ricardo, de que el tiempo, como el trabajo, es un elemento
importante del valor, constituía una auténtica contribución a la economía, por la
que le concedieron poco o ningún crédito.

Entonces, desde un punto de vista analítico, está claro que Ricardo basó el valor
en los costes reales de trabajo y capital. Su teoría difería de la de Smith en que
excluía la renta de los costes. Pero desde un punto de vista empírico, Ricardo
sostenía que las cantidades relativas de trabajo utilizadas en la producción son los
principales determinantes de los valores relativos. En el frente metodológico,
Ricardo representa el razonador abstracto y deductivo. Prefería basar los
principios de su sistema analítico en una sola variable dominante más que en un
número de variables menores de dudoso efecto. Con este fin, advertía a sus
lectores (después de destacar los anteriores efectos del capital sobre el valor):
“en la parte subsiguiente de la presente obra, aunque de modo ocasional habré de
referirme a esta causa de variación (es decir, el tiempo), consideraré también
todas las notables variaciones, del valor relativo de los bienes producidos por una
mayor o menor cantidad de; trabajo que pueda necesitarse en distintas épocas
para producirlos”. (Principios de economía política y tributación, p. 28). Ricardo,
por lo menos, estaba menos expuesto a la crítica que se ha dirigido a algunos
teóricos modernos, es decir, no establecer explícitamente los supuestos que
subyacen en la propia construcción analítica.

A pesar de su rigor, la teoría del valor de Ricardo tenía varias deficiencias. En


primer lugar, su tratamiento de las diferencias cualitativas en el trabajo era
insatisfactorio. Ricardo suponía que los ajustes salariales por diferencias
cualitativas en el trabajo se producirían en el mercado, y que una vez
determinados, la escala de diferencias variaría poco. Como que Ricardo estaba

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 123

buscando ante todo una medida del valor de mercado, éste es un argumento
circular. En segundo lugar, excluir la renta de los costes sólo puede justificarse si
la tierra no tiene usos alternativos (lo que Ricardo suponía, de modo nada
realista). Además, la teoría del valor rícardiana limitaba el papel de la demanda a
una clase especial de bienes (no reproducibles).

Por supuesto, esto es inadecuado en el caso en que los bienes no se produzcan en


régimen de costes medios de producción constantes.

La Naturaleza del Progreso Económico

El estado estacionario. En el sistema ricardiano, la teoría del valor, reducida al


nivel de simplificación de la de Ricardo, más la teoría de la renta, proporcionaba la
clave para el problema central de la distribución de la renta. Por supuesto, era
necesario relacionar la teoría del valor con la teoría de los precios en una economía
compleja. Ricardo lo hizo relacionando el precio de mercado con los costes de
producción en la empresa marginal (que no produce renta). Observó: el valor de
cambio de todos los bienes, ya sean manufacturados, extraídos de las minas u
obtenidos de la tierra, está siempre regulado no por la menor cantidad de mano de
obra que bastaría para producirlos, en circunstancias ampliamente favorables y de
las cuales disfrutan exclusivamente quienes poseen facilidades peculiares de
producción, sino por la mayor cantidad de trabajo necesariamente gastada en su
producción, por quienes no disponen de dichas facilidades, por aquellos que siguen
produciendo esos bienes en las circunstancias más desfavorables (Principios de
economía política y tributación, p. 55).

Ricardo reconocía que no existe una medida del valor perfecta, porque cualquier
medida que se elija varía con las fluctuaciones de las tasas de salarios y beneficios.

Hemos visto que las diferentes durabilidades del capital y las diferentes
proporciones entre el capital fijo y el circulante influirán en los precios de mercado
de modo distinto si los salarios varían respecto a los beneficios. Así, Ricardo ideó
un artificio gramatical la “empresa media”, en la que tanto la proporción entre el
capital y el trabajo como la duración del capital se supone que son iguales a las del
promedio de la economía. Ricardo estaba preparado para resolver el problema de
la distribución de la renta y sus variaciones a lo largo del tiempo.

El aumento de la producción agrícola lleva a salarios monetarios más elevados,


pero sin que varíen los salarios reales. Ricardo suponía, vía principio de la
población, que las tasas salariales se mantendrían a los niveles de subsistencia a
largo plazo. Por otra parte, las tasas salariales nominales más altas y el aumento
de las rentas agregadas presionan de dos maneras sobre los beneficios.

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Inglaterra: Revolución Industrial y Desarrollo de Capitalismo 124

Aunque en régimen de competencia los beneficios son los mismos para todas las
empresas de una industria dada, la tendencia inevitable de los beneficios será la
de su disminución a medida que aumenta el producto. Con el tiempo, se llega a
una tasa de beneficio mínima, en la que se detiene la nueva inversión (es decir, la
acumulación adicional de capital). Ricardo describió esto como el “estado
estacionario”. Teóricamente, esta tasa mínima de beneficio es cero; sin, embargo,
en la práctica, puede estar ligeramente por encima de cero.

El proceso que describía Ricardo puede, por tanto, replantearse como una
paradoja: ¡el resultado lógico del crecimiento económico es el estancamiento! El
sistema analítico de Ricardo no tiene en cuenta el progreso tecnológico y acepta
de modo acrítico el principio de la población; puede ser atacado en estos dos
terrenos. Pero teniendo en cuenta los supuestos de Ricardo, es un sistema
lógicamente consistente. En su versión final, el estado estacionario aparece del
modo siguiente. La tasa media de salarios se determina por la proporción entre el
capital fijo y circulante (es decir, el fondo de salarios) y la población. Mientras los
beneficios son positivos, el stock de capital aumenta, y el aumento de la demanda
de trabajo incrementará temporalmente la tasa media de salarios. Pero cuando la
tasa de salarios se eleva por encima del nivel de subsistencia, entran en juego las
“delicias de la vida doméstica”, y la población aumenta. Una población mayor
exige una mayor oferta de alimentos, de manera que, poniendo barreras a las
importaciones, el cultivo debe extenderse a las tierras de calidad inferior. A
medida que ocurre esto, las rentas agregadas aumentan y los beneficios
disminuyen, hasta que, en último término, se llega al estado estacionario.

Proceso de Comprensión y Análisis


• ¿Cómo se puede relacionar la teoría económica liberal con la revolución
industrial?
• ¿Por qué la libertad debe ser el fundamento esencial de la organización
económica?
• ¿Desde dónde se puede originar la riqueza de las naciones según Smith?
• ¿Cómo explica Ricardo el salario y el crecimiento económico?
• ¿Cuáles son las bases éticas del sistema liberalista?
• ¿Cómo se debe emplear la mano de obra según el liberalismo clásico?. ¿Está de
acuerdo con esta posición?

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Solución de Problemas
• ¿Realmente el liberalismo ha proporcionado el camino para la libertad y la
igualdad de los ciudadanos?

• ¿Es posible que el individualismo permita el logro de una sociedad armoniosa?

Síntesis Creativa y Argumentativa


• Por un instante imagínese que es usted un pensador económico, ¿cómo podría
explicar el origen de la riqueza de las naciones sin tener en cuenta los
fundamentos de Smith? Con la elaboración de este ejercicio se busca que
usted diseñe una nueva forma de organizar la sociedad para generar riqueza.

Autoevaluación
• ¿Qué significa el utilitarismo para la economía liberal?

• ¿Cuál es la importancia de la postura teórica de Bentham para la teoría liberal?

• ¿Qué diferencias se pueden encontrar entre el pensamiento de Malthus y el


pensamiento de Mill?

Repaso Significativo
• Cada cipa se organizará en parejas. Cada pareja seleccionará el pensador de
su preferencia. Tras preparar el contenido propio del pensamiento de ese
autor, un participante de la pareja defenderá frente a sus demás compañeros
de Cipa las posturas económicas de ese pensador, mientras que el otro
participante de la pareja atacará esas posturas críticamente y con
argumentación científica.

Bibliografía Sugerida
EKELUND, Robert B., J. R. y otro. Historia de la teoría económica y de sus
métodos. Tercera edición. Madrid: MacGrawHill, 1999.

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MONTENEGRO, Walter. Introducción a las doctrinas político-económicas. México:


Fondo de Cultura Económica, 2001.

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BIBLIOGRAFÍA GENERAL
A, Efimov y otros. Historia moderna de 1642 a 1918. México: Editorial Grijalbo,
1975.

DEANE, Phyllis. La primera revolución industrial. Barcelona: ediciones península,


1975.

EKELUND, Robert B., J. R. y otro. Historia de la teoría económica y de sus


métodos. Tercera edición. Madrid: MacGrawHill, 1999.

KUCZYNSKI, Jürgen. Breve historia de la economía. Bogotá: Ediciones Ideas


Limitada, 1975.

LANDES, David S. Progreso tecnológico y revolución industrial. Madrid: editorial


tecnos, 1979.

MONTENEGRO, Walter. Introducción a las doctrinas político-económicas. México:


Fondo de Cultura Económica, 2001.

Y. F. Avdakov y otro. Historia económica de los países capitalista. México:


Editorial Grijalbo, 1965.

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