Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
MAX ERNST
Fotocomposición e impresión:
G. Jomagar. Poi. lnd. n.o 1. Arroyomolinos. Móstoles (Madrid)
I.S.B.N.: 84-7075-331-2
Artcurial, París.
Ernst Beyeler y Galería Beyeler, Basilea.
E. W. Kornfeld, Berna.
Fundación Peggy Guggenheim, Venecia.
Galería Dieter Brusberg, Berlín.
Sres. Louis y Michel Leiris, París.
Stephen Mazoh, Nueva York.
Sres. D. y J. de Menil y The Menil Foundation,
Houston.
Museo Nacional de Arte Moderno,
Centro Georges Pompidou, París.
Museo de Arte Moderno, Nueva York.
Museo Ludwig, Colonia.
Peter Schamoni, Munich.
Werner Spies
Esta primera exposición retrospectiva de Max Ernst en España va a dar a conocer de cer-
ca una obra que figura entre los grandes viajes de exploración espiritual llevados a cabo en
nuestro siglo. El sarcasmo, el humor grotesco, la crítica y, aliado de ello, la visionaria pene-
tración a través del mundo de las apariencias, distinguen a sus pinturas, dibujos, collages,
frottages y esculturas. Todas estas creaciones ofrecen a nuestros ojos y a nuestro entendi-
miento enigmas indescifrables. Max Ernst quiere que sus obras nos desafíen y produzcan
en nosotros irritación y perplejidad. Efectivamente, nos vemos enredados en la maraña de
su laberíntica multiplicidad de sentidos. Desde un principio, el artista trata aquí de enfrentar-
se a las convenciones de su tiempo. La más importante de sus decisiones se funda ya en
el rechazo de toda formación artística. Su biografía es inequívoca en ese punto: Max Ernst
no estudia en ninguna Academia de Bellas Artes; en cambio, muestra un insaciable afán de
saber. Acabado el bachillerato, se matricula en la Universidad de Bonn y comienza a estu-
diar. A la par que la filosofía, a la par que la historia del arte, atraen su dedicación materias
que, al menos para aquella época, no eran disciplinas cotidianas. Le interesan vivamente la
psicología y la psiquiatría. Visitando hospitales psiquiátricos, conoce diversos trabajos reali-
zados por enfermos mentales. Esto actúa en él, según comprobaría de continuo, como un
choque inicial. Descubre mundos que se asientan más allá de la norma de lo sano y de lo
socialmente aceptado y reconocido.
Como es natural, interroga a los mecanismos que empujan al ser humano a semejantes
representaciones, obras insólitas y prohibidas. La creciente valoración del lado nocturno de
la existencia, del tabú, las inauditas energías que se encierran en el sueño o en la alucina-
ción ... , todo esto se halla ya en los comienzos de sus propios quehaceres artísticos. Los tra-
bajos tempranos de Max Ernst incluyen reflexiones acerca de lo que ocupaba a sus coetá-
neos. El artista ejecuta variaciones, mezcla los estilos. Aquí, en cierto sentido, reside el he-
cho previo que habría de distinguir su obra toda, el collage. Es expresivo y concluyente lo
que anotó uno de sus compañeros de estudios:
Yo no podía por menos( ... ) que admirar la independencia con que elabo-
raba las incitaciones de la más diversa especie. Sus pintores predilectos, si
es que deseamos mencionar nombres, son Van Gogh, Cézanne, Signac, Seu-
rat, y también Munch. ( ... ) Siente preferencia, además, por Gulbransson y
Chagall,
Chaga/1, y por la xilografía japonesa. De los viejos maestros apreciaba de modo
singular, explicablemente, los dibujos y grabados de Rembrandt, El Greco,
Gaya y Callot.
Las producciones más tempranas de Max Ernst están bajo la influencia del expresionis-
mo. A ello se añaden en seguida los estudios analíticos del cubismo y el futurismo. Durante
los años de la primera guerra mundial realizó algunas acuarelas, en las que se hacen patentes
dichos influjos artísticos.
Las experiencias de la guerra conducen a la definitiva ruptura. Max Ernst se adhiere a
los dadaístas. En Colonia, juntamente con su amigo Baargeld y con Hans Arp, funda una
central renana de Dadá, que establece rápido contacto con Tristán Tzara, Picabia, Breton
y Eluard.
Para los dadaístas, el azar es una táctica que permite sustraerse a los tradicionales méto-
dos de trabajo y, a la vez, al determinismo social, político y nacional. Se quería rechazar de
forma radical el determinismo histórico, incluso el determinismo genético y, de este modo,
cualquier responsabilidad en lo concerniente a la guerra, al desastre. No es casualidad que
una publicación dadá eligiese como lema esta frase de Descartes: Ni siquiera quiero saber
que hubo hombres antes que yo.
En los meses que siguieron a sus regreso de la primera guerra mundial, Max Ernst aban-
donó sus estudios y renunció al mismo tiempo a esa constante confrontación entre la página
blanca por un lado y el artista (él), por el otro. Entonces comienza lo que, citando a Mallar-
mé, podríamos llamar la blanca preocupación de nuestra tela. La obra gira, constantemente,
en torno a esa provocación blanca, Max Ernst encuentra, constantemente, los auxiliares téc-
nicos que le permiten reinstalarse más allá de la pintura, Clisés tipográficos, collages, frotta-
ges, grattages, calcomanías: es un juego sutil de citas, de obras preexistentes, que se limita
a alusiones. En realidad, formas materialmente perceptibles de una inhibición fundamental,
en lo que se refiere a la creatividad, rebajada progresivamente al nivel de una convención.
Max Ernst se sitúa más allá de la pintura. Los primeros trabajos realizados en este período
de libertad revelan su entera independencia respecto a los estilos o trabajos conocidos. No
hay nada comparable a la continuidad, casi diríamos la disciplina del rechazo del que dará
prueba en adelante. La hostilidad que le manifestarán los museos y la crítica -él mismo de-
cía: no poseo el don de gustar a los especialistas- prueba hasta qué punto se oponía a las
ideas recibidas, el dique construido por Max Ernst contra las normas artísticas y las ideolo-
gías durante más de 50 años. Nuestro siglo ha tardado mucho en reconocer su espléndida
contribución, la forma en que supo abrir una vía entre el puro trabajo creador y la sarcástica
apropiación de objetos casuales. El rechazo, la negación son los puntos de partida de esta
génesis no habitual, fundada en el replanteamiento de representaciones ya existentes pero
estéticamente neutras.
Después de la guerra, Max Ernst visita a Paul Klee en Munich y conoce las obras de Gior-
gio de Chirico. Max Ernst inventa el collage construido con reproducciones, encontradas,
de la realidad. En Colonia desarrolla una serie de procedimientos cuya finalidad consiste en
colocar ante un enigma al contemplador de sus trabajos. Obras que semejan estar pintadas
o dibujadas, realmente están compuestas de fragmentos de trabajos anteriores. De preferen-
cia, suele servirse de ilustraciones de contenido banal procedentes del mundo de la didáctica
y de obras explicativas de procesos técnicos y del ámbito de las ciencias naturales. En algu-
nos casos hace uso también de fotografías como base de la composición. Una de sus más
soberbias invenciones plásticas, Las pléyades, proviene de una foto, virada en un ángulo de
noventa grados y repintada luego parcialmente. De esta censura, de esta intervención en el
terreno de la banalidad, surgen obras de sentido poético. Los poetas parisinos Paul Eluard,
André Breton y Louis Aragon se entusiasman con esas representaciones. Max Ernst ilustra
textos de Eluard (Répétitions). El artista recurre a xilografías a contrafibra, del siglo XIX. Este
económico material en blanco y negro puede reproducirse fácilmente con un procedimiento
de estampación también barato, el grabado de línea mediante corrosión. Parece ser de im-
portancia en estos collages el que los puntos y zonas de unión de los fragmentos queden
ocultos o disimulados a los ojos del contemplador. Este debe aceptar y sentir como obras
plausibles lo que en principio son obras nada habituales. Los elementos con que Max Ernst
estructura esas composiciones no han de ser reconocibles por el contemplador. El collage
define la obra del artista hasta 1925. También los cuadros que Max Ernst pinta en aquellos
años se remiten a la ideología del collage. Con frecuencia, el autor prepara pequeños boce-
tos de collage y los realiza luego a gran escala.
El propio Max Ernst decía del collage que era uno de sus descubrimientos decisivos. El
surgimiento del collage lo describió él mismo de la siguiente forma:
Un día lluvioso, en Colonia del Rin, el catálogo de un establecimiento de
material didáctico llama poderosamente mi atención. Veo anuncios de ma-
quetas y modelos de toda especie: matemáticos, geométricos, antropológi-
cos, zoológicos, botánicos, anatómicos, mineralógicos, paleontológicos, etc.
Elementos de tan diferente naturaleza, que lo absurdo de su acumulación
confundía la mirada y todos los sentidos, provocaba alucinaciones, daba a
los objetos representados significaciones nuevas y en rápida metamorfosis.
De súbito, sentí tan agudizada mi potencia visual, que los objetos nuevamente
surgidos los miraba aparecer sobre un fondo también nuevo. Para determi-
nar ese fondo bastaba un poco de color, unas cuantas líneas, un horizonte,
un desierto, un cielo, un suelo de tablas, o cosas por el estilo. Así quedaba
fijada mi alucinación. Ahora había que interpretar los resultados de la aluci-
nación por medio de unas cuantas palabras o frases. Ejemplo: Sobre las nu-
bes se desliza la medianoche. Sobre la medianoche se cierne invisible el pá-
jaro de la mañana. Un poco más arriba que el pájaro de la mañana habita
el éter. Allí flotan los muros y los tejados (. .. )
Lo que aquí se describe es una predisposición. El azar aparece como un concepto de im-
posible racionalización que, sin embargo, puede entenderse con un mejor conocimiento de
la biografía del artista, ya que el azar sólo podía actuar allí donde su contenido provocase
necesariamente una reacción. No se trata de una revelación necesaria, u objetivamente váli-
da, que cualquier otro hubiese podido y debido aprovechar. Lo que se nos presenta son mo-
mentos privilegiados pertenecientes a una predisposición singular y a una experiencia singu-
lar. Esos descubrimientos fortuitos encajaban necesariamente con una situación estética que
rechazaba cualquier elaboración normativa y organizada en la obra. La iluminación reempla-
zaba a la tradición o, en términos más profanos, se trata del descubrimiento de campos de
actividad adecuados a una subjetividad, el azar objetivo que André Breton definió como el
encuentro entre una causalidad exterior y una finalidad interior.
Para sus collages y, a partir de ellos, para el conjunto de su obra ha recurrido a la interro-
gación, a la transformación de ilustraciones tomadas de los campos más diversos.
Max Ernst puede ser excéptico, pero nunca cínico. Nunca recurrió, para sí mismo, a la
terminología del anti-arte, porque sabía que en el campo de la estética, de la moral, de lo
religioso, todos los gestos que proceden de la negación caen en la dialéctica del sistema y
no producen más que un nuevo estilo, un nuevo sistema. Creo que los orígenes de Max Ernst,
sus estudios filosóficos y psicológicos en Bonn, lo orientaron, más que a cualquier otro artis-
ta de este siglo, hacia tales reflexiones. Ya antes de la primera guerra mundial, le había llama-
do la atención el hecho de que no se podía trazar una frontera nítida entre el arte y el no-arte,
entre un comportamiento psíquico normal, abierto hacia la vida social, y un fenómeno psico-
patológico.
En ese rechazo individual de toda la vanguardia se esbozo, de forma grandiosa, una obra
que, iba a asombrar a los amigos parisinos del joven llegado de Colonia. Al leer Io que escri-
bio Breton, después de 1927, sobre Max Ernst en El surrealismo y la pintura, nos damas cuenta
del acontecimiento que supuso entonces, una verdadera epifania: cuando lleg6 Max Ernst.
Breton, por Io demas, publico su primer texto sobre el arte con motivo de esta exposicion.
Pero, a diferencia de los otros manifiestos Dada, en éste no se habla de la destruccion del
arte y se establece claramente, en cambio, todo Io que Io diferencia del cubismo y del simbo-
lismo. Breton, en este texto, se remite a Max Ernst y trata de elaborar una poética, a partir
de la deformacion y la inversion tan practicadas por el movimiento Dada. Llega a la conclu-
sion de que todos los esfuerzos que pueda realizar el hombre no lograran un solo nuevo ele-
mento de realidad. Tenemos que conformarnos con variar la disposicion de las casas ya exis-
tentes. Referencias a Poe, a Raimundo Lulio y a la combinatoria matematica vienen a refor-
zar esta constatacion en el Manifiesto del surrealismo. lNo afirmo Poe, acaso, en una nota
que acompanaba a La literatura en Nueva York, que la poesia no lograra nunca alcanzar un
nivel de significacion suficiente, capaz de anadir algo a las realidades existentes? Esta claro
que la creatividad queda definida como una especie de disponibilidad ante un mundo exis-
tente, del que aun no se han agotado todas las aproximaciones. Los incunables de un pictu-
ralismo extatico surrealista existen ya, en ese momento, en la obra de Max Ernst: son cua-
dros que logran de forma desconocida, la levitacion de las cosas conocidas, confiriéndoles
una dimension enigmatica. No es casualidad que uno de los titulos de esos anas sea Alles
ist noch in der Schwebe (Todo está todavía en suspenso). El ser o el no ser de un objeto
que podemos reconocer siempre con precisión -ya se trate de elementos de cuadros o deta-
lles de collages destinados a libros como Repeticiones, Las desgracias de los inmortales-
no tiene, en definitiva, la menor importancia. Lo que importa es la integración necesaria, asom-
brosa, de elementos dispares en unos cuadros que, aspirando a una pictórica nueva, inaudi-
ta, censuran una pictórica anterior, ya banal, de la que denuncian su poca realidad (Breton).
Aquí vemos como el collage -el collage en cuanto técnica y combinatoria impregnando to-
da la obra- no es para Max Ernst sino un medio formal que, utilizando objetos preexisten-
tes, realiza, con una especie de economía en el trabajo, cuadros nuevos que desconciertan
de inmediato. Descubrimos, incesantemente, en estas realizaciones cómo una integración
pictórica, un cuadro producido recientemente, encuentra una respuesta en la tendencia cen-
trífuga de las ilustraciones iniciales. El sentido, más o menos oculto, del material pictórico
inicial, desaparece tras la nueva significación extensiva, sin dejar de reaparecer aquí y allá.
Tomemos un ejemplo y supongamos que en una obra como Die kleine Tranenfistel die
tick-tack sagt (La pequeña fístula lacrimal que dice tic-tac), el papel pintado utilizado por Max
Ernst desapareciera enteramente tras una nueva representación de bosque; en ese caso el
papel pintado quedaría completamente olvidado. El proceso de la metamorfosis sería anula-
do por el resultado obtenido. Pero, dado que su origen vibra como un eco lejano, los cuadros
de Max Ernst se transforman en cuadros de una reminiscencia que lo soprepasa todo: al mi-
rarlos, el espectador tiene la impresión de un ya visto proyectado hacia el futuro. El carácter
enigmático de estas representaciones que se nos vienen, por así decirlo, a la boca del ojo,
no podría verse atenuado por nociones lógicas. Así es como podríamos intentar definir el
efecto producido por las obras de Max Ernst. Un oscuro sentimiento de realidad, de ya vivi-
do, de pasado, de futuro, invade al espectador, se acumula y no puede ser caracterizado
por ninguna definición. Los cuadros escapan, sin cesar, a una intervención lógica, a una ex-
plicación definitiva, liberadora. Sólo podemos intentar definiciones, interpretaciones, y eso
es lo que resulta tan irritante: un material en el que se perciben claramente los detalles origi-
narios y que designa cosas realmente existentes, pierde, como consecuencia de algunas ma-
nipulaciones, toda razón de ser aparente, hasta el punto de verse privado de su ser primige-
<l 20. EL BROTE DEL CASTAÑO, 1925
crofísica moderna ha dado resultados análogos. P. Jordan, después de haber medido un elec-
trón en movimiento libre, así como su ulterior desplazamiento, afirma: La distinción entre
mundo interior y mundo exterior se ve privada de uno de sus principales sostenes al refutar
experimentalmente la idea de que se presentan, en el mundo exterior, hechos que poseen,
independientemente del proceso de observación, una existencia objetiva. Nos es difícil en-
contrar en todas las demás artes plásticas la expresión de un excepticismo tan concreto, an-
clado en la hermenéutica de la época. Esta referencia a los métodos de las ciencias naturales,
a las formas de conocimiento determinadas técnicamente que, en lugar de definir un mundo
ya conocido, producen incesantemente nuevos mundos, resultado de sus exploraciones, pa-
rece ser uno de los recursos fundamentales de la obra en sí misma. La utilización de peque-
ñas formas (en los collages, los frottages y -gracias a la técnica del grattage- en los cua-
dros) no procedentes de una visión directa ni de una visión estética de las cosas, adquiere
aquí una significación suplementaria. La anatomía, la botánica, la astronomía, la microsco-
pia, los diagramas técnicos que visualizan experiencias, aparecen constantemente, abriendo
nuevas perspectivas al arte; no se conforman con enriquecerlo formalmente, sino que tam-
bién le aportan el mensaje de una realidad trans-óptica para la visión espontánea. En estos
cuadros se expresa, de forma totalmente nueva, una visión imaginaria. La fluctuación viene
a oponerse a la visión fija. La alusión a Leonardo da Vinci, que desempeña un importante
papel en los escritos de Max Ernst, -se trata de la posibilidad de proyectar una representa-
ción pictórica sobre una pared con manchas, sobre un montón de cenizas, sobre unas nubes
y unos arroyos- adquiere una significación que es mucho más que una mirada captando
una forma amorfa, constituyéndose así en una técnica artística. La extensión de los fragmen-
tos produciendo un fenómeno que no existe realmente y que, en cambio, consigue sus posi-
bilidades de fuga a través de supuestos verificables en lo real, tiene como finalidad negar
aquello que una interpretación única pretendiese aportar en materia de conocimiento formu-
lable.
¿Cómo interpretar estas obras? Se han emprendido diversas tentativas y entre ellas la psi-
coa na lítica, que ha demostrado ser la más ingenua y limitada. Max Ernst fue el primer artista
que hizo referencias, deliberadas, a los descubrimientos de Freud, al que estudió muy pron-
to. En 1913 había leído La interpretación de los sueños y La frase ingeniosa y su relación con
el inconsciente. Su conocimiento de Freud le permitió analizar su propia personalidad, cono-
cer sus deseos y controlar las asociaciones que se le imponían involuntariamente. Adoptó
conscientemente el simbolismo de la interpretación de los sueños. La utilización deliberada
de semejantes motivos ya no necesita ser analizada: se abre como una lectura poética. Cada
cual puede interpretar libremente esas imágenes según sus deseos. Los cuadros deben perma-
necer abiertos. Max Ernst decía que su universo pictórico se prestaba a todas las interpretacio-
nes posibles, salvo a la que hace intervenir a la racionalidad porque ésta aplastaría ese universo.
Conocemos pocas biografías de artístas en las que todo haya concurrido, desde la infan-
cia, hasta ese extremo, en contra de una orientación artística. La vocación artística de Max
Ernst es la historia de un complicado rodeo. Necesita, continuamente, de algo que lo libere
de la aprensión que le produce la tela desnuda, la hoja virgen. El mismo decía que ver una
hoja en blanco le producía una especie de complejo de virginidad. Necesita pequeños adyu-
vantes para superar su temor.
Tanto en sus escritos como en sus entrevistas Max Ernst señala, constantemente, las con-
tradicciones que encierra el principio de identidad de un ser o de un objeto. Detrás de cada
objeto ve una multiplicidad de sentidos, un mundo abierto: un mundo en el que nunca nada
es definitivo ni acabado. La poesía de sus cuadros consiste en esa inestabilidad; collages,
frottages y poemas se sitúan en un terreno incierto, movedizo, y rechazan un juicio autorita-
rio y definitivo. No es casualidad que uno de sus temas preferidos sea el temblor de tierra:
la epidermis del mundo se pliega, se arruga como la frente de un ser sumergido en suspensa-
mientos. Crepita por todos lados. Y Max Ernst nos plantea una pregunta final. Cuando le
pedí que pusiera al día su biografía, publicada con el título de Apuntes para una biografía,
urdimbre de verdades y urdimbre de mentiras, redactó algunas páginas sobre sus últimos
años y las tituló Pregunta final. Se dirige al lector en tercera persona, como siempre, ocultán-
dose tras una formulación modesta que evita el yo: Max Ernst se permite formular a sus se-
veros lectores y benévolas lectoras la pregunta de si ha merecido la designación que le aplicó
uno de los más grandes -y menos valorados- poetas de nuestro tiempo (René Crevel):
El mago de Jos apenas perceptibles sortilegios.
He aquí una definición precisa, luminosa, tras la que Max Ernst se oculta y nos propone
en forma de pregunta. Es un rasgo típico de este maestro de la indirecta, de la relación dis-
tanciada con lo que pasa por ser realidad, el disimularse detrás de una cita.
Max Ernst aparece como una de las figuras centrales de nuestro siglo. Podemos ver en
él el extremo opuesto de Picasso. Lo mismo que Picasso , Max Ernst no se conformó con
privar a la evolución general del arte, de la imagen de una línea lógica de la vanguardia, de
una teleología, sino que también centró el desarrollo de su obra sobre esta ruptura, expre-
sando un profundo escepticismo antropológico y artístico. Al igual que la obra de Picasso,
tampoco la de Max Ernst ha sido creada en función de un resultado. En los dos casos nos
encontramos ante una personalidad de no-artista, ante un modo de ser que no se detiene
en los problemas de evolución y que se realiza tanto yendo hacia adelante como hacia atrás.
Pero los puntos de partida de las dos obras no tienen nada en común. Picasso es siempre
realista. Su temática no propone ningún enigma, mana de la realidad. Con Max Ernst es muy
distinto. Todos sus trabajos cuestionan la temática en sí misma. Las numerosas representa-
ciones de la Naturaleza y del cosmos adquieren, no sólo por la forma en que están realizadas
sino por la modificación que el artista impone a su contenido, un carácter de no-realidad que
escapa a toda realidad vivida. Max Ernst no modifica nunca un tema elegido centrándose
en los elementos estilísticos, privilegiando la deformación o la expresividad. Sus trabajos son
lugares de convergencia en los que los temas imaginarios se encuentran con procedimientos
técnicos y, mediante ellos, la distancia entre tradición e innovación reproduce la distancia
entre lo real y lo representado. En esto radica la innovación revolucionaria de Max Ernst: para
lograr una iconografía visionaria o irónica, imagina medios de representación que hacen sur-
gir esos nuevos contenidos en el plano de la técnica misma.
París, Febrero, 1986
2. AUTORRETRATO, 1909
6. SIN TÍTULO, 1920
8. LOS HOMBRES NO LO SABRÁN NUNCA , 1921
10. SIN TÍTULO, 1921
11 . PUBERTAD CERCANA . ..
TAMBIEN: LAS PLEYADES , 1921
13. BAILARiN BAJO EL CIELO, 1922
33 . LOPLOP,
EL MAYOR DE LOS PÁJAROS , 1928
32. CONCHAS, 1928
=";., ·,..
~~i·
Apuntes biográficos
Werner Spies
1891 El2 de abril de 1891, en la pequeña ciudad de Brühl, no lejos de la sagrada Colo-
nia, abre los ojos al mundo.
Louise, nacida Kopp, bonita, bien plantada, ojos claros, blanca como la nieve,
roja como la sangre, negra como el Mar Negro. Cariñosa, con sentido del humor
y de los cuentos fantásticos.
Ingresos más que regulares. Muchos hijos, muchas preocupaciones, muchos de-
beres.
Guardavías. Los guardavías aparecen en casi todos sus dibujos de niño. Los guar-
davías conocen el ancho mundo y el secreto de los hilos del telégrafo.
• Dos libros para niños, muy tradicionales en Alemania. El primero es de Wilhelm Busch; el segundo, del médico
frank-furtés Heinrich Hoffmann.
La Canción del Cojitranco. El juego consiste en ir preguntando a los niños, uno
tras otro, qué quieren ser. Ellos improvisan.
Estribillo: Estribillo:
La tría, tría, la tría, La tría, tría, la tría,
la tría del Cojitranco, la tría del Cojitranco,
la ciudad de Luxemburgo lo que serás es porquero,
vio nacer al Cojitranco. demonio de Cojitranco. Etc.
1892-1896 En aquel pretérito ¿creían en Dios los ruiseñores? En aquel pretérito los ruise-
ñores no creían aún en Dios. Estaban unidos en buena amistad. ¿Y qué lugar ocu-
paba el hombre? Hombre y ruiseñor se encontraban en situación propicia para
soñar. El bosque era para ellos un cómplice. ¿Qué significa soñar? Pides dema-
siado de mí. Un sueño es una mujer que tala un árbol.
¿Para qué sirven los árboles? Para proveer a los niños de fósforos de madera,
para que jueguen.
¿Hay fuego en el bosque? En el bosque sí hay fuego.
¿De qué viven las plantas? ¿Quién sabe?
¿Es hoy domingo? Mierda.
Philipp Ernst: Retrato de Max Ernst a los
cinco años, de Niño Jesús, 1896. ¿Quién será la muerte del bosque? Día vendrá en que un bosque que hasta en-
tonces había sido mujeriego tome la decisión de no tratar más que con paseantes
de domingo, en locales donde sólo se sirvan bebidas no alcohólicas, y sobre ca-
lles alquitranadas. Vivirá de períodicos en conserva. Debilitado en su virtud, olvi-
dará los malos hábitos de los años jóvenes.
Se volverá geométrico, concienzudo, consciente del deber, gramatical, judicial,
pastoral, clerical, constructivista y republicano ... Se hará catedrático de Institu-
to . ¿Hará buen tiempo? ¡Naturalmente! Es que vamos a la caza de diplomáticos.
¿Cómo se llamará este bosque? ¿Biástula
Blástula o gástrula? Madame de Rambouillet,
of course .
¿Se alabará al bosque por su buen comportamiento? Yo, en todo caso, no. El
lo encontrará sumamente injusto, y un día, cuando no pueda aguantar más vol-
cará su basura en el corazón del ruiseñor. ¿Qué dirá de eso el ruiseñor? El ruise-
ñor lo tomará a mal. Amigo mío -dirá-, eres todavía peor que tu fama . Des-
aparece en el Mar del Sur. Ya verás allí...
Y el bosque ¿irá? Es demasiado orgulloso.
¿Hay allí todavía bosques? Así parece. Son feroces e impenetrables, son negros
y de color pardo herrumbroso, disolutos, mundanos, hormigueantes de vida, dia-
metrales, negligentes, crueles, fervorosos y amables, sin ayer ni mañana. De una
isla a otra, por encima de volcanes, juegan a las cartas con falsas narices. Como
están desnudos, se desternillan de risa.
Alu cinación febril de carácter banal, tan pronto sumergida como olvidada, ¿no
vuelve a surgir en la memoria de Max, unos treinta años después (el10 de agosto
de 1925), cuando un día de lluvia, solo en una pequeña posada a orillas del mar,
mira con ojos desorbitados el piso de madera, alisado por gran número de esco-
billones, y advierte que las vetas de las tablas se ponen en movimiento (algo así
como las líneas de la tabla de caoba -imitación- de su niñez)? Como entonces
en la madera de caoba , como en las visiones de entresueño, las líneas se vuelven
imágenes fluidas y cambiantes; primero desvaídas y borrosas, luego, cada vez
• Juego de palabras. Invención de Wankelmutter - que sería madre indecisa - por Wankelmut ( = indecisión) .
Frottages de: Historia natural, 1925: más precisas. Sobreviene la decisión de seguir el simbolismo de esta inspiración
forzada, y -para favorecer sus propias facultades de meditación y alucinación-
el artista toma una serie de dibujos de aquellas tablas. Sin elección previa, deja
caer al suelo trozos de papel y los frota por encima con un lápiz negro. Al obser-
var atentamente las impresiones de tal modo obtenidas, se sorprende de la re-
pentina intensificación de sus dotes de visionario. Se despierta su curiosidad. Es-
tá fascinado y trata de investigar de la misma manera toda clase de materiales
entre cuantos se ofrecen a su vista: las hojas y sus nervios, los bordes deshila-
chados de la arpillera, las huellas de la espátula en un cuadro moderno, cordones
desenrrollados del carrete, etc. Los dibujos así conseguidos (Más allá de la pintu-
ra), gracias a una serie de sugestiones v transmutaciones espontáneamente pro-
ducidas -como visiones hipnagógicas-, perdían, al formarse, el carácter del ma-
terial empleado, como, por ejemplo, la madera, v tomaban la apariencia de sig-
nos increiblemente exactos, que, con probabilidad, revelaban el motivo origina-
rio de la idea obsesiva, o bien producían un simulacro de dicho motivo.
Estos dibujos, primeros frutos de la técnica del frottage, fueron reunidos como
Histoire Naturelle, desde El mar v la lluvia hasta Eva, lo último que nos queda.
Los títulos comprendidos en la serie son éstos: El mar y la lluvia; Instante; Mesi-
tas en torno a la Tierra; Bufanda de flores de escarcha; Terremoto; Las pampas;
Caerá lejos de aquí; Intimidades; Ella guarda su secreto; Latigazos o ríos de lava;
Los campos del honor, inundaciones, plantas sísmicas; Espantapájaros; La em-
bestida del castaño; Cicatrices; El tilo es inteligente; El ciprés fascinante; Las cos-
tumbres de las hojas; ldolo; La paleta de César; Acurrucarse junto a los muros;
Penetra en los continentes; Pan inoculado; Los relámpagos por debajo de los ca-
torce años; Los diamantes conjugados; El cuco, origen del reloj de pared; En el
establo de la Esfinge; La comida del muerto; Rueda de luz; Evadido; Sistema del
dinero solar; Para evitarlo todo; El corcel y la novia del viento; Eva, lo último que
nos queda.
¿Qué es la muerte? Nuestra hermana María, seis años de edad, da a los herma-
La paleta de César. nos el beso de despedida . Muere por la noche.
Las pampas.
1906-1907 Sin sufrir daños en su alma. Max pasa por las dichas y desdichas de los métodos
educativos guillerminianos en la Escuela Práctica-Seminario de Brühl y en el Ins-
tituto Municipal de la misma ciudad.
Las huellas de las hojas.
EN EL OBERNIER -MUSEUM
Hay expuestos unos cuantos cuadros de calidad. Como esto asimismo el lamentable descenso de los cuadros tardíos de W.
sucede raras veces en Bonn , vayamos para allá y veamos . Pero Rosler. Las cosas apenas tienen que ver aquí nada con el ex-
no se lea antes crítica alguna, tampoco la mía, por favor. presionismo. Es cómico, y casi trágico, que en el año 1912 se
impriman párrrafos como el que sigue (con independencia de
De los viejos artistas de la Sección de Berlín están represen- su peregrino alemán): Ningún pintor puede figurarse que que-
tados los tres mejores: Liebermann, Corinth y Slevogt. Escribir
pa unir los principios de un arte -y hay principios particulares
una vez más sobre su importancia está de sobra; también, me para cada uno - con los de otro arte, a fin de sentirse así facul-
parece a mí, escribir sobre el formato de sus cuadros. Pero, mi-
tado para dibujar con el pincel, y a la inversa . Es decir, que en
ra por donde, un crítico que seguramente entiende más de bue-
el principio existían los principios artísticos, luego apareció el arte,
na pintura que el máximo pintor alemán vivo, ha descubierto y por último surgieron los artistas. Y éstos reconocieron que con
que el Mariscador de Liebermann tienen un formato excesiva-
el pincel no se puede, etc., y a la inversa. Nos hemos acostum-
mente grande. Esto, según él, produce una impresión desagra-
brado a decir que Dure ro escribía con el pincel. ¡ Durero! Por lo
dable . El formato excesivamente grande se halla ocupado por
demás, eso de que los dos harto risibles cuadros de nieve de
el monótono gris del mar. Pero esa monotonía tiene, por lo me-
Curt Herrmann, a los cuales se refiere la ingeniosa observación
nos, cinco tonalidades (éstas, a su vez, con numerosas varia-
estilístico - crítica, sean un brillante logro .. . Mejor no hablar de
ciones): gris, verdeamarillo, verdeazul, castaño y blanquecino.
ello. Ahora bien, resulta divertido que C. Herrmann pretenda em-
Quien tenga ojos, que vea. Por favor, cinco tonalidades.
baucar al público con esas dos cosas inofensivas. En cuanto a
La mala pintura está parcamente representada . El azucarado las travesuras expresionistas ( de Rudolf Grossmann), que al-
Heinrich Hübner y algunos burgueses provincianos, como Bre- canzan realmente el saber de un niño de diez años, la piadosa
yer, Mossow, Pottner, etc. Max Beckmann sabe pintar, incluso crítica se desentiende por entero. Mírese bien el Suburbio de
pintar bien . Un talento que permite concebir grandes esperan- Grossmann; posee una gran fuerza de colorido y de composi-
zas es W. Rosler. Sus cuadros están vividos, vividos con fuer- ción. Pero los cuadros de L. von Brockhusen, debe condenar-
za, en particular los de los últimos años. los el juez del arte. Porque Van Gogh le ha arrastrado a su esfe-
ra de in(luencia. Lo que significa .. . ¡Oh, dolor!, Sonderbund,
Si hasta ahora me ha sido posible hacer justicia a los logros osada especulación de los marchantes, talentos escasos, per-
de los distintos artistas, dice el crítico del General Anzeiger (ha sonas que eran demasiado ineptas para una profesión como es
llegado hasta Curt Herrmann, Grossmann y Von Brockhusen), debido, manicomio, chafarrinones de orgía, insensatez del pú-
ahora ya no me es posible. Así debía haber proseguido; pero, blico. Con la insensatez del público cierra su dictamen el juez
en vez de ello, declara (indignado) : ... debo adoptar decidida- del arte. Yo, también.
mente una posición contraria . Sigue una casi humorística invec-
tiva contra el expresionismo, en cuyo saldo negativo carga él M. E.
EN EL OBERNIER-MUSEUM
Hay ahora una exposición de artistas de Bonn. No se encuen- haber podido pintar entonadamente el claustro del Monasterio
tra allí ni una sola obra de arte. Por lo menos, no se encuentra de Carden . Señor Asen ... ¡ojalá que el Museo compre también
la menor cosa que pueda hacer avanzar al arte un milímetro en esta obra inmortal del señor Asen!
su camino. Tampoco hace falta. Pero lo que resulta superfluo
El profesor Reifferscheidt expone grabados en cobre. No son
es que semejantes artistas gregarios, cada vez que una tenden-
cia se hace vieja (y vieja es siempre una corriente cuando uno ni malos ni buenos; son insignificantes, como todo lo de la ex-
posición (salvo los oficios artísticos) . V. Ehrmann (dama núme-
más joven se convierte en enemigo del joven), que semejantes
ro 4) presenta sus conocidos dibujos al pastel, que nada tienen
artistas gregarios, digo, se apoderen por comodidad de lo que
otros han impuesto en noble lid, o que lo exploten de modo sis- que ver con el arte, aunque sí con los oficios artísticos (se ex-
temático (en ocasiones, como negocio) . Esos son los peores ene- cluyen de la categoría arte porque tienen demasiado gusto).
migos del arte. Son peligrosos para todos, desde el punto de Las esculturas. El señor profesor Küppers se halla represen-
vista del progreso. tado por cinco consejeros privados, en bronce. Todos ellos es-
tán bien captados en cuanto a la fisonomía. La deidad interior
En cabeza de la polonesa parece seguir marchando todavía
el matrimonio de artistas formado por el pintor de corte Hans impulsó al señor Küppers a broncear a cinco consejeros priva-
Jos. Becker-Leber y Señora, enemigos declarados del arte los dos. Gisela Zitelmann (dama número 5) tiene igualmente las ven-
tajas de una cámara fotográfica. Pero el señor Karl Menser, el
dos. Cuando supe que él era pintor de la corte y que se hallaba
fuera de Bonn, me alegré enormemente haciéndome la ilusión cual sabe lograr excelentemente un desnudo, cree actuar de for-
de no tener que ver las insípidas y aburridas impresiones de él ma arrolladora con sus cosas literarias, que titula Ataduras y Cul-
pable. Tiene demasiado de los griegos, de Miguel Angel y de
(en lila mate, rosa mate, azul mate, verde mate) ni las florecillas
perfumadas de rosa que ella aprendió a realizar en la clase de Rodin. Que se vaya con los negros y aprenda escultura.
pintura. Henriette Schmidt (la dama número 2 entre los artistas Los objetos del ámbito de los oficios artísticos son, por regla
bonnenses) es la viva encarnación de la productividad, o lo que general, buenos. Al fin y al cabo, hoy día no es cosa del otro
pasa es que tiene un tío en el jurado; de sus obras, lo mismo mundo hacer buen oficio artístico. (Por cierto, en este campo,
da ver doce que una docena: todas están de sobra. Igualmente exponen también tres o cuatro damas. Aquí están en su terre-
de sobra está Else Küstner (dama número 3). Un cuadro suyo, no, porque se trata del gusto).
en el que figuran azucenas de fuego, lleva el título de Resurrec-
ción. ¡Ah, mi temperamento lírico! Tenemos un sentimiento de Ahora resultará quizá que éste o la otra se tengan por márti-
la Naturaleza auténticamente alemán. Auténticamente alemán res del arte al comprobar que no hallan reconocimiento. Cuida-
significa ir en coche de posta cuando los otros viajan en auto- do; yo no echo en cara a nadie la locura, a nadie le doy el respe-
móvil. Y luego Asen, pintor de motivos. El claustro de un mo- tuoso consejo de que se vaya al manicomio, como se hacía, en
nasterio es, por cierto, un verdadero motivo con sentimientos . su tiempo, con los grandes. A todos les doy el consejo de que
Al señor Asen un dios le hizo la merced de poder pintar el claustro hagan las maletas. A todos les reprocho que sean insignifican-
del Monasterio de Carden; el genio del señor Asen le instaba tes.
a ello. El señor Asen habría perecido en virtud de la fuerza ex-
plosiva, del ímpetu de creación que define al artista, caso de no E.
ARTE Y SABER
Todos entienden algo de arte: el filólogo, el teólogo, el críti- Saber significar saber configurar.
co, el jurista, el empleado de comercio, el historiador del arte
y el señor alcalde. Todos, efectivamente, tienen su gusto. Por Saber presupone saber sentir la vida interna de la línea y del
favor, señores míos, el arte no tiene nada que ver con el gusto, color (línea y color liberados también del objeto, pintura abso-
el arte no está ahí para gustar, para tener buen sabor. Pero un luta en el sentido de la música absoluta). Saber, da por supues-
señor alcalde opina que el arte está ahí para ser juzgado; el arte to, que uno cuenta con vivencias. Para el artista, las cosas más
modernísimo, para ser juzgado desde el punto de vista de los cotidianas y las menos frecuentes pueden convertirse en viven-
negocios. ¡Y que un pensamiento tan original pueda brotar de cia: un tono cromático, un entrelazamiento lineal.
la mente de un alcalde! Lo que el alcalde pretende es lo que ha-
Este nuevo saber presupone asimismo que el público -y, so-
cen los críticos de los grandes y pequeños diarios. Quieren juz-
bre todo, el crítico- sabe también algo. En la forma creada por
gar el arte. Esto resulta muy cómodo, pues un juicio, por equi-
el artista, el crítico debe saber reconocer, revivir, la vivencia. Si,
vocado que sea, nunca hace falta desmentirlo. Los jueces del
además de eso, sabe eJ<presarse claramente, por medio del len-
arte hablan de saber; se quejan de que ese saber lo hayan per-
guaje, acerca de lo que ha vivido ante una obra de arte, enton-
dido del todo los «jóvenes». A veces, hasta se formulan en se-
ces tiene derecho a escribir sobre arte. Incluso, quizá, a juzgar
rio tales quejas. Pero, señores míos, ¿es que acaso conocen us-
el arte. El crítico debe saber aún algo más: renunciar a su arro-
tedes qué es eso de saber? No, eso lo ignoran ustedes; ustedes
gancia, a la creencia de que puede tutelar a los artistas, darles
creen que saber significa dibujar y pintar correctamente, lo mis-
consejos sobre el modo de hacerlo mejor.
mo que una máquina de retratar lo sabe después de la inven-
ción de la fotografía en color. La nariz no debe ser demasiado Pero, señores jueces del arte, señores míos, ustedes no sa-
larga ni la pierna excesivamente corta . Este es el fundamento ben nada.
sólido; se obtiene en las academias de arte, y así se convierte
uno en un diestro ... artesano. 1912-1913, en Volksmund, Bonn.
está tolerado) . Luego viene la exposición del Sonderbund (Federación Indepen-
diente) en la Puerta de Aquisgrán, en Colonia. Y El Jinete Azul. Y la amistad con
August Macke . Y la exposición de futuristas en Feldmann. Y la Joven Renania.
Y una estancia de cinco semanas en París.
1909-1914 Y el Primer Salón Alemán de Otoño. Y, en casa de Macke, el encuentro con Apo-
llinaire y Delaunay. Y las esculturas de los Psicópatas, amasadas con miga de
pan . Y el casual conocimiento con Arpen la galería Feldmann de Colonia, en el
preciso momento en que aquél despachaba a un viejo pesado con estas palabras:
¿Pero por qué no ha ascendido usted a Jos cielos hace ya mucho? Y el pacto de
amistad sellado con Arpa continuación de aquello, pacto que todavía hoy sigue
en pie. Y, y, y, y. Y el exquisito desorden que había en la sesera del adolescente .
Y luego ...
Agosto, 1914 Y luego, la gran cochinada. Ninguno, entre el círculo de los amigos, tiene prisa
en ofrendar su vida por Dios, por el Rey y por la Patria. Arp se larga hacia París
(es alsaciano) en el último tren. La leyenda sostiene que el tren pasaba la frontera
en el mismo instante en que ésta se cerró, y precisamente debajo del departa-
mento donde viajaba Arp; de ahí su personalidad escindida . Johannes Theodor
Kuhlemann es inútil porque tiene sinovitis. Lo cual se hace sentir siempre que
llega el parte de una nueva victoria. La actitud de Macke sigue siendo incom-
prensible para los am igos de la Nueva Renania (lo mismo la de Apollinaire) . Max
ha de alistarse en el Ejército. Artillería de campaña . Cuatro meses de cuartel en
Colonia-Niehl; luego, afuera, a la mierda. Cuatro años de A batir, victoriosos, a
Francia, a morir con bravura de he-he-he-héroes .. .
1916 Una luz brilla en la oscuridad. Llega de Zúrich ; Dadá (por supuesto). Pequeña
exposición de M.E . en la galena Sturm, con viaje -de permiso- a Berlín. Allí
se encuentra con Georges Grosz y Wieland Herzfelde, ya conquistados por el mo-
Max Ernst durante la guerra 1914- 1918. vimiento dadaísta.
1918 Permiso para contraer matrimonio. Se casa con Louise Strauss, gerente en fun -
ciones del Wallraf-Richartz-Museum de Colonia . A raíz de la firma del armisticio,
obtiene la licencia del ejército. Permanece en Colonia. Apertura de la Dadahaus
(Casa del arte Dadá) .
1919 Visita a Klee en Múnich. Tiene noticias de que Arp se halla en Zürich. Ve en Valo-
Plastici reproducciones de dibujos de Chirico. Como homenaje a éste, realiza
ri P/astici
un álbum de ocho litografías, Fíat modes, pereat ars, publicado por cuenta de
la Ciudad de Colonia (Apoyo al desempleo) . Ilustra el volumen de poemas de Jo-
hannes Theodor Kuhlemann Consolamini. Hace sus primeros collages.
1
i
l.'
i'
li
1!
¡/
li
i;'
/!
f
1
i
J
1
/1
,.
}¡
1 :'!
!1
;¡
:;
• La belemnita .
HISTORIOGRAFIA LUCRATIVA
Pro/etario a la derecha, pro/etario a /a izquierda, versitarios en el consumo de cerveza y, pa ra Alemania, una ca-
rubiniano en e/ centro. mara de veteranos integrada por los conjuntadores . EI presidente
de la nueva Liga del Reich para subditos del Reich se entreg6
EI lacito estimulador de la sucubina, espiritu caritativo del rural- a la impotencia; parti6 hacia Stuttgart. Cuando por la mafiana,
hidalgo incubino y verdadero consejero activo de trabajo para nuevamente debilitado, se alz6 de su charca presidencial , ad-
necesidades espirituales, K. Hiller -no se confunda Hillerau con virti6, para su propio arrebol verbal, que el lacito estimu lador
isla de los inmundos- fue reconocido, por el agente de la poli- de su prime-bonne se hallaba colocado otra vez, con toda co-
cia secreta para cooperativas esteticas del sufrimiento, en la re- rrecci6n, en el lugar de aprovechamiento de estfmulos de su jo-
construcci6n Sa/vamento de/ adecuado efecto de /a imagen del ven Republica liberada. iEncantador!, se escap6 de sus bo nda-·
mozo del Sturm, Schwitters. Corno este epfgono de Schleier- dosos labios. iEnigmatico! iOuien habra sido capaz de hacerlo?
macher alcanz6 la c6moda manipulaci6n del robo del lacito, es
Cuando lo inexplicable, a causa de la mas estricta observan-
cosa que reside en la permanente disposici6n al salto final del
cia del secreto, lleg6 a ser conocido, a Kurt Hi ller y Kurt Schwit-
mas activo de los altruistas, en el calendario 4 y 5; queda un
ters se les levant6 inmediatamente la prisi6n preventiva . De es-
pliego de aleluyas. Es verosfmil que la acci6n tuviera buen exito
ta sencilla manera se consigui6 hacerlos del todo inof ensivos.
por haber acudido al catecismo para meretrices nobles, mien-
Para ambos, a fin de que cubrieran su desnudez, se hizo entre-
tras que Hiller, con su cosmetico amigo Werfel, abrfa cartas so-
ga de una larva de tapar vergüenzas* por la caritativa centra l
bre el conflicto, cabalgante en sf mismo, entre si serfa välido re-
Dada W / 3 de la oficina colectora de inofensivos. Co rn o medida
cubrir con guerra bacilos de la gonococia o si, en interes de los
preventiva contra ulteriores erecciones de ambici6n esperables,
bacilos de la gonococia, resultarfa mas benigno poner a dispo-
les fueron autorizados trabajos de extrema necesidad para apla-
sici6n de estos, como vivienda, las parcelas cerebrales de aquel
camiento de lo que aplacar conviniere.
y, como unto para el pan, la manteca de sus sesos .
1919 t!Oue es collage? Max Ernst lo describi6, aproximadamente, como sigue: La tec-
nica del collage es la explotaci6n sistematica de la coincidencia casual, o artifi-
cialmente provocada, de dos o mas realidades de diferente naturaleza sobre un
plano en apariencia inapropiado ... y el chispazo de la poesia, que salta al produ-
cirse el acercamiento de esas realidades. (Mas alla de Ja pintura).
t!Todavfa te dueJe mi gozo de vivir? (Jakob von Hoddis), Baargeld, J. T., seud6-
nimo de Alfred Grünwald, hijo del director general de la Sociedad Renana de Rea-
seguros. Cuando Max lo conoce, ambos estan dispuestos a alistarse bajo las ban-
deras del arte Dada, y ensordecidos todavia por el aullido belico y asqueados de
las causas de la conflagraci6n. Baargeld es una cabeza clara, un intelecto frio,
un coraz6n fogoso, un espiritu lleno de curiosidad, impaciencia y gozo de vivir.
S61ida formaci6n (Oxford); vasto saber; indignaci6n frente a lo establecido, raiz
de todos los males, y entusiasmo por lo que resurge, fuente de todas las alegrias.
Por ello, doble acci6n: politica (aunque el es bien consciente del desatino de tal
empresa) y poetica, esto, ciertamente, de la unica manera entonces posible, es
decir, como desesperada afirmaci6n de la vida en la obra y en el comportamiento.
e
::;¡
Cl
Lisbeth e
::;¡
Max Ernst,
1919
Querido Max:
No te salgas de tu bobina
Si no, se rompe tu trenza de piedra
Si no, te picotean los vientos
Las llamaradas del buche
Si no, fluye de tus tubos
El negro pez estelar
Y hiende con sus garras
El primer parto de la mesa.
Con cordiales saludos de casa a casa
Tu vieja casa.
Alegría en la casa del Dadá. Unos días después, por la sagrada Colonia corre,
como reguero de pólvora, una noticia : ¡Ha venido Arp! Conjura en la casa del
Dadá, en la Avenida del Káiser Guillermo, fundación de la Central W / 3. W, de
Weststupidien (Estupideces de Occidente) ; 3, por los tres conjurados: Hans Arp,
J . T. Baargeld y M. E. Y ahora, ¡ánimo para trepar por el mástil con buen lastre
de plomo!
Patios interiores. La Comunidad de Trabajo de Artistas de Colonia organiza, para
sus miembros, una exposición sin jurado. Esta se celebra en el patio interior del
Museo de Oficios Artísticos, situado en el Circuito de la Hansa. Indignación del
nuevo director del Museo, que acaba de tomar posesión, ante los montajes y es-
culturas de Baargeld y Dadamax. Violenta discusión con la Comunidad de Traba-
jo, y triunfo de la dirección del Museo: antes de inaugurar la exposición hay que
retirar a toda prisa las obras no deseadas. Los dos expulsados alquilan el Patio
interior de la Cervecería Winter, de la Schildergasse. El patio está expuesto en
parte a la lluvia, y el acceso es a través de un local reservado a caballeros. A pe-
sar de todo, gran afluencia de visitantes. El cartel: Este es el popular dadá Baar-
geld, este es el temido Dadamax Ernst. Puntos culminantes de la exposición: Te-
nía antropófila y Fluidosquéptrica de Rotswhita von Gandersheim, de Baargeld,
e Insólita amenaza desde los aires y Relieve original continuo del pulmón de un
fumador de 17 años, de Dadamax. Las obras que el público destruía en algunos
de sus accesos de furia eran reemplazadas sistemáticamente por nuevas piezas.
Ciertas denuncias (por engaño, pornografía, escándalo público, etc.) fueron reti-
radas después del correspondiente interrogatorio, a cargo de la policía, de los in-
culpados. La misma policía clausura la exposición.
Una carta de Brühl, de Philipp Ernst, el padre : Te maldigo. Has deshonrado nuestro
nombre. Etc.
1921 Una carta de París. Testimonio de simpatía del grupo Dadá de París, redactado
por André Breton . Proyecto de ura exposición en París. Esta se celebra, en ma-
yo, en los locales de la editorial y librería Au sans pareil (en mayo de 1921 y no,
como a veces se ha escrito, en mayo de 1920; pero la información falsa fue una
de las tácticas de Dadá ; los dadaístas, en efecto, creaban la confusión delibera-
damente). El prólogo del catálogo es de André Breton. He aquí los títulos de las
obras expuestas: La musa en traje de primavera, La pequeña fístula lagrimal, Amor
celestial y terrenal, El infanticidio betlemita, El amor estelar, Ascensor sonámbu-
lo, Barco intestinal de vapor y pez esquelético, Una flora deshumanizada a toda
prisa, etc. , etc. Grandes manifestaciones de entusiasmo de los dadaístas el día
del vernissage. Por lo demás, la exposición es muy discutida. La crítica de arte:
De izquierda a derecha: Hans Arp, Tristán Sin valor plástico, pero poética. Encuesta en la prensa parisiense: ¿Hay quema-
Tzara , Max Ern st , 1921 . tar a tiros a los dadaístas?
MAX ERNST
Nacido en 1891 en Brühl; residencia actual, Colonia; anda aho- En lugar de ello, se conoce bien el hemisferio boreal. Con es-
ra por el principio de la treintena, es bien plantado, muy inteli- pecial cariño contempla, cerquísima de M izar, la estrella de quinta
gente; pintor, menos por amor al arte que por pereza y por anti- magnitud llamada Aktor o el Pequeño Jinete. Este, ya en la an-
quísima tradición. Su aplicación del color aparece en ocasiones tigüedad, servía de piedra de toque para comprobar la agudeza
agujereada, y en otras ocasiones en forma de tubo. Su excre- visual. Lástima, por ello, que Aktor se marchara tan temprana-
ción material está llena de plantas y de residuos animales. Es mente a la yeguada. Hubiera sido sensacional en la plenitud del
conocido como ranúnculo de sabor fuerte. Los paralíticos y los verano.
náufragos hallarán siempre en él la noticia de las profundidades Sus obras fatagagá se pueden suministrar también mudas, es
marinas y el agua fría de las costas. El teorema de Pitágoras se
decir, sin firma .
le ha convertido en algo connatural. Ya a los doce años, aban-
dona padre y madre para perseguir los ferrocarriles adolescen- Su piel de arco iris anuncia con consuelo el punto de conge-
tes y los más importantes lenguados. Desde entonces, gusta de lación .
jugar con las apófisis estiloides de los países ribereños y de los Su lunario presagia mejoría del tiempo.
promontorios .
Su trópico es rapto de inflorescencias.
La mujer es para él un panecillo
untado con mármol blanco. Max Ernst
Alsacia y Lorena son para él un problema político.
Tres menos dos es para él igual a uno.
En cambio, le falta por entero la conocida división del círculo Das Junge Rheinland (La Joven Renania), n . o 2, Düsse/dorf,
Düsseldorf
en medidas, monedas y pesos. 2 de noviembre, 1921.
LA CANCION VESPERTINA DEL VIEJO AMOTINADO
1922 Tirol. Otra vez, de vacaciones de verano, en Tarrenz, cerca de Imst, con Eluard,
Tzara, Arp, Taeuber-Arp, pero ademas con Matthew y Hanna Josephson, y se-
quito. Josephson es un panfletista puritano-liberal, luego historiador de la litera-
tura. Los norteamericanos llegan en manadas: escritores, pintores, musicos, in-
telectuales, semi-intelectuales, algunas ninfas, dos nornas* con colores a la aguada
y con modelo (alternativamente, San Sebastian y el Apolo del Belvedere) y gente
desocupada. Todo anda patas arriba. Amistades y matrimonios acaban en ruptu-
ra. Max se va a Parfs. Un librito compuesto en colaboraci6n por Max y Paul Eluard,
Les malheurs des immortels, se imprime en Innsbruck para la editorial parisina
Librairie Six (traducci6n estadounidense, 1942, en Nueva York, por la editorial
Black Sun Press; traducci6n alemana, 1960, en Colonia, editorial y galerfa Der
Spiegel). Diffcil existencia en Parfs. Vive, mal que bien, de trabajos ocasionales.
Pinta cuando hay oportunidad. Paul Eluard le ayuda todo lo que puede.
• Nornas (Nornen): las tres diosas del destino, en la mitologia n6rdica, semejantes a las Parcas.
lzquierda :
1 Rene Crevel
2 Philippe Soupault
3 Arp
4 Max Ernst
5 Max Morise
6 Fedor Dostoyevski
7 Rafael Sanzio
8 Theodore Fraenkel
9 Paul Eluard
10 Jean Paulhan
Derecha:
11 Benjamin Peret
12 Louis Aragon
13 Andre Breton
14 Baargeld
15 Giorgio de Chirico
16 Gala Eluard
17 Robert Desnos
1923 Expone en el Salón des lndépendants (Celebes. Edipo Rey. Au rendez-vous des
amis y En el interior de la visión). Aplauso de los maestros del cubismo, en este
caso Braque, Juan Gris y Marcoussis. El coleccionista Jacques Doucet adquiere
A l'intérieur de la vue.
La Kunsthalle de Düsseldorf adquiere más tarde esa obra. De allí la sacan 'para
integrarla en la tristemente célebre exposición (1937) de arte degenerado; luego,
desaparece. Entre las obras degeneradas, figura con esta anotación: Ultraje de
la mujer alemana.
Dos niños son amenazados por un ruiseñor, asimismo en el Salon des lndépen-
dants. Relieve pintado, quizá (de momento) última consecuencia de los collages.
Adiós (de momento) a Europa .
M . E. vende de buena gana, y baratas, sus obras de los años de París. Compra-
dora, en Düsseldorf, Mutter Ey. Ernst se embarca para lndochina. Encuentro con
Paul y Gala Eluard en Saigón. Allí convence a Paul para que renuncie a su inten-
ción de desaparecer por siempre. Paul y Gala regresan a París. Max lo hace unos
meses más tarde. Acaba de hacerse público allí el Manifiesto surrealista de André
Breton . Está en preparación la revista titulada La révolution surréaliste. Se abre
en la rue de Grenelle una central de análisis surrealistas.
1925 De nuevo, trabajador ocasional; malas perspectivas. Eluard vuelve a prestar ayu-
da. Luego, de pronto, inesperadamente, contrato con Jacques Viot, courtier en
chambre y aventurero, que ya ha convenido con Miró y que más tarde, por reco-
mendación de Max, firmará también con Arp un contrato. Arp, Ernst, Miró, el
trío que un cuarto de siglo después cosechará laureles en Venecia .
Max, 34 años, puede al fin trabajar tranquilamente; por primera vez en su vida .
Por primera vez también, alquila un estudio (en la rue Tourlaque, Montmartre).
Pasa las vacaciones en el mar, en Bretaña. Ahí le llega una inspiración mientras
contempla el suelo de madera. Se ha inventado la técnica del frottage. En virtud
de esta técnica surge la Historia Natural, que se publica al año siguiente en la
editorial Jeanne Bucher. Arp escribe la Introducción y Paul Eluard formula la pre-
gunta: ¿Ha perdido el espejo sus ilusiones, o se ha liberado el mundo de su opaci-
dad? Y Max añade a esto: Al liberarse de su opacidad, el universo se funde en
el ser humano. De tal modo, el liberarse de su ceguera pasa a ser la vocación
del hombre. El frottage no es otra cosa que un medio técnico para intensificar
las facultades alucinatorias del espíritu, de manera que las visiones comparezcan
automáticamente; un medio, insistimos, de salir de la ceguera.
1927 Visión provocada por un cordel hallado sobre mi mesa. Visión provocada por el
aspecto nocturno de la Puerta de Saint Denis. Visión provocada por las palabras
el padre inmóvil. La horda. Los bárbaros avanzan hacia Occidente. Bosques, ma -
res, ciudades enteras.
1929 La mujer de cien cabezas (La femme 100 tetes). Novela formada por unos 150
collages, con texto complementario y unas Instrucciones para el lector de André
Breton. Aparece en la editorial Le Carrefour (segunda edición, 1956, en la edito-
rial L'oeil; edición alemana, en prensa, Gerhardt-Verlag, Berlín). El segundo pro-
tagonista de la novela es el pajarillo Hornebom.
Por deseo de Luis Buñuel, Max se hace cargo de un papel corto en la película
de aquel L'age d'or.
l . l l l f L O \ ~ lit; 1.\lllllHJlll
MAX ERNST
1930 El pajarillo Hornebom sale repetidamente en sus composiciones. En la editorial
Le Carrefour aparece una segunda novela en col/ages,
collages Reve d'une petite filie qui
voulut entrer au Carmel.
R ~ V E
D 'l /l l P ~ t n l í l l lll
?U I 1 Ot;Lt T f.\ tR I! R AU
CARMEL
Si usted tuviera que sacrificar su libertad al amor ¿lo haría con to entre mis convicciones y el verdadero amor . O es que amo,
alegría o a disgusto? o mis convicciones son tan sólo ficticias .
Un auténtico conflicto moral entre amor y libertad es cosa que Cuando era estudiante me enamoré perdidamente de la hija
no puede existir. Además, la libertad moral que puede llegar a de un guardia municipal que regulaba el tráfico en la Plaza del
darse en nuestras variadas relaciones sociales, sólo cabe que se Mercado de Bonn. Degustamos por entero los gozos del amor
reduzca en virtud de un mínimo de falta de libertad. Miles y mi- y la certeza de amarnos . Pero Agnes L. amaba también a su pa-
les de resistencias - el dinero, el policía que está a la vuelta de pá guardia. Un día nos lo encontramos por la calle, él me tendió
la esquina, la portera ... - limitan de continuo nuestras posibili- la mano y yo se la estreché . Me pregunto ahora:¿ Traicioné co-
dades morales bajo el pretexto de la convivencia social. ¡Con bardemente de esa manera mis convicciones sólo por propor-
qué buena disposición sacrificamos al amor, en mayor o menor cionar una satisfacción a Agnes?
medida, nuestra libertad! Si damos por supuesto que la causa Une enquete sur l'amour. De La Révolution surréaliste, n .o
aquí defendida es auténtica , no puede existir verdadero conflic- 12, París, 1929.
1931 Primera exposición en los Estados Unidos: Julien Levy Gallery. Exposición en la
Galerie Pierre, París.
Objetos desagradables; sillas; dibujos; órganos genitales; cua - Algo diferente es lo que pasa con la autoridad. Esta ha sabi-
dros; manuscritos; objetos para olisquear; objetos automáticos do adueñarse de la pintura surrealista a costa del oportu nismo
o inconfesables; madera ; vaciados en yeso; fobias; souvenirs persona l.
intrauterinos; porciones sueltas de sueños proféticos; espiritua- El tiempo pasa .
lización de antojos; gafas; uñas; amistades que funcionan sim-
bólicamente; marcos; ruinas de chimeneas de campana ; libros; Gracias al ti erno carácter de vuestros rendez-vous.
objetos de uso corriente; conflictos reprimidos; cartas geográ - Gracias a la investigación experimental del surrealismo .
ficas; manos; bustos femeninos retrospectivos; embutidos; ca-
No queremos construir arcas de imitación . Somos convenci -
rroñas exquisitas; palacios; martillos; libertinos; parejas de ma-
dos partidarios de lo mejor; hemos intentado arreglar un poco,
riposas; orejas que degeneran; mirlos; huevos fritos; cucharas
física y moralmente, el rostro de París .
atmosféricas; farmacias; retratos malogrados; panes; fotogra-
fías ; lenguas. Volviendo la espalda a los cuadros .
La palabra delito parece que, por lo regular, no ha sido com -
¿Se acuerdan ustedes todavía de los tiempos en que se con -
prendida . ¿Se acuerdan ustedes?
sideraba a la pintura como un fin en sí mismo?
Max Ernst y Tristán Tzara . Prólogo de la Exposición del Su -
Hemos acabado con la época de los ejercicios individuales. rrealismo en la Galerie Pierre Col/e, París, 1933.
Ma x Ernst : Piedras labradas. Maloja , 1934.
¿QUE ES SURREALISMO ?
Le mot délit n 'a, en général, pas été compris . (Paul Eluard) . con la fábula -bien recibida por los lascivos de la admiración -
Como última superstición , como triste vestigio del mito de la de la fecundidad del artista que hoy pone tres huevos, mañana
creación, al ciclo cultural de Occidente le quedaba el cuento fas- uno, y el domingo ninguno. Dado que, como es sabido , toda
tástico de la creatividad del artista . Entre las primeras acciones persona normal (y no sólo el artista) lleva en el subconsciente
revolucionarias del surrealismo figura el haber atacado y aniqui- una inagotable provisión de imágenes sepultadas, es cuestión
lado ese mito -para siempre, sin duda - con medios objetivos de coraje, o de procedimientos liberadores (como el de la escri-
y de forma más tajante. Para ello, el surrealismo sostuvo con tura automática), sacar a la luz del día los objetos encontrados
la máxima insistencia el papel pasivo del autor en el mecan ismo (imágenes) procedentes de viajes de exploración al subconscien-
de la inspiración poética y desenmascaró como cosa contraria te , objetos no falsificados, ni tampoco desteñidos por control
a la inspiración todo control activo mediante la razón, la moral alguno . El encadenamiento de tales imágenes puede designar-
o las consideraciones estéticas . En cuanto espectador, puede se como conocimiento irracional o como objetividad poética , de
asistir al nacimiento de la obra y seguir sus fases de desarrollo acuerdo con la definición de Paul Eluard: La objetividad poética
con indiferencia o compasión. Lo mismo que el poeta mantiene consiste tan sólo en el encadenamiento de todos los elementos
atento el oído a sus procesos automáticos de pensamiento y los de los cuales es esclavo -esclavo y no señor - el poeta . De
anota, así el pintor proyecta sobre el papel o el lienzo lo que le lo que se desprende que el artista falsea.
dicta su capacidad visual de inspiración .
Para pintores y escultores no pareció al principio cosa fácil
Se ha terminado, como es natural, con la vieja noción del ta- hallar procedimientos adecuados a la écriture automatique, adap-
lento; se ha terminado también con la glorificación del héroe y tados a sus posibilidades expresivas para el logro de la objetivi-
dad poética, es decir, expulsar del proceso de surgimiento de parcial, de las cosas en virtud del chispazo llamado poesía. El
la obra de arte la inteligencia, el gusto y la voluntad consciente. gozo ante cada metamórfosis conseguida no responde a un mí-
En esto no pudieron ayudarles los análisis teóricos, sino única- sero instinto estético de distracción sino a la antiquísima nece-
mente los ensayos prácticos y sus resultados. El encuentro ca- sidad vital del intelecto, que pugna por liberarse del engaños0
sual de una máquina de coser y un paraguas sobre una mesa y aburrido paraíso de los recuerdos fijos y anhela la exploración
de disección (Lautréamont) es hoy día un ejemplo antiguo, po- de un nuevo campo de experiencias, incomparablemente más
co menos que clásico, del fenómeno descubierto por los surrea- vasto. En él se van difuminando d& manera progresiva las fron -
listas: la aproximación de dos (o más) elementos, aparentemente teras entre los llamados mundo interior y mundo exterior (se-
extraños entre sí por su naturaleza, sobre un plano que por na- gún la clásica concepción filosófica); y llegará probablemente
turaleza les es extraño, provoca las más violentas igniciones poé- el día -cuando se encuentren métodos más precisos que el de
ticas. Innumerables experimentos individuales y colectivos (por la escritura automática- en el cual desaparezcan por completo
ejemplo, los denominados cadavre exquis) han demostrado la aquellas líneas divisorias. En este sentido, y sin pretensión de
utilidad de ese procedimiento. Se hizo patente que cuanto ma- ninguna clase, pude yo denominar Histoire Natural/e una serie
yor era la arbitrariedad con que podían reunirse aquellos elemen- de tablas en las que fui anotando, con toda la precisión posible,
tos tanto más segura resultaba la nueva interpretación, total o una sucesión de alucinaciones ópticas. El significado revolucio-
nario de esa descripción de la Naturaleza - que en principio, qui- nificar, por acaso, que copian en la pintura sus sueños (eso se-
zá, pudo parecer absurda - resultará seguramente más claro ante ría naturalismo descriptivo, naíf) o que cada cual se construye
el hecho de que la moderna Microfísica haya obtenido resulta - su pequeño mundo propio, a base de elementos oníricos, para
dos análogos. P. Jordan señala como resultado de una medi- comportarse en él benigna o malévolamente (eso sería evasión
ción efectuada en un electrón en movimiento libre de fuerza, de su época) . Lo que se quiere decir es que esos pintores se
y de una posterior medición del lugar: Pero esta distinción (la mueven libremente, con audacia y naturalidad en el terreno lí-
de mundo externo y mundo interno) queda sin uno de sus apo- mite, enteramente real (surreal) en lo físico y en lo psíquico, si
yos principales en virtud de la refutación experimental de la idea bien todavía poco defin ido; allí reg istran lo que ven y viven , e
de que en el mundo externo se den estados de cosas que po- intervienen donde sus instintos revolucionarios les aconsejan .
sean una existencia objetiva, independientemente del proceso La básica antinomia de meditación y acción (conforme al crite-
de observación . rio filosófico clásico) desaparece, efectivamente, con la distin-
ción fundamental entre mundo exterior e interior, y ahí reside
Así pues, cuando se dice de los surrealistas que son pintores la importancia universal del surrealismo: en que, después de
de una realidad onírica en constante cambio, eso no puede sig- aquel descubrimiento, no puede mantenérsele cerrado ningún
campo de la existencia. Así, también la escultura -visiblemente ficaciones de la danza. Y para conceder lo suyo a la indispensa-
reacia frente a todo automatismo- hubo de hallar cabida en ble mutilación, ¡qué de cabezas por el suelo, qué de manos por
el movimiento surrealista. Junto a las obras escultóricas de Arp los árboles, qué de pies por los rastrojos! (Paul Eluard).
y Giacometti, hay que hacer referencia a los objetos surrealis-
a
tas fonctionnement symbolique (por ejemplo, Bou/e Boule suspen- ¿Qué es surrealismo? Quien espere una definición como res-
due de Giacometti) y a los proyectos utópicos de cuyas posibili- puesta a dicha pregunta habrá de quedar defraudado en tanto
dades poéticas dará idea, sin duda, al lector la descripción si- que ese movimiento no llegue a su conclusión. Mis harto bre-
guiente: Grandes automóviles, tres veces mayores que el natu- ves explicaciones iban destinadas a enderezar hasta cierto pun-
ral, serán reproducidos en yeso o en ónice (con una minuciosi- to la confusión conceptual que ha venido extendiéndose acer-
dad de detalles por encima de la de los moldajes más exactos), ca del movimiento surrealista y que, en gran parte, ha tomado
y luego serán encerrados, envueltos con lencería femenina, en ya carta de naturaleza. Por lo demás, sólo puedo remitirme aquí
sepulturas cuyo emplazamiento sólo resultará reconocible. por a los Manifiestos surrealistas de A. Breton y a Les vases com-
la presencia de un delgado reloj de paja. (Salvador Dalí). municants. El hecho de que en las sucesivas actitudes de los
Obras escultóricas ya existentes pueden, al igual que toda otra surrealistas puedan observarse contradicciones y que éstas si-
realidad, funcionar en calidad de elementos poéticos, como ya gan apareciendo todavía de forma persistente es indicio de que
lo han probado los análisis colectivos para el embellecimiento el movimiento se halla en el mejor de los caminos. Dado que
irracional de París. Las más convencionales de las estatuas her- el movimiento surrealista subvirtió las relaciones existentes en-
mosearán prodigiosamente los campos. Algunos desnudos fe- tre las diversas realidades, había de contribuir, sin falta, a la ace-
meninos en mármol producirán el mejor efecto sobre una llanu- leración de la crisis general que la conciencia moral y la con-
ra cultivada. Animales en los arroyos, y cónclaves de graves per- ciencia mental atraviesan en nuestros días.
sonajes encorbatados de negro, en los ríos, serán como encan-
tadores escollos entre la monotonía del oleaje. Las laderas de De Was ist Surrealismus? (¿Qué es surrealismo?), catálogo de
las montañas se complacerán muy de veras con todas las petri- exposición, Zürich, 1934.
1935 La ninfa Eco. La joie de vivre. Los antípodas del paisaje . Naturaleza a la luz mati-
nal. La ciudad entera.
1936 Participa con 48 obras en la exposición Fantastic Art, Dadá, Surrealism, en el Mu-
seum of Modern Art de Nueva York.
MAX ERNST:
(QUE TITULOS DE COLLAGES DE MAX ERNST DEBERIA SABER DE MEMORIA TODO NINO
DIGNO DE LLEVAR ESTE NOMBRE?
La phalustrada. Grandes dadarstas arrojan sus sombras par todo esta aûn pendiente . El dormitorio del maestro; merece la
delante. Molina de huesos de los peluqueros no violentas. Re- pena pasar alli una noche. Dada Degas. Dada Gauguin. El con -
lieve continuo, original, del pulm6n de un fumador de 47 af\os. tenido del hombre puede calcularse par los accesorios de la mu-
Amargura de un colch6n. La preparaci6n de cola, obtenida de jer. Erectio sine qua non. En la mitad del desarrollo, se envene-
los huesos. Trofeos hipertr6ficos. Noli me derigere. Fluidosquép- na con cuidado a las mujeres y se las introduce en botellas. La
trica de Rotzwitha von Gandersheim . Un viejo verde ante un fusil pequef\a norteamericana que lanzamos este af\o se complace
protege de intervenciones dadarstas la toilette museal de la pri- en dar el pecho a las focas . Katharina Ondulata, es decir, la se-
mavera. La pequef\a glandula lagrimal que hace tic-tac. Lacer- f\ora patrona an der Lahn, aparece coma angel de los alemanes
cana pubertad no ha borrado todavia la delicada gracia de nues- y nacar sobre suelas de corcho en el signa zodiacal de Cancer
tras pléyades . Nuestros ojos de sombra miran el adoquin que Katharina Ondulata .
cae. La gravitaci6n de las ondas luminosas esta todavia pen-
diente. Sobre las nubes camina la medianoche. Sobre la mediano-
che se cierne el invisible pajaro del dia. Un poco mas arriba que
Paisaje invernal: gasificaci6n de la novia de hierro vulcaniza-
el pajaro, crece el éter, y los muras y los tejados salen nadando.
da para la generaci6n del necesario caler en el lecho .
Maquinita, construida par el propio minimax dadamax, para Quels sont les collages de Max Ernst dont chaque enfant dig-
la polinizaci6n impavida de cazos aspiradores femeninos al co- ne de nom doit savoir la nomenclature par coeur? De Au-delà
mienzo de la menopausia, y parecidas funciones intrépidas. Aqur, de la peinture, Paris, 1936.
Si se quisiera dar crédita a la descripci6n de su documenta dios Pan y de los papûes, que tanto el uno coma los otros po-
de identidad, Max Ernst, en el momento en que esto escribe, seen todos los secretos y se conjugan con elles con entera faci-
tendrra s61o cuarenta y cinco af\os. Su rostre seria oval, sus ojos lidad (él se casa con la Naturaleza, anda tras la ninfa Eco, di-
azules y su pelo entrecano. Su estatura se hallaria solamente cen), o, par otro lado, la actitud de un Prometeo seguro de sr
un poco par encima de la mediana . Senas especiales: no le re- y sistematico, un robador del fuego, que persigue a la Naturale-
conoce ninguna el carnet de identidad persona!. En casa de per- za con odio implacable y le lanza feroces insultas. Este mons-
seguirle la policia, podrra sumergirse con toda facilidad en la masa truo -se dice luego de él- solo se encuentra en su ambiente
y desaparecer alli para siempre. De modo diferente que la poli- con los antfpodas del paisaje. Y una coquetuela retozona af\ade:
cia opinan las mujeres, quienes le atribuyen un rostre joven, or- Es tan cerebral coma vegetal.
lado por sedoso cabello blanco y que, a juicio de ellas, le da un
aspecta distinguido. Le reconocen encanto, mucha sentido de Sin embargo, de esas dos actitudes, que en apariencia son
la realidad, arte de seducir, un fisico perfecto y maneras agra- contradictorias, pero, en el fonda, s61o conflictivas -y que se
dables. (El peligro de poluci6n, como él mismo admite, se le con- encuentran en Max Ernst en casi todos los terrenos- resulta
virti6 en un habita tan amable que él se complace en ello coma una actitud ûnica cuando se confronta al artista con Io real de
signa de urbanidad). Pero las mujeres le reprochan también un su personalidad. Y esta combinaci6n se produce, precisamen-
caracter difîcil, insondable, rebelde y una actitud intelectual im- te, de la misma manera que cuando se toman dos realidades
posible de penetrar (dicen que es un manojo de contradiccio- separadas entre sr y se las deja actuar sobre un piano que, de
nes, que, como las pampas, es, al mismo tiempo, transparente modo manifiesto, no les es adecuado -Io que en el lenguaje
y enigmatico. Les cuesta trabajo compaginar la ternura y la so- cotidiano llamamos collage-; acontece un intercambio de ener-
briedad de su expresi6n con la contenida violencia que define gia, provocado par esa misma aproximaci6n (violenta). He sen-
su pensamiento. Gustan de compararlo con un terremoto sua- tido la tentaci6n de considerar este intercambio coma un equi-
ve que, sin prisa, se limita a desplazar ligeramente los muebles, valente de Io que la filosofia clasica describe bajo el concepto
coma si quisiera paner orden en todas partes. de identidad -y ello, par mi parte, Io mismo si el intercambio
se producia en calma y con regularidad, al igual que una corriente
Lo que les resulta particularmente desagradable, y hasta in- fluida, que si ocurrra de golpe, con el acompaf\amiento del re-
soportable, es esto: s61o con esfuerzo consiguen descubrir su lampago y del trueno- . Dandole la vuelta a un pensamiento
identidad en las contradicciones (aparentemente) flagrantes que de André Breton, concluy6: La identidad sera convulsiva ... o
existen entre su comportamiento espontaneo y Io que le dicta no sera (identidad).
su pensar consciente. Asr, por ejemplo, ante la Naturaleza adopta
dos actitudes manifiestamente inconciliables: por un lado, la del Identité instantanée. De Au-delà de la peinture, Parfs, 1936.
En el estudio, ruedes Plantes, París, 1937 .
MAX ERNST:
En el umbral de la puerta de la única pero amplia casa de una ro blanco ha puesto un raro pájaro de plumas color esmeralda,
ci uda d construida de belemnita -de piedra del trueno-, dos de corvo pico y de mirada dura. El hombre no tiene miedo. Vie-
ruiseñores están estrechamente abrazados . El callado sol dirige ne de la Casa del Miedo . Y la mujer que lleva en el brazo un
su juego amatorio . El sol se despoja de su calzón negro y de delicado coágulo de sangre ¿sería ésa la Novia del Viento?
su camisa blanca .
Hay caballos que miran desde todas las ventanas: Buenos días,
Ya no se le ve . La noche irrumpe de golpe y con estrépito . señor primo, bueno días, señora madrina. ¿Qué buen viento os
trae por aquí? Viento o no viento, la Novia del Viento os pre-
Fíjese usted en este hombre: está en pie orgullosamente , me-
sento. ¿Quién es la Novia del Viento? ¿Sabe leer? ¿Escribe en
tido en el agua hasta las rodillas. Violentas caricias han dejado
francés correctamente? ¿De qué madera está tallada? De vida
huellas luminosas en su bello cuerpo de nácar. ¡Demonios! , ¿qué
fuerte , de misterio, de poesía. No ha leído nada, pero lo ha be-
hace este hombre de la mirada azul turquesa, de los labios teñi -
bido todo No sabe leer. Pero el ruiseñor la sorprendió cuando
dos de púrpura por el gozo? Este hombre alegra el paisaje .
estaba sentada en la piedra de la primavera, y leía. Y aunque
¡Demonios?, ¿qué hace esa nube blanca? Esa nube blanca es- leía en silencio, los animales y los caballos la escuchaban con
capa , silbando, de un cesto volcado . La nube anima la Natura- admiración. Porque leía LA CASA DEL MIEDO, una hermosa
leza . y verdadera historia, que ahora se le entrega a usted para que
la lea, esta historia escrita en un lenguaje bello, verdadero y
¿De dónde vienen esos dos extraños personajes que discu- limpio .
rren lentamente por la calle seguidas de mil enanos? ¿Es este
el hombre a quien por su carácter manso y agreste llaman Lo- Prólogo para la Maison de la peur, de Leonora Carrington,
plop , el Soberano de los Pájaros? Sobre su gigantesco sombre- París, 1938.
1939 Un poco de calma. Otra vez guerra. Max Ernst pinta Un peu de calme. Pero pron-
to es internado en calidad de súbdito del Reich Alemán. Primero, mes y medio
en la prisión de Largentiére; luego, en Les Milles, cerca de Aix-en-Provence. Aquí
comparte una diminuta habitación con el pintor Hans Bellmer. El campamento
de Les Milles era un antiguo tejar. Por todas partes había tejas rotas, polvo de
ladrillo; lo había hasta en la escasa ración de comida que les daban . Ese polvillo
rojo llegaba a introducirse por los poros de la piel. Uno tenía la impresión de irse
convirtiendo también , poco a poco, en una teja machacada. Hans Bellmer y Max
dibujan de continuo, por aplacar un poco su cólera y su hambre. Bellmer hace
un retrato de Max; el rostro aparece como un muro hecho de tejas.
1940 El tren fantasma. En mayo, Max es denunciado por un sordomudo. Este sostiene
que le ha visto hacer señales luminosas al enemigo. Por orden del general Dentz,
la gendarmería lo manda esposado, como primera medida a Loriol, Departamen-
to de Dróme, y luego, otra vez al campamento de Les Milles, cerca de Aix-en
Provence. En Les Milles se ha cuadruplicado el número de los presos; el de los
piojos se ha centuplicado. Cuando el ejército alemán llega a la altura de Andance-
sur-Rhóne, el jefe del campamento comunica que un tren está a disposición de
todos los presos cuya vida pueda peligrar en caso de que los nazis ocupen Les
Milles . Max, con otros 2.500 viajeros, va en este tren, cuya capacidad es de 1.200
asientos solamente. Primera parada, Marsella, desde donde parece se quiere em-
barcar a los presos hacia alguna colonia francesa. Para construir el tramo tran-
sahariano, se cuchichea entre la gente. Los que hasta ahora han sido nuestros
guardianes, personas decentes de la región, son relevados por senegaleses, que
nos inspiran poca confianza . De repente, una contraorden. El tren fantasma se
pone en marcha en dirección oeste. No queda ya personal de custodia. En cada
vagón, uno de los presos es responsable de que nadie se de a la fuga. El tren
se detiene en todas partes: junto a cada viñedo, junto a cada campo de patatas;
a menudo, la parada dura dos, tres, cuatro horas. En la estación de Carcasona,
dos horas y media. Max piensa en escaparse. Pero le viene a la memoria una car-
ta de Joe Bousquet que ha recibido hace tres días: En Carcasona, imposible ya
dar alojamiento ni siquiera a un ratón.
1941 Un inspector comprensivo. De camino hacia los EE.UU., Max Ernst se encuentra
en Marsella con André Breton, que está también a la espera de una posibilidad
de salida. Intento de reconciliación. Conoce a Peggy Guggenheim. Dificultades
para salir de Francia. Al llegar a Canfranc, en la frontera española, el inspector
(francés) encargado de comprobar la validez de los visados de salida hace notar
a Max que el suyo -el que había obtenido gracias a la buena disposición del sub-
prefecto de Ardéche- parece algo dudoso. Además, ha caducado. Le retira, de
momento, el pasaporte. Max, no obstante, se dirige a la aduana española y abre
el equipaje. Los aduaneros, con desconfianza, le piden que abra también un pa-
quete que había mantenido cuidadosamente a un lado. El paquete contenía cua-
dros de diferentes tamaños, unos enrrollados y otros puestos en bastidores. Por
fortuna, eran obras del género de las decalcomanías. Todo ello produce un efec-
to de seriedad, son trabajos ejecutados con esmero y, principalmente, en tonos
oscuros. Pronto se improvisa una exposición en el puesto de aduanas. ¡Bonito,
bonito! Los aduaneros están estusiasmados. Los trece compañeros de viaje, tam-
bién. Queda sólo por convencer el inspector (francés) de policía. Este pide a Max
que le acompañe a su despacho. Allí le dice: Monsieur, yo tengo devoción por
el talento. Monsieur, usted tiene un gran talento. Es cosa que admiro. Le devuel-
ve su pasaporte y le encamina hasta el andén. Aquí esperan dos trenes. El prime-
ro -le explica- va a España; el otro, a Pau, a la prefectura más próxima. Y aña-
De izquierda a derecha: Jimmy Ernst,
Peggy Guggenheim, Ferren, Duchamp,
Mondrian, Max Ernst, Ozenfant, Breton,
Léger, (desconocido), S. Hayter, Leonora
Carrington, Kiesler, Seligmann. Nueva
York, 1941 .
1941 Hermosa vista, con la estatua de la Libertad al fondo. Liberado al cabo de tres
días, Max Ernst viaja durante varias semanas por los Estados Unidos: Nueva Or-
leáns, Arizona, Nuevo México, California. Se decide por Nueva York y trata de
adaptarse. Reencuentra allí algunos antiguos amigos y conoce a otros. Acogida
especialmente cordial en un determinado ambiente de intelectuales, entre jóve-
nes pintores que fundarán más tarde la escuela de Nueva York. Después de Pearl
Harbour, matrimonio -que dura breve tiempo- con Miss Peggy Guggenheim.
Cortas vacaciones en Cape Cod. Para cada viaje fuera de Nueva York necesita
-desde Pearl Harbour se le considera extranjero hostil- una autorización espe-
cial del Distrito de Attorney. Con esta autorización en el bolsillo, se dirige a Well-
fleet, en Cape Cod, a casa del pintor Matta, que le ha invitado para poder buscar
en la comarca una casa de vacaciones. Matta había pensado en una casa solitaria
emplazada sobre una colina, junto al Atlántico. Max se sintió inquieto al saber
que algunos días antes de su llegada un submarino alemán había hundido un bar-
co estadounidense. Otra vez iban a surgir contrariedades ... Ahora resuelve insta-
larse en una casa menos aislada, hacia el interior. Pero en seguida llegan dos po-
licías de paisano, del lmmigration Office, se identifican ante Matta, encierran a
Max en una habitación, ponen en funcionamiento el receptor de radio y piden
a Matta que les enseñe la casa. Cuando el ruido de la radio resulta ya insoporta-
ble a Max, éste baja el volumen del aparato. Ha caído en la trampa (el manejo
de receptores de radio está prohibido a los extranjeros hostiles). Los policías le
instan a firmar un papel que le acusa de la infracción de aquella ley; le piden asi-
mismo que se mantenga alejado del mar, en la casa alquilada en Provincetown
y que esté allí a disposición de ellos. Al día siguiente se presentan; son las 13
horas. Los agentes van en número de tres y quieren registrar el equipaje y la casa
de Max. Hallan un sospechoso objeto: una caja de cerillas de los colores blanco,
azul y rojo, con la inscripción Freedom House. Lo conducen hasta un barquito
que les sirve de oficina y empiezan con el interrogatorio:
¿Qué actividades políticas desarrolla usted desde su llegada a los Estados
Unidos?
Leo periódicos.
¿Qué periódicos?
El New York Times, Time Magazine y P. M.
¿Cuáles son sus convicciones políticas?
Soy liberal moderado.
¿Cuántas ladders tiene M atta? (ladders
Matta escaleras de mano suena de modo
parecido a letters = letras).
Cinco: M, A, T, T, A.
Si es que pretende usted reírse de nosotros, lo vamos a tener metido en la
cárcel hasta que el pelo se le ponga aún más blanco de lo que lo tiene.
(Max dice que ha entendido mal la pregunta).
¿Cuántas escaleras de mano tiene Matta para subir al tejado y hacer señales
luminosas a los submarinos alemanes? (Otra vez con las señales luminosas ... ).
No sé si Matta tiene escaleras de mano, pero sí sé que no corresponde a su
manera de ser el hacer señales luminosas al enemigo.
¿Qué nacionalidad tiene Matta?
Chilena.
¿Cómo lo conoció usted?
Es pintor, lo mismo que yo.
¿No sabe usted que todos los chilenos son revolucionarios? Etc., etc ., etc .
Por cinco días sucesivos - añadió posteriormente Max Ernst- aparecen los poli-
cías a las 13 horas, con toda puntualidad, para interrogarme de nuevo en la mis-
ma forma . El sexto día me conducen a Boston (a ciento cincuenta kilómetros de
Provincetown) para que el fiscal me someta también a interrogatorio. Sus pre-
guntas apenas se diferencian de las de los polícias. Peggy Guggenheim nos había
acompañado. El fiscal manifiesta que debe hacerme encarcelar por haber mane-
jado un receptor de radio . Pero cuando Peggy Guggenheim hace notar que per-
tenece a la familia del magnate del cobre, cambia la actitud del fiscal. Este telefo-
nea a Nueva York para informarse de si puede dejarme en libertad. Sin dificulta-
des, recibe la autorización.
\l u f
1942 Nacimiento de la mosca no-euclidiana. La revista View, que dirige el poeta Char-
les H. Ford, dedica a Max Ernst un número especial en el cual colaboran Henri
Miller, Parker Tylor, Amédée Ozenfant, André Breton y otros.
1943 Con Dorothea Tanning. Pasan el verano en las montañas de Arizona. Realiza Vox
Angelica, Cuadros para gente joven, etc.
1944 Pasa el verano, con Dorothea Tanning, en Great River, Long Island. Esculturas:
Hombre joven con el coraz6n palpitante. El rey juega con la reina. Enferma de
luna. Un amigo diligente, etc.
lnvierno, en Nueva York. Expone en Julien Levy. Publico, mas de la cuenta, pero
poquisima venta.
El dia del derrumbamiento del Tercer Reich (8 de mayo) se inaugura otra exposi-
ci6n en Julien Levy. Esta vez, ni publico ni venta.
Verano en Amagansett (Long Island), con Dorothea Tanning. Cartas desde Fran-
cia, de Paul Eluard y Joe Bousquet. Poco después del armisticio, Paul Eluard or-
ganiza una exposici6n en honor de Max Ernst en la galeria Denise René, Paris.
1946 Nueva estancia de Arizona con Dorothea Tanning, por motivos de salud. Com-
pra terreno y se construyen una casa en la colina. Visita de Roland y Lee Penrose.
Con ocasión de una estancia en el Estado de Nevada, pinta Microbios (Sept mi-
a
crobes vue travers un tempérament no aparece hasta siete años más tarde, en
la editorial Cercle des Arts, París; edición alemana, galería Der Spiegel).
Dobles nupcias en Beverly Hills, California: M.E. y Dorothea, Man Ray y Juliet.
Banquete de bodas, en casa del coleccionista Walter Conrad Arensberg, en Holly-
wood.
Gran escultura de jardin, Capricornio. Esculturas junto a la casa. Paul Eluard ilus-
tra con poemas en prosa, y Io mas textualmente posible, una serie de antiguos
collages de Max Ernst.
Matta presta a Max ciento cincuenta d61ares. Esto le permite cargar con las obras
maestras invendibles el remolque de su viejo Ford y emprender el viaje a Arizona
(cuatro mil kil6metros) con Dorothea. Es diciembre. Cuando salen de Nueva York,
esta comenzando a nevar. Deciden ir por los Estados del Sur, o sea afiadir un
rodeo de quinientos kil6metros. Pero la nieve les es fiel durante todo el recorrido,
incluso en el Estado de Alabama, en el que jamas nieva.
1948 Aparece Beyond Painting (Mas alla de la pintura), de y sobre M. E., publicado
y prologado por Robert Motherwell.
La Brebis galante (La oveja galante) de Benjamín Péret aparece con ilustraciones
de M. E. La librería La Hune festeja el acontecimiento con una retrospectiva de
su obra gráfica.
1951 Loni y Lothar Pretzell, hermana y cuñado de M. E., organizan una gran retros-
pectiva en el Palacio de Brühl, que se encuentra aún en estado ruinoso.
1952 Marzo: lves Tanguy visita Sedona. Durante el verano, M. E. da treinta lecciones
en la Universidad de Hawai, Honolulú . Tema, Los últimos cincuenta años del ar-
te moderno. Unos 96 oyentes; lo sabe bien porque corrige los trabajos de los exá-
menes. Da también una lección pública sobre el Surrealismo. En Houston, Domi-
nique de Ménil, con la ayuda de Alexander !olas, organiza una exposición de obras
de M. E. en la Contemporary Art Association. Muchos visitantes, ni una sola venta.
1953 Max Ernst vuelve a París. Trabaja en la Impasse Ronsin, junto a Brancusi, en un
estudio cedido por el pintor William Copley. E. L. T. Mesens y P. G. Hecke (en
colaboración con el lnstitute of Contemporary Arts, Londres) organizan una re-
trospectiva en el Casino Municipal de Knokke-le-Zoute, Bélgica. La Pico-pareja,
poema con ocho grabados en color, se publica en la editorial Ernst Beyeler, Basilea.
M. E. visita las ruinas de la sacra Colonia con sentimientos muy entreverados: ...
y si luego hacen llover otra vez sobre Europa, sobre Kafkasia y Kafkamérica, el
pico-Max agarra del rabo a los pico-dioses y les hace largarse ... etc.
1954 En la XXVII Biennale, M. E. conquista, con asombro por su parte, el gran premio
de pintura . (El de escultura lo obtiene Arp, y Miró el de arte gráfico).
Albertus Magnus. Messalina, de niña. Una muchacha, una viuda, una mujer.
1958 Exposición en la galería Creuzevault, París: Rótulo para una escuela de arenques.
Rótulo para una escuela de gaviotas. Treinta y tres muchachas van a la caza de
mariposas. Rótulo para una escuela de cristales. Los príncipes duermen mal. El
jinete polaco, etc.
El mismo ana se celebran en Paris otras dos exposiciones. En la galeria Pont des
Arts se presentan trabajos de orfebreria de M. E. (mascaras, relieves, figuras) en
colaboracion con su amigo el orfebre François Victor-Hugo. Toda la obra escul-
torica (esculturas, relieves, montajes, etc.) de los anas 1913 a 1961, salvo las pie-
zas destruidas o imposibles de transportar, se muestra en la galeria Le Point Car-
dinal. La elaboracion del detallado catalogo se debe a Jean Hugues y John De-
volny; el prologo es de Alain Bousquet.
l Corno puede soportar sobre si esta carga sin hundirse en el blando lima? La res-
puesta es facil: desde sus anas jovenes tiene conciencia del peligro, y eso quiere
decir que no existe el peligro. La solucion es también sumamente facil: jactuar!
Acerca de ello se ha expresado, poco mas o menas, de esta forma: Cada vez
que( ... ), pinta una imagen del mundo integrandola en el espacio universal. Abre
esa imagen, coma un libro, la cierra luego, y la deposita sobre la mesa del mundo
para la contemplaci6n de quien guste. Se dirige a la puerta, saca la /lave del bolsi-
1/o abre la puerta, abre la boca, se cuenta los dientes, se traga la nada, cuenta
las lunas, cuenta las estaciones del afio, menea la cabeza y se cage la frente . En-
tonces, su globo ocular se convierte en el globo terraqueo; Io lanza contra la pa-
red, Io vuelve a tomar con la mana y Io introduce en el bolsillo juntamente con
la /lave y la luna. Ha pasado el peligro.
1962 0 bien visita a la madre Esfinge, en su establo, y le propane unos cuantos enig-
mas, tan faciles que hasta el Sefior Edipo de Tebas podria dar con la solucion.
Par ejemplo : l Cuanto es uno par uno?
Obras de todos los períodos de la producción del pintor son cuidadosamente es-
cogidas por el Dr. Gert van der Osten, reunidas con algunas dificultades, catalo-
gadas, y expuestas a la amable contemplación de un público más o menos cono-
cido por el pintor, en el Wallraf-Richartz-Museum, el 28 de diciembre. En el mis-
mo Museo donde el pequeño Max, hace muchos años, había conocido y amado
a Esteban Lochner, a Jerónimo Bosco y al Maestro del altar de San Bartolomé.
En la por él amadísima y escandalizadísima ciudad natal, la sacra Colonia.
El prólogo de Carola termina con esta definición: L'illustre forgeron de reves (El
ilustre forjador de sueños).
En el curso de la primavera de este año, Max, durante una breve estancia en Se-
dona, obtiene el vaciado de su (monumental) escultura Capricornio para realizar
una réplica de ella en bronce. Esta la exhibe en otoño en la galería lolas. Un error
monumental, escriben los críticos de arte.
En la misma exposici6n, El casamiento de Cielo y Tierra. Un terremoto oculto.
Tres volcanes errantes.
PEHO'li&f.S 1963- 19~ 1964 Maximiliana o el ejercicio ilegal de la Astronomfa. Escritura secreta y numerosos
& 11' C\PlUWl!Ni:
grabados en cobre, dedicados a la vida y obra de Wilhelm Leberecht Tempe!, as-
J. b-"" - 14~ "*"' •4
~~-~
tr6nomo sin titulaci6n académica, despreciado en su patria (Alemania) por los
- ~-"~·~-.§"..... ,,. astr6nomos profesionales, y que es ademas poeta rebelde y, para colmo, emi-
grante (Venecia , Marsella y Florencia). El poeta ruso lliazd el rastro, con éxito,
a sus poemas y apuntes y a sus cartas astron6micas (litografiadas) de las estre-
llas descubiertas por aquél. lliazd hizo de este libro una obra maestra de la tipo-
grafia, y el artista grâfico Georges Visat Io convirti6 en una obra maestra del gra-
bado en col or.
Tarjet a de invitaci6n, 1964.
El Museo de Artes y Oficios de Hamburgo posee una completfsima documenta-
ci6n sobre este libro (proyectos originales, pruebas de estado, pruebas definiti-
vas, el libro mismo, etc.).
En la galerfa Le Pont des Arts : Les chiens ont soif (Los perros tienen sed), album
de litografias, con texto de Jacques Prévert.
Este ano, Max Ernst se establece con Dorothea Tanning en Seillans, localidad
del Sur de Francia.
1965 Luego de una breve enfermedad, reanuda sus trabajos en la técnica del collage
con una serie de obras de gran formata. Exposici6n de éstas en la galerfa lolas
bajo el tftulo Le Musée de l'Homme, suivi de la Pêche au Soleil levant (El Museo
del Hombre, seguido de la pesca a la sa/ida del sol) .
llustraciones para Logique sans Peine (Symbolic Logic de Lewis Carroll, Editions
Hermann , Paris).
La Ciudad de Praga organiza una exposici6n, Escritos y obra grflfica. Esta exposi-
ci6n se traslada seguidamente a Worpswede y a la Kunsthalle de Hamburgo.
1968 En la primavera de este ana: El retorno de la bel/a jardinera . En la galerfa Alphon-
se Chave: Déchets d 'atelier, Lueurs de génie (Desperdicios de taller, fulgores de
genio).
1969 En Le Pont des Arts: Dent prompte (Diente presto), tablas de colores de Max
Ernst, con poemas de René Char.
1970 Écritures (Editions Gallimard). René Bertelé reune en un tomo todos los escritos
de Max Ernst (con excepción de algunos textos dadaístas que no admitían tra-
ducción). Apuntes biográficos. Canción verspertina del viejo amotinado. Micro-
grama Arp. Las desgracias de los inmortales. La mujer de cien cabezas. La mu-
chacha del Carmelo. Un sueño. Historia de una Historia Natural. Una semana de
bondad. El hombre que perdió su esqueleto. Siete microbios vistos a través de
un temperamento. La desnudez de la mujer es más sabia que la doctrina de los
filósofos. El Museo del Hombre, seguido de la pesca a la salida del sol. Exposi-
ción itinerante de la colección de Jean y Dominique de Menil bajo el título La vi-
sión interior: Kunsthalle de Hamburgo, Sociedad Kestner de Hannover, Kunstve-
rein de Frankfurt, Academia de Artes de Berlín, Kunsthalle de Colonia. Estación
terminal del recorrido, el2 de abril de 1971, en la Orangerie de las Tullerías, París.
1971 En la galería Alphonse Chave, Vence, se exhiben 45 litografías, cada una de ellas
en ejemplar único, debidas al descubrimiento del azar. Presentación del libro Ecri-
tures.
1971 Lieux communs (Lugares comunes), Editions lolas. Album con 12 reproduccio-
nes de collages (en color), acompañados por 11 poemas de Max Ernst. He aquí
uno de ellos:
Caspar David Friedrich. Textos de Heinrich von Kleist, Clemens Bretano y Achim
von Arnim. Ilustrado, y traducido por primera vez al francés, por Max Ernst (edi-
torial Hans Bolliger, Zürich). Epílogo de Werner Spies.
Doctor Honoris Causa por la Universidad de Bonn.
Eduard Trier dijo en la laudatio:
. . .Actuaciones sin fin se estan preparando ... Selecci6n de textos por Werner Spies
y Peter Schamoni. Presentaci6n en los Kammerspiele (Teatro de Câmara) de Mu-
nich . Con el actor Günther Lüders.
1973 Déserts plissés (Desiertos plisados). Texto de Jean Tardieu. 24 frottages y 2 lito-
grafias de Max Ernst (editado por Hans Bolliger, Zürich).
Max Ernst con W erner Spies, Festin (Banquete) . 12 litografias de Max Ernst, acompanadas de 12 poemas de
en Colonia, 1971. Pierre Hebeys (Editions Pierre Chave, Vence). Mi amigo Pierrot; bronce.
Catálogo de la obra completa (sugerido por Jean de Menil). Han aparecido los
dos primeros tomos de la obra completa, que publica Werner Spies. El primer
volumen, dedicado a la obra gráfica, se debe a Helmut R. Leppien; el segundo,
que comprende las pinturas, collages, etc., de 1906 a 1925, ha sido elaborado
por Werner Spies y Günter y Sigrid Metken.
Ultima pregunta
Max Ernst se permite formular a sus severos lectores y benévolas lectoras la pre-
gunta de si ha merecido la designación que le aplicó uno de los más grandes -y
menos valorados- poetas de nuestro tiempo (René Crevel):
1976 Max Ernst murió la noche del 1 de abril, fecha en que cumplía los 85 años.
3. PEQUENA MAQUINA CONSTRUIDA POR EL 15. UN HOMBRE PUEDE ENCUBRIR A OTRO, 1923
MISMiSIMO MINIMAX DADAMAX, 1919 pluma y tinta sabre papel
tecnica mixta sabre papel 64 x 48,5 cm .
49,4 x 31,4cm. Colecci6n particular. Paris.
Peggy Guggenheim Collection.
(The Solomon R. Guggenheim Foundation). Venecia . 16. MUJER, VIEJO Y FLOR, 1923/ 24
oleo sabre lienzo
4. LA GRAN RUEDA ORTOCROMATICA QUE HACE 96,5 x 130,2 cm .
EL AMOR CON MODERACION, 1920 The Museum of Modern Art. Nueva York .
acuarela y lapiz sabre papel (adquisici6n, 1937).
35,5 x 22,5 cm .
Colecci6n Louise y Michel Leiris . Paris. 17. EL AS DE PICAS, 1924
gouache
5. PEQUENA FiSTULA LACRIMAL QUE HACE 16,5 x 17,5 cm .
TIC - TAC .. ., 1920 Colecci6n particular. Paris.
gouache sabre papel
36,2 x 25,4 cm . 18. NATURALEZA MUERTA, 1924
The Museum of Modern Art. Nueva York (adquisici6n) . acuarela
13,2 x 19,6 cm .
6. SIN TiTULO , 1920 Co/ecci6n particular. Zurich .
gouache
30 x 25 cm. 19. LAS MANOS DE LOS PAJAROS , 1925
Colecci6n particular. Paris. oleo
24 x 33 cm.
7. BOSQUE Y SOL, 1920 Co/ecci6n particular.
gouache y collage sabre carton
20. EL BROTE DEL CASTANO, 1925
40,5 x 33 cm.
frottage
Co/ecci6n particular.
26 x 43 cm .
Co/ecci6n particular. Zurich.
8. LOS HOMBRES NO LO SABRAN NUNCA, 1921
gouache 21 . LAS FALSAS POSICIONES , 1925
50,5 x 65 cm . la piz y frottage
Peter Schamoni. Munich . 43,5 x 27,5 cm .
Artcurial. Paris.
9. SANTA CONVERSACION, 1921
collage 22. BOSQUE, 1925
22,5 x 13,5 cm . frottage y oleo sabre lienzo
Colecci6n particular. Paris . 87 x 65 cm .
Artcurial. Paris.
10. SIN TiTULO , 1921
gouache 23. BOSQUE, 1925
45,5 x 66 cm. oleo sabre lienzo
Colecci6n particular. Paris. 89 x 33 cm .
Colecci6n particular.
11. PUBERTAD CERCANA .. .
TAMBIEN: LAS PLEYADES , 1921 24. LAS 100.000 PALOMAS , 1926
collage oleo sabre lienzo
24,5 x 16,5 cm. 97 x 130 cm.
Colecci6n particular. Paris. Ga/eria Beyeler. Basi/ea .
28. JOVENES PEINANDO A SU MADRE, 1927 36. ¡MONSTRUO! SABE QUE ME GUSTA .
óleo sobre lienzo FIN DEL SUEÑO , 1929/ 30
46 x 55 cm. collage
Colección particular. 14,7 x 17,2 cm.
Colección particular.
29. GESTOS SALVAJES PARA EL HECHIZO, 1927 (cortesía de la Galería Brusberg, Berlín) .
óleo sobre lienzo
100 x 81 cm .
37. MARCELINO MARIA - DE MI MANO,
Colección particular.
MI PADRE ... , 1929/ 30
collage
30. NOCHE DE AMOR, 1927
14,6 x 17,2 cm.
óleo sobre lienzo
Colección particular.
162 x 130 cm.
(cortesía de la Galería Brusberg, Berlín) .
Colección particular.
33. LOPLOP, EL MAYOR DE LOS PÁJAROS , 1928 40. BOSQUE, JAULA Y SOL NEGRO , 1933
óleo sobre lienzo óleo sobre lienzo
79 x 99 cm. 114 x 146 cm.
Colección particular. Colección particular.
41. JARDiN COME-AVIONES, 1935 53. EL NACIMIENTO DE LA COMEDIA, 1947
61eo sobre lienzo 61eo sobre lienzo
32 x 45 cm. 53 x 40 cm .
Colecci6n particular. Museo Ludwig. Colonia .
78. SIN TiTULO (MUJER CON LAÚD), 1911 83. ESFINGE, 1939
linóleo litografía
13,2 x 11.6 cm. 25,2 x 19,5 cm.
79. SIN TiTULO (MADRE CON TRES HIJOS), 1911 84. SIN TiTULO (CAPERUCITA ROJA), 1949
linóleo aguafuerte y aguatinta
12 x 13 cm. 12 x 8,8 cm.
* La colección de obra gráfica pertenece a la ciudad de Brühl, y ha sido cedida para esta exposición por intermedio del Instituto Alemán de Madrid .