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Acuerdo de Basilea III

Antecedentes:
El Acuerdo de Basilea III tiene un claro antecedente: La crisis financiera de los años 2008 y
2009, cuya punta del iceberg fueron las hipotecas sub-prime, pero que se vincula también
a la progresiva innovación en los instrumentos y mercados que hacían cada vez más difícil
la supervisión con las normativas acordadas en Basilea II.
La crisis dejó clara la necesidad de aumentar la resistencia de las instituciones financieras a
fin de prepararles para enfrentar choques adversos, mejorar su gestión de riesgos y su
gobierno corporativo, y avanzar hacia instituciones más transparentes en el complejo
mercado financiero.
Basilea III tiene un enfoque reactivo: aborda las deficiencias identificadas en el marco
regulador que existía previo a la crisis del 2008/2009, buscando sentar las bases de un
sistema bancario resiliente que evite activamente la acumulación de vulnerabilidades
sistémicas.
Según analistas, el acuerdo de Basilea también sienta las bases para aumentar la
responsabilidad de las entidades financieras que invierten en actividades especulativas a
través de medidas muy concretas de “colchones” o reservas de capital y liquidez, de modo
que puedan hacer frente a pérdidas a raíz de inversiones de alto riesgo.
El objetivo de estas medidas es reforzar la regulación, la supervisión y la gestión del riesgo
de los bancos, en un nuevo escenario global.

Contenidos del Acuerdo de Basilea III


El Acuerdo de Basilea III está conformado por un grupo de normas anunciadas en el año
2010, y por un grupo de reformas complementarias anunciadas en el año 2017.
De forma muy resumida, podríamos señalar que el acuerdo de Basilea introduce los
siguientes elementos al campo de juego financiero internacional:
1. Fortalecimiento del marco de Capital Global:
El requerimiento mínimo de capital ordinario, que en la praxis es la forma de capital que
permite absorber las pérdidas, se elevó de su mínimo anterior del 4% a un 6%, exigiendo
que al menos sus tres cuartas partes estén conformadas por instrumentos de la más alta
calidad (acciones ordinarias y beneficios no distribuidos),
Del mismo modo se incorporan mejoras en la cobertura de riesgos, con especial énfasis
a los riesgos dentro y fuera de balance, y a aquellos que podrían desprenderse de
instrumentos derivados. En la reforma del año 2017 se incluye una revisión de los
procedimientos para la realización de análisis de riesgo, evitando de esta forma la
variabilidad en la estimación entre bancos.
El acuerdo establece un coeficiente de apalancamiento máximo a fin de complementar
los requerimientos mínimos de capital. De esta forma se limita la acumulación de deuda
para financiar inversiones y actividades bancarias, previniendo de esta forma la
aparición de una espiral de desapalancamiento durante una posible desaceleración
económica.
Del mismo modo se busca reducir la pro-ciclicidad de los mínimos de capital requeridos,
y se insta a establecer “colchones” de capital anti cíclico. De esta forma los bancos
reservarán capitales durante periodos de bonanza, para poder disponer de él durante
momentos de tensión económica.
Finalmente, se visibiliza el riesgo sistémico, normando una regulación más estricta a los
bancos de importancia sistémica mundial.

2. Introducción de un Estándar de Liquidez Internacional, a partir de dos ratios de


liquidez.
Los nuevos estándares de liquidez introducidos por Basilea III se orientan a asegurar que los
bancos cuenten con suficiente efectivo o en su lugar, equivalentes de efectivo, que les
permitan enfrentar situaciones adversas de corto plazo.
Propone que el colchón de liquidez de corto plazo sea principalmente deuda soberana de
alta calidad, como principal opción, aunque también incluiría deuda corporativa de alta
calidad.
De esta forma se busca desmotivar la inyección indiscriminada de liquidez en el sistema
para la inversión en operaciones de alto riesgo y de carácter especulativas, que fueron
precisamente aquellas que precipitaron la crisis financiera del año 2008.
Las mejoras en liquidez se cristalizan a través de los dos coeficientes descritos a
continuación.
El coeficiente de cobertura de liquidez (LCR), que fue diseñado para fortalecer la resistencia
ante posibles alteraciones en la liquidez de la institución financiera en un marco temporal
de 30 días.
El coeficiente de financiación estable neta (NSFR), que exige a la institución mantener un
mínimo de fuentes de financiación estables acordes a los perfiles de liquidez de sus activos,
y a sus posibles necesidades de liquidez en el marco temporal de un año. De esta forma se
establece la responsabilidad de los bancos de casar mejor la duración de sus activos con la
de sus pasivos.
Referencias:
Banco Central del Uruguay. Hoja de Ruta hacia Basilea III. Disponible en:
http://www.bcu.gub.uy/Servicios-Financieros-
SSF/Documents/Bancos/hoja_ruta_basilea_iii.pdf
Espínola, Zulma. La aparición de Basilea III en el escenario financiero. Disponible en:
http://www.abc.com.py/edicion-impresa/suplementos/economico/la-aparicion-de-
basilea-iii-en-el-escenario-financiero-161712.html
Comité de Regulación Bancaria de Basilea. Finalización de Basilea III en Pocas Palabras.
Disponible en: https://www.bis.org/bcbs/publ/d424_inbrief_es.pdf
Comité de Supervisión Bancaria de Basilea. Resumen de las Reformas de Basilea III.
Diciembre de 2017. Disponible en:
https://www.bis.org/bcbs/publ/d424_hlsummary_es.pdf

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