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Asociación Española Revista de Psicopatología y Psicología Clínica Vol. 15, N.º 2, pp.

85-99, 2010
de Psicología Clínica ISSN 1136-5420/10
y Psicopatología

EFECTIVIDAD DE LAS TERAPIAS PSICOLÓGICAS:


UN ANÁLISIS DE LA REALIDAD ACTUAL

ENRIQUE ECHEBURÚA, PAZ DE CORRAL y KARMELE SALABERRÍA


Facultad de Psicología, Universidad del País Vasco, San Sebastián

Resumen: En los últimos años las terapias psicológicas empíricamente validadas han experimen-
tado un gran desarrollo en diversas áreas. Los pacientes buscan actualmente ayuda terapéutica no
sólo por los trastornos mentales tradicionales. La psicología clínica basada en la evidencia implica
la integración de la experiencia clínica con los resultados de la investigación. Sin embargo, hay
muchas discrepancias entre la investigación y la práctica clínica: no siempre un tratamiento eficaz
en un ensayo clínico resulta efectivo en la práctica clínica habitual. Además, hay algunas limitacio-
nes para generalizar los logros de la investigación a la práctica clínica habitual y, por ello, su difu-
sión a los profesionales clínicos es aún muy limitada. Se abordan asimismo cuestiones éticas rele-
vantes en relación con la práctica clínica y se analizan las características psicológicas del
terapeuta que están más relacionadas con el éxito terapéutico. Por último, se señalan algunos retos
de futuro y se plantean nuevas líneas de investigación.
Palabras clave: Tratamientos empíricamente validados; limitaciones; dificultades de difusión;
cuestiones éticas.

Effectiveness of psychological therapies: A review of the current situation


Abstract: In recent years evidence-based psychological treatments have evolved greatly in several
areas. Patients are now seeking therapeutic assistance not only for traditional mental disorders.
Evidence-based clinical psychology implies integrating clinical expertise with research evidence.
However, there are many discrepancies between research and clinical practice: a treatment proved
efficacious in a study is not always efficient in ordinary clinical practice. Furthermore, there are
limitations to generalizing research results to ordinary clinical practice, so their acceptance by
clinical professionals is still quite limited. Relevant ethical questions related to clinical practice are
considered, and psychological characteristics of the therapist that have a bearing on therapeutic
success are analyzed. Finally, some future challenges are named and new lines of research are
proposed.
Keywords: Empirically validated treatments, limitations, difficulties of dissemination, ethical ques-
tions.

INTRODUCCIÓN ción sobre la efectividad de las terapias psicoló-


gicas. Al margen de los posibles excesos come-
La preocupación reciente por las terapias tidos por un enfoque meramente economicista
efectivas no es ajena a los cambios sociales ac- de la salud, no cabe duda de que esta orientación
tuales. La contención del gasto vigente en la ha supuesto un giro radical en la investigación
Sanidad Pública y en las compañías de seguros sobre los tratamientos psicológicos. Ya no se
ha impulsado en los últimos años la investiga- trata sólo de demostrar que una terapia es eficaz
para un determinado trastorno, sino que lo es
Recibido: 23-marzo-2010; Aceptado: 25-marzo-2010 más que otras alternativas y en unas mejores
condiciones (más breve, en un régimen ambu-
Correspondencia: Enrique Echeburúa, Universidad del
País Vasco, Facultad de Psicología, Avda. de Tolosa 70,
latorio, etcétera). No es razonable mantener,
20018 San Sebastián especialmente en los centros públicos, terapias
Correo-e: enrique.echeburua@ehu.es que no han mostrado ser eficaces más allá de un

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Tabla 1. ¿Qué quiere decir “eficacia del tratamiento”? (Marks y O’Sullivan, 1992)

Componentes de la eficacia Significado

Especificidad ¿Qué síntomas mejoran?

Intensidad ¿Cuánto mejoran los síntomas?

Plazo ¿Cuánto tarda en comenzar la mejoría?

Duración a corto plazo ¿Dura el efecto terapéutico mientras el tratamiento se mantiene?

Duración a largo plazo ¿Continúa el efecto tras la interrupción del tratamiento?

Costes Rechazos, efectos secundarios y abandonos

Interacciones ¿Cómo interactúa con otros tratamientos?

Balance ¿Cuáles son las ventajas e inconvenientes en relación con otros tratamientos disponibles?

efecto placebo o de los efectos inespecíficos de Sin embargo, la difusión de estos tres avan-
cualquier terapia (Bayés, 1984; Echeburúa y ces no ha sido simétrica. En los dos primeros
Corral, 2001). casos la industria farmacéutica se ha ocupado
Sin embargo, el concepto de eficacia tera- de difundirlos ampliamente mediante diversas
péutica dista mucho de ser unívoco. Resulta publicaciones gratuitas (folletos, revistas, li-
sorprendente la poca atención que se ha pres- bros, etcétera) y congresos financiados. Por el
tado en la bibliografía relacionada con las contrario, en el tercer caso —el desarrollo de
investigaciones clínicas a este aspecto y a los los tratamientos psicológicos—, al no contar
equívocos suscitados por las distintas inter- con un órgano de difusión tan poderoso como
pretaciones de dicho término (Echeburúa, la industria farmacéutica (que, por motivos ob-
Corral y Salaberría, 1998). Cuando se habla vios, no está interesada en este tema), los avan-
de los efectos de un determinado tratamiento ces habidos se han limitado a las revistas cien-
—sea éste psicofarmacológico, psicológico o tíficas y no han llegado suficientemente a los
combinado—, tal término puede tener diver- sectores profesionales implicados (Echeburúa,
sos significados, tal como se expone en la 1998). De hecho, los tratamientos psicofarma-
Tabla 1. cológicos (especialmente en el caso de los an-
En los últimos veinte años se han produci- tidepresivos y de los neurolépticos) prescritos
do tres avances muy importantes en el campo en los centros clínicos han cambiado conside-
de los trastornos mentales. En primer lugar, se rablemente en los últimos años al hilo de los nue-
han hecho grandes adelantos en la compren- vos descubrimientos, pero, sin embargo, los
sión de las bases biológicas de muchos cuadros avances en las terapias psicológicas no se han
clínicos (la esquizofrenia, la depresión o el reflejado en la práctica clínica habitual ni si-
trastorno bipolar, por ejemplo). En segundo quiera a veces en los contenidos formativos de
lugar, se ha desarrollado una nueva generación los programas de psicología clínica (Echeburúa,
de psicofármacos (antidepresivos y neurolép- Corral y Salaberría, 2005).
ticos especialmente), con una mayor eficacia En este artículo se aborda el tema de las te-
terapéutica y un perfil más favorable de efectos rapias empíricamente validadas y de las nuevas
secundarios. Y en tercer lugar —pero no me- tendencias, pero también se señalan sus limita-
nos importante—, se han creado tratamientos ciones. Y también se hace referencia a algunos
psicológicos breves y efectivos para una am- temas menos de moda (pero, sin embargo, ex-
plia variedad de trastornos (Bados, García y traordinariamente relevantes), como son los
Fuste, 2002). aspectos deontológicos implicados en la prácti-

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ca profesional o el análisis de los requisitos actualmente vigente (DSM-IV-TR, 2000) reco-


psicológicos necesarios (o, al menos, convenien- ja más de 300. No parece razonable pensar que
tes) para el ejercicio profesional de la psicología en menos de cincuenta años los trastornos men-
clínica. tales se hayan multiplicado por cinco. Por ello,
hay que estar precavido ante los supuestos
nuevos diagnósticos clínicos: síndrome posva-
LAS NUEVAS DEMANDAS cacional, adicción a las compras, síndrome de
TERAPÉUTICAS Diógenes, vigorexia, síndrome de alienación
parental, síndrome de Ulises, etcétera.
Las demandas terapéuticas han cambiado En resumen, muchas de las consultas a los
considerablemente en los últimos años. Ahora psicólogos clínicos hoy no se relacionan con
se tiende a consultar, además de por los cuadros trastornos mentales, sino con situaciones de
clínicos tradicionales (depresión, trastornos de infelicidad y sufrimiento psicológico. Se trata
ansiedad, esquizofrenia, trastornos de la con- de personas que se sienten sobrepasadas en sus
ducta alimentaria o adicciones), por problemas estrategias de afrontamiento para las dificulta-
menores, que, sin constituir propiamente tras- des cotidianas y que, muy frecuentemente, ca-
tornos mentales, reflejan una patología del su- recen de una red de apoyo familiar y social
frimiento o de la infelicidad. Entre ellos se en- sólida y estable que les proporcione la ayuda y
cuentran el duelo por la pérdida de un ser el apoyo necesario para seguir adelante. Los
querido, los conflictos de pareja o la ruptura de psicólogos clínicos tienen que adaptarse a esta
pareja no deseada, las dificultades de conviven- nueva realidad, evitar la tendencia a establecer
cia y educación con los hijos, las conductas diagnósticos psiquiátricos y desarrollar unas
violentas de los adolescentes, los problemas de estrategias de intervención (técnicas de coun-
estrés laboral, el sufrimiento de los inmigrantes, seling o de intervención en crisis) que no son
el dolor crónico, el cansancio por el cuidado de exactamente las mismas que han mostrado éxi-
personas dependientes, las consecuencias psi- to en el tratamiento de los trastornos mentales
cológicas del daño cerebral en el enfermo y su propiamente dichos. Y probablemente el lugar
familia, etcétera. más adecuado para detectar y tratar estos pro-
En las clasificaciones psiquiátricas estos blemas no sean los centros de salud mental, sino
problemas adaptativos se denominan códigos Z los centros de atención primaria, en donde
y son un reflejo de las dificultades de la vida resulta absurdo reducir el sufrimiento a catego-
cotidiana, así como de los efectos de la soledad rías diagnósticas. Éste es un reto de futuro
y de la incomunicación que prevalecen en nues- importante.
tra sociedad. Y el volumen de las consultas de
este tipo puede suponer casi el 20% de las de-
mandas asistenciales en los centros de salud ¿POR QUÉ HAY QUE EVALUAR
mental. LA EFICACIA DE LAS TERAPIAS?
Estas nuevas demandas terapéuticas están
relacionadas con una mayor exigencia de cali- La evaluación de la eficacia de las interven-
dad de vida por parte de los pacientes y con una ciones terapéuticas es una necesidad perentoria.
mayor intolerancia al malestar emocional, pero En primer lugar, porque el progreso científico
también con la medicalización de la vida coti- de la psicología clínica requiere la delimitación de
diana. De hecho, hay una tendencia malsana por las terapias eficaces, así como de los compo-
asignar a todos los problemas un nombre clínico, nentes activos de las mismas. En segundo lugar,
unos síntomas y un tratamiento: es una tenden- porque esta disciplina se enfrenta, como fruto
cia que se ve acentuada por el marketing de la de su propio desarrollo, a retos de cada vez
industria farmacéutica dirigido a médicos y pa- mayor complejidad (por ejemplo, al tratamien-
cientes. No deja de ser significativo, por ejemplo, to de los trastornos de personalidad, de los pro-
que la primera edición del DSM (DSM-I, 1952) blemas de la conducta alimentaria o de las nue-
contenía unos 60 trastornos mentales y que la vas adicciones). Y en tercer lugar, porque las

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terapias psicológicas están ya incorporadas a obtiene, según los cuadros clínicos de que se
los centros de salud mental públicos. De este trate, una mejoría del 70% (Turner, Beidel,
modo, la Sanidad Pública sólo debe ofertar te- Spaulding y Brown, 1995). Prolongar la terapia
rapias efectivas y, en igualdad de condiciones, más allá de 24 sesiones y alargarla a 12 meses
breves (Barlow y Hoffman, 1997). Es decir, aumenta muy poco el porcentaje de mejoría e
acortar el sufrimiento del paciente y ahorrar incrementa enormemente el gasto (Figura 1).
gastos y tiempo a los centros parecen objetivos Huelga decir que el psicoanálisis, que cuenta con
prioritarios (Bayés, 1984; Echeburúa, 1998; 600 a 1000 sesiones por término medio, queda
Guimón, 2004). fuera por completo de este contexto. Otra cues-
Por ello, las ventajas de la psicología clínica tión son las psicoterapias psicoanalíticas de me-
basada en la evidencia son claras. Los organis- nor duración o de tiempo limitado, que en algunos
mos públicos y las compañías de seguros pueden estudios han mostrado su eficacia (Leichsenring
contar con criterios operativos para financiar y Leibing, 2003).
selectivamente sólo las terapias psicológicas
empíricamente validadas. A su vez, los pacien-
tes pueden contar con una información clara PSICOLOGÍA CLÍNICA BASADA
para saber qué tipo de ayuda buscar para hacer EN LA EVIDENCIA
frente a sus problemas psicológicos; y los pro-
fesores universitarios, con una orientación clara La psicología clínica basada en la evidencia
para formar a los futuros psicólogos en aquellas es aquella que se aplica tanto en la comprensión
terapias que han mostrado su utilidad. Finalmen- como en el diagnóstico y en el tratamiento de
te, desde una perspectiva deontológica o judi- los distintos trastornos métodos que han sido
cial, se puede definir operativamente el concep- contrastados científicamente. Este enfoque de
to de mala praxis (cuando el terapeuta se aparta trabajo supone un acercamiento empírico y un
de una práctica profesional empíricamente va- espíritu de mejora y autocrítica continua en
lidada para un trastorno concreto y en unas cir- beneficio de los pacientes, que cuestiona conti-
cunstancias determinadas). nuamente la labor que realizamos los psicólo-
La psicología clínica basada en la evidencia gos clínicos y que nos hace ser precavidos en
ha contribuido también a delimitar la duración nuestras afirmaciones.
de los tratamientos efectivos. En general, con Así, cuando alguien afirma que un trata-
una terapia psicológica entre 8 y 24 sesiones se miento es eficaz, hay que analizar en qué tipo

Figura 1. Relación entre el número de sesiones y los efectos terapéuticos (Howard et al., 1986).

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Tabla 2. Niveles de evidencia

Nivel de evidencia Tipo de estudio

Mínima

• Descripción de casos únicos


• Estudios descriptivos o resoluciones de comités de expertos
• Estudios de caso controlados
• Ensayos controlados bien diseñados, pero no aleatorizados, o estudios naturalistas
• Ensayos controlados y aleatorizados con muestras pequeñas
• Ensayos controlados y aleatorizados con muestras grandes
• Meta-análisis de ensayos controlados y aleatorizados

Máxima

de pruebas se basa para afirmarlo. Hay diversos A iniciativa del Congreso de Estados Uni-
niveles de evidencia (Tabla 2). Actualmente se dos, se creó en 1989 una agencia federal —la
considera que el mayor nivel de evidencia está Agency for Health Care Policy and Research—
recogido en los estudios meta-analíticos de en- que tiene como objetivo determinar la eficacia
sayos controlados y aleatorizados. de los tratamientos psicológicos para los tras-
Sin embargo, muchos terapeutas no actuali- tornos mentales y establecer un directorio de
zan la información, bien porque no tienen ac- las terapias de eficacia probada, con la finalidad
ceso a ella o bien porque, simplemente, se re- última de mejorar la calidad del sistema de
sisten a cambiar sus métodos tradicionales. La salud. Las guías elaboradas sirven, además,
Colaboración Cochrane, creada en 1993 en el como criterio de financiación para las compa-
Reino Unido, pretende dotar a médicos y pa- ñías aseguradoras, en cuanto al tipo y duración
cientes de las herramientas necesarias para que de una terapia, y para resolver demandas judi-
todo tratamiento médico esté sustentado por la ciales en relación con una práctica profesional
evidencia científica. En líneas generales, de lo supuestamente inadecuada. Se trata asimismo
que se trata es de revisar por medio del meta- de orientar a los usuarios y de dotar de criterios
análisis los estudios disponibles sobre enferme- a los responsables de los Servicios de Salud
dades y sus tratamientos para evitar una varia- Mental para promover en los Centros Públicos
bilidad excesivamente grande de la práctica sólo aquellas terapias que estén validadas em-
profesional y fomentar una toma de decisiones píricamente (Chambless, 1996).
adecuada (Gambrill, 1999). En la elaboración de este informe, auspicia-
Por lo que se refiere específicamente a la do por la División 12 (Psicología Clínica) de la
psicología clínica, en los quince últimos años Asociación Psicológica Americana y dirigido
ha habido un intento riguroso —el más serio de por Chambless (Task Force on the Promotion
los emprendidos hasta el momento— para eva- and Dissemination of Psychological Procedu-
luar la eficacia de las terapias psicológicas. Ya res, 1995) y revisado hasta la fecha en varias
no se trata de determinar la validez de las psi- ocasiones (Chambless et al., 1996; Chambless
coterapias en su conjunto o como aplicación a et al., 1998), la determinación de la eficacia de
problemas psicológicos inespecíficos, como se un tratamiento viene avalada por la presencia
había hecho en las últimas décadas (por ejem- de tres criterios: a) estar respaldado por la exis-
plo, Smith, Glass y Miller, 1980), sino de eva- tencia de dos o más estudios rigurosos de inves-
luar tratamientos eficaces para trastornos con- tigadores distintos con diseños experimentales
cretos en muestras clínicas claramente intergrupales; b) contar con un manual de tra-
especificadas (Barlow, 1994; Chambless y Ho- tamiento claramente descrito; y c) haber sido
llon, 1998). puesto a prueba en una muestra de pacientes

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Tabla 3. Requisitos convenientes en los ensayos clínicos sobre la eficacia de tratamientos (modificado de Seligman, 1995)

• Asignación aleatoria de los pacientes (no sujetos análogos) a las condiciones experimentales y de control. Míni-
mo de 30 sujetos por cada modalidad terapéutica.
• Evaluación detallada con arreglo a criterios diagnósticos operativos del DSM-IV. Medidas de evaluación múltiples.
• Entrevistadores ciegos respecto al grupo de tratamiento asignado al paciente evaluado.
• Ensayo clínico concurrente (los tratamientos en las distintas condiciones se aplican al mismo tiempo) y prospec-
tivo (proyectado de ahora en adelante, no con datos anteriores).
• Exclusión de pacientes con trastornos múltiples.
• Tratamientos claramente descritos y estandarizados.
• Fijación de un número determinado de sesiones.
• Seguimiento de los pacientes a largo plazo (al menos, 12 meses).

inequívocamente identificados (por ejemplo, micas breves. El tema no está, en modo alguno,
con arreglo a los criterios diagnósticos del cerrado. Hay trastornos para los cuales no exis-
DSM-IV) (Hickey, 1998). Más en concreto, las ten todavía tratamientos eficaces y específicos
condiciones necesarias para un ensayo clínico (por ejemplo, los trastornos psicóticos y los
figuran agrupadas en la Tabla 3 (Seligman, trastornos de personalidad) y no se han estudia-
1995). do suficientemente los fracasos del tratamiento,
De modo complementario, Chambless y es decir, de qué modo predecirlos y qué alter-
Hollon (1998) se han referido a la existencia de nativas terapéuticas plantear en esos casos (Wil-
tres tipos de eficacia: a) tratamiento eficaz y son, 1996a).
específico: aquel que es mejor que un tratamien- Al margen de las limitaciones de este enfo-
to alternativo o que un placebo; b) tratamiento que, no deja de ser sorprendente que muchos
eficaz: aquel que es mejor que la ausencia de psicólogos clínicos en ejercicio no estén adies-
terapia en, al menos, dos estudios independien- trados en este tipo de tratamientos y que mu-
tes y c) tratamiento probablemente eficaz: aquel chos programas de formación en psicología
que obtiene resultados positivos pero que no ha clínica se hagan aún hoy a espaldas de estos
sido replicado todavía. conocimientos (Barlow y Hoffman, 1997).
En diversas publicaciones recientes (Eche-
burúa y Corral, 2001; Mace, Moorey y Roberts,
2005; Nathan y Gorman, 1998; Pérez, Fernán- LIMITACIONES DE LAS
dez-Hermida, Fernández y Amigo, 2003) figu- INVESTIGACIONES CLÍNICAS
ra una lista actualizada de los tratamientos
psicológicos apoyados empíricamente para tras- Las terapias empíricamente validadas han
tornos específicos, que está sujeta a revisiones concedido una gran importancia a la clasifica-
periódicas. Se trata de una verificación empíri- ción de los trastornos mentales. Esta preocu-
ca (experimental) y no meramente clínica (sub- pación por el enfoque científico ha llevado a
jetiva), con una referencia clara al coste/efica- sobrevalorar el objeto de la psicología (los cua-
cia. De esta lista se pueden obtener varias dros clínicos) y a desatender, al menos hasta
conclusiones: a) la superioridad de las terapias cierto punto, al sujeto de la psicología clínica
cognitivo-conductuales como tratamientos de (el ser humano sufriente). Es decir, la impor-
elección; y b) la ausencia generalizada de las tancia concedida al diagnóstico clínico (por
terapias psicodinámicas, a excepción de la te- ejemplo, tratamientos efectivos para el trastor-
rapia interpersonal para la depresión y la buli- no obsesivo-compulsivo) ha diluido la atención
mia y quizá algunas intervenciones psicodiná- específica al paciente que padece esa patología

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y no ha tomado en consideración las diferencias to, hace referencia al logro de los objetivos te-
individuales existentes entre los pacientes cata- rapéuticos con el menor coste posible (en
logados con el mismo diagnóstico. En este sen- términos de dinero, tiempo del terapeuta o su-
tido, hay una tendencia a una cierta cosificación frimiento del paciente) (Turner et al., 1995)
del paciente. De este modo, los manuales o (Figura 2). De hecho, la terapia psicológica
guías de tratamiento pueden, a veces, responder puede implicar una reducción considerable de
(si no se usan bien) a la mentalidad del libro de costes a largo plazo cuando se utiliza aislada o
recetas de cocina (Becoña et al., 2004). en combinación con un tratamiento farmacoló-
La psicología clínica basada en la evidencia gico en muchos trastornos mentales, como la
está sujeta a diversas limitaciones: las diferen- ansiedad y la depresión, e incluso en trastornos
cias de rendimiento de los terapeutas con una graves, como la esquizofrenia, el trastorno bi-
misma terapia, la variación de la gravedad de polar o el trastorno límite de personalidad (Ga-
los pacientes con un mismo diagnóstico o la bbard, Lazar, Hornberger y Spiegel, 1997; La-
inexistencia de pacientes con un único diagnós- yard, 2006).
tico puro (la comorbilidad es la norma, no la La relación coste/beneficio no entraña un
excepción), sin olvidar que distintos tipos de criterio meramente economicista. Se trata de
tratamientos pueden ser igualmente efectivos determinar que los resultados justifican una
en un mismo cuadro clínico (sólo que para dis- inversión a nivel terapéutico (coste de la tera-
tintos perfiles de pacientes). pia), a nivel sanitario (ahorro de tratamientos
Las investigaciones clínicas, dotadas de una ulteriores) y a nivel social (menor absentismo
gran validez interna, permiten determinar el laboral, menor uso de los recursos sociales,
alcance terapéutico de un programa de interven- prevención de problemas en otros miembros
ción, es decir, su grado de eficacia. De este de la familia, etcétera). No hay que confundir,
modo, se puede saber si los cambios observados sin embargo, la eficiencia con una mera reduc-
en la variable dependiente son atribuibles al ción del gasto. Así como en la eficiencia se
tratamiento y no a otras circunstancias (paso del trata de obtener el máximo beneficio de los
tiempo, remisión espontánea, etcétera). Otra recursos disponibles, la reducción del gasto
cosa es, sin embargo, la efectividad de dicho trata simplemente de abaratar los servicios
programa en la práctica clínica habitual, que es ofrecidos, con una preocupación máxima en
lo que le confiere la validez externa o ecológica. el ahorro y mínima en la calidad. El economi-
Un tratamiento deja de ser eficaz para conver- cismo vigente en la sanidad pública actual
tirse en efectivo cuando se pueden generalizar refleja probablemente más la preocupación por
los resultados obtenidos en la investigación— la reducción de costes y del gasto que un inte-
sometida a un riguroso control y en condiciones rés genuino por la eficiencia (Labrador, Eche-
óptimas— a las situaciones clínicas reales (Be- burúa y Becoña, 2000).
coña, 1999). Por último, la eficiencia, que no Hay también otras limitaciones de las inves-
puede limitarse a una mera contención del gas- tigaciones clínicas. En la investigación los pa-

Validez Interna Resultados favorables en un


Eficacia
contexto de investigación

Resultados favorables en la
Efectividad
práctica clínica habitual

Buenos resultados al menor


Eficiencia
coste posible Validez externa

Figura 2. Criterios de éxito en la terapia (Echeburúa y Corral, 2001).

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cientes son homogéneos entre sí (en cuanto a tra en el pretratamiento (Pascual, Frías y Mon-
edad y sexo, por ejemplo) y puros, sin presentar terde, 2004; Salaberría, Páez y Echeburúa, 1996).
comorbilidad con otros trastornos, y los tera- Además hoy día los resultados obtenidos por los
peutas, que no suelen tener una gran experiencia pacientes en una investigación pueden ser com-
clínica y que el paciente no puede elegir, están parados con baremos de la población general y de
muy motivados. A su vez, los tratamientos, más este modo se puede comprobar si los pacientes
bien cortos, se ajustan a una guía rígida y a un pueden considerarse recuperados o no.
diario de sesiones. Por el contrario, en la prác- Por lo que se refiere al desarrollo de la inves-
tica clínica habitual los pacientes están aqueja- tigación, no hay una correspondencia directa
dos de varios trastornos simultáneamente, son entre los logros de la psicopatología experimen-
heterogéneos y han sido sometidos, habitual- tal y los resultados del tratamiento. Hay hoy un
mente, a tratamientos previos; los terapeutas conocimiento más detallado de los procesos
cuentan con una experiencia clínica amplia y cognitivos implicados, por ejemplo, en los tras-
son objeto de elección por parte del paciente, al tornos de ansiedad o en la depresión, pero no
menos en la práctica privada; y, por último, los por ello ha habido un avance terapéutico claro
tratamientos son más largos y flexibles: no hay del que puedan beneficiarse los pacientes. Esta
un número limitado de sesiones, el contenido última reflexión, sin llevar consigo una carga
del tratamiento es flexible y está sujeto a cam- pesimista, trata de salir al paso de un cierto
bios. En definitiva, no hay un isomorfismo entre triunfalismo que se regodea en avances cientí-
la investigación y la clínica (Tabla 4). ficos sin repercusión clínica.
Respecto a la interpretación de los resultados Por último, la organización de los centros de
de una investigación, no se debe confundir la salud mental, al nivel de la asistencia pública,
significación estadística de una investigación puede constituir una rémora para la aplicación
con la significación clínica. De este modo, y al efectiva de las terapias empíricamente valida-
margen de que el control de los errores de tipo I das. Si bien la primera visita se hace en un tiem-
y de tipo II en la significación estadística requie- po corto para no engrosar la lista de espera (y
re el cálculo de la intensidad del cambio median- salvar de este modo las estadísticas oficiales),
te el tamaño del efecto (que sólo es adecuado las siguientes visitas pueden tener un carácter
cuando está por encima de 0,7/0,8), la significa- mensual o bimestral por la presión asistencial
ción clínica se calcula mediante las puntuaciones existente. De este modo, el tratamiento psicoló-
de cambio. En concreto, un paciente se conside- gico se aplica en una infradosis terapéutica y se
ra significativamente mejorado sólo si en el pos- caracteriza más por un seguimiento que por un
tratamiento o en el seguimiento está por debajo tratamiento propiamente dicho. No es por ello
de 2 desviaciones típicas de la media de la mues- infrecuente dar el alta una vez remitida la fase

Tabla 4. Diferencias entre la investigación y la práctica clínica (Echeburúa y Corral, 2001)

VARIABLES INVESTIGACIÓN PRÁCTICA CLÍNICA

• Homogéneos. • Heterogéneos.
Pacientes
• Sin comorbilidad. • Con diversos trastornos.

• Muy motivados, pero con poca • Con menor motivación, pero con mayor experiencia
Terapeutas
experiencia. profesional.

• Contenido rígido. • Contenido flexible.


Tratamiento • Número prefijado de sesiones. • Sin limitaciones prefijadas en el número de sesiones.
• Menor número de sesiones. • Mayor número de sesiones.

Seguimiento • Largos (6-12 meses). • Cortos o inexistentes.

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aguda del trastorno y derivar al paciente al mé- y Calhoun, 2004), basado en el aprendizaje a
dico de atención primaria. De esta manera, se partir de los fracasos, o la entrevista motivacio-
facilita la cronificación y el fenómeno de la nal (Miller y Rollnick, 1999), orientada a aque-
puerta giratoria (Echeburúa, 2008). llos pacientes que no presentan una genuina
motivación para el cambio (Pelechano, 2007).
Otros enfoques resultan, sin embargo, más pro-
LAS NUEVAS TENDENCIAS Y LAS blemáticos. Así, por ejemplo, la terapia de acep-
NUEVAS TERAPIAS PSICOLÓGICAS tación y compromiso (ACT; Hayes, Follette y
Linehan, 2004), considerada enfáticamente
La terapia cognitivo-conductual (TCC) ha como la tercera ola en la terapia conductual (la
mostrado ser el desarrollo teórico más sólido primera fue el conductismo y la segunda el
disponible hasta la fecha y es la psicoterapia de cognitivismo) no es propiamente una terapia
referencia hoy por hoy (Roth y Fonagy, 2005). psicológica. La ACT, que incorpora el yoga, la
No ha habido progresos teóricos realmente sig- meditación zen, la relajación y la autohipnosis,
nificativos en las tres últimas décadas, pero se es una terapia para alcanzar una vida más plena
han acumulado estudios y datos fiables sobre y cargada de sentido. Por ello, es una terapia
su eficacia. Asimismo se han desarrollado las que no se dirige a aliviar o eliminar los sínto-
terapias en formatos grupales y se han aplicado mas, sino a cosas más vagas (operativamente
a ellas también las nuevas tecnologías (progra- hablando), como recuperar una vida con senti-
mas de ordenador, realidad virtual, etcétera). do o aceptar la inevitabilidad del dolor o de los
Todo ello es positivo, siempre que no se des- problemas. En general, los estudios llevados a
virtúen los fundamentos mismos de la terapia cabo con la ACT y con la psicoterapia analítico
cognitivo-conductual ni se minusvalore el én- funcional de Kohlenberg y Tsai (1991) hasta la
fasis necesario en la relación terapeuta-pacien- fecha no son muy rigurosos metodológicamen-
te o en el cumplimiento de las prescripciones te y el tamaño del efecto obtenido ha sido mo-
terapéuticas. El lado negativo es el enfoque derado, por lo que no reúnen los requisitos exi-
economicista aplicado a la terapia cognitivo- gidos para considerarlas como tratamientos
conductual, que puede llevar a frivolizar este empíricamente validados (Öst, 2008).
enfoque. Así, por ejemplo, en Gran Bretaña se
están formando especialistas en TCC, especial-
mente en universidades privadas, a un nivel de LA DIFUSIÓN DE LOS TRATAMIENTOS
formación profesional (primary care mental PSICOLÓGICOS EFICACES
health workers) sin la cualificación requerida,
que tratan de aplicar mecánicamente diversas No es exagerado afirmar que las terapias no
técnicas terapéuticas (relajación, control de validadas empíricamente se utilizan con más
contingencias o restructuración cognitiva) y que frecuencia que los tratamientos basados en la
constituyen una alternativa para atender a los evidencia y que, por tanto, hay un desfase entre
pacientes con sintomatología ansioso-depresiva lo que se sabe y lo que se hace. Por chocante
no grave que llegan a la Atención Primaria y que pueda resultar, lo que parece hoy efectivo
que corren el peligro de colapsarla. Sin embar- dista de estar disponible para la mayoría de la
go, la mera formación en la aplicación de téc- población. De este modo, hacer que lo útil sea
nicas sin el conocimiento de los mecanismos de utilizado se convierte en una prioridad de ac-
aprendizaje del comportamiento humano, tanto tuación (Echeburúa, 1998). La difusión no es
normal como anormal, así como sin la realiza- algo que ocurre automáticamente, sino que está
ción de una evaluación rigurosa que contemple ligada a tres factores importantes: innovación
el análisis funcional, parece una vía peligrosa. (la aportación real de la nueva propuesta), cana-
En el ámbito de la terapia cognitivo-conduc- les de comunicación (el conocimiento de la
tual, hay nuevos desarrollos que pueden resultar nueva técnica por parte de los profesionales
de gran interés en ciertos contextos, como el implicados) y transcurso del tiempo (necesario
crecimiento personal postraumático (Tedeschi para romper con la resistencia al cambio en los

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profesionales) (Barlow, Levitt y Bufka, 1999; CARACTERÍSTICAS PERSONALES DE


Rogers, 1995; Sobell, 1996). De hecho, los clí- LOS PSICÓLOGOS CLÍNICOS
nicos se muestran muy reticentes a cambiar
líneas de actuación y formas de abordar los Por obvio que resulte decirlo, el psicólogo
problemas que tienen sobreaprendidas (Persons, clínico va a estar en contacto con pacientes, es
1995; Wilson, 1996a). decir, con personas que sufren. Comprender al
La difusión de los tratamientos psicológicos ser humano sufriente es el requisito previo para
eficaces depende, entre otras variables, del cos- cualquier actuación profesional. Así, con inde-
te y de la duración de los mismos, así como de pendencia del ámbito concreto en el que se
la existencia de manuales de tratamiento, que trabaje, los psicólogos clínicos deben aprender
suelen ser bien aceptados por los clínicos a observar (no sólo ver) y a escuchar (no sólo
(Addis, 1997; Wilson, 1996b). oír), así como a empatizar, comprender y ana-
Un problema de difusión importante es el lizar. Ésta es la única manera de comunicarse
relacionado con los tratamientos combinados, adecuadamente con otras personas y de ayudar
especialmente en los trastornos graves y de a resolver los problemas planteados.
curso crónico. Permitásenos citar dos ejemplos Realizar terapia psicológica no es sólo una
concretos. Según estudios clínicos controlados mera aplicación de técnicas, sino que requiere
rigurosos (Falloon, 1999; Hogarty et al., 1991), previamente de habilidades para establecer una
el tratamiento de la esquizofrenia debe llevarse relación que sirva para aliviar el sufrimiento,
a cabo con fármacos neurolépticos y con técni- así como de habilidades para obtener informa-
cas de rehabilitación psicosociales, que son las ción, ordenarla y devolverla al paciente, de
que garantizan una mayor prevención de las modo que le permita una comprensión de las
recaídas y un mejor ajuste social. Y, sin embar- causas y el mantenimiento de sus problemas.
go, los pacientes psicóticos, que, en general, Sólo posteriormente se puede pasar a la aplica-
están bien tratados desde un punto de vista bio- ción de técnicas que conduzcan a la modificación
lógico (es decir, con antipsicóticos de última de pautas de comportamiento, cognitivas y
generación), no siempre se benefician de los emocionales. Por lo tanto, lo terapéutico no es
tratamientos psicológicos, administrados de sólo la técnica, sino también la relación, el modo
forma técnicamente correcta, que cuentan con de evaluar, el modo de explicar los problemas y
una eficacia demostrada (Uriarte, 2000). el modo de realizar nuevos aprendizajes.
Un segundo ejemplo es el relacionado con Más allá de unas destrezas profesionales, se
el tratamiento del trastorno de déficit de requieren en el psicólogo clínico unas caracterís-
atención con hiperactividad. Al margen del ticas personales que faciliten el establecimiento
papel fundamental que desempeña en este de una alianza terapéutica con el paciente. Por
trastorno la medicación (el metilfenidato, por ello, no se puede desatender el peso específico de
ejemplo), el tratamiento cognitivo-conduc- las características personales del psicólogo clíni-
tual + fármaco, según el estudio más impor- co en el resultado final de la terapia. Ante la cons-
tante de seguimiento llevado a cabo hasta la tatación empírica de que hay una gran variabilidad
fecha (MTA Cooperative Group 1999a, en los logros obtenidos de unos terapeutas a otros,
1999b), resulta superior a la mera medicación al margen de las técnicas terapéuticas utilizadas,
porque añade, además de la reducción de sín- el perfil personal idóneo del psicólogo clínico
tomas, una mejora en la adquisición de habi- requiere estudios más precisos. Hay, sin embargo,
lidades y en la adaptación social. Sin embar- algunas características básicas, ya conocidas, que
go, los niños diagnosticados en la práctica facilitan la alianza terapéutica: equilibrio y control
clínica están habitualmente medicados, pero emocional, sentido común, capacidad de empatía,
sólo una pequeña parte recibe un tratamiento ausencia de rigidez y ganas genuinas de prestar
cognitivo-conductual estructurado. ayuda. Todo ello facilita que tengan una actitud
Por lo tanto, difundir entre los profesionales positiva ante la formación continuada y estén
las terapias que resultan eficaces es una labor receptivos ante el progreso del conocimiento
que todavía está por hacerse. (Echeburúa, 2008; Echeburúa y Corral, 2001).

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Efectividad de las terapias psicológicas 95

Pero, además, los psicólogos clínicos deben gal, que la evaluación de las terapias psicológi-
contar con unas habilidades interpersonales que cas permite establecer operativamente la prác-
faciliten el trabajo en equipo o, al menos, el tica profesional inadecuada, que da lugar a
contacto con otros profesionales. Si los psicó- hipotéticas responsabilidades civiles o penales.
logos clínicos están integrados en un centro de En concreto, la mala praxis se configura
salud mental o en un hospital, tienen que saber cuando un profesional se separa de la lex artis
trabajar en equipo. Ello implica interactuar con (normas o guías de actuación profesional consen-
otros profesionales de la salud (médicos de suadas) y actúa de forma técnicamente inadecua-
atención primaria, psiquiatras o enfermeras), lo da. Esto es más claro cuando, como ocurre en la
que obliga a saber utilizar un lenguaje común, actualidad, comienzan a existir guías de actua-
a ser flexibles, a tener unas habilidades de co- ción profesional en los distintos trastornos (por
municación, a marcarse objetivos concretos y ejemplo, en nuestro contexto, Pérez et al., 2003).
a contar con un modelo integrador de salud. Los psiquiatras han sido acusados por prácti-
Y si los psicólogos clínicos trabajan en la con- ca inadecuada principalmente por causa de diag-
sulta privada, deben tener estas mismas habili- nósticos erróneos, certificación de hospitaliza-
dades para relacionarse con otros colegas, de- ción impropia, suicidio del paciente, efectos
rivar casos a otros profesionales o saber dañinos de la terapia electroconvulsiva y de los
comunicarse adecuadamente con los familiares psicofármacos (desarrollo de discinesia tardía
de los pacientes. con los neurolépticos), divulgación impropia de
En resumen, no actúa necesariamente mejor información y relaciones sexuales con los pacien-
con los pacientes el psicólogo clínico que más tes. Pero también se puede demandar a un psicó-
teoría sabe o que más experiencia acumula. Sin logo clínico por algunos de estos puntos o por
olvidar otras claves esenciales (conocimientos tratar sólo con psicoterapia a un paciente con un
profesionales y disposición para estar al día, trastorno bipolar, sin que se le derive también al
facilidad para adaptarse a los cambios, capaci- psiquiatra.
dad para integrarse en un equipo o motivación Cuando los pacientes van a formar parte de
por la profesión), la inteligencia emocional, la una investigación clínica, es preciso contar con la
autoestima apropiada y las habilidades interper- aprobación del Comité de Ética del Hospital o de
sonales constituyen una herramienta fundamen- la universidad y, a nivel individual, con el con-
tal para el desempeño adecuado de la psicología sentimiento informado de cada uno de los pacien-
clínica. tes. En cualquier caso, hay que garantizar la con-
fidencialidad y el archivo de las historias, así
como el acceso que pueden tener los pacientes a
PROBLEMAS DEONTOLÓGICOS Y sus historias clínicas y a los resultados del estudio.
PRÁCTICA INADECUADA

Hoy en día se requiere prestar una atención CONCLUSIONES


mayor a los aspectos éticos implicados en el
quehacer profesional, especialmente a todo lo La integración de las terapias psicológicas
referido a la vulneración del derecho a la inti- en el Sistema Nacional de Salud exige la eva-
midad (es decir, a la ruptura del secreto profe- luación rigurosa de las mismas (Barlow y Hoff-
sional), a la mala praxis y a los informes peri- man, 1997). Por lo que a los instrumentos de
ciales a petición de parte (Del Río, 2005; evaluación se refiere, las entrevistas estructura-
Echeburúa, 2002). das, las escalas de evaluación heteroaplicadas
Según el Artículo 4.7b de la LOPS, de aplica- y los autoinformes —cada vez más breves, es-
ción para los psicólogos clínicos, la actuación del pecíficos y sensibles al cambio terapéutico—
profesional sanitario «estará basada en la eviden- van a constituir los pilares del diagnóstico clí-
cia científica y en los medios disponibles y am- nico al servicio de esta tarea evaluadora.
parados en guías y protocolos de práctica clínica Las investigaciones deben llevarse a cabo,
y asistencial». Ello quiere decir, en un plano le- fundamentalmente, en los centros de salud men-

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tal o en los centros de atención primaria porque humanista y terapia ecléctica) en una gran varie-
los resultados obtenidos en estos ámbitos son dad de trastornos (Seligman, 1998). El grado de
más fácilmente generalizables que los conse- conocimiento sobre la efectividad de las terapias
guidos en universidades, en la práctica privada dinámicas, sistémicas y existenciales-humanistas
o con voluntarios. Pero las investigaciones en en diferentes trastornos es desconocido en mu-
el marco de la sanidad pública no siempre pue- chos casos. Sería conveniente que los terapeutas
den ser controladas y a veces deben limitarse a e investigadores que trabajan desde estos modelos
estudios naturalistas o abiertos. Al margen de pudieran aportar datos que podrían resultar de
los problemas metodológicos suscitados (falta interés. Algunas de estas orientaciones clínicas
de un grupo de control, tratamiento flexible, (sistémicas, interpersonales, etcétera) pueden ser
farmacoterapia no controlada, etcétera), este útiles en la medida en que incorporan técnicas
tipo de investigaciones puede representar una procedentes del enfoque cognitivo-conductual.
evaluación rigurosa del tipo de tratamiento ofer- Ello no obsta para que haya cuadros clínicos,
tado (Westbrook y Kirk, 2005). como las psicosis, los problemas somatomorfos
Al margen de las limitaciones de las investi- y los trastornos de personalidad, en que los resul-
gaciones clínicas, éstas van a suponer —en rea- tados obtenidos sean aún escasos. En este sentido
lidad, han supuesto ya— un camino sin retorno los fracasos y abandonos terapéuticos, derivados
en la práctica profesional de la psicología clínica. de fuentes diversas (errores del terapeuta, varia-
Por ello, las terapias psicológicas van a formar bles del paciente, complejidad del cuadro clínico,
parte de intervenciones breves (10-20 sesiones) etcétera), deben ser una vía de estudio, no sufi-
y específicas y van a estar estandarizadas, es cientemente explorada en la actualidad.
decir, con una descripción precisa de los instru- La tendencia actual es a la búsqueda de pro-
mentos de evaluación, el programa de tratamien- gramas de tratamiento estandarizados, centra-
to detallado y el formato de aplicación (indivi- dos en la solución de problemas concretos del
dual o grupal), lo que no es incompatible con la aquí y ahora, más allá de las nebulosas psico-
necesaria flexibilidad en la aplicación de estos terapias basadas en la escucha, el apoyo y el
tratamientos en función de las peculiaridades inútil buceo en la desgraciada infancia del pa-
concretas de cada paciente (Salaberría, Sánchez ciente. De este modo, lo que puede explicar la
y Corral, 2009; Van Hasselt y Hersen, 1996). eficacia similar de la terapia cognitiva y la terapia
Otra línea sugerente, en un intento de tomar interpersonal en el tratamiento de la depresión es
en consideración las diferencias individuales de el acento puesto por una y otra en la estrategia de
los pacientes, es asignar tratamientos distintos a solución de problemas (Marks, 1992).
tipos de pacientes específicos en el ámbito de un Asimismo es sugerente la investigación re-
mismo trastorno —el denominado empareja- ciente sobre el efecto potenciador de los trata-
miento paciente-tratamiento—, como ya se ha mientos combinados (terapia cognitivo-conduc-
empezado a hacer en el estudio del alcoholismo tual + psicofármacos) en diferentes cuadros
(Allen y Kaden, 1995). Asimismo el control de la clínicos (Echeburúa et al., 1998; Labrador et al.,
relación terapeuta-paciente es otra línea de inves- 2000). Los fármacos pueden actuar sobre la
tigación atractiva, especialmente en los trastornos reducción de síntomas; los tratamientos psico-
caracterizados por una negación del problema. lógicos, sobre el aumento de competencias. Se
Así, por ejemplo, en la terapia conductual dialé- trata, en último término, de aprovechar, por un
ctica de Linehan (1993) con el trastorno límite lado, la potencialidad terapéutica de los psico-
de la personalidad, se concede una gran impor- fármacos a corto plazo para conseguir cambios
tancia al establecimiento de una relación empá- de conducta rápidos, motivar al paciente al tra-
tica, no directiva y de aceptación como paso tamiento y ponerle en disposición conductual y
previo para el establecimiento de las técnicas cognitiva de asumir las tareas propuestas por la
específicas de intervención. terapia psicológica; por otro, de hacer desapa-
Hay una superioridad clara de la terapia cog- recer paulatinamente los fármacos y de integrar
nitivo-conductual sobre otro tipo de tratamientos el tratamiento psicológico. De este modo, el
(terapia psicodinámica, terapia sistémica, enfoque paciente puede atribuir los logros terapéuticos a

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Efectividad de las terapias psicológicas 97

sí mismo y evitar así la dependencia psicológica chotherapies. Clinical Psychology: Science and Prac-
de los fármacos y del terapeuta. Quedan aún, sin tice, 4, 1-11.
embargo, por determinar los cuadros clínicos Allen, J.P. y Kadden, R.M. (1995). Matching clients to
alcohol treatment. En R.K. Hester y W.R. Miller (eds.).
tributarios de estos tratamientos combinados y
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los parámetros significativos implicados en la tive alternatives (2nd. ed.). Boston. Allyn and Bacon.
interacción (dosis, duración, desvanecimiento Bados, A., García, E. y Fuste, A. (2002). Eficacia y utilidad
gradual, etcétera) (Nathan y Gorman, 1998). clínica de la terapia psicológica. Revista Internacional
Conviene hacer una autocrítica, a modo de de Psicología Clínica y de la Salud, 2, 477-502.
reflexión ante el futuro inmediato. A un nivel Barlow, D.H. (1994). Psychological interventions in the
teórico, la coherencia inicial postulada entre era of managed competition. Clinical Psychology:
la teoría y la práctica se ha debilitado a expen- Science and Practice, 1, 109-123.
sas de una atención selectiva a la utilidad de la Barlow, D.H. y Hoffman, S.G. (1997). Efficacy and disse-
intervención terapéutica. El énfasis actual en el mination of psychological treatments. En D.M. Clark
y C.G. Fairburn (eds.). Science and practice of cogni-
carácter tecnológico de las terapias psicológi-
tive behavior therapy. Oxford. Oxford University Press.
cas ha llevado en muchos casos a minimizar el Barlow, D.H., Levitt, J.T. y Bufka, L.F. (1999). The disse-
papel de la teoría: ha habido un tránsito de la mination of empirically supported treatments: a view
ciencia a la tecnología y un canto al pragmatis- to the future. Behaviour Research and Therapy, 37,
mo clínico. De hecho, la evidencia experimen- 147-162.
tal se ha referido especialmente a la comproba- Bayés, R. (1984). ¿Por qué funcionan las terapias com-
ción de la eficacia de las técnicas terapéuticas, portamentales? Anuario de Psicología, 30-31, 127-147.
pero no así a la verificación de los principios Becoña, E. (1999). La discrepancia entre la investigación
teóricos en que supuestamente se basan (Eche- y la práctica clínica de la terapia de conducta. Revista
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Becoña, E., Vázquez. M.J., Míguez, M.C. et al. (2004).
ques cognitivo-conductuales, aun siendo los Guías de tratamiento y guías para la práctica clínica
más efectivos, distan aún mucho de resolver psicológica. Papeles del Psicólogo, 87, 9-19.
problemas clínicos significativos: entre otros, Chambless, D.L. (1996). In defense of dissemination of
el incumplimiento de las prescripciones tera- empirically supported psychological interventions.
péuticas; la falta de motivación para el trata- Clinical Psychology: Science and Practice, 3, 230-235.
miento en algunos trastornos (adicciones, para- Chambless, D.L. y Hollon, S.D. (1998). Defining empiri-
filias o conductas violentas); o la terapia de los cally supported therapies. Journal of Consulting and
cuadros clínicos más graves de la psiquiatría Clinical Psychology, 66, 3-18.
pesada (psicosis o trastorno bipolar). Y, ade- Chambless, D.L., Sanderson, W.C., Shoham, V. et al.
(1996). An update on empirically validated therapies.
más, la mejoría lograda en otros trastornos no
The Clinical Psychologist, 49, 5-18.
siempre se corresponde con una calidad de vida Chambless, D.L., Baker, M.J., Baucom, D.H. et al. (1998).
similar a la de las personas normales. Todo ello Update on empirically validated therapies: II. The Cli-
es un reto para la investigación futura. nical Psychologist, 51, 3-15.
Por último, la psicología clínica basada en Del Río, C. (2005). Guía de ética profesional en psicolo-
la evidencia es un camino irreversible. Pero gía clínica. Madrid. Pirámide.
todavía hay muchos cuadros clínicos sobre los Echeburúa, E. (1998). ¿Qué terapias psicológicas son
que no hay tratamientos con una evidencia ine- eficaces? Un reto ante el 2000. Revista de Psicopato-
quívoca. Por ello, la afirmación de que no hay logía y Psicología Clínica, 3, 149-160.
pruebas sobre la eficacia de un determinado Echeburúa, E. (2002). El secreto profesional en la prácti-
ca de la psicología clínica y forense: Alcance y límites
tratamiento no debe ser tomada como que exis-
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© Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2010, Vol. 15 (2), 85-99

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tErapias psicológicas basadas En la EvidEncia:


limitaCiones y retos de futuro
Enrique Echeburúa,
Karmele Salaberría,
Paz de Corral
y Rocío Polo-López*

Resumen

En los últimos años las terapias psicológicas empíricamente validadas han experimentado un
gran desarrollo por medio de la integración de los avances en la investigación con la práctica clí-
nica. Este enfoque tiene que hacer frente a algunos problemas metodológicos. Además, hay algu-
nas limitaciones para generalizar los logros de la investigación a la práctica clínica habitual. Se
señalan las principales dificultades para difundir los nuevos tratamientos entre los profesionales
de la salud mental. Asimismo las características personales de los psicólogos clínicos y las nuevas
demandas terapéuticas planteadas por los pacientes deberán ser tomadas en consideración. Con el
objetivo de reducir esta distancia entre la investigación y la práctica, se señalan algunos retos de futuro
y se plantean nuevas líneas de investigación.

Palabras clave: tratamientos psicológicos basados en la evidencia, eficacia y eficiencia, limita-


ciones de las terapias empíricamente validadas.
key words: evidence-based psychological treatments, efficacy/cost-effectiveness, limitations of
empirically validated therapies.

Introducción zofrenia, la depresión o el trastorno bipolar, por


ejemplo). En segundo lugar, se ha desarrollado una
La contención del gasto vigente en la Sanidad nueva generación de psicofármacos (antidepresivos
Pública y en las Compañías de Seguros ha impul- y neurolépticos especialmente), con una mayor efi-
sado en los últimos años la investigación sobre la cacia terapéutica y un perfil más favorable de efec-
eficacia de las terapias psicológicas. Ya no se trata tos secundarios. Y en tercer lugar -pero no menos
sólo de demostrar que una terapia es eficaz para un importante-, se han creado tratamientos psicológi-
determinado trastorno, sino que lo es más que otras cos breves y efectivos para una amplia variedad de
alternativas y en unas mejores condiciones (más trastornos (Bados, García y Fuste, 2002).
breve, en un régimen ambulatorio, etcétera) (Eche- Sin embargo, la difusión de estos tres avances
burúa y Corral, 2001; Pérez, Fernández-Hermida, Fer- no ha sido simétrica. En los dos primeros casos la
nández y Amigo, 2003). industria farmacéutica se ha ocupado de difundirlos
En los últimos veinte años se han producido ampliamente mediante diversas publicaciones gra-
tres avances muy importantes en el campo de los tuitas (folletos, revistas, libros, etcétera) y congre-
trastornos mentales. En primer lugar, se han hecho sos financiados. Por el contrario, en el tercer caso
grandes adelantos en la comprensión de las bases -el desarrollo de los tratamientos psicológicos-, al
biológicas de muchos cuadros clínicos (la esqui- no contar con un órgano de difusión tan poderoso
como la industria farmacéutica (que, por motivos
obvios, no está interesada en este tema), los avan-
* Enrique Echeburúa, Karmele Salaberría, Paz de Corral y Rocío ces habidos se han limitado a las revistas científi-
Polo-López cas y no han llegado suficientemente a los sectores
Facultad de Psicología. Universidad del País Vasco. Avda. de Tolo-
sa, 70, 20018 San Sebastián (España). profesionales implicados (Echeburúa, 1998). De
E-Mail: enrique.echeburua@ehu.es hecho, los tratamientos psicofarmacológicos (espe-
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© 2010 Fundación AIGLÉ. cialmente en el caso de los antidepresivos y de los
neurolépticos) prescritos en los centros clínicos han

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cambiado considerablemente en los últimos años al un trastorno concreto y en unas circunstancias de-
hilo de los nuevos descubrimientos, pero, sin em- terminadas).
bargo, los avances en las terapias psicológicas no El objetivo de este artículo es trazar las líneas
se han reflejado en la práctica clínica habitual ni si- maestras de la psicología clínica basada en la evi-
quiera a veces en los contenidos formativos de los dencia, señalar sus limitaciones actuales y orientar
programas de psicología clínica (Echeburúa, Corral las líneas de investigación futuras.
y Salaberría, 2005).
La evaluación de la eficacia de las intervenciones
terapéuticas es una necesidad perentoria. En primer ¿Qué son las terapias psicológicas
lugar, porque el progreso científico de la psicología basadas en la evidencia?
clínica requiere la delimitación de las terapias efi-
caces, así como de los componentes activos de las En los veinte últimos años ha habido un intento
mismas. En segundo lugar, porque esta disciplina riguroso -el más serio de los emprendidos hasta el
se enfrenta, como fruto de su propio desarrollo, a momento- para evaluar la eficacia de las terapias
retos de cada vez mayor complejidad (por ejemplo, psicológicas. Ya no se trata de determinar la validez
al tratamiento de los trastornos de personalidad, de de las psicoterapias en su conjunto o como aplica-
los problemas de la conducta alimentaria o de las ción a problemas psicológicos inespecíficos, como
nuevas adicciones). Y en tercer lugar, porque las se había hecho en las décadas anteriores (por ejem-
terapias psicológicas están ya incorporadas a los plo, Smith, Glass y Miller, 1980), sino de evaluar
Centros de Salud Mental públicos. De este modo, la tratamientos eficaces para trastornos concretos en
Sanidad Pública sólo debe ofertar terapias efectivas muestras clínicas claramente especificadas (Bar-
(más allá de un efecto placebo o de los efectos ines- low, 1994; Chambless y Hollon, 1998). Así, cuando
pecíficos de cualquier terapia) y, en igualdad de con- alguien afirma que una terapia es eficaz, hay que
diciones, breves (Barlow y Hoffman, 1997). Es decir, preguntarse en qué datos se basa para afirmarlo y
acortar el sufrimiento del paciente y ahorrar gastos cuáles son las pruebas que lo respaldan, ya que los
y tiempo a los centros parecen objetivos prioritarios niveles de evidencia no son siempre iguales (tabla
(Bayés, 1984; Echeburúa, 1998; Guimón, 2004). 1).
Por ello, las ventajas de la psicología clínica A iniciativa del Congreso de EE. UU., se creó
basada en la evidencia son claras. Los organismos en 1989 una agencia federal -la Agency for Health
públicos y las compañías de seguros pueden contar Care Policy and Research- que tiene como objetivo
con criterios operativos para financiar selectivamen- determinar la eficacia de los tratamientos psicoló-
te sólo las terapias psicológicas empíricamente va- gicos para los trastornos mentales y establecer un
lidadas. A su vez, los profesionales y los pacientes directorio de las terapias de eficacia probada, con la
pueden contar con una información clara para saber finalidad última de mejorar la calidad del sistema de
qué tipo de ayuda ofrecer o buscar, respectivamen- salud. Las guías elaboradas sirven, además, como
te, para hacer frente a los problemas psicológicos; criterio de financiación para las Compañías Asegu-
y los profesores universitarios, con una orientación radoras, en cuanto al tipo y duración de una terapia,
clara para formar a los futuros psicólogos en aque- y para resolver demandas judiciales en relación con
llas terapias que han mostrado su utilidad. Final- una práctica profesional supuestamente inadecua-
mente, desde una perspectiva deontológica o judi- da. Se trata asimismo de orientar a los usuarios y
cial, se puede definir operativamente el concepto de de dotar de criterios a los responsables de los Servi-
mala praxis (cuando el terapeuta se aparta de una cios de Salud Mental para promover en los Centros
práctica profesional empíricamente validada para Públicos sólo aquellas terapias que estén validadas
empíricamente (Chambless, 1996).
Tabla 1. Niveles de evidencia
NIVEL DE EVIDENCIA TIPO DE ESTUDIO

Mínima • Descripción de casos únicos.


• Estudios descriptivos o resoluciones de comités de expertos.
• Estudios de caso controlados.
• Ensayos controlados bien diseñados, pero no aleatorizados, o estudios
naturalistas.
• Ensayos controlados y aleatorizados con muestras pequeñas.
• Ensayos controlados y aleatorizados con muestras grandes.
• Meta-análisis de ensayos controlados y aleatorizados con muestras su-
Máxima ficientemente grandes.

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En la elaboración de este informe, auspiciado mente eficaz: aquel que obtiene resultados positi-
por la División 12 (Psicología Clínica) de la Asocia- vos pero que no ha sido replicado todavía.
ción Psicológica Americana y dirigido por Chambless En diversas publicaciones recientes (Echeburúa
(Task Force on the Promotion and Dissemination of y Corral, 2001; Mace, Moorey y Roberts, 2005; Na-
Psychological Procedures, 1995) y revisado hasta la than y Gorman, 1998; Pérez et al., 2003) figura una
fecha en varias ocasiones (Chambless, Sanderson, lista actualizada de los tratamientos psicológicos
Shoham et al., 1996; Chambless, Baker, Baucom et apoyados empíricamente para trastornos específi-
al., 1998), la determinación de la eficacia de un tra- cos, que está sujeta a revisiones periódicas. Se tra-
tamiento viene avalada por la presencia de tres cri- ta de una verificación empírica (experimental) y no
terios: a) estar respaldado por la existencia de dos o meramente clínica (subjetiva), con una referencia
más estudios rigurosos de investigadores distintos clara al coste/eficacia. De esta lista se pueden ob-
con diseños experimentales intergrupales; b) contar tener varias conclusiones: a) la superioridad de las
con un manual de tratamiento claramente descrito; terapias cognitivo-conductuales como tratamientos
y c) haber sido puesto a prueba en una muestra de de elección; y b) la ausencia generalizada de las
pacientes inequívocamente identificados (por ejem- terapias psicodinámicas, a excepción de la terapia
plo, con arreglo a los criterios diagnósticos del DSM- interpersonal para la depresión y la bulimia y quizá
IV) (cfr. Hickey, 1998; Seligman, 1995). algunas intervenciones psicodinámicas breves. El
De modo complementario, Chambless y Hollon tema no está, en modo alguno, cerrado. Hay trastor-
(1998) se han referido a la existencia de tres tipos nos para los cuales no existen todavía tratamientos
de eficacia: a) tratamiento eficaz y específico: aquel eficaces y específicos (por ejemplo, los trastornos
que es mejor que un tratamiento alternativo o que psicóticos y los trastornos de personalidad) y no se
un placebo; b) tratamiento eficaz: aquel que es han estudiado suficientemente los fracasos del tra-
mejor que la ausencia de terapia en, al menos, dos tamiento, es decir, de qué modo predecirlos y qué
estudios independientes y c) tratamiento probable- alternativas terapéuticas plantear en esos casos
(Wilson, 1996) (tablas 2-5).

Tabla 2. Tratamientos Psicológicos Efectivos (1)


(Chambless Et Al., 1996, 1998, Modificado; Pérez et al., 2003, Modificado)
TIPOS DE TRATAMIENTOS EVIDENCIA EMPÍRICA
TRASTORNOS DE ANSIEDAD
Terapia cognitivo-conductual Barlow et al. (1989)
para el trastorno de pánico. Clark et al. (1994)
Terapia de exposición para las fobias (específica, social y Öst et al. (1991)
agorafobia) y el trastorno de estrés postraumático. Heimberg et al. (1990)
Trull et al. (1988)
Foa et al. (1991)
Terapia cognitivo-conductual para el trastorno de ansiedad Butler et al. (1991)
generalizada. Borkovec et al. (1987)
Terapia de exposición y prevención de respuesta para el tras- Van Balkom et al. (1994)
torno obsesivo-compulsivo.
DEPRESIÓN
Terapia cognitiva para la Dobson (1989)
depresión.
Terapia conductual para la depresión. Jacobson et al. (1996)
Psicoterapia interpersonal para la depresión. DiMascio et al. (1979)
Elkin et al. (1989)
Terapia dinámica breve. Gallangher-Thompson y Steffen (1994)
TRASTORNOS SEXUALES Y DE PAREJA
Terapia de pareja conductual. Jacobson y Follette (1985)
Terapia de conducta para las LoPiccolo y Stock (1986)
disfunciones sexuales. Hurlbert et al. (1993)
Zimmer et al. (1987)
Tratamiento conductual-cognitivo con los ofensores sexuales. Marshall et al. (1991)

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Tabla 3. Tratamientos psicológicos efectivos (2)


(Chambless et al., 1996, 1998, modificado; Pérez et al., 2003, modificado)

TIPOS DE TRATAMIENTOS EVIDENCIA EMPÍRICA

TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA


Terapia cognitivo-conductual Agras et al. (1989)
para la bulimia. Thackwray et al. (1993)
Psicoterapia interpersonal para la bulimia. Fairburn et al. (1993)
Wilfley et al. (1993)
TRASTORNOS ADICTIVOS
Terapia cognitivo-conductual multicomponente para dejar Hill et al. (1993)
de fumar. Stevens y Hollis (1989)

Terapia cognitivo-conductual para la dependencia de Higgins et al. (1993)


cocaína y de opiáceos. Carroll et al. (1994)
Woody et al. (1990)
Terapia dinámica breve para la dependencia de opiáceos. Woody et al. (1990)
Terapia de conducta multicomponente Azrin (1976)
en el tratamiento del alcoholismo. Drummomnd y Glautier (1994)
Eriksen et al. (1986)
O’Farrell et al. (1992)
TRASTORNOS PSICÓTICOS
Programas de educación familiar para la esquizofrenia (en Falloon et al. (1985)
combinación con la medicación neuroléptica). Randolph et al. (1994)
Entrenamiento en habilidades sociales para mejorar la Marder et al. (1996)
adaptación social en la esquizofrenia.

Tabla 4. Tratamientos psicológicos efectivos (3)


(Chambless et al., 1996, 1998, modificado; Pérez et al., 2003, modificado)

TIPOS DE TRATAMIENTOS EVIDENCIA EMPÍRICA

TRASTORNOS INFANTILES
Terapia de conducta para la enuresis. Houts et al. (1994)
Programa de entrenamiento Walter y Gilmore (1973)
para padres de niños con Wells y Egan (1988)
problemas de conducta.
Técnicas de control de Azrin et al. (1980)
hábitos inadaptativos.
Terapia cognitivo-conductual Kendall (1994)
para niños ansiosos. Kendall et al. (1997)
Análisis aplicado de la conducta para intervenciones tanto Eikeseth, Smith, Jahr y Eldevik (2002)
globales como específicas para el autismo. Matson, Benavides, Compton, Paclawskyj y Baglio (1996)
Terapia cognitivo-conductual para la depresión infantil Reynolds y Coats (1986)
Terapia de conducta para la depresión adolescente Clarke et al. (1999)
(Lewinsohn) Lewinson et al. (1990)
Técnicas cognitivo-conductuales (desensibilización siste- Muris et al. (1998)
mática in vivo, práctica reforzada, modelado con participa- Menzies y Clarke (1993)
ción), para los miedos y las fobias.
Lewis (1974)
Terapia combinada (cognitivo-conductual+farmacológica), Pelham, Wheeler y Chronis (1998)
para la hiperactividad.

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Tabla 5. Tratamientos psicológicos efectivos (y 4)


(Pérez et al., 2003, modificado)
TIPOS DE TRATAMIENTOS EVIDENCIA EMPÍRICA
TRASTORNOS DE LA SALUD

TRASTORNOS CARDIOVASCULARES Blumenthal y Wei (1993)

Educación+Afrontamiento+Modificación de conducta Johnson, Gold, Kentish et al. (1993)

Entrenamiento cognitivo-conductual en manejo de ansie- Bennet y Carroll (1994)


dad
DOLOR CRÓNICO Edelson y Fitzpatrick (1989)
Programa multicomponente Morley, Eccleston y Williams (1999)
(Relajación+Feedback+Técnicas cognitivas+Técnicas Sharpe et al. (2001)
operantes)
SÍNDROME DEL INTESTINO IRRITABLE Blanchard, Schwarz y Neff (1987)
Terapia multicomponente cognitivo-conductual
CÁNCER
Modificación de conducta Sirgo et al. (2000)
Terapia cognitivo-conductual Moorey et al. (1994)
Terapia coadyuvante
Greer et al. (1992)
Terapia de grupo (técnicas cognitivo-conductuales)
Edelman et al. (1999)

Al margen de las limitaciones de este enfoque, péutico de un programa de intervención, es decir, su


no deja de ser sorprendente que muchos psicólogos grado de eficacia. De este modo, se puede saber si
clínicos en ejercicio no estén adiestrados en este los cambios observados en la variable dependiente
tipo de tratamientos y que muchos programas de son atribuibles al tratamiento y no a otras circuns-
formación en psicología clínica se hagan aún hoy tancias (paso del tiempo, remisión espontánea, et-
a espaldas de estos conocimientos (Barlow y Hoff- cétera). Otra cosa es, sin embargo, la efectividad de
man, 1997). dicho programa en la práctica clínica habitual, que
es lo que le confiere la validez externa o ecológica.
Un tratamiento deja de ser eficaz para convertirse
Limitaciones de los estudios sobre en efectivo cuando se pueden generalizar los re-
eficacia terapéutica o de las investi- sultados obtenidos en la investigación -sometida a
gaciones clínicas un riguroso control y en condiciones óptimas- a las
situaciones clínicas reales (Becoña, 1999) (tabla 6).
Las investigaciones clínicas, dotadas de gran va- La psicología clínica basada en la evidencia está
lidez interna, permiten determinar el alcance tera- sujeta a diversas limitaciones: las diferencias de

Tabla 6. Criterios de éxito en la terapia

CONCEPTOS DEFINICIÓN
Validez FUNDAMENTALES
interna Eficacia Resultados favorables
en un contexto de
investigación.
Efectividad Resultados favorables
en la práctica clínica
habitual.
Eficiencia Buenos resultados al
menor coste posible.
Validez
externa

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rendimiento de los terapeutas con una misma tera- tancia concedida al diagnóstico clínico (por ejemplo,
pia, la variación de la gravedad de los pacientes con tratamientos efectivos para el trastorno obsesivo-
un mismo diagnóstico o la inexistencia de pacien- compulsivo) ha diluido la atención específica al pa-
tes con un único diagnóstico puro (la comorbilidad ciente que padece esa patología y no ha tomado en
es la norma, no la excepción), sin olvidar que dis- consideración las diferencias individuales existen-
tintos tipos de tratamientos pueden ser igualmente tes entre los pacientes catalogados con el mismo
efectivos en un mismo cuadro clínico (sólo que para diagnóstico. En este sentido, hay una tendencia a
distintos perfiles de pacientes) (Bados, et al., 2002; una cierta cosificación del paciente. De este modo,
Becoña, 1999; Echeburúa y Corral, 2001). los manuales o guías de tratamiento pueden, a ve-
Así, por ejemplo, en la investigación los pacien- ces, responder (si no se usan bien) a la mentalidad
tes son homogéneos entre sí (en cuanto a edad y del libro de recetas de cocina (Becoña, Vázquez, Mí-
sexo, por ejemplo) y puros, sin presentar comorbi- guez et al., 2004)
lidad con otros trastornos, y los terapeutas, que no Sin embargo y a pesar de las limitaciones, gra-
suelen tener una gran experiencia clínica y que el cias a la investigación experimental poseemos da-
paciente no puede elegir, están muy motivados. A su tos y procedimientos de evaluación y tratamiento
vez, los tratamientos, más bien cortos, se ajustan a basados en pruebas que, al estar descritos en guías
una guía rígida y a un diario de sesiones. Por el con- clínicas, permiten una actuación profesional ade-
trario, en la práctica clínica habitual los pacientes cuada y ayudan en la toma de decisiones terapéu-
están aquejados de varios trastornos simultánea- ticas. Además introducen una mentalidad de auto-
mente, son heterogéneos y han sido sometidos, ha- crítica y evaluación permanente de las actuaciones
bitualmente, a tratamientos previos; los terapeutas terapéuticas que conlleva normalmente una mejora
cuentan con una experiencia clínica amplia y son ob- de las mismas. En los últimos años, cada vez con
jeto de elección por parte del paciente, al menos en mayor frecuencia se evalúa la efectividad clínica de
la práctica privada; y, por último, los tratamientos los tratamientos psicológicos en la práctica clínica
son más largos y flexibles: no hay un número lim- (Westbrook y Kirk, 2005), lo que complementa este
itado de sesiones, el contenido del tratamiento es enfoque y proporciona validez externa a los procedi-
más moldeable y está sujeto a cambios. En defini- mientos terapéuticos que han mostrado su eficacia
tiva, no hay un isomorfismo entre la investigación y en el ámbito de la investigación.
la clínica (tabla 7).
Las terapias empíricamente validadas han con- Limitaciones de un enfoque basado
cedido una gran importancia a la clasificación de los
trastornos mentales. Esta preocupación por el enfo- en la eficiencia
que científico ha llevado a sobrevalorar el objeto de
la psicología (los cuadros clínicos) y a desatender, al De los resultados sobre la investigación de la
menos hasta cierto punto, al sujeto de la psicología eficacia de las terapias psicológicas se ha derivado
clínica (el ser humano sufriente). Es decir, la impor- el concepto de eficiencia. La eficiencia no puede li-
mitarse a una mera contención del gasto, sino que

Tabla 7. Diferencias entre la investigación y la práctica clínica


(Echeburúa y Corral, 2001)

VARIABLES INVESTIGACIÓN PRÁCTICA CLÍNICA

Pacientes • Homogéneos. • Heterogéneos.


• Sin comorbilidad. • Con diversos trastornos.

Terapeutas • Muy motivados, pero con poca • Con menor motivación, pero con
experiencia. mayor experiencia profesional.

Tratamiento • Contenido rígido. • Contenido flexible.


• Número prefijado de sesiones. • Sin limitaciones prefijadas en el
• Menor número de sesiones. número de sesiones.
• Mayor número de sesiones.

Seguimiento • Largos (6-12 meses). • Cortos o inexistentes.

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hace referencia al logro de los objetivos terapéuti- No es exagerado afirmar que las terapias no va-
cos con el menor coste posible (en términos de di- lidadas empíricamente se utilizan con más frecuen-
nero, tiempo del terapeuta o sufrimiento del pacien- cia que los tratamientos basados en la evidencia y
te). De hecho, la terapia psicológica puede implicar que, por tanto, hay un desfase entre lo que se sabe
una reducción considerable de costes a largo plazo y lo que se hace. Por chocante que pueda resultar,
cuando se utiliza aislada o en combinación con un lo que parece hoy efectivo dista de estar disponi-
tratamiento farmacológico en muchos trastornos ble para la mayoría de la población. De este modo,
mentales, como la ansiedad y la depresión, e inclu- hacer que lo útil sea utilizado se convierte en una
so en trastornos graves, como la esquizofrenia, el prioridad de actuación (Echeburúa, 1998). La difu-
trastorno bipolar o el trastorno límite de persona- sión no es algo que ocurre automáticamente, sino
lidad (Gabbard, Lazar, Hornberger y Spiegel, 1997; que está ligada a tres factores importantes: innova-
Layard, 2006). ción (la aportación real de la nueva propuesta), ca-
Este enfoque orientado a ofrecer terapias efica- nales de comunicación (el conocimiento de la nueva
ces, breves y a un menor coste es muy importante técnica por parte de los profesionales implicados) y
en cualquier ámbito de la sanidad pública. Se trata transcurso del tiempo (necesario para romper con la
de determinar que los resultados justifican una in- resistencia al cambio en los profesionales) (Barlow,
versión a nivel terapéutico (coste de la terapia), a Levitt y Bufka, 1999; Rogers, 1995; Sobell, 1996).
nivel sanitario (ahorro de tratamiento ulteriores) y a De hecho, los clínicos se muestran muy reticentes a
nivel social (menos absentismo laboral, menor uso cambiar líneas de actuación y formas de abordar los
de recursos sociales, prevención de problemas en problemas que tienen sobreaprendidas (Barraca,
otros miembros de la familia, etcétera). 2005; Persons, 1995; Wilson, 1996).
Sin embargo, en ocasiones el énfasis en la efi- Mejorar la calidad de la intervención, formar pro-
ciencia lleva a la mentalidad de la reducción de fesionales clínicos que comprendan y empleen la
costes a cualquier precio, lo que supone caer en un metodología de investigación y que tengan un es-
economicismo absurdo, olvidándose de la relación píritu crítico para depurar la información científica a
terapéutica, de la necesaria evaluación individual la que tienen acceso son también objetivos o retos
de cada caso y de la realización del análisis funcio- de futuro de lo que podemos denominar la Psicolo-
nal, así como de la delimitación de los objetivos te- gía Clínica Basada en la Evidencia (Frías y Pascual,
rapéuticos. A veces, cuando se habla de eficiencia, 2003).
se trata simplemente de abaratar los servicios, con
una preocupación máxima en el ahorro y mínima en Características personales de los
la calidad. El economicismo vigente en la sanidad
pública actual refleja probablemente más la preocu- psicólogos clínicos
pación por la reducción de costes y del gasto que
un interés genuino por la eficiencia (Labrador, Eche- Por obvio que resulte decirlo, el psicólogo clínico
burúa y Becoña, 2000). va a estar en contacto con pacientes, es decir, con
personas que sufren. Comprender al ser humano
sufriente es el requisito previo para cualquier actua-
Retos de futuro ción profesional. Así, con independencia del ámbito
concreto en el que se trabaje, los psicólogos clínicos
Es importante realizar estudios tanto en con- deben aprender a observar (no sólo ver) y a escu-
diciones experimentales controladas como en la char (no sólo oír), así como a empatizar, comprender
práctica clínica real. Sólo trabajando desde ambas y analizar. Ésta es la única manera de comunicarse
perspectivas, lo que supone un énfasis en la investi- adecuadamente con otras personas y de ayudar a
gación traslacional, podrá superarse la poca o nula resolver los problemas planteados.
comunicación existente entre la investigación con- Realizar terapia psicológica no es sólo una mera
trolada y la práctica clínica. aplicación de técnicas, sino que requiere previamen-
El profesional de la clínica no puede basar su te de habilidades para establecer una relación que
ejercicio profesional sólo en su experiencia perso- sirva para aliviar el sufrimiento, así como de destre-
nal sin tener una prueba científica que apoye su zas para obtener información, ordenarla y devolver-
aplicación práctica. Por tanto, la toma de decisiones la al paciente (análisis funcional), de modo que le
terapéuticas requiere conocer “la mejor” evidencia permita una comprensión de las causas y del mante-
empírica disponible, permitiendo con ello seleccio- nimiento de sus problemas. Sólo posteriormente se
nar las técnicas psicológicas que tengan el mayor puede pasar a la aplicación de técnicas que conduz-
respaldo científico. can a la modificación de pautas de comportamiento,
cognitivas y emocionales. Por lo tanto, lo terapéuti-

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co no es sólo la técnica, sino también la relación, el que se sienten sobrepasadas en sus estrategias de
modo de evaluar, el modo de explicar los problemas afrontamiento para las dificultades cotidianas y que,
y el modo de realizar nuevos aprendizajes. muy frecuentemente, carecen de una red de apoyo
Más allá de unas destrezas profesionales, se familiar y social sólida y estable que les proporcione
requieren en el psicólogo clínico unas habilidades la ayuda y el apoyo necesario para seguir adelan-
personales que faciliten el establecimiento de una te. Los psicólogos clínicos tienen que adaptarse a
alianza terapéutica con el paciente. Hay algunas ca- esta nueva realidad, evitar la tendencia a establecer
racterísticas básicas que facilitan la alianza terapéu- diagnósticos psiquiátricos y desarrollar unas estra-
tica: equilibrio y control emocional, sentido común, tegias de intervención (técnicas de counseling o de
capacidad de empatía, ausencia de rigidez y ganas intervención en crisis) que no son exactamente las
genuinas de prestar ayuda, así como habilidades in- mismas que han mostrado éxito en el tratamiento
terpersonales que faciliten el trabajo en equipo o, al de los trastornos mentales propiamente dichos.
menos, el contacto con otros profesionales (médi-
cos de atención primaria, psiquiatras o enfermeras), Conclusiones
lo que obliga a saber utilizar un lenguaje común, a
ser flexibles, a tener unas habilidades de comunica-
ción, a marcarse objetivos concretos y a contar con Es cierto que, por desgracia, los tratamientos
un modelo integrador de salud (Echeburúa y Corral, que aún no han probado su eficacia tienen más difu-
2001). sión y se emplean más que los que sí la han probado
(Echeburúa y Corral, 2001). Asimismo los psicólogos
En resumen, no actúa necesariamente mejor con son criticados por mostrarse tan sordos a los re-
los pacientes el psicólogo clínico que más teoría sultados de la investigación empírica, en particular
sabe o que más experiencia acumula. Sin olvidar cuando ésta contradice su propia experiencia clíni-
otras claves esenciales (conocimientos profesio- ca (Garb, 2000); y, en cambio, se alaba la celeridad
nales y disposición para estar al día, facilidad para con que los médicos integran los nuevos fármacos o
adaptarse a los cambios, capacidad para integrarse las nuevas técnicas de diagnóstico en su repertorio
en un equipo o motivación por la profesión), la in- profesional.
teligencia emocional, la autoestima apropiada y las
habilidades interpersonales constituyen una herra- A pesar de su indudable éxito en los últimos
mienta fundamental para el desempeño adecuado años, el movimiento basado en las pruebas no ha
de la psicología clínica. estado exento de críticas. Algunos psicólogos e ins-
tituciones sienten que es una innovación peligrosa
que limita su autonomía. Sin embargo, la evaluación
Nuevas demandas terapéuticas de los efectos de un tratamiento y la determinación
de su eficacia constituyen un movimiento imparable
Las demandas terapéuticas han cambiado consi- (Pérez et al., 2003). De hecho, otros enfoques tera-
derablemente en los últimos años. Ahora se tiende péuticos tradicionalmente reacios a la evaluación
a consultar, además de por los cuadros clínicos tra- empírica, como la psicoterapia psicodinámica, co-
dicionales (depresión, trastornos de ansiedad, es- mienzan a ofrecer datos de su efectividad por medio
quizofrenia, trastornos de la conducta alimentaria o de estudios meta-analíticos (Leichsenring y Leibing,
adicciones), por problemas menores, que, sin cons- 2003; Shedler, 2010).
tituir propiamente trastornos mentales, reflejan una Aunque el trabajo realizado ha sido mucho, to-
patología del sufrimiento o de la infelicidad. Entre davía hay cuadros clínicos, como las psicosis o los
ellos se encuentran el duelo por la pérdida de un trastornos de personalidad, donde los resultados
ser querido, los conflictos de pareja o la ruptura de obtenidos son escasos. Asimismo todavía quedan
pareja no deseada, las dificultades de convivencia y por resolver problemas clínicos como el incumpli-
educación con los hijos, las conductas violentas de miento de las prescripciones terapéuticas, la falta
los adolescentes, los problemas de estrés laboral, de motivación para el tratamiento en algunos tras-
el sufrimiento de los inmigrantes, el dolor crónico, tornos, la investigación sobre el efecto de los trata-
el cansancio por el cuidado de personas dependien- mientos psicológicos combinados con psicofárma-
tes, las consecuencias psicológicas del daño cere- cos, etcétera. Todo ello supone un reto de futuro.
bral en el enfermo y su familia, etcétera. La existencia de tratamientos empíricamente va-
Muchas de las consultas a los psicólogos clínicos lidados no invalida el necesario ajuste de los proce-
hoy no se relacionan con trastornos mentales, sino dimientos a las características de cada paciente. De
con situaciones de infelicidad y sufrimiento psicoló- hecho, se hace un esfuerzo actualmente por asignar
gico, en donde resulta absurdo reducir el sufrimien- tratamientos distintos a tipos de pacientes específi-
to a categorías diagnósticas. Se trata de personas cos en el ámbito de un mismo trastorno -el denomi-

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tErapias psicológicas basadas En la EvidEncia: LimiTaciones y reTos de FuTuro 255

nado emparejamiento paciente-tratamiento-, como ya Chambless, D.L. y Hollon, S.D. (1998). Defining empirically
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Por último, la afirmación de que no hay pruebas Chambless, D.L., Baker, M.J., Baucom, D.H., Beutler,
sobre la eficacia de un determinado tratamiento a L.E, Calhoum, K.S., Crits Christoph, P., Daiuto, A.,
fecha de hoy no debe ser tomada necesariamente DeRubeis, R., Detweiler, J., Haaga, D.A.F., Johnson,
como que existen pruebas de su ineficacia. S.B., McCurry, S., Mueser, K.T., Pope, K.S., Sanderson,
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systematic research. This approach has to deal with some
and Practice, 3, 241-244. ABSTRACT
methodological problems. Furthermore, there are some
limitations to generalize the results of research to the routine
clinical practice in community settings. In this paper the main
difficulties to disseminate evidence-based psychological practice
to mental health professional are pointed out. Likewise personal
characteristics for clinical psychologists and the new problems
related to unhappiness and emotional suffering that patients
raise when seeking therapeutic help should be also considered.
In order to reduce the research-practice gap, some future
challenges and new lines of research in this area are suggested.

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