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EL RENACIMIENTO
El Renacimiento, que se originó tras la toma de Constantinopla por los turcos, ofreció la
promesa de un nuevo espíritu de humanismo y conocimiento, pero terminó por convertirse en
uno de los capítulos más nefastos en la historia de la psiquiatría. En 1486, los teólogos alemanes
Heinrich Kramer y Johann Sprenger, con el apoyo del Papa, publicaron el Malleus
Maleficarum (El martillo de las brujas), referente a una conspiración contra el cristianismo,
dando lugar a una cacería de brujas que condujo a la muerte a miles de personas, la gran
mayoría mujeres, atribuyendo a la vez la causa de todas las enfermedades mentales al demonio.
El "tratamiento" prescrito para la enfermedad mental fue entonces la tortura, aún si se
llegaba a la muerte, y la cremación como un acto de piedad, para "liberar el alma" del
"desdichado".
No todo fue negro y oscuro en esta época se; dieron también algunos hechos muy
positivos, es así como ocurre la Primera Revolución Psiquiátrica, consistente en la fundación
del primer hospital psiquiátrico del mundo, en Valencia en 1409, por el sacerdote mercedario
Fray Juan Gilbert Jofré. Luego desde 1412 a 1489 se fundaron en España cinco centros
similares. El padre Jofré fundó el primer centro humano y científico para enfermos mentales,
que era un hospital donde se recogía a los menos favorecidos para atenderlos, evitando su
apedreamiento callejero. No estaba concebido como una institución donde encerrar a los
“dementes”, sino para cuidarles.
PSIQUIATRÍA ILUSTRADA
Aunque los enfermos mentales ya no eran quemados en la hoguera, su suerte era aún
lamentable durante la Ilustración. Si no eran internados en los hospitales, vagaban solitarios,
siendo objeto de desprecios, burlas y maltratos. En 1656, un edicto en Francia estableció asilos
para insanos, cuyos directores estaban autorizados para detener personas indefinidamente, y en
los cuales se llegó a encerrar enfermos mentales junto con indigentes, huérfanos, prostitutas,
homosexuales, ancianos y enfermos crónicos, a lo que se sumaba que debían soportar los
inhumanos tratamientos: eméticos, purgantes, sangrías y torturas.
Ese encierro, es el intento de ocultar la miseria ocasionada por la crisis económica y es
de tal magnitud que basta con citar como ejemplo que en la Salpêtiérè (una institución
parisiense reservada a mujeres pobres, mendigas, lisiadas e incurables, viejas, niñas, idiotas y
locas) a los pocos años de su apertura albergaba a 8.000 internos cuando la ciudad de París era
habitada por 500.000 personas.
Se trataba de quitar de en medio a los marginados, (que no se les viera mucho, que no
pulularan por las calles) más que de darles una atención sanitaria, todavía no se había
humanizado el trato a los enfermos mentales y no se disponía aun de medidas terapéuticas.
Con la Revolución Francesa (1789), la Declaración de los Derechos del hombre y del
Ciudadano, el Contrato Social y la libre circulación de personas y bienes, los gobernantes tienen
que reflexionar sobre la responsabilidad y los límites de la libertad. Como consecuencia de este
avance en las ideas El gran encierro, símbolo del absolutismo tiene que ser abolido.
Alrededor de 1800 comienza en Francia la Psiquiatría Científica, con la obra del médico
y reformador francés Philippe Pinel (1745-1826), quien plantea que no deben construirse
nuevas hipótesis sino limitarse a la observación y descripción de hechos. La contribución
fundamental de Pinel fue cambiar la actitud de la sociedad hacia los enfermos mentales para que
sean considerados como seres humanos merecedores de un tratamiento médico. El enajenado ya
no puede ser encerrado por que las nuevas normas sociales necesarias para el desarrollo
económico prohíben la privación de la libertad, sin garantías jurídicas, a partir de entonces, la
reclusión de los “locos” ha de definirse como algo terapéutico. (Hasta entonces era un mero
arresto).
La flamante sociedad democrática nacida de los avances que trajeron las nuevas ideas,
hace otro aporte en 1836: el enajenado o loco es una persona supuestamente irresponsable, no
es sujeto de derecho; la idea de irresponsabilidad criminal triunfa por primera vez con el indulto
de Pierre Riviéré parricida múltiple exculpado por padecer una monomanía.
Desgraciadamente y de otro lado empieza a tomar cuerpo la teoría de la degeneración.
Morel (1809-1873). En su Tratado de enfermedades mentales (1860), el francés Benedict-
Augustin Morel postuló que algunas enfermedades mentales podían heredarse de padres con
afecciones similares y que la predisposición podía sufrir una activación lenta hasta convertirse
en una enfermedad debido a transmisión vertical repetida o bien a una activación repentina por
eventos externos como traumas sociales, alcoholismo o infecciones. Introdujo la denominación
de "demencia precoz" para referirse a la actual esquizofrenia Ideas que van a fundamentar la
psiquiatría, junto con los conceptos de peligrosidad, incurabilidad y cronicidad, con graves
consecuencias hasta hoy, hay que “aislar” a los “peligrosos” para proteger la sociedad. No tenéis
más que leer cotidianamente la prensa o escuchar a los medios de comunicación para daros
cuenta de la terrible vigencia de esta idea.
En España el concepto de peligrosidad, se retoma durante la dictadura de Primo de
Rivera, recogiéndose en el Código Penal de 1928, suponiendo un retroceso en el trato de los
dementes.
Han de pasar tres siglos para que una nueva crisis del sistema económico de Occidente
(la robotización frente a la manufactura) junto con la derechización en la gestión política de
ésta, plantee, sobre todo en las grandes ciudades, los problemas de la mendicidad, violenta, de la
marginación y formas irracionales de convivencia, agravadas por las drogas duras, el
envejecimiento de la población y el incremento de la cronicidad incapacitante. Como resultado
de esto surgen voces pidiendo el retorno a los manicomios, la creación de sidatorios la
promulgación de duras leyes. Otra vez, la indigencia, la cronicidad y la enfermedad mental so-
bre todo cuando adoptan formas de conducta no aceptada por la mayoría despiertan tentaciones
totalitarias en sectores importantes de la sociedad, con llamamientos a la marginación y al casti-
go, por mucho que se sepa de su inutilidad y de su costo social.
Las críticas de la efectividad del encierro surgen, pero no será hasta pasada la Segunda
Guerra Mundial, en tiempos de crecimiento económico y reconstrucción social, de mayor
tolerancia y sensibilidad por las diferencias, cuando la comunidad científica y cultural llega a la
conclusión de que el manicomio debe ser transformado o suprimido. A esta voluntad colectiva
habría que añadir, la aparición de psicofármacos, la introducción del Psicoanálisis y el
concepto de Salud Pública en las instituciones psiquiátricas como factores que determinaran los
movimientos de la Reforma Psiquiátrica.
La Reforma Psiquiátrica comienza casi al unísono en Francia, EE.UU., Inglaterra e
Italia, adaptándose a las peculiaridades de cada país en materia sanitaria, pero teniendo como
punto en común la crítica a la institución psiquiátrica cerrada y abogando por la alternativa del
tratamiento fuera de los muros del manicomio.
Será la Ley General de Sanidad de 1986 la que aboga por una asistencia comunitaria
como alternativa al Hospital Psiquiátrico, contemplando la necesidad de estructuras intermedias,
de rehabilitación y reinserción social en programas conjuntos con servicios sociales. Estas ideas
se fueron conformando gracias a colectivos progresistas de profesionales de la Salud Mental.
Sería injusto olvidar a un grupo de profesionales la llamada Generación del 27 que
adelantándose a su tiempo propugnaron e iniciaron cambios en la atención psiquiátrica que se
truncaron y abortaron con la Guerra Civil, entre ellos hay que destacar a los psiquiatras Lafora,
Sacristán, Sanchís Banús, César Juarros y José Germain.
LA ATENCIÓN PSIQUIÁTRICA EN EL SUR DE MADRID
BIBLIOGRAFÍA:
Manuel González Chaves ,La Transformación de la Asistencia Psiquiátrica, Eds.. Mayoría 1980