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MARIA, MADRE DE MISERICORDIA

"...Dirigimos nuestra mirada a María Santísima, a la que hoy invocamos con el título dulcísimo de "Madre de la
misericordia" porque es la madre de Jesús, en el que Dios reveló al mundo su "corazón" rebosante de amor.
La compasión de Dios por el hombre se comunicó al mundo precisamente mediante la maternidad de la Virgen
María. Iniciada en Nazaret por obra del Espíritu Santo, la maternidad de María culminó en el misterio pascual,
cuando fue asociada íntimamente a la pasión, muerte y resurrección de su Hijo divino. Al pie de la cruz la Virgen
se convirtió en madre de los discípulos de Cristo, Madre de la Iglesia y de toda la humanidad. "Mater
misericordiae"..." Juan Pablo II, 22 abril 2001.

Agradezco la invitación a este espacio, del que no me considero digna. Qué puedo decir yo en este
Areópago, a personalidades como ustedes, y de qué les puedo hablar, que ustedes no sepan ya?

Imagino que más de uno se ha hecho esta pregunta al saber que una hermana estaba invitada a pronunciar
unas palabras en las VIII Jornadas de Teología … La invitación me llegó con una aclaratoria: “no espero
que nos vengas a dar lecciones de teología, sino que nos hables de LA MADRE, desde tu experiencia de
mujer y de cristiana”. Y eso me convenció.
Lo que más me complace del tema “María, MADRE de misericordia” es darle a Ella, a María, el
protagonismo. Voy a expresarme como mujer de otra mujer, y voy a usar en la presentación de apoyo
imágenes reales y actuales, porque también hoy se manifiesta la misericordia de Dios a nuestro alrededor.

Lo que aquí diga no lo tomen con rigor teológico, sino como fruto de una experiencia de empatía, sentido
común y oración.

1.- “Sed misericordiosos como vuestro PADRE celestial es misericordioso”

Lo primero es dejar constancia de que Ser misericordiosos es ser como Dios Padre… como ser
madre/padre”. El lazo entre maternidad/paternidad y misericordia es un lazo de amor que trasciende
la relación puramente biológica de la madre o del padre con sus hijos.

Ante la declaración del Concilio Vaticano II, L.G. 61 “María, concibiendo a Cristo, engendrándolo,
alimentándolo, presentándolo en el Templo al Padre, sufriendo con su Hijo mientras Él moría en la
cruz, cooperó totalmente singular, por la obediencia, la fe, la esperanza y la encendida caridad, en la
restauración de la vida sobrenatural de las almas. Por ese motivo es Madre nuestra en el orden de la
gracia”, les invito a quedarnos con la certeza de que María es también educadora nuestra, en el
crecimiento en la misericordia, en el camino de la madurez humana y espiritual, que nos conduce
en el orden de la Gracia.
San Juan Pablo II nos dejó una gran enseñanza sobre María Madre de misericordia, en la Encíclica
"Veritaris Splendor" aquí un pequeño extracto: “María fue siempre toda del Señor, y que ninguna
imperfección disminuyó la perfecta armonía entre ella y Dios. Su vida terrena, se caracterizó por el
desarrollo constante y sublime de la fe, la esperanza y la caridad. Por ello, María es para los creyentes
signo luminoso de la Misericordia divina y guía segura hacia la santidad.

2. ¿Dónde se “asoma” la misericordia de María en la educación de Jesús?

«Su vida es enseñanza para todos», escribe san Ambrosio, hablando de María, y afirma: «El primer
deseo ardiente de aprender lo da la nobleza del maestro. Y ¿quién es más noble que la Madre de Dios
o más espléndida que aquella que fue elegida por el mismo Esplendor?».

Como soy pedagoga, descubro que tras el concepto y actitud de Misericordia que proclama Jesús que
además atribuye a su ABBA, subyace la enseñanza de María, que ejerció durante muchos años esa función
de dar vida educando y formando carácter y convicciones en Jesús.
Me he preguntado en el corazón si María, además de ser la Madre de Jesús, es también su educadora, y si
habrá sido el modelo del que aprendió Jesús a ser misericordioso. Voy a amos a entrever que si una madre
es así… qué no será el ABBA?

Algunos rasgos del perfil de María que fortalecerían la calidad educativa del acto misericordioso son:
LA DECISIÓN POR EL SERVICIO, LA TERNURA, LA DESAPROPIACIÓN, LA AMPLITUD DE
CORAZÓN, LA COMPASIÓN, LA CONVIVENCIA ARMÓNICA EN EL MARCO DE LAA
SOLIDARIDAD, LA CAPACIDAD DE FRATERNIDAD Y EL RESPETO A LA DIVERSIDAD PROPIA
DE LOS GRUPOS HUMANOS.
3.- María “engendradora” de la misericordia
Sabemos que a Dios no le ha visto nadie. Jesús habla de su ABBA como si lo viese… Nos
imaginamos siempre que JESÚS conoce al ABBA intelectualmente; que fruto de su oración y
experiencia de vida es que expresa lo que conoce del Padre. Voy a intentar mostrar que el
conocimiento de Jesús acerca de ellos no le llega solo intelectualmente, sino también por
experiencia de la educación y de la convivencia con su Madre María.

Deseo que consideremos que fue María la figura modelo en la que se inspiró Jesús. Que la acción
educadora de la MADRE influyó en el concepto de misericordia que Jesús, de manera tan segura y
asertiva, nos muestra del Padre.

Ofrezco brevemente 5 de los rasgos de María que para mí son descriptores de la misericordia del
Padre. Son momentos de la vida de María que nos sirven a nosotros para ser misericordiosos como la
Madre también es misericordiosa…

3.1. Misericordia EN SALIDA en busca del que ama.

María IMPLICADA: “Corrió a la montaña, a casa de Isabel…”, Es el primer ejemplo que se nos viene
a la mente. Salir a ejercer la misericordia. Pero hay otros…
Una de las parábolas de la misericordia que narra Lc 15, 8-10, es aquella en la que Jesús describe a una mujer afanada
en una búsqueda incansable porque ha perdido una dracma. Esa mujer ha descubierto que le falta algo
importante del sentido de su vida. …
María IMPLICADA: se involucra, se mezcla, no se disuelve.
Jesús había visto el rostro de su madre, ansioso y preocupado por su ausencia de tres días en Jerusalén. Jesús sabía lo
que siente una mujer que busca lo que ama y quien ama. La había visto… Y aunque el evangelio deja la escena del
encuentro con Jesús en el templo… podemos imaginar la alegría en la caravana cuando María y José se incorporan
llevando a Jesús…Los cantos, las risas, los abrazos, la danza, las alabanzas… del grupo familiar, de los amigos, de los
allegados… de todos… Porque habían encontrado al que estaba perdido. Jesús ha vivido el ser hallado, el ser
recuperado… Ha experimentado la fuerza renovadora y regeneradora del amor de todos los que sufrieron la angustia
de la pérdida.
A través de este episodio, Jesús prepara a su madre para el misterio de la Redención. Esa actitud de María, en
búsqueda del que ama, esa búsqueda incansable, esa aceptación de la respuesta del Hijo, esa fiesta de recibimiento…
Jesús lo aprende de María y de su gente.
Y nos invita a entender que así busca Dios al que se le ha perdido.
María ve el realismo, la humanidad, lo concreto y nos invita a la Iglesia no solo a buscar al perdido, sino
también a hacerle sentir que es el objeto de la búsqueda, lo más valioso que tenemos. Y a celebrar, a cantar, a
agradecer a Dios, a guardar en el corazón la experiencia, a reincorporarlo a la comunidad…
3.2. Misericordia QUE SE DEJA ENCONTRAR para recibir misericordia.

María RECEPTORA: Soy la esclava del Señor, hágase en mí…” (cf. Lc 2,28), María es Madre de la
misericordia desde el misterio de la Encarnación, la gran misericordia del Verbo que se hace hombre
al calor del corazón de María por obra del Espíritu Santo.
“El poderoso ha hecho obras grandes por mí… “(Lc 1, 46-55) Grandes momentos en los que ella
muestra que saber recibir misericordia... Pero hay otros…
María se deja decir: “Feliz tú que has creído…” y no solo eso, sino que esa verdad se manifiesta en
una exultación maravillosa que a todos los cristianos nos llena de gozo espiritual.
María ejerce una misericordia de la delicadeza, de la acogida, se vuelve recipiente, no produce
rebotes, no se guarda para sí. Y no se guarda a Jesús para sí.

María decide ponerse en manos de Dios. Recibió al ángel y aceptó la Buena Nueva, recibió a pastores
y a magos para mostrar a Jesús… acompañó a los apóstoles y discípulos sirviéndoles… se deja regalar
a Juan como herencia de Jesús moribundo, se abrió de nuevo en Pentecostés al Espíritu Santo para
ayudar en la gestación de la Iglesia… Y sigue dejándose encontrar por tantos devotos que la buscan
para depositar en ella sus necesidades, sus angustias, sus preocupaciones…
Esta actitud de María nos enseña a los cristianos, y especialmente a los pastores de la Iglesia a
dejarnos encontrar por la necesidad de misericordia de los demás o por la necesidad de ejercer
misericordia, a ser disponibles, a ser sencillos, a ser pacientes…

María es Madre de Misericordia porque Jesucristo, su Hijo, es enviado por el Padre como revelación de
la Misericordia de Dios (cf. Jn. 3, 16-18). Y la misericordia más grande radica en su estar en medio de
nosotros y en la llamada que nos ha dirigido para encontrarlo y proclamarlo, junto con Pedro, como
«el Hijo de Dios vivo» (Mt 16, 16).

3.3. Misericordia QUE PERDONA

María COMPASIVA: “Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador porque ha mirado la humillación de
su esclava…. Él ha hecho obras grandes por mí… Acogió a Israel, su siervo, acordándose de su
misericordia”… (Cf. Lc) Son las palabras de María con las que se expresa cantando la misericordia de
Dios. María sabe de la compasión de Dios y ella se hace compasiva y enseña a Jesús a ser compasivo.

María ha experimentado la compasión, sabe del poder regenerador que mana de ser perdonada. No solo José la
perdona, sino que siente el perdón de su familia y de su sociedad… la que había estado expuesta, amenazada,
desplazada por las mirada y los comentarios…. , conoce el sinsabor de la sospecha. Y la misericordia de Dios llega
sobre ella, porque confía y ama. Y al que mucho ama, mucho se le perdona. Eso lo sabe bien María. Ella lo guardaba
en su corazón… el pueblo lo sabía… Y Jesús lo supo y aprendió a confiar, a perdonar y a amar…. Y así expresa
Jesús el perdón de Dios: ante la adúltera, ante la pecadora, ante Pedro… en la cruz antes de morir… Vemos
a María que continua ejerciendo ese perdón con los apóstoles, a los que no tiene en cuenta el abandono
cobarde de su hijo, sino que se integra en la comunidad de creyentes, entre ellos, para orar, esperando el
Espíritu Santo.

A los pies de la cruz, cuando acepta a Juan como hijo; cuando, junto con Cristo, pide al Padre el perdón
para los que no saben lo que hacen (cf. Lc 23, 34), María, con perfecta docilidad al Espíritu,
experimenta la riqueza y universalidad del amor de Dios, que le dilata el corazón y la capacita para
abrazar a todo el género humano. De este modo, se nos entrega como Madre de todos y de cada uno
de nosotros. Se convierte en la Madre que nos alcanza la misericordia divina.

Abrirse al perdón, perdonar, ser agentes de perdón… es excelso, pero no basta, se necesita el gesto de
reincorporar al grupo, a la comunidad de creyentes, a la sociedad… El gesto de no alejarse de los
perdonados. No excluir… No olvidar que también a nosotros se nos perdona… supone comprender,
aceptar, perdonarse.

3.4. Misericordia que se DESAPROPIA

María ELIGE AL QUE AMA


“Tomó José al niño ya su madre y huyó con ellos a Egipto...” (Cf Mt 2, 13ss)
María nos muestra esta faceta de la misericordia de su corazón. Lo deja todo… lo abandona todo para proteger a
Jesús de Herodes, hasta no dudar de salir de su tierra e irse a un país extraño.
Seguro que Jesús le escuchó a María comentar alguna vez acerca de la angustia, del peligro, del hambre, la sed, el
miedo… Y sonreírle a Jesús diciéndole… yo fui capaz de eso y más porque eres lo más preciado para mí.
Jesús crece sabiendo eso… Y lo expresa en la parábola de la perla preciosa… (cf Mt 13, 45) Para seguir la lógica de
la parábola aceptamos que el Reino de los Cielos tiene gran valor. Y, segundo, que vale la pena renunciar a
todo para conseguirlo. Eso es lo que Jesús pedía a los que estaban dispuestos a aceptar la Buena Noticia del
Reino de los Cielos. Sólo quien esté dispuesto a perder su vida la encontrará.
Él sabe que puede invitarnos a elegir lo más precioso que es Dios y vender todo lo demás, abandonar todo lo demás,
no porque no tenga valor, sino porque el valor está en la libertad de elegir lo más precioso que tenemos. En el
núcleo de esta parábola del Reino está nuestra vocación de cristianos, y luego cada uno su propia vocación al
seguimiento de Jesús.

María lleva a los demás lo más precioso que tiene: Jesús. ¿Cómo es posible tanto desprendimiento por
amor? Porque la misericordia de Dios nos alcanza a todos, la lógica dela misericordia es desapropiarse de sí…
la Madre de Jesús lo vivió, y es modelo para todos. Qué nos dice María, a nosotros: que tengamos claro
quién es lo más valioso…

Esta desapropiación, que capacita para hacer lo que es bueno, noble, bello, grato a Dios y conforme a
su voluntad, es en cierto sentido el colofón del don de la misericordia, que libera de la esclavitud del
egoísmo y del individualismo y da la fuerza para la elección libre y sincera, para el cuidado de la
propia vocación, e incluso para hacer sentir a los demás que son importantes y valiosos.
3.5. Misericordia que DEJA SER AL OTRO.

MARÍA TRABAJA EN RED: “Acompañaban a Jesús algunas mujeres, entre ellas María su madre”. (Cf.
Se dice de ella que permanece en oración con los apóstoles (cf. Hch 2 ).
A las personas, a su intimidad, a su corazón, sólo se llega por el amor. Y el amor crea en la persona
que -alma y cuerpo- predisposición y comunicabilidad con los otros. Esta predisposición favorece la
convivencia a través del darse y de la acogida.
María es la mujer abierta a la comunicación y a comunicarse con cuanto le rodea, incluso con el
silencio… Ella, llena de gracia de Dios, valiéndose de la ternura, restaura al hombre caído en su
dignidad de hijo de Dios.
Dice el Papa Francisco: María escucha con atención los acontecimientos de la vida, presta atención a
los hechos, a los problemas.
María ve y comprende las dificultades, reflexiona y sabe que Jesús puede hacer algo.
Podemos intuir la actitud de María aceptando la historia y la tradición, cumpliendo la ley, a la vez
que abriéndose a la BUENA NUEVA que es su Hijo Jesucristo. Esa capacidad de asumir lo viejo y lo
nuevo, dándole a cada realidad (persona, episodio, sentimiento, etc) el respeto y valor que tiene, lo
aprende Jesús.
Creo que se puede aplicar en la parábola de los odres nuevos y viejos. (Mt 9, 16).
Vino nuevo = el evangelio de Cristo - la buena nueva de salvación anunciada por Jesucristo en palabra y
hecho tanto como en su misma persona. Odres viejos -- las tradiciones judías -- sus patrones de conducta
y pensamiento.
Odres nuevos -- nuevas actitudes necesarias -- nuevos corazones -- constante receptividad.
María enseña a comprender, tolerar y amar con fuerza al prójimo; comparte la misión con otros, comparte
a su Hijo con otros… Incluye a los otros en su vida, y articula con arte las diferencias… sobre todo enseña
amar con inteligencia y provecho para los demás, usado toda su capacidad humana y espiritual.
La apertura de María a las necesidades históricas-políticas-culturales-ecológicas - religiosas de su
momento, es estímulo para que nosotros nos sepamos parte activa y decisiva en un mundo micro y
macro.

CONCLUSIÓN
La mediación de un educador (llámese pastor, padre/madre, maestro(a)…) que enseña a vivir con
misericordia exige de él(ella) ACTITUD DE MISERICORDIA verdadera. Fruto del amor total a Dios y
a los hombres, los gestos de misericordia abren los corazones para que en ellos habite Dios. Las
palabras de misericordia predisponen a la comunicación de la gracia de Dios a los contemporáneos.
María comparte nuestra condición humana, pero con total transparencia a la gracia de Dios. No
habiendo conocido el pecado, -pero habiendo sido alcanzada por sus efectos sociales- y por haber
experimentado profundamente la misericordia de Dios, está en condiciones de comprender y
compadecerse de toda debilidad. Contemplar a María es abrirnos a comprender al hombre/mujer
pecadores y amarles con amor de Madre… E invitar a Jesús a hacer algo, con aquella delicadeza del
“no tienen vino” que excusa nuestra pobreza y limitación y atrae la cascada de amor del Padre.

Digamos con fe, y junto con María: “Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo
esperamos de ti.
AMÉN.
Gracias

Elena Azofra Villa r.p.


VIII Jornada de Teología
Seminario Arquidiocesano de Caracas “Santa Rosa de Lima”
El Hatillo- Edo. Miranda – Venezuela
25 de mayo del 2016

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