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“ESTÁ BIEN QUE ROBE, PERO QUE HAGA ALGO”

Producción académica para enriquecer el logro de los objetivos complementarios y


esenciales

Harold Bedoya Toro – ASH03, Grupo 1

INTRODUCCIÓN

El pueblo ha empezado a marchar, no por su propia iniciativa, sino por la iniciativa del
cazador. El pueblo cede cuando escucha cánticos bonitos de las sirenas, se deja hundir
pero ríe como pollino sintiéndose orgulloso. El pueblo cree cuando las palabras llenas
de demagogia salen de la boca del pez mayor. El pueblo no se inmuta y no se interesa
por su bienestar; está conforme alimentando a los que considera que están arriba.

La corrupción es un fenómeno que nos aqueja y del cual refunfuñamos diariamente; sin
embargo, no conocemos qué es lo que pasa, ni nos interesamos, sólo deglutimos sin
rechistar. Si Colombia ostenta una gran fama mundial por su riqueza natural, por su
diversidad, por su cultura vasta y hermosa; ¿por qué se presentan los problemas del
orden que se presentan? Al acercarnos a estudiar lo disfuncional de la nación, es
menester revisar la historicidad que enmaraña la problemática; es por esto que se
propone estudiar parte de las bases históricas que han contribuido al desarrollo de la
corrupción como fenómeno desgastante en Colombia y, vincularlo con otros fenómenos
del orden social, comportamental y ético que son adyacentes.

Palabras clave: corrupción, vacío ético, historia, pueblo


El primer día de abril del presente año, a nivel nacional se llevó a cabo una
multitudinaria marcha que pretendía protestar vivazmente contra la corrupción que se ha
venido presentando en el país en los últimos años de gobierno. Sin embargo, lo que
soslayaron por completo las personas que asistieron a la marcha y sus propulsores, es
que la corrupción en Colombia no es un asunto de hace cuatro años, es una situación
que ha crecido con nosotros, que ha estado latente por tiempos inmemorables; pareciera
entonces, que la corrupción se ha adherido a la forma de vida particular y colectiva de
todos los colombianos.

Para abordar este aspecto y entender por qué se debió empezar a marchar desde tiempos
ancestrales y no sólo desde ayer, es necesario comprender las raíces y significado de la
palabra corrupción así como la historicidad de dicho fenómeno en Colombia. La RAE
confiere varias acepciones para el término; algunas de las que más llaman mi atención
para efectos del actual escrito son las siguientes: “Acción y efecto de corromper o
corromperse”, “En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica
consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho,
económico o de otra índole, de sus gestores” (Real Academia Española, 2014).
Etimológicamente corrupción deriva del latín corruptio, que “se refiere a la acción y
efecto de destruir o alterar globalmente por putrefacción, también acción de dañar,
sobornar o pervertir a alguien” (Diccionario Etimológico, 2001). Es decir, que la
corrupción es en otras palabras, una forma de perversión, de desvío del cauce natural de
las cosas para obtener ganancias personales e intereses propios.

Colombia, es un país especialmente corrupto, esto se evidencia en las puntuaciones que


nos otorgan las instituciones internacionales como la ONG alemana Transparencia
Internacional (TI); donde no salimos para nada favorecidos, arrojando un resultado de
37 puntos, en una escala de 1 a 100 (1: sumamente corrupto; 100: muy transparente) y
el puesto 90 de un total de 176 naciones (Fajardo de la Espriella, 2017). Si realizamos
una abstracción de este fenómeno que no nos es para nada nuevo, podremos
encontrarnos que Colombia, a lo largo de su historia ha tenido que soportar los
rebenques del narcotráfico, las mafias, el micro tráfico, las guerrillas, entre otras
situaciones desfavorables que se han diezmado la vida de muchas personas, así como la
estabilidad cultural, económica, política, emocional y social del país. Máxime, que ha
intricado profundamente un pensamiento de facilismo y de materialismo en el
imaginario colectivo de la población, causando que el culto al dinero se vuelva como
una especie de religión sagrada más en los territorios nacionales. La sociedad en general
empezó a tornarse permisiva con estas formas emergentes de obtener dinero de forma
ilícita, de manera que ciertos fenómenos de esta índole terminaron por normalizarse de
manera deliberada (Zuleta, 2015). Además, dichos fenómenos ilícitos, no sólo han
troquelado las representaciones sociales de la población, sino que han servido de
catapulta para la misma corrupción, en términos de financiamiento a políticos,
encubrimiento de actividades ilegales, etcétera (Restrepo Arcila, Osorio Tamayo, &
Alzate Castro, 2006).

La corrupción es el resultado de muchos factores que han confluido negativamente en la


historia y la cultura del país, y si bien como se ha mencionado hay aspectos del orden de
lo ilícito que han contribuido a su aparición, también hay aspectos de lo ético que han
tenido un peso significativo en el meollo.

“La sociedad colombiana se ve afectada por la corrupción, como muchos países,


ha sufrido los flagelos que genera la corrupción, pero a diferencia de otros
contextos, se han presentado algunas particularidades que terminaron agravando
la situación. (Fagua, D., 2014) Como por ejemplo la pérdida de valores humanos
y el respeto hacia las instituciones, que van en contra de una sana convivencia y
el desarrollo económico de Colombia” (Zuleta, 2015).

Lo que se está abordando aquí son aspectos directamente éticos, o diríamos más bien,
un vacío ético que ha caracterizado particularmente a gran parte de los dirigentes que ha
tenido el país. Para Remolina (1991), existe hoy por hoy en el discurso de los hombres
de buena voluntad de nuestro país y también en sus conciencias, la constatación de un
vacío ético, una seguridad de la existencia del mismo, que se manifiesta en la conducta
individual y social de las gentes que pisan estas tierras y que “[..] va engullendo en su
espiral los extraordinarios recursos materiales y humanos de nuestra herencia común e
imposibilita consecuentemente la realización de nuestras legítimas aspiraciones
sociales” (Remolina, 1991). El vacío ético al que se está aludiendo, se refiere a la falta
de la ética como facultad orientadora de la vida personal y colectiva, y a la carencia de
un sistema de valores morales y sociales que direccionen el actuar.
Desde hace algún tiempo, se han venido creando partidos políticos llamados de
izquierda, que promulgan dentro de sus ideales, la batalla contra la corrupción y la
abolición de la misma; recogiendo ideologías de varios grupos semejantes que han
perseguido la misma filosofía; sin embargo, hay un puto en el que fallan y han
ingresado en un círculo vicioso desesperanzador, donde caen presos de aquello contra lo
que precisamente han luchado: es el caso del M19 y algunos grupos insurgentes que en
sus inicios tenían una conciencia ética de compromiso social, pero terminaron al
servicio de la corrupción en sus múltiples formas; esto afirma lo que Ortega y Gasset
(1930) en La rebelión de las masas postuló: “Ser de la izquierda es, como ser de la
derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil:
ambas, en efecto, son formas de la Hemiplejía moral” (Ortega y Gasset, 1930).

Tal vez no sólo basta con tener una conciencia moral que inste a actuar de una manera
más colectiva que individual; también hace falta una gran sensibilidad en términos de
Remolina (1991), que impulse a abandonar las apetencias personales del propio
egoísmo; pues éste entra en conflicto directo con el bien común. Esto podría ocasionar
varios fenómenos positivos para el país, como el buen manejo del poder por parte de los
dirigentes, y el acatamiento de las normas y leyes jurídicas de una manera concienzuda
y no coercible por parte del pueblo. Pues en este orden de ideas, las personas velarían
por un funcionamiento social acorde con las necesidades de todos, la colectividad sería
parte imprescindible para cada uno de los individuos; el reconocimiento del otro sería
imperativo, pero además necesario.

Desgraciadamente, lo que evidencia nuestra realidad es algo totalmente aislado a esa


utopía, aludiendo a que el vacío ético se ha traspolado de los dirigentes a la ciudadanía,
y peor aún, se ha normalizado vilmente. A tal punto de que ni al pueblo ni al dirigente
parece importarle lo que sucede con el Estado, y sus componentes: población,
instituciones públicas, territorio y cultura. De manera que los dirigentes se han
corrompido y los habitantes también, creando una suerte de desesperanza aprendida o
de complacencia y sumisión, olvidando las riendas que en cualquier momento pueden
tomar para recuperar su dignidad y confianza. Sin embargo, actualmente es más fácil,
cómodo y preferible decir en unas jornadas electorales: “Todos roban”, “dentro de todos
los que hay, debemos escoger el que tenga cara de robar menos”, “está bien que robe,
¡pero que haga algo!”.

Todos quieren vivir por y para el dinero, es el proyecto de vida de muchos de los
habitantes de Colombia, entre ellos sus dirigentes; quienes han visto en el poder la
oportunidad perfecta para la consecución de ese aspecto imprescindible de la vida: el
dinero. Algunos de ellos lo consiguen y se van; otros lo consiguen pero cometen algún
error –que usualmente tiene que ser de dimensiones exorbitantes para que se le castigue-
y son sancionados; otros lo consiguen, cometen errores, no son sancionados, quieren
más y adicionalmente la población les cree; cuantas veces alguien con demagogia quiera
obtener algo del pueblo colombiano, el pueblo estará dispuesto a acceder; inocente del
vacío ético que impera alrededor, y que llena el aire, no de smog, pero sí de cinismo y
ruina. Por eso desde luego que hay que salir a marchar, pero no detrás de nadie, hay que
marchar por lo que nos es vulnerado todos los días, y no hay que hacernos los de la vista
gorda ante las situaciones donde los cazadores nos quieran utilizar como anzuelo para
pescar la cena.

CONCLUSIÓN

La corrupción en Colombia no es un fenómeno nuevo, data de hace mucho tiempo atrás,


y se pueden verificar muchos hechos que lo confirman; sin embargo, dentro de su
génesis se pueden ver lazos estrechos con los diferentes momentos históricos
complicados que ha vivenciado el país, uno de ellos es el narcotráfico y los grupos
armados al margen de la ley; desde los cuales se ha venido implantando en la población
colombiana una representación social de la facilidad para obtener dinero y lo normal
que puede llegar a ser, aun cuando las conductas que haya que llevar a cabo sean
ilícitas. Situación que se asemeja con la idea de que “el fin justifica los medios”, lo cual
parece que a modo general se ha convertido en una máxima del comportamiento social
del país. Por otro lado, dentro de la génesis de la corrupción, pero también de su
mantenimiento y perpetuación se encuentra el vacío ético, el cual se caracteriza por la
falta de valores éticos y morales en los individuos, lo que conlleva a que su actuar no
esté orientado al bien común, sino al individual; respondiendo más a un principio de
placer que de colectividad. Consecuentemente, se puede evidenciar que la corrupción
posee varias aristas que se deben tomar en cuenta para su consideración, las cuales no
están aisladas ni son indirectas entre sí, por el contrario, todas tocan con la historicidad,
con el contexto socio-económico y la cultura que ha vivido el país.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Diccionario Etimológico. (2001). Diccionario Etimológico. Recuperado el 1 de Abril de


2017, de http://etimologias.dechile.net/?corrupcio.n

Fajardo de la Espriella, E. (25 de Enero de 2017). Colombia mantiene alto índice de


corrupción: Transparencia Internacional. El Heraldo.

Ortega y Gasset, J. (1930). La rebelión de las masas. Barcelona, España.


Real Academia Española. (2014). Diccionario de la lengua española. Recuperado el 01
de Abril de 2017, de http://dle.rae.es/?id=B0dY4l3

Remolina, G. (1991). El vacío ético en la sociedad colombiana. Colombia una Casa


para Todos.

Restrepo Arcila, N., Osorio Tamayo, P. A., & Alzate Castro, W. A. (2006). Los efectos
socio-económicos por la presencia de corrupción en el gasto público.
Adversia(1). Obtenido de
https://aprendeenlinea.udea.edu.co/revistas/index.php/adversia/article/viewFile/1
1300/10333

Zuleta, A. P. (Enero de 2015). Repositorio Institucional UMNG. Recuperado el 1 de


Abril de 2017, de
http://repository.unimilitar.edu.co/bitstream/10654/13973/2/LA%20CORRUPCI
ON%2C%20SU%20HISTORIA%20Y%20SUS%20CONSECUENCIAS%20E
N%20COLOMBIA.pdf

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