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Una modesta proposición (5)

Armando López Salinas – año 1997

Mientras se sacrifican vacas, se arrancan viñedos, se congelan salarios, se pretenden


bajadas en las pensiones, un despido más fácil y barato y el paro masivo nos atenaza,
la totalitaria iglesia neoliberal de Hayek, Popper y compañía, iglesia del silencio frente
a la corrupción reinante, donde como sacristanes del capital cotorrean, entre otros los
Boyer, Solchaga, Barea, Termes, Cuevas o Rojo (¡qué apellido tan contradictorio, tan
engañoso!), afirma que todo esto y más aún es necesario porque los días de
Maastricht están cercanos y esa tierra de promisión con ríos de miel y leche dará de
comer a los hambrientos y de beber a los sedientos.

Ante tales profecías, ante tal sobredosis de ideología neoliberal pinchada en vena, uno,
que es de natural descreído además de incorrecto políticamente, piensa que no estaría
mal que mientras llegan los días de vino y rosas del Tratado de Maastricht, no estaría
mal que los humillados u ofendidos de este país, y de otros, tratáramos no sólo de
lamentarnos, cosa siempre reconfortante, sino de ver el cómo organizarnos para
cambiar las cosas.

Y en este sentido el que suscribe entiende que convendría volver a leer el tercer acto
de Hamlet, aquel en el que Shakespeare plantea el dilema que siglos más tarde tomara
Marx y, al recordar esto, que nadie tome el rábano por las hojas.

«¿Sufrir los golpes y dardos de la insultante fortuna o tomar las armas contra un
piélago de calamidades y, haciéndoles frente, acabar con ellas?»

—Nota: 5. Reproducido de Madrid-Debate, IU, febrero de 1997.

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