Vous êtes sur la page 1sur 5

Información General

OCTAVIO CEJAS

“El escritor nuestro no ve el


país interior”
Domingo 4 de Enero de 2009 | Docente, escritor, periodista, el autor de
“El patón” ha reflejado como pocos, a lo largo de tres décadas, la vida
de personajes del campo como el hachero o el zafrero ; a la vez, ha
rescatado como pocos los mitos y leyendas nutridos por el acervo del
hombre de tierra adentro.

Fotos ver Imágenes del día

ampliar | MAS QUE UN TESTIGO. Octavio Cejas quiere profundizar la labor que
encaró en su momento Carrizo. LA GACETA / OSVALDO RIPOLL

Tiene 81 años y, aunque sus pasos se hicieron más pesados, no


deja de hacer y proyectar nuevos trabajos. La escritura es su
herramienta de trabajo, y con ella desnuda realidades ocultas de
su tierra adentro. Rescata lo que nadie ve desde las ciudades.
Octavio Cejas es como un cóndor de mirada aguda y solitaria.
Está siempre al acecho de alguna historia condenada a perderse.
Su nombre acaba de ser incluido en una antología publicada en
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por la editorial Cuatro
Vientos. Se trató de una selección de entre 770 participantes del
XVIII Certamen Nacional de Poesía y Narrativa Breve. Para
cada género se eligieron 135 autores meritorios. Con ese
material los organizadores publicaron "Letras Argentinas de
hoy, 2008".
Es un reconocimiento más a una tarea que inició hace 30 años
con la intención de rescatar la cultura popular. El hachero, los
poceros y el zafrero, entre otros, son sus personajes. “ Como
todo lo relacionado con el folclore, muchas versiones de
hacheros no fueron recogidas por nadie. Nosotros los tenemos
desde Lules hasta los límites con Catamarca. Es un mundo
ocupacional y mítico que desconocemos. Es el mundo que
precipitadamente desaparece arrollado por las máquinas
cosechadoras”, sostiene. De ahí la importancia del rescate de
esas historias chicas, que no van a quedar documentadas.

- ¿Cómo fue su aproximación a la narrativa que inspira sus


obras?
-Toda la vida he trabajado en la escuela de campo. Fueron más
de 30 años. Todo ese tiempo me permitió adentrarme en el
mundo del niño o del chico que me invitaba a su casa. Me
presentaba a sus padres con una especie de ritual de gran
respeto; pues era el maestro que llegaba. Se veía como una
distinción que uno se amigara con ellos. Mi vida está casi
relacionada con la de Jorge Washington Avalos, autor de
“Shunko”.

- ¿Cómo era esa gente?


- El hombre de campo, el campesino, vivía en esos tiempos en
un aislamiento increíble. La radio lo acercó al mundo, ya que
antes ni un papel le llegaba. Aunque no se crea, antes el extracto
de la lotería le servía para leer una semana entera y además con
él le enseñaba a leer a los hijos. Las escuelas les quedaban muy
lejos.

- ¿Usted tomó un compromiso con esa gente?


- La formación docente mía fue para insertarme en la sociedad
en la que uno iba a trabajar. Por lo menos así era la formación
del normalista catamarqueño.

- ¿Con la investigación comenzó su tarea de descubrir?


- No, mi tarea recién se va a robustecer una vez que asista a un
curso sobre sociología en la universidad local. Tomo ejemplo de
mi maestra de la primaria, Piro Kuarenghi. Ella hasta antes de
fallecer acariciaba el anhelo de ser alumna de Sociología, una
asignatura que la había leído toda su vida. Lo que me atrae en
esa materia es la terminología exacta que se utiliza para definir
una situación social.

- ¿Qué lo empujó a profundizar en esa dirección ?


-La necesidad de ordenar los conocimientos dispersos que hay
en los pueblos. En Catamarca siempre recordamos la labor
heroica y modelo de Juan Alfonso Carrizo, quien en la década
del 30 recogió más de 20.000 cantares de cinco provincias
norteñas: Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca y La Rioja. Los
volcó en un cancionero. Tampoco hay que desconocer el
quehacer de los investigadores tucumanos. Es un trabajo que
necesita especialización. Juan Alfonso tenía una memoria difícil
de encontrar.

- ¿La imaginación popular que usted rescata en sus trabajos se


extinguió por la tecnología de la comunicación?
-La deformó. Ahora a la gente se le incorporan seres que no les
pertenecen. Figuras y fantasías que corresponden a
caricaturistas y a creadores televisivos. Esto se observa en la
desaparición de los contenidos de los libros de la primaria. Al
chico lo tienen aislado, encerrado, determinado a no enseñarle
nada. Al crear en Concepción el taller literario “Luis Franco”
creo que contribuí al rescate de alumnos o talleristas con
capacidades que necesitaban de un refinamiento y que en los
tiempos actuales se pierden fácilmente. Los medios masivos
también influyen.

- ¿A la creación literaria, cómo la observa?


- Hay bastantes interesados en aprender a escribir; promesas.
En Tucumán noto que tenemos gente que trabaja bien en
Letras. Pero falta el medio que lo difunda. Anualmente el
Consejo Provincial de Difusión Cultural convocaba a escritores
con obras édita o inéditas y hacía un concurso. De allí salían los
nuevos escritores. Yo debuté en uno de ellos.

- ¿Cuál es su nuevo trabajo?


- Está en vías de edición un libro en el que me atrevo a encararlo
a Luis Franco como narrador y que se denominará "Luis
Franco, Amauta". En ese libro explico en parte la narrativa de
él, ubicada en la zona de Belén. Y sobre todo cuando ellos
llevaban haciendas, ovejas y yeguarizos hacia las minas de
Bolivia y Perú. Explico, por ejemplo, como hacían para abordar
un viaje de seis meses a caballo.

-¿Cómo se consagra un escritor?


- Estoy de acuerdo con Franco. El decía que el escritor y el poeta
deben dejar testimonio de su paso en el tiempo que le tocó vivir.
El escritor nuestro, considero, está de espaldas al país,
esperando las transformaciones que se suceden en otros países
y continentes. Pero no ve el país interior. Se aferra a las
exigencias editorialistas para poder figurar en los catálogos de
éxito que le llaman.

-¿La escuela tiene su responsabilidad con lo que sucede?


Sí, pero debe insistirse en la formación del docente para que
pueda transmitirle el conocimiento al chico. Hay que enseñarles
a pensar y hablarles como argentinos.

-¿Qué diferencias separan al narrador del historiador en la tarea


de encarar el momento histórico?
- El narrador lo muestra desde su punto de vista. El historiador
tiene que aferrarse a la documentación. El primero utiliza su
imaginación. Este oficio de narrar hechos que el escritor ha
presenciado o contado es riesgoso, porque no sabe hasta donde
se está arriesgando. No sabe hasta dónde su actividad va a parar
en algún archivo. Tenemos el caso de Rodolfo Walsh, entre
otros.

Perfil
Ex docente, escritor y periodista. Colaboró casi 20 años en LA GACETA. Primer
premio nacional de narrativa "Santa Clara de Asís" 2007. Está a punto de
publicarse "Luis Franco, Amauta" en la que aborda la narrativa del belenisto.
Adquirieron popularidad sus cuentos "El gritador de la noche", "El Patón" y "La
Loma del Gritón". Ultimamente escribió "El Paquete" que trata del robo y
destrucción del corazón de Fray Mamerto Esquiú

Vous aimerez peut-être aussi