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Introducción

J acques Lacan Oel «retorno a Freud»

«A ustedes les toca ser lacanianos, si quieren. En cuanto a


mí, yo soy freudiano».

Así se dirige J acques Lacan a sus discípulos al


término de su enseñanza y de su vida.1 Pero es
justo el haber pretendido ser -simple y radical-
mente-- «freudiano» lo que homologó su nombre
en la historia del psicoanálisis, y más allá, por los
efectos de este gesto en el «saber del hombre».
¿J acques Lacan en una enciclopedia? Hemos
de convenir en que tiene algo de paradójico y bas-
ta de provocativo esto de «enciclopedizar» a La-
can, a él que hizo de la ignorancia la pasión car-
dinal, junto al amor y el odio; punto este que
se esclarecerá al término del presente trayecto
Cinfra, pág. 171). Pensar esta paradoja nos sitúa,
de entrada, en el «pensamiento-Lacan». Pues el
enciclopedismo parte sin duda de una ilusión: no
simplemente porque es imposible «saber todo» o
integrar todo en una Suma --este es más bien el
motor de la pasión enciclopédica y lo que alimen-
1J. Lacan, «Le Séminaire de Caracas, 12 juillet 1980",
en L'Ane. Le Magazine Freudien, abril-mayo de 1981, n° 1,
pág. 30.

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ta la insaciable «pulsión de saber>>--, sino porque
en el principio del saber está obrando una falta o horaciano, que el creador del psicoanálisis hizo
un elemento de des-completud. Lacan habla en suyo.3 Al dar así «licencia» (licet) al saber (scire),
algún momento de «ignorancia enciclopédica». De Lacan se exponía a la posibilidad de que, tarde o
ella dan patético testimonio Bouvard y Pécuchet, temprano, él mismo quedara «homologado» en el
consagrados a la ilusión del Saber Tod02 pero ex- Libro del saber. Nos guste o no, sus escritos, en su
.
perimentando, al fin de cuentas, la falta: «¿Qué sé forma singular, figuran efectivamente en la Bi-
yo. . . entonces?»* ¿Se trataría, pues, de entregar blioteca (¡aunque se los defina, llegado el caso, co-
el «lacanismo» a los Bouvard y Pécuchet del siglo mo «no aptos para ser leídos»!).
XXI, con lo que sólo sería cuestión de reducirlo a Si esto ha de hacerse, al menos que se lo haga
puro calco? ¿Y ello mientras que el psicoanálisis «bien», o mejor dicho «suficientemente mal», esto
asume una ignorancia saludable desde la cual es, dando cabida no sólo a su diferencia sino tam-
, bién a su discordancia: desde el momento en que
atravesado «el sujeto supuesto saber», brota la
verdad del inconsciente? el psicoanálisis e.s referible justamente al «sujeto
de la ciencia» (infra, pág. 123), no puede estar fue-
ra-deI-saber. Pero sobrestimar la consistencia de
este saber es asumir el riesgo (mortal) de edulco-
De «¿Qué sé yo?» a ¡8cilicet! rar lo real al que él se refiere. Porque el incons-
ciente (el de Freud) no es una «noción»: «No hay
Se trata, en rigor, de inscribir el impacto del conocimiento. Pero saber, eso sí, a patadas, hasta
meteorito «Lacan» sobre el globus intellectualis. no saber qué hacer con él, armarios repletos» *
Lo que debe alentamos por esta vía es que Lacan (RAD, AE, 433). La Enciclopedia esperaba, pues,
mismo busca homologar algo del orden del saber. a Lacan y al «lacanismo» y nosotros abrimos esa
Scilicet, «tú puedes saber», divisa latina con la puerta, pero acondicionando las vías de entrada y
que tituló una revista en un momento decisivo de hasta de acceso y a condición de introducir allí su
la constitución del «lacanismo» Cinfra, pág. 35), ironía inimitable, de la que el humor de su pala-
vale en este sentido como una confirmación y una
continuación del Sapere aude (<<atrévete a saber») 3 P.-L. Assoun, L'entendement freudien. Logos et Ananke,
Gallimard,1984.
2 * De aquí en adelante citaremos los textos con ~em.isió?, a
P.-L. Assoun, <<L'ignorance passionnée. Bouvard et Pécu-
chet saisis par la psychanalyse», en Analyses et réflexions Ecrits (E), Le Seuil, 1966; a Le Séminaire (S), con mdlcaclOn
sur Flaubert, Bouvard et Pécuchet, Ellipses, 1999, págs. del tomo (I-XXVI), Le Seuil, y a Autres Ecrits (AE), Le Seuil,
104-15. 2001. Para los detalles, véase el cuadro bibliográfico de
págs. 42-9, donde se indican, además de las edic~ones en ~s-
* «Que saisje?», título de la colección francesa a la que
pertenece esta obra. (N de la T.) pañol correspondientes, las designaciones abrevIadas segun
las cuales se citan los Escritos y los Seminarios.

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bra es espejo. No es cuestión entonces de meterlo «inconsciente» mediante una «reforma del enten-
en los «armarios de saber», sino de pulir, con él, dimiento»* surgida de Freud. Lo cual permite
sus cerraduras. .. evitar el engañoso término «lacanismo»: «Si es
verdad que lo que les enseño tiene valor de ense-
ñanza, no dejaré en ella tras de mí ninguna de
esas perspectivas que les permiten agregarle el
El «pensamiento- Lacan» y su objeto sufijo "-ismo"» (S VII, 25 de mayo de 1970).

Ahora bien, esta especificidad se anuncia por


el deslinde respecto del «discurso universitario»,
que sitúa al significante «saber» en posición de La obra repartida
«agente». El psicoanálisis es reacio a ello, pues en
este lugar coloca el objeto del deseo (<<objetoa»). La dificultad de método -para decirlo en la
Esta es, precisamente, para anunciar de entrada modalidad deslindada del discurso universita-
lo que se va a encontrar al final del trayecto, la rio- coincide de entrada con la dificultad del ob-
aportación capital de Lacan al psicoanálisis e in- jeto.
cluso a todo discurso anterior, reenviado al «sem- La primera concierne al propio corpus: ¿se
blante» (véase infra, págs. 93 y 180). Esto explica puede hablar de una Obra de Lacan? Fuera de su
el carácter intrínsecamente contradictorio de una tesis sobre la psicosis paranoica (infra, pág. 33),
presentación universitaria del aporte de Jacques Jacques Lacan no firmó propiamente ningún li-
Lacan, quien llegará a decir que «el universitario, bro. En lugar de ese Libro inexistente encontra-
por estructura, tiene horror del psicoanálisis» mos dos «bloques»: por un lado los Escritos -pro-
(RAD, AE, 412). longados a título póstumo en Autres Ecrits-, por
Sin embargo, el «objeto a», avanzada capital de otro El Seminario.
Lacan (infra, pág. 111), no es pretexto para lo in- Escritos: el título puede ser tomado en su sen-
decible: por el contrario, es lo que funda al «objeto tido más ambicioso -bíblico, junto a la Ley y los
del psicoanálisis» en su rigor (de real y de escritu- Profetas- o más descriptivo: «Estoy como autor
ra). Esto nos legitima, pues, para tratar de carac- menos implicado en él de lo que se imagina, y mis
terizar el «pensamiento-Lacan» en sus avanza- Escritos son un título más irónico de lo que se
das, para reconocerlo en el orden del discurso cree», especificará en 1971 (LIT, AE, 12).
como «un discurso que no sería del semblante». . .
Así se despeja lo que llamamos el «pensamiento-
* El francés entendement debe ser tomado en la doble
Lacan», no tanto pensamiento del inconscien- vertiente semántica del verbo
francés entendre: «entender»
te como pensamiento destinado a despejar el y «oír». (N. de la T.)

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Lo cierto es que el 15 de noviembre de 1966 trumentos críticos.5 Ironía de la historia: dispo-
son entregados para su publicación 34 de sus ar- nemos del índice de una obra todavía inaccesible
tículos escritos entre 1946 y 1965 (de un total de en su integridad. . .
50), que habían salido, por ejemplo, en La psy-
chanalyse. Desde 2001 disponemos de una com-
pilación suplementaria efectuada por J.-A. Mil-
ler, con el escueto título de Autres Ecrits, «Otros El «retama a Freud»
Escritos», que abarca el período 1938-1980.
Pero está también y sobre todo El Seminario, Aunque la Obra esté repartida, ella anuncia
lugar vivo donde se elabora el «pensamiento-La- un poderoso factor de unidad. ¿De dónde puede
can», esfuerzo continuo entre 1951 y 1979-1980 Y venir la unidad de la obra de Lacan, o más bien su
que constituye la vertiente oral, o sea, la palabra re aprehensión ? De la «consigna» que organiza su
de Lacan. Verdadero taller del que Lacan es el proyecto, a saber: el «retorno a Freud».
principal obrero pero en el que -no debe olvi- La expresión aparece a mediados de la década
darse- participaron sus discípulos e interlocu- de 1950 y da su título a un escrito decisivo que ad-
tores. El Seminario comienza oficiosamente en quiere la dimensión de un manifiesto, La Cosa
1951, oficialmente en 1953, y durará hasta 1980. freudiana o sentido del retorno a Freud en psico-
O sea, veintiséis años de enseñanza, 25 tomos de análisis. Ahora bien, «el sentido del retorno a
los que se publicaron 9 entre 1973 y 2001, lo cual Freud es un retorno al sentido de Freud» (CF, El,
representa más de 500 sesiones. pág. 388).
¿Dónde comienza, dónde acaba esta «obra»? Esto supone una transferencia personal sobre
¿Hay una coherencia en su desarrollo temático? el descubrimiento freudiano cuya fórmula pre-
El Seminario, lejos de ser una colección de temas, senta Lacan en 1957: «Es una cosa sin duda im-
es un movimiento de búsqueda transliterado de pactante, sobrecogedora por completo, el que Sig-
año en año, lo cual torna inevitable el problema mund Freud, un hombre solo, haya llegado a des-
de la transliteración de la expresión «palabra lindar cierto número de efectos quejamás habían
orah.4 Estamos apenas comenzando a explotar sido distinguidos antes y a introducidos en una
las riquezas de esta corriente de descubrimien- red coordinada, inventando a la vez una ciencia y
tos, aunque estén empezando a forjarse sus ins-
5 G. Le Gaufey et al., lndex des noms propres et titres d'ou-
vrages dans l'ensemble des séminaires de Jacques Lacan,
4 Sobre esta vasta cuestión, cf. Jacques-Alain Miller, En- EPEL, 1998; Henry Krutzen, Jacques Lacan, Séminaire
tretien sur Le Séminaire avec Fram;ois Ansermet, Navarin, 1952-1980. lndex référentíel, Anthropos, 2000; Denis Lécu-
1985, así como Le transl'ert dans tous ses errata EPEL ru, Thésaurus Lacan, vol. 1: Citations d'auteurs et de publi-
/'
1991. " cations dans ['ensemble de ['reuvre écrite, EPEL, 1994.

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el ámbito de aplicación de esta ciencia». Por con- Lacan entre «freudismo» y posfreudianos
siguiente: «Con respecto a esa obra genial que fue
la de Freud y que atraviesa su siglo como un re- Podríamos situar de entrada el pensamiento
guero de fuego», hay que suscitar «un ejército de
de Lacan en la estela delfreudismo.6 El dirá: «Por
obreros para la siega» (Les'Entretiens de l'Ex-
mi parte he intentado poner de manifiesto la co-
press, 31 de mayo de 1957). El propio Lacan asu-
herencia, la consistencia de lo que fue pen~ado
mirá esa soledad en 1964: «Yo fundo, tan solo co-
por Freud -yo soy un epígono-» (2 de nO,:,"lem-
mo he estado siempre en mi relación con la causa
bre de 1976, Lettres de l'Ecole freudienne n° 21).
psicoanalítica». Al recoger la causa de Freud, La-
De hecho, Lacan establece una posición singular
can habría hecho suya la soledad del investiga- y hasta de excepción con respecto a los «posfreu-
dor.. .
dianos». La relación de Lacan con los grandes
¿Debe juzgarse entonces modesta o presun-
posfreudianos --de Melanie Klein a Donald W.
tuosa la manera como Lacan, en 1966, se presen-
Winnicott, pasando por Michael Balint y otros,
ta ante Pierre Daix, cuando dice: «Yo soy el que ha
menos notorios, a quienes él recurrió intensa-
leído a Freud»? Lacan sería ni más ni menos que
mente en su problemática-, es de las más acti-
eso, el lector de Freud, pero en un sentido literal
vas. Habrá que situar, pues, la presencia de esas
se presenta como el lector de Freud; significando
figuras en la construcción de la posición lacania-
así que Freud no ha sido (aún) leído de veras.
na, y en puntos clave de esta. Su ambición ~ropia
En esta línea podemos apreciar las palabras
es, sin embargo, dar cabida a la «cosa freudlana»,
citadas en nuestro epígrafe, ya instituido el «laca-
¡lo cual podría tomarse como jactancia de ser el
nismo»: «Ustedes son libres de ser lacanianos, si
único freudiano de veras! Aquí se juega más bien
les place», parece decir Lacan, «en lo que me con-
la necesidad de no dejar dilapidarse la médula de
cierne, yo soy freudiano». Esto convierte el retor-
la aportación freudiana, así fuese introduciendo
no a Freud en imperativo del «ser-lacaniano», lo
un lenguaje distinto con función de despertador
que demanda su reencuadre y estimación en el
casi traumático, y de conservar viva su praxis.
contexto general de la pos-historia del pensa-
Esta ambición se juzga, pues, de viso, sin lo cual
miento de Freud. Puede sospecharse aquí una ló-
permanecerá en el orden del prestigio imagi-
gica: si al menos uno -llamado Lacan- se es-
nano.
fuerza en ser -rigurosamente- freudiano (to-
Este compromiso se traduce en una serie de
dos) los otros pueden, deben ser lacanianos. ¿Có-
fórmulas-choque -«los aforismos de Lacan»-
mo hacer rimar entonces esta afirmación con esta
destinadas, cual apotegmas, a marcar las líneas
otra no menos perentoria, pronunciada por La-
can: «Freud no era lacaniano» (8 XXII, 13 de ene-
6 P.-L. Assoun, Le freudisme, 2a ed., PUF, «Quadrige»,
ro de 1975)?
2001.

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de desenganche pero a las que pudo ser tentador hoy parece apenas inteligible será a la larga claro
reducir el «lacanismo», desde «el inconsciente es- como el cristal: «Bastan diez años, dice en 1974,
tructurado como un lenguaje» hasta «el incons- para que lo que escribo se vuelva claro para to-
ciente como discurso del Otro», fórmulas brillan- dos. . .» (TEL, AE, pág. 544). Al menos diez años
tes y enigmáticas. Nos será preciso determinar lo después, desaparecido el autor, su estilo ha ad-
que significan realmente, considerándolas como quirido derecho de ciudadanía. Freud mismo se
esas fulguraciones significantes que vienen a em- excusaba por el carácter inevitablemente iniciáti-
blematizar un movimiento de búsqueda y a dejar co del acceso al psicoanálisis.7 Lacan parece, en
impronta en su memoria. El retorno a Freud efecto, «recargar las cosas», pero podría ser que
equivale de hecho a asumir el acto analítico en el con este estilo intentase proteger el «agalma» del
presente. Esto supone (re)leer a Freud y hacer saber freudiano (véase infra, pág. 119), el objeto
fulgurar --con el soplido de la recurrencia- su precioso que resiste a la vulgarización. Una ma-
«reguero de fuego», re avivando las brasas de sus nera de recordar que el objeto freudiano repele la
textos. trivialidad, pero que supone también, para decir-
lo rápido, la necesidad de aprender a «hablar en
lacaniano». Lacan inventa términos* que sólo
existen en la lengua lacaniana, subsistema a su
El estilo: un gongorismo cristalino vez de la lengua analítica: por ejemplo «hainamo-
ration»,** «sinthome». . .*** Lacan impone a cier-
Pero he aquí el segundo conocido obstáculo: tos términos conocidos una grafia especial que los
Lacan realiza esta operación valiéndose de un es- convierte en neologismos: por ejemplo, «dit-men-
tilo distintivo y hermético. El mismo ironiza so-
bre este punto al presentarse como «el Góngora 7 S. Freud, Nuevas conferencias de introducción al psico-
del psicoanálisis, según dicen, para servirles» análisis, GW; XV, pág. 76. Citaremos en adelante los textos
(SPFP, El, pág. 448). Preciosismo, oscuridad, en- de Freud según las Gesammelte Werke (GM, retraduciendo
revesamientos, antífrasis y oximorones, neologis- los pasajes correspondientes. Cf. P.-L. Assoun, Psychanaly-
se, PUF, «Premier cycle», 1997, pág. 14.
mos o palabras-valija: ¿no es este el precio que se
* En principio, los neologismos lacanianos no serán tra-
debe pagar, a imagen de Luis de Góngora, el poe- ducidos. Llegado el caso, se dará una explicación sumaria en
ta español del siglo XVII, por el «eufuismo», es de- nota al pie. (N. de la T.)
cir, literalmente, el «bien decir»? En suma, «no ** Hainamoration: Condensación de haine, «odio», y
hay más salida que entrar», hasta el punto de re- amoration, neologismo a su vez que correspondería a «ena-
moramiento». (N. de la T.)
currir para ello al «bachiller» (AE, pág. 284).
De hecho, se trata de un trabajo sobre la letra. *** Sinthome: neologismo fundado en diversas homofo-
nías: symptome, «síntoma», saint homme, «hombre santo»,
Lacan mismo expresa irónicamente que lo que etcétera. (N. de la T.)

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conceptual» (8 V, 27 de noviembre de 1957) com-
sion»,* <<disque-ourcourant».** Se suma a ello el binado con un encamizado esfuerzo de ri~I'osi-
recurso a lenguajes científicos idiomáticos, desde dad de pensamiento.
la topología hasta la lógica fregeana, que parecen
requerir el dominio de estos «metalenguajes» que
no lo son. . .
La paradoja es que este discurso cuya origina- La palabra hablada y lo escrito
lidad llega al hermetismo ha sido objeto, como lo
señala el propio Lacan, de «pastiche» y de «pla- ¿Cómo concebir la relación entre la palabra
gio» (Allocution sur l'enseignement,AE, pág. 304). hablada y lo escrito en la economía de la obra la-
Como si, no pudiendo comprender a Lacan, se lo caniana?
hubiera imitado. . . Hay un aparente contraste Por un lado, lo medular del aporte de Lacan re-
entre la lengua soberbiamente clarificadora de side en su palabra hablada: para él, lo escrito es
Freud, que ponía el idioma de Goethe al servicio tan sólo un desecho. Reaparece aquí la homofonía
del psicoanálisis (y que de hecho fue recompensa- tomada de Joyce: a letter y a liter (LIT, AE, pág.
do al final de su obra con el Premio Goethe) y la 11). Por otro lado, la palabra hablada no se reduce
lengua sofisticada de Lacan. Pero el propósito de a la enseñanza: «Desde luego, forma parte de mis
esta verba compleja es que se pueda captar, por principios el no esperar nada de que mi discurso
contragolpe, la verdadera complejidad de la len-
sea tomado como enseñanza», declara en 1970
gua de Freud. ¡«Traducir» a Lacan obliga a releer (Allocution sur l'enseignement, 19 de abril de
a Freud! Una manera de mostrar que Freud dice 1970, AE, pág. 298). Lacan dice cabalmente «mi
más de lo que escribe. A modo de resarcimiento , enseñanza», pero afirma también, respecto de la
«los aforismos de Lacan» (MSSS, AE, pág. 333), enseñanza en general, que «podría estar hecha
esas fórmulas que se desprenden del texto, pa- para poner una barrera al saber». Un paso más
recen destinados a ofrecer la sustancia de ese y se comprenderá a dónde conduce esto: «Yo no
pensamiento en una forma a la vez literal y en- puedo ser enseñado sino en la medida de mi sa-
criptada. Deberemos tener en cuenta ese arte del ber, y enseñante, todos saben desde hace rato que
«concetto» por desconfianza hacia la «captación
es para instruirme» (op. cit., pág. 299).
De hecho, cuando Lacan inicia el Seminario ,
* Dit-mension modifica a dimension, «dimensión». En la que es su enseñanza, acaba de entrar en la cin-
nueva forma, equivaldría a «dicho-mansión», por «residen-
cia, morada del dicho». (N. de la T.)
cuentena. Se compromete en esta enseñanza has-
ta el punto de situarse como analizante de su pro-
** Disque-ourcourant, modificación/condensación de dis-
cours courant, «discurso corriente», para resaltar, con dis- pio destinatario: «Al brindarse a la enseñanza el
que, «disco», el carácter circularmente repetitivo de tal dis- discurso psicoanalítico lleva al psicoanalista; la
curso. (N. de la T.)

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, posición del psicoanalizante, es decir, a no produ- tancia de la letra» en el saber lacaniano. Lo que
cir nada manejable, pese a la apariencia, salvo a Lacan dice a propósito de Freud se aplica a for-
título de síntoma» CAllocution sur l'enseignement, tiori a él mismo: no se debe empezar por com-
AE, pág. 304). prenderlo para traducirlo, sino que se lo «com-
Comprometer así su síntoma en la palabra en- prende» traduciéndolo. ..
señante es lo que el investigador Lacan hace y lo Conviene familiarizarse con esos <~uegos de
que produce al investigador Lacan. Ello se resu- lenguaje», sus reglas y elementos, para percibir
me en un dispositivo: este «enseñante» habla y es- su fecundidad en el desciframiento de lo real clí-
cribe (en el pizarrón) fórmulas que sostienen su nico. ¿Cómo exponerlos, entonces, al ser Lacan
palabra hablada; hasta el punto de llegar a pen- reacio a un cierre semejante? Exponer a Lacan es
sarse que el «escritorio» adquiere cada vez más reconstruir el movimiento por el cual se constitu-
importancia frente a la «palabra hablada». Queda yen sus avanzadas. Como Freud, pero siguiendo
quizá lo esencial: Lacan es una voz. una línea completamente distinta, Lacan retoma
sin cesar sobre sus «adquisiciones» para volver a
decirlas de otro modo y mejor. Allí donde Freud
baliza el descubrimiento, Lacan formaliza sus
Work in progress: la lógica de una búsqueda aportes y procede a una reescritura de Freud que
se convierte en reescritura de él mismo. Es, pues,
El «pensamiento-Lacan» tropieza por último primordial captar la significación de estas avan-
con una dificultad por lo menos tan radical como zadas en su diacronía, pero hay sin duda, en uno
la de su estilo, o sea, una escritura que constituye y otro caso, una génesis determinante. Freud re-
a la vez un «idiolecto» y un modo de transmisión. comendaba prestar «mucha atención a la fecha
Por un lado, hay en Lacan afición al descubri- de composición» de los «trabajos analíticos».8 El
miento o al «hallazgo»; por el otro, hay una pasión principio se aplica con similar carácter imperioso,
por la formalización y por la teorización llevada al mutatis mutandis, a Lacan. Como él lo advierte
extremo. en 1967: «No crean que mientras yo viva podrán
Es sabido que Lacan recurre a letras y grafos tomar ninguna de mis fórmulas como definiti-
que parecen imponer un aprendizaje. Iniciales va» (Petit discours aux psychiatres). Tomar sus
-R/~/I, S, a, A, pero también S1, S2. . .-, signos fórmulas como definitivas es darlo por muerto.
encrIptados en los que es preciso iniciarse. En ¿Cuándo aparecen las temáticas y las palabras
rea~i~dad, conviene tomar como referencia la ope- clave? Fechar la aparición de las nociones clave
raClOn del «pensamiento-Lacan» para compren-
8 Freud a Smiley Blanton, 20 de marzo de 1934, en S.
d~r por qué se necesitan tales elementos para es- Blanton, Journal de mon analyse avec Freud, PUF, 1973,
crIbIr ese real que él designa en esta forma. «Ins- págs. 51-2.

24 25
es un medio para apreciar su alcance, aun si se
las reproduce en su dinámica. uso, va ría P ero de forma rigurosa;
.
y. sabemos
..ti que
. (sIm b o' l ICO, .SIgnI ca n -
Hay en cierto sentido, efectivamente, un «pri- nI ngu no de esos términos
.." d d" u-
mer Lacan», luego un segundo, un tercero: no
, te deseo) «podrá servIr Jamas. . . a na le e am
es inútil intentar «periodizar» la obra (cf. infra, leto", de "criterio" intelectual» (S VII, 25 de mayo
.
págs. 38-41), aunque de entrada nos percatemos de 1960).
de que, parafraseando a Heidegger, Lacan no Nuestro afán es caracterizar el aport.e de L.a-
busca sino decir la.misma cosa (das Selbe), que no can en su conjunto segÚn sus grandes dImensIO-
es como decir lo mismo (das Gleiche). Es legítimo, nes. en consecuencia, los capítulos correspon-
pues, tomar en cuenta el aporte del conjunto de la die~tes integrarán toda la corriente ~e ~~orte
construcción, pero integrando a cada una de las respectivo pero incluyendo los saltos «hIstoncos»
dimensiones su dinámica intema. y los resurgimientos torrenciales. El lector ha d~
Por otra parte, debe tomarse a la letra la idea poder juzgar el conjunto del aporte e~ cad~ caPI-
de «retama a Freud», idea que supone situar, co- tulo correspondiente a una ?e,su.s dImensIOnes,
mo contrapunto a cada una de las avanzadas la- pero percibiendo a la vez la dlnamIca de los reaco-
canianas, desde dónde recoge la cuestión freudia- modamientos. Aquel que quiera penetrar en e~ la-
na, y esto sin dejar de pensar su originalidad pro- berinto por una de sus entradas, ha de poder JUZ-
pia. En otros términos, es imposible dar cabida al gar los reenvíos al conjunto de la red.lO
proyecto de Lacan sin situarlo en relación con
Freud, aun cuando se localicen los puntos de «de-
senganche» que le permiten promover cada vez
un significante nuevo. Así pues, cada una de las Cartografia de un trayecto
avanzadas lacanianas deberá ser establecida de-
terminando en qué punto representa un despla- - Conviene evaluar en una primera parte, tras
zamiento y hasta un desvío especificador con res- un prólogo que instale sinópticamente el trayec~o
pecto a la metapsicología freudiana.9 de Jacques Lacan, los fundamentos de su propIO
Por último, asunto capital para la transmisión modo de relectura. Es imposib~e p~ne.trar en ~l
lacaniana: mientras que hay sin duda en Freud modo de pensar que lo caractenza SIn IntroducIr
«conceptos fundamentales» (Grundbegriffen) me- el estadio del espejo, terminus a qua de su trayec-
tapsicológicos, existe en Lacan lo que podemos to. esto conducirá a una teoría estructural de lo
. llamar significantes teóricos fundamentales, cuyo es~ecular (cap. 1) por una parte, y por la otra, a la
9 P.-L. Assoun,lntroduction a la métapsychologie freu-
dienne, PUF, «Quadrige», 1993; La métapsychologie, PUF, 10 Por eso nos valdremos sistemáticamente. de remisiones
«Que sais-je?», 2000. (supra, infra) para que obren como hilo de Anadna en la ex-
ploración.

26
27
teoría del significante, que definirá el ser de len-
guaje del inconsciente (cap. 2). Imagen y signifi- polo de la transferencia y del «deseo del analista»
(cap. 9). . .,
cante, tales son los dos polos que van a definir el
Se hará posible así justipreciar la ambIclOn
columpio teórico de Lacan.
lacaniana propiamente dicha, la de una escritura
Correlativamente, se despeja la categoría de lo
del psicoanálisis, sustitución de la metapsicología
simbólico y su correlato, la del Nombre del Padre
(cap. 3). Esta da acceso a la roca de lo real, sobre por el materna (cap. 10).
Habrá de tenerse presente, a través de este
la ~ual se anuda la trilogía fundadora en la que se
denso viaje relámpago por el universo del pensa-
aSIenta el «entendimiento lacaniano»: la de lo
miento de Lacan, que él partió de un hecho clínico
imaginario, lo simbólico y lo real (cap. 4).
capital: el encuentro con la psicosis; y qu~ se pre-
- Una vez adquirida esta especie de marco ex-
sentó ni más ni menos que como un anahsta que
periencial, más que trascendental, se hace posi-
teoriza su acto: «¿Qué soy yo para atreverme a se-
ble desplegar en una segunda parte la dramatur-
gia de la teoría lacaniana, ordenada alrededor de mejante elaboración? La respuesta es simple: un
psicoanalista» (MSSS, AE, pág. 338). De es~ mo-
la teoría del deseo en sus tres dimensiones: la del
do, «el analista que tiene efectos» es al mIsmo
Otro (cap. 5), la del objeto (cap. 6) y la del sujeto
(cap. 7). J?ebemos comprender por qué emergen tiempo «el analista que teoriza esos efectos» (S
XXII, 10 de diciembre de 1974). Los instrumentos
estas nOCIOnes de aspecto metafisico: en particu-
puestos a punto, los préstamos múltiples.to~a-
lar la referencia al Otro, a la vez necesaria y de
dos de los discursos de la filosofia y de la CIenCIa,
geometría en apariencia variable. El lector puede
están destinados a afilar el instrumento analítico
preguntarse legítimamente: «El Otro, ¿qué es en
sobre ese «objeto-problema».
La~an?:), y se~ti:se desorientado al ver aplicado Dentro de los límites especiales de este obje-
el térmIno a sIgnIficantes distintos e incluso hete-
to discursivo denominado ¿Qué sé yo?, ¿es una
rogéneos. Pero, ¿cómo abordar al Otro sin impli-
apuesta declarada de antemano sostener el ~~~r-
car lo simbólico y el Nombre del Padre, cómo ha-
blar del s~jet~ ~in confrontarlo con lo imaginario te de Lacan en su extensión y con una ambIclOn
semejante? El propio Lacan recordaba que una
?' co~ lo sImbolIco, cómo considerar el objeto sin lengua, en su complejidad infinita, podía soste-
ImplIcar lo real y el goce? Lo primordial es asegu-
nerse sin embargo sobre un espacio mínimo que
r~rse de la coherencia de la red y de sus remi-
concentrara su matriz fonemática. Esto podría
sIOnes, a la vez múltiples y rigurosas.
valer para la lengua lacaniana. Nos imponem?s
- Por último, esto abre la senda, en una terce-
el rigor, pues, no de una exposición introductona
ra. parte, a la psicopatología estructural que per- (más) a los aportes de Lacan, sino del esfuerzo
mIte ordenar neurosis, psicosis y perversión (cap.
8), y al acto analítico reconsiderado desde el doble por cerrar el puño sobre su pródigo pensamiento,
aunque la búsqueda deberá abrir luego la mano

28 29
~

para explorar cada una de las direcciones. Lo que Prólogo


nos autoriza para ello es una indagación y una
enseñanza personales de largo aliento atentas a Lacan, la vida y la obra
determinar la genealogía de Freud a Lacan: en
esta obra queremos presentar su quintaesencia,
sin peIjuicio de fijar fechas en el despliegue de ca-
da una de las dimensiones situadas. U Una mane-
ra de hacer entrar al lector neófito en el universo
de Lacan sin reducir su complejidad, y de poner «Un g rano de entusiasmo es en un escrito el ~astro más
simultáneamente a disposición del investigador seguro que p ue da deiarse
;} para que revele su epoca, en el
un «orden de marcha» para la exploración del sentido lamentable».
conjunto de sus dimensiones; ello, aun juzgando
las ganancias y pérdidas de la operación del paso (Del sujeto por fin cuestionado, El, pág. 219.)
de Freud a Lacan, a menudo evocado pero rara
vez situado y analizado. Así pues, antes que una
introducción más al pequeño neceser del pensar Puesto que, en efecto, el nombre e~tá ligad~ a cos~,
~~
lacaniano, quisiéramos intentar una introduc- ti mos una visión de conjunto de a VI a y a
ción a (en) la cosa-misma a la que Jacques Lacan ~~~=~:~:;:~ Excluyendo todo punto?~ ;ista.psi~o~~~
asoció su nombre, permaneciendo apegados a su ' debemos formarnos aquí una VlSIOn de conJ.u
~:ec~~s reductora posible, con el solo prop~sito de slt~ar
texto, que cobra sentido por su movimiento.
la dinámica de una obra que habrá ~e exa~mn~r~e en
crom 'a antes de reconstruirla . en slncro~la: unlCO p u~:~
de vista valedero para aprecla~ su magn ltud :
E la vida de Jacques-Mane Lacan, naCl d o el 13 de
brilnde 1901 y muerto el 9 de septiembre de 1981, apare~
~en algunas fechas clave que señalan otras tantas cesu
ras,
~~~~~::~~ir esta intención en exterioridad, pero
d ec~'nando
1 a la vez los elementos biográficos e,n ,los que
su proyecto se ca rt ogr. afta? Lo cual puede escnblrse en-
.. ' t e de U.,na familia
tonces: hIJO d e Alf re,d La can P rovenlen
. ros de Orleans alumno del co 1eglO JesUl't'co1
~~a~~~::e Cabe evocar aq~í el destino familiar: J ac~u~s
habría podido suceder a su padre Alfred e.n el comercIO
mostazas. Su trayecto se organiza a partIr de~u r:
11 P.-L. Assoun, Lerons psychanalytiques, Anthropos/Eco- r:~~~n-
con el catolicismo, en tanto que su her~a~o
nomica, 1995-2001. c;ois, siete años menor que él, fue monje ene;¡~t~no en

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