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Guatemala enfrenta una grave crisis de manejo de basura, con ningún municipio teniendo un sistema adecuado de recolección o disposición de desechos. Esto ha dado lugar a graves problemas de contaminación y a cientos de vertederos ilegales en todo el país. Además, miles de personas se ven obligadas a buscar entre la basura para sobrevivir, a pesar de los graves riesgos para su salud y seguridad. Se requiere una acción urgente y coordinada a nivel nacional para abordar esta crisis ambiental y de salud pública.
Guatemala enfrenta una grave crisis de manejo de basura, con ningún municipio teniendo un sistema adecuado de recolección o disposición de desechos. Esto ha dado lugar a graves problemas de contaminación y a cientos de vertederos ilegales en todo el país. Además, miles de personas se ven obligadas a buscar entre la basura para sobrevivir, a pesar de los graves riesgos para su salud y seguridad. Se requiere una acción urgente y coordinada a nivel nacional para abordar esta crisis ambiental y de salud pública.
Guatemala enfrenta una grave crisis de manejo de basura, con ningún municipio teniendo un sistema adecuado de recolección o disposición de desechos. Esto ha dado lugar a graves problemas de contaminación y a cientos de vertederos ilegales en todo el país. Además, miles de personas se ven obligadas a buscar entre la basura para sobrevivir, a pesar de los graves riesgos para su salud y seguridad. Se requiere una acción urgente y coordinada a nivel nacional para abordar esta crisis ambiental y de salud pública.
El país se ahoga en basura. De los 340 municipios, ninguno tiene un manejo, ni
siquiera aceptable, de los desechos. Es más, algunos afrontan problemas de contaminación tan graves que sus reservas de agua están amenazadas. La crisis reciente de recolección de basura en Quetzaltenango, la multa impuesta el 3 de octubre por el Ministerio de Ambiente a la Municipalidad de Antigua Guatemala por falta de estudio de impacto ambiental en el vertedero y la creciente presión hacia la comuna de Guatemala para cerrar el basurero de la zona 3 no son situaciones aisladas. Los datos del Atlas de residuos registran que Guatemala genera tres millones 95 mil 994 toneladas de desechos, con lo que se convierte en el país que produce más contaminación en Centroamérica. De la basura que se genera se determinó que el 44 por ciento es orgánica, el 18 por ciento papel y el 13 por ciento plásticos. Con base en esos datos, el Atlas de residuos determina que cada guatemalteco — de 17 millones— genera un promedio de 480 libras de basura al año. La investigadora del Centro de Estudios Urbano y Regionales de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Ceur) Amanda Morán afirma que Guatemala se ha convertido en el país que más basura produce, por no tener leyes claras que regulen el tratamiento de desechos. “Los desechos es un problema de nación, pero nadie ha querido asumir la responsabilidad de ordenar y crear derechos y obligaciones en este tema. Hay falta de voluntad política, carencia de educación ambiental y falta de compromisos empresariales para tratar de controlar la generación de desechos”, enfatiza Morán. El tratamiento de desechos ha quedado relegado, y muestra de ello es que el Marn no tiene un registro exacto de los vertederos y los procesos de recolección que se efectúan en esos lugares, aseguran expertos. “Hemos puesto el tema en la mesa de discusión, y se presentó la Política Nacional para la Gestión Integral de los Residuos y Desechos Sólidos, para empezar a incrementar las regulaciones”, informa el viceministro de Ambiente, Alfonso Alonzo. Necesidad hace que personas se arriesguen en basurero A cambio de Q100, en el mejor de los días, miles de personas conviven con la muerte buscando material reciclable para vender entre las casi tres mil toneladas de basura que cada día recibe el relleno sanitario de la zona 3. Los guajeros, como se conocen a los recolectores de desechos, están conscientes del riesgo, la gran mayoría está unida por historias trágicas, familiares y amigos desaparecidos entre los desechos de nueve municipios. La necesidad de proveer sustento a sus familias los hace tomar el riesgo todos los días para lograr obtener “algunos quetzales”. La tragedia del pasado miércoles 28 de abril no es nueva, es una más que pasará a hilar las historias de un macabro álbum de recuerdos. “Buscamos empleo en las maquilas y ya están llenas, ya no se dan abasto”, explica José Taques, un recolector padre de una niña de dos años que reconoce el riesgo, pero al mismo tiempo señala que “la necesidad” lo obliga a asumirlo. “Generalmente podemos ganar de Q75 a Q100 diarios. Recolecto chatarra, envases de plástico, nylon y cartón. Eso lo vendemos a algunas personas que vienen una vez al día a comprar lo que recolectamos. Tengo que comprar pañales, comida; dicen que van a cerrar el basurero y no sé qué pasará”, narra Taques, quién junto a su perro Max buscan a su amigo Bin Laden, desaparecido durante el alud. Aldo Bonilla, concejal de la Municipalidad de Guatemala reconoce que “el basurero es un botadero controlado donde se supone que este tipo de cosas no deben suceder”. Agregó: “Podemos comprobar que la Municipalidad no tiene una planificación adecuada, el basurero recibe basura de nueve municipios. El volumen de los jugos que emanan de este basurero es gravísimo y están terminando de matar el río Motagua”.
Basurales clandestinos: la amenaza de la contaminación a cielo abierto
Mientras los municipios de la Capital y del Conurbano discuten acerca del destino de 500 mil toneladas de basura producidas mensualmente, casi 150 basurales clandestinos contaminan la región metropolitana. Por Lorena Oliva Contracara nada marketinera del consumo, es frecuente que la basura genere lo que los expertos llaman el síndrome NIMBY ( Not in my backyard , o "No en mi patio trasero"): nadie la quiere cerca. Prueba de ello es la actual pulseada entre macristas y sciolistas para determinar cuál debe ser el destino final de ese kilo diario de desechos que cada habitante de la capital y del Conurbano genera. Pero mientras los funcionarios discuten sobre cánones, rellenos sanitarios y hasta sobre la posibilidad de una futura incineración de esos residuos, cerca de 150 basurales clandestinos repartidos entre ambos distritos demuestran con absoluta claridad que la disposición final de la basura es apenas una pieza de un complicado y preocupante rompecabezas que pone en juego la salud de todo el entorno. Lejos de ser excepcional, la escena del Conurbano es parte de una película de la que también forman parte unos dos mil basurales en todo el país, en los que se acumulan tanto residuos domiciliarios como peligrosos, a pesar de que difícilmente a alguien escape ya que esta situación no sólo vulnera el medioambiente sino también la salud de miles de personas que, en numerosas ocasiones, se encuentran habitando peligrosamente cerca de la basura. O incluso, a veces, viviendo sobre ella. La causa de la existencia de estos basurales o vertederos es, en algunos casos, la simple negligencia de empresas que buscan evitar el pago a los operadores sanitarios correspondientes, lo que los convierte en clandestinos. Pero también se dan otros casos, en numerosas comunidades del país, en los que la falta de una política sustentable en materia de gestión de residuos los convierte en la única alternativa con la que sus habitantes cuentan para verter sus desechos. De acuerdo con la Asociación para el Estudio de Residuos Sólidos, sólo el cuarenta por ciento de todos los residuos que se generan en nuestro país son desechados bajo ciertas normas de protección a la salud y el medioambiente, lo que significa que terminan en rellenos sanitarios como los operados por la Coordinación Ecológica del Area Metropolitana (mejor conocida como Ceamse), donde se concentran la basura de la Capital y la de 32 municipios del Conurbano. Del sesenta por ciento restante sólo se conoce el destino final. Pero la cantidad de desechos que se concentran en estos dos mil basurales es un gran interrogante. Debido a que se trata de una actividad que roza la clandestinidad y la desidia, nadie se atreve a dar una cifra, siquiera aproximada. Pero si pensamos que el año último la Ceamse recibió más de cinco millones de toneladas de basura provenientes sólo de la ciudad y 32 partidos del Conurbano, este simple dato puede dar una idea de la magnitud en juego a nivel nacional. El geólogo y consultor ambiental Ricardo Pérez García menciona algunas razones para la proliferación y permanencia de estos basurales, a pesar de que su peligrosidad sea por todos conocida. "Principalmente, por su bajo costo de mantenimiento: ninguno. También hay otros factores, como el colapso de los actuales rellenos sanitarios, deficiencias o ineptitud en los servicios urbanos de recolección, la ocupación de mano de obra informal y hasta la falta de recursos para el control, ya sea por el interés de algunos sectores para que la situación no cambie o por inoperancia estatal." Basureros clandestinos en todas partes “La situación referente al ornato de Chiquimula siempre ha sido un calvario para ciudadanos y funcionarios públicos”.
Debido a ciertas complicaciones entre el gobierno local y la ciudadanía en general
en el tema del ornato en Chiquimula, la población se ha visto en la “necesidad” de crear basureros clandestinos, sin importar su ubicación o el daño que pueden causar. Uno de estos lugares de deshechos se ha formado es a un costado del Centro Universitario de Oriente (CUNORI), en el cual las autoridades del referido establecimiento han tenido que darse a la tarea de limpiar y aún así, la gente no ha colaborado y las autoridades del municipio no han tomado medidas. Pésima Primera Impresión “La distancia se acorta ante la emoción, he pasado tanto tiempo lejos de mi tierra que ya no puedo esperar por sentir su calor otra vez. Imagino cuánto habrá crecido, cuánto habrá cambiado, todo lo que ha pasado en mi Perla de Oriente. Mis expectativas se arruinan cuando al divisar la ciudad una gran nube de humo interrumpe mi añoranza y un sucio malestar invade mi conciencia, que inconveniente forma de encontrarme con Chiquimula, que pésima primera impresión”, comenta Carlos Landaverry en su muro de facebook ¿Problema sin Solución? Anteriormente el basurero municipal se encontraba en la ruta a la aldea El Jute, a espaldas de la ciudad. No obstante se hicieron estudios que indicaban que dicho basurero contaminaba depósitos internos de agua dulce, además de acumularse sin medida hasta llegar a la cinta asfáltica. Distintas formas de aliviar el malestar ciudadano han sido puestas en práctica, sin embargo la Perla de Oriente cuenta con pocas opciones en su geografía que le permitan enfrentar el problema con una eficacia sustentable. Edgar Noriega, de la Procuraduría de los Derechos Humanos expresa: “Al cambiar nuevamente la ubicación del basurero la Municipalidad se ve encerrada sin soluciones. Debe tomarse el tema con seriedad y como funcionarios públicos hacer aquello para lo que fuimos electos”. Conciencia Ciudadana Desechable Solucionar el problema que los basureros clandestinos y municipales suponen no depende únicamente de la iniciativa de las autoridades sino de cada ciudadano particular que hace uso de espacios públicos y que tiene como deber cuidar el ornato local. El Director del Área de Salud Luis Chacón afirma que “es penoso que exista poca o casi nula conciencia ciudadana. Todos queremos que la ciudad este limpia, pero no todos colaboramos para que eso suceda. La salud es un derecho pero cuidarla es un deber de todos”. Los basureros se propagan paralelamente al incremento de la población, de tal manera que muchas áreas de la cabecera tienen sus propios depósitos alternos. Varias personas se niegan a hacer uso de los trenes de aseo por lo cual dejan sus deshechos a la intemperie. Áreas Contaminadas El centro de la ciudad cuenta con un basurero municipal que carece de los cuidados sanitarios pertinentes. Existen también depósitos clandestinos, principalmente en las áreas de mayor comercio, mercado central, terminal de buses, a un costado del Centro Universitario de Oriente (CUNORI) y en las afueras de la Gobernación Departamental. “Para crear una solución adecuada deben reunirse instituciones de gobierno, comités ciudadanos y varias ONG que contribuyan al dialogo y establezcan estrategias idóneas a la situación actual”, concluye Chacón. A Escala Aparentemente un papel tirado en la calle no representa mayor grado de contaminación sin embargo si se piensa en cifras… Los trenes de aseo realizan aproximadamente nueve viajes diarios al basurero municipal. Esto se transforma en 63 depósitos semanales, lo cual constituye 270 mensuales. Al año se llevan a cabo 3,240 descargas de basura que en un 75% son deshechos artificiales como plástico, fibra de vidrio o químicos.
Mantenemos limpieza de la red de tragantes
La Municipalidad de Guatemala hace un llamado a los vecinos a evitar el uso de los tragantes de la ciudad, como basureros. El llamado surge debido a la proximidad del invierno, donde se redoblan los trabajos de equipos de trabajo municipal para extraer la basura que malos vecinos dejan tirada en las calles y va a dar a los drenajes.
El trabajo arduo de la municipalidad se acrecienta a fin de que no se acumule la
basura que se convierte en un tapón que evita el normal drenado del agua pluvial y se presenten inundaciones que perjudican tanto a peatones como automovilistas. Recuerde que su colaboración hará efectiva la campaña de concientización municipal "Si los Tapamos nos Inundamos". Aumenta el número de vertederos clandestinos en la capital Vertederos clandestinos de basura y ripio ponen en riesgo áreas vulnerables del área metropolitana, por deslizamientos causados por la lluvia, como el sucedido el viernes último en la colonia Niño Dormido, zona 7 capitalina. Carlos Sandoval, vocero de la Municipalidad de Guatemala, dijo que 33 sitios han sido convertidos en tiraderos de basura y ripio —a principios del 2015 eran 147—, los cuales se suman a los que funcionan en Mixco y Chinautla, todos de manera ilegal. Dueños del inmueble donde se encuentra el vertedero en la colonia Niño Dormido, donde se registró el alud, el viernes recién pasado, y dañó seis viviendas del asentamiento anexo Kjell Dios es Bueno, enfrentan un proceso legal desde el 2015, informó Sandoval. Denuncias de vecinos ese año llevaron a que el Juzgado de Asuntos Municipales de la capital multara con Q150 mil a 11 propietarios del terreno que abarca el vertedero, entre ellos Carlos, Rosario del Pilar, Juana del Carmen, Félix, José, Francisco y Juan Francisco Patzán Marroquín, así como a Margarita, Juana y Anita de Jesús Patzán Pirir. Pese a que el ingreso al botadero es por la fábrica de bloc La Perla, según Sandoval han identificado otros accesos al lugar. “La problemática no la ocasiona únicamente la bloquera; sin embargo, ya se le notificó la prohibición de descargar desechos en el barranco”, informó el vocero, y agregó que la comuna trasladó el caso al Ministerio Público, para que a través del Ministerio de Ambiente se abra un proceso legal, pero no hubo acciones de esa institución. Sandoval agregó que ya se giraron instrucciones a la Dirección de Obras de la Municipalidad de Guatemala para colocar bolardos en el sector, para evitar el paso de transporte pesado. Prensa Libre documentó la denuncia de los vecinos hace unos días. En la visita al lugar se intentó hablar con el dueño de la bloquera, pero el encargado se negó a dar información.