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Respetable Logia

“REPUBLICA N° 69”
Valle de Parral

“HOMENAJE A LA PATRIA”

Relator: Juan Carlos Ponce Maureira


Grado: Tercero

Valle de Parral, 11 de Septiembre de 2017


Constituye para mí un verdadero honor el ser parte de este homenaje
a la Patria con motivo de los 207 años desde su Independencia. Por eso, en
nuestra orden, nos sentimos orgullosos de ser un estandarte de los valores
de libertad en su sentido más amplio y profundo que nos inspiraran nuestros
Padres de la Patria. Nos sentimos los depositarios del espíritu
independentista que dio base a la construcción republicana de este país.

Este mes de septiembre, comienzan oficialmente en todo el país las


celebraciones por nuestra Independencia, fecha marcada por el júbilo de los
chilenos que izan las banderas nacionales por todo el territorio. Hacemos un
breve repaso para recordar qué celebramos los chilenos en el día de nuestro
cumpleaños.

El año 1818, en el kilómetro cero de nuestro país, se proclamó la


Independencia de Chile, acto dirigido por el Fiscal de la Cámara de
Apelaciones, José Gregorio Argomedo.

Luego de pronunciar unas palabras, el Director Supremo Delegado, Luis


de la Cruz, puso sus manos sobre una Biblia y comenzó con el juramento:
“Juro a Dios y prometo a la Patria, bajo la garantía de mi honor, vida y
fortuna, sostener la presente declaración de independencia absoluta del
Estado chileno de Fernando VII, sus sucesores y de cualquier otra nación
extraña”.

Luego vinieron las palabras del administrador del Obispado, José


Ignacio Cienfuegos, quien complementó diciendo: “Y así juro porque creo en
mi conciencia que ésta es la voluntad del Eterno”

Acto seguido, Gregorio comenzó a tomar juramento a todas las


autoridades públicas y, finalmente, el Intendente de Santiago, Francisco de
Borja Fontecilla, hizo jurar al pueblo chileno.

Los días que siguieron se llevó a cabo el Te Deum en Santiago y la


proclamación en el resto de las regiones del país.

Así nace la patria nueva por siempre libre y soberana en los brazos de
tantos que estuvieron dispuestos a dar la vida por la libertad. Así, en la
alborada emergente de la patria, son tantos los valientes, héroes anónimos y
otros conocidos que entregan su aguerrido espíritu, dando aliento y sustento
a las ideas y anhelos independientes de la naciente república; que da sus
primeros pasos vacilantes de la mano de los libertadores. Y en los aciagos
días cuando la patria vieja sucumbe en Rancagua, son sus aguerridos
próceres los que rescatan retazos de bandera en la que ya se han prendido el
heroico espíritu libertario, para alzarla nuevamente victoriosa en Maipú a
golpes de sable y de coraje.

Porque si hay algo que hemos aprendido en la historia, es que los


países necesitan recordar a sus héroes, para no perder el rumbo, para
inspirarse en su heroísmo y para reafirmar su propia identidad. La Patria
tiene una constelación de héroes: O'Higgins, Carrera y Rodríguez. Como Prat,
como los 77 héroes de la Concepción y tantos otros héroes anónimos a lo
largo de nuestra historia, pero cuyos ejemplos de generosidad y grandeza
hemos conocido tantas veces.

En esta ocasión tan importante para nuestro país, no sólo es


importante rendir homenaje a los próceres de antaño, sino que también, y es
igualmente importante, nos ha permitido descubrir a los héroes del presente.

Como nunca antes este año hemos podido conocer a esos héroes
anónimos, que difícilmente van a aparecer en los libros de historia, pero que
enfrentados a la adversidad, al desafío y al dolor, supieron responder con la
misma grandeza y generosidad que los héroes de antaño. Tantos hombres y
mujeres que hacen patria, colaborando en terremotos, inundaciones e
incendios que nos azotan cada cierto tiempo y con mayor frecuencia en los
últimos años.

En el este periodo la logia tiene presencia en procesos importantes


para la joven Republica. Nuestra Orden en sus primeros 50 años fue
fundamental para la creación de la institucionalidad de la República. El
aporte tuvo que ver con el desarrollo de la educación, con la legislación y las
leyes laicas, la separación de la Iglesia del Estado, muchos asuntos de interés
público. En los segundos 50 años hizo un aporte importante para la revisión
de la Constitución en 1833 y que se encamina a la Constitución de 1925 en
que se establece la separación entre la Iglesia y el Estado y se coloca al
Estado como la entidad que domina en materia política, social y económica.
La Masonería participa activamente en la creación de la ley de educación
primaria obligatoria, en la creación del Código Laboral y posteriormente en la
creación del Estado de bienestar, que tenía que ver con el desarrollo de la
industria y de un Estado que dirigía todo el sistema productivo.

Es por eso que nuestra Orden Q.Q.H.H. tiene una responsabilidad con
nuestra patria desde los primeros tiempos, por ello es imperativo que
nosotros tomemos la posta dejada por nuestros antecesores. La construcción
de un destino mejor, de un país más próspero y justo.

En esta fecha histórica, tenemos muchas razones para estar orgullosos


de nuestra Patria y de sus doscientos siete años de vida independiente. Pero
tenemos todavía más motivos para creer y confiar en su futuro. Porque
comparto la convicción que lo mejor de Chile está todavía por venir. Y
nosotros tenemos la misión de ser los arquitectos y albañiles de esa Patria
libre, grande y justa.

Una sociedad de auténticas oportunidades significa que todos puedan,


con su talento y esfuerzo, lograr su realización personal. Una sociedad de
verdaderas seguridades para todos significa que si alguien tropieza o cae, no
quedará solo y abandonado. Una mano solidaria lo ayudará a ponerse de pie
y volver a caminar por sus propios medios. Una sociedad de sólidos valores
significa respetar y proteger la vida, su dignidad y los derechos humanos; no
discriminar a nadie por su origen étnico, situación económica, apariencia
física, opción religiosa o preferencia sexual. Significa también respetar y
promover la familia, la naturaleza, la honestidad, la justicia, la fraternidad y la
paz.

Somos un país pequeño y en el fin del mundo, un país separado de los


demás por los desiertos más áridos del mundo, por las cordilleras más altas
del mundo y por el Océano más hermoso del mundo. Y, al mismo tiempo, un
país que ha sido golpeado tantas veces por las fuerzas duras e incontrolables
de la naturaleza, pero que siempre ha demostrado ese temple y esa
tenacidad que es parte del alma de nuestro pueblo y que nos enorgullece
como chilenos.

Pero más importante aún, yo diría que es precisamente ahí donde


reside nuestra mayor fortaleza, porque a partir de la adversidad siempre
hemos ido forjando un temple y una tenacidad, una resiliencia para
recuperarnos frente a los golpes del destino o de la naturaleza, que han
hecho de Chile un país seguro de sí mismo y que es capaz de pararse frente a
este mundo moderno, muy firme en sus pies y saber integrarse con la
fortaleza de nuestras tradiciones y, al mismo tiempo, buscando integrarnos a
esta sociedad global y a este nuevo mundo que emerge ante nuestros
propios ojos.

Es a esta patria que estamos rindiendo homenaje, en su nuevo


aniversario y a la que han sido dirigidos estos pensamientos.

Conclusión
En momentos en que nos aprontamos a conmemorar nuestro 207 años de vida
independiente, pocas cosas pueden ser más oportunas y más necesarias que reflexionar
sobre lo que significa ser chilenos e intentar desentrañar de nuestra identidad, aquello
que nos caracteriza y, en cierto modo, aquello que nos distingue de los demás pueblos de
esta Tierra.

Sin duda podrían existir muchas respuestas a esta pregunta, pero sin duda
tendríamos que señalar con claridad, que somos un pueblo formado en la adversidad y el
rigor, al que nada le ha resultado fácil, en que todo se ha conquistado con esfuerzo y en
que cada progreso, aún el más insignificante, ha significado sacrificio, compromiso y
perseverancia de muchos chilenos.

Un país pequeño y en el fin del mundo, un país separado de los demás por los
desiertos más áridos del mundo, por las cordilleras más altas del mundo y por el Océano
más hermoso del mundo. Y, al mismo tiempo, un país que ha sido golpeado tantas veces
por las fuerzas duras e incontrolables de la naturaleza, pero que siempre ha demostrado
ese temple y esa tenacidad que es parte del alma de nuestro pueblo y que nos enorgullece
como chilenos.

Pero más importante aún, yo diría que es precisamente ahí donde reside nuestra
mayor fortaleza, porque a partir de la adversidad siempre hemos ido forjando un temple y
una tenacidad, una resiliencia para recuperarnos frente a los golpes del destino o de la
naturaleza, que han hecho de Chile un país seguro de sí mismo y que es capaz de pararse
frente a este mundo moderno, muy firme en sus pies y saber integrarse con la fortaleza de
nuestras tradiciones y, al mismo tiempo, buscando integrarnos a esta sociedad global y a
este nuevo mundo que emerge ante nuestros propios ojos.

Y por eso, porque llegamos tarde a la revolución industrial, perdimos la


oportunidad de ser un país desarrollado.
No podemos llegar tarde a esta nueva revolución, que es más potente y más
profunda, que es la revolución de la sociedad del conocimiento y la información.

Y sin duda estamos preparados para ello, porque es un país que sabe pararse en
sus propios pies, como muy bien lo dijo Alonso de Ercilla en La Araucana, cuando hablaba
de que "la gente que lo habita es tan granada, tan altiva, gallarda y belicosa, que no ha
sido por rey jamás regida ni a dominio extranjero sometida".

Porque si hay algo que hemos aprendido en la historia, es que los países necesitan
recordar a sus héroes, para no perder el rumbo, para inspirarse en su heroísmo y para
reafirmar su propia identidad. La Patria tiene una constelación de héroes: O'Higgins,
Carrera y Rodríguez. Como Prat, como los 77 héroes de la Concepción y tantos otros
héroes anónimos a lo largo de nuestra historia, pero cuyos ejemplos de generosidad y
grandeza hemos conocido tantas veces.

En esta ocasión tan importante para nuestro país, no sólo es importante rendir
homenaje a los próceres de antaño, sino que también, y es igualmente importante, nos ha
permitido descubrir a los héroes del presente.

Como nunca antes este año hemos podido conocer a esos héroes anónimos, que
difícilmente van a aparecer en los libros de historia, pero que enfrentados a la adversidad,
al desafío y al dolor, supieron responder con la misma grandeza y generosidad que los
héroes de antaño. Tantos hombres y mujeres que hacen patria, colaborando en
terremotos, inundaciones e incendios que nos azotan cada cierto tiempo y con mayor
frecuencia en los últimos años.

Es a esta patria que estamos rindiendo homenaje, en su nuevo aniversario y a la


que han sido dirigidos estos pensamientos.

Porque antes que esta década concluya, Chile habrá alcanzado el desarrollo y
superado la pobreza.
Un desarrollo integral, que traerá oportunidades de progreso material y espiritual
para todos sus hijos, como nuestra patria no ha conocido jamás.
Ese fue mi principal compromiso como candidato y será mi mayor motivación como
Presidente.
Todos sabemos que se trata de una meta ambiciosa y exigente. Y que el camino a
las altas cumbres siempre es arduo y dificultoso. Pero sabemos también que, con unidad
nacional, el aporte de todos y la ayuda de Dios, seremos capaces de cumplirla.
Durante los próximos cuatro años, nuestro gobierno va a promover y el Congreso
deberá debatir y pronunciarse sobre los temas más trascendentes para el futuro de Chile.
Porque las decisiones que en el Congreso se adopten o dejen de adoptarse, definirán,
para bien o para mal, el país en que vivirá no sólo nuestra generación, la generación del
Bicentenario, sino también la de nuestros hijos y las chilenas y chilenos que están por
venir.
Es verdad. De acuerdo a nuestra Constitución, el deber de dar cuenta al país del
estado de la Nación, cada 21 de mayo, corresponde al Presidente de la República. Pero la
responsabilidad de construir un país mejor compromete a todos, y especialmente, a
quienes
estamos hoy reunidos en este Congreso Nacional. Porque el Presidente y el Congreso son
aliados, y no rivales, en la causa de traer progreso y bienestar para Chile y los chilenos.

Hoy el viento de Septiembre estremece nuestra memoria. Hoy las imágenes actuales de
este territorio, no son las mismas de ayer.

Desde este mes de septiembre comienzan los festejos por los 207 años de la formación
de Chile como nación independiente de la Corona Española.

Usualmente, los historiadores definen este período como aquel comprendido por el
establecimiento de la Primera Junta Nacional de Gobierno el 18 de septiembre de 1810 y
la renuncia de Bernardo O’Higgins al cargo de Director Supremo, el 28 de enero de 1823.
Este período es además subdividido en tres etapas importantes: la llamada Patria Vieja
(de 1810 a 1814), la Reconquista o Restauración Monárquica (de 1814 a 1817) y la Patria
Nueva de (1817 a 1823).

El movimiento revolucionario suscitado en la Capitanía General de Chile sigue un


desarrollo semejante al de las otras regiones de América. Desde el triunfo del
autonomismo en el Cabildo Abierto del 18 de septiembre de 1810, se camina con
pretensiones cada vez más separatistas. Sin embargo, éstas fueron abortadas
temporalmente en la batalla de Rancagua en 1814. Dicho período es conocido como
Patria Vieja. En su transcurso, prende el sentimiento emancipador en el grupo criollo con
aspiraciones políticas, a la vez que hace suyo el ideal republicano.

El segundo gran momento del proceso emancipador se inicia en 1814 con el retorno de
Fernando VII al trono español. Es la segunda coyuntura histórica, configuradora de la
política de restauración y pacificación emprendida por la corona española en América y
que, en Chile, se prolonga hasta el año 1817. Su desenlace será la propagación de la
rebelión desde el Río de la Plata, la única región que se había levantado hasta entonces, y
la difusión en el pueblo de sentimientos separatistas, lo cual termina por afianzar la
independencia.

La Patria Nueva se inicia con el nombramiento de Bernardo O’Higgins Riquelme como


Director Supremo en 1817. La aristocracia entregaba el poder a la única fuerza que en
esos momentos aparecía en condiciones de ejercer la soberanía. Pero los excesos
cometidos por el Director hicieron que en el marco de otro Cabildo Abierto, se le quitara
el poder seis años más tarde.

El tipo de gobierno instaurado por O’Higgins fue el de una dictadura de corte civil. En su
ejercicio se afianzó la independencia al eliminar los últimos restos del ejército realista en
territorio continental y al formar la Escuadra Libertadora del Perú. También ensayó
política y administrativamente a la nación con la dictación de las Constituciones de 1818 y
1822.

La Independencia y la formación del estado nacional


El proceso de independencia se inicia en Chile, al igual que en las diferentes colonias
españolas en América, a partir del cautiverio de Fernando VII, destronado por Napoleón
Bonaparte luego de la invasión francesa a España. La primera junta de gobierno presidida
por Mateo de Toro y Zambrano se instituye como una manifestación de lealtad al Rey. Se
inicia así el período denominado la Patria Vieja que se extiende desde 1810 y hasta 1814.
Ese año, las fuerzas realistas, luego de la batalla de Rancagua, recuperan el poder,
inaugurando el intervalo conocido como "La Reconquista".

Durante la Reconquista se establecen los tribunales de vindicación con el objeto de


recopilar testimonios de todas las personas respecto de sus intervenciones en los
gobiernos patriotas. Si los resultados son evaluados negativamente los involucrados son
tomados prisioneros y desterrados. La persecución a los patriotas alcanza también al
ámbito económico, al confiscárseles sus bienes. En forma paralela a la represión se
restaura el orden colonial restringiéndose la libertad de comercio y reinstalándose la
esclavitud. Se autoriza a los amos para que recuperen a sus antiguos esclavos y a su
descendencia, los cuales vuelven a considerarse bienes privados. La vigilancia policial es
estricta estableciéndose para ello un tribunal de vigilancia y seguridad pública cuya
actividad se centra en controlar el libre desplazamiento a través del país y la tenencia de
armas.

La guerra de guerrillas, liderada por Manuel Rodríguez, logra dispersar a las tropas
realistas que se encuentran desorganizadas al momento de la invasión criolla proveniente
de Mendoza. El Ejército de Los Andes, organizado en Argentina por Bernardo O'Higgins
Riquelme y José de San Martín, vence en la batalla de Chacabuco, coyuntura que marca el
inicio de "La Patria Nueva". Los españoles abandonan la ciudad de Santiago y se repliegan
en el sur del país. La derrota definitiva de las fuerzas peninsulares se concreta en la
batalla de Maipú, en 1818. Para ese entonces O'Higgins ha sido nombrado Director
Supremo por un cabildo abierto, sin límites a su autoridad. La declaración de
independencia se firma en Concepción el 1 de enero de 1818. La proclamación data del
12 de febrero del mismo año y es celebrada con actos públicos de diferentes ciudades.
Durante la Patria Nueva se crea el Ejército Nacional con unidades de infantería,
caballería, artillería y una maestranza donde se reparan las diferentes armas. Se funda
también la Escuela Miliar y se organizan la Escuadra Nacional y la Expedición Liberadora
del Perú. El ordenamiento del Estado, principal preocupación de los estadistas de la
época desemboca en un primer intento, por regular las funciones públicas. La
Constitución de 1818 incluye el diseño de los tres poderes del Estado -aunque todavía
éstos no revelan un completa independencia-, y resguarda los principales derechos de los
individuos. Cuatro años más tarde se promulga la Constitución de 1822 que establece
claramente la separación entre los poderes Ejecutivo, Legislativo y el Judicial, propone un
sistema bicameral para el segundo y crea los ministerios de Gobierno y Relaciones
Exteriores, Hacienda, y Guerra y Marina. Las reformas sociales implementadas por
O'Higgins, entre ellas la abolición de los mayorazgos, y el carácter autoritario de su
gobierno, sumados a la creciente presencia de diferentes grupos políticos en formación,
precipitarán su caída. El Director Supremo abdica en 1823 poniendo fin a lo que se
conoce como el período de Independencia. Lo sucede el también general Ramón Freire
Serrano.

Septiembre mes de la patria, revive en nuestros corazones la historia mil veces


repetida con emoción y orgullo por nuestros ancestros; esa epopeya juvenil, plena de
vigor y anhelos, colmada de gestos civiles y episodios épicos que se entrelazan para
plasmar nuestra soberanía, nuestra libertad, nuestra cultura y nuestra nacionalidad, la
misma que germina esplendorosa un 18 de septiembre de 1810 en una patria pujante, viril
y valerosa que emerge entre la imponente montaña y nuestro esplendoroso mar.

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