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La revista Annales fue fundada y editada por los historiadores franceses Marc
Bloch y Lucien Febvre en 1929, mientras enseñaban en la Universidad de
Estrasburgo. La publicación propuso una concepción de la investigación histórica
distinta a la que le había antecedido, pues combinó la geografía, la historia y los
planteamientos sociológicos de los Année Sociologique (de los cuales muchos
miembros eran colegas de Bloch y Febvre en Estrasburgo); además, propugnaba
por una ampliación en los temas de estudio de la Historia y rechazaba el énfasis
predominante en la política, la diplomacia y los hechos bélicos de muchos de los
historiadores del siglo XIX.
La mirada de Revel
Las fuentes que utiliza Revel para escribir “Un momento historiográfico” son
muchas y muy diversas, los textos reunidos fueron escritos y publicados durante
un lapso extenso y fueron elegidos por el autor con la intención de ilustrar una
gama de interrogantes, entre ellas podemos mencionar, Foucault, Bloch, Febvre,
Braudel Simmiand, entre otros.
Revel reúne en este libro un recorrido doble; por un lado exploran los diversos
momentos y paradigmas historiográficos que configuran el marco de referencia en
el que se inserta el segundo eje: las investigaciones específicas referidas a la
especialidad del autor: la Sociedad del Antiguo Régimen en Francia. Jacques
Revel es Director de Estudios de la Ecóle des hautes études en sciences sociales
y uno de los directores de la revista Annales.
El objetivo de la revista siempre fue servir a la historia y las ciencias del hombre
pero llegando al mismo limite de las innovaciones que se bosquejan. El nacimiento
de los annales marca en profundidad la reflexión de los historiadores, tanto sobre
su disciplina como sobre su oficio, como consecuencia, se apunta a sacar la
historia de su aislamiento disciplinario, abrirla a los interrogantes y los métodos de
otras ciencias sociales, es decir, dando origen a las corrientes materialistas.
Alrededor de 1930 y durante treinta años las ciencias sociales se habían
reorganizado en Francia en torno a la historia, lo que innova n los annales es
cambiar el centro e incorporar el Hombre como objeto, en definitiva se preocupan
no por reducir a la fuerza desvíos y discontinuidades sino por convertirlos en el
objeto privilegiado de su interrogación, por situarlos y comprenderlos. En cuanto a
los procedimientos que utilizan, tenemos el microanálisis, que debe comprenderse
como la expresión de un distanciamiento respecto al modelo común, es decir, el
de una historia social desde su origen inscripta en el nivel macro, el análisis
microsocial permite el estudio de detalles que forman parte de un nivel mas
amplio. Las instituciones tienen un papel muy importante en lo social, ya que el
individuo siempre esta inmerso en ellas, existen definiciones, la institución como
una realidad jurídico-política, una organización que funciona de manera regular en
la sociedad y otra que dice, son todas las organizaciones sociales que relacionan
valore, normas, modelos de relaciones y de conductas, roles, etc. Las instituciones
y las normas que estas producen no son exentas al campo social ni tampoco
impuestas a el, es decir son un factor importante en el ambiente social, pero
tampoco condicionan la acción del individuo.
Foucault da una nueva mirada sobre Francia, en su obra “La Historia de la Locura”
se imponía como un libro de historia y hasta en el campo experimental de la
historia de las mentalidades, en otra de sus obras “EL Nacimiento de la Clínica”
privilegia el abordaje sincrónico, al proceder a un análisis de tipo estructural, pero
en ninguno trata de explicar porque se pasa históricamente de un modelo a otro,
sino el como, analizando la valoración de los rasgos específicos de cada
configuración y de aquello que los contrasta, convicción heredada de la sociología
durkheimiana. Mercier expone: la vida en la corte es inmutable y como
estacionaria, la literatura que se le consagro, no hace sino reforzar esa sensación,
sin embargo esta afirmación, solo tiene sentido para una mirada que pretende ser
exterior a lo que hace la corte, si bien la afirmación es correcta falla en su objeto,,
ya que expresa una lógica y valores que son los de otro mundo social. Francia es
un País donde, la persona del Jefe de Estado es apreciada como tal,
independientemente de su acción. Se mide su virtud por la capacidad que
demuestra en el campo del poder puro, es decir, que de el se espera que intente y
tenga éxito en empresas que los conocedores saben juzgar, de un hombre
democráticamente elegido a partir de un programa, se mide el talento en las
estrategias que es capaz de inventar, en el secreto con que se rodea, en las
sorpresas cuyas condiciones sabe crear. La sociedad de corte no nace de esta
concepción sobredimensionada del poder soberano, pero por lo menos en su
versión francesa, es inseparable de ella en el echo de que le propone una
disposición visible: una escena sobre la cual imponer su imagen y desplegar sus
efectos, distribuyendo su rol a cada uno. En ese sentido, no es más que un juego
de representación de una representación de poder.