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Distintos criterios.
Obligación de entregar.
Artículo 747: “entrega. Cualquiera de las partes tiene derecho a requerir la inspección de la cosa en el acto de entrega.
La recepción de la cosa por el acreedor hace presumir la inexistencia de vicios aparentes y la calidad adecuado de la
cosa, sin perjuicio de lo dispuesto sobre la obligación de saneamiento en la sección 4°, capítulo 9, título II del libro
tercero.”
El cumplimiento debe ser fiel y exacto motivo por el cual se consagra a favor de cualquiera de las partes la facultad de
solicitar un examen sobre la cosa. (En la compraventa por ej. el adquirente no tiene la obligación de pagar el precio de la
cosa sino tiene la posibilidad de examinar la cosa vendida). La recepción del acreedor, sin reservas importa una
manifestación tácita de voluntad, en relación a los vicios o la calidad que presenta la cosa, es decir el acreedor al
receptar la cosa se presume que la aceptó tal como está. Pero no se impide la aplicación de la responsabilidad por
responsabilidad por evicción y vicios ocultos
El pago de esta obligación se materializa con la entrega de la cosa por el deudor al acreedor, esto es, la tradición.
Comprende además todos los deberes accesorios de colaboración a cargo de ambas partes para concretar, por ejemplo
el concurso lugar de pago, efectuar las gestiones administrativas que impongan la ley, etcétera.
Cosa mueble cerrada o bajo cubierta.
Artículo 748: “entrega de cosa mueble cerrada o bajo cubierta. Cuando se entregue una cosa mueble bajo cubierta y
sin inspeccionar al tiempo de la tradición, el acreedor tiene un plazo de caducidad de tres días desde la recepción para
reclamar por defectos de cantidad, calidad o vicios aparentes.”
Cuando se trata de cosas que se encuentren cubierta, empacadas o embaladas, o de cualquier otra manera que
impida la inspección al momento de la tradición, se otorga al acreedor un plazo de caducidad para el reclamo por
cuestiones referentes a la cosa.
En definitiva se trata, de situaciones que razonablemente no permiten a simple vista comprobar, al que recibe la cosa,
si las cosas son de calidad convenida, o si se remiten en menor cantidad o peso.
En la práctica comercial y de consumo, es usual que la entrega se produzca bajo la modalidad aquí prevista, lo que
justifica que en un plazo breve, quien recibe la cosa pueda acudir cuestionar los defectos aquí aludido. La solución se
extiende ahora a cualquier caso en el cual entrega se produjo en las condiciones aquí indicadas. Se encuentra excluida la
cuestión vinculada a la responsabilidad por evicción y vicios ocultos. Porque un defecto oculto o interno no podrá ser
conocido por las partes al momento del reconocimiento de la mercadería y, por ende no se encuentre comprendido en
la norma.
Si el deudor exige el reconocimiento y el acreedor se niega a hacerlo, en principio se pierde el derecho consagrado en
la norma, bastaría que el comprador se negara por cualquier causa, a efectuar el reconocimiento para que el vendedor
se viera privado del derecho de liberarse de toda responsabilidad. Si se trata de varias cosas, la apertura de una de ellas,
de la que surge que se encuentre en condiciones no impide la reclamación por la restante, en caso de que, existieran las
deficiencias, debe aceptarse la presunción de que existen fallas en los otros cajones, y eso podrá ratificarse por otros
medios de prueba.
b) Las mejoras:
Artículo 753: “mejoras artificiales el deudor está obligado a realizar las mejoras necesarias, sin derecho a percibir su
valor. No tiene derecho a reclamar indemnización por las mejoras útiles y por las de mero lujo, recreo o suntuarias,
pero puede retirarlas en tanto no deterioren las cosas.”
Son también modificaciones físicas de la cosa que conservan o incrementan su valor, pero que a diferencia de los
aumentos, provienen del hecho del hombre, por eso se las llama artificiales o industriales. Sin embargo, no cualquier
mejora se traslada al precio de la cosa sino las siguientes:
Mejoras necesarias: son aquellas sin las cuales la cosa no podría ser conservada. Son impuestas por necesidades
propias de la conservación o mejoramiento de la cosa. Pero no todas las mejoras necesarias son reembolsables,
por un lado se encuentran “los gastos de mera conservación” y por otro “los gastos de mejoramiento”.
Los gastos de mera conservación: son aquellas que se realizan solo para conservar la cosa en el estado en que debe
ser entregada, por ej. cortar el pasto o limpiar el techo de la casa vendida. Están a cargo del deudor y éste no tiene
derecho a exigir del acreedor el reembolso de tales gastos, ya que son consecuencias de su deber de cuidar y conservar
la cosa hasta el momento de su entrega.
Los gastos de mejoramiento: son aquellas que no solo la conservan sino que también incrementan su valor, y por lo
tanto si son reembolsables por el acreedor. No son mejoras que el deudor puede hacer por simple voluntad, ya que pesa
el deber de no innovar, es decir no puede cambiar el estado de la cosa. Son impuestas por necesidad, el deudor no
puede dejar de hacerlas y debido a la naturaleza de las modificaciones es que se incrementa el valor de la cosa. Si el
acreedor no reembolsara “el mayor valor de la cosa” se estaría enriqueciendo acosta del deudor.
Si bien el deudor podrá exigir el mayor valor de la cosa, siempre tendrá el acreedor la posibilidad de resolver el contrato,
si no estuviese de acuerdo o no pudiese pagar el incremento del valor.
Mejoras útiles:
Se trata de mejoras que no son necesarias pero que son aprovechables para cualquiera que sea su poseedor. El deudor
las introduce libremente. Si bien benefician a la cosa y por ende al deudor, su costo no puede ser trasladado al
acreedor, es decir no son reembolsables. Porque, como se dijo, el deudor está obligado a no cambiar el estado de la
cosa, si lo hace, aunque sea para mejorarla, no puede pretender que el acreedor se haga cargo de los gastos
indebidamente. El acreedor tiene el derecho de:
- Exigir la restitución de la cosa a su estado anterior, mediante el retiro de tales mejoras, y si fuese necesario
destruyéndola.
- Si el retiro o la destrucción produce daños a las cosas, puede exigir la entrega más una indemnización de
daños y perjuicios.
- Si la restitución de la cosa no es posible, tiene el derecho de resolver el contrato y de pedir una
indemnización de daños por incumplimiento.
- Si acepta recibirla, debe abonar el mayor valor que haya adquirido la cosa, o el costo de la mejora, el que
sea de menor entidad, por aplicación de las reglas del enriquecimiento sin causa.
Si la mejora útil es introducida por una causa ajena e inevitable, deben aplicarse las reglas indicadas para las mejoras
necesarias
Mejora voluntarias: son la de mero lujo o recreo, también llamadas suntuarias. Ante las mejoras introducidas el
acreedor tiene el derecho de:
- Exigir la restitución de la cosa a su estado anterior, mediante el retiro de tales mejoras, y si fuese necesario
destruyéndola.
- Pero si no es posible retirarlas o destruirlas, el deudor deberá entrega la cosa, con las mejoras, y no podrá
pedir el reembolso.
- Pero si las mejoras pueden ser retiradas o destruidas, sin dañar la cosa y el acreedor se opone a tal retiro,
entonces si deberá reconocer el mayor valor de la cosa y reembolsarlo al deudor.
2) Frutos:
Artículo 754: “hasta el día de la tradición los frutos percibidos le pertenecen al deudor; a partir de esa fecha, los frutos
devengados y los no percibidos le corresponde al acreedor.”
En el artículo 233 del código se definen a los frutos como los objetos que un bien produce de modo renovable, sin
que se altere o disminuye su sustancia. Existen tres clases de frutos. Los naturales son las producciones espontáneas de
la naturaleza. Los industriales, los que se producen por la industria del hombre o la cultura de la tierra. Los civiles, son las
rentas que produce una cosa.
Rige el principio según el cual la propiedad de los frutos se adquiere con su percepción. ¿Cuándo se percibe un fruto?
En el caso de los frutos naturales e industriales, la percepción acontece cuando es materialmente separado de la cosa
fructuaria, pasando a ser objeto de una nueva relación posesoria. De lo contrario, mientras no haya sido retirado, el
fruto forma un todo con la cosa, es parte de la cosa y se lo considera fruto pendiente. En el caso de los frutos civiles, hay
percepción cuando fueron cobrados y recibidos por el poseedor. Es fruto pendiente cuando ha sido devengado pero no
cobrado.
A partir de ello la doctrina sostiene, pertenecen al deudor:
- Los frutos efectivamente percibidos por el deudor, antes de la entrega.
- Los frutos que ya están devengados y que son exigibles, antes de la entrega, aunque el deudor aun no los
haya percibido.
Pertenecen al acreedor:
- Los frutos exigibles después que recibió la cosa.
- Los frutos pendientes, aunque estuvieran a punto de ser colectados al tiempo de la entrega. Ej es obvio que
una cosecha al tiempo de la entrega, solo se podrá percibir después que la cosa esté en manos del acreedor,
por ende le pertenece, si el deudor se retarda en la entrega, de todos modos la cosecha es del acreedor.
Efectos con relación a terceros. Concurrencia de varios acreedores: Para entender esta cuestión es necesario distinguir
según se trate de cosas muebles o inmuebles
a. Bienes inmuebles.
Artículo 756: “concurrencia de varios acreedores. Bienes inmuebles. Si varios acreedores reclaman la misma cosa
inmueble prometida por el deudor, son todos de buena fe y a título oneroso, tiene mejor derecho:
a) El que tiene emplazamiento registral y tradición;
b) el que ha recibido la tradición;
c) el que tiene emplazamiento registral precedente;
d) En los demás supuestos, el que tiene título de fecha cierta anterior.”
La norma resuelve el dificultoso conflicto entre varios pretensores de una cosa, cuando el deudor se ve obligado
transferirla a todos ellos. En todos los casos la buena fe es necesaria para poder invocar la protección que la norma
concede. Consiste en el desconocimiento de la otra obligación. La norma no rige para quien la conocía o debió
conocerla, pero no lo hizo por una conducta negligente, es decir actuó de mala fe.
Los que quedan relegados, si son de buena fe, tienen derecho a reclamar los daños derivados del incumplimiento
obligación.
Tiene el mejor derecho quien cuenta con emplazamiento registral y tradición, lo que importa necesariamente la
existencia del título otorgado en debida forma (de lo contrario no podría haber sido inscripto).
En otras palabras, este adquirente cuenta con todos los elementos necesarios, no sólo para adquirir el derecho real
sobre el inmueble, sino para tomarlo oponible a terceros: título, modo e inscripción.
a) Cosas muebles:
Artículo 757: “Si varios acreedores reclaman la misma cosa mueble prometida por el deudor, son todos de buena fe y
a título oneroso, tiene mejor derecho:
a) El que tiene emplazamiento registral precedente, si se trata de bienes muebles registrables;
b) el que ha recibido la tradición, si fuese no registrable;
c) En los demás supuestos, el que tiene título de fecha cierta anterior.”
Está claro que, si se trata de muebles no registrables, cuya propiedad o dominio se trasmite por tradición, es
preferido aquel a quien se puso es posesión de la cosa, siempre que sea de buena fe. Cuando el poseedor es de mala
fe, es decir comienza a poseer sabiendo que otras personas también tienen derecho a la cosa, el tercero cuyo título es
de fecha anterior al de aquel, tiene acción contra él para desbaratar esa posesión de mala fe.
Cuando se trata de muebles registrables, no puede ser preferido el mero poseedor por encima del titular que está
inscripto en el registro respectivo. En consecuencia, aquel que primero haya inscripto su título de buena fe, debe ser
preferido respecto de otro tercero, aunque algunos de ellos tenga la posesión de la cosa.
c. Acreedor frustrado.
Artículo 758: acreedor frustrado. “El acreedor de buena fe que resulta frustrado su derecho, conserva su acción contra
el deudor para reclamar los daños y perjuicios sufridos.”
Cualquier acreedor pretensor de la cosa que no ha podido hacerse de ella puede reclamar todos los daños y perjuicios
derivados del incumplimiento, si se verifica los presupuestos de la obligación de indemnizar.
También podría serlo si, pese haber recuperado la cosa ha sufrido algún daño por esta razón. Se trata, de un acto ilícito
que, si reúne los restantes presupuestos de la acción resarcitoria, la habilita.
La situación jurídica del acreedor y deudor, en estas obligaciones, es la inversa a la de las obligaciones de dar con el fin
de constituir derechos reales. Aquí el dueño es el acreedor. Por ejemplo en la locación, el locatario (deudor), una vez
vencido el plazo de la locación, debe restituir la cosa al locador (acreedor) que por lo común es el dueño.
La norma contempla así todos los casos en que por la razón que sea, una persona debe entregar (restituir) la cosa
dueño.
De acuerdo a la calidad que detente el deudor, se aplicarán las normas de la posesión o la tenencia, y en este último
caso las normas especiales que lo hicieran en razón de la causa que dio origen a la relación de poder. Resta señalar que
por aplicación del principio res perit et crescit domino, todas las vicisitudes materiales que experimente la cosa por
hechos extraños a las partes corren por cuenta del acreedor, quien será beneficiado o perjudicado, sin derecho alguno
entre las partes.
Sea que las cosas pertenezcan a una especie o a un género, siempre se estará ante una obligación de dar cosas
inciertas, ya que en una u otra hipótesis existe una relativa indeterminación del objeto. Por ejemplo un caballo
es especie del género “animal” pero a la vez es género de otras especies menores como los “caballos peruano”.
También es irrelevante, que la especie o el género sea o no ilimitado. Una obligación no deja de ser de dar cosas
inciertas, sólo porque la cosa deba ser elegida entre un número limitado de individuos.
La doctrina subdivide estas obligaciones es dos clases: a) las de género las que tienen por objeto cosas fungibles; b) las
de cantidad que son las que tienen por objeto cosas no fungibles.
Artículo 762. Individualización. “La obligación de dar es de género si recae sobre cosas determinadas sólo por su
especie y cantidad. Las cosas debidas en una obligación de género deben ser individualizadas. La elección corresponde
al deudor, excepto que lo contrario resulte de la convención de las partes. La elección debe recaer sobre cosa de
calidad media, y puede ser hecha mediante manifestación de voluntad expresa o tácita.”
La individualización es un acto jurídico unilateral y recepticio, que puede ser retractado hasta tanto haya sido conocido
por la otra parte. Por regla la practica el deudor, pero puede pactarse que lo haga el acreedor o un tercero. La
manifestación de voluntad puede ser expresa o tácita.
Una vez determinada la cosa en su individualidad, rige lo dispuesto para las obligaciones de dar cosas ciertas. La demora
en la elección se rige por los principios generales, y en caso de que esté a cargo del acreedor, debe emplazárselo. Si se
niega a hacer la elección, el deudor puede practicarla, previa autorización judicial.
A) Obligaciones de dar cosas inciertas no fungibles
Estas obligaciones se distinguen porque en ellas, la cosa que constituye su objeto pertenece, justo con otras similares, a
una misma especie o género, pero dentro de esa especie o género, cada individuo presenta características propias que
lo diferencian de los otros individuos, razón por la cual no son intercambiables entre sí. Los individuos son similares
pero no iguales. Por ej. Dentro de la especie “caballo” no es lo mismo un caballo peruano, que un caballo lusitano.
Necesidad de elección de la cosa. Régimen
El código emplea el vocablo individualizar, como sinónimo de elección, contar, pesar o medir. Es un acto jurídico en el
cual el otorgante realiza la individualización de la especie, concretando cuál es la cosa que deberá entregarse en
cumplimiento de la obligación de dar.
Es un acto unilateral, motivo por el cual no es necesario para su formación el concurso de la voluntad de la otra parte,
o de ambas, pero no necesariamente debe llegar a conocimiento de los interesados.
El acto es no formal, y se prevé que la manifestación de voluntad sea expresa,(oralmente, por escrito, mediante signos
inequívocos por la ejecución de un hecho material) o tácita, esto es cuando de un acto se puede inferir, con certidumbre
la voluntad de su otorgante.
a) Quien debe realizar la elección?
- En primer lugar, le corresponde al deudor, en razón del principio favor debitoris, el cual, justifica la facultad del
deudor a practicar el acto de individualización, sin perjuicio de que las partes pacten lo contrario.
- Las partes, por estipulación expresa, pueden pactar lo contrario. Es decir que la elección la haga el acreedor, ambas
partes o en conjunto con un tercero. Se trata de una excepción, a la primera regla, debe estar si o si en el contrato y
es de interpretación estricta.
b) Criterio de selección.
Rige el denominado "principio de la calidad media". Esto es, no puede escogerse ni la cosa de peor calidad, ni pretender
la mejor de todas. La solución se funda en la buena fe.
Determinar cuándo una cosa es de “calidad media” es una cuestión de hecho a dilucidar de acuerdo con las
circunstancias del caso. Está claro que, en uso de libre voluntad, las partes pueden disponer lo contrario, es decir, el
deudor puede aceptar entregar una cosa de la mejor calidad elegida por el acreedor; o éste aceptar una cosa de regular
calidad elegida por el deudor.
Aun cuando la cosa sea de un género limitado (comprenda un número ilimitado de individuos) el deudor, no está
autorizado a elegir la cosa de peor calidad sino que la elección siempre debe orientarse a la calidad promedio.
Cuando se entiende realizada la elección.
La tesis mayoritariamente aceptada, sostiene que, la elección debe entenderse realizada, cuando quien debe hacerla
comunica su decisión a la otra parte. Como se dijo, la elección se trata de una declaración unilateral y recepticia, que se
caracteriza por estar destinada a ser conocida por su destinatario, pero para que produzca efectos es suficiente que sea
receptada por él. Se entiende que es receptada (recibida) cuando ingresa en el ámbito de su dominio, ya que en ese
momento el destinatario está en condiciones de tomar conocimiento de la elección.
Efectos
Para enunciar los efectos que generan estas obligaciones, es necesario distinguir según se produzcan antes o después de
la elección.
a) Con anterioridad a la elección
Artículo 763. “Periodo anterior a la individualización. “Antes de la individualización de la cosa debida, el caso fortuito
no libera al deudor. Después de hecha la elección, se aplican las reglas o la obligación de dar cosas ciertas”
Se tiene que tener en cuenta que el género como la cantidad, nunca perecen. A partir de ello se entiende que, antes
de la individualización de la cosa, el deudor no podrá eximirse del cumplimiento de la obligación por pérdida o deterioro
de la cosa, por fuerza mayor o caso fortuito.
Si bien la regla general es que si la cosa debida se pierde por caso fortuito, el deudor queda desobligado, esto no
ocurre en este caso, ya que es imposible que el caso fortuito destruya íntegramente el género, porque este nunca
perece. Por lo tanto, aun cuando el caso f. destruya una parte del género, subsiste una parte de él y en consecuencia la
obligación debe cumplirse.
Pero si se trata de cosas que pertenecen a un género limitado y el caso f las destruye en su totalidad, entonces, si, la
obligación se extingue por imposibilidad de pago.
b) Después de la elección
Luego de la individualización, cesa el régimen temporario de las obligaciones de género, para entrar en vigencia el
de las obligaciones de dar cosas ciertas, según cuál sea su finalidad (constituir derechos o restituir cosas al dueño)
Sin embargo, podrían presentarse situaciones en las que pese a que materialmente las cosas existan, tenerlas resulte
sumamente dificultoso, oneroso o incluso de imposible concreción. Por ejemplo una epidemia que produce la muerte de
un sin número de animales en un vasto territorio, lo que trae aparejado para el deudor la necesidad de procurárselos
efectuando gestiones y erogaciones que razonablemente no deberían quedar comprendidas en el marco de sus
deberes. En tal caso puede aplicarse la precisión o adecuación del contrato.
También puede suceder que pese a que el género nunca perece, se torna virtualmente imposible para el deudor
tener la cosa debida. Por ejemplo, si por disposición de la autoridad se prohíbe su importación, y el elemento no se
producen en el país.
Obligaciones de dar cantidades de cosas
Es la obligación de dar cosas que consten de número, peso o medida. El objeto consiste en cosas fungibles, es decir
aquellas en que todo individuo de la misma especie equivale a otro individuo de la misma especie, y que
pueden sustituirse las unas por las otras de la misma calidad y en igual cantidad. Son cosas intercambiables entre sí, por
lo que es indiferente recibir esta cosa o aquella otra. Y para ser individualizadas, deben contarse, pesarse o medirse,
razón por la cual se las llama de “cantidad”
Individualización de la cantidad
Como se trata de cosas fungibles, no es un problema la elección de la cosa, cualquier individuo equivale a otro de la
misma especie. Si es necesario individualizarlas, lo que tiene lugar cuando el acreedor las mide, cuenta o pesa. Esta
individualización, en primer lugar, le corresponde al acreedor. Por acuerdo de partes, el deudor podrá realizar dichas
operaciones.
Se sostiene que la individualización es un acto bilateral, porque a la parte que no le corresponde, pesar, medir, contar,
tendrá el derecho de controlar, y desaprobar lo que haga la otra parte.
Efectos y régimen de los riesgos
Para determinar los efectos y el régimen, es necesario distinguir según se produzcan antes o después de la
individualización.
a) Antes de la individualización.
El deudor queda equiparado al deudor de cosas genéricas, y por ende no podrá eximirse del cumplimiento de la
obligación por pérdida o deterioro de la cosa, por fuerza mayor o por caso fortuito. Y ello porque aquí también se aplica
el principio el “género y la cantidad nunca perecen”.
b) Después de la individualización
Se entiende que después de la individualización, la obligación queda convertida, en una de dar cosas ciertas; y que el
deudor cumplirá la obligación entregando en lugar y en tiempo la cantidad correspondiente al objeto de la obligación,
de la misma especie y calidad.
En cuanto al régimen de riesgos, después de la individualización y antes de la entrega ¿Quién debe soportar los riegos
sobre la cosa? como la obligación, una vez realizada la individualización, se convirtió en una de dar cosas ciertas, el
régimen de riesgos es el mismo que rige estas obligaciones:
Obligación de entregar con el fin de constituir o trasferir derechos reales
Si la parte ya individualizada se pierde o deteriora por culpa del deudor en su:
Totalidad: El acreedor puede disolver la obligación más la indemnización de perjuicios e intereses, o bien exigir otra
igual cantidad de la misma especie y calidad más la indemnización.
En parte. El acreedor puede exigir la parte restante y no deteriorada y la parte que corresponde a la que se deterioró o
perdió, más la indemnización. O disolver la obligación más la indemnización de perjuicios e intereses.
Si la parte ya individualizada se pierde o deteriora sin culpa del deudor en su:
Totalidad: el contrato queda disuelto
En parte: el acreedor podrá exigir la entrega de la cantidad restante y no deteriorada, con la disminución del precio, si
estuviese fijado; o bien disolver la obligación.
Obligación de entregar con el fin de restituir cantidades recibidas
Si la parte ya individualizada se pierde o deteriora por culpa del deudor en su:
Totalidad: el acreedor puede exigir otra igual cantidad de la misma especie y calidad más la indemnización, o bien el
valor (de la cosa) más la indemnización.
En parte: el acreedor puede: 1)exigir la entrega de la cantidad restante no deteriorada, y la parte que le corresponde a la
que se deterioró o perdió, más la indemnización; 2)exigir la entrega de la cantidad no deteriorada y el valor de la que
falta o estuviese deteriorada, más la indemnización; 3) disolver la obligación más la indemnización.
Si se pierde solo en parte sin culpa del deudor: el acreedor sólo podrá exigir la entrega de la cantidad restante.
Si se deteriora solo en parte sin culpa del deudor: el acreedor recibirá la parte no deteriorada con la deteriorada
en el estado en que se halle.
4-Obligaciones de hacer y de no hacer
5-Ejecución forzada
Artículo 777. “ejecución forzada. El incumplimiento imputable de la prestación le da derecho al acreedor a:
a. Exigir el cumplimiento específico;
b. hacerlo cumplir por terceros a costa del deudor;
c. reclamar los daños y perjuicios.”
Hay ejecución forzada cuando el acreedor, frente a una situación de inejecución, hace uso del poder jurídico,
que la ley le reconoce en cuanto tal, y mediante el empleo de medios legales, obtiene el específico bien que le es
debido.
La norma permite al acreedor optar, por dos especies: el cumplimiento específico (ejecución directa) y el
cumplimiento por terceros (ejecución por otro), además puede reclamar el pago de los daños que ello le ocasiona.
La ejecución procederá siempre que sea posible obtener del deudor el comportamiento debido, sin ejercer
violencia sobre su persona. Si no es posible obtener el cumplimiento en especie, no procede. El acreedor tendrá, en tal
caso, el derecho a ser indemnizado por el incumplimiento, además de otros derechos que se le confiere como la
excepción de incumplimiento o la resolución del contrato.
Ejecución directa:
En este caso, es el deudor quien será compelido, por las "vías legales" para ejecutar la prestación en forma personal.
De todas maneras, el poder de agresión (jurídico) del acreedor encuentra un límite bien definido: como la persona
humana es inviolable y tiene derecho al reconocimiento y respeto a su dignidad, no puede ejercerse violencia física ni
moral sobre la persona del deudor, pues ello expondría su integridad psicofísica.