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Bolilla 7.

1- CLASIFICACIÓN DE LAS OBLIGACIONES.

Distintos criterios.

2- Por la naturaleza del vínculo


Se las clasifica en:
i. Civiles. Son las que confieren acción para exigir su cumplimiento en juicio.
ii. Naturales. Son las que, fundadas sólo en el Derecho natural y en la equidad, no son ejecutables pero, una vez
cumplidas, lo dado en pago en razón de ellas no es repetible.
3- Por el tiempo de cumplimiento de la prestación
Se las clasifica en:
i. De ejecución inmediata y diferida. La ejecución es diferida cuando la obligación se encuentra postergada en cuanto a
su exigibilidad por un plazo inicial pendiente, o en cuanto a su existencia por una condición suspensiva pendiente. Es
inmediata cuando sus efectos no se encuentran postergados por alguna de dichas modalidades.
ii. De ejecución única y permanente. Son de ejecución única o instantánea cuando el cumplimiento es efectivizado de
una sola vez, y de ejecución permanente o de duración cuando se prolonga en el tiempo.
Estas últimas comprenden las de ejecución continuada (reiterada en el tiempo sin solución alguna) y las periódicas o de
tracto sucesivo (en las cuales el cumplimiento va siendo efectivizado de manera salteada
4- Por las modalidades
Se las clasifica en:
i. Puras. Cuando no están sujetas a ninguna modalidad.
El Código Civil define a la obligación como pura “cuando su cumplimiento no depende de condición alguna”. Hay otras
modalidades que están ignoradas en dicha definición y que, cuando existen, convierten a la obligación en modal.
ii. Modales. Cuando están sujetas a alguna modalidad que puede ser: la condición, el plazo o el cargo;
a. Condicional: cuando la existencia de la obligación depende del acaecimiento de un hecho futuro e incierto.
b. A plazo: cuando la exigibilidad de la obligación está supeditada al acaecimiento de un hecho futuro y cierto.
c. Con cargo o modo: cuando al adquiriente de un derecho se le impone una obligación accesoria y excepcional.
4- Por la prestación
Se las clasifica:
i. De acuerdo con el modo de obrar. En positivas y negativas, según que la prestación debida consista en una
acción o en una omisión.
ii. ii. De acuerdo con la naturaleza. En obligaciones de dar, de hacer y de no hacer:
a. De dar: su prestación consiste en la entrega de una cosa.
b. De hacer: su prestación consiste en la realización de una actividad
c. De no hacer: su prestación consiste en una abstención
iii. De acuerdo con la complejidad. Se las clasifica en obligaciones simples o de prestación singular (una prestación)
y compuestas o de prestación plural (varias prestaciones); estas últimas son subdivididas en conjuntivas y disyuntivas:
a. Conjuntivas: el objeto de la obligación contiene dos o más prestaciones, todas las cuales deben ser cumplidas por
el deudor:
b. Disyuntivas: el objeto de la obligación abarca varias prestaciones, y el deudor cumple entregando una de ellas;
comprenden las obligaciones alternativas y las facultativas:
 Alternativas: el deudor debe varias prestaciones independientes y distintas entre sí, y cumple realizando una de
ellas.
 Facultativas: el deudor debe una única prestación denominada principal, pero tiene la facultad de sustituirla por
otra denominada accesoria.
iv. De acuerdo con la determinación. Las obligaciones de dar son clasificadas: de dar cosas ciertas; de dar cosas inciertas
y, dentro de éstas, de género, de dar cantidades de cosas y de dar dinero:
a. De dar cosas ciertas: son aquellas en que el objeto debido no es fungible, pues se encuentra
individualizado desde el mismo nacimiento de la obligación.
b. De dar cosas inciertas no fungibles o de género: son “las que versan sobre objetos no individualizados, que se
definen por el género a que pertenecen, con caracteres diferenciales dentro del mismo género”, los cuales determinan
que un individuo no pueda ser sustituido por otro.
c. De dar cantidades de cosas: son las obligaciones de dar cosas inciertas fungibles –que las unas puedan ser
sustituidas por las otras - con tal de que conste su número, peso o medida, y que sea conocida su especie y calidad.
d. De dar dinero: constituyen una especie de las obligaciones de dar cantidades de cosas, y son las que tienen por objeto
el dinero, cuya especie y cantidad se encuentran determinadas desde el nacimiento de la obligación.
e. Deuda de valor. Es aquella cuyo objeto consiste en un valor absoluto que, a posteriori, será evaluado en dinero.
v. De dar de acuerdo con la índole del contenido. Las obligaciones pueden ser de medios o de resultado.
a) En las de medios, el deudor promete su actividad mediante la cual es obtenible el resultado esperado por el
acreedor, aunque su consecución no está garantizada por el deudor.
b) En las obligaciones de resultado, el deudor promete un objetivo determinado.
5- Por el sujeto
Las obligaciones pueden ser clasificadas: de sujeto simple y de sujeto compuesto, las que a su vez son subdivididas en las
de pluralidad subjetiva disyuntiva y las de pluralidad subjetiva conjunta:
i. De pluralidad disyuntiva. En estas obligaciones, existe una falsa pluralidad, por cuanto la elección de uno de los
sujetos –activos o pasivos- excluye a los no elegidos.
ii. De pluralidad conjunta. En ellas hay concurrencia de deudores y/o de acreedores.
Las obligaciones conjuntas, teniendo en cuenta la índole de la prestación, pueden ser divisibles e indivisibles; y teniendo
en cuenta la virtualidad del vínculo, pueden ser simplemente mancomunadas y solidarias:
 Divisibles: son las que tienen prestaciones susceptibles de cumplimiento parcial, pueden ser fraccionadas,
conservando cada una de las partes en que son divididas las cualidades del todo.
 Indivisibles: son aquellas cuyas prestaciones sólo pueden ser cumplidas por entero.
 Solidarias: son aquellas en las que cualquiera de los acreedores tiene derecho a exigir a cualquiera de los
deudores la totalidad del crédito.
 Simplemente mancomunadas: son las obligaciones en las que cada uno de los deudores no está obligado sino
por su parte, y cada uno de los acreedores no tiene sino derecho a su parte.
6. Por la interdependencia
Las obligaciones son clasificadas en:
i. Principales: las que tienen vida propia e independiente.
ii. Accesorias: las que tienen la razón de su existencia en la obligación principal (art. 523, Cód. Civ,)
7. Por la fuente
Son clasificadas en:
i. Nominadas: caso de las contractuales, delictuales, cuasidelictuales, etc.
ii. Innominadas: las denominadas obligaciones ex lege.

2. SEGÚN LA NATURALEZA DEL OBJETO. OBLIGACIONES DE DAR COSA CIERTA.


Concepto y reglas generales.
La obligación de dar cosa cierta es aquella en la cual el contenido de la prestación se encuentra perfectamente
determinado en su singularidad al momento de constituirse la obligación. La razón de ser de las diversas categorías de
las obligaciones de dar es, la mayor o menor determinación de la cosa, que trae aparejado un régimen diferente antes
de la individualización, si se produce la pérdida o el deterioro de la cosa. En la norma se contemplan dos reglas
esenciales: la extensión y los deberes del deudor.
Extensión y deberes del deudor.
ARTICULO 746.-Efectos. El deudor de una cosa cierta está obligado a conservarla en el mismo estado en que se
encontraba cuando contrajo la obligación, y entregarla con sus accesorios, aunque hayan sido momentáneamente
separados de ella.
Extensión de la obligación de dar
La obligación de dar cosas ciertas comprende todos los accesorios de éstas, “aunque momentáneamente hayan sido
separados de ellas”. Esta disposición es una consecuencia de la naturaleza de las cosas accesorias, que no tienen
individualidad jurídica propia sino que, a los fines de su disciplina jurídica, forman parte de la cosa principal. Por ello se
entiende que no sea necesario que estas cosas estén mencionadas en el título de la obligación para que el deudor las
entregue, ya que si son separadas podrían deteriorar o disminuir el valor de la cosa.
Deberes del deudor:
El deudor tiene dos obligaciones secundarios respecto de la obligación de entregar la cosa, tales son: el de conservar la
cosa en el mismo estado que tenía al momento de nacer la obligación y el de respetar el tiempo y el lugar de la entrega.
 Conservación: se incorpora en forma expresa el deber de preservar el estado material de la cosa en la arte general de
las obligaciones de dar. La conservación no importa el mejorar el estado de la cosa, sino su mantenimiento material
evitando que sufra detrimentos, y sin producirle cambios respecto al estado en que se encontraba al nacer la obligación,
o bien de acuerdo a lo que se hubiera pactado.
 Tiempo y lugar de la entrega: es esencial que la entrega de la cosa se haga en tiempo y lugar oportuno, respetando lo
previsto en la fuente de la obligación. Se aplican las reglas que rigen el tiempo y lugar de pago, porque la entrega de la
cosa constituye el pago de esa obligación.

Obligación de entregar.
Artículo 747: “entrega. Cualquiera de las partes tiene derecho a requerir la inspección de la cosa en el acto de entrega.
La recepción de la cosa por el acreedor hace presumir la inexistencia de vicios aparentes y la calidad adecuado de la
cosa, sin perjuicio de lo dispuesto sobre la obligación de saneamiento en la sección 4°, capítulo 9, título II del libro
tercero.”
El cumplimiento debe ser fiel y exacto motivo por el cual se consagra a favor de cualquiera de las partes la facultad de
solicitar un examen sobre la cosa. (En la compraventa por ej. el adquirente no tiene la obligación de pagar el precio de la
cosa sino tiene la posibilidad de examinar la cosa vendida). La recepción del acreedor, sin reservas importa una
manifestación tácita de voluntad, en relación a los vicios o la calidad que presenta la cosa, es decir el acreedor al
receptar la cosa se presume que la aceptó tal como está. Pero no se impide la aplicación de la responsabilidad por
responsabilidad por evicción y vicios ocultos
El pago de esta obligación se materializa con la entrega de la cosa por el deudor al acreedor, esto es, la tradición.
Comprende además todos los deberes accesorios de colaboración a cargo de ambas partes para concretar, por ejemplo
el concurso lugar de pago, efectuar las gestiones administrativas que impongan la ley, etcétera.
Cosa mueble cerrada o bajo cubierta.
Artículo 748: “entrega de cosa mueble cerrada o bajo cubierta. Cuando se entregue una cosa mueble bajo cubierta y
sin inspeccionar al tiempo de la tradición, el acreedor tiene un plazo de caducidad de tres días desde la recepción para
reclamar por defectos de cantidad, calidad o vicios aparentes.”
Cuando se trata de cosas que se encuentren cubierta, empacadas o embaladas, o de cualquier otra manera que
impida la inspección al momento de la tradición, se otorga al acreedor un plazo de caducidad para el reclamo por
cuestiones referentes a la cosa.
En definitiva se trata, de situaciones que razonablemente no permiten a simple vista comprobar, al que recibe la cosa,
si las cosas son de calidad convenida, o si se remiten en menor cantidad o peso.
En la práctica comercial y de consumo, es usual que la entrega se produzca bajo la modalidad aquí prevista, lo que
justifica que en un plazo breve, quien recibe la cosa pueda acudir cuestionar los defectos aquí aludido. La solución se
extiende ahora a cualquier caso en el cual entrega se produjo en las condiciones aquí indicadas. Se encuentra excluida la
cuestión vinculada a la responsabilidad por evicción y vicios ocultos. Porque un defecto oculto o interno no podrá ser
conocido por las partes al momento del reconocimiento de la mercadería y, por ende no se encuentre comprendido en
la norma.
Si el deudor exige el reconocimiento y el acreedor se niega a hacerlo, en principio se pierde el derecho consagrado en
la norma, bastaría que el comprador se negara por cualquier causa, a efectuar el reconocimiento para que el vendedor
se viera privado del derecho de liberarse de toda responsabilidad. Si se trata de varias cosas, la apertura de una de ellas,
de la que surge que se encuentre en condiciones no impide la reclamación por la restante, en caso de que, existieran las
deficiencias, debe aceptarse la presunción de que existen fallas en los otros cajones, y eso podrá ratificarse por otros
medios de prueba.

Distintas efectos según la finalidad de la entrega:


La entrega de una cosa cierta puede tener por fin: a) transferir solamente el uso o tenencia, b) constituir sobre ella
derechos reales c) restituirla a su dueño.
A) Entrega para transferir, uso o tenencia.
Artículo 749: “obligación de dar cosas ciertas para transferir el uso o la tenencia. Remisión. Cuando la obligación de
dar una cosa determinada tenga por objeto transferir solamente el uso o la tenencia de ella, se aplican las normas
contenidas en los títulos especiales.”
En esta parte del código se dispone sobre las obligaciones de dar que tengan como finalidad la constitución de un
derecho real y la restitución de cosas al dueño, quedando por ende excluido de esta disposición de todos aquellos casos
en los que debe producirse la entrega de una cosa en el marco de situaciones jurídicas diferentes, como son la
transferencia del mero uso por la tenencia. En el caso en que un tenedor o usuario deba restituir la cosa al dueño
concurren dos situaciones. El tenedor o el usuario únicamente pueden transferir el derecho que tiene, y la relación de
poder que ostentan puede haberle sido transmitida por un dueño o no.
En otras palabras, lo que se encuentra excluido del presente régimen son las reglas de la transmisión del uso o la
tenencia, sea para constituir la relación de poder, o para restituir la cosa. Acreditada la entrega, si existe duda sobre su
finalidad el artículo 1911 del código resuelve las cosas a favor de la posesión.

B) Entrega para constituir un derecho real. Teoría del título y el modo.


Artículo 750: “tradición. El acreedor no adquiere ningún derecho real sobre la cosa antes de la tradición, excepto
disposición legal en contrario.”
En primer lugar, la adquisición del derecho real por el acreedor importa el pago o cumplimiento de la obligación y la
consecuente liberación del deudor.
El código combina el tradicional sistema de adquisición de los derechos reales mediando título y tradición, con las
restantes situaciones, en las que se dispone que la entrega de la cosa no produce, por si misma, la adquisición del
derecho real, sino que es necesario otro acto jurídico distinto. (Teoría del título y modo)
Siempre es necesario, para que opere la adquisición del derecho real, que existan tanto el título como el modo.
El título es el acto jurídico que manifiesta la voluntad de transmisión del derecho real por su titular, y la consecuente y
correlativa adquisición por otra persona. El modo, acto que materializa lo determinado por el título, no se agota en la
tradición, sino que también quedan emplazados en aquella categoría la inscripción registral. La oponibilidad del derecho
real frente a terceros requiere publicidad suficiente. La teoría del título y el modo funciona de la siguiente manera:
 Bienes muebles: el modo de adquisición por excelencia es la tradición. En estas clases de cosas, la tradición y la
posesión (uso) cumplen también una función de publicidad de la mutación real. Sin embargo existen bienes
muebles (registrables) que, para que se produzca la transferencia del derecho, se necesita no solo el modo
tradición y posesión sino también, su inscripción registral (constitutiva) que es aquella que marca el punto del
momento en el que se lleva a cabo la transferencia.
 Bienes inmuebles: requiere la celebración del acto jurídico con la forma exigida por la ley (titulo), la entrega de
la cosa (modo) y la inscripción registral, la cual es declarativa puesto que la única función del registro es hacerlo
público y que sea oponibles a terceros.
Efectos entre partes: los efectos que entre acreedor y deudor, produce una obligación de dar una cosa cierta deben ser
analizados discriminando los siguientes rubros: 1) los aumentos y mejoras que pueden incrementar su valor;2) los frutos
que ella produce; 3) los riesgos de la cosa.
1. Los aumentos y mejoras de las cosas. “Principio crescit domino.”
Artículo 751: “Mejoras. Concepto y clases. Mejora es el aumento del valor intrínseco de la cosa. Las mejoras pueden
ser naturales o artificiales. Las artificiales, provenientes de hecho del hombre, se clasifican en necesarias, útiles y de
mero lujo, recreo o suntuarias.
Las mejoras constituyen modificaciones de tipo estructural, intrínseco o material, que traen aparejado un aumento del
valor de la cosa, o que ésta no lo pierda. Rige en esta materia el “principio crescit domino.” Según esta regla, si después
de nacida la obligación y antes de la entrega, el dueño de la cosa sigue siendo el deudor, es lógico que ese aumento será
favorable para el deudor, por su calidad de dueño.
a) Los aumentos (en el ccyc se llama mejora natural)
Artículo 752: “mejora natural. Efectos. La mejora natural autoriza al deudor a exigir un mayor valor. Si el acreedor no
lo acepta, la obligación quede extinguida, sin responsabilidad para ninguna de las partes.”
Son incrementos que se dan por obra de la naturaleza. Los aumentos, que suceden después de nacer la obligación y
antes de la entrega, pertenecen al deudor que es, por hipótesis, el dueño de ella. El deudor tiene:
-El derecho de exigir del acreedor un aumento del precio, que deberá ser proporcional con el incremento del valor de la
cosa, aun cuando el deudor no haya realizado ningún gasto, justamente por él es el dueño.
-Sin embargo, debe haber acuerdo entre deudor y acreedor sobre ese incremento, si no lo hay el contrato queda
disuelto.
-Si el acreedor no quiere disolver el contrato, pero considera elevado el incremento del valor, podrá recurrir al juez para
que éste resuelva la cuantía del aumento.

b) Las mejoras:
Artículo 753: “mejoras artificiales el deudor está obligado a realizar las mejoras necesarias, sin derecho a percibir su
valor. No tiene derecho a reclamar indemnización por las mejoras útiles y por las de mero lujo, recreo o suntuarias,
pero puede retirarlas en tanto no deterioren las cosas.”
Son también modificaciones físicas de la cosa que conservan o incrementan su valor, pero que a diferencia de los
aumentos, provienen del hecho del hombre, por eso se las llama artificiales o industriales. Sin embargo, no cualquier
mejora se traslada al precio de la cosa sino las siguientes:
 Mejoras necesarias: son aquellas sin las cuales la cosa no podría ser conservada. Son impuestas por necesidades
propias de la conservación o mejoramiento de la cosa. Pero no todas las mejoras necesarias son reembolsables,
por un lado se encuentran “los gastos de mera conservación” y por otro “los gastos de mejoramiento”.
Los gastos de mera conservación: son aquellas que se realizan solo para conservar la cosa en el estado en que debe
ser entregada, por ej. cortar el pasto o limpiar el techo de la casa vendida. Están a cargo del deudor y éste no tiene
derecho a exigir del acreedor el reembolso de tales gastos, ya que son consecuencias de su deber de cuidar y conservar
la cosa hasta el momento de su entrega.
Los gastos de mejoramiento: son aquellas que no solo la conservan sino que también incrementan su valor, y por lo
tanto si son reembolsables por el acreedor. No son mejoras que el deudor puede hacer por simple voluntad, ya que pesa
el deber de no innovar, es decir no puede cambiar el estado de la cosa. Son impuestas por necesidad, el deudor no
puede dejar de hacerlas y debido a la naturaleza de las modificaciones es que se incrementa el valor de la cosa. Si el
acreedor no reembolsara “el mayor valor de la cosa” se estaría enriqueciendo acosta del deudor.
Si bien el deudor podrá exigir el mayor valor de la cosa, siempre tendrá el acreedor la posibilidad de resolver el contrato,
si no estuviese de acuerdo o no pudiese pagar el incremento del valor.
 Mejoras útiles:
Se trata de mejoras que no son necesarias pero que son aprovechables para cualquiera que sea su poseedor. El deudor
las introduce libremente. Si bien benefician a la cosa y por ende al deudor, su costo no puede ser trasladado al
acreedor, es decir no son reembolsables. Porque, como se dijo, el deudor está obligado a no cambiar el estado de la
cosa, si lo hace, aunque sea para mejorarla, no puede pretender que el acreedor se haga cargo de los gastos
indebidamente. El acreedor tiene el derecho de:
- Exigir la restitución de la cosa a su estado anterior, mediante el retiro de tales mejoras, y si fuese necesario
destruyéndola.
- Si el retiro o la destrucción produce daños a las cosas, puede exigir la entrega más una indemnización de
daños y perjuicios.
- Si la restitución de la cosa no es posible, tiene el derecho de resolver el contrato y de pedir una
indemnización de daños por incumplimiento.
- Si acepta recibirla, debe abonar el mayor valor que haya adquirido la cosa, o el costo de la mejora, el que
sea de menor entidad, por aplicación de las reglas del enriquecimiento sin causa.
Si la mejora útil es introducida por una causa ajena e inevitable, deben aplicarse las reglas indicadas para las mejoras
necesarias

 Mejora voluntarias: son la de mero lujo o recreo, también llamadas suntuarias. Ante las mejoras introducidas el
acreedor tiene el derecho de:
- Exigir la restitución de la cosa a su estado anterior, mediante el retiro de tales mejoras, y si fuese necesario
destruyéndola.
- Pero si no es posible retirarlas o destruirlas, el deudor deberá entrega la cosa, con las mejoras, y no podrá
pedir el reembolso.
- Pero si las mejoras pueden ser retiradas o destruidas, sin dañar la cosa y el acreedor se opone a tal retiro,
entonces si deberá reconocer el mayor valor de la cosa y reembolsarlo al deudor.
2) Frutos:
Artículo 754: “hasta el día de la tradición los frutos percibidos le pertenecen al deudor; a partir de esa fecha, los frutos
devengados y los no percibidos le corresponde al acreedor.”
En el artículo 233 del código se definen a los frutos como los objetos que un bien produce de modo renovable, sin
que se altere o disminuye su sustancia. Existen tres clases de frutos. Los naturales son las producciones espontáneas de
la naturaleza. Los industriales, los que se producen por la industria del hombre o la cultura de la tierra. Los civiles, son las
rentas que produce una cosa.
Rige el principio según el cual la propiedad de los frutos se adquiere con su percepción. ¿Cuándo se percibe un fruto?
En el caso de los frutos naturales e industriales, la percepción acontece cuando es materialmente separado de la cosa
fructuaria, pasando a ser objeto de una nueva relación posesoria. De lo contrario, mientras no haya sido retirado, el
fruto forma un todo con la cosa, es parte de la cosa y se lo considera fruto pendiente. En el caso de los frutos civiles, hay
percepción cuando fueron cobrados y recibidos por el poseedor. Es fruto pendiente cuando ha sido devengado pero no
cobrado.
A partir de ello la doctrina sostiene, pertenecen al deudor:
- Los frutos efectivamente percibidos por el deudor, antes de la entrega.
- Los frutos que ya están devengados y que son exigibles, antes de la entrega, aunque el deudor aun no los
haya percibido.
Pertenecen al acreedor:
- Los frutos exigibles después que recibió la cosa.
- Los frutos pendientes, aunque estuvieran a punto de ser colectados al tiempo de la entrega. Ej es obvio que
una cosecha al tiempo de la entrega, solo se podrá percibir después que la cosa esté en manos del acreedor,
por ende le pertenece, si el deudor se retarda en la entrega, de todos modos la cosecha es del acreedor.

3) Los riesgos: el principio “res perit domino”.


Artículo 755: riesgos de la cosa: “El propietario soporta los riesgos de la cosa. Los casos de deterioro o pérdida, con o
sin culpa, se rigen por lo dispuesto sobre la imposibilidad de cumplimiento.”
Durante el lapso que hay entre el nacimiento de la obligación y la entrega de la cosa ¿quién debe soportar o hacerse
cargo de los riesgos que pueden afectar a la cosa? Para responder es necesario distinguir si el deterioro o pérdida de la
cosa fue culpa o no del deudor.
En esta materia rige el principio “res perit domino” (las cosas se pierden para su dueño). En consecuencia, si después
de nacida la obligación y antes de la entrega, el dueño de la cosa sigue siendo el deudor; es lógico que en caso de
pérdida o deterioro, tales consecuencias deberán ser soportadas por el deudor en su calidad de dueño.
a) Pérdida o deterioro de la cosa sin culpa del deudor antes de la entrega de la cosa.
La pérdida de la cosa no implica solo la desaparición total de ella sino que es suficiente un grado tal de deterioro que la
torne impropia para su destino. Si el objeto se torna imposible en forma absoluta y definitiva (sin culpa del deudor)
luego del nacimiento de la obligación, la obligación naturalmente se extingue por falta de objeto. El hecho ajeno
irresponsabiliza al deudor. Por lo tanto la obligación queda disuelta para ambas partes.
Si el deterioro (modificación intrínseca de la cosa que hace perder su valor económico) se produce sin culpa del deudor,
este debe hacerse cargo, porque él es dueño y el acreedor podrá disolver la obligación o recibir la cosa en el estado en
que se halle, con una disminución proporcional del precio. Aquí a diferencia de lo ocurre con la perdida de la cosa, se le
da al acreedor la posibilidad de elegir entre disolver el contrato o aceptar la cosa como está.

b) Pérdida o deterioro de la cosa por culpa del deudor antes de la entrega.


Aquí se presenta un problema de responsabilidad que impone al deudor la obligación de indemnizar los daños que, la
pedida o el deterioro, pudieron causar en el patrimonio del acreedor.
Si la cosa se pierde por culpa del deudor, este será responsable ante al acreedor por su equivalente y por los perjuicios
e intereses. Se trata de una situación de incumplimiento absoluto e imputable que convierte la obligación principal en
otra de pagar daños y perjuicios.
Si la cosa se deteriorare por culpa del deudor, el acreedor tendrá el derecho de exigir una cosa equivalente con la
indemnización por los daños y perjuicios o recibir la cosa en el estado en que se halle más la indemnización.

Efectos con relación a terceros. Concurrencia de varios acreedores: Para entender esta cuestión es necesario distinguir
según se trate de cosas muebles o inmuebles
a. Bienes inmuebles.
Artículo 756: “concurrencia de varios acreedores. Bienes inmuebles. Si varios acreedores reclaman la misma cosa
inmueble prometida por el deudor, son todos de buena fe y a título oneroso, tiene mejor derecho:
a) El que tiene emplazamiento registral y tradición;
b) el que ha recibido la tradición;
c) el que tiene emplazamiento registral precedente;
d) En los demás supuestos, el que tiene título de fecha cierta anterior.”

La norma resuelve el dificultoso conflicto entre varios pretensores de una cosa, cuando el deudor se ve obligado
transferirla a todos ellos. En todos los casos la buena fe es necesaria para poder invocar la protección que la norma
concede. Consiste en el desconocimiento de la otra obligación. La norma no rige para quien la conocía o debió
conocerla, pero no lo hizo por una conducta negligente, es decir actuó de mala fe.
Los que quedan relegados, si son de buena fe, tienen derecho a reclamar los daños derivados del incumplimiento
obligación.
Tiene el mejor derecho quien cuenta con emplazamiento registral y tradición, lo que importa necesariamente la
existencia del título otorgado en debida forma (de lo contrario no podría haber sido inscripto).
En otras palabras, este adquirente cuenta con todos los elementos necesarios, no sólo para adquirir el derecho real
sobre el inmueble, sino para tomarlo oponible a terceros: título, modo e inscripción.
a) Cosas muebles:
Artículo 757: “Si varios acreedores reclaman la misma cosa mueble prometida por el deudor, son todos de buena fe y
a título oneroso, tiene mejor derecho:
a) El que tiene emplazamiento registral precedente, si se trata de bienes muebles registrables;
b) el que ha recibido la tradición, si fuese no registrable;
c) En los demás supuestos, el que tiene título de fecha cierta anterior.”
Está claro que, si se trata de muebles no registrables, cuya propiedad o dominio se trasmite por tradición, es
preferido aquel a quien se puso es posesión de la cosa, siempre que sea de buena fe. Cuando el poseedor es de mala
fe, es decir comienza a poseer sabiendo que otras personas también tienen derecho a la cosa, el tercero cuyo título es
de fecha anterior al de aquel, tiene acción contra él para desbaratar esa posesión de mala fe.
Cuando se trata de muebles registrables, no puede ser preferido el mero poseedor por encima del titular que está
inscripto en el registro respectivo. En consecuencia, aquel que primero haya inscripto su título de buena fe, debe ser
preferido respecto de otro tercero, aunque algunos de ellos tenga la posesión de la cosa.
c. Acreedor frustrado.
Artículo 758: acreedor frustrado. “El acreedor de buena fe que resulta frustrado su derecho, conserva su acción contra
el deudor para reclamar los daños y perjuicios sufridos.”
Cualquier acreedor pretensor de la cosa que no ha podido hacerse de ella puede reclamar todos los daños y perjuicios
derivados del incumplimiento, si se verifica los presupuestos de la obligación de indemnizar.
También podría serlo si, pese haber recuperado la cosa ha sufrido algún daño por esta razón. Se trata, de un acto ilícito
que, si reúne los restantes presupuestos de la acción resarcitoria, la habilita.

C) Entrega para restituirla a su dueño. Regla general.


Artículo 759: “en la obligación de dar para restituir, el deudor debe entregar la cosa al acreedor, quien por su parte
puede exigirla.
Si quien debe restituir se obligó a entregar la cosa a más de un acreedor, el deudor debe entregarla al dueño, previa
citación fehaciente a los otros que la hayan pretendido.”

La situación jurídica del acreedor y deudor, en estas obligaciones, es la inversa a la de las obligaciones de dar con el fin
de constituir derechos reales. Aquí el dueño es el acreedor. Por ejemplo en la locación, el locatario (deudor), una vez
vencido el plazo de la locación, debe restituir la cosa al locador (acreedor) que por lo común es el dueño.
La norma contempla así todos los casos en que por la razón que sea, una persona debe entregar (restituir) la cosa
dueño.
De acuerdo a la calidad que detente el deudor, se aplicarán las normas de la posesión o la tenencia, y en este último
caso las normas especiales que lo hicieran en razón de la causa que dio origen a la relación de poder. Resta señalar que
por aplicación del principio res perit et crescit domino, todas las vicisitudes materiales que experimente la cosa por
hechos extraños a las partes corren por cuenta del acreedor, quien será beneficiado o perjudicado, sin derecho alguno
entre las partes.

Efectos con relación a terceros.


Aquí se plantea la cuestión, cuando el deudor de una cosa ajena, aprovechando que la tiene, contrata con terceros
concediéndoles derechos reales o personales sobre esa misma cosa.
Entrega a quien no es propietario:
Artículo 760: “entrega de la cosa a que no es propietario. Bienes no registrables. Con relación a tercero, cuando la
obligación de dar cosas ciertas tiene por fin restituirlas a su dueño, si la cosa es un mueble no registrarle y el deudor
hace, a título oneroso, tradición de ella a otro por transferencia o constitución de prenda, el acreedor no tiene derecho
contra los poseedores de buena fe, sino solamente cuando la cosa robada o se ha perdido. En todos los casos los tiene
contra los poseedores de mala fe.”
En materia de cosas muebles no registrables, si el deudor la entrega efectivamente a un tercero de buena fe y a título
oneroso, el acreedor pierde todo derecho siempre y cuando la cosa no sea robada o perdida. De aquí se derivan las
siguientes consecuencias:
i. El tercero se ha convertido en el nuevo propietario de la cosa (ya que la posesión vale por encima del título). El
anterior dueño sólo tendrá acción de daños y perjuicios en contra del deudor que le hizo perder la cosa. Sin
embargo, si la adquisición del tercero fue a título gratuito, o si posesión es de mala fe, no podrá repeler la
reivindicación que intente el verdadero dueño.
ii. Concurrencia del dueño con otros acreedores por la misma cosa: si el deudor se ha obligado, con terceros, a
entregar la cosa, pero no ha hecho tradición de ella, conservando él la tenencia, se plantea el conflicto entre los
acreedores terceros y el dueño de la cosa que también es acreedor a la restitución. En este caso es preferido el
acreedor a quien pertenece el dominio de la cosa. A los terceros perjudicados por el deudor se les reconoce
acción para reclamar daños y perjuicios.
Entrega a quien no es propietario: Bienes registrables.
Artículo 761: Bienes registrables “si la cosa es inmueble o mueble registrable, el acreedor tiene acción real contra
terceros que sobre ella aparentemente adquirieron derechos reales, o que la tengan en su oposición por cualquier
contrato hecho con el deudor.”
Si el deudor ha entregado el inmueble a un tercero, es improbable que éste pueda ser calificado como poseedor, ya que
recibió la cosa de quien no tenía derecho de transferir la posesión; porque nadie puede transmitir a otro un derecho
mejor o más extenso de que el mismo tenia. Es por eso que el artículo se refiere a terceros que en apariencia hubiesen
adquirido derechos reales. Como no se transfiere la posesión, el dueño de la cosa tiene acción de reivindicación contra
cualquiera de los terceros que tuvieren la tenencia de la cosa.
Podrá el deudor, otorgar a favor de terceros derechos personales o de crédito, como por ej. Subalquilar el inmueble.
Este caso si el subinquilino es de buena fe, el plazo de la locación deberá ser respetado por el dueño de la cosa.
3-Obligaciones de dar cosas genéricas
Noción y división.
Son aquellas cuyo objeto está formado por una o varias cosas individualizadas sólo por su pertenencia a una
determinada especie o género, de donde deben ser tomadas para ser entregadas al acreedor. Cabe hacer la siguiente
aclaración.

 Sea que las cosas pertenezcan a una especie o a un género, siempre se estará ante una obligación de dar cosas
inciertas, ya que en una u otra hipótesis existe una relativa indeterminación del objeto. Por ejemplo un caballo
es especie del género “animal” pero a la vez es género de otras especies menores como los “caballos peruano”.
 También es irrelevante, que la especie o el género sea o no ilimitado. Una obligación no deja de ser de dar cosas
inciertas, sólo porque la cosa deba ser elegida entre un número limitado de individuos.
La doctrina subdivide estas obligaciones es dos clases: a) las de género las que tienen por objeto cosas fungibles; b) las
de cantidad que son las que tienen por objeto cosas no fungibles.
Artículo 762. Individualización. “La obligación de dar es de género si recae sobre cosas determinadas sólo por su
especie y cantidad. Las cosas debidas en una obligación de género deben ser individualizadas. La elección corresponde
al deudor, excepto que lo contrario resulte de la convención de las partes. La elección debe recaer sobre cosa de
calidad media, y puede ser hecha mediante manifestación de voluntad expresa o tácita.”
La individualización es un acto jurídico unilateral y recepticio, que puede ser retractado hasta tanto haya sido conocido
por la otra parte. Por regla la practica el deudor, pero puede pactarse que lo haga el acreedor o un tercero. La
manifestación de voluntad puede ser expresa o tácita.
Una vez determinada la cosa en su individualidad, rige lo dispuesto para las obligaciones de dar cosas ciertas. La demora
en la elección se rige por los principios generales, y en caso de que esté a cargo del acreedor, debe emplazárselo. Si se
niega a hacer la elección, el deudor puede practicarla, previa autorización judicial.
A) Obligaciones de dar cosas inciertas no fungibles
Estas obligaciones se distinguen porque en ellas, la cosa que constituye su objeto pertenece, justo con otras similares, a
una misma especie o género, pero dentro de esa especie o género, cada individuo presenta características propias que
lo diferencian de los otros individuos, razón por la cual no son intercambiables entre sí. Los individuos son similares
pero no iguales. Por ej. Dentro de la especie “caballo” no es lo mismo un caballo peruano, que un caballo lusitano.
Necesidad de elección de la cosa. Régimen
El código emplea el vocablo individualizar, como sinónimo de elección, contar, pesar o medir. Es un acto jurídico en el
cual el otorgante realiza la individualización de la especie, concretando cuál es la cosa que deberá entregarse en
cumplimiento de la obligación de dar.
Es un acto unilateral, motivo por el cual no es necesario para su formación el concurso de la voluntad de la otra parte,
o de ambas, pero no necesariamente debe llegar a conocimiento de los interesados.
El acto es no formal, y se prevé que la manifestación de voluntad sea expresa,(oralmente, por escrito, mediante signos
inequívocos por la ejecución de un hecho material) o tácita, esto es cuando de un acto se puede inferir, con certidumbre
la voluntad de su otorgante.
a) Quien debe realizar la elección?
- En primer lugar, le corresponde al deudor, en razón del principio favor debitoris, el cual, justifica la facultad del
deudor a practicar el acto de individualización, sin perjuicio de que las partes pacten lo contrario.
- Las partes, por estipulación expresa, pueden pactar lo contrario. Es decir que la elección la haga el acreedor, ambas
partes o en conjunto con un tercero. Se trata de una excepción, a la primera regla, debe estar si o si en el contrato y
es de interpretación estricta.
b) Criterio de selección.
Rige el denominado "principio de la calidad media". Esto es, no puede escogerse ni la cosa de peor calidad, ni pretender
la mejor de todas. La solución se funda en la buena fe.
Determinar cuándo una cosa es de “calidad media” es una cuestión de hecho a dilucidar de acuerdo con las
circunstancias del caso. Está claro que, en uso de libre voluntad, las partes pueden disponer lo contrario, es decir, el
deudor puede aceptar entregar una cosa de la mejor calidad elegida por el acreedor; o éste aceptar una cosa de regular
calidad elegida por el deudor.
Aun cuando la cosa sea de un género limitado (comprenda un número ilimitado de individuos) el deudor, no está
autorizado a elegir la cosa de peor calidad sino que la elección siempre debe orientarse a la calidad promedio.
Cuando se entiende realizada la elección.
La tesis mayoritariamente aceptada, sostiene que, la elección debe entenderse realizada, cuando quien debe hacerla
comunica su decisión a la otra parte. Como se dijo, la elección se trata de una declaración unilateral y recepticia, que se
caracteriza por estar destinada a ser conocida por su destinatario, pero para que produzca efectos es suficiente que sea
receptada por él. Se entiende que es receptada (recibida) cuando ingresa en el ámbito de su dominio, ya que en ese
momento el destinatario está en condiciones de tomar conocimiento de la elección.
Efectos
Para enunciar los efectos que generan estas obligaciones, es necesario distinguir según se produzcan antes o después de
la elección.
a) Con anterioridad a la elección
Artículo 763. “Periodo anterior a la individualización. “Antes de la individualización de la cosa debida, el caso fortuito
no libera al deudor. Después de hecha la elección, se aplican las reglas o la obligación de dar cosas ciertas”
Se tiene que tener en cuenta que el género como la cantidad, nunca perecen. A partir de ello se entiende que, antes
de la individualización de la cosa, el deudor no podrá eximirse del cumplimiento de la obligación por pérdida o deterioro
de la cosa, por fuerza mayor o caso fortuito.
Si bien la regla general es que si la cosa debida se pierde por caso fortuito, el deudor queda desobligado, esto no
ocurre en este caso, ya que es imposible que el caso fortuito destruya íntegramente el género, porque este nunca
perece. Por lo tanto, aun cuando el caso f. destruya una parte del género, subsiste una parte de él y en consecuencia la
obligación debe cumplirse.
Pero si se trata de cosas que pertenecen a un género limitado y el caso f las destruye en su totalidad, entonces, si, la
obligación se extingue por imposibilidad de pago.

b) Después de la elección
Luego de la individualización, cesa el régimen temporario de las obligaciones de género, para entrar en vigencia el
de las obligaciones de dar cosas ciertas, según cuál sea su finalidad (constituir derechos o restituir cosas al dueño)
Sin embargo, podrían presentarse situaciones en las que pese a que materialmente las cosas existan, tenerlas resulte
sumamente dificultoso, oneroso o incluso de imposible concreción. Por ejemplo una epidemia que produce la muerte de
un sin número de animales en un vasto territorio, lo que trae aparejado para el deudor la necesidad de procurárselos
efectuando gestiones y erogaciones que razonablemente no deberían quedar comprendidas en el marco de sus
deberes. En tal caso puede aplicarse la precisión o adecuación del contrato.
También puede suceder que pese a que el género nunca perece, se torna virtualmente imposible para el deudor
tener la cosa debida. Por ejemplo, si por disposición de la autoridad se prohíbe su importación, y el elemento no se
producen en el país.
Obligaciones de dar cantidades de cosas
Es la obligación de dar cosas que consten de número, peso o medida. El objeto consiste en cosas fungibles, es decir
aquellas en que todo individuo de la misma especie equivale a otro individuo de la misma especie, y que
pueden sustituirse las unas por las otras de la misma calidad y en igual cantidad. Son cosas intercambiables entre sí, por
lo que es indiferente recibir esta cosa o aquella otra. Y para ser individualizadas, deben contarse, pesarse o medirse,
razón por la cual se las llama de “cantidad”
Individualización de la cantidad
Como se trata de cosas fungibles, no es un problema la elección de la cosa, cualquier individuo equivale a otro de la
misma especie. Si es necesario individualizarlas, lo que tiene lugar cuando el acreedor las mide, cuenta o pesa. Esta
individualización, en primer lugar, le corresponde al acreedor. Por acuerdo de partes, el deudor podrá realizar dichas
operaciones.
Se sostiene que la individualización es un acto bilateral, porque a la parte que no le corresponde, pesar, medir, contar,
tendrá el derecho de controlar, y desaprobar lo que haga la otra parte.
Efectos y régimen de los riesgos
Para determinar los efectos y el régimen, es necesario distinguir según se produzcan antes o después de la
individualización.
a) Antes de la individualización.
El deudor queda equiparado al deudor de cosas genéricas, y por ende no podrá eximirse del cumplimiento de la
obligación por pérdida o deterioro de la cosa, por fuerza mayor o por caso fortuito. Y ello porque aquí también se aplica
el principio el “género y la cantidad nunca perecen”.
b) Después de la individualización
Se entiende que después de la individualización, la obligación queda convertida, en una de dar cosas ciertas; y que el
deudor cumplirá la obligación entregando en lugar y en tiempo la cantidad correspondiente al objeto de la obligación,
de la misma especie y calidad.
En cuanto al régimen de riesgos, después de la individualización y antes de la entrega ¿Quién debe soportar los riegos
sobre la cosa? como la obligación, una vez realizada la individualización, se convirtió en una de dar cosas ciertas, el
régimen de riesgos es el mismo que rige estas obligaciones:
Obligación de entregar con el fin de constituir o trasferir derechos reales
 Si la parte ya individualizada se pierde o deteriora por culpa del deudor en su:
Totalidad: El acreedor puede disolver la obligación más la indemnización de perjuicios e intereses, o bien exigir otra
igual cantidad de la misma especie y calidad más la indemnización.
En parte. El acreedor puede exigir la parte restante y no deteriorada y la parte que corresponde a la que se deterioró o
perdió, más la indemnización. O disolver la obligación más la indemnización de perjuicios e intereses.
 Si la parte ya individualizada se pierde o deteriora sin culpa del deudor en su:
Totalidad: el contrato queda disuelto
En parte: el acreedor podrá exigir la entrega de la cantidad restante y no deteriorada, con la disminución del precio, si
estuviese fijado; o bien disolver la obligación.
Obligación de entregar con el fin de restituir cantidades recibidas
 Si la parte ya individualizada se pierde o deteriora por culpa del deudor en su:
Totalidad: el acreedor puede exigir otra igual cantidad de la misma especie y calidad más la indemnización, o bien el
valor (de la cosa) más la indemnización.
En parte: el acreedor puede: 1)exigir la entrega de la cantidad restante no deteriorada, y la parte que le corresponde a la
que se deterioró o perdió, más la indemnización; 2)exigir la entrega de la cantidad no deteriorada y el valor de la que
falta o estuviese deteriorada, más la indemnización; 3) disolver la obligación más la indemnización.
 Si se pierde solo en parte sin culpa del deudor: el acreedor sólo podrá exigir la entrega de la cantidad restante.
 Si se deteriora solo en parte sin culpa del deudor: el acreedor recibirá la parte no deteriorada con la deteriorada
en el estado en que se halle.
4-Obligaciones de hacer y de no hacer

La obligación “de hacer”. Definición legal (artículos 773 código nuevo).


Artículo 773. “Concepto. La obligación de hacer es aquella cuyo objeto consiste en la prestación de un servicio o la
realización de un hecho, en el tiempo, lugar y modo acordado por las partes.”
Toda obligación supone la realización de una conducta por parte del deudor. Este comportamiento puede
consistir en una acción ya sea dar o hacer o en una omisión que sería no hacer.
Si bien existen aristas difusas, la diferenciación entre dar y hacer tiene bases ontológicas. Ambas son conductas
positivas, es decir, acciones. En la obligación de dar la mirada y el interés están puestos fundamentalmente sobre la
entrega de la cosa. En las de hacer la cuestión reposa esencialmente en una actividad del hombre que puede o no
producir una cosa.
Las obligaciones de hacer pueden surgir tanto de la voluntad de las partes como de la ley. Por lo general, se
celebran contratos de los cuales emergen múltiples obligaciones de hacer (impuestas por las normas que los rigen),
aunque también, sin la existencia de un contrato previo, el ordenamiento puede imponerlas. El caso más evidente es el
de la reparación de daños en especie. Por ello se justifica la necesidad de establecer una parte general de estas
obligaciones, sin perjuicio de lo que se dispone en los contratos.
Las circunstancias de modo, tiempo y lugar de cumplimiento no se rigen sólo por lo que las partes hayan
dispuesto, sino también por lo que establezcan las normas imperativas (en los casos en los que la autonomía de la
voluntad se encuentra vedada) y las supletorias (a falta de previsión convencional). También, en su caso, por lo que es
juez determine en los casos sometidos a su decisión.
Prestación de un servicio: ¿en qué puede consistir el servicio?
Artículo 774. “Prestación del servicio. La prestación del servicio puede consistir:
a. En realizar cierta actividad, con la diligencia apropiada, independientemente de su éxito. Las cláusulas que
comprometen a los buenos oficios, o a aplicar los mejores esfuerzos están comprendidas en este inciso;
b. en procurar al acreedor cierto resultado concreto, con independencia de su eficaz;
c. en procurar al acreedor el resultado eficaz prometido. La cláusula llave en mano o producto en mano está
comprendida en este inciso.
“Si el resultado de la actividad del deudor consiste en una cosa, para su entrega se aplican las reglas de las
obligaciones de dar cosas ciertas para constituir derechos reales.”
Se distinguen claramente dos modalidades de la prestación de hacer: la prestación de un servicio y la ejecución de un
hecho. En el plano contractual, ello se refleja en dos tipos diferenciados: el contrato de servicios y el contrato de obra.
Los conceptos se trasladan a esta parte general de las obligaciones de hacer.
El servicio es una actividad intangible que no incluye un producto, por lo general, pero cuando ello acontece, el producto
es meramente accesorio. Desde el punto de vista del receptor se agota con el consumo inicial y desaparece. En cambio
la obra es resultado reproducible de la actividad y susceptible de entrega, en donde se combinan actividad y su
producido. Aquí la actividad por sí sola no sirve, ya que su producido es tan importante como la actividad. Además,
existe el elemento objetivo: el servicio se agota en sí mismo, y sólo puede ser brindado por el deudor. La obra queda en
manos del acreedor, que puede reproducirla, emplearla, utilizarla.
Por ejemplo en un casamiento, el vestido de la novia, que se encarga a un diseñador, es una obra. El grupo de música
contratado para animar la fiesta prestan un servicio, y sin entregar cosa alguna al acreedor.
Si de la actividad del deudor se produce una cosa, las cuestiones atinentes a su entrega y régimen jurídico se rigen por
las reglas de las obligaciones de dar, con el fin de constituir derechos reales.
Obligaciones de medios y resultados. Caracterización y responsabilidad.
Obligación de resultado: es aquella en la cual el deudor asume el deber de realizar una prestación específica,
encaminada al logro de un resultado concreto, de suerte que el interés del acreedor queda satisfecho con la obtención
del resultado. Ej la locación de una obra en la cual el locador se obliga a cumplir una obligación.
Obligación de medios: es aquella en la cual el deudor sólo promete el empleo diligente de medios aptos para
que normalmente se produzca el resultado querido por el acreedor, pero no se asegura la obtención del resultado. La
norma diferencia tres niveles distintos de los alcances del deber prestación del deudor. Ej la obligación del médico de
atender a un paciente.
Responsabilidad
Subjetiva: se juzga si ha actuado con negligencia o no.
Objetiva: no se tiene en cuenta si el sujeto actuó con negligencia o no, sino si cumplió con el resultado.
En el artículo 1723 del código se establece que cuando de las circunstancias de la obligación, o de lo convenido
por las partes, surge que el deudor debe obtener un resultado determinado, su responsabilidad es objetiva.
Lo dicho significa que en el caso del inciso a, la responsabilidad es subjetiva (obligación de medios), y
únicamente es aplicable a los servicios, ya que en las obras se persigue el logro de un resultado determinado.
En el caso del inciso B, el factor de atribución es objetivo (obligación de resultados) y se aplica sólo a los
servicios. Es que en el artículo 1252 del código se dispone que “si hay dudas sobre la calificación del contrato, se
entiende que hay contrato de servicios cuando la obligación de hacer consiste realizar cierta actividad independiente de
su eficacia. Se considera que el contrato es de obra cuando se promete un resultado eficaz, reproducible o susceptibles
entre”.
El inciso c, por tratarse de un resultado eficaz, es aplicable a las obras y su factor de atribución es objetivo
(obligación de resultado).
Las consecuencias en cada caso son claras: para determinar si hubo o no incumplimiento imputable, la prueba
de la diligencia no liberara al deudor en las obligaciones de resultado.
En los casos en que es de la actividad del deudor se produzca una cosa, las cuestiones en cuanto su entrega y
régimen jurídico servicio por las reglas de las obligaciones de dar, con el fin de constituir derechos reales.
Consecuencias.
En cuanto la carga de la prueba se sostiene lo siguiente: al acreedor le toca probar que su interés no ha sido satisfecho,
es decir, que el objeto de su crédito se ha frustrado. Si el deudor quiere eximirse de responsabilidad, le corresponde
probar que cumplió con la prestación, y que la frustración del acreedor se debe a causas ajenas a la prestación misma; o
bien que incumplió, pero por causas no imputables a él.
Realización de un hecho.
Artículo 775. “El obligado a realizar un hecho debe cumplirlo en tiempo y modo, acordes con la intención de las partes
o con la índole de la obligación. Si lo hace de otra manera, la prestación se tiene por incumplida, y el acreedor puede
exigir la destrucción de lo mal hecho, siempre que tal exigencia no sea abusiva.”
Cuando el deudor no cumple la obligación de acuerdo al plan de conducta establecido en la prestación, ingresa en la
situación de incumplimiento, que puede o no serle atribuida. De allí que se deberá evaluar las circunstancias del caso y
el “tenor” del incumplimiento. Podrá existir mora o incumplimiento definitivo.
Si el cumplimiento ha sido parcial, y el acreedor aún tiene interés en la prestación podrá exigir que se complete.
Podrá activar todos los mecanismos de la ejecución forzada y solicitar los daños y perjuicios que la situación le haya
ocasionado. Si la fuente de la obligación es un contrato, y si se verifican los restantes recaudos legales, podrá resolver el
contrato. A diferencia de las obligaciones de dar— el fruto de la actividad del deudor no sólo puede ser rechazado por el
acreedor, sino que también puede solicitar su destrucción. Sin embargo, "no cualquier incumplimiento autoriza al
deudor a rechazar el pago y, menos todavía, a destruir lo hecho; debe tratarse de un incumplimiento importante, grave,
que perjudique seriamente el interés del acreedor". La cuestión depende de las circunstancias concretas que la situación
presente, ya que en algunos casos bastará al acreedor con rechazar la entrega. Pero en otras circunstancias puede exigir
su destrucción, siempre y cuando no incurra en abuso del derecho. En caso de negativa deberá solicitarlo al juez, pues
no puede proceder de propia autoridad
Caracterización
Tradicionalmente la doctrina ha denominado prestaciones de hacer fungibles a aquellas en las que "el interés del
acreedor se satisface con la realización de la actividad debida, con total independencia de quién sea el sujeto que las
realiza". El interés del acreedor está orientado a la actividad en sí misma, quedando en un plano secundario quién la
ejecuta (por ejemplo, desmalezar un terreno).
Por el contrario, la infungible es tal cuando el interés del acreedor sólo se satisface si es el propio deudor quien la
práctica, debido a que se lo contrató por sus condiciones personales.

5-Ejecución forzada
Artículo 777. “ejecución forzada. El incumplimiento imputable de la prestación le da derecho al acreedor a:
a. Exigir el cumplimiento específico;
b. hacerlo cumplir por terceros a costa del deudor;
c. reclamar los daños y perjuicios.”
Hay ejecución forzada cuando el acreedor, frente a una situación de inejecución, hace uso del poder jurídico,
que la ley le reconoce en cuanto tal, y mediante el empleo de medios legales, obtiene el específico bien que le es
debido.
La norma permite al acreedor optar, por dos especies: el cumplimiento específico (ejecución directa) y el
cumplimiento por terceros (ejecución por otro), además puede reclamar el pago de los daños que ello le ocasiona.
La ejecución procederá siempre que sea posible obtener del deudor el comportamiento debido, sin ejercer
violencia sobre su persona. Si no es posible obtener el cumplimiento en especie, no procede. El acreedor tendrá, en tal
caso, el derecho a ser indemnizado por el incumplimiento, además de otros derechos que se le confiere como la
excepción de incumplimiento o la resolución del contrato.
Ejecución directa:
En este caso, es el deudor quien será compelido, por las "vías legales" para ejecutar la prestación en forma personal.
De todas maneras, el poder de agresión (jurídico) del acreedor encuentra un límite bien definido: como la persona
humana es inviolable y tiene derecho al reconocimiento y respeto a su dignidad, no puede ejercerse violencia física ni
moral sobre la persona del deudor, pues ello expondría su integridad psicofísica.

Ejecución por terceros.


El acreedor no puede quedar atado a la voluntad del deudor, cuando el incumplimiento es imputable a este último. Por
tales razones, puede a su elección obtener la satisfacción de su interés mediante el cumplimiento por un tercero lo que
deberá ser soportado económicamente por el deudor incumpliente
a) ¿Cuándo procede?
Cuando se trata de una obligación de hacer fungible. Es decir cuando el hecho puede ser realizado por otra persona
distinta del deudor, con igual utilidad para el acreedor. Nada se opone a que el deudor sea subrogado, salvo que con ello
se agrave la situación del deudor.
No procederá la ejecución por otro cuando se ha contratado al deudor por su arte, industria o cualidades personales. Es
decir cuando el deudor es insustituible. Se trata de las obligaciones instituo personae. Aquí cabe la indemnización de
daños y perjuicios.
b) La autorización o venia judicial
Para que el acreedor pueda hacer ejecutar el hecho por otro, tiene que pedir autorización judicial. Sin embargo, ésta
será exigible en aquellos casos en que sea necesaria la actuación del juez, para resguardar el derecho de defensa del
obligado, o se precise de una declaración judicial sobre los derechos de las partes. Si la ejecución por otro no vulnera el
derecho de defensa del deudor ni la garantía del debido proceso, nada impide que el acreedor proceda directamente,
sin requerir venia judicial.
En la mayoría de los casos el acreedor suele hacer ejecutar la obra por terceros sin pedir autorización, y luego a l
demandar al deudor por daños y perjuicios, incluye entre los rubros de la indemnización el costo de lo pagado a un
tercero.
Esta facultad debe efectuarse en el marco del ejercicio regular de los derechos. En principio debe ser autorizado por el
juez para concretarlo. Sin embargo si las circunstancias del caso motivaran que no puedan existir dilaciones os y ante el
incumplimiento el acreedor lo haga ser por un tercero con conocimientos deudor, la autorización judicial no será
necesario y el deudor deberá cargar con las consecuencias dispuestas en honor.
El cumplimiento defectuoso y su sanción.
El “hacer” de que se trate debe ser ejecutado tal como las partes quisieron, en tiempo y lugar y forma. Si se hace de otra
manera, el acreedor podrá rechazar lo hecho o destruirlo, esta es la sanción. Se debe hacer las siguientes
consideraciones:
 No cualquier incumplimiento autoriza al deudor a rechazar el pago y, menos todavía, a destruir lo hecho; debe
tratarse de un incumplimiento importante, grave, que perjudique seriamente el interés del acreedor.
 Si el incumplimiento no es grave, no cabe el rechazo ni la destrucción. El acreedor tendrá derecho a una
indemnización por los daños que causo el cumplimiento defectuoso. Si el incumplimiento es grave, el acreedor
tendrá derecho a la realización de lo mal hecho, por el propio deudor o un tercero.
 Si la diferencia entre lo realizado y lo que se debía realizar esta hecho de un modo distinto de lo previsto, pero
conocido o consentido por el acreedor, no habrá lugar a reclamos y lo hecho tendrá el efecto cancelatorio del pago.
Imposibilidad de incumplimiento
Si el hecho resulta imposible sin culpa del deudor, el contrato queda extinguido para ambas partes y el deudor debe
devolver al acreedor, lo que por razón de ella, hubiese recibido.
Si la imposibilidad fuere por culpa del deudor, éste estará obligado a satisfacer al acreedor los perjuicios e intereses.
Obligación de no hacer.
Artículo 778. Obligación de no hacer. “Es aquella que tiene por objeto una abstención del deudor o tolerar una
actividad ajena. Su incumplimiento imputable permite reclamar la destrucción física de lo hecho, y los daños y
perjuicios.”
En la obligación de no hacer, tomando exclusivamente en cuenta la prestación, el deudor está comprometido a una
abstención, es decir, a no realizar un determinado comportamiento. El objeto del crédito está dado por la utilidad
que esa abstención reportará al acreedor. Se manifiesta de dos maneras: en la privación en el ejercicio de una
conducta positiva, sea de hacer o de dar, o en soportar una actividad ejecutada por el acreedor.
Pueden tener fuente convencional o legal. Las normas de las obligaciones de hacer son aplicables a las de no hacer,
en forma supletoria y adaptadas a la situación que se presenta.
El no hacer es un resultado. Por ende, el factor de atribución es objetivo. Rigen en su totalidad, las normas
particulares de las obligaciones de hacer, y la generales que disponen sobre el cumplimiento y el incumplimiento
obligacional y sus efectos.
Reglas aplicables:
Ejecución forzada o por otro
Cuando el incumplimiento es imputable al deudor, se puede promover la ejecución forzada, en cuanto ello sea
materialmente posible, y el acreedor aún tenga interés en la inactividad del deudor. Los límites de la ejecución forzada
son los mismos que en las obligaciones de hacer, por ej si un comerciante se obligó a no competir con otro, pero abre un
negocio en el sector de influencia de su acreedor, éste puede pedir al juez la clausura del local con auxilio de la fuerza
pública.
Imposibilidad de cumplimiento.
La destrucción de lo hecho si fuere posible, se rige también por los mismos parámetros que los de la obligación de
hacer, no debiendo ser abusiva o disfuncional.
Por último, en todos los casos en que el incumplimiento sea imputable, puede el acreedor solicitar los daños y perjuicios
ocasionados. Si la imposibilidad resulta sin culpa del deudor se disuelve la obligación para ambas partes.

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