Vous êtes sur la page 1sur 4

EL NIVEL Y LA CRÍTICA.

Sobre la V Semana de la Dramaturgia Nuevo León


• Más un par de opiniones de Juha Jokela

En marzo de 2010 la ciudad de Monterrey fungió como anfitriona de la VIII edición


de la Semana Internacional de la Dramaturgia Contemporánea (SIDC), que ese año
dejaba su sede en la Ciudad de México para itinerar por los estados; la edición IX
continuó en el nuestro. La SIDC había surgido en 2002 por iniciativa del director de
teatro Boris Schoemann y con el respaldo del dramaturgo Luis Mario Moncada,
entonces titular del Centro Cultural Helénico; la intención era generar, a partir de las
nuevas dramaturgias, un espacio para el diálogo entre creadores teatrales. El
evento tuvo tal repercusión (sobre todo entre la juventud), que para 2003 los
también autores Édgar Chías y Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio replicarían
el modelo: así nació en la ciudad de Querétaro lo que hoy conocemos como Festival
de la Joven Dramaturgia (FJD), y el cual mantiene la sana dinámica de las Mesas
de reflexión heredadas del modelo original.
El carácter de las Mesas de uno y otro evento difería, pero en ambos casos
resultaba asertivo. Las dos SIDC orquestadas en Monterrey bajo la prolija curaduría
de Shoemann permitían poca oportunidad a la crítica durante las Mesas,
alcanzando más bien el sino de un estándar difícil de superar, pero aún más de
ignorar: una norma de calidad garantizada por el exigente gusto que el director
extranjero se imponía a la hora de elegir los textos, y sus atinadas decisiones a la
de concederles dirección —la crítica era el nivel. En cambio, y con un semblante
eminentemente formativo acorde a la edad de sus participantes, las Mesas de la
FJD eran una amplia oportunidad de crítica enérgica y vital: la que se espera de los
jóvenes que quieren (y deben querer) cambiar su mundo —el nivel era la crítica.
En un caso, se trataba del nivel: del respeto al teatro como arte, y en otro
(suponiendo por mientras que puedan separarse) de la crítica… Más precisamente
de la autocrítica: el respeto de los dramaturgos por venir para con su oficio, el de
siempre: aquel ante la misma tradición del teatro como arte —donde queda patente
que ambos eventos son, esencialmente, uno. Reunión que manifiesta una honrada
(honrante) herencia.
Definitivamente la idea de Schoemann de “dar a conocer los lenguajes y
formas dramatúrgicas contemporáneas, con la intención de llegar a los jóvenes e
interesarlos en textos modernos y diversificados” (La Jornada, 2002) rindió, y sigue
haciéndolo: en la medida en que su iniciativa continúa multiplicándose. Así, desde
2012, procurando fidelidad formal a su origen, se organiza aquí nuestra propia
Semana de la Dramaturgia Nuevo León (SDNL).
La edición V de la SDNL fue celebrada del 4 al 9 de octubre de este 2016 y
presentó un programa formado por dos obras extranjeras (de Finlandia y Argentina,
respectivamente); dos obras de dramaturgos nacionales con experiencia, Hugo
Wirth y Luis Santillán; y siete obras de dramaturgos jóvenes procedentes de Ciudad
de México, Coahuila, Guanajuato, Jalisco, Sonora y Nuevo León. Las lecturas
dramatizadas de sus textos corrieron a cargo de algunos directores del estado (entre
los que me cuento); los más de ellos también jóvenes, como la mayoría de los
dramaturgos escogidos.
Visto el preponderante cariz joven de la selección, consintiendo en un evento
propedéutico, apenas quizá podamos pasar por descontada la exigencia del nivel;
pero tampoco hubo crítica. Acaso, porque el nivel no podía establecerse,
estabilizarse —la crítica depende del nivel. Había una brecha ominosa, más allá de
la que literalmente supone la ausencia de Shoemann: la existente entre unos
dramaturgos y los otros, inapropiada para el debate. (Al respecto, resulta irónica y
sintomática —pero, más allá de eso, melancólicamente verdadera— la respuesta
de Hugo Wirth, al ser preguntado entre sus colegas de Mesa por aquello que los
identificase como generación. “No pertenezco a esta generación”, concluyó, y esa
fue alguna de las pocas respuestas que el dramaturgo pudo dar, de las pocas
oportunidades de intervención que tuvo en medio de una Mesa ocupada en
destrabar bagatelas.)
La crítica especializada, aquella que hace crecer al artista en formación (el
predominante en en esta SDNL), no se afincó. Y aunque las intervenciones del
dramaturgo Jaime Chabaud arrojaban cierta luz sobre las problemáticas, su genuino
intento por reflexionar sobre la creación y sobre las complejas tensiones que se
ejercen en el medio teatral profesional no fue secundado, pues el ánimo del evento
tendía a la contemplación más que a la crítica, a una pasividad renuente a despertar.
Si bien no me compete (en tanto parte) juzgar la calidad de las lecturas, la discusión
en las Mesas sobre la creación dramatúrgica resultó predominantemente inocua —
y, David Olguín dixit: “El teatro puede ser muchas cosas, pero jamás inofensivo”.
La SDNL no debe desaprovecharse; los espacios para el teatro siempre
faltan, si consideramos que gran parte de la trascendencia de sus artistas está
sujeta al aquí y ahora: al acontecimiento y duración de la escena. A su favor, puedo
mencionar que en el evento continúan dándose operaciones valiosas que rescatan
su principal cometido: la lectura de sí y del otro, el diálogo donde el intercambio
resulta trascendente —en el plano artístico. Al caso, tras presenciar la lectura que
en esta SDNL se hizo de su obra “Sarah Josepha”, el dramaturgo Luis Santillán se
hallaba emocionado y con deseos de volver a trabajar en su texto. Quería incorporar
en la obra los hallazgos que la joven directora Isabel del Bosque, a través de sus
actrices, le había hecho descubrir. El texto crecerá; los artistas a las que ha
convocado, también lo han hecho. Esta es la comunidad a la que la SDNL aspira, y
es en esos encuentros donde hay que buscarla.

****
Al cabo del evento, Liza Michelle (también colaboradora de Levadura) y quien esto
escribe hallamos oportunidad de documentar un par de preguntas con el dramaturgo
finlandés Juha Jokela. En breve, quisimos conocer su opinión sobre el posdrama –
tema recurrente en las Mesas– y extraer su impresión de la dramaturgia mexicana
en esta sucinta ocasión. La traducción es de Liza Michelle.

MJ: La reciente difusión en Latinoamérica del libro Teatro Posdramático, de Hans


Thies Lehmann, ha dado lugar a numerosas interpretaciones sobre el futuro de la
dramaturgia. Se habla de la descentralización del texto y, en algunos casos, de su
desaparición. De acuerdo con este panorama, ¿hacia dónde crees que se dirige la
escritura teatral?

JJ: En Finlandia está la Theatre Academy of the University of the Arts Helsinki, que
es el corazón de la educación teatral; ahí siempre ha existido una gran apertura
hacia las estructuras posdramáticas, incluso hay quienes repudian la dramaturgia
aristotélica. A mí me pasó que al terminar la escuela, buscando mi propia manera
de hacer las cosas, se me vino encima una vorágine de reflexiones sobre el teatro…
Entonces comencé a pensar en que, así como casi todas las películas que veía
poseían una estructura tradicional, la mayoría de las obras que me gustaban eran
clásicas. Empecé a reflexionar sobre lo que realmente quería para mí y me dije:
“Creo que lo que quiero hacer es escribir a la manera de la tradición”. —Pero luego
advertí que siempre hay algún elemento posdramático en mis obras. Por ejemplo:
escribía una obra sobre la familia, y cerca de finalizarla me doy cuenta de que no
podía resolverla a través de la forma dramática tradicional, porque darle un final
cerrado a la historia representaría hacer una declaración moralizante; así que opté
por un final fuera de la historia –y ese es un elemento posdramático.
En Finlandia se escribe tanto de manera tradicional como experimental,
especialmente en Helsinki. Aunque si lo que quieres es tener éxito, se torna mucho
más difícil con lo posdramático. Aún así, hace un par de años en Helsinki una obra
puramente posdramática tuvo muy buenas críticas y teatro lleno: Kaspar Hauser, en
la versión de Q Teatteri. Esto provocó el orgullo de la generación; no la mía, sino
una 10 años más joven. Sin embargo, una de las críticas apuntaba hacia la falta de
profundidad de la puesta, pero yo pienso que no era del todo así. Es difícil descifrar
la estructura posdramática porque efectivamente puede no haber profundidad en la
historia, pero esto responde a que la sustancia se encuentra en la superficie y en la
forma; no existe como tal un corazón de la obra porque todo lo importante está en
la superficie. Creo que la idea de la desaparición del texto o de la estructura
aristotélica es cíclica; pienso que en 10 años la premisa será: “Bueno, ahora
queremos escuchar historias y ver diálogos en escena”.
MJ: Tras esta semana en Monterrey, ¿qué impresión te llevas de nuestro teatro?

JJ: Me parece pertinente decir que no tengo autoridad para debatir sobre el teatro
mexicano. Puedo decirte que me sorprendió no sentirlo tan diferente del teatro
finlandés, sueco, o báltico. Bueno, de alguna manera, el teatro me hace sentir en
casa. También me sorprendió ver a tantos actores tan diferentes todos los días,
algunos muy buenos. Creo que la interpretación de las lecturas en general estuvo a
un nivel bastante decente, sin dejar de considerar que las lecturas dramatizadas no
dicen mucho acerca de cómo es realmente el teatro aquí, pues las lecturas son más
o menos iguales en todas partes. Sobre las temáticas de las obras, veo que en
algunas se habla sobre violencia, desapariciones, etcétera, y me parece lógico por
el contexto. Lo único que creo que hace falta en la mayoría de ellas –y aquí dejaré
ver mi lado más tradicional– es una estructura puntual. Pudo haberse profundizado
más. Había obras con temáticas poco estructuradas, que habrían llegado a ser
interesantes si se hubiera profundizado en ellas o propuesto alguna relación
sustanciosa con la escena. Y aunque sería deseable hablar más extensamente
sobre la dramaturgia, y profundizar, por ejemplo, en la relación de ésta con el
público, como sólo vi una pequeña muestra (y debe haber muchos escritores
mexicanos que no estuvieron aquí), realmente no puedo decir más: sólo esta
impresión superficial.

Vous aimerez peut-être aussi