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El término pasivo ambiental tiene orígenes empresariales y se entiende por la suma de los daños
no compensados producidos por una empresa al medio ambiente a lo largo de su historia, en
su actividad normal o en caso de accidente, en otras palabras, se trata de las deudas de una
empresa hacia la comunidad donde opera (Russi & Martínez, 2002). La evaluación de pasivos
ambientales se enfrenta a problemas de inconmensurabilidad, ya que no se puede detallar el
costo monetario de los daños generados por la actividad humana, adicionalmente, las
consecuencias y daños ambientales a largo plazo no son fácilmente cuantificables debido a la
interacción con los ecosistemas y la humanidad (ODG, 2002).
En América Latina se está definiendo una discusión sobre los pasivos ambientales de empresas
mineras, químicas, petroleras y de otros sectores, a partir de casos concretos (Russi & Martínez,
2002). Por ejemplo, el impacto producido en la selva ecuatoriana por la explotación petrolera
a cargo de Texaco, la contaminación minera generada por Southern Peru Corporation y los
casos de esterilidad en trabajadores de la empresa peruana Dow Chemical generados por la
aplicación de un nematicida (Sánchez, 2016). Sin embargo, se debe tomar en cuenta que los
pasivos ambientales no son producidos únicamente por empresas extranjeras, por ejemplo, la
destrucción de manglares provocada por camaroneras en Ecuador es producida por empresarios
locales, en beneficio de consumidores extranjeros (Russi & Martínez, 2002).
En 2015, el Ministerio del Ambiente del Ecuador desarrolló el primer Catastro Nacional de
Pasivos Ambientales en donde se recopiló la localización geográfica de daños ambientales y
sociales no atendidos o mal atendidos derivados por actividades económicas. Los resultados de
la primera etapa de este proyecto se detallan en la Tabla 1 y permitirán determinar las
condiciones biofísicas, dimensionar la magnitud de las afectaciones, establecer el responsable
del daño y gestionar los Planes de Reparación Integral (MAE, 2016).
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Referencias