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Antecedentes

Se denomina energía eléctrica a la forma de energía que resulta de la existencia de una


diferencia potencial entre dos puntos, lo que permite establecer una corriente eléctrica
entre ambos cuando se los pone en contacto por medio de un conductor eléctrico. La
energía eléctrica puede transformarse en muchas otras formas de energía, tales como la
energía lumínica o luz, la energía mecánica y la energía térmica.
Actualmente la energía eléctrica se puede obtener de distintos medios, que se dividen
principalmente en:

 Renovables:
1. Centrales termoeléctricas solares
2. Centrales solares fotovoltaicas
3. Centrales eólicas
4. Centrales hidroeléctricas
5. Centrales geo-termoeléctricas
 No renovables:
1. Centrales nucleares
2. Combustibles fósiles:
Centrales de ciclo combinado (quemadores de gas natural)
Centrales de turbo-gas

La energía eléctrica en México


La generación de la energía eléctrica se inició ene México a finales del siglo XIX. La primera
planta generadora que se instaló en el país estuvo en León, Guanajuato, y era utilizada por
la fábrica textil “la americana”. Casi inmediatamente se extendió esta forma de generar
electricidad dentro de la producción minera y, marginalmente, para la iluminación
residencial y pública.
Durante el régimen de Porfirio Díaz se otorgó al sector eléctrico el carácter de servicio
público, colocándose las primeras 40 lamparas de arco en la plaza de la Constitución, cien
más en la alameda central y comenzó la iluminación de la entonces calle Roma y de algunas
otras vías de la Ciudad de México.
En 1937 México tenía 18.3 millones de habitantes, de los cuales únicamente siete millones
contaban con electricidad, proporcionada con serias dificultades por tres empresas
privadas.
Para dar respuesta a esa situación que no permitía el desarrollo del país, le gobierno federal
creó el 14 de agosto de 1937, la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que tendría por
objeto organizar y dirigir un sistema nacional de generación, transmisión y distribución de
energía eléctrica, basado en principios técnicos y económicos, sin propósitos de lucro y con
el propósito de obtener con un costo mínimo, el mayor rendimiento posible en beneficio
de los intereses generales (ley promulgada de la Ciudad de Mérida, Yucatán el 14 de agosto
de 1937 y publicada en el Diario Oficial de la Federación el 24 de agosto de 1937).
La CFE comenzó a construir plantas generadoras y ampliar las redes de transmisión y
distribución, beneficiando a más mexicanos al posibilitar el bombeo de agua de riego y la
molienda, así como mayor alumbrado público y electrificación de comunidades.
El primer proyecto hidroeléctrico se inició en 1938 con la construcción de los canales,
caminos y carreteras de lo que después se convirtió en el Sistema Hidroeléctrico
Ixtapantongo, en el Estado de México.
Hacia 1960 la CFE aportaba ye el 54% de los 2,038 MW de capacidad instalada, la empresa
Mexican Light el 25 %, la American and Foreign el 12%, y el resto de las compañías 9%.
Mas sin embargo solo el 44% de la población contaba con energía eléctrica. Por eso el
presidente Adolfo López Mateos decidió nacionalizar la industria eléctrica, el 27 de
septiembre de 1960.
En esa década la inversión pública se destinó en más de 50% a obras de infraestructura. Se
construyeron importantes centros generadores, entre ellos los de Infiernillo y Temascal, y
se instalaron otras plantas generadoras alcanzando, en 1971, una capacidad instalada de
7,874 MW.

Al finalizar esa década se superó el reto de sostener el ritmo de crecimiento al instalarse,


entre 1970 y 1980, centrales generadoras que dieron una capacidad instalada de 17,360
MW.

Cabe mencionar que en los inicios de la industria eléctrica mexicana operaban varios
sistemas aislados, con características técnicas diferentes, llegando a coexistir casi 30
voltajes de distribución, siete de alta tensión para líneas de transmisión y dos frecuencias
eléctricas de 50 y 60 Hertz.

Esta situación dificultaba el suministro de electricidad, por lo que CFE definió y unificó los
criterios técnicos y económicos del Sistema Eléctrico Nacional, normalizando los voltajes de
operación, con la finalidad de estandarizar los equipos, reducir sus costos y los tiempos de
fabricación, almacenaje e inventariado. Posteriormente se unificaron las frecuencias a 60
Hertz y CFE integró los sistemas de transmisión en el Sistema Interconectado Nacional.

En los años 80 el crecimiento de la infraestructura eléctrica fue menor que en la década


anterior, principalmente por la disminución en la asignación de recursos a la CFE. No
obstante, en 1991 la capacidad instalada ascendió a 26,797 MW.

A inicios del año 2000 se tenía ya una capacidad instalada de generación de 35,385 MW,
cobertura del servicio eléctrico del 94.70% a nivel nacional, una red de transmisión y
distribución de 614,653 kms, lo que equivale a más de 15 vueltas completas a la Tierra y
más de 18.6 millones de usuarios, incorporando casi un millón cada año.

• A partir octubre de 2009, CFE es la encargada de brindar el servicio eléctrico en todo el


país.

El servicio al cliente es prioridad para la empresa, por lo que se utiliza la tecnología para ser
más eficiente, y se continúa la expansión del servicio, aprovechando las mejores tecnologías
para brindar el servicio aún en zonas remotas y comunidades dispersas.

CFE es reconocida como una de las mayores empresas eléctricas del mundo, y aún mantiene
integrados todos los procesos del servicio eléctrico.

Preocupaciones ambientales
La tecnología moderna consume grandes cantidades de energía eléctrica. Esta es
normalmente generada en una planta de energía que convierte otras clases de energía en
energía eléctrica. Cada sistema tiene ventajas e inconvenientes, pero muchos de ellos
plantean preocupaciones ambientales.
La eficiencia de algunos de estos sistemas puede mejorarse mediante métodos
de cogeneración (combinando calor y energía). El vapor para un proceso puede extraerse
de turbinas de vapor. El calor sobrante producido por las centrales térmicas puede utilizarse
para la calefacción de edificios cercanos. Al combinar la producción eléctrica y el calor, se
consume menos combustible, con lo que se reducen los efectos ambientales comparado
con los sistemas separados de calor y energía.
La mayoría de la electricidad actualmente se genera quemando combustibles fósiles. Esto
produce altas temperaturas, que mueven algún tipo de máquina térmica, a menudo
una turbina de vapor.
Tales sistemas permiten que la electricidad sea generada donde haga falta, ya que el
combustible fósil puede ser transportado rápidamente. También se aprovechan de la gran
infraestructura diseñada para atender a los clientes de automóviles. Las reservas de
combustibles fósiles son grandes, pero finitas. El agotamiento de combustibles fósiles de
bajo coste tendrá consecuencias relevantes tanto para las fuentes de energía como para la
manufactura de plásticos y muchos otros artículos. Se han realizado estimaciones para
calcular exactamente cuándo se producirá el agotamiento, pero todavía se están
descubriendo nuevas fuentes de combustible fósil.
Más graves son las preocupaciones acerca de las emisiones que resultan del quemado de
combustible fósil, el cual constituye un repositorio significativo del carbón enterrado bajo
tierra. Al quemarse se produce la conversión de este carbón el dióxido de carbono, el cual
se diluye en la atmósfera, lo que produce un incremento en los niveles del dióxido de
carbono atmosférico, que refuerza el efecto invernadero y contribuye al calentamiento
global de la Tierra. La relación entre el incremento de dióxido de carbono y el calentamiento
global está aceptado casi universalmente, a pesar de que los productos de combustible fósil
replican vigorosamente a estos resultados.
La energía nuclear ha levantado mucha preocupación en la gente. Bajo funcionamiento
normal, una planta de energía nuclear libera muy poca contaminación de cualquier clase en
el ambiente. Pero produce varios tipos de residuo nuclear. Produce unos volúmenes
moderados de residuo de bajo nivel; los cuales pueden ser retirados situándolos
simplemente en algún lugar que no sea accesible durante unos pocos años. Sin embargo,
se genera una relativamente pequeña cantidad (quizás una tonelada al año en el caso de
una gran central nuclear) de residuo de alto nivel, que plantea un problema para deshacerse
de ella. Se puede esperar que sea peligrosa durante decenios, siglos o milenios, por lo que
se deben encontrar métodos de desprenderse de ella que sean extremadamente seguros.
Normalmente, la mayoría de estos residuos se almacenan en medios temporales que
requieren una atención constante y cuidadosa.
Los accidentes en las plantas de energía nuclear plantean un riesgo grave de contaminación
ambiental. El accidente de Chernobyl, por ejemplo, liberó grandes cantidades
de contaminación radiactiva, provocando muchas muertes y dejando grandes extensiones
de terreno inutilizables para los próximos siglos. No obstante, la planta de energía nuclear
de Chernobyl se construyó sin una mínima preocupación por la seguridad; para las plantas
de energía nuclear modernas es mucho menos probable que tengan tales problemas. Sin
embargo, el peligro potencial de sufrir un accidente, todavía existe, por lo que muchos
expertos siguen estando preocupados por el uso de la energía nuclear.
La energía eléctrica puede generarse mediante el quemado de cualquier cosa que pueda
arder. Hay energía eléctrica que se genera quemando cosechas que se han cultivado
específicamente para este fin. Normalmente, esto se hace mediante el fermentado de las
plantas para producir etanol, el cual es la materia que se quema. También se obtiene
dejando que la materia orgánica se pudra, produciendo biogás, el cual es quemado.
También, cuando se quema, la madera es una forma de combustible biomasa.
Al quemar biomasa se produce mucha mayor cantidad de dióxido de carbono que en el caso
de los combustibles fósiles. Se defiende esta práctica diciendo que, al cultivar biomasa se
captura dióxido de carbono de la atmósfera, de modo que la contribución neta al ciclo global
del dióxido de carbono atmosférico es cero lo que, en primer lugar, no es exactamente
cierto, puesto que la manipulación de los biocombustibles (cosecha y transportes también
consume mucha energía), lo que quiere decir que sería mucho mejor si no se quemase,
puesto que seguiría reduciendo el dióxido a oxígeno libre y no sería necesario consumir la
energía adicional citada.
El proceso del cultivo de biomasa está sujeto a las mismas preocupaciones ambientales que
cualquier clase de agricultura. Utiliza una gran superficie de tierra y, para un cultivo
económico, puede necesitar de fertilizantes y pesticidas. La biomasa que se produce como
un subproducto de la agricultura puede ser prometedora, pero la mayoría de esta biomasa
actualmente está siendo utilizada como abono del suelo, cuando no hay otro, o como
alimento del ganado.

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