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ESQUEMA
1. Todos morimos solos
2. ¿Por qué gritó Jesús?
3. El abandono de Dios
4. ¿estás en el corredor de la muerte?
CONTENIDO
Alrededor de la cruz de Cristo había aumentado la soledad. Probablemente los últimos curiosos se
habían ido marchando entre el aburrimiento y el miedo que pudo causarles aquel repentino
oscurecimiento del sol. Quedaban sólo los soldados y el pequeño grupo de los fieles, al que Jesús
apenas veía ya con sus ojos borrosos de sangre y sudor. Estaba verdaderamente solo.
1. TODOS MORIMOS SOLOS
En realidad morimos solos, incluso cuando lo hacemos rodeados de amor. Por mucho que el
agonizante tienda su mano y se aferre a otra mano, sabe que en el interior, donde se libra el último
combate, está solo. Jesús sintió también en carne propia esta ley de la condición humana.
Pero además vio su soledad multiplicada por el espanto de quien muere joven, en una cruz, odiado,
despreciado, y es a la vez dramáticamente consciente de todos sus dolores. Hay una soledad que
ningún humano ha conocido jamás, ya que es la soledad del Hijo de Dios.
Si existe en el evangelio toda una frase desconcertante, que sobresale por encima de todas las
demás y que durante siglos ha conmovido a creyentes y trastornado a los teólogos, es sin duda ésta
del versículo 46. No fue una frase sino un grito que taladró la Historia. En medio del silencio del
Calvario, Jesús hizo lo que parecía imposible; se incorporó en la cruz, llenó de aire sus pulmones y
gritó en voz alta: Elí, Elí ¿lama sabactini? Dios mío, Dios mío, porque me has desamparado?
¿Por qué gritó Cristo? Que pretendía “clamando a gran voz”? Recordemos que Jesús había sudado
sangre en el huerto de los olivos, pero lo había hecho en silencio: Había soportado el castigo de la
flagelación, había sufrido sin gritos al ver sus manos y sus pies traspasados. ¿Por qué gritaba ahora?
¿Por qué grita cuando ya sólo faltaba lo más fácil: terminar de morir? ¿Es que acaso no sabía que
estas palabras serían usadas más tarde contra Él? ¿Cómo iban sus contemporáneos a poder creer
que aquel hombre sumido en el dolor era el Mesías que salvaría a su pueblo de las humillaciones?
Si es Dios ¿cómo puede decir que su Dios le abandona? ¿Cómo pudo el Padre abandonar al Hijo?
¿No era esto un escándalo para la fe de muchos?
Así es como el grito de Jesús no es desesperación, sino que se convierte en una oración; una
oración que enlaza directamente con la del huerto de los olivos.
Seguramente los ejemplos humanos no valen para comprender el profundo misterio que
encierran estas palabras de Jesús, pero podríamos compararlo al caso de un niño que está
enfermo y debe ser intervenido quirúrgicamente. Es muy pequeño para entender por qué tiene
que ir al hospital, por qué debe permanecer en aquella cama de cuidados intensivos, con todos
aquellos aparatos que salen de su cuerpo, tampoco entiende porqué sus padres no pueden estar
siempre allí con él. Aunque ellos lo aman tanto como antes, incluso más si cabe, al verlo en
peligro, sin embargo, el niño extraña su presencia, siente angustia y se siente abandonado.
Jesús no era un niño, pero este terrible desamparo debe haber sido una verdadera agonía.
Todavía más: ese grito suyo será interpretado en son de burla por quienes le están escuchando.
Jesús probablemente había pronunciado la frase aramea con el acento regional galileo y los que
le escuchaban, quizás porque realmente no lo entendieron, o porque quisieron hacer un chiste
fácil que les pareció gracioso, interpretaron que estaba llamando a Elías: A Elías llama éste. La
cosa resultó muy divertida para algunos y quizás se oyeron grandes carcajadas.
3. EL ABANDONO DE DIOS
En realidad para entender bien el concepto de desamparo o abandono de Jesús por parte de Dios,
hay que comprender lo que significaba este término en el Antiguo Testamento. Los judíos tenían la
creencia firme de que el ser humano no podía vivir sin la ayuda incesante de Dios. Por eso en los
salmos y en otros libros se dice repetidas veces que: Jehová no abandonará jamás a su pueblo,
porque cuando Jehová abandona, es que juzga y condena a muerte. Cuando el Dios sustentador de
la vida desampara, sobreviene irremisiblemente la muerte.
Desde esta perspectiva podemos entender con más claridad el verdadero significado del grito de
Cristo: ¿por qué me has desamparado?, equivale a ¿Por qué me has condenado a muerte? ¿ por
qué me dejas morir en la cruz?. El Señor Jesús sabía muy bien porque tenía que morir en la cruz.
Sabía que su muerte era necesaria para redimir a la humanidad. Sin embargo para nosotros se trata
de un misterio que sólo podemos aceptar por fe, el misterio de la redención.