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LA NARRACIÓN CINEMATOGRÁFICA Commented [E1]: Hablando de Cine

publicación Nº 1

El cine fue adquiriendo sus modos narrativos luego de un proceso al término del cual se generó lo que
Noël Burch denominó el Modo de Representación Institucional (MRI), cuyo origen hace datar alrededor
de 1910 a partir de las obras de Porter y Griffith. El MRI se transforma en una reglamentación
codificada, logrando crear gradualmente una credibilidad de lo narrado, institucionalizándose el lenguaje
también para el público.

Se fue transformando en el modelo hegemónico de producción cinematográfica que, a través de


convenciones narrativas, visuales e iconográficas, originó un discurso que pretende representar la
verdad e intenta dar la impresión que la ficción fílmica está representando el mundo real.

El modelo narrativo tomado por el cine es el de la novela del siglo XIX, a la cual se le incorporaron dos
nuevas características: por un lado la pérdida de la omnisciencia (la del relato lineal en tercera persona
desde fuera de la acción y que sabe todo de sus personajes); y por otro lado la fractura del sujeto de la
enunciación (a través de la utilización de distintas perspectivas y no de una única e indivisible).

Además de la novela el cine incorpora otras dos formas de la representación burguesa como son la
pintura y el teatro, sentándose las bases para el modo narrativo-representativo que terminó por ser el
dominante a lo largo de la historia.

En los comienzos, el Modo de Representación Primitivo, se caracterizaba por la autarquía de cada


encuadre, por el centrado de la imagen, la distancia fija de la cámara y la necesidad de completar lo que
se estaba viendo en la proyección con carteles, rótulos, narradores, etc. para la mayor inteligibilidad de
la escena.

En el Modo de Representación Institucional el encuadre comienza a constituirse en eslabón de una


cadena, no hay centralización de la imagen, la cámara se aproxima a las personas y objetos variando el
punto de vista y se entiende el relato a partir de lo que se muestra, sin necesidad de elementos ajenos a
la proyección.

El cine clásico logra que quede oculta la instancia discursiva, los acontecimientos parecen relatarse por sí
mismos.

Antes de 1902 las películas estaban compuestas de un solo plano con unidad de lugar-tiempo-acción
(teatro clásico) y de duración muy breve.

En sus comienzos la legitimación del nuevo medio se buscaba a partir de filmar puestas teatrales. Se
buscaba un tipo de cine artístico diferenciado de aquel que servía de simple entretenimiento para un
público poco ilustrado.
Sin embargo, hay diferencias entre teatro y cine que se ponen de relieve al tener en cuenta lo
específico de cada medio.

Estas diferencias radican fundamentalmente en que en el teatro actor y espectador comparten el tiempo
presente y el espectador posee un único punto de vista; en cambio en el cine el espectador presencia
ahora lo que sucedió antes y su punto de vista es variable según los movimientos de cámara.

Al hablar de narración nos referimos a una cadena de acontecimientos que tienen lugar en un tiempo y
en un espacio determinados. El cine logró establecer una continuidad perceptiva de tiempo y espacio, a
pesar de la fragmentación de las imágenes, con la utilización del montaje de los distintos planos y de la
alternancia campo-contracampo para sugerir la contigüidad espacial.

El cine, a diferencia del relato literario, puede describir simultáneamente lo que ocurre en un
determinado espacio y ofrece multiplicidad de informaciones topográficas.

El relato cinematográfico supone un “gran imaginador” (Albert Laffay).

En el cine hay un narrador implícito (el que “habla cine” mediante imágenes y sonidos) y un narrador
explícito (el que relata sólo con palabras).

La narración en cine da lugar a la pregunta de quién narra o quién ve lo que sucede en la pantalla.

La narración lleva implícita la adopción entonces de un punto de vista, que por una parte es el que
determina qué fragmento de escena se recorta en la imagen y por otro cuál es el juicio de opinión
adoptado.

Se diferencian a éste respecto el punto de vista perceptivo (desde qué posición se ve), el conceptual
(desde qué estructura de conocimiento entendemos) y el ideológico (desde qué sistema de creencias
aceptamos o no lo que vemos).

La posición de la cámara, lo que ésta ve, determina una serie de situaciones en relación con el
espectador. En los casos en que los elementos parecen ser vistos desde alguien exterior a lo que se narra
se habla de cámara objetiva.

En los casos en que la mirada corresponde a uno de los personajes presentes, se habla de cámara
subjetiva.

Cuando uno de los personajes se dirige directamente a ella, se la define como cámara interpelativa.

Finalmente se define como falsa objetiva cuando se plantea la misma situación que en la cámara
objetiva pero desde posiciones imposibles o anómalas o con movimientos de cámara no justificados por
la acción.
Lo mismo que se comenta con respecto a quién ve o quién narra se aplica a los aspectos auditivos. Pero
antes de entrar en éste apartado es conveniente abrir un paréntesis referido a lo que ocurría durante el
período mudo del cine.

Durante el período mudo la proyección de las imágenes era acompañada por música, por ruidos en
directo o un presentador (1900/1910); después se comenzó a intercalar rótulos aportando información
verbal (sin necesidad de la voz) necesitándose ya un público alfabetizado.

Los rótulos cumplían las funciones de determinar la interpretación correcta de la imagen entre los
distintos significados posibles; de dar un sentido ideológico, es decir, de transmitir un juicio de valor que
la imagen sola no puede dar; la de nombrar lugares, personajes, tiempo; y finalmente la de transmitir el
diálogo de los personajes.

Volviendo ahora al sonido, el espectador se puede encontrar ante las alternativas de escuchar sin
identificar el origen del sonido o puede individualizar la fuente del mismo. En general se tiende en los
filmes a la inteligibilidad de los diálogos, privilegiándose éstos por sobre cualquier otro sonido (aunque
Godard en ocasiones hace lo opuesto).

En el proceso de elaboración del sonido se puede determinar si lo que oye o deja de oír el espectador es
lo que oye o deja de oír un personaje, planteándose variaciones en la intensidad del sonido según se
quiera sugerir distancias relativas de los personajes con respecto a la fuente de sonido. Incluso se puede
sugerir que la voz que se oye de algún personaje es la que corresponde a su pensamiento y que es
inaudible para los otros personajes de la escena.

Otro aspecto lo constituye el de la música, la cual puede cumplir una finalidad de acompañamiento
dramático y se sugiere que sólo es escuchada por el espectador o ésta puede ser parte integrante de la
escena, indicándose la fuente de la misma.

Un elemento importante de toda narración es el tiempo.

“En el cine todo está siempre en presente” (Albert Laffay).

El film (la cosa filmada) está en pasado; la imagen fílmica (la recepción) está en presente.

Con respecto al orden temporal surgen tres tipos de relaciones entre el orden de la historia y el del
discurso. Puede haber una coincidencia entre ambos; pueden surgir anacronismos o se pueden plantear
elipsis.

En el caso de los anacronismos se habla de flashbacks cuando se rompe el flujo de la historia para narrar
sucesos anteriores, o de flashforward cuando se salta hacia adelante en el tiempo.

En el caso de que se evite mostrar la secuencia completa de una acción que se narra se plantea una
elipsis de tiempo. El tiempo transcurrido puede cuantificarse o no según los datos que nos da la imagen
siguiente a la última; o sea, es posible determinar si pasaron horas, días, meses, años, o si es indefinido
el tiempo transcurrido.
Por último con respecto al espacio, según André Gardies, “el espacio figura en el fotograma. El tiempo
no”.

Es decir que, según se señaló anteriormente, el montaje de los distintos planos sugiere la contigüidad
espacial y ubica al espectador en el espacio físico donde transcurre la escena; aunque éstos planos hayan
sido filmados en lugares muy distantes entre sí (según demostraban los montajistas rusos en los años
’20).

Las distintas posibilidades del montaje abrieron un campo de exploración de los recursos dramáticos al
poder sugerir sucesos que ocurrían en lugares más o menos distantes al mismo tiempo.

Pero éste tema del montaje cinematográfico merece desarrollarse en una próxima edición de Hablando
de Cine.

investigación y redacción: Ernesto Flomenbaum

http://www.cineclubtea.com.ar/Public01.htm

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El Cine Club TEA publica cuadernillos de divulgación cinematográfica denominados


Hablando de Cine.
El mismo tiene el objetivo de ser un vehículo para la difusión de la cultura
cinematográfica en sus aspectos lingüísticos, estéticos e históricos.

Esta es la lista de números publicados de Hablando de Cine:


1. La narración cinematográfica (lenguaje)

2. La Nouvelle Vague (historia y estética)

3. Herzog X Herzog (directores)

4. El montaje cinematográfico (lenguaje)

5. La imagen cinematográfica (lenguaje)

6. El sonido en el cine (primera parte) (lenguaje)

7. El sonido en el cine (última parte) (lenguaje)

8. Cine y Literatura (primera parte) (lenguaje)

9. Cine y Literatura (última parte) (lenguaje)

10. El Guión cinematográfico (lenguaje)

11. El cine de Alexander Kluge (directores)

12. Cine, política e ideología (teoría)

13. La mujer en el cine (teoría)

14. Lo real y lo imaginario en el cine (teoría)

15. Cine y Representación (I) (teoría)

16. Sociología y cine (teoría)

17. Nuevo Cine Alemán (1960/1980) (historia y estética)

18. Cine y Representación (II) (teoría)

19. El cine como lenguaje (teoría)

20. Semiología y cine (teoría)

21. Psicología y psicoanálisis del cine (teoría)

22. La música en el cine (historia y estética)

23. La música cinematográfica (lenguaje)


24. Cultura y cine (I) (teoría)

25. Cultura y cine (II) (teoría)

También los números especiales:

1. Cine alemán en los ’20 (historia y estética)

2. El cine en China (historia y estética)

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