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‘huachicol’

El robo de combustibles en México, antes un delito subrepticio y esporádico,


se ha transformado en una crisis económica y de seguridad pública,
especialmente en el Estado de Puebla y sus alrededores. En 2016, Pemex
registró 1.533 tomas clandestinas en los ductos de la zona, 1.518 más que
en 2000, según datos recabados por EL PAÍS. Robo de combustible es el
término legal y técnico, pero en las carreteras y poblados que rodean las
redes de suministro se le conoce como huachicoleo y a sus
autores, huachicoleros.
La palabra huachicol, sin embargo, es mucho más antigua que el delito que
actualmente la define. Proviene del término maya waach, que se usa para
describir a los foráneos o los forasteros. La palabra se castellanizó
como huacheo guache, la cual mantuvo su sentido original, pero se usa de
forma despectiva. Según el diccionario de Mexicanismos, guache también
se usa como sinónimo de falso o de mala calidad.
Derivado de este último significado, surge el huachicol, una bebida
adulterada, casi siempre un tequila al que se le agrega alcohol de caña,
explica Luis Ernesto Salomón, profesor de Derecho en la Universidad de
Guadalajara y columnista del diario El Informador. “Ese alcohol adulterado
se le llama huachicol o producto huachicolero”, explica el académico.
“Los hauchicoleros son los que producen y venden el producto. Los
parroquianos lo consumían a pesar de los riesgos de intoxicación”.
Salomón, quien realizó una investigación sobre el origen de la
palabra huachicol, dice que este negocio ilícito se realiza desde hace
décadas, pero se conduce abiertamente en comunidades del Estado de
Jalisco y el producto se anuncia y vende en las carreteras a plena luz del
día. El glosario de la Academia Mexicana del Tequila define
al huachicol como “bebida destilada adulterada con alcohol de caña.”
Salomón comenta: “el nombre proviene de esa connotación de lo paralelo,
lo extraño o lo falso”.
Esta mezcla indebida de dos alcoholes tiene similitudes con una de las
formas más antiguas y comunes de robo de combustible en México, explica
la periodista Ana Lilia Pérez. “Los choferes de las pipas o los transportistas
metían una manguera en la pipa llena de combustile y sacaban un 10% del
producto”, dice. “Para que no se notara la extracción, le meten agua para
compensar el peso. A esto se le llama huachicolear”.
Pérez añade que esta operación, que se registra desde los ochenta, ocurre
durante el trayecto entre las refinerías y las plantas de almacenamiento, en
las que los compradores o empresarios gasolineros recogen el producto.

La policía de Ecatepec detuvo a los dueños de esta pipa llena de diesel


extraído de forma ilegal en noviembre de 2016. Gobierno de Ecatepec

Las formas de robo de combustible y otros derivados de petróleo se han


diversificado, pero los que las realizan se les llama de una sola
forma: huachicoleros, comenta la autora del libro El Cártel Negro: cómo el
crimen organizado se ha apoderado de Pemex. “El término se originó de la
sustracción de las pipas, pero se ha generalizado, ahora se usa para
describir la doble facturación (en la compra/venta de gasolina) y las tomas
clandestinas, que también se le conoce como ordeña”, explica.
Salomón, de la UdG, cuenta que en un viaje a Puebla y Tlaxcala, descubrió
que en algunas comunidades se usa el término huachicolero para describir
al autor de otras actividades ilícitas, como la venta de mercancía robada.
“Me llamó la atención que se tomara con mucha naturalidad, es una forma
de describir a un grupo de gente que opera en un área gris”, comenta.
“Incluso los que realizan estas actividades se llaman a sí mismos
huachicoleros. Los jóvenes me decían, yo me dedico al huachicol”.

Las regiones en donde más se ha desarrollado el robo de combustible tiene


como principal característica la ausencia de políticas públicas de generación
de empleos. La mayoría de las fuentes de trabajo son precarias y escasas.

En cambio el robo de hidrocarburos está generando un importante número


de fuentes de trabajo para quienes se involucran en las bandas de
huachicoleros, en todas sus modalidades que van desde ser los que
“ordeñan” los ductos de Pemex, los que trasladan la gasolina o diesel
robados, los que lo almacenan y los de los grupos de protección.

Hay un segundo grupo de beneficiarios, por decirlo de una manera, que son
todos aquellas personas en lo individual o en familia que se dedican a
vender el hidrocarburo robado. No es algo menor, pues se calcula que ya
son cientos de sitios junto a carreteras, en barrios alejados, cerca de
centros de abasto de alimentos, en rancherías y áreas suburbanas que se
dedican a comercializar el combustible, que tiene miles de clientes.

Un tercer segmento, que es la parte más importante, es que en varios


municipios ya son más los conductores –de todo tipo– que compran
combustible robado que el hidrocarburo que despachan las gasolineras. La
razón de esa preferencia radica en algo de mucho peso: el combustible se
vende al 50 por ciento del precio comercial.

Visto de otra manera: lo que el presidente Enrique Peña Nieto no pudo


lograr con su fraudulenta reforma energética que era bajar el precio de los
combustibles, en el llamado “triángulo rojo” si lo consiguieron los
huachicoleros. Para miles de familias es un importante alivio el poder
comprar gasolina a mitad de precio.

Y para otras cientos de familias que sus miembros encuentren trabajo en las
redes que tienen que ver con el robo de combustible, sin contar la derrama
económica que por esa actividad captan los pequeños, medianos y grandes
establecimientos comerciales.

27 de marzo. El presidente de Empresarios Gasolineros del Estado de


Oaxaca (EGEO), Ramón Loredo González, informó que el robo y
distribución de combustible de manera ilegal realizado por los
“huachicoleros”, afectan la economía de ese sector, pero al mismo tiempo
ponen en riesgo a la sociedad, ya que esos productos son almacenados en
lugares sin las mínimas medidas de seguridad.

Indicó que la venta de combustible ilegal, en algunos lugares del estado ha


provocado la disminución en ventas de diferentes estaciones de servicio de
hasta un 20 por ciento, sin embargo por otro lado la repercusión a
propietarios de unidades de motor ya que el combustible es mezclado con
otro tipo de sustancias.

“Este combustible que se extrae de los ductos no esta terminado, es un


combustible que se le da la terminación o le faltan ciertos aditivos y esos se
los ponen hasta llegar a las plantas de almacenamiento, entonces no es un
combustible ya en óptimas condiciones para ser utilizado por los vehículos,
el asunto que las personas no saben que combustible están comprando,
mucha gente no sabe si es magna con etano o con alcohol, no se puede
confiar en un ladrón”, enfatizó.

Loredo González, expresó que otra problemática existente con el robo de


combustible, son los lugares de almacenamiento, ya que donde almacenan
el producto robado no cumplen con las condiciones de seguridad, lo que ha
generado incendios y explosiones que ponen el riesgo la integridad física de
la sociedad.

“Más que nada es un llamado a la sociedad no fomente este tipo de ilícitos”,


sentenció.

El presidente de EGEO, manifestó que han solicitado a las corporaciones de


seguridad implementar operativos para frenar el robo de combustible, pero
también evitar se comercialice combustible robado, situación que afecta
principalmente en la zona colindante con Puebla.

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