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El misterio de los submarinos nazis que emergieron en Mar del

Sur antes de rendirse

El Hotel Boulevard Atlantic, construído a finales del siglo XIX, era lugar de reunión del entorno de espías
nazis del colaboracionista alemán Gustav Einckenberg Crédito: Archivo Pablo Grigera
Facundo Di Genova - 23 de enero de 2018 • 20:22
Mar del Sur tiene pocos habitantes y una cantidad de historias de suspenso que suelen atrapar incluso a los
más incrédulos.
Como agreste y solitario paraje de veraneo que combina el campo con el mar y la piedra con la arena
en dosis no siempre equilibradas, son frecuentes los cuentos sobre avistajes de ovnis, barcos piratas
con tesoros hundidos y vacas que los días de calor se mojan las patas en el mar.
Una de estas historias sostiene que tras la Segunda Guerra Mundial, un submarino emergió desde lo
profundo del mar y desembarcó a parte de su tripulación en botes negros, perdiéndose rápidamente
entre los médanos una vez que tocaban la orilla.
Después de muchos años de trabajo, un poblador de Mar del Sur logró dar por probado este relato de
intrigas propio de una novela de espionaje. Se llama Laureano Clavero, es investigador y guionista,
actualmente vive en Barcelona y acaba de publicar el libro Segunda Guerra Mundial: diez historias
apasionantes, escrito en colaboración con el español Pere Cardona.
Laureano recolectó testimonios de vecinos, hallazgos personales y documentos oficiales que
confirman la presencia de los sumergibles U-Boats del Tercer Reich en las costas de este pueblo
ubicado 17 kilómetros al sur de Miramar, días antes de que el primer submarino alemán se rindiera en el
puerto de Mar del Plata, el 10 de julio de 1945.
Un cuchillo perdido en la arena
¿Qué hacían en Mar del Sur los submarinos de la marina de guerra alemana (Kriegsmarine) antes de
capitular en Mar del Plata? ¿Hubo un desembarco operado por el teniente de navío Otto Wermouth,
comandante del sumergible U-530? ¿Hizo lo mismo el capitán de navío Heinz Schäffer con el U-977,
quien se entregó una semana después, en el mismo puerto, el 17 de julio de 1945?
"Ambos oficiales fueron interrogados y sus respuestas acerca del itinerario preciso de sus
embarcaciones nunca resultaron claros. Admitieron haber estado navegando un tiempo cerca de la
costa y que no hubo ningún desembarco antes de rendirse, pero mintieron", dice Clavero,
sosteniéndose en varias pruebas.

Cuchillo Krupp Bendorf, encontrado en las playas de Mar del Sur, perteneciente a la vajilla a de U-boat
alemán
El primer indicio lo recogió de un vecino, que le acercó un cuchillo de alpaca que halló entre los
médanos, enterrado en la arena. Si bien lucía deteriorado, se veía claramente la marca de fábrica en
el cabo: el logo de un oso y la inscripción Krupp Berndorf, el nombre de la corporación que producía
metales para la fabricación de armamento nazi. Y lo más importante: "Krupp era proveedora de la
cubertería de los submarinos alemanes".
Los avistamientos
Mientras de una punta a la otra de la Costa Atlántica argentina se sucedían los relatos de
avistamientos de submarinos tras la rendición alemana del 8 de mayo de 1945, en Mar del Sur tres
pobladores aseguraron haber visto situaciones extraordinarias durante aquel frío invierno.
Por ejemplo, torretas que emergían y desaparecían a pocos metros de la costa, de acuerdo con el
testimonio de Osvaldo Aramendi, antiguo vecino y autor del libro Mar del Sur, Historias y vivencias.
O como el de Justo Rodolfo Charra, un paisano que vio cuando, desde lo alto de una duna, un grupo
de seis hombres que hablaban un idioma para él desconocido operaba una radio y, minutos después,
emergía un submarino desde las entrañas del mar.
El libro que documenta 10 historias poco conocidas sobre la Segunda Guerra Mundial
Pero un relato iba más allá y era el de Juan Carrizo, el lechero del pueblo. Carrizo vio una situación
extraña mientras amanecía y paseaba sus vacas por la zona de Rocas Negras, muy cerca de la playa.
Para no ser detectado y observar en detalle, se mimetizó entre las pasturas doradas que bordean los
breves acantilados marsurenses con la pericia que solo un descendiente de tehuelches puede tener.
De esta manera fue testigo privilegiado de lo que nunca nadie había presenciado antes: el
desembarco de hombres con uniformes, armas y pesados bolsos, que venían desde adentro del mar a
bordo de botes negros.
Fue el mismo Charra, por entonces un joven campesino de 14 años, quien le relató a Clavero que, en
esos helados días de invierno, los patrones de las estancias cercanas reunieron a la peonada y
pidieron reserva de todo cuanto habían visto.
¿Quiénes eran estos personajes que desde la costa dirigían las acciones de desembarco?
¿Quiénes eran los patrones que pedían silencio a los paisanos?
Karl Gustav Einckenberg, patrón de estancia
Una de las hojas de la declaración de Gustav Einckenberg ante Coordinación Federal en los días
posteriores a los desembarcos clandestinos en Mar del Sur.
Clavero encontró la respuesta en la historia del empresario alemán Karl Gustav Einckenberg, quien
llegó al país luego de haber hecho negocios mineros en Bolivia a principios de los años 40.
Su figura tomó relevancia en Mar del Sur cuando compró la estancia El Porvenir, en 1943, para
instalarse con su mujer y sus hijas luego de una enfermedad que había superado en el Hospital
Alemán de Buenos Aires.
La ubicación de la estancia era estratégica: 2.5 kilómetros al sur del pueblo, cercada por una cadena
de médanos, a pocos metros de donde el paisano Carrizo vería el desembarco mimetizado entre los
pastos dorados.
Contactado con dos estudiosos de la presencia nazi en el país, Julio B. Mutti y Carlos De Napoli [ya
fallecido], quienes le compartieron documentación para seguir atando cabos, Clavero pudo
reconstruir la historia del estanciero alemán entrevistando a su hija, Ingeborg Einckenberg.
Y dice así: que Einckenberg trabajó junto al agente secreto nazi Wilhelm Seidlitz y al aviador y
marinero colaboracionista Alberto Germán Wollkopf para llevar adelante el desembarco de oficiales
y valores alemanes con un velero. Capitaneado por Wollkopf, el velero Alga se acercaría a los
sumergibles U-Boats, para estibar la carga y refugiarse en la estancia El Porvenir.
Sin embargo, el marinero se echó atrás, pero el plan siguió su curso: no era necesario ningún velero,
sino botes que salieran al encuentro de los submarinos alemanes, como los que vio el lechero
tehuelche aquel amanecer de julio de 1945 en Rocas Negras.
Por esos días, la prima del paisano Justo Rodolfo Charra contaba que solía llevar abundante comida
a un grupo de personas que vivía en la estancia de los Einckenberg, que ella tenía vedado mirarles a
la cara, que hablaban un idioma extraño y que solo salían de sus habitaciones por las noches.
Túneles de hormigón
Finalizada la guerra, los desembarcos y la capitulación de los submarinos alemanes en Mar del Plata,
la declaración de un arrepentido apodado El Piernas [porque no las tenía] señaló al estanciero
mardelsurense Einckenberg como agente de la inteligencia nazi.
El estanciero fue detenido y quedó preso en la cárcel de Caseros acusado de ser miembro de una red
de espionaje que debía cumplir con el plan de desembarcar oficiales del Eje en territorio argentino.
Karl Gustav Einckenberg fue liberado al poco tiempo, sin que nadie pudiera probar ninguna de las
acusaciones. Murió en 1986 llevándose todos sus secretos al más allá.
La estancia fue vendida a otra familia alemana y su casco demolido sin dejar un solo rastro de la
antigua construcción. Solo sobrevive el relato de un paisano que asegura haber descubierto en esos
campos el ingreso oculto a profundos túneles de hormigón que se dirigen hacia la ruta 88.
No se sabe cuántos alemanes desembarcaron aquél invierno de 1945, ni quiénes eran y mucho menos
qué guardaban dentro sus pesados bolsos.
Todo parece indicar que el plan se concretó a la perfección.
Por: Facundo Di Genova

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