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Cuenca 102 – Rio Chiriquí Viejo

El río Chiriquí Viejo se ubica al occidente de Panamá, específicamente al oeste de


la provincia de Chiriquí, cerca de la frontera con Costa Rica. Tiene una longitud de 161 km
y una cuenca de 1376 km².1
El río nace cerca de Cerro Punta, en las tierras altas chiricanas y recorre en dirección
oeste hasta Plaza de Caisán, en el distrito de Renacimiento, luego discurre paralelo a la
frontera tica, hasta aproximarse a sólo unos 100 metros de la línea fronteriza en Paso
Canoas, luego avanza al sureste uniéndose con otros ríos como el Jacú y el Gariché
desembocando en la Bahía de Charco Azul, a la altura de Baco, unos 15 km al este
de Puerto Armuelles.
No debe confundirse con el río Chiriquí (Chiriquí Nuevo), que se encuentra más al este.En
este río se han construido diversas presas y proyectos hidroeléctricos, incluyendo el Bajo
de Mina y el Baitún.
La cuenca 102 corresponde a la del río Chiriquí Viejo, y considerada por expertos como la
segunda más importante, después de la del Canal de panamá. Con el fin de cubrir la
demanda de energía eléctrica que crece alrededor del 6% anual, a los gobiernos
transcurridos se les ocurrió concesionar las aguas de los ríos que salen principalmente de
las faldas de la cordillera del Talamanca. Es así como proliferaron gran cantidad de
hidroeléctricas, el problema es que se sobrepasó la capacidad de producción hídrica de
esta cuenca. Actualmente, en la cuenca del río Chiriquí Viejo existen en operación seis
concesiones hidroeléctricas, cinco en construcción y seis en planificación. Pero además,
esta cuenca se encuentra amenazada por la deforestación, contaminación, y los rigores
del cambio climático, lo que debe llevar a una planificación cuidadosa del recurso hídrico.
Aunque hay un gran reto entre producción y desarrollo sostenible, el hecho cierto, es que,
los recursos naturales son finitos, y hacen crisis ante la demanda desmesurada de una
sociedad sumida en la cultura del consumo. Ningún modelo de desarrollo puede
cimentarse en el agotamiento del recurso natura, porque al final todos perderíamos
porque muchos de estos procesos son irreversibles. Hay un despertar en las
comunidades, que se ven afectadas, por la falta del vital líquido para sus necesidades
básicas y sus actividades productivas. Es así como en Alanje el proyecto Remigio Rojas,
se encuentra en riesgo, porque sus aguas se han concesionado a varias hidroeléctricas
río a arriba. Situación similar sucede en la Concepción Bugaba, donde, a pesar de estar
rodeada del ríos cristalinos, escasea el agua, y luchan para que no se construya una
hidroeléctrica cerca dela toma de agua de la planta potabilizadora.
Número de sub-cuencas: 7
Nombre las sub-cuencas:

1. Río Candela.
2. Río Chiriquí Viejo (Parte Alta).
3. Río Gariché.
4. Río Caisán.
5. Río Jacú.
6. Río Divalá.
7. Río Chiriquí Viejo (Parte Baja).
Disminución del caudal y aumento en la concentración de sedimentos son dos de los impactos negativos que
sobre el río Chiriquí Viejo causarán, al menos, siete de los proyectos hidroeléctricos que allí se desarrollan.
Un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) detalla los efectos de la construcción de las presas,
y entre ellos destaca que debido a la sedimentación, la potabilizadora de Barú –que se abastece de esa
cuenca– verá afectada la calidad del agua. El BID y el Banco Mundial prevén financiar algunos proyectos.
Energía a base de paneles solares y aerogeneradores
Una empresa liderada por el español Andrés Sánchez promueve el uso de aerogeneradores, pequeñas
turbinas hidráulicas y paneles solares en las residencias para generar energía limpia. El proyecto se
promueve en zonas apartadas del centro del país donde escasea el agua.
Además de beneficiar a las comunidades apartadas, también puede ser útil para los productores y ganaderos.
Los equipos pueden generar hasta 10 kilovatios, energía suficiente para alimentar una residencia que tenga
una televisión y cuatro focos.
IMPACTO DE LA ACTIVIDAD EN EL RÍO CHIRIQUÍ VIEJO
Un análisis técnico de siete proyectos hidroeléctricos que se desarrollan en el río Chiriquí Viejo, en la provincia
de Chiriquí, arrojó información que denota graves consecuencias ambientales y sociales.
El estudio, realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), midió los impactos acumulativos de
poco menos de la mitad de proyectos energéticos que se adelantan en esta cuenca hidrográfica –19
concesiones otorgadas por el Estado–, específicamente los que hasta finales de 2009 tenían estudios de
impacto ambiental aprobados por la Autoridad Nacional del Ambiente (Anam). Y a pesar de lo que señalan
sus propias investigaciones, el BID contempla financiar dos de esos siete proyectos.
Los impactos descritos por el BID van desde modificaciones del caudal del río, hasta disminución de la calidad
del agua y afectación a actividades turísticas de las cuales dependen muchas familias.
También se hace referencia a los efectos que han ocasionado otras actividades económicas a lo largo del río
(como pérdida de suelo y sedimentación), y se advierte que estos “podrían ser agravados con la construcción
de los 19 proyectos hidroeléctricos [los que ha aprobado el Estado hasta ahora]”.
“Una vez que entren en operación los diversos embalses, es posible que la descarga de sedimentos sea
pulsativa y masiva, asociada con los procesos de mantenimiento de los embalses”, señala el estudio.
De hecho, la sedimentación es uno de los principales problemas que afectan el funcionamiento de la planta
potabilizadora del distrito de Barú –que se abastece del río Chiriquí Viejo– y con ello el proceso de purificación
del agua. Y la sedimentación en la parte baja del río será mayor durante la fase de construcción de todas las
presas.
Sin embargo, el estudio determinó ya un aumento en la descarga de sedimentos en algunas partes del río, las
cuales, indica, son mayores en la temporada seca que en la lluviosa. Algo que causa extrañeza.
“Lo normal es que haya mayor aporte de sedimentación durante la época de invierno con respecto al verano,
por la remoción de masas que ocurre en toda la cuenca. La única explicación es que hay un aporte de
sedimentos anormal y que probablemente esté relacionado con la construcción de la presa aguas arriba”,
señala el estudio del BID.
Un problema que no terminaría al concluir la construcción de los proyectos. “Es importante destacar que la
sedimentación es uno de los principales problemas que enfrentan las hidroeléctricas durante su operación”,
advierte el documento.
Todas estas consecuencias se detallan, a pesar de que, según el BID, los datos contenidos en los estudios de
impacto ambiental de los siete proyectos presentaban una “deficiencia de información que limitó un análisis
más exhaustivo en relación con los procesos de sedimentación”.
CAUDAL ECOLÓGICO
El diseño de las hidroeléctricas, que implica construir un embalse para el transvase del agua desde el sitio de
presas hasta las máquinas, también tendrá un impacto sobre el río Chiriquí Viejo. De acuerdo con lo que
señala el documento, esto significa que habrá tramos del río en los cuales el flujo de agua será limitado.
Se afirma, además, que todas las empresas prevén desviar el 90% del caudal natural del río hacia las salas
de máquina, lo que derivará en la reducción del caudal del río.
Esta realidad tendrá una incidencia directa en algunas características del río, como la temperatura del agua,
que es una de las cualidades físicas de mayor importancia de los sistemas acuáticos, indica el estudio.
Otro efecto negativo que menciona el documento es la pérdida de calidad del agua, algo que ya es un
problema de esta fuente hídrica debido a la actividad agrícola y a los asentamientos humanos que lo rodean.
Es más, el informe precisa que el río tiene “presencia de coliformes fecales”, por el uso del río para descargar
aguas negras, y por la ganadería intensiva.
SIN SUPERVISIÓN
Las consecuencias ambientales de los proyectos hidroeléctricos alcanzan la vida acuática, ya que, según la
investigación, al alterarse el flujo del río por los embalses decrecerá la población de muchas especies, y esto,
a su vez, traerá efectos adversos en las comunidades que viven aguas abajo de las presas.
A lo largo del río se han identificado 39 especies de peces, y la supervivencia de todas ellas se verá
comprometida si los planes de mitigación, compensación y conservación no se abordan de forma coordinada
en toda la cuenca, indica el informe.
Lo que es peor, se advierte que los estudios de fauna no se han desarrollado sistemáticamente y que los más
recientes fueron hechos por algunos de los promotores de proyectos hidroeléctricos, como parte de sus
estudios de impacto ambiental.
En el análisis realizado a los EIA de los proyectos hidroeléctricos, se hace evidente una debilidad institucional
para el seguimiento y control, y una débil gestión ambiental por parte de los gobiernos locales. Además, la
participación ciudadana no se considera de forma adecuada.
Silvano Vergara, director de Cuencas Hidrográficas de la Anam, dijo conocer el estudio del BID y agregó que,
evidentemente, cuando se hace un análisis de todos los proyectos, los impactos aumentan y para
contrarrestarlos los planes de mitigación deben ser acumulativos. “Lo que la Anam debe lograr es que cada
una de las aplicaciones de las medidas de mitigación de cada proyecto sean sinérgicas, para poder mitigar los
impactos acumulativos”.
Indicó que se llevan a cabo monitoreos, pero a cada proyecto de forma individual, y ahora deberían hacerse
en conjunto.
Yaritza Espinoza, ambientalista de Chiriquí, pidió al BID no financiar estos proyectos hidroeléctricos por los
efectos ecológicos que traerán, y más ahora que el Gobierno ha debilitado las normas ambientales. Se refiere
a la reciente aprobación de la Ley 30 de junio de 2010, que dejó a criterio de los empresarios realizar los EIA
o acogerse a las guías de buenas prácticas, que no existen aún en Panamá.
Sobre todo, dijo Espinoza, porque la Anam no está en “capacidad” de hacer cumplir los planes de mitigación
de cada proyecto.
ECOTURISMO PIERDE ESPACIO EN EL RÍO
Una de las actividades que atrae a los turistas a la provincia de Chiriquí ya sufre las consecuencias de la
construcción de las presas para proyectos hidroeléctricos. El recorrido del river rafting por el río Chiriquí Viejo
se ha disminuido en 10 kilómetros, debido a restricciones por el incremento de los riesgos para la práctica de
este deporte extremo, señala el estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El informe detalla que
las afectaciones al rafting se deben al inicio de la construcción de dos proyectos hidroeléctricos: Baitún y Bajo
de Mina, proceso que incluye el uso ocasional de explosivos.
La valoración global del rafting como negocio indica una clara tendencia a su desaparición, como resultado del
impacto acumulado de la construcción de las diversas centrales hidroeléctricas en el río Chiriquí Viejo.
Esto, debido fundamentalmente a la disminución del volumen de agua del caudal del río, que no permitirá el
desarrollo de este deporte de aventura. El informe recalca que de las actividades económicas que se
desarrollan en el Chiriquí Viejo, el rafting será la que posiblemente se vea afectada de forma irreversible a
mediano plazo.
¿La razón? Según el BID, las condiciones geográficas e hidrológicas naturales que presenta el río, y que son
básicas para su práctica, están siendo afectadas con la construcción de las hidroeléctricas: la pendiente, el
volumen de agua y la presencia de rocas en el lecho del río.
Por ello, recomiendan una evaluación detallada de todos los usos actuales y futuros del río para determinar
los potenciales impactos de la explotación hidroeléctrica sobre los usos económicos de la cuenca. La práctica
del rafting en el Chiriquí Viejo atrae a más empresarios cada día. Luego de que se constituyera la primera
empresa –hace 15 años– se han creado otras dos. Según el estudio, la más reciente es una que opera hace
tres años.

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