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La prueba, en Derecho, es todo motivo o razón aportado al proceso por los medios y

procedimientos aceptados en la ley para llevarle al juez al convencimiento de la certeza


sobre los hechos1 discutidos en un proceso. Ciertos autores le asignan a la prueba el fin de
establecer la verdad de los hechos y no solamente el convencimiento al juez.2
Desde un punto de vista procesal, la prueba se aprecia desde tres aspectos: desde su
manifestación formal (medios de prueba), desde su manifestación sustancial (los hechos
que se prueban) y desde el punto de vista del resultado subjetivo (el convencimiento en la
mente del juzgador).3 En cuanto a la primera manifestación los medios de prueba son los
vehículos a través de los cuales probamos un hecho, objeto o circunstancia y están
establecidos en la ley (testimonios, peritajes, inspecciones, etcétera), mientras que la
manifestación sustancial hace referencia a los hechos que se quieren probar a través de
esos medios (existencia de un contrato, comisión de una infracción, etcétera).
Se pueden probar todos los hechos, a excepción de los hechos negativos sustanciales y de
los hechos que son moral y físicamente imposibles. En un proceso judicial se deben probar
los hechos que son objeto de litigio, teniendo generalmente la carga de la prueba aquél que
ha afirmado un hecho que no ha sido admitido por la contraparte.
https://es.wikipedia.org/wiki/Prueba_(derecho)

Apreciación de la prueba[editar]
La apreciación de la prueba es la operación mental que tiene por fin conocer el mérito o
valor de convicción que puede deducirse del contenido de las pruebas, siendo aquella una
actividad propia del juez y que debe hacerse cada vez que se tome una decisión dentro del
proceso (sea como sentencia que pone fin al litigio o para resolver un incidente). En cuanto
a su finalidad, mientras la finalidad de la prueba es llevar al convencimiento al juez sobre
determinado hecho, la finalidad de la valoración de la prueba es terminar en forma legal el
proceso o resolver algún asunto o incidente dentro del mismo. La diferencia entre el fin de la
prueba y el fin de la valoración de la prueba radica en el hecho de que mientras la prueba no
lleve al convencimiento al juez sobre un hecho, podría decirse que ha fracasado en su
finalidad; mientras que la valoración de la prueba, sea que fuere favorable o desfavorable
para quien aportó la prueba, habrá cumplido con su finalidad en el momento en que el juez
adopta una decisión sobre algo dentro del proceso.16
Para la apreciación de la prueba existen dos sistemas: el sistema de tarifa legal y el sistema
de valoración personal del juez o libertad de apreciación.17 En el segundo caso (libertad de
apreciación) el juez puede valorar la prueba en forma libre, sin que exista norma legal que le
dé un valor determinado a una prueba en particular, para lo cual el juez deberá valerse de
las reglas de la lógica y las máximas de la experiencia, en el primer caso (tarifa legal) el
valor de las pruebas están previstas en la ley18 impidiéndole al juez que actúe conforme a su
experiencia y a su propio entendimiento personal sobre los hechos. Actualmente en la
mayoría de países, los sistemas de apreciación de la prueba son mixtos, es decir se permite
la libre valoración de la prueba por parte de los jueces, pero en ciertos casos la ley
establece el valor de algunas pruebas en determinados casos, como sucede en el caso de
Ecuador en que la ley dice que la prueba deberá ser apreciada en conjunto, de acuerdo con
las reglas de la sana crítica19 sin embargo en otras normas establece la prueba que debe
dar el convencimiento al juez, por ejemplo, dice que el estado civil de casado, divorciado,
viudo, unión de hecho, padre e hijo se probará con las respectivas copias de las actas de
Registro Civil.
La carga de la prueba[editar]
En un proceso la ley impone determinadas conductas a las partes procesales cuya
inobservancia pude acarrearle resultados adversos a los litigantes, una de aquellas
conductas es la carga de la prueba, que consiste en la facultad que tiene una de las partes
para probar los hechos, producto de lo cual el resultado le será favorable y de la misma
manera, la inobservancia de la carga de la prueba le implicaría un resultado desfavorable.
Dentro de la doctrina se discute sobre si la carga de la prueba es un derecho, un deber libre
o una obligación, sucediendo que la doctrina moderna ha llegado a concluir que la carga de
la prueba es una facultad de adoptar libremente ciertos actos y cuya observancia no puede
ser obligada pero cuya inobservancia puede acarrearle resultados adversos a quien tiene la
carga en referencia.21
La carga de la prueba como respuesta frente al problema del non liquet que era una figura
existente en el derecho romano, según la cual si el actor no podía probar sus afirmaciones
el proceso quedaba varado hasta que se puedan probar los hechos. Por lo tanto el principio
de la carga de la prueba es la base del razonamiento del juez, quien de no haberse probado
los fundamentos de la acción del actor, deberá negar la pretensión. Hernando Devis
Echandía dice que la regla de la carga de la prueba es de naturaleza sustitutiva, puesto que
reemplaza a la prueba en el momento de la decisión, es un sucedáneo de la prueba que
faltó o resultó insuficiente22 y que el juez no puede desatenderla sin incurrir en violación de
la ley, pues, incluso, puede estructurar una causal de casación.22
Distribución de la carga de la prueba[editar]
Para determinar la distribución de la carga de la prueba existen varios criterios, de entre los
cuales cabe destacar los siguientes:

1. Criterio que impone al actor la carga de la prueba: Es un criterio nacido en el


Derecho Romano y que implica que el actor debe probar los hechos alegados en su
demanda (pretensión) y que se sintetiza en las máximas latinas onus probandi
incumbit actori y actore non probante, reus est absolvendus. La crítica a este criterio
se basa principalmente en el hecho de que es un error considerar que le
corresponde al actor, por su posición de tal en un juicio, probar todos los hechos,
tanto los positivos como los negativos, lo cual le impone, en este último caso,
inclusive la obligación de probar hechos que no han sucedido para afirmar su
pretensión.
2. Criterio que impone la carga de la prueba a quien afirma y le exime de ella a quien
niega: Este criterio evoluciona a partir del criterio expuesto en el numeral anterior y
su innovación surge en cuanto a cambiar la carga de la prueba ya no respecto de la
posición que tenga una persona en juicio (actor - demandado) sino en base a su
posición frente a los hechos y el derecho alegado (afirmación - negación). La critica
surgida en contra de este criterio sostiene que, en primer lugar, la cuestión
afirmación - negación, puede llegar a ser una simple cuestión de redacción, pues a
veces una negación puede ser solamente aparente (por ejemplo, la negación
aparente en realidad es una afirmación) y en segundo lugar porque afirmar o negar
algo no altera su prueba, puesto que puede haber igualdad en oportunidad de
probar un hecho afirmativo como un hecho que sea aparentemente negativo. En
cuanto a éste criterio, podemos observar que ha sido recogido, aunque no del todo,
en varias legislaciones de Latinoamerica y consta en el artículo 81 del Código
Federal de Procedimientos de México (pero con un criterio que va más de la mano
con el criterio de la carga de la prueba respecto de la norma jurídica aplicable a
favor de quien la alega, que se verá más adelante), el artículo 377 del Código de
Procedimientos Civiles argentino y el artículo 169 del Código Orgánico General de
Procesos ecuatoriano.
3. Criterio que impone la carga de la prueba a quien alega hechos anormales: Según
este criterio, los hechos asumen una normalidad y es necesario que ocurra un
evento "anormal", es decir, extraordinario, para que cambien las circunstancias y
por lo tanto, considerando que las cosas transcurren con normalidad, le
corresponde probar los hechos a quien alegue la "anormalidad" de los mismos.
Para ejemplificar, podríamos decir que por normal tenemos al hecho de que
ninguna persona nace con un vínculo contractual hacia otra, por lo tanto si alguien
alega que hubo un contrato entre dos personas, la carga de la prueba recae sobre
este, ahora bien, una vez probado el vínculo contractual, se debe entender que éste
siguió existiendo -dentro de la normalidad del mismo- hasta que algún evento
"anormal" haya dado por concluido el mismo, por lo tanto, si, por ejemplo, alguien
alega el despido intempestivo que terminó un contrato de trabajo, le corresponde
probar dicha "anormalidad" a quien lo alegó. La crítica a esta teoría se basa en el
hecho de que dada la subjetividad que encierra la normalidad, esta no podría ser
aplicada con seguridad en todos los casos.

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