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Resumen

El poblado fortificado de Ulaca (Solosancho, Ávila), uno de los más grandes de la Iberia Céltica
y aún de la Céltica europea, fue ocupado a finales de la Edad del Hierro (s. III-I a.C.) por una
comunidad del pueblo vettón y se convirtió en el centro más grande e importante del valle
Amblés, donde existieron otros grandes asentamientos fortificados, prácticamente ciudades o
mejor oppida en la terminología latina. La comunidad que habitó Ulaca pudo rondar los 1.500
habitantes, levantó un gran poblado organizado en diversos sectores, que fue la “capital” del
Amblés a finales de la Edad del Hierro, y desapareció tras un abandono con el proceso de con-
quista romana y la paralela emergencia de Obila –la actual Ávila- como gran centro de población
de la región. En el año 2003 se localizó, en la falda norte del cerro donde se asienta la ciudad,
un sector del cementerio, y en las excavaciones de 2004 se ha comprobado que, además de
enterramientos, existió al pie de la ladera un conjunto de estructuras artesanales que corrobora
la importancia del oppidum y su compleja organización. En este trabajo presentamos una breve
síntesis del yacimiento, las razones de nuestras investigaciones en el oppidum de Ulaca y los
resultados más relevantes de los últimos años.

Palabras clave: Oppidum, necrópolis, Segunda Edad del Hierro, Vettones, valle Amblés.

Abstract
The emergence of large fortified settlements, known as oppida, in “Celtic” Iberia at Late Iron Age
is a process which begins to be known. As in other areas of temperate Europe, there were prob-
ably substantial differences between them, in terms of geographical setting, size, form, function
and chronology. The oppidum of Ulaca (Solosancho, Ávila), the largest of the Vetton oppida (70
ha) and one of the best known in Celtic Iberia, flourished from approximately 300 to 50 BC. The
size of the walled areas, the remains of monumental buildings, the layout of the houses and the
density of the materials found on the surface suggest that the settlement was divided into
several sectors or districts. The city covered an area (70 Ha) larger than that needed by the res-
ident community. The adaptation to the topography determined the area that had to be walled,
thus some parts of the settlement appear to have been virtually uninhabited. Another important
reason may have been that of reserving extensive areas for grazing and holding cattle inside the
walls. The last excavations (2003-2004) carried out in the north area, next to the oppidum, have
revealed an area with abundant archaeological material, part of the cemetery and various spe-
cialised workshops of complex interpretation in connection with it.

Keywords: Oppidum, cemetery, Late Iron Age, Vettones, Amblés valley.


El oppidum vettón de Ulaca (Solosancho, Ávila) y
su necrópolis

Jesús Álvarez-Sanchís, Carlos Marín, Álvaro Falquina, Gonzalo Ruiz Zapatero*

En los dos siglos previos al cambio de Era, se desarrolla- La interpretación de los oppida es controvertida. En
ron en Europa grandes centros fortificados y en este perío- general ha prevalecido la espectacularidad de sus fortifica-
do quedaron fijados muchos de los modelos sociales y eco- ciones y grandes dimensiones, y siempre se ha asumido
nómicos que caracterizarían la cultura europea hasta el una única funcionalidad y cronología, aceptando que todos
final del medievo (Collis, 1995; Wells, 2002: 365 ss.). El ellos tenían las mismas características. A estos problemas
desarrollo de estas comunidades se vio beneficiado de las habría que añadir los rasgos identitarios de cada región,
crecientes necesidades que tenía Roma de metales, mate- que no siempre se corresponden con la magnitud de estos
rias primas y esclavos. Con todo, la inmensa mayoría de asentamientos (Almagro-Gorbea y Dávila, 1995; Gerritsen
las personas vivía en pequeñas aldeas (Büchsenschutz, y Roymans, 2006), y el sesgo de las excavaciones, que
2006), trabajando las tierras del entorno y los oppida, nom- raras veces consiguen exponer una superficie importante
bre que reciben estos grandes centros (Kornemann, 1942; de los sitios. Nos falta información sobre la relación entre
Büchsenschutz, 1988), con poblaciones de varios cientos o las defensas y las ocupaciones del interior, y desde luego
incluso miles de personas (Collis, 1984; Fichtl, 2000; no siempre las murallas fueron levantadas con una finali-
Ralston, 2006), fueron realmente excepcionales. dad exclusivamente defensiva (Collis, 1993; Ruiz Zapatero,
Las investigaciones llevadas a cabo en el interior de 2003). La crítica de estas ideas sólo ha empezado a dibu-
estos sitios siguen siendo escasas y a menudo resulta difí- jarse a nivel europeo (Woolf, 1993; Wells, 2002: 370-372) y
cil precisar su evolución. No todos los oppida fueron funda- el reestudio con nuevas ideas en la Península Ibérica tam-
ciones contemporáneas de la conquista romana. Las fuen- bién es reciente (Almagro-Gorbea, 1994; Ruiz Zapatero y
tes griegas y romanas mencionan la existencia de grandes Alvarez-Sanchís, 1995; Álvarez-Sanchís, 2003: 40 ss.).
centros indígenas en el siglo II a.C. y esto ya nos está
dando una data antequem para su construcción (Almagro- Ulaca, el oppidum
Gorbea y Lorrio, 1991), por lo que es posible rastrear sus Ulaca (Solosancho, Ávila), el oppidum más grande entre
antecedentes desde algo antes. La documentación arqueo- los vettones y uno de los mayores conocidos en la Iberia
lógica demuestra la existencia de asentamientos que ya céltica, domina estratégicamente el valle Amblés desde lo
eran centros importantes a comienzos de la Edad del alto de un formidable cerro a 1500 m de altitud, en la sierra
Hierro (Cunliffe, 1990 y 2005) e implican que el comercio de la Paramera, ya en las primeras estribaciones septen-
inter-regional ya era un factor básico en la época. Algunos trionales de Gredos. Del macizo de la sierra le separa un
oppida se localizan en vados y en el extremo de antiguas barranco angosto que se esparce a oriente y occidente, for-
divisiones de tierras, y esto bien podría explicar la tenden- mando las cañadas de Sotalbo y del Fresno, abiertas al
cia a una progresiva identificación entre determinadas valle y al río Adaja. La cumbre está amesetada con marca-
poblaciones y zonas específicas. Unos pocos alcanzarán do declive ascendente hacia el Oeste, hasta caer abrupta-
formas de organización casi estatal y llegarán a constituir mente sobre las inmediaciones de Villaviciosa, que es
una especie de estados tribales, hasta desaparecer con la pedanía del pueblo actual.
conquista de Roma. En el interior, en la extensa meseta que ocupa la cum-
bre del cerro, se advierten cimentaciones en piedra de
* Departamento de Prehistoria. Universidad Complutense. Madrid. casas de planta cuadrada y rectangular y otras estructuras
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Fig. 1: Vista general del oppidum de Ulaca (Solosancho, Ávila), desde el noreste. Foto: M. Almagro-Gorbea.

Fig. 2: Acceso desde Ávila a Villaviciosa (Solosancho), donde se localiza el poblado.


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Fig. 3: Situación de Ulaca, acceso al poblado y emplazamiento de la necrópolis en el plano correspondiente a la hoja 530-IV (Solosancho)
del Mapa Topográfico Nacional de España. Escala 1:25.000.
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de compartimentación compleja. El caserío es disperso, con el tamaño de la comunidad residente. Aunque la zona
con casas casi siempre aisladas que se distribuyen adap- central revela una densa ocupación, la adaptación a la
tándose a la topografía sin una ordenación precisa en topografía imponía en parte la superficie que debía ser
calles. Varios manantiales brotan en lugares próximos a la amurallada, por lo que algunas zonas del asentamiendo
cumbre y al pie del cerro. De uno de ellos, en la parte baja parece que estuvieron prácticamente deshabitadas. Otra
de la ladera norte, conocido con el expresivo nombre de motivación pudo ser la de reservar extensas áreas para
“Fuente del Oso”, procede un gran toro de granito de más pastos y ciudado de los ganados, base de la economía de
de 2 m de longitud que hoy se conserva en la plaza de la estas gentes. En los momentos de conflicto, la población
Iglesia de Solosancho. Otros dos toros semejantes, algo de alrededor podría refugiarse dentro ya que existiría espa-
más pequeños, se conocen en las inmediaciones de cio suficiente.
Villaviciosa, que hay que relacionar necesariamente con el La muralla principal que rodeó el asentamiento conser-
poblado prerromano. va un perímetro de más de 3000 metros. Es de dos para-
La arqueología de Ulaca cuenta con una tradición dila- mentos, con bloques grandes y las caras planas vistas al
tada pero parcial y poco densa. Las noticias sobre el yaci- exterior. Se adapta bien a la topografía y es de gran apare-
miento se remontan al siglo XIX (Ballesteros, 1896), si bien jo en lienzos y torreones, sobre todo en las puertas. Se
la primera descripción exhaustiva se debe a Gómez pueden identificar nueve entradas o interrupciones de la
Moreno, al que se encomendó en 1901 la tarea de elabo- muralla. Dos se reconocen bien y han sido recientemente
rar el catálogo monumental de la provincia de Ávila (Gómez consolidadas (Ruiz Zapatero, 2005: 14-15): la puerta del
Moreno, 1983). Entre 1914 y 1915 el sitio fue visitado por Noroeste, protegida por varias líneas de muralla que la
P. Paris, R. Lantier y H. Breuil, levantando los dos últimos anteceden, y la puerta del Noreste –en típico esviaje- que
el plano de sus murallas (Lantier y Breuil, 1930). Sus traba- conserva todavía un camino que lleva hasta la ladera baja,
jos mostraron el interés del yacimiento, con un potente sis- parece que enlosado, como el del segundo recinto de Las
tema de fortificación, estructuras monumentales y ajuares Cogotas (Mariné y Ruiz Zapatero, 1988). La muralla, y las
domésticos que relacionan con los hallados por J. Cabré puertas, tuvieron que presentar un imponente aspecto
(1932) en el poblado vettón de Las Cogotas. La historia desde el valle. Puede resultar tentador otorgar un valor
posterior está vinculada a los trabajos de Gutiérrez específico a la guerra en el contexto de la conquista roma-
Palacios y Posac Mon, quienes a finales de los años cua- na de la Meseta, y así explicar el esfuerzo invertido en su
renta realizaron algunos sondeos arqueológicos (Posac construcción, pero también, como se ha señalado en algu-
Mon, 1953; Gutiérrez Palacios, 1955). Desde los años na ocasión (Collis, 1984: 107; Hill, 1995), por razones inter-
noventa el asentamiento es prospectado sistemáticamente nas y de prestigio: se puede controlar mejor a los habitan-
(Ruiz Zapatero y Álvarez-Sanchís, 1999; Álvarez-Sanchís, tes del sitio y, al mismo tiempo, exhibir la fuerza y pujanza
1999: 139 ss.; Collis, 2004). Los trabajos se han centrado de la comunidad residente. El poblado se articula en torno
básicamente en: (1) determinar la organización interna, (2)
seguimiento completo del recinto amurallado, (3) localiza-
ción de las viviendas y otras estructuras, (4) recogida de
materiales arqueológicos, (5) documentación de áreas
artesanales y (6) análisis del contexto regional. En el año
2003 se localizó en la falda norte un sector del cementerio
de Ulaca (Álvarez-Sanchís y Ruiz Zapatero, 2004) y en las
excavaciones de 2004 se comprobó que, además de ente-
rramientos, existió al pie de la ladera un conjunto de estruc-
turas artesanales que corrobora la importancia del oppidum
y su compleja organización (Ruiz Zapatero, 2005).
El asentamiento, de forma ovalada, está protegido por
torres y una muralla de piedra de más de 3 km que encie-
rra 70 ha. Ello le convierte en el núcleo más grande de la
comarca y en uno de los mayores conocidos en la
Fig. 4: Escultura de toro de granito. Yacía junto a un manantial en
Península Ibérica (Almagro-Gorbea y Dávila, 1995). El sitio el lugar conocido como “Fuente del Oso”, al pie del oppidum de
abarca una superficie que no debía estar sólo relacionada Ulaca. Se conserva en la plaza de la iglesia de Solosancho.
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a dos grandes vaguadas que lo atraviesan de Este a


Oeste. Se han reconocido más de 250 casas repartidas en
distintos puntos de la ciudad, e incluso el hábitat se extien-
de fuera de las murallas. En general la conservación de las
ruinas es muy buena - por no haber existido reocupaciones
posteriores - y la distribución actual de estructuras refleja
más o menos la que pudo ser real en la Edad del Hierro. El
afloramiento de la roca base en muchos puntos y la falta de
evidencia de aportes sedimentarios hace muy verosímil
que los restos hoy visibles correspondan a las estructuras
realmente existentes. La posibilidad de reconstruir el paisa-
je urbano de Ulaca, incluso sin necesidad de excavación,
parece factible. En cierto modo, estaríamos ante la fosiliza-
ción superficial de un poblado prerromano.
Las viviendas tienen planta cuadrada o rectangular,
entre 50 y 150 m2 de superficie, divididas en tres o cuatro
estancias. La primera era la más importante, con el hogar
y en ocasiones el banco adosado a la pared. Ocupa apro-
ximadamente la mitad del espacio habitable y a ella se
accede desde el exterior. Las otras habitaciones harían de
despensa –donde se depositaban los grandes recipientes
de cerámica o los aperos de labranza- y dormitorio. Las
Fig. 5: Vista general de la muralla y de la entrada oeste.

Fig. 6: Una de las viviendas excavadas de Ulaca (excavaciones de Pérez Herrero, 1970).
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Fig. 7: Planta general del oppidum de Ulaca y viviendas: estructuras identificadas, distribución en una zona del sector norte y vivienda rec-
tangular compartimentada sobre el modelo de una taina moderna.
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puertas de las casas están señaladas por dos bloques de asociada a una gran peña, en la que una doble escalera
tamaño mayor, y casi en el 70% de los casos están orien- conduce a una plataforma con dos concavidades comuni-
tadas al este, a la salida del sol. Es común la utilización de cadas entre sí. Una de ellas vertía en una tercera, la cual
muros con zócalos de piedra que se recrecían con algo de comunica a su vez con la parte inferior de la peña a través
adobe. Otras veces debieron de ser exclusivamente de pie- de un canal. La función sagrada del monumento se ha
dra. El hallazgo de bloques de barro con improntas de interpretado a partir de paralelos como el santuario portu-
maderos sugiere que las cubiertas estarían construídas gués de Panoias (Vila Real), con inscripciones latinas que
con troncos de árbol, recubiertos de barro y paja. En algu- informan de los sacrificios de animales realizados en el
nos casos se llegó a excavar directamente en la piedra lugar (Alföldy, 1995; Rodríguez Colmenero, 1999). Las
para construir unas pocas viviendas de aspecto troglodíti- entrañas de las víctimas se quemaban en nichos o cubetas
co. Se han detectado grupos de viviendas más amplias, y la sangre vertía en otros similares, al tiempo que se ren-
adosadas unas a otras, con grandes sillares en los zócalos. día culto a las divinidades. Por otra parte, la coincidencia
La organización del espacio podría reflejar la exterioriza- de la orientación del altar con la cumbre más alta de las ali-
ción de diferencias sociales, pero también funciones dife- neaciones de la Sierra de la Paramera, el denominado
rentes, no estrictamente domésticas. “Risco del Sol”, visible desde Ulaca, parece no ser casual y
Dos obras destacan por su interés, en el sector centro- estar intencionadamente buscada, tal vez en relación con
occidental del poblado. La primera y más importante es algún fenómeno celeste. Un estudio reciente (Pérez
conocida como “santuario” o “altar de sacrificios”. Se trata Gutiérrez, 2007) ha puesto de manifiesto la existencia de
de una estancia rectangular tallada en la roca (16 x 8 m), marcadores astronómicos en el poblado y en torno al altar

Fig. 8: Altar rupestre del oppidum de Ulaca (Solosancho, Ávila).


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revelando, por ejemplo, que la pendiente de las dos esca- edificio de gran aparejo y forma de torre (14 x 10 m), deli-
leras del altar apunta a la posición que tiene el astro en las mitado por un pequeño recinto amurallado. Parece haber
fechas del solsticio de invierno. funcionado como atalaya para vigilar el tráfico interno de
En las inmediaciones del altar de Ulaca se halla otra mercancías. De hecho, domina visualmente desde el lado
construcción rupestre de planta rectangular (6,4 m), dividi- sur de la ciudad una enorme extensión del área habitada, y
da en tres habitaciones siguiendo un esquema de antecá- por tanto lo que pudo haber sido el trasiego de carros, gen-
mara, cámara y horno. Se ha propuesto una función termal tes y productos. La prospección de este inmenso asenta-
(Almagro-Gorbea y Álvarez-Sanchís, 1993). Su estructura miento reveló también, entre otras cosas, la existencia de
es análoga a las saunas de algunos asentamientos del NO varias canteras para la extracción de bloques de granito.
de la Península Ibérica. Estrabón (3,3,6) hace también Una de las canteras tuvo que destinarse a la obtención de
referencia a estas actividades, que parecen relacionadas material constructivo para las viviendas, y al menos otra –la
con ritos y baños de carácter iniciático, entre las poblacio- más próxima a la muralla por el lado sur- parece que estu-
nes del norte de la Meseta: De algunos de los pueblos que vo relacionada con la obtención de grandes sillares para la
viven en las inmediaciones del Duero se dice que viven a construcción de las defensas.
la manera espartana, ungiéndose dos veces con grasas y Parece que Ulaca fue un oppidum jerarca entre los vet-
bañándose de sudor obtenido con piedras candentes, tones, tal vez cabeza de un mercado regional que floreció
bañándose en agua fría y tomando una vez al día alimen- aproximadamente entre el 300-50 a.C. Desde el punto de
tos puros y simples. El oppidum alberga otro importante vista arqueológico, es inviable excavar Ulaca en su totali-

Fig. 9: Sauna iniciática excavada en la roca, desde el norte.


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dad. Pero sabemos que allí se desarrollaron importantes mencionada por Ptolomeo (2,5,7) ha originado una identifi-
artesanías, como labores de cantería y alfarería además de cación hipotética con la ciudad actual, aunque aún no exis-
la forja de hierro. El recinto superior albergaba casas, talle- tan datos concluyentes (Fabián, 2007: 99). Algunas cerámi-
res, un santuario, una sauna y otras estructuras monumen- cas pintadas de Ulaca podrían situarse con certeza en el
tales de piedra. La organización interna de este extraordi- siglo I a.C. Se trata de unos pocos fragmentos con motivos
nario asentamiento, rodeado de murallas, está impregnada de arcos enmarcados por líneas horizontales y franjas de
de un determinado orden colectivo mantenido por un fuer- líneas paralelas verticales (Posac Mon, 1953: fig. 31,1),
te poder político y religioso. Allí vivía y trabajaba una impor- tema recurrente del tardoceltiberismo aunque también se
tante población que se sentía protegida, entre 1000 y 1500 encuentra en producciones anteriores. Por último, recuér-
habitantes, lo que se ajustaría bastante bien con las vivien- dese el numerario indígena de Arecorata y posiblemente
das conocidas. Seguramente en torno al asentamiento se Secobirices hallado en el poblado (Alvarez-Sanchís, 1993:
llevarían a cabo encuentros estacionales que reunirían a 279), además de un as ibérico de Celsa recogido a los pies
mercaderes, a grupos de pastores con sus rebaños y a los del oppidum, en la carretera de Villaviciosa (Abad, 1995:
agricultores de las granjas del valle con el producto de sus 210). La ciudad no parece estar habitada de forma perma-
cosechas para comerciar y concertar alianzas. nente desde finales del siglo I a.C., salvo quizá frecuenta-
Su población debió trasladarse a la vega con el cambio ciones esporádicas. Este mismo hecho coincide con la
de Era, probablemente en el lugar que hoy ocupa Ávila, escasez de restos en los otros oppida del valle, habiéndo-
cuya aparente semejanza con la ciudad vettona de Obila se planteado la revitalización de Avila-Obila a partir de

Fig. 10: Cantera del interior del oppidum para la extracción de bloques de piedra.
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Fig. 11: Territorio de explotación de Ulaca (dibujo de P. Alonso)


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Fig. 12: Vista idealizada a vuelo de pájaro del oppidum, desde el norte (según del Val y Escribano 2004, modificado).

estos últimos (Martín Valls y Esparza, 1992: 274-275; Álva- se asienta el oppidum. El sitio se localiza en una zona de
rez-Sanchís, 2003: 145; Quintana et al., 2003-2004; suave pendiente conocida como “Fuente de Sabucedo”, al
Fabián, 2007: 88 ss.). norte del oppidum y en una cota bastante más baja que
éste aunque todavía con cierta altitud relativa con respecto
El descubrimiento de la necrópolis al fondo del Valle Amblés. Esta zona se abre a dicho valle
Dentro de los trabajos del proyecto de prospección de desde la vertiente meridional del río Adaja. La zona del pie-
Ulaca-Valle Amblés (Ávila), en septiembre del año 2002, al demonte de Ulaca ha sido tradicionalmente utilizada para
realizar una serie de fotografías del valle desde la falda de el cultivo de centeno, para lo cual se utilizaba un arado de
Ulaca, advertimos una serie de remociones en el suelo que madera, por lo que debemos entender una alteración de los
parecían ser el resultado de excavaciones clandestinas, depósitos arqueológicos menor que cuando se utiliza la
seguramente empleando un detector de metales para loca- reja metálica.
lizar sepulturas con objetos metálicos. Resultaba impres- Los sondeos fueron planteados siguiendo los resulta-
cindible resolver esta incógnita -la posibilidad de hallarnos dos obtenidos previamente en una prospección con geora-
ante tumbas de la Edad del Hierro- para promover las dar. Este método permitió detectar signos claros de altera-
medidas necesarias para proteger este sector del yaci- ción en el subsuelo, tal vez de origen antrópico, a unos 35
miento. cm de profundidad. Los resultados fueron infructuosos en
La excavación arqueológica se inició en septiembre de varios de los cortes realizados. Pudo comprobarse que las
2003 (Álvarez-Sanchís y Ruiz Zapatero, 2004) y consistió alteraciones “leídas” en la prospección eran sencillamente
en la realización de varias catas o sondeos, planteados en pequeñas bolsadas de arena o restos de toperas. Para
un muestreo aleatorio, en la ladera norte del cerro donde evaluar la fiabilidad de las anomalías se abrieron nuevos
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cortes en las zonas de mayor intensidad de lectura, y otros 30 cm de profundidad, una estructura de piedras muy com-
aleatorios. Todos resultaron infructuosos, pues a escasos pacta de planta oval, formada por lajas de granito clavadas
centímetros de la superficie afloraba el granito descom- verticalmente en el suelo, a su vez limitada y protegida por
puesto. un gran encachado cuyos límites quedaban bien definidos
Sólo tres sondeos ofrecieron materiales arqueológicos al norte y sur por otras piedras dispuestas horizontalmente
significativos y relacionados con la época de ocupación del y de forma más irregular.
asentamiento. Centraremos nuestra descripción en uno de La estructura debió tener originalmente una planta
ellos -la denominada estructura 1 del corte 13- que corres- casi circular, pero, tal vez como consecuencia del arado,
ponde a una compleja tumba de finales de la Edad del las lajas exteriores se encontraban vencidas hacia los late-
Hierro. rales, en dirección este y oeste, a modo de pétalos de flor.
Contaba ésta con una laja central, de mayor tamaño, alre-
La tumba del corte 13 dedor de la cual se disponían otras más pequeñas. Se con-
La excavación se planteó como una pequeña cata de 1 x 2 tabilizaron hasta cien piedras, de las cuales, en torno a una
m, que progresivamente se fue ampliando para documen- veintena presentaba uno o dos cortes de cantería limpios y
tar las evidencias halladas, hasta llegar a los 14 m2 de bien trabajados, entre ellas dos fragmentos de molinos rea-
extensión. Bajo una fina capa de humus se localizó un provechados. Las lajas quedaban trabadas y ajustadas con
estrato terroso suelto, con abundantes fragmentos de cerá- pequeñas cuñas de piedra y nódulos de adobe, lo que
mica en posición secundaria. Dicho estrato cubría, a unos daba al conjunto un aspecto muy compacto. Esta cubierta

Fig. 13: Vista general de la excavación de la necrópolis, desde la ladera norte, al pie del oppidum.
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Fig. 14: Excavación en la necrópolis de Ulaca. En primer término, área con empedrados tumulares.

cubre, y sella, una compleja estructura funeraria formada lo o encachado. A la misma altura de la piedra afloraba un
por dos depósitos que pasamos a detallar a continuación. nivel con abundantes fragmentos cerámicos, especialmen-
El primero, y más reciente, se hallaba dentro de un te en el tercio occidental de la tumba, sobre los que apoya-
loculus, simple hoyo abierto en la tierra cenicienta, cuya ban directamente las lajas verticales del túmulo. Llama
base fue preparada con un suelo de pequeñas lajas colo- poderosamente la atención la cuantía de estos últimos,
cadas horizontalmente y sobre el que apoyaba un lecho de pues venían a representar no menos de 33 vasos o reci-
adobes, placas de barro y fragmentos de cerámica de gran- pientes, de los cuales 4 estaban completos cuando fueron
des vasos o contenedores. En la parte central, se localizó depositados. Se trata de dos ollas, una de ellas con abun-
una urna de cerámica a torno y forma acampanada, deco- dantes restos de cereal, y dos cuencos (uno con bandas
rada con bandas horizontales rojas, que incluía restos de pintadas en su interior).
cremación y abundantes carbones y semillas de cereal en Debajo de este depósito se halló una fosa revestida
su interior. En torno a ella se disponía un pequeño ajuar de barro que albergaba otro conjunto de vasos cerámicos
constituído por una piedra pulimentada circular, una aguja y otra urna con restos de cremación. La base del depósito
de hierro, las cachas metálicas de una vaina de puñal con cortaba el nivel geológico y estaba formada por un lecho de
contera discoidal, un fragmento de hoja de hierro de un arcilla grisácea de consistencia muy dura. El lado oriental
cuchillo y una cuenta bitroncocónica de pasta vítrea y color del mencionado lecho formaba una especie de escalón
amarillo. La urna cineraria quedaba sellada con una piedra sobre el cual se depositó una vasija de considerables
sobre la que apoyaba directamente la laja central del túmu- dimensiones, cuyo interior albergaba restos óseos quema-
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Fig. 15: Secuencia de la excavación del corte 13, sector necrópolis: (1) en el centro, encachado tumular con la tumba, (2-3) detalle del pri-
mer depósito funerario y nivel de placas de barro y fragmentos de cerámica que delimitaban la urna cineraria y el ajuar. Debajo de este
depósito se halló una fosa revestida de barro que albergaba otro conjunto de vasos cerámicos y otra urna con restos de cremación (4-5).
La base del depósito cortaba el nivel geológico y estaba formada por un lecho de arcilla de consistencia muy dura (6).
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dos, algunos de ellos humanos, otros de fauna y semillas Se trata sin duda de una tumba de elaboración com-
de cereal carbonizado, así como algún fragmento de cerá- pleja, con un metro de potencia desde la base de la fosa
mica oxidante. En la boca se halló una pequeña cuenta de hasta la cima del encachado, y formada, al menos, por dos
pasta vítrea y color azul oscuro. En el relleno de la fosa enterramientos con sus respectivos ajuares. Falta todavía
aparecieron grandes piedras, destacando el fragmento de un estudio tipológico exhaustivo de los recipientes cerámi-
catillus de un molino circular, restos de huesos y un eleva- cos, todos ellos fabricados a torno, pero algunos datos rela-
do número de fragmentos cerámicos que se corresponden tivos a su morfología y distribución inclinan a pensar que
con no menos de 35 vasos o recipientes, de los que 8 han ambos fueron depositados en un lapso de tiempo breve.
podido ser reconstruidos prácticamente enteros, entre ellos Dos de los recipientes hallados en la estructura superior –la
la urna cineraria, otras dos vasijas análogas, una pequeña urna cineraria y una de las ollas o vaso de ofrendas- esta-
olla con asa en la boca y 4 cuencos, dos de ellos pintados ban completos cuando fueron depositados pero unos
con motivos de bandas horizontales en rojo, de los cuales, pocos fragmentos (un galbo y parte de la boca del primero,
en uno de los casos, penden cuatro medallones. Una gran la base del segundo) se hallaron en la parte externa del
piedra con los lados redondeados, colocada horizontal- encachado, por tanto fuera del enterramiento. Al tratarse de
mente, sellaba el sector superior de la urna cineraria. un conjunto cerrado y sellado por la estructura de piedra,

Fig. 16: Planimetría general de la tumba del corte 13.


354 Arqueología Vettona. La Meseta occidental en la Edad del Hierro

Fig. 17: Sección de la tumba del corte 13 con la superposición de los dos depósitos funerarios.

no debería extrañar que la rotura de ambas se hubiera pro- 2003: 173-177). No obstante, la particularidad de este
ducido al construir el encachado. Iguales consideraciones hecho no es óbice para que dentro de la misma tumba
caben en relación a uno de los grandes vasos hallados en encontremos diferencias en el tratamiento dispensado a
la estructura inferior. Dos fragmentos aparecieron en los cada conjunto. Y, así, mientras en el nivel inferior abundan
niveles exteriores al encachado. recipientes lisos, de cocciones mixtas y degrasantes cuar-
De la descripción de la distribución de los conjuntos cíticos gruesos (ollas y contenedores) en el superior será
funerarios cabe concluir un patrón relativamente ordenado, todo lo contrario, destacando en número las cerámicas de
e incluso parece haberse buscado un cierto equilibrio en el cocciones oxidantes, pastas decantadas y decoraciones
contenido de los depósitos, dada la relativa semejanza pintadas con motivos de líneas y bandas horizontales. Ello
entre los tipos cerámicos y el número de elementos que lo ha de relacionarse con ambas urnas cinerarias y, por lo
integran, rasgos con paralelos estrechos en la necrópolis tanto, con la relación “simbólica” que debieron tener estos
vaccea de Las Ruedas, en Padilla de Duero (Sanz et al., dos grandes conjuntos cerámicos para aquellas gentes,
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cuyo significado concreto se nos escapa. En cuanto a los punta de ballesta de tipología romana. En términos
posibles contenidos de este tipo de recipientes, habrá toda- generales la cronología del conjunto encaja muy
vía que esperar los resultados de la analítica de residuos bien con la estimada para la fase final de ocupación
practicada. del oppidum.
Quedan todavía muchas tareas por desarrollar. Pero (3) El interés de la estructura funeraria excavada es
los trabajos arqueológicos realizados en este sector del grande porque revela un tipo de enterramiento no
yacimiento han permitido localizar, como resultado de las documentado en otras necrópolis del área vettona.
expoliaciones de clandestinos, el emplazamiento de la La estructura contaba con un primer depósito fune-
necrópolis de Ulaca o, al menos, de uno de los sectores de rario en la fosa excavada y revestida que fue cerra-
enterramiento vinculados al oppidum. Emplazamiento que do con piedras. Prácticamente sobre él, se realizó
se ajusta a los rasgos típicos de ubicación de los cemente- un segundo depósito funerario que fue sellado con
rios vettones (Álvarez-Sanchís, 1999: 299 ss.). En resu- los bloques de piedra, formando una especie de
men, lo que hemos podido conocer se concreta en lo “coraza” pétrea. A su vez, los dos depósitos se ins-
siguiente: criben dentro de un encachado con forma subcircu-
(1) Se trata de una necrópolis de incineración con lar, en el que los límites del anillo son reconocibles
encachados tumulares que cuentan con una larga en varios puntos y cuyo interior debió contener
tradición en la Edad del Hierro de la Meseta. Los losas y piedras de cierre. La escasa profundidad del
localizados hasta ahora no tienen el porte de los encachado podría explicar el relativo desorden del
túmulos de La Osera (Cabré et al., 1950), pero anillo y parte de los bloques de cierre del relleno,
estrictamente la comparación no es pertinente, desplazados de su posición original por las altera-
habida cuenta la mayor antigüedad de las sepultu- ciones producidas por las tareas de arado que hasta
ras del cementerio de La Osera. En todo caso, el hace 25 ó 30 años se realizaron en la zona.
paisaje de la necrópolis de Ulaca pudo estar perfec- Bloques y fragmentos de cerámica análogos aparecie-
tamente constituido por encachados tumulares y ron también en otro de los sondeos (nº 9) Por la disposición
también por sepulturas de simple incineración en en planta de los mismos, tiene todo el aspecto de ser el
hoyo dentro de una urna, algunas de las cuales, con extremo de un encachado análogo al del corte 13. En este
ajuares muy sencillos (pesas de telar, fusayolas, punto de la plataforma de la necrópolis los restos de estruc-
cuchillo afalcatado), se excavaron en la última cam- turas se hallan a mayor profundidad. Por tanto, este corte
paña (Ruiz Zapatero, 2005: 36). Es algo que debe- 9 presenta el interés de delimitar el punto más occidental
rán resolver las futuras excavaciones, pero los de estructuras del área cementerial.
hoyos rellenos de tierra de los excavadores furtivos Como ocurre tantas veces, los arqueólogos no descu-
parecen avalar la idea de que, al menos una parte brimos nada, pues lamentablemente fueron sondeos de
importante de estos enterramientos, seguiría este excavadores furtivos los que nos pusieron en la pista para
modelo, lo que, por otra parte, no deja de ser habi- llevar a cabo dichos trabajos arqueológicos. Todo esto nos
tual en los cementerios vettones más cercanos, hizo albergar la esperanza de localizar una zona central de
como Las Cogotas (Cabré, 1932; Kurtz, 1987) y El la necrópolis (Álvarez-Sanchís y Ruiz Zapatero, 2004). Sin
Raso (Fernández Gómez, 1986 y 1997). embargo hay que matizar que en la campaña de 2004, la
(2) Los materiales exhumados en la sepultura tumular última hasta la fecha, las excavaciones depararon unos
del corte 13, básicamente cerámicas torneadas resultados interesantes y en cierto modo sorprendentes:
correspondientes a las etapas finales de la cultura sólo recuperamos unas pocas tumbas de incineración en
vettona y ciertas piezas metálicas (vaina de puñal hoyo y de empedrado tumular, pero estos enterramientos
con contera circular de un posible tipo biglobular, han aparecido sobre una zona que anteriormente fue utili-
cuchillo afalcatado y regatón de hierro de lanza) así zada para emplazar un conjunto de estructuras artesanales
como dos cuentas de pasta vítrea, sitúan la crono- que podrían revelar toda una zona de talleres y artesanías
logía con relativa precisión en un momento avanza- fuera del gran recinto amurallado de la ciudad, en la cum-
do del siglo II a.C. e incluso tal vez llegando a alcan- bre del cerro (Ruiz Zapatero, 2005). Esto revela una orga-
zar el s. I a.C., en el contexto de las guerras serto- nización del oppidum más compleja de lo habitualmente
rianas. Avalaría esta última impresión el hallazgo en pensado, y no muy diferente a la planteada en otros oppi-
superficie, entre las piedras del encachado, de una da vettones (Álvarez-Sanchís, 2003: 139-141). Aunque la
356 Arqueología Vettona. La Meseta occidental en la Edad del Hierro

Fig. 18. Muestra del ajuar hallado en el depósito superior de la tumba del corte 13.
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Fig. 19: Esquema teórico y reconstrucción ideal del proceso de construcción de la tumba del corte 13: (a) excavación de la fosa del primer
depósito funerario, (b) cierre del segundo depósito funerario mediante un encachado tumular (figuras según Pons 2000, modificado).

excavación tiene que continuar, lo exhumado por ahora 150 m2 abiertos en la campaña de 2004 el número de tum-
revela que buena parte de este sector al pie de la ladera bas es muy reducido. Eso puede significar dos cosas: o
Norte de Ulaca tuvo estructuras vinculables a talleres y bien que la densidad de enterramientos era muy baja - aun-
áreas de trabajo artesanal. Así, encontramos importantes que apenas tenemos datos de otros cementerios de similar
concentraciones de molinos que sugieren la posibilidad de cronología, en los anteriores la densidad de tumbas no
procesamiento del cereal en esta parte baja, cerca de los resulta tan baja - o bien el área excavada pertenece a un
campos de cultivo, y el posterior traslado del grano molido sector periférico de la zona central de la necrópolis que
a lo alto del oppidum. Hay también restos de escorias que podría encontrase más hacia el Este, siguiendo la misma
implican actividades metalúrgicas y en otros puntos alma- cota de la ladera. Nos inclinamos más por esta segunda
cenaje de cereal en grandes recipientes. Lo más interesan- opción.
te es que después de estar funcionando durante un deter- Las excavaciones realizadas hasta el momento sólo
minado tiempo este sector como zona de instalaciones constituyen una fase preliminar de valoración y documen-
artesanales, deliberadamente se amortiza la zona y muy tación del cementerio. Al mismo tiempo, abren nuevas
poco después, aunque no tenemos bien controlada la cro- perspectivas sobre lo que sabemos de los barrios artesa-
nología de detalle, se abren algunas tumbas de incinera- nales de los grandes centros vettones (Ruiz Zapatero y
ción en hoyo y de encachado tumular. Pero en los más de Álvarez-Sanchís, 1995; Álvarez-Sanchís, 2003) y exigen
358 Arqueología Vettona. La Meseta occidental en la Edad del Hierro

Fig. 20: Detalle de una de las incineraciones del cementerio de Ulaca.

continuar con las prospecciones de la necrópolis, ya que el fortificar pero sin datos de excavaciones. Apenas conoce-
sector localizado es periférico, con una escasa densidad de mos la trama de poblamiento comarcal, con núcleos meno-
enterramientos. Desde luego, los resultados justifican la res. Y, desde luego, desconocemos si pequeñas aldeas y
necesidad de abordar en próximas campañas de excava- explotaciones rurales próximas a los oppida enterraron a
ción un estudio completo sobre la sociedad vettona que sus difuntos en los cementerios de aquéllos, o bien forma-
vivió y murió en Ulaca a finales de la Edad del Hierro a tra- ron pequeños panteones familiares que resultarían, por lo
vés de la necrópolis y con todas las técnicas de la metodo- reducido del número de tumbas, bastante difíciles de des-
logía moderna. Y, por encima de todo, creemos que es cubrir. En algunos casos tenemos indicios de estas alque-
absolutamente imprescindible para promover las medidas rías y pequeños establecimientos pero no de sus tumbas,
necesarias de cara a la protección efectiva de este impre- y en muchos casos tal vez haya que pensar que unas y
sionante yacimiento y su posterior investigación. Tenemos otras, granjas y explotaciones rurales y agrupaciones de
por delante la posibilidad de abrir una ventana a la Edad tumbas familiares, son invisibles por la falta de prospeccio-
del Hierro y conocer cómo era la comunidad que vivió en el nes intensivas. Idealmente estaríamos hablando de alque-
más importante oppidum vettón. rías con 5 ó 6 casas y pequeñas aldeas con un máximo de
El interés de correlacionar el registro del cementerio 10-15 hogares (Álvarez-Sanchís y Ruiz Zapatero, 2001).
con el asentamiento también podría tener un valor aproxi- Se trataría, con toda seguridad, del tipo de núcleo más
mativo a nivel regional. Fuera de los castros y oppida cono- numeroso y constituiría buena parte del tejido de la pobla-
cemos muy mal los pequeños asentamientos en llano, sin ción rural. En cualquier caso, estos sitios llevan a pensar
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Fig. 21: Recipientes cerámicos hallados en una de las posibles estructuras vinculables a talleres y áreas de trabajo artesanal, al pie de la
ladera norte de Ulaca. Campaña de 2004.

que fuera de los asentamientos fortificados pudieron vivir Portugal)”. Madrider Mitteilungen, 38, 176-246.
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