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La sentencia T-229 de 2017 aclara que no basta con que a la persona le falten
menos de 3 años para pensionarse sino que es necesario que se demuestre que
el despido ocasiona una amenaza para otros derechos fundamentales, entre ellos,
el mínimo vital y el derecho a la seguridad social. Esto ocurre cuando el
trabajador no tiene más ingresos sino el salario. Según la Corte, estas personas
deberían ser sujeto de protección especial pues por su edad, seguramente se les
dificultará conseguir un nuevo empleo.
De asumir que las sentencias de tutela proferidas por la Corte tienen los efectos
de una ley (que no lo tienen) la definición se quedó corta pues no contempló todos
los requisitos para pensionarse. En Colombia, existen dos regímenes
pensionales. El Régimen de Prima Media con Prestación Definida y el Régimen
de Ahorro Individual con Solidaridad. Ambos exigen requisitos diferentes para
obtener la pensión de vejez.
La Corte solo tuvo en cuenta el requisito de edad que aplica únicamente para los
afiliados al régimen de prima media, pero no tuvo en cuenta qué pasaba si la
persona estaba cerca de cumplir las semanas de cotización, si ya las tenía al
momento del despido o el caso de los trabajadores que aunque cumplen con la
edad, no están ni cerca de cumplir las 1300 semanas. ¿Esto significaría que el
fuero se vuelve indefinido? Queda un vacío también frente a las personas del
régimen de ahorro individual quienes podrían pensionarse a los 40, 50 o 70 años,
dependiendo de sus ahorros.
Lo más complicado de todo esto es que las tutelas llegan en su reparto a jueces
que no conocen a profundidad de estos asuntos y que tienen especialidades
distintas a las del derecho laboral o de seguridad social. Estos jueces se limitan a
tratar de imitar el sentido de los fallos de la Corte Constitucional, sin considerar las
normas de la materia o todos los supuestos del fallo aplicado como criterio de
interpretación. Como resultado, hoy en día ciertos jueces de tutela están
ordenando el reintegro definitivo y no transitorio de mujeres con 54 o más años de
edad y de hombres con 59 o más años de edad, sin tener en cuenta el régimen
pensional que les aplica y si tienen ingresos distintos al salario. En otras palabras,
no están teniendo en cuenta la supuesta afectación real a derechos
fundamentales ni el carácter subsidiario de las acciones de tutela. Este tipo de
controversias deberían ser de competencia del juez laboral.