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Narmer
escrito por Editor VOPUS
De unos 60 cms. de alto hallada en un Templo de
Nekhen, data del año 3100 a. de C. Se le considera uno
de los primeros ejemplos de escritura jeroglífica egipcia.
La Antropología Oficial considera que esta Tablilla hace
referencia a las luchas del Rey Narmer en el Sur, por
conquistar el Norte, para unir ambas partes del país bajo
su gobierno.
Los símbolos de la jibia, o “nar” y el cincel, o “mer”, por encontrarse entre dos
bueyes, las fuerzas de Ob y de Od, vienen a constituirse en el Mercurio (Agua) y en el
Azufre (Fuego), elementos fundamentales de la Gran Obra.
La Purificación Alquimista representada por la figura central, que sosteniendo con una
mano al hombre arrodillado ante él, disponiéndose a eliminarlo con el símbolo de la
fuerza phálica, o bastón que esgrime en su mano diestra, ahondan aún más en el
significado inicial del cincel y la jibia. Como resultado de esos procesos de Purificación
y Sublimación Alquímica, aparece sobre el hombre arrodillado, una figura que lleva
sobre sus espaldas seis flores de loto, siendo su cabeza, sumada a los seis lotos, la
representación de los 7 Cuerpos del Hombre Auténtico, o en todo caso, los 7 Grados de
Poder del Fuego.
Más arriba, sobre está última figura, aparece una antigua imagen
de Horus que representa al Ser, al Intimo, quien brinda su apoyo
al Iniciado Egipcio.
El hombre cautivo y a punto de perecer, conjuntamente con los dos que huyen
despavoridos en la parte inferior de la tablilla, son la representación de los Agregados
Psíquicos o Yoes, que el Iniciado tiene que eliminar (los más visibles y los más
ocultos). Pero profundizando un poco más, podríamos agregar que representan también
a la expresión de esos Demonios Rojos de Seth que se ubican en la substancia Astral,
Mental o Causal, convirtiéndose así en los Conocidos Demonios que menciona el
“Libro de los Muertos”: El Demonio del Deseo (APOPI), el Demonio de la Mente
(HAI) y el Demonio de la Mala Voluntad (NEBT), que guardan concomitante relación
con las Tres Furias Clásicas o los Tres Traidores, a los que se han tenido que enfrentar y
eliminar, todos los Maestros que en el mundo han sido.
En la parte media, vemos a dos leones cuyos cuellos se alargan y entrelazan formando
el místico y sagrado símbolo del Caduceo de Mercurio; Pero ésto no se realiza al azar o
por simple mecánica evolutiva, sino que, como bien los indican los dos conductores de
los Dos Mercurios (Macho y Hembra, Rojo y Blanco, Luna Y Sol, Fuerzas de Od y
Ob), deben estas fuerzas ser sabiamente conducidas, manejadas, domeñadas, para que
puedan elevarse de abajo hacia arriba y hacia dentro, hacia nuestras más profundas
reconditeces, hacia el Ser. En la sección superior derecha vemos diez decapitados
significando que los Diez Sephirotes de la Kábala, es decir, las diez partes Superiores y
Auto-Conscientes del Ser han sido Perfeccionadas; además, estos diez decapitados
sumados a las dos aves y la barca (las Tres Fuerzas Primarias, Padre Hijo y Espíritu
Santo) que se encuentran encima de ellos, nos da el número 13, que representa la
Resurrección. “Si la semilla no muere, la planta no nace”, dice el adagio místico, así
que: sin “Muerte”, sin “Decapitación” no hay “Resurrección”.
Por otra parte ese mismo número 13 nos recuerda los 13 Aeones del Pleroma Gnóstico;
los Doce Trabajos de Hércules y la culminación; las Doce Horas de Apolonio y la
Hora 13ª; el Zodiaco y Sol.
“Soy el Dios del Fuego surgido del Fuego Divino. Así como la cabeza de Osiris no le
ha sido quitada, también mi cabeza tras las matanzas, me será restituida...Siéndo otra
vez joven, renovándome, mantengo íntegro mi Ser múltiple, pues soy Osiris, Señor de
la Eternidad”.