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El Rapport es la técnica para que mantengas buenas relaciones con las personas
que te importan o que necesitas en un momento dado. Es comunicarte con todo lo
que eres, no sólo con tus palabras. Es el manejo de tu lenguaje corporal junto con
el verbal.
En la comunicación, el lenguaje verbal solo tiene el 7% de impacto, mientras que
el lenguaje corporal el 55% y el tono de voz el 38%. No es tanto lo que digamos,
sino cómo lo digamos. La comunicación asertiva es un arte que pocos tienen.
Imagínate poder comunicar al 100% con los demás. Todo lo que aprenderías y por
supuesto, el mundo sería otro. Podrías crear un clima de trabajo o familiar
agradable y participativo sin envidias, juicios y mal entendidos.
La forma en que los seres humanos nos aproximamos a este concepto es más o
menos la misma, es una sensación de necesitar un cambio, de sentir que
necesitamos expandir nuestros horizontes o ampliar nuestra visión. Esa extraña
sensación de necesitar algo más o algo diferente, es al parecer lo que nos permite
identificar que estamos “acomodados” en una “Zona cómoda”, pero ¿Es realmente
cómoda?
Cuando estamos acomodados, sabemos cómo hacer las cosas, cómo encarar la
dificultad, podemos prever lo que podría llegar a ocurrir e incluso podemos
demostrar maestría en resolver los desafíos cotidianos que se presentan en el
pequeño territorio de lo conocido. La pregunta que lleva al misterio número dos
es… ¿Si allí dominamos el escenario, somos amos y señores de nuestros hábitos
y nuestras rutinas, conocemos todo lo que nos rodea… ¿Por qué nos queremos
salir?
¿No les parece extraña esa necesidad del ser humano, de querer sacrificar lo que
conoce y lo que domina en aras de algo bueno, mejor o simplemente algo
diferente? Para mí es todo un misterio, y me lleva a creer que posiblemente la
búsqueda de la felicidad implica no solo la aceptación del cambio como algo
inevitable, sino la búsqueda natural del cambio como algo que contribuye a la
felicidad de los seres humanos.
Para muchas personas a las que el cambio les asusta esta con seguridad podría
parecer la más grande ironía en la historia, sin embargo el hecho de que por
alguna razón la mayoría de los seres humanos en algún punto de la vida
lleguemos a desear que nuestro horizonte se expanda, que nuestro conocimiento
aumente, que nuestros hábitos cambien, etc., es una muestra de que los seres
humanos estamos diseñados para buscar el cambio como parte de nuestra propia
naturaleza.
Ese deseo de experimentar, ese deseo de conocer y de ver más allá es muy
evidente en los niños, que parecen no tener muchos prejuicios respecto a
exponerse a lo desconocido. Los niños se aburren rápido de lo mismo, quieren
saber qué hay más allá y no experimentan el mismo miedo que tenemos los
adultos a sacrificar todo lo que conocemos.
Esto último hace pensar en el tercer misterio y es… Si cuando somos pequeños
parece que esa zona no existiera, ahora que somos adultos ¿Por qué nos da tanto
miedo dejarla incluso a pesar de que algo nos mueva intensamente a salir?
Esa sensación de querer dejar la zona de confort es algo que los teóricos
denominan tensión creativa y ese profundo temor de sacrificar lo conocido y
exponernos a lo que no conocemos lo han llamado tensión emocional. Que tan
intensa sea esa lucha entre la tensión que nos impulsa a buscar cambios y retos y
ese miedo que nos paraliza y se convierte en la más grande justificación para
evadir el cambio, tiene mayor o menor intensidad dependiendo del individuo.
Hay casos en los que la tensión emocional es tan fuerte que la persona prefiere
quedarse por mucho tiempo en su zona “cómoda” o desarrollar mecanismos para
evadir los cambios o simplemente hacer pequeños ajustes que no impliquen una
verdadera transformación.
Por el otro lado, existe un sinnúmero de casos en que las personas encuentran
valor en reconocer su capacidad, se apegan a sus valores más profundos,
recuperan eso que de niños los movía a querer aprender y querer buscar nuevas
experiencias y provechan la tensión creativa para tomar la valiente decisión de
salir de su zona de confort.
Se puede interpretar que, lo que devela ese misterio es algo particular para
cada uno. Para muchos es un encuentro consigo mismos y un
descubrimiento de toda su capacidad, para otros es el conocimiento de
cosas nuevas, para muchos es una transformación personal, una sensación
de estar empoderados o haber recobrado el control de su vida. Para algunos
representa el logro de la visión o el alcance de sus sueños. Lo único cierto
es que nada es igual cuando decidimos salirnos de la zona de confort.
La fórmula suena simple, sin embargo nadie dijo que fuera fácil desafiar a
los dragones de temor y desconfianza que custodian nuestra zona cómoda.
Nadie dijo que fuera fácil hacer camino en un territorio totalmente
desconocido o que fuera sencillo arriesgarse a caminar por un sendero
inhóspito por el que nadie ha caminado, sin manual.
Lo único cierto es que este camino por duro que sea y aunque implique un
monto indecible de trabajo, es lo único que nos conduce hacia eso que
nuestra consciencia nos trata de indicar cuando señala que es hora de salir
de la zona de confort. Este camino conduce hacia nuevos horizontes de
conocimiento y nuevas experiencias que no solo nos hagan sentir
satisfechos sino victoriosos, que contribuyan a satisfacer el sentido natural
de propósito en todo lo que hagamos y nos conviertan en versiones mejores
de nosotros mismos, al fin de cuentas en eso consiste el desarrollo y es la
única evidencia de que estamos dando pasos hacia conseguir lo que nos
hace verdaderamente felices.