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“CHARLA INFORMATIVA”
Ciclo : VI
Hemos elegido este tema porque lo conocemos de primera mano y lo hemos vivido en numerosas
relaciones pasadas. Habernos liberado en un gran porcentaje de nuestra dependencia nos ha
convertido en unas personas mucho más auténticas que se relacionan desde el amor y que eligen
con mucho cuidado el tipo de personas con las que quieren relacionarse. Hemos aprendido que
somos nuestra prioridad y que si no nos respetamos nadie lo hará. Respetándonos hemos aprendido
a respetar. Amándonos hemos aprendido a amar. La dependencia emocional se origina en la niñez
por no ser amado de forma apropiada por las personas más significativas para el niño: sus padres,
hermanos o las personas más cercanas, lo que le genera una baja autoestima. Se puede acrecentar
durante el período escolar (a no ser que el niño tenga la suerte de estar rodeado de excelentes
educadores) y durante la adolescencia. Ya de adulto el dependiente emocional recrea situaciones
en las que asume un papel sumiso intentando siempre complacer a los demás con el fin de mantener
el vínculo con los otros a toda costa y evitar así un posible rechazo que teme con pavor.
Es fácil mantener y alimentar la dependencia emocional toda una vida si uno carece de la lucidez
necesaria para no dejarse impactar por las expectativas creadas por el sistema y la sociedad con las
que le bombardearán a través de los medios de comunicación y la publicidad. El dependiente
emocional acepta desprecios y maltratos como algo normal y tiende a sentirse atraído por personas
que aparentan una gran seguridad en sí mismas y que tienen una personalidad dominante.
Desafortunadamente, el dependiente emocional no ha conocido lo que es el amor genuino entre
dos personas que se respetan y se intercambian afecto, tiene dificultad en tomar las riendas de su
vida y espera que aparezca esa persona especial que le hará feliz y acabará con su soledad y angustia
vital. Una vez encontrada esa persona especial la relación tiende a deteriorarse: el dependiente
emocional no se respeta a sí mismo ni se afirma por miedo a que la relación se rompa y, si lo hace,
se siente automáticamente culpable, lo que le hace disculparse en seguida y no mantenerse en su
lugar.
Por un lado esta conducta le convierte en una víctima fácil del abuso de otro y le crea un gran
resentimiento contra sí mismo porque sabe que en el fondo no se está respetando. El resentimiento
y la acumulación de ira no expresada, junto con los frecuentes sentimientos de culpa que alberga
son los ingredientes que alimentan su baja autoestima y su tendencia a la depresión. La relación se
convierte así en una verdadera adicción para el dependiente emocional. La inevitable ruptura de la
relación es un verdadero trauma que le impulsa a un desequilibrio emocional grave puesto que
carece de una fuente de equilibrio interna. A menudo el dependiente emocional sólo recuerda como
momentos de verdadera felicidad en su vida los comienzos de una relación amorosa, sin valorar
otros aspectos vitales de gran importancia como la amistad, la salud y la estabilidad laboral. Tras
una ruptura el dependiente emocional tiende a reaccionar de dos maneras: buscando
desesperadamente una nueva pareja que llene el vacío de la anterior y le reafirme su valía o
aislándose completamente por temor a que le maltraten de nuevo. Analizaremos y trataremos de
ayudar con este taller viendo las causas que generan la dependencia emocional, sus principales
síntomas y el asesoramiento con el hemos querido ayudar a los chicos de 5TO de secundaria,
tratando de brindarles herramientas y recursos para superar su posible dependencia emocional y
disfrutar, por fin, de ser la persona libre y feliz que realmente ES.
II.- REALIDAD PROBLEMÁTICA: (EXPLICAR LA ENCUESTA Y PONER RESULTADOS
DE ENCUESTAS)
Todas las graves características de una persona dependiente pueden desencadenar una
sintomatología patológica en la persona, que se puede traducir por ejemplo en ansiedad,
obsesiones, depresión, etc. Cuando estas personas sufren una ruptura con su pareja,
amigos o familiares, el impacto psicológico que pueden llegar a sufrir puede ser muy
devastador, padeciendo malestar tanto físico como psicológico: sufriendo sentimientos de
desvalorización de sí misma, sintomatología ansiosa, sentimientos negativos hacia la vida,
hacia su futuro, acompañados de una gran sensación de vacío y una fuerte sensación de
que sin esa persona la vida no merece la pena.
En ese momento la persona siente que su mundo se desmorona, que no puede seguir, ni
ser capaz de continuar con su vida “sola”, pudiendo llegar a sufrir un trastorno depresivo en
los casos más graves. Todo esto ocurre porque la persona no es consciente de lo que vale
por sí misma, de lo que es capaz de hacer y de todo lo que ha conseguido en la vida, de
que hay más personas en su vida. No sabe cómo hacerlo porque nunca se ha puesto a
pensar en sí misma antes que en los demás, y porque no sabe que padece de dependencia
emocional.
V.- CONCLUSIONES:
VI.- RECOMENDACIONES:
- Consultar con un especialista, para que así la persona se conecte con sus propios
recursos y vaya encontrando durante el proceso maneras y alternativas de
concebirse a sí mismo y a sus relaciones.
- Practicar la meditación en general y en concreto de la meditación zen puede aportar
en este sentido una gran ayuda. A través de la práctica de la meditación zen cada
persona puede llegar al fondo de su propia identidad y descubrir por sí misma que
la realidad es básicamente nodual, es decir, cada persona es única y no depende
de nadie.
- Desarrollar la inteligencia emocional
VII.- ANEXOS: