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Colección

Clásicos del Pensamiento J. B. Erhard, K. F. Freiherr


von Moser, Ch. Garve,
Director
Antonio Truyol y Serra
J. B. Geich, J. G. Hamann,
J. G. Herder, l. Kant,
G. E. Lessing, M. Mendelssohn,
A. Riem, F. Schiller,
Ch. M. Wieland, J. F. Zollner

¿Qué es Ilustración?
Estudio preliminar de
AGAPITO MAESTRE

Traducción de
AGAPITO MAESTRE y JOSE ROMAGOSA

CUARTA EDTCION

- -- -·--
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Discrio de cubierta:
Joaquín Gallego

1.• edición, 1988


4.• edición, 1999
Reimpresión, 2002
A Fernando Quesada,
desde el disenso polt'tico
a la concordia de la amistad.

Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está


protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas.
además de las corn:spondientes indemnizaciones por darios y
perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren. distribuyeren
o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra litera­
ria, artística o científica, o su transformación, interpretación o
ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comuni­
cada a través de cualquier medio. sin la preceptiva autorización.

Estudio preliminar �, Ac;i\1'110 MAi s 11u . 1988


© EDITORIAL TECNOS (GRUPOANAYA. SA.). 2002
Juan Ignacio Luca de Tena, 15 - 28027 Madrid
ISBN: 84-309-1752-7
De1xhi10 Legal: M. 26..569-2002

Pri111ed in Spai11. Impreso en Espa1ia por Fernúndez Ciudad


IMMANUEL KANT
(1724-1804)

RESPUESTA A LA PREGUNTA:
¿QUE ES LA lLUSTRACION?

La Ilustración es la salida del hombre de su autocu!pa­


ble minarla de edad 1• La minoría de edad significa la in­
capacidad de servirse de su propio entendimiento sin la
guía de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de
edad cuando la causa de ella no reside en la carencia de
entendimiento, sino en la falta de decisión y valor para
servirse por sí mismo de él sin la guía de otro. Sapere aude!
¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento!, he aquí
el lema de la Ilustración.
La pereza y la cobardía son las causas de que una gran
parte de los hombres permanezca, gustosamente, en mi­
noría de edad a lo largo de la vida, a pesar de que hace
ya tiempo la nauraleza los liberó de dirección ajena (na-

1 El término Unmündigkeit se presta a varias traducciones en caste­


llano, pero todas ellas hacen referencia a una cierta «inmadurez» de quien
predica tal término. Lo hemos traducido por «minoría de edad», con­
servando así, según nuestra opinión, toda la carga semántica que tiene
el término en alemán. Sin embargo, en otros contextos hemos preferido
las palabras «dependencia» o «no-emancipación». Por el contrario, el
término Mü11digkei1, que traducimos por «mayoría de edad» por seguir
con la metáfora kantiana, podría traducirse en todos los casos por «eman­
cipación».
18 ¿QUE ES ILUSTRACION? ¿QUE ES ILUSTRACION? 19

turaliter majorennes 2); y por eso es tan fácil para otros ,í mismo, algo que es casi inevitable si se le deja en liber­
el erigirse en sus tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de tad. Ciertamente, siempre se encontrarán algunos hom­
edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un director es­ bres que piensen por sí mismos, incluso entre los estable­
piritual que reemplaza mi conciencia moral, un médico cidos tutores de la gran masa, los cuales, después de ha­
que me prescribe la dieta, etc., entonces no necesito es­ berse autoliberado del yugo de la minoría de edad, difun­
forzarme. Si puedo pagar, no tengo necesidad de pensar; dirán a su alrededor el espíritu de una estimación racio­
otros asumirán por mí tan fastidiosa tarea. Aquellos tu­ nal del propio valor y de la vocación de todo hombre a
tores que tan bondadosamente han tomado sobre sí la ta­ pensar por sí mismo. Pero aquí se ha de señalar algo es­
rea de supervisión se encargan ya de que el paso hacia la pecial: aquel público que anteriormente había sido some­
mayoría de edad, además de ser difícil, sea considerado tido a este yugo por ellos obliga, más tarde, a los propios
peligroso por la gran mayoría de los hombres (y entre ellos tutores a someterse al mismo yugo; y esto es algo que su­
todo el bello sexo). Después de haber entontecido a sus cede cuando el público es incitado a ello por algunos de
animales domésticos, y procurar cuidadosamente que es­ sus tutores incapaces de cualquier Ilustración. Por eso es
tas pacíficas criaturas no puedan atreverse a dar un paso tan perjudicial inculcar prejuicios, pues al final terminan
sin las andaderas en que han sido encerrados, les mues­ vengándose de sus mismos predecesores y autores. De ahí
tran el peligro que les amenaza si intentan caminar solos. que el público pueda alcanzar sólo lentamente la Ilustra­
Lo cierto es que este peligro no es tan grande, pues ellos ción. Quizá mediante una revolución sea posible derro­
aprenderían a caminar solos después de unas cuantas caí­ car el despotismo personal junto a la opresión ambiciosa
das; sin embargo, un ejemplo de tal naturaleza les asus­ y dominante, pero nunca se consigue la verdadera refor­
ta Y, por lo general, les hace desistir de todo posterior ma del modo de pensar, sino que tanto los nuevos como
intento. los viejos prejuicios servirán de riendas para la mayor parte
Por tanto, es difícil para todo individuo lograr salir de de la masa carente de pensamiento.
esa minoría de edad, casi convertida ya en naturaleza su­ Pero para esta Ilustración únicamente se requiere liber­
ya. Incluso le ha tomado afición y se siente realmente in­ tad, y, por cierto, la menos perjudicial entre todas las que
capaz de valerse de su propio entendimiento, porque nunca llevan ese nombre, a saber, la libertad de hacer siempre
se le ha dejado hacer dicho ensayo. Principios y fórmu­ y en todo lugar uso público .1 de la propia razón. Mas es­
las, instrumentos mecánicos de uso racional -o más bien cucho exclamar por doquier: ¡No razonéis! El oficial di­
abuso- de sus dotes naturales, son los grilletes de una ce: ¡No razones, adiéstrate! El funcionario de hacienda:
permanente minoría de edad. Quien se desprendiera de ¡No razones, paga! El sacerdote: ¡No razones, ten fe! (Só­
ellos apenas daría un salto inseguro para salvar la más pe­ lo un único señor en el mundo dice: razonad todo lo que
queña zanja, porque no está habituado a tales movimien­ queráis y sobre lo que queráis, pero obedeced.) Por todas
tos libres. Por eso, pocos son los que, por esfuerzo del partes encontramos limitaciones de la libertad. Pero ¿qué
propio espíritu, han conseguido' salir de esa minoría de limitación impide la Ilustración? y, por el contrario, ¿cuál
edad y proseguir, sin embargo, con paso seguro. la fomenta? Mi respuesta es la siguiente: el uso público
Pero, en cambio, es posible que el público se ilustre a

3 Por el comrario, el uso privado de la razón es el que alguien ejerce


2 Del latín, mayor de edad por naturaleza (físicamente), miemras que �orno titular de un cargo público; por ejemplo, el que lleva a cabo un
intelcc1ualmente continúa siendo menor de edad. funcionario o un oficial del ejército.
20 ¿QUE ES ILUSTRACION? ¿QUE ES /LUSTRAC/ON? 21
munidad según el símbolo ele la iglesia a la que sirve, pues­
de la razón debe ser siempre libre; sólo este uso puede traer to que ha sido admitido en ella bajo esa condición. Pero,
Ilustración entre los hombres. En cambio, el uso privado como docto, tiene plena libertad e, incluso, el debe� de
de la misma debe ser a menudo estrechamente limitado, comunicar al público sus bienintencionados pensamien­
sin que ello obstaculice, especialmente, el progreso de la tos cuidadosamente examinados, acerca ele los defectos
Ilustración. Entiendo por uso público de la propia razón ele �se símbolo así como hacer propuestas para el mejo­
aquél que alguien hace de ella en cuanto docto (Gelehr­ ramiento de la� instituciones de la religión y ele la iglesia.
ter) ante el gran público del mundo de los lectores. Lla­ Tampoco aquí hay nada que pudiera ser un cargo de con­
mo uso privado de la misma a la utilización que le es per­ ciencia, pues lo que enseña en virtud ele su puesto como
mitido hacer en un determinado puesto civil o función pú­ encargado ele los asuntos de la iglesia lo �re�e�t� co! no
blica. Ahora bien, en algunos asuntos que transcurren en _
algo que no puede enseñar segun su pro�10 Ju1c10 '. s1�0
favor del interés público se necesita un cierto mecanismo, que él está en su puesto para exponer segun prescnpc10-
léase unanimidad artificial, en virtud del cual algunos nes y en nombre de otro. Dirá: nuestra iglesia enseña esto
miembros del Estado tienen que comportarse pasivamen­ o aquello, éstas son las razones fundamentales de las que
te, para que el gobierno los guíe hacia fines públicos o, se vale. En tal caso, extraerá toda la utilidad práctica pa­
al menos, que impida la destrucción de estos fines. En tal ra su comunidad de principios que él mismo no aceptará
caso, no está permitido razonar, sino que se tiene que obe­ con plena convicción; a cuya exposición, del mismo mo­
decer. En tanto que esta parte de la máquina es conside­ do, puede comprometerse, pues no es imposible que en
rada como miembro de la totalidad de un Estado o, in­ ellos se encuentre escondida alguna verdad que, al menos,
cluso, de la sociedad cosmopolita y, al mismo tiempo, en en todos los casos no se halle nada contradictorio con la
... calidad de docto que, mediante escritos, se dirige a un pú­
blico usando verdaderamente su entendimiento, puede ra­
religión íntima. Si él creyera encontrar esto último en �a
verdad, no podría en conciencia ejercer su ca'. go; tendna
zonar, por supuesto, sin que por ello se vean afectados que renunciar. Así pues, el uso que un predicado� hace
los asuntos en los que es utilizado, en parte, como miem­ de su razón ante su comunidad es meramente privado,
bro pasivo. Así, por ejemplo, sería muy perturbador si puesto que esta comunidad, por amplia que s�a, si�mpre
un oficial que recibe una orden de sus superiores quisiere es una reunión familiar. Y con respecto a la misma el, co­
argumentar en voz alta durante el servicio acerca de la per­ mo sacerdote no es libre, ni tampoco le está permitido
tinencia o utilidad de tal orden; él tiene que obedecer. Sin serlo, puesto �ue ejecuta u� encargo ajeno. �n � ambio,
embargo, no se le puede prohibir con justicia hacer ob­ _
como docto que habla mediante escritos al publico pro­
servaciones, en cuanto docto, acerca de los defectos del piamente dicho, es decir, al mundo; e! sacerd?�e, en
servicio militar y exponerlos ante el juicio de su público. _ el uso
público de su razón, gozaría de una hbertad 1hm1tada
_ pa­
El ciudadano no se puede negar a pagar los impuestos que ra servirse de ella y para hablar en nombre propio. En efe� ­
le son asignados; incluso una mínirr¡a crítica a tal carga, to, pretender que los tutores del pueblo (en �suntos espi­
en el momento en que debe pagarla, puede ser castigada rituales) sean otra vez menores de edad constituye un des­
como escándalo (pues podría ciar ocasión a desacatos ge­ propósito que desemboca en la eternización de las insen­
neralizados). Por el contrario, él mismo no actuará en con­ sateces.
tra del deber ele un ciudadano si, como docto, maní fiesta Pero, ¿no debería estar autorizada un� so�iedad de sa­
públicamente su pensamiento contra la inconveniencia o cerdotes, por ejemplo, un sínodo de la iglesia o una ho­
injusticia de tales impuestos. Del mismo modo, un sacer­ norable ctassis (como la llaman los holandeses) a compro-
dote está obligado a enseñar a sus catecúmenos y a su co-
22 ¿QUE ES /LUSTRACION? ¿QUE ES ILUSTRACION? 23
meterse, bajo juramento, entre sí a un cierto símbolo in­ ya que con ello se destruiría un período en la marcha de
mutable para llevar a cabo una interminable y suprema la humanidad hacia su mejoramiento y, con ello, lo haría
tutela sobre cada uno de sus miembros y, a través de es­ estéril y nocivo. En lo que concierne a su propia persona,
tos, sobre el pueblo, eternizándola de este modo? Afirmo un hombre puede eludir la Ilustración, pero sólo por un
que esto es absolutamente imposible. Un contrato seme­ cierto tiempo en aquellas materias que está obligado a sa­
jante, que excluiría para siempre toda ulterior Ilustración ber, pues renunciar a ella, aunque sea en pro de su perso­
del género humano, es, sin más, nulo y sin efecto, aun­ na, y con mayor razón todavía para la posterioridad, sig­
que fuera confirmado por el poder supremo, el congreso nifica violar y pisotear los sagrados derechos de la huma­
'· y los más solemnes tratados de paz. Una época no puede
obligarse ni juramentarse para colocar a la siguiente en
nidad. Pero, si a un pueblo no le está permitido decidir
por y para sí mismo, menos aún lo podrá hacer un mo­
una situación tal que le sea imposible ampliar sus conoci­ narca en nombre de aquél, pues su autoridad legisladora
mientos (sobre todo los muy urgentes), depurarlos de erro­ descansa, precisamente, en que reúne la voluntad de todo
res y, en general, avanzar en la Ilustración. Sería un cri­ el pueblo en la suya propia. Si no pretende otra cosa que
men contra la naturaleza humana, cuyo destino primor­ no sea que toda real o presunta mejora sea compatible con
dial consiste, justamente, en ese progresar. Por tanto, la el orden ciudadano, no podrá menos que permitir a sus
posteridad está plenamente justificada para rechazar aque­ súbditos que actúen por sí mismos en lo que consideran
llos acuerdos, aceptados de forma incompetente y ultra­ necesario para la salvación de sus almas. Esto no le con­
jante. La piedra de toque de todo lo que puede decidirse cierne al monarca; sí, en cambio, el evitar que unos y otros
como ley para un pueblo reside en la siguiente pregunta: se entorpezcan violentamente en el trabajo para su pro­
¿podría un pueblo imponerse a sí mismo semejante ley? moción y destino según todas sus capacidades. El monar­
..... Esto sería posible si tuviese la esperanza de alcanzar, en ca agravia su propia majestad si se mezcla en estas cosas,
corto y determinado tiempo, una ley mejor para introdu­ en tanto que somete a su inspección gubernamental los
cir un nuevo orden, que, al mismo tiempo, dejara libre escritos con que los súbditos intentan poner en claro sus
a todo ciudadano, especialmente a los sacerdotes, para, opiniones, a no ser que lo hiciera convencido de que su
en cuanto doctos, hacer observaciones públicamente, es opinión es superior, en cuyo caso se expone al reproche
decir, por escrito, acerca de las deficiencias de dicho or­ Caesar no est supra Grammaticos, o bien que rebaje su
den. Mientras tanto, el orden establecido tiene que per­ poder supremo hasta el punto de que ampare dentro de
durar, hasta que la comprensión de la cualidad de estos su Estado el despotismo espiritual de algunos tiranos con­
asuntos se hubiese extendido y confirmado públicamen­ tra el resto de sus súbditos.
te, de modo que mediante un acuerdo logrado por votos Si nos preguntamos si vivimos ahora en una época ilus­
(aunque no de todos) se pudiese elevar al trono una pro­ trada, la respuesta es no, pero sí en una época de Ilustra­
puesta para proteger aquellas comunidades que se han uni­ ción. Todavía falta mucho para que los hombres, tal co­
do para una reforma religiosa, conforme a los conceptos mo están las cosas, considerados en su conjunto, puedan
propios de una comprensión más ilustrada, sin impedir ser capaces o estén en situación de servirse bien y con se­
que los que quieran permanecer fieles a la antigua lo ha­ guridad de su propio entendimiento sin la guía de otro en
gan así. Pero es absolutamente ilícito ponerse de acuerdo materia de religión. Sin embargo, es ahora cuando se les
sobre una constitución religiosa inconmovible, que públi­ ha abierto el espacio para trabajar libremente en este em­
camente no debería ser puesta en duda por nadie, ni tan peño, y percibimos inequívocas señales de que disminu­
siquiera por el plazo de duración de una vida humana, yen continuamente los obstáculos para una Uustración ge-
¿QUE ES ILUSTRACION? 25
24 ¿QUE ES ILUSTRACION?
libertad va todavía más lejos y comprende que, incluso
neral, o para la salida de la autoculpable minoría de edad.
en_ l o que se re: ier� a su legislación, no es peligroso per­
Desde este punto de vista, nuestra época es el tiempo de _
m1tir que sus subd1tos hagan uso público de su propia ra­
la Ilustración o el siglo de Federico 4•
Un príncipe que no encuentra indigno de sí mismo de­ zón Y expongan públicamente al mundo sus pensamien­
clarar que considera como un deber no prescribir nada a tos sobre una mejor concepción de aquélla, aunque con­
los hombres en materia de religión, sino que les deja en tenga una franca crítica de la existente. También en esto
ello plena libertad y que incluso rechaza el pretencioso disponemos de un brillante ejemplo, pues ningún monar­
ca se anticipó al que nosotros honramos.
nombre de tolerancia, es un príncipe ilustrado, y merece
Pero sól? quien �or ilustrado no teme a las sombras y,
""·� que el mundo y la posteridad lo ensalcen con agradeci­
a! ,m,�mo tiempo, dispone de un numeroso y disciplinado
miento. Por lo menos, fue el primero que desde el gobier­
eJerc1�0,. que garantiz� a los ciudadanos una tranquili­
no sacó al género humano de la minoría de edad, dejan­
do a cada uno en libertad de servirse de su propia razón dad pubhca, puede decir lo que ningún Estado libre se atre­
en todas las cuestiones de conciencia moral. Bajo el go­ ve a ? ecir: ¡Razonad todo lo que queráis y sobre fo que
_
bierno del príncipe, dignísimos clérigos -sin perjuicio de querais, pero obedeced! Se muestra aquí un extraño e ines­
sus deberes ministeriales- pueden someter al examen del perado curso de las cosas humanas, pues sucede que, si
_
mundo, en su calidad de doctos, libre y públicamente, lo �ons1deramos con detenimiento y en general, entonces
c�s1 todo en él es paradójico. Un mayor grado de libertad
aquellos juicios y opiniones que en ciertos puntos se des­
vían del símbolo aceptado; con mucha mayor razón esto ciudadana parece _ ser ventajosa para la libertad del espíri­
tu del pueblo y, sin embargo, le fija barreras infranquea­
lo pueden llevar a cabo los que no están limitados por al­ _
gún deber profesional. Este espíritu de libertad se expan­ bles. En cambio, un grado menor de libertad le procura
.... de también exteriormente, incluso allí donde debe luchar el ámbito necesario para desarrollarse con arreglo a to­
contra los obstáculos externos de un gobierno que equi­ das su� facultades. Una vez que la naturaleza, bajo esta
voca su misión. Este ejemplo nos aclara cómo, en régi­ dura cascara, ha desarrollado la semilla que cuida con ex­
men de libertad, no hay que temer lo más mínimo por la trema ternura, es decir, la inclinación y vocación al libre
pensar; este hecho repercute gradualmente sobre el sentir
tranquilidad pública y la unidad del Estado. Los hombres
salen gradualmente del estado de rusticidad por su pro­ del pueblo (con lo cual éste se va haciendo cada vez más
capaz de la libertad de actuar) y, finalmente, hasta llegar
pio trabajo, siempre que no se intente mantenerlos, adre­
de y de modo artificial, en esa condición. a invadir a los principios del gobierno, que encuentra ya
_
He situado el punto central de la Ilustración, a saber, posible tratar al hombre, que es algo más que una máqui­
la salida del hombre de su culpable minoría de edad, na 5, conforme a su dignidad 6•
preferentemente, en cuestiones religiosas, porque en lo que
atañe a las artes y las ciencias nuestros dominadores no
tienen ningún interés en ejercer de tutores sobre sus súb­ 5 Alusión a J. O. de Lamellrie y su escrito L'homme-machine 1748.
6 Al final de su artículo Kant coloca esta nota: «En el Seman�rio de
ditos. Además, la minoría de edad en cuestiones religio­
Büsching d d 13 de septiembre leo hoy [30 del mismo mes) el anuncio
sas es, entre todas, la más perjudicial y humillante. Pero de la Berf1111sche Monalsschrijr, correspondiente a este mes, que publi­
el modo de pensar de un jefe de Estado que favorece esta ca la respuesta del señor Mendelssohn a la misma cuestión. Todavía no
ha llegado a mis manos; de otro modo hubiese retrasado mi actual res­
puesla, que ahora sólo puede ser considerada como una prueba de has­
ta qué punto el acuerdo de las ideas se debe a la casualidad.»
� Cfr. infra, artículo de A. Riem.
26 ¿QUE ES ILUSTRACION? ¿QUE ES /LUSTRAC/ON? 27

DEL SENSUS COMMUNIS, entendimiento, por su propia ley esencial, le pone a la ba­
A LA CAPACIDAD DE «JUICIO» se, o sea, la superstición. La liberación de la superstición
se llama Ilustración 1, porque, aunque esa denominación
Por sensus communis tiene que entenderse la idea de se da también a la liberación de los prejuicios en general,
un sentido que es común a todos, es decir, de un «juicio» la superstición puede, más que los otros (in sensu eminen­
(Beurte1/ung) que, en su reflexión, toma en cuenta mer­ ti), ser llamada prejuicio, puesto que la ceguera a la que
ced al pensamiento (a priori) el modo de representación conduce la superstición, y que impone incluso como obli­
de los demás para considerar (atener) su juicio (Ürteil) a gada, da a conocer la necesidad de ser conducido por otros
, y, por tanto, más que nada, el estado de una razón pasi­
la razon total humana, y, de este modo, evitar la ilusión
_
que, t;n1endo su ori�en en condiciones privadas subjeti­ va. Por lo que se refiere a la segunda máxima del modo
_
vas, facilmente podnan ser tomadas por objetivas ten­ de pensar, estamos bien acostumbrados a llamar limita­
dría una influencia perjudicial en el juicio. Esto se r�aliza do (de cortas miras, lo contrario de amplias miras) a aquél
de «cotejar» (comparar) el pr?pio juicio con otros juicios, cuyos talentos no se aplican a ningún uso considerable (so­
n? tanto real;s, como más bien meramente posibles, po­ bre todo, intensivo). Pero aquí no se trata de la facultad
, del conocimiento, sino del modo de pensar, para hacer
niendonos as1 en el lugar de todos los otros, haciendo só­
lo abstracción de las limitaciones que dependen de forma de•éste un uso conforme a fin; aunque sean muy peque­
casual de nuestro propio juicio, el cual, a su vez, se reali­ ños el grado y la extensión donde alcance el dote natural
za sep�rando lo más posible lo que en el estado de repre­ del hombre, muestra, sin embargo, un hombre amplio en
sentación es materia, es decir, sensación, y atendiendo úni­ el modo de pensar, siempre y cuando pueda apartarse de
camen_t� a las carac �erísticas formales de la propia repre­ las condiciones privadas subjetivas del juicio, dentro de
sentac1on o del propio estado de representación. Quizá pa­ las cuales muchos otros están como encerrados, y refle­
rezca ser esa operación de la reflexión demasiado artifi­ xiona sobre su propio juicio desde un punto de vista uni­
cial como para atribuirla a la facultad que llamamos versal (que sólo puede ser determinado poniéndose en el
sentido común, pero sólo aparece así cuando se la expre­ punto de vista de los demás). La tercera máxima, la que
sa en f_ �rmulas abstractas; sin embargo, cuando se busca se refiere al modo de pensar consecuente, es la más difícil
_
un Ju1c10 que deba servir de regla universal nada es en de alcanzar, sólo puede alcanzarse a través de la unión
sí más natural que hacer abstracción de encan'to y de emo­ de las dos primeras, y después de una frecuente aplica­
ción. ción de las mismas, convertido ya en destreza. Puede de­
Las máximas siguientes del entendimiento común hu­ cirse: la primera de esas máximas es la máxima del enten-
mano pueden ( ... ) servir para aclarar sus principios. Son
las siguientes: 1. ª Pensar por sí mismo. 2. ª Pensar en el 1 Se ve rápidamente que lfuslmción es cosa fácil in thesi, pero in
lugar de cada otro. 3. ª Pensar siempre de acuerdo consi­ hypothesi es larga y difícil ele cumplir; porque no permanecer pasivo con
go mismo. La primera se refiere a la máxima del modo su razón, sino siempre ser legislador de si mismo, es ciertamen1e cosa
de pensar libre de prejuicios; la segunda es la máxima del muy fácil para el hombre que sólo quiere adecuarse a sus fines esencia­
e�tensivo; la tercera, del consecuente. La primera es la má­ les y no desea saber lo que está por encima ele su en1enclimien10. Mas
como la tendencia hacia esto último apenas puede impedirse, y como
xima de una razón nunca pasiva. Por tanto, la inclina­ no faltarán otros que prometan; con gran seguridad, el poder satisfacer
ción a lo contrario, a la heteronomía de la razón se lla­ el deseo de saber tiene que ser muy difícil conservar o restablecer en el
ma prejuicio, y el mayor de todos consiste en re�resen­ modo de pensar (sobre tocio, en el público) lo meramente negativo (que
tarse la naturaleza como no sometida a las reglas que el constilUyc propiamente la Ilustración).
28 ¿QUE ES /LUSTRACION? ¿QUE ES JLUSTRACION? 29
dimiento; la segunda, la del juicio; la tercera, la de la progreso hacia lo mejor jamás r� trocederá por _completo.
razón. Un hecho semejante en la histona de la humanidad ya no
se olvida, pues se ha descubierto en la _ naturalez� h�mana
una disposición y capacidad para el bien, que � mgun po­
ACERCA DE LA ILUSTRACION lítico hubiera podido deducir, a fuerza de sutileza, de la
Y DE LA REVOLUCION marcha y la libertad unidas en la especie humana, siguien­
do tos principios internos del derech� podrían in�icarla,
Pero, ¿cómo es posible una historia a priori? Respues­ pero aun así de una manera indetenn111ada y cont111gentc
ta: si el adivino hace y dispone lo que anuncia. en cuanto al tiempo.
Debe existir en el género humano alguna experiencia Pero esta profecía filosófica no perdería su fuerza, aun
que, como hecho, indique una cierta aptitud (Beschaffen­ cuando el fin al que tiende este acontecimiento no fuera
heil) y una facultad de este género que constituiría la cau­ alcanzado al fracasar la Revolución, o la reforma de la
sa de su progreso hacia lo mejor y (puesto que debe ser Constitución de un pueblo hubiera fracasado finalmente,
el acto de un ser dotado de libertad) el autor del mismo. o bien si, después de un cierto tiempo, t�do volvies� al
Este hecho no consiste en importantes acciones u omi­ camino trillado precedente, tal y como predicen ahora cier­
siones humanas, a través de las cuales lo grande entre los tas políticas. Y esto es así porque este a�ontecimicn�o es
hombres se convierte en pequeño o lo pequeño se vuelve demasiado importante, está demasiado ligado a los inte­
grande (... ). Se trata sólo del modo de pensar de un es­ reses de la humanidad y tiene una influencia demasiado
pectador que, frente al juego de las grandes revoluciones, extendida sobre todas las partes del mundo, como para
manifiesta, a pesar del peligro de los serios inconvenien­ que no tenga que ser recordado de nuevo �1- pueblo con
tes que podrían crearle su parcialidad, sus preferencias uni­ ocasión propicia o en los momentos de cns1s de nuevos
versales y desinteresadas por los actores de un partido con­ intentos del mismo tipo; pues sin duda, en un asunto �e
tra los de los otros. tanta importancia para la humanidad, es muy necesario
La revolución de un pueblo lleno de espíritu, que he­ que la constitución próxima alcance finalmente y en_ un
mos visto realizarse en nuestros días, podrá tener éxito o momento dado esa solidez, que la enseñanza de experien­
fracasar; puede, quiz:á, estar tan replela de miserias y cruel­ cias múltiples no dejaría de gravar en todos los espíritus.
dades, que un hombre bienpensante, que pudiera esperar
ponerla en marcha por segunda vez:, no se decidiera a un
experimento de tales costos: una revolución tal, digo no
obstante, encuentra en los ánimos de todos los especta­
dores -que no están ellos mismos involucrados en el
juego- una tal participación en el deseo, que rayana con
el entusiasmo incluso si su exteriorización resulta peligro­
sa; cal, en suma, que no puede tener otra causa que una
disposición moral del género humano.
Sostengo que puedo predecir al género humano, inclu­
so sin ánimo profético, que, de acuerdo con los síntomas
y signos precursores (nach den Aspekten und Vorzeichen)
de nuestra época, alcanzará su fin, y, a partir de ahí, su

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