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El ensayo latinoamericano

Revisiones, balances y proyecciones de


un género fundacional
El ensayo latinoamericano
Revisiones, balances y proyecciones de
un género fundacional

Claudio Maíz
Edición y prólogo

Noé Jitrik
Fernando Aínsa – Marcela Raggio
Mariel Rabasa – Gerardo Balverde – Diego Niemetz
Verónica Galván – Silvina Fazio – Victoria Ferrero
Susana Cella – Liliana Weinberg – Mónica Scarano
Cecilia López Badano – Ismael Gavilán Muñoz
Diego Bentivegna – Miriam Di Gerónimo
Cecilia Salas Guerra – Cristiane Checchia
Marta Castellino – Esperanza Gil
Esther Castillo García – Guillermina Georgieff
Cecilia Olmos – Marisa Olivera
Rolando Bonato – Adriana Imperatore – Ramiro Zó
Domingo Ighina – Franklin Miranda Robles
María Alejandra Minelli – Jannette González Pulgar
María Virginia González

2010
Índice
El ensayo latinoamericano : revisiones, balances y proyecciones de un género fundacional /
Claudio Maíz ... [et.al.]. - 1a ed. - Mendoza : Facultad de Filosofía y Letras
UNCuyo, 2010.
408 p. ; 22x16 cm.
Prólogo 11
Claudio Maíz
ISBN 978-987-9441-41-1
Revisiones, balances y proyecciones del ensayo latinoamericano 13

1. Historia y teoría de la Literatura Latinoamericana. I. Maíz, Claudio


CDD HA860.09 Revolución, discursos y el Bicentenario 27

Noé Jitrik
Del reino de este mundo 29
El ensayo latinoamericano
Revisiones, balances y proyecciones Acercamientos teóricos al ensayo 37
de un género fundacional Fernando Aínsa
“¡Atrévete a utilizar el entendimiento!”
Reivindicación del ensayo latinoamericano 39

Marcela Raggio
Edición y prólogo: Claudio Maíz
La reflexión ensayística sobre poesía,
Asistente de la edición: Karina Molina
poéticas y traducción como búsqueda de identidades literarias
en revistas de poesía contemporáneas 59

Mariel Rabasa
Desvestir documentos / desnudar tensiones: la crítica genética
Primera edición, 2010. en un ensayo de Martínez Estrada 69
Los derechos y responsabilidad de los contenidos pertenecen a los autores,
Gerardo Balverde
los derechos de la edición pertenecen a los editores y a la Facultad de Filosofía
Usos ensayísticos de la fotografía;
y Letras, Universidad Nacional de Cuyo.
un ejemplo: Buena memoria, de Marcelo Brodsky 79

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723 Diego Niemetz


Pasajes ensayísticos en la obra de Mujica Lainez: teoría y
ISBN 978–987–9441–41–1 práctica de una particular concepción poética 89

Verónica Galván
Libro de edición Argentina.
El ensayo en la era del “sujeto absoluto comunicacional” 97
Silvina Fazio Cristiane Checchia
Formas razonadas de la belleza: esteticismo e intelección en El ensayo hispanoamericano y la hibridez
el ensayo latinoamericano 105 de los géneros – la creación de una tradición para
El río sin orillas, de Juan José Saer 217
Victoria Ferrero
Protoformulaciones bolivarianas del ensayo hispanoamericano: Marta Castellino
funciones del “yo” frente a las tensiones temporales 113 Ricardo Tudela y el ensayo mendocino
(un capítulo de una historia aún por escribir) 233
Susana Cella
El ensayo en la novela: la investigación y las hipótesis 127 María Esperanza Gil
Sobre la escritura ensayística de Mário de Andrade 243
Liliana Weinberg
El ensayo: presentación y representación 139 Esther Castillo García
El reino milenario: el ensayo como espacio de complicidad
Mónica Scarano
en Tres voces de Juan García Ponce 249
Notas sobre ensayo, cultura y política en América Latina 149

El ensayo y sus múltiples implicancias 263


De los ensayistas 161
Guillermina Georgieff
Cecilia López Badano
Entre la persuasión y la crítica: militancia política y
Roberto Bolaño. Transculturación, exilio y muerte:
compromiso intelectual en el seno del Peronismo 265
de las ficciones nomádicas a la errancia del ensayo 163
Cecilia Olmos
Ismael Gavilán Muñoz.
Disponer y exponer la biblioteca. El ensayo de lectura de
La escritura crítica de Martín Cerda 171
los escritores de ficción 281
Diego Bentivegna
Adriana Olivera
Fariseísmo y experiencia del dolor:
Política, violencia y memoria en el ensayo de Pilar Calveiro 291
Esbozos de Leonardo Castellani 185
Rolando Bonato
Miriam Di Gerónimo
A propósito de El río sin orillas de Juan José Saer:
El lenguaje es sexo (femenino). Reflexiones acerca de
miradas biopolíticas, representaciones e
Peligrosas palabras de Luisa Valenzuela 199
imaginarios sociales sobre el Río de la Plata 307
Cecilia Salas Guerra
Adriana Imperatore
Ensayismo y escritura fragmentaria en
El ensayo como debate y transmisión del
Robert Musil y Walter Benjamin 207
legado político de los desaparecidos 317
Ramiro Esteban zó
Tendiendo puentes más allá del océano:
Vargas y Bryce y las redes transatlánticas 331

Domingo Ighina
Las apuestas epistemológicas del ensayismo militante 343 Prólogo.
Franklin Miranda Robles Revisiones, balances y proyecciones
Una heterogeneidad in–completa la cultura del ensayo latinoamericano
afrodescendiente en la dialéctica de Agustín Cueva 353

Claudio Maíz
El género ensayístico en el Caribe y Brasil 365

Alejandra Minelli
Del ensayo neobarroso a Fabián Casas 367

Jannette González Pulgar


Erótica neobarroca: aproximaciones a una poética en
la obra ensayística de Severo Sarduy 377

Virginia González
Aproximaciones a un ensayo desestabilizador:
Ella escribía poscrítica de Margarita Mateo Palmer 387

Notas biográficas de los autores 399


Revisiones, balances y proyecciones
del ensayo latinoamericano

Revisiones

En noviembre de 2009 se llevó a cabo en la Universidad Nacional de


Cuyo (Mendoza, República Argentina) un simposio internacional sobre el ensa-
yo en vísperas del Bicentenario de los procesos revolucionarios independentis-
tas. Uno de los motivos centrales del encuentro se asentaba en la necesidad de
abocarse a una revisión del género ensayístico desde múltiples perspectivas. La
ocasión que brindaba la cercanía del Bicentenario parecía propicia para poner
en marcha la tarea, especialmente en razón de que el género ensayístico bien
podía considerarse un emergente discursivo de aquellos procesos revoluciona-
rios1. Tamaña conexión entre política y discurso ha signado durante mucho
tiempo al género, circunstancia que ponía –por añadidura– una vez más en
discusión el rol del intelectual en la esfera pública.
Tanto como profesionales (en calidad de docentes e investigadores)
pero también como intelectuales (con todo lo provisional que pueda tener la
denominación) los participantes del encuentro no pudieron desentenderse de
esta polémica relación en los tiempos que corren. Es más, fue propiciada para
ventilarla. Así las cosas, la distinción anterior –entre profesionales e intelectua-
les– parecería innecesaria, pero la mantenemos con el propósito de llamar la
atención sobre el hecho de que las especializaciones (del orden profesional)
han cerrado en gran medida el paso a las intervenciones (de acuerdo con el
modelo del letrado dispuesto a participar en el espacio público) y, por ende,
puede haber en este puntual diagnóstico un motivo de la declinación del
interés por el género en los ámbitos académicos.
Lo dicho nos lleva a plantear que un balance del ensayo inquiere so-
bre los roles de la intervención pública del intelectual, en consonancia con

1 El trabajo de Fernando Aínsa que integra este volumen (páginas 39 a 58) admite la
probable existencia de una etapa pre-ensayística en las Crónicas de Indias.
14 Prólogo. Claudio Maíz El Ensayo latinoamericano 15

el objeto que nos ocupa tal como lo ha resaltado en un funcionamiento el arrasa, examinarlo no puede ignorar el signo vital que lo distingue, es decir,
ensayo a lo largo de su historia genérica. No se crea que nuestra visión está la especial conexión que entabla con el mundo real. Podría argüirse que se
guiada por una reposición nostálgica de la “ciudad letrada” ni tampoco por un trata de una de las variadas corrientes ensayísticas, es cierto, como también
restablecimiento de la figura del intelectual como portavoz de las aspiraciones lo es el hecho de que no es precisamente la menor ni la menos identificable.
y utopías–tutorías de los grupos sociales. Sin embargo, no podemos soslayar Con todo, referirnos al fenómeno ensayístico atendiendo por un lado, a
la crisis de la representatividad de los discursos letrados y de las voces que los ensayos y a la vez a los ensayistas (y a la propensión a inmiscuirse en la
le dan vida. esfera pública), lo hacemos en orden a una caracterización que hace tiempo
hiciera el crítico español Juan Marichal, quien refiriéndose a las ideas en
El ensayo es la representación –escribe Liliana Weinberg2– del pro- América Latina, planteaba que “no había ensayos sino ensayistas”, perspectiva
ceso mismo de representar, pero una representación siempre exigida que colegía como la más adecuada para acercarse al fenómeno global de la
por el problema de la representatividad, de la validez de la palabra literatura de ideas en América.
adoptada, tomada como respuesta responsable dentro del polifónico Nuestro propósito en cuanto a la revisión es puntualizar tres momentos,
concierto del espectro público. La capacidad de representación de la (podrían ser más) en la exploración del género: 1. los procesos de independen-
palabra del otro no es una garantía absoluta del sentido para el autor: cia en el siglo XIX; 2. del '98 al primer centenario y la revolución mexicana, 3.
es eso precisamente lo que hace del ensayo, en sus mejores, más va- de la primera guerra mundial hasta fines de los años cincuenta.
lientes y riesgosas manifestaciones, un género fronterizo, dinámico, de
puesta en duda de la delegación de la palabra, de equilibrio inestable Primer momento: el proceso independentista
y siempre pronto a reabrirse a una reconsideración. La irrupción del ensayo a partir de 1810 resulta una novedad discursiva
que emerge al calor de los debates inherentes a las luchas por la indepen-
En el trabajo que integra el presente libro, Weinberg se ha remontado a dencia americana. Si las armas, podríamos decir, eran el “fundamento” de
los comienzos del género en Europa, es decir, ha partido de Michel de Mon- la decisión independentista, el ethos ensayístico sería el correlato discursivo3.
taigne para reflexionar sobre una de las leyes más caras al ensayismo: la toma Fernando Aínsa4 inserta al ensayo en la tradición del pensamiento de la
de perspectiva. Para ello parte de la constatación que hace el escritor francés Ilustración, en tanto apoyatura filosófica de la liberación de España. Propone
al decir “Nuestro mundo acaba de encontrar a otro”, refiriéndose obviamente incluso una relectura del ensayo a la luz del pensamiento crítico y humanístico
al descubrimiento de América. Esta frase abre una nueva episteme, ya que la
aparición de otro mundo produjo el enorme paso que se dio “de la idea de 3  La fuerte presión de las circunstancias convierten a la escritura en un recurso de la lucha.
abismo a la de horizonte”. La historia mundial comenzó con la irrupción de “El ethos discursivo, –escribe Victoria Ferrero– desde el comienzo fuerza a comprender
América en la historia. Es lo que nos recuerda el colombiano William Ospina los tiempos de una acción urgente. La construcción de una necesidad temporal presente
cuando ensaya sobre la globalización y sus implicancias. Todos estamos so- genera el efecto de una inmediatez que, en relación con la condición real y material de
bre una esfera, sin embargo, “o todos están en el centro, o ninguno lo está” escritura de Bolívar, denuncia una voluntad de operar para generar un espacio–tiempo
(Ospina, W. 2001:12). Si el ensayo latinoamericano siempre estuvo asediando de lo urgente”. Ver el trabajo de Victoria Ferrero Protoformulaciones bolivarianas del
su realidad contemporánea, ya sea como la gota que horada o el huracán que ensayo hispanoamericano: funciones del “yo” frente a las tensiones temporales en el
presente volumen.
2  Véase su trabajo El ensayo: presentación y representación en este mismo volumen. 4  Ver el texto de Fernando Aínsa en este volumen.
16 Prólogo. Claudio Maíz El Ensayo latinoamericano 17

del siglo de las luces. Por ello, la tradición crítica del ensayo latinoamericano remisión del ensayo al presente de la enunciación, nos ayuda a comprender
tiene en la Ilustración una de sus más ricas vertientes. No obstante, la cues- cabalmente el significado de la fuerte trabazón entre el más allá y el más acá
tión no parece tan pacífica a juzgar por el texto de Noé Jitrik –en este mismo del texto ensayístico en aquella coyuntura como en otras:
volumen– cuando subraya el carácter contradictorio que alcanzaron los ideales
revolucionarios franceses en América Latina. Para ello recuerda la muerte de El ensayo capta, a través de su forma, la forma del mundo, y esta-
Toussaint l’Ouverture –considerado por muchos como el primer libertador blece así diversos puntos de articulación entre el “adentro” y el “afuera”
de Haití–, muerte que acaeció en el castillo de Joux. Toussaint interpretó los del texto, en una dinámica que a su vez invita al lector a llevar a cabo
ideales como universales, pero cuando percibió que eran tan solo limitados de manera permanente un enlace entre la descripción de sus rasgos
al hombre europeo, ya era tarde. inmanentes y su inscripción en el ámbito histórico, social, cultural de
Por otro lado, el cariz crítico en la genealogía ensayística de este primer sentido (Weinberg, L. 2006: 30).
momento va asociado a la voluntad americanista. Hace años, Guillermo de
Torre afirmó que el ensayo era la forma más apta para la expresión de la De la intensa vinculación que venimos señalando, y constatada en la
americanidad. Era como si ensayo y americanismo, ensayo e identidad, ensayo emergencia del género, sobrevendrán con el tiempo –como características
y programa de reformas hubiese surgido de un mismo impulso. Es un hecho propias– la circulación de estos discursos por fuera de las academias, univer-
demostrado, entonces, que en la producción ensayística latinoamericana existe sidades o espacios institucionalizados. Serán los discursos de los “arrabales”,
una temática predominante que no es otra que la referida a problemáticas como los llama Antonio Cândido, “cimarrones” al decir de Leonardo Caste-
nacionales o continentales. Semejante comprobación llevó hace tiempo al llani o “parasociológicos”, según Arturo Jauretche. Al respecto, Guillermina
uruguayo Zum Felde a decir que lo característico de la ensayística hispano- Georgieff, también en el presente volumen, nos recuerda un episodio de la
americana “…es la presencia constante de la temática continental, junto a historia argentina en tiempos del peronismo:
la nacional,” y ello se debe no sólo a una razón de lengua, “sino del bloque
histórico–territorial, continuación evolutiva del originario imperio colonial in- Ya parece un lugar común hablar de la identidad “plebeya” y “anti–
dohispano, transformado en agrupación de repúblicas”(Zum Felde, E. 1954: 19). intelectual” del peronismo en sus orígenes, y de la reacción negativa
En ese contexto dinámico y cambiante, el ensayo hubo de capitalizar de gran parte de los sectores intelectuales ante lo que consideraban
todas las preguntas posibles, por lo menos hasta que la diversificación de las la reivindicación de la barbarie, reacción ilustrada en el eslogan “al-
disciplinas se produjera paulatinamente, y ello no fue sino hasta bien entra- pargatas no, libros sí”.
do el siglo XX. A través del discurso ensayístico se trataron los problemas de
la nación, de la organización social, de la raza, de la originalidad artística, En medio de esta puja por los derechos de la palabra se despliega una
de la modernización, de la cultura occidental y un largo etcétera. El ensayo rica ensayística argentina.
compartía con las repúblicas emergentes la misma juventud, la actitud au- El ensayo se despoja de la búsqueda libresca para descubrir la solucio-
gural, también debe decirse, la actitud de prueba, en suma, de ensayo. El nes reales y asume como orientación general “el espíritu de la muchedumbre
pensamiento, el orden social, las relaciones con Europa, es decir, los nuevos argentina: venero único de nuestra probabilidad”, al decir de Raúl Scalabrini
puntos de vista y las nuevas tareas surgidas después de la revolución, en su Ortiz, recordado por Domingo Ighina en su trabajo (Ighina, en este volumen).
mayoría no tenían precedentes y si los tenían no habían sido ejercidos sin la Si la ciencia hasta entonces, razonan estos ensayistas deliberadamente margi-
potestad española. Lo que Liliana Weinberg llama la presencia del presente, la nales, integra los aparatos de colonización y dominación, lo más eficaz para
18 Prólogo. Claudio Maíz El Ensayo latinoamericano 19

dar respuestas a las demandas del género en su adhesión a lo real es confiarse de Manuel Ugarte y Rufino Blanco Bombona. En los ensayos de estos autores
a las fuerzas de la muchedumbre como fuente de certezas. “Masas”, “mu- se puede apreciar de manera más íntegra una cultura de la resistencia, cabe
chedumbres”, “pueblo”, se sitúan en la base de los razonamientos sobre las entenderla como el modo crítico de experimentar el imperialismo norteame-
realidades sociales, políticas, económicas. La cercanía a los colectivos sociales ricano, un modo muy diferente de ponderar el nuevo fenómeno. El “subs-
de la vida política nacional desplaza al intelectual del gabinete, o la torre de tractum” moral del género ensayístico habría alcanzado en este tiempo quizás
marfil, a la plaza pública donde su voz se confunde con la recién inaugurada una de sus cotas más altas. La inherencia moral de la forma ensayística en
de los balbuceos reivindicativos. Hispanoamérica aludiría a que la forma reúne los requisitos mínimos que la
Todas estas denominaciones deliberadamente marginales ponen de convierten en la más apta para la expresión de ciertos contenidos, que son de
manifiesto el carácter ciertamente asistémico y ametódico del género, o en orden interpretativo de una situación contemporánea al emisor. Un enfoque
todo caso, proponen un sistema y un método alternativo. La marginalidad se genológico junto con un estudio histórico–cultural nos revela la existencia
corresponde con estos últimos atributos –sistema y método–, puesto que actuar de una regular predilección por el discurso ensayístico para la interpretación
al margen facilita el poder de fuego con el que el ensayo es capaz de asediar de los conflictos de índole político–cultural. La búsqueda de la autonomía
los tópicos políticos, sociales y culturales contra los que se alza. También la (cultural y política) aparece de manera constante al lado de una proclividad
marginalidad le brinda su más preciado tesoro, la libertad para manifestar sin hacia el discurso ensayístico. Dicha búsqueda de la autonomía ha constituido
tapujos lo que el ensayista piensa. una verdadera línea maestra que funciona, por lo menos desde la revolución
independentista en adelante y se reactiva bajo determinadas circunstancias,
Segundo momento: el 98 latinoamericano en las que se percibe un peligro o una amenaza para el sistema de valores
Al perder las últimas colonias, España se enfrenta con su decadencia, culturales y materiales. Por lo tanto, la elección del género ensayístico tiene una
en tanto que los Estados Unidos se yerguen triunfantes en la inauguración de amplia incidencia en la plasmación del tema y las estrategias comunicativas
su ciclo de intervención imperialista. Esta circunstancia es coincidente con el entre el autor y el receptor. En el discurso ensayístico hispanoamericano de
nacimiento del ensayo moderno. Ya se sabe que Ariel de José Enrique Rodó las primeras décadas del siglo XX, pues, no nos enfrentamos con un mediocre
abre la serie en 1900. Las metáforas culturales que circulan por entonces serán nivel artístico por el hecho de transparentar mediante el discurso expositivo la
las de “Ariel” y “Calibán”, para dar cuenta del enfrentamiento entre latinos y realidad social (Maíz, C. 2004).
sajones. La batalla de las ideas se libraba en la arena cultural. Visión dualista,
dicotómica que reserva para América Latina la letra, la sabiduría, el archivo Tercer momento: primera mitad del siglo XX
de occidente, en suma. Tanto entusiasmo encegueció a Rodó y luego a los Retomemos la fórmula que indica la soldadura del ensayo con el ameri-
arielistas que no vieron los problemas más graves del continente, por ejemplo canismo, acople que funcionó con firmeza hasta mediados del siglo XX y algo
la situación del indio, entre otros no menos graves. El espiritualismo helénico más. Si cambiamos los ensayos por los nombres de sus autores para entender
practicado, poco contribuía a dar forma a estas preocupaciones. Las omisiones mejor lo que decimos, sería de este modo: Pedro Henríquez Ureña, Alfonso
acerca de la realidad no fueron errores (si así se los puede llamar) exclusivos Reyes, Germán Arciniegas, Mariano Picón Salas, José Vasconcelos, Baldomero
de los arielistas; cuando se pretendió explicarla se recurrió al positivismo que Sanín Cano (que no siguen sino la tradición de Alberdi, Martí, Hostos, Ugarte,
fue otra manera de equivocación (recuérdese el sesgo racista de obras como Blanco Bombona). Estos, como muchos nombres más, hicieron de la vocación
Nuestra América de Carlos O. Bunge, de 1903 o Pueblo enfermo de Alcides ensayística la expresión de una americanidad. Digamos brevemente cuáles
Arguedas, de 1909). No obstante, conviven con estas líneas las producciones fueron los pilares sobres los que se asentaron sus prédicas: 1. valoración de un
20 Prólogo. Claudio Maíz El Ensayo latinoamericano 21

proyecto moderno propio del estado, la cultura y la sociedad; 2. confianza en observación y la preocupación estética por la forma como se la expresa. No
el poder transformador de la letra; 3. afirmación de tradiciones precolombinas, sienten pasión por el tratado (la magna obra), ni anhelan la escritura pura-
hispanas y occidentales; 4. temor a la descaracterización. mente erudita, por ello lo mejor de su prosa está en la brevedad y el gesto
Estas líneas generales –demasiado generales, lo sabemos– constituyen sintético. Debemos admitir entonces el siguiente oxímoron: la aspiración a la
algunos de los puntos donde mayores y mejores aportes hicieron los ensayistas totalidad, el hálito panorámico está en relación directa con la brevedad del
de esta época, en especial a la configuración de una noción de Hispanoamé- género elegido (Maíz, C. Op. cit.). En segundo término, y vinculado con esto,
rica y, por otra, a la valoración de la cultura americana como una más entre la condición existencial del exilio –como la marca del intelectual moderno
las culturas modernas (un ejemplo obligado es “La inteligencia americana” hispanoamericano–, siguiendo una antigua (y denostable) tradición continental.
de Alfonso Reyes). Este lote de ensayistas asentó sus bases teóricas en la idea La vida del exilio le imprime a los tiempos de producción otras secuencias
de una cultura homogénea, muchos de ellos forjaron ambiciosos programas muy diferentes a las del intelectual que se asienta en una nación sin dificul-
totalizadores generadores de fuerzas de cohesión, echaron mano al mestizaje tades. Otras temporalidades, renovación permanente de los temas, abandono
para detener una probable balcanización étnica. De acuerdo al contexto, las de bibliotecas serían algunas de las dificultades del exiliado que impiden una
respuestas encontradas no podían ser probablemente otras; o no estaban labor más serena y la posibilidad de desplegar mejor la obra (Díaz Quiñones,
contenidas las nuevas preguntas. En un caso o en otro, sus respuestas fueron A. 2006: 174–5)5. Por casos, la errancia de Reyes, Henríquez Ureña, Picón Salas
muy respetadas y ellos mismos reputados de maestros. y tantos otros. Circunstancia, sin embargo, que le facilita observaciones más
No se nos puede olvidar en este repaso de nombres el de José Carlos amplias que las meramente nacionales6.
Mariátegui. Si los ensayistas antes citados forjaron una imagen de Hispano- En suma, el origen de la tendencia totalizante del escritor no es por
américa como parte de un todo occidental, el ensayista peruano procurará cierto único, aunque sea ésta una tonsura epocal perceptible en su obra, es
desmontar esa armonía a través de los esfuerzos que realizó para ambientar preciso sumar a la explicación el género discursivo elegido y la tradición del
el marxismo en tierras americanas. desplazamiento permanente en la que se inscribe. En el cruce de las preguntas
que se procuraron responder y las condiciones epocales en las que se hizo
Balances podría encontrarse el punto más equilibrado, sin caer en el rechazo de sus
postulados ni sucumbir a las estrategias persuasivas que operan en las obras.
Hacia finales de los años 1950, Luis Alberto Sánchez escribió una obra Este ciclo se cierra con las grandes figuras renovadoras que sobrevienen: Jorge
titulada ¿Tuvimos maestros en Nuestra América? Balance y liquidación del Luis Borges, Julio Cortázar, José Lezama Lima y Octavio Paz.
noveccientos (Sánchez, L. A. 1956). Esta obra pretendió sepultar especialmente
a la corriente arielista, no sabemos con cuánto éxito en su momento. De lo 5  En su trabajo sobre los beginnings, es decir el estudio del imaginario de los principios
que estamos seguros es que la Reforma Universitaria del 1918 en Córdoba, la de Henríquez Ureña, Díaz Quiñones se interesa por tres vertientes superpuestas y
Segunda guerra mundial, los movimientos nacionalistas y las intervenciones orientadoras en su investigación. Ellas son: elaboración de una tradición nacional do-
militares de los Estados Unidos en Hispanoamérica habían cambiado el cli- minicana, el exilio como condición moderna y la identificación entre cultura y orden.
ma intelectual de manera rotunda. Las nuevas preguntas ya no resistían las Las observaciones bien pueden considerarse para otros casos de exilios.
viejas respuestas. Sin embargo, hay dos circunstancias que salen en favor de 6  Una experiencia análoga vivieron los modernistas a comienzos del siglo XX. La distancia
la ensayística que se cuestionaba: una textual y otra existencial. En cuanto interpuesta entre París y las ciudades latinoamericanas de donde provenían despojó a
a la primera, los ensayistas reúnen en un mismo discurso el talento de una muchos de los modernistas de los aires provincianos o nacionalistas y pudieron alcanzar
22 Prólogo. Claudio Maíz El Ensayo latinoamericano 23

En nuestro balance provisorio queremos más que liquidar, valorar al- No he pretendido escribir un texto frío, objetivo, estadístico o
gunos aspectos centrales del discurso ensayístico desde su emergencia hasta totalizante sobre nuestro país: he preferido dar libre curso a mis
buena parte del siglo XX: la “presencia del presente” del género, es decir su obsesiones, preferencias y pasiones de mexicano, sin desdeñar ni la
fuerte conexión con la realidad, la asistematicidad como signo de libertad, la arbitrariedad ni la autobiografía. Búsquese aquí, entonces, menos el
base moral del compromiso ante los hechos políticos y el humanismo que rigor que la vivencia y más la convicción que la imposible e indesea-
animó la valoración del hombre hispanoamericano. ble objetividad (Fuentes, C. 1972).

Proyecciones Pese a la distancia que los separa, Juan Carlos Mariátegui no difiere de
la idea fragmentaria e inacabada que nos da Fuentes en su definición, subraya
¿Las premisas que arrimó la crítica de la modernidad al examen cultural la indispensable cuota del pathos que todo verdadero ensayo conlleva. Dice
latinoamericano mejoraron nuestra exploración de los discursos literarios? La el peruano:
actual tendencia al fragmento no estima ciertas obras, puesto que son vistas
con interés museístico, enclavadas en el pasado y más reservadas a la exhibi- … no es éste, pues, un libro orgánico. Mejor así. Mi trabajo se
ción que al ánimo indagador. Se han cuestionado radicalmente los principios desenvuelve según el querer de Nietzsche, que […] amaba al autor […]
totalizadores, las concepciones panorámicas y los relatos maestros, supuestos cuyos pensamientos formaban un libro espontánea e inadvertidamen-
que están en la base de buena parte de la ensayística hispanoamericana a la te. […] Mi pensamiento y mi vida constituyen una sola cosa, único
que hemos aludido. La tendencia a lo inacabado y lo fragmentario de la post- proceso. Y si algún mérito espero y reclamo que me sea reconocido
modernidad alentaría y no cuestionaría, entonces, la escritura ensayística. Se es el de –también conforme a un principio de Nietzsche– meter toda
mantendría la forma pero no se compartiría el sentido, se podría agregar. No mi sangre en mis ideas (Mariátegui, J. C. 1987: 11).
estamos tan seguros de ello. Cada texto graba el marco contextual en el que se
produce y ello no es ajeno al corpus que aludimos, como tampoco a los que El ensayo ha sido el género que ha tratado la identidad, ha ejercido la
se producen bajo el signo de la postmodernidad. Los ensayos modernos, den- reflexión y el pensamiento, ha abordado la temporalidad histórica o la espa-
tro de la “curva abierta del descentramiento de la modernidad7”, construidos cialidad nacional o supranacional. Ha fluctuado entre el paradigma nacional
de acuerdo con visiones holísticas e integradoras de otros saberes (políticos, o ha querido ir más allá del estado–nación. Ha sido asimismo vehículo de
sociales, estéticos) resultaron precursores de disciplinas pero inevitablemente estímulos universalizantes o defensor a ultranza de lo autóctono. Ha ejercido
muchos de ellos bordearon las sendas peligrosas de las generalidades. ¿Están esos papeles y otros más. Sin embargo, en buena parte de su genealogía
eximidos los actuales de esta debilidad ante la ciencia que los cuestiona? ocupó el lugar de mediador de los símbolos culturales de la sociedad. Se
Refresquemos algunas de las poéticas del género en periodos más recientes, trata de la función interpelativa de la que hablaba Mónica Scarano en este
como la de Carlos Fuentes en Tiempo mexicano: volumen. Los escritores–ideólogos–intelectuales, que confluyen en la figura
del ensayista –razona Scarano– asumen carácter emblemático en diferentes
instancias de las polémicas o debates culturales en que intervinieron. Scarano
utiliza el término “interpelación” en el sentido althusseriano del término,
una mirada más amplia, de escala continental. “que lo identifica con la acción ideológica de subjetivación comprometida en
7  Fernando Aínsa en este volumen. la construcción de las identidades sociales o colectivas y en la conversión de
24 Prólogo. Claudio Maíz El Ensayo latinoamericano 25

individuos en sujetos”. De ahí, agregamos nosotros, la figura del intelectual Jorge Volpi desafía con cierta temeridad muchos años de historia lati-
es solidaria al género, desde aquella definida función original. Es así como el noamericana cuando anuncia la tesis de su ensayo:
ejercicio de la crítica, de Theodor Adorno a Octavio Paz, se reconoce como
el principal atributo que lo especifica y lo convierte en el género discursivo Estos ensayos aspiran a ser justo eso: bosquejos, pruebas de la-
único y más efectivo. La industria cultural y los medios de comunicación, boratorio cuya meta no consiste en trazar un vasto mapa político y
empero, le han quitado ese lugar de privilegio, no por haberlo superado sino literario de la región a principios del siglo XXI –uno de mis argumentos
porque ha sido bastardeado al convertir la palabra pública en un remedo de principales es que esta tarea se ha vuelto inútil o imposible–, sino en
crítica. La palabra massmediática confirma la realidad en lugar de interpelar- estudiar algunas de sus muescas, trozos dispersos, huellas o astillas, y
la. Así comienza un nuevo contexto para los roles que cumplieron el ensayo extraer de ellos unas cuantas conclusiones, igualmente truncas o frag-
y los intelectuales. Quizás con más buenas intenciones que con resultados mentarias, que nos permitan atisbar el fecundo caos que hoy distingue
probables, Fernando Aínsa, en este volumen, propone acentuar el carácter a este agreste y poderoso territorio imaginario que algunos todavía
dialogante del ensayo, recuperar la vocación pedagógica del ensayo clásico, llaman América Latina (Volpi, J. 2009: 26).
actualizar la función utópica de la historia americana, como algunas de las
posibles recuperaciones de la centralidad del género ensayístico. Años antes Benítez Rojo también se había valido del término caos aun-
Sin deseos de dar respuestas ni investirnos de ánimos proféticos pode- que no como un descriptor de la realidad caribeña solamente sino como una
mos inquirir legítimamente por el destino del género ensayístico. Ello se jus- teoría científica capaz de dar cuenta de la complejidad. A sabiendas de las
tifica en virtud de que un probable y último momento del género se extiende imposibilidades de conocer y menos aún representar la realidad cabalmente
desde los años del boom de la literatura latinoamericana hasta comienzos del y desde una sola perspectiva, el autor de La isla que se repite (Benítez Rojo,
nuevo siglo. En dicho interregno se ha producido un conjunto de cambios A. 1996) no renunciaba por ello a intentarlo. Es así como logra desentrañar
cuya importancia nadie ignora y que han dejado como saldo una extendida las intrincadas relaciones sobre las que se asentaban la cultura caribeña y la
pérdida del sentido, un debilitamiento de los lazos sociales, un acrecenta- plantación de la caña de azúcar, un modo de ver que gracias a ese “descubri-
miento del individualismo y una marcada indiferencia por las ideologías. miento” posibilitaba abordar el conjunto de islas como un metaarchipiélago.
Para una posible proyección del género o más precisamente para los El caos con minúscula y con mayúscula ha llegado quizás para quedarse y por
problemas con los que se enfrenta el género, podríamos tomar dos textos medio de ellos el ensayo altera su agenda histórica y se enfrenta con nuevas
recientes y repasarlos brevísimamente. El primero es el conocido ensayo del realidades, nuevas sensibilidades, sin dejar de tener ahí, al costado, al margen
escritor cubano Antonio Benítez Rojo, La isla que se repite y el otro es reciente o bajo la alfombra los viejos problemas de la historia latinoamericana que no
y de un premiado escritor mexicano, Jorge Volpi, El insomnio de Bolívar. Ante fueron resueltos, pese a sus doscientos años.
todo, estos ensayos separados por más o menos dos décadas no dejan margen Muy lejos de los negros augurios de Volpi se sitúa el colombiano William
para vaticinar la muerte del género, habida cuenta de la calidad literaria que Ospina. Su afirmación acerca de que los pueblos de “América mestiza, here-
ostentan. Pero sí nos enfrentan, uno a perspectivas singulares para volver a deros de mayas y aztecas, de chibchas, incas y araucanos, herederos también
mirar América Latina, como lo hace el cubano y el otro dejándonos sin objeto de complejas y diversas culturas venidas de África, somos igualmente hijos
cuando niega la existencia de América Latina. Entre volver a mirar y no mirar de romanos y griegos, de moros y judíos” (Ospina, W. Op. cit.), no hace si no
nada, hay, claro, una enorme diferencia. Todo ello, para agravar más las cosas, reabrir la polémica sobre la identidad –cuándo no–, aunque esta vez en gran
dentro del fenómeno de la globalización. medida retomando los postulados de intelectuales como Reyes, Henríquez
26 Prólogo. Claudio Maíz

Ureña y otros para quienes la tradición resultaba un cuestión axial a la hora


de situarnos en el “centro de la esfera”. El círculo que parecía cerrado nun-
ca lo estuvo. El regreso a la temática no es fortuita sino fruto de los nuevos
contextos que el intelectual–ensayista no puede eludir.

Revolución, discursos y el Bicentenario


Bibliografía

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Díaz Quiñones, Arcadio. 2006. Sobre los principios. Los intelectuales caribeños
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Zum Felde, Eduardo. 1954. Índice Crítico de la literatura hispanoamericana
p. 19. El ensayo y la crítica, México: Guarania.
El Ensayo latinoamericano 29

Del reino de este mundo*


Noé Jitrik

El sombrío e inexpugnable castillo de Joux, que domina el curso de un


río que divide a Francia de Suiza, fue construido a fines del Siglo XII y fue
convertido en fortaleza y en prisión a lo largo de seis siglos. En una pared de
uno de sus huecos, una celda de a lo sumo cuatro por cuatro, hay una especie
de recipiente que contiene flores secas y, debajo, una placa que informa que
ahí murió Toussaint l’Ouverture, a quien Neruda, creo, llamó el “Libertador
de Haití”. Si no lo hizo, sin duda así lo entendió Aimé Césaire en su biografía
del increíble caudillo.
No fue el único que sufrió en ese lugar saturado de leyendas; también
Mirabeau pasó una temporada aunque por otras razones; las que llevaron
al haitiano a su muerte son emblemáticas: impregnado su imaginario por
las promesas que provenían de la Revolución Francesa logró levantar a los
esclavos de Santo Domingo y obtuvo de la Convención, en nombre de los
recientemente inaugurados derechos humanos, la abolición de la esclavitud,
hecho único en la historia de la humanidad hasta ese momento, fines del
Siglo XVIII.
La felicidad duró poco tiempo, en primer lugar porque los girondinos,
fuerza de mucha gravitación en ese cuerpo revolucionario, representantes de
los plantadores, traficantes de esclavos, joven burguesía basada en las materias
primas provenientes de la isla, distaron de estar contentos con la nueva rea-
lidad económica que se imponía como resultado de las cambiadas relaciones
laborales y productivas que se salían de control y bregaron por volver atrás
y reprimir, los derechos humanos eran sólo para ellos no para los esclavos.
Además, cuando Toussaint se propuso dar un paso más y lograr que la colonia

* La Universidad Nacional de Cuyo concedió a Noé Jitrik el título de Doctor Honoris Causa
durante el Simposio Internacional sobre el Ensayo realizado en noviembre de 2009, este
trabajo fue presentado en dicha ocasión.
30 Del reino de este mundo. Noé Jitrik El Ensayo latinoamericano 31

pasara a ser un país independiente, la metrópoli, en ese momento en manos abarcar muy diferentes situaciones mentales, satisfactoria para las incipientes
de Bonaparte, reaccionó y ahí se jugó el destino de ese hombre, aprisionado y burguesías criollas, no muy significativa para los utopistas, es indicativa de esa
encarcelado hasta su muerte y de ese país que si bien logró su independencia, indefinición, cruzada por ráfagas de conceptos mezcladas con manifestaciones
antes que los que hoy celebran el Bicentenario, y un poco después que los impulsivas de madurez.
Estados Unidos, nunca logró reponerse del trauma inicial, otro cantar habría En esa situación el pensamiento que provenía de Francia, iluminista
sido que venciendo sus contradicciones –ésa no fue la única pero a nuestro primero y revolucionario después, debía ser el único modelo a aplicar y a eso
juicio una de las más dramáticas– la Revolución Francesa hubiera compren- se aplicaron los primeros revolucionarios promoviendo, creando, fundando,
dido que en la libertad e independencia de ese martirizado país residía gran con todas las contradicciones que venían con el modelo, en particular entre
parte del sentido histórico que la había inspirado y que efectivamente tuvo. una idea de interés general por un lado y un instinto, por otro, de proteger
No es un abuso conjeturar que esa contradicción, que fue una puesta a el interés sectorial; esas tendencias, notorias en Francia, también en América
prueba de los fundamentos de la Revolución, se trasladara a América Latina Latina convivieron durante un tiempo pero muy rápidamente empezaron a
y a sus respectivas revoluciones que, no es ningún secreto, la tuvieron como chocar. Allí y aquí, siempre jacobinos y girondinos mirándose con desconfianza
telón de fondo al menos en los aspectos discursivos y también institucionales. primero, intrigando después y, finalmente, atacándose sin piedad.
Dicho de otro modo, quienes iniciaron el proceso de independización tenían ¿Se podrá considerar la dramática latinoamericana de dos siglos desde un
en la mente, en gran parte, los esquemas provenientes de un pensamiento que punto de vista como éste? El más mínimo acercamiento a las primeras escenas
también estaba detrás de la Revolución Francesa y que operaba como “ratio” de lo que llamamos la “revolución” en América Latina nos dejaría ver dos tipos
o como motor capaz de poner en movimiento mecanismos capaces de alterar de gestos o de actitudes que encarnan las tendencias en oposición; una, la de
el orden reinante; tan poderosos eran que el orden fue en efecto alterado y, los rostros radiantes de hombres de ideas nobles y generosas, utopistas llenos
para el caso latinoamericano, la metrópoli tuvo que enterarse de que había de energía constructiva, pletóricos de discursos elevados y constructivos; otra,
tomado forma una alternativa, por lo menos, así fuera tan sólo la de liberarse la de las caras adustas de quienes no entendían muy bien de qué trataba todo
de la tutela o yugo o dependencia. También tuvieron que tomar nota sectores ese fervor discursivo y que, temerosos del desborde que se avecinaba, admitían
locales que no imaginaban que el mencionado pensamiento, de idealistas separarse de la madre (patria) pero sólo porque sus intereses de propietarios,
sin arraigo, hubiera podido provocar tamaños cambios y, en consecuencia, de bienes o de privilegios, podrían prosperar o al menos no ser dañados por
también tuvieron que aceptarlos. el entusiasmo de aquellos visionarios.
Pero ¿qué imaginaron los hombres que entendieron que había que des- Y si en un comienzo pudo haber cierto acuerdo entre ambos grupos,
pegarse de España o de Portugal, de Francia o de Inglaterra? Probablemente basado en concesiones que los entusiastas –que imaginaban y promovían un
no la forma “de lo que todavía no era” pero que debía sustituir de una sola corte fulminante– hicieron a los reticentes –que hasta lo que pudieron tra-
sentada a las conocidas y padecidas; más bien se trataba de una necesidad taban de impedirlo y de lograr fórmulas de avenimiento con la metrópolis–,
coincidente con las necesidades más generales de afirmación de un grupo avanzado el proceso dio lugar a enfrentamientos cada vez más duros que
cuyos integrantes, por formación, por vocación, por inspiración, empezaron adoptaron diversas expresiones a lo largo de estos dos siglos: no se podría
a ser, además, concientes “de lo que ya no podía ser” porque no respondía decir que hayan concluido por el simple hecho de que la independencia y las
a intereses locales, aunque esos intereses estuvieran apenas definidos o eran identidades nacionales quedaron fijadas para siempre sino que se prolongaron
poco definibles. La expresión “libertad de comercio”, usual en el lenguaje de y explican los sangrientos conflictos que tuvieron lugar durante el siglo XIX y
las revoluciones latinoamericanas, vaga tal vez pero en todo caso capaz de que llegan hasta nuestros días.
32 Del reino de este mundo. Noé Jitrik El Ensayo latinoamericano 33

Sería excesivamente prolijo historiar todas las formas que adoptó a lo lo comparten y que constituyen subclases (clase media intelectual por ejemplo)
largo de dos siglos ese choque primero: liberales y conservadores, demócratas que pueden estar en el interior de las clases (pequeño burguesía, burguesía,
y autoritarios, renovadores y tradicionalistas, laicos y religiosos, revolucionarios proletariado), en los otros, que también pueden configurar subclases dentro
y reaccionarios y así siguiendo. Basta por el momento decir que ambas líneas de clases, la vinculación con la propiedad es tan dominante que no necesita
son como columnas vertebrales de la historia de América Latina y que a la de pensamiento; complementariamente, si la relación con la realidad es de
hora de los análisis de los diversos conflictos que se han producido se llega índole simbólica, afectiva, mental, desiderativa, o sea, dicho de otro modo, de
siempre a esa verificación aunque también hayan aparecido, como brotes construcción de países ideales, el enfrentamiento con lo material concreto se
inesperados, y no son episodios triviales sino casi siempre cargados de dra- da en la instancia de un cambio formulado, proclamado, del todo de nuevo,
matismo político y cultural, algunas alternativas que a veces pudieron torcer correctivo de los males presentes o innovación radical de una realidad radical
ese destino y que en muchas ocasiones terminaron por inscribirse en uno u o relativamente insatisfactoria; en el otro lado, en tanto la relación es directa
otro de los campos o agotarse en el intento. Ese juego entre permanencia de con lo material concreto tal como es, el enfrentamiento se da contra quienes
aquellas estructuras e intentos de salirse de su solidez es la materia de otra pretenden cuestionar su legitimidad.
historia, tan apasionante como la señalada: el surgimiento de la clase obrera, Esos enfrentamientos, con todos los matices y variantes que se han
las izquierdas, las crisis de las Iglesias, los enfrentamientos étnicos, los choques dado históricamente y que perduran, ocultados muchas veces por marañas
interregionales, el imperialismo, los desarrollos culturales. En realidad, una de racionalizaciones oportunistas, ordenan una comprensión del conjunto de
historia razonable de América Latina no podría dejar de lado tales emergen- procesos que recorren doscientos años y que adquieren diversas fisonomías:
cias ni, sobre todo, su relación con las dos líneas de la articulación central, explican derrotas, traiciones, entregas, triunfos de un sector sobre otros, co-
de oposición a unas y otras en su despertar, de avenimiento en su desarrollo rrupciones, apariciones y desapariciones, eclipses de figuras y de estructuras,
con una u otra, sobre todo con la de la derecha. en suma gran parte de los conflictos que todavía torturan a América Latina y
Este esquema es inicial y aunque parezca un tanto maniqueo permite lo han hecho durante estos doscientos años.
algunos desarrollos; por de pronto, presentado del modo en que lo hice, todas Pero volviendo a la contradicción inicial hay otro aspecto que habría que
esas líneas de fuerza podrían ser entendidas como psicológicas y temperamen- destacar: la perturbadora cuestión del poder. Unos y otros saben que fuera de
tales; no lo son aunque los miembros de cada grupo posean algunos rasgos él nada podrán hacer, ni realizar las figuraciones intelectuales y morales en un
atribuibles a psicologías o temperamentos: los liberales, demócratas, laicos, caso, ni defender cabalmente los privilegios en el otro. Pero hay una diferencia:
renovadores suelen ser intelectuales, impulsivos y hasta desprejuiciados; los en tanto que los primeros imaginan que podrán obtener el poder a partir de
conservadores, autoritarios, religiosos, tradicionalistas, reaccionarios, por el la eficiente proclamación de sus ideas, mediante programas que deberían ser
contrario, son con frecuencia pragmáticos y prudentes; los terceros excluidos, admitidos por todos porque son para el bien de todos, los otros se preparan
los revolucionarios, suelen ser idealistas e impulsivos, intelectuales, abstractos sin discurso para conservarlo en diferentes niveles y por todos los medios, el
y fervorosos. Pero esa descripción tampoco ayuda mucho ni las oposiciones bien sólo puede ser para ellos; unos apelan a ideas, tienen ideología, quieren
son terminantes porque hay progresistas prudentes, reaccionarios impulsivos convencer a los que no entienden del todo aquello que hay que cambiar o
y revolucionarios antidemocráticos, así como hay idealistas religiosos y auto- modificar, los otros no necesitan explicar nada, actúan en el orden de lo real,
ritarios laicos y revolucionarios pragmáticos. no intentan convencer como no se necesita convencer ni convencerse de que
Creo, más bien, que si en unos predomina un pensamiento utópico, o el cuidar del patrimonio, preservar los intereses del grupo, es tan natural como
pensamiento liso y llano y las acciones que emprende arraigan sólo en quienes respirar. De modo tal que, históricamente, cada vez que las ideas tuvieron una
34 Del reino de este mundo. Noé Jitrik El Ensayo latinoamericano 35

posibilidad de convertirse en poder y llevar a la realidad un ideal cualquiera, abolida, después de todo, se obtuvo la igualdad ciudadana, al menos, para
porque eso en muchas ocasiones ocurrió, la acción de los pragmáticos la anuló las mujeres, después de todo se logró una ciencia, un arte y una literatura
y la convirtió en un espantajo apelando simplemente a una realidad pesada, que para esa derecha poco importan pero que importan para la civilización
a un “es así” de golpes militares o económicos, lo real imponente, aunque la y que es lo que al cabo de doscientos años se puede exhibir como uno de
realidad sea mucho más que eso; precisamente, ese sobrante, ese mucho más los mejores frutos de ese primer estallido forjado en las mentes utópicas de
convoca a quienes, obstinadamente, de diversas maneras, intentan rescatarlo quienes vieron en la Revolución Francesa una nueva posibilidad de lectura
y salvarlo y redimir lo real. Si para unos la realidad es un conjunto de inte- de lo que sería la propia identidad.
reses, mezclados con y sostenidos por poderes, para los otros se trata de la En la mezcla quien triunfa es la realidad cruda, lo que también la califica,
humanidad cuyo destino los mueve y los conmueve. como cruda, y como si quisiera que nada ni nadie la modifique y mucho me-
El fantasma del poder produce otro efecto importante: la mezcla; lo que nos que le haga compartir sus tesoros. Al parecer, la realidad que tristemente
parecía esencialmente antagónico entre esas columnas vertebrales de pronto termina por imponerse está del lado de la derecha, pese a las concesiones
se resuelve de modo tal que, vencido, frustrado, el sector de la izquierda que a veces se ve obligada a hacer. Al menos para el sector teórico, pensante,
admite el triunfo de la ratio propietaria. En los doscientos años y desde los intelectual, el protegido en su argumentación por una filosofía o una ideología,
comienzos esa mezcla produjo y produce en América Latina monstruos de la ésa es su frustrante historia y la mezcla es el fantasma que lo amenaza y lo
razón: guerrilleros fervorosos que terminan siendo ejecutivos de las empresas lleva a los cambios de traje y de discurso, a las adaptaciones cuando no a las
a las que asediaron o son asistentes de los políticos a los que combatieron, concesiones y aun a la traición.
demócratas que se presentaban como coherentes y fieles a sus convicciones Por más arbitrario que parezca este esquema explica muchos de los
toman decisiones autoritarias y que van en contra de quienes creyeron en momentos más dolorosos de la historia de América Latina. Quizás se le super-
ellos, intelectuales críticos empiezan a justificar y apoyar a quienes critica- ponga una teoría de lucha de clases o bien la hegemonía que ha recuperado,
ron, incluso a dictadores y así siguiendo. Para muchos de ellos se trata de luego de varios y diversos embates, el capitalismo en sus formas viejas y nue-
madurez, otros son renegados pero raros, aunque existen, son los casos de vas. Seguramente el acceso al poder de algunos atípicos que se resisten a la
una mezcla contraria, de derechistas que fascinados por la izquierda, a la mezcla –pero habría que ver hasta qué punto– en ciertos países de América
que combatían, pasan a sus filas, como los secuestrados de las guerrillas que Latina, los Evo Morales como ejemplo, refute lo que en la descripción histó-
se hacen guerrilleros. rica aparecía como una constante: ejemplifican una figura de excepcionalidad
La mezcla ha sido el triste final de múltiples intentos de transformación cuya emergencia podría ser explicada así como habría que explicar también la
guiados por ideales: constituye el núcleo duro de la historia de los doscien- emergencia, dos décadas antes, de atípicos de otra clase, los Color de Mello, los
tos años pero sería un error considerar que una fatalidad induce a ello. Lo Menem, los Fox, que se mostraban como el “hombre nuevo” respecto de los
prueba el hecho de que, no obstante, hubo momentos en que demoró en tibios “hombres viejos” de la política tradicional y en virtud de esa proclama
producirse o que durante algún tiempo no se produjo; en esa instancia –la obtuvieron el respaldo de masas que en rigor no deberían haber escuchado
Reforma juarista sería uno de los más luminosos ejemplos, como lo fue el su mensaje.
cardenismo– la columna de la izquierda siguió siendo fiel a sí misma y la Sea como fuere, todos los conflictos derivados de los enfrentamientos
de la derecha pareció resquebrajarse o simplemente esperó una nueva opor- cuya índole traté de describir han servido también para generar anticuerpos,
tunidad, cedió y tuvo que admitir o aceptar proposiciones que venían del no han cortado procesos creativos en todos los órdenes, de resultados tales
otro lado, en fugaces momentos de poder. Después de todo, la esclavitud fue que permiten sobrellevar frustraciones y derrotas y considerar que, después
36 Del reino de este mundo. Noé Jitrik

de todo, pese a todo, asumiendo y rechazando, disconformes o razonables, al


cabo de dos siglos el continente es algo todavía pleno de promesas, las mezclas
no lo derrumban, siempre aparecen y aparecerán los rostros anhelantes de
quienes quieran rescatar no ya una identidad sino un destino, el del hombre
americano en “el reino de este mundo”, palabras con las que Alejo Carpentier
Acercamientos teóricos al ensayo
encerró aquello que Toussaint l’Ouverture quiso para su gente, la que todavía
no tenía mundo.
El Ensayo latinoamericano 39

“¡Atrévete a utilizar el entendimiento!”


Reivindicación del ensayo latinoamericano
Fernando Aínsa

No por azar, el más indefinido de los géneros literarios –el ensayo–


ha sido tradicionalmente el más representativo e idóneo para reflejar la
plural y compleja, cuando no contradictoria, realidad latinoamericana.
Género incitante, polémico, paradójico, problemático, pero básicamente
dialogante, el ensayo cubre una parte amplia del spectrum semántico de un
continente que desde su incorporación al imaginario occidental ha provo-
cado interrogantes y reflexiones.
“¿Por qué la predilección por el ensayo en nuestra América?” se pregun-
taba Germán Arciniegas en 1963, para recordar que muchas páginas de corte
ensayístico se escribieron en el Nuevo Mundo antes de que Montaigne reflexio-
nara sobre la alteridad americana y reconociera que “nada hay de bárbaro ni
de salvaje en esas naciones; lo que ocurre es que cada cual llama barbarie a lo
que es ajeno a sus costumbres”. Para Arciniegas esa singularidad era evidente,
ya que para el mundo occidental América había surgido con su geografía y sus
hombres como una novedad insospechada que rompía con las ideas tradicio-
nales. “América es ya, en sí, un problema –nos decía Arciniegas– un ensayo de
nuevo mundo, algo que tienta, provoca, desafía a la inteligencia”.
Género utilizado para que los europeos reflexionaran sobre la singularidad
del Nuevo Mundo –como hizo el propio Montaigne en sus famosos ensayos “Los
caníbales”, “Los vehículos” y “De las costumbres”– esta nueva forma expresiva
sirvió también a los americanos para conocerse e identificarse a sí mismos.
En América Latina, aunque se pueda hablar de pre–ensayística en las
Crónicas de Indias, donde se mezcla la épica con la didáctica y se funda la
personalidad y la conciencia histórica del continente, es en realidad con el
pensamiento crítico de la Ilustración primero y luego en los idearios de la
emancipación que el género refleja de un modo más palmario el carácter de
“intelectual orgánico” –al modo definido por Gramsci– que encarna el escritor
y hombre de acción del siglo XIX. A partir de entonces, el pensamiento
40 ¡Atrévete a utilizar el entendimiento! Reivindicación… Fernando Aínsa El Ensayo latinoamericano 41

americano se expresa a través de este género marcado por la intensa con- como el ser de América; la unidad continental; el mestizaje cultural; “el hu-
ciencia de la temporalidad histórica; elabora diagnósticos socioculturales manismo americano” o las dualidades civilización/ barbarie, campo/ciudad,
sobre la identidad nacional y continental –”radiografías” al modo de Ra- evasión/arraigo y tradición/ modernidad.
diografía de la pampa (1933) de Ezequiel Martínez Estrada o El perfil del
hombre y la cultura en México (1934) de Samuel Ramos y, posteriormente, Una especie ingrávida en perpetuo vértigo
El laberinto de la soledad (1950) de Octavio Paz–; reflexiona sobre la dife-
rencia y la alteridad, sobre lo propio y lo extraño en ese inevitable “juego Con el mismo apasionado énfasis, el ensayo ha propiciado denuncias de
de espejos” entre el Viejo y el Nuevo Mundo que caracteriza la historia de injusticias y desigualdades y ha inspirado el pensamiento anti­imperialista o
las ideas en un continente enfrentado a “contradicciones y antinomias”. el de la filosofía de la liberación con un sentido de urgencia ideológica más
Ello ha propiciado “otra mirada”, esa curva abierta del descentramiento persuasivo que demostrativo y donde el conocimiento del mundo no se puede
de la modernidad en la que se inscribe América Latina, plasmada en la for- separar del proyecto de transformarlo. El ensayo rehuye adoptar un cordial
mulación de un discurso desde la periferia que Leopoldo Zea ejemplariza en eclecticismo y opta, en general, por una actitud militante, esa “poderosa carga
Discurso desde la marginación y la barbarie (1988) y, desde otra perspectiva, estética y ética compulsiva de acción” que puede observarse en José Martí.
Richard Morse en El espejo de Próspero. Un estudio de la dialéctica del Nuevo “Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra” –asegura– porque
Mundo (1982). Morse propone que América Latina se mire en su propio en el ensayo “la prosa, centelleante y cernida, va cargada de idea”.
espejo y no en los “reflejos” de los Estados Unidos. Un espejo a construirse De ahí la mayor vocación mesiánica y utópica del ensayo latinoamerica-
a lo largo de un proceso histórico forjado por seres humanos de “carne y no, especialmente si se lo compara con el europeo. El eclecticismo es notorio
hueso” y no por la reencarnación nostálgica de una Edad de Oro indígena en el ensayismo de tradición sajona y francesa. La informalidad, la soltura
perdida con la conquista. La realidad actual entre la servidumbre de la he- y distancia de la que hace gala el ensayismo inglés o el esprit del francés
rencia colonial y la situación periférica debe abrirse, no sin esfuerzo, a una están lejos del dramatismo del ensayismo latinoamericano. La tradición del
racionalidad y modernidad que reafirme valores comunitarios. La pluralidad inglés con su ironía y aparente despreocupación distanciada (detachment),
étnica y cultural, religiosa y lingüística no tienen porque ser incompatibles las buenas maneras literarias (good manners), no cuenta con seguidores en
En Am.
con el pensamiento crítico de raíz iluminista. Conciliar la agenda de la un continente cuyo pensamiento está menos dirigido al individuo que a unaLatina, a
modernidad con las tradiciones culturales latinoamericanas: de eso se trata colectividad (conciudadanos, nación) y donde prima un nosotros o un yodiferencia de
Europa
Estos reflejos entre espejos los convierte J. M. Briceño Guerrero en un nacional sobre el yo individualista del ensayo clásico europeo.
juego revelador sobre la “segunda” identidad europea de América Latina, Por el contrario, la desiderata de proyección utópica perceptible en
identidad “importada” que engloba las ideas del racionalismo, la ilustración buena parte de la ensayística continental ha contrastado la realidad (el ser de
Ver acá
y la utopía social sobre un sustrato cristiano–hispánico, un complejo que como se ve América) con una aspiración (el deber ser), expresión de una tensión utópica
aparece relativizado por el “discurso salvaje” emotivo, humorístico y en el lo de Helio entre lo real y lo ideal que, más que proponer modelos orgánicos y precisos
Vera
fondo escéptico de lo vernacular americano. se ha manifestado como “intención” en los ensayos canónicos La utopía de
Estos reflejos mutuos entre el Nuevo y el Viejo Mundo que la filosofía América (1925) de Pedro Henríquez Ureña y Última Tule (1941) y No hay
y el ensayo multiplican, prolongan en el tiempo una curva flexible que se tal lugar… (1960) de Alfonso Reyes y en el rastreo de la función utópica en
ha ido ajustando y adaptando a las ideologías de cada época, muchas veces la historia latinoamericana que hemos perseguido con Horacio Cerutti en
en forma diacrónica, abordando desde diferentes ángulos temas recurrentes varios volúmenes colectivos y en mi propia obra consagrada al tema.
42 ¡Atrévete a utilizar el entendimiento! Reivindicación… Fernando Aínsa El Ensayo latinoamericano 43

Si la proyección mesiánica ha podido conducir a veces a la visión grandi- en poetizar en prosa el ejercicio pleno de la inteligencia y la fantasía. En-
locuente del destino de América en ensayos como La creación de un continente rique Anderson Imbert define al ensayo como “una unidad mínima, leve y
(1912) de Francisco García Calderón o a las “iniciativas” de Francisco Bilbao vivaz donde los conceptos brillan como metáforas” porque –confiesa– “No
y su propuesta de unificar el alma, el pensamiento, el corazón y la voluntad creo que un tratado sistemático, construido con métodos y bibliografías, de
porque “la América debe al mundo una palabra […]: esa palabra serán los esos que conmueven a los profesores, valga más, necesariamente, que un
brazos abiertos de la América a la tierra y la revelación de una era nueva”, ensayo personal, espontáneo y audaz sobre el mismo tema. Todo depende
la conciencia de esa “vieja e incurable exaltación verbal de nuestra América” de quien sea el autor y cuál su fruto”. En resumen el ensayo se propone
–según ya advertía José Carlos Mariátegui– no necesita alimentarse de “una como una estructura lógica, pero donde la lógica “se pone a cantar”, tal
artificiosa y retórica exageración de su presente”. Porque el autor de Siete en- vez porque ese “extraño puente entre el mundo de las imágenes y el de los
sayos de interpretación de la realidad peruana (1928) consideraba que la fe de conceptos” –que es el ensayo– protege un poco al hombre entre “las oscuras
América en su provenir engendra una serie de exageraciones categóricas que vueltas del laberinto” y lo ayuda a buscar “el agujero de salida”.
deben ser acotadas, acotación que basaba en el sentido responsable y compro-
metido de inserción en la historicidad del ensayista que se siente éticamente Un género amenazado
“reformador” y “transformador de la sociedad”. De ahí que buena parte de la
producción continental insista en plantear fines sociales deseables y enunciar Sin embargo, esta tradición del ensayo latinoamericano, su función
medios de cómo alcanzarlo, auténtico género “bisagra” entre la historia y la didáctica y moralizante para indagar libremente, escudriñar más allá de
reflexión, punto de inflexión entre teoría y praxis. “Literatura funcional” la lla- las apariencias y hacerlo con una preocupación estética y literaria, está
ma José de Onís, donde el contenido impera sobre la forma y donde la misión hoy amenazada. El creciente predominio de la crítica y el academicismo
ética del autor prima sobre cualquier otra consideración estética. va borrando la subjetividad inherente al género; la prosa monográfica y
Aunque de todos los géneros, el ensayo es probablemente el menos didáctica; el artículo de revistas especializadas, académicas o universitarias
sometido a modas y escuelas literarias, la “voluntad de estilo” como preocu- acompañado de rigurosos y reglamentados aparatos de notas y referencias
pación que inaugura el modernismo con Los raros (1896) de Rubén Darío y bibliográficas, han ido esterilizando la fresca y espontánea prosa ensayística.
Ariel (1900) de José Enrique Rodó, resulta esencial para comprender su espe- El ensayo –género eminentemente subjetivo, discurso personal sujeto a
cificidad. Es más, de acuerdo a la acepción estricta del género es Rodó quien Ensayo: Debe la efusión, a las pasiones, ocurrencias, versatilidad, perspicacia, digresiones
escribe en América Latina el primer ensayo propiamente dicho. Solo entonces aspirar a esto. o meras divagaciones a las que se libra su autor– se despersonaliza en be-
- Perfección
y merced a la búsqueda de la perfección estética a través de la acumulación estética neficio de la monografía. La profundización exhaustiva de un tema acotado
de recursos estilísticos, la unidad se logra en el trazo artístico unívoco, donde y su presunta objetividad científica se aprecia más que el devaneo diletante
se concilian “la profundidad y la gracia” (Ricardo Gullón). De ahí que para o el gusto por la forma estilística. La sociología, las ciencias sociales han
Octavio Paz, el valor de un ensayo reside en su novedad, en la invención de despojado al ensayo de esa complicidad entre autor y lector que era parte de
formas o combinación de las antiguas de una manera insólita, en el descu- su esencia y donde era más importante el comentario que la información,
brimiento de mundos desconocidos o exploración de zonas ignoradas en los la interpretación que el dato, la creación que la erudición, la postulación
conocidos, en las revelaciones y sorpresas que puede procurar. que la demostración, la opinión personal que la afirmación demostrada
La “doctrina” diluida en “el comentario animado o con la meditación Ver para Helio Vera científicamente, las hipótesis y conjeturas que las verdades tajantes o defi-
alada” (Cintio Vitier) hace que la “nobilísima función del ensayo” consista nitivas. En el otro extremo, el periodismo, el que fuera aliado del ensayo a
44 ¡Atrévete a utilizar el entendimiento! Reivindicación… Fernando Aínsa El Ensayo latinoamericano 45

fines del S XIX y las primeras décadas del XX asegurando su amplia difusión Chomsky los valores de la Ilustración son “valores de verdad, libertad, inde-
e influencia, se ha aligerado y se inclina por artículos más superficiales. pendencia y justicia” y para Bronner “siguen con nosotros” estos pensadores
Ante este panorama, es posible preguntarse: ¿Puede el ensayo latinoame- que “hablaban en nombre de los humildes y despreciados”; son los que
ricano regresar a sus fuentes de rebeldía y discrepancia?; ¿podrían escribirse ahora apoyan “la lucha de cualquier movimiento progresista y proponen el
nuevas Catilinarias de tono panfletario y encendida diatriba, arriesgando el tipo de mundo que toda persona decente desea ver. Su tarea no ha pasado
autor su libertad, como lo hiciera Juan Montalvo?; ¿puede el ensayo volver a de moda”. La Ilustración sigue comprometida con causas progresistas que
ser vehículo para un pensar independiente y desprejuiciado?; ¿podría imagi- intentan desterrar prejuicios y cuestionar creencias populares arraigadas,
narse una nueva “oración cívica” dirigida a la juventud con la repercusión y “restregando a la sociedad a contrapelo”, al decir de Walter Benjamin.
el impacto de las lecciones del “Maestro Próspero” del Ariel de José Enrique “Después de la muerte de Dios, después del hundimiento de las utopías,
Rodó?; ¿Podrá el ensayo volver a regodearse libremente en las formas que ¿sobre qué base intelectual y moral queremos construir nuestra vida en co-
asume, prescindiendo de jergas universitarias o de la ligera simplificación del mún?” –se pregunta Tzvetan Todorov al emprender la búsqueda de un marco
artículo periodístico?; ¿Puede desafiar al “pensamiento único” o al “política- conceptual que pueda fundar el discurso y los actos del reflexionar contem-
mente correcto” que constriñen la libre asociación de ideas? poráneo. Su búsqueda desemboca en el espíritu de la Ilustración, cuando
Quisiera –aprovechando la generosa oportunidad que me brinda este por primera vez en la historia de la humanidad, se propuso y aceptó que el
Congreso– adelantar algunas propuestas para recuperar lo mejor de un gé- ser humano podía reflexionar por sí mismo, fuera de todo dogma, autoridad
nero que ha sido y debe seguir siendo esencial en el reflexionar americano. y creencia apriorística. En ese regreso, Todorov ensalza la fórmula eficaz del
Las propuestas las desarrollaré en cinco puntos: 1) Propiciar una relectura racionalismo de Descartes y el empirismo de Locke y propugna un retorno a
de la Ilustración; 2) Acentuar el carácter dialogante del ensayo; 3) Recuperar los olvidados ideales del Siglo de las Luces: el pensamiento crítico, la razón, la
la vocación pedagógica del ensayo clásico; 4) Abrirse a formas informales ciencia, la libertad y el principio de la duda frente a toda verdad proclamada
del pensamiento; 5) Actualizar la función utópica de la historia americana. en forma absoluta, pero, sobre todo, al lema de Rousseau: “pensar y actuar
según los principios del juicio propio”. Todo ello manejado en la “razón co-
1. Propiciar una relectura de la Ilustración mún y compartida”, sometiendo al libre examen las convicciones personales y
en el “diálogo argumentado” que preconizaba Condorcet. Claro está que tales
Por lo pronto, recuperando en la perspectiva del Bicentenario de la principios son contrarios a todo abuso de autoridad y ejercicio abusivo del
Independencia que se conmemora el año próximo, algunos aspectos del poder o de la ideología entendida como religión de dogmas inquebrantables.
pensamiento de la Ilustración e invitar a una relectura contemporánea de la Lo importante de esta relectura reivindicativa de la Ilustración es
tradición crítica y humanística del siglo de las Luces. En esta recuperación, no abordarla con un exclusivo criterio historicista limitado al siglo XVIII
verdadera filiación, se inscriben las recientes obras Reivindicación de la –”siglo de la crítica”, como lo llamara Kant– sino como un alegato a favor
Ilustración. Hacia una política de compromiso radical de Stephen Bronner, de un modo de pensar imprescindible para abordar el presente. El Siglo
L’Esprit de l’ilustration de Tzvetan Todorov, y la reedición de dos obras de las Luces, aunque es históricamente un siglo “pasado”, debe percibirse
fundamentales: Filosofía de la Ilustración de Ernst Cassirer y Dialéctica de como una “actitud” ante el mundo. Los ensayistas que propician esta
la Ilustración de Theodor Adorno y Max Horkheimer. Porque si para Adorno visión recuerdan que las ideas de la Ilustración han sido fundamentales
“el pensamiento crítico no se detiene ante el progreso y exige tomar partido para configurar la socialdemocracia, el laicismo, la ciencia, el cosmopo-
a favor de “los residuos de libertad” y de “la humanidad real”, para Noam litismo, el rechazo de privilegios de clase, los compromisos republicanos,
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la valorización del ciudadano y la búsqueda de reformas sociales como En esta misma línea, Octavio Paz reivindica el pensamiento indepen-
las impulsadas por socialistas que reivindicaron esa tradición más allá diente aunque resulta muchas veces “impopular”. En Posdata recuerda que
del marxismo que profesaban, como Karl Kautsky, Rosa Luxemburgo, “el pensamiento independiente es casi siempre impopular” en la línea de
Jean Jaurès, León Blue y Ernst Bloch. aquellos ensayos de Bertrand Russell –”Esbozo del disparate intelectual”,
“Ideas que han ayudado a la humanidad” e “Ideas que han perjudicado a
El discurso de la emancipación americana la humanidad” reunidos en Ensayos impopulares– escritos para combatir “el
desarrollo del dogmatismo” y contra “los predicadores de ampulosas tonte-
En la perspectiva latinoamericana de una revalorización de algunos de rías”. Evitar el “espíritu de secta” obsesiona asimismo a Jesús Silva Herzog. El
los principios del pensamiento ilustrado, puede releerse lo mejor de nuestra ensayo es parte de una “disidencia herética” abierta donde “lo humano” es el
tradición crítica ensayística. Por lo pronto, a Simón Rodríguez y su búsqueda problema esencial. “El hombre es periferia y centro, medio y fin, irradiación
de la “originalidad” americana cuando se pregunta en 1828: “¿Dónde iremos y foco luminoso de él mismo” –considera–, por lo cual “hay que buscar en
a buscar modelos…?–La América española es orijinal, orijinales han de ser un nuevo humanismo los materiales para construir el mundo del mañana”.
sus Instituciones i su Gobierno – i orijinales los medios de fundar uno i Arturo Andrés Roig, por su parte, recuerda como Francisco Miranda, a
otro o Inventamos o Erramos”. Pero también a José Martí y su propuesta de fines del siglo XVIII, ya hablaba de la necesidad de lograr una “emancipa-
“imitar adaptando”, ya que América tiene su historia y no puede “inven- ción mental” que completara la independencia política; de cómo Bolívar se
tarse” en permanencia: no es un vacío que debe llenarse una y otra vez, ya lamentaba de que “nuestras manos están libres y todavía nuestros corazones
que América son sus indios, pero también sus conquistadores, libertadores y padecen las dolencias de la servidumbre” y Juan Bautista Alberdi señalaba
civilizadores: un todo, un auténtico crisol de culturas. Se trata, por lo tanto, “rompimos las cadenas mediante las armas, pero nos falta quebrar otras, lo
de “imitar si no se puede hacer otra cosa, pero aun al imitar, inventar un que será obra del pensamiento””. Por ello Roig plantea la necesidad de “una
tanto, adaptar”, porque existe el riesgo de que en el afán por ser diferente segunda independencia” que complete el proceso iniciado por la primera y
de lo que se es, se esté negando justamente todo aquello que ya se es. rescata la idea de la “emancipación” instaurada por la Ilustración. En esta se-
Una originalidad y una “adaptación” que Carlos Arturo Torres, siguiendo gunda independencia se debería completar la tarea inconclusa de emancipar
el ejemplo del filósofo Bacon y su cacería de los idola fori –tópicos, supers- el pensamiento, “emancipación mental” de la que dependen los viejos ideales
ticiones, mitos y “falsas nociones”– para poder reinterpretar la naturaleza y de la democracia participativa hoy amenazados por las formas más groseras
desacralizar, desmitoligizar y desprejuiciar un conocimiento protegido por una de la racionalidad capitalista. Se trata pues de rescatar la independencia per-
“clase sacerdotal”, retoma esa misión desde la perspectiva del Nuevo Mundo. dida, lo mejor del pensamiento liberal depurado del economicismo capitalista.
En Idola Fori (1910) propugna debatirse contra ideas, ideologías y formas de
pensar a las que llama “verdaderas supersticiones políticas”, que lejos de ayu- Acotar el pensamiento de la Ilustración
dar a la organización mental y social la congelan con “letal fuerza cataléptica”.
Consciente de lo arduo de su empresa, Torres considera que el sólo intentarlo, Sin embargo, los ideales de la modernidad que J. F. Lyotard considera
“el señalar la posibilidad de reducir a sus verdaderas proporciones de pensares han permitido a la humanidad emanciparse del despotismo, la ignorancia,
falibles o caducas opiniones cuantos ya se tuvieron por canon y dogma incon- la barbarie y la miseria y han consagrado los ideales de la razón, han de-
trovertible de la política y de la filosofía, es despertar los aletargados estímulos mostrado los límites del impulso emancipatorio en el que se inscribe la
del examen y exaltar el valor y las afirmaciones de la autonomía humana”. Independencia de los países americanos. El ímpetu hacia la universalidad
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de la Ilustración tiende a borrar lo particular, lo fragmentario, las redes –siguiendo las huellas de la “educación sentimental” de Rousseau– una “pe-
flexibles que escapan a las pretensiones absolutas de la razón. dagogía cosmopolita”, un compromiso con lo universal que solo es posible
En la actualidad esta lectura crítica de la Ilustración invita a denunciar desde el punto de vista de lo particular, enraizado en las culturas más diversas
como “los derechos humanos se utilizan a menudo como pretexto ideológico pero proyectado en forma interdependiente a escala de la sociedad global.
para el ejercicio de un poder arbitrario” y cómo el invocar la seguridad de Es, sobre todo, una respuesta sensible a los problemas existenciales de
los Estados occidentales ha servido de “justificación para limitar la libertad una época cada vez más planetaria en la que lo particular, lo culturalmente
personal” desde una perspectiva eurocentrista en otras regiones del globo”. “auténtico”, lo local y lo étnico han mostrado sus limitaciones, lo que sólo
Mientras se ondean esas banderas se dice defender los “valores” occidentales, será posible proponiendo “una nueva forma de radicalismo cultural y apro-
aunque se olvida que los mejores de esos valores –la libertad política, la justi- piándose del pasado para que influya en un futuro auténticamente global.”
cia social y el cosmopolitismo consagrados por la Ilustración– deben, más que La reivindicación de la Ilustración supone una política de compromiso radi-
nunca, ser tenidos en cuenta en los propios países que los exportan. Puede cal, aunque razonablemente admitamos que el intelectual comprometido ya
hablarse de un auténtico universalismo imperial al que le falta reciprocidad no se puede permitir las viejas esperanza románticas de “cambiar el mundo”
porque carece de un discurso abierto a la otredad y la diversidad que implica. de golpe y que las formas actuales de compromiso sean más prosaicas y me-
Pensar en otro tipo
Sin embargo, el nuevo pensamiento “ilustrado” alerta sobre los funda- de compromiso nos revolucionarias. Pese a que el anhelo utópico sea distinto, su raíz sigue
mentalistas religiosos que sitúan la autoridad por encima de la libertad, la desde la Politica siendo, felizmente, la misma: la noción ilustrada del compromiso político
de la Ilustración
revelación por encima de la ciencia (basta pensar en el debate actual entre que llevó a Diderot, Condorcet, Voltaire a repetir la máxima de Spinoza: “la
creacionistas y evolucionistas), el “choque de civilizaciones” y la primacía razón es la luz de la mente, y sin ella todo son sueños y fantasmas” o la
de la comunidad por encima del individuo. Abogar por la tolerancia frente más radical de Kant: “¡Atrévete a utilizar el entendimiento!”.
al prejuicio, por la innovación frente al inmovilismo, por los derechos de la
minoría frente al entusiasmo de la mayoría, y por la autonomía moral del 2. Acentuar el carácter dialogante del ensayo
individuo frente a las afirmaciones reveladas de la autoridad política o religio-
sa, siguen siendo prioritarios frente a la marcha inexorable hacia el “mundo Aunque centrado en el yo enunciativo, primera persona subjetiva
administrado” y la “resurrección de mitos” que ya denunciaba Adorno. De los a través de la que generalmente se expresa, el ensayo debe acentuar su
principios de la Ilustración –el progreso, la razón científica, el liberalismo, los condición dialogante, forma de un pensamiento que aspira ser comunica-
derechos humanos, la solidaridad y la ética– emerge la figura de la “comuni- tivo y necesita estar en contacto con el mundo histórico al que pertenece.
dad cosmopolita de intelectuales críticos” que desprecia dogmas, prejuicios Más que otros géneros (basta pensar en la poesía), necesita de un lector
y privilegios y está abierta a la comprensión de las culturas más diversas. con el cual establecer una complicidad basada en la sensación de sincera
En el mundo globalizado de hoy el cosmopolitismo no se puede reducir autenticidad que es capaz de comunicar. Gracias al proceso de asociaciones
Involucrar al
a un conjunto de imperativos filosóficos ni asimilarse al internacionalismo que lector, pero intuitivas que genera, incorpora el lector con su propio bagaje, ya que leer
propugna instituciones mundiales o formas de solidaridad con formas de la también modificar ensayos suscita ideas, reacciones, trae a colación otros temas, estimula el
en el ensayo los
alteridad. Debe, más bien, entenderse como la capacidad para “sentirse en propios planteos propio pensamiento como una semilla que pregona su potencialidad en el
cualquier parte como en casa” (Kant), ese salirse de sí mismos para abordar (CARACTER espíritu del lector. El grado de su recepción se puede medir en la interpe-
DIALOGANTE)
el otro de una manera sustancial, existencial y sensible, más elusiva que la lación y en la capacidad de involucrarlo, pero también en la capacidad de
adhesión formal y legal a sistemas internacionales. Es posible recomendar modificar los propios planteos.
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Hoy más que nunca, el ensayo debe orientarse hacia la verdad sin que propone, aún influida por el krausismo y el positivismo, su pasión reden-
pretender ser la verdad, relación paradojal que acentúa su carácter especu- tora toma la forma de un discurso pedagógico orientado a la independencia
lativo, inquisitivo, al mismo tiempo que desmiente su posible dogmatismo de Puerto Rico en el marco de una visión global de las Antillas.
o taxatividad. El ensayo cumple, en cierto modo, una función de despensar Del mismo modo, en la prosa de las Catilinarias (1880) de Juan Mon-
lo pensado anteriormente, negación crítica de la cultura petrificada como talvo se reconoce un tono moralizante enraizado en la mejor tradición
ideología, como tópico –lo que hoy podríamos llamar “políticamente co- oratoria hispánica, donde se combinan rasgos del estilo panfletario y de la
rrecta”– que el ensayista realiza para dejar al descubierto esa parte que el encendida diatriba con una vocación de transmitir que aproxima el saber
pensamiento canónico había dejado, justamente, impensada, sumergida, del ensayo a la didáctica. El propio Rodó concibe la “oración cívica” de Ariel
insospechada, haciendo del ensayo la forma crítica por excelencia, “crítica (1900) como las lecciones que el “Maestro Próspero” dirige a la juventud
inmanente de las formaciones espirituales” que problematiza situaciones, americana. Esta vocación pedagógica del ensayo lleva a definirlo como “di-
atiende urgencias y responde a lo inmediato y apremiante. Su intención dáctica hecha literatura” (Gómez de Baquero) y a que Arturo Andrés Roig
primordial es “inquietar”, suscitar dudas, imaginar “otros mundos posibles”, lo considere un modo de aprendizaje, cuya relevancia pedagógica tiene un
objetivo problematizador, deconstruccionista que no busca tanto sistematizar gran valor para asegurar una coeducación permanente.
lo cuestionado, sino inspirar una reflexión.
4. Abrirse a formas informales del pensamiento
3. Recuperar la vocación pedagógica del ensayo clásico
El ensayo debe abrirse a formas “informales” del pensamiento que
El ensayo se ha desarrollado, por su propia naturaleza, en épocas de sirvan como armas para desmontar certidumbres a través de la ironía y la
crisis, cuando “el hombre se siente más confundido y están crujiendo, ame- paradoja. Georg Lukács consideraba que en la modesta denominación de
nazantes –ante de que emerjan otros– los valores de una vieja cultura”. Sin “ensayo”, en esa “cortesía orgullosa” de un género sin aparentes preten-
lugar a dudas vivimos una de esas épocas, por lo cual se debería recuperar siones, se disimulaba su condición esencial: la ironía. Si ser “solamente”
la intensidad docente, la vocación pedagógica social que fuera una de las ensayista desencadenó reproches tanto a Montaigne como a Ortega y Gasset
características más notorias de la ensayística latinoamericana, un género que, y a tantos polígrafos americanos como Alfonso Reyes, para el crítico húngaro
tanto por su fondo político como por su forma estética, se proyecta como el la ironía del ensayista consiste justamente en esa capacidad de hablar de
medio más eficaz (por no decir operativo) para conocer y mostrar la realidad temas en apariencia sencillos y actuales para referirse a lo que lo realmente
social, política, cultural y económica. Su profunda vocación social, aunque le preocupa. La ironía es una estrategia para enmascarar interrogantes más
integre aspectos emotivos, éticos, ideológicos, armonizados conceptualmente Son más profundas. Gracias a la ironía –ese “arte de preguntar fingiendo ignorancia”
con notas filosóficas, se plasma en “ensayos prácticos” e instrumentales. importantes según la define el diccionario– el ensayo proyecta su interés más que sobre
las
Desde los albores de la independencia americana, un autor como Simón interrogantes el tema que trata por las interrogantes que suscita. Los tópicos, la doxa del
Rodríguez propone nuevas formas discursivas capaces de construir un modo que suscita saber altanero y dogmático, son erosionados desde dentro y demolidos. La
didáctico de exponer las ideas basado en una original disposición gráfica de las propia carencia de una forma precisa del ensayo permite esta reducción
oraciones en las páginas y en las reglas de una nueva gramática. Eugenio María de saberes a esa “materia prima informe” con la que el ensayista empieza
Hostos con tono didáctico y un claro afán de ilustrar y aleccionar, pretende ser a trabajar ya que el género carece de una forma a priori y necesita de esa
maestro y guía moral de su pueblo. En la renovación de modelos educativos interrogación permanente.
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Aunque en América Latina no abundaba hasta ahora el ensayo irónico, Del fragmento y el metatexto
esta acepción de crítica a lo consagrado, lo dogmático y lo jerárquico por
la ironía está presente en Indagación del choteo (1928) de Jorge Mañach, Para lograr la buscada y necesaria “informalidad” del ensayo nada me-
choteo entendido como burla, cuyo papel de “descongestionador espiritual” jor que el manejo del fragmento y el metatexto, como formas anti–retóricas
y transfigurador del resentimiento y el malestar es esencial en la tipificación de expresión complementaria.
del carácter cubano. La “caricatura” que Manuel González Prada propone La tradición ensayística se entronca con la del escrito fragmentario de
como variante ensayística en Figuras y figurones (1938), el tono irónico de las larga tradición literaria, pero sustantivado y diversificado por ensayistas del
“ficciones” con forma de ensayos de Borges, preceden la mayor presencia del siglo XX como Benjamin, Adorno, Cioran, Barthes, Blanchot… Si el frag-
tono satírico en el ensayo contemporáneo de Julio Cortázar, Carlos Monsiváis mento parece corresponder a un proceso más amplio de descomposición
como Amor perdido (1977), buena parte de la obra de Augusto Monterroso y de la sociedad, “estilo de decadencia” que refleja la fractura y la crisis de la
en ensayos como “Un país para las visitas” e “Intelectuales” de Gabriel Zaid modernidad, “síntoma de ruinas” –como anunciara apocalípticamente Bau-
donde los define como aquellos que “son escuchados por su autoridad reli- delaire– esos “desperdicios de escritorio de las personas letradas”–como los
giosa o por su capacidad de imponerse por vía armada, política, administra- llama Robert Musil– alimentan el rico venero de la empresa de demolición
tiva, económica”, categoría intelectual que incluye a “los taxistas, peluqueros de la que el ensayismo contemporáneo participa.
y otros que hacen lo mismo que los intelectuales pero sin el respeto de las Ensayistas En la misma dirección, Theodor W. Adorno titula Mínima Moralia su
elites”. Sin embargo, nadie mejor que Rosario Ferré para demostrar como “tentativa de presentar momentos de una filosofía sustentada en común desde
la ironía consiste precisamente en el arte de disimular la ira y atemperar el el punto de vista de la experiencia subjetiva”. Si bien es consciente de que sus
acero lingüístico para lograr con él un discurso más efectivo. textos no se sostienen frente a la filosofía sistemática, los define como “frag-
A través de la paradoja –una de las formas literarias preferidas por mentos” de filosofía, condición fragmentaria que hace del ensayo una forma
Unamuno– el ensayo ha impulsado la misión de cuestionar críticamente independiente. Los aforismos de Gracián, la ironía de Voltaire o de Oscar Wilde,
tópicos e ideas aceptadas y ha abierto el pensamiento a nuevos significados. los Propos de Alain, el mordaz y falso diario de Gog de Giovanni Papini, las
Ese reflexionar contrario al sentido común o el “buen sentido”, auténtica paradojas de Unamuno, las glosas de Eugenio D’Ors completan las variantes
arma de crítica contra las convenciones, provoca una saludable sorpresa expresivas de un género fragmentario que tiene una creciente aceptación en
que para Liliana Weinberg resulta esencial: “La paradoja y el ensayo se América Latina. Las “esquirlas”, ese extremo del ensayo convertido en pensa-
han unido en su común vocación de crítica y heterodoxia, en su común miento breve, “suelto” periodístico o aforismo con que José Miguel Oviedo
afán por constituir interpretaciones originales del mundo y despertar a las titula una parte de su libro La vida maravillosa (1988) o esos mini–ensayos, al
conciencias dormidas provocando admiración y moviendo a compromiso”. modo de sus cuentos breves, que propone con tono divertido Augusto Mon-
Sus características son el carácter crítico–constructivo de los conceptos terroso en La palabra mágica (1983) y La letra E (1987) son algunos ejemplos.
aceptados o “institucionalizados” y al mismo tiempo su capacidad para
interesar al lector, superando el ensayo didáctico o el texto plano en favor El ensayo como gesto crítico
de una crítica más profunda e incisiva. A través de la paradoja se llega más
lejos y se descubren perspectivas insospechadas. El ensayo es una manera fluida y libérrima de crear “literatura de
ideas”, discursos de asedio e inteligencia, dotado de una fuerte referencialidad
vertida sobre los problemas de hoy. Gracias a su carácter “intuitivamente
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interdisciplinario” (Real de Azúa) el ensayo tiende a hacer coexistir distintos sino que se sostienen y corrigen recíprocamente para actualizar sus modelos.
planos y órdenes de ideas en el seno de un mismo texto. De ahí su tipifi- El desencanto, al corregir la utopía, refuerza su elemento fundamental: la
cación como metatexto. esperanza y –es bueno recordar con Kant– que esta no nace de una visión
“Si escribo, ensayo. O si escribo, pruebo: intento. O bien si escribo del mundo tranquilizadora y optimista, sino de la laceración de “la existencia
ensayo literario lo hago como prueba legal o documento de una actividad vivida y padecida sin velos, que crea una irreprimible necesidad de rescate”.
incierta que mezcla sus métodos y desvía de su objeto, Ojalá que este des- El nuevo ensayo utópico debe buscar con mayor paciencia y modes-
filadero de cursivas nos lleve a definir lo que llamamos metatexto” –sugiere tia, sabiendo que no poseemos ninguna receta definitiva, pero también sin
Héctor Libertella en un paradójico enfoque sobre “una nueva introducción escarnecer la íntima esencia que la función utópica ha desempeñado en la
al ensayo”, ese “tipo textual” hijo directo de la cruza interdisciplinaria que historia de la humanidad y en la de América Latina muy en particular. Con
“si teoriza, teoriza, sí, pero apenas en el sentido de proponer teorías: po- esta modesta paciencia –lo que el ensayista venezolano Naím Piñango lla-
sibles”. El ensayo como “gesto crítico” que “sale por cualquier lado desde ma “el trabajo de carpintería”– hay que superar la impaciencia que ignora
todas las actividades literarias, pero que se devuelve rigurosamente a cada la preparación y los pasos progresivos que toda acción requiere, tanto si se
una de ellas”, es –para Libertella– un discurso proyectivo, “un juego intere- presenta como la voluntad de un caudillo que “engendra realidades” polí-
sado donde para explicarme uso de las palabras de los otros”. ticas de prosperidad con solo enunciarlas, transformando la improvisación
en virtud, como cuando el “voluntarismo institucionalizador” imagina que
5. Actualizar la función utópica de la historia americana los objetivos de un decreto o una ley ya han dado sus resultados apenas
se lo ha sancionado. Es esta una etapa importante en el largo (y paciente)
A todo esto, es posible preguntarse ¿dónde queda la utopía? Lejos del viaje hacia la tolerancia, la moderación, la desdramatización y la conver-
fundamentalismo y del voluntarismo de las décadas anteriores las perspec- gencia, del sosiego y la coexistencia –en el que el consenso normativo
tivas del ensayo utópico se proyectan ahora en un espacio de más lenta entre generaciones juega también su papel– que parece haber iniciado
elaboración, donde se demanda una mayor “paciencia histórica” que la buena parte de América Latina, aunque los “demonios” del golpismo y las
urgencia revolucionaria vigente hasta hace poco. En este sentido, es posible soluciones populistas y las implosiones de violencia la sigan acosando y
creer con Claudio Magris que la crisis actual no deja de ser positiva, ya que pese a que los más profundos del autoritarismo, la intransigencia y otras
el final del mito de la Revolución y el Gran Proyecto tendría que dar “más formas de miedo a la libertad, no hayan sido del todo conjurados.
fuerza concreta a los ideales de justicia” despojados de las perversiones de
su idolatría mítica y totalizante, su absolutización e instrumentalización. Para A modo de conclusión
lograrlo recomienda, paciencia y tesón, en un justo equilibrio entre “utopía
y desencanto”. Las propuestas que hemos desarrollado en estas páginas se basan en el
Liberados de los grandes mitos y de la idolatría totalizante, sabiendo convencimiento de que el ensayo latinoamericano puede cobrar nueva vigen-
que el mundo no puede ser redimido de una vez para siempre y que “cada cia gracias a la diversidad cultural, la heterogeneidad espiritual, la variedad
generación tiene que empujar, como Sísifo, su propia piedra, para evitar que de opiniones que propicia su tradicional apertura a la otredad. América ha
ésta se le eche encima aplastándole”, utopía significa “no rendirse a las cosas sido –más allá de sus problemas específicos– pluralista y receptiva a todo
como son y luchar por las cosas tal como debieran ser”, aunque se lo matice tipo de influencias e intercambios. Sus gentes, tanto como sus ideas, han
con el necesario “desencanto”. La utopía y el desencanto no se contraponen, estado más abiertas al “otro” que en regiones signadas por civilizaciones
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cerradas. No está mal subrayarlo en un momento en que la tentación de Bilbao, Francisco. 1978. Iniciativa de la América Latinoamericana. Cuadernos
replegarse sobre sí mismo amenaza a muchas naciones y donde los signos de Cultura latinoamericana (UNAM) 96 (3): 1978.
fundamentalistas, cuando no los integrismos, excluyen todo diálogo y re- Briceño Guerrero, J. M. 1984. El laberinto de los tres minotauros (La identifica-
flexión en buena parte del mundo. ción americana con la Europa segunda, 1977; Europa y América en el pen-
América Latina tiene una tradición de pluralismo que no sólo la ha samiento mantuano, 1981 y Discurso salvaje, 1980). Caracas: Monte Ávila.
enriquecido, sino que permite imaginar en la dimensión de una creación Bronner, Stephen. 2007. Reivindicación de la Ilustración. Hacia una política
ensayística renovada –en la que se inscriben estas palabras– la posibilidad de de compromiso radical. Pamplona: Laetoli.
crear algo propio sin caer en la reivindicación atávica del pasado o en la copia Cerda, Martín. 1982. La palabra quebrada. Ensayo sobre el ensayo. Valparaíso:
y transplante, muchas veces sin el debido rigor crítico, de modelos ajenos a Ediciones Universitarias.
su realidad. No por azar la historia de las ideas y del pensamiento americano Cerutti, Horacio (editor). 1996. Utopía y nuestra América. Quito: Abya–Yala.
ha estado tan estrechamente relacionada con el discurso ensayístico. Solo se . 2003. América Latina: Democracia, pensamiento y acción. Reflexio-
debe aprovechar esta oportunidad que se presenta para “reclamar con más nes de utopía. México: CCYDEL–Plaza y Valdés.
fuerza el puesto que le corresponde en el diálogo de culturas”. . 2009. Utopía en marcha, Quito: Abya–Yala.
Pero hay más. Sigue habiendo en América Latina “maestros de la vida Ferré, Rosario. 1980. De la ira a la ironía, o sobre cómo atemperar el acero
interior”, escritores cuya actitud vital es el ensayismo, esos seres cuyo “reino candente del discurso. En Sitio a Eros. México: Joaquín Mortiz.
está entre la religión y la ciencia, entre ejemplo y doctrina, entre el amor Libertella Héctor. 2004. Patografía, vanguardia, posmodernidad. En El ensayo
intellectualis y la poesía”. Son “santos con y sin religión” –decía Robert Musil– hispanoamericano del siglo XX, editado por John Skirius. México: FCE.
y a veces son también simplemente “hombres enredados en una aventura”. Loveluck, Juan. 1984. Esquividad y concreción del ensayo. En El ensayo
Una aventura que –de todos modos– vale la pena vivir e intentar desenredar. hispánico. Columbia: The University of South Carolina.
Lukacs, Georg. 1985. El alma y las formas. Barcelona: Grijalbo.
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Anderson Imbert, Enrique. 1972. Defensa del ensayo. En Los domingos del Musil, Robert. 1969. El hombre sin atributos, Vol. I. Barcelona: Seix–Barral.
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nace la nueva historia, Bogotá: Tercer Mundo editores. Picón Salas, Mariano. 1955. Crisis, cambio, tradición. Ensayos sobre la forma
58 ¡Atrévete a utilizar el entendimiento! Reivindicación… Fernando Aínsa El Ensayo latinoamericano 59

de nuestra cultura, Madrid/Caracas: Edime, 1955. La reflexión ensayística sobre poesía, poéticas y
. 1992. La conquista del amanecer, La Habana: Casa de las Américas. traducción como búsqueda de identidades literarias en
Ramírez Ribes, María (editora). 2003. Venezuela, repeticiones y rupturas. La revistas de poesía contemporáneas
reconquista de la convivencia democrática, Informe del capítulo venezolano Marcela Raggio
del Club de Roma, Caracas. CONICET–UNCuyo
Rodríguez, Simón. 1980. Inventamos o erramos. Caracas: Monte Ávila.
Roig, Arturo Andrés: Ética del poder y moralidad de la protesta. Respuestas a Hacia fines de la década del ’90, la poesía y el pensamiento teórico que ella
la crisis moral de nuestro tiempo. Mendoza: Universidad Nacional de Cuyo. genera se han visto desplazadas del espacio público que supieron tener en otras
. 2003. Necesidad de una segunda Independencia. Polis. Revista generaciones –o al menos así lo perciben sus actores; pero como consecuencia,
académica bolivariana (Santiago de Chile) 1 (4). poetas y críticos generaron espacios alternativos, también públicos, aunque de
Silva Herzog, Jesús. 1982. Comprensión y crítica de la historia. México: alcance más restringido, donde puede pervivir la poesía y la reflexión poética
Nueva imagen. (Zonana, 2004: 221). Aunque en estos últimos años la situación se ha modifica-
Todorov, Tzvetan. 2006. L’Esprit des Lumières. París: Robert Laffon. do notablemente, es interesante analizar los nuevos espacios generados por los
Torres, Carlos Arturo. 1979. Idola Fori. Cuadernos de Cultura latinoamericana propios poetas. Desde las revistas de poesía, que conforman espacios tanto de
(México, UNAM) 96:7. expresión como de reflexión, bajo signos diversos (piénsese e Fénix, Hablar de
VV.AA. 1993. El ensayo en nuestra América. Para una reconceptualización, poesía o Diario de poesía, por ejemplo) hasta encuentros de poetas, talleres,
Actas del Coloquio Internacional sobre el ensayo en América Latina. conferencias, blogs, etc., se generan espacios en los que los mismos poetas se
México: UNAM, 1993. vuelven pensadores de su obra, y de la poesía en general.
Wojcieszak, Janusz. 1993. Ensayo y filosofía: el caso latinoamericano. En El De la lectura de las revistas de poesía surge que los poetas contemporá-
ensayo en nuestra América. Para una reconceptualización. México: UNAM. neos entablan diálogos, intertextualidades, y traducciones, concretamente, de
Zaid, Gabriel. Intelectuales. En El ensayo hispanoamericano del siglo XX, autores extranjeros. El diálogo a partir de la traducción promueve búsquedas
editado por John Skirius. México: FCE. retóricas y de sentido que conjugan tradición y novedad en el campo cultural
argentino. Pero el diálogo va más allá de la traducción misma, y se vuelve
reflexión en los ensayos de los poetas acerca de su labora creadora y de su
accionar como traductores. Esta ponencia parte de las ideas vertidas por Diana
Bellesi en “La experiencia de la poesía” (Cuadernos hispanoamericanos 707,
Mayo 2009) para iluminar los ensayos compilados por María Eugenia Bestani
y Guillermo Siles en La pequeña voz del mundo (UNTucumán: 2007) acerca
de poesía y traducción, o la traducción poética.
Este encuentro / cruce de géneros provoca interesantes cuestionamientos
e intercambios acerca de la identidad cultural argentina y del intercambio, las
influencias y el enriquecimiento que puede sobrevenir en contacto con otras
lenguas y poéticas. Los poetas se vuelven ensayistas y reflexionan acerca de
su tarea como traductores, y del impacto de la poesía en lengua extranjera en
60 La reflexión ensayística sobre poesía, poéticas… Marcela Raggio El Ensayo latinoamericano 61

las poéticas locales. Así, estamos ante tres prácticas culturales y discursivas La traducción literaria y la literatura (argentina)
(la poesía, la traducción, y el ensayo) que, conjuntamente desde la reflexión
metaliteraria de los propios intérpretes busca definir nuevas identidades en el Del espacio –o los espacios, dada la variedad de revistas y otros medios
espacio literario poético local. de expresión– en los que se refugia la poesía, aquella en español comparte sitio
con la escrita originalmente en otras lenguas. Sin embargo, el hecho de sea
La poesía como forma de conocimiento traducida, la acerca inmediatamente a la poesía argentina. Como afirma Patri-
cia Willson, “si se piensa que un texto se completa con su marco de lecturas,
Para Diana Bellesi, la voz de la poesía es aquella que todos experimen- que el polo de la recepción interviene sobre el soporte textual, convirtiéndolo
tamos en nuestro primer contacto con el lenguaje; es decir, nos devuelve así en objeto estético, toda traducción no puede sino ubicarse dentro de la
a nuestro centro; pero también es un acto de creación colectivo. En esta literatura importadora.” (Willson, 2004: 14) Si Diana Bellesi equipara cono-
paradoja, “hondo en nosotros, nos encontramos a nosotros mismos, hondo cimiento propio y conocimiento del otro a través de la poesía, aquí Patricia
en nosotros mismos, encontramos a los otros” reside el “saber de la poesía.” Willson supera la distinción literatura nacional–literatura extranjera mediante
(Bellesi, 2009: 119) Esta experiencia a la vez de recogimiento y de contacto con la traducción. Más aún, si se quiere, cuando la traducción es obra de un poeta,
los otros es especialmente el caso de la traducción, a la que Antoine Berman que busca su propia esencia, su identidad, pero también la del idioma en el
llama el “albergue de lo lejano” (Berman, 1999) que escribe su obra y re–escribe la de Otros. De ahí que presenten un interés
La poesía, dice Bellesi, (la traducción poética, decimos nosotros) “es especial los ensayos escritos por poetas–traductores en los que la reflexión
nuestro derecho…a lo largo de todas nuestras vidas. Una experiencia regene- sobre su tarea de traslación tiene ecos en la definición de identidades (tanto
radora del lenguaje y de la subjetividad de cada ser humano.” (Bellesi, 2009: literarias cuanto sociales y culturales).
14) Más aún, el lector, lejos de ser una figura pasiva, o solamente receptora,
es “un héroe que leyendo se encuentra con los otros, los que siempre nos Poetas–traductores–ensayistas
dan nuestra propia humanidad.” (14) Lejos de limitar la experiencia de la
poesía a unos pocos, la aproximación de Bellesi propone que es una vivencia La poesía, esa “pequeña voz del mundo” al decir de Bellesi (Bestani; Siles,
de la que todos tomamos parte, y que abreva en la “sensibilidad humana… 2007: 17 ss) habla en varias lenguas. Ocurre a veces que un poeta escucha esa voz
poniéndonos a bailar en la misa del mundo.” (17) Si bien en este ensayo no en un idioma que no es su lengua materna, e intenta, acercárselo, y acercárnoslo,
hay ninguna referencia a la traducción, o a la literatura en lenguas extranjeras, traducción mediante. Si, además, este proceso lo lleva a poner por escrito sus
la reflexión bien se presta para echar luz sobre estas prácticas culturales, ya reflexiones sobre el poema y la traducción, entonces la tríada hace converger tres
que en el conocimiento del Otro (del “lejano”, del que escribe en otra lengua prácticas literarias y culturales que, según se verá, definen identidades.
y que, en la mayoría de los casos, nos llega a través de la voz de un segundo Cuando los poetas–traductores piensan la traducción, generalmente
“otro”, el traductor) se descubre la esencia de nuestra humanidad, más allá piensan sus traducciones, las traducciones particulares. Resuenan las palabras
de las barreras de los idiomas. de Antoine Berman en La traducción y la letra, o el albergue de lo lejano, don-
de sostiene que la traductología se basa en “la confrontación de traducciones
singulares y los problemas que ellas abren.” (Pérez V.: 21) Así, la segunda
sección de la pequeña voz del mundo, una compilación de ensayos sobre
poesía, poética y traducción, lleva como título, justamente, “Traducción”, e
62 La reflexión ensayística sobre poesía, poéticas… Marcela Raggio El Ensayo latinoamericano 63

incluye textos sobre aspectos de poética de la traducción y reflexiones sobre El poeta–traductor, hombre en el tiempo, ser histórico, habla con su
versiones de poemas. voz, la de este tiempo, pero teñida de la voz de otro tiempo. Y a la vez, con
En “Perplejidades del traductor de poemas: Una versión de “The Previous su interpretación, tiñe la voz del otro. Siguiendo a Meschonnic, la traducción
Tenant” (“El inquilino anterior”) de Louis Simpson”, David Lagmanovich ex- se vuelve (“reconocimiento de que la identidad no se obtiene sino mediante
pone clínicamente el proceso de traducción que ha seguido, y acerca de “el la alteridad”1(62). La identidad del poema en español re–inventa, re–crea, el
traductor y la lengua propia” dice: poema original, y la traducción es un acto de lenguaje:

[…] el traductor no sólo tiene deberes con respecto a la lengua El pensamiento poético es la manera particular por la que un sujeto
extranjera. Claro que, en cuanto a ésta, tiene la obligación de trasla- transforma, inventa, los modos de significar, de sentir, de pensar, de com-
darla con exactitud y, a la vez, sensibilidad, condición muchas veces prender, de leer, de ver –de vivir en el lenguaje (Meschonnic, 1999: 30)2.
ignorada. Pero también debe asumir otros deberes, que son los que
se relacionan con la lengua propia (81). La traducción vive en la lengua española. La habita histórica y social-
mente. El poeta–traductor no se limita a traspasar palabras, sino que genera
Traducir un texto de la lengua A no es, como algunos sin duda creen, sentido, crea, re–crea en la lengua de llegada, que se vuelve en realidad lengua
trasladar todas sus peculiaridades a un texto en la lengua B; es, en cambio, de partida ya que es una creación propia lo que leemos en español.
decir en la lengua B lo que un hablante nativo de esta lengua diría en la mis- Pero, por otro lado, Alejandro Bekes sostiene que “la traducción es
ma situación de enunciación… La literatura triunfa sobre la literalidad. (83) una escuela de humildad: el traductor se pliega a la voluntad del maestro, y
La experiencia de la traducción, entonces, se aleja de las versiones “litera- además, lo que hace quedará siempre por debajo, no sólo del texto fuente,
les”, para acercarse en cambio a la expresión de la propia identidad lingüística, sino de sus propias expectativas.” (Bestani; Siles: 128) En su ensayo, Bekes
la de la lengua de llegada. Dicho de otro modo, el poema traducido no es una relaciona la reflexión sobre la traducción con las versiones particulares (emu-
versión en español del poema en inglés, sino un poema nuevo. Lagmanovich lando a Berman); y privilegia a estas últimas, de modo que la traducción, o
lo describe como el “nuevo poema que ha surgido, esta vez en nuestra lengua, las traducciones, se vuelven modos de explorar la identidad, entendida como
con la aspiración de sustituir al anterior o al menos de ocupar un lugar junto el estilo del escritor–traductor:
a él.” (84; los subrayados son nuestros). Sin embargo, en la búsqueda de esa En todo caso, la reflexión teórica puede servir de mucho al momento
voz propia que es la traducción poética, hay una unión entrañable con la voz de la revisión y de la crítica, pero siempre habrá de tener menos peso que el
del otro: “Nuestra voz se ha teñido de otra voz” (85) trabajo particular con sus propias exigencias, y en éste, los criterios personales,
También Pablo Anadón, en “La traducción de poesía en la Argentina” los propósitos, las limitaciones y también los hábitos lingüísticos, el estilo del
(Bestani; Siles: 91–110) habla de la traducción poética como “esa forma de traductor. (128)
traducción que es la recreación de una obra en otra.” (93) En este ensayo,
Anadón hace referencia a los dos sentidos de la historicidad en la traducción: 1 “…reconnaissance que l’identité n’advient que par l’altérité.” (Las traducciones son
Por un lado, el interés que reviste la interpretación que una época hace nuestras).
de las obras y el mundo mental de épocas lejanas… Por el otro, lo que la 2 La pensée poétique est la maniére particulière dont un sujet transforme, en s’y inventant,
traducción revela de la estética y las preocupaciones del tiempo en que el les modes de signifier, de sentir, de penser, de comprendre, de lire, de voir–de vivre
traductor hace su grata e ingrata tarea. (92) dans le langage.
64 La reflexión ensayística sobre poesía, poéticas… Marcela Raggio El Ensayo latinoamericano 65

En la visión de Bekes, poeta–traductor él mismo, el poeta original es el El ritmo, la cadencia, la música de las palabras en sucesión suele
maestro; pero el poeta traductor, al darnos su versión, nos ofrece una mirada ser un rasgo muy poco tenido en cuenta en las traducciones de poe-
particular que, al igual que la del escritor original, tiene su propia marca, su estilo. sía. En eso las de poemas de Eliot se destacan por el simple hecho
de que me he detenido con frecuencia a cotejar distintas versiones,
La traducción de poesía y las revistas de poesía a compararlas con los originales y, en algunos casos, a ensayar mis
propias traducciones. (133)
Los tres referentes que hemos citado (Lagmanovich, Anadón y Bekes) son
en primer lugar poetas, luego traductores. Además, los tres están activamente Estas palabras trasuntan las mismas nociones que, desde una perspectiva
involucrados en la difusión de la poesía contemporánea (Anadón dirige la más teórica (aunque siempre a partir de casos concretos) desarrolla Meschon-
revista Fénix, editada en Córdoba; y tanto Lagmanovich como Bekes publican nic: la ética del traductor se basa en el concepto fundamental de ritmo:
asiduamente en Fénix o en otras revistas como Hablar de poesía (Buenos Aires,
dir. Ricardo H. Herrera). Cabe destacar que ambas publicaciones promueven …je prends le rythme comme l’organisation et la demarche meme
un canon más o menos tradicional (al menos en lo que hace a poesía extran- du sens dans le discourse. C’est–à–dire l’organisation (de la prosodie
jera), o que incorporan autores contemporáneos que, en sus lugares de origen, à l’intonation) de la subjectivité et de la spécificité d’un discourse: son
son “canónicos” ya. Junto con los tres nombres mencionados, hay varios historicité. (Meschonnic, 1999: 99)
más, de poetas–traductores/as, que en la sección “Versiones” de cada una de
las revistas no solamente traducen, sino que piensan, comentan, reflexionan Justamente porque el ritmo está tan profundamente ligado a la subjetivi-
acerca de la traducción. dad, la traducción deja traslucir, como señala Ingberg, “los intereses estéticos
En el editorial del número 1 de Hablar de poesía, Ricardo H. Herrera y del traductor, concientes o no, concientemente o no” (133). Esta idea da pie
Luis O. Tedesco sostienen: “Ampliar el horizonte, y enriquecer la discusión para que Ingberg compare las ríspidas versiones que Girri hizo de Eliot (que,
con el aporte de voces que exceda el marco de lo doméstico, nos parece im- afirma, es un ritmo propio de Girri, pero que no tiene nada que ver con Eliot),
prescindible.” (Hablar de poesía 1: 10) En todos los casos, las versiones van mientras que rescata las versiones de Wilcock porque “no intenta reproducir
precedidas de comentarios/ensayos introductorios, la mayoría de las veces el mismo ritmo inglés en castellano, donde resultaría ajeno, sino producir otro
escritos por el propio traductor quien, como se dijo antes, resulta ser él mismo ritmo que sea tan propio de la poesía castellana como el que emplea Eliot lo es
/ella misma, poeta. La práctica de la traducción, por lo tanto, se vuelve un de la inglesa.” (134) Sin embargo, para Ingberg, Wilcock “logró la musicalidad,
ejercicio poético que, al mismo tiempo, da lugar a la reflexión sobre la propia pero a un costo muy alto”, y él mismo dice de su propia versión que buscó
labor traductora, y sobre la traducción “en general”, o la traductología, como una “musicalidad castellana” pero en ciertos casos prefirió “un trazo de fluidez
la llama Antoine Berman. rítmica apenas menor si (me) permitía conservar la fluidez discursiva” (134).
A modo de ejemplo, y por ser un diálogo no solo con el original, sino Retomando la noción expresada por Antoine Berman acerca de la tra-
con una versión anterior a la suya, tomamos los primeros versos de The Love ductología como estudio de versiones singulares, y la necesidad de comparar
Song of J. Alfred prufrock de Eliot, traducida por Pablo Ingberg, quien retoma y contrastar versiones, Ingberg adhiere a esta postura, ya que propone que su
además la versión de Juan Rodolfo Wilcock. Para Ingberg, a partir de su propio versión de Prufrock y la de Wilcock pueden ser complementarias, sobre todo
trabajo, el mayor deber del traductor es con el ritmo del poema: para quien no tiene acceso al texto en inglés. La traducción, entonces, es un
modo de acercar al lector que no lee inglés a un poema canónico de la lite-
66 La reflexión ensayística sobre poesía, poéticas… Marcela Raggio El Ensayo latinoamericano 67

ratura en lengua inglesa del siglo XX, en dos “visitas” que, en forma conjunta, Bibliografía
pueden echar cierta luz sobre el texto extranjero. “Si se piensa que un texto
se completa con su marco de lecturas, que el polo de la recepción interviene Anadón, Pablo. 2007. La traducción de poesía en la Argentina. En La peque-
sobre el soporte textual, convirtiéndolo así en objeto estético, toda traducción ña voz del mundo y otros ensayos, 91–110, compilado por María Eugenia
no puede sino ubicarse dentro de la literatura importadora.” (Willson: 14) Bestani y Guillermo Siles. Tucumán: Universidad Nacional de Tucumán,
Facultad de Filosofía y Letras.
Síntesis Bekes, Alejandro. 2007. La poesía, el ornatus y los supuestos de la traducción
Las revistas de poesía, como medios de conformación, discusión, bús- poética. En La pequeña voz del mundo y otros ensayos, 111–131, compi-
queda de identidad/es demuestran, mediante la incorporación de versiones lado por María Eugenia Bestani y Guillermo Siles. Tucumán: Universidad
en español de poemas escritos originalmente en otras lenguas, que esas Nacional de Tucumán, Facultad de Filosofía y Letras.
identidades pueden muy bien hallarse en el fructífero diálogo que implica la Berman, Antoine. 2003. La traducción y la letra, o el albergue de lo lejano.
traducción. Superada la idea de traducción literal, la traducción poética implica Traducción de los capítulos 1 y 6 en “Antoine Berman: Traducción y
recreación, apropiación, para poder volver a decir, respetando la historicidad experiencia” de Pérez V., Fernando. Pensar y poetizar 3 (Primavera): 9–56
y el ritmo del original, pero dándole a la versión su historicidad propia y las Ingberg, Pablo. 1999. Prufrock: dos visitas en una. Nota de Pablo Ingberg.
cadencias del español. Versiones de Juan Rodolfo Wilcock y Pablo Ingberg. Hablar de poesía 2
(Año I, noviembre): 131–147
Lagmanovich, David. Perplejidades del traductor de poemas. Una versión
de “The Previous Tenant” (“El inquilino anterior”) de Louis Simpson. En
La pequeña voz del mundo y otros ensayos, 75–89, compilado por María
Eugenia Bestani y Guillermo Siles. Tucumán: Universidad Nacional de
Tucumán, Facultad de Filosofía y Letras.
Meschonnic, Henri. 1999. Poétique du traduire. Normandie: Verdier, 1999.
El Ensayo latinoamericano 69

Desvestir documentos / desnudar tensiones:


la crítica genética en un ensayo de Martínez Estrada
Mariel Rabasa
Universidad Nacional del Sur

Trabajar con la crítica genética implica necesariamente desvestir docu-


mentos, es decir, comenzar por los textos que –relacionados de algún modo
con aquel que se desea investigar– se encuentran publicados, e ir hacia atrás
en un recorrido textual que llevará hasta la génesis de su creación. Y así,
encontrarse con los manuscritos de autor como objeto de investigación, estar
allí en donde los manuscritos hablan por sí mismos y guían en el camino de
la interpretación.
En este sentido la Crítica Genética instaura una nueva mirada sobre la
escritura teniendo como objeto de análisis crítico las transformaciones de los
manuscritos de autor. En este marco de situación es decisiva la importancia
de los pre–textos1, estos conforman un estado de escritura que preceden al
establecimiento legal de la publicación y vuelven técnicamente legible y ana-
lizable lo anterior al texto, su evolución, su trabajo interno hasta su forma
édita; y así es posible reconstruir la lógica de esa génesis.

1 El término pre–texto es una adaptación de avant–texte, concepto fundador de la crítica


genética, propuesto por Jean Bellemin–Nöel, 1972. Almth Gresillon (1994) lo define como
“ensemble de tous les témois génétiques écrits conservés d’ une oeuvre ou d’un projet
déscriture, et organisés en fonction de la chonologie des étapes successives”. Para De-
rrida (1995) los pre–textos son “un estado de escritura que preceden al establecimiento
legal de la publicación”. El término abarca también textos publicados que son refor-
mulados en publicaciones posteriores, tal el caso de artículos, cuentos o adelantos de
novelas que son incluidos en libros o vueltos a publicar. En estos casos se cumplen las
condiciones señaladas por los geneticistas en el diálogo con Derrida (1995), en cuanto
a intervención crítica que los identifique como pre–textos, y a la vez hay un cambio en
el “establecimiento legal” en tanto el estatuto textual cambia (las leyes de protección
del libro son específicas y diferenciadas de la protección de publicaciones periódicas).
70 Desvestir documentos / desnudar tensiones: la crítica… Mariel Rabasa El Ensayo latinoamericano 71

Ezequiel Martínez Estrada (1895–1964) ocupa un lugar destacado en deramos axial en el pensamiento martinezestradiano, tal como lo manifestara
nuestra cultura y es un referente del ensayo argentino del siglo XX. Él ha en su momento José Luis Romero (1947: 197):
legado un archivo formado por sus escritos y su biblioteca, que la Fundación2
que lleva su nombre resguarda. Al convertirse en casa–museo –en 1991– se … un acontecimiento de importancia en la vida literaria argen-
instala una función arcóntica.3 Se trata de saber, en esta perspectiva, qué tina, y acaso trasciende sus límites para alcanzar repercusión en
posibilidades pueden abrir los manuscritos y los pre–textos de una obra: com- otros ámbitos. Si el autor es, sin duda alguna, una de las figuras más
parándolos, el crítico podrá ver de qué modo y acaso en qué sentido o en qué importantes de nuestras letras, el tema es de los que interesan más
proporciones los elementos puestos en juego se modifican, y ahí establecer profundamente a los argentinos…
una reflexión sobre lo que pudo haber intervenido para tal modificación.
Ocuparse de la reescritura del ensayo Sarmiento que Ezequiel Martínez Nuestra hipótesis es que Martínez Estrada se construye a sí mismo como
Estrada realiza sobre la edición de Argos de 1946 en su totalidad, escapa a esta un interlocutor privilegiado y crítico de Sarmiento, como alguien capaz de
presentación, pero es posible dar cuenta de ciertas particularidades. interpretar a Sarmiento en un diálogo incesante. El modo de escritura de Mar-
Teniendo en cuenta el carácter de la producción de Martínez Estrada, se tínez Estrada es el de una construcción dialógica, ya que puede comprender
trabaja con un corpus determinado de papeles y ediciones depositados en la a Sarmiento y discutir con él, y a partir de allí construir su propia voz como
Fundación, muchos de los cuales poseen marcas autógrafas o apógrafas.4 Se una réplica a Sarmiento, adhiriendo o separándose de las conceptualizaciones
organiza el trabajo heurístico a partir del ensayo Sarmiento, porque lo consi- del sanjuanino en una clara tensión de modernidad/identidad que se traslucen
a partir del análisis del recorrido textual del Sarmiento, desde sus primeras
formulaciones en el artículo “Sarmiento a los 120 años” de 1931, hasta la
2 La Fundación Ezequiel Martínez Estrada se encuentra en la ciudad de Bahía Blanca, en edición póstuma.5
la provincia de Buenos Aires, Argentina. El trabajo de escritura del Sarmiento responde, tanto como el libro mis-
3 El archivo según Derrida (1997) es comienzo y mandato, y a partir de allí se puede mo, a la forma de ensayo, entendiendo por tal aquella forma discursiva en
interpretar confiando en ese depósito, en el poder de consignación en concomitancia prosa, que pertenece a la literatura de ideas, “de carácter no ficcional, que da
con el principio arcóntico del archivo, es decir, aquello que se encuentra “depositado cuenta de la reflexión fundamentada, responsable y con voluntad de estilo de
en un lugar de exterioridad sobre un soporte” (Derrida, 1995). Es la cuestión de la su autor sobre algún estado del mundo” (Weinberg, L. 2007). El concepto de
topografía y de la exterioridad lo que resulta indispensable para que haya archivo: “No mundo de cada escritor se va formando sobre el asentamiento de experiencias
hay archivo sin un lugar de consignación, sin técnica de repetición y sin una cierta
exterioridad. Ningún archivo sin afuera” (Derrida, 1997). A esto debe sumársele la idea
de que sobre el archivo debe ser ejercido “un poder de interpretación, de selección, de 5 Edición póstuma con indicaciones del autor llevada a cabo por Enrique Espinoza: pseu-
represión, de exclusión” (Derrida, 1995). Este lugar de residencia, la domiciliación, esta dónimo de Samuel Glusberg (1898–1987). Narrador, ensayista y editor. Fundó y dirigió
“casa–museo” es el presente de su archivación. La casa–museo, la Fundación Ezequiel las Revistas: América (1919), BABEL (1921), Cuadernos de Oriente y Occidente (1927)
Martínez Estrada, atesora ese archivo como principio arcóntico el cual es a la vez visi- y La vida Literaria (1929). Su labor de editor lo hermana con figuras de su generación,
ble e invisible, es decir, aquello que es aprehensible a simple vista y aquello otro que especialmente con Martínez Estrada y Luis Franco. Es editor de BABEL (Biblioteca
forma una sincronía en la que los elementos se articulan en una unidad (Derrida, 1997). Argentina de las Buenas Ediciones Literarias). Las ediciones se caracterizan por su
4 Autógrafo: escrito manuscrito del autor. Apógrafo: escrito manuscrito de desconocido. pulcritud y bajo costo. En 1924 refugia su identidad en Enrique Espinoza.
72 Desvestir documentos / desnudar tensiones: la crítica… Mariel Rabasa El Ensayo latinoamericano 73

personales y de apoyos librescos: basta con una mirada a la biblioteca personal …La idea de dos civilizaciones intempestivas en presencia, tienen
del autor y hojear las páginas de determinados libros para observar –insistimos, [sic] mucho de cierto, pero el autor se equivoca en la localización que
desde la mirada geneticista–, el recorrido del autor en la lectura y relectura de hace de ellas, fijando una en las ciudades y otra en las campañas. …
distintos ensayos de otros autores sobre los que escribe. Un partido estaba un siglo atrás, el otro un siglo adelante; ninguno
Martínez Estrada, al estudiar la literatura de Sarmiento, identifica la estaba es su siglo (Ibid. 58–59)
historia con la biografía. Es decir, convierte a ciertos hombres en claves de la
historia argentina, y toma los propios sucesos personales como marcas de los El lector se convierte en un participante activo del ensayo en tanto
signos del país. Fijar su conciencia en un lugar y en una época, es la matriz reabre y reinterpreta la dinámica interpretativa. Nuestra posición es la de un
que determina el ángulo desde donde se sitúa para juzgar las experiencias lector que puede leer el proceso de escritura, es decir que desde el estudio
históricas y personales que de una u otra forma han provocado la trayectoria. de los pre–textos podemos ir más allá de la letra publicada, ir a la letra en
Desde las particularidades del ensayo y la perspectiva geneticista, lo que movimiento, llegar a los manuscritos de autor. Allí se interpreta a partir de los
lee, relee y reescribe Martínez Estrada es a Sarmiento como ensayista. Así, el cambios: un lector que lee el ensayo pero que también ve la construcción de
punto de vista del autor pone en evidencia su perspectiva particular y su relación ese ensayo, su proceso. Y por otro lado, Martínez Estrada como lector de su
–fuertemente personalizada– con la materia del mundo que trata. Al realizar las propio ensayo. Las reescrituras de este particular lector son intrínsecamente
reescrituras, el autor revela esta idea, así en el capítulo cuarto del libro sobre el un reclamo y una afirmación de singularidad. En el caso de Martínez Estrada,
que está reescribiendo se lee en tinta azul y a modo de explicación/aclaración: las reescrituras no se vuelcan sólo sobre las impurezas exhibidas en el orden
Porque la Argentina de Mitre era mucho más chica que la de Sarmiento y mucho de la sintaxis o del vocabulario, sino que se alimenta de algo más perturbador:
más sencilla (Martínez Estrada, E. 1964: 52). Es decir que no concibe la realidad el deseo de proximidad con el potencial lector.
separada del sujeto interpretante; marca de esta manera la condición de situa- Se torna altamente significativo el intercalado de papeles entre las
cional de los acontecimientos y propone el presente del ensayo. páginas del libro que está corrigiendo, y lo que Martínez Estrada lee es a
Martínez Estrada utiliza la figura de Sarmiento en pos de un análisis de la Sarmiento ensayista y así quiere dejarlo plasmado en su propio ensayo. Es
Argentina, este es la excusa para realizar un ensayo de interpretación nacional: decir que el ensayo es un discurso situado en la medida en que relaciona los
toma la figura de Sarmiento pero también lo que él tiene de ensayista, cómo saberes particulares con las grandes cuestiones históricas y políticas. En varias
fue capaz de comprender la realidad argentina que le era contemporánea y oportunidades pueden leerse apreciaciones de Martínez Estrada en el margen
su puesta en relación con otros ensayistas de la época. De esta manera en el del Sarmiento que está reescribiendo, como: ojo. Recuerdos de provincia o re-
capítulo cuarto aparece un papel intercalado que remite a dos frases de las ferencias similares, es decir, que sigue la lectura de los ensayos sarmientinos.
llamadas Cartas Quillotanas6 que indican el recorrido de lecturas realizado por También dan cuenta de ello las marcas en los propios libros de Sarmiento que
Martínez Estrada para la reescritura del Sarmiento: se encuentran en la biblioteca particular de Martínez Estrada.
El ensayo es un ejercicio solitario de la reflexión propia del yo que apela
6 Poco tiempo después de que Sarmiento se enemistara con la política de Urquiza, a un reencuentro y postula un diálogo con muchos escritos, con otros ensayos
regresa a Chile (Alberdi ya había escrito las Bases) y publica Campaña en el Ejército
Grande aliado de Sud América, con severas críticas a la política de la Confederación folleto: Cartas sobre la prensa y la política militante en la Argentina, fechadas en Quillota
y una provocación a Alberdi en la dedicatoria. Alberdi, identificado con la política de y conocidas como Cartas Quillotanas. Sarmiento (también públicamente) le respondió
Urquiza, y ofendido por la actitud de Sarmiento, le contestó con la publicación de un con Las ciento y una.
74 Desvestir documentos / desnudar tensiones: la crítica… Mariel Rabasa El Ensayo latinoamericano 75

y ensayistas contemporáneos de lo situacional, es decir: de aquellos a los que y la identidad que se aprecia al analizar las reescrituras del autor. Es decir,
remite el personaje de que es objeto el ensayo –Sarmiento en este caso– y plantea la tensión presente en el pensamiento latinoamericano del XIX: la
de quienes enfocan una perspectiva actual, desde la que Martínez Estrada es urgencia del progreso –y para lograrlo importar ciertas tradiciones– y la ne-
capaz de releer su propio ensayo. Así como el estado permanente del ensayo cesidad de reconstruir la nación con y desde los elementos que proporciona
es el movimiento –en varios sentidos– la reescritura también es permanente e la misma realidad.
incesante. El ensayo busca continuamente hacer surgir preguntas y provocar Novelas, poesías, cuentos, música, crean en los países que las tienen
la polémica. Por esta razón aparecen en el ensayo de Martínez Estrada: Mitre, fundidas a su raza o naturaleza social, en la sangre, un plano intermedio, re-
Sarmiento, Alberdi y otros, sin dejar de lado las ideas que ellos y los otros plas- sistente y elástico, entre lo mental individual y las cosas nacionales8. (Martínez
maron en sus respectivos ensayos, y por eso nos hace escuchar muchas voces Estrada, E. 1946: 74). La idea de modernización, retomada desde Sarmiento
y diversos temas. De allí el papel fundamental que cumplen en su composición y desde la dicotomía civilización/barbarie, pasa a ser la “verdadera barbarie
los pre–textos, de los que dan cuenta la gran cantidad de papeles mecanogra- moderna” (Ibid. 64) según palabras de Martínez Estrada. La tensión entre mo-
fiados y recortados intercalados entre las páginas del Sarmiento sobre el que dernidad e identidad está presente desde el inicio del capítulo: desde el primer
trabaja Martínez Estrada para su posterior reedición y los libros que se hallan párrafo hasta el análisis final en relación con los siglos XIX y XX, pasando por
en su biblioteca personal con marcas autógrafas. Adorno (2003) insiste en la la idea de cultura genuina frente a cultura bastarda, o cultura litoral frente
actividad interpretativa que despliega el ensayo y observa cómo la forma del a cultura de tierra adentro, vida nacional tensionada por la historia colonial
ensayo es deudora tanto de su relación con el mundo y los contenidos de los por un lado y republicana por el otro, Sarmiento y Alberdi, desterrados y
que quiere dar cuenta como del modo en que el espíritu del autor modela aclimatados, disconformes y ajustados satisfactoriamente –entre otros– van
esa forma en prosa enormemente plástica. Las marcas de lectura remiten a delineando la tensión que finalmente crea unidad. Se sugiere –a partir de
una particular apropiación que adopta una determinada perspectiva para ver: la lectura e interpretación del capítulo con sus reescrituras y pre–textos– la
la del autor y su relación con el mundo y con los lectores. Coincidiendo con idea de integración, y esta es una síntesis recurrente del autor: “El común
Marc Angenot (Weinberg, L. 2007: 19) en cuanto define al ensayo como forma denominador es ese, y hasta las diferencias y desinteligencias constituyen un
perteneciente a la prosa de ideas, el Sarmiento de Martínez Estrada no deja nexo de unidad, de uniformidad” (Ibid. 75). Si bien todo el capítulo cinco
lugar a dudas de que se trata de una prosa de ideas que van desde un ensayo muestra la disconformidad de Martínez Estrada con el pasado y con su propia
a otros y de otros a un ensayo particular. El estudio geneticista agrega una circunstancia histórica, no deja por ello de mostrar la tensión entre lo que
nueva dimensión al permitirnos acceder al diálogo textual en el que esas ideas aparece como representativo de la modernidad y lo que rescata del pasado,
7
son reestructuradas y aclaradas en el proceso de reescritura. de lo propio, como un modo fuerte del proceso identitario. Agregar la palabra
Al analizar el ensayo Sarmiento, por ejemplo, en la página 74 se agrega “nacionales” refuerza esa idea. Tanto la obra como la figura de Sarmiento es
“nacionales” de manera apógrafa, reescritura que pasa a la edición de Sud- vista por Martínez Estrada en relación con la Argentina moderna. La primera
americana. La incorporación del término ayuda a comprender lo que sobre- formulación modernizadora en nuestro país la hicieron Sarmiento y Alberdi;
vuela en el pensamiento de Martínez Estrada: la tensión entre la modernidad razón por la cual estos nombres devienen en recurrentes no sólo en la obra
édita de Martínez Estrada –y particularmente en el Sarmiento– sino que entre
7 Lúkacs, en 1911, dice que el ensayo es un juicio pero que el valor está puesto en el los materiales prerredaccionales que conserva la Fundación aparecen cantidad
mismo proceso de juzgar, es decir, no buscamos la conclusión en sí sino el proceso
que nos lleva a esa conclusión. Proceso que deviene en estético e intelectual a la vez. 8  La cursiva es nuestra. Indica agregado autógrafo que se incorpora en Sudamericana.
76 Desvestir documentos / desnudar tensiones: la crítica… Mariel Rabasa El Ensayo latinoamericano 77

de apuntes que dan cuenta de la constante relectura y reflexión en torno de Fuentes


las ideas modernizadoras tal como las entendía Sarmiento y cómo Martínez
Estrada las repiensa. En aquel proceso modernizador, Martínez Estrada cues- Martínez Estrada, Ezequiel. 1946. Sarmiento. Buenos Aires: Argos.
tiona la caída de los aspectos espirituales tal como los vio reflejados en las . 1964. Sarmiento. Buenos Aires: Sudamericana.
apreciaciones que en su momento realizara Sarmiento y que ahora hace el
propio Martínez Estrada a partir de la realidad de su tiempo. Y es en este Bibliografía
punto que el afán identitario lo caracteriza en una clara reivindicación de lo
propio y de lo autóctono, en el análisis de un modelo de vida en el interior Adorno, T. 2003. “El ensayo como forma” en Notas sobre la literatura, Ma-
de su propia cultura y de su historia, en un ejercicio de independencia y drid: Akal.
en la búsqueda de un destino autónomo como nación. Estos dos modelos Gressillon, Almuth. 1994. Qué es la crítica genética. Revista de Filología,
–modernizador e identitario– han predominado alternativamente en nuestro (Buenos Aires: UBA, Instituto de Filología y Literaturas Hispánicas). Vo-
imaginario, aunque debemos advertir que la hegemonía de uno no desplaza lumen a cargo de Elida Lois. XXVII (1–2): 25–52.
totalmente al otro, sino que permanece calma hasta adquirir relevancia, for- Contant, Michel y Daniel Ferrer. 1998. Pourquoi la critique génétique? Mé-
talecerse y tomar preponderancia frente a la otra. De modo tal que Martínez thodes, théories. Paris: CNRS Éditions*. Derrida, Jacques. 1997. Mal de
Estrada, sin ser explícito en la relación entre modernidad e identidad, las archivo. Una impresión freudiana, Madrid: Trotta.
representa en su imaginario intelectual. Romero, José Luis. 1947. Martínez Estrada, un renovador de la exégesis
El proceso de escritura que realiza Martínez Estrada para construir el sarmientina. Cuadernos Americanos 33 ( mayo–junio): 197–204.
Sarmiento conlleva la lectura y relectura permanente de Mitre, Sarmiento Weinberg, Liliana. 2007. El ensayo y la poética del pensar. En Antología de
y Alberdi, ideólogos de la modernización argentina, pero también de otros textos literarios en inglés, coordinado por Emilia Rébora Togno. México:
–como Ricardo Rojas– quienes revelaron en sus textos un ideario fuerte- FFyL–UNAM.
mente identitario que concretaron en su accionar.9
El trabajo geneticista arroja resultados a veces pequeños en relación con
el esfuerzo que implica establecer un recorrido textual, pero se lleva a cabo
por dos motivos: ese hallazgo es único, en tanto ve allí donde otros no ven,
o lo que de otra manera no sería visible, en este caso la fuerza del diálogo en
un escritor a quien se lo ha relegado y aislado, o vislumbrar la tensión entre
modernidad e identidad presente en el ensayo; y el otro motivo se relaciona
con la pulsión archivolítica, es decir, hacer legibles los documentos de un
archivo, y de este modo poder desvestir documentos y así desnudar tensiones.

9 Fragmentos de lecturas de Ricardo Rojas con marcas autógrafas aparecen intercaladas * En particular Una discusión con Jacques Derrida. Archivo y borrador, mesa redonda del
en otras partes del libro que Martínez Estrada reescribe. 17 de junio de 1995, Traducida por Anabela Viollaz como Archivo y borrador.
El Ensayo latinoamericano 79

Usos ensayísticos de la fotografía; un ejemplo:


Buena memoria, de Marcelo Brodsky
Gerardo J. Balverde

Mucho se ha dicho y se seguirá diciendo acerca de hibridación y dilu-


ción de fronteras que la forma “ensayo” propone: qué debe incluirse y qué
queda fuera de los límites de ese cuarto, como lo denomina Jaime Rest, es
una cuestión de constante debate. Lo cierto es que a esa discusión y esa di-
námica de hibridación constante ha venido a sumársele desde el área de las
artes visuales la forma “ensayo fotográfico”, la cual torsiona y tensiona aun
más el mestizaje de los lenguajes artísticos en circulación. Numerosos trabajos
de reconocidos fotógrafos publicados en el formato libro, en revistas, en sitios
de Internet, en exposiciones, adoptan esta auto–clasificación genérica. Debo
confesar que me llamaba la atención el uso de la denominación “ensayo” para
un trabajo con las imágenes, porque, en general concebimos al mismo como
un universo de palabras, ideas, argumentos y reflexiones que apelan más al
aspecto intelectivo del receptor que –en un pacto preciso de lectura– leerá
las especulaciones del emisor y deberá aceptarlas, discutirlas, cuestionarlas o
ser persuadido por ellas. Sin embargo las fotografías, combinadas con escaso
texto y presentadas bajo ese nuevo rótulo, al ser observadas detenidamente
provocan un efecto similar al de la lectura de un ensayo compuesto sólo de
palabras: cierta estructura argumentativa que las imágenes refuerzan o ejem-
plifican, cierta visión personal del mundo reforzada por la elección de un yo
captador de escenas, cierta fuerza persuasiva contenida en el ordenamiento
de las fotografías seleccionadas para dar cuenta de unas ideas sobre el tema
elegido. Todo esto hacía que a primera vista tendiera a darles razón: estaba en
presencia de una variante híbrida de la forma denominada “ensayo”.
Puesto a investigar una definición dentro del campo de la fotografía, me
encontré con un escollo primero que fue el no hallar no ya una definición
satisfactoria del concepto “ensayo fotográfico” en la bibliografía dedicada a la
actividad, sino tampoco una mera definición, ni siquiera en el maremágnum
informativo de Internet. Quedaban dos caminos: el primero, inventarla o cons-
truirla deductivamente a partir de aquellas manifestaciones que se incluían
80 Usos ensayísticos de la fotografía; un ejemplo: Buena memoria… Gerardo Balverde El Ensayo latinoamericano 81

bajo esa categoría. El segundo camino consistió en preguntar a artistas y de las aguas marrones del Río de la Plata y dos anotaciones mínimas pero de
fotógrafos sobre la cuestión. Conseguí así algunas respuestas, pero casi todas una contundencia sobrecogedora.
coincidían en decir que un ensayo fotográfico era un relato o una historia Ahora bien, ¿qué elementos y estrategias hacen de este libro un ensayo
contada a través de fotografías, con la adición de pequeños textos que intenta y no un relato o una historia? Determinar esto es lo que empezó a guiar mi
provocar ciertas emociones en quien lo mira. La pregunta entonces que se me trabajo. En principio, la preeminencia de las fotos propias y de diversos oríge-
planteaba era por qué a la forma no se la llamaba “relato fotográfico” o algo nes, me llevó a la etimología de la palabra “fotografía”: escribir con luz, lo que
así, aunque inmediatamente conjeturé que tal vez el riesgo de confundirse con inmediatamente remite al acto de la lectura: se escribe para que alguien lea,
las viejas foto–novelas, hubiera hecho mirar para otro lado a los que bautiza- y si se escribe con preeminencia de imágenes esas imágenes deberían poder
ron la forma, eligiendo la palabra “ensayo” para apartar así la ingerencia de generar un sentido2. En esta dirección, las imágenes de Buena memoria pue-
lo ficcional en sus trabajos. den leerse como texto, pero en este caso, y en el de otros ensayos fotográficos,
Sin embargo me preocupaba más el profundo impacto que había provo- no se trata de imágenes sueltas, sino de una secuencia ordenada de imágenes
1
cado en mí Buena Memoria , un ensayo fotográfico de Marcelo Brodsky que, dispuesta por el autor, inamovibles si seguimos la consecución ordenada de
editado en libro (1997, 2000) tuvo su origen en la intervención que el autor las páginas –que es como en general tendemos a acercarnos al objeto libro– y
había realizado sobre la fotografía de su división del colegio Nacional Buenos que suponen una gramática, una sintaxis, una progresión significativa que es
Aires del año 1967, realizando al lado de cada rostro una pequeña anotación lo que propone casi toda escritura.
de la vida actual de cada uno, y además una pequeña foto del presente de En segundo lugar, fue la declaración del autor que abre el libro: “Cuando
su regreso a Argentina, mostrando cómo era su apariencia tras veinte años de regresé a la Argentina después de muchos años de vivir en España, acababa
ausencia. El libro nació de una exposición en el mismo colegio, y fue com- de cumplir cuarenta años y quería trabajar sobre mi identidad” (17). Este gesto
pletado con prólogos de personalidades como José Pablo Feinmann, Martín liminar de circunscripción de un tema abrió el juego porque, si como postulaba
Caparrós o Juan Gelman, testimonios de alumnos del colegio sobre lo que Cintio Vitier al rastrear las constantes isotópicas del ensayo en Hispanoamérica
la exposición les había provocado, y dos apartados finales construidos con propone que ellas promueven: “… una exégesis de la identidad, sea esta una
fotos familiares de distintas épocas acerca de su mejor amigo y compañero instancia ideológica o emocional” (citado por Royo, 2009: 33) la obra de Brodsky
de división, y de su hermano Fernando, ambos desaparecidos por las fuerzas se inscribiría de manera heterodoxa en una insoslayable tradición precedente.
represivas de la última dictadura. El libro cierra con una impactante fotografía En consonancia con su afirmación, Brodsky inmediatamente realiza, a través del
ordenamiento de las fotografías, un trabajo no sólo sobre la propia identidad,
1  El libro de Marcelo Brodsky puede pensarse dentro de una serie mayor que es la de los como declara, sino que también postula una indagación sobre la identidad de
textos que abordan el espacio del Colegio Nacional Buenos Aires y que sitúan allí fic- una generación que vivió la lucha, la militancia y la violencia de los setentas y
ciones y hechos reales que remiten a la relación de ese espacio escolar con la realidad sobre cómo los rumbos de sus vidas se vieron trasvasados, coartados y marcados
socio política de nuestro país. Es este una investigación más extensa que estoy realizando a fuego por el peso de esos factores determinantes para sus opciones de vida
y que, por el momento, se ha circunscripto al siguiente corpus: No velas a tus muertos,
de Martín Caparrós; La otra Juvenilia, de Santiago Garaño y Werner Pertot, y Ciencias 2  “Diría que si ver imágenes equivale a leer, entonces se trata de una forma de lectura
Morales, de Martín Kohan. Además, como resultará obvio tal vez, es imposible no hacer enormemente creativa, una lectura en la que no sólo tenemos que convertir las palabras
mención a la obra liminar de la serie, Juvenilia, de Miguel Cané, con la que las obras en sonidos y éstos en significados, sino también convertir las imágenes en significados
del corpus establecen un abanico de referencias, rupturas y continuidades. y éstos en relatos” (Manguel, 2002: 170).
82 Usos ensayísticos de la fotografía; un ejemplo: Buena memoria… Gerardo Balverde El Ensayo latinoamericano 83

y sus identidades ideológicas y emocionales. Los comentarios sobre las vidas Entonces, un tema opera como guía en el desarrollo de esta argumenta-
adultas de sus ex compañeros van desplegando un panorama de opciones y ción visual: la identidad individual y colectiva atravesada por la violencia de
concreciones en las que los setentas y la dictadura no son un factor menor para Estado y la forma en que la memoria de esas identidades se relaciona con el
la ideología y elecciones en la vida adulta. pasado desde el presente de la democracia. En un texto de 1978, John Berger
Por tanto debe entenderse la identidad sobre la que Brodsky se propone reflexiona sobre los “Usos de la fotografía” (exactamente así se llama el ensa-
trabajar como una identidad individual inmersa en la influencia epocal que yo) y señala que la misma debe incorporarse a la memoria social y política,
condicionó los rumbos de su grupo de pertenencia. Son las fotografías de en vez de erigirse en su sustitución, lo cual desembocaría en la atrofia de esa
hombres y mujeres maduros contando a qué se dedican, cómo los trató la memoria. Y agrega que en un uso alternativo de la fotografía, el objetivo ha
vida, dando, en fin pistas pequeñas pero significativas de cómo un período de ser: “…construir un contexto para cada fotografía en concreto, construirlo
histórico conflictivo y convulso los influyó profundamente. con palabras, construirlo con otras fotografías, construirlo por su lugar en un
En la disposición, secuenciación, ordenamiento y progresión de las imá- texto progresivo5 compuesto de fotografías e imágenes” (2005: 81). No otra
genes existe una conceptualización evidente que tiende a reforzar ese vaivén cosa es lo que Buena memoria propone. En su apuesta contra la atrofia de
“entonces/ ahora” y los rumbos diversos que esos ex adolescentes siguieron. la memoria, construye contextos, como quiere Berger, traza el hilo que liga
Para el ensayo clásico señala Lukács: “… habla siempre de algo que tiene ya esas vidas a través de las palabras, de una experiencia en común (los años
forma, a lo sumo algo ya sido; le es pues, esencial el no sacar cosas nuevas compartidos, los días del colegio, la foto de la división) y de las experiencias
de una nada vacía, sino sólo ordenar de modo nuevo cosas que ya en algún posteriores de cada uno. Cierra el autor inglés su trabajo señalando: “Se ha
momento han sido vivas” (1985: 28)3. de construir un sistema radial en torno al a fotografía, de modo que esta
Así, en ese ordenamiento decidido por el yo que organiza la forma, los pueda ser vista en términos que son simultáneamente personales, políticos,
que no pueden contar sus elecciones porque no las tuvieron, ya que los des- económicos, dramáticos, cotidianos o históricos” (84). Si bien Berger no define
aparecieron, también aparecen – aunque tachados en la foto original– entre los cuál es el vehículo para esa construcción de contexto en torno de las foto-
que sí pueden hablar y los que siguieron sus vidas pero prefieren no alzar la grafías, cabría pensar que los aspectos que dicho sistema radial implica, bien
voz. Y hay algunas constantes en los breves testimonios: la profesión, los hijos, pueden ser desarrollados bajo las estrategias del ensayo, un marco adecuado
los exilios, las mudanzas, que van trazando líneas de identificación emotiva, para desplegar todos los términos que el inglés señala para que sea vista una
4
ideológica, generacional en definitiva . fotografía respetando las leyes de la memoria y la restitución lo más completa
posible del contexto general al que las imágenes remiten. La yuxtaposición
de texto e imágenes que Brodsky propone en su trabajo apunta, creo, a que
3  Algo análogo a lo postulado para el ensayo por Lukács en el pasaje citado, es propuesto veamos la historia reciente no como algo fosilizado sino como algo tan vivo
para la fotografía por Roland Barthes en La cámara lúcida: “La fotografía no dice (forzo- y determinante del presente, que es necesario reflexionar sobre lo que vemos
samente) lo que ya no es, sino tan sólo y sin duda alguna lo que ha sido” (2008: 132). en esas historias individuales. La atrocidad de la violencia estatal es un sig-
4  Por asociación libre, la estrategia de presentación de los implicados en el relato me re- nificado que late especialmente en los dos últimos apartados, los dedicados
mitió a la primera parte de Operación Masacre, de Rodolfo Walsh, en la que el narrador a su mejor amigo y a su hermano, ambos desaparecidos. Es como si en la
también va buscando constantes para armar los retratos de quienes fueron víctimas de materialidad de las fotografías aguardase latente la posibilidad de reflexionar
los hechos. No me parece ociosa la relación debido a que en ambos casos se trata de
personas reales que sufrieron la violencia de estado de un modo definitivo en sus vidas. 5  Las negritas son nuestras.
84 Usos ensayísticos de la fotografía; un ejemplo: Buena memoria… Gerardo Balverde El Ensayo latinoamericano 85

sobre la atrocidad de una época que es necesario volver a leer y revisar para mente la posibilidad de un punctum que, al zaherir al espectador lo hace
no fosilizar la historia. La acumulación de vivencias individuales expuestas en reflexionar sobre esa exudación, ese plus, diríamos, no previsto por el que
fotos y textos operaría como los casos que en un ensayo ortodoxo ejemplifican tomó las fotos. ¿A qué nos lleva todo esto tan escuetamente presentado? A
o generan las hipótesis propuestas. Y si, como propone Rest, es el ensayo la que libros como Buena memoria, en su armado, en su entramado, en su
forma más personal e imprevisible de cuantas tiene a mano el escritor para retórica y su sintaxis, en sus referencias tan alejadas de lo ficcional, deben
transmitir sus emociones, se subraya con la denominación de Montaigne el entenderse como una argumentación sutil la cual opera en el lector y las
deseo de destacar el carácter informal y casi íntimo de los materiales que se lecturas personales como opera la lectura de un ensayo más convencional.
congregan con este rótulo (1982: 17). En efecto, una fotografía escolar, algunos Un abanico de tópicos temáticos ya mencionados va desplegándose en la
retratos, otras fotos familiares de tiempos idos y de diversa factura, van por sucesión de las imágenes y los textos hasta configurar un ensayo con todas
acumulación exudando un sentido. Afirma Horacio González: las de la ley, aunque con un lenguaje mixto que también puede especular,
argumentar, persuadir, sentar la propia posición e invitar a que pensamos
“La foto candorosa es vista entonces como un alerta que no supo en ella. Además, esos sentidos que surgen de forma y contenido permiten
ser escuchado. Había una voz interna en la imagen que no podía ser inscribir, como ya se ha señalado, a la obra de Brodsky en lo que se ha
descifrada pero que contenía el rigor y el cariz del ignorado futuro” denominado como “discursos públicos de la memoria”, haciendo referen-
(2001: 16). cia con este concepto a las distintas formas artísticas que se preguntan, en
la práctica y desde sus propios quehaceres, cómo contar el horror de las
Es imposible, a partir de lo anterior, no referirse a las ideas que Roland dictaduras, cómo evitar el olvido, cómo las políticas se posicionan frente
Barthes expone en el inquietante La cámara lúcida y que prefiguran e in- a lo traumático de la historia reciente de Latinoamérica y su problemático
cluyen, me parece, lo que Brodsky logra con su ensayo fotográfico. Barthes, legado. Señala Andreas Huyssen que proyectos como los de Brodsky:
6
recordemos, propone que en las fotos hay dos elementos el studium y el
punctum. Este segundo elemento podría definirse como lo que punza, hiere … pertenecen a la asombrosa emergencia en el arte post–mini-
por asalto, lastima al espectador, y si a la vez recordamos que la fotografía malista y post–performance de lo que […] definiría tentativamente
lleva siempre su referente consigo, “…percibir el significante fotográfico no como memory art, un arte que hace memoria, práctica artística que
es imposible […] pero exige un acto secundario de saber y reflexión” (2008: se aproxima a la prolongada y compleja tradición del art of memory,
30). Habría entonces en las fotografías en general y en las de Buena me- de las técnicas para recordar, con su mixtura de texto e imagen, de
moria en particular, una denotación insoslayable ya que el referente estuvo retórica y escritura (2001, 6).
vivo y se adhiere a la fotografía misma, al punto tal que su presencia no es
metafórica como no lo ha sido tampoco su vida, por un lado, y por otro, En otras palabras, se podría decir que dentro de las modalidades del arte
en esas fotos candorosas, familiares o prosaicas se encerraría inesperada- de la memoria estas recombinaciones de artes disímiles tienen la capacidad
de despertar preguntas, interpelar y llevar al intento de interpretar nuestro
6  El studium podría definirse como lo que atrae, interesa y gusta de una foto, y que el que pasado en términos que, como el punctum barthesiano, despiertan la profunda
mira busca en ella, pero que no hiere, ni punza sino que presenta un interés cultural, inquietud del que lee los sentidos encerrados en sus manifestaciones.
connotativo y que tiene que ver con lo previsto por el creador. En cambio el punctum Así, Horacio González certeramente apunta:
es imprevisible e impacta de un modo inesperado y sorpresivo. (Barthes, 2008).
86 Usos ensayísticos de la fotografía; un ejemplo: Buena memoria… Gerardo Balverde El Ensayo latinoamericano 87

…Brodsky, que es un ávido ensayista de la memoria y se pregun- A modo de conclusión


ta a cada momento qué es la representación, comienza por poner a
prueba objetos desgastados de la cultura para desdoblarlos en una Libros como Buena memoria pueden por derecho propio pensarse
sorprendente vitalidad (2008, 14) (Las negritas son nuestras). como ensayos ya que en torno a un tema central y en un orden dictado por
la subjetividad del autor, se permiten exponer, revelar, especular, transmi-
Esos objetos desgastados de la cultura, tales como las típicas fotos de tir y sentar una posición propia acerca del tema propuesto y expuesto en
divisiones escolares, o los retratos familiares, cobran un nuevo sentido al ser imágenes y palabras. Si, como afirma Kerry Bystrom: “La fotografía goza de
intervenidas, sometidas a un ordenamiento y acompañadas de paratextos una posición privilegiada en el debate acerca de cómo se debe construir una
lacónicos, logran un efecto argumentativo impensable si se las mirara por memoria colectiva de la violencia estatal en Argentina” (2001: 1), la concep-
separado, y logran evitar por otra parte lo que diagnosticaba Susan Sontag tualización de una serie de imágenes generaría un discurso ensayístico que,
acerca de que las fotos del holocausto, que no eran triviales en absoluto por temática, fuerza argumentativa y capacidad de interpelar al receptor,
en los primeros años, pero llegaron a un punto de saturación que podría viene a postularse como una legítima posibilidad mixta de la ubicua forma
llegar a adormecer la conciencia (Sontag, 2006). En dirección contraria, el denominada “ensayo”. Dicha forma, de tan larga y profusa tradición en
libro de Brodsky no utiliza fotos de los centros de detención sino fotos del Hispanoamérica, siempre con una profundo e inexcusable anclaje en la
espectro privado que apuntan a remecer y sacudir la conciencia en pos convulsa realidad política de los países que la componen, ensancha una vez
de dilucidar la gravitación de la historia en la vida de seres comunes y de más sus fronteras para incorporar al “ensayo fotográfico” como una variante
nuestra sociedad toda. genuina y generadora de significados, tan necesarios como ineludibles en la
Como se ha dicho repetidas veces, al cristalizar instantes precisos las discusión acerca de las preocupaciones que nuestras sociedades suscitan y
fotografías son testimonios de la disolución del tiempo y de las ausencias, a han suscitado frecuentemente.
la vez que una suerte de resurrección, ya que juegan a hacer presentes seres
y momentos desaparecidos –valga doblemente el adjetivo en este caso– y
contienen por la misma razón un gesto elegíaco insoslayable. Si volvemos
por un momento a Lukacs en sus tempranas teorizaciones sobre la forma Bibliografía
del ensayo, viene a cuento recordar que él lo liga a su hermana la poesía,
en tanto en ambos el “yo” tiene que construir algo con lo propio (1985). Barthes, Roland. 2008. La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía. 1ª ed. 4ª
Y en correspondencia con esta idea, podría afirmarse que Buena memoria reimp. Buenos Aires: Paidós.
puede leerse como un ensayo, como se ha intentado demostrar, a la vez Berger, John. 2005. Usos de la fotografía. En Mirar. 3ª edición. Buenos Aires:
que como una elegía personal, certera y contenida, por los desaparecidos De la flor
de su generación: compañeros del colegio, su mejor amigo, su hermano. Brodsky, Marcelo. 2000. Buena memoria; un ensayo fotográfico. Roma: Ponte
della Memoria.
Bystrom, Kerry. 2009. ¿La legibilidad de la Historia? Violencia estatal, texto
e imagen en la obra de Marcelo Brodsky y León Ferrari. En El pasado que
miramos, compilado por Claudia Feld y Jessica Stites-Mor. Buenos Aires:
Paidos. Disponible en: http://marcelobrodsky.com
88 Usos ensayísticos de la fotografía; un ejemplo: Buena memoria… Gerardo Balverde El Ensayo latinoamericano 89

González, Horacio. 2001. Mármol, imagen y martirio. En: Nexo. Un ensayo Pasajes ensayísticos en la obra de
fotográfico de Marcelo Brodsky. Buenos Aires: La marca editora. Mujica Lainez: teoría y práctica de
Huyssen, Andreas. 2001. El arte mnemónico de Marcelo Brodsky. En: Nexo. una particular concepción poética
Un ensayo fotográfico de Marcelo Brodsky. Buenos Aires: La marca editora. Diego Niemetz
Lukacs, Georg. 1985. El alma y las formas. Teoría de la novela. 12ª ed. Bue-
nos Aires: Grijalbo.
Manguel, Alberto. 2002. Leyendo imágenes; una historia privada del arte. Manuel Mujica Lainez es sin duda uno de los autores más originales en
Buenos Aires: Norma. el panorama de las letras argentinas del siglo XX. Podríamos aseverar que esa
Rest, Jaime. 1982. El cuarto en el recoveco. Buenos Aires: Centro Editor de originalidad está asentada en su particular proyecto estético, en el que conflu-
América Latina. yen elementos heterogéneos que han supuesto un grado de cosmopolitismo
Royo, Amelia. 2009. Imposturas del ensayo. Córdoba: Ediciones Recovecos. poco frecuente entre nuestros escritores.
Sontag, Susan. 2006. Sobre la fotografía. Buenos Aires: Alfaguara. El estudio de ese conjunto de elementos dispares en los textos de Mujica
Lainez es un valioso recurso para delimitar su poética, entendida ésta como
la puesta en práctica de una serie de elecciones personales en torno del que-
hacer de la escritura (Zonana, 2007). En esta dirección, entonces, es de gran
importancia la posibilidad de detectar temas y tópicos que se mantienen en
el corpus a lo largo del tiempo, ya que a través de ellos se pueden identificar
constantes en la praxis autoral.
Podemos afirmar que en el caso de Mujica Lainez, a menudo, esas
constantes se insertan en sus escritos como pasajes ensayísticos en los
que, a través de ciertos parlamentos de los personajes, aparece reflejada su
cosmovisión y, por extensión, su poética. En este sentido, los paratextos1
que circulan por el campo cultural adquieren un valor capital, puesto que
en ellos pueden constatarse muchas veces los mismos puntos de vista que
Mujica expresa en los mencionados pasajes de sus obras de ficción y, en
consecuencia, resultan fundamentales en un intento serio para establecer
la poética del autor.
El rico diálogo que se establece entre la obra ficcional de Mujica Lainez
y sus paratextos puede graficarse muy bien con dos elementos que ya han
sido estudiados por la crítica y que a la vez están estrechamente vinculados

1  Por paratexto nos referimos tanto a los textos que aparecen vinculados a la obra o a
sus mecanismos de promoción (peritextos) como en los más íntimos y no pensados
originalmente para ser recibidos por el gran público (epitextos) (Zonana, 2007: 34).
90 Pasajes ensayísticos en la obra de Mujica Lainez: teoría y… Diego Niemetz El Ensayo latinoamericano 91

entre sí. Concretamente nos referimos, por una parte, al motivo del alma de de testigos inmóviles, sin cesar vigilantes, enriquece nuestra experiencia
los objetos y, por otra, a la figura del coleccionista. con garantías valiosas (“Memorias de Pablo y Virginia. 1816–1852”: 345).

El alma de las cosas Queda planteada así, desde esas obras tempranas, una verdadera teoría
sobre el alma de las cosas, que puede rastrearse sin dificultades hasta El es-
La particular concepción del autor sobre los objetos se manifiesta de carabajo, la última novela publicada por el autor en el año 1982. En ella una
un modo superlativo en la novela La casa, publicada en 1953, que ha sido joya de lapislázuli en forma de escarabajo narra, en primera persona, su ex-
estudiada muchas veces desde esta perspectiva. Entre otros, Eduardo Font tensa biografía que abarca un período de tres mil años desde el antiguo Egipto
(1976) ha destacado que en la novela, “los objetos no son materia inerte, sino hasta la contemporaneidad de la escritura. El mismo narrador nos informa de
viva. Desempeñan un papel importante en la confesión general” (88) de la qué modo logró acceder a esa suerte de conciencia milenaria cuando aún se
narradora, que como se recordará es la casona misma. Y agrega poco después: encontraba en el taller de los orfebres de Ramsés II:

La integración significativa de los elementos constitutivos de La casa Si algo será difícil, más aún, imposible de explicar, en el desarrollo
y la correspondencia con la estructura narrativa hacen que ésta gane en de mi extensa biografía, es la sensación que experimenté en aquel
valor estético, y que se pueda afirmar […] que la novela participa de los crucial momento. Fue como si, repentinamente, una abundancia ardo-
mismos atributos que tuvo La Casa: elegancia señorial y aristocrática (88). rosa de sangre, o una vivificante irrigación de savia, o un orgasmo […]
recorriese la piedra que me configura, de súbito densa de vida […]. Al
Las acertadas consideraciones de Font en torno a la famosa novela, pue- improviso, vi, oí, respiré olores y, lo que resulta todavía más fantástico,
den hacerse extensivas también a otras de las obras de Mujica Lainez. Así, prác- comprendí. Sobre el Escarabajo de lapislázuli, la inteligencia volcaba,
ticamente al comienzo de su carrera literaria, encontramos un cuento titulado tumultuosas, las percepciones, las intuiciones, las concepciones, un
2
“El coleccionista” , en que el personaje principal es un verdadero dandy para caudal deslumbrador (23–24).
quien una obra de arte “encierra más vida” (153) que los modelos originales. En
esa misma dirección, en Misteriosa Buenos Aires puede leerse, en las siguientes Como se desprende de esta cita, la idea de una vida interior de ciertos
palabras pronunciadas por un libro, una formulación muy clara sobre el asunto: objetos se ha mantenido desde, por lo menos, su primer libro de cuentos en
1949 hasta su última novela en 1982 y es posible rastrearla en publicaciones
Nunca entenderé la actitud de los hombres frente a nosotros, los ob- posteriores, como su libro de cuentos Un novelista en el Museo del Prado
jetos. Proceden como si creyeran que la circunstancia de habernos dado (1984) o sus crónicas de viajes, que resultan imposibles de abarcar aquí por
vida les autoriza a tratarnos como a esclavos mudos. Jamás nos escuchan. cuestiones de espacio.
Supongo que lo hacen por vanidad, por estúpido prejuicio de clase, pues Estas constantes que atraviesan toda la producción de Mujica Lainez,
consideran que un hombre es demasiada cosa para detenerse a departir con además de formalizar un proyecto estético particular como rescata el grueso
una alacena, o con una jofaina, o con un tintero […]. No se dan cuenta de de los trabajos críticos al respecto, suponen factores metaficcionales y au-
que quienes más aprovecharían del diálogo serían ellos, pues la condición toficcionales que permiten considerarlas verdaderos fragmentos ensayísticos
en los que el escritor vuelca sus ideas y opiniones personales. Para compren-
2  Incluido en Aquí vivieron, publicado por primera vez en 1949. der mejor esta afirmación, debe recordarse que Mujica era él mismo un
92 Pasajes ensayísticos en la obra de Mujica Lainez: teoría y… Diego Niemetz El Ensayo latinoamericano 93

apasionado de los objetos, lo que nos lleva a centrar ahora nuestro análisis En el cuento de Aquí vivieron ya citado, el dandy Diego Ponce de León
en la figura del coleccionista. prefiere la compañía de los objetos que ha reunido en el caserón de San Isidro,
por sobre la de cualquier ser humano:
El coleccionista
Aquí, en esta vieja casa, rodeado de los objetos que desde mi ado-
En su discurso de incorporación a la Academia Argentina de Letras, lescencia he reunido, me parece que vivo en otro mundo. Algunos lo
Mujica Lainez se refirió a los diez años en los que trabajó como funcionario tildarán de egoísmo. Puede ser… (148).
del Museo Nacional de Arte Decorativo, de los que dijo que “fue aquel un
decenio especialmente afortunado para mí; un decenio durante el cual, día En Bomarzo, hay otro ejemplo notable. El duque Pier Francesco Orsini,
a día, evolucioné en el mundo alucinante de los objetos” (Jorge Cruz, 1997: es también un entusiasta coleccionista cuya pasión lo lleva a comprar todo lo
104).En otras oportunidades ha narrado, además, algunas de las peripecias que que parece antiguo y valioso (57–58). Entre sus tantas reflexiones al respecto,
tuvo que correr para lograr la posesión de ciertas piezas de colección y obras podemos leer:
de arte que llegaron a conformar un verdadero museo. En este sentido, no
puede obviarse la famosa anotación que consta en uno sus álbumes de fotos: Las cosas, de las cuales se afirma que carecen de alma, son dueñas
de secretos profundos que se imprimen en ellas y les crean un modo
Una de las singularidades de “El Paraíso” ha sido la forma en que mis de almas, especialísimo. Desbordan de secretos, de mensajes, y, como
objetos se adecuaron a él. Cada uno fue, sin vacilar, al sitio que le corres- no pueden comunicarlo sino a los seres escogidos, se vuelven, con el
3
pondía, como si yo lo hubiese adquirido para ese lugar (Loizaga, 1979: 30) . andar de los años, extrañas, irreales, casi pensativas (42).

Jorge Cruz (1997) ha datado sus comienzos como coleccionista en los Novelas posteriores y muy dispares entre sí, como Sergio de 1976 o la ya
días de su adolescencia parisina, donde habría adquirido la pieza inicial: mencionada El escarabajo, profundizan las concepciones laineanas sobre los
“un plato de faïence con un gallito” (64). Ángel Puente Guerra (1986), por su objetos y el placer de coleccionarlos.
parte, ha señalado correctamente que, en el caso que nos ocupa, la pasión
del coleccionista no se limita al simple acopio sino que se basa en “el lazo Pasajes ensayísticos y poética de autor
afectivo que se tiende entre el propietario y la cosa poseída”. La figura del
coleccionista, aspecto vinculado estrechamente con la teoría del alma de los Podemos coincidir con Alejandra Laera (2005) cuando afirma que el ver-
objetos, tiene también su eco en la obra de ficción del autor. dadero tema del escritor ha pasado largamente desapercibido para la crítica
y hasta para él mismo:

3 Las anotaciones de Mujica Lainez mientras preparaba la casona para mudarse, permiten Lo que importa, sobre todo, es que el propio Mujica Lainez decide
apreciar el interés y el criterio con el que se ocupó de los objetos y del lugar que a cada ratificar la desatención o postergación más o menos deliberada de los
uno correspondía. Al respecto puede consultarse Manuel Mujica Lainez en El Paraíso temas más recurrentes de su narrativa. No el tiempo y la historia, lo
(Manuel Mujica Lainez, 2008: 27–96), donde figura una transcripción de sus diarios, y nacional y lo universal, la erudición y la ironía, sino esos temas que
también la entrevista realizada por Roffé (2001: 113), donde el escritor se refiere al tema. parecen convocados por una misma obsesión: la belleza. Porque es en
94 Pasajes ensayísticos en la obra de Mujica Lainez: teoría y… Diego Niemetz El Ensayo latinoamericano 95

sus dominios donde se agazapa la carga sensual de esa acusación de hemos visto antes, también sirvió para realimentar esas creencias fuera del
frivolidad que ninguno de los “grandes temas” adjudicados a su obra ámbito literario, es decir en su vida real.
logró del todo combatir (24). A lo largo de este trabajo hemos puesto de manifiesto ciertos elemen-
tos que permitirían establecer una poética de autor. Los fragmentos analizados
Laera pone así de manifiesto la importancia de estudiar en la obra del constituyen una buena muestra de cómo la poética, esa marca genética de la
escritor los temas y motivos que hemos propuesto más arriba, pero desde un obra, se manifiesta mediante pasajes que son realmente ensayísticos en los
enfoque un poco diferente al que suele utilizarse. Porque si bien existen, como que laten a un mismo ritmo las ideas del autor con las de sus personajes.
queda dicho, excelentes estudios como los de Font y Puente Guerra sobre la El efecto final, insistimos, es el de una concepción y una praxis poética
importancia de los objetos en la obra laineana, es también indispensable maduras, casi únicas en la literatura Argentina, que aparecen sustentadas en
cruzar esos datos con las ideas del autor para intentar entrever cuánto hay un quehacer artístico global, de modo que cada obra está íntimamente ligada
allí de lo que podríamos llamar una poética. a las demás sin por ello perder su independencia. En tal sentido, las indagacio-
Al realizar ese entrecruzamiento, puede apreciarse cómo desde los comien- nes acerca de la presencia de los objetos y de la figura del coleccionista como
zos existe una estrecha relación entre la percepción estética de Mujica Lainez constantes de su obra, son apenas una muestra del potencial de renovación
y los personajes creados. Hay en ellos muchas veces rasgos del propio escritor, que puede implicar esta línea de investigación y la importancia que representa
lo que implica, desde el punto de vista de la poética, un fuerte componente para el avance de los estudios sobre Mujica Lainez. Esa renovación resulta
autoficcional. No pretendemos, por otra parte, insinuar que sus obras deban cada vez más necesaria, ya que a fuerza de repeticiones los trabajos críticos
leerse como autobiografías encubiertas, sino que sugerimos que esos fragmen- se vuelven poco explicativos y hasta falaces.
tos pueden entenderse como pasajes ensayísticos en los que el autor vuelca su
cosmovisión personal y esto supone, inevitablemente, el quedar estrechamente
vinculado con los personajes desde un punto de vista ideológico–estético. Bibliografía
Antes de terminar debemos mencionar que, en un movimiento opues-
to al que ha sido estudiado en estas páginas, Mujica Lainez ha repetido a Cruz, Jorge. 1997. Genio y figura de Manuel Mujica Lainez. Buenos Aires:
menudo las palabras y los gestos de sus personajes. El más claro ejemplo de Eudeba.
esta inversión es su conocida afirmación de que gozaba del privilegio de la Font, Eduardo. 1976. Realidad y fantasía en la narrativa de Manuel Mujica
inmortalidad porque sentía que era la reencarnación del duque de Bomarzo4. Lainez. Madrid: Ediciones José Porrúa Turanzas.
Es decir que lo que había empezado como un aspecto meramente estético de Jofré Barroso, Haydée. 1986. Mujica Lainez, el curioso observador del mun-
una novela, adquiere con el correr del tiempo el estatuto de teoría, invirtiendo do. En: Los escritores latinoamericanos: biógrafos del continente, 149–55.
de ese modo la dialéctica: ahora es el autor el que toma las palabras y las ideas Buenos Aires: Galerna.
de sus ficciones. Todo esto no implica, por supuesto, que necesariamente el Laera, Alejandra. 2005. Prólogo. En Manuel Mujica Lainez, Los dominios
escritor creyera de manera literal que era Vicino Orsini, sino que supone una de la belleza: Antología de relatos y crónicas, 7–36. Buenos Aires: FCE de
estrategia, un mecanismo, de posicionamiento frente al campo cultural. En Argentina.
consonancia, podemos suponer que la utilización de sus creencias y gustos Loizaga, Patricio. 1979. Mujica Lainez: Como robarle a la historia el tema
personales para generar una poética identitaria fuerte en sus ficciones, como de El gran teatro. Pájaro de fuego 16 (junio): 30–33.
4 Al respecto puede consultarse Jofré Barroso (1986), Vázquez (1983) y Roffé (2001). Mujica Lainez, Manuel. 2007. Bomarzo. 9º edición. Buenos Aires: Debolsillo.
96 Pasajes ensayísticos en la obra de Mujica Lainez: teoría y… Diego Niemetz El Ensayo latinoamericano 97

. 1999. Cuentos Completos. Vol. I. Buenos Aires: Alfaguara. El ensayo en la era del
. 2008. Manuel Mujica Lainez en “El Paraíso”. Buenos Aires: Maizal. “sujeto absoluto comunicacional”
. 2009. El escarabajo. Buenos Aires: Debolsillo. Verónica Galván
Puente Guerra, Ángel. 1986. Las mitologías personales de Manuel Mujica
Lainez. Sur 358–359 (enero–diciembre): 193–211. Si pierdes la capacidad de controlar a la gente por la fuerza,
Roffé, Reina. 2001. Entrevista a Manuel Mujica Lainez. Cuadernos Hispano- se hace más necesario controlar actitudes y opiniones.
americanos 612, (junio): 107–116. Noam Chomsky
Vázquez, María Esther. 1983. El mundo de Manuel Mujica Lainez. Buenos
Aires: Editorial de Belgrano.
Zonana, Víctor Gustavo. 2007. Introducción. En Poéticas de autor en la lite- El ensayo puede considerarse como el género crítico por excelencia (al
ratura argentina (desde 1950) 15–44, editado y dirigido por Zonana, Víctor decir de Adorno) y nadie puede negar el lugar de importancia que ha tenido en
Gustavo. Buenos Aires: Corregidor. la construcción subjetiva de América Latina, a partir del siglo XIX y hasta nues-
tros días. Basta pensar en la tradición de ensayistas como José Martí, Carlos
Fuentes, Octavio Paz quienes a lo largo de la historia latinoamericana fueron
exponiendo sus miradas acerca de ese objeto inasible y en permanente cons-
trucción, en términos discursivos, como es nuestro subcontinente. En estos y
en tantos otros casos el ensayo nunca abandonó el carácter dialéctico que le
dio origen, el dominio del lenguaje artístico y su impronta argumentativa. Pero
más allá de estas mínimas especificidades, el devenir histórico, el advenimiento
de la posmodernidad, la singular explosión de lo tecnológico y del mundo de
las comunicaciones nos llevan a hacer una revisión del discurso ensayístico en
el campo intelectual latinoamericano, en vísperas del bicentenario.
El ensayo surge como ruptura con la retórica tradicional y con el sis-
tema de autoridades imperante, en un momento en el cual emerge fuer-
temente el yo pensante con el interés de abrir un camino de indagación
propio (Weinberg: 2004). Considerado como el género de la modernidad
nace en una etapa de cambios en el siglo XVI, se fortalece después del Re-
nacimiento, se especializa en el siglo XIX y llega a su esplendor en el XX.
Desde sus inicios ya sea con Montaigne o Sócrates su misión ha sido marcar
a fuego, en la historia de la humanidad, los sinsabores del actuar del hombre,
interpretar su entorno, hacer dialogar los referentes de la historia con visión
crítica, disentir con el lugar común, sobre todo en épocas de crisis de valo-
res, crisis de identidades, concentración de poder, tecnología y globalización
como la que estamos transitando.
98 El ensayo en la era del “sujeto absoluto comunicacional”. Verónica Galván El Ensayo latinoamericano 99

En este escenario nos parece interesante plantear cuál es el lugar del nuestras conciencias “conciencias pasivas”, que discuten lo que quieren que
ensayo en medio de una aparente crisis de subjetividad explicada por la he- se discuta, que ven lo que quieren que se vea, que piensan lo que quieren que
gemonía del “sujeto absoluto comunicacional”, en términos de José Pablo sea pensado (Feinmann 2009: 19). Ante esta situación hegemónica del sujeto
1
Feinmann Es decir: ante el dominio de lo tecnológico y la abrumadora om- absoluto comunicacional sobre el individuo, el ensayo puede leerse como
nipresencia de los medios comunicacionales, las relaciones entre el hombre una isla de subjetividad propia del segundo que trata de ganarle terreno al
y su entorno se han modificado. A tal punto que el individuo no crea su primero. Pensado así, el ensayo se constituye en una estrategia que intenta-
conciencia sino que la asimila del “sujeto absoluto comunicacional”. Cabe rá socavar la solidez del sujeto absoluto en el mundo comunicacional. Ante
pensar entonces: si el sujeto absoluto comunicacional sujeta a los hombres de esta nueva forma de dominación del siglo XXI que se expresa en términos
hoy, ¿Cuál es el lugar que ocupa el discurso ensayístico, en tanto expresión de revolución comunicacional que “sujeta las subjetividades” de los hombres
de la subjetividad, en América Latina? ¿Cómo se relaciona con los lenguajes de hoy, se instala el ensayo para romper con la pasividad del receptor, abrir
mediáticos? ¿Qué es el ensayo en la era del sujeto absoluto comunicacional? las conciencias, volverlas escépticas de la veracidad del discurso del emisor e
¿Quiénes lo escriben? ¿Cómo y dónde circulan sus mensajes? instaurar la conciencia crítica. En este escenario tan actual y global, ubicamos
Nos interesa plantear algunas notas en relación con la función del ensayo a Jorge Volpi como un escritor que alterna su visión de Latinoamérica a partir
en la primera década del siglo XXI, su función activa en el espacio público y de sus escritos ensayísticos publicados en Internet y su última publicación en
su peculiar potencial comunicativo en la era de la supremacía de los medios formato libro que fue premiado por Casa de América2.
comunicacionales. Para tal fin, nos ocuparemos del escritor mexicano Jorge Volpi se ubica en el mundo comunicacional a partir de sus escritos, en-
Volpi, sujeto activo participante de los medios, que al igual que otros escritores sayos que circulan por Internet y se publican en el Diario El País de España.
(Elena Poniatowska, Juan Villoro, el mismo Carlos Fuentes) de larga tradición A su vez, es actualmente Director del Canal 22 de la televisión mexicana. Su
en el campo intelectual latinoamericano, hace circular sus mensajes no sólo análisis crítico a los medios y los intereses que estos mueven, sobre el poder
a través del mercado editorial del formato libro (lo que constituye una tradi- político unido al poder de los medios, nos hace pensar en cómo desde adentro
ción) sino también a través de Internet; a partir de la existencia de los diarios del sistema impone una voz que cuestiona los temas de interés, impuestos
digitales/globales, entre otras variables. por los medios. En los diez ensayos breves que aparecen en el mundo virtual,
fechados entre septiembre 2006 / julio 2009, el “yo” de la enunciación apunta
Sobre el “sujeto absoluto comunicacional” a convertir al ensayo en un desemascarador de otros discursos (Weinberg 2004:
25) por cuanto instala una mirada divergente en relación con los temas de la
José Pablo Feinmann sostiene en su Filosofía y el barro de a historia: agenda mediática y también con respecto a tópicos emergentes en el ámbito
“… creamos sólo en lo que nosotros creemos y no en lo que nos hacen creer de la crítica literaria.
sofocadamente todo el tiempo por medio de dogmas establecidos por la Estos ensayos que conviven con el discurso y la retórica de los medios se
revolución comunicacional”. Según Feinmann, el “sujeto absoluto comuni- constituyen a través de operaciones lingüísticas, que ponen en el centro temas
cacional” es aquello que constituye nuestras conciencias, nos da imágenes,
ideas, problemas, instala los temas de debate, dispone la agenda. Hace de 2 El insomnio de Bolívar de Jorge Volpi obtuvo el II premio Iberoamericano Debate Casa
de América (2009) por decisión de un jurado compuesto por Alberto Mangel en calidad
de presidente, Lucía Méndez, Juan Gabriel Vásquez, Inma Turbau en representación de
1 En La filosofía y el barro de la historia de José Pablo Feinmann (2008) Casa de América y Miguel Aguilar en representación de la Editorial Debate.
100 El ensayo en la era del “sujeto absoluto comunicacional”. Verónica Galván El Ensayo latinoamericano 101

que no están en la agenda de los medios, como lo son las opiniones sobre políticos)4. En otros temas de la agenda como la inmigración, que es criminali-
literatura, canon, crítica literaria. Se trata de reposicionar interpretaciones en zada desde los discursos hegemónicos, u otros de índole sanitaria (Gripe A), la
relación con la serie literaria, que desmantelan tradicionales y hegemónicas operación lingüística consiste en habilitar ideas relacionadas con el pasado más
concepciones acerca del lugar de privilegio que ocuparon en la historia de la oscuro de la humanidad. Es decir, con el “renacimiento” de los nacionalismos
literatura latinoamericana, tópicos como el boom latinoamericano o la pe- y el reposicionamiento de una lógica fascista que legitima la persecución de
riodización literaria que apunta a negarle un lugar central a escritores de las inmigrantes. Este tratamiento le permite al “yo” de la enunciación trastocar el
generaciones posteriores, a los ya legitimados y consagrados Borges, Cortázar, orden de lo establecido por los temas de la agenda: el lugar del inmigrante–vic-
Fuentes, etc. Estas intervenciones del “yo” de la enunciación sobre temas que timario–delincuente gira de posición y permite alinear conceptos emergentes
fueron centrales en las discusiones literarias del siglo XX no sólo constituyen en nuestra sociedad que conforman un campo semántico que circula como
una mirada retrospectiva que reaviva la polémica sino también prospectiva ideología. Nos referimos a la concepción instalada acerca de la serie: color
por cuando instalan la necesidad de construir una nueva tradición literaria a oscuro de la piel–extranjero–terrorista5.
partir de escritores que escriben novelas políticas para tomar distancia de la Ante el discurso de los medios, que además de influir en nuestra per-
visión europeizante de que la literatura latinoamericana está limitada al boom cepción de la realidad, ejerce el control efectivo sobre nuestras opiniones y
de los años sesenta3. actitudes (a través de estrategias como la selección de los temas que irán
En diálogo con los temas de la agenda de los medios, los ensayos que en las portadas, cuáles se mantendrán en el centro del debate durante un
nos ocupan polemizan y cuestionan lugares comunes y discursos legitimados tiempo prolongado, qué actores sociales deben presentarse en forma positiva
por la sociedad, como la objetividad e ingenuidad del discurso mediático. Por o negativa, qué temas tendrán una posición relegada en las últimas páginas,
otro lado, permiten el ingreso de otros discursos como el de la importancia etc) se inscriben los ensayos de Jorge Volpi que si bien se mueven dentro de
de la politización de los usuarios/ televidentes a la hora de limitar el avance la lógica de la esfera periodística (fragmentación, estilo frontal, brevedad, con
de los monopolios o duopolios televisivos (medios más gobierno de turno o una estructura argumentativa, escaso uso del registro metafórico, enunciados
concisos y claros, destinados a receptores asiduos a la lectura del diario en
3 Desde su Teorema de fuentes (2006) donde examina la tradición de nuestros clásicos vivos Internet y que apuntan a una lectura rápida y fragmentaria típica del formato
de la literatura Latinoamericana (García Márquez, Vargas Llosa y Carlos Fuentes) o su A digital) evidencian su vínculo con el mundo de los valores. En el caso estu-
la sombra del boom donde cuestiona los prejuicios de aquellas mentes limitadas que han diado estamos ante una doble perspectiva: aquella perspectiva que remite al
instalado “… la perniciosa y falsa idea de que la realidad de América Latina es mágica
[…], en torno a lo que significó y significa el boom para la literatura Latinoamericana. 4 En La guerra de los medios: http://www.elpais.com/articulo/opinion/guerra/medios/
O su Escribir tras la demolición donde a partir de la pregunta de Adorno acerca de si elpepiopi/20071013elpepiopi_5/Tes. El triunfo de los televidentes: http://www.elpais.
era posible escribir poesía después de Auschwitz plantea su tesis de que somos la única com/articulo/opinion/triunfo/televidentes/elpepiopi/20070622elpepiopi_5/Tes. En El
especie que utiliza la cultura como principal arma de supervivencia y que la literatura triunfo de los televidentes y La guerra de los medios donde reclama “… leyes que quie-
es un producto de la evolución. Este planteo le es útil para apoyar la labor de escritores bren el duopolio televisivo y cooperen en definir […] el carácter público de los medios
que como Bolaño o Coetzee apostaron por una ficción política no sectaria, después de del Estado, en franca desventaja ante las cadenas comerciales”.
criticar la desacreditación de los intelectuales y la desatención de las novelas políticas, 5 En Perder los papeles: http://www.elpais.com/articulo/opinion/Perder/papeles/
para revalorizar a una de las grandes tareas de la ficción literaria “[…] que aspira no elpepiopi/20080627elpepiopi_4/Tes. En La lógica viral: http://www.elpais.com/articulo/
sólo a la belleza y a la comprensión de los otros sino a nuestra supervivencia”. opinion/logica/viral/elpepiopi/20090508elpepiopi_4/Tes.
102 El ensayo en la era del “sujeto absoluto comunicacional”. Verónica Galván El Ensayo latinoamericano 103

mundo y la otra que remite a la propia mirada del autor (Weinberg: 27). En tópicos recurrentes en el siglo XX acerca del color local y las literaturas nacio-
este sentido, los ensayos del escritor mexicano son desenmascaradores de nales. En Estados Unidos de las Américas, la cuarta y última consideración, los
otros discursos, pueden verse como crítica de todo sistema; trabajan a partir perfiles o retratos de algunos de los jefes de estados latinoamericanos (Fidel
de conceptos preformados culturalmente, lo que les permite llevar a cabo una Castro, Hugo Chavez, Cristina Fernández de Kirchner, Michele Bachelet) es la
reinterpretación. antesala de una cronología o futurología que describe el periodo 2010–2110
para una América Latina que “Pese a las críticas, el mayor logro en sus tres
Jorge Volpi y la tradición del ensayo latinoamericano6 siglos de historia ha consistido en desaparecer” (Volpi 2009: 255).
En este ensayo se decreta la muerte del proyecto con el que soñaba el
Retornemos a nuestro planteo inicial. El Volpi, escritor de ensayos que libertador. El fracaso de los ideales bolivarianos es un hecho, lo impracticable
circulan en Internet, a partir de su reciente publicación, El insomnio de Bolívar, de su proyecto ha quedado demostrado a lo largo de doscientos años así como
recupera la tradición del ensayo latinoamericano del siglo XIX. Allí retoma los las distintas olas de latinoamericanismos (el triunfo de la Revolución cubana
temas que preocuparon a los héroes de las guerras de la independencia: la uto- en 1959, el boom de la literatura latinoamericana,) se han desvanecido. Será
pía de una América unida. Sin tapujos presenta una visión desencantada del incluso más drástico: “[…] a principios del siglo XXI, ese territorio imaginario
proyecto bolivariano, en vísperas del bicentenario de la gesta independentista bautizado como América Latina prácticamente ha dejado de existir”7.
que marcó el rumbo y el futuro de los países Latinoamericanos. Es importante
destacar la publicación de este texto de Volpi por cuanto no sólo reafirma la
tradición del ensayo latinoamericano desde la construcción de subjetividades Bibliografía
colectivas, en los momentos de crisis, sino que da cuenta de la función activa
del ensayo en el espacio público como intervención discursiva, a la vez que Adorno, Theodor. 1962. El ensayo como forma. En Notas de literatura (1954),
pone en debate el presente y el futuro de América Latina a la luz de nuestras traducido por Manuel Sacristán. Barcelona: Ariel.
“incipientes” democracias. Angenot, Marc. 1982. La palabra panfletaria. Contribución a la tipología de
En El insomnio de Bolívar a una primera confesión del yo del enunciado, los discursos modernos. París: Payot.
que descubre por azar que no sólo es mexicano sino también latinoamericano, Bajtin, Mijail. 1988. Estética de la creación verbal. México: Siglo XXI.
le sigue la ficcionalización de los últimos momentos de vida del libertador que Bauman, Zygmunt. 2004. Modernidad Líquida. Buenos Aires: FCE.
inician el primer capítulo o la primera consideración (Deshacer América), para Bense, Max. 2004. Sobre el ensayo y su prosa. México: Universidad Nacional
continuar con un oscuro panorama acerca de las democracias endebles del de México / Centro coordinador y difusor de Estudios Latinoamericanos.
subcontinente (La democracia en América Latina). En su tercera consideración Feinmann, José Pablo. 2009. La filosofía y el barro de la historia. Buenos
y a partir de la sentencia “Seamos radicales: la literatura latinoamericana ya no Aires: Planeta.
existe” (Volpi: 2009, 165) se lleva a cabo un exhaustivo análisis de la historia Lukács, Georg. 1985. Sobre la esencia y forma del ensayo (1920). En El
de la literatura latinoamericana a partir de los escritores del boom. Allí retoma alma y las formas. Teoría de la novela, traducción de Manuel Sacristán.
México: Grijalbo.
6 Nuestra aproximación en esta ponencia es limitada pues un análisis exhaustivo excede
a estas páginas. Nuestro interés radica en plantear la actualidad del ensayo en la cons- 7 En La pesadilla de Bolívar: http://www.elpais.com/articulo/opinion/pesadilla/Bolivar/
trucción de las identidades colectivas de América Latina. elpepiopi/20090701elpepiopi_10/Tes
104 El ensayo en la era del “sujeto absoluto comunicacional”. Verónica Galván El Ensayo latinoamericano 105

Mignolo, Walter. 1985. Teoría del texto e interpretación de textos. México: Formas razonadas de la belleza:
UNAM. esteticismo e intelección en
Volpi, Jorge. 2009. El insomnio de Bolívar. Buenos Aires: Sudamericana. el ensayo latinoamericano
Weinberg, Liliana. 2004. Umbrales del ensayo. México: UNAM / Centro Silvina Celeste Fazio
coordinador y difusor de Estudios Latinoamericanos.
Volpi, Jorge. 2007. La guerra de los medios. En El País (Madrid) en línea,
13 de octubre. http://www.elpais.com/articulo/opinion/guerra/medios/ Las reflexiones de un ensayista son siempre percepciones razonadas. Ante
elpepiopi/20071013elpepiopi_5/Tes sus ojos, la realidad suele presentarse como un interregno al que él debe im-
. 2007. El triunfo de los televidentes. En El País (Madrid) en línea, poner la pródiga e impertinente ley de su mirada. Para un escritor, ensayar es
22 de junio. http://www.elpais.com/articulo/opinion/triunfo/televidentes/ observar el mundo en ‘actitud de sospecha’, es decir, cuestionando los modos
elpepiopi/20070622elpepiopi_5/Tes en los ha sido representado. Hay una vinculación natural entre este acto de
. 2008. Perder los papeles. En El País (Madrid) en línea, 27 irreverencia perceptiva y la disposición creativa que lo deviene en lenguaje.
de junio. http://www.elpais.com/articulo/opinion/Perder/papeles/ Si lo dado –las cosas, los asuntos– es plausible de redefinición, es porque la
elpepiopi/20080627elpepiopi_4/Tes escritura puede someter al mundo a través de su poder heurístico.
. 2009. La lógica viral. En El País (Madrid) en línea, En uno de sus ensayos, José Ortega y Gasset (1958) señaló que, media-
8 de mayo. http://www.elpais.com/articulo/opinion/logica/viral/ tizados por la conciencia, los objetos producen una reacción subjetiva. Para
elpepiopi/20090508elpepiopi_4/Tes explicar este fenómeno, introductorio a su reflexión sobre la metáfora, el
escritor se valió de la misma figura retórica a la que estaba definiendo y com-
paró su efecto, dicha reacción, con el temblor que un pájaro deja al posarse
sobre una rama. Meta–reflexivo, el autor español profirió que cada “metáfora
es el descubrimiento de una ley del universo (260)”. Coincidentemente, las
realizaciones ensayísticas persiguen este deseo de descubrir y crear nuevas
realidades; así, la intrusión de lo metafórico y de otras formas estilísticas y
retóricas propias de la literatura es un acontecer discursivo frecuente a través
del cual el mundo se renueva.
En los libros Efectos personales (2000) y De eso se trata (2007), Juan Villoro
recoge una serie de ensayos en los que escribe sobre otros escritores1. El mapa

1 Efectos personales reúne una serie de quince ensayos en los que Villoro se ocupa de
autores como Alejandro Rossi, Augusto Monterroso, Carlos Fuentes, Ramón del Valle
Inclán, Roberto Arlt, Juan Rulfo, Sergio Pitol, Arthur Schnitzer, Italo Calvino, Thomas
Bernhard, William Burroughs, Vladimir Nabokov, Robert Louis Stevenson. De eso se
trata está comprendido por dieciocho ensayos. En ellos, indaga sobre la vida y la obra
de William Shakespeare, Miguel de Cervantes, Giacomo Casanova, Georg Christoph
106 Formas razonadas de la belleza: esteticismo e intelección en… Silvina Fazio El Ensayo latinoamericano 107

de lecturas que expone, a modo de una biblioteca personal, es tan amplio de una palabra estética que pervierte el decir cotidiano para renovarlo y, por
como las perspectivas desde las que indaga a cada autor. En ambos libros, la consiguiente, renovar también el mundo al que nombra.
unidad parece estar dada por una sostenida tendencia a la palabra cuidada, Derribando aquellos mitos que impugnan la relación saber–poesía, sus
que no resigna, sin embargo, el valor intelectivo de lo dicho. Sus ideas no se ensayos construyen un modo inédito de conocimiento que se sustenta por el
someten a la forma, sino que son una forma razonada. En “Lo que hay en un pasaje natural entre la experiencia estética –en este caso de lectura– y el acto
nombre. El Emilio de Rousseau”, incluido en De eso se trata, especularmente, intelectivo. Atravesar este umbral le permite al ensayista expresar su punto
Villoro señala que “para un escritor que busca singularidades, el estilo literario de vista sobre el hecho literario y, simultáneamente, reflexionar acerca de sí
representa una ética. La forma adelanta el contenido (105)”; en el prólogo del mismo. En relación con los textos comprendidos en De eso se trata, Villoro
mismo libro dirá (9), parafraseando a Maurice Blanchot, que los autores más comenta: “…este libro reúne ensayos de un autor de ficciones. No son las
literarios son “los que apuestan con mayor fuerza a construir una realidad piezas de un erudito o un académico, pero he procurado que la información
alterna.” Poesía e intelección no son mecanismos aislados de interpretación (el contexto, las biografías, los vínculos literarios) arroje luz sobre las obras
del mundo: por el contrario, juntos constituyen una sola perspectiva mediante comentadas (9)”. El escritor confiesa la relatividad desde la que construye
la que ese mundo es visto y creado. Precisión y preciosismo se vinculan para sus apreciaciones pero, por ello, no subestima su valor epistémico. Es muy
trazar un recorrido personal del pensamiento que registra y es registrado en frecuente encontrar confesiones de este tipo en la ensayística latinoamericana.
la travesía de la cultura. Hay en este gesto una reivindicación de la palabra literaria y de su incidencia
Numerosos son los críticos que sostienen que el ensayo puede aunar ar- en el campo intelectual. Hay además una valoración de la subjetividad como
moniosamente lo conceptual y lo estético. Entre ellos, María Elena Arenas Cruz método de conocimiento.
(1997) afirma que la expresividad en el texto ensayístico “deja de ser un mero Lo cierto es que el ensayo se dispone como una discursividad en la que
mecanismo de embellecimiento verbal sobre un discurso neutralmente lógico es posible hallar, de manera armónica y combinada, reflexiones próximas a la
y pasa a ser un complejo proceso por el que el escritor se enfrenta y conoce teoría literaria, reflexiones de índole más bien personales e incluso fragmentos
el mundo y le da una respuesta desde la personalidad de su estilo (376).” Ese anecdóticos y ficcionales. Esta mixtura heterogénea, que convierte al ensayo
proceso constituye, entonces, un modo particular de aprehender la realidad y, en un “animal multiforme”, como dirían algunos estudiosos, es justamente su
simultáneamente, de transformarla, de hacerla otra: distinta. El ensayista es prin- rasgo más distintivo. Al respecto, Villoro señala en De eso se trata:
cipalmente un escritor, y no puede mirar el mundo, conocerlo y darlo a conocer
sin que su afición por lo literario se convierta en un tamiz por el que la realidad Ribeyro encontró en la expresión ‘prosas apátridas’ la mejor defi-
se filtra para hacerse escritura en la lectura. Villoro es un escritor de ficciones nición de lo textos que migran de un género a otro sin encontrar casa
y su condición de narrador determina la manera en la que se aproxima a lo en ninguno de ellos: ensayos que son memorias que son ficciones, o
observado. La literatura, afirma en Efectos personales, “es un deseo de que las ni siquiera eso: una sustancia literaria en estado bruto, que irradia una
palabras habituales, con las que compramos el pan o acatamos órdenes, digan luz difusa, incapaz de reconocer sus límites (131).
sus verdades de otro modo (116)”. Lo indagado es sometido a los designios
De modo refractario, Villoro retoma una expresión de Julio Ramón Ri-
Lichtenberg, Johann Wolfgang von Goethe, Jean-Jacques Rousseau, Jorge Luis Borges beyro acaso para intentar explicar el sentido de búsqueda de su propia obra:
y Bioy Casares, Juan José Saer, Antón Pavlovich Chéjov, Ernest Hemingway, Malcom pura sustancia literaria. Esa expresión “prestada” lo ayuda a definir el carácter
Lowry, D. H. Lawrence, W. B. Yeats, Klaus Mann, Juan Carlos Onetti. de los propios ensayos incluidos en De eso se trata, textos que en algunas oca-
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siones, se acercan al relato ficcional y, en otras, se aproximan confusamente a incluido en Efectos personales, titulado “Iguanas y dinosaurios: América Latina
la crónica, a la crítica literaria o a la confesión. Esta suerte de “antología” de como utopía del atraso”, se refiere a ello del siguiente modo: “…la selva co-
autores que confeccionan los ensayos del libro, desde Shakespeare a Cervantes mún de la iguanas es vista como el fascinante hábitat de los dinosaurios, un
pasando por Bioy Casares u Onetti entre otros, devela un modo de concebir Parque Jurásico que permite excursionar el pasado (113)”. Todo el ensayo gira
la literatura y de presentarse como autor ya en su misma conformación elec- en torno de la imagen–idea de las iguanas vistas como dinosaurios: la repre-
tiva. Exhibir una poética propia a partir de la indagación y la apreciación de sentación de una realidad latinoamericana fingida que se construye a partir
poéticas ajenas es una manera de conciliar crítica y creación, intelección e de visiones equivocadas. Preocupación constante, retoma el tema en De eso
imaginación en un discurso que pondera siempre la convergencia. Las lectu- se trata y vuelve a brindarle al lector una postulación creativa de esa realidad
ras que Villoro presenta marcan la línea de una reflexión ensayística que se que lo inquieta: “…las maneras de nombrar y ordenar lo latinoamericano
manifiesta coherente con su propia producción ficcional. Tanto en sus libros semejan un caleidoscopio donde los cristales rotos cambian de color tanto
de cuentos2 como en sus novelas3, su poética se sostiene por un cuidado como los camaleones observados (148)”. Iguanas y dinosaurios, camaleones y
equilibrio entre la razón y la emoción y por el establecimiento de un diálogo caleidoscopios, connotan el carácter complejo del continente latinoamericano
constante entre lo cotidiano y la tradición cultural. Es decir, su percepción de y simultáneamente cifran la imposibilidad de que esa impronta pueda ser
la belleza artística, esa armónica combinación entre lo popular y lo intelectual, aludida a través de registros convencionales.
lo racional y lo sensible, se expresa en su práctica escrituraria de igual modo La elección de un modo de decir por sobre otro no es una decisión
que en su reflexión sobre el universo literario. menor para quien escribe ensayos. Rastrear ese uso particular de la palabra,
En El ensayo en nuestra América, Horacio Cerutti Guldberg (1993) afir- en los textos de un mismo autor, implica resignificar su ideario ético–estético.
ma que “…lo que se dice es como se lo dice. La voluntad de estilo es una José Luis Gómez Martínez (1981) asegura, en este sentido, que “…mientras
voluntad de conformación de lo real. Es la búsqueda […] de hacer cosas que para el científico lo estético es accidental, para el ensayista es esencial.
nuevas con las palabras y sus reglas dadas. En esto el ensayo se aproxima […] El ensayista es ante todo un escritor y como tal busca la perfección de la
vertiginosamente a la prosa poética (14)”. Leer en esta clave los ensayos de expresión, contando con su propia personalidad para dar unión a sus reflexio-
Villoro permite resignificar la proliferación de metáforas que aparecen tanto nes (49)”. Por ello, Villoro no sólo emplea metáforas para redescubrir Latino-
en Efectos personales como en De eso se trata. Se despliega en este acto tan américa y sus circunstancias; muchas de las representaciones que construye
particular de connotar el mundo lo que Paul Ricoeur (1980) estima como el aluden al propio universo literario, como una suerte de preceptiva implícita
redescubrimiento de la realidad desarrollado por el poder heurístico de la y autoreferencial de sus búsquedas estéticas. En De eso se trata, expresa que
4
función poética del lenguaje . Con irónica lucidez, es así que Villoro se apropia “…narrar significa extraer la flor oculta (258)” y en Efectos personales afirma
de la palabra simbólica para representar su concepción acerca del exotismo que “…la escritura es una resistencia a puerta cerrada, el desafío que alguien
latinoamericano como demanda de la mirada euro–centrista. En un ensayo acepta para encontrarse a sí mismo (118)”. Las sucesivas metáforas son evi-
dencias dispersas de su modo de interpretación del mundo, en el que leer
2 El mariscal de campo (1978), El cielo inferior (1984), La alcoba dormida (1992), La casa y escribir, nombrar y crear se aúnan en un círculo infinito. La metáfora es
pierde (1999), entre otros. perturbadora: obliga a contemplar lo conocido de un modo inédito, atenta
3 El disparo de Argón (1991), Materia dispuesta (1997), El testigo (2004), Llamadas de contra la naturalidad de las cosas y contra su inmediata apariencia. La metá-
Amsterdam (2007). fora pone en tensión lo dado y lo inventado a partir de un juego intelectivo
4 Ver Paul Ricoeur. La metáfora viva. Madrid: Ediciones Europa, 1980. de aproximaciones y distancias. ¿Quién puede percibir lo semejante? El poeta.
110 Formas razonadas de la belleza: esteticismo e intelección en… Silvina Fazio El Ensayo latinoamericano 111

¿Quién produce nuevos sentidos? El ensayista. ¿Quién transforma el mundo? El atribuirle una especificidad que no sea impugnada y reinventada con cada
intelectual. Un escritor de ensayos que proviene de la ficción es, por lo tanto, nuevo gesto de escritura. La única ley del ensayo es su originalidad creativa,
una figura tan plural como sincrética. esa licitud egotista de la que se sirve el escritor para volverse uno solo con su
La forma de lo dicho es lo dicho. “La perspectiva (especula Villoro en texto y proveer siempre una mirada inesperada de las cosas, lo que equivale
De eso se trata) define lo que se mira (144).” De este modo, resulta natural a decir: crearlas de nuevo. “No hay miradas puras ni realidades intactas”,
que escoja el ensayo como forma discursiva para reflexionar y representar el declara Villoro en De eso se trata (148), y es esa postulación un principio y
mundo. Una vez más, de manera metafórica y especular, dice en Efectos perso- una nueva verdad en sí misma.
nales (9) acerca de este género, “animal híbrido e inapresable”, que “sirve por
igual a lectores con pie plano que a caminantes consumados” y en De eso se
trata (10) que “… consciente de que hay lectores extremos, el ensayista alterna Bibliografía
su hospitalidad hacia el recién llegado con rarezas para el viajero frecuente:
un trayecto agradable en el que pronto aparece la araña azul.” Para Villoro, Arenas Cruz, María Elena. 1997. Hacia una teoría general del ensayo. Cons-
ensayar es “leer en compañía”. trucción del texto ensayístico. Cuenca: Ediciones Universidad de Castilla–La
La figura del ensayo como expedición, como viaje personal pero com- Mancha.
partido, es una invitación abierta tanto para el lector avezado como para el Cerutti Guldberg, Horacio. 1993. Hipótesis para una teoría del ensayo. En El
que llega a sus reflexiones atraído por la belleza concluyente de sus palabras. ensayo en Nuestra América. Para una reconceptualización. México: UNAM.
Arenas Cruz sostiene, así, que “…la expresividad del texto ensayístico es, a Ortega y Gasset, José. 1958. Metáfora. En Obras completas. Tomo VI (1941–
la vez que una fuente de placer, una fuente de conocimiento y un factor de 1946) Brindis y Prólogos. Madrid: Revista de Occidente.
la persuasión (360).” Villoro parece considerar esto al aunar la contundencia Gómez Martínez, José Luis. 1981. Teoría del ensayo. Salamanca: Ediciones
conceptual y el esteticismo en una de sus formas más puras: los aforismos. Universidad de Salamanca.
Así, por ejemplo, en De eso se trata, sentencia que “no se escribe porque se Villoro, Juan. 2007. De eso se trata. Chile: Ediciones Universidad Diego
sepa lo que se va a decir sino para averiguarlo (260)” y que el “pensamiento Portales.
es una efervescencia de la que sólo se puede librar pensando más (111)”. . 2000. Efectos personales. Barcelona: Anagrama.
Ambos actos, el escribir y el pensar, atraviesan todos los ensayos de Villoro y
se disponen como una tendencia creativa que lo define.
Un ensayo que es ficción y que es relato y que es memoria; un escritor
que es ensayista y que es crítico y que es narrador se conectan para figurar
una especial modalidad discursiva como una forma razonada de la emoción,
a la que se accede por la reflexión y el subjetivismo, tangibles en el propio
texto. Ésa es precisamente la experiencia del ensayo: un devenir constante
del mundo al texto, del texto al escritor, del escritor a lo escrito. Villoro co-
menta que “el ensayista pone en juego su gusto y su entusiasmo, razona sus
fervores, pero resulta más significativo por lo que permite ver que por sus
certezas”. En esas incertezas se funda el ensayo y, por ellas, se hace difícil
El Ensayo latinoamericano 113

Protoformulaciones bolivarianas del


ensayo hispanoamericano:
funciones del “Yo” frente a las tensiones temporales
María Victoria Ferrero

Ensayando el futuro

Este trabajo propone un abordaje discursivo del ensayo hispanoameri-


cano en una de sus protoformulaciones principales, a partir de dos discursos
bolivarianos contextualizados en torno a la primera caída de la República de
Venezuela en 1812 y la pérdida de la Segunda República de Venezuela en 1814,
y dentro del amplio marco histórico que la historia latinoamericana evalúa
como etapa fundacional del pensamiento hispanoamericanista. El Manifiesto
de Cartagena (1812) y la Carta de Jamaica (1815) suponen condiciones de
producción diferentes, en términos de “éxito” y “fracaso”, en el tejido más
amplio del proceso de independencia de Venezuela y del proceso emancipa-
dor hispanoamericano, inscribiéndose así entre dos momentos clave: el de
la crisis de la “patria boba” y el del vuelco categórico hacia la acción militar
revolucionaria en la llamada “guerra a muerte”.
El “yo” de Bolívar se posiciona en una tensión temporal que intenta pro-
gramáticamente resolver ensayando representaciones del futuro que alienten y
sostengan la lucha. Aquí se exploran las estrategias discursivas que permiten
tales representaciones al nivel de la enunciación, se muestran las tensiones
coyunturales en juego y se analiza la legitimación de un ethos discursivo, es
decir, de la imagen que el sujeto construye de sí mismo en el discurso, que se
erige como capaz de ensayar e interpretar la realidad continental y de predecir,
profetizar o garantizar el futuro.
Daremos cuenta, en un recorrido por las imbricaciones contextuales, de
algunos elementos y operaciones que tendrán un papel fundacional y signi-
ficativo en la constitución de componentes estables de una matriz discursiva
particular para el ensayo hispanoamericano.
114 Protoformulaciones bolivarianas del ensayo hispanoamericano… Victoria Ferrero El Ensayo latinoamericano 115

El “Yo bolivariano” frente a las tensiones temporales Sostenemos como hipótesis general que el ensayismo latinoamericano
se posiciona, como lugar de enunciación del “yo ensayista”, en una tensión
Voy a arriesgar el resultado de mis cavilaciones sobre la suerte futura de la temporal que intenta programáticamente ensayar sobre un futuro auspicio-
América: no la mejor sino la que sea más asequible. so de unión e integración, partiendo siempre de la lectura autorizada de un
Simón Bolívar, Carta de Jamaica pasado más bien reciente, trágico pero breve.
Las representaciones del futuro se apoyan, en todos los casos, en el trabajo
sobre la imagen discursiva del sujeto de la enunciación, es decir, sobre el ethos
El propósito de este trabajo es tantear una profundización de los es- discursivo, en términos de Dominique Maingueneau (2002). Todas las formas del
tudios genealógicos y genológicos del ensayo hispanoamericano a partir del ethos discursivo Bolivariano, es decir, de la imagen que el sujeto construye de
análisis discursivo de una de sus protoformulaciones fundamentales: el caso sí mismo en el discurso como garante de lo que dice3, suponen de un modo u
1
de Bolívar . otro un arraigo en la figura del intelectual como garantía de las construcciones
La ficcionalización del yo en el ensayo, el papel del narrador y la pro- del futuro. Analista, juez y profeta modelan con diferentes formas un futuro
yección subjetiva del escritor son procesos sabidamente paralelos a la pro- que se expresa en la amenaza, el aliento esperanzador y la llamada a la lucha.
fesionalización del campo intelectual de América Latina. Veremos en estas
protoformulaciones la marca del género biográfico en la que la relación autor Manifiesto de Cartagena: la predicción de un analista ilustrado
real y yo del discurso es compleja y “subsiste al engaño”, en términos de
Beatriz Sarlo (2000); así como también encontraremos la huella del género En el Manifiesto de Cartagena, el futuro se construye como la predicción
profético, pero no sólo en el sentido en que Sarlo recurre a la profecía por la de un analista ilustrado. Asumido genéricamente por el yo como “memoria”,
idea de “esbozo” y de captación exploratoria de lo que viene, ni únicamente fue publicado por Simón Bolívar el 15 de diciembre de 1812, habiéndose exilia-
en el sentido del “decir utópico” (Lukács,1985), sino también (y sobre todo) do en Cartagena tras la caída de la primera República de Venezuela. Asistimos,
en el sentido más literal de la predicción de un futuro que es producto de la según José Luis Romero (1977), al momento del fracaso de la primera “patria
interpretación del analista autorizado2. boba” que se marca en el balance descriptivo que Bolívar hace en la primera
Pretendemos comparar cómo se construyen las representaciones del parte y la prescriptiva lectura del futuro que proyecta sobre la segunda parte
futuro en dos discursos de Simón Bolívar que dejaron huella en el ensayo la- del Manifiesto. Gracias a sus esfuerzos diplomáticos, Bolívar habrá de obtener
tinoamericano: el Manifiesto de Cartagena (1812) y la Carta de Jamaica (1815), el buscado apoyo del Gobierno de la Unión de Nueva Granada e iniciará la
y que a su vez suponen condiciones de producción diferentes en el contexto llamada “Campaña admirable”, que culminará con la instauración de la Se-
más amplio del proceso de independencia de Venezuela y del proceso eman- gunda República de Venezuela.
cipador latinoamericano.
3  A lo largo del trabajo entendemos la noción de ethos ampliamente, tanto en el sentido
1  Agradezco profundamente a la Dra. Beatriz Colombi las reflexiones y aportes que moti- de la tradición retórica (la imagen del locutor construida por el discurso), como en el
varon este abordaje, así como su lectura generosa. sentido también en que Dominique Maingueneau (2000) despliega la inscripción del
2  Para Lukács (1985) el ensayo es ante todo un proceso de reorganización conceptual en sujeto en el discurso a partir del tono, cuerpo y carácter, y que Ruth Amossy (2002)
función de una perspectiva. El yo se va construyendo progresiva y estratégicamente piensa en relación a “la posición de un locutor en un campo dado”, basada en los
garante de su interpretación en aras de la apelación programática. estereotipos del imaginario social y cultural.
116 Protoformulaciones bolivarianas del ensayo hispanoamericano… Victoria Ferrero El Ensayo latinoamericano 117

Veamos que, desde el comienzo, la voz que se dirige “a los conciudada- Las primeras pruebas que dio nuestro Gobierno de su insensata
nos de Nueva Granada”, anuncia sus objetivos como acciones futuras con la debilidad, las manifestó con la ciudad subalterna de Coro, que dene-
fórmula del infinitivo en posición temática inicial: gándose a reconocer su legitimidad, lo declaró insurgente y lo hostilizó
como enemigo (MC: 131).
Libertar a la Nueva Granada de la suerte de Venezuela, y redi- Nuestra división y no las armas españolas, nos tornó a la esclavitud
mir a ésta de la que padece, son los objetos que me he propuesto (MC: 134).
en esta Memoria. Dignaos, oh mis conciudadanos, de aceptarla con Opera, a partir de una lectura didáctico ejemplar del pasado, una
indulgencia en obsequio de miras tan laudables (MC:130). representación del futuro que se justifica racionalmente en el caso
venezolano y en las consecuencias que de allí se prevén para América.
El “yo”, fuertemente marcado en la primera persona que se anuncia Estos ejemplos de errores e infortunios, no serán enteramente
como “caraqueño” e “hijo de la infeliz Caracas”, se construye en la captatio inútiles para los pueblos de la América meridional, que aspiran a la
como un didáctico e ilustrado analista que pretende alertar con “ejemplares libertad e independencia.
lecciones” a la Nueva Granada (y a “la América” en general) del error político La Nueva Granada ha visto sucumbir a Venezuela, por consiguiente
y moral venezolano: debe evitar los escollos que han destrozado a aquella. A este efecto
presento como una medida indispensable para la seguridad de la
Permitidme que animado por un celo patriótico me atreva a diri- Nueva Granada, la reconquista de Caracas (MC:135).
girme a vosotros para indicaros ligeramente las causas que condujeron
a Venezuela a su destrucción; lisonjeándome que las terribles, y ejem- De esta manera, el ethos de intérprete de la historia reciente, de
plares lecciones que ha dado aquella extinguida República, persuadan analista político, autentica un programa concreto, “la reconquista de
a la América, a mejorar su conducta, corrigiendo los vicios de unidad, Caracas”, en un argumento historizante de las causas y en una interpre-
solidez y energía que se notan en sus gobiernos (MC: 130). tación de la situación actual.
En la segunda parte del Manifiesto o Memoria, Bolívar trabaja por una
Las responsabilidades frente al “error que cometió Venezuela” se ad- doble vía la construcción del futuro: por un lado, presenta un panorama “ame-
judican en los primeros once párrafos a una cadena de agentes que por sus nazado” bajo el argumento que amplifica o extiende los efectos de la caída
múltiples designaciones incluye a “Venezuela”, “nuestro gobierno”, “la Junta de Venezuela sobre América meridional; por otro, la voz analista se desplaza
Suprema”, “nuestros magistrados”, “nuestros estadistas”, por haberse condu- hacia la del militar revolucionario que incita a la acción para la “reconquista”
cido, dice Bolívar, según “máximas filantrópicas” y “antipolíticos e inexactos en un futuro que se predice favorable a la independencia de los estados. En
4 . contrapunto, futuro amenazante y futuro positivo funcionan en la predicción
raciocinios ” Las causas racionales ofrecen una explicación teñida de evalua-
ciones que identifican el “error” interno: como elementos altamente persuasivos que se apoyan en un ethos complejo:
entre analista y militante. Veamos el peligro de la anarquía y la proyección
4  En adelante se utilizan MC para el Manifiesto de Cartagena y CJ para Carta de Jamaica. de la fatalidad:
Todas las citas corresponden a la edición compilada de José Luis Romero y Luis Alberto
Romero, Pensamiento político de la emancipación (1790- 1825), Caracas, Ed. Ayacucho, Es muy probable, que al expirar la Península, haya una prodigiosa
1977. Vol. 1 y 2. El énfasis es mío. emigración de hombres de todas clases […] capaces de subvertir, no
118 Protoformulaciones bolivarianas del ensayo hispanoamericano… Victoria Ferrero El Ensayo latinoamericano 119

sólo nuestros tiernos y lánguidos Estados sino de envolver el Nuevo Así pues, no nos queda otro recurso para precavernos de estas
Mundo entero en una espantosa anarquía. calamidades, que el de pacificar rápidamente nuestras provincias
[…] Nada se opondrá a la emigración de España. Es verosímil que sublevadas, para llevar después nuestras armas contra las enemigas;
Inglaterra proteja la evasión de un partido que disminuye en parte las y formar, de este modo, soldados y oficiales dignos de llamarse las
fuerzas de Bonaparte, en España; y trae consigo el aumento y perma- columnas de la patria (MC: 137).
nencia del suyo en América. Francia no podrá impedirlo(,) tampoco Todo conspira a hacernos adoptar esta medida; sin hacer mención
Norteamérica; y nosotros menos aún, pues careciendo todos de una de la necesidad urgente que tenemos de cerrarle las puertas al enemi-
marina respetable, nuestras tentativas serán vanas. (MC: 136) go, hay otras razones tan poderosas para determinarnos a la ofensiva,
que sería una falta militar y política inexcusable dejar de hacerla. No-
El futuro fatalista bajo la modalidad especulativa del “es muy probable”, sotros nos hallamos invadidos y, por consiguiente, forzados a rechazar
“es verosímil que” y del modo subjuntivo, se va desplazando hacia una cons- al enemigo más allá de la frontera (MC: 137).
trucción mucho más aseverada en los siguientes párrafos por el efecto asertivo
del “ciertamente” y del uso del futuro imperfecto para habilitar la modalidad El futuro deja de ser amenaza especulativa y se convierte en un progra-
de una predicción que amenaza y, en consecuencia, justifica medidas ante el ma constituido por la fatalidad y la falta de opciones, determinado por las
peligro de “una espantosa anarquía” en todo el “Nuevo Mundo”. causas anunciadas y a partir del ejemplo venezolano. El programa es fruto de
una conspiración de agentes identificados. Predomina, en esta construcción
Estos tránsfugas hallarán, ciertamente, una favorable acogida en programática y prescriptiva de la acción militar, una secuencia lógica de ar-
los puertos de Venezuela. […] gumentos causales que identifican la situación presente con una causa y con
Levantarán quince o veinte mil hombres que disciplinarán pron- una consecuencia esgrimidas para el llamado a la acción.
tamente con sus jefes, oficiales, sargentos, cabos y soldados vetera- Por último, el futuro asertivo se sostiene también en el uso de un presen-
nos. A este ejército seguirá otro todavía más temible, de ministros, te con matiz futuro que proyecta positivamente un futuro cercano y posible,
embajadores, consejeros, magistrados, toda la jerarquía eclesiástica marcadamente épico en el tono, emotivo, pero sostenido racionalmente, y
y los grandes de España, cuya profesión es el dolo y la intriga, con- apoyado en la construcción discursiva de los enemigos “tiranos”:
decorados con ostentosos títulos, muy adecuados para deslumbrar a
la multitud, que derramándose como un torrente, lo inundarán todo Es una cosa positiva, que en cuanto nos presentemos en Venezuela,
arrancando la semillas, y hasta las raíces del árbol de la libertad de se nos agregan millares de valerosos patriotas, que suspiran por vernos
Colombia (MC: 136). aparecer, para sacudir el yugo de sus tiranos, y unir sus esfuerzos a
los nuestros en defensa de la libertad. (MC: 137)
Junto a la metáfora natural jacobina del “árbol de la libertad”, la lexicali-
zación de un campo semántico bélico marcado, el cambio de registro en “estos Carta de Jamaica: de la conjetura a la profecía utópica
tránsfugas” para designar al enemigo extranjero, y el tono enérgico y pathémico
que irrumpe en estos párrafos, permiten la construcción de un futuro programá- Ahora bien, la Carta de Jamaica, en tanto texto profético, de proto–for-
tico que conduce a la acción revolucionaria como único recurso posible. mulación del hispanoamericanismo desde el punto de vista discursivo que
aquí adoptamos, anuncia y denuncia elementos que gestan lo que Arnoux
120 Protoformulaciones bolivarianas del ensayo hispanoamericano… Victoria Ferrero El Ensayo latinoamericano 121

(2004) y Vázquez Villanueva (2004, 2005) llaman la matriz discursiva hispano- No obstante que es una especie de adivinación indicar cuál será el
americana, a cuyos componentes estables hemos recurrido indirectamente a resultado de la línea de política que la América siga, me atrevo a aven-
lo largo del análisis. turar algunas conjeturas, que, desde luego, caracterizo de arbitrarias,
El ethos discursivo, desde el comienzo, fuerza a comprender los tiempos de dictadas por un deseo racional y no por un raciocinio probable. (CJ: 89)
una acción urgente. La construcción de una necesidad temporal presente genera
el efecto de una inmediatez que, en relación con la condición real y material de Respecto del tono del Manifiesto de Cartagena, vemos que el campo
escritura de Bolívar, denuncia una voluntad de operar para generar un espacio– léxico de la Carta ha abandonado la predicción racional y se va desplazando
tiempo de lo urgente. Es decir, en esta coordenada, Simón Bolívar no está inmerso hacia la zona de la profecía. Es preciso aclarar que utilizo “predicción” para
en una acción acelerada y, sin embargo, construye la urgencia como necesidad: la representación futura que se aborda por argumentos lógicos y racionales,
“Me apresuro a contestar la carta del 29 del mes pasado que Vd. me hizo el mientras que el término “profecía”, lo reservo para construcciones que son
honor de dirigirme, y que yo recibí con la mayor satisfacción” (CJ: 85). producto de otro tipo de operaciones, bajo el efecto místico de una visión o
También, en este segundo momento de fracaso, se vuelve necesario que no aparecen necesariamente sostenidas por argumentos causales, racio-
construir estratégicamente una memoria discursiva común de “pasado libre” y nales. Vemos esto claramente en formas como “presentir”, “profetizar”, “por-
justificar la caída de la Segunda República de Venezuela en 1814 en el contexto venir”, en la relativización temporal de “todavía” y en el uso del condicional
del proceso de las luchas americanas. y la interrogación retórica:
Bolívar acude entonces al argumento de autoridad para legitimar y ga-
rantizar un programa que será el de la unión e integración americana. En su Todavía es más difícil presentir la suerte futura del Nuevo Mundo,
estructura, la carta sostiene un momento clave de interpretación del pasado, establecer principios sobre su política y casi profetizar la naturaleza
una explicación del fracaso y el análisis de las alternativas de organización de los del gobierno que llegará a adoptar. Toda idea relativa al porvenir de
estados que buscan su independencia. Luego, en tono profético, una serie de pá- este país me parece aventurada. (CJ: 89)
rrafos de componentes fuertemente programáticos se realiza sobre una memoria
de la conquista en la construcción de un cercano futuro de unión e integración: El ethos de profeta se muestra también bajo el tópico de la falsa modes-
tia: “Voy a arriesgar el resultado de mis cavilaciones sobre la suerte futura de
La Nueva Granada se unirá con Venezuela, si llegan a convenirse en la América: no la mejor sino la que sea más asequible.” Y el yo se hace eco en
formar una república central, cuya capital sea Maracaibo, o una nueva ese “otro yo” aparentemente evocado en la voz de otro intelectual agregando
ciudad que, con el nombre de Las Casas, en honor de este héroe de la el componente profético para luego designar al enemigo.
filantropía, se funde entre los confines de ambos países, en el soberbio
puerto de Bahía–honda. […] Esta nación se llamaría Colombia, como un ¡Con cuánta emoción de gratitud leo el pasaje de la carta de Vd.
tributo de justicia y gratitud al creador de nuestro hemisferio. (CJ: 96) en que me dice que espera que “los sucesos que siguieron entonces a
las armas españolas acompañen ahora a las de sus contrarios, los muy
Una modalidad conjetural se refuerza en el desdoblamiento de otra voz, oprimidos americanos meridionales”! Yo tomo esta esperanza por una
de otro cuerpo que se incorpora al complejo sujeto de la enunciación a través predicción, si la justicia decide las contiendas de los hombres. El suceso
de la construcción de la voz del “caballero de esta isla” que funciona como coronará nuestros esfuerzos porque el destino de la América se ha fijado
cogestor de la argumentación acerca del futuro: irrevocablemente; el lazo que la unía a la España está cortado […] (CJ: 84)
122 Protoformulaciones bolivarianas del ensayo hispanoamericano… Victoria Ferrero El Ensayo latinoamericano 123

La profecía futura se apoya sobre los tópicos de la edad de oro, de la partes del globo. ¡Acaso sólo allí podrá fijarse algún día la capital de
abundancia de la tierra. El tono conjetural que se sostiene en las formas la tierra como pretendió Constantino que fuese Bizancio la del antiguo
condicionales del “si” y en expresiones como “imagino que”, “quizás”, “pro- hemisferio! (CJ: 96).
bablemente”, adquiere progresivamente tonalidades más asertivas en el “ine-
vitablemente” y en la necesidad de “convenir” que sostiene el argumento de En la analogía ilustrada con Bizancio, en el tono y el tipo de operaciones
la forma de gobierno: que levantan un futuro utópico sobre una memoria historizante de la realidad
política, económica, social y militar, el ethos discursivo se construye aquí como
Por la naturaleza de las localidades, riquezas, poblaciones y carác- un compuesto que amalgama un haz de figuras: intelectual, militar y profeta.
ter de los mexicanos, imagino que intentarán al principio establecer
una república representativa, en la cual tenga grandes atribuciones el A modo de síntesis
poder ejecutivo, concentrándolo en un individuo que si desempeña sus
funciones con acierto y justicia, casi naturalmente vendrá a conservar El Manifiesto de Cartagena de 1812 tiene lugar en el contexto de los pri-
su autoridad vitalicia. Si su incapacidad o violenta administración meros intentos emancipadores frustrados. Tras la caída de la Primera República
excita una conmoción popular que triunfe, este mismo poder ejecutivo de Venezuela, Bolívar no se halla aún consolidado extradiscursivamente como
quizás se difundirá en una asamblea. Si el partido preponderante es militar, como “El Libertador” de la América y debe apelar a una representación
militar o aristocrático, exigirá probablemente una monarquía que al de sí mismo en el discurso, garantía de su predicción del futuro, que se entron-
principio será limitada y constitucional, y después inevitablemente que en la formación discursiva de la emancipación, es decir, debe apelar a un
declinará en absoluta; pues debemos convenir en que nada hay más ethos discursivo vinculado fuertemente con la figura del intelectual ilustrado,
difícil en el orden político que la conservación de una monarquía cuya función política privilegiada pase por la poderosa práctica de la escritura
mixta; y también es preciso convenir en que sólo un pueblo tan pa- y la especulación legislativa sobre las formas de organización que más convie-
triota como el inglés es capaz de contener la autoridad de un rey, y nen a los estados en formación. Pero ya en Carta de Jamaica, asistimos a otra
de sostener el espíritu de libertad bajo un cetro y una corona (CJ: 95). construcción y a otras condiciones productivas: Bolívar cuenta para entonces
con un reconocimiento político y militar público, que, aunque opacado por la
Es notable que tras la profecía de la unión de los estados en lo que pérdida de la Segunda República, está tomando cuerpo en el discurso como
“podrá ser con el tiempo el emporio del universo”, las formas verbales que garante de un análisis que acude tanto al saber ilustrado como al que se funda
preponderan son las del futuro imperfecto en tercera persona del plural, más en la experiencia militar. En Carta de Jamaica, el ethos vuelve entonces a recu-
distante que el “nosotros”. La mitigación de la incitación directa está en el rrir al carácter moderado de analista o de interprete de la historia para explicar
“quizá”, que esconde en la proyección una prescripción: el fracaso de la revolución pero, esta vez y en un tono no ya predictivo sino
profético, se amalgama estratégicamente a la escenografía dialógica estableci-
Los estados del istmo de Panamá hasta Guatemala formarán quizá da por esa otra voz, asumiendo una representación profética que domina las
una asociación. Esta magnífica posición entre los dos grandes mares construcciones de un futuro y que justifica un programa de acción.
podrá ser con el tiempo el emporio del universo; sus canales acortarán El paradigma o formación discursiva ilustrada del intelectual hispano-
las distancias del mundo; estrecharán los lazos comerciales de Europa, americano no deja de remitirse y reformularse en ninguno de los discursos
América y Asia; traerán a tan feliz región los tributos de las cuatro analizados y compone decisivamente el modo en que Bolívar, como tantos
124 Protoformulaciones bolivarianas del ensayo hispanoamericano… Victoria Ferrero El Ensayo latinoamericano 125

otros actores políticos de su época, representa y construye autorizadamente Bibliografía


el futuro, como parte de un ethos que opera legitimando en la intelectualidad
la capacidad de interpretación y el análisis socio–político. Adorno, T. W. 1962. El ensayo como forma. En Notas sobre literatura, 11–36.
Hemos profundizado a partir del caso bolivariano, entendido como Barcelona: Ariel.
protoformulación del discurso ensayístico hispanoamericano, en la idea de Amossy, R. 2002. “L´ethos oratoire ou la mise en scène de l´orateur”.
que la relación asumida con lo temporal se condensa en la interpretación L´argumentation dans le discours. París: Nathan.
de un presente tan reciente como confuso, en la proyección (profética o Angenot, M. 1995. La parole pamphlétaire, typologie des discousd modernes.
predictiva) de un futuro de unión, integración y libertad, signado por la Paris: Payot.
construcción de un pasado común de expropiación, esclavitud y domina- Aristóteles. 1966. El arte de la Retórica. Buenos Aires: Eudeba.
ción. De esta manera, intuimos y proponemos para futuros estudios que Arnoux, E. 2004. El pensamiento sobre la unión americana: estudio sobre una
el ensayo hispanoamericanista de la emancipación aporta una operación matriz discursiva. Revista de letras (Volumen de Estudios lingüísticos) 9.
notable a la voz de sus intelectuales: no parte mayoritariamente de la Barthes, R. 1974. Investigaciones retóricas I: La antigua retórica. Buenos Aires:
apropiación de una historia equiparable a la del continente europeo para Tiempo Contemporáneo.
constituir su modo de ser, ensayar, pensar, sino que la construcción del Bolívar, Simón. 1977. Manifiesto de Cartagena, Carta de Jamaica, Guerra a
espacio hispanoamericano en la unidad es necesariamente proyectada en muerte. En Pensamiento político de la emancipación (1790– 1825), com-
el futuro, hacia adelante, utópicamente, y legitimada en la construcción pilado por Romero, José Luis y Luis Alberto Romero. Caracas: Ayacucho.
de un pasado y una tradición comunes que se remontan a la conquista. Courtine, Jean–J. 1981. Analyse du discours politique. Languages 62 (1981):
Esta tensión entre el Yo del ensayo y el drama temporal, mediado por la 9–128.
voluntad de interpretación, es el problema que aquí nos limitamos a esbozar Foucault, M. 1973. El orden del discurso. Barcelona: Tusquets.
a partir del estudio de dos discursos bolivarianos de tipo ensayístico. Desde el Lagmanovich, David. 1984. Hacia una teoría del ensayo hispanoamericano.
punto de vista de una pragmática discursiva, nos hemos detenido en el carác- En Simposio el ensayo Hispanoamericano, 13–28, editado por Isaac Jack
ter apelativo, comunicativo, persuasivo e interpretativo de estos textos, por el Lévy y Juan Loveluck. South Carolina: University of South Carolina.
interés específico de analizar en el nivel enunciativo lo que constituye, en un Lukács, Georg. 1985. Sobre la esencia y la forma del ensayo (Carta a Leo
plano argumentativo, una estrategia de legitimación y autoridad: la imagen del Popper). En El alma y las formas. Teoría de la novela. México: Grijalbo.
yo como aquel capaz de interpretar el presente a la luz de un pasado trágico Maingueneau, D. 1984. Généses du discours. Bruselas: Mardaga.
y de proyectar programáticamente un futuro utópico de unión y prosperidad. Maingueneau, D. 2002. Problemas de ethos. Pratiques 113/114 (junio): 55–67.
Maiz, C. 2003. Problemas genológicos del discurso ensayístico: Origen
y configuración de un género. Acta literaria (ISSN 0717–6848) 28:
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Perelman, Chaïm y Obrechts–Tyteca, L. 1989. Tratado de la argumentación.
La nueva retórica. Madrid: Gredos.
Perez Vila, Manuel. 1968. Simón Bolívar, El Libertador (síntesis biográfica). Ca-
racas. Biblioteca Virtual Cervantes: Edición digital basada en la edición de
126 Protoformulaciones bolivarianas del ensayo hispanoamericano… Victoria Ferrero El Ensayo latinoamericano 127

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Romero, José Luis. 1977. Prólogo. En Pensamiento político de la emancipa-
ción (1790–1825). Caracas: Ayacucho.
Sarlo, Beatriz. 2000. Del otro lado del horizonte. Boletín 9 (Centro de Estu-
dios de la Teoría y Crítica Literaria. Facultad de Humanidades y Artes. Podría decirse que la novela es, entre los géneros literarios, –tomando
Universidad Nacional de Rosario): 16–31. este estatuto genérico como posible pauta de definición de las textualidades
Vázquez Villanueva, G. 2005. La tradición discursiva hispanoamericanista: en base a una dominante y no como rígidos compartimientos que impedían
El complejo borrado de la voz de Bolívar en el Congreso de Panamá. precisamente considerar las zonas lábiles donde son posibles las mixturas,
RLA. Revista de Lingüística teórica y Aplicada (Concepción, Chile) 43 (2, que podrían verse como intersecciones de esos conjuntos o constelaciones
II Semestre): 53–70. genéricas–; eminentemente proteica –cambiante, versátil– en cuanto a las
Vázquez Villanueva, G. 2004. Génesis de un discurso: el aliento –¿la osadía?– modalidades que puede presentar, a las posibilidades incorporativas que
de la unidad hispanoamericana. Discurso. Teoría y análisis 26: 1–25. ofrece; modulaciones, diríamos, englobadas en la forma resultante, modula-
ciones discursivas que ingresan en clasificaciones tales como: la epístola, la
biografía, la autobiografía, el diario íntimo, la transcripción de documentos,
etc. Y desde luego el ensayo. Esto a la vez posibilita taxonomías novelísticas:
novela epistolar, novela autobiográfica, novela intimista, novela social, etc.
Y también las llamadas novelas de tesis, en las cuales la trama, las acciones
de los personajes y demás componentes narrativos se presentan como “de-
mostración” de una premisa que regiría el conjunto.
Si bien podría pensarse que este último tipo es el más cercano a la in-
tersección entre novela y ensayo, sin embargo, esa hipótesis que, como efecto
de lectura podría percibirse como un a priori, estaría en cambio poniendo
en cuestión aquello que puede verse como la diferencia entre el ensayo y
los procedimientos de una investigación según una visión cientificista. Desde
luego estas consideraciones apelan directamente a la categorización del género
ensayo, que si bien es definido como “género literario”, tiene la particularidad
de hallarse, quizá más que otros géneros, en un grado de ficción1, digamos,

1
Esta consideración tiene que ver con el estatuto ficcional de todo discurso y con los
grados de ficción que podrían señalarse según la definición de ficción que se considere
y el estatuto de verdad que se le adjudique. En nuestra perspectiva discutimos la idea
de “non fiction” justamente por afirmar lo dicho al inicio de esta nota. Según nuestro
128 El ensayo en la novela: la investigación y las hipótesis. Susana Cella El Ensayo latinoamericano 129

restringida (en el sentido de algo que se opondría a “realidad”, que sería A lo que se agregaría que la función del ensayo no sería la de ofrecer una
producto de la imaginación o invención en contraste con un discurso que se información o los resultados de un trabajo de investigación, o la demostración
apoyara o bien en lo fáctico, en una referencialidad acotada, en pruebas de clara y distinta de una hipótesis, siguiendo una metodología rigurosa, sino
veracidad, en una metodología ceñida fundamentalmente a un rigor de razo- más bien un tipo de discurso cuya función dominante podría ser la apelativa,
namiento que eviccionaría la idea de pura invención). En tal sentido, y como emparentándose así de algún modo con la oratoria, claro que si considera-
opuesto a investigación, en primer lugar tenemos la definición genérica (el mos esta vinculación, surge un interesante enfoque porque esto indicaría, a
ensayo pertenece a la literatura, y no al discurso científico), en este aspecto, se diferencia de aquellos discursos en los que el lenguaje aparece como medio,
le adjudican ciertos rasgos variados entre los que quisiera destacar la idea de y no como materia prima, el cuidado que se pone en su escritura, de modo
que se trata de una suerte de divagación sobre un tema (tema no determinado tal que la cuestión del “estilo” es destacada en contrapunto u oposición con
por una investigación, sino más bien asociado a cierto espontaneísmo ligado la “transparencia” de un lenguaje meramente informativo.
éste a la impulsión o preocupación de quien lo escribe), que no se circuns- No pocas son las discusiones en torno del lugar del ensayo en el cam-
cribe a una organización del texto rígida sino que prevalecería una especie de po del conocimiento. Baste mencionar como ejemplo, el famoso ensayo de
variabilidad y mixtura de elementos que se irían engarzando en el texto más Theodor Adorno, El ensayo como forma3. El estudio de las configuraciones que
o menos libremente, sin una sistematización respecto de la materia o asunto asume la palabra en los diversos discursos sociales enriquece las posibilidades
que trata, y sobre todo que frente a la exigencia de “objetividad” de un texto de análisis de dichos discursos y permite una más afinada interpretación de
no literario, en el ensayo primaría la subjetividad, la voz del ensayista (sea en los mismos. En este sentido, tenemos en cuenta diversas teorizaciones que
primera o tercera persona). La instancia autoral puesta en juego en aquello prestan, desde distintas perspectivas, especial atención a las formas retóricas.
que se focaliza en el escrito, sería un rasgo distintivo. Los nombrados aparecen Así por ejemplo, cuando Cornelius Castoriadis utiliza el sintagma “figuras de
como los más destacables entre otros menos atendibles como los que parecen lo pensable”4, se refiere a la realización del pensamiento en figuras, como
emparejarlo a los de una nota o artículo despojado de complejidades, con construcciones o diseños de significaciones que implican la dimensión
una extensión que estiman breve y en concomitancia con esto, dirigido a un histórica vinculada con la emergencia y condiciones de posibilidad de su
público amplio, lo que supone una similitud del ensayo con algún artículo de conformación. La idea de una imaginación creadora –que podríamos rastrear
divulgación. Sin embargo, no son precisamente estos últimos rasgos los que en el concepto de imaginación de los románticos– está referida a la capaci-
nos interesa destacar aquí, sino aquellos relacionados con la organización del dad de la psique de crear “representaciones” que no guardan una relación
texto, la relación sujeto/objeto, el estilo y no menos importante, su vincula- unívoca ni determinista con un referente y remite a la creación y utlización
ción con la verdad (si se piensa en una idea de verdad objetiva según ciertos de símbolos en el sentido más amplio del término. Asimismo, y teniendo
parámetros de tradición científica ante lo cual, el ensayo, y no sólo el ensayo, en cuenta esa oposición investigación/ ensayo, en el campo historiográfico,
sino que diríamos, la literatura en sus variantes o modulaciones genéricas, no
podría tener tal pretensión de verdad sino más bien un carácter conjetural2). sin búsqueda de una operatividad conclusiva, por tanto, el ensayo aparece emparentado
a esta última modalidad. Sin embargo, intervenciones como las de Perelman-Olbrecht
enfoque seguimos la postulación de Eric Auerbach (1993) en Figura. Tyteca, han puesto en cuestión este tipo de división en favor de la importancia del
2
Si consideramos la tradicional división aristotélica de la Retórica en tres géneros (judicial, discurso epidíctico.
3
deliberativa y epidíctica), el primero de los cuales requiere de un veredicto, el segundo Adorno, Theodor (2003), El ensayo como forma, en Notas sobre literatura.
4
considera acciones a llevar a cabo y el tercero se refiere a valores –positivos o negativos– Castoriadis, Cornelius (1999), Figuras de lo pensable, op. cit.
130 El ensayo en la novela: la investigación y las hipótesis. Susana Cella El Ensayo latinoamericano 131

Hayden White encuentra en la imaginación histórica la posibilidad de señalar primordialmente, por sobre otra instancia (digamos expresiva, referencial o
en las narraciones históricas su “contenido estructural profundo de naturaleza de exposición de un hecho).
poética y lingüística”5, lo que le permite establecer una tropología basada Por otra parte, la narración vista como la otra gran forma discursiva y
en la idea de prefiguración del relato, según una serie de figuras que señala que definiría precisamente un género con sus subgéneros, no excluye la posi-
como principales. Cuando la filósofa española María Zambrano elabora la bilidad de incorporar el aspecto argumentativo. Desde luego, según los casos,
categoría metodológica de “razón poética” y señala el valor de la imaginación podemos establecer la primacía de la narración en tanto registro de accciones
como clave para desasirse de los límites del racionalismo sin anular la razón de los personajes, la descripción (en los tipos de relatos que se orientan a
sino desde una perspectiva capaz de una visión integradora del hombre que “mostrar”, y también en las formas en que se introduce la argumentación
tampoco ceda a las interpretaciones de tipo vitalista, se vale de la construc- (desde luego esta no se confunde con el “argumento”). Así, en algunos casos
ción de imágenes como la aurora (De la aurora) para sus reflexiones donde puede decirse que hay novelas en las que si enumeramos las acciones de los
la temporalidad y el valor de la emergencia de algo visto como saber tiene su personajes, la conversación, el debate, en definitiva, el hablar, adquieren un ca-
momento de emergencia. Massimo Cacciari, en El ángel necesario, orienta sus rácter prevalente por sobre otras; novelas en las que la escenificación propicia
reflexiones a partir de imágenes y figuras del pensamiento y del arte y utiliza el escenario –por ejemplo ubicados en un lugar fijo, detenidos en los avatares
la metáfora del archipiélago (El Archipiélago) para enfrentar el problema de la de un viaje, compartiendo un espacio de trabajo u ocio– para que se entable
identidad y la relación (con el otro). Michel de Certeau analiza críticamente la exposición de argumentos en el diálogo entre los personajes, a lo que se
las tensiones entre lo individual y lo colectivo, la identidad y la otredad, como puede sumar, en la tradición novelística, la presencia fuerte de una instancia
“traducciones” que trazan en nuestro lenguaje, en figuras o metáforas, un len- autoral que efectúa reflexiones sobre la materia tratada, realiza comentarios e
6
guaje diferente” Estos ejemplos sirven a destacar la posibilidad de un pensar incluso juzga las conductas. En ciertas novelas es posible ver más claramente
según lógicas que atienden a la importancia de la configuración discursiva en no sólo esa presencia autoral, sino también el deslinde de las voces del na-
la consecución de un pensamiento que busca por estas vías y poniendo en rrador (o los narradores en los casos en que se produce un desplazamiento
acto las distintas dimensiones constitutivas del ser humano y que exceden lo de la voz narrativa y su correspondiente punto de vista), mientras que en
puramente racional, modos de conocimiento a partir de las posibilidades que otros textos, y claramente podría decirse que la novela a partir de las rupturas
ofrece lo específico literario aun en sus diversas variantes genéricas, o bien, que establece desde las producciones que inauguran una nueva tradición en
justamente, en el entramado discursivo de estas. Es en este aspecto que se las primeras décadas del siglo XX, las modalidades ensayísticas incorporadas
intenta considerar la dimensión ensayística en la novela. aparecen según otros procedimientos.
Si la argumentación es constitutiva del ensayo, no le es exclusiva, no Si partimos de la idea de que la obra literaria instituye una imagen
sólo en las formas del relato (novela o cuento), sino incluso en la lírica, donde resultante de operaciones procedimentales que dan cuenta de imaginarios
puede hallarse en algunos casos como forma prevalente (valga considerar por relacionados con un espacio–tiempo específico (el de su emergencia en tanto
ejemplo ciertos sonetos barrocos, donde podría pensarse que los cuartetos resultante de un proyecto escriturario, pero también el de las recepciones
aparecen como premisas sobre un tema (las finezas de Cristo, por ejemplo) diversas que tal obra puede tener en un lapso inmediato, lo que implica
y los tercetos como conclusiones sobre el mismo) o en poemas en los que considerar también la variabilidad de convenciones de lectura, los virajes
en torno de poéticas de la narración), es posible simultáneamente analizar
5
White, Hayden (1993: 9), Metahistoria. los modos en que los textos literarios adscriben a reglas de construcción y
6
De Certeau, Michel (1995: 200), La toma de la palabra. ordenamientos (teniendo en cuenta la relación regla/ excepción, en tanto
132 El ensayo en la novela: la investigación y las hipótesis. Susana Cella El Ensayo latinoamericano 133

adscripción más notoria a la primera o intensificación de la singularidad tex- veces se le ha adjudicado a la crítica literaria respecto de la obra, en tanto esa
tual en la segunda) respecto de los cuales la obra manifiesta una propuesta manifiesta autorreferencialidad remite a una suerte de pregunta constitutiva,
artística y una experiencia escrituraria que en el caso que nos ocupa está que implica un desafío mayor para el escritor: ¿de qué modo inscribir en
relacionada con los sondeos en torno de la compleja relación entre realidad un texto lo real, aquello que por definición se sustrae a la palabra? Apelar a
y escritura (habida cuenta de que la primera categoría se toma aquí en forma la idea de la inefabilidad de reales tales como el hambre, el dolor y en este
operativa como aquello fuera de la obra y susceptible tanto de delimitaciones caso el genocidio, clausuraría de algún modo la posibilidad escrituraria y la
como de concepciones diversas en lo cual radica precisamente la posibilidad interpretación y lectura del texto si nos anclamos en la enunciación de tal
de su peculiar tratamiento en cada uno de los textos). En tal sentido, la idea imposibilidad. En cambio, indagar cómo textualizar tales referentes, permite
de referente ingresa en estas consideraciones en el doble estatuto de aque- desencadenar la escritura, indagar, dijimos, y en este sentido queremos remar-
llo a que la obra remite respecto de lo intra y extratextual, donde, según el car una dimensión que esa oposición biunívoca entre ensayo e investigación
acento puesto en cada una de estas instancias –que ineludiblemente están estaría clausurando: el ensayo supone la inmersión en un tema, la búsqueda
presentes en todas las obras– dan como precipitado del proceso escriturario de referencias textuales, el diálogo polémico o no con otras postulaciones,
y de las adopciones o rechazos de determinadas formas de relación con la la formulación de hipótesis, la posibilidad de falsearlas o reafirmarlas, algún
referencia, una variabilidad que puede verse, más allá del par opositivo con- tipo de conclusión, sin que esta signifique el establecimiento de una verdad
tinuidad/ ruptura, que llevaría a una cierta esquematización organizada según concebida como única o irrefutable, como verdad objetiva independiente de la
esta disyunción biunívoca, otras lógicas operantes que remiten a procesos de subjetividad. Esto se ve claramente en el final de la novela, desde luego arriba
desplazamiento (discontinuidades o disrrupciones) como de transmutaciones a un desenlace, pero no es un final que de algún modo “aclare” el conjunto de
(traslados, traducción, en el sentido etimológico del término, y otras similares una compleja trama, sino un final cuya incerteza es a la vez la mostración de
signadas por esta lógica de atravesamiento. una precariedad en cuanto a la materia tratada, la preservación de un enigma,
En este sentido, es posible considerar de qué estrategias se vale el no- un misterio no develado. Al mismo tiempo esto no significa una relativización
velista a partir de la prevalencia del género novela, para incorporar formas general de cuanto aparece en los fragmentos que la componen, el carácter
argumentativas ligadas al ensayo. El caso particular que queremos considerar asertivo de algunos enunciados marcan claramente la direccionalidad de la
aquí, porque refiere tanto a lo que los formalistas rusos denominaron la serie novela, inclusive cierto carácter apelativo o epidíctico podría señalarse cifrado
social como a las formas de autorreferencialidad explícita que las vanguardias en la resemantización de un texto periodístico, se trata del diario El Universal
valorizaron, es el texto publicado por primera vez en 1967 por el poeta, ensa- donde se encuentra “El aviso oportuno”, ambas cosas en un contexto donde
7
yista y narrador mexicano José Emilio Pacheco, Morirás lejos. el genocidio es el acuciante tema omnipresente, se trastoca de modo que
En esta novela no sólo se ponen en entredicho ciertas convenciones señala la dimensión abarcativa de esa práctica y advierte sobre la posibilidad
narrativas sino que además tales convenciones son tematizadas en la novela siniestra de su retorno, aun si centrado en el genocidio judío, el texto expande
a partir una serie de procedimientos entre los cuales podría incluirse cierta la cuestión, apela a todos, apela a quienes no quieren oír, inclusive.
forma de comentario (sobre aquello que trata, sobre el modo en que lo hace), La valoración del fragmento en el ensayo (en el texto de Adorno), es
pero siempre, integrado en la propia trama. Cabe aclarar que no se trata de manifiesto en esta novela. Pero esa estructura fragmentaria que hace que no
una especie de teoría novelizada que invirtiera la función ancilar que algunas podamos hablar de capítulos conserva, sin embargo, un rasgo propio de la
tradición, los fragmentos están titulados: “Salónica”, “Diáspora”, “Grossaktion”,
7
La novela fue publicada nuevamente en 1977 luego de un proceso de reescritura. “Totenbuch”, etc., pero al mismo tiempo, esos títulos se van repitiendo con
134 El ensayo en la novela: la investigación y las hipótesis. Susana Cella El Ensayo latinoamericano 135

distinta frecuencia y orden, además de poseer cada uno marcadamente una en esos registros –ordenamientos que remiten a los registros de los nazis– la
extensión variable junto con distintas disposiciones textuales, inclusive en imposibilidad de abarcar y cerrar la cuestión tratada:
cuanto a lo espacial. Por otra parte, los dos primeros, que parecen adscribir
a cierta organización, van luego intersectándose, interpenetrándose con los Terminación de las conjeturas posibles en este momento: las hipó-
otros hasta formar un conjunto que culmina en un apéndice donde se pos- tesis pueden no tener fin. El alfabeto no da para más. Podría recurrirse
tula, como desde el comienzo, una serie de hipótesis narrativas: “Otros de los a letras compuestas, a signos prefenicios o anteriores a la escritura,
posibles desenlaces”. Si pensáramos en los posibles narrativos de Brémond, semejantes a las inscripciones en el chopo o las que traza eme con
podríamos decir que en esta novela, en lugar de constituirse una lógica según la uña del índice izquierdo en la pared de yeso contigua a la ventana
la cual se va efectuando una elección que concatena una historia dándole una e inmediata, por tanto, a su visión ligeramente oblicua del parque.
coherencia (en el sentido lingüístico del término), aquí lo que parece suceder Falla entre otras innumerables: el narrador ha dicho quién puede
es que todos esos posibles narrativos están activados, y la lógica en todo caso ser el hombre sentado pero no tenemos sino vaguísimas referencias
que se juega queda cifrada en, vale la repetición, las posibles identidades de los a eme. Fiel a sus monótonas elipsis, a su forma de pasar el tiempo y
dos, por llamarlos así, personajes de la escena reiterada: eme (el nazi) y Alguien deshacer la tensión de una inminencia, el narrador propone ahora un
(el que lo observaría). El tratamiento es entonces hipotético también en este sistema de posibilidades afines con objeto de que tú escojas la que
aspecto. La dimensión del personaje es otro de los elementos que la novela creas verdadera (cursivas de J. E. Pacheco, pp. 71–72)
cuestiona en sus numerosas hipótesis actuando más bien indicialmente que
constituyendo una entidad literaria con características definidas, que harían En el nivel de la voz narrativa encontramos también esta misma inde-
a una forma de personaje adscribible a la tradición, para en cambio situarse cidibilidad, las personas gramaticales se enlazan (primera singular y plural,
más bien en una especie de difuminación–intensificación de esta instancia, tercera, apelación en segunda). Ese escoger la posibilidad induce un sistema
por paradójico que parezca: los personajes tienen una fuerte presencia y al de verdad se afirma en los loci precedentes: “afines con el objeto”, lo que
mismo tiempo no presentan la consistencia visible en otros textos, ni siquiera implica una direccionalidad del relato congruente con el aviso oportuno que
a partir de una nominación verosímil. abre y cierra el texto. Como se ve en este fragmento, que se encuentra dentro
Pero además la indagación acerca de cómo escribir la matanza8, se vale de uno de los fragmentos titulados SALONICA (fragmentado a su vez en el
no sólo de una profusa intertextualidad explícita e implícita, ya desde el mismo interior), la historia está enlazada con las hipótesis, no aparecen estas des-
título (Séneca–Quevedo), sino también de una creciente y aun angustiante ligadas sino como una confluencia entre la instancia de narrar y lo narrado,
enumeración para lo cual se ponen en juego distintos sistemas: ordenamiento lo que implica una no aleatoriedad de las acotaciones que se hacen sobre
alfabético, números en latín, en alemán, cifras romanas, signos gráficos de esto último, sino una necesariedad que justifica los procedimientos puestos
separación de párrafo, etc., como modo de mostrar la imposibilidad de agotar en juego. A los que cabe agregar, en esa búsqueda de signos, los grafos que
aparecen al comienzo de los fragmentos: símbolos de diversa procedencia,
de los cuales el que encabeza GROSSAKTION (una suerte de cruz gamada) es
8
En el nivel de la historia los hechos narrados son: la escena entre eme y Alguien ubicadas quizá la referencia más marcada.
en el presente (es decir, como en coincidencia entre tiempo de la enunciación y del enun- Quisiera comentar en particular una relación posible en cuanto a esos
ciado); la destrucción del Templo de Jerusalén en el siglo I bajo el Emperador Romano grafos que aparecen en el texto. Un organismo que integraba las SS, llamado
Tito Flavio Vespasiano, la Segunda Guerra Mundial en el campo de concentración nazi. Deutsches Ahnenerbe SS fue creado con el objetivo de indagar y estudiar
136 El ensayo en la novela: la investigación y las hipótesis. Susana Cella El Ensayo latinoamericano 137

símbolos que sirvieran a exaltar la raza aria. Esta sociedad conocida como Bibliografía
Herencia de los Ancestros buscaba fundamentar sobre supuestas bases cien-
tíficas la doctrina nazi, la búsqueda incluía investigaciones sobre ciencias Adorno, Theodor. 2003. Notas sobre literatura. Madrid: Akal.
ocultas, esoterismo, leyendas, folklore, etc., es decir, no sólo se trataba de la Auerbach, Eric. 1993. Figura (Berna, 1944). Paris: Editions Belin.
ciencia en el sentido habitual en que la entendemos, sino que, aun aquí, se Balibar, Etienne. 1995. Nombres y lugares de la verdad. Buenos Aires: Nueva
ve la importancia de acudir a una serie de manifestaciones de imaginarios Visión.
diversos para consolidar un pensamiento que aparezca con rasgos de dogma Barthes, Roland, Investigaciones retóricas I. La antigua retórica, Barcelona,
fundamentado y con una finalidad determinada. Esas investigaciones tendrían 1982. Barthes, Jean Cohen, Tzvetan Todorov, y otros, Recherches Rhétori-
luego su aplicación práctica, la experimentación requerida por la dinámica ques. Communications no. 16, Paris, Editions du Seuil, 1970.
de los estudios, necesitaba de “conejos de indias” y esto fueron precisamente Cacciari, Massimo. 1999. El Archipiélago, Buenos Aires: Eudeba.
los prisioneros de los lager. El símbolo distintivo era una runa llamada “runa Castoriadis, Cornelius. 1999. Figuras de lo pensable. Valencia: Universitart
de la vida”. de Valencia, Frónesis.
En la novela, parece un grafo similar, pero invertido, lo que podría inter- Castoriadis, Cornelius. 1983. La institución imaginaria de la sociedad. Bar-
pretarse en todo caso como “runa de la muerte”, y está ubicado en la novela celona: Tusquets, Barcelona.
precisamente sobre el subtítulo del fragmento DESENLACE. Castoriadis, Cornelius. 2004. Sujeto y verdad en el mundo histórico social,
México: FCE.
Cirlot, Juan Eduardo. 1991. Diccionario de símbolos, Barcelona: Labor.
Morirás lejos aparece entonces como un relato resultante de una in- De Certeau, Michel. 1995. La toma de la palabra. México: Universidad
quietud, de una obsesión, de algo que impulsa a la escritura, para discurrir Iberoamericana.
sobre un tema al tiempo que para poner en cuestión el modo de hacerlo y Genette, Gérard. 1970. Figuras. Córdoba (Argentina): Ediciones Nagelkop.
para mostrar de qué modo se ha llevado a cabo, en definitiva, una escena (Paris: Editions Du Seuil, 1966).
problemática inaugural, un desarrollo que va entretejiendo los núcleos narra- Pacheco, José Emilio. 1967. Morirás lejos. México: Joaquín Mortiz.
tivos conjuntamente con las hipótesis sobre ellos, que imprime al relato una Pacheco, José Emilio. 1977. Morirás lejos. México: Lecturas mexicanas.
direccionalidad marcada justamente por la conjunción entre lo argumentado y Perelman, Chaïm y Lucie Olbrechts–Tyteca. 1958. Traité de l’argumentation:
lo narrado. El modo en que lo ensayístico y lo novelístico se imbrican en uno La nouvelle rhétorique. Paris: Presses Universitaires de France. (Traducción
de esos temas límites –los reales mencionados– que constituyen, cuando se española, 1994, Madrid: Gredos).
eluden clisés o tratamientos superficiales o aun morbosos, un máximo desafío. Todorov, Tzvetzan. 1978. Los géneros del discurso, Caracas: Monte Avila.
Todorov, Tzvetzan. 1982. Simbolismo e interpretación, Caracas, Monte Avila.
White, Hayden. 1993. Metahistoria, Buenos Aires, Paidós.
Zambrano, María. 1999. De la Aurora. Córdoba (Argentina): Alción.
El Ensayo latinoamericano 139

El ensayo: presentación y representación


Liliana Weinberg

“Nuestro mundo acaba de encontrar otro”, anota Montaigne en De los


coches (III, VI)1. Se trata en este caso de uno de los ensayos más maduros y
celebrados del gran articulador del género, en los que ofrece una de las más
tempranas –si no la más temprana– visiones del anticolonialismo, en que, a
propósito de la denuncia de la mala fe con que el europeo se va apoderando
de un mundo que lo recibe de buena fe, el ensayista emprende una crítica
de las leyes y las instituciones de su propia cultura. Al traer a presente, al
presentar y representar las noticias que llegan de y sobre América, Montaig-
ne se obliga a sí mismo a ampliar su punto de mira y reflexionar sobre las
costumbres de épocas pasadas y de su propia época, sobre autores clásicos
y experiencias contemporáneas, a reunir lecturas y saberes, de modo tal que
en última instancia logra reapropiarse del escepticismo griego para aplicarlo
a la comprensión de una experiencia de mundo que se ve dilatarse a sí mis-
ma. Extiende al mismo tiempo las reflexiones que su amigo La Boétie había
dedicado a la servidumbre voluntaria para otro caso novedoso que hay que
entender: el de la servidumbre involuntaria. De los coches, hermano mayor
de ese otro ensayo que tanto ha ocupado también a los americanos, De los
caníbales (I, XXXI), representa un regreso al tema americano pero a la vez un
salto cualitativo en cuanto integra ahora, cuando han pasado ya cincuenta
años del descubrimiento del nuevo mundo, la otra visión de la conquista, que
es la del Padre Las Casas. En rigor, Montaigne representa y con Montaigne
se representa un momento clave en el cambio de la idea de representación:
la tensión, rastreable hacia el Renacimiento, entre dos nociones que parecían

1 Michel de Montaigne, 1962, Oeuvres complètes, (Bibliothèque de la Pléiade 14), textos


establecidos por Albert Thibaudet y Maurice Rat, introducción y notas de Maurice Rat,
París: Gallimard. Entre las distintas traducciones al español, sigo la de Ensayos, 1985,
ed. y trad. de Dolores Picazo y Almudena Montojo, 3 vols, Madrid: Cátedra.
140 El ensayo: presentación y representación. Liliana Weinberg El Ensayo latinoamericano 141

identificables: la de representación en cuanto simbolización y en cuanto dele- El breve recorrido que aquí propongo por el territorio del ensayo tiene
gación. Se trata de una cuestión que se resuelve en las dimensiones epistémica como guía esta tensión fundamental entre las distintas nociones de represen-
y jurídica, en un proceso que de tan radicales consecuencias habrá de resultar tación y explica esta participación en dos campos, el literario y el político, que
2
para el género que nos ocupa . Y Montaigne alcanza aún a vislumbrar otro hace a los problemas para la propia consolidación del campo intelectual. Invito
de los sentidos de la representación en cuanto tipicidad, que habría de tener al auditorio a emprender un recorrido por este tema y problema característicos
mayor desarrollo en el XVIII, y el de representación como reproducción exacta, del ensayo en general y del ensayo latinoamericano en particular.
como encarnación visual de una realidad preexistente, en una acepción que, A partir del gesto de Montaigne el ensayo se convierte en aquello que
como afirma Raymond Williams, entrará en contradicción con la idea de re- remite siempre al acto interpretativo que le da origen, un interpretar activo, que
presentación política: “el énfasis por la reproducción exacta es contradictorio nos recuerda que lo dicho es inseparable del decir, el enunciado está de algún
con el principal desarrollo en sentido político”, leemos en Palabras clave: modo doblado por el comentario del enunciador sobre su propia enunciación.
El ensayo es juicio y acto de juzgar que saca de sí y explicita los propios valores
Hay pruebas de ciertas superposiciones entre los sentidos indepen- juzgadores, es interpretar activo, es pintura del mundo y de sí mismo4.
dientes de representativo y representacional como vocablos del arte y Representar el acto de descubrimiento implica hacerlo presente en un
la literatura… no hay una identidad necesaria entre el sentido de típico nuevo espacio de discusión y a la vez sacar a la luz, volver a leer diversas
y el de necesariamente representado. El grado de superposición posible fuentes, evocar ejemplos extraídos de los autores clásicos, traer incluso noticias
entre representativo y representación en sus sentidos artístico y político de la campaña contra los turcos y evocaciones de los egipcios, para ampliar el
es muy difícil de estimar. En el sentido de “típico”, que luego actúa por horizonte y recolocar la mirada. De los coches comienza por la representación
(como o en lugar de) otras personas o cosas, en uno u otro contexto, de un mundo en movimiento, menciona ejemplos de la variedad de formas
hay probablemente un profundo supuesto cultural común. Al mismo y usos de los transportes, incluida su propia experiencia, desafortunada en el
tiempo, en este supuesto se plantea la contradicción expresada tanto en mar pero gozosa si se trata de Montaigne a caballo, para pasar luego, en un
los argumentos sobre la democracia representativa como en los referidos movimiento que se puede reconocer a la vez como azaroso y necesario, en
a las relaciones entre lo representacional y lo representativo en el arte3.
4 En lugar del término “origen” prefiero, siguiendo a Foucault y Said, el de “comienzo”,
2 Un trabajo pionero y fundamental sobre el tema es el de Hanna Fenichel Pitkin, 1972, The en cuanto el segundo envía a una dimensión secular y a lo producido por el hombre,
concept of representation, University of California Press. Como escribe otra estudiosa, en y el primero se asocia en general a la órbita de lo divino, mítico y privilegiado. Escribir
una observación que nos permite pensar en el modelo de Montaigne, “Representar es es apoderarse del lenguaje, en lugar de basarse en la tradición. Para Said, los textos
sustituir a un ausente, darle presencia y confirmar la ausencia. ¿Puede una cosa hacerse son “mundanos, situados, implicados en condiciones sociales y políticas reales, las
representar por otra sin perder al mismo tiempo lo que gana, una presencia efectiva, condiciones específicas de producción que contribuyen a generar significado”. Los
ya que para hacerse conocer debe ausentarse de lo que representa? La representación, textos restringen su propia interpretación ubicándose, interviniendo en determinadas
al reemplear y suplementar a su modelo, pecaría a la vez por defecto (es menos que coyunturas ideológicas y estéticas. Los textos están marcados por una interacción en-
el modelo) y por exceso (su apariencia nos hace gozar y nos engaña)”, véase Corinne tre su discurso y los contornos de su proyectada recepción. Los textos representan un
Enaudeau, 1998, La paradoja de la representación, 27, Buenos Aires: Paidós. sistema de fuerzas institucionalizadas por la cultura dominante con algún costo para
3 Véase la entrada correspondiente a ‘representación’ en Raymond Williams. 1976. Palabras sus componentes. Abre un espacio de intermediación dentro de la sociedad civil para
clave, Buenos Aires: Nueva Visión. el intelectual y el crítico.
142 El ensayo: presentación y representación. Liliana Weinberg El Ensayo latinoamericano 143

la crítica al dispendio real y en la reflexión de todo jurídico y moral sobre la que implica participación sin pertenencia (Derrida), es la ley detrás de la ley
relación entre vasallos y señores: evoca a Cicerón para pensar la nueva rea- del ensayo: “la toma de conciencia de esa necesaria perspectiva”. El ensayo
lidad de su tiempo: es así la adopción de un punto de vista pero al mismo tiempo el despliegue,
ante el lector amigo, de las condiciones que hacen posible la representación de
No se da la jurisdicción a favor del que la reparte sino del que la un nuevo mundo a partir de un nuevo mirador. Y esto trae aparejado el grave
recibe. Jamás se nombra a un superior para su provecho sino para el problema de la validación de la representatividad de las representaciones, que
provecho del inferior, y a un médico para el enfermo, no para sí. Toda será constante para todo autor de ensayo y la permanente necesidad de dar
institución, como todo arte, tiene su fin fuera de ella: Ningún arte está una garantía del discurso, que será para Montaigne la buena fe y que tiene
encerrado en sí mismo. que ver con la asunción responsable de la palabra. Se firma un convenio de
lectura que implica confianza (trust) y obligatoriedad por ambas partes.
El movimiento de apertura de la reflexión que se desata en De los coches Si como ha dicho Alfonso Reyes en el mundo griego se desencadenan el
acompaña el movimiento del descubrimiento del nuevo mundo americano. La desencanto mítico y la crítica en cuanto la palabra se pone por primera vez
mirada de Montaigne se amplía para poder registrar que es el propio mundo frente a la palabra, con el Renacimiento se descubren no uno sino muchos
conocido el que se está ampliando: “Nuestro mundo acaba de descubrir otro”, mundos, como el americano, el pasado y el futuro, el del libro nunca antes
y se ha pasado, como diría Zizek, de la idea de abismo a la de horizonte. Esta leído y el de la experiencia nunca antes tomada en cuenta y con ello se des-
apertura en la visión del mundo se acompaña de una apertura en la versión cubre el mundo del sujeto así como el de la posibilidad de su presentación
del mundo y nos lleva a un lugar en que los problemas de representación y representación. Con ello se abre a la vez un problema epistémico, ético y
artística se tocan con los problemas de representación jurídica, en cuanto estético, que sigue atenazando a la gran familia de textos que nos ocupa desde
tomar distancia implica someter a crítica nuestras propias leyes, costumbres, su nacimiento, como esencial heterogeneidad, como radical representación del
5
instituciones y códigos de conducta . problema de la representación, insisto, en el sentido epistémico y artístico,
Con la posibilidad de que el sujeto se ponga frente a sí mismo y tome dis- pero a la vez profundamente ético, ligado a la reapertura de la filosofía moral.
tancia de lo propio, espejo, retrato y autorretrato a la vez hecho por el propio Y si como tal entendemos también el problema de la asunción y delegación de
retratista y tome conciencia de dicha distancia se abre uno de los grandes ejes la palabra: una delegación que es literal y metafórica, intransitiva y transitiva,
del ensayo: su propia ley, que es la toma de perspectiva. Esta ley del género cerrada y abierta, irreversible y reversible, veremos que Montaigne descubre
también un nuevo mundo en el más hondo sentido moral, y se coloca propo-
sitivamente en un mirador que le permite examinar lo político desde lo moral:
5 No deja de ser sintomático que el término no tenga todavía una entrada especial en la “mala fe”, la distancia respecto de la representación absolutamente veraz del
varias de las más primeras compilaciones en el campo de los estudios culturales, tales mundo que es la clave de toda representación artística se ve ahora aplicada a
como el Diccionario de teoría crítica y estudios culturales compilado por Michael Payne y dar cuenta de la “buena fe” del intento. El problema de la representación irá
publicado en 1996 en inglés, con traducción al español de Patricia Willson, Paidós, 2002, de la mano del problema de la legitimidad.
mientras que sí toma ya carta de ciudadanía en los diccionarios de autores latinoameri- Releamos la tan conocida advertencia “Al lector”:
canos más recientes, como los coordinados por Carlos Altamirano, Términos críticos de
sociología de la cultura, Buenos Aires, Paidós, 2002, o Mónica Szurmuk y Robert Irwin, He aquí un libro de buena fe, lector. Desde el comienzo te advierte
Diccionario de estudios culturales latinoamericanos, México, Siglo XXI editores, 2009. que con él no persigo ningún otro fin que el doméstico y privado. Yo no
144 El ensayo: presentación y representación. Liliana Weinberg El Ensayo latinoamericano 145

he tenido en él en consideración ni tu servicio ni mi gloria. Mis fuerzas conquistadores y les privaréis de toda ocasión para tantas victorias”. Amis-
no son capaces de tal designio. Lo he dedicado a la comodidad particular tad como regla básica para el mejor de los diálogos, buena fe como regla
de mis parientes y amigos a fin de que, cuando me hayan perdido (lo que de sinceridad y garantía para el buen entendimiento. El ensayo surge así
muy pronto les sucederá), puedan encontrar en él algunos rasgos de mi no sólo cuando los avances tecnológicos y en los conocimientos geográ-
condición y humor, y por este medio conserven más completo y más vivo el ficos hacen que un mundo logre descubrir otro, sino también cuando se
conocimiento que tuvieron de mí. Si lo hubiera hecho para buscar el favor instauran nuevas redes y mecanismos para la circulación de las noticias e
del mundo, me hubiera adornado mejor y me presentaría en una actitud ideas que obligan a abrir nuestras bibliotecas y nuestras certezas a nue-
estudiada. Yo quiero sólo que en él me vean en mi manera de ser sencilla, vos datos y ponerlas en diálogo con nuevos autores, en un nuevo acto de
natural y ordinaria, sin contención ni artificio, porque es a mí mismo a intermediación que facilita el ingreso de nuevas voces: tal el caso de este
quien pinto. Se leerán aquí mis defectos en vivo y mi forma de ser ingenua ensayo, donde, como ha probado de manera elocuente Juan Durán Luzio,
tanto como me lo ha permitido el respeto público. Que si hubiera yo estado Montaigne no sólo está citando a López de Gomara o Fernández de Oviedo
en esas naciones que se dice que viven todavía en la dulce libertad de las sino también dialogando ya con el padre Las Casas.
primeras leyes de la naturaleza, te aseguro que gustosamente me hubiese No es así casual que, como se comprueba al recorrer el temario de este
pintado de cuerpo entero y totalmente desnudo. Así, lector, yo mismo soy encuentro, haya una permanente preocupación en torno del ensayo en su
la materia de mi libro: no es razón para que ocupes tu ocio en tema tan vínculo con el trabajo intelectual y la representación artística, o, para decirlo
frívolo y vano. Adiós, pues. De Montaigne, este primero de marzo de 1580. en los términos de Edward Said, el magno tema del ensayo nos conduce una
y otra vez a ese otro gran tema que es el de las “representaciones del intelec-
Como se ve, Montaigne hace un audaz movimiento de repliegue hacia tual”. Said nos ha dejado en muchos de sus textos certeras y conmovedoras
la experiencia del yo a la vez que de planteo de la posibilidad de la represen- reflexiones sobre el exiliado y el intelectual, que en buena medida se pueden
tación, en un juego que mucho evoca los esfuerzos que por la misma época aplicar también a la experiencia de muchos de los más grandes pensadores
están haciendo los artistas renacentistas dedicados al retrato y al autorretrato: latinoamericanos:
en este caso se trata de la representación del yo a través de la palabra, aunque
todos sus ensayos se verán atenazados por el paso del yo al nosotros y a la Debido a que el exiliado ve las cosas en función de lo que ha dejado
humanidad toda, en un ejercicio que quedará validado por él mismo cuando detrás y, a la vez, en función de lo que le rodea aquí y ahora, hay una
declare que cada uno representa la condición humana toda6. doble perspectiva que nunca muestra las cosas aisladas. Cada escena o
El ensayo es un tomar la palabra y un poner en suspenso nuestro situación en el país de acogida evoca necesariamente su contrapartida
juicio, en un gesto anticipado que busca permanentemente validarse a sí en el país de procedencia. Intelectualmente esto significa que una idea
mismo y hacer una protesta de sinceridad y buena fe en un mundo ya o experiencia se ve siempre contrapuesta con otra, haciéndolas aparecer
atestado de mala fe, como ha sucedido con esos pueblos de América “… por lo mismo a ambas en ocasiones bajo una luz nueva e impredecible:
sorprendidos so pretexto de amistad y de buena fe, por la curiosidad de de esta yuxtaposición obtiene uno una mejor y tal vez más universal
ver cosas extrañas y desconocidas, contad con esta desigualdad en los idea de cómo pensar […] acerca de un tema […] en una situación por
comparación con otra.7
6 He trabajado estos temas con mayor detalle en Liliana Weinberg, Situación del ensayo,
México, CCyDEL-UNAM, 2006. 7 Edward W. Said, Representaciones del intelectual, Barcelona, Paidós, 1996, p. 70.
146 El ensayo: presentación y representación. Liliana Weinberg El Ensayo latinoamericano 147

Ha insistido también Said en que, lejos de tratarse de un profesional más, primera ley del ensayo es para Adorno la herejía, y es posible que el ensayo
represente no sólo el mundo sino el acto de representarse el mundo por
…el intelectual es un individuo con un papel público específico parte de un autor.
en la sociedad que no puede limitarse a ser un simple profesional sin De allí la radical heterogeneidad del ensayo, su radical apertura, su fun-
rostro, un miembro competente de una clase que únicamente se ocupa damentación última como puesta en duda de las certezas absolutas. La idea
de su negocio. Para mí, el hecho decisivo es que el intelectual es un de delegación metafórica y reversible de la palabra anida en los entresijos
individuo dotado de la facultad de representar, encarnar y articular del ensayo. Es la buena fe que se coloca siempre el correctivo de la puesta
un mensaje, una visión, una actitud, filosofía u opinión para y a favor en duda, que se examina como respuesta anticipada a una acusación posible
de un público8. de mala fe.
Abriéndose camino entre las certezas absolutas, los saberes indiscutidos
Tal es uno de los temas que se nos imponen como imperioso en esta y el espíritu de la ley, el ensayo se escinde en sus comienzos de la letra del
nueva agenda a la hora de pensar, doscientos años después, el ensayo en esta notario; la escritura abierta se aparta de las escrituras cerradas, se vuelve ejer-
parte del mundo que el viejo mundo se dio en llamar América, para recuperar cicio de estilo cuando nace en un mundo de alta densidad jurídica, saturado y
en esta hora el profundo alcance moral y jurídico que tiene la cuestión. sin resquicio de libertad ni de opinión, donde la doxa es ya desde el principio
Mientras en distintas partes del continente sectores hegemónicos de la considerada heterodoxia respecto de una episteme única, a la que se atribuye
política, las empresas y las finanzas se enquistan en el poder y hacen suyo un alcance universal y una fuerza normativa, y pide para sí el derecho a la
el derecho al ejercicio del poder y del dinero, esto es, mientras se apropian toma de distancia paradójica.
y toman al pie de la letra y de manera perversa la potestad de la delega- El ensayo es así una honda puesta-en-perspectiva del mundo del autor y
ción, a la que atribuyen un carácter irreversible, en el acto de representar la su lector; es la re-presentación del problema de la representación, es la puesta
palabra el ensayista nos descubre que esa delegación es reversible, o, para en escena de la cuestión de la legitimidad de las representaciones, de su ser o
decirlo con Tomás Segovia, esa delegación de la palabra es metafórica y no no ser, y es éste a la vez, como ya he dicho, un problema de hondos alcances
literal. De allí ese primer gesto, esa primera decisión, esa primera ley del epistémicos, artísticos y morales.
ensayo, que es la toma de perspectiva, por parte del que piensa, respecto Si tomamos en cuenta la propia oscilación que hay en el título de las
de la cosa pensada. El ensayo es la representación del proceso mismo de primeras ediciones de la obra de Montaigne, en el sutil paso asuntivo de la
representar, pero una representación siempre exigida por el problema de concepción más temprana de los ensayos como pruebas o intentos de Mon-
la representatividad, de la validez de la palabra adoptada, tomada como taigne a los ensayos como textos escritos por Montaigne y asumidos como
respuesta responsable dentro del polifónico concierto del espectro público. obras con su propia legitimidad, veremos que el representar como actividad
La capacidad de representación de la palabra del otro no es una garantía viva, como dinámica que siempre vuelve a presente, queda también desde
absoluta del sentido para el autor: es eso precisamente lo que hace del en- entonces puesta en evidencia.
sayo, en sus mejores, más valientes y riesgosas manifestaciones, un género Al mismo tiempo, y como forma de resolución de este conflicto de base,
fronterizo, dinámico, de puesta en duda de la delegación de la palabra, de el ensayo se torna también una honda puesta-en-presente del mundo del au-
equilibrio inestable y siempre pronto a reabrirse a una reconsideración. La tor y su lector; es la re-presentación del problema de la representación, es la
puesta en escena de todo lo que detona el traer a presente de una reflexión
8 Ibid., pp. 29-30. en pleno proceso de apertura y emancipación del peso de la tradición: nuestro
148 El ensayo: presentación y representación. Liliana Weinberg El Ensayo latinoamericano 149

mundo acaba de encontrar otro, y esto trae aparejados hondos problemas El ensayo como interpelación.
epistémicos, estéticos, éticos. Traer a presente el problema de la representa- Notas sobre ensayo, cultura y
ción implica poner en perspectiva la ley de la representación. Toda poética política en América Latina1
del pensar es a la vez una política del pensar. Mónica E. Scarano

Las vísperas del Bicentenario de la vida independiente en Hispanoamé-


rica pueden ofrecer una oportunidad para revisar reflexiva y críticamente las
condiciones simbólicas que favorecieron ese proceso en nuestras naciones
así como los registros discursivos que lo formalizaron. En este marco, la
elección del ensayo como objeto de discusión y replanteo no resulta arbitra-
ria. Como se sabe, desde los inicios de los debates acerca de la construcción
de los estados nacionales en los territorios que hoy identificamos como
’América Latina’, el ensayo, en tanto forma incipiente o alguna otra de sus
formas afines precedentes, que denominamos ‘protoensayísticas’ no sólo
acompañó los avatares de la organización de nuestras repúblicas sino que
agenció proyectos que trascendían las divisiones territoriales para imaginar
nuevas identidades supra o transnacionales, regionales, continentales y
hemisféricas. Ante la enorme diversidad temática y formal que presenta el
‘género’ en estas regiones, hemos optado por limitar nuestras observacio-
nes a una modalidad particular de ensayo que ubicamos en el cruce entre
cultura y política. Nos referiremos concretamente a su función interpelativa,
una condición que resulta ineludible en toda construcción identitaria. En
este sentido, estas notas en la medida en que sintetizan sólo un aspecto
desarrollado en el contexto de una investigación mayor, sondearán el ensayo
como ‘discurso cultural’,2 vale decir: el ‘ensayo de interpretación nacional o

1 Nuestro trabajo se enmarca en dos proyectos grupales en curso: “Espacios y retóricas de


la modernización urbana en América Latina…” (PIP–CONICET) y “Afiliaciones culturales
en escritores–intelectuales latinoamericanos (fin del siglo XIX y 1ª mitad del XX)”, ambos
desarrollados con mi dirección con subsidios del CONICET y de la Universidad Nacional
de Mar del Plata, respectivamente, y radicados en el Centro de Letras Hispanoameri-
canas de la Facultad de Humanidades de esa universidad.
2 Conviene señalar que aquí hacemos un uso operativo de esta noción, para referirla en
150 Notas sobre ensayo, cultura y política en América Latina. Mónica Scarano El Ensayo latinoamericano 151

continental’ que desarrolla una respuesta autocomprensiva en clave cultural, reconfiguraciones. Se planteará así una doble dificultad toda vez que se
con el propósito de estudiarlo ‘en situación’, en las diferentes instancias intente estudiar ese género fundacional en este contexto en particular.
socio–culturales y políticas en que interviene, y examinarlo como un ‘acto Ahora bien, si como ejercicio indagatorio de escritura, tentativo y perfec-
de interpelación’. Cabe destacar que la orientación de nuestro enfoque surge tible, nunca definitivo, el ensayo pudo haberse insinuado ya, aún sin oficiali-
de constatar la copiosa presencia de la práctica ensayística en la historia zarse, en la modalidad barroca del “discurrir a lo libre”, cultivada por Baltasar
cultural e intelectual latinoamericana postindependiente, sobre todo a partir Gracián y, más adelante, en otros tipos textuales que lo anunciaban –epístolas,
de la profusión de textos catalogados como ensayos u otras formas cercanas diálogos, sermones, proclamas, críticas, comentarios y otros discursos agonís-
que ofrecen un marco discursivo adecuado para la organización cognitiva ticos o polémicos–, a pesar de la prosapia más antigua que algunos críticos
de significaciones culturales y su dimensión reflexiva metatextual.3 Hay que le asignan, hoy en día existe un amplio consenso que nos permite sostener
advertir, por otra parte, que si el ensayo es por naturaleza un ‘género’ for- que el ensayo nació moderno y despuntó en suelo americano en el siglo XIX,
malmente complejo, casi inaprensible y disciplinariamente impreciso, estos libre del peso de un canon rígido, y ligado a las nuevas ideas que llegaban
rasgos se intensifican en el campo de los estudios literarios y culturales desde los centros culturales europeos, sobre todo desde Francia e Inglaterra.
latinoamericanos, un campo que ya Antonio Cornejo Polar (1994) avizoró Lejos del signo rupturista, escéptico y transgresor, con que se suele asociar su
conflictivo y diverso, que aún hoy suscita debates y es objeto de sucesivas aparición en la escena europea con Montaigne, el ensayo irrumpió como un
género fundacional que anticipaba la modernidad en el horizonte discursivo
particular al tipo de ensayo con que trabajamos, ya que, en su acepción corriente, ella de las elites intelectuales hispanoamericanas, “el primer género mayor no
abarca distintos tipos de textos no exclusivamente ensayísticos. recibido a través de la cultura colonial” (Gómes, M. 1995), tan sólo insinuado
3 Remitimos tanto a textos que prepararon la oficialización del ensayo culturalista como las en los últimos siglos de nuestra historia colonial bajo formas embrionarias
cartas y discursos de Simón Bolívar, los escritos de Simón Rodríguez y Andrés Bello, las que le allanaron el camino para su consagración como género eminentemente
lecturas del Salón literario del ’37, y a ensayos propiamente dichos, de muy distinto valor argumentativo, tal vez el más dúctil y eficaz para exponer y discutir ideas. En
estético, escritos por Esteban Echeverría, Domingo F. Sarmiento, Juan Bautista Alberdi, aquellos textos que documentaron la “prehistoria” del género (Vitier 1945), el
José V. Lastarria, Juan Montalvo, Francisco Bilbao, José Martí, Eugenio María de Hostos, ensayo aparecía vinculado con el espíritu de esos tiempos tan proclives a los
Manuel González Prada, Ingenieros, José Enrique Rodó, Rubén Darío, Manuel Ugarte, gestos y hábitos modernos de las nuevas subjetividades emergentes, como las
Ricardo Rojas, Justo Sierra, Alfonso Reyes, Alcides Arguedas, José Vasconcelos, Pedro Hen- prácticas de autoconciencia y autocrítica colectivas.
ríquez Ureña, José Carlos Mariátegui, Octavio Paz, Carlos Fuentes, entre tantísimos otros. Quizás fue la ausencia inicial de una tradición ensayística aquilatada en
Pensamos además en textos afines como Inventamos o erramos de Simón Rodríguez, el Latinoamérica que limitara su libertad formal, excepto la pauta impuesta por
Plan revolucionario de operaciones de Mariano Moreno, los Diálogos de diversos muertos el imperativo de construir un discurso eficaz, la que contribuyó a imprimirle
sobre la independencia de América de José Cecilio del Valle, el Fragmento preliminar… una fisonomía peculiar a esa “forma de pensamiento” (Nicol, E. 1961) deveni-
y la Acción de la Europa en América de Alberdi, los Viajes … de Sarmiento, el Prólogo da estrategia de escritura, que ganó protagonismo en las etapas fundacionales
al “Poema del Niágara” de Martí, algunos discursos de Páginas libres y Horas de lucha y en los momentos más críticos de nuestra historia. Por otra parte, no hay
de González Prada y las Notas sobre la inteligencia americana de Alfonso Reyes, y ya que olvidar la substancial connivencia del ensayo con el periodismo, con una
avanzado el siglo XX, Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar de Fernando Ortiz, larga tradición en la Europa insular y continental y, en particular, en el siglo
El laberinto de la soledad de Octavio Paz, Tiempo mexicano de Carlos Fuentes y otros XIX, con el fenómeno del diarismo, donde ese acto de “pensar en el papel”
innumerables ejemplos incluso en los márgenes del género. encontró lugar en el espacio acotado y heterogéneo de las páginas de las
152 Notas sobre ensayo, cultura y política en América Latina. Mónica Scarano El Ensayo latinoamericano 153

publicaciones periódicas, lo que aceleró su difusión, favoreció una comuni- dos relaciones en el estudio del género: en primer lugar, revalorizamos el vín-
cación más inmediata y dinámica con el público lector y le permitió abrirse culo entre literatura y cultura como contexto de lectura y, en segundo lugar,
a revisiones y expansiones posteriores. No obstante, todas estas razones no privilegiamos la dimensión pragmática y argumentativa de estos textos y su
bastan para explicar cabalmente el desarrollo singular del formato ensayístico comportamiento en la trama interdiscursiva con la que dialogan, polemizan
y sus formas afines, que dio cauce expresivo en Latinoamérica a la tarea re- e interactúan, con el fin de superar las limitaciones del contenidismo do-
flexiva e interpretativa, acometida obsesivamente por letrados e intelectuales minante en las aproximaciones tradicionales al género.
sobre sí mismos, sus territorios y sus problemas. En cuanto a la primera relación, importa analizar estos ensayos en el
Sin duda, un factor decisivo para su aparición en estas latitudes fue la marco de la formación discursiva que entreteje la ‘identidad–diferencia latinoa-
existencia de un campo de cuestiones pendientes de propuestas y replan- mericana’, pensándolos a escala continental y destacando la relación existente
teos que urgía discutir, definir y resolver y que reclamaban las competencias entre la forma misma de la enunciación en la puesta en escena argumentativa
cognitivas, argumentativas y polémicas, propias del ensayo, y cierta voluntad (Vignaux, J. 1976) y el objeto de la reflexión, es decir: los rasgos propios de la
colectiva de señalar obstáculos, encontrar soluciones concretas y diseñar comunidad imaginada (Anderson, B. 1993) que, transida de contradicciones
estrategias de acción para construir identidades en el orden político, social y paradojas, tensiones, matices y ritmos variados, se revela también como
y cultural. En efecto, esa inmensa ‘colección’ de ‘textos–signos’ compone un un lugar ideológico de enunciación y posicionamiento crítico diferencial.
entramado de sentidos que aportan un material invalorable para el estudio Asimismo, como ‘textos y discursos culturales’, ellos ponen en evidencia la
histórico y critico de nuestra cultura. historicidad de los moldes culturales e ideológicos –tanto políticos como es-
En este contexto, se inscribe nuestra propuesta de considerar estos téticos– que orientan el diálogo entre los textos y su situación de enunciación
ensayos como interpelaciones de escritores–ideólogos–intelectuales, que em- particular, en el marco de las complejas y cambiantes formaciones culturales
blematizan diferentes instancias de las polémicas o debates culturales en que latinoamericanas y sus relaciones con las culturas centrales. Por su parte, las
intervinieron y cuyas resonancias llegan a nuestros días. Conviene aclarar representaciones identitarias y los posicionamientos que deciden inclusiones y
en este punto que utilizamos ‘interpelación’ en el sentido althusseriano del exclusiones, no dependen solamente de la pura subjetividad individual de sus
término, que lo identifica con la acción ideológica de subjetivación compro- actores sino que adquieren un carácter social por los marcos que condicionan
metida en la construcción de las identidades sociales o colectivas y en la y orientan sus elecciones.
4
conversión de individuos en sujetos. Siguiendo nuestro planteo, destacamos En esta línea de lectura, resulta operativa la definición sociológica de la
‘cultura’ que propone Pierre Bourdieu (1983), cuando la describe como un
4 Entendemos la noción de ‘interpelación’ no en el sentido jurídico–político sino en el campo de fuerzas en permanente lucha por imponer –conscientemente o no–
más llano y coloquial de dirigirse a otros, de llamarlos para comunicarse, acepción sus propios sistemas de significaciones que organizan el universo de acuerdo
que se retoma en el uso althusseriano de esa palabra, con el sentido de la operación a una lógica de intereses materiales y simbólicos. Por ende, desde este punto
mediante la cual la ideología “actúa” o “funciona” para “reclutar” sujetos entre los de vista, estos ensayos encarnan diferentes formas de interpelación, acceso e
individuos o “transformar” a los individuos en sujetos y se identifica con la ideolo- intervención en el espacio público donde se deciden, deconstruyen y replantean
gía, y como la relación por medio de la cual, al ganar la identidad como sujetos, las identidades sociales y culturales. Hay, además, en ellos un aspecto que nos
perdemos nuestra individualidad (Althusser 1988). En este sentido, la interpelación interesa resaltar: cada uno de estos textos pone en signo un análisis crítico,
funciona como herramienta cultural en la construcción de sentido. Althusser concluye
que en la transposición imaginaria de la ideología, los hombres se representan en forma imaginaria sus condiciones reales de existencia.
154 Notas sobre ensayo, cultura y política en América Latina. Mónica Scarano El Ensayo latinoamericano 155

una propuesta programática o simplemente una valoración diagnóstica –y a en que el lenguaje atraviesa ese proceso de configuración de imágenes y
menudo, todos a la vez– que sobreimprime una instancia autorreflexiva meta- signos identitarios.
textual a la dimensión argumentativa textual. De modo que, desde un enfoque Por otra parte, la exploración de la dimensión argumentativa del ensayo
histórico, dinámico y relacional, la idea de cultura se muestra más abierta a nos enfrenta de inmediato con sus facetas polémicas, exhortativas y apelativas
posibles y constantes replanteos en los diferentes contextos, y menos rígida y y nos invita a indagar su actitud dialogal y comunicativa de “prosa compar-
compacta que la conceptualización esencialista dominante en los estudios más tida” y vehículo de debate, aspectos descuidados en las aproximaciones de
tradicionales sobre el ensayo latinoamericano hasta hace apenas unas décadas. corte inmanentista. Más aún: la propuesta de leer estos textos en el campo
Precisamente por ello es en el terreno mismo de la cultura, ámbito y resulta- de batalla y debate ideológico de la cultura, y en el entramado simbólico de
do de confrontaciones y negociaciones en la escena social, donde se ponen a la discursividad latinoamericana, nos conduce a interrogarlos desde su posi-
prueba las dotes apelativas, agonísticas y persuasivas del discurso ensayístico, cionalidad relativa en la secuencia ensayística donde interactúan y nos incita
disputando poderes o construyéndolos, legitimando unos y deslegitimando a desentrañar el modus operandi con que intervienen en la escena agónica,
otros. Por lo demás, en la acepción que sugerimos, las categorías ‘discurso cul- político–cultural, desde la que nos interpelan.5 En este contexto, nuestra in-
tural’ y ‘texto de cultura’ exceden lo meramente representado y enunciado para sistencia en reivindicar el análisis de la dimensión pragmática y política de
incorporar aspectos performativos y pragmáticos. En definitiva, si todo texto es esta práctica discursiva, apunta a problematizar la aparente neutralidad que
‘texto de cultura’, en la modulación que introducimos esa fórmula reduplica implícitamente se le asignaba al ensayo, al asimilarlo a un discurso pretendi-
su sentido. En otras palabras: la cultura no consiste solamente en el paisaje damente científico, portador de verdades verificables.
en sí sino también –y fundamentalmente– en los diferentes modos de mirarlo. Desde esta misma perspectiva, examinando el costado argumentativo
Arribamos así a la segunda relación que señalamos. Al respecto, cabría de estos ensayos, gana protagonismo su retórica netamente persuasiva, que
recordar que las perspectivas de análisis más recientes que articulan la lla- justifica su inclusión entre los “géneros doxológicos y persuasivos” (Angenot,
mada ‘nueva retórica´ con la teoría de la argumentación (Perelman 1997; An- M.), así como la definición del ensayo como “el argumento en su forma más
genot 1989) han dejado abierto el camino a una nueva mirada teórico–crítica pura” (Klaus 1991), pues tanto su organización estética como su complejidad
sobre el ensayo y sus tácticas persuasivas, su comportamiento pragmático formal quedan directamente supeditadas a la finalidad de enunciar ideas
y sus virtualidades agonísticas. En efecto, nuevos campos y enfoques han dirigidas a un lector, a quien se lo convierte en interlocutor en un esquema
ido surgiendo desde la semántica y la pragmática lingüística, el análisis del dialogal, donde se le exige una intervención activa y creadora. Es probable
discurso y las aproximaciones lingüísticas socio–culturales que consideran que la poderosa vocación conativa del lenguaje que este tipo de ensayo
el lenguaje como un medio portador de propiedades argumentativas, que conduce hasta sus extremos, haya contribuido a reservarle un lugar central
actúa sobre las representaciones de los individuos para lograr su adhesión en las reflexiones críticas, las exposiciones doctrinarias y programáticas y
a un punto de vista determinado. En consecuencia, desde un ángulo se- otras modulaciones polémicas del pensamiento social, económico, político
mántico–pragmático, estos textos se presentan como fenómenos abiertos y y cultural, adjudicándole una función capital en contextos que reclamaban
heterodoxos, inmersos en redes argumentativas e interdiscursivas, y libres
de los moldes rígidos y extremadamente pautados de la retórica tradicional. 5 Un caso ilustrativo de los reacomodos del ensayo respecto de su cambiante situación de
En suma, en este modelo interpretativo que aborda la literatura de ideas enunciación es el Facundo de Sarmiento, por las variaciones que registran sus sucesivas
como “literatura de combate” (Angenot) o de contienda intelectual, no in- ediciones. Desarrollamos extensamente una lectura crítica de esta cuestión en el tercer
teresa tanto el resultado, en un sentido mimético y reflejo, como el modo capítulo de nuestra tesis de doctorado.
156 Notas sobre ensayo, cultura y política en América Latina. Mónica Scarano El Ensayo latinoamericano 157

con urgencia la formulación de proyectos y propuestas de las más diversas establecer incontables “sociabilidades discursivas” (Weinberg, L. 2006), desde
raigambres ideológicas. su contextura “intuitivamente interdisciplinaria” (Real de Azúa, C. 1964).
Finalmente, ya desde sus comienzos, el ensayo de interpretación cultural Por último, y para cerrar este rápido esbozo, nos interesa llamar la aten-
cumplió en Latinoamérica un papel fuertemente cuestionador de sistemas ce- ción sobre el carácter incumplido, inacabado, que suele acompañar su partici-
rrados y dogmáticos y dio forma a la revisión del proyecto de la modernidad y pación de esta modalidad discursiva en la aventurada empresa intelectual que,
su ajuste a las más dispares particularidades latinoamericanas, confirmando la como una verdadera “utopía del pensamiento” (Adorno), es reconocida más
imbricación del proyecto moderno en la dilucidación de la cuestión cultural y por el valor del intento que por el de sus logros concretos, puesto que –como
los diferentes clivajes de los sucesivos intentos de resolución en estas regiones. sostiene Max Bense (2003)– desde Montaigne hasta nuestros días, el ensayista
Tanto en el orden lingüístico–formal como en su proyección histórica, social no ha hecho más que recomenzar un libro imposible donde lo esencial es
y cultural, es evidente que el ensayo y sus formas afines ocuparon en este siempre la pregunta, el gesto interrogante, la forma y el atrevimiento de la
programa un lugar central en la incesante búsqueda de una expresión pro- búsqueda, “la brazada del náufrago”… (Cerda 1982), Queda en pie, después
pia que, desde entonces, intentaría dar respuestas a cuestiones que van más de todo, una tarea pendiente: avanzar en el estudio de las formas concretas
allá de la necesidad de encontrar una fórmula de identificación apropiada, que asume el comportamiento interpelativo y persuasivo del ensayo en su
de inventar una tradición o de construir una forma de organización política doble andadura discursiva: interpretativa y prospectiva que, en una suerte de
concreta, para intentar resolver el dilema de cómo enunciarlos, teniendo en disputatio de posiciones y propuestas antagónicas, convierte la cultura en un
cuenta las nuevas condiciones de producción simbólica, el territorio desde el verdadero campo de batalla o en un escenario fecundo en “duelos intelectua-
cual se piensa y se formulan las propuestas y las representaciones siempre les”, como solía denominarlos Pierre Bourdieu.
mediadas por intereses –nunca neutros ni totalmente inocentes–, y el lugar
que ocupan los intelectuales en la competencia discursiva instaurada por el
deseo modernizador. Bibliografía
Por cierto, la modalidad peculiar de lectura sesgada que reclama la inter-
pelación ensayística nos permite recorrer las diferentes inflexiones del ensayo Adorno, Theodor W. 1962. El ensayo como forma. En Notas sobre literatura,
culturalista latinoamericano, incluso en sus manifestaciones más recientes, 11–36. Barcelona: Ariel.
atravesando en espesor textualidades que –al decir de Lukács (1985)– desplie- Althusser, Louis. 1988 [1969]. Ideologías y aparatos ideológicos de Estado.
gan una escritura ‘transversal’, ‘en perspectiva’, y que proceden –en palabras Buenos Aires: Nueva Visión.
de Adorno (1962)– por “la vía difícil de lo indirecto”. Así, desde una mirada Anderson, Benedict. 1993. Comunidades imaginadas Reflexiones sobre el
oblicua que cruza sincronía y diacronía, inmanencia textual e interacción dis- origen y la difusión del nacionalismo. México: FCE.
cursiva, ingresamos en las capas internas del ensayo como discurso portador Angenot, Marc. 1989. Argumentation et Discours. Discours social / Social
de ideología, en los modos de argumentar y de razonar que lo caracterizan Discourse, 3 (a. II, Fall 1993): 67–109.
y en las operaciones y procedimientos propios de su retórica persuasiva y —————. 1982. La parole pamphlétaire. Typologie des discours modernes.
su comportamiento interactivo, que se desprenden de su posicionamiento Paris: Payot.
situacional. En última instancia, leer al sesgo el ensayo descubre su alto poder Bense, Max. 2003. Sobre el ensayo y su prosa. México: UNAM.
de intervención en el campo del debate ideológico social, político y cultural, Bourdieu, Pierre. 1983. Campo del poder y campo intelectual. Buenos Aires:
junto con su capacidad para proyectar afiliaciones sociales y culturales y para Folios.
158 Notas sobre ensayo, cultura y política en América Latina. Mónica Scarano El Ensayo latinoamericano 159

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De los ensayistas
El Ensayo latinoamericano 163

Roberto Bolaño. Transculturación, exilio y muerte:


de las ficciones nomádicas a la errancia del ensayo
Cecilia López Badano

Si bien los trabajos más destacados de Roberto Bolaño son como


cuentista y novelista –aun a pesar de que él decía reconocerse más en la
poesía– existe, ya de su período catalán, una colección de artículos, ensayos
y discursos, en su mayoría breves y punzantes, taxativos en buena medida;
en otra, plenos de ironía y burla e “insufribles”, cuando no imbuidos en la
gravedad que da la proximidad de la muerte y la escritura como soporte exis-
tencial de la sobrevivencia.
Estos escritos de “deriva ensayística” más que propiamente ensayísticos
–”deriva” en el sentido de que no siempre los preside una estructura argu-
mentativa racional, sino más bien el ritmo de una asociación a veces poética
y otras, traumática, que encabalga ensayo, ficción y autobiografía–, constituyen
la compilación póstuma editada por Ignacio Echevarría, a los que se suman los
dos últimos trabajos de El gaucho insufrible (en ese caso, seleccionados por
el autor): “Literatura + enfermedad = enfermedad” y “Los mitos de Chtulhu”
que, como el propio Echevarría comenta “sorprendían allí por su talante
provocador, llenos como estaban de declaraciones contundentes, no exentas
de agresividad”.
El libro –titulado Entre paréntesis, como la columna periódica que escri-
bía para el diario chileno Las últimas noticias– agrupa textos escritos desde
1998 al 2003: críticas de libros, comentarios de cuadros, crónicas de viajes, y
conferencias que le fueran solicitadas a partir de la resonancia que adquiere
su nombre en 1998, con la premiación y publicación de Los detectives salvajes,
hecho que hizo que dejara de ser un escritor minoritario, de vida aislada. Cabe
para estos escritos la pregunta que, sobre las entrevistas a Bolaño, se hace Juan
Villoro y la respuesta que da a la misma:

¿Hasta donde hay que tomar al pie de la letra sus provocaciones, sus
salidas de tono, sus bromas, sus afortunadas desmesuras? El detective
164 Roberto Bolaño. Transculturación, exilio y… / Cecilia López Badano El Ensayo latinoamericano 165

salvaje sigue retando a sus lectores. Sus opiniones se debilitan al ser donde se vuelve entonces contundentemente personal, pero el drama es el
juzgadas como verdades absolutas y ganan fuerza al ser leídas como mismo y, en busca de autores olvidados o excluidos de un canon, en la des-
rarezas esquivas. Se trata de tomarlo en serio no al modo de un gurú, cripción de excéntricos cuadros de enfermos eternizados en su desgano, con-
sino de un escritor que usó las palabras como lumbre y, al modo de figura, en sus comentarios subjetivos, los retazos que lo sostienen y lo visten
Cocteau, supo que lo más rescatable del incendio es el fuego. […] apenas frente a la disolución del ser expuesto desnudo ante la proximidad de
Las extraordinarias entrevistas con Roberto Bolaño equivalen a la caja la muerte inminente, así como los relatos en abismo sostienen en la narrativa
negra de los aviones. Las palabras antes del accidente. No se trata de la débil integridad de sus personajes ante lo absurdo de la vida.
un calculado testamento, sino de la voz que atraviesa las turbulencias Porque en estos escritos conocía ya con abrumadora certeza la cercanía
con una última entereza. (http://eloficio.blogspot.com/2008/01/bolao– de la muerte, es que hay algo más que literatura, lecturas, y espejo de su obra
por–s–mismo–de–andrs–braithwaite.html) en ellos: se asoma allí, entre los libros amados y los odios literarios, entre la
“patria” latinoamericana y la tierra ajena, entre los paisajes que recorrió y los
Por supuesto, hay mucho más que “literatura” en los textos ensayísticos traumas que le produjeron –desde Ushuaia a Ciudad Juárez, pasando por el
en cuestión; como ha dicho Ricardo Piglia en Formas breves –cita que retoma Distrito Federal y quedándose ahí en el recuerdo, y ahí, en Chile y en Argen-
también Echevarría en el prólogo– (16): tina en la discusión de los cánones literarios locales– la sombra de la muerte
que empezó a perseguirlo y a acosarlo años antes; entonces, en esa escritura
La crítica es la forma moderna de la autobiografía. Uno escribe de sus lecturas, de sus pasiones, de sus días, está también la crispación de
su vida cuando cree escribir sus lecturas […] El crítico es aquel que Scherezade y sus “milagros superfluos”, la desesperación de la sobrevivencia
encuentra su vida en el interior de los textos que lee […] La escritura aferrándose al borde de las palabras, ya intuida en Amberes, cuando, en el
de ficción cambia el modo de leer y la crítica que escribe un escritor punto 56, a modo de post scriptum, en forma casi de rezo laico, dice:
es el espejo secreto de su obra” (2000: 141).
De lo perdido, de lo irremediablemente perdido, sólo deseo recu-
En estos breves ensayos de Bolaño, el “yo escritor” grita su presencia perar la disponibilidad cotidiana de mi escritura, líneas capaces de co-
plenamente situado en la negación de la muerte del autor; quizás precisamente germe del pelo y levantarme cuando mi cuerpo ya no quiera aguantar
porque se está muriendo él mismo y su escritura es sobrevivencia, resistencia más […] A lo humano y a lo divino. Como esos versos de Leopardi que
a la muerte, coloca allí el yo en una posición opuesta a la que ocupa en su Daniel Biga recitaba en un puente nórdico para armarse de coraje, así
narrativa, donde este pronombre está en fuga, y más allá de la abrumadora sea mi escritura. Barcelona, 1980. (119)
fijeza parlante de la palabra escrita, de la proliferación de los relatos –que
parece ser la única tabla de salvación– el hombre se esfuma, su identidad se Es en los ensayos de El gaucho insufrible donde surge, por primera vez
evapora y se pierde entre los intersticios textuales de las voces en abismo que explícitamente planteada, la ligazón entre literatura y enfermedad; allí la obse-
siempre preservan la categoría de un oyente cercano más que la de un lector; sión de la enfermedad coloniza todos los subtítulos de un parágrafo: la muerte
la identidad subjetiva se reduce entonces a la huella lingüística, escritural, de es la condena final, el fin del viaje migrante; la conciencia sobre ella, que lo
una existencia, salvada en la fijeza tersa y/ o violenta de la narrativa. hace aferrarse más fuertemente al “escribo, luego, existo”, es una suerte de
La escritura obsesiva es marginal en los puntos de vista sobre los que exilio del mundo del resto de los mortales inconscientes de la finitud. Allí, en
se asienta su narrativa y es acerca de lo marginal en la prosa de sus ensayos, el análisis de un poema de Baudelaire sobre el viaje aparece la comparación
166 Roberto Bolaño. Transculturación, exilio y… / Cecilia López Badano El Ensayo latinoamericano 167

del viaje de los tripulantes de ese texto con un viaje de condenados que han ni como juego vanguardista, sino que las encarna en la letra como asordinado
renunciado a todo por explorar, no tienen nada que perder. drama, el drama de la dispersión del ser –ser sólo fijado en historias, en el
Esta comparación no sólo intenta explicar el espíritu del poema “escribo, luego existo”–.
baudelaireano, sino que es una subliminal declaración de principios sobre Podría decirse que hasta la aparición de Bolaño en la escena de la
su propia obra y sobre los viajes de sus personajes literarios y su adopción escritura, había escritores latinoamericanos exiliados portando consigo, casi
de la trashumancia como concreción de un viaje sin destino, adopción que pedagógicamente en el extrañamiento del exilio, ya en la nostalgia, ya en el
los hace dueños de una elección personal por la marginalidad –casi siempre resentimiento, la idea de nación, de patria lejana, pasando a representar lo que
son marginales, pero nunca “marginados”–. En ellos también, como en los perdían, a convertirse en síntesis de su país o al menos, de la amada ciudad
viajeros de ese poema, y como en él mismo, esta elección es forzada por las lejana perdida –exaltados en esa nostalgia, aunque más no fuera, críticamente–,
circunstancias del destino –el tedio de la vida, el no tener nada que perder, la actitud a la que, en el esmeril de sus ensayos, él se contrapone:
necesidad de exploración y huida– y no libre, pero si la elección por la tras- Literatura y exilio son, creo, las dos caras de la misma moneda, nuestro
humancia fuera libre, no habría exilio: no habría vida aventurada y “caravana destino puesto en manos del azar. “Sin salir de mi casa conozco el mundo”
que se dirige directamente hacia el abismo” (151), sino sólo vida aventurera, dice Tao Te King, e incluso así, sin salir uno de su propia casa, el exilio y el
snobismo; así, migración y exilio se convierten en el gran tema tanto de su destierro se hacen presentes desde el primer momento. La literatura de Kafka,
narrativa como de sus ensayos: son metáfora de la vida. la más esclarecedora y terrible (y también la más humilde) del siglo XX, así lo
Buena parte de sus personajes son exiliados, aunque no exiliados nos- demuestra hasta la saciedad. Por supuesto, por el aire de Europa suena una
tálgicos, sino exiliados mentales “descuartizados” en microhistorias que no cantinela y es la cantinela del dolor de los exiliados, una música hecha de
paran de narrar para reunir sus jirones, contrariando así la visión que del exilio quejas y lamentaciones y una nostalgia difícilmente inteligible. ¿Se puede tener
tiene en sus ensayos. La fantaseada identidad de sus criaturas está entonces nostalgia por la tierra en donde uno estuvo a punto de morir? ¿Se puede tener
sesgada por el exilio y generalmente, en el desgarro que ello provoca, sólo se nostalgia de la pobreza, de la intolerancia, de la prepotencia, de la injusticia?
sostiene en la crispación de la ajenidad. La cantinela, entonada por latinoamericanos y también por escritores de otras
Al respecto, señala Carlos Franz: “las novelas de B., compuestas de zonas depauperadas o traumatizadas, insiste en la nostalgia, en el regreso al
parcialidades y digresiones, de silencios e infinitos, sugieren también una país natal, y a mí eso siempre me ha sonado a mentira. Para el escritor de
morbidez del vacío” (2008: 113); si nos preguntamos entonces qué hay para verdad su única patria es su biblioteca, una biblioteca que puede estar en
Bolaño más allá de ese corredor de la historia como cuento corto de terror, la estanterías o dentro de su memoria. El político puede y debe sentir nostalgia,
respuesta incuestionable sería: exilio y exiliados, diáspora, nomadismo, tras- es difícil para un político medrar en el extranjero. El trabajador no puede ni
humancia de los sobrevivientes al estallido de la utopía; por ello, el elemento debe sentir nostalgia: sus manos son su patria […] Pero yo estaba hablando
constante en varios de estos textos –ya en su literatura, ya en sus ensayos– es de escritores, es decir, estaba hablando de mi, y ahí si puedo decir que mi
la condición de marginalidad y/ o exilio de una nación, de una situación po- patria es mi hijo y mi biblioteca (43–44).
lítica, de una racionalidad, de un canon, y de la propia vida. Ahora bien, a pesar de las divergencias que pueden señalarse entre la
Esa condición de exclusión y marginalidad va más allá de la simple repre- narrativa y la ensayística de Bolaño a nivel del enfoque de los mismos temas
sentación psicosocial de los personajes para transformarse en motor filosófico ya señalados, es precisamente la ideología estética que da forma a ambas lo
de la trama, en concepto soporte de una ideología estética que, si bien muestra que vuelve a aunar el carácter de estas matrices textuales: en el marco de esa
las consecuencias de la postmodernidad, no las asume con ligereza neoliberal, ideología fundante, exilio y literatura son sinónimos, o al menos, un conjunto
168 Roberto Bolaño. Transculturación, exilio y… / Cecilia López Badano El Ensayo latinoamericano 169

incluido; nos dice en sus ensayos: “toda literatura lleva en si el exilio” (2004: como el escritor de la diáspora, esa condición obligada para aquellos a quienes
49) porque: ¿el destino? determinó en el pensar ya no desde la fijeza y el estatismo –en los
varios sentidos del término– de un sitio, sino desde los márgenes –cabe recordar
Probablemente todos, escritores y lectores, empezamos nuestro que los ensayos se escriben en Europa– convirtiendo nuestras extensas orillas no
exilio, o al menos un cierto tipo de exilio, al dejar atrás la infancia. Lo sólo en privilegiado laboratorio de observación, sino en el locus versátil que da la
que llevaría a concluir que el ente exiliado, la categoría exiliado, sobre clave de la propia libertad de pensamiento, pues allí no es necesario establecer
todo en lo que respecta a la literatura, no existe. Existe el inmigrante, justificatorios compromisos con nada ni con nadie, menos, si la muerte acecha
el nómade, el viajero, el sonámbulo, pero no el exiliado, puesto que sin dar tiempo a la revancha de los criticados.
todos los escritores, por el sólo hecho de asomarse a la literatura lo ¿Dónde está la patria cuando la nación no existe –o lo hace sólo como
son, y todos los lectores, ante el sólo hecho de abrir un libro, también distancia, recuerdo o como irremediable disolución– cuando la identidad co-
lo son. (Ibid. 51) lectiva ha sido pulverizada, porque existía sólo como sueño o utopía, como
homogeneizadora etiqueta puesta desde el exterior? La respuesta, como vimos,
El carácter migrante determina lo que afirma uno de sus personajes sui- para él es una sola: la patria está en las bibliotecas, en la literatura que se lee
cidas de Llamadas telefónicas siguiendo la teoría de un ignoto autor francés, con fruición, en la escritura que salva de la muerte.
“los extraterrestres somos todos, es decir, todos los seres vivientes del planeta Así, a través de los rasgos señalados, se configura la índole de esta
Tierra, somos unos exiliados” (1997, 48), pero el exilio real, concreto, el que textualidad de exilio de sus ensayos: trashumante, nómade, transcultural y
se da más allá o más acá de las palabras, se viste de otra forma, más positiva, paradigmática de la condición intelectual latinoamericana contemporánea,
en sus ensayos, donde aparece también próximo a la sobrevivencia, cuando textualidad migrante, que busca descansar en la patria de la escritura cuando
homologa su experiencia migratoria con la feliz de Monterroso “que se sentía se ha quemado ya el nido de cualquier certeza: en la singularidad de esa
contento de todo lo que le había pasado durante su largo exilio mexicano” escritura ensayística multitemática producida por un chileno que escribe en
y agrega “sin ninguna duda estoy de acuerdo con la versión de Monterroso. Barcelona pensando como mexicano se halla la latinoamericanidad postna-
En el peor de los casos exiliarse es mejor que necesitar exiliarse y no poder cional, la visión de la periferia y lo periférico como apotegma contestatario y
hacerlo” (2004: 55). desafiante de cualquier centralidad.
Esta actitud explica, asimismo, su casi burla de la nostalgia mencionada
más arriba: así como habiendo escritura hay sobrevivencia, habiendo bibliote-
ca –al menos mental cuando los libros se pierden o se olvidan en los viajes–,
hay patria y no puede haber nostalgia, precisamente porque la literatura, la
práctica de la escritura, redime de la angustia. Lo que demuestran sus ensayos, Bibliografía
en todo caso, es que su biblioteca mental se encuentra en la intersección de
varias historias literarias nacionales, no sólo latinoamericanas, que confluyen Bolaño, Roberto. 2002. Amberes. Barcelona: Anagrama
en sus escritos, ligándose ya en los elogios de las presentaciones, ya en la . 2003. El gaucho insufrible. Barcelona: Anagrama.
crítica despiadada e impune ante la proximidad de la muerte. . 2004. Entre paréntesis. Ensayos, artículos y discursos (1998–2003),
En este sentido, Bolaño, en gran parte de sus ensayos, demuestra no perte- editado por Ignacio Echevarría. Barcelona: Anagrama.
necer ya a una localista literatura latinoamericana, sino a toda ella, revelándose . 1997. Llamadas telefónicas. Barcelona: Anagrama.
170 Roberto Bolaño. Transculturación, exilio y… / Cecilia López Badano El Ensayo latinoamericano 171

Franz, Carlos. 2008. Una tristeza insoportable. Ocho hipótesis sobre la mela– La escritura crítica de Martín Cerda*
cholé de B. En Bolaño salvaje, 103–115, editado por Paz Soldán, Edmundo Ismael Gavilán Muñoz
y Gustavo Faverón Patriau. Barcelona: Candaya, 2008.
Piglia, Ricardo. 2000. Formas breves. Barcelona: Anagrama.
Villoro, Juan. Bolaño por sí mismo. En El oficio de sobrevivir, blog de Marcelo
Damiani. Miércoles 2 de enero, 2008. http://eloficio.blogspot.com/2008/01/ 1
bolao-por-s-mismo-de-andrs-braithwaite.html
En la literatura latinoamericana, el siglo XX bien podría ser llamado
“el siglo del ensayo” debido a la variedad, intensidad y calidad de los textos
circunscritos a este anfibio género y que ha consolidado con justicia el ser la
espina dorsal de la crítica en nuestro continente, posibilitando de este modo
la creación de un espacio reflexivo atento a los disímiles avatares de nuestra
modernidad y sus consecuencias modernizadoras. Fernando Aínsa se ha re-
ferido a esto del siguiente modo:

…el pensamiento latinoamericano se expresa a través de este gé-


nero (ensayo) marcado por la urgencia y la intensa conciencia de la
temporalidad histórica; elabora diagnósticos socio–culturales sobre la
identidad nacional y continental […] reflexiona sobre la diferencia y la
alteridad, sobre lo propio y lo extraño en ese inevitable juego de espejos
entre el Viejo y el Nuevo Mundo que caracteriza la historia de las ideas
en un continente enfrentado a contradicciones y antinomias […] el
ensayo ha propiciado también denuncias de injusticias y desigualdades
y ha inspirado el pensamiento antiimperialista o el de la filosofía de la
liberación con un sentido de urgencia ideológica más persuasivo que
demostrativo y donde el conocimiento del mundo no se puede separar
del proyecto de transformarlo. De ahí su intensa vocación mesiánica y
utópica… (Salas Astrain 2005: 239–240).

* Una primera versión de este trabajo fue leída en el Simposio Internacional El ensayo
hispanoamericano del siglo XX, organizado por: el Centro Interdisciplinario de Literatura
Hispanoamericana; el Instituto de Filosofía Argentina y Americana; la Facultad de Filo-
sofía y Letras y el Instituto de Integración Latinoamericana (INILA) de la Universidad
de Cuyo, Mendoza, en noviembre de 2009.
172 La escritura crítica de Martín Cerda. Ismael Gavilán Muñoz El Ensayo latinoamericano 173

En este entendido, ensayo y crítica van de la mano en un maridaje que menor que dado durante toda su existencia a indagar, delimitar y explorar las
rebasa los compartimentos especializados de la discursividad intelectual en fronteras de ese peculiar modo de entender y asumir la escritura, lo publicado
boga y que hace tanto de la literatura, la historia, la filosofía, la antropología, por Cerda en tanto libro se redujera a dos volúmenes –La palabra quebrada
la estética y otros muchos saberes, sus fuentes fecundas y aleccionadoras, (1982) y Escritorio (1987)– amén de una ingente cantidad de notas y artículos
convirtiéndose simultáneamente en la respectiva disidencia de los mismos. De diseminados en diarios y revistas tanto de Chile como del extranjero durante
esta forma, el ensayo contribuye con la peculiarísima retórica de su enunciado un lapsus que llega a los cuarenta años2.
a acrecentar los horizontes del sentido o a su cuestionamiento siempre ne- En la diversidad de sus escritos, Cerda evoca, revive, cita y amplía ecos,
cesario. Aún más, ha logrado una notable autonomía y no teme manifestarse figuras, recuerdos y lecturas donde Lukács, Ortega, Voltaire, París, Rivarol,
como poseedor de un saber fundado en su actitud indagativa y exploratoria Viena, Marcuse y Chile –por supuesto–, se constituyen como protagonistas
que, a su vez, se sustenta en el rendimiento estético de su gratuidad escritural de sus intensas meditaciones. Contrario en la vida y la acción a un personaje
en un gesto que pone en permanente entredicho sus múltiples referentes. de Canetti o Bernhard, en su modo de escribir Cerda logró algo radicalmente
Por ello el ensayo, convertido en escritura crítica, devela la articulación de las distinto a un arranque de exposición suicida o querella trivial otorgada por la
discursividades hegemónicas que se hallan en el sustrato mismo de la “ciudad orden del día. Ese algo era la búsqueda de una salida o más bien, la posibi-
letrada”, propiciando un correlato alternativo fundado en la distancia que lidad racionalmente contradictoria de una salida para el impasse a que toda
posibilita la autorreflexión que le es propia1. reflexión contemporánea ve sometida su verdad cuando el presente adquiere
Dentro de este contexto general es posible situar la figura del ensayista un rostro sin sentido, asumiendo el paradójico y en aparente calmado nombre
chileno Martín Cerda para poder tocar algunos puntos relevantes de su pro- de “historia”.
ducción ensayística, específicamente en relación a su texto La palabra quebra-
da: ensayo sobre el ensayo (Cerda 1982, 2005), verdadera “poética”, si se quiere,
de este género amplio y versátil. Nacido en Antofagasta en 1930 y fallecido en 2 En vida, Martín Cerda publicó tan sólo dos libros La palabra quebrada: ensayo sobre el
Santiago de Chile en 1991, Martín Cerda puede ser considerado uno de los ensayo, 1982, Valparaíso: Ediciones Universitarias de Valparaíso y Escritorio, 1987, San-
paradigmas más importantes al interior de la literatura chilena respecto a lo tiago: Galinost–Andante. La dramática desaparición de su biblioteca personal y de sus
que es el ensayista como figura intelectual y como escritor de aquel género en manuscritos, destruidos en un incendio, hizo que varios proyectos quedaran reducidos
apariencia secundario que la tradición ha bautizado como “ensayo”. Y no es a cenizas, entre ellos La fascinación de la muerte, ensayos sobre escritores suicidas
como Pavese, Esenin, Drieu La Rochelle, etc; Montaigne y el nuevo mundo acerca de
1 Lo que aquí hemos denominado como develamiento de las discursividades hegemónicas la recepción y lectura que del autor francés se realizó en América Latina y Crónicas
por parte de la escritura ensayística en tanto escritura crítica, hace referencia a lo que de viajeros australes acerca de los navegantes del siglo XVIII que arribaron a las costas
Liliana Weinberg ha llamado “la forma de la moral y la moral de la forma” en el ensayo magallánicas. De modo póstumo la bibliografía de Cerda se ha enriquecido con la publi-
latinoamericano y que, ciertamente, puede ser visto como el proceso indagatorio y explo- cación de sendas recopilaciones de sus escritos dispersos en diversos diarios y revistas,
rador, característico del género ensayo, en relación a auscultar, exponer y desentrañar, gracias, sobre todo, a los esfuerzos de Alfonso Calderón y Pedro Pablo Zegers: Ideas
no sólo a nivel de contenido, sino en tanto estrategia retórica de su propio enunciado, sobre el ensayo, 1993, Santiago: DIBAM, Biblioteca Nacional, Centro de Investigaciones
las estrechas vinculaciones habidas entre el sujeto y su contexto. Weinberg, Liliana. 2007. Diego Barros Arana; Palabras sobre palabras, 1997, 1a edición, Santiago: RIL y DIBAM;
El ensayo latinoamericano entre la forma de la moral y la moral de la forma. Cuadernos 2° edición, 2003, Santiago: RIL y Escombros: apuntes sobre literatura y otros asuntos,
del CILHA (Mendoza: Universidad de Nacional Cuyo) 9: 110–130. 2008, Santiago: Universidad Diego Portales.
174 La escritura crítica de Martín Cerda. Ismael Gavilán Muñoz El Ensayo latinoamericano 175

Antípoda de todo lo que por hoy en Chile se nos ofrece bajo el inocuo ende, utopía, cosa que es posible apreciar, entre otros, en ensayos reunidos
rótulo de “periodismo cultural”, la prosa de Martín Cerda reverbera con una en sus diversos títulos póstumos tales como Ideas sobre el ensayo (1993), Pa-
precisión abrumadora que sólo la hace equiparable a la de Luis Oyarzún o a labras sobre palabras (1997, 2003) y Escombros (2008) y que son sólo muestras
lo más escogido entre las crónicas o artículos de Eduardo Anguita o Ricardo azarosas de aquel entramado luminoso en que se constituye su escritura3.
Latcham. Y no es casualidad que pueda situarse a esta prosa entre la de es-
tos tres últimos autores: pues lo que podría llamarse la “vocación de forma” 2
que anima lo escrito por Cerda, se halla equidistante entre la densidad de un
pensamiento que busca expresión como en el caso de Oyarzún y la certera Aún entrando en aparente contradicción con los postulados del género se
plasmación de redondez conceptual y evocadora que atraviesa lo mejor de puede hallar un posible centro a la escritura ensayística de Cerda, centro a todas
Páginas de la memoria (1995) de Anguita o la Crónica de varia lección (1965) luces operativo y menos definitorio, pero que encierra en su gesto, una ironía
de Latcham. En verdad, su prosa es una que posee el ritmo del pensamiento. de la que nuestro autor estaba consciente de modo abrumador. Aquel centro es
No es crónica, ya que la experiencia del día a día se transmuta en reflexión tal vez La palabra quebrada: ensayo sobre el ensayo y que publicado por vez
que retorna de modo oblicuo a lo cotidiano. Y eso cotidiano asume el rostro primera en 1982, –amén de constituirse en el primer libro publicado en vida
del lector zaherido por la severa libertad de imaginación y rigor conceptual que
esta escritura le propone. Refiriéndose a esto, Martín Hopenhayn ha otorgado 3 Aquí se hace presente la idea de “estilo” que, sin duda hace tributo a un concepto de
la siguiente observación: subjetividad que es totalmente inherente al ejercicio ensayístico. Como ha señalado
Claudio Maíz: “… dentro de los marcos instaurados por la “escritura” […] el discurso
… anti–inercial, esta pluma libre incuba su propia pulsión eman- ensayístico se construye desde el interior de la literatura, en la medida que desecha los
cipatoria, escudriña hasta los signos más nimios de la sociedad para mecanismos gramaticales de la objetividad y asume plenamente su condición subjetiva,
dilucidar tras ellos su modo particular de alienación. No se repliega por un lado y, por otro despliega escalonadamente las potenciales riquezas del lenguaje.
en los temas monumentales o los sentimientos sublimes, sino que se Es ahí, justamente, el punto donde reside el poder creador del género, ya que por la vía
abre desprejuiciadamente a los detalles de la contingencia sin temor de la estrategia suasoria, infunde en el lector los efectos de lo que Barthes llama el “eros
a que lo tilden de irrelevante. Por el contrario, apuesta a remontar las del lenguaje”, es decir: el placer provocado por el lenguaje que ya la retórica antigua había
formas cotidianas de la vida social a un horizonte de sentido en que descubierto y codificado” (Maíz, 2004: 77–78). Aquella subjetividad, histórica por cierto en
esas mismas formas se vuelven síntomas de estructuras más profun- tanto enmarcable por su propia retoricidad, implica una intencionalidad en su modalidad
das o eslabones de una cadena que trasciende su particularidad (En discursiva, intencionalidad que aparece como marca de opciones de sentido según el
Cerda 2005: 7). despliegue mismo de la escritura. Desde esta perspectiva un eventual “discurso utópico”
se halla atravesado por la urgencia y necesidad de una forma que encarna justamente
El ideal de una “filosofía narrativa” que propugnaba Schelling y que logró en el ensayo: la primacía de este género, en Latinoamérica al menos, sobre la filosofía
su cota más alta en Walter Benjamin, se convierte en el caso de Martín Cerda sistemática, no significa reconocer un pensar desasido o meramente disperso, implica
en la aspiración suprema con la que cualquier lector exigente debería medir más bien hallar un modo representativo, quizá más adecuado, para la comprensión de
sus logros. Por eso la belleza de esta prosa no sólo existe como armonía de un universo centrífugo; no es aceptación de la dispersión del saber, sino conciencia de
estilo, sino como apariencia tras la cual, la profundidad de la reflexión no la contradicción y el rechazo de lo real a dejarse aferrar dada su complejidad histórica,
desea renunciar a una promesa de felicidad que significa emancipación y, por política, social y antropológica.
176 La escritura crítica de Martín Cerda. Ismael Gavilán Muñoz El Ensayo latinoamericano 177

por su autor después de más de 30 años de escritura permanente en medios como género representa un eslabón en la comprensión que puede efectuarse
diversos– se muestra como la poética del género por antonomasia en su cultivo de tal género en tanto se le entienda como la articulación de un relato a
dentro de Chile. Esto no deja de ser sintomático porque al decir “poética” no manos de un narrador que propicia estrategias enunciativas que pueden ser
se devela una necesaria contradicción entre un propósito y el solapado azar rotuladas como ilustradas; es decir que develan una autonomía del sujeto, una
de la escritura ensayística asumida como estrategia indagatoria o de aparente organización racional de su sentido y una necesidad de traducir su política en
bajo perfil, sino más bien se manifiesta un límite a todas luces primordial en utopía, en tanto tal relato se ve a sí mismo como crítico.
el desenvolvimiento del género. Tal límite implica ciertamente el grado de Se trataría entonces de un relato que se articularía en la medida que es
autoconciencia escritural que adquiere esa más que virtual poética y que trae legible como producto de un campo literario que lo ha posibilitado y que,
sin duda una serie de consecuencias no endosables a un mero capricho esti- ciertamente, es datable en las coordenadas epocales que propicia la “entrada a
lístico o de moda teórica. Porque esa autoconciencia implica preguntar sobre la modernidad” de nuestro país y que se halla cifrado, aproximadamente entre
los fundamentos mismos de la escritura ensayística en tanto formadora de las décadas de 1920 y 19704. Esta plataforma es lo suficientemente densa para
opinión y esclarecimiento de sentido en el debate público, implica asimismo propiciar la emergencia de este tipo de discursividad por cuanto al presentarse
preguntar e indagar por la peculiaridad del sujeto de la escritura en tanto y representarse como elaboración tanto del acto de pensar como de los modos
efigie intelectual, como a su vez apreciar cuál es su contexto socio–cultural de hablar, citar y contradecir los enunciados de época, parafrasea e interpreta
que posibilita su configuración al interior del entramado social y el modo en las ideologías imperantes de su contexto, estableciendo una capacidad de me-
que éste recepciona, evalúa o rechaza el capital simbólico que se le asigna. diación entre las diversas formas discursivas de la “ciudad letrada” para sacar
En el gesto a nuestro modo de ver, radical y esclarecedor que anima la un rendimiento crítico que lo vuelve una verdadera “toma de pulso” del pro-
escritura de La palabra quebrada, es posible entonces advertir fundamental-
mente, dos claves significativas que contribuyen a su adecuada comprensión y 4 Entendemos las nociones teóricas relacionadas con la idea de campo intelectual, de
que hacen referencia tanto a posicionarlo en su calidad de texto situado como acuerdo a las proposiciones de Pierre Bourdieu, quien pretende aplicar el modo de
la culminación de un periodo total del ensayo en su desenvolvimiento histórico pensamiento relacional al espacio social en el que los productores, agentes, instituciones,
dentro del imaginario literario chileno y que subyace a la crisis epocal de la estrategias y otros elementos actúan configurándolo. Bourdieu define campo como el
cual es parte y que queda circunscrito políticamente por la dictadura militar microcosmos social en el que se producen obras culturales, convirtiéndose en un espa-
de Pinochet, como por otro lado, desde una perspectiva sociológica, permite cio de relaciones objetivas entre posiciones de sujetos agentes, respecto a otros agentes
dar cuenta de la marginalidad y exclusión del ensayista en su calidad de sujeto o instituciones. Ver Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción, 1997, Barcelona:
letrado del centro público, es decir, la ausencia del ensayista como intelectual Editorial Anagrama y Las reglas del arte: génesis y estructura del campo literario, 1997,
opinante en una ciudad letrada arrasada por la censura y la emergencia de Barcelona: Editorial Anagrama. En este entendido, las condiciones infraestructurales del
un nuevo paradigma en la sociabilidad literaria que apunta a una deflación campo que posibilitan la emergencia de un discurso como el de Cerda se muestran,
del valor de la escritura, deviniendo ésta fragmento. Vayamos con un poco de entre otras, en la existencia de un circuito crítico, de un proceso editorial de paulatino
detención examinando algunos de estos puntos para lograr así una eventual crecimiento, de grupos de lectores cultivados producto de procesos educativos públicos
aclaración de la escritura de Cerda. con una cobertura creciente, etcétera. Asimismo son pertinentes las observaciones que
Cuando observamos que La palabra quebrada es un texto que puede ser al respecto ha realizado Bernardo Subercaseaux en Historia del libro en Chile (Alma y
leído como culminación de un periodo total del ensayo en su desenvolvimien- Cuerpo), 2000, Santiago: LOM, especialmente el capítulo IV, “Sectores medios y valora-
to histórico dentro de su cultivo en Chile, nos referimos a que su inscripción ción social del libro”, páginas 109–140.
178 La escritura crítica de Martín Cerda. Ismael Gavilán Muñoz El Ensayo latinoamericano 179

ceso modernizador en que se halla subsumido. Es de aquel modo que Cerda una forma de asumir un discurso crítico que hiciese un rodeo a una más que
puede articular en La palabra quebrada una arqueología del ensayo, indagando virtual censura.
fundamentalmente sus orígenes en Montaigne y Bacon que representan para Por otro lado este gesto también implica establecer las condiciones de
nuestro autor, la inauguración de la subjetividad moderna arraigada en un producción del género, condiciones que Cerda identifica con el surgimiento
concepto de racionalidad a todas luces moderno y por ende crítico: del mundo burgués:

Lo nuevo para los primeros lectores de los Ensayos de Montaigne El mundo burgués fue, de este modo, una presencia siempre con-
debieran ser, sin duda, la mesura, la tolerancia y la confianza en la creta, segura, material e inmediata: la ciudad, el mercado y la casa.
razón que cada uno de esos escritos proponía e imponía […] La to- Un mundo ordinario, prosaico, rutinario de actividades, ocupaciones
lerancia que invocaba Montaigne no fue, sin embargo, un “principio” y preocupaciones calculables, medibles, pesables y en el que nada, en
abstracto, ni un lejano valor o ideal, sino al contrario, fue la norma verdad, extraordinario (milagros, embrujamientos o apariciones) podía
de conducta que mantuvo frente a la realidad social e ideológica en ocurrir. Un mundo, en suma, donde el burgués podía […] sentirse en
que le tocó vivir y constituye, por ende, un elemento estructural de su casa y está lleno de seguridad porque, en este dominio, no hay nin-
su biografía […] Bacon, por otro lado con esa escritura fría, matinal, gún camino que no le sea familiar […] Es por eso, justamente que el
enredada todavía con las sombras de la noche, infringió, sin embargo, escritor moderno no ha podido nunca desentenderse de la calle, ni ha
el orden ideológico (o doxológico) en que se anidaba aún la mayor dejado de mirar (directa u oblicuamente) al mercado. Sus gestos más
parte de sus contemporáneos, al ir mostrando y disipando esos reta- elementales, sus obsesiones más profundas y sus temores más incon-
zos nocturnos que eran, en último trámite, los ídola. Ese imperativo fesos tienen siempre sus orígenes en la vida cotidiana que corre por la
de claridad establecido por Bacon se confunde, de este modo, con la calle […] esa experiencia es el común trasfondo del ensayo moderno, y
inspiración última de la “ciencia nueva” y es, además, el gesto laboral porque el ensayista, falto de toda orientación trascendental previa, no
del racionalismo moderno… (1982: 30–31). tiene otro expediente que bucear en su oquedad las pistas del posible
curso del mundo en el que vive y, acaso también, la promesa de un
Asimismo, Cerda advierte y reconoce la autoconciencia formal del ensayo nuevo horizonte que le permita replantearse las preguntas últimas que,
enunciada por Lukács y ampliada y corroborada por Benjamin en un ejercicio desde Montaigne hasta nuestros días, definen su posición en la historia
que le permite no sólo hacer gala de un abrumador saber genealógico respecto de la escritura moderna… (1982: 39–41).
del género en tanto forma escritural, sino que también sitúa la escritura mis-
ma del ensayo como un gesto ilustrado que podemos entender como lucidez Como se ve, esto trae una más que eventual consecuencia cual es la cons-
a la hora de rastrear sus fuentes y condicionamientos axiológicos y sociales, titución de la ciudad moderna convertida en un escenario donde se intercalan,
poniéndolos en circulación y examinándolos contextualmente en referencia no contradicen y propician las discursividades más diversas y contrastantes, desen-
sólo a los diversos mundos y sensibilidades que propicia su evocación, sino trañando de esta manera la filigrana ideológica que le sustenta como, asimismo,
más bien viendo en tal disposición una estrategia, un mecanismo de diferen- haciendo hincapié en la caracterización del “espacio privado” que se posibilita
ciación, crítica y disidencia respecto del alicaído y espectacular escenario en como tal espacio de producción al sujeto de la escritura, enmarcándolo así como
que la sociedad chilena bajo dictadura orquestaba el enmascaramiento de su un sujeto zaherido por la división del trabajo que alcanza su propia constitución.
miseria y alienación. A su vez es dable apreciar que aquello se convierte en Es de esta forma que tanto la segunda y tercera parte de La palabra quebrada se
180 La escritura crítica de Martín Cerda. Ismael Gavilán Muñoz El Ensayo latinoamericano 181

vuelven entonces actos indagatorios que exploran los intersticios “materiales” de estilo estetizante, sino más bien como autocercioramiento de la imposibilidad
estas condiciones de producción: Cerda revisa, evoca, cita, parafrasea, ensaya las racional de una instancia comunicacional comunitaria y que implica, por un
relaciones reflexivas y contrastantes que se pueden ver entre Benjamin y París, lado, percatarse del repliegue de la figura del ensayista del espacio público y
entre Freud y Viena, como también en torno a la plaza pública y el mercado de por ende de su circunscripción opinante y, por otro, su volcamiento moroso
las ciudades del siglo XVIII, o acerca de la casa como espacio privado y biográ- a una “fenomenología” que aborda analítica e imaginativamente situaciones,
fico, volcándose en esta revisión meticulosa sobre el mobiliario y las costumbres personajes, lugares y un variado tipo de textos como son el diario, la auto-
burguesas del habitar para desembocar, finalmente, en el objeto que facilita la biografía y el testimonio a manera de emblemas textuales que articulan una
operación misma de la escritura: el escritorio. Éste, concebido como “mesa de resistencia atenta y laberíntica para establecer un circuito de sentido que en
trabajo” es el reducto privilegiado donde la subjetividad se despliega en plenitud ningún caso renuncia a los rastrojos de racionalidad que aun sobreviven y
y alcanza a convertirse en encarnación de la resistencia ilustrada: el lugar donde que conllevan un verdadero descreimiento de toda fe redentorista, tomando
la lectura significa meditación, pero también distanciamiento; el lugar donde la asimismo, el pulso a la debacle urbano–burguesa que ha propiciado la confi-
escritura no revierte su sentido y se transforma en la razón misma de la reflexión: guración de lo público y que se halla en aras de desparecer:
su posibilidad última de significación y verdad:
Todo tiempo de decadencia es vivido siempre con una degrada-
Toda fenomenología del acto de escribir debe, en consecuencia, ción: el tiempo deja de ser un medio para la realización de una tarea,
arrancar de una descripción de la mesa en la que se lleva a cabo. La parra convertirse en un símbolo de decrepitud, fracaso, muerte. Para la
mesa es, en efecto, el epicentro de ese espacio que, con diferentes burguesía ascendente, en efecto, el tiempo fue una agenda, el “tiempo
suertes, el escritor ha acotado, reservado y defendido siempre para sí. necesario” para llevar a cabo una empresa, en suma, una historia. Para
Falto de ese espacio, el escritor se queda a la intemperie, a merced de la burguesía desencantada, en cambio, fue una fatalidad, un destino
las fuerzas más oscuras; de las amenazas más brutales que se entrecru- que todo destruye, arruina o anonada ciegamente, o el tiempo de la
zan las facciones en pugna y de los caprichos más imprevisibles de los “nostalgia”, la vivencia de un desgarro o de una herida (1982: 66–67).
tiranos o de las multitudes. Dentro del espacio que circunscribe su mesa
de trabajo, el escritor es, en cambio, soberano de sus actos, trabajador Esto es lo que puede rastrearse en la cuarta y última parte de La pala-
libre de sus textos, pensador y soñador por cuenta propia. Fue por eso, bra quebrada en las relampagueantes y fragmentadas referencias al Diario de
posiblemente que, Rabelais, en un siglo desmesurado y sanguinario, Kafka, al discurso autobiográfico de Víctor Serge y a los significativos ejemplos
inscribió en el pórtico de la Abadía de Telemo esta consigna utópica: de Bábel, Pilniak y Solyenitsin como figuras del intelectual anulado, herido y
Fais ce voudras “Haz lo que quieras” (1982: 77–78). aniquilado –llegando incluso a la muerte– en lo que puede ser visto como el
precio a pagar en las sociedades modernas por una promesa desdibujada en
Es justamente ahí donde Cerda ondea aún la bandera del sentido: en una el tiempo o que se ven empujadas a su aniquilación debido a un emplaza-
ciudad letrada arrasada por la censura signada por la desaparición no sólo del miento autoritario que suspende toda posibilidad de intercambio o disiden-
cuerpo social, sino del cuerpo físico y en donde nuestro autor, a semejanza cia opinante5. Pareciera de esta manera que Cerda en una clave “europea”
de Benjamin, parece decirnos que todavía hay posiciones que defender. Y esa
defensa adquiere en su escritura la paradójica renuncia a la totalidad textual 5 En la constante alusión, ejemplificación y comentario a la vida de pensadores, escritores
como estrategia retórica que no ensalza el fragmento como el límite de un e intelectuales alemanes y soviéticos bajo los regímenes de Hitler y Stalin, (Benjamin,
182 La escritura crítica de Martín Cerda. Ismael Gavilán Muñoz El Ensayo latinoamericano 183

estuviera describiendo la disolución de su propio campo intelectual y de los Pareciera ser que para Cerda sólo resta una apuesta por el escepticismo
peligros subyacentes en adscribirse a una “escritura” crítica a la que se le ha como actitud vital y lúcida ante el descalabro epocal. A semejanza de su
desmantelado su soporte y sus referentes culturales. amado Montaigne, es posible advertir en ello un temple que vislumbra con
serena entereza los descalabros marcados por la dictadura y sus consecuencias
3 de inhumana modernización. Tal vez para nuestro autor, como para Kafka, el
dictum del presente se cumple como un atroz desplazamiento: “ciertamente
Sintomática respecto a su contexto –el durísimo inicio de la década de los hay muchas esperanzas, pero ninguna es para nosotros”
años 80–, la escritura de Cerda no se vuelve en La palabra quebrada una espe-
culación de erudita sofisticación, ni tampoco un artilugio escapista. Más bien
se transforma en una experiencia de naufragio, en un intento por entender la
disolución del sentido. El espíritu crítico dable por antonomasia al ensayista y Bibliografía
su escritura, no es un mero juego de orden donde la razón se despliega para
indagarse a sí misma y de aquel modo quedar obnubilada de sus propios Aínsa, Fernando. 2005. Ensayo. En Pensamiento crítico latinoamericano:
logros y de sus más que quiméricas pretensiones de entendimiento e inter- conceptos fundamentales, tomo 1, compilado por Ricardo Salas Astrain.
pretación de la totalidad. Se vuelve más bien la exploración y la constatación Santiago: Universidad Católica Silva Henríquez.
que hace objeto de cuestionamiento y de pregunta, la visión del derrumbe y Bourdieu, Pierre. 1997. Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción. Bar-
la conmoción disolutiva de lo impensable, aquello impensable que en Chile y celona: Anagrama.
Latinoamérica ha querido en más de una oportunidad no ser dicho, es decir, Bourdieu, Pierre, 1997 Las reglas del arte: génesis y estructura del campo
dejado en la mudez del silencio cómplice o de la indiferencia gregaria y que se literario, Barcelona: Anagrama.
halla atravesado por la violencia. En el epílogo a La palabra quebrada, Cerda Cerda, Martín. 1982. La palabra quebrada: ensayo sobre el ensayo. Valparaíso:
es muy claro respecto a las características del sujeto ensayístico y del lugar Ediciones Universitarias de Valparaíso.
que ocupa ese mismo sujeto en el campo intelectual: Cerda, Martín. 2005. La palabra quebrada: ensayo sobre el ensayo, 2a edición.
Santiago: Tajamar.
Preguntar, buscar, interrogar es, de un modo u otro, reconocerse Hopenhayn, Martín. 2005. El desasosiego del ensayista, prólogo a la segunda
perdido. Ningún ensayista puede hoy, en consecuencia, invocar a la edición. En La palabra quebrada: ensayo sobre el ensayo. Santiago: Tajamar.
Providencia de Dios, ni la ley del Progreso Universal, ni la visión total Maíz, Claudio. 2004. El ensayo, entre género y discurso, Mendoza: Editorial
y “totalitaria” de la Historia, ni ninguna otra seguridad confortable. Es de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo.
un hombre a la intemperie, perdido entre los escombros de un mundo Subercaseaux, Bernardo. 2000. Historia del libro en Chile (Alma y Cuerpo),
histórico y los restos de una visión arrogante de sí mismo (1982: 133). Santiago: LOM.
Weinberg, Liliana. 2007. El ensayo latinoamericano entre la forma de la mo-
Jünger, Kafka, Moen, Salomon, Benn, Serge, Bábel, Pilniak, Pasternak, Solyenitsin) puede ral y la moral de la forma. Cuadernos del CILHA 9 (Mendoza, Universidad
apreciarse una de las estrategias de Cerda como ensayista para referirse a su contexto, Nacional de Cuyo): 110–130.
enmascarando a través de estos autores, las atroces consecuencias que recaen sobre el
escritor en una sociedad signada por el autoritarismo.
El Ensayo latinoamericano 185

Fariseísmo y experiencia del dolor:


esbozos de Leonardo Castellani
Diego Bentivegna

Ejercicios espirituales

La reflexión sobre los fariseos y el fariseísmo, que atraviesa la heterogénea


y en muchos sentidos difícil de aprehender producción escrita de Leonardo
Castellani, encuentra un punto de inflexión en los dos años de Manresa
(1947–1949), la ciudad catalana en la que el sacerdote es confinado por su
orden, la Compañía de Jesús, como resultado de un largo proceso de tensio-
nes con la jerarquía, tensiones que incluyen sus críticas profundas a la orden,
la colaboración en diferentes medios gráficos de orientación marcadamente
nacionalista (como Cabildo y Tribuna) y su participación como candidato
independiente a diputado por la ciudad de Buenos Aires en las listas de la
Alianza Libertadora Nacionalista en la elección de 1946 que consagró como
presidente a Juan Domingo Perón.
La forzada residencia de Castellani en España transcurre en un lugar
significativo en la historia de la Compañía. En la tradición jesuítica, Manresa
es un nombre cargado de resonancias fuertes de sentido. Es allí, recordemos,
donde San Ignacio pasa entre 1522 y 1523 un período de reclusión voluntaria
que determina su cambio, su “metanoia” y su decisión de dedicarse de manera
plena a la construcción de una compañía que conjugue fe, amor al saber y
disciplina militar. De su estadía en una cueva de las afueras de la ciudad ca-
talana surge, además, el impulso para la escritura de los Ejercicios espirituales.
Para Castellani, la experiencia de Manresa también representa, en su
identificación con Ignacio, una experiencia de cambio. Son años, los manre-
sanos, en los que los escritos de Castellani adoptan un tono particularmente
polémico, en el límite de aquello que es discursivamente aceptable. En este
sentido, la publicación en 1945 del volumen Crítica literaria –que reúne
gran parte de su producción crítica desde los años veinte (la introducción
a la Divina Comedia de Dante; los primeros artículos sobre Paul Claudel)
186 Fariseísmo y experiencia del dolor: Esbozos… / Diego Bentivegna El Ensayo latinoamericano 187

hasta principios de los años 40 (por ejemplo, los artículos sobre “Poesía solo por algunos viajes a Barcelona para tratar sus dolencias. En efecto, en
y teología”)– representa el cierre de una escritura ensayística entendida sí gran parte de su producción posterior adoptará formas discursivas cercanas a
como polémica, pero ajustada a los esquemas del ethos y de las escenas los géneros considerados íntimos, a los papeles personales, hallados junto al
genéricas (Maingueneau, 2009) consideradas aceptables, a una escritura cadáver de aquel que los ha escrito1 y preservado por alguna razón, por algún
manifiestamente crispada, capaz de explorar géneros y formatos discursivos tipo de piedad sobre lo escrito, por alguno de los que han estado cerca de
tan variados como la “novela filosófica”, la poesía, el artículo periodístico, aquel que los ha escrito. Los papeles de Benjamín Benavides se presenta, por
el comentario exegético o la sátira de costumbres. ejemplo, como un conjunto de testimonios ordenados, descifrados y puestos
en circulación por un periodista argentino instalado en Roma. Marianillo de
Obra y proyecto de obras Birlibirloque, la novela en la que Castellani trabajó en su vejez, se lee por su
parte como una masa ordenada de los testimonios escritos del fallecido Ma-
Los diarios del período de Manresa, reproducidos en gran parte en la vo- riano, un sacerdote expulsado de su orden que construye, en los bordes de
luminosa biografía de Castellani de Sebastián Randle (2003), registran lecturas Buenos Aires, una extraña comunidad que, por su voluntad de ortodoxia, es
y funcionan como lugar de esboza de textos futuros, muchos de los cuales no percibida como algo peligrosamente cercano a lo herético. Lo que leemos del
llegarán a concretarse en obra. Entre estos materiales que Castellani comienza sacerdote Mariano, ex synagogis, es, tan sólo, una versión posible, tal como
a redactar en Manresa, se encuentra Los papeles de Benjamín Benavides, tal ha sido editado, por Carlos Biestro (Castellani, 1999), el mismo editor a quien
vez la gran novela teológica de la literatura en lengua española del siglo XX, debemos Cristo y los fariseos, sin el aparato de variaciones que, entiendo, per-
que se publica por primera vez en Buenos Aires en el año 1954 pero que mitiría abordar la complejidad del trabajo de escritura y de las operaciones
asumirá una forma “definitiva” en la edición de 1978. Se encuentra, además, textuales del último Castellani: su escritura como una escritura en proceso,
una porción considerable de la producción poética de Castellani, reunida en el provisoria, que elude cerrarse definitivamente en obra.
volumen Sonatas tristes para todo el año manresano, publicado sólo en 1964. Como señalamos más arriba, estas “formas provisorias”, de las que el
Finalmente, en estos años esboza los textos de su proyectado volumen Cristo Marianillo es tal vez el ejemplo más extremo, esta identificación del autor
y los fariseos, publicados luego de la muerte de Castellani (como los textos, en con aquel que preserva lo escrito y lo edita con cierto amor filológico,
la ficción, de don Benya y de Marianillo) al cuidado de Carlos Biestro a partir supone un cambio radical en la concepción de literatura que está en la
de los papeles piadosamente custodiados que constituyen su legado. base de los escritos de Castellani. En efecto, gran parte de los textos que
La profusión de testimonios escritos indica que el período de Manresa publica el jesuita hasta el período manresano está signada por una especie
está signado por una dedicación casi exclusiva a la lectura y a la escritura, algo de compulsión por lo falso: están impulsados por cierto “efecto de apócri-
que los papeles personales de Castellani registran en términos de tensión entre fo”2, un efecto que se expresa en la proliferación de pseudónimos y en las
sus obligaciones sacerdotales y la pulsión a escribir, entre tiempo dedicado a
su oficio de escritor y tiempo dedicado a su oficio sacerdotal, a lo que hay que 1 Para una reflexión en torno a las “escrituras del yo” y sus tensiones entre lo íntimo y lo
agregar, por cierto, el tiempo consumido y la ausencia de escritura producido por público, cfr. Link, D. 2005. Para la relación entre escrituras íntimas, en especial el diario,
la sensación casi paranoica de estar enfermo, de estar afectado de los nervios. y cadáver, cfr. Pauls, A. 1996.
“El escritor –escribe el rabino Benjamín Benavides en la novela que lleva 2 La expresión es propuesta por Carla Benedetti (1998) para pensar, a partir de algunos
su nombre– es un enfermo nervioso”. Hay algo de kafkiano en los diarios que textos de Ítalo Calvino, ciertos aspectos de la producción literaria correspondiente a la
Castellani escribe en su reclusión en la localidad catalana, interrumpida tan “modernidad tardía”.
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instancias ficcionales de mediación entre el texto, aquel que lo escribe y el “[El fariseísmo] es la soberbia religiosa: es la corrupción más sutil y
lector. Ello se manifiesta, por ejemplo, en uno de los productos literarios peligrosa de la verdad más grande: la verdad de que los valores religiosos
más felices de Castellani, El nuevo gobierno de Sancho, de 1942, que se pre- son los primeros. Pero en el momento en que nos los adjudicamos, los
senta, sin ninguna mención en su aparato paratextual al nombre “Leonardo perdemos, en el momento en que hacemos nuestro lo que es de Dios,
Castellani”, como una obra traducida del arábigo (el término, por supuesto deja de ser de nadie, si es que no deviene propiedad del diablo. El gesto
es de Cervantes) por Jerónimo del Rey. Este traduce, como en el Quijote, religioso, cuando se toma conciencia de él, se vuelve mueca. Los grandes
un supuesto original árabe, atribuido como aquel a un tal Cide Hamete Be- gestos de los santos no son autoconscientes, es decir, son auténticos, es
nengeli, pero en este caso “hijo”. La “metanoia”, el cambio manresano, que decir, son divinos, ‘padecen a Dios’ y obran en cierto modo como divinos
Castellani remonta a la vivida por Ignacio, produce, también, efectos en la autómatas, como obran los enamorados, sin ‘autosentirse’, como dicen
escritura, sobre todo en el plano de la forma, que deviene, al menos en lo ahora” (Castellani, 1999a: 12).
que se refiere a las obras “de ficción”, cada vez menos orgánica, cada vez
más cercana a una concepción de forma “provisoria” e inestable, como las El fariseísmo primordial, el fariseísmo religioso, es para Castellani una
de las de las novelas kafkianas en la lectura de Deleuze y Guattari o como “esclerosis de la religión”, una operación al mismo tiempo de purificación de
las del último Pasolini (el de la póstuma novela Petróleo, publicada en 1992, lo religioso y de lo que hoy podemos pensar como depotenciamiento de su di-
a casi veinte años de la muerte del autor) en la lectura de la crítica Carla mensión escandalosa. Es un modo, de experimentar lo religioso que rechaza,
Benedetti (1998). en su misma naturaleza, el carácter dramático, conflictivo, del cristianismo.
Por el contrario Cristo es, para Castellani, el protagonista de un drama, el
Tres planos agónicos protagonista de un ejercicio agónico. “La vida de Cristo –leemos en el prólogo
proyectado por Castellani– no es un idilio ni una elegía sino un drama, y no
Considero que Cristo y los fariseos, texto póstumo que debemos necesa- hay drama sin antagonista. El antagonista de Cristo, en apariencia vencedor,
riamente leer como provisorio, ocupa un lugar significativo en la producción fue el fariseísmo” (Castellani, 1999a: 11). Podríamos pensar que esta con-
de Castellani en la medida en que interactúan en él preocupaciones de dife- cepción agónica remite al cristianismo leído por Unamuno en El sentimiento
rente orden. “Fariseísmo” funciona como un término complejo en el que se trágico de la vida y, sobre todo, en La agonía del Cristianismo, textos que
produce una articulación compleja de sentidos que provienen de diferentes ocupan un rol fundamental en la producción ensayística de otro de los gran-
series (religiosa, política, estética), de modo que él que permite pensar en clave des intelectuales jesuitas del siglo XX argentino: Hernán Benítez, alumno de
polémica las intervenciones de Castellani en el debate religioso de su época, Castellani en el seminario metropolitano, prologuista en el 45 de su volumen
pero también en el debate político y, en términos generales, en el debate de Crítica literaria, confesor de Eva Perón, partícipe de la Resistencia peronista
crítico–cultural. Es posible pensar pues, a partir de una lectura integral del y cercano, en su vejez, a las posiciones de la teología de la liberación.
texto, un fariseísmo religioso, pero también, en conexión con él, un fariseísmo Sin embargo, en los escritos heterogéneos que confluyen en Cristo y los fa-
político y un fariseísmo cultural. En contraposición a esas proliferantes de lo riseos Castellani da un paso más allá en relación con ese cristianismo agónico
fariseo, los cuadernos de Castellani exploran de una manera atrozmente clara reivindicado en esos mismos años por Benítez. Se trata, en Castellani, de pensar
una imagen palpable de lo crístico opuesta a un catolicismo flojo, ñoño; con- un Cristo que decide y que, a través de esa decisión, demarca: un Cristo deci-
trapuesto a una versión debilitada y sentimentaloide de lo cristiano. sionista, un Cristo ubicado en una coyuntura tal, el momento de la pasión, en
la que decide llevar hasta el extremo de su propia supresión la pulsión agónica.
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Necesariamente, confrontarse de manera radical con el fariseísmo supone los fariseos: se trata, leído desde el Castellani tardío, más cerca tal vez de una
para Cristo la aceptación de la muerte, que Castellani lee, como especifica- reflexión sobre lo singular que de grandes construcciones escatológicas, de
remos, en términos de una política de lo impolítico. El fariseísmo es parte una concepción de lo religioso incapaz de ir más allá de los estadios estético
determinante en el drama de Cristo en la medida en que constituye aquello y ético: incapaz de ponerse en juego, de ponerse en cuestión, de arriesgarse
contra lo que Cristo decide (un término que no reitero, por supuesto, al azar) en un plano auténticamente religioso.
luchar. “Jesús se hizo matar”, afirma Castellani al comienzo del capítulo IV, En el campo político, el fariseísmo da origen a una forma de mesianismo
titulado “La provocación”, quizá el capítulo más cuestionador de los que han que para Castellani resulta recusable:
llegado hasta nosotros. En él, en una línea cercana a la que presenta Roma-
no Guardini en 1937 en Der Herren, el Cristo que Castellani postula en sus “El engreimiento religioso trajo el mesianismo político, podemos
escritos de Manresa es un Cristo para el que la pasión, para el que la muerte, colegir. Los fariseos necesitaban ser vengados de sus quemantes hu-
constituye un acto explícitamente elegido: millaciones, de sus revolcones y derrotas. La religión era humillada en
ellos y el Mesías debía vindicar la religión. Y si el Mesías había de ser
Que la pasión religiosa lo cegó acerca de sus fuerzas, como explica Strauss; político, había que preparar su venida haciendo política” (Castellani,
que creyó triunfar de sus enemigos o al menos librarse de ellos milagrosamente 1999a: 81).
‘por medio de doce legiones de ángeles’ a última hora, es el mismo inverosímil.
Es categóricamente contra los textos. Cristo preanunció su martirio, reprochó el Se trata de un mesianismo político que se identifica con el clericalismo,
asesinato de antemano a sus enemigos (que negaron el propósito), se escondió, se una opción que Castellani rechaza de manera insistente, entendido como una
escapo, se zafó de sus manos varias veces, como hemos visto. Son hipótesis que determinación política de la religión que hace de ella un mero sucedáneo del
no hay que discutir, puramente ficticias y del todo imaginarias. ¿De dónde sacan mantenimiento de un determinado orden de cosas. El clericalismo es una
eso? Si los textos evangélicos son tan engañosos que se los puede interpretar al forma farisaica de intervención de lo político en lo religiosos: la legitimación
revés, con el solo título de `profesor alemán’, entonces NO SABEMOS NADA EN de un determinado orden político con argumentos teológicos, como analiza el
ABSOLUTO acerca de Cristo. Callensén (Castellani, 1999a: 44). teólogo Erik Peterson (Erik María Petersen es uno de los tantos pseudónimos
que adopta Castellani) en su imprescindible estudio El monoteísmo como
La opción crística es una opción por algo que inevitablemente conduce problema político, publicado por primera vez en 1935 como una intervención
a lo riesgoso, conduce a una zona peligrosa, como la que el propio Castellani polémica en relación con los planteos de Carl Schmitt y con los de la llamada
explora en estos apuntes, alejado de Buenos Aires y de los conflictos intelec- Reichstheologie católica, que proponía la legitimación, con argumentos teoló-
tuales y políticos que atraviesan el campo cultural argentino. gicos, del régimen nacional–socialista (cfr. Uribarri, 1999: 30).
El fariseísmo es una religión de la pura exterioridad, de la pura obe- La opción de Cristo, su operar decisional –que, a partir de Romano
diencia a un orden eclesiástico establecido, expresado materialmente en un Guardini y de Carl Schmitt (a quienes Castellani cita en diferentes luga-
conjunto de prácticas rituales percibidas como puramente exteriores y, en res), ha sido analizado por Roberto Espósito en Categorías de lo impolítico
última instancia, alejadas de una concepción existencial de lo religioso. Como (Espósito, 2006), implica pensarse desde una perspectiva que, en los años
lo elaborará años más tarde a partir de una larga meditación en torno a las posteriores, Castellani–Petersen no duda en reivindicar como una pers-
reflexiones de Soren Kierkegaard y el luteranismo –me refiero a De Santo To- pectiva im–política, desde una singularidad irreductible en términos de
más a Kierkegord, publicado en 1973– que en parte se anticipan en Cristo y representación política y partidaria.
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En este punto, es la existencia misma de un Cristo impolítico lo que Por un lado, los papeles personales de Manresa registran, con pre-
permite explicar su pasión, orquestada por los fariseos pero acordada de al- cisión casi obsesiva, la evolución del malestar. Son la escritura de un
gún modo por otros sectores políticos de la elite del pueblo de Israel, como malestar corporal.
los saduceos:
Mis insomnios se han vuelto constantes y sumamente penosos,
El eliminarlo estaba ya decidido, la cuestión era el cómo. ¿No eran pues acaban en una especie de angustia o zozobra de pensamientos
enemigos los fariseos y los herodianos? Sí lo eran, pero eran enemigos alborotados, que es una verdadera tortura. Los efectos de ellos son
‘políticos’, désos que se ponen de acuerdo cuando surge un adversario desastrosos, me dejan sin fuerzas para nada y en una gran melancolía.
no político, désos que perturban el funcionamiento de los partidos o Todo me hiere, y mi alma está en gran oscuridad y confusión3
‘el libre juego de las instituciones democráticas’, como dicen ahora. El
acuerdo tuvo éxito: eliminarlo de algún modo que nos los dejara mal y En serie con este malestar, las lecturas de Manresa parecieran funcionar,
no conmoviera al pueblo, y los encargados de hallarlo fueron los más en principio, como lecturas meramente profanas, peligrosamente alejadas de
religiosos, naturalmente los fariseos (Castellani, 1999a: 82) aquello que se presenta como legible para un intelectual católico que viste,
para colmo, la sotana de la orden más intelectual de la Iglesia: el maldito
Santo sodomita Charles Baudelaire y el “decadente”, pervertido, sodomita Oscar Wilde. Sin
embargo, el registro de la enfermedad y del abandono (el exilio: la residencia
El fariseísmo funciona, finalmente, en el plano de la crítica. Hay, para forzada) encuentran para Castellani un punto de articulación en la lectura, la
Castellani, una crítica farisaica, una crítica pensada como un mero ejercicio interpretación y la traducción de esos autores profanos.
más o menos anodino de aquello que constituyen valores y sentidos litera- Baudelaire es una presencia reiterada en la producción de Castellani,
rios anquilosados, encarnados en enunciados estereotipados, como los que que ve en su obra, sobre todo en Las flores del mal, una de las grandes
revisa, en la línea de la Exégesis de Lugares Comunes de Leon Bloy, en varios obras cristianas de todos los tiempos y sin duda la mayor del siglo XIX,
episodios de El nuevo gobierno de Sancho. Críticos como Roberto Giusti o equiparable tan solo con La divina comedia o con la poesía de San Juan
novelistas como Eduardo Mallea representan, para Castellani el complemento de la Cruz. La oposición al mundo que pone en juego Baudelaire, como
de una producción literaria considerada insustancial y descarnada, como la explica de manera concluyente el protagonista de Los papeles de Benjamín
del prosista católico Constancio Vigil, a quien Castellani dirige algunos de sus Benavides, es una oposición eminentemente cristiana no en la medida en
juicios críticos más cáusticos, o en la poesía pura de Juan Ramón Jiménez o que adopte las formas externas de un rito o que escriba una poesía de
de Jorge Guillén, a la que Castellani no duda en contraponer, en un gesto de contenido religioso explícito, sino tanto se trata de una poesía, y de una
provocación política e intelectual, la poesía resurreccional y eminentemente experiencia, refractaria a lo farisaico.
cristiana del “rojo” Miguel Hernández. La lectura de Oscar Wilde, en una línea crítica similar, le permite a Cas-
Los ejercicios críticos que Castellani reivindica y que pone en acción en tellani una forma de separación no farisaica: una forma que podemos pensar
diferentes lugares de su producción es un ejercicio absolutamente alejado del como una “separación impura”. Recordemos, con Agamben (2004), que los
juicio confirmatorio, del juicio que aísla y en cierto sentido purifica el texto, fariseos, entre los que se encuentra por cierto Pablo de Tarso, fariseo e hijo
leyéndolo en una serie meramente literaria, en una serie en el que la mate-
rialidad corporal se elabora textualmente en una pura letra. 3  Borrador de la carta a F. Gaza, del 21 de julio de 1947, en Randle, 2003: 779.
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de fariseos (Hechos: 26, 6), de faruš, los separados, aquellos que han optado del cual privilegio natural se erigieron en dolorosos defensores, siendo
4
por la pureza . La separación de Wilde es, en cambio, una separación más así que no tenían nervios para campeonatos (Castellani, 1999a: 128).
bien cercana a la santidad o a la locura, dos formas de subjetivización que
en Castellani se perciben como cercanas5. En 1946, un año antes de la escritura de estos papeles manresanos, Jorge
El “drama” de Oscar Wilde es “drama” cristiano, drama que lleva al Luis Borges, a quien Castellani dedica una porción considerable de su produc-
sujeto a una posición extrema y de espera, análoga al respeto ignaciano, a ción (y su aversión) crítica, fecha uno de los ensayos que confluirían en Otras
lo que Roland Barthes denomina en su ensayo sobre Loyola “la aceptación inquisiciones: “Sobre Oscar Wilde”. La confrontación entre la lectura borgeana
reverente del silencio de Dios, el asentimiento dado, no al signo, sino al de Wilde y la lectura que propone Castellani me parece especialmente signi-
retraso en el signo” (R. Barthes, 1997: 92). Reducido a la prisión en la cárcel ficativa para pensar las concepciones de crítica y de literatura irreductibles
de Reading por “actos inmorales”, por “actos impuros”, Wilde asume un rol que ambos plantean. En efecto, en la lectura borgeana, la producción escrita
protagónico en el drama de la oposición al mundo farisaico de la Inglaterra de Wilde es leída de manera circunscripta al funcionamiento autónomo de la
de su época. Para Castellani, en este sentido, la moral victoriana es una esfera literaria, con sus géneros, sus panteones autorales y sus grandes obras.
de las formas históricas del fariseísmo, del mismo modo en que lo son el Borges afirma, desde estos supuestos autonómicos, la sencillez lingüística y
protestantismo anquilosado contra el que choca Kierkegaard o el catolicis- estilística del autor irlandés, que reconduce a algunos de los grandes autores
mo depotenciado al que se oponen Juana de Arco, Tomás Campanella o el del clasicismo del siglo XVIII:
6
catalán Jacinto Verdaguer :
Este, si no me engaño, fue mucho más que un Moréas irlandés; fue
Baudelaire, Leon Bloy y Oscar Wilde desembocan en la fe a través un hombre del siglo XVIII, que alguna vez condescendió a los juegos
del pecado, y son aplastados por el fariseísmo, por no otra razón que ha del simbolismo. Como Gibbon, como Johnson, como Voltaire fue un
de rehusarse a servirle, en virtud del privilegio de la libertad del artista, ingenio que tenía razón además. Fue, “para de una vez decir palabras
fatales, clásico en suma”. Dio al siglo lo que más exigía –comédies
4 Se “separaban” –dice Agamben- en este sentido…, no sólo y no tanto de los gentiles, lamoryantes para los más y arabescos verbales para los menos– y
sino también, y sobre todo, del am-ha-ares, del pueblo de la tierra, es decir, de los ejecutó esas cosas disímiles con una suerte de negligente felicidad
campesinos ignorantes que no observaban la ley (el “campesino” del apólogo kafkiano (Borges, 1960: 117).
“Ante la ley” puede ser visto en este sentido como un am-har-res, y el guardián como
un paruš,como un fariseo) (Agamben, 2004: 52). Wilde sería, en la lectura borgeana, que enfatiza por cierto su produc-
5 Escribe Castellani en una carta fechada en 1961: He topado en mi vida con “santos ción dramática, una rearticulación finisecular del clasicismo y, en tal sentido,
notorios” (el jesuita español X, el salesiano Y) y no les he dado mi voto ni confirmado formalmente diferente del estilo de sus contemporáneos. Se trata de una
el diploma; por otro lado, me parece que el luterano Suero Kierkegaard (así habría que interpretación, la borgeana, que lee a Wilde desde una plenitud de sentido,
decir en español al filósofo Soren Kierkegaard) y la judía Simona Weil fueron santos es decir, de una lectura que desarticula la linealidad del “desarrollo histórico”
modernos; y los dos parecen dementes y herejes, tenidos de muchos por tales” (Cas- pero que termina siendo una lectura acorde al canon, acorde a un espacio
tellani, 1999b: 189). literario regulado por valores autónomos, en especial el de la “perfección”7.
6 A quien Castellani lee con fervor en Manresa y dedica un ensayo, El ruiseñor fusilado y
un drama, El místico. 7 “Lo ha perjudicado la perfección, su obra es tan armoniosa que puede parecer inevitable
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Por el contrario, Castellani, que privilegia la producción tardía del irlandés probablemente, como afirma en sus apuntes Castellani, “al fariseísmo sólo
(la extensa epístola De profundis; La balada de la cárcel de Reading) lo lee puede desafiar el mártir” (Castellani, 1999a: 127).
no desde una plenitud de sentido, sino desde la crisis de éste. El jesuita, en
efecto, plantea en Cristo y los fariseos una pregunta que retorna obsesivamente
en sus estudios críticos: la pregunta por el fin de la escritura, por el momento
en que la escritura cede su lugar al silencio, que es la pregunta que planteó Bibliografía
Castellani en sus dos libros de ensayo dedicados a poetas (el catalán Verdaguer
y su coterráneo santafecino Horacio Caillet–Bois). Agamben, Giorgio. 2006. El tiempo que resta. Comentario a la Carta a los
“El santo vive en el plano religioso y el genio en el pleno estético”, afirma romanos, Madrid: Trotta.
Castellani en una carta sobre la santidad recogida entre sus papeles póstumos Angenot, Marc. 1982. La parole pamphletaire: contribution a la typologie des
(Castellani 1999b: 188). En este sentido, Wilde representa para Castellani un discours modernes. Paris: Payot.
autor significativo, provocativamente significativo (homosexualidad, decadencia, Barthes, Roland. 1997. Sade, Fourier, Loyola. Madrid: Cátedra.
etc.), en la medida en que se constituye a sí mismo como un singular en el Benedetti, Carla. 1998. Pasolini contro Calvino. Per una letteratura impura.
que confluyen series de sentido contradictorias. Es a partir de Wilde, de la Turín: Bollati Boringhieri.
identificación imaginaria con el preso de Reading, como Castellani constru- Benítez, Hernán. 1949. El drama religioso de Unamuno. Buenos Aires: Uni-
ye un sintagma que, mediante el oxímoron, intenta dar cuenta de un cierto versidad Nacional de Buenos Aires.
“excedente de ser”, del carácter agónico de lo que se experimenta como un Borges, Jorge Luis. 1960. Otras inquisiciones. Buenos Aires: Emecé.
estar–separado–cristiano: Wilde es, en efecto, la relación existencial de un Castellani, Leonard. 1944. El nuevo gobierno de Sancho, 2a edición. Buenos
enunciado escandaloso, in–decible: es el “sodomita santo”, que sella en su Aires: Penca.
silencio final un modo encarnado de entender lo literario, un modo hecho . 1945. Crítica literaria. Buenos Aires: Penca.
carne a partir de aquello que, precisamente, la lectura pudibunda de Borges . 1973a. Las canciones de Militis. Buenos Aires: Dictio.
elide, que es la experiencia religiosa cristiana opuesta a la buena conciencia . 1973b. De Santo Tomás a Kierkegaard. Buenos Aires: Guadalupe.
farisea, cercana peligrosamente a esas experiencias de lo otro que son la locura . 1984. Las ideas de mi tío el cura. Buenos Aires: Excalibur.
o la santidad: la experiencia del dolor, la experiencia de Job que Castellani . 1999a. Cristo y los fariseos, editado por Carlos Biestr. Mendoza:
8 Jauja.
inserta en la de Wilde .
La experiencia en última instancia incomunicable, intransferible (“yo no . 1999b. Castellani por Castellani, ed. de Carlos Biestro, Mendoza:
puedo sentir tu dolor”, escribe Wittgenstein, en sus Investigaciones filosóficas) Jauja.
pero desde la cual es posible pensar, a partir de la conjunción de dolor y . Marianillo de Birlibirloque, editado por Carlos Biestro. Mendoza:
amor, una “ontología de la comunidad ética” (Negri, 2003: 160). Y es que, Jauja.
Deleuze, Gilles y Felix Guattari. 1986. Kafka: por una literatura menor.
y aun baladí. Nos cuesta imaginar el universo sin los epigramas de Wilde; esa dificultad México: Era.
no los hace menos plausibles” (Borges, 1960: 127). Espósito, Roberto. 2006. Categorías de lo impolítico. Buenos Aires: Katz.
8 De manera sintomática, S. Randle titula “Job” al capítulo de la biografía de Castellani Devoto, Fernando. 2006. Nacionalismo, fascismo y tradicionalismo en la
dedicado al período de Manresa. Argentina moderna. Buenos Aires: Siglo XXI.
198 Fariseísmo y experiencia del dolor: Esbozos… / Diego Bentivegna El Ensayo latinoamericano 199

Link, Daniel. 2005. Clases. Literatura y disidencia. Buenos Aires: Norma. El lenguaje es sexo (femenino).
Maingueneau, Dominique. 2007. Análisis de textos de comunicación. Buenos Reflexiones acerca de Peligrosas palabras
Aires: Nueva Visión. de Luisa Valenzuela
Negri, Antonio. 2003. Job: la fuerza del esclavo. Buenos Aires: Paidós. Miriam Di Gerónimo
Pauls, Alan. 2006. Cómo se escribe un diario íntimo. Buenos Aires: El Ateneo.
Petersen, Erik. 1999. El monoteísmo como problema político. Madrid: Trotta. Todo escritor debe haberse soñado alguna vez
Randle, Sebastián. 2003. Castellani, Buenos Aires: Vórtice. como personaje de su propia literatura.
Uribarri, Gabino. 1999. Erik Peterson: teología y escatología. En E. Petersen, Luisa Valenzuela, Peligrosas Palabras.
9–46.
Zuleta Álvarez, Enrique. 1975. Historia del nacionalismo argentino. Buenos Luisa Valenzuela merece un lugar destacado en nuestras letras argentinas,
Aires: La bastilla. hispanoamericanas y por qué no universales. Ha recibido un merecido recono-
cimiento en el ámbito internacional sobre todo en universidades extranjeras:
homenajes, doctorados honoris causa, foros de reflexión sobre su obra desde
México hasta Corea. Sin embargo y curiosamente la crítica nacional la ha
tratado de soslayo quizá por su intervención directa en la representación de la
realidad argentina, a veces descarnada, de nuestros conflictos, contradicciones
y la referencia a acontecimientos políticos deleznables de la dictadura militar.
Por traducir estética y poéticamente nuestras mezquindades y anhelos su obra
se considera eminentemente argentina. Vive todavía aunque en esta ocasión
no nos acompaña por cuestiones de agenda.
Cabe recordar algunas de sus obras. Su producción novelística es vastísi-
ma abarca más de cuarenta años desde la primera novela publicada en 1966
hasta La travesía de 2002. Hay que sonreír se desarrolla en los bajos fondos de
Buenos Aires y tiene como protagonista a una prostituta. Esta novela marca
tendencias principales en las que se inscribirá su obra posterior: a) la perspec-
tiva femenina, b) la preferencia por “el mundo de los marginados”, alentada
por sus investigaciones realizadas en Estados Unidos como becaria del Fondo
Nacional de las Artes durante los años ‘70 y c) la crítica al machismo a ultranza
ejercido por los hombres durante siglos.
En una entrevista1 que le realizaron con motivo de su asistencia a la 22
Feria del Libro de Lima, ella habla de su nueva novela, la que actualmente
está escribiendo, El mañana y dice: “Creo que va a ser un poco un legado, es

1 Entrevista a Luisa Valenzuela: http://www.youtube.com/watch?v=ULlvvW2Qej8


200 El lenguaje es sexo (femenino). Reflexiones… / Miriam Di Gerónimo El Ensayo latinoamericano 201

un poco un trabajo que a mí me interesa mucho: el lenguaje: qué es lo que nos recuerda Eduardo Vidal, que “el ser humano es un extraño en la
oculta, qué disfraza, qué revela el lenguaje como una máscara”. casa de nadie: el lenguaje” (18).
Hace de su estética su ética. […] el viaje de la mujer a través del reino de la palabra ha sido
Tiene publicados varios libros de microrrelatos que fueron compilados arduo: del sujeto de la sujeción, pasando por ser sujeto del enunciado,
en 2004 por la editorial Alción, de Córdoba, con el nombre de Brevs. Para re- la mujer está llegando por fin a los albores del tercer milenio a ocupar
ferirse al género dice: “Es un género muy ágil que permite englobar mundos el lugar que le corresponde en tanto sujeto de la enunciación (18).
en muy pocas palabras”. […] Estamos por fin diciendo nuestras verdades para develar aque-
El género ensayo quizá pueda definirse, en términos generales, en el llo que permanecía oculto a la sombra del logos masculino.
sentido de discurso, como “libre discurrir” sobre un tema determinado. O […] Contra las limitaciones impuestas por aquello que al nombrar-
precisar aún más el contenido, como dice Theodor Adorno: “especulación nos nos encasilla, invisibiliza o peyoriza, vamos descubriendo nuestra
acerca de objetos específicos, ya preformados culturalmente” (1962: 11). En capacidad de nombrarnos con palabras propias, …
otras palabras, no se trata de descubrir un tema, sino de hacerlo propio a
través de una nueva mirada. Como podemos apreciar en esta cita se advierte la forma que practica
El nombre del Simposio que hoy nos convoca demuestra a las claras Valenzuela en Peligrosas palabras. En efecto, el ensayo es multidireccional, po-
que estamos frente a un género en permanente transformación que busca lifónico, heterogéneo, deshilvanado. Por lo tanto, este tipo de escritura postula
posicionarse entre “mestizajes y sincretismos”, como afirma acertadamente un tipo de lector y de crítico –que oficia como primer lector del libro– también
Liliana Weinberg (a quien seguiré en gran parte de esta disertación) y que va camaleónico, “salteado” –como lo denomina Daniel Pennac– lúdico, dispuesto
desdibujando la forma del modelo original adaptándose a los nuevos reque- a metamorfosearse, a disfrazarse y por momentos, también a ponerse serio. El
rimientos nacionales, históricos, sociales, culturales, editoriales, de mercado, pensamiento de Valenzuela es complejo; de manera concomitante, la comple-
informáticos, etc. Es por esto que podríamos hablar de un género camaleónico jidad es también crítica. Se ha señalado en su obra la posibilidad de diferentes
que va metamorfoseándose vertiginosamente según las nuevas realidades de asedios: posestructuralistas, desde las teorías del lenguaje, de género, etc. Así,
un mundo en constante mutación que exige nuevas interpretaciones y cons- esta pequeña cita implica, pragmáticamente una constelación de saberes que,
tataciones de su pulso. Es por esto que Liliana Weinberg distingue al ensayo aunque sea por encima, el lector debe conocer. Me refiero a la interdiscipli-
del siglo XIX con el nombre de “ensayo en tierra firme” y a partir de mediados nariedad a la que hace referencia: psicoanalítica, lingüística, filosófica, ética,
del XX lo llama “un género sin orillas”. perspectiva de género y de sentido común la mayor parte de las veces. Si,
En este sentido, considero que el ensayo es un género de fronteras, de como señala Liliana Weinberg, el ensayo se mueve entre el mostrar y el de-
bordes, no de límites bien definidos, más bien contaminados y contaminantes, cir, las opiniones vertidas demuestran que Valenzuela cree en el poder de la
por lo tanto, reconocemos su naturaleza híbrida. palabra que utiliza para indicar, diagnosticar y, por lo tanto, para denunciar.
Leamos el primer ensayo de Luisa Valenzuela cuyo título: “Apropiación Es por ello que se vale de todas las disciplinas como armas de denuncia de
de un lenguaje propio” podría enunciar la hipótesis de todo el libro: una situación que le resulta molesta. Por eso es tan difícil encasillar el ensayo
y a una escritora que utiliza un género dinámico y mutante por naturaleza.
…a caballo del siglo XXI, […] ya podemos celebrar el encuentro tan Sin embargo, me animo a señalar una constante del libro que está conte-
largamente postergado de la mujer con su propio lenguaje (2001: 17). nida en el título de la ponencia: El lenguaje es sexo (femenino). Casi diría que
Teniendo siempre en cuenta, natural y muy lacanianamente, como todo el libro sigue el movimiento de un gran anillo de Moebius: en una cara,
202 El lenguaje es sexo (femenino). Reflexiones… / Miriam Di Gerónimo El Ensayo latinoamericano 203

la reflexión constante sobre el lenguaje representada en tres fases: convertida ha aceptado la supremacía de lo masculino en forma de lenguaje hegemónico.
por momentos en teoría literaria o en metaliteratura pues se vuelve autorre- Según Valenzuela el hombre y la sociedad han ejercido un deseo de poder
ferencial cuando se explica o crítica literaria cuando pone en valor las obras masculino pero nuestra responsabilidad ha estado en admitirlo, en la sumisión
de otras escritoras argentinas, por ejemplo. En la otra faz de la cinta se halla de soportarlo sin reacción. Por nuestra propia elección o sujeción, “a priori”
la mirada femenina muy subjetiva que pasa por su filtro todas las realidades habríamos estructurado una forma inconsciente y consciente que reconocería
políticas, lingüísticas y cotidianas, entre otras. La figura diseñada por Moebius la supremacía de lo masculino. Desde el psicoanálisis, el “descubrimiento” del
es perfecta para la representación de la estructura del contenido del libro ya inconsciente de Freud, se completa con la noción de “sujeto escindido” que
que no admite jerarquías, ni arriba ni abajo, ni subordinaciones. A veces emer- postula Lacan –ya vislumbrado por Freud en su concepto de inconsciente–
ge una pero no anula la otra: son las dos caras constitutivas y constituyentes que conlleva a la consecuente formulación de una diferente concepción del
de una misma realidad textual. Es a partir de la apropiación de un lenguaje lenguaje. Para apoyar estas aseveraciones, observemos estas reflexiones de
netamente femenino que podremos aprehendernos y configurarnos como Lacan:  ”Para enunciar desde entonces que Freud se anticipa a la linguística,
mujeres, según la hipótesis ya señalada. digo yo menos de lo que se impone, y que es la fórmula que suelto ahora:
En la Introducción se enuncia el posicionamiento de la autora: el inconsciente es la condición de la linguística” (entrevista de la televisión).
Será esta una mirada de mujer, con conciencia de serlo, para bien y para A modo de síntesis transcribo un aporte de Sandra Jara que pretendo
mal, desde las hormonas, sí, pero sobre todo desde esa construcción social pueda esclarecer y sintetizar los conceptos mencionados:
llamada mujer que atañe a la humanidad en pleno (2001: 15).
Dice más adelante: Porque el lenguaje es sexo (y el nuestro es sexo fe- Lacan avanza en este sentido y, sin romper la dialéctica intersubjetiva
menino) porque la palabra es cuerpo (26). yo–Otro, coloca el inconsciente en el lugar del Otro. Para él este lugar
Aclara muy bien que no se trata de cambiar el lenguaje, las palabras son privilegiado –el del Otro– es el que va a crear tanto el sujeto como el
las mismas, sino la forma de escribir, la carga semántica o la preferencia por lenguaje (2003: 176).
la connotación, en busca de la “respiración propia” (23). Reconoce que du-
rante años creyó en la “no existencia de un lenguaje de mujer, porque según Desde este anclaje teórico podemos avanzar desde la díada sujeto–len-
pensaba entonces el lenguaje nace en el asexuado inconsciente humano, y guaje y conectarla con su correlato inmediato: la escritura y además con el
me sentía reconfortada por la seguridad de que no era posible diferenciar mi género que sostiene los tres: la autobiografía. De acuerdo con las expresiones
escritura de la escritura del hombre, del maestro” (22). Ahora cabría pregun- vertidas por Valenzuela en sus ensayos parecería inscribirse en la corriente
tarse: ¿cómo se forma ese constructo social llamado mujer?: ese concepto es feminista de origen francés nutrida por teorizaciones posestructuralistas, des-
formado a partir del lenguaje. constructivistas pero, fundamentalmente por el psicoanálisis. De una u otra
Repensando las reflexiones de Valenzuela, quizá como nunca o como forma, aunque sea de un modo oblicuo, estas teorías han abordado la cuestión
siempre vienen a mí los conceptos de Lacan: “el inconsciente se estructura autobiográfica. Según el panorama que describe Sandra Jara:
como un lenguaje”. Según los dichos de Valenzuela el lenguaje que nos ha
prefigurado es “falocéntrico”, por lo tanto, el resultado será reconocer la supe- Hélène Cixous y Luce Irigaray elaboraron los conceptos de escri-
rioridad del maestro. Para la autora el inconsciente es asexuado y ella pretende tura femenina y de parler femme. Podría decirse que estas teóricas
darle un sexo para la mujer a partir del lenguaje, que es lo que finalmente nos descubrieron una asociación metafórica entre el cuerpo de la mujer y
configura. Denosta la condición femenina silente y pasiva que durante siglos la palabra, advirtiendo sobre la relación autoerótica que las une para,
204 El lenguaje es sexo (femenino). Reflexiones… / Miriam Di Gerónimo El Ensayo latinoamericano 205

en definitiva, exhortar a escribir con el cuerpo. Esta perspectiva nos Valiente, sin autocensuras ni prejuicios; cuidadosa de su lenguaje,
lleva a considerar que la escritura femenina se constituiría a partir de exorbitado cuando es necesario pero maravillosamente refinado allí
la escritura como destino y, en tal sentido, en una somagrafía sin la donde la realidad también lo es. Luisa Valenzuela avanza a lo largo
cual sería imposible el problema de lo autobiográfico (2003: 177–178). de varios libros que marcan lúcidamente un derrotero poco usual: el
de una mujer profundamente anclada en su condición, consciente de
Desde estos abordajes teóricos, leamos ahora Peligrosas palabras: discriminaciones todavía horribles en nuestro continente y a la vez
llena de una alegría de vida que la lleva a superar las etapas prima-
Porque el lenguaje es sexo (y el nuestro es sexo femenino) porque rias de la protesta o la supervaloración de su sexo para colocarse en
la palabra es cuerpo (2001: 26). un perfecto pie de igualdad con cualquier literatura masculina o no.
Hay conciencia de cuerpo también para el cuerpo de nuestra es- Leerla es tocar de lleno en nuestra realidad, allí donde lo plural supera
critura. Sería esta una forma de defender nuestro propio oscuro deseo, las limitaciones del pasado; leerla es participar en una búsqueda de
nuestras fantasías eróticas tan distintas de las del hombre. Nuestros identidad latinoamericana que brinda por adelantado su recompensa.
fantasmas. Esos que se suponían no eran femeninos, entre comillas. Los libros de Luisa Valenzuela son nuestro presente pero contienen
Defendemos por lo tanto el erotismo de nuestra propia lengua y también mucho de nuestro futuro; y verdadero sol, verdadero amor,
de nuestra literatura, para no seguir siendo el espejo del deseo de los verdadera libertad en cada una de sus páginas.
hombres (27).
Las escritoras hemos aguzado nuestra percepción de la palabra,
sobre todo en relación con su carga semántica, que en ocasiones
puede ser tan letal como un arma. Podríamos pensar en el lenguaje
como arma blanca de doble filo que vamos aprendiendo a usar en Bibliografía
toda su potencialidad. […] No es un arma de combate contra el
hombre sino más bien un buril que esgrimimos para irnos tallando Fuente
una vez más, … Valenzuela, Luisa. 2001. Peligrosas palabras. Buenos Aires: Temas en el
margen.
A partir de este diagnóstico de la situación de sojuzgamiento de la mujer
durante siglos podría existir una salida: por obra del lenguaje, a través de las Especial
Peligrosas palabras podría operarse la transformación o tal vez un segundo Adorno, Theodor. 1962. El ensayo como forma. En Notas de literatura.
nacimiento. En este sentido, Valenzuela le confiere al lenguaje un poder casi Barcelona: Ariel.
demiúrgico, de fiat (el hágase divino) por medio del cual y en un acto de fe Jara, Sandra. 2003. Autobiografía: una retórica del pliegue En breve cárcel
y cooperación femeninas podría ir creándose una nueva realidad auspiciosa de Sylvia Molloy. En Mujeres que escriben sobre mujeres (que escriben),
para el género. editado por Cristina Piña, Volumen II. Buenos Aires: Biblos.
Me gustaría terminar con unas palabras que podrían sintetizar el tipo Maíz, Claudio. 2004. El ensayo: entre género y discurso. Debate sobre el ori-
de escritura que Valenzuela practica y son las de Julio Cortázar que la autora gen y funciones en Hispanoamérica. Mendoza: Editorial de la Facultad de
eligió como contratapa: Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo.
206 El lenguaje es sexo (femenino). Reflexiones… / Miriam Di Gerónimo El Ensayo latinoamericano 207

Weinberg, Liliana. 2007. El ensayo latinoamericano entre la forma de la mo- Ensayismo y escritura fragmentaria en
ral y la moral de la forma. En Cuadernos del CILHA (Mendoza, Universidad Robert Musil y Walter Benjamin
Nacional de Cuyo, Facultad de Filosofía y Letras, Centro Interdisciplinario María Cecilia Salas Guerra
de Literatura Hispanoamericana) 9 (año 8): 110–130.
Bianchi, Sandra. Dar vuelta el espejo. http://www.luisavalenzuela.com/en- … guardémonos mejor de la peligrosa y vieja patraña conceptual que ha crea-
sayos_criticos4/ensayos_criticos_bianchi.htm do un “sujeto puro del conocimiento, sujeto ajeno a la voluntad, al dolor, al tiempo”,
. Los textos breves de Luisa Valenzuela http://www.luisavalenzuela. guardémonos de los tentáculos de conceptos contradictorios, tales como “razón pura”,
com/ensayos_criticos4/ensayos_criticos_bianchi2.htm “espiritualidad absoluta”, “conocimiento en sí” […] Existe únicamente un ver pers-
Lojo, María Rosa. “Peligrosas Palabras”, reseña en La Nación, domingo 29 pectivista, únicamente un conocer perspectivista; y cuanto mayor sea el número de
de julio de 2001. Disponible también en: http://www.buenosaires.gov.ar/ afectos a los que permitamos decir su palabra sobre una cosa, cuanto mayor será el
areas/com_social/audiovideoteca/literatura/valenzuela_bio2_en.php número de ojos, de ojos distintos que sepamos emplear para ver una misma cosa…
Entrevista a Luisa Valenzuela. http://www.youtube.com/watch?v=ULlvvW2Qej8 Friedrich Nietzsche, La genealogía de la moral

Robert Musil y Walter Benjamin son figuras paradigmáticas de la escri-


tura fragmentaria y del ensayismo en el siglo XX. Su escritura dialoga con los
principales rasgos de una época marcada por el quiebre, la crisis y el agota-
miento de la representación, del relato, de la gran novela y de los grandes
sistemas filosóficos y discursivos. La obra de cada uno de estos pensadores
logra ser, a la vez, crítica visionaria y sintomática de la condición del hombre
moderno en cuanto sujeto fundado en los ideales de la ciencia y de los dis-
cursos de las ciencias sociales y humanas. Se trata en ambos casos de miradas
perspectivistas que anticipan, sobre todo, una imagen del hombre contempo-
ráneo: escéptico, apático, dividido, a–moral, instalado en la ambigüedad ética,
errante virtual del absurdo. De allí la vigencia actual del pensamiento de estos
pensadores marginales –distantes de todo sistema e institución, e inclasifica-
bles en los géneros establecidos–, cuya presencia en muchos casos resulta
incómoda para los defensores del pensamiento sistemático.
En este breve texto mostramos cómo dicha escritura no puede discurrir
de otra forma que no sea ensayística y fragmentaria: Musil, no podía escribir El
hombre sin atributos acorde, en exclusiva, con las leyes del relato y la narrativa,
pues termina más bien evidenciando que la ficción literaria y el pensamiento
ensayístico filosófico se potencian mutuamente. Benjamin, por su parte, no
encaja en la filosofía sistemática, nada más ajeno a él que devenir un neokan-
tiano entre otros, así como tampoco se alinea en la contemporánea dirección
208 Ensayismo y escritura fragmentaria en Robert Musil y … / Cecilia Salas Guerra El Ensayo latinoamericano 209

heideggeriana. Por el contrario, este pensador errante, obstinado en los detalles como lo pensaba Kant–, sino como la condición misma de la moral, la razón,
y observador exhaustivo de la cotidianidad –poblada de cosas pequeñas y seres y la experiencia; pues estas tres cuestiones tan decisivas existen sólo como
insignificantes– no excluye de su campo de reflexión filosófica los fenómenos interpretación: su acontecer es lenguaje, y por ello mismo no son unívocas,
propios de su época, tales como el cine y la fotografía, pero también los fascis- sino ambiguas, contradictorias, relativas. De allí que el ensayismo y la escritura
mos y las veloces metamorfosis urbanas, entre otros. Se permite leer en todo fragmentaria –o la intensa discontinuidad– termine siendo una misma cuestión,
ello, las transformaciones que vive el hombre de su tiempo y, a partir de tales y que para ambos pensadores sea inevitable, inherente al pensar mismo; es
síntomas, prevé importantes consecuencias y perfila algunos de los grandes decir, más que de una decisión o de un defecto, se trata de una fatalidad, de
retos que a mediano y largo plazo se habrían de sortear en el siglo XX. algo que no puede ser de otro modo, de un asunto est–ético en último término.
Por tanto, la grandeza de ambos autores está quizá en su marginalidad
y escepticismo frente a los grandes sistemas filosóficos1, en los cuales, a la 1 Walter Benjamin, un diletante genial
manera de Nietzsche, no encuentran las cumbres del pensar humano –tal
como la tradición había defendido– sino que detectan allí los síntomas de Walter Benjamin es uno de los grandes pensadores–visionarios de las
la décadence, las fuentes metafísico morales que han socavado la fuerza del condiciones de la experiencia en la Modernidad, pues hace explícito que la
instinto, y que en esa medida han hecho del hombre un ser doméstico y pobreza, la destrucción y la expropiación de la experiencia es uno de los más
mojigato. Ambos autores se marginan de la tradición para mirar de otro destacados efectos de la racionalidad moderna, en la medida en que ésta cons-
modo y afirmar jovialmente –como corresponde– la vida en su potencia y en truye una imagen del hombre reducido a sujeto de la conciencia y de la razón
su fragilidad, para repensar al hombre más allá de las categorías de sujeto y y usuario del lenguaje como instrumento de la razón misma; pero también en
de razón. Se trata entonces de dos grandes marginados dispuestos a pensar la medida en que dicha racionalidad se instrumentaliza y produce una modifi-
llanamente al hombre: Musil, lo contempla en su precariedad, desprovisto de cación radical en la forma como el hombre viene a relacionarse con el lenguaje
las garantías y los privilegios largamente prometidos, primero por la tradición y con la finitud. O sea que pobreza de la experiencia y vaciamiento del relato
platónico cristiana y luego por el proyecto ilustrado. Benjamin, por su parte, coinciden, se anudan, exigen ser pensados como una misma cuestión. De esa
piensa la condición de ese mismo hombre privado de biografía y expulsado de pobreza y destrucción del relato se ocupa este autor en su textos “El narrador”
la posibilidad de transmitir su experiencia como contenido en el lenguaje, lo y “Programa para una filosofía venidera”, en Para una crítica de la violencia.
observa detenidamente como un bebé que se agita en los pañales sucios de la En “El narrador” (1936), Benjamin expone las que considera causas de la
historia, tal como afirma, en 1933, en su luminoso texto Experiencia y pobreza. inevitable escasez y ocaso del arte de narrar, arte –entendido por la Modernidad
Musil y Benjamin reconocen pues las alteridades largamente eclipsadas, lo de una forma bastante diversa– que desde la Antigüedad hasta, quizás el Medio-
radicalmente otro, y por hacerlo son prototípicos evadidos y adelantados tanto a evo, estuvo vinculado a lo que el autor denomina “aspecto épico de la verdad”: la
su época como a la nuestra; están destinados a interpelar un siglo bárbaro y sor- sabiduría. La fuente desde donde habla el narrador es justamente la experiencia
do, consagrados a continuar el trabajo iniciado por Nietzsche: pensar el lenguaje –propia o transmitida oralmente–, de ahí la importante función que cumplía el
como problema filosófico por excelencia, no como un medio o instrumento –tal acto de narrar en toda época donde todavía era posible hablar de comunidad. El
surgimiento de la novela en la Modernidad es el primer fenómeno que contribuye
1 De hecho, Musil considera a los filósofos como “opresores sin ejército”, que someten a tal ocaso, pues el espacio de ésta ya no es la comunidad, el espacio común, sino
al mundo encerrándolo en un sistema. Véase El hombre sin atributos, 2001, Barcelona, “el individuo en su soledad. […] La novela informa sobre la profunda carencia de
Seix Barral, p. 260. consejo, del desconcierto del hombre viviente” (Benjamin, 1991: 115).
210 Ensayismo y escritura fragmentaria en Robert Musil y … / Cecilia Salas Guerra El Ensayo latinoamericano 211

De igual modo, la creciente importancia que va ganando la difusión de Benjamin reconoce en muchos artistas auténticas poéticas de la destrucción
la información (desde finales del siglo XVIII, hasta nuestros días) contribuye de la experiencia, considérese por ejemplo la importancia que tienen para su
decisivamente, en segundo lugar, a eclipsar el arte de narrar, pues “ya no nos pensamiento la obra de Baudelaire, de Proust, de Kafka y de Klee, para nombrar
alcanza acontecimiento alguno que no esté cargado de explicaciones”; frente al sólo algunos. Se trata de poéticas de lo cotidiano, de los gestos más triviales, de
fárrago de hechos diarios –que alienan y saturan la sensibilidad del individuo– los la sensibilidad alterada y oscilante que va y viene entre el pánico y la seguridad,
medios de información proceden ansiosamente en aras de captar y procesar lo entre la interioridad y la exterioridad, entre lo previsible y las pequeñas y gran-
que sucede, y entonces ante el exceso de hechos responden con explicaciones des catástrofes íntimas, entre la indiferencia y la afectación más severa, entre
apresuradas, propias de un discurso versátil y efímero que no logra transmitir el tiempo frenético y el tiempo ralentizado. Una poética de lo cotidiano que la
experiencia alguna. Los medios están lejos del arte de narrar, pues en éste se literatura y el arte del siglo XX despliegan en heterogéneas claves interpretativas,
trata ante todo de “referir una historia libre de explicaciones […], sin imponerle al cargadas de sentido todas ellas, y con lo cual se desgarran inevitablemente los
lector el contexto psicológico de lo ocurrido” (Benjamin, 1991: 117). La narración géneros, las escuelas, los modos convencionales de hacer crítica e historia del
no pretende transmitir el puro asunto en sí, sino que sumerge artesanalmente los arte y de la literatura. En tal poética reluce la fragmentariedad de la experiencia
asuntos en la vida del narrador y de quien escucha la narración. Pero también “el emancipada de las categorías fuertes de sujeto y de objeto, allí los pequeños
historiador está forzado a explicar de alguna manera los sucesos que lo ocupan; trozos de cotidianidad no son tratados como partes de un todo, sino que se
bajo circunstancia alguna puede contentarse presentándolos como muestras del imponen por sí mismos, destituyendo cualquier ideal de totalidad y de unidad,
curso del mundo” (Benjamin, 1991, p.123). Así, sugiere el autor, mientras el resquebrajando todo pretendido lenguaje general o sistemático.
historiador irradia “luz blanca” sobre los sucesos, los explica y los caracteriza; el
narrador (en su condición de artista) irradia los “colores del espectro”, muestra 2 Monsieur le vivisecteur. Para una Est–ética del ensayismo
lo que acontece, las cosas que pasan, y sabe que es “imposible caracterizar
unívocamente el curso del mundo”, pues dicho curso está “fuera de todas las Robert Musil es un temprano lector de Nietzsche, de quien aprende la
categorías históricas” (Benjamin, 1991: 123). paciente labor de hacer vivisección el pensamiento, del espíritu y de las pasiones,
Excluido del arte de narrar y de los grandes metarrelatos, el hombre de de la lectura y de la escritura. Siempre ajeno y distante del credo naturalista
la Modernidad tienen ante sí la tarea de reinventar lenguajes, de extraer algo decimonónico –que imponía el deber de reflejar o copiar fiel y objetivamente
decoroso de la destrucción de la experiencia, de “profundizar el juego para sacar una tal realidad preexistente–, se aplica más bien a constatar, consigo mismo
algo en limpio”2; en otras palabras, es la tarea de proceder como los nuevos incluso, la inestabilidad de la llamada realidad. Este ingeniero, psicólogo, filóso-
bárbaros, que, en sentido positivo, edifican sobre tierra arrasada, tal como lo fo, lógico, escritor y ensayista, mira y escribe de dentro hacia fuera y de fuera
advierte Benjamin en 1933, en su texto “Experiencia y pobreza”. Y esta tarea hacia dentro; de allí que, a la hora de su muerte3, su obra incluya ante todo,
necesariamente conduce a redescubrir la experiencia, por ejemplo, en lo coti- bosquejos, notas, proyectos magistrales, diarios, aforismos, capítulos, ensayos…
diano, en su paradójica extrañeza merecedora de una mirada renovada capaz escritura multidiversa a la que sólo él podía imprimir un orden, un sentido, pero,
de extraer brillo poético de la monotonía y el cansancio del tiempo que parece quizá ni él mismo hubiese puesto en orden toda aquella reverberación, justa-
estancarse en un presente desterrado del pasado y del futuro. En esta perpectiva, mente porque en ella lo que hay es un demon que ríe a carcajada batiente, pues

2 Así habla Francis Bacon cuando reconoce que a Velásquez y a Rembrandt los cubría un 3 Una muerte prematura para muchos, mientras que para él, quizá, no fue más que la
cielo que sencillamente ya no existe para él después del desastre del siglo XX. constatación de que “nuestra vida dura lo que dura, y cada hora no es más que un
212 Ensayismo y escritura fragmentaria en Robert Musil y … / Cecilia Salas Guerra El Ensayo latinoamericano 213

¿cómo no reír y cómo no reírnos cuando se trastornan los códigos, los conceptos que en mi mente cobra vida una idea, siento algo vivo en mí cuando
y las instituciones que nos daban la sensación de seguridad? A la manera de contemplo las cosas y callan los pensamientos. Hay algo oscuro en mí,
Nietzsche, Kafka, Beckett, los libros y los diarios, y la escritura abierta de Musil muy en el fondo de mis pensamientos, algo que no puedo medir con
desatan una alegría inquietante que desterritorializa a todo aquel lector que ellos, una especie de vida que no se puede expresar en palabras y que,
acepta tomarse con humor las cosas horribles, y seriamente las cosas irónicas. sin embargo, es mi vida. Aquella vida silenciosa me llenaba de opresión,
El hombre sin atributos es un intento descomunal por construir una ima- me perseguía. Algo me obligaba a seguir mirándola. Me atormentaba el
gen del hombre inserto en la crisis, la ruptura y el fracaso de las herencias de temor de que toda nuestra vida pudiera ser así, y que yo sólo lo descu-
la Ilustración. Cómo es ese hombre, cómo piensa, a qué dedica sus días, cómo bría aquí y allí, en pedacitos (Musil, 1999: 240–241).
concibe la vida. Se trata de Ulrich, un apacible e irónico escéptico que intenta
diversas profesiones pero que elige no elegir ninguna, que no le concede a la Se trata aquí de una inquietante visión que recorre grandes regio-
razón el poder de orientar el proceder humano, y que encuentra en la ficción nes de vida potencial, silenciosa, no pensable ni decible, y solo visible a
ensayística –por llamarla de alguna manera– un manera de hacer filosofía no pedacitos y con otros ojos; esa constatación es la que anima desde muy
sistemática, la misma que coincide con el escepticismo que no le abandona. temprano el ensayismo en Robert Musil y también su escepticismo y
Esta obra constata, en primer lugar, que el mundo más que real, cotidiano desaliento infinitos. Desde sus primeros Diarios, se consagra como viden-
(en el sentido de familiar y conocido) y racional, es por el contrario variable, te, pues ve a través de las cosas, las descompone y convierte lo que ve en
posible y absurdo, estrictamente incomprensible, de algún modo. Y en segundo “imponderable existencia oculta”. Ve con lúcidos ojos lo que solo fugazmente
lugar, muestra que en el siglo XX, la sensibilidad y la inteligencia del hombre se capta un espíritu que se” e “inaprensible”, rastrea en ello los “misteriosos
enfrenta a una época que Musil gusta de calificar como “execrable”, una época acontecimientos de una desliza hacia la locura y que de inmediato lo olvidará
cuyos eslóganes, ideales y exigencias, cretinizan al hombre. todo. Sin embargo, esto le concede una superioridad absurda, porque también
Esta forma musiliana de concebir el mundo, la vida y la época, se cristali- reconoce que no sabe muy bien qué hacer con esa forma de ver desde su
za muy tempranamente –mucho antes de iniciar propiamente la escritura de El “aislamiento orgánico”, pues se compara con el que yace “bajo una capa de
hombre sin atributos– como pensamiento ensayístico, en el sentido de rodeo, 100 metros de hielo”. (Musil, 2004, pp. 31, 40–2) ¿Qué hacer con lo que se ve
prueba y tentativa; no de otro modo puede el estudiante Torless manifestar desde allí y con el decir que esta visión le suscita? Quizá nada, de allí que le
que siempre ve las cosas, incluso las ideas, de dos modos diferentes, o que la invada el desaliento infinito, la desazón, el desencanto por adelantado.
vida tiene un doble fondo y que en ello se revela la impotencia del lenguaje. Los héroes musilianos no son pues hombres de acción, ni de grandes
gestas, ni de grandes relatos, sino de reflexión y especulación: distantes,
¡No, no estaba errado cuando decía que las cosas tienen una segun- indiferentes. Así, Ulrich, aparece instalado en la neutra disposición de per-
da vida secreta de la cual nadie se percata! Yo… yo no quiero decirlo de sonaje y narrador al mismo tiempo, sin seguir un hilo narrativo sino disuelto
manera literal… no es que las cosas estén vivas, ni que Basini pareciera en una red en la cual discurre, fiel únicamente a la indeterminación social,
tener dos caras. Era más bien como si yo tuviera una segunda visión y profesional, religiosa y política. A sus treinta y dos años, y luego de muchas
lo viera todo con ojos que no son los de la razón. De la misma manera tentativas por ser un hombre con atributos, se margina, “se va de vacaciones
de la vida” y en un momento dado retoma su lema juvenil preferido: “vivir
agujero que hemos de rellenar, una criatura de la muerte que bosteza.” Robert Musil, hipotéticamente”; es decir, asumir que en la vida cada paso es un “riesgo
2004, Diarios, Barcelona, Debolsillo, p. 48 sin experiencia”. Y este lema le prohíbe creer en cosas consumadas, pese a
214 Ensayismo y escritura fragmentaria en Robert Musil y … / Cecilia Salas Guerra El Ensayo latinoamericano 215

que todo lo que le sale al encuentro finge estar completo. Barrunta: un terreno donde no se puede trabajar con precisión, es decir, en la vida y
en el arte. Por tanto, el ensayismo sería el rigor en un terreno que no admite
…este orden no es tan firme como aparenta; ningún objeto, nin- ordenación, ni moral ni social, y donde tampoco impera la verdad, sino que
gún yo, ninguna forma, ningún principio es seguro, todo sufre una escasamente hay verdades. Dado que el hombre no solo piensa, sino que
invisible pero incesante transformación; en lo inestable tiene el futuro además siente, quiere, percibe y actúa, es apenas obvio que así como se
más posibilidades que en lo estable, y el presente no es más que una producen acciones automáticas sin pensamiento, y pensamientos puramente
hipótesis todavía sin superar (Musil, 2001: 257). racionales sin sentimiento ni voluntad, así mismo irrumpen súbitamente ideas
que arrastran, atrapan y trastornan al hombre, ideas que se valen o se mezclan
No se ancla pues ni en el carácter, ni en la profesión, ni en la estabilidad, con grandes masas de sentimiento. Pero se trata de “sentimientos de fondo, dis-
sino que, por el contrario, busca otra forma de interpretarse, coherente proba- posiciones sentimentales como las que constituyen una individualidad”, ámbito
blemente con aquella visión en la cual las acciones, las cualidades y la moral éste “poco investigado” pero del cual el autor intuye que al menos uno de sus
no existen sino entramados con las circunstancias y los fines, con el conjunto factores es la “característica emocional del individuo”, el “temperamento, la
al que pertenecen. Es así como Ulrich se retracta de todo cuanto hace, porque reactividad, excitabilidad, etc”, y otro factor son las “vivencias”, como lo pue-
cada cosa deviene otra: den ser la melancolía (en cuanto que densidad afectiva y anímica entretejida
con determinadas ideas) y el escepticismo, el estoicismo y el epicureísmo.
…la cadena de intentos de la humanidad no muestra un ritmo as- El pensamiento y la escritura ensayístico fragmentaria acontecen como
cendente, mientras que un consciente “ensayismo” humano encontraría la “repentina resurrección de un pensamiento” fusionado con un complejo de
aproximadamente su misión transformando en voluntad este indolente sentimientos de fondo. Jubilosa y lacerante experiencia en la que el hombre
estado de conciencia.” Es preciso, entonces, una moral o mejor una ética “entiende de golpe al mundo y a sí mismo de otra forma […] A pequeña
“con más adherencia a la movilidad de los hechos”. (Musil, 2001: 259–260). escala, ese es el movimiento constante del pensamiento ensayístico. En él
toman parte sentimientos, ideas, conjuntos complejos de deseos” (Musil, 1992:
Hay algo en Urlich, distraído y paralizante, que desarma el “orden lógi- 343–44). Por tanto, lo que privilegia Musil del ensayismo es ante todo la fuerza
co”, la “voluntad inequívoca”, y los impulsos teleológicos. Ese algo se incluye repentina que actúa como agente de “transformación humana”.
también en lo que denomina “ensayismo”, esa experiencia que conmueve, que Para finalizar, diremos que Musil y Benjamin, pensadores paradigmáticos
afecta y que consiste en “comprenderlo todo” de golpe, como un rayo cente- del ensayo y la escritura fragmentaria, construyen, cada uno a su manera, una
lleante que no es ni verdadero ni falso, ni razonable ni absurdo. A partir de tal imagen del hombre liberado de la sed de absoluto, emancipado de los requeri-
experiencia, Ulrich yace en la espera sin expectativa, es decir, en la paciencia mientos de una identidad; un hombre que asume el riesgo de un pensamiento
portadora de una secreta impaciencia, en la imperturbable desesperación –co- que no se orienta hacia la unidad, un pensamiento viajero –el de un hombre
mún a los héroes y a los delincuentes– y que no es ni valor, ni voluntad, ni que piensa al caminar, de acuerdo con la verdad de su marcha– a la manera
confianza sino “simplemente un tenaz apego a sí mismo, difícil de extirpar, de Nietzsche. En tal sentido, el ensayismo y la escritura fragmentaria en ambos
como la vida de un gato descuartizado por los perros” (Musil, 2001: 264). autores, son herederos activos del trabajo del pensar inaugurado por Nietzsche,
Esta comprensión que Musil expone en El hombre sin atributos sobre el según el cual lo humano ha de ser pensable más allá de los marcos morales
ensayo, tiene un precedente en un artículo suyo, sin título, de 1914, donde que caracterizan todo sistema filosófico, religioso, antropológico, científico.
piensa el ensayismo como un modo de hacer algo con el máximo rigor en Se trata de una posibilidad de pensar al hombre en su indigencia, huérfano
216 Ensayismo y escritura fragmentaria en Robert Musil y … / Cecilia Salas Guerra El Ensayo latinoamericano 217

de dirección, en la intemperie de lo sentido y desprovisto de sentido. Musil y El ensayo hispanoamericano y


Benjamin, dos modos del habla de la pluralidad de perspectivas, dos formas la hibridez de los géneros
de la escritura en ráfagas, a golpes de inspiración, sin proyecto propiamente La creación de una tradición para
dicho, pues cada uno deja una obra abierta, inconclusa, refractaria a los planes El río sin orillas, de Juan José Saer
trazados, no de otro modo aparecen El hombre sin atributos y el Libro de los Cristiane Checchia
pasajes, donde la acción paralela y el mosaico de citas, respectivamente, van
trazando impensados caminos que no conducen a ninguna parte pero que Todo lo que era guardado bajo llave permanecía nuevo más tiempo.
una vez trasegados transforman la mirada del posible lector. Pero mi propósito no era conservar lo nuevo, sino renovar lo viejo.
Walter Benjamin – Infancia en Berlín
Bibliografía
I. Introducción
Benjamin, Walter. 1973. Experiencia y pobreza; La obra de arte en la época
de su reproductibiliad técnica; Discursos interrumpidos I. Madrid: Taurus. El cuestionamiento de los géneros literarios, en tanto modelos natura-
. 1987. Dirección única. Madrid: Alfaguara. lizados de escritura, es ya una herencia de la cual el escritor contemporáneo
. 1991. El narrador; Programa para una filosofía venidera. En Para está consciente desde la primera línea que escribe. Si no hay dudas con rela-
una crítica de la violencia. Madrid: Taurus. ción a esto, al crítico le interesará el modo como cada escritor, librado de las
. 2005. Libro de los pasajes. Madrid: Akal. camisas de fuerza normativas, puede forjar una obra singular, rompiendo las
Cacciari, Massimo. 1982. Crisis. Ensayo sobre la crisis del pensamiento nega- expectativas de lectura que los géneros todavía representan y reinventando
tivo de Nietzsche a Wittgenstein. México: Siglo XXI. nuevos horizontes de escritura, siempre provisorios.
. 2005. Paraíso y naufragio, Musil y el Hombre sin atributos. Madrid: El escritor argentino Juan José Saer trabajó su vasta obra de ficción en
Ábada Editores. los límites de los géneros, sobre todo a partir de la mezcla de registros poé-
Cervera, Vicente, Belén Hernández y M. Dolores Adsuar (editores). 2005. ticos y narrativos, con la preocupación de tejer en el texto una dimensión
El ensayo como género literario. Murcia: Servicio de Publicaciones de la metalingüística. Si esto es algo evidente en su ficción, ¿qué decir de El río
Universidad de Murcia. sin orillas, al que el propio autor atribuye un carácter inclasificable? El libro
Magris, Claudio. 1993. El anillo de Clarisse. Barcelona: Ediciones península. trata de la formación de la sociedad argentina a orillas del Río de la Plata,
Musil, Robert. Ensayos y conferencias. Madrid: Visor, 1992. desde los viajes del periodo de la Conquista y las primeras tentativas de ocu-
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. 2001. El hombre sin atributos. Barcelona: Seix Barral. transición democrática de la segunda mitad de los años 80. En principio, se
. 2004. Diarios. Barcelona: Debolsillo. lo podría denominar ensayo, pero no tendría sentido hacer hincapié en una
Nietzsche, Friedrich. 1994. La genealogía de la moral. Madrid: Alianza edi- definición del género a priori. Más fructífero parece ser el intento de leer el
torial. gesto de Saer de reforzar la hibridez del libro y, desde ahí, experimentar las
. 2001. El caminante y su sombra. En Humano demasiado humano. posibilidades de interpretación abiertas por este gesto, que permite articular
Madrid: Akal. El río sin orillas con otro texto clásico del ensayismo argentino, Facundo, de
. 2004. Estética y teoría de las artes. Madrid: Tecnos/Alianza. Sarmiento. Intentaré realizar dicha lectura en este trabajo.
218 El ensayo hispanoamericano y la hibridez de los géneros… / Cristiane Checchia El Ensayo latinoamericano 219

II. La búsqueda de una filiación a una como “un híbrido sin género definido”, aunque no haya en sus páginas ningún
tradición de textos híbridos argentinos hecho voluntariamente ficticio:

Al definir el ensayo como forma literaria1 Saer pretendió garantizarle De ahí que en este libro haya un poco de todo, como cuando
al género las libertades válidas para la poesía y la narrativa pues, para él, el abrimos el cajón de un mueble viejo y encontramos, entremezcladas,
ensayo es antes de todo: “la consideración fragmentaria e individual de un reliquias que se asocian al placer o la desdicha. Digamos que, ha-
tema dado, y la actitud previa del ensayista es justamente la de hablar a título biendo recibido el encargo de construir un objeto significativo, abro
personal y no adjudicarse ninguna representatividad” (Saer, 2004: 117). ¿Si hay el cajón, lo vuelco sobre la mesa, y me pongo a buscar y examinar
tal espacio de libertad, por qué el propio autor ha recusado la denominación los residuos más sugestivos, para organizarlos después con un orden
ensayo para El río sin orillas? propio, que no es el del reportaje, ni el del estudio, ni el de la auto-
Esta resistencia a encasillar el texto en un género se presenta ya en el biografía; sino el que me parece más cercano a mis afectos y a mis
subtítulo: colocado normalmente donde se ponen las palabras clasificadoras inclinaciones artísticas (Saer, 2003: 17).
de una obra (novela, cuentos, etc), allí se reúnen dos términos antitéticos y
excluyentes –tratado imaginario– en una apuesta por el estímulo desafiante El carácter híbrido que el autor le atribuye al texto proviene, así, tanto
del oxímoron, como dijo María Soledad Nívoli: de los múltiples materiales que alimentan al ensayista (mapas; crónicas de
la Conquista; narrativas de viajes; descripciones geográficas; observaciones
Lo que caracterizaría al Tratado es lo contrario de la imaginación, de fenómenos de la naturaleza; descripciones enciclopédicas y literarias de
es la creencia en la objetividad y la transparencia de lo real, y es la la flora y de la fauna de la región; el léxico de los nombres de los lugares;
aceptación de las reglas del método impuestas al saber moderno. apartados autobiográficos; conversaciones con los amigos; la historiografía; el
Llamar a un trabajo ‘Tratado imaginario’ es inscribirlo en una zona canon literario nacional), como de la manera fragmentaria e individual con que
inclasificable2 y es retirarle las garantías de las predicaciones sustan- él selecciona y organiza tales materiales, y que se relacionan con cuestiones
cialistas y esclarecedoras. (Nívoli, 2005: 4) de orden personal y estético. Es precisamente de esa organización singular,
individual, afectiva, de ese yo mezclado a la materia que narra, que proviene
Tal gesto continúa en la introducción del libro, cuando el autor lo define el interés del texto. No sería preciso desechar la clasificación “ensayo”, todo lo
contrario, lo que interesa aquí, vuelvo a recordar, es pensar por qué el autor
prefiere desecharla.
1 Como se sabe, tal vez la disyunción más evidente entre Lukács y Adorno en sus consi- También en otras instancias de enunciación, donde Saer se presenta a
deraciones sobre el ensayo sea justamente respecto de la asimilación o no del ensayo partir del “lugar del autor” (entrevistas, diálogos y ponencias), él acentúa aun
como forma artística. Para Lukács, el ensayo debe ser entendido en el interior del más el gesto de rechazo a una clasificación de El río sin orillas.
campo de las artes, aunque para que sea aprehendido en su especificidad se debería
diferenciarlo de los demás géneros artísticos. Para Adorno, en común con las artes, el Un amigo de Buenos Aires me dijo que había leído El río sin orillas
ensayo presentaría una preocupación fundamental con la forma, pero esto no bastaría y que todo lo que yo había dicho allí era verdad. Y le dije que todo lo
para borrar las fronteras entre ambos (Lukács, 1970: 16 y Adorno, 2003: 18). que digo no es verdad, sino que tiene la apariencia de verdad porque
2  Cursivas mías. está dicho de tal manera que así lo parezca. Parece algo natural porque
220 El ensayo hispanoamericano y la hibridez de los géneros… / Cristiane Checchia El Ensayo latinoamericano 221

el tono del discurso es natural, y lo que el lector acepta no son las o de su transgresión liberadora, su aporte más original a la literatura
verdades, sino el tono del discurso, que tiende a crear una relación de nuestro idioma (Saer, 2004: 79).
de intimidad conceptual e intelectual. No es que quiera engañar al
lector o mentirle, pero El río sin orillas tiene como subtítulo “tratado En Martín Fierro: problemas de género, de 1992, Saer retoma la polémi-
imaginario”: es un libro de literatura, y no un ensayo (Saer, 2005b: 167). ca que ha dividido la escena literaria argentina desde 1913, cuando Lugones
atribuyó a Hernández el título de “poeta nacional” y clasificó su Martín Fierro,
La cuestión no está resuelta con tal declaración que, además, nos llevaría hasta entonces considerado una obra popular de segunda clase, como la gran
lejos en la pregunta por el estatuto de verdad, de ficción, de literatura y de epopeya platense (Saer, 2004: 54). Como se sabe, argumentos de todo orden
ensayo en la obra de Saer. En un encuentro con escritores y críticos en Santa fueron presentados por los hombres de letras del país para cuestionar y de-
Fé, realizado en 1993, el autor declaró asertivamente: “El río sin orillas es un mostrar las contradicciones de la atribución hecha por Lugones; pero a Saer le
caso especial porque es un ensayo” (Piglia & Saer, 1990, p.74, subrayado mío). interesa, sobre todo, el ensayo de Martínez Estrada, Muerte y transfiguración de
Sin embargo, en la misma respuesta el autor comenta que durante la escritura Martín Fierro, y el Martín Fierro de Borges. En ambos ensayos, según Saer, se
del libro había reencontrado su experiencia de narrador. En otra entrevista, dice vuelve el texto de Hernández todavía más enigmático y singular, subrayando la
incluso que “…todo es un juego entre la ficción y la no ficción” (Saer, 2007). universalidad del protagonista. Además, al desdeñar la representatividad épica
La afirmación insistente, reiterada en diferentes instancias, del carácter del poema, afirmaron de otra manera el lugar primordial de Martín Fierro en
mezclado e indefinible de El río sin orillas, revela por tanto una intención por la tradición literaria argentina, poniendo énfasis en el carácter inclasificable del
parte del autor. ¿Hacia cuál dirección apuntaría ese gesto? Una sugerencia texto. Así, de la lectura de estos ensayos, Martín Fierro se le presenta a Saer
se presenta en el propio texto cuando el ensayista comenta que, justamente como la obra que inauguró, junto con el Facundo de Sarmiento, “…una de las
por tal hibridez, El río sin orillas podría ser considerado un ejemplar de una tradiciones vivientes de la literatura argentina: una serie de obras singulares,
tradición constante de la literatura argentina, o de la manera como Saer la que no entra en ningún género preciso…” (60–61).
interpreta (2003: 17). En efecto, en Literatura y crisis argentina, de 1982, ensayo El texto en el cual el autor desarrolla más largamente el papel que atri-
crítico escrito bajo la sombra desalentadora del período militar, se encuentra buye a una tradición literaria es Tradición y cambio en el Río de la Plata, de
por primera vez en sus escritos la mención a la larga lista de obras argenti- 1996, donde discute la idea de tradición en oposición a la idea de tradicio-
nas inclasificables que, aceptadas en su ambigüedad original, aunque poco nalismo. Mientras el tradicionalismo busca crear una imagen cristalizada e
confortable, apuntarían hacia lo que él considera como una concepción más inerte del pasado, encerrando los objetos culturales en títulos de propiedad,
exacta del hacer literario (Saer, 2004: 106). Martín Fierro y Facundo serían los la tradición, por el contrario, permanece abierta y es resignificada bajo el
primeros nombres de esa lista. influjo de lo nuevo. Así, las obras de Arlt, Onetti, Borges, Ezequiel Martínez
De la misma forma, sobre el poeta Juan L. Ortiz, Saer escribió un bello Estrada, Felizberto Hernández, Juan L. Ortiz, Macedonio Fernández y Cortázar
artículo en 1989, en el cual valora el hecho de que ciertas cumbres de la obra han ofrecido nueva luz a la lectura de los híbridos inaugurales, Martín Fierro
del poeta se inscriben y Facundo: “…textos pioneros de una modernidad en la que la concepción
clásica de los géneros literarios ha sido abandonada, iniciadores de una serie
en la tradición más fecunda de nuestra literatura, la que desde 1845, de textos inclasificables pero de primer orden. Tales son algunos aspectos de
con la aparición de Facundo, ha hecho de la evolución de los géneros la originalidad del Río de la Plata”. (Saer, 1999: 106–7).
Después de recorrer todos estos textos, la insistencia del autor en el
222 El ensayo hispanoamericano y la hibridez de los géneros… / Cristiane Checchia El Ensayo latinoamericano 223

carácter híbrido de El río sin orillas asume nuevos contornos. Es evidente la el canon de un autor como Saer reciben una ráfaga de aire que los rescata
estrategia de insertarse en una tradición que el autor valora, interpreta y, aun del limbo de los manuales escolares y de la vetustez de las conmemoraciones
más, la inventa. y rituales cívicos.
Entre los historiadores ya es larga la discusión que busca evidenciar el Evidentemente, esa ráfaga de aire no proviene del hecho de que tales
carácter histórico de la propia idea de tradición y los mecanismos de selección autores de la tradición aparezcan en los artículos críticos de Saer y de otros
y creación que subyacen sobre todo a las tradiciones que se alzan a la esfera escritores argentinos contemporáneos, sino por el hecho de que la materiali-
nacional. Entre los críticos literarios hay intervenciones que reevalúan constan- dad de los textos de Hernández y de Sarmiento continúa subsidiando el hacer
temente los cánones establecidos, afirmándolos o haciéndolos tambalear. Saer, literario actual: ya porque fueron textos que participaron de la configuración
evidentemente, tenía plena consciencia de ese carácter de invención en la con- de una narrativa sobre la nación, de la cual los argentinos siguen herederos;
figuración de una tradición y de un canon que se puede elegir a partir de ella. ya porque tales textos, desde el punto de vista formal, incorporaron de modo
En los diálogos entre Saer y Ricardo Piglia, este último introduce el singular algunas conquistas estéticas de la literatura moderna que les hace
tema al preguntar por las relaciones entre tradición y vanguardia, y aun sobrevivir como literatura y no apenas como una obra “de la nación”.
más, al cuestionar la existencia misma de tradiciones y la acción de la Dice Saer que el escamotear sistemático de la realidad textual de Facun-
crítica como operadora de tradiciones. Saer contesta de una manera que do y de Martín Fierro, perpetrado por los poderosos de guardia, había vuelto
a nosotros nos interesa: posible que tales obras fueran transformadas en “modelos perentorios” (Saer,
2004: 104). A la concepción de una tradición literaria única, lineal y necesaria,
Yo creo que si tenemos en cuenta que la literatura es un arte y el autor le contrapone la idea de una literatura constituida por tradiciones
que nuestra relación con ese arte es de emoción estética, será esa múltiples y en perpetua renovación, pues cada lectura y cada nueva praxis de
emoción, nuestros gustos personales, los que determinarán esa tradi- escritura reelaboran y recrean el pasado (Saer, 2004: 101–102 y 1999: 95–112).
ción individual. […] En cuanto a cuál de esas tradiciones constituye Se entiende así que el gesto reiterado de Saer en valorar la vitalidad lingüística
la verdadera tradición, cuál de esas series constituye la serie que por de esos textos fundacionales –evidente en su carácter inclasificable– busca res-
razones patrióticas u operativas correspondería a nuestro país, yo creo catar tales obras del pedestal ahistórico en el que ellas habían sido congeladas
que sería un error de interpretación o de concepción de la cultura por la tradición oficialesca de la “literatura nacional”. Al revalorar el aspecto
pretender determinarlo a priori (Piglia & Saer, 1990: 21–2). estético de las obras la manera por la cual ellas son leídas en la esfera política
sufre también un giro significativo. El río sin orillas participa y es fruto de esa
Por lo tanto, cuando Saer selecciona determinados textos, afirmando doble inflexión, estética y política, en la relectura de la tradición inaugurada–
que configurarían lo mejor de la tradición del Río de la Plata, es a partir interpretada–inventada a partir de Martín Fierro y Facundo.
de criterios de orden estético que lo hace, creando su tradición individual.
Sin embargo, al valorar tal tradición individual en sus ensayos críticos, III. La hibridez en Facundo
exponiéndola y defendiéndola al público, es inevitable que Saer asuma un
“lugar de autor” que participa e interfiere políticamente en el debate en Si tomamos como foco la cuestión de la transgresión de los géneros
el que está en juego una cuestión nacional (y no “patriotera”), además de cuando Saer aproxima intencionalmente El río sin orillas al ensayo inaugural
literaria. Los ejemplos Martín Fierro y Facundo, que ciertamente forman parte de Sarmiento, sería pertinente preguntarse desde cuáles elementos se define
de la lista de los tradicionalistas conservadores más aguerridos, al figurar en la hibridez en el Facundo.
224 El ensayo hispanoamericano y la hibridez de los géneros… / Cristiane Checchia El Ensayo latinoamericano 225

Facundo, como es sabido, publicado en 1845, trae la marca de la gene- apoyada sobre imágenes construidas por la literatura, e, incluso, en la confi-
ración del 1837 en su aguerrida oposición al rosismo, en el momento mismo guración del propio idioma al cual la literatura contribuía a volver nacional.
en el que se disputaban las líneas–maestras del proyecto de construcción del Se operaba con el presupuesto de la eficacia excepcional de las letras para la
Estado–nación, o aun más, en la conyuntura mundial de consolidación de la edificación del hombre moderno y ciudadano. Bajo el mismo horizonte ideo-
propia idea de Estado–nación como avatar de nuevas identidades políticas y lógico, en Argentina, el proyecto político de los liberales de la generación de
del desarrollo capitalista. Escrito a partir de la urgencia de esa disputa por un 1837 abarcaba una determinada concepción de literatura que subordinaba la
proyecto de Estado, el texto, sin embargo, no es aprehensible en las catego- palabra a una idea de acción (Viñas, 1974: 14; Shumway, 2002). La gauchesca,
rías formales de un manifiesto político, de un tratado histórico–sociológico la novela, la historia romanceada y la historiografía, la biografía, los ensayos
o de la literatura. La cuestión del carácter inclasificable del Facundo se ha sociológicos y los artículos periodísticos, se configuran discursos mezclados
desarrollado en una extensa bibliografía, empezando por el propio Sarmiento que explicitan proyectos y focalizan debates esenciales para la futura nación:
que, al ofrecer orientaciones para una cuarta edición del libro, lo clasificaba las formas de gobierno; el desarrollo económico, la educación; las leyes etc
como “‘una especie de poema, panfleto e historia’” (Altamirano, 1993: 19). (Rodríguez Pérsico, 1993: 6; Laera, 2003). Desde ese punto de vista, las condi-
Muchos críticos que buscaron evaluar la mezcla de los géneros literarios ciones de la producción de estos escritores del siglo XIX argentino, conducen
en el Facundo, trataron la cuestión a partir de la idea de originalidad, suma- a la escritura de textos híbridos, o mezclados, en los cuales se entrelazan la
da a las circunstancias angustiantes del exiliado. No es necesario desechar la elaboración formal y la finalidad política.
noción de originalidad, pero es posible volverla más compleja, evaluando la Para Jitrik (1985: XXIV), ese entrelazamiento, además de la convi-
contribución singular de Sarmiento en el conjunto de su generación, como vencia de distintos géneros literarios, sería la primera señal de la mezcla
propuso Noé Jitrik (1985). en Sarmiento, a la cual se superponen los cruces entre historiografia y
Habría que considerar, en un primer momento y desde una perspectiva literatura y entre los distintos materiales de los que se nutre el autor.
ampliada, la agitación de los escritores del romanticismo que se proponían Aun para el mismo crítico, el cruce entre distintos niveles de mezcla
romper con los parámetros codificados y puristas del clasicismo. Casi dos es tan notable en Sarmiento que puede verificarse en la trama de cada
décadas antes de la publicación del Facundo, Victor Hugo atacaba la prisión frase, constituyéndose un polo generador del texto, una fuerza presente
de los rótulos literarios: en la escritura que explica cómo el texto se va encadenándose como un
ritmo (Ibid: xxv). El origen de la mezcla en Sarmiento vendría tanto de
Se oye todos los días, a propósito de las producciones literarias, la pluralidad (de registros, de planos, de elementos, de exigencias etc)
hablar de la dignidad de este o de aquel género, de las conveniencias como de un cruce de redes (la red personal –el conjunto de modelos
de aquel otro, de los límites de uno, de las latitudes del otro; la trage- introyectados por el autor; la red cultural– formada por las exigencias
dia prohibe lo que la novela permite, la canción tolera lo que la oda superegoicas; el deseo y las responsabilidades del poder) que tuvo un
veda etc. El autor de este libro tiene la infelicidad de no comprender efecto generador extremadamente productivo en Sarmiento (Ibid: xxiv).
nada de eso… (Stalloni, 2001: 177). De todos modos, sea cual fuere su fuente, para Jitrik, la persistencia de la
mezcla en el Facundo “…nos estaría definiendo, si no lo que es la literatura
Junto con nuevas propuestas estéticas, el Romanticismo marca la entrada en el texto […], por lo menos el campo que permite el surgimiento de lo
en vigor de una nueva concepción de escritor como partícipe en los debates que se puede considerar como literario en el Facundo (Ibid: xxiv)”. Las ideas
públicos, sin embargo, la construcción misma de las “nacionalidades” estaba que lo sostienen, impregnadas por el rancio sociologizante e historicista del
226 El ensayo hispanoamericano y la hibridez de los géneros… / Cristiane Checchia El Ensayo latinoamericano 227

autor, nos dicen hoy muy poco. Es en la confluencia singular y múltiple de elementos organizadores de la escritura. Es inevitable que tal figura dialogue
ritmos, imágenes y problemas que plantea, que el texto sigue vivo, motriz con toda la parábola de metáforas demarcadas por ensayos clásicos de la
de otros textos. tradición, haciendo que El río sin orillas participe de lo que Leonor Arias
Adriana Rodríguez Pérsico (1993), desde otra perspectiva, ha mostrado Saravia ha definido como “el juego de la metáfora en el ensayo argentino”
cómo el carácter literario del texto de Sarmiento se materializa fundamen- (Arias Saravia, 1998).
talmente en las escenas de ruptura, en las cuales la ficción se instala super- Basada en los postulados elaborados en las últimas décadas en teorías
poniéndose y soslayando las ideas que defiende el autor, traduciéndose en que definen la metáfora como un modo de “redescribir los conceptos y reali-
episodios o situaciones donde los personajes actúan un conflicto: “lejos de la dades involucrados en la dinámica del proceso resemantizador a que ella da
esfera abstracta de las ideas, la lucha se hace visible en un cuerpo” (p. 23). lugar”, Leonor Arias hace una lectura del desarrollo del imaginario argentino a
La temporalidad y el movimiento inherentes a la narración se introducen en partir de las metáforas imaginadas para la caracterización de lo nacional. Si las
esas escenas, que configuran el mayor legado de Sarmiento a los escritores transformaciones fundamentales en la esfera de la cultura suponen un cambio
que lo han sucedido. de léxico, y si la metáfora puede ser entendida como una función del lenguaje
Para Saer (2004: 62), lo que hace de Sarmiento un escritor, más allá del dotada de poderoso mecanismo resemantizador, entonces es muy pertinente
político, del ideólogo y del polemista, es su capacidad de dejarse maravillar tomar la metáfora como un elemento clave para entender los cambios en el
por todo lo que contradice la firmeza monomaníaca de su pensamiento. De modo de interpretar la nación.
esa capacidad, la evidencia más elocuente es probablemente la conocida ambi- En distintos momentos, ensayistas de todo el continente esgrimieron
güedad con que el autor es seducido por la figura del “anti–héroe” que busca diferentes metáforas a partir de las cuales buscaban interpretar una realidad
desbaratar en nombre de la civilización. La hibridez de los textos de Sarmiento particular que se mostraba resistente a los estereotipos previstos por la cultura
sería así la forma por la cual se expresa esa “hospitalidad al antagónico”, de occidental europea. En Facundo, la fórmula–matriz civilización–barbarie, actúa
la cual nace su literatura. Saer, entonces, valora en Sarmiento la fluidez de como una lente que indica la perspectiva de lectura impuesta por Sarmiento,
una escritura que se subleva al marco estrecho impuesto por los géneros li- extendiéndose de un elemento singular hacia el espectro de todo el país, o, en
terarios y por las ideas mismas del autor del díptico civilización–barbarie. Esa el sentido inverso, del plano general a los elementos individualizables. Aunque
valoración me anima a esbozar un diálogo que se puede establecer a partir de se reconozcan las ambigüedades de Sarmiento, la poderosa fórmula polari-
las metáforas matrices de los ensayos de Saer y Sarmiento, de modo que se zadora acaba por constituirse uno de los rasgos fundacionales del discurso
evidencie un nivel más de relectura crítica de la tradición teniendo en cuenta sobre la nación argentina. El efecto de redescripción operado por la metáfora
la búsqueda de una escritura híbrida en Saer. civilización–barbarie es tan evidente que se expande como un nuevo “‘crisma
estigmatizador de la condición hispanoamericana”. A partir de ese estigma,
IV. Un híbrido al final del siglo XX todavía según Leonor Arias, “…el ensayismo argentino se verá compelido a
pensar al país en función de este planteo dicotomizador, para revertirlo, rei-
El título del ensayo de Saer, El río sin orillas, remite a uno de sus epí- terarlo o matizarlo” (49).
grafes, del jesuíta Cayetano Cattaneo, que, en el inicio del siglo XVIII, después Bajo ese ángulo, la metáfora que alimenta el ensayo de Saer evoca la
de adentrarse en la embocadura desmesurada del Plata, hizo la descripción metáfora inaugural de Sarmiento, pero confrontándola directamente y abrien-
del vastísimo mar. La metáfora de un río sin orillas es revisada por el ensa- do nuevas posibilidades de redescripción de la historia argentina al final del
yista en diversos pasajes del texto, constituyéndose uno de los principales siglo XX. Si a un río se lo define como una corriente de agua que fluye en el
228 El ensayo hispanoamericano y la hibridez de los géneros… / Cristiane Checchia El Ensayo latinoamericano 229

marco de dos orillas opuestas, la imagen de un río sin orillas hace borrar la último cuarto del siglo XX alargaban la histórica asimetría entre los países,
dicotomía inaugural en cuyo interior se han mantenido tantas narrativas sobre sostenidas en la apología del mundo global, repensar el Estado y la categoría
la nación. Al mismo tiempo, se puede acercar la metáfora de Saer a la propia de lo nacional desde nuevas perspectivas se mostraba urgente para enfrentar
escritura sin límites, cuyo fluir ultrapasaría los bordes normativos que suelen el nuevo orden que parecía instaurarse y un desafío en diversos campos del
atribuirse a la no–ficción para mezclarse en las tierras fértiles de la poesía y de saber (Jancsó, 2003).
la narrativa. Es de esa manera que a Saer le interesa leer la tradición y escribir Sin embargo, aunque atravesado por estas cuestiones, el tratado imagi-
su ensayo de la historia argentina. nario de Saer se plantea problemas que se sitúan más allá de las urgencias del
Analizando el trayecto que cruza el texto, El río sin orillas presenta el enfrentamiento político que lo cruzan. Ya desde sus ensayos críticos de Una
desafío de tomar como tema una historia argentina en un momento en el que literatura sin atributos, de finales de los años 70, Saer intenta distanciar su pro-
los conceptos de nación y de identidad se vuelven extremadamente proble- yecto literario de las expectativas de lectura cristalizadas entonces por el éxito
máticos. Escrito en la conyuntura pos–traumática de la terrible dictadura, no mercadológico de la literatura del boom, a partir del cual el público buscaba
hay cómo pensar un relato sobre la nación que escamotee las consecuencias en los textos tachados, bajo el rótulo “latino–americano”, la reiteración de un
del trauma. A partir de las décadas de los 70 y de los 80, las experiencias mix de cualidades que incluyeran exuberancia, ingenuidad y cierto compromiso
dictatoriales estimularon a los escritores que lanzaron nuevas miradas a lo político. Para él, al contrario, los grandes escritores del continente a lo largo del
nacional. La memoria histórica platense se volvía entonces un vasto corpus de siglo XX, han sabido esquivarse a las exigencias del mercado y, desconfiando
reflexión de los escritores, que tomaban el pasado como “el referente cifrado de la capacidad de representación del discurso, han buscado fundar sus esté-
que permite investigar el presente” (Olmos, 2001: 42). ticas personales en la exploración de las posibilidades del lenguaje literario, sin
Ya en el contexto pos–dictadura, la experiencia histórica reciente, pro- concesiones a determinaciones ideológicas previas a la escritura. Filiándose a
yectada o no hacia los periodos anteriores, siguió existiendo como materia de esa búsqueda, Saer ya entonces afirmaba como su principal preocupación de
interpretación expresa en la narrativa de los escritores. Ese “pos”, tal como lo escritor, en el interior de la crítica del romance realista, la crítica de lo que se
ha subrayado Hugo Achugar, es central en esas producciones latinoamericanas presenta como real, tal como los envoltorios de nacionalidad.
que siguieron al período dictatorial, por la relación específica que el prefijo
establece con la historia política y con el imaginario cultural de los países del La pretendida especificidad nacional no es otra cosa que una es-
continente. Según el crítico uruguayo: “la centralidad de ese ‘pos’ se debe a las pecie de simulación, la persistencia de viejas máscaras irrazonables
rupturas que introduce con el pasado –o con determinada visión del pasado– a destinadas a preservar un statu quo ideológico. De todos los niveles que
la reconfiguración de agendas culturales y al reposicionamiento de los sujetos componen la realidad, el de la especificidad nacional es el que primero
sociales” (Achugar, 2006: 29). debe cuestionarse, porque es justamente el primero que, sostenido por
Si, por un lado, la noción de identidad nacional parecía ya agotada, razones políticas y morales, aparenta ser indiscutible (Saer, 2004: 261).
sea por todos los excesos cometidos en nombre de la nación durante la
dictadura, sea por el agotamiento de imágenes de nación sustancializadas Por lo tanto, para Saer, de acuerdo con sus normas personales de escri-
también en el discurso de la izquierda hacía décadas, por otro lado, y en el tura, renovar una tradición de ensayos latinoamericanos que históricamente
sentido opuesto, desde los años 80 y, más fuertemente, en los años 90, his- se plantearan la pregunta por una identidad significa, en El río sin orillas,
toriadores, sociólogos, politólogos, economistas volvían a poner en discusión desechar al principio la noción de identidad: “El primer paso para penetrar
una cuestión de lo nacional. Reaccionando a las nuevas formas que desde el en nuestra verdadera identidad consiste justamente en admitir que, a la
230 El ensayo hispanoamericano y la hibridez de los géneros… / Cristiane Checchia El Ensayo latinoamericano 231

luz de la reflexión y, por qué no, también de la piedad, ninguna identidad Queda claro, así, el aspecto escritural de El río sin orillas, en los térmi-
afirmativa ya es posible” (Saer, 2003: 206). El ensayista no se presenta así nos definidos por Barthes, pues para él la escritura surge del compromiso
como argentino que escribe su historia de Argentina, sino como escritor que entre la libertad y el recuerdo. Un escritor es libre para elegir entre las
vislumbra un desafío nuevo de escritura coherente con su proyecto de ex- infinitas posibilidades que a él le ofrece el lenguaje pero, inevitablemente,
perimentación con el lenguaje ¿Cómo escribir un ensayo que pudiese lanzar sus elecciones remiten a los usos anteriores del lenguaje por él heredado.
luz nueva a una tradición singular de lecturas a partir de una forma inédita, Según Barthes, “Es bajo la presión de la Historia y de la tradición que
transgrediendo incluso a las ya poco demarcables fronteras que definen al se establecen las escrituras posibles de dado escritor”, entendiéndose la
género? ¿Cómo escribir desde esta forma inédita algo nuevo sobre su lugar? tradición como la memoria que se prolonga en las palabras, y la Historia
Sostenido sobre tales preguntas, El río sin orillas, aunque sea un in- como ese momento de elección que puede traer significaciones nuevas –el
tento de reformulación de una memoria histórica, resiste a la monumenta- momento en que se evidencia el gesto significativo del escritor hacia las
lización del pasado, riesgo siempre presente en operaciones de ese género. palabras–. Pero, la Historia representa también los límites de esa elección,
Por el contrario, atento a las trampas de una creación nostálgica y de una de ese gesto (Barthes, 2004: 15).
búsqueda ilusoria de un origen, Saer problematiza las relaciones complejas El ensayista de El río sin orillas, al ubicarse como descendiente de
entre pasado y presente, volviéndolas materia de su escritura. Por todo ello, los relatos híbridos que imaginaron por primera vez la nación, se muestra
queda claro que la filiación que el autor establece con la tradición no es, consciente de esa doble dimensión –libertad y recuerdo– que se está en cada
para nada, una filiación reverencial. Al revés, como dice él: “Traté de romper línea del texto, y que, a la vez, lo vuelve significativo en tanto objeto cultural
los estereotipos de color local, y creo que salió un mundo inédito y una forma conectado, por elecciones, a la sociedad en la que está insertado.
inédita de tratarlo.” (Saer, 2007).

V. Consideraciones finales Bibliografía

Al presentar El río sin orillas como heredero y renovador de la tradición Achugar, Hugo. 2006. Planetas sem boca: escritos efêmeros sobre arte, cultura
de las obras inclasificables surgidas en los bordes del Plata, Saer crea una e literatura. Belo Horizonte: UFMG.
actitud de lectura posible para su texto, resignificando, simultáneamente, la Adorno, Theodor. 2003. Notas de Literatura I. São Paulo: Duas Cidades–
lectura de los textos que lo antecedieron, en un movimiento circular de in- Editora 34.
3
terpretación . Tal movimiento tiene consecuencias literarias/estéticas y, justo Arias Saravia, Leonor. 1998. El juego de la metáfora en el ensayo argentino.
por eso, también políticas, revitalizando las relaciones entre el lenguaje y la Organizado por Aengus Ward et al. Actas del XII Congreso de la Asociación
Historia que reúne la obra de Saer a la de sus precursores. Como dijo Alberto Internacional de Hispanistas, Vol VI, Universidad de Birmingham, 1998.
Giordano al referirse a Walter Benjamin: “El ensayista […] se sitúa en un lu- Barthes, Roland. 2004. O grau zero da escrita. São Paulo: Martins Fontes.
gar polémico respecto a la tradición, y la incomodidad de su vínculo con ella Giordano, Alberto. 2005. Modos del ensayo. Rosario: Betariz Viterbo.
favorece la emergencia de lo nuevo” (Giordano, 2003: 230). Jancsó, István. 2003. Abertura do seminário Brasil: Formação do Estado e da
nação. São Paulo: Hucitec, FAPESP; Ijuí: Unijuí.
3 Sobre la cuestión de la circularidad en El río sin orillas analizada bajo diferentes aspectos, Jitrik, Noé. 1985. Prólogo a D. F. Sarmiento, Facundo. Civilización o barbarie
ver María Soledad Nívoli. de, Biblioteca Ayacucho digital, vol.12. Caracas: Biblioteca Ayacucho.
232 El ensayo hispanoamericano y la hibridez de los géneros… / Cristiane Checchia El Ensayo latinoamericano 233

Laera, Alejandra. 2003. Géneros, tradiciones e ideologías literarias en la Ricardo Tudela y el ensayo mendocino
organización nacional. En La lucha de los lenguajes, volumen dirigido (un capítulo de una historia aún por escribir)
por Julio Schvartzman, parte de Historia crítica de la literatura argentina, Marta Elena Castellino
dirijido por Noé Jitrik. Buenos Aires: Emecé.
Lukács, Georg. 1970. Sobre la esencia y forma del ensayo. En El alma y las
formas y La teoría de la novela, 15–39. Barcelona: Grijalbo.
Nívoli, María Soledad. 2005. Ensayo y experiencia: la territorialidad cíclica Existe una historia aún por escribir y es la del ensayo en Mendoza. En
en El río sin orillas de Juan José Saer. 1º Congreso Regional del Instituto efecto: si se revisan los panoramas más o menos generales que existen sobre
Internacional de Literatura Iberoamericana, Rosario. http://www.geocities. las letras provinciales, se advierte inmediatamente la escasez de datos relacio-
com/aularama/ponencias/lmn/nivoli.htm nados con la producción ensayística: la lírica, la narrativa y, en menor medida,
Olmos, Ana Cecilia. 2007. Discursos de la subjetividad: la crítica de los el teatro, han acaparado la atención de los estudiosos. Cierto es que el ensayo
escritores. En Ensayo[s] de narradores. OLMOS, Ana Cecilia y CASARIN, como género se incorpora tardíamente a la tripartición ya establecida por
Marcelo. Córdoba: Alción. Aristóteles en la Antigüedad clásica, y que su carácter en cierto modo bifronte
Piglia & Saer. 1990. Diálogo. Santa Fé: Centro de Publicaciones Universidad dificulta su encasillamiento.
del Litoral. No carecemos de ensayistas durante el siglo XIX, si utilizamos este califi-
Rodriguez Pérsico, Adriana. 1993. Un huracán llamado progreso: utopia y cativo en un sentido amplio que nos permita incorporar otros tipos de escritos
autobiografia en Sarmiento y Alberdi. Washington: OEA. de índole científica o filosófica o incluso política (pensemos en los trabajos
Saer, Juan José. 1999. La narración–objeto. Buenos Aires: Seix Barral, 1999. de Julio Leonidas Aguirre o Agustín Álvarez y el cultivo en nuestras letras de
. 2003. El río sin orillas. Buenos Aires: Seix Barral. modalidad de crítica denominada “sociología criolla”1).
. 2004. El concepto de ficción. Buenos Aires: Seix Barral. Pero en cambio, para encontrar ensayos literarios o poéticos2, debemos
. 2005. Trabajos. Buenos Aires: Seix Barral. esperar al siglo XX y aun así, podemos decir que Ricardo Tudela (1893–1984)3
. 2005. Artifícios da criação – uma conversa com Juan José Saer.
Novos Estudos Cebrap (São Paulo) 73 (nov. b): 157–173. 1
Arturo Andrés Roig (1964) denomina así a “…una cierta actitud de crítica que apunta
. Entrevista a Ana Inés Larre Borges. Brecha (Montevideo). http:// generalmente a poner de manifiesto los vicios y prácticas de lo que se ha denominado
www.literatura.org/Saer/jsR1.html. asimismo ‘política criolla’. En nuestro medio existe una tradición dentro de este tipo
Sarmiento, Domingo Faustino. 1993. Facundo. Introducción de Carlos Alta- de literatura. Los comienzos debe buscárselos en la poesía satírica de Juan Gualberto
mirano. Buenos Aires: Espasa Calpe. Godoy […] Más tarde Agustín Álvarez con su South America (1894) y su Manual de
Shumway, Nicolás. 2002. La invención de la Argentina. Historia de una idea. patología política (1899) […] le dio un poderoso impulso […] Julio Leonidas Aguirre
Buenos Aires: Emecé. escribió sus libros dentro de este mismo género: Cocina criolla y salsa india (1902) y
Stalloni, Yves. 2001. Os gêneros literários. Rio de Janeiro: Difel. Sociología criolla (1909)…” Esta modalidad alcanzará su culminación “literaria” con la
Starobinsky, Jean. 2008. La relación crítica (El ojo viviente II). Buenos Aires: Zoología política (1935) de Alfredo Bufano.
Nueva Visión. 2
Pedro Laín Entralgo, por ejemplo, clasifica los ensayos en “científicos” y “poéticos”.
Viñas, David. 1974. Literatura argentina y realidad política de Sarmiento a 3
Fue autodidacta. Según apunta Gloria Videla de Rivero (1996), desempeñó diversos
Cortázar. Buenos Aires: Siglo Veinte. oficios: entre otros “aprendiz de panadero, confitero, herrero, albañil, aprendiz de
234 Ricardo Tudela y el ensayo mendocino… / Marta Castellino El Ensayo latinoamericano 235

es un caso bastante singular por su constancia en el cultivo del género y el estética como ética como filosófica como religiosa4, dimensión ésta sobre la
modo en que lo convirtió en vehículo acabado de su meditación que es tanto que volveremos luego porque constituye la médula del mensaje tudeliano.
En el presente trabajo se pretende aportar al conocimiento sobre la lite-
boticario, encuadernador… Ingresó luego en el mundo del teatro que ‘fue su universi- ratura ensayística de Mendoza a partir de la consideración de los escritos de
dad y el campo de engaños y desengaños que le permitió encontrarse consigo mismo’. este pensador y poeta. Su condición de creador sesga de algún modo el corpus
En el teatro fue tramoyista, traspunte, arreglador de libretos, montador de espectáculos, escogido, ya que nos ocuparemos de un número limitado y específico de textos:
secretario de empresa, crítico teatral. Ingresó así al periodismo como cronista, redactor, los que versan sobre la poesía, el oficio de escribir y fundamentalmente, sobre la
editorialista y director de publicaciones” (47). Colaboró en La Quincena Social, La Pa- religación existente entre su propia obra y el entorno mendocino, en una suerte
labra (órgano del movimiento lencinista, del que fue activo participante) La Libertad, de cósmica comunión. En otras palabras, trataremos de aquellos ensayos que
Los Andes… donde dirigió suplementos literarios. No fue ajeno al movimiento van- invisten un carácter doblemente literario: por su temática pero sobre todo por el
guardsita de las primeras décadas del siglo XX. Participó en la vida literaria de Chile trabajo estético, que corre parejo con la intención persuasiva.
junto a Pablo Neruda, Pablo de Rokha, Juvencio Valle, Nicanor Parra, Humberto Díaz Así, se han seleccionado del volumen El viajero perenne; Ensayos y escritos
Casanueva y luego alentó en nuestras letras el surgimiento de la “nueva sensibilidad”. 1940–19795 (Ediciones Culturales de Mendoza, 1989) un conjunto de textos
De hecho, cultivó siempre la amistad de Pablo Neruda. El diario Los Andes en su edi- que componen la sección “Reflexiones estéticas”6, a los que se suman otros
ción del 30 de agosto de 1933 comenta: “Pablo Neruda se encuentra desde anteayer del mismo volumen aunque pertenecientes a secciones diversas7, en orden a
entre nosotros. Lleva a Buenos Aires una doble embajada. Una artística, ya que será
expositor de la poesía chilena de hoy, y otra como representante consular de su país Potrerillos, novela publicada en Ideas y figuras en 1922; Vida interior (1922) prosa y
en Capital Federal”. Esta visita está registrada en los libros de actas de la institución verso: Horas de intimidad (1924) poesía; Los poemas de la montaña (1924), Primer Pre-
y se señala que Neruda “permaneció en nuestra provincia, postergando su asunción mio Literario Municipal de Cuyo; El inquilino de la soledad (1929 y 9964, ed. corregida
diplomática a pedido del Círculo, que en esa época estaba integrado, entre otros, por y aumentada); El hecho lírico (1937 y 1942) ensayo; El labrador de sueños (1969); Los
Ricardo Tudela, Américo Calí y Jorge Enrique Ramponi”. Fue fundador en 1937 de la ángeles materiales (1972); Ventanales de la conciencia humana (1983) ensayo; Canto a
Sociedad Argentina de Artes y Letras. Participó en la fundación de la filial Mendoza de América y El pensamiento perenne, publicado póstumamente por Ediciones Culturales
la SADE, integrando la Comisión Directiva Provisoria. Junto con Secretario Alejandro de Mendoza, en 1989. Murió en 1984.
4
Santa María Conill, Tesorero Emilio Jofré. Fueron cofundadores: Pedro Baldasarre, “Tudela es un gran poeta –dice Graciela Maturo (2008: 209)– y como tal, es un poeta
Américo Cali, Guillermo Cano, Pedro Córvete, Guillermo Petra Sierralta, Lázaro Schall- religioso”.
5
man, Antonio de la Torre, Hilario Velasco Quiroga, Jorge A. Calle. Tudela tuvo actividad En adelante se citará por esta edición con la sigla EPP e indicación de número de pagina
política desde la juventud pero, contra la versión más extendida, nunca fue comunista. en el texto.
6
De hecho, en 1929 era un radical partidario de los Lencinas, padre e hijo, enfrentados Son éstos: “Pensamientos”; “El canto de la vida”; “Algunas confidencias para merecer lo
al presidente Hipólito Yrigoyen. Acerca de su militancia política puede recordarse permanente”; “Soliloquio y coloquio de la poesía”; “Modos de descubrirse a sí mismo en
como anécdota que el día del asesinato del gobernador Carlos W. Lencinas, Tudela los laberintos de la creación poética”; “Magnolias y estercoleros”; “Vecindades de lo abso-
se encontraba junto a él y esquivó los tiros por milagro. Fue colaborador también de luto”; “El canto con fundamento”; “Notas para una posible conciencia del estilo”; “Algu-
revistas nacionales como Caras y Caretas, Fray Mocho e internacionales como Alfar, nos caminos de la vida creadora” y “La poesía y su centro de fuego” (trabajo publicado
además de las mendocinas Vida andina, Megáfono, Mástil, La Semana, Oeste. Su obra originalmente en el Suplemento de la revista Aquí Mendoza, en 1955).
7
publicada comprende los siguientes libros: De mi jardín (1920), poesía; Un verano en Fundamentalmente los titulados “Nada más que escritor”; “Poesía y hombre en el drama
236 Ricardo Tudela y el ensayo mendocino… / Marta Castellino El Ensayo latinoamericano 237

mostrar el profundo sentido metafísico que para el autor adquiere su propio Una “poética del fervor”
quehacer de poeta, en diálogo con una rica tradición de pensadores antiguos
y modernos. También se ha tenido en cuenta el opúsculo titulado La cultura Si bien en 1970 Tudela reescribe o por lo menos, cita, uno de sus escri-
y el pueblo, publicado en Mendoza en 1945 –”Año de la libertad”– con un tos anteriores referido a la asociación creación–sueño, y pone de manifiesto
discurso de Juan Draghi Lucero8 y un “Mensaje” de Pablo Neruda. la continuidad de su pensamiento estético10, advertimos no obstante algunas
El análisis de la producción ensayística de Ricardo Tudela ya fue iniciado modulaciones, fundamentalmente en dos aspectos: el vínculo con la teología
por Gloria Videla de Rivero (1996) en un artículo publicado en Piedra y Can- de Theilard de Chardin11 y un mayor acento en la función social del poeta,
to Nº 4, pero su corpus principal fue un texto fechado en la década del ’30: en consonancia con las circunstancias histórico–políticas vividas a partir de
El hecho lírico9, a partir del cual la autora demuestra la filiación romántica 1945. A ello podría sumarse también la insistencia en el fervor como eje de la
y posromántica del poeta y ensayista mendocino. De todos modos Videla poética: “Tengo mi deidad intrépida, el dios insobornable que sueña, padece,
establece algunas relaciones con los ensayos posteriores de Tudela, aun sin ama, se destroza cada día y reaparece sobre todos los horizontes con sus
intención de reseñar toda su evolución posterior, por lo que sus afirmaciones cristales meridianos y sus grandes crepúsculos de fuego: el Fervor” (EPP, 12).
nos servirán de punto de partida. En última instancia, lo que nos proponemos Y más adelante exclama, invocándolo al modo de la Musa de los antiguos:
hoy es aportar a una mirada diacrónica sobre la obra tudeliana, señalando las “Santo Fervor, divinidad secreta que me entregas cotidianamente el ardiente
continuidades y discontinuidades entre sus teorizaciones de los años ’30 y las poder de entusiasmarme, de persistir, de entrar y salir de los conflictos, de
posteriores. Nuestro interés se centra en destacar, entonces, aquellos núcleos arrojarme sobre las hogueras y transfigurar sus terribles llamas en inspiración,
problemáticos que se suman a los ya detectados por Gloria Videla de Rivero: tenacidad y creación” (EPP, 6).
su “talante romántico, conflictuado y agónico”, las asociaciones “sueño–poe- Este fervor “audaz e insurgente” será puesto cada vez más al servicio
sía”; “geometría–poesía”; “naturaleza vegetal–poesía”, entre otros. Cumplido del hombre: “mi poesía […] conoce sin duda todos los cansancios humanos,
esto, nos ocuparemos de la “puesta en discurso”, vale decir, las estrategias las satánicas brutalidades que desatan los poderosos de la tierra; ausculta el
comunicativas o recursos empleados, posicionándonos en una mirada pre- inmenso sufrimiento de los humildes, de los sumergidos en todas las patrias,
dominantemente estilística, en orden a mostrar la profunda compenetración de los que mueren de hambre, de ignorancia, de enfermedad, de desamparo
fondo / forma en los ensayos tudelianos. humano y divino” (EPP, 66).
Esta misión del escritor comprometido en el servicio del pueblo es uno
de los tópicos principales del discurso pronunciado en 1945: “siempre me he
sentido muy cerca de dos grandes fuerzas eternas que deseo evocar aquí […]
de nuestro tiempo”; “Vivencias éticas en la conciencia de nuestro tiempo” y “La esperanza Estas fuerzas están integradas por la juventud y el pueblo” (CP). Luego declara
en la desesperanza”.
8
1945. Mendoza: D’Accurzio [s.p.]. En adelante CP. Contiene los discursos pronunciados en
un homenaje realizado a Tudela con motivo de cumplir treinta años de labor, durante 10
“Lo que antecede pertenece a uno de mis diarios íntimos y fue anotado hace veinte
la Primer Feria del Libro de Cuyo. El homenaje en cuestión se realizó el 30 de junio años. Lo transcribo ahora porque creo ver en tales frases una parte significativa de lo
en el Cine Gran Rex y durante su transcurso hablaron numerosos oradores, varios de que podría llamar, con bastante humildad, mi filosofía estética. Tiene vigencia en mi
ellos provenientes de Chile. pensamiento y descubro que ejerce todavía cierto comando en mi alma” (EPP, 87).
9
Publicado en el Nº 2 de Boletín Oeste (Mendoza, junio 1937); 2º ed. La Habana, 1942. 11
Mencionado tanto por Videla de Rivero como por Maturo.
238 Ricardo Tudela y el ensayo mendocino… / Marta Castellino El Ensayo latinoamericano 239

Lo cierto es que como escritores no somos políticos, pero nos la belleza” (EPP, 71). Por el contrario, el ensayista se propone “ser hombre vivo
interesan profundamente todos los problemas políticos. Puede ocu- de mi tiempo; aspiro a recoger las voces terribles pero maravillosas de nuestras
rrir, incluso, que muchos de nosotros no militemos nunca en ningún alineaciones, del histórico derrumbe que experimenta nuestra civilización”
partido. A pesar de ello, tengan la seguridad todos los políticos de que (EPP, 71). Así, “Esta poesía tendrá sangre dolorida, irrupción apocalíptica de
los escritores de conciencia honrada e independiente, los que aman sufrimientos y anunciaciones de los hombres […] Será la poesía de una huma-
los principios y el ideal […] sabrán acompañarlos cuando evidencien nidad embriagada por una nueva esperanza: ¡la liberación humana!” (EPP, 72).
trabajar por causas desinteresadas […] De la misma manera, y con En última instancia, la respuesta todas sus preguntas la encuentra el poeta
la misma entereza, han de criticarlos y combatirlos cuando muestren en la teología evolutiva de Theilard y su idea de un “Cristo cósmico”: “Nos sen-
insinceridad, fines puramente personales, demagógicos, confusionistas timos terriblemente atacados y mutilados: el canto renueva la voz enteriza del
o un encubierto afán de lucro (CP). ‘quiero ser’, de la compleja liberación del hombre en el Dios cósmico” (EPP, 70).
Theilard de Chardin Nació en Francia en 1881. Entró en la Compañía de
La relación poesía–vida como componente de los textos tudelianos ya Jesús y se dedicó a estudios de geología, paleontología y ciencias naturales,
había sido puesta de manifiesto en forma general por Videla de Rivero, como alcanzando fama como científico. De allí extiende su reflexión a los orígenes
otra nota más de esa adscripción del poeta al posromanticismo. Lo que aquí del cosmos y de la vida. Su pensamiento es positivista, idealista y evolucionista
se quiere hacer notar es la relación con el entorno, como anclaje significativo y mereció reparos por parte de sus Superiores en la Compañía, primero, y lue-
en el pensamiento de un Tudela que, como señalan sus biógrafos, adhirió en go de la Iglesia Católica, que en el Monitum del 30 de junio de 1962 previene
primer lugar al radicalismo lencinista y luego al movimiento peronista. Por ello sobre los peligros de sus enseñanzas12. No es por cierto nuestra intención
podemos encontrar en este texto un matiz populista que está a la base de los desarrollar este tema, sólo haremos una sintética referencia. Los postulados
movimientos políticos mencionados y una matización del rol del poeta en la básicos del sistema theilardiano –expuestos en un gran número de escritos
sociedad contemporánea: “El escritor ha sido en los pueblos evolucionados el que comprende memorias científicas, libros de mística, de filosofía y teología,
vigía de las libertades públicas, de la moral social y del progreso creador, y en ensayos sobre problemas de actualidad, artículos, conferencias, epistolarios y
el azaroso tiempo que nos toca tiene como nunca que ser celoso y valiente diarios– son: la creencia en la evolución universal, material y espiritual, que
guardián de esos patrimonios” (CP). alcanza, con el hombre, el paso a la reflexión o “noosfera”; consecuentemente,
Esta postura podría en principio implicar una fricción con la idea del se produce la “planetización humana”, que, contrariamente a lo que podría
poeta como un ser elegido, separado del común de los mortales, guía de la pensarse, es un paso de lo múltiple a lo uno, vale decir, “una colectividad
humanidad en marcha, pero en un plano más bien abstracto; sin embargo armonizada de conciencias, equivalente a una especie de superconciencia”
Tudela, asume la postura del ser capaz de sublimar esas miserias y tras- (La Phénoméne Humaine), es decir, el logro de lo “hiperpersonal” mediante
mutarlas en poesía. Se inserta aquí un profundo debate acerca de la finalidad la inmersión en Omega.
del arte, en este caso concreto la poesía; por una parte, nos dice, “poetizar es En numerosos pasajes nos da Tudela su particular versión de estas ideas
inventar constantemente. Inventar creando y creándose, haciéndose tauma- teológicas, en una auténtica profesión de fe: “Por mi parte, creo en un Dios
turgo de no sé qué países del ensueño y genuino descubridor de derroteros y cosmológico, en una suprema entidad que crea creándose a sí mismo, esencial
enigmas de la especie humana” (EPP, 70–71). Sin embargo, a renglón seguido devenir del universo entero. Ese Dios, material y espiritual a la vez, naturaleza
exclama: “la poesía cargada de savias humanas, que se entrevera en el turbión
12
sangriento de hombres y pueblos, no es ya ni será una pura manifestación de Julio Meinvielle (1965).
240 Ricardo Tudela y el ensayo mendocino… / Marta Castellino El Ensayo latinoamericano 241

y espíritu, hombre y mundo en cambios inagotables, es el Dios dinámico de condición de que aceptes todo lo antiuyo, el abismo […] las antiverdades que
las terribles angustias, la verdadera creación que irradia vida” (EPP, 24). se interponen entre tú y la vida” (EPP, 21).
En otros textos incluye citas textuales coma la siguiente: “Expresa Thei- Con el mismo sentido utiliza la primera persona plural, incluyente: “No-
lard de Chardin en uno de sus libros: ‘Para ser plenamente nosotros mismos, sotros estamos en la actitud dialéctica antihegeliana de toda comodidad y de
tenemos que trabajar durante toda nuestras vida en […] perfeccionar el orden toda conciliación burguesas: necesitamos el conflicto y las crisis de nuestro
y la unidad de nuestras ideas, de nuestros sentimientos, de nuestra conducta siglo” (EPP, 24–25).
[…] con su deriva inevitable hacia objetos cada vez más espirituales, cada vez Estas características son propias del ensayo en cuanto tal, como texto
más elevados’” (EPP, 54). Tudela afirma consecuentemente la lucha, que es apelativo destinado a persuadir. Por la exposición del pensamiento tudeliano
inherente al vivir humano pero sobre todo, al ser poeta: “es preciso resolverse también modos propios y personales, erigidos en tales por la reiteración de
a combatir con todo lo que nos limita, por dentro y por fuera, creándonos ciertos procedimientos y figuras de estilo
al ritmo de la actividad y la libertad” (EPP, 94). Y en esta tarea de creación El mismo Tudela, en el ensayo mencionado, llama la atención sobre
y recreación constante, la herramienta con que el poeta son las palabras, esta particular imbricación de planos: pensamiento y expresión, que logra el
porque “desbrozarlas de su léxico, situarlas en su autonomía vital y darles al verdadero artista: “El estilo, las palabras y las cláusulas que […] dan fuerza irra-
mismo tiempo toda la carga de peculiaridad y singularidad que las enlace a diante sobre lo que nos parece ser y lo que realmente somos, resulta así una
inagotables movimientos del alma y de la vida” (EPP, 94). manera personalísima de nacer, crecer y madurar cotidianamente” (EPP 82).
Y con estas afirmaciones más o menos enigmáticas, más o menos crípticas, En consonancia con el pensamiento evolutivo que hemos reseñado
nos introducimos en el último punto que queremos tratar: el condicionamiento brevemente, Tudela aboga en este mismo ensayo por “una sintaxis dinámica,
que los pensamientos ejercen sobre la elocución o, quizás sea más acertado de- es decir, que multiplicará su movilidad, sus relaciones estéticas con la frase,
cir, la perfecta articulación de idea y palabra expresada a través de la selección su convivencia sorpresiva con la significación y la belleza” (EPP, 81) como
de tropos y figuras de estilo, además de otros recursos que son propios de la programa a poner en práctica. El lenguaje debe acompañar ese movimiento
forma ensayística como tal, y del ensayo literario en particular. de progresiva ascensión que es la meta final y, en un movimiento dialéctico,
debe sumar contradicciones.
“Notas para una posible conciencia del estilo” Y aquí se explica el recurso que es preponderante, casi obsesivo, en la
prosa de Tudela: el recurso a la antítesis como figura que da cuenta de un
Como ensayos poéticos que son, estos textos tudelianos se presentan modo particular de concebir la realidad; así por ejemplo, la polaridad razón
con una modalización enunciativa que hace centro en la persona del escritor / intuición. Veamos un ejemplo: “Voy frecuentemente a todos los extremos,
y expresa su pensar y su sentir, en consonancia con una nutrida gama de lo que me proporciona sutiles sufrimientos y éxtasis inexpresables […] Así
pensadores y literatos, a los cuales evoca intertextualmente en numerosos mi dialéctica es racional e intuitiva a la vez […] Merced a este hecho, canto
pasajes: así por ejemplo, referencia Kierkegaard y su “alma desgarrada”, o la enfervorizado descubriendo para descubrirme” (EPP, 27). Este oscilar entre
noción de “alineación” tomada de Hegel (EPP, 18). contrastes es para Tudela la esencia misma de su ser: “¡Siéntome fecundo e
Pero a la vez, quiere sumar a su interlocutor en esa tarea de progresiva infecundo a la vez, perdido en espesas tinieblas y deslumbrantes claridades,
concientización y crecimiento interior, a través del uso de la segunda persona, repartido entre el yo y el devenir”. Este pensamiento que discurre entre pola-
la admonición o incluso el apóstrofe: “Amigo mío, aférrate a lo que te morti- ridades es en sí el acto creador, a la vez:
fica; levanta tus deseos hasta darles ciudadanía de realidad […] Tú eres tú a
242 Ricardo Tudela y el ensayo mendocino… / Marta Castellino El Ensayo latinoamericano 243

… perderse y recuperarse, entrar en torbellinos de desesperación Sobre la escritura ensayística


y salir por innumerables puertas vedadas con ricos cargamentos de de Mário de Andrade
belleza […] Bajo estos sortilegios mi poesía habla tanto del hombre María Esperanza Gil
como de Dios; es camino y encrucijada, acusación y plegaria, destro-
zo y construcción. […] Mi Fervor es de y antife, exaltación creadora
y terrible ruptura, grito con pavor silencioso y canto con sustancias
embriagadoras […] Yo estoy siempre en los extremos, soy el que sufre Pasado el momento que Hugo Verani (1995) denomina “furia iconoclas-
y descubre, el que odia y ama. Recibo el don del canto y maldigo de ta”, el manifiesto vanguardista tiende a desaparecer hacia fines de la década
él… (EPP, 66–67). del ´20. Sin embargo, otros textos recuperan el carácter programático de los
manifiestos y, aunque ya no se utilice una retórica grupal beligerante, las pro-
A modo de conclusión puestas de ruptura siguen apareciendo. En ciertos casos, el uso del ensayo en la
escritura vanguardista vehiculiza un despliegue de programas que buscan poner
Indudablemente, el pensamiento de Tudela acerca del arte y su vehicu- en crisis y modificar la realidad social, política y artística de la época: basta como
lización a través de una forma determinada exige un tratamiento mucho más ejemplo José Carlos Mariátegui y sus 7 ensayos de interpretación de la realidad
extenso y pormenorizado. Sirva lo antedicho como una aproximación y una peruana. El objetivo de este trabajo es analizar el uso del género ensayístico en
incitación a continuar explorando el rico venero de la producción ensayística la escritura de Mário de Andrade y dar cuenta del programa vanguardista que
mendocina. allí puede leerse. Para ello tomamos un corpus reducido –sólo 3 de los más
de 20 volúmenes que recogen su producción ensayística– que reúne principal-
mente textos sobre literatura, pero incluye también trabajos sobre música, cine
Bibliografía y artes plásticas, entre otras temáticas. Los tres volúmenes contienen textos
producidos entre 1931 y 1943 que aparecieron en publicaciones periódicas y
Maturo, Graciela. 2008. Los trabajos de Orfeo; Experiencia y lenguaje de la fueron editados en libro en la década del ‘40: Aspectos da literatura brasileira
poesía. Mendoza: EDIUNC. (1943), O baile das quatro artes (1943) y O empalhador de passarinho (1946).
Meinvielle, Julio. 1965. Theilard de Chardin o la religión de la evolución. El proyecto intelectual de Mário de Andrade se sostiene en la idea de que
Buenos Aires: Teoría. la cultura brasileña, en las primeras décadas del siglo XX, está en formación:
Roig, Arturo Andrés. 1964. Los diversos aspectos de la vida cultural de Men- todavía no posee ningún carácter, como el héroe de su novela Macunaíma. La
doza entre 1915 y 1940. Buenos Aires: Fasanella. actuación de Andrade en diversos ámbitos –como la docencia, el periodismo,
Videla de Rivero, Gloria. 1996. La poética de Ricardo Tudela. En Piedra y la gestión pública y desde ya la literatura, por nombrar sólo los más impor-
Canto; Cuadernos del Centro de Estudios de Literatura de Mendoza 4: 45. tantes– muestra un hilo conductor: el objetivo es promover la consolidación
de una cultura brasileña a partir de la cual podría obtenerse tanto la unidad
como la identidad nacional.
Como se ve, Mário de Andrade manejaba un concepto clásico de cultura,
en el cual las artes son fundamentales, aunque también conoció el concepto
antropológico, que motivó profundos estudios de corte etnológico y social.
244 Sobre la escritura ensayística de Mário de Andrade. Esperanza Gil El Ensayo latinoamericano 245

Hacia fines de la década del ´30 incorporó a estas corrientes algunos elementos modelando el horizonte intelectual de los escritores jóvenes (Schnapp, J. T.
del materialismo histórico (Pereira, 2006). Sin embargo, nunca fue un pensador y de Castro Rocha J. C., 1996), en los ensayos organiza el canon literario na-
marxista y tampoco abandonó su idea de que los intelectuales debían guiar cional, rescata los principales aportes del Modernismo y, a partir del nuevo
al pueblo en la búsqueda de soluciones a las contradicciones de la época campo configurado luego de la vanguardia, evalúa los aciertos y defectos de
(Ancona Lopes, 1972). De allí se desprende el uso del género ensayístico, los jóvenes escritores brasileños y los guía hacia lo que considera la principal
siempre ligado a una figura de autor como garantía del discurso, en un sentido necesidad de la época, esto es, el compromiso político y social.
programático que busca orientar el rumbo del arte y la cultura de su país. Lo que podríamos llamar el tópico de la juventud es un hilo conductor
El lenguaje beligerante e hiperbólico de los manifiestos puede encontrarse productivo para analizar la construcción de la propia figura intelectual y el
en los ensayos y cartas de Andrade, verdaderos instrumentos de intervención sentido programático de los textos. Además de establecer un punto de co-
en el armado de la cultura brasileña. El uso del ensayo con fines programáticos nexión con un ensayo fundador de la literatura latinoamericana, el Ariel de
aparece tempranamente en su obra, pero se intensifica notablemente –tan- Rodó, el abordaje de la juventud como construcción discursiva del destina-
to por la cantidad de textos producidos como por la intensidad de las ideas tario implícito en el texto enlaza el discurso ensayístico con una dimensión
puestas en juego– a partir de lo que se denomina “etapa constructiva” del futura y refuerza el carácter programático. Mário de Andrade analiza las pu-
modernismo. La crítica brasileña marca, con esa denominación, un quiebre a blicaciones de los escritores jóvenes utilizando con frecuencia un tono severo
partir de la década del ´30 que se diferencia de la etapa “heroica” de los años y magisterial. En respuesta a las acusaciones de Jorge Amado, desde la revista
´20, cuyo rasgo más saliente fue una tendencia a la destrucción o ruptura. La Dom Casmurro, Mário de Andrade escribe un texto fundamental en el que se
fijación de ese lugar común de la crítica literaria –que se muestra endeble si autodefine como crítico. Allí establece que la principal función de la crítica
observamos, por ejemplo, la poética de Oswald de Andrade, que sigue siendo es traspasar la obra individual para revelar la cultura de una época y diseñar
“destructiva” hasta bien entrados los años ´40– se debe a que buena parte de la su imagen y agrega que, frente a la improvisación reinante en la literatura
historia crítica del Modernismo fue escrita a partir de la propia visión de Mário brasileña, su posición tiene el mérito de apoyarse en un programa (Andrade,
de Andrade. Y esa visión, que fija los límites temporales, las inclusiones y ex- 1972). Cada vez que Andrade evalúa la producción artística reciente, establece
clusiones del grupo, entre muchos otros aspectos, fue objeto del que quizás sea un contraste con el Modernismo:
el más importante de sus ensayos: El movimiento modernista (Andrade, 2002).
Si dijimos que el uso de género es programático, tal vez pueda parecer E o que vemos atualmente? Uma legião de moços, de incontestável
contradictorio tomar como ejemplo un texto que se sitúa muy cerca de un ba- valor, mas apressados, inteiramente despreocupados de arte, ignoran-
lance histórico del Modernismo y que, en buena medida, lo da por concluido. tes dos problemas da forma, na mais paradisíaca e melancólica convi-
Sin embargo, en ese texto, la crítica del modernismo –que apunta principal- cção de que escrever romances e poemas é deixar correr a pena sôbre
mente a su individualismo– sirve de fundamento al programa propuesto en o papel. O Modernismo abrira certas portas à liberdade de criação, mas
los párrafos finales, que exhorta a las nuevas generaciones a comprometerse eis que se puseram a derruir tôdas as muralhas! (Andrade, 1972, 103).
en la lucha por mejorar la situación política y social de los hombres.
En aquella exhortación está implícita la construcción de una figura En el ensayo titulado A poesía em 1930 –texto destinado a evaluar la
intelectual, guiada por el sólido propósito de disputar la conducción del poesía del momento y a reivindicar la superioridad de Carlos Drummond
modernismo brasileño. Así como, a través de las cartas, Andrade tiende un de Andrade, Manuel Bandeira, Murilio Mendes y Augusto Federico Schmi-
puente entre la edad heroica del modernismo y las generaciones posteriores, dt– la crítica a los poetas jóvenes es despiadada: luego de referirse a los
246 Sobre la escritura ensayística de Mário de Andrade. Esperanza Gil El Ensayo latinoamericano 247

libros recientemente publicados como cosa inútil, exagerando su posición, cual se apoya el programa estético y político concebido para orientar la forma-
afirma que debería estar prohibida por ley la publicación de libros de versos ción de la cultura nacional. Esta tensión entre la contemplación de un objeto
de autores con menos de veinticinco años (Andrade, 2002). y la proyección de un futuro es advertida por el propio Mário de Andrade al
Los escritores jóvenes aceptados por Mário de Andrade tienen, en general, menos en uno de sus ensayos, el que se titula Machado de Assis, publicado en
un rasgo común con el modernismo: la investigación y el trabajo material con 1939. Además de analizar la obra del escritor, Andrade establece el lugar que
el lenguaje como base de la creación artística. Esta característica, por ejemplo, la obra de Machado va a ocupar, en el futuro, en la literatura brasileña: según
es la que destaca en Novos Poemas, libro publicado en 1938 por Vinicius de él, este lugar es el de reafirmar la confianza en el mestizaje frente a los abso-
Moraes. Su posición a este respecto generó controversias: algunos escritores lutismos raciales. Pero sabe muy bien que esta afirmación no se desprende
jóvenes lo acusaban de haberse convertido prácticamente en un parnasiano, de la lectura crítica que hasta el momento se había producido en Brasil sino
por darle tanta importancia a la forma. Hasta 1938, esta cuestión no quedará de su propio uso programático y a contrapelo de la crítica literaria, por eso,
públicamente zanjada. Si en sus cartas el tema es analizado minuciosamente, concluye el texto con la siguiente incertidumbre: “Talvez eu já não esteja mais
recién en ese año, con la publicación de un nuevo ensayo titulado O artista e no terreno da contemplação. Tal vez esteja adivinando…” (Andrade, 2002).
o artesão –que fue leído ante un auditorio compuesto por jóvenes estudiantes La posibilidad de construir la cultura y, luego, la identidad nacional
de la Universidad del Distrito Federal de Rio de Janeiro, en el aula inaugural es el supuesto básico que nortea la trayectoria intelectual de Mário de An-
del curso de Filosofía e Historia del Arte–Mário de Andrade esclarece su con- drade, junto con la convicción de que es ése el papel que le corresponde
cepción de la técnica y de la producción de obras de arte o, como él llamaba representar. La contemplación aparece siempre ligada a la acción: estas
a este proceso, el “artefazer”. dos dimensiones se entrelazan en sus ensayos, que buscan pensar el Brasil
Su concepto de arte, en este ensayo, es eminentemente social: aboga futuro y, a veces, adivinarlo.
por un arte interesado, un arte de circunstancia frente al individualismo de la
producción artística del momento y por eso mismo insiste en la necesidad del
trabajo material con las formas, ya que en el arte social la solución personal del
creador se advierte únicamente en la técnica, entendida como la relación entre
el artista y la materia que moviliza. El ejemplo de Cándido Portinari, cuya obra Bibliografía
es analizada en un ensayo de 1939, es clave en esta etapa del pensamiento
de Andrade. Las artes plásticas y la música ofrecen elementos de análisis más Andrade, Mário de. 2002. Aspectos da Literatura Brasileira. Belo Horizonte:
claros que la obra literaria, en la cual el problema de la materia “se complica Itatiaia.
tremendamente” porque su material no es meramente estético como el sonido . 2005. O baile das quatro artes. Belo Horizonte: Itatiaia.
o la luz sino un elemento “inmediatamente interesado” que toca por sí sólo . 1972. O empalhador de passarinho. São Paulo: Martins/INL–MEC.
“el pensamiento y los intereses del ser” (Andrade, 1972). Cándido, Antonio. 1946. Mário de Andrade. Revista do Arquivo Municipal
Escapando a la definición de Lukács según la cual el ensayista escribe (São Paulo) 198, Edição Fac–similar do nº 106.
sobre algo ya formado antes de la escritura del ensayo, los textos de Mário de Pereira, Maria Elisa. 2006. Lundu do escritor difícil. Canto nacional e fala
Andrade representan “la objetivación de una experiencia intelectual” (Wein- brasileira na obra de Mário de Andrade. São Paulo: Unesp.
berg, 2006) cifrada en el acto de entender el presente cultural de Brasil. Sin Porto Ancona Lopez, Telê. 1972. Mário de Andrade: Ramais y caminho. São
embargo, esa especulación no se agota en sí misma: es la plataforma sobre la Paulo: Duas Cidades.
248 Sobre la escritura ensayística de Mário de Andrade. Esperanza Gil El Ensayo latinoamericano 249

Schnapp, J. T. y de Castro Rocha J.C. 1991. As velocidades brasileiras de uma El reino milenario: el ensayo como espacio de
inimizade desvairada: o (des)encontro de Marinetti e Mário de Andrde em complicidad en Tres voces de Juan García Ponce1
1926. Revista Brasileira de Literatura Comparada. Rio de Janeiro: Abralic. Esther Castillo García
Verani, Hugo. 1995. Estrategias de la vanguardia. En América Latina. Pala-
vra, literatura e cultura. Organizado por Ana María Pizarro, Volumen 3. ¿Cómo podría ese escritor que se llama Yo crear una obra que no estuviera
Campinas: UNICAMP. hecha de la misma sustancia de sí misma que el concebirla crea, ¿de qué podría es-
Weinberg, Liliana. 2006. Situación del ensayo. México: Centro Coordinador tar hecha la obra si no de sí misma y de la conciencia de sí misma en su creador?
y Difusor de Estudios Latinoamericanos y UNAM. Salvador Elizondo

Tres voces es la instauración de un espacio literario que se va constru-
yendo a través del fluir narrativo, del tono conversacional que implica una
pregunta, que impregna la voz enunciativa que denota, más allá de una exé-
gesis sobre las obras de autores favoritos, una crítica que detalla los puntos
de encuentro precisos para reflexionar sobre el arte.
Para adentrarse en el discurso estético/simbólico del otro, en muchos
casos indecible, el esfuerzo en el que se desemboca puede ser trasunto in-
efable o retroceso, cuando no renuncia. La pasión por las imágenes estéticas
trasciende el puro acto lingüístico de designar para corresponder, en lo que
cabe, a ese acto amoroso o de inextricable misterio que se origina en el objeto
artístico que nos seduce.
Los lectores vislumbramos a través de ese fluir de ideas a un García
Ponce seducido por sus lecturas, en la búsqueda del camino hacia “un nuevo
punto de partida” aquel en donde la literatura se mira a sí misma. El ensayo
crítico es aquí escritura creativa que juega a develar una original entonación
intelectual, una exposición de lenguajes poéticos en donde encuentra formas
afines a la propia manera de percibir y reflejar la realidad como una tarea o
como una invención perpetuas.
García Ponce en este auto–convencimiento, similar en sus contem-
poráneos, interrogaba las encrucijadas estéticas de la época en relación
directa entre los acontecimientos sociopolíticos y su referencia simbólica
en el mundo ficcional. En los conflictivos y versátiles años sesenta el acto

1 Juan García Ponce. 2000. Tres voces, ensayos sobre Thomas Mann, Heimito von Doderer
y Robert Musil, México: Aldus.
250 “El reino milenario”: el ensayo como espacio de… / Esther Castillo García El Ensayo latinoamericano 251

de endosar a la literatura una preeminente función social, expresaba el las herencias estéticas y sus rupturas a través de las cuáles guiaría también
significado de un período de postguerra en donde la dinámica del com- su estética narrativa y su ensayística.
promiso social del intelectual ponía al día las ideologías que se gestaban Su manera de abordar la literatura desde el lenguaje literario hacía a
en los ámbitos internacionales y en los nacionales; los subsecuentes pro- muchos volver la mirada a las propuestas de Valéry, Eliot, Dylan Thomas,
cesos después de la destrucción y el caos resultaron en un “rompimiento Bataille, Sollers, Butor o Joyce, además del pensamiento de Nietzsche,
espiritual” y “desorden social” registrados por los artistas que no podían Heidegger. Esta onda intelectual y afectiva afectaba asimismo a los artistas
simplemente alienarse, que reaccionaban, pero de una manera creativa de otras fronteras latinoamericanas, existía una condición seductora cuya
ante los estímulos más negativas. Las formas de rechazar el horror, no proveniencia se fincaba en Europa (sobre todo en lengua francesa y alema-
obstante, no son siempre captadas como tales en el momento de su na), se exiliaba en Estados Unidos, o directamente influenciaban el futuro
2
producción, pensemos por ejemplo en el expresionismo , la herencia es- creativo, teórico y crítico de gran parte de los escritores latinoamericanos
tética de la modernidad evidente en muchas expresiones artísticas, presenta nacidos alrededor del año ’32.
enfáticamente un estado de crisis que en los tiempos sucesivos eran también En la escritura de Tres voces, García Ponce muestra el placer de la se-
comparables. El desencanto de la modernidad, intelectivo liberador de com- ducción causada por las lecturas particularmente alemanas. Thomas Mann,
pulsiones definitivas propiciaba cambios de orden y de sentido frente al arte; Heimito van Doderer y Robert Musil, son las experiencias literarias que pre-
en ese clima intelectual consideramos a Juan García Ponce como un crítico siden la crónica de su fascinación glosada en Tres voces, la palabra profética
de la cultura y el arte de primer orden; entre sus camaradas fue quien más enuncia una escritura que subraya el detalle referencial de un campo de
discurrió teóricamente sobre el legado de tal período. especulación literaria. Lo especulativo (otro nombre de la reflexión absoluta)
En la Casa del Lago (de la Universidad Autónoma de México), se for- designa el conocimiento que se constituye a sí mismo en la reflexión que por
jaba un enclave cultural de personalidades tales como Salvador Elizondo, fuerza signa el quehacer crítico del ensayista.
Juan Vicente Melo, Huberto Batis, Inés Arredondo, Tomás Segovia, entre Esta o estas conjeturas indican un camino de encuentro entre el
otros que eligieron, como se suele decir, la lucha contra el Ángel, la materia escritor convertido en crítico, como el crítico en escritor, lo cual no hace
misma de una lengua confrontada con el sentido de una realidad o con la más que actualizar la idea de Roland Barthes cuando en Crítica y Verdad
ausencia del mismo, dictaba las expresiones artísticas quizás para conjurarlo, argumentara que el crítico se volvía escritor; lo señalaba donde el trabajo
este estado de ánimo dictaba las formas no sólo de literatos también artistas del crítico lo estaba realizando el escritor y cuando la crítica era aprehen-
plásticos, cineastas y críticos; en aquel espacio físico y en este tono, García dida no en tanto una opción, sino como constitutivo del discurso literario.
Ponce dictaba conferencias sobre los clásicos del siglo pasado, refiriendo Lo propio refrendaría Octavio Paz para esta época cuando afirma que es ya
impensable la creación sin la crítica, signo por excelencia de la modernidad.
La crítica como conjetura encuentra en la paráfrasis a la obra estudiada;
2 García Ponce menciona el escándalo y rechazo que provocó el estreno de La consagración su propia recepción estética no se agota en una significación definitiva, la
de la primavera de Stravinsky, en Cruce de Caminos, comenta “El arte hacía ver una pregunta por el arte asoma en tal sentido en El reino milenario, el ensayo
realidad que la gente se negaba a aceptar; pero la guerra le dio la razón, obligando al dedicado a Musil, en Tres voces.
público a romper definitivamente con el pasado. Producto de esa guerra, de la nueva La reflexividad sobre una “incierta realidad que nos parece capaz de
crisis provocada por ella, es el florecimiento definitivo del expresionismo y el dadaísmo tocar” en la obra de Robert Musil establece un vínculo compositivo entre
con su desesperada lucha contra el imperio…” Xalapa: UV, 1965: 26–7 motivos tales como el erotismo, la transgresión, lo sagrado (en tanto pre-
252 “El reino milenario”: el ensayo como espacio de… / Esther Castillo García El Ensayo latinoamericano 253

misa que aparta de lo “utilitario”)3, y la ductilidad metonímica del lenguaje Pero aquí nos abocaremos a destacar no las bases fenoménicas de su ficción,
expresado por igual en la obra de García Ponce. Ya en otro libro de ensayos, sino las formas escriturarias de su ensayística.
Cruce de caminos el escritor nos habla de la importancia que Musil tiene en Desde la introducción al estudio de la obra de Musil, García Ponce
4
su formación como escritor, así mismo en su Autobiografía precoz comenta establece su definición de ensayo: “es una forma de creación que nos habla
que “durante los dos últimos años he vivido sumergido casi por completo también de la angustia de la creación cuando ésta, como ocurre hoy, busca
en la obra de Robert Musil y los libros marginales que a ella me conduce” su propuesta en el propio acto; pero lo hace de manera indirecta. En él ce-
(p.129) en la autobiografía afirma su misión de escritor consistente en poner lebramos desde el principio la existencia de la forma misma del arte en cuyo
en movimiento “ese misterio que es la realidad”. examen se encuentra su fin. Sin embargo, este examen no es siempre un fin
El reino milenario, el ensayo seleccionado en esta participación, tiende absoluto, porque también el ensayo aspira a constituirse en una forma que
un puente entre la noción de esa incierta concepción de realidad que lo atrae asume esa textura, esa red de alusiones abiertas creada por la literatura me-
estéticamente y el propio despliegue discursivo que en torno a tal aparición diante la palabra que, al decirse a sí misma, se convierte en el fundamento,
se va creando. Los apoyos teoréticos de García Ponce cuando busca el nivel alimenta y hace posible la imagen en que se abre y se muestra la realidad
abstracto en el que tiene lugar la elaboración profunda de la obra, la búsqueda (García Ponce 2000:155).
de su condición originaria, estarían previstos en los estudios fenomenológicos, El espacio ensayístico que propone es una forma poética del pensar, una
cuando la esencia, lo sagrado, es precisamente aquello que lo remite a Musil. forma escrituraria que no puede transitar sin el poema como su tarea artística,
una implicación entre lo poético y lo poetizado5 que ingresa como proceso
3 En gran medida, el discurso estético de García Ponce gira en torno la condición esencial de configuración que apunta hacia la interioridad, que busca aquello esencial
originada en el arte y lo sagrado: “Lo sagrado, aún al manifestarse, se halla siempre a lo que veladamente responde el alter ego del escritor que es Ulrich que es
cerca de lo oscuro, en ese lado irracional y muchas veces involuntariamente perdido, Arnheim, que es Musil.
dentro de las vertientes que forman el contexto último de la vida, cuyas profundidades En su opinión, El hombre sin cualidades es la novela problemática de
resulta traer a la luz, a pesar de que o precisamente porque son todo luz y su reflejo Musil, ya al quedar inconclusa existen muchas discrepancias interpretativas
nos deslumbra hasta la ceguera. Significativamente, una gran parte por lo menos de acerca de su edición final, pero sobre todo por la propia empresa estética. El
las fuerzas que determinan el nacimiento de la obra de arte y por lo tanto de las obras escritor le concede el espacio necesario a los avatares editoriales, pero lo que
mismas en lo que tienen de más cercano a sus orígenes, el fundamento último sobre interesa es la fuerza interior que le impele como escritor de novelas, la tensión
el que descansa su radiante transparencia, la parte de su oscuridad que se convierte interior que hace durar las acciones hasta donde le plazca, la densidad que
en luz y se hace comunicable, que se transforma en lenguaje artístico, no se encuentra muestra una penetración singular en la mirada del narrador que al dar cuenta
lejos, en mi opinión, de esas profundidades”: La aparición de lo invisible. México, Siglo de ella, lo hace desde la conciencia individual o subjetiva que se afirma sobre
XXI, 1968: 77 las otras conciencias que se cierran en torno a ella. La de Ulrich cuya juventud
4 Una serie de Biografías “precoces” se publicaron en los sesenta. Firmada en 1966 apare-
ció la de Juan García Ponce (tenía 34 años), editada junto a las de otros jóvenes por el 5 La categorización y diferencia entre lo poético y lo poetizado (aunque no de la forma
crítico Emmanuel Carballo en una colección que nombró Nuevos Escritores Mexicanos expuesta por García Ponce) lo encontramos en Walter Benjamin, Dos poemas de Höl-
del Siglo XX Presentados Por Sí Mismos; a tal crítico se le ocurrió esta idea para las derlin” en Iluminaciones IV (Para una crítica de la violencia…), Trad. Jesús Aguirre,
“jóvenes promesas” dieran cuenta de sus vocaciones. La que citada en este trabajo ha Madrid. Taurus, 1998:92–3. Asimismo en Cornelius Castoriadis, Figuras de lo pensable…
sido reeditada por Océano, 2002. Trad. Jacques Algasi, rev. César Guelerman, México, FCE, 2001.
254 “El reino milenario”: el ensayo como espacio de… / Esther Castillo García El Ensayo latinoamericano 255

estaba hecha de todas las contradicciones, que amaba profusamente todas las contingencias, enmarca la indefinición del yo en la errancia de su prota-
configuraciones de lo viviente y sin embargo no podía como tal amarlas sin re- gonista desde el desaparecido ‘reino milenario’ hacia ‘el otro estado’ cuya
servas; lo que pedía el “bienestar social” iba en su contra, un hálito de repulsa pertinencia histórica y cultural se fija en la Viena de fin de siglo. Más tarde,
parecía agobiarlo en todo lo que emprendía: “un talento, sin finalidad alguna”; en 1918, después de la Gran Guerra, Musil mostraría los tipos fundamentales
en el fondo una conciencia de inutilidad artística le reportaba el infortunio de del hombre de su tiempo en una forzada reflexión que trastocaría todos los
la vida privada. Es en el segundo libro de la novela titulado precisamente “El hábitos adquiridos en una existencia burguesa que no conocía de catástrofes
reino milenario” donde tendríamos que buscar ese otro estado –sobrepasado ¿Es mejor dar por no tenidas las cualidades personales que uno crea poseer
por el amor– en que se puede vivir como ser humano. y que representen lo particular en el concierto nacional? Entre el parecer y el
Hacemos un paréntesis aquí para no enfrascarnos en la historia de esos ser, después reclamado en filosofías posteriores, se coloca este impasse que
episodios del libro segundo de El hombre sin atributos para convenir en este centra la narración de Musil y el ensayo de García Ponce en lo que al último
ensayo con el pensamiento de Georges Poulet en su libro La conciencia crítica, desborda: la relación de los hermanos: Ulrich y Agathe, que viven esa ‘últi-
que al citar la “crítica moderna” de Montaigne se preguntara si como crítico es ma de todas las posibles historias de amor’; el desborde crítico forma el real
deseable ‘ver la vida propia reflejada en la del otro’; porque ello traía en con- núcleo o nodo textual, la acción que da sentido al ensayo que repite el título
secuencia un mundo pleno de ideas, imágenes y sensaciones transpuestas; esta de “El reino milenario”.
forma de mirar tan de cerca la obra del otro repite el dilema entre aprehender La intensidad, fascinación, gravedad y belleza subrayada por García Ponce
la obra en su continuidad interior o la continuidad susceptible de recibir del en su estudio, acerca de ese impasse, ha hecho correr un mar de contradiccio-
exterior el impulso de este otro pensamiento del crítico en cuyos meandros nes a sus propios críticos. Porque no exageramos al afirmar que los textos de
era a la vez sujeto y testigo. Importa esa especie de itinerario personal y dis- nuestro escritor sobre el autor austriaco han pretextado amores y odios entre
continuo que Poulet refiere al encontrar como atributo de un texto literario la los estudiosos de Musil. Mas si entre la sola atracción y la lectura puntual
palabra emergida como toma de conciencia inicial que tiende hacia los puntos encontramos un balance, el resultado deviene esa conjetura que disemina lo
subsecuentes que sucesivamente toca. El examen crítico de García Ponce constitutivo literario de un García Ponce atento y convencido de poder reflejar
refleja de una manera similar la preocupación de Poulet al querer situarse el sí mismo en el espejo de Musil. Experimentándolo encuentra una recurrencia
cartesianamente en momentos independientes del tiempo, concentrando su indefinida de sí que juega a no llegar a su fin, pues esa repetición se eterniza
atención en momentos aislados de la vida y la obra de Musil. A partir de ahí, en su novelas, ya en la novela El Libro, muestra la relación más evidente de la
prefiere reconstruir la duración originada por esos mismos momentos (“El rei- reflexividad o autoreflexividad, como medio para esquivar la simple influencia
no milenario”) al tratar de orientar sus pensamientos hacia los mismos objetos y elevar esta noción del desdoble, de reflejo y de la “biblioteca”, al rango de
que sedujeron al escritor estudiado; si el ensayista toma prestadas esas formas una ontología literaria. Pero si queremos hallar más conexiones simbólicas, es
en relación con sus propia obra, sería cuestión de revisar las variaciones de su en la novela, Crónica de la Intervención, en donde encontraremos los puntos
interpretación y reconstrucción de universos en donde aspire a un contacto de contacto entre esa forma de sátira política entre la “Acción Paralela” y el
consigo mismo no sólo a la hora de escribir la crítica sobre Musil, también la movimiento crucial del ’68 mexicano. El motivo6 histórico europeo suministra
auto–crítica inserta de tantas maneras en su propia obra.
La escritura del ensayista se abisma entonces en esta especie de impre- 6 En 1918 se cumplía el treinta aniversario del reinado del Kaiser, Guillermo II de Prusia
sión novelística desplegando lo metaliterario que para él es “sorprendente y toda la nación se preparaba para el advenimiento que contrapone también al Kaiser
y apasionante, exacto y profundo”. El hombre sin atributos, una novela de Francisco José con muchísimos más años en el poder. En el centro del Imperio Austro–
256 “El reino milenario”: el ensayo como espacio de… / Esther Castillo García El Ensayo latinoamericano 257

una atención traslaticia a las acciones políticas que no parecen dar tregua a a esa alteridad esencial de fantasía primigenia o ancestral que bien puede ser
ningún individuo por apátrida y cosmopolita que se sienta, algo similar acaecía una clave interpretativa en los episodios del “Reino milenario”8
en la propia persona del autor mexicano y en la transición cultural en muchos Así como se puede corroborar en Musil una conciencia de arte y ficción
de sus contemporáneos. en la literatura de García Ponce, puede también reflejarse más que un discur-
Pero entonces, o por lo mismo, la moción artística percibida en el ensayo so analítico, una suerte de plasticidad tropológica, una forma ensayística en
de García Ponce quiere enfatizar una auto–reflexividad nacida del lenguaje donde el acto por el que el ensayo lo es sucede desde una cierta plasticidad
literario. Para el escritor–ensayista tanto una novela como una crítica son y no sobre tal plasticidad. O lo que es comparable cuando decimos que la
medios especulares posibles que eternizan el ser del lenguaje literario (estético teoría literaria se hace desde la literatura y no sobre la literatura. Si un escri-
y conjetural). En el estudio de García Ponce, la conexión con la ‘verdadera tor escribe sobre otro desde el placer del conocimiento estético es aquí dable
cosa’ que Musil desearía otorgar allende la historia es para el crítico el cómo pensarlo como un espacio escritural en donde se refleja la emoción que no es
saber cuál es la vida verdadera expresable a través de una situación en donde fácil expresar de otra manera que en esta propuesta de ensayo.
el material mismo es el arte; desde su punto de vista, el que los “hermanos La reflexión en el contexto ensayístico del autor no se funda entonces en
incestuosos enamorados de su propio amor, llegaran a la máxima tensión en una gratuidad, la escritura de la generación garciaponciana, especulativa en su
su relación consigo mismos y el mundo” muestra que el autor estaba enamo- concepción estética, heredera de la crítica poética que podemos ubicar desde
rado también de esa relación y que no se decidía a precipitarlos en una nueva Baudelaire, corresponde asimismo a la escritura metafórica, fragmentaria,
negación que era inevitable. El conflicto real que presenta la novela de Musil, parabólica de escritores filósofos como Blanchot, Bataille, Klosowski, o Whal.
para García Ponce, no es tanto la relación incestuosa per se, sino el pretexto El horizonte no es exclusivo, también rondaba la atención por los filósofos
para expresar el conflicto entre el pensamiento y la verdad del pensamiento que tanto influenciaron las juventudes de los sesenta, como Marcuse, a quien
como forma y la decisión de imposibilitar tal relación para mantenerla como García Ponce tradujo e introdujo, ejerciendo presión a favor de otra “nueva
esa tensión que sostiene la obra. Pareciera entonces que el crítico busca en sensibilidad”, una libertad de pensamiento, de credo y sobre todo de cuerpos,
Musil el propio espacio abstracto e ilimitado que, repetimos, él deseaba en- una libertad sexual en el cruce de caminos filosóficos y críticos entre el punto
7
sayar en su obra personal . Sus tramas ficcionales responden en gran medida de vista de pensamientos semejantes a Wilhem Reich, entre el marxismo y el
psicoanálisis, la glosa de Bataille en relación a lo inexpresable o inconfesable;
Húngaro surgiría todo un movimiento de no silenciada competencia con los prusianos, una dialéctica, una palabra, según el escritor Sollers, “confesada y descrita,
para dejar en claro qué Imperio y qué Emperador es el original en su justa majestad. hundida en ese desierto donde, en principio, nadie vigila” (Asensi, 2006: 279).
7 En el ensayo Robert Musil y la Crisis del Arte, Pedro Madrigal menciona la relación En el acaso de los años sesenta los escritores deseaban formar parte de una
de la “aventura erótica” como una reiterada intención del autor de destacar el tema etapa artística importante cuando la convergencia entre la idea del escritor
fundamental: ‘el otro estado’ de la realidad, fuera de la monótona, cíclica y corriente comprometido a la manera de Sartre, y la búsqueda común de una reflexión
repetición de siempre lo mismo…Cuando la farsa pública de la Acción Paralela se
desmorona (agrega Madrigal) se acude al mundo ancestral, de cuadros alegóricos, de influencia en los escritores del medio siglo latinoamericano. Robert Musil La Crisis
hechos con arte y amor. La vía que lleva a esto es una no acostumbrada mística. No del Arte, Madrid: Tecnos, 1987.
se puede expresar con otro lenguaje…Una integración de exactitud y alma, mística y 8 La propia adecuación del término sugiere o mejor, evidencia, uno de los mitos ancestrales
razón. Semejante a la embriaguez en sobriedad’ de Valéry o la emoción precisa’ de como puede ser el de Pigmalión. En el caso de Musil, se abre como eje interpretativo
Eliot. Lo cual viene a refrendar, desde nuestro punto de vista, esa impronta modernista del carácter fantástico de su creación. V. Pedro Madrigal, op. cit.
258 “El reino milenario”: el ensayo como espacio de… / Esther Castillo García El Ensayo latinoamericano 259

depurada de cualquier atisbo de psicologismo y de antropomorfismo, o bien Aunque se reúnan en un personaje múltiples posibilidades y cualidades,
de la tardía literaturidad de la vanguardia rusa, proclamando la pregunta: éstas no encuentran en la realidad exterior aquello que se sobreponga como
¿Qué es literatura?9 La pregunta evidentemente no puede circunscribirse a posibilidad de ejercerla. La reescritura, “la errancia sin fin” fija el recorrido
la creación narrativa o a la poesía si ya atendemos la sugerencia de Barthes, de todos los considerados mecanismos literarios o narratológicos, pero lo
antes citada. que queda es advertir el pensamiento, la conciencia de ese otro estadio de
En este ánimo por develar el misterio, lo sagrado o “la esencia” es que circunstancias que llevan a todo autor a enfrentarse con el mundo social que
debe extenderse la pregunta a través de las perspectivas literarias más allá describe, ya porque éste se ha alejado en el tiempo y él se obstina en encon-
de un entorno calificado de exclusivo; quizás por eso García Ponce decide trar la respuesta o bien que comprenda que tal búsqueda es utópica, y esa
entonces comparar en su ensayo a Musil con James Joyce, “la adecuación utopía configure su obra; al final eso sería el conflicto que origina y sostiene
del lenguaje a la representación verbal de esos movimientos subjetivos”. la forma de toda obra.
Antes de la publicación de El hombre sin cualidades y de Ulises, su reflexión El ensayo en y para García Ponce es un espacio de comunión de índole
giraba en torno a condicionantes: si en la errancia el artista siempre se repite poética que transmite al lector otra forma de experiencia intelectual, irredu-
tal pregunta eterna, condicionada por la significación epocal de la realidad. cible a un puro hallazgo de influencia literaria, en donde el yo que escribe
Y si tales realidades confrontan a los personajes, sobre todo los femeninos, convive con el yo que se deja vivir por el otro, conjugando temas y obsesiones
que en respuesta se vislumbran como las metáforas creadas que anticipan la dispuestos como escena de un pensamiento en una determinada actitud ética
simbolización de los personajes masculinos o de sus acciones. La ironía, muy y creativa.
estudiada en su pertinencia narrativa, manifiesta en la obra de Musil y Joyce, El pensamiento de García Ponce, expuesto en sus relatos, se aprehende
al decir unánimemente por la crítica, irrumpe como esa visión privilegiada como un gesto, una glosa o síntesis que da que pensar en la problemática de
que el mundo en cierto momento requiere. Subrayar la ironía en la crítica los ensayos latinoamericanos producidos desde una crítica poética, personal,
ejercida dentro del ensayo resuelve para el lector la mirada irónica de García subjetiva, que quizás no sería posible de alejar en los ensayos de escritor
Ponce como la retórica de la época contra la voluntad de complicación y cuando no le falta la capacidad de reflexionar sobre el artista que se es y lo
contradicción del propio escritor ante aquello que considere la realidad, que que hace. La tónica escritural de estos ensayos muestra su preocupación u
como hemos visto es una construcción (o constructo) reiterada en todas las obsesión por saber cuál es su arte y a qué responde.
épocas y disciplinas humanísticas. Para nosotros, lectores de ensayos que a la vez comulgamos ( o nos
Es evidente que los protagonistas de García Ponce expresan este pen- seducimos) con esta forma de escritura, la lectura de una “crítica poética”
samiento o manera de ser que en cierta medida es una réplica de la figura, nos hace pensar en el improbable o indeseable deslinde entre la crítica y la
carácter y enunciación, de personajes muy similares a Ulrich cuando sus ac- creación de una manera categórica; también nos advierte acerca de estos
ciones y pensamientos expresan la percepción de una realidad no ajena sino ensayos que surgen de una intuición, de una manera del hacer poético
en conflicto con los momentos de crisis de la época histórica y cultural que que no se conforma con exponer o con develar las profundidades del texto
hemos citado, pero que desean rechazar en la medida que su fuerza interior artístico pues las inscribe en el mismo sistema simbólico presente de la ex-
le obliga a mantenerse frente a ella. periencia poética que bien podemos conjugar en una sentencia de Octavio
Paz: “La condición dual de la palabra poética no es distinta a la naturaleza
del hombre […] al hablarnos de todos los sucesos, sentimientos, experiencias
9 Afín a la pregunta ¿Qué es la historia?, precisamente en la misma época de los sesentas. y personas, el poeta nos habla de otra cosa: de lo que está haciendo, de
260 “El reino milenario”: el ensayo como espacio de… / Esther Castillo García El Ensayo latinoamericano 261

lo que está siendo frente a nosotros y en nosotros. Nos habla del poema Bibliografía
10
mismo, del acto de crear y nombrar” .
En esta contribución que ahora presentamos sólo nos acercamos a los Asensi, Pérez. 2006. Los años salvajes de la teoría. Valencia: Tirant Lo Blanch.
ensayos de un escritor o a su presencia en los escritores como críticos, en el Benjamín, Walter. 1998. Dos poemas de Hölderlin. En Iluminaciones IV (Para
contexto de la denominada “Generación de Medio Siglo“, “La Casa de Lago” una crítica de la violencia…), Traducción de Jesús Aguirre. Madrid: Taurus.
o de “La Ruptura” en las letras mexicanas, cuyo corpus seguimos de cerca. Castoriadis, Cornelius. 2001. Figuras de lo pensable… Trad. Jacques Algasi,
Continuar esta línea de investigación es seguir dando cuenta de esta forma rev. César Guelerman. México: FCE.
escritural de conocimiento y clasificación que no tiene que ser absoluta sino García Ponce, Juan. 2000. El reino milenario [1970 y 1979] En Tres voces–
relativa a grupos particulares, como diría Bordieu. Pero también comprender Ensayos sobre Thomas Mann, Heimito von Doderer y Robert Musil. México
la insistencia y no sólo la tendencia artística del momento, en incluir lo en- DF: Aldus.
sayístico en lo poético y lo poético en la crítica. En la amplitud y diversidad . 1965. Cruce de caminos. Xalapa: U.V.
ensayística latinoamericana siguen siendo los escritores: poetas, narradores, . 1968. La aparición de lo invisible. México DF: Siglo XXI.
quienes continúan haciendo el trabajo del crítico mencionado por Barthes, . 1981. La enrancia sin fin: Musil, Borges, Klosowski. Barcelona:
pero no sin estrategia, al contrario, y no porque sea un efecto pasado de moda Anagrama.
o en reacción a ella sino porque sigue siendo una forma de comprenderse . 2002. Autobiografía Precoz. México DF: Océano.
como literato en una comunidad y en una sociedad que sigue manifestándo- Kristeva, Julia. 1974. El texto de la novela. Traductor Jordi Llovet, Barcelona:
se simbólicamente. Los lectores, además, seguimos intrigados acerca de esos Lumen.
espacios de presencia y de representación del sujeto–creador en donde surgen Madrigal, Pedro. 1987. Robert Musil La Crisis del Arte, Madrid: Tecnos.
las preguntas acerca de la identidad del autor y su obra, estamos concientes Musil, Robert. 2004. El hombre sin atributos, Trad. del alemán José M. Sáenz,
de su subjetividad, pero también de la interdiscursividad que nos inclina hacia rev. Pedro Madrigal según la ed. Establecida por Adolf Frisé en 1978.
una argumentación pensada frente a los propios contextos epocales, ello nos Barcelona: Seix Barral.
permitiría entrar y salir de esos umbrales artísticos por los cuales las ideas Paz, Octavio. 2004. El arco y la lira, México DF: FCE.
toman forma. . 1973. El signo y el garabato, México DF: Joaquín Mortiz.
Percia, Marcelo (Compilador). 2001. El ensayo como clínica de la subjetividad,
Buenos Aires: El lugar.
Pereira, Armando (Selección y prólogo). 1997. Juan García Ponce ante la
crítica, México DF: ERA/UNAM.
Poulet, Georges. 1997. La conciencia crítica, traducción de Lydia Vázquez.
Madrid: Visor.
10 Octavio Paz es uno de los ensayistas más involucrados con su quehacer poético, despliega Weinberg, Liliana. 2001. El ensayo, entre el paraíso y el infierno. México:
esta forma de escritura ensayística aliada de los rituales poéticos que podemos relacionar UNAM–FCE.
con la escritura de García Ponce, pensemos por ejemplo en El arco y la lira en donde
se encuentra la cita anterior. Mejor aún en El signo y el garabato para entender a que se
refiere ese su “explorar el significado del nombrar”.
El ensayo y sus múltiples implicancias
El Ensayo latinoamericano 265

Entre la persuasión y la crítica: militancia política y


compromiso intelectual en el seno del peronismo
Guillermina Georgieff

En esta revolución hay que hacer un poco así: primero, ir, y


después ya vamos a ver los medios que van a explicar … Para el primer
momento necesitamos conductores; hombres de acción; para la segunda tarea se
necesitan predicadores … para convencer por la persuasión.
J. D. Perón a los miembros de la Confederación de Intelectuales,
Buenos Aires, 5 de septiembre de 1950

Ya parece un lugar común hablar de la identidad ‘’plebeya’’ y ‘’anti–in-


telectual’’ del peronismo en sus orígenes, y de la reacción negativa de gran
parte de los sectores intelectuales ante lo que consideraban la reivindicación
de la barbarie, reacción ilustrada en el eslogan “Alpargatas no, libros sí”. Tam-
bién es una afirmación corriente –incluso en las filas peronistas– el que los
intelectuales que optaron por adherir al peronismo fueron los menos, y más
excepcionales los escritores consagrados en el campo intelectual1.

1 Consultar Fiorucci, Flavia. Los marginados de la Revolución: los intelectuales peronistas


(1945-1955). 2002. Anales del 2° Congreso Brasileiro de Hispanistas. San Pablo; Los escri-
tores y la SADE. Entre la supervivencia y el antiperonismo: los límites de la oposición
(1946-1956). Prismas, Revista de Historia Intelectual 5 (2001): 101-125; Reflexiones sobre
la gestión cultural bajo el peronismo. Nuevo Mundo Mundos Nuevos (2008). http://
nuevomundo.revues.org//index24372.html; Goldar, Ernesto. 1971. El peronismo en la
literatura argentina. Buenos Aires: Freeland; La descolonización ideológica. 1973. Buenos
Aires: Peña Lillo Editor; Cárdenas, Gonzalo (et. al.). 1969. La literatura peronista. En El
peronismo. Buenos Aires: Carlos Pérez Editor; Korn, Guillermo. 2007. El peronismo clásico
(1945-1955). Descamisados, gorilas y contreras. Buenos Aires: Paradiso; Mangone, C. y
J. Warley. 1984. Universidad y peronismo (1946-1955). Buenos Aires: CEAL; Sigal, Silvia.
2002. Intelectuales y peronismo. En Torre, Juan Carlos. Los años peronistas (1943-1955).
Buenos Aires: Sudamericana, 483-522.
266 Entre la persuasión y la crítica: militancia política y… / Guillermina Georgieff El Ensayo latinoamericano 267

Este trabajo intenta una aproximación a algunos textos polémicos produci- había fijado varias de sus consideraciones sobre la misión de la inteligencia y
dos en el espacio del peronismo durante los años sesenta. Pensados en el marco la vinculación entre cultura y política. Integrante de la generación martinfie-
de una de las dimensiones características de la tradición literaria argentina2, a rrista, luego vinculado a los intelectuales nacionalistas católicos, su adhesión
saber, la de la figura del ensayista como hombre político y la del ensayo como al peronismo tuvo como efecto inmediato el ostracismo de aquellos espacios
práctica de lectura y escritura política, intentaremos problematizar los dis- intelectuales que había compartido con artistas y escritores de la tradición
cursos ensayísticos de dos intelectuales peronistas: Leopoldo Marechal y Juan liberal. Por aquellos años, una serie de núcleos ideológicos sostienen su
José Hernández Arregui. Nos interesan en particular sus reflexiones respecto al pensamiento en el marco de la discusión en torno a la función del escritor y
rol de los intelectuales, a la vinculación cultura–política y cómo entendieron sus relaciones con la sociedad, núcleos que responden al horizonte ideoló-
su pertenencia al peronismo, en un contexto en que –desde la aparición del gico–cultural de la época, y aquí lo vemos pivotar a Marechal entre compartir
hecho peronista hasta los años sesenta– las discusiones en el campo intelectual muchos de los valores culturales de sus antiguos camaradas martinfierristas
alternaban la problemática de la relación entre el hombre de ideas y el hombre y del grupo Sur, y sus actuales compañeros de ruta, los nacionalistas cató-
de acción, con la de la autonomía del escritor y la politización del intelectual. licos4. Desde el espacio que podía ocupar en Sur en 1935, Marechal había
Provenientes de tradiciones diferentes, con tiempos de inserción en el reaccionado tanto contra los que defendían los derechos del “arte por el
movimiento y de militancia en el peronismo igualmente disímiles, Marechal arte”, como también frente a aquellos que exigían que la escritura literaria se
como Hernández Arregui comparten el haber sido intelectuales que en la subordinara a fines políticos o ideológicos5. Especificaba la responsabilidad de
opinión pública aparecen como emblemáticos de dicha corriente política. El las minorías en el sostenimiento de la cultura de una nación: para el autor de
compromiso político de Marechal quedó mayormente expuesto durante los Adán Buenosayres, un pueblo sólo lograba desenvolverse plenamente cuando
dos primeros gobiernos peronistas, no sólo por su adhesión temprana sino alcanzaba la autoconciencia de sus propios valores, y en ese proceso adquiría
también porque en ese tiempo ya era un escritor consagrado. Por el contrario, sentido el papel que le cabía al intelectual, al creador, en la reelaboración de
la consagración de Hernández Arregui como intelectual público del peronismo los mitos y símbolos de su pueblo6.
se dio en un tiempo distinto, los años sesenta, en el contexto de proscripción
del peronismo y de peronización de los sectores medios e intelectuales. 4 Respecto a las influencias teóricas e ideológicas de Marechal y de discusión en el ho-
Aunque aquí no es posible analizar la lógica cultural y las políticas del rizonte ideológico-cultural de la época consultar Maturo, Graciela. 1999. Marechal, el
gobierno peronista respecto al campo intelectual, es necesario recordar que el camino de la belleza. Buenos Aires: Biblos; Podlubne, Judith. 2008. “Escritores de Sur. El
gobierno de Perón se definió desde el principio como una revolución de las debate literario en la revista y su incidencia en los comienzos de José Binaco y Silvina
bases morales y materiales de la nación. Así lo concebía Leopoldo Marechal Ocampo”. Tesis doctoral inédita. Buenos Aires: Facultad de Filosofía y Letras, Univer-
cuando participó en la “Comisión Nacional de Cooperación Intelectual”, creada sidad de Buenos Aires; Viñas, David. 1971. Literatura argentina y realidad política. De
en 1947 con el fin de convocar a escritores y pensadores para que expusieran Sarmiento a Cortázar. Buenos Aires: Siglo Veinte.
sus ideas sobre el proceso en marcha3. Ya para ese entonces el poeta peronista 5 Ver Don Segundo Sombra y el ejercicio ilegal de la crítica. Sur 12 (V, septiembre de
1935): 76-80; y Legalidad e ilegalidad de la crítica del arte. La Nación, 19 de mayo de
2 Gruner, Eduardo. 1996. Un género culpable. La práctica del ensayo: entredichos, prefe- 1935: 1 y 3.
rencias e intromisiones, 23-25. Rosario: Homo Sapiens. 6 Maturo, Graciela. 1986. Significación nacional de la obra de Marechal. Cátedra Leopoldo
3 Comisión Nacional de Cooperación Intelectual. 1947. Argentina en marcha, tomo I. Marechal. El autor y su obra, 11-22. Buenos Aires: Corregidor; Marechal, el camino de
Buenos Aires. la belleza, 61-63.
268 Entre la persuasión y la crítica: militancia política y… / Guillermina Georgieff El Ensayo latinoamericano 269

Esas apreciaciones continuarán en lo esencial cuando troque en “poeta unipersonal para el juego de “solitarios”; y no sospechan ellos que en
peronista”, y posteriormente se convierta en “poeta depuesto”. En los años de dichas torres, en su aparente inutilidad, están sosteniendo estructuras
proscripción del peronismo y del “exilio interior”, Marechal escribe una serie espirituales que, sin ellas, no tardarían en venirse abajo9.
de ensayos diversos que serán reunidos en el libro Cuaderno de navegación
(1966). Nos vamos a detener por unos instantes en uno de ellos, “La torre de En lo que hay que reparar, sin embargo, es que la alusión del obsequio le
7 permite a Marechal rehabilitar las reflexiones que había efectuado en los años
marfil asediada” . Es un texto breve, escrito a partir de la excusa de haber
recibido como regalo de cumpleaños el libro de Bernardo Koremblit, La torre treinta en la revista Sur y en el diario La Nación en relación a la recepción
8 crítica que había realizado Ramón Doll de la obra de Güiraldes, Don Segundo
de marfil y la política (1952) . En ese ensayo, Koremblit sostenía que la historia
enseñaba drástica y trágicamente que si el escritor intervenía en política era Sombra (1926). Evoca al crítico sin dar su nombre propio, apodándolo “Señor
sacrificado; y la maternal torre de marfil era el refugio del que había aprendido Y”, y en un gesto de actualizar su polémica con él, Marechal despliega un
la lección: a Sócrates se le había dado la cicuta, a los Gracos matado a palos, escenario de discusión en torno al derrotero de los intelectuales en el “reino
a Jesús crucificado, a Giordano Bruno incinerado, a Cicerón decapitado, y así de Creso”, inquietud que se desdobla veladamente en la reflexión sobre su
en adelante con los sabios que hablaron, escribieron o actuaron en el campo propio recorrido y sus contactos con el mundo de la política. Los pasos de
de los militantes de tantas banderas. Por lo tanto, la enseñanza era clara: el la retórica de Marechal son fáciles de registrar: se atribuye una calificación
escritor no tenía que intervenir en política. Koremblit terminaba su ensayo positiva con la demostración de la permanencia de sus ideas, rectifica algunos
oponiendo al lema del escritor comprometido el compromiso con la literatura. de sus “desvíos conceptuales” que le autorizan a manifestar la profundización
Marechal juzga entonces que el libro de Koremblit trataba agudamen- de su pensamiento, posicionándose en una suerte de lugar de dignidad que
te la “tragicomedia del artífice y del pensador”, que en un momento de la le niega a su contrincante10.
historia del Occidente moderno habían sido alejados de su función social y Para Marechal la acción de una élite creadora no se debe al orden po-
su estado público, y que en la actualidad eran reclamados por las “nuevas lítico–social sino al arte, y la razón primera y final del arte es la belleza. Si el
musas de lo social y lo económico”. La negativa del intelectual al llamado de arte puede trascender su órbita natural, es en sentido ascendente y “esa virtud
los politicistas, como afirmaba Koremblit, no significaba que se encogiera de trascendente de lo bello es la que sin duda, origina el servicio tradicional recla-
hombros respecto a los problemas sociales. El aislamiento, la torre de marfil, mado al arte por lo religioso y lo metafísico. En realidad, lo que una religión
no era el refugio del escritor que se recluía insensible a los estremecedores o una metafísica le pide al arte es que sus obras, además de ser bellas, oficien
e indignantes problemas del mundo. Marechal refiere que en la carta de como “soportes” de una verdad trascendente”11. El recto ejercicio intelectual
agradecimiento a su amigo afirmaba: intenta alcanzar la intelección de los principios inmutables de toda conducta

Muchos creen que la Torre de Marfil habitada por los intelectuales 9 Marechal, L. La torre de marfil asediada, 523.
es algo así como un fumadero de opio en uso excluyente, o un garito 10 Para el análisis de los mecanismos empleados para la construcción de la figura del
intelectual en estos textos ensayísticos seguimos los lineamientos teóricos de Angenot,
7 Al respecto, véase su ensayo La torre de marfil asediada (1966). Obras completas, 523–528. M. 1982. Le parole pamphlétaire. París: Payot y Arenas Cruz, M. E. 1997. Hacia una
Tomo II. Buenos Aires: Perfil. Publicadas en 1998. teoría general del ensayo. Construcción del texto ensayístico. Cuenca: Ediciones de la
8 Es de suponer que Marechal recibe la tercera edición de la obra, de 1960, pues la primera Universidad de Castilla-La Mancha.
y la segunda habían sido de 1952 y 1956 respectivamente. 11 Ibíd: 526-527.
270 Entre la persuasión y la crítica: militancia política y… / Guillermina Georgieff El Ensayo latinoamericano 271

humana, y debe respetar los principios de diferencia y jerarquía que hay en ¿Cómo se explica que para esos años acuñara la imagen del “poeta de-
toda sociedad. Por ello la misión del verdadero intelectual es restituir esos prin- puesto”, en la que está implícita una defensa de su adscripción al peronismo?
cipios que definen una actitud clásica, perdidos por la inversión del orden que Si compartimos que el ensayo es una escritura que se puede pensar como
produjo en Occidente la Modernidad. Sólo en ese marco es posible la libertad un campo de batalla, como práctica polémica desafiante de los discursos
del escritor, puesto que el arte al servicio de una actividad que lo supera en circundantes, ¿con quién polemiza Marechal? ¿Con Ramón Doll que en esos
12
jerarquía, continúa siendo libre . El artista pierde su libertad, en cambio, “si años ya no participaba en los debates públicos? ¿No es esta una intervención
presta servicio a planos de actividad inferiores al suyo (como lo son el de lo de Marechal en las controversias que se encadenaron en el espacio de los
político, lo social y lo económico); porque tales actividades, tan necesarias en clercs, en los años que siguieron a la caída de Perón, tiempos en los que
su ‘género’, le impondrían al arte una razón suficiente que no es la suya propia, se disputaron la definición de los rangos, las categorías y la autoridad en el
13
con lo cual el arte dejará de serlo para descender a la ‘bajeza’ de lo que sirve” . campo de las élites culturales16? No podría describirse, menos aún interpre-
En eso consiste la traición de los críticos, con quienes nuevamente –como tarse, la estrategia que eligió Marechal para batir a su adversario sin hacer
había hecho hace treinta y cinco años– batalla Marechal. Como es posible referencia al cuestionamiento de los debates intelectuales del momento que,
apreciar, su horizonte de interpretación de la misión del escritor religa con el nos parece, transmite su artículo. El espacio de confrontaciones y rupturas
ideal bendiano, el de aquellos clercs cuya función no es política ni sociológica, abierto a partir de 1955 por las disímiles interpretaciones sobre la misión de
sino trascendente y de orden moral14. Marechal invoca un orden supremo e los intelectuales estuvo ciertamente dominado por las controversias sobre
inmutable que opera como fundamento esencial de una humanidad amena- el peronismo y su proscripción, pero también fue modelado por una nueva
zada por el progreso acelerado de modernización burguesa. Registro discursivo tematización de la responsabilidad política de los intelectuales en los años
que se emparenta con su afirmación constante de que él no era un “hombre sesenta, que tuvo alcance latinoamericano –claro está– al calor de la revolu-
de acción” sino de “contemplación y meditación”. Ahora bien, esta retórica de ción cubana17. Los adversarios de su discurso polémico podemos aventurarlos
autofiguración sumada a la defensa que realiza en este ensayo de “la torre de varios: los intelectuales antiperonistas implicados en el proceso de proscrip-
marfil”, resulta en apariencia contradictoria con su rol dentro del movimiento ción del peronismo; los escritores peronistas que entienden su compromiso
15
peronista e incluso con las huellas políticas reconocibles en su obra . con el movimiento desde un registro maximalista; las jóvenes generaciones
intelectuales que responden a proyectos de crítica cultural nuevos e inten-
12 Ibídem: 526. tos de ensayar otra historia para la literatura argentina en discusión con las
13 Ibídem: 527. anteriores, sustrayéndose de la alternativa peronismo–antiperonismo, pero
14 Altamirano, Carlos. Intelectuales. Notas de investigación. Buenos Aires: Grupo Editorial que enarbolan la necesaria historización de la cultura como condición de
Norma, 2006: 32-33. posibilidad de comprender el presente.
15 Sobre la dimensión política en las obra de Marechal, consultar Bueno, M. y M. Ta-
roncher, “Leopoldo Marechal, relato de un exilio”. I Congreso Internacional CELEHIS
de Literatura. Mar del Plata: Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de 16 Para una contextualización de los duelos intelectuales de aquellos años consultar
Mar del Plata, 6-8 de diciembre de 2002; Maturo, Graciela. “El peronismo en la obra Altamirano, Carlos. Peronismo y cultura de izquierda. Buenos Aires: Temas Grupo
de Marechal”. Revista Peronistas, s/f: 101-112; Rocco-Cuzzi, Renata. “Las epopeyas de Editorial, 2001.
Leopoldo Marechal”. Saíta, Silvia. Historia crítica de la literatura argentina. El oficio se 17 Consultar Gilman, Claudia. Entre la pluma y el fusil. Debates y dilemas del escritor re-
afirma. Buenos Aires: Emecé Editores, 2004: 461-482; Viñas, D., op.cit.. volucionario en América Latina. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores Argentina, 2003.
272 Entre la persuasión y la crítica: militancia política y… / Guillermina Georgieff El Ensayo latinoamericano 273

En su ensayo Imperialismo y cultura (1957), Hernández Arregui construye pertenencia social. Allí donde Marechal encuentra “vocaciones individuales”,
su imagen de ensayista como un intelectual comprometido con la custodia de “genio” o “minorías excepcionales”, Hernández Arregui identifica categorías
las verdades nacionales18. Por momentos se acerca a las opiniones de Marechal profesionales y un sector social que oscila entre la identificación con los que
al entender que las obras que se nutren en la tradición de su pueblo pueden dominan y la solidaridad con los dominados, y lejos está de pensar al escritor
alcanzar y ser expresión de valores universales19. También afirma, en un tono como “un grado más alto y superior de espíritu”22. A esa definición explícita,
similar, que el deber ser de un intelectual es constituirse en voz de su pueblo. Arregui suma tácitamente otras condiciones para que el escritor pueda ser
Incluso en su ejercicio de ordenar una tradición para la literatura nacional, llamado intelectual. Está implícito en su concepción que intelectual es aquel
composición donde comparten más de una elección, ambos tienen idéntico que en su saber incluye una mirada política, abarcadora de la realidad y la
gesto al rescatar al Borges de Fervor de Buenos Aires20. Sin embargo, hasta allí problemática social, ante la cual tiene el deber de reflexionar. El intelectual
parece llegar el encuentro. En el prefacio a la primera edición del ensayo que como tipo ideal es opuesto al técnico o al especialista. De allí su impugnación
estamos analizando, Hernández Arregui sostiene beligerante: al profesionalismo y a los tecnicismos –consecuencias de una exacerbada
división del trabajo–, idea que retoma de la crítica de Ortega y Gasset a la
El Arte, entendido como producto interdependiente de las demás “barbarie del especialismo”. Acusación, por cierto, en que vuelven a coincidir
manifestaciones sociales, es pues, el objeto de este ensayo, tanto como los dos intelectuales peronistas23. Respecto a la libertad del escritor, Hernández
la generación intelectual que le sirvió de vehículo … Este tratamiento Arregui dirá:
puede sorprender a aquellos habituados a concebir el Arte como una
forma autónoma y exquisita del espíritu. Pero al margen de sus pro- El artista, por fijación centralizada de su yo, padece el “com-
blemas específicos, el Arte, no está en el trasmundo sino en la cabeza plejo de Narciso”, un deseo continuo de brillar. Para eso necesita
histórica de los hombres21. apoyo social. Estos grupos están bien organizados y su objeto es la
propaganda al servicio de sus miembros. El sistema culmina en un
Destinado a denunciar las imposturas de la tradición liberal y las de sus subgrupo de críticos que con frecuencia son los mismos literatos del
intelectuales, Imperialismo y cultura debate sobre lo que explicita como su círculo […] en definitiva, los círculos literarios, expresan el fenómeno
objeto de reflexión: el arte entendido como un producto interdependiente de de la socialización de la técnica del arte al servicio de determinados
las demás manifestaciones sociales. Pero asimismo polemiza con las opinio- valores sociales24.
nes vigentes sobre el problema de la autonomía del escritor, el compromiso
intelectual y la relación política–cultura. A diferencia de Marechal, proclama Y si señala las constricciones que le depara al escritor el campo inte-
que no se puede eludir del análisis del rol del intelectual la cuestión de su lectual, lo mismo sucede respecto a la vinculación entre cultura y poder. Los
espacios institucionales donde se educan y operan las élites intelectuales son
18 Vázquez, María Celia. 2005. El proceso político entre el ’55 y los setenta a través de las
sucesivas ediciones de Imperialismo y cultura, de Juan José Hernández Arregui. Revista 22 Hernández Arregui, Juan José. 1973. La formación de la conciencia nacional,151. Buenos
Pilquen 7, (ISSN 1851-3123)Sección Ciencias Sociales (jan./dez). Aires: Plus Ultra.
19 Hernández Arregui, Juan José. 1973. Imperialismo y cultura, 150. Buenos Aires: Plus Ultra. 23 En el ensayo Autopsia de Creso perteneciente al mismo Cuaderno de navegación Ma-
20 Ibíd, 170. Ver Marechal, Leopoldo. Obras completas, Tomo V, 155. rechal hace una crítica similar. Ver Marechal, L. Obras completas. Tomo II, 475-501.
21 Hernández Arregui, Juan José. Imperialismo y cultura, 15. 24 Hernández Arregui, Juan José. Imperialismo y cultura, 67.
274 Entre la persuasión y la crítica: militancia política y… / Guillermina Georgieff El Ensayo latinoamericano 275

piezas de la maquinaria del Estado, en consecuencia, dependientes de las de- en ese divorcio cristalizaba su “función antinacional”, pues su desinterés y
cisiones últimas del sistema político imperante. La imposibilidad de reconocer silencio se traducían en adhesión tácita o explícita al colonialismo y a los in-
esto hace del intelectual una conciencia alienada que puede proclamar su tereses dominantes. Aislados del pueblo, abandonaban sus tareas principales:
autonomía y la “libertad de la cultura” en un contexto histórico donde existe la de denunciar las desigualdades de un orden injusto, la de representar la
la proscripción política y la explotación. conciencia del pueblo nacional e interpretar la experiencia colectiva. El “deber
ser” del intelectual radicaba en su responsabilidad con la verdad, en la crítica
Sur ha negado toda militancia política. Pero no hay literatura se- de las contradicciones de la sociedad en que vivía, el transformarse en la voz
parada de la política. La forma embozada de esta militancia ha sido de las clases subyugadas28.
llamada “política del espíritu” y cuenta con el antecedente de Paul El tema de la autonomía de los intelectuales, por ende, era para Her-
Valery y Julien Benda. […] esa neutralidad separada del mundo coin- nández Arregui un falso problema. El verdadero dilema se dirimía en torno a
cidió exactamente con el ajuste material a ese mundo de parte de sus hacia quién o contra quiénes se dirigía, y en qué circunstancias, se expresa-
integrantes. Cuando por el desmembramiento del país perdieron sus ban y elaboraban ideas. Por consiguiente, el problema no era intelectual sino
posiciones, la espiritualidad se convirtió en el partidismo más innoble. político. Y recordemos que lo político en la Argentina de los años cincuenta
El espíritu se hizo terrenal. […] No es casual que sus adeptos, con estaba cubierto por la noción de revolución. No una, sino muchas revolucio-
frecuencia incorporados desde otros estratos sociales, se consideren nes: la peronista proscripta, la libertadora triunfante, las marxistas. De modo
“elites” y se arroguen en el orden espiritual, la misma función que en que pensar las relaciones del intelectual con lo político significaba pensar las
el plano social llenan las clases altas. […] En estos círculos el joven relaciones del intelectual con cada una de ellas.
25
literato es convencido de que la política no comulga con el Arte . Ese discurso normativo del rol crítico del intelectual peronista se podía
sostener sin demasiada tensión en el contexto de proscripción del peronis-
Es el mito de la autonomía del escritor alegada por Sur lo que el autor mo, en el cual todo se debía denunciar, criticar y defender de las imposturas
de La formación de la conciencia nacional se propone derribar, pues para de las fuerzas “restauradoras del orden” preperonista. Pero ¿cómo pensaba
él, desde el punto de vista histórico, esa literatura posee intereses, pues de- Hernández Arregui su rol en la experiencia 1946–1955? O más aún, ¿cómo
trás de ella está el espíritu de las clases altas. Y es revelador que el modelo pensaba al intelectual dentro del movimiento, donde comenzaban a hacerse
ejemplificador de esa literatura que elige Hernández Arregui sea Don Segundo visibles las rupturas que iban generando las disímiles hermenéuticas del pe-
Sombra de Güiraldes26. Texto que Hernández Arregui decodifica a partir de las ronismo elaboradas dentro de la Resistencia? Recordemos que Arregui había
claves que se había valido Ramón Doll para la crítica de la novela en Segundo sido militante y funcionario del sabattinismo y recién en 1947 había adherido
Sombra y el gaucho que era el hijo del patrón27, lectura con la que Marechal al movimiento peronista, incorporación que vivió no sin tensión debido a
había discutido en los años treinta y volvería a discutir unos años después su condición de marxista profeso. En su evaluación de los dos primeros go-
de haber aparecido Imperialismo y cultura (1957). La traición de los clercs biernos peronistas explicaba que la revolución popular había sido derrotada
consistía entonces en haber dado la espalda a los problemas del pueblo, y por la oposición debido a su flaqueza. Debilidad cimentada en las contra-
dicciones ideológicas originarias del movimiento y en la falta de un partido
25 Hernández Arregui, Juan José. Imperialismo y cultura, 141-146.
26 Ibíd, 141-143. 28 Hernández Arregui, Juan José. 1986. Nacionalismo y liberación, 198. Buenos Aires:
27 Consultar Doll, Ramón. 1929. Ensayos y críticas. Buenos Aires: Claridad. Contrapunto.
276 Entre la persuasión y la crítica: militancia política y… / Guillermina Georgieff El Ensayo latinoamericano 277

revolucionario29. Esto, en un registro marxista, equivalía a decir que lo que política y saber; y porque el ensayista siempre es un “interpelador” de la polis
había fallado en el peronismo, justamente, era la ausencia de una vanguardia a la cual cree necesario decir su verdad sobre los problemas que conciernen
revolucionaria –agreguemos, intelectual–. Hernández Arregui había estado al orden social, sobre sus modelos de comportamiento, sus ordenamientos
lejos en ese momento –y seguía estándolo– de pensar su cooperación a la simbólicos, los valores fundacionales de sus dogmas y creencias. En última
revolución inconclusa como la de simple difusión de la doctrina justicialista. instancia, interviene con el fin de desestabilizar los discursos cristalizados
Para él faltaba aún en el peronismo una teoría revolucionaria, y era esa la de la polis y definir la visión y la división legítimas de la sociedad argentina.
razón de ser de la importancia de los intelectuales en el seno del movimiento. Podemos concluir, al menos por y para el momento, que si hay un punto
Su mirada crítica no sólo se dirigía a la política cultural del gobierno popular donde Marechal y Hernández Arregui no pueden conciliar es justamente en
sino a su concepción y desenvolvimiento de la revolución. cómo cada uno piensa la “Comunidad Organizada”.
Asimismo Marechal no dejaba de pensar su aporte como crítico al in-
terior de la revolución justicialista, cuando sostenía en 1947:

… es necesario advertir y sortear un peligro: en los movimientos re-


volucionarios que, como el nuestro, sacuden todas las fibras del país, es Bibliografía
frecuente y hasta inevitable que algunos estratos inferiores de la cultura
salgan a la superficie y se abroguen derechos que, en esa materia, sólo Altamirano, Carlos. 2006. Intelectuales. Notas de investigación. Buenos Aires:
confieren la capacidad y el talento creador. Si el nuevo Estado trabaja Norma.
con esos elementos, los mejores, al quedar desplazados de la vía estatal, . 2001. Peronismo y cultura de izquierda. Buenos Aires: Temas.
realizan por la vía privada hechos de cultura muy superiores en calidad Angenot, M. 1982. Le parole pamphlétaire. París: Payot.
a los que cumple el Estado. Como consecuencia, el Estado se despres- Arenas Cruz, M. E. 2001. Hacia una teoría general del ensayo. Construcción
tigia, y el Estado no debe desprestigiarse con ninguna de sus obras30. del texto ensayístico. Cuenca: Universidad de Castilla–La Mancha, 1997.
Bueno, Mónica y M. Taroncher. 2002. Leopoldo Marechal, relato de un exilio.
Marechal siempre creyó en la misión de las élites ilustradas en el terreno I Congreso Internacional CELEHIS de Literatura. Mar del Plata: Facultad
de la cultura, y sostenido en esa creencia hizo una crítica temprana al peronis- de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata, 6 al 8 de
mo en el poder. Pero desde el principio respondió al pedido de su Conductor: diciembre.
fue predicador e intentó convencer por la persuasión que la “Comunidad Comisión Nacional de Cooperación Intelectual. 1947. Argentina en marcha.
Organizada” era el único camino posible para la Argentina. Tomo I. Buenos Aires.
Anticipamos que nuestro interés al abordar estos textos era el de pensar- Doll, Ramón. 1929. Ensayos y críticas. Buenos Aires: Claridad.
los como prácticas de lectura y escritura política. Y cuando decíamos política Fiorucci, Flavia. 2002. Los marginados de la Revolución: los intelectuales
la pensábamos en dos sentidos, porque el ensayo recupera la vinculación entre peronistas (1945–1955). En Anales del 2° Congreso Brasileiro de Hispanis-
tas. San Pablo.
29 Hernández Arregui, Juan José. Imperialismo y cultura, 200-201. . 2001. Los escritores y la SADE. Entre la supervivencia y el anti-
30 Marechal, L. 1947. Proyecciones culturales del momento argentino. Obras completas. peronismo: los límites de la oposición (1946–1956). Prismas, Revista de
Tomo V, 139. Historia Intelectual 5 (2001).
278 Entre la persuasión y la crítica: militancia política y… / Guillermina Georgieff El Ensayo latinoamericano 279

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El Ensayo latinoamericano 281

Disponer y exponer la biblioteca.


El ensayo de lectura de los escritores de ficción
Ana Cecilia Olmos

La inscripción de una enunciación subjetiva, el desplazamiento aleatorio


de la reflexión y la provisionalidad de un saber que resiste a las certezas con-
clusivas son, en apretada síntesis, los rasgos que caracterizan al ensayo. Una
forma literaria que permite inscribir en el lenguaje una deriva subjetiva que
escapa a los códigos retóricos y excede los campos disciplinares para ofrecer,
en estado de absoluta disponibilidad, el espacio abierto de una travesía errante.
La referencia a la escritura del ensayo como travesía errante de la subjetividad
no es casual. Quiero destacarla, en particular, porque en ella repercuten las
ideas de Barthes acerca de la lectura. Como él explicó, la lectura es la puesta
en acto del deseo de un sujeto que, operando por una lógica asociativa que
va más allá del simple desciframiento del lenguaje, disemina al infinito las
posibilidades de significación de un texto. La lectura supone, por lo tanto,
no apenas descifrar un lenguaje, sino producir lenguaje, dejarse atravesar
“infinita e incansablemente” por el lenguaje, ser esa travesía (1988:51). En
otras palabras, pensada en términos de productividad, toda lectura despliega,
en su reverso, un deseo de escritura que, así como lo señalé con relación al
ensayo, se recorta en el ámbito de la subjetividad, deambula errante entre las
múltiples posibilidades de sentido y se complace en el hallazgo de verdades
provisorias, siempre renovadas en el gesto lúdico de un recomenzar infinito.
Este rápido paralelo entre ensayo y lectura permite afirmar que es en el
“ensayo de lectura” donde este género literario alcanza una de sus formas más
seductoras. Una seducción que encuentra escasas resistencias en los autores
de ficción, casi siempre dispuestos a escribir ensayos sobre sus lecturas y des-
plegar, de ese modo, una biblioteca personal que dé cuenta de sus deseos de
escritura. Si toda lectura es conductora del deseo de escribir, se puede decir
que, en estos ensayos, los autores de ficción exponen una biblioteca que deja
entrever, por afinidad, contraste o desviación con un paradigma de autores
y títulos, las matrices literarias de su propia escritura. Pero estas bibliotecas
282 Disponer y exponer la biblioteca. El ensayo de lectura… / Cecilia Olmos El Ensayo latinoamericano 283

figuradas no son apenas el espacio abierto del deseo, paradójicamente, ellas literatura latinoamericana fue cuestionada por el propio Onetti que afirmaba
son también una llamada al orden del deseo en la medida en que, al disponer no creer en una latinoamericaneidad como rasgo en común de los escritores
esas bibliotecas, los escritores organizan una tradición literaria que, más allá del continente, pero al tomar este punto de partida lo que me interesa rescatar
del grado de subversión del canon al que aspiren, delimita un lugar específi- es la impertinencia de la posición de Onetti. Sabemos que esa posición reforzó
co para sus poéticas. En otras palabras, esas bibliotecas figuradas trazan una siempre la negativa de su ficción a asumir una representatividad local. Recor-
filiación en la que el autor se reconoce pero también a la que su escritura, en demos que, en los años 40, su narrativa surge como cuestionamiento radical
última instancia, se subordina. de un regionalismo fuertemente concentrado en la representación realista del
En ese despliegue de la biblioteca, que es deseo y ley al mismo tiempo, paisaje local. Un cuestionamiento que fue aún más provocativo en los años
los autores se despojan de las máscaras del narrador y del personaje para 60 cuando, a pesar de haber sido incorporada al fenómeno del boom, la na-
asumir una enunciación subjetiva directa que les permita indagar sus pro- rrativa de Onetti resistió a la vocación latinoamericanista que definía muchos
pios universos ficcionales, sea para sorprenderse con zonas insospechadas de relatos del período.
sus deseos de escritura o para ajustarse a los presupuestos de una posición Sería interesante, entonces, preguntar si estos ensayos dan cuenta de ese
específica en la tradición literaria, por cierto, pensada en términos de políti- lugar incómodo, ajeno a cualquier intención de representatividad, que ocupó
cas de escritura. No se trata, por lo tanto, de una enunciación subjetiva que la narrativa del escritor uruguayo a lo largo de los años en el canon literario
reduce el ensayo al reverso comunicativo de la ficción, por el contrario, en de América Latina. Creo que estas lecturas de la obra de Onetti proyectan algo
estos casos, el ensayo establece con la ficción una relación de interferencia, del orden de esa incomodidad en la disposición de sus bibliotecas, no siempre
de sobreimpresión, diría Barthes, que deja adivinar en él una ficción de es- para destacarla, a veces para neutralizarla. Su obra forma parte del horizonte
critura (2007: 185). de lectura de muchos escritores actuales, sin embargo, llama la atención que
En este trabajo propongo comentar los ensayos que publicaron Juan José su referencia no aparece con la centralidad que asumen las obras de otros
Saer, Juan Villoro y Mario Vargas Llosa sobre Juan Carlos Onetti. Tres auto- autores hispanoamericanos. Borges, por ejemplo (o por supuesto). La refe-
res que aproximan, distancian y desplazan diferentes poéticas, incluidas las rencia a la obra de Onetti es mucho menos frecuente y parece presentarse
propias, en la literatura hispanoamericana. El orden responde a la cronología siempre como la posibilidad de un desvío, la posibilidad de una filiación otra
de publicación de los respectivos ensayos. En 2006, se publica Trabajos, libro que singulariza, con un rasgo raro, un proyecto de escritura. Los ensayos de
1
póstumo de Saer que reúne cuatro textos sobre el escritor uruguayo . En 2007, Saer y de Villoro hacen ese movimiento: eligen a Onetti y no a Borges (o a
Villoro publica “La fisonomía del desorden: de El pozo a Los adioses” en su Di Benedetto y no a Borges; o a Bioy Casares y no a Borges). Quiero decir
libro de ensayos De eso se trata. En 2008, Vargas Llosa publicó el libro El viaje que, en el conjunto de sus ensayos de lectura, Saer y Villoro reproducen la
a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti. posición incómoda de Onetti en el canon literario y, de esa forma, eligen la
Pensar el lugar de la narrativa de Onetti en la literatura hispanoame- distopía como estrategia para configurar una biblioteca otra e inscribir en
ricana puede ser el punto de partida de un comentario sobre la disposición ella sus propias poéticas.
de la biblioteca que diseñan estos ensayos. A primera vista, este punto de Saer es quien pone en evidencia de forma más clara esa torsión al hacer
partida parece ser poco pertinente dado que la idea de la existencia de una una lectura de Onetti que le permite acentuar la distopía de su propia narrativa
con relación a una especificidad latinoamericana. Como Onetti, Saer no creía
1
Los textos son: El soñador discreto, Onetti: coloquio internacional, Sobre Onetti y La vida en los atributos que particularizarían una literatura del continente y que, en
breve y Onetti y la novela breve. los años 60, según sus propias palabras, podían reconocerse en la inocencia
284 Disponer y exponer la biblioteca. El ensayo de lectura… / Cecilia Olmos El Ensayo latinoamericano 285

estética, el sano primitivismo y el compromiso político2. Sabemos que en sus experimental narrativa, permite que la ficción despliegue de forma sutil su
ensayos defendió, con un acentuado gesto combativo, la necesidad de recu- propia teoría. En ese sentido, la figura del “soñador discreto” le sirve a Saer
perar una disponibilidad estética para la literatura hispanoamericana que se para trazar el perfil de un autor que se interna en las posibilidades infinitas
fundamentase en una escritura al margen de los modelos establecidos. Por de un universo ficcional en segundo grado, siempre inacabado y suspendido
cierto, la idea ya había sido formulada por Borges en su ensayo sobre el es- en un vacío referencial, para desaparecer en él y, de esa forma, afirmar que,
critor argentino y la tradición. Saer sabe de esto y el eco borgeano repercute en última instancia, no habría una exterioridad de la ficción e, incluso, que
en su reflexión, pero él prefiere hablar de Onetti, insistir en Onetti, escribir su la ficción supone el borramiento del autor en favor de la fuerza neutra que
lectura distópica de Onetti como una forma de desplazar los lugares consagra- impulsa la escritura. Por cierto, un perfil, ese del soñador discreto, que Onetti
dos de la biblioteca. Es importante señalar que esos ensayos de Saer fueron compartiría con sus personajes, Brausen, Linacero o Larsen, que hacen de
escritos en los años 90 y, por lo tanto, esa reflexión precede, como mínimo, la pulsión ficcional el centro de sus existencias y que, como desencantados
en una década a las conmemoraciones del centenario del nacimiento de Onet- demiurgos, no cesan de crear mundos paralelos donde lo real se confunde
ti. El detalle cronológico refuerza aún más la distopía de la lectura de Saer, con lo imaginario, persuadidos, tal vez, de la imposibilidad de la vida fuera
completamente ajena a los oportunismos del mercado y de la academia. Pero de la ficción.
más allá de la distopía que esa lectura supone, lo que me interesa destacar es Una idea similar coloca la lectura de Villoro. Para el mexicano, Onetti
el foco de su interpretación. fue “el perfecto héroe de la renuncia”, un autor que se alejó de toda actividad
Como Villoro y Vargas Llosa, Saer analiza la relación de la obra de Onetti mundana y que se entregó, para realizar su obra, a la “épica de soñar”. Al
con Arlt, Borges, Faulkner y el existencialismo francés, señalando aproximaciones comentar una escena de La vida breve en que Onetti es un personaje más de
y diferencias. También aborda la saga de Santa María, ese universo imaginario Santa María, Villoro dice:
en segundo grado, para analizar la configuración de los personajes y la sordidez
de sus destinos. En ese sentido, los tres ensayistas transitan por los mismos ca- Si su primer gran texto, El pozo, discute las posibilidades de la
minos interpretativos. Sin embargo, Saer da un paso más allá de estos tópicos literatura como sueño dirigido, sus últimos años transcurrieron como
tan visitados e interroga la obra de Onetti exactamente en el punto en que ella una confirmación física de esa posibilidad. ¿Qué interés en los equívo-
se silencia. La lectura de Saer destaca el silencio teórico de Onetti, es decir, su cos de la vida diaria podía tener alguien que había creado personajes
negativa a especular acerca de un ser y un deber ser de la literatura al margen capaces de sustituirlo y darle ese pequeño papel de confianza, el de
de la propia escritura de ficción3. En otras palabras, Saer trae a un primer pla- extra que bebe un café a las once, fuma sin ansiedad, se resigna a ser
no ese gesto casi displicente por el cual Onetti, ajeno a cualquier ostentación escrito de ese modo? (2007: 326).

2
Cfr. Juan José Saer. 1997. Una literatura sin atributos. En El concepto de ficción, 265-276. La pregunta es instigante sobre todo si tenemos en cuenta la condición
Buenos Aires: Ariel. de demiurgo que, a partir de La vida breve, asume Brausen en la saga ficcio-
3
Dice Saer: “Los aires de compadrito que solían atribuirle a Onetti los que lo conocieron nal de Santa María, llegando a usurpar el lugar de un autor que “se resigna a
debían disimular sin duda una forma de modestia, y su rechazo de toda postura teórica ser escrito de ese modo”. Para Villoro, la obra de Onetti supone una entrega
una posición ética por no querer forzar la interpretación del lector hacia un sentido radical a la escritura y, como en el caso de Saer, su lectura sugiere que el
del texto si para la evidencia de ese sentido al lector no le bastaba la lectura atenta” presupuesto de un escritor que se disuelve en su propio universo narrativo
(2006: 220). desestabiliza la idea del autor como instancia positiva y exterior al texto. Es
286 Disponer y exponer la biblioteca. El ensayo de lectura… / Cecilia Olmos El Ensayo latinoamericano 287

en ese sentido que Villoro evoca a Mallarmé para afirmar que en la obra de movimiento autorreflexivo del ensayo, la enunciación de Vargas Llosa se hace
Onetti “el mundo es el libro” (2007: 326). Siguiendo de cerca las huellas de asertiva y, en su gesto hermenéutico, tiende a postular verdades ya establecidas
la lectura de Saer, Villoro no sólo evita leer la obra de Onetti desde el tópico en lugar de abrir el camino para nuevos interrogantes.
de la representatividad local, sino que busca entender, a través de ella, la En ese sentido, su lectura incorpora la obra de Onetti al conjunto de
anomalía esencial de la actividad literaria que, como explica Blanchot, supo- los escritores del boom latinoamericano sin arriesgar la pregunta acerca de la
ne el borramiento del autor y sólo permite su existencia una vez que éste ha vigencia de esas narrativas en los días de hoy. Como mínimo, se podría decir
realizado su obra, depende de ella para tener conciencia de sí, el autor es su que la ficción de Onetti preservó una potencialidad crítica que algunas de esas
obra (2006: 13–14). narrativas, por el hecho de estar vinculadas a una representatividad latinoa-
Si Saer y Villoro eligen figuras similares, la del “soñador discreto” y la del mericana, perdieron rápidamente. Pero Vargas Llosa prefiere insistir en una
“héroe de la renuncia” para referirse a la obra de Onetti, Vargas Llosa elige lectura de la obra de Onetti calcada en aquel paradigma dominado por la re-
la figura del “hablador”. Para él, todo contador de historias, desde la oralidad flexión sobre la identidad continental. La narrativa de Onetti es leída, entonces,
primitiva hasta la escritura moderna, despliega un mundo ficticio que supone como símbolo de una modernidad desigual y tardía a la que América Latina
una duplicación compensatoria de la vida. La proyección de los sueños, deseos estaría condenada por la seducción que las utopías revolucionarias ejercieron
y fantasías explicarían la razón de ser de la ficción en la vida de los seres hu- (y, según Vargas Llosa, aún ejercen) en nuestras sociedades, desviándolas de
manos. Esto es reconocible en la obra de Onetti y, en ese sentido, la lectura un pragmatismo político que, desde su perspectiva ideológica, ofrecería alter-
de Vargas Llosa es pertinente. No obstante, lo que esta lectura no destaca es nativas eficientes para salir del subdesarrollo. Aunque esa interpretación sea
que la narrativa de Onetti va más allá de esto y expande los límites de ese plausible, su problema es que encierra las posibilidades de significación de
universo ficcional, dejándolo siempre en abierto y, más aún, suspendido en el una novela como El astillero en una clave de lectura datada en los años '605.
vacío porque rompe con los lazos inmediatos que lo vinculan a un referente Si algo interesa destacar al pensar la narrativa de Onetti en el contexto
real. Lo que quiero decir es que, en algún punto, la pulsión ficcional de Onetti del boom latinoamericano es cómo resistió a las metáforas macondianas que
deja de definirse por una función compensatoria con relación a la vida para
proponerse como la vida misma. Una interpretación reconocible en las lecturas 5
Vargas Llosa explica: …los empeños por enraizar las empresas políticas y sociales en la
de Saer y de Villoro y que está ausente en la de Vargas Llosa, tal vez porque su realidad, siguiendo los ejemplos exitosos –los de los países democráticos y libres y sus
ensayo, dominado por el gesto del exégeta, se resiste a abandonar las huellas políticas reformistas–, han fracasado por ese desapego “sanmariano” continental por
certeras de una interpretación que refuerce los tópicos de la tradición4. Ajena al lo racional y posible en nombre de lo irracional y onírico, es decir, lo imposible. Esa
disposición, catastrófica desde el punto de vista político, social y económico y razón de
4
Sobre el trabajo del exégeta, en su texto Del ensayo, Alberto Giordano afirma: “El ser de nuestro subdesarrollo, ha servido, paradójicamente, para estimular las aventuras
exégeta, el hermeneuta, compulsado a interpretar, lo hace según los dictados de la imaginarias y producir creaciones literarias y artísticas de gran fuerza y originalidad,
Tradición. Su lugar es cómodo (lo que dice está garantizado desde siempre) pero, por como son las utopías y mitologías creadas por un Borges, un García Márquez, un Rulfo,
eso mismo, improductivo: para él Kafka no es más que otro capítulo en la historia de un Cortázar y un Carpentier. Y, por supuesto, un Onetti. Curiosamente, es éste quien,
la literatura mística. El ensayista, en cambio, se sitúa en un lugar polémico respec- pese a su desprecio por la literatura comprometida y su desdén con las obras aliterarias
to de la tradición, y la incomodidad de su vínculo con ella favorece la emergencia con mensaje, gracias a su intuición, sensibilidad y autenticidad, fantaseó un mundo
de lo nuevo: en el fracaso de la mística Benjamin lee a la literatura kafkiana como que, de esa manera indirecta y simbólica del arte para expresar la realidad, mostró una
profética” (2005: 230). verdad profunda y trágica de la condición latinoamericana (2008: 166-167).
288 Disponer y exponer la biblioteca. El ensayo de lectura… / Cecilia Olmos El Ensayo latinoamericano 289

intentaban dar cuenta de la modernidad desigual y tardía del continente y Bibliografía


que, a pesar de su eficacia estética, amenazaban con absolutizar la alteridad
cultural en un enigmático exotismo imposible de ser aprehendido por los Barthes, Roland. 1988. O rumor da língua. São Paulo: Brasiliense.
parámetros de la razón. En otras palabras, cuando la narrativa de los años . 2007. Variaciones sobre la escritura. Buenos Aires: Paidós.
60 impuso la dimensión mítica como modelo fundador de la literatura del Blanchot, Maurice. 2006. De Kafka a Kafka. México: FCE.
continente, la narrativa de Onetti ya estaba ahí para preservar la potencia de Giordano, Alberto. 2005. Modos del ensayo. De Borges a Piglia. Rosario:
negatividad de la ficción y corroer las certezas de cualquier relato de origen. Beatriz Viterbo.
Como explica Kermode, el mito supone explicaciones totales y adecuadas de Kermode, Frank. 2000. El sentido de un final. Barcelona: Gedisa.
las cosas tal como ellas fueron y son, y adquieren sentido con relación a un Saer, Juan José. 1999. La narración–objeto. Buenos Aires: Seix Barral.
orden temporal perdido que congela la imagen del origen; la ficción, por el . 2006. Trabajos. Buenos Aires: Seix Barral.
contrario, asume conscientemente su condición de invención y sabe que su Vargas Llosa, Mario. 2008. El viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos
validez es relativa porque se refiere a una temporalidad contemporánea, el Onetti. Buenos Aires: Alfaguara.
aquí y el ahora del presente (2000: 47–48). Aunque la narrativa de Onetti pueda Villoro, Juan. 2007. De eso se trata. Ensayos literarios. Barcelona: Ana-
representar simbólicamente las disonancias de la modernidad descentrada y grama.
tardía de América Latina, como sugiere Vargas Llosa, su potencia crítica no
reside en esa posibilidad de lectura. Lejos de ofrecer una simbología mítica
que provea una explicación inteligible de la identidad cultural del continente,
Onetti nos provoca con una serie exasperada de ficciones perturbadoras que
ponen en evidencia la imposibilidad de un sentido estable y definitivo para
la existencia del hombre y el mundo.
Tal vez la contemporaneidad de la obra de Vargas Llosa con la de Onetti
explique ese gesto ordenador que procura una disposición tranquilizadora de
la biblioteca que coloque en relación de equivalencia las poéticas narrativas
de los años 60, incluida la del autor uruguayo. Por el contrario, los ensayos
de Saer y de Villoro asumen una distancia histórica que les permite colocar
en evidencia la insubordinación de la escritura de Onetti a cualquier tentativa
ordenadora de la tradición literaria en términos de una representatividad local
y recuperar esa potencialidad crítica de su ficción que se resiste a la clausura
de los sentidos estables y definitivos.
El Ensayo latinoamericano 291

Política, violencia y memoria en


el ensayo de Pilar Calveiro
Adriana Marisa Olivera

Los muertos demandan a los vivos: recordadlo todo y contadlo;


no solamente para combatir los campos sino también para que nues-
tra vida, al dejar de sí una huella, conserve su sentido.
Tzvetan Todorov

Es importante rastrear cómo contribuyeron a ello las prácticas


políticas de las propias organizaciones, no para atenuar la respon-
sabilidad militar, sino para reconocer la otra, la que nos cabe a
nosotros, los que fuimos militantes y participamos del desastre, en
algunos casos propiciándolo y, en otros, sin ser capaces de evitarlo.
¿O a nosotros no nos cabe responsabilidad alguna?
Pilar Calveiro

A partir de las últimas décadas del siglo XX encontramos una fuerte ten-
dencia a indagar el tema de la memoria. Tanto desde el periodismo como desde
la academia, los intelectuales debaten en clave política sobre sujetos, movimien-
tos y textos que construyen la violencia social en la década setentista. Desde
nuestro presente enmarcado en procesos de cambio a nivel mundial y nuevos
proyectos político–ideológico en lo local, proponemos volver a aquella época
para completar una historia que incide en el presente desde la falta de conclu-
sividad y desde discursos que revisan enunciaciones y posiciones en conflicto.
En el siguiente trabajo abordaremos dos ensayos de Pilar Calveiro: Poder
y desaparición; los campos de concentración en la Argentina1 y Política y/o
violencia. Una aproximación a la guerrilla de los años 702, para revisar nuevas

1 Calveiro, Pilar. 1996. Poder y desaparición. Los campos de Concentración en Argentina.


Buenos Aires: Colihue.
2 Calveiro, Pilar. 2005. Política y/o violencia. Una aproximación a la guerrilla de los años
70. Buenos Aires: Norma.
292 Política, violencia y memoria en el ensayo… / Adriana Olivera El Ensayo latinoamericano 293

hipótesis sobre los actores involucrados en la lucha revolucionaria y reflexionar y del sobreviviente exiliado, cuestionando la focalización homogeneizadora de
sobre el ethos militante en un discurso fuertemente posicionado. la víctima y apostando a representar lo heterogéneo de la sociedad carcelaria.
El paso del tiempo permite la simultaneidad de discursos militantes de La disputa de sentidos, entonces, no se establece sólo con los relatos de la
3
la victoria o de la derrota y de los que analizan la problemática con nuevas historia oficial, sino también con los relatos emblemáticos de la memoria,
herramientas teóricas. Algunos de los discursos y de las posiciones observadas como por ejemplo, el Nunca Más, que silencia la participación efectiva en la
continúan las tensiones generadas durante los ochenta en la discusión de las lucha armada.
cuestiones estéticas, políticas y filosóficas. La focalizaciones que intentan reconstruir los discursos de la memoria,
El campo intelectual de los 70 sufrió la fragmentación y reubicación de utilizan la primera persona, reivindicando la dimensión subjetiva y el valor de
sus actores en los 80, unos en el exilio y otros en el país4, lo que trajo como la experiencia para su empresa reconstructiva, según sea la intencionalidad,
consecuencia el cambio de práctica del intelectual, más distanciado de la difundir el recuerdo o construir un discurso identitario. Los ensayos de Cal-
praxis política y desplazado hacia los espacios de investigación académica. veiro prefieren la distancia crítica que impone la tercera persona analítica y
Algunas historias autobiográficas de impacto público recurren a una re- teorizan a partir de testimonios ajenos.
tórica explicativa que le asegura al lector la nitidez narrativa. Los ensayos de Los relatos testimoniales no sólo construyen hechos histórico–políticos
Pilar Calveiro dejan de lado las posiciones binaristas (héroe/ traidor, víctima/ significativos para la sociedad sino que plantean problemas teóricos7 debido
victimario) así como también el imperativo de representar figuras heroicas y a las relaciones intertextuales y metadiscursivas, como por ejemplo, las con-
se abocan a la construcción de relatos de la derrota política, con historias frag- taminaciones entre ficción y no–ficción, o las relaciones entre historia oficial
mentarias de militantes– sobrevivientes a partir de la representación literaria e historias alternativas, o las apropiaciones de materiales extra–literarios de
de su subjetividad, sus quiebres y vacíos discursivos. diverso tipo (documentos de archivo, testimonios jurídicos, partes de guerra,
Las versiones de las historias de la represión estatal reconstruyen los partes de prensa, fotografías, dibujos, etc.).
restos del pasado apelando a fuentes testimoniales que no totalizan el sentido La enunciación recupera el contexto histórico–político y compone la es-
y, en cambio, plantean contradicciones por parte de los actores involucrados5. tructura de sentimiento de la generación setentista. Por otro lado, se enuncia
Otras obras se alejan de las historias de las virtudes y se acercan a la heterogé- desde un contexto de producción en el presente, desde donde se recuperan
nea zona de los sobrevivientes e incluyen la figura del traidor6, del quebrado fragmentos de un pasado ya elaborado críticamente creando una interdiscur-
sividad histórica y testimonial.
3 Rossana Nofal. 2009. Partes de guerra: el Trelew de Paco Urondo. En Gerbaudo A. y A. En el abordaje textual privilegiamos el análisis del discurso argumen-
Falchini (editoras). Cantar junto al endurecido silencio. Escritos sobre Paco Urondo, 265. tativo, su estructura, recursos, técnicas y modalidades de la enunciación. De
Santa Fé: UN del Litoral. este modo, podemos realizar un trabajo comparativo entre dos maneras de
4 Rita De Grandis analiza el caso de la revista Humor y el diario Página 12, los cuales fueron construir la memoria: la narrativa y la argumentativa, la novela y el ensayo y
espacios de debate sobre la cultura y que convocaron a intelectuales preocupados por sus múltiples conexiones.
lo nacional desde posiciones de una izquierda nacional. Ella se centra especialmente Calveiro fue ex militante política y estuvo en diferentes campos clandes-
en las prácticas discursivas de Feinmann. tinos, lo que nos permite una lectura cruzada, intertextual e interdiscursiva
5 Tenemos en cuenta textos no–ficcionales como Recuerdo de la muerte, de Bonasso; Todo
o nada, de Seoane, entre otros. 7 Ana María Amar Sánchez. 1990. La ficción del testimonio. Revista Iberoamericana (Lima,
6 Rossana Nofal: op. cit.: 265. Perú, Latinoamericana Editores) 151, (abril–junio): 447–461.
294 Política, violencia y memoria en el ensayo… / Adriana Olivera El Ensayo latinoamericano 295

sobre otros relatos de la militancia y del cautiverio que trabajamos en serie. concentración, lo que otorga legitimidad a la escritora y la inserta en el campo
La autora se construye como una intelectual que teoriza críticamente sobre intelectual por encima de otras narradoras que escriben desde la posición de
las relaciones entre sociedad y campo de concentración. Se construye como víctima y desde un yo autobiográfico.
escritora por delegación, ya que es mediadora entre los testimonios propios, En este sentido, uno de los aspectos a destacar es el riguroso trabajo
los ajenos y la recepción. de investigación llevado a cabo por Calveiro en México, así como su férrea
voluntad de borrarse como ex militante y víctima de la represión para no
El Caso 478: Pilar Calveiro y la experiencia concentracionaria “contaminar” subjetivamente su investigación. La autora se desplaza del cam-
po político hacia el campo intelectual y desde allí opera, manipula, analiza,
El ensayo Poder y desaparición; los campos de concentración en la Argenti- compone, suma y compara los testimonios ajenos, analizados desde un marco
na de Pilar Calveiro publicado en 1998, es una parte de la tesis doctoral escrita teórico académico para indagar la índole del poder totalitario y las complici-
en México. La autora fue prisionera durante un año y medio, en 1977, en la dades con la sociedad argentina.
comisaría Mansión Seré de Castelar, en la ex casa de Massera y en la ESMA. La enunciación se manifiesta y confronta argumentos de otros enuncia-
El texto se organiza en tres partes desiguales: Preludio, escrito por Juan dores incluidos por medio de citas textuales de autoridad y ad personam. En
Gelman; Consideraciones preliminares, a modo de introducción a la problemá- estas zonas dialógicas que manifiestan la subjetividad enunciativa, en otras,
tica y Los campos de concentración, zona en la que predomina el análisis de analiza desde un afán de objetividad, por medio de un discurso explicativo,
los testimonios seleccionados. La enunciadora acompaña al lector por medio con descripciones y reformulaciones específicas. En este sentido, también apela
de indicaciones precisas sobre su objetivo, las causas históricas que genera- a la analogía de casos, como el caso de los campos nazis y los argentinos, para
ron el poder militar, las relaciones entre sociedad civil y Fuerzas Armadas. El destacar similitudes y diferencias.
recorrido está pautado de manera didáctica y retórica. Las hipótesis parciales Con respecto a la situación de argumentación, observamos que Calveiro
se desarrollan de manera rigurosa y detallada a lo largo de la argumentación. actúa para modificar y reforzar las disposiciones de su recepción con respecto
La autonomía creciente de las Fuerzas Armadas, su vínculo con la a la teoría de “los dos demonios” y a deslegitimar distintas posiciones antité-
sociedad y el papel que jugó en ellas la disciplina y el temor son sólo un ticas expuestas los razonamientos.
apunte preliminar para recordar que sin esos elementos no hubiera sido Revisa la historia argentina del siglo XX para demostrar el predominio de
posible la experiencia concentracionaria. No intentaré trazar aquí las ca- la violencia estatal, por un lado y la relación entre obediencia y sumisión civil,
racterísticas del poder en el llamado Proceso de Reconstrucción Nacional. como factores que incidieron en las prácticas concentracionarias posteriores
Aparecerán a lo largo del texto a través de una de sus criaturas, quizás la como tecnología de la disuasión y el terror.
más oculta, una creación periférica y medular al mismo tiempo: el campo Calveiro evalúa diferenciadamente a los actores sociales tales como,
9
de concentración . Montoneros y el ERP, dentro de las organizaciones; la Iglesia; los militares en
Desde la crítica literaria, tanto Beatriz Sarlo como Juan Gelman hacen sus diferentes grados y responsabilidades, los partidos políticos que conocían
referencia, por un lado, a la excepcionalidad y la distinción de este ensayo y la inminencia del golpe de estado y sabían sobre la existencia de los campos
por otro, lo insertan en la tradición testimonial universal sobre los campos de clandestinos, con el objetivo de quebrar las focalizaciones binaristas, típicas
del discurso autoritario.
8 También aparece con el número 362, según explica Gelman en el prólogo. Es central comprender que la derrota política del peronismo revoluciona-
9 Calveiro: Poder y desaparición, 13. rio y del trotskismo perredista fue previa al golpe del 1976 y estuvo directamente
296 Política, violencia y memoria en el ensayo… / Adriana Olivera El Ensayo latinoamericano 297

vinculada con la reducción de lo político a categorías de corte militar10. pensamiento totalitario, la vida cotidiana de los desaparecedores; la coexis-
Para justificar su tesis y demostrar que campo de concentración y sociedad tencia de lo legal y lo ilegal; de lo completamente secreto y del quiebre del
se pertenecen11, apela a contra–argumentos refutativos que confluyen en la secreto para inducir a un terror generalizado; la categoría de subversivo que
conclusión final en la que describe a cada actor social y su responsabilidad. produce en simetría la de desaparecido14.
De este modo, desestima la versión del “desconocimiento” sobre los campos Los diferentes relatos de la experiencia personal aparecen en boca de
clandestinos y refuerza la hipótesis de la complicidad y el conocimiento social los sobrevivientes y represores, vertidos en entrevistas periodísticas o en los
en general. juicios y son posteriormente utilizados como fuente documental por Calveiro.
Su tesis implica un juicio sobre las organizaciones guerrilleras y sobre el La selección de los testimonios incluye los relatos de Graciela Geuna (La Per-
campo clandestino de detención como un experimento paradigmático de la la, Córdoba), Martín Grass (ESMA), Juan Carlos Scarpatti (Campo de Mayo),
represión militar del Proceso del 76 . 12 Claudio Tamburrini (Mansión Seré), Ana María Careaga (El Atlético).15
Su experiencia como prisionera aparece oculta tras la selección de tes- Cuentan los vecinos que “se oían gritos desgarradores, lo que hacía su-
timonios de sobrevivientes de distintos campos clandestinos: El Atlético, La poner que eran sometidas a torturas las personas que allí estaban. A menudo
Perla, Mansión Seré, la ESMA y Campo de Mayo. Esto le permite la teorización sacaban de allí cajones o féretros. Inclusive restos mutilados en bolsas de po-
distanciada y el análisis del material discursivo para formular así descripciones, lietileno. Vivíamos en constante tensión como si también fuéramos nosotros
narraciones e interpretaciones que actúan como argumentos causales y analó- prisioneros, sin poder recibir a nadie, tal era el terror que nos embargaba, y
gicos de su tesis. Dice Sarlo sobre la opción enunciativa: desde una distancia sin poder conciliar el sueño durante noches enteras”16.
descriptiva e interpretativa, Calveiro se ubica en un lugar excepcional entre Estos micro–testimonios operan como argumentos por acumulación17
quienes sufrieron la represión y se propusieron representarla13. que componen un discurso polifónico, por medio de las voces enmarcadas, las
Calveiro no busca convencer con manipulaciones morales a partir de la citas de autoridad y las citas refutativas en el caso de los contra–argumentos
identificación del lector con las víctimas sino persuadirlo con estrategias polí- que deslegitiman las premisas del discurso militar, los estereotipos binaristas
ticas basadas en operaciones y técnicas argumentativas. Es una ensayista que sobre héroes y traidores o las opiniones de la conducción montonera por
no prioriza su experiencia autobiográfica para legitimarse sino su autoridad medio de la ironía.
intelectual. La figura del militante queda así oculta tras la figura del intelectual En consecuencia, desde la perspectiva del banco y negro, no hay es-
que analiza e interpreta un hecho histórico–político. Hay pocas referencias pacio dentro de los campos de concentración para el blanco perfecto. Si
autobiográficas: su nombre, su número de prisionera. De este modo, lo auto- éste existe, se debe revelar antes; el acto heroico es previo a la captura. En
biográfico queda oculto debajo del trabajo teórico y el discurso argumentativo: cambio, detrás de los muros del campo tienen cabida todos los grises, hasta
la elaboración de clasificaciones y categorías: el tipo de tortura, los pasos de el negro profundo, representado por la traición de aquellos que sin la menor
la resistencia y los de la delación, la lógica del campo que reproduce la del
14 Ibid., 120.
10, Ibid., 153. 15 Calveiro: op. cit., 30–1.
11 Ibid., 159. 16 Ibid., 154.
12 Sarlo, Beatriz. 2005. Tiempo pasado. Cultura de la memoria y giro subjetivo. Una discu- 17 Se fundamenta una posición u opinión con más precisión si se presentan distintas
sión, 114. Buenos Aires, Siglo XXI. expresiones que dan mayor fuerza a la argumentación. En Sardi D’ Arieli. 2005. Lengua
13 Ibid., 114. y Literatura I. Los discursos sociales, 44. Buenos Aires: Longseller.
298 Política, violencia y memoria en el ensayo… / Adriana Olivera El Ensayo latinoamericano 299

resistencia se ofrecieron al dispositivo concentracionario “sin luchar”, en y sobre todo el totalitario, expulsan, encierran y eliminan los elementos que
18
palabras de Graciela Geuna . considera subversivos, peligrosos.
La argumentación va sumando también otros recursos argumentativos No hay inocencia ni desconocimiento posible. Tampoco hay categorías
como las preguntas retóricas, las anécdotas para ilustrar con más detalles, la homogéneas entre sobrevivientes, hay héroes, traidores y otros que intentaron
descripción y clasificación, como en el caso de los diferentes tipos de tormen- sobrevivir y salvar a compañeros de la forma en que pudieron, por ejemplo
tos. También aparecen algunas concesiones parciales a otros enunciadores, actuando dentro del staff de inteligencia.
como el caso de Luis Duhalde, con los que polemiza en los enunciados o Finalmente, después de analizar el cómo el campo destruyó una buena
premisas utilizadas con una finalidad refutativa. parte de la generación de militantes políticos, tenemos una explicación que
Si se suma, son muchísimas las personas que formaban parte de estos cierra a modo de círculo lo esbozado en la hipótesis:
grupos, y su personajes en relación con la población total es significativo. El fenómeno de los desaparecidos no es el de la masacre de “víctimas
No obstante, una buena parte de la sociedad optó por no saber, no que- inocentes” sino el del asesinato y el intento de desaparición y desintegración
rer ver, apartarse de los sucesos, desapareciéndolos en un acto de voluntad.19 total de una forma de resistencia y oposición: la lucha armada y las concep-
Calveiro desarticula las categorías políticas binaristas típicas del discurso ciones populistas radicales dentro del peronismo y la izquierda.21
político autoritario, como “amigo–enemigo”, “víctima–verdugo”, “héroe y Esta aserción justifica, de algún modo, nuestro proyecto de investiga-
traidor”, “militares–guerrilleros”, entre otras a lo largo de la argumentación ción. Investigamos obras que construyen la memoria individual y social para
por medio del análisis de casos y específicamente en la conclusión, donde no olvidar los riesgos del pensamiento alternativo y su praxis política. Para
demuestra la tesis. tener claro que, cuando el poder siente que está amenazado por elementos
En la sociedad, como en los campos, no existieron héroes ni “inocentes”. subversivos a su hegemonía, no se detiene y los excluye mediante cualquier
Todos fueron alcanzados de alguna manera por el poder desaparecedor. tecnología represiva. Para comprender que, los estudios de la memoria, los
Los actores sociales fueron extrañas combinaciones de formas de obe- testimonios, novelas y ensayos, nos brindan la oportunidad de comprender
diencia y formas de rebelión. Nada quedó blanco o negro; todo alcanzó raras nuestra historia política.
tonalidades, a veces incomprensibles. Por eso no tiene sentido rescatar a las
víctimas inocentes: todas lo fueron20. Política y violencia en la sociedad argentina de fin de siglo XX
Si en la hipótesis la autora se preguntaba por la responsabilidad de
cada actor social, en la tesis y gracias a los variados recursos argumentativos, Esta relación se instala desde el título de la obra dejando abierta la
queda demostrado que la responsabilidad fue compartida pero cuantitativa- elección de la adición o disyunción de las dimensiones a problematizar. Del
mente diferente. No hay “dos demonios”. Hay una sociedad que produce los mismo modo, en el subtítulo del ensayo, la enunciadora advierte sobre lo que
actores políticos y cuando les molesta, los expulsa con distintas tecnologías de será “una aproximación”, otra versión parcializada, desde una ex militante de
la represión aprobadas por el estado y la sociedad civil. El Estado autoritario las organizaciones que participaron en la lucha armada.
Con respecto a la situación de argumentación, observamos que Calveiro
actúa para modificar y reforzar las disposiciones de su recepción con respecto
18 Ibid., 131. a la teoría de “los dos demonios”. La tesis que defiende se refiere a un campo
19 Ibid., 151.
20 Ibid., 158. 21 Ibid., 165.
300 Política, violencia y memoria en el ensayo… / Adriana Olivera El Ensayo latinoamericano 301

problemático: las relaciones implícitas y explícitas, ocultas o visibles entre la so- historicidad y el sentido ideológico de los actores sociales involucrados; en
ciedad setentista (en general) y el campo de concentración como un subuniverso segundo lugar, revisita el pasado para dar sentido al presente.
conocido y escondido a la vez. Para ello, produce un ensayo político apelando De acuerdo con su plan, la enunciación comunica al lector sus métodos
a la memoria, la experiencia personal y colectiva y su enciclopedia teórica. y recorridos: a) historizar las circunstancias políticas que llevaron al “poder
Para persuadir a la recepción, manifiesta sus condiciones de propiedad desaparecedor” del Proceso como culminación de un proceso anterior al 76; b)
y legitimidad. El libro se organiza en tres partes de desigual extensión: a) Me- responsabilizar a los partidos políticos; c) abordar las prácticas de los grupos
morias; b) Rehistorizar el pasado; c) La desobediencia armada. guerrilleros y analizar sus responsabilidades específicas.
Con respecto a la dimensión argumentativa dominante en el ensayo, En síntesis, Calveiro busca reconstruir la historia de los militantes des-
observamos en el discurso una fuerte toma de posición enunciativa, por aparecidos, la intención revolucionaria de lograr un fin superior y colectivo24.
ejemplo, por medio de evaluaciones que exponen la ideología. La enunciación Las modalidades predominantes de la enunciación y del enunciado
se manifiesta y confronta argumentos con otros enunciadores incluidos por son declarativas y apreciativas. Dentro de las formas de la argumentación,
medio de citas textuales. En estas zonas dialógicas que manifiestan la subje- encontramos la elección del argumento causal25. También aparecen una
tividad enunciativa. serie de técnicas argumentativas en la organización del discurso que sir-
Si bien la focalización que predomina es la del ensayista en primera ven para explicar los hechos y justificar las opiniones, como por ejemplo,
persona, por momentos borra sus marcas valorativas, afectivas y apreciativas definiciones, repeticiones y reformulaciones, formas predominantes en el
y establece una distancia por medio de la tercera persona para producir un discurso explicativo.
efecto de objetividad.22 Predomina en el texto la dimensión cognitiva23 por La memoria es un acto de recreación del pasado desde la realidad del
sobre la emocional, de acuerdo a la intención enunciativa de no utilizar su presente y el proyecto del futuro. Es, desde las urgencias actuales que se inte-
condición de sobreviviente y poner en primer plano el contexto histórico–po- rroga el pasado, rememorándolo. Y, al mismo tiempo, es desde las particula-
lítico como punto de partida para su proyecto teórico. ridades de ese pasado, respetando sus coordenadas específicas, que podemos
El primer capítulo denominado “Memorias”, funciona a modo de introduc- construir una historia fiel26.
ción. La enunciación se distancia a partir del uso de la tercera persona y con- Esta definición se relaciona directamente con las premisas aceptadas en
fronta algunas premisas críticas sobre concepciones acerca de la memoria, como el campo de estudio de la memoria como “no discutibles” y sirve para fun-
la idea de archivo debido al peligro de caer en la reiteración y la naturalización. damentar las razones enunciativas. Para la autora, la memoria no construye
El eje del problema es la violencia política en nuestro país. La enunciación archivos definitivos, no conserva y clausura sino que construye, deshace y
explicita desde el punto de partida sus objetivos: realizar un ejercicio de memoria rehace lo que evoca27.
sobre las circunstancias que llevaron a la mayor violencia política en Argentina y
analizar el papel de las organizaciones armadas, sus prácticas y responsabilidades. 24 Calveiro, op. cit., 16.
Para ello, el realiza un doble movimiento: en primer lugar, recupera la 25 Su eficacia pragmática reposa en que se vincula con la posibilidad de explicar y pre-
decir. Roldán Vázquez, Paula. 2009. La Argumentación. En Marañón, Lelia (comp.): Los
22 Ibid., 202. juegos del lenguaje en la comunicación. Cuaderno bibliográfico. Cátedra de Lengua y
23 María Yolanda Cerviño. 2003. La argumentación en discursos sociales (teorías y recursos). Comunicación, 276–277. Tucumán: Facultad de Filosofía y Letras–UNT.
En Marañón, Lelia (compiladora). 2003. Memoria, imaginarios e identidad en discursos so- 26 Calveiro: op. cit., 11.
ciales. Abordaje desde el ACD, tomo III, 203. Tucumán: UNT, Facultad de Filosofía y Letras. 27 Ibid.
302 Política, violencia y memoria en el ensayo… / Adriana Olivera El Ensayo latinoamericano 303

La tesis parte de la opinión preexistente sobre la teoría de “los dos Y recurriendo una vez más a Clausewitz –ya debería actualizar su bi-
demonios”, a la que se descalifica, para investigar las responsabilidades bliografía– agrega:
civiles de los otros actores sociales involucrados: organizaciones políticas,
armadas, sociedad en general. Para la investigadora, los militares no son el …nos hicieron la guerra sucia y ahora nos hacen la política sucia”,
único demonio, sí el mayor y más responsable, por actuar desde el Estado. pasa por alto unas cuántas preguntas que le toca, precisamente a él,
Refuta la premisa e introduce argumentos de concesión para establecer sus entre otros, responder. Le toca contestar en términos políticos –como
contra–argumentos: la sociedad comparte responsabilidades con el poder dirigente de una fuerza que, bajo su conducción, fue exterminada– a
militar; hay actores civiles y militares con distinto grado de participación en qué se debió la derrota de uno de los proyectos políticos más impor-
los acontecimientos violentos de la década setentista. tantes de las últimas décadas29.
La responsabilidad de los actores sociales es compartida pero no en
partes iguales, por lo tanto, no hay “dos demonios”, sino uno: la sociedad Esta larga cita, constituye un rico enunciado polifónico ya que por medio
autoritaria que produjo el campo de detención clandestina y su tecnología de la inclusión de la voz del jefe de la Conducción montonera, escuchamos
represiva y desaparecedora cuya finalidad era el exterminio de los militantes una serie de acusaciones y refutaciones, primero por parte del jefe montonero
políticos y sociales. a opiniones anteriores, y luego de la misma Calveiro que lo critica, desacredita
La ensayista construye sobre el objeto de análisis su punto de vista y y acusa por su responsabilidad en las decisiones tomadas en el seno de la or-
refuta otras opiniones. Para sostener su hipótesis, utiliza estrategias polémicas ganización y que tuvieron directamente que ver con la derrota de la guerrilla
a lo largo del movimiento discursivo regresivo28. Calveiro polemiza explícita- y la muerte de muchos militantes y combatientes.
mente con otros enunciadores autorizados en el campo político, como Firme- La tesis propuesta es entender qué paso en el pasado reciente para “abrir
nich o Bonaffini, por medio de argumentos ad personam (contra la persona), el futuro” 30. Rehistorizar para abrir el debate desde varios puntos de vista,
desacreditando sus opiniones. rescatar el sentido político que tuvo entonces para sus protagonistas, recuperar
Cuando Firmenich afirma que: la política en el presente31.
Las premisas32, se caracterizan por ser “no discutibles” según el contexto
La jugada consiste en decir que los Montoneros son una mierda, determinado. Por ejemplo, la concepción de la memoria como construcción
que los que murieron eran unos pobrecitos buenos, que los que que- permanente, como acto, doble movimiento, trabajo33, ejercicio intelectual.
daron vivos son todos unos hijos de puta y que los de la conducción Los argumentos34 se organizan en forma escalonada, consecutiva, por
eran todos de los servicios de inteligencia. Ese crimen contra los que medio de argumentos causales y analógicos que fundamenten el punto de
estamos vivos mata a todos los argentinos, y mata dos veces a los que
están muertos… 29 Ibid, p. 22.
30 Ibid p. 13.
31 Ibid, p. 24.
32 Principios de valor general, que son objetos de acuerdo sobre los que se fundamenta
28 Este tipo de movimiento discursivo (datos + tesis + argumentos o conclusión) parte de la argumentación.
la explicitación de una tesis para luego dar los fundamentos de la misma, recurriendo 33 Ibid, 11–13.
a argumentos adversos. En Cerviño, op. cit., 215. 34 Aserciones que apoyan la tesis y constituyen la demostración. “Las argumentaciones
304 Política, violencia y memoria en el ensayo… / Adriana Olivera El Ensayo latinoamericano 305

vista autoral. Para ello, divide el texto en dos partes subtituladas: “Rehistorizar La ensayista se inserta en la serie de textos sobre la derrota de las
el pasado” y “La desobediencia armada”, como ejes contextuales centrales para organizaciones guerrilleras, cuestiona las prácticas armadas y las decisiones
interpretar los hechos estudiados. políticas de la Conducción Montonera que precedieron el golpe de estado.
En las conclusiones, una vez expuestos los argumentos causales, se Investiga las condiciones históricas e ideológicas que enmarcaron los pro-
suman analogías que establecen semejanzas entre países que sufrieron las cesos revolucionarios de los 60 y 70 para clarificar las causas de la derrota
prácticas de “las guerras sucias” en América Latina, y a utilización de casos y posterior desaparición.
particulares como el argentino, para fundamentar la tesis expuesta y asociar La enunciación focaliza a partir de modalidades declarativas, apreciativas
por medio de argumentos de asociación, casos generales y particulares o e imperativas, señalando los efectos de la violencia ejercida históricamente
universales y locales. La enunciación realiza una síntesis de las premisas y por el Estado Nacional sobre quienes se oponen a sus prácticas autoritarias.
argumentos planteados en el desarrollo y que cierran la argumentación. Se construye como una intelectual crítica de los procesos políticos y
En el contexto de la Guerra Fría, Estados Unidos debía asegurar su he- como una escritora por delegación que media entre los testimonios autobio-
gemonía en el continente, como paso primero e indispensable para alcanzar gráficos de los sobrevivientes y la investigación académica.
posteriormente la hegemonía mundial. En este sentido, no se pueden separar
las llamadas “guerras sucias”, ocurridas en muchos de los países de América
Latina, de la carrera norteamericana por ganar aquella otra Guerra y tratar de
convertirse así en única potencia a nivel mundial.35 Bibliografía

A modo de conclusión Amar Sánchez, Ana María. 1990. La ficción del testimonio. Revista Iberoame-
ricana (Lima, Perú, Latinoamericana Editores) 151, (abril–junio): 447– 461.
Calveiro establece una relación temática entre sus dos ensayos Poder y Calveiro, Pilar. 1998. Poder y desaparición. Los campos de concentración en
desaparición y Poder y violencia, con respecto a la isotopía de la práctica de Argentina, Buenos Aires: Colihue.
desaparición de personas. Este tema eje, más desarrollado en el primer ensayo . 2005. Política y /o violencia. Una aproximación a la guerrilla de
de 1998 y retomado en el de 2005, se relaciona directamente con el análisis los años 70. Buenos Aires: Norma.
de los movimientos armados desarrollado en el último ensayo. Marañón, Lelia (compiladora). 2003. Memoria, imaginarios e identidad en
Se podría decir que esta violencia de “escarmiento” del Estado, contra discursos sociales. Abordaje desde el ACD, tomo III. Tucumán: UNT–Facul-
aquellos que intentaban poner en entredicho su núcleo más medular, per- tad de Filosofía y Letras.
manece como memoria de un miedo gigante que no se atreve, siquiera, en el Nofal, Rossana. 2009. Partes de guerra: el Trelew de Paco Urondo. En
presente, a reconsiderar la difícil y decisiva relación entre política y violencia.36 Gerbaudo A. y A. Falchini (editoras). Cantar junto al endurecido silencio.
Escritos sobre Paco Urondo. Santa Fé: UN del Litoral.
. 2009. Literatura y testimonio. En Dalmaroni y otros. La investiga-
inducen, refutan o estabilizan creencias o comportamientos de la recepción por medio ción literaria. Problemas iniciales de una práctica. Santa Fé: UN del Litoral.
de diferentes recursos”. Cerviño: op. cit., 204. . 2009. Los juegos del lenguaje en la comunicación. Cuaderno bi-
35 Calveiro: op. cit., 188. bliográfico. Cátedra de Lengua y Comunicación. Tucumán: UNT–Facultad
36 Ibid, 190. de Filosofía y Letras.
306 Política, violencia y memoria en el ensayo… / Adriana Olivera El Ensayo latinoamericano 307

Sarlo, Beatriz. 2005. Tiempo pasado. Cultura de la memoria y giro subjetivo. A propósito de El río sin orillas de Juan José Saer:
Una discusión. Buenos Aires: Siglo XXI. miradas biopolíticas, representaciones e
Sardi D’Arieli. 2005. Lengua y Literatura I. Los discursos sociales. Buenos imaginarios sociales sobre el Río de la Plata.
Aires: Longseller. Rolando Bonato

La imagen que se impone en la literatura nacional sobre el Río de la Plata


es la vinculada a la vastedad, exuberancia e imposibilidad de captar sus límites
–físicos e imaginarios– a través de la mirada de quien observa el estuario. Esta
imposibilidad de captar el espacio como totalidad se puede comparar –por co-
rrespondencia– pampa argentina. Este principio de contigüidad entre la pampa
y el río tiene como principal argumento la uniformidad de ambas superficies y
la ilusión de vacío en uno y otro espacio. Por otro lado, los dilemas políticos y
culturales de la pampa también tuvieron un correlato en las aguas del Plata.
Desde Amalia de José Mármol hasta Sudeste de Haroldo Conti se delinea
otra visión privilegiada del Río de la Plata: la del sujeto de ficción atravesado
por el encuentro de sí mismo con el río. Estos dos sintagmas –la igualación
río/llanura, por un lado, y la mirada de un sujeto que, por momentos, se
detiene para interrogarse frente a la vastedad, por otro– bosquejan mi interés
por el texto El río sin orillas de Juan José Saer (2000).
La clasificación genérica de El río sin orillas es problematizada por el pro-
pio autor. En el comienzo del texto, éste define su escritura como un tratado
imaginario. No obstante, prevalecen los principales rasgos que nos permiten
pensar esta escritura en términos de ensayo: carácter hipotético especulativo
del tratamiento del asunto, elementos persuasivos dirigidos al lector, efecto
estético en el lenguaje, fuerte señalamiento del yo de la enunciación. Saer es-
tablece una ruptura posible con los otros dos textos y con la tradición literaria
nacional: reflexiona la relación del pasado dictatorial con el Mar de Solís. A
raíz de este vínculo, el Río de la Plata establece una unión bio–política1 con la

1 Fue Michel Foucault quien dio cuenta de esta categoría con el fin de señalar cómo la
modernidad definió al hombre que, en cuya naturaleza, está entredicha su condición
de ser viviente. Para el autor de la Microfísica del poder, el cuerpo es el dispositivo
privilegiado de control y aniquilamiento de la biopolítica.
308 A propósito de El río sin orillas de Juan José Saer… / Rolando Bonato El Ensayo latinoamericano 309

historia reciente –puntualmente en lo que respecta al arrojo de cadáveres desde los llamados época; la omisión del lado oriental del río es una constante hasta nuestros días.
“vuelos de la muerte”–. Pero, tal como lo veremos luego, Saer sí se inscribe en la tradición Me refiero a que en el momento en que un autor da cuenta de una represen-
nacional de cara al Plata al no estimar la otra orilla, la uruguaya. tación del espacio fluvial rioplatense llamativamente se omite la orilla oriental.
Así mismo, en la década de 1990, la literatura uruguaya, por primera vez Al mismo tiempo, las descripciones del estuario se han elidido para cobrar
en sus dos siglos de producción literaria, considera la tematización del Río de una dimensión física próxima a la planicie del continente y sus características
la Plata. La producción narrativa de Carlos María Domínguez es significativa. topográficas –llanura, inmovilidad. Recordemos que, tanto los viajeros del siglo
De este autor se percibe claramente la intención de establecer un diálogo entre XIX como el propio Sarmiento captan esta imagen de la llanura como mar.
las dos orillas rioplatenses con el fin de establecer puntos de articulación que En la década de 1990 se editaron una serie de novelas que trataron el
involucra aspectos históricos y culturales. tema del cruce del Río de la Plata. Este tópico no alcanzó a forjar la com-
El texto que refiero –El río sin orillas– establece la relación sujeto de la plejidad que supone pensar la representación del estuario tal como aparece
enunciación/pasado histórico. Revisa el pasado nacional con el fin de pensar en el texto saeriano. Esta idea se fundamenta por el hecho de que en cada
su tiempo y el porvenir; el yo de la enunciación establece un centro de gra- trama de estas novelas el Río de la Plata no es vinculado con los programas
vitación en el Río de la Plata; entrecruza géneros discursivos minados por la estéticos: Boomerang de Elvio Gandolfo, La orilla oriental de Silvia Barón
voz que narra. La biopolítica constituye un mapa lectura del presente trabajo. Supervielle, El Dock de Matilde Sánchez y Plata quemada de Ricardo Piglia
Para Bronislaw Bazcko (1991) la sociedad se organiza a través de un sis- responden a esta tematización del cruce del río. El tópico del cruce del Río
tema de creencias y valoraciones que propicia la cohesión de sus individuos. de la Plata inaugurado por Amalia de José Mármol. En el caso de los textos
Esta cohesión permite crear una conciencia comunitaria que regula las prác- que refiero en este párrafo los personajes protagonistas huyen a la República
ticas. En las palabras de este historiador, los imaginarios sociales son “fuerzas Oriental del Uruguay por robo –Plata quemada y Boomerang– o bien, con el
reguladoras de la vida colectiva”. Son una pieza que garantiza los dispositivos fin de evadirse de la violencia política del país: El Dock. La orilla oriental da
de control social en el ejercicio del poder. Los imaginarios sociales son, por lo cuenta de la búsqueda de un personaje por encontrar el origen de su pasado.
tanto, el espacio donde se exhiben los conflictos sociales. Se delimita un siste- En todos los textos que he dado cuenta hasta el momento –tanto el
ma de oposición en el que se fijan los amigos y los enemigos. Los discursos tratado imaginario de Saer como las novelas señaladas– el río es representado
estéticos mediatizan estos sistemas de oposición con el fin de establecer otras como un lugar ajeno de sus rasgos definitorios: una manifiesta elisión de sus
significaciones. En el texto que trabajo se perfila un vínculo entre imaginarios aspectos constitutivos de las dimensiones físicas y simbólicas del estuario:
sociales, marca enunciativa y valoraciones de los momento históricos en los mareas, sudestadas, naufragios, inundaciones, personajes del río.
que fueron publicados. Justifica esta idea al menos tres razones: El Río sin
orillas delinea una mirada crítica y política con relación a la cultura, la ins-
cripción ensayística del discurso da cuenta del vínculo que la voz narradora
tiene con el asunto tratado. El texto saeriano da inteligibilidad a aspectos de
la cultura nacional que se exhiben como problemáticos. En esta dirección, el
Río de la Plata adquiere una centralidad ineludible.
Puede decirse, con los riesgos que esta generalización supone, que los
modos de representar el Río de la Plata siempre han mantenido un diálogo
explícito con la pampa y, particularmente, con el trasfondo político de cada
310 A propósito de El río sin orillas de Juan José Saer… / Rolando Bonato El Ensayo latinoamericano 311

Biopolítica y río a la normalización, y las subjetividades que se distinguen por una anomalía
[…] porque presentan una refutación a las imposiciones del poder material
La podemos tirar al río –dijo Cummins casi consultando a Mujica como o simbólico”. (Sarlo, 2005: 18). El rescate de estas figuras sociales impone la
si quisiera desprenderse rápidamente del cadáver. necesidad de nuevos registros como el testimonio. De ahí que, instalada la
–Es peligroso. El río siempre devuelve los cadáveres. subjetividad como lugar de reflexión, la literatura se pliega a ese debate e
Luis Gusmán instala como procedimientos la utilización del discurso indirecto libre y la pri-
mera persona. En el corpus que trabajo es factible percibir voces fuertemente
La vida es eso que deviene, eso que “pasa” y que moviliza los cuerpos, afectadas por la dimensión histórica; personajes cuyas subjetividades no logran
los saca de sus formas y de sus figuras y los lleva más allá, a su mutación y articular la violencia del pasado con el escenario democrático del presente.
su mezcla, en un proceso que es siempre singular en tanto que produce una Con el retorno a la democracia diferentes tópicos y géneros se vinculan
diferencia positiva. con el Río de la Plata: el género privilegiado es la nueva novela histórica2.
Gregorio di Giorgi Textos como: El entenado de Juan José Saer, Plata quemada de Ricardo Piglia,
Aún de Mariano Dupont, Costanera sur de Gloria Pampillo y, particularmente,
El vínculo ineludible entre modernidad y biopolítica fue trazado por Memorias del río inmóvil de Cristina Feijóo son buenos representantes en esta
Michel Foucault. El hombre moderno transfirió su potencial político en una dirección. A modo de breve consideración de estos textos puedo indicar que
biopolítica; esto es, un reconocimiento de que el hacer público fue captado una serie de imágenes los aúna: personajes protagónicos que se encuentran
por el poder con el fin de controlar su hegemonía y control; de ahí que la atravesados por el vínculo –perverso, siniestro o amoroso– con el Río de la
política se dirija directamente hacia la corporeidad del sujeto para disciplinarlo Plata y la dictadura militar argentina. La potencia del género de la novela his-
o bien, eliminarlo. Contradictoriamente, el devenir moderno erigió la idea de tórica permite minar el tratamiento de lo histórico en la encrucijada del sujeto
que el poder se concibe en términos de garante del cuerpo y las poblaciones con el acontecimiento biopolítico y dictatorial del tiempo narrado. La costa y
aunque los “sujete” violentamente y los codifique en nombre del capital y la el río funcionan como espejo a partir del cual los límites entre el adentro y el
producción. Paradójicamente, esta es la misma idea que sirve de fundamento afuera, lo cultural y lo siniestro se vuelven zonas porosas de intercambios. La
para justificar las guerras y genocidios más brutales de la historia. escritura histórica se consolida a través de un evidente protagonismo otorgado
Para la realidad cultural de Argentina, el estudio de la categoría biopolíti- al testimonio y la subjetividad.
ca no es indiferente; en especial, si consideramos su pasado histórico reciente. En la década de 1990 se consolida una nueva forma de representación
Con el retorno de la democracia comienza a perfilarse un nuevo modo de del Río de la Plata. En principio, el estuario deja de tener una connotación
articular estéticamente los discursos literarios con el Río de la Plata. Podría geopolítica o una articulación vinculada al ser nacional, tal como lo vimos
inscribir esta transformación en lo que Beatriz Sarlo (2005) denomina “giro con la Ocampo. El viraje se centra en una construcción biopolítica del es-
subjetivo de la literatura”. Para Sarlo, las condiciones históricas e ideológicas tuario. Algunos textos ya se habían publicado en la década anterior pero es
han permitido que, desde la década de 1980, tanto en los discursos estéticos a partir de 1990 que se asegura un nuevo núcleo representacional del Río de
como en el terreno de las ciencias sociales, se establezca la recuperación de la Plata. Algunos de estos rasgos son los siguiente: el Río de la Plata deja de
sujetos históricos cuyo principal rasgo es “lo extraño”, “lo singular”. tener un protagonismo en la construcción territorial/simbólica del Estado–
Este anhelo por recuperar la extrañeza socava los relatos totalizantes y
simplificados del pasado con el fin de hallar “el rastro de aquello que se opone 2 Noé Jitrik y Cristina Pons entre otros autores.
312 A propósito de El río sin orillas de Juan José Saer… / Rolando Bonato El Ensayo latinoamericano 313

nación argentino; este desentendimiento por la apropiación del espacio en la su libro, incorpora la llanura pampeana como parte constitutiva del río para
discusión por la nacionalidad –que sí estaba en los dos textos anteriores–; no establecer un punto de intersección entre aspectos culturales e históricos con
obstante, sí persiste –como en Sarmiento y Ocampo– aún con estos cambios el espacio hídrico.
la elisión de la otra costa, la uruguaya. En efecto, cuando el sistema literario El libro está dividido en cuatro secciones: cada una de ellas, se titula
nacional denomina Río de la Plata sólo lo hace desde la costa occidental. con el nombre de una estación climática. Por otra parte, el río es repre-
En esta dirección, el oriente de Argentina nunca fue la República Oriental sentado en el cruce con los acontecimientos históricos, configurante de
del Uruguay sino Europa. otras espacialidades como la instalación de ciudades y los lugares rurales.
Sí corresponde indicar que, desde la otra orilla, comienza a producirse, Nuevamente, los límites del río son puestos en debate a partir del anclaje
por primera vez en el sistema literario uruguayo, la consideración del Río de que se produce entre el Río de la Plata con la dimensión simbólico–cultural
la Plata como un locus estético. Y, en el caso de Carlos María Domínguez, se que este posee para la región. Saer innova en la representación del estuario
construye una dialéctica con los acontecimientos biopolíticos de la década al contrastar aquel espacio de clausura propuesto por Sarmiento, en pleno
de 1970 del país vecino; Argentina narra el arrojo de los cadáveres al río y el período de organización nacional, para establecer una apertura de sus lími-
Uruguay cuenta cómo aparecían los cuerpos en las costas uruguayas3. tes principalmente simbólicos en una etapa histórica en donde los idearios
nacionalistas son puestos a consideración.
Juan José Saer y las formas del río La lectura que realiza el autor de El limonero real sobre el Río de la Plata
y su zona próxima está organizada desde un lugar de observación muy espe-
El río sin orillas (2000), se ubica en una zona fronteriza en cuanto a su cífico. De hecho, el tratado comienza narrando los viajes que el autor realiza
clasificación genérica. Hay ya –desde las primeras páginas– una destacada periódicamente desde Francia a la Argentina. En cada incursión que hace a
marca enunciativa que vincula la identidad del autor con el espacio fluvial: su país natal, revive una experiencia de visualización del estuario platense
cada vez que el avión se aproxima a Buenos Aires; así, en cada descenso en
“Ese lugar chato y abandonado era para mí, mientras lo contempla- el Aeropuerto Internacional de Ezeiza ve el río desde dos figuras posibles:
ba, más mágico que Babilonia […] Era mi lugar: en él muerte y delicia
me eran inevitablemente propias” (Saer, 2000: 17). Su forma verdadera […] se avecina mucho a la del escorpión, con
la bahía de Samborombón […] y la bahía de Montevideo que forman
La intensidad subjetiva a la que hace referencia el escritor santafesino las pinzas, y el último tramo del río Uruguay formando la cola. […]
tiene mucho que ver con una confección de espacialidad que está estrecha- Pero podemos invertir el dibujo, […] y entonces aparece con claridad
mente ligada a los ríos. De hecho, su “tratado imaginario”4, como así llama a la silueta de un pene, con las dos bahías serviciales ya mencionadas
figurando sin error posible los testículos, penetrando hacia el interior
3 En El entenado (1983) este tópico de cadáveres en el río aparece cuando el narrador de la tierra, de la que la provincia de Entre Ríos contendría el útero,
vuelve a España luego de ser recuperado por una flota ibérica. el vértice del delta el clítoris. (Saer; 1994: 31)
4 Esta definición genérica le permite a Juan José Saer justificar un discurso que, no inscripto
en un pacto ficcional, admite el tratamiento de un tema apartado de las convenciones Los contornos del río habilitan dos figuras posibles. Estas permiten reme-
de otros discursos como el ensayo, la non fiction, etc. Tal como lo reconoce el propio morar dos series de hechos y circunstancias ocurridas en el lugar: por un lado, la
Saer, este género discurso es difícil de ser clasificado genéricamente. figura del escorpión, que para muchas culturas es considerado un símbolo de la
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destrucción y estrechamente ligado a la muerte, nos remite las pruebas y desa- 4. Al/el oriente de Argentina
fíos que debieron soportar muchos de los que se aventuraron por estos lugares.
Recordemos que la figura del escorpión tiene dos pinzas que permiten al animal Bartolomé Mitre (1939) plantea que el contrabando y la delimitación
atrapar y capturar eficazmente a sus presas. J. L. Cirlot expone la presencia de de los límites territoriales fue una preocupación destacada para la gestión
este animal como arquetipo de trampas y traiciones en diversas culturas como colonizadora de la Corona Española en la mitad del siglo XVIII. La discusión
la egipcia y la griega entre otras. En el texto de Saer, se ubica estas pinzas en se centró en las guerras y convenios diplomáticos tendientes a que la Colonia
el comienzo del estuario platense: esto nos permite asociar, por extensión, los del Sacramento, frente a la ciudad de Buenos Aires, forme parte del Virreinato
obstáculos que debieron sortear quienes llegaron a este lugar desde el siglo XVI. del Río de la Plata. La escisión trazada por la contienda entre los dos reinos
De hecho, el autor ubica la trampa que tendieron las comunidades autóctonas durante el siglo de las luces parecen haber diseñado definitivamente, según
5
a la expedición de Solís casualmente en las “pinzas” del escorpión . la opinión de Mitre, una distancia material y simbólica entre las dos orillas
Lo interesante en Saer es la revisión histórica que realiza de lo acontecido que nunca logró rebatirse; claro está que el contrabando tampoco fue resuelto
cultural y políticamente en el estuario platense; este lugar –representado como con la anexión de Colonia al imperio español en 1777. Ambos temas nunca
clave de la República Argentina– le sirve para pensar el país, su pasado y las incer- alcanzaron una resolución: distancia simbólica y movimiento clandestino de
tidumbres del presente. A diferencia de Sarmiento, Saer realiza un movimiento de mercancías y personas distancian y acercan dos orillas de un mismo río en
apertura del Río de la Plata ya en la problematización de sus fronteras simbólicas –hoy– dos estados nacionales.
y materiales. Este gesto de abrir las fronteras simbólicas del estuario le permite Por último, la referencia del Río de la Plata reaparece en la literatura del
exhibir las fragilidades de las distintas representaciones canónicas del estuario. área como escenario permeable a los cambios estéticos de las últimas déca-
Desmonta el lugar hierático que tiene este espacio dentro de la tradición literaria. das: problematización en torno a la subjetividad a través de la recuperación y
Al realizar esta operación, las muertes y las sucesivas desapariciones físicas se puesta en relato de la primera persona, reconsideración del pasado histórico
hacen presentes. Muestra por ejemplo, el efecto traumático de la última dictadura –particularmente el dictatorial– como lugar de determinación del presente.
militar cuando afirma: “Las sucesivas catástrofes políticas, económicas, sociales y Los imaginarios sociales –en tanto fuerzas reguladoras de la sociedad y dispo-
morales que han asolado a la Argentina en los últimos 35 año, han perturbado de sitivos de control– señalan no sólo las rupturas sino también y –sobre todo–
algún modo la sucesión de generaciones […] en épocas turbulentas se invierte el las continuidades de valoraciones, imágenes e ideologías. El texto trabajado
orden natural de las cosas, y son los padres quienes entierran a sus hijos.” (Saer, exhibe representaciones vinculadas a los años ‘70 como período clausurado
2000: 18). En síntesis, Juan José Saer, al igual que el conjunto de autores y textos y resuelto en términos conflictivos. No obstante, las voces que refieren abren
que refieren este espacio en la literatura argentina, elide la costa oriental como una incursión hacia el pasado y la imagen devuelta interroga la individualidad
si la orilla del estuario se fusionara con el Atlántico. y el aislamiento propiciados en la década de 1990.

5 Su tronco de sólo cincuenta leguas de elevación y de base desproporcionada, mide


sesenta leguas de anchura en su unión con el mar, y diez en su primera bifurcación
formada por sus dos mayores brazos, el río Uruguay y el río Paraná […] El delta del
Paraná está comprendido entre varios brazos […] por los cuales desemboca el río de
la Plata. Es un vasto triángulo isósceles envuelto por el Paraná, el Uruguay y el Plata
(Sastre; 2005: 38).
316 A propósito de El río sin orillas de Juan José Saer… / Rolando Bonato El Ensayo latinoamericano 317

Bibliografía El ensayo como debate y transmisión del


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VV.AA. 2001. Nuevo diccionario de autores uruguayos. Montevideo: Ediciones advirtiendo las diversas lógicas de construcción y deconstrucción del sentido.
de la Banda Oriental. En el caso de los ensayos de Gusmán se advertirán las vinculaciones con sus
novelas, donde el trabajo con el lenguaje brinda nuevas respuestas relacio-
nadas con la memoria y la transmisión del pasado reciente.
Por último, en la prosa ensayística vinculada con este tema se observa
la recurrente reflexión acerca de cómo se constituye la voz que enuncia, que
cuestiona la función autor individual y busca inscribirse en un relato argumen-
tativo que ensaya diversas posiciones de enunciación en plural: en ocasiones
es un plural, que articula un nosotros con los sujetos plurales presentes o
futuros que estén dispuestos a recuperar este legado.
318 El ensayo como debate y transmisión del… / Adriana Imperatore El Ensayo latinoamericano 319

Textos pilares para una memoria crítica de una sociedad atacada por dos violencias equivalentes y opuestas –aunque
se tratara de fuerzas imposibles de equiparar como las fuerzas armadas y de
El horizonte sobre el cual se proyectan los textos de Calveiro, Benasayag seguridad del Estado y los grupos insurreccionales armados- que permanecía
y Gusmán es el de la proliferación de discursos relacionados con las diversas ajena a los conflictos políticos que la atravesaban. En cuanto a la reivindica-
memorias de la última dictadura. En la forja de los imaginarios sociales, hay ción de los desaparecidos como víctimas “inocentes”, fue una caracterización
ciclos o fases que atraviesan la memoria colectiva en relación con la herencia problemática porque, por un lado, esta denominación borraba el pasado y
del pasado. Así como la memoria necesita anclarse en nombres de calles, la condición militante de los desaparecidos y, por otro, dejaba deslizar im-
monumentos o sitios clave de la ciudad o del territorio nacional, los flujos plícitamente que habría habido víctimas que no merecerían el calificativo de
del recuerdo pueden ser convocados imprevistamente desde el presente por “inocentes”, en tanto la participación política o la militancia en organizacio-
cualquier hecho que despierta resonancias del pasado. A partir de 1995, casi nes guerrilleras serían razón suficiente para justificar la represión. En el texto
a veinte años de la dictadura, tras los indultos y las leyes de impunidad, se citado, Gusmán advierte que recién después de la marcha multitudinaria con
da una suerte de “eclosión de la memoria” producida por una acumulación motivo de los veinte años del Golpe, los recordatorios publicados en Página
de acontecimientos de distinta índole: conmemoraciones por los veinte años /12 comenzaron a reivindicar el origen militante de los desaparecidos. Como
del Golpe, la creación de HIJOS, los efectos de la internacionalización de la afirma el mismo Gusmán: “‘Hasta la victoria siempre’ es la consigna domi-
justicia con condenas efectivas para los represores en España, Italia, Francia y nante, que recupera del olvido algo que a veces se pierde de vista: que se
Alemania, el comienzo en el país de los Juicios por la Verdad, que prepararon trataba de una lucha. Y no hay mayor triunfo para el genocidio que el hecho
el escenario previo a la lucha por la derogación de las leyes de impunidad. de hacer olvidar que se trataba de una lucha política” (Gusmán, 2005: 340).
Estos hechos habilitaron canales para la circulación de relatos sobre el pasado Los ensayos Poder y desaparición (2004) de Pilar Calveiro y Utopía y
donde aparecen nuevas voces y perspectivas: los exmilitantes ya no sólo hablan Libertad (1998) de Miguel Benasayag presentan algunos puntos de afinidad:
como testigos del horror de los campos de concentración o del exilio, sino ambos textos han sido escritos por exmilitantes montoneros sobrevivientes de
que reflexionan sobre las experiencias de la militancia de los años sesenta y los campos de concentración y articulan la lógica testimonial con la reflexión
setenta. Justamente, Alejandra Oberti y Roberto Pittaluga en su libro Memorias teórica (la teoría política y la sociología de corte foucaultiano, para el caso de
en montaje (2006) señalan que la novedad respecto de la etapa alfonsinista Calveiro y el psicoanálisis y la filosofía, para el caso de Benasayag). La clave
es que en estos textos se comienza a establecer vínculos que conectan la de ambos textos es el modo en que la lógica testimonial se combina con la
dictadura con los años previos de efervescencia política, sin los cuales no se
entendería la magnitud de la represión, y se tienden líneas de continuidad mucho antes del Juicio, puesto que surgen de la etapa previa al golpe. Tanto guerrilleros
con la democracia posterior y actual. como miembros de la Triple A y represores coincidían en una fe militarista que los ale-
La distancia temporal respecto de lo ocurrido permite desmontar con- jaba de las bases sociales. A la vez, parte de la sociedad se colocó como espectadora de
figuraciones míticas que funcionaron en los primeros años de la democracia, estos combates, en ocasiones delegando cierta representatividad en secuestros extorsivos
como la teoría de “los dos demonios” y la caracterización de los desaparecidos producidos por los grupos guerrilleros en apoyo a una huelga, sin asumir los costos de
como víctimas “inocentes”. La primera teoría explicativa1 difundió la imagen esas acciones. Esa cisura entre la sociedad y los grupos armados posibilitó la imagen
de dos demonios, sin que la gente común asumiera su responsabilidad en este proceso.
1 Véase: Vezzetti, Hugo. 2002. El juicio a las Juntas y “los dos demonios”. En Pasado y
Hugo Vezzetti indaga en las razones históricas de por qué pudo implantarse la teoría
de “los dos demonios” y llega a la conclusión de que las condiciones estuvieron dadas presente. Guerra, dictadura y sociedad en la Argentina, 121-128. Buenos Aires: Siglo XXI.
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reflexión teórica que culmina en la forma ensayo. La posición dominante en de la Cruz Roja Internacional en oposición a otro tipo de militancia por los
sede académica consagra la legitimidad del discurso de la historia, la teoría DDHH:
política o sociológica por sobre el testimonio o “las escrituras del yo”, puesto
que la enunciación subjetiva impediría acceder a la construcción de un saber …es casi cómico recordar nuestra alegría al enterarnos que un
general o colectivo. Ambos textos desafían esta preponderancia al nutrir los só- grupo de Amnesty International escribía, NOS escribía. La ‘eficacia’ de
lidos desarrollos teóricos a partir del conocimiento surgido de la experiencia de su gestión podía ser relativa en lo que se refería a nuestras esperanzas
haber sobrevivido al paso por la ESMA. La experiencia podrá ser intransferible, de liberación, pero era inmediata y considerable al menos para dos
pero sí es comunicable y analizable de diversos modos. Como afirma Martin personas: en primer lugar, para el militante que escribía, que hacía
Jay (2009): “a pesar de que la experiencia es algo que debe ser atravesado o saber que no podía soportar esta privación de libertad, y eventualmen-
sufrido de manera indirecta, puede volverse accesible para otros a través de un te, cuando la noticia llegaba, para el prisionero. Este tipo de lucha por
relato post facto, una suerte de elaboración secundaria en sentido freudiano, los DDHH, no espectacular, es fundamentalmente eficaz por cuanto
que la transforma en una narrativa llena de sentidos”. Veamos de qué modo participa activamente en la creación libre de un proyecto de mundo
este saber que proviene de la experiencia no se desdeña sino que se articula diferente (Benasayag, 1998: 82).
y retroalimenta los saberes disciplinares en un tono ensayístico que no pierde
la tensión vivaz que proviene del saber testimonial. Calveiro mantiene esta Conjugando el saber procedente de la experiencia y los saberes teóricos,
distancia media en una tercera persona que la incluye como una más: ambos textos realizan dos críticas fundamentales: la crítica a la lógica del poder
desaparecedor y la crítica al militarismo de los movimientos revolucionarios.
Desde la llegada a la cuadra de La Perla, a los pabellones en Campo
de Mayo, a la capucha en la Escuela de Mecánica, a las celdas en el Críticas a la lógica del poder desaparecedor
atlético o como se llamara el depósito correspondiente, el prisionero
perdía su nombre, su más elemental pertenencia y se le asignaba un Ambos textos parten de aquello que ha sido de mil formas testimoniado,
número al que debía responder. Comenzaba el proceso de desaparición pero que se resiste a ser pensado: el modelo de sociedad forjado a partir de
de la identidad, cuyo punto final serían los NN (Lila Pastoriza: 348; Pilar los campos de concentración y la tortura, las condiciones históricas, sociales
Calveiro: 362; Oscar Alfredo González: X51). Los números reemplazaban y filosóficas que la hicieron posible y las perspectivas futuras. Desde saberes
a los nombres y apellidos, personas vivientes que ya habían desapare- diferentes realizan una crítica de la lógica del poder desaparecedor para des-
cido del mundo de los vivos y ahora desaparecerían desde dentro de montar la teoría de “los dos demonios”, el principio de obediencia debida o
sí mismos, en un proceso de “vaciamiento” que pretendía no dejar la la justificación de la represión por los “excesos”.
menor huella. Cuerpos sin identidad, muertos sin cadáver ni nombre: Si bien la Doctrina de Seguridad Nacional o doctrina Nixon obedeció a
desaparecidos. Como en el sueño nazi, supresión de la identidad, hom- los intereses norteamericanos y ejerció su influjo en toda la región, así como
bres que se desvanecen en la noche y la niebla (Calveiro, 2004: 47). la doctrina militar francesa probada en Argelia ya incluía el recurso a la tortura
y a la desaparición de personas; Calveiro analiza las condiciones particulares
El análisis en 3ra persona de Benasayag alterna a veces con la primera para que en Argentina se consolidara un poder autoritario, golpista y desapa-
persona del plural para recuperar el saber surgido de la experiencia. En este recedor de toda disfuncionalidad.
parágrafo se refiere al contacto distante y poco implicado de los representantes Sin caer en la lógica equiparadora de la teoría de “los dos demonios”, realiza
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un análisis crítico de los dos actores que confluyeron en los campos de concen- concentración fueron el dispositivo ideado para concretar la política binaria
tración: las fuerzas armadas y los militantes guerrilleros. Señala que desde el golpe que derivó en el exterminio haciendo desaparecer lo disfuncional, diseminan-
del ’30, los militares se fueron constituyendo en un factor de poder cada vez más do el terror y moldeando sujetos y sociedades sumisos. No obstante, Calveiro
autónomo con capacidad para representar y negociar con los sectores sociales demuestra que había elementos culturales comunes entre militares y secues-
decisivos su acceso al gobierno. Los partidos políticos y la sociedad civil también trados y también muchas zonas de contacto en donde la representación del
dieron algún tipo de apoyo o consenso para que en 1976 las tres fuerzas armadas “otro” cedía y por momentos se resquebrajaba esa lógica binaria de exclusión.
asumieran conjuntamente este nuevo y singular “salvataje”: Así, el proyecto binario en términos absolutos se revela imposible e incluso en
la situación extrema de los campos hubo fugas, grietas y resistencias exitosas
Ahora sí, producirían todos los cambios necesarios para hacer a esa lógica, tal como ocurrió en la sociedad con la formación de organismos
de Argentina otro país. Para ello, era necesario emprender una de derechos humanos y con la demanda de justicia.
operación de ‘cirugía mayor’, así la llamaron. Los campos de con- Uno de los aspectos más notables del texto es que al cuestionar la lógica
centración fueron el quirófano donde se llevó a cabo dicha cirugía binaria, puede hacer la crítica de los conceptos y herramientas mismos con
–no es casualidad que se llamaran quirófanos a las salas de tortura–; los que se pensó el terrorismo de estado. De este modo, desarticula la teoría
también fueron, sin duda, el campo de prueba de una nueva socie- de los dos demonios y relaciona la guerrilla, los militares y los campos de
dad ordenada, controlada, aterrada” (Calveiro, 2004: 11). concentración como parte del tejido y la trama social. Las fuerzas militares no
son monstruos excepcionales ajenos a la sociedad: al rescatar al sujeto humano
La experiencia concentracionaria fue posible a través de la internalización en el desaparecedor no se lo absuelve, se lo excluye de lo monstruoso para
de un férreo mecanismo de orden-obediencia cuya responsabilidad se perdía incluirlo en el orden de lo humano y, por tanto, en lo que se puede valorar
en una larga cadena de mandos, la implementación del miedo dentro de las y juzgar, de este modo se restituyen los niveles de responsabilidad y se echa
propias filas y la fragmentación y rotación de las tareas represivas plasmadas por tierra el fundamento de la obediencia debida.
en un proceso de burocratización que naturalizaba las atrocidades y dificultaba Miguel Benasayag basa su análisis en la importancia de la dimensión
el cuestionamiento de las órdenes. A la vez, había una compartimentación simbólica en la construcción del poder para no caer en la lógica de la relación
de funciones a veces antagónicas: como la función reparadora y asesina de de fuerzas típica del militarismo. Nota un síntoma psicótico recurrente en casi
los médicos que asistían la tortura. De este modo, en el pretendido exceso o todos los testimonios de torturas (que revelaría la naturaleza constitutiva del
en lo que se piensa como excepción está la norma del poder desaparecedor. orden totalitario): la escisión entre el torturador y el funcionario del Estado.
Calveiro basa su análisis en la crítica a la lógica binaria propia del totalita- En efecto, los funcionarios militares en los momentos de la tortura se hacían
rismo que divide al mundo en dos grandes bloques: lo propio y lo ajeno, lógica pasar por integrantes de la Triple A o por otros, pero no por integrantes de
de la guerra al fin que pretende la aniquilación total del oponente, construido las fuerzas armadas. De ahí que todas las campañas humanitarias tendieran
a partir de la elástica figura del subversivo2. En este sentido, los campos de a demostrar el vínculo entre el carácter estatal de la represión con la tortura
y las acciones ilegales. La coherencia de esta locura se explicaría porque his-
2
Esta vocación de destrucción sin fronteras (que no se cumple en su totalidad) puede tóricamente, a partir de la Modernidad, en la mayor parte de las sociedades,
leerse en la declaración del ex Gral. Ibérico S. Jean: “Primero mataremos a todos los si el Estado toca el cuerpo de un prisionero se vuelve ilegítimo, esto no fue
subversivos, luego a sus colaboradores, después a sus simpatizantes, luego a los indi- siempre así, ya que en etapas premodernas el Estado reivindicaba el derecho
ferentes y por último a los tímidos”. Tomada de: Página/12, 16 de diciembre de 2003. de martirizar el cuerpo de los prisioneros y fundaba su legitimidad en otros
324 El ensayo como debate y transmisión del… / Adriana Imperatore El Ensayo latinoamericano 325

principios. La violación de la prohibición fundamental que se estaría dando juega el fracaso o el debilitamiento de la propuesta política, al haber confiado
en la tortura tiene que ver con la supresión del orden simbólico, es decir del en la vía armada. En un coloquio3 Calveiro ejemplificó un modo de articu-
orden de la cultura o de la ley que regula en un momento y en una sociedad lación inverso en la relación entre política y violencia en el surgimiento del
determinados los límites entre los sujetos: movimiento zapatista: la vía armada se utilizó puntualmente en el momento
de la irrupción en 1994 y luego, las energías se volcaron en la generación de
“En la relación dual que establece la díada torturado-torturador, un consenso para hacer visible una propuesta política que ciertamente no
ya no hay bambalinas. La tortura es una relación de incorporación del pretendía la toma del poder, sino la disminución de la asimetría y la inclusión
otro, una fusión arcaica que constituye un atentado psicótico contra la de la población indígena como sujeto de ciudadanía.
base de la civilización humana: es por eso que los ‘paramilitares’ ar- En los términos de Benasayag, tributarios de la concepción filosófica de Alain
gentinos se obstinaban en decir que no era el Estado el que torturaba. Badiou, el fracaso de una propuesta alternativa por parte de las organizaciones
No es en absoluto necesario ser psicoanalista o filósofo para saber que guerrilleras y la asimilación de la lógica militarista se explican del siguiente modo:
no hay que violar las prohibiciones constitutivas de una sociedad. Es
por eso que los militares argentinos, lejos de ser clarividentes, saben “El acontecimiento que marca su fin (se refiere a un régimen to-
que para existir legítimamente deben negar que violan la prohibición talitario o régimen que se desea combatir) no devela ninguna verdad
fundamental de nuestra sociedad, que hace imposible el estableci- que hubiera permanecido oculta, no revela ningún sistema de leyes en
miento de una relación dual entre los representantes del Estado y sus consonancia con la Ley ontológica. Es necesario, pues, a partir de este
opositores” (Benasayag, 1998: 46). tope, crear con todas las piezas un nuevo proyecto social, portador de
un consenso que deberá dar prueba de su capacidad de generar una
Críticas al militarismo de los movimientos revolucionarios estructura jurídica consonante. De allí proviene esta aparente paradoja:
todo proyecto subversivo, para ser efectivamente revolucionario, debe
En cuanto a los movimientos guerrilleros, Calveiro (2005 b) señala como fundarse en la perspectiva de la renuncia a la relación de fuerzas, a la
principal problema el haber reemplazado la política por la lucha armada, dualidad que impone la ley del más fuerte. Los sangrientos fracasos de
merced a la concepción foquista dominante en la época, según la cual de la la mayoría de las organizaciones de lucha armada en América Latina,
acción militar nacería la conciencia necesaria para iniciar la revolución social. alienadas por la lógica de la relación de fuerzas, han mostrado hasta
A consecuencia de la adopción de esta tesis, las organizaciones entraron en un qué punto podía ser difícil esta renuncia” (Benasayag, 1998: 48).
proceso de creciente militarización, favorecida también por el alejamiento de
las bases, la falta de participación de los militantes en la toma de decisiones, el Nuevamente, la clave explicativa de la derrota se juega en la imposibi-
autoritarismo de las conducciones y la supresión del disenso democrático. De lidad de articular creativamente una propuesta política diferente que no se
este modo, la guerrilla comenzaba a reproducir en su seno el poder autoritario deduce del proyecto político hegemónico que se desea combatir.
que intentaba cuestionar extramuros.
Otra razón que desemboca en el callejón sin salida de la lucha armada
es la imposibilidad por parte de las izquierdas nacionales, peronistas y no
3
peronistas, de generar una propuesta popular frente a la implantación del Encuentro sobre dictadura, guerrillas y cultura política de los 70 en Uruguay y Argentina,
neoliberalismo en la región que se revelaba a través golpe pinochetista. Ahí se celebrado en la Universidad de Salamanca, en abril de 2005.
326 El ensayo como debate y transmisión del… / Adriana Imperatore El Ensayo latinoamericano 327

Inscripción y transmisión de la memoria: un problema de enunciación políticas estatales en tiempos de guerra, que recubren con metáforas heroi-
cas su masacre. Si en la década del ’30, Benjamin4 advertía sobre los efectos
El texto “El derecho a la muerte escrita” de Luis Gusmán y su vínculo con siniestros de la estetización de la política a manos del nazismo y llamaba, en
algunas de sus novelas permite hacer foco en la escritura y la enunciación. El consecuencia, a politizar el arte; Gusmán, de algún modo, se pregunta por
modo en que Gusmán aborda el problema de la transmisión del legado político cuál sería una política diferente de los restos. Para ilustrar la supervivencia de
de los desaparecidos quizás sea inverso a la manera en que tradicionalmente la lógica de los sectores procesistas cita las políticas editoriales del diario La
se encara: si por lo general se indagan las causas del genocidio o los factores Nación cuando todavía en 2004 repone el grado militar quitado por la justicia
desencadenantes, “El derecho a la muerte escrita” se pregunta por los efectos en el recordatorio de un represor muerto, al tiempo que se niega a inscribir
de la política de la desaparición de personas y centra su análisis en la con- la condición de “desaparecida” en un aviso que debería haber ido publicado
ceptualización de la muerte y sus modos de inscripción histórico-culturales. en la misma sección. Ahí es donde reivindica el “derecho a la muerte escrita”
El hecho de dar sepultura y dejar escritos el lugar y el nombre del muerto ya enunciado en los recordatorios de Página/12 y critica en dos editoriales de la
sea en una lápida, en una esquela o recordatorio en papel, marca la escena en revista Confines de 20015 las posiciones de Nicolás Casullo y Horacio Gon-
que se inscribe la transmisión generacional, puesto que el ritual de la muerte zález algunos deslizamientos de sentido que comparten, inadvertidamente,
tiene sentido para los vivos. Esta escena que culturalmente rubrica la entrada el imaginario indiferenciado de los genocidas.
en el mundo de los muertos es –además de la aniquilación física– la pieza La crítica está dirigida a la estatización de la muerte en que incurri-
escamoteada por la política genocida. De ahí que Gusmán ubique la lectura rían los ensayos de Casullo y González al referirse a los desaparecidos y
de los recordatorios de los desaparecidos publicados en Página/12 como un en la asignación de la culpa del genocidio a un concepto de comunidad
texto que forma parte de las escrituras que consignan la muerte. No obstante, indiferenciada. Por el contrario, Gusmán sostiene la diferencia en el plano
estos recordatorios constituyen un tipo de texto incómodo que no se ajusta del de la escritura y la enunciación en dos tipos de textualidades distintas. La
todo a ninguno de los modelos que articulan la genealogía de las escrituras primera es el ensayo analizado, donde le da el lugar crítico a una escritura
para la muerte, por eso valdrá la pena preguntarse por la singularidad de estos clave de la transmisión de la memoria como los recordatorios de Página/12.
textos que no cumplen la función de rubricar la muerte, sino que la rodean a La segundo texto es la novela Ni muerto has perdido tu nombre (2002) emula
causa de la desaparición forzada. con un estilo económico, ajustado y epigramático la escritura de los epitafios.
En principio, así como Benasayag destacaba la importancia del regis- Tanto el estilo como la historia ficcional condensan la escena central en la
tro simbólico como ese tercer término mediador que constituye la cultura, que el joven protagonista –Federico Santoro– inscribe, en la calera anónima
Gusmán constata que hay rasgos en estos textos que no terminan de sim- donde están enterrados sus padres desaparecidos, los nombres que rubrican
bolizar la muerte, puesto que el registro simbólico no llega a cubrir algo la tumba. La novela emula esa escritura resistente de los epitafios y los recor-
de la escena siniestra de lo real que retorna “en su estructura monótona, datorios y prepara en la ficción ese otro territorio verbal donde tiene lugar el
repetitiva, estereotipada” y en el uso de un presente que nunca termina
4
de pasar. Por lo tanto, estos recordatorios rehúyen cualquier fórmula de Esta relación entre estética y política enunciada como una ya famosa fórmula de respuesta
estetización de la muerte y en ese rechazo es donde Gusmán ubica una se encuentra en el siguiente ensayo: Benjamin, Walter (1936), La obra de arte en la época
política de la memoria, en tanto y en cuanto habría otra forma de inscri- de la reproductibilidad técnica, Discursos interrumpidos I, Buenos Aires, Taurus, 1989.
5
bir la muerte que reclama y denuncia la desaparición, a diferencia de la Agradecemos al CeDInCI (Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de
estetización proveniente tanto de la tradición de la derecha como de las Izquierdas en la Argentina) que nos haya facilitado este número agotado de la revista.
328 El ensayo como debate y transmisión del… / Adriana Imperatore El Ensayo latinoamericano 329

derecho a la muerte escrita. Frente al omnipresente realismo mediático de las Bibliografía


imágenes, esta novela de Gusmán despliega materialmente un recurso especí-
fico de la literalidad, nos referimos a la inscripción, porque qué otro medio de AA.VV. 2001. Pensamiento de los Confines, número 9–10 (primer semestre).
comunicación puede realizar mejor el epitafio como no sea la propia escritura. Buenos Aires: Paidós.
Para finalizar cabe señalar que la advertencia de no confluir en este- Benasayag, Miguel. 1998. Utopía y Libertad. Los derechos humanos: ¿Una
tizaciones o puntos de vista que se confundan con la política genocida se ideología? Buenos Aires: Eudeba.
relaciona también con la enunciación. Gusmán se pregunta dónde se sitúa la Benjamin, Walter. 1989. La obra de arte en la época de la reproductibilidad
transmisión si en el enunciado o en la enunciación y, analizando el presente técnica. En Discursos interrumpidos I. Buenos Aires: Taurus.
de los recordatorios, responde que se halla en la enunciación. Justamente, Calveiro, Pilar. 2001. Poder y desaparición. Los campos de concentración en
como hemos visto, el texto de Pilar Calveiro, elige la tercera persona para Argentina. Buenos Aires: Colihue.
referirse a su nombre y número de detenida junto al de otros detenidos- . 2005a. Familia y poder. Buenos Aires: Libros de la Araucaria.
desaparecidos. Esta tercera persona fue interpretada de muchas maneras: . 2005b. Política y/o violencia. Buenos Aires: Norma.
como elogiosa distancia del relato testimonial que permite la reflexión sobre Gusmán, Luis. 2005. Epitafios. El derecho a la muerte escrita. Buenos Aires:
el pasado (Sarlo, 2005) o, por el contrario, como una tercera persona que Norma.
está a la altura de las memorias de los otros detenidos mencionados y que . Ni muerto has perdido tu nombre. Buenos Aires: Sudamericana.
forma parte de un plural no cerrado, de un nosotros que incluye la reflexión Jay, Martin. 2009. Cantos de experiencia. Buenos Aires, Paidós.
sin desdeñar la experiencia y el pasaje por el testimonio6. También Benasa- Oberti, Alejandra y Roberto Pittaluga. 2006. Memorias en montaje. Escrituras
yag elige un modo de enunciar que recupera un plural en la reflexión de la de la militancia y pensamientos sobre la historia. Buenos Aires: El cielo
experiencia concentracionaria, sin descartar el futuro que podría tener un por asalto.
pensamiento que se planteara en nuevos términos el cambio social. Por úl- Sarlo, Beatriz. 2005. Tiempo pasado. Buenos Aires: Siglo XXI.
timo, Gusmán afirma que no se puede invocar una “autoría intelectual” en Vezzetti, Hugo. 2002. El juicio a las Juntas y “los dos demonios”. En Pasado
este campo, por eso sobre el final declara: “este trabajo, como tantos otros, y presente. Guerra, dictadura y sociedad en la Argentina. Siglo XXI.
fue escrito para que se sepa… para que se sepa, incluido el sonido y la furia
que hay en el derecho a la muerte escrita”. El texto de Gusmán tanto como
los de Calveiro y Benasayag coinciden en abrir un canal diferente para pensar
el legado político de los desaparecidos, quizás por eso en la transmisión de
ese legado no reivindican la función autor en términos individuales o en su
propio nombre, antes bien, habilitan una posición plural que reconoce un
diálogo actual y futuro.

6
Esta interpretación fue esbozada por Ana Longoni, junto a Lila Pastoriza y María Moreno
en la presentación del libro Política y/o violencia, celebrada en diciembre de 2005 en el
Centro Cultural Ricardo Rojas.
El Ensayo latinoamericano 331

Tendiendo puentes más allá del océano:


Vargas y Bryce y las redes transatlánticas
Ramiro Esteban Zó

Introducción

Dentro del ámbito peruano, los casos de Alfredo Bryce Echenique, Julio
Ramón Ribeyro y Mario Vargas Llosa representan claros ejemplos de actores
protagonistas de una red transatlántica que vinculó América Latina con Euro-
pa. Estos autores a través de escritos memorísticos, ensayísticos y autobiográ-
ficos han sabido urdir una red intelectual trasnacional desde la plurisemántica
situación de exiliados en el Viejo Continente. Este grupo de escritores funcionó
como una verdadera “tríada peruana” o “comunidad andina” que aunque con
intereses personales disímiles tendió redes intelectuales supranacionales que
se trazaron entre las ciudades de origen Lima y Arequipa (metonímicamente
la América del Sur o incluso a veces América Latina) y América del Norte
(Austin, Miami, etc.) y Europa (Madrid, Londres, París, etc.). Este trazado de
redes intelectuales por parte de estas figuras señeras de la literatura peruana se
justifica por el carácter cosmopolita de estos autores, su condición de outsiders
y “exiliados voluntarios” y las perspectivas desde el extranjero sobre todo desde
la plataforma sociocultural que fue el Barrio Latino de París como “célula”,
“caldo de cultivo” o “epicentro” de toda una red intelectual transatlántica. El
presente trabajo intenta aproximarse al análisis de las redes transatlánticas
tendidas por esta tríada peruana mediante el estudio de distintos bloques
temáticos en la obra ensayística de dos de estos autores peruanos: Bryce
Echenique y Vargas Llosa. Estos ejes son: la literatura de exilio latinoamerica-
na, la visión hispanoamericana del otro (Europa y Norteamérica) y la vivencia
cosmopolita en el Barrio Latino. El corpus de obras analizados es el siguiente:
con respecto a Alfredo Bryce Echenique su escritura periodística se desarrolla
entre la crónica y el ensayo, llegando a entenderse sus textos periodísticos
como “crónicas ensayísticas” (en una suerte de “hibridismo genérico”), por
esta razón se ha extraído textos ilustrativos para nuestra investigación de las
332 Tendiendo puentes más allá del océano: Vargas y Bryce y… / Ramiro Esteban Zó El Ensayo latinoamericano 333

siguientes colecciones: A vuelo de buen cubero y otras crónicas (1977), Cróni- antecedente dentro de los estudios literarios para el advenimiento y consolida-
cas personales (1988), A trancas y barrancas. ([1996] 2001) y Crónicas perdidas ción del concepto de red. La categoría de red ampliamente estudiada y en el
(2002). En cuanto a Mario Vargas Llosa buena parte de su prosa ensayística último tiempo revisitada y reformulada por los trabajos coordinados por Clau-
ha sido recopilada en sus tres tomos Contra viento y marea (Tomo I: escritos dio Maíz y Álvaro Fernández Bravo (2009) entre otros; posee en esencia, una
de 1962 a 1982, tomo II: 1972 a 1983 y tomo III: 1964 a 1988). naturaleza dinámica, vacilante, elástica y porosa que interconecta puntos dis-
tantes entre sí y articula un territorio cultural con fronteras que sobrepasan las
La tríada peruana: una red andina con conciencia internacional de la nación, en este sentido la red posee una dimensión transnacional y po-
licéntrica, que resulta ser útil para el examen de la literatura latinoamericana
Para comprender el funcionamiento de esta “comunidad andina” o “tría- del exilio. Ahora bien, se pueden rescatar estos tres conceptos: “religación”,
da peruana” como elemento fundador y preservador de una red transatlántica “coaliciones culturales” y “red” para intentar examinar el funcionamiento de
es imprescindible efectuar precisiones teóricas en torno al concepto de red, la esta “comunidad andina” o “tríada peruana”. En este marco, la “comunidad
importancia de la ciudad–base o epicentro de este tendido de redes y el rol andina” enclavada en distintos puntos o espacios –trátese de barrios, ciudades
cumplido por los actores–escritores en la hechura de la “religación” (Rama, o regiones– que funcionan como nodos transitorios, ha sabido dejar diversas
1983, 1985; Zanetti, 1994) o “coalición cultural” (Ludmer, 1999). En este senti- religaciones en sus escritos, es decir huellas que testimonian su ligazón y su
do, cabe reconocer que en los últimos tiempos los estudios literarios se han conexión; una escritura que logra articular nodos urbanos aparentemente des-
servido de distintas herramientas críticas o categorías para intentar analizar, conectados por la lejanía y distancia geográfica y sociocultural como pueden
aprehender y comprender las distintas transformaciones literarias –con sus ser Lima y Arequipa –cunas de los miembros de la tríada– y París –albergue
respectivos entrecruzamientos e interrelaciones con lo cultural, social e histó- del Barrio Latino–. Como ejemplos de estas religaciones en la obra de los
rico– producidas en América Latina. Dentro de este proceso de desciframiento miembros de la tríada podemos mencionar los ensayos de Contra viento y
de las modificaciones y mutaciones en el ambiente literario latinoamericano, marea de Mario Vargas Llosa1 que funcionan aparentemente como meras
representan verdaderos hitos en la exégesis teórica los conceptos de “religación” críticas literarias o reseñas de obras literarias de compatriotas del autor; pero
acuñado en un principio por Ángel Rama (1983 y 1985) y luego expandido por que en realidad logran articular la visión del Perú desde la lejanía de París–
Susana Zanetti (1994) y el de “coaliciones culturales” empleado por Josefina Europa con la vivencia de un peruano–latino en la ciudad luz. Vargas Llosa
Ludmer (1999). Ambas categorías sirvieron de antecedentes y de herramientas con este tipo de escritos logra conectar, ligar y religar nodos aparentemente
precursoras para el concepto de red. En cuanto a “religación”, este concepto desconectados, ya que al hablar de una obra peruana leída por un peruano
atañe a la ciudad como polo de religación desde fines del siglo XIX, sobre todo en el extranjero se intenta a través de la nostalgia no solo reactualizar la
durante la modernidad literaria hispanoamericana. Para dicha religación, se
1
necesita un código de comunicación común y compartido entre los diversos Por citar algunos de estos textos, se pueden mencionar tres provenientes de Contra
actores, los cuales establecen vínculos cuyo entramado puede llegar a ser a viento y marea (1962-1982): Homenaje a Javier Heraud (a raíz de la violenta muerte del
veces vital u otras virtual. Con respecto a las “coaliciones culturales”, estas poeta peruano, recuerdo de su paso por París), En torno a un dictador y a un libro de
conforman diversas alianzas o redes circunstanciales operativas en función de un amigo (acerca de Una piel de serpiente de Luis Loayza) y Sebastián Salazar Bondy
ciertas afinidades ideológicas o estéticas entre ciertos actores extranjeros en y la vocación del escritor en el Perú (recuento biográfico de la vida de Salazar Bondy
ciudades extrañas, recién arribados a un mundo anómalo y nuevo (Maíz y haciendo hincapié en su exilio voluntario en el Perú, este texto sirve de excusa para
Fernández Bravo, 2009: 1–14). Estas dos categorías epistemológicas sirvieron de establecer una suerte de manifiesto literario del exiliado voluntario peruano).
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patria si no también establecer interconexiones entre la realidad peruana de un espacio movedizo y cambiante que abarcaría a un gran territorio político
su vida anterior y la realidad del exilio presente, pasado y actualidad, aquí y –la vastedad de este espacio es proporcional a la cantidad de viajes y movi-
allá, Viejo y Nuevo Continente, nosotros y ellos, vinculados a través de la mientos de los miembros de la red– (Maíz, 2006: 564). En este sentido, la
escritura y de la escritura sobre la escritura. También estas religaciones se tríada peruana conformaría un “complejo entramado o mapa de conexiones
potencian a través de vínculos de amistad entre compatriotas ahora distan- que atraviesa fronteras, bloques y regiones” y conecta a estos tres actores
ciados geográficamente y también con la difusión de la literatura peruana algunas veces distanciados otras veces más cercanos4, y de esta forma se
entre los lectores europeos. De esta forma se produce un mecanismo de produciría un nuevo sistema de relaciones, es decir, una red transnacional,
internacionalización de la literatura hispanoamericana y los actores de la red policéntrica y plurisignificativa (Maíz y Fernández Bravo, 2009: 6). Así mismo,
sirven de promotores no solo de la literatura de nuestro continente sino la estadía de estos tres peruanos en el Barrio Latino de París no solo les
también de la cultura y de la historia, embajadores literarios de Nuestra
América. Y continuando con estas categorías críticas, esta tríada ha llegado a 4
Este reflujo entre la distancia y la cercanía de estos tres autores se encuentra supeditado
conformar una alianza tácita o red circunstancial operativa al conformar esta por dos aspectos: 1) los grados y matices de los vínculos afectivos entre los actores
comunidad peruana, dentro del grupo de escritores hispanoamericanos resi- (amistad/enemistad, disputas/reconciliaciones) como por ejemplo la gran amistad
2
dentes en el Barrio Latino de París , caracterizada por ciertas afinidades entre Bryce Echenique y Ribeyro, Cfr. los ensayos de Bryce: Con Ribeyro en el ruedo
ideológicas o estéticas como: el gusto por el bolero de Bryce Echenique y ibérico (1988), Crónicas personales, 87-92. Barcelona: Anagrama y Retrato de escritor sin
Ribeyro y en menor medida en Vargas Llosa; las lecturas afines a los tres: “boom” (2002), Crónicas perdidas, 227-229. Barcelona: Anagrama. A propósito de la visita
Hemingway, Borges, Camus, entre otros autores; la primigenia simpatía hacia de Ribeyro a Madrid en junio de 1994 y los contactos entre Bryce Echenique y Vargas
el régimen castrista en Cuba con su consecuente descontento y decepción Llosa, desde los consejos de escritor experimentado del boom a un autor neófito a las
final y la atracción por el ideal del Mayo del 68’ francés y la posterior crítica críticas a la conversión ideológica y a la incursión en la política de Vargas por parte de
3
por el fracaso de este fenómeno sociocultural , entre otras afinidades. Por Bryce Cfr. Retorno del amigo pródigo, Crónicas perdidas (2002). Barcelona: Anagrama.
último, cabe aclarar que cuando se habla de comunidad andina o tríada Vargas Losa en Ribeyro y las sirenas, Contra viento y marea, III (1964-1988), además
peruana, no debe hacerse una equiparación automática entre espacio litera- de elaborar un comentario crítico favorable por la aparición de Prosas apátridas (1984)
rio nacional y territorio nacional. Puesto que este ejemplo de espacio literario de Ribeyro recuerda con emoción las vivencias en una agencia de noticias peruana en
latinoamericano trasciende las fronteras nacionales del Perú para situarse en donde fueron ambos compañeros de trabajo. 2) los viajes por diferentes países y su
estadía en el Barrio Latino de París: el viaje de Bryce Echenique en 1975 por el deep
2
Para un panorama del fenómeno sociocultural del Mayo del ‘68 francés y sus repercu- south estadounidense gracias a una beca de la Fundación Guggenheim y la escritura
siones en Praga y México ver: Carlos Fuentes. 2005. Los 68. París, Praga, México. Barce- de unas crónicas periodísticas sobre esos meses de viaje (Trampas de inconmensurable
lona: Debate. En la visión de Fuentes también puede apreciarse el rol cumplido por la belleza, En estas ciudades del sur, De Georgia al corazón de Dixie, Sur inmóvilmente
intelectualidad hispanoamericana en este movimiento. También se puede ver: Saverio faulkneriano y Soy feliz en Nueva Orleans); las vivencias en el Barrio Latino (Ternura y
Tutino. 1968. Sobre las recientes luchas en Europa. Casa de las américas 50: 129-135. revolución: del barrio latino a Berkeley de Bryce Echenique); entre otros. Los tres autores
3
Para la visión de este fenómeno y del desenmascaramiento de la inversión y la conversión tuvieron una estadía en Europa que varía en algunos años (incluso en la actualidad los
de los valores revolucionarios ver: Ramiro Esteban Zó. 2006. La parodia del intelectual- que han sobrevivido: Vargas Llosa y Bryce Echenique continúan viviendo en el Viejo
hispanoamericano en los ’60. Bryce y el Mayo francés. En Jornadas Andinas de Literatura Continente); pero que tuvo uno de los tantos períodos productivos durante los 60’ o
Latinoamericana 2006, 1-13 (CD). Bogotá: Uniandes. muy cerca, con todo lo que este momento histórico conlleva.
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permitió interactuar con la intelectualidad tanto hispanoamericana como como es el caso de Cortázar7. En estos manifiestos, sobre todo en Vargas
europea, sino también les posibilitó abrevar de las teorías filosóficas y socio- Llosa, se patentiza una búsqueda por alcanzar una interpretación y de esta
lógicas vigentes en ese momento; esto puede visualizarse en el interés de forma una validación de su situación de exiliado voluntario8. En dichos es-
Vargas Llosa por la filosofía sartreana5 y en las lecturas desacralizadoras de critos, el autor a veces recurre a la figura de algún compatriota o de otro
Bryce Echenique de las teorías basales del movimiento social del Mayo del hispanoamericano para erigirlo como paradigma del exiliado latinoamericano
6
68’: Herbert Marcuse, Karl Marx, entre otros . La red constituida por la tríada como es el caso de Sebastián Salazar Bondy que para Vargas Llosa llega a ser
peruana no solo se articularía gracias a la vivencia cosmopolita en el Barrio figura arquetípica del exiliado hispanoamericano y lo llega a comparar en el
Latino; sino también en la experiencia del exilio de los tres autores. En la ámbito peruano con: el Inca Garcilaso y César Vallejo y en el hispanoameri-
escritura de los miembros de esta comunidad andina se patentiza casi lo que cano con: Andrés Bello, Domingo Faustino Sarmiento, José Martí, Alberto
se podría llegar a nombrar como “manifiestos de la literatura del exilio lati- Blest Gana, Miguel Ángel Asturias y Julio Cortázar. A través de esta figura y
noamericano” tal cual lo venían haciendo otros autores hispanoamericanos recreando su periplo de exiliado, el autor erige todo un sistema crítico sobre
el exilio que abarca entre otros aspectos: la significación ética de esta situa-
5
Cfr. los siguientes artículos de Contra viento y marea (1962-1982): Los otros contra Sartre, ción; la distintas categorías de exilio: exilio interno–externo, exilio voluntario
Sartre y el Nobel, Una muerte muy dulce (Simone de Beauvoir, autobiografía, muerte / deportado político; diferencias entre literatura exiliada y literatura arraigada;
de la muerte), Sartre y el marxismo, Los secuestrados de Sartre, Las bellas imágenes el problema individual y el reproche moral al exiliado y por último la lealtad
de Simone de Beauvoir y Flaubert, Sartre y la nueva novela (Sobre Flaubert como a la literatura9. Además, la experiencia del exilio peruano puede analizarse
antecedente de la nueva novela y el libro sobre Flaubert L’idiot de la famile de Sartre).
7
Su admiración por Sartre le llevó a recibir el apodo de “sastrecillo valiente“ con el que Uno de los textos cortazarianos que funciona como manifiesto de la literatura de exilio
firma la dedicatoria de su novela Conversación en La Catedral (1969): “A Luis Loayza, latinoamericana es: América Latina: exilio y literatura (1984). Cuadernos americanos
el borgiano de Petit Thouars, y a Abelardo Oquendo, el Delfín, con todo el cariño del 6 (año XLIII, volumen CCLVII, noviembre–diciembre): 7–14. Aquí Cortázar elabora lo
sastrecillo valiente, su hermano de entonces y de todavía” y con el que titula el capítulo que considera como una “crítica del exilio y la nostalgia“ (8). Para una visión histórica,
XIII de sus memorias El pez en el agua (1993). Este acercamiento a la filosofía de Sartre literaria, cultural, filosófica y antropológica del exilio –aunque con ejemplos españoles–
en Vargas Llosa debe comprenderse en el marco del arco trazado por su obra de la ver: José Luis Abellán. 1987. El exilio como categoría cultural: implicancias filosóficas.
mano de lo ideológico. En este sentido, la crítica (Kristal, 1998) ha observado dos grandes Cuadernos americanos 1 (nueva época, a. I, v. I, enero-febrero): 42–57.
8
ciclos narrativos –que bien podrían ser considerados períodos “ideológico-creativos“ Vargas Llosa viaja a París gracias al premio de quince días en esa ciudad otorgado por
que afectan a toda su obra en general, no solo la narrativa– unidos por un periodo de un concurso de cuentos organizado por La Revue Française con el relato El desafío,
transición: 1) el de los 60’ con su adhesión al socialismo; la transición es un momento texto sobre un viejo que ve morir a su hijo en un duelo a cuchillas. Pasado ese lapso,
de autoanálisis y se patentiza con su alejamiento de Cuba y 2) el giro del liberalismo en París se queda en un hotel del Barrio Latino recomendado por Salazar Bondy, Cfr.
de Karl Popper, Isaiah Berlin y Jacques Revel. Para las variaciones ideológicas de Vargas XIX. El viaje a París, de El pez en el agua, 1993. Luego fluctúa entre diversas ciudades de
Llosa y su cristalización en la escritura véase: Carmen Perilli. El escritor en el ensayo Europa, con predilección por Londres. En cuanto a Bryce, en octubre de 1964 marcha
literario de Mario Vargas Llosa. Figuraciones y autofiguraciones. En Jornadas Andinas a París de polizón en un barco. En la ciudad luz estudia en La Sorbona durante dos
de Literatura Latinoamericana 2006, 1-9 (CD) Bogotá: Uniandes. cursos universitarios. Luego se establece en Italia, para regresar a París y luego estable-
6
Cfr. los ensayos–crónicas bajo el título de: Diez años de juventud francesa (1973-1983) cer definitivamente en España. Ambos escritores aunque han preferido establecerse en
de Crónicas personales (1988). Europa siguen regresando a su lugar de origen, su Perú natal.
338 Tendiendo puentes más allá del océano: Vargas y Bryce y… / Ramiro Esteban Zó El Ensayo latinoamericano 339

según la marca o huella dejada por estos latinos arraigados en el extranjero, lograda por el rol de algunos de sus actores como “eslabón internacional”
es lo que Bryce Echenique ha dado en llamar “la peruanización de Europa” como por ejemplo, la presidencia del PEN Internacional de Vargas Llosa en
como la intención de su escritura, es decir, el anclaje sociocultural en el la que bregó en los setenta por los derechos de los intelectuales de la Argen-
Viejo Continente de todo lo propio del sistema andino para transformar esa tina durante el proceso precedido por Videla11 y por la incorporación de
realidad a través de la escritura y de esta forma “colonizar” este continente escritores soviéticos de la URSS en aquel organismo literario12. Rol que le
con las armas de la creación. En cuanto a esta red peruana, también se va permitió interconectar experiencias y actores literarios superando cualquier
articulando a través de la visión o imagen hispanoamericana del otro (el tipo de frontera nacional.
europeo o el norteamericano) –es decir, la imagología según la teoría com-
paratista– que se puede vislumbrar en las crónicas ensayísticas de Bryce A manera de conclusión
Echenique que se agrupan según los viajes efectuados por el autor en bloques
temáticos y funcionan como verdaderas herramientas dilucidadoras y desci- En resumidas cuentas, cabe advertir que este es un primer somero acer-
10
fradoras de la quintaesencia del extranjero desde la óptica latina . Por últi- camiento a este sistema de redes que significó la tríada peruana y que pudo
mo, esta tríada peruana puede funcionar como red gracias a la articulación articularse mediante diversos “mecanismos conectivos”: el exilio; la vivencia
cosmopolita en el Barrio Latino; la visión o imagen hispanoamericana del otro
9
Dos textos de Vargas Llosa que funcionan como manifiestos de la literatura de exilio (el europeo o el norteamericano) –es decir, la imagología–; la difusión de la
latinoamericano son: Sebastián Salazar Bondy y la vocación del escritor en el Perú y literatura hispanoamericana en el ambiente extranjero para lograr la interna-
Literatura y exilio, de Contra viento y marea (1962-1982). En este último texto se analizan cionalización de esta literatura y por último, el rol de “eslabón literario” como
distintos puntos vinculados con la experiencia del exilio latinoamericano: la significación la presidencia del PEN internacional.
ética del exilio; el exilio interno y el exilio externo; las diferencias entre exilio voluntario
y deportado político; ejemplos de exiliados peruanos: Inca Garcilaso y Vallejo; ejemplos
de exiliados en la literatura americana: Bello, Sarmiento, Martí, Blest Gana, Asturias,
Cortázar; literatura exiliada vs literatura arraigada; el exilio como problema individual;
el reproche moral al exiliado. Para seguir indagando sobre la concepción de “lealtad
a la literatura y vocación literaria“ ver: “La literatura es fuego“ [Contra viento y marea
(1962-1982)], discurso pronunciado en Caracas, al recibir el Premio Rómulo Gallegos,
el 11 de agosto de 1967. Madrid y otras como Contra viento y marea, III (1964-1988] evidencia una clara men-
10
Es el caso de A vuelo de buen cubero en cuanto al Sur norteamericano; Tres crónicas ción a la vivencia tercermundista en el Viejo Continente y representa un claro ejemplo
parisinas (El incomprensible mundo de Gigí en París, Para una larga vida de ternura y de imagología.
11
El París que yo viví) con respecto a su estadía en París (estos ensayos también pueden Carta al general Jorge Rafael Videla (Contra viento y marea (1962-1982)).
12
servir para graficar parte de su vivencia en el Barrio Latino), ambos núcleos temáticos La URSS y el PEN Internacional (Contra viento y marea (1962-1982)). También es intere-
pertenecen a A vuelo de buen cubero y otras crónicas (1977). También se pueden incluir sante examinar el papel que jugó Vargas Llosa en la lucha contra la censura no solo en
Praga y algo más (A trancas y barrancas, 1996), sobre su viaje a esa ciudad europea. su país, sino en otros sitios como Inglaterra y la URSS, entre otros. Además, para seguir
Con respecto a Vargas Llosa la titulación Un bárbaro entre civilizados de todo un bloque estudiando el mecanismo de esta red andina también resulta útil analizar la apertura
temático que abarca este tipo de experiencias en ciudades europeas: París, Londres, de Vargas Llosa hacia la comunidad japonesa-peruana y sus vínculos con el país nipón.
340 Tendiendo puentes más allá del océano: Vargas y Bryce y… / Ramiro Esteban Zó El Ensayo latinoamericano 341

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Bryce y el Mayo francés. En Jornadas Andinas de Literatura Latinoameri- corpus ensayístico designado como “pensamiento nacional”. Esa ensayística
cana 2006, 1–13 [CD] Bogotá: Uniandes. surge desde un sujeto presentado como desplazado y sometido en la condición
colonial latinoamericana. El estudio y descripción de esa colonialidad del saber,
expresada por Jauretche, también hacia 1957, como “colonización pedagógica”,
recorre esta propuesta ensayística.
Si bien esta literatura de ensayo es señalada como circunstancial, y
por eso mismo anacrónica, por buena parte de la crítica contemporánea,
Hernández Arregui advirtió la existencia de una lógica de la colonialidad que
sobrevive en los estados del continente, y que esa colonialidad es un tejido
conceptual que forma parte de distintas esferas del saber, ligada a la formación
de subjetividades que mantienen y reproducen ese tejido conceptual. No se
estaría entonces frente a un saber de circunstancias, sino frente a un corpus
de conocimiento que pretende generar nuevas categorías de pensamiento, la
cuales resultan estructuradoras de un saber situado y descolonial.
En su artículo “El Pensamiento des–colonial, desprendimiento y apertura:
un manifiesto” (2006) Walter Mignolo propone la necesidad de desarrollar los
estudios “des–coloniales” como el ejercicio de un pensamiento crítico, deudor
del europeo, pero superador en el sentido que incorpora completamente en
el proyecto de la teoría crítica las categorías de género, raza y naturaleza. La
incorporación de esas categorías necesariamente lleva a considerar al sujeto
del conocimiento como una construcción que surge del par modernidad–co-
lonialidad, pero desde el énfasis de la colonialidad, En sus términos:

Insistamos en la geo–política del saber o del conocimiento: Horkhe-


immer y la escuela de Frankfurt se pueden leer de distintas maneras,
no en el sentido de la pluralidad hermenéutica de cada lectura sino
344 Las apuestas epistemológicas del ensayismo militante… / Domingo Ighina El Ensayo latinoamericano 345

en la distribución geo–política de la labor intelectual a través de la Las categorías que enunciamos al principio –género, raza y naturaleza–
diferencia colonial (y también de la diferencia imperial. Geo–política- apuntan a reconocer esa pluriversalidad del pensamiento descolonial. Tales
mente, un tipo de interpretación correspondería al lugar que la Escuela categorías, minusvaloradas o ignoradas en el pensamiento de matriz colonial,
de Frankfurt ocupa en la genealogía del pensamiento europeo. Otras se convierten en anclajes novedosos que permiten manifestar la marcha del
lecturas estarían orientadas por y a través de la diferencia epistémico pensamiento descolonial.
colonial en la genealogía pluri–versal del pensamiento descolonial Se trata en definitiva del intento de una perspectiva distinta de lectura
(Mignolo, 2006: 84–85). del conocimiento de la modernidad–colonialidad que no implica el abandono
del pensamiento crítico occidental, sino del aprovechamiento de este desde
La cita de Mignolo resume el planteo descolonial: ejercer una lectura del la tensión colonial.
par modernidad–colonialidad, pero en términos de colonialidad, de modo que La pluriversalidad que plantean los “descoloniales” comienza con la
una suerte de “a priori colonial” centre nuevos planteos que den cuenta de relectura de los reclamos y acciones de los movimientos sociales en América
las nuevas categorías enunciadas, advertidas ahora en occidente cuando los Latina y en el estudio del racismo en la razón colonial. La lectura que Mig-
“condenados de la tierra” emigran persistentemente a los países desarrollados nolo hace de Guamán Poma y del liberto africano Otabah Cugoano, apunta
y sus conflictos culturales –por lo tanto también políticos y sociales– actúan justamente a desocultar la memoria y las subjetividades producidas en el
en las sociedades poderosas. Aquellos sobre los cuales Fanon teorizó y for- modernidad–colonialidad y que no devinieron en imperiales, justamente por
muló un giro epistémico, ya no se concentran en las mal llamadas periferias su condición racial y su relación con el espacio natural.
del orbe, sino en sus supuestos centros. Suceden revoluciones “globales” y Si se ejerce una lectura superficial de la opción y desprendimiento des-
pluriverbales ahora acercadas a los proletarios modelos de las sociedades ca- colonial, la otredad del pensamiento occidental basado en el poder colonial,
pitalistas desarrolladas. El sujeto de la política, el sujeto de la revolución, es ya encubre los efectos tensivos inmediatos de la expansión occidental. En otras
plural, aunque ese reconocimiento no es aceptado por todos, y consecuencia palabras: podría pensarse que ejercer el desprendimiento descolonial desde
esperable de esto es considerar la diversidad del sujeto de conocimiento. Esto los textos de un esclavo negro o un indígena andino plurilingüe y crítico de
lleva a un mapeo de lo que Mignolo llama “giro des–colonial”. Ese mapeo la colonia, son casos testigos útiles para re–insertar el conocimiento de esos
parte de la existencia de categorías analíticas instrumentales forjadas desde tipos de oprimidos. Indios, negros, movimientos sociales indígenas, pueden
la matriz colonial de poder, mientras otras fueron y son forjadas desde una ser leídos, tanto en el contexto de la monarquía como de los estados oc-
matriz des–colonial. En otros términos, abordar la modernidad/colonialidad cidentales modernos –ambos estados imperiales– con relativa facilidad de
desde un pensamiento pluriversal y heterogéneo, forjado en un planteo de ubicación. Facilidad porque su pertenencia de género o su pertenencia racial
tensión con las matrices coloniales. los ubica fuera de la modernidad de occidente, en tanto permanentemente
Así la propuesta descolonial encuentra necesario forjar una genealogía del ocultados1. Pero no es igualmente fácil incluir a los grupos mestizos, sobre
pensamiento que cuestione la retórica imperial de la modernidad. Ese pensa-
miento descolonial para Mignolo es la energía que no se deja manejar por la 1
De hecho en el texto citado Mignolo explica: “queda todavía para una segunda parte
lógica de la colonialidad ni se cree los cuentos de hadas de la modernidad, de este Manifiesto explorar el horizonte descolonial (Gandhi, Cabral, Du Bois, Fanon,
un pensamiento que se desprende y se abre a posibilidades encubiertas por Anzaldúa, movimientos sociales indígenas en Bolivia, Ecuador, movimientos sociales
la racionalidad moderna formulada en las categorías del griego, el latín y de afros en Colombia y Ecuador, el Foro Social Mundial y el Foro Social de las Américas,
la lenguas imperiales europeas. etc.) en el horizonte del estado imperial moderno” (Mignolo, 2006: 122).
346 Las apuestas epistemológicas del ensayismo militante… / Domingo Ighina El Ensayo latinoamericano 347

todo si parte de estos ha intentado ocupar el lugar del dominador, reempla- La reforma política en Argentina, la llegada al poder con Hipólito Yri-
zando a la metrópoli colonial o si se trasmutó, por obra de la acción de los goyen de sectores por lo menos desplazados por el ethos poscolonial, y la
estados–nación, en un grupo homogéneo cuya pertenencia racial se conforma crisis económica de la modernidad capitalista, permiten a ciertos grupos ya
desde el hegemón occidental. considerados argentinos –sin una clara adscripción racial– cuestionar los fun-
En el primero de los casos los grupos mestizos conforman la homoge- damentos de la colonialidad.
neidad que denunció Fernández Retamar en Calibán (1971) y se convierten Cuando Raúl Scalabrini Ortiz plantea en el prólogo a Política Británica
en la clase dominante. Esos grupos mestizos devenidos en grupos de poder en el Río de la Plata:
son los que construyeron la imagen de América Latina como una unidad
racial y culturalmente cerrada, sin fisuras ni heterogeneidades. Después de la Desgraciadamente, es difícil aprehender con seguridad a nuestro
independencia esos grupos mestizos forman estados naciones y un continente país. Hay que darlo por presente en las meras palabras que lo de-
–América Latina– según la imagen que de sí tenían, que no era otra que la nominan o en los símbolos que lo alegorizan. O ser extremadamente
restitución ventajosa al mundo colonial: sutil para asir entre lo ajeno y lo corrompido esa materia finísima,
impalpable casi e incorruptible que es nuestro espíritu, el espíritu
El republicanismo y el liberalismo desplazaron a la ideología colo- de la muchedumbre argentina: venero único de nuestra probabilidad
nial, según la cual el imperio español administraba, controlaba y man- (Scalabrini Ortiz, 1981).
tenía sus colonias. El ethos “latinoamericano” fue una consecuencia y
un producto del proceso de transformación que llevó de la supremacía no sólo señala la crisis del ethos poscolonial sino dónde reside su la
teológica, religiosa y espiritual a la prevalencia del yo y el materialismo posibilidad de su superación: en la muchedumbre. Ese “venero de nuestra
secular, y que constituyó también el reemplazo de la conciencia crítica probabilidad” implicaba el desprendimiento descolonial, porque en esa mu-
y subalterna del ethos barroco por la conciencia condescendiente de chedumbre el ethos colonial desaparecía, carecía de fuerza justificante. Era una
las élites criollas poscoloniales (Mignolo, 2007, 88). muchedumbre que despojada y constitutivamente alejada de la paz, el pro-
greso, el orden social y político que beneficiaba a los grupos dominantes. La
La cita de Mignolo ubica cuál es el papel de los mestizos devenidos en muchedumbre en pobreza coincidía, por primera vez desde la independencia,
clase dominante, una de cuyas operaciones complementarias con el poder en la imagen de un país y un continente empobrecidos. El ethos poscolonial
colonial, fue disfrazar su pertenencia racial y trocarla en una identidad de daba paso a un modo histórico nacional–popular de larga y agitada historia
europeos expatriados: los criollos. en el siglo XX del Cono Sur.
Esta configuración de una América latina y de naciones homogéneas en Ese modo histórico nacional y popular se presentaba como un afuera
historia y cultura fue especialmente eficaz en el Cono Sur donde las diver- de la razón imperial en tanto no aceptaba el lugar subordinado que como
sidades raciales e incluso la referencia mestiza fueron encubriéndose hasta comunidad cultural y política se le asignaba a los “criollos” –ya se incluía a
desaparecer del lenguaje oficial. Sin embargo el mismo ethos poscolonial del todo habitante del país– y desocultaba y criticaba los mecanismos mediante
Cono Sur portó en sí un germen descolonial. Si civilización, orden, progreso, los cuales se perpetuaba el ethos poscolonial. Este ethos alcanza a configurarse
paz y estabilidad política informaban ese ethos de la colonialidad del Cono en una ensayística autodenominada “pensamiento nacional” y pretende ma-
Sur, la imposibilidad de alcanzar tales objetivos provocaría la constatación de nifestarse en experiencias políticas como la peronista.
condición colonial y opresiva de ese ethos. A priori, este “pensamiento nacional” puede diferenciarse de la opción
348 Las apuestas epistemológicas del ensayismo militante… / Domingo Ighina El Ensayo latinoamericano 349

descolonial en tanto busca antes que la pluriversalidad, un sujeto histórico mecanismos recorre la obra completa por ejemplo de Arturo Jauretche, quien
coherente, unificado por la experiencia histórica de la dominación capitalista llegó a designar la colonialidad como “colonización pedagógica”, siendo esta
periférica. Así, el “pensamiento nacional” apela primero a la homogeneidad, la categoría más clara de todas las construidas por el “pensamiento nacional”
ignora las categorías de género, raza y naturaleza, para cuestionar el poder para dar cuenta de la colonialidad2.
y construye a la muchedumbre –designada con nombres tan dispares como Como anunciamos, en 1957 Juan José Hernández Arregui publica Impe-
multitud, masas o pueblo– como sujeto político y del conocimiento. Busca la rialismo y cultura. La lectura polémica que proponía de la literatura argentina
homogeneidad práctica de esta categoría antes que la heterogeneidad. Confi- no se limitaba a condenar el golpismo de los escritores, sino a desentrañar
gura una historia y un tiempo, críticos respecto a los de la colonialidad, pero las formas en que la literatura consolidaba las condiciones necesarias para
igualmente unos. imponer en “la muchedumbre”, y sobre todo en la clase media, una visión de
El pensamiento nacional puede ser leído como el pensamiento crítico la cultura y la historia como meras traslaciones de Europa a América –un sen-
europeo, como una instancia eficaz de descripción y desmantelamiento de timiento de destierro del paraíso– que sólo es visible en la subordinación que
un orden opresivo, pero insuficiente en sus herramientas epistemológicas para la oligarquía –el grupo dominante– acepta respecto a la elite metropolitana.
dar cuenta de aquello que la modernidad–colonialidad ocultó. Sin embargo, El análisis que hace del grupo “Sur” y de las trayectorias de Borges y Mallea
el “pensamiento nacional”, más allá de su significación local, advirtió la cons- marcan claramente las dimensiones de lo que se llama literatura nacional:
titución racista de la razón imperial, en tanto se ocupó de demostrar cómo un ejercicio de la razón imperial. En ese sentido se trata de una literatura
toda reproducción del saber excluía el saber de la muchedumbre, y cómo tal imperialista: intenta trasladar no sólo los problemas metropolitanos como
muchedumbre contenía la diversidad racial que el pensamiento descolonial propios de la sociedad argentina, sino de imponer la imagen que la metrópoli
pretende advertir. Cuando Scalabrini Ortiz en Los ferrocarriles deben ser argen- tiene de esa misma sociedad. Su análisis de los objetivos de la revista Sur es
tinos hace su famosa descripción del 17 de octubre habla del “subsuelo de la impecable en ese sentido. Cuando analiza la literatura de Borges y el grupo
patria sublevado” y ese subsuelo es descrito en la heterogeneidad geográfica Sur en los 30 puede afirmar:
–de la ciudad al monte, del puerto al desierto– y sobre todo como social y
racialmente heterogéneo: Hay en síntesis una estrecha aunque esfumada relación entre las ma-
nifestaciones literarias de ese período, entre el escepticismo distante de
Era la muchedumbre más heteróclita que la imaginación puede la Historia Universal de la Infamia de Jorge Luis Borges, por ejemplo, y
concebir. Los rastros de sus orígenes se traslucían en sus fisonomías. el fraude patriótico, el monopolio cerealístico de los Bemberg, la ley de
Descendientes de meridionales europeos iban junto al rubio de trazos moratoria hipotecaria, el obelisco de Vedia y Mitre, el arte con codor-
nórdicos y al trigueño de pelo duro en que la sangre de un indio lejano nices de Rabindranath Tagore, el Pacto Roca–Runciman, el liberalismo
sobrevivía aún (Scalabrini Ortiz, 1965: 65). perfumado de Monseñor D’Andrea y la constitución de 1853 aplicada
contra el pueblo por la Corte Suprema de la Nación. Del mismo modo
El pensamiento nacional, su ensayística, surge desde el sujeto desplazado que hay una interna imbricación espiritual entre El hombre que está
y sometido en el ethos poscolonial latinoamericano. Su heterogeneidad es efec- solo y espera de Scalabrini Ortiz, los mensajes sibilinos de Yrigoyen, la
to primero de la modernidad–colonialidad, y la consecuencia más notoria de la
2
colonialidad. El estudio del control de esa “muchedumbre heteróclita” fue uno Cfr. Jauretche, Arturo. 1967. Los profetas del odio y la yapa: la colonización pedagógica,
de los ejes del “pensamiento nacional”. La descripción de la colonialidad y sus Buenos Aires: Peña Lillo.
350 Las apuestas epistemológicas del ensayismo militante… / Domingo Ighina El Ensayo latinoamericano 351

toma de conciencia histórica de la clase media, la técnica revolucio- Es habitual considerar al ensayismo militante del “pensamiento nacional”
naria de la no violencia de Ghandi, la olla popular y los escamoteos como una reivindicación “del populismo”, un enarbolamiento de la insufi-
financieros de Raúl Presbich (Hernández Arregui, 2005: 111). ciencia de los libros. Pero el reemplazo de la erudición libresca –inhallable
en Jauretche, pero no pocas veces emergente en Hernández Arregui– apunta
Esta larga cita permite, finalmente, advertir hasta qué punto el “pensa- a conseguir una comunicación instantánea ajena a la epistemología imperial.
miento nacional” conectaba el estudio de la cultura con el de la política y esta La epistemología del “pensamiento nacional” se manifiesta como des-
conexión con el de la modernidad–colonialidad, desde una matriz que, más colonial en la articulación de una comunicación que es siempre instantánea
allá de las limitaciones epocales, se muestra como claramente descolonial. El y que se “lee” “en una mirada, en un apretón de manos, en un silbido y
pensamiento nacional es una opción descolonial, quizás la de mayor sistema- también en una idea exactamente resumida” (Torres Roggero, 2009: 4)3.
tización y proyección política en el Cono Sur. La exploración de las bases epistémicas del “pensamiento nacional” es
Parece advertirlo Walter Mignolo en su introducción a El color de la razón: una tarea que recién comienza y es todavía un pendiente que permitirá
racismo epistemológico y razón imperial (2008) afirma que Hernández Arregui ampliar la perspectiva descolonial desde el conflictivo espacio histórico de
advierte la existencia de una lógica de la colonialidad que sobrevive a la co- la colonialidad criolla. Eso implica desprender la producción ensayística de
lonia en los estados independientes del continente, y que esa colonialidad es su contingencia militante, pero sólo en un instante analítico, pues es su
un tejido conceptual que forma parte de distintas esferas del saber, ligado a la situacionalidad la probablidad de un saber descolonial y emancipador. En
formación de subjetividades que mantienen y reproducen ese tejido conceptual. ese sentido la apuesta epistemológica del ensayismo militante entre 1956 y
El reconocimiento –apenas al pasar, pero significativo– que hace Mig- 1974, no es otra cosa que un ejercicio pleno de un conocimiento situado,
nolo implica una posibilidad de relectura y actualización del “pensamiento que por su formulación en el intersticio entre occidente y la contingencia
nacional” en tanto leyó, describió, cuestionó la misma situación colonial, que americana puede sistematizarse y aún así perseverar en su lectura históri-
desde las categorías de género, raza y naturaleza, buena parte del pensamiento ca. La confrontación que esta ensayística realiza con la historia oficial de
alternativo está indagando. occidente en la colonialidad y sus modelos epistémicos, revierte hoy en el
En uno de los pocos libros dedicados a alguno de estos autores, se re- intento de dar curso a las culturas invisibilizadas y periféricas “como libera-
producen juicios sobre la obra de Hernández Arregui. Llama la atención que ción de los vínculos categoriales que darían sustento a la emancipación de la
sólo se lo retome en tanto ideólogo vigoroso de una opción peronista por el dominación ejercida por los países centrales, y como búsquedas identitarias
socialismo, ignorando lo que hemos insinuado aquí: la condición de crítico desde la diferencia” (Palermo, 2007, 7)4.
consciente de las relaciones entre saber, poder y colonialidad. Quizás la elabo-
ración de un sujeto colectivo popular como vector cohesionante de la opción
descolonial no sea agradable actualmente. Curiosamente Oscar Terán, Carlos
Altamirano y Vicente Massot coinciden –como sus conmilitones de hace 50
años– en señalar a Hernández Arregui, y por extensión a los ensayistas del
“pensamiento nacional” como anacrónicos y poco rigurosos. Quizás esto sea 3
Torres Roggero, Jorge. 2009. Dos profetas de la des–colonialidad en Argentina. Córdoba,
una certeza si de una opción descolonial y crítica se trata: si la universidad inédito, página 4.
–en sus exponentes más notables– y el periodismo consagrado y poderoso 4
Palermo, Zulma: 2009. Reinvenciones nacionales y emancipaciones emergentes: rediseñando
ningunean una opción de saber, tal vez valga la pena explorarla. la “Literatura Nacional”. Córdoba, inédito, pagina 7.
352 Las apuestas epistemológicas del ensayismo militante… / Domingo Ighina El Ensayo latinoamericano 353

Bibliografía Una heterogeneidad in–completa.


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apertura: un manifiesto. En Walsh, García Linera y Mignolo. Interculturali- de su relación con la literatura, y de la creación de principios y métodos
dad, descolonización del estado y del conocimiento. Buenos Aires: Ediciones críticos literarios propios capaces de ser honestos con esa peculiaridad, una
del Signo–Globalization and the Humanities Project (Duke University). de las propuestas menos valoradas por la crítica, pese a constituir un antece-
. 2007. La idea latina de América. Barcelona, Gedisa. dente cercano y directo a la fructífera noción de heterogeneidad sociocultu-
. 2008. Introducción. En Chukwudi Eze, E., Paget, H. y Castro– ral acuñada por el peruano Antonio Cornejo Polar, la constituye la obra del
Gómez, S. El color de la razón: racismo epistemológico y razón imperial, sociólogo ecuatoriano Agustín Cueva. Si bien es cierto, esa relegación podría
Buenos Aires: Del Signo–Globalization and the Humanites Project. obedecer a que su proyecto adolece de limitaciones relacionadas con un
Palermo, Zulma. 2009. Reinvenciones nacionales y emancipaciones emer- determinismo económico que sacrifica el componente cultural, por tanto, la
gentes: rediseñando la “Literatura Nacional”. Córdoba: inédito. profunda y compleja multiplicidad de la totalidad, también es cierto que la
Piñeiro Iñíguez, Carlos. 2007. Hernández Arregui intelectual peronista. Pensar dialéctica radical con la que Cueva aborda las contradicciones estructurales de
el nacionalismo popular desde el marxismo. Buenos Aires: Instituto Di esa misma totalidad (y su expresión) hace que su metodología de análisis se
Tella–Siglo XXI. vuelva, paradojalmente, una herramienta adecuada para examinar los aspectos
Scalabrini Ortiz, Raúl. 1965. Los ferrocarriles deben ser argentinos. Buenos socioculturales fundamentales que olvida.
Aires: Peña Lillo. En ese sentido, esta ponencia se propondrá releer el trabajo de Cueva
. 1981. Política británica en el Río de la Plata. Buenos Aires: Plus a partir del modo particular en que encara la problemática afrolatinoameri-
Ultra. cana en sus reflexiones. Creemos que el análisis de sus aciertos y omisiones
Torres Roggero, Jorge. Dos profetas de la des–colonialidad en Argentina. al respecto, permitirá esclarecer no sólo los reales alcances de su noción de
Córdoba: inédito, 2009. ambigüedad o heterogeneidad latinoamericana, sino también, señalar, a partir
de la vigencia que esta ofrezca, la verdadera posición que el ensayista ecua-
toriano merece ocupar en la mencionada tradición crítica latinoamericana.

Hacia el concepto de heterogeneidad sociocultural

Comprendiendo los mecanismos específicos de reconstrucción y auto-


determinación sociocultural de los pueblos afrolatinoamericanos (cimarro-
naje como génesis identitaria relacional) y siguiendo de cerca la evolución y
354 Una heterogeneidad in–completa. La cultura… / Franklin Miranda Robles El Ensayo latinoamericano 355

alcances del concepto acuñado por Antonio Cornejo Polar, se puede concluir teamientos, por lo tanto, haciendo una revisita crítica que le permite engrosar
que la creación y re–creación de la realidad identitaria afrolatinoamericana el espesor de sus propuestas y construir una idea propia de heterogeneidad2.
responde al continuo choque y contradicción, no exclusiva síntesis o hibrida- En este sentido, un caso especial y poco estudiado, lo constituye su lectura
ción, de culturas (africana, occidental e indígena) en un contexto colonial o del ecuatoriano Agustín Cueva.
neocolonial como el latinoamericano (ni autonomismo, ni asimilacionismo,
ni mixtura absolutos), o lo que es lo mismo, que este pueblo reconstruye Relación directa: Cueva–Cornejo Polar
constantemente una matriz cosmogónica africana a través de una dinámica
de resistencias y apropiaciones conflictivas de las culturas con las se encontró En el artículo Para una interpretación sociológica de Cien años de soledad
históricamente. Esta conflictividad se produce porque la contradicción inicial de 1972, Cueva ya utiliza el término heterogeneidad. No obstante, el reorde-
de los contactos culturales no desaparece y, además, porque estos encuentros namiento expositivo, la profundidad de las explicaciones y ciertas aclaraciones
se hallan marcados por una historia concreta de opresión y desigualdad que realizadas en la publicación de 1974 afinan las ideas centrales de su trabajo.
intenta superarse dentro del camino de la autodeterminación. Finalmente, Esta última versión es la que le interesa a Cornejo (1982), por eso la cita en
la heterogeneidad afrolatinoamericana no sólo explica una identidad propia su trabajo El indigenismo y las literaturas heterogéneas su doble estatuto so-
y un modo de articulación con los otros, sino que, por eso mismo, permite ciocultural (original de 1977) donde propone por primera vez su noción de
pensar en totalidades (nación/región/subcontinente) constituidas por diálogos heterogeneidad cultural.
pluriculturales donde lo afrodescendiente es fundamental (Miranda, 2005). El crítico peruano repara en el mencionado artículo del ecuatoriano de
Ahora bien, que la noción de heterogeneidad de Cornejo con el tiempo los años 70’s, porque encuentra sentido a los alcances contenidos en la noción
llegue a tener un nivel de complejidad que le permita, como planteamos acá, de heterogeneidad que utiliza Cueva para explicar a la sociedad y a las obras
concretar su potencial explicativo fuera de su referente directo y original (li- literarias latinoamericanas. A saber: 1) La literatura, pese a su autonomía o
teratura peruana e indigenismos), se relaciona con el hecho de que Cornejo especificidad formal, expresa a la sociedad porque su estructura está deter-
Polar se hace cargo explícitamente, por lo tanto se inserta en, una tradición minada, en múltiples planos, por la estructura social. En América Latina, la
de pensamiento latinoamericano (progresiva y orgánica) que intenta pasar ambigüedad de la literatura manifiesta la heterogeneidad de las formaciones
de la identidad y literatura fija–única a la plural–contradictoria. Aunque su sociales en la que es creada3. 2) Esta ambigüedad literaria se origina en la no
propuesta se afilia directamente a la idea de José Carlos Mariátegui1 sobre la uniformidad de (al menos) dos instancias del proceso productivo (la conciencia
dualidad de la literatura y sociedad peruanas [dualidad de razas, lenguas y del autor no proviene del mismo nivel estructural que la del referente) y se
sentimientos (indígena y español) que no han logrado fusionarse, ni eliminarse, concreta en la coexistencia de sus respectivas formas literarias dentro de un
ni absorberse mutuamente, y que nacida en la conquista se extiende por la tratamiento estético particular que supera la antinomia. 3) Dicha estética ar-
no ruptura del (neo)colonialismo], también se engarza en las reflexiones de
sus contemporáneos: Agustín Cueva, Noé Jitrik y Ángel Rama acerca de la he- 2 Noción que también se autoevaluará constantemente para pasar de las instancias del
teróclita y conflictiva pluralidad de America Latina. No obstante, más allá del proceso productivo hasta lo interno discursivo (ver Cornejo Polar, 1997 y 2003).
interés, preocupación u origen común, Cornejo no reproduce a Mariátegui, ni 3 Cueva emplea la teoría de los modos de producción de Althusser para superar los ex-
a los que él considera sus seguidores, sino que opera profundizando sus plan- tremos sociologistas e inmanentistas. Su intención es recuperar la historicidad sin caer
en la estética del reflejo y sin olvidar que el arte es dación de forma. Busca precisar,
1 También en la responsabilidad política de la literatura (ver Cornejo Polar, 1982). de esa manera, una particularidad literaria latinoamericana.
356 Una heterogeneidad in–completa. La cultura… / Franklin Miranda Robles El Ensayo latinoamericano 357

ticula (no homogeniza, fragmenta o sintetiza armónicamente) las formaciones La preocupación por el mestizaje
literarias de las disímiles conciencias encontradas. Al hacerlo es consecuente
con la realidad pues esas cosmovisiones no se elaboran en sí mismas, ni per- Entre 1965 y 19676, Cueva aborda la idea del mestizaje para aseverar que
tenecen a tiempos cerrados, sino que se construyen diferentes en su conflictiva la mezcla racial, no aseguró la “mesticidad” cultural en América Latina. El
interrelación histórica4. 4) La re–producción artística formal de esa articulación estudioso plantea que el mestizaje constituye la fusión de heteróclitos elemen-
contradictoria, no implica la anulación de la conciencia (ideología) del autor. tos de diverso origen en un todo orgánico y coherente, estructurado (Cueva,
Él le otorga coherencia total a la obra (es literatura culta y no expresión oral 1987: 114). Cuando esas realidades coexisten o se alteran recíprocamente de
popular heterogénea), pero también permite la ejecución de las autonomías manera problemática, originan una ambigüedad cultural y no un mestizaje.
relativa de las perspectivas particulares (su flujo y choque5). Para lograr dicho La lucha constante entre el ideal endogámico de la colonización española y
encuentro opera una apertura semántica (o convergencia) discursiva a través la exogamia cultural de la realidad americana, originó una sociedad ambigua,
de un nexo que reconstituye la heterogénea “unidad” de los opuestos. 5) consecuentemente, unos sujetos coloniales con conciencia contradictoria: el
Dicha heterogeneidad (diferencia y articulación) es posible, además, porque criollo rechaza la identidad del colonizado pero al mismo tiempo es rechaza-
la conciencia del sujeto que totaliza la obra (autor) responde a la misma am- do por el colonizador. Esto se reflejó en una cultura informe que, de modo
bigüedad social. Las condiciones sociales históricas configuran una identidad general, se recrea en los siglos posteriores pues nuestras las naciones estarían
contradictoria que conciente o inconcientemente estructura también su estilo marcadas por una totalización neo–colonial sin sustrato real y heteróclita rea-
literario. En otras palabras, el sujeto latinoamericano (mestizo) resulta ser lidad americana sin totalización. En esta época, para el teórico, el puente que
internamente heterogéneo. debe acercar ambas realidades es el verdadero mestizaje cultural.
Pese a la relación directa o los puntos de encuentro que ambos crí- La constatación de este fenómeno en la literatura criolla, según Cueva,
ticos poseen en los años ‘70, este artículo de Cueva constituye, a la luz génesis de la nacional, muestra que el teórico está pensando en esos años
de la lectura de toda su obra, una suerte bisagra entre su primer y tardío en una ambigüedad literaria que se provoca por la no adecuación de las
pensamiento. Por ese motivo, resultaría inadecuado que, a partir de este instancias productivas: la visión de mundo del autor difiere de la realidad del
único trabajo, se establezcan de modo definitivo las diferencias y afinidades referente. Cueva apunta que la inmadurez social criolla, caracterizada por la
profundas que existían (y existirán después) entre ellos a propósito de la idea contradicción de dos culturas que se impiden mutuamente el desarrollo genui-
de heterogeneidad. Para tener una idea más cabal de lo que quiere plantear no, se manifiesta en un idioma ambiguo cuya forma abstracta (colonizadora)
Cueva, a diferencia de Cornejo, urge revisar en detalle y a través del tiempo, está alejada de la realidad material (colonizada). El crítico está pensando en
la evolución de su propuesta acerca de la identidad latinoamericana y su la dicotomía estructuralista de lengua y habla, por lo tanto, en el desajuste de
expresión en la literatura. dos elementos del arco comunicativo: código y referente lingüístico. Este déficit
de real sincretismo cultural, según Cueva, impediría hablar de un sistema o
tradición literarios.

4 Se refiere al subalterno gramsciano. Sin embargo, ese modo de construcción también es 6 Revisar los artículos: Sobre nuestra ambigüedad cultural; Significado y alcance de nuestros
visible en la hegemonía. clásicos y Mito y verdad de la cultura mestiza, reunidos en su libro de 1967 y Entre la
5 De este modo, Cueva acerca su idea de heterogeneidad literaria a lo discursivo. ira y la esperanza (1987: 101–133).
358 Una heterogeneidad in–completa. La cultura… / Franklin Miranda Robles El Ensayo latinoamericano 359

Revisados estos antecedentes, se puede observar que las premisas básicas la antinomia, su “resolución”, o diálogo horizontal de los opuestos, tampoco
con las que trabaja Cueva a mediados de la década del 60, se conservan, en puede aspirar a dicha disolución. Así, la metodología de Cueva se acerca a una
mayor o menor medida, en el artículo sobre Cien años de soledad reescrito a dialéctica radical (sin necesidad de síntesis) que le permite ser más honesto
mediados de los años 70’s. Sin embargo, a partir de aquí, su propuesta anuncia con la realidad ecuatoriana y latinoamericana que analiza.
un cambio, que se concreta en su obra escrita a partir de los 80’s (hasta su Cuidando de no caer en el determinismo económico, busca establecer
muerte en 1992), relacionado con la complejidad con que asume esas pre- que a través múltiples mediaciones esta estructura conflictiva de la realidad
misas, así como con el enfoque y valor de sus conclusiones. delinea las instancias de campos culturales como la literatura. Su análisis se
vuelve interesante cuando, al hacerse cargo de las contradicciones de la matriz
El método materialista y su dialéctica radical social, insinúa que éstas configuran ciertas formas de conciencia que, a su vez
y más allá de las concreciones diversas, generan líneas formales contradictorias
Este nuevo rumbo, que aparece en otros trabajos de fines de los 70’s, en el quehacer literario. Con esta sugerencia, el ecuatoriano advierte sobre la
se produce por una introducción neomarxista (levemente culturalista) explí- probabilidad de encontrar sujetos internamente contradictorios. Es decir, plan-
cita del método materialista histórico en la comprensión de la sociedad y la tearía que la heterogeneidad de las representaciones literarias latinoamericanas
7
literatura. En 1980 , Cueva propone entender la realidad social como una no estaría dada sólo por la no coincidencia de los elementos del arco de la
totalidad articulada por elementos interdependientes que, debido a ciertas comunicación, sino por la mediación de una realidad y un discurso heterócli-
determinaciones y predominios, se relacionan de manera jerárquica y contra- tos. Este mismo argumento teórico además anuncia otros cambios en su pen-
dictoria. El desarrollo de estas contradicciones le otorga constante movimiento samiento: Cuando acepta que la heterogeneidad, más que un simple déficit,
a la estructura total, motivo por el cual ella debe ser entendida no sólo como puede constituir una determinada configuración social histórica, también está
sistema, sino también como proceso (histórico). Tomando en cuenta esto, admitiendo la posibilidad de un sistema literario heteróclito que exprese una
según el ecuatoriano: correspondencia identitaria y no una falta de forma. Por otro lado, si pese a los
cambios, esa estructura sociocultural se conserva en el tiempo, es posible que
el método dialéctico, [es el] único capaz de captar, sin mecanismos exista una tradición literaria que actualice periódicamente su heterogeneidad
ni unilateralidades, la compleja realidad del flujo histórico. Se trata, por según las condiciones históricas concretas. En resumen, el teórico abandona
este camino, de recuperar la riqueza de lo real, superando, sin disol- el criterio de madurez en la homogeneidad, para intentar establecer un tipo
verlas, las primeras antinomias aparentes que el propio pensamiento de sistema y tradición literarios no uniformes.
teórico ha creado en su esfuerzo por captar la realidad (1986: 10). Pese a sus virtudes, cuando el ecuatoriano materializa su teoría en el
análisis textual, por ejemplo de la literatura indigenista, aparecen límites que
Aquí se encuentra la clave para explicar el cambio en su apreciación del están relacionados con la recurrente sobrevaloración del aspecto socioeconó-
mestizaje, así como, el sustento de su visión tardía sobre la heterogeneidad. Y mico por sobre lo cultural en el origen de la heterogeneidad y la constante
es que si la expresión neo–colonial de lo contradictorio no implica la desapa- centralización de la figura del escritor mestizo de clase media y su obra como
rición de la oposición inicial, sino el predominio de uno de los elementos de únicos depositarios de dicha complejidad identitaria.

7 Véase El método materialista histórico aplicado a la periodización de la historia de la


literatura ecuatoriana: Algunas Consideraciones Teóricas en Cueva 1986: 9–20.
360 Una heterogeneidad in–completa. La cultura… / Franklin Miranda Robles El Ensayo latinoamericano 361

Lo cultural a medias o etapa tardía más bien es señalar que, pese a las diferencias cosmogónicas, esas instancias
se construyen dentro de una realidad neo–colonial que las interrelaciona con-
Pese a que este problema mayor no desaparece del todo en la tercera y flictivamente y las vuelve internamente heterogéneas. Es decir, la antinomia
última etapa de su pensamiento (fines de los 80 y principios de los 90), Cueva hegemonía–subalterno no se resolvería con la imposición absoluta de uno
reconoce que más allá de los límites históricos y el cambio de valor que le ha sobre otro, ni con la conservación pura de los opuestos. Cueva sostiene que
dado a la idea de mestizaje, su diagnóstico sobre la ambigüedad socio–cultural en esa relación se elaboran identidades contradictorias: el subalterno, inserto
posee la validez de denunciar los intentos de las hegemonías por disimular la inevitablemente en un mundo opresor que no tiene sentido cultural para él,
desigualdad del choque de dos culturas en una supuesta mezcla racial equi- conserva su diferencia identitaria. Sin embargo, no puede obviar ese mundo
librada. Explicita entonces que el encuentro (ecuatoriano o latinoamericano) ajeno, sino que re–construye su otredad en la relación problemática con él.
de dos o más culturas El reconocimiento de los elementos que los oponen y articulan como parte
de una misma historia permite crear una literatura heterogénea consecuente
no constituye una fusión armoniosa e igualitaria de culturas y con dicha complejidad8.
razas, […] en verdad se trata de un proceso caracterizado por la asi- La literatura latinoamericana, entonces, es contradictoria porque, según
metría y las contradicciones de clases, de culturas entendidas como el critico, pese a su autonomía relativa, constituye una práctica cultural que
universos simbólicos, de etnias e incluso de nacionalidades, por más expresa la heterogeneidad identitaria de los sujetos involucrados en su produc-
vasos comunicantes e incluso puntos de simbiosis que tal proceso ción (autor que representa y referente representado), por lo tanto, la conflictiva
pueda presentar (Prólogo a quinta edición Entre la ira y la esperanza) realidad sociocultural neo–colonial a partir de la cual se han configurado di-
(1987: 14). chos individuos así como los otros elementos que permiten la creación de esa
literatura. De esa manera, Cien años de soledad logra ser consecuente con esa
Del mismo modo, esa dialéctica le permite reafirmar, sin reflejos me- compleja heterogeneidad social y cultural subcontinental, pues crea, mediante
cánicos, que esa identidad contradictoria se manifiesta, por una homología métodos literarios, una perspectiva original y adecuada (contenido/forma)
estructural, en la literatura. de la coexistencia conflictiva de la modernidad occidental y la premoderna
Como vemos, Cueva mantiene una línea de pensamiento que, pese a cosmovisión popular en América Latina en sus varios niveles.
sus trabas sociológicas, evoluciona saludablemente para dar cuenta de ma- No obstante esta profundización, la reflexión del ecuatoriano no puede
nera cada vez más acabada de una heterogeneidad sociocultural palpable en superar ciertos obstáculos del pasado, a saber: 1. Pese a atender la diferen-
la realidad, los sujetos y las manifestaciones culturales latinoamericanas. Esta cias cosmogónicas, supedita la conformación de los sustratos cultural a las
constante profundización de su propuesta se aprecia claramente en un libro condiciones económicas históricas que los harían posible. 2. Aún cuando
tardío como Literatura y conciencia histórica en América Latina (1993) donde enfatiza materialización de la heterogeneidad en lo discursivo, nuevamente
retoma el análisis de Cien años de soledad e introduce cambios relacionados
con una mayor atención al aspecto cultural, pero sobre todo, con el origen 8 Si bien la no uniformidad y la no fragmentación de la sociedad y la literatura heterogénea
discursivo de la heterogeneidad. ya están presentes en su artículo de los años 60’s. En este nuevo trabajo de los 80’s se
Aunque vuelve a afirmar la no uniformidad de conciencias y formas ar- preocupa de enfatizar que, en virtud de esa convergencia y articulación de la diferencia,
tísticas entre las distintas instancias del proceso productivo (autor moderno y difícilmente se puede definir a América Latina o a su literatura heterogénea (Cueva,
referente popular), no concentra la heterogeneidad en ese hecho. Su intención 1993: 41) bajo los parámetros peligrosos de la posmodernidad (Cueva, 1987: 11, 12).
362 Una heterogeneidad in–completa. La cultura… / Franklin Miranda Robles El Ensayo latinoamericano 363

reduce esa ambigüedad a un sólo tipo de sujeto, el mestizo. Con ello confina de los ochenta [metodología que por su atención a las contradicciones le
la heterogeneidad cultural al encuentro exclusivo de dos realidades culturales. permitirá complejizar su visión sobre la ambigüedad social, pero sobre todo,
3. Solamente encuentra en esta heterogeneidad literario/cultural las huellas desarrollar la conflictividad interna o discursiva del sujeto y de la literatura
del colonialismo interno, de la dependencia, del subdesarrollo, en resumidas latinoamericana como práctica humana (1993: 15–53)], se podría concluir que
cuentas de la opresión económica y no de las resistencias culturales que son la noción de heterogeneidad sociocultural que desarrolla Cornejo en su etapa
9
las que hacen posible dicho carácter contradictorio de la realidad . de madurez intelectual es una continuación de la del ecuatoriano.
No obstante, y sin dejar de anotar la innegable influencia (que en los
Conclusiones años ‘80 es mutua)11, se trata, en verdad, de procesos similares cuyas diferen-
cias los conducen por caminos paralelos. Y es que la interesante propuesta de
A la luz de este análisis, el interés inicial de Cornejo en el estudio de Cueva adolece, desde el principio, de dos grandes limitaciones: Por un lado,
Cueva sobre Cien Años de Soledad radica en que dicho trabajo, conserva la una cierta rigidez marxista–sociológica lo lleva a reducir las configuraciones
crítica anticolonialista, de los años ‘60, del ecuatoriano al origen (encuentro culturales (superestructura) a las condiciones materiales socioeconómicas (es-
homogenizador de Occidente con la heteróclita realidad americana) de la no tructura), olvidando las cosmovisiones (formas de entender el mundo) a partir
“mesticidad” o ambigüedad cultural de Latinoamérica (Ecuador). Pero, ade- de las cuales se construyen las distintas sociedades (en las que los diversos
más, en que el sociólogo ibarreño abandona dos ideas centrales de esa misma modos de producción económica tienen o no sentido) y simplificando, de
época: que la heterogeneidad social implica un déficit identitario desde el paso, la profunda heterogeneidad latinoamericana a la multiplicidad social. Por
que es imposible construir una literatura (sistema), unos clásicos (tradición) otro lado, esa misma subestimación del componente cultural de la ambigüe-
o injertar lo ajeno en lo propio (transculturación), y que el mestizaje puede dad12, lo conduce a concentrar la contradictoria identidad del sujeto y litera-
resolver ese problema. tura sólo en el mestizo y su producción artística, en desmedro de las culturas
Si adicionalmente se toma en cuenta la premisa de que este conocido afrodescendientes e indígenas que serían entidades uniformes disminuidas
trabajo de Cueva resulta ser una suerte de bisagra que no sólo recoge sus por una opresión económica (Cueva, 1986: 159–184). Son estos problemas
preocupaciones anteriores, sino que también anuncia la explícita introducción economicistas los que Cornejo supera, no invalidando la dialéctica radical con
neomarxista10 que hará del método materialista histórico en sus reflexiones la Cueva que atiende las contradicciones estructurales (de hecho ese constitu-
ye el principal aporte del ecuatoriano en la tradición del pensamiento crítico
9 En el fondo de este reiterado problema está en que si bien Cueva supera el reflejo latinoamericano), sino dotándola de una integridad sociocultural que resulta
mecánico del desarrollismo para reivindicar la particularidad latinoamericana a partir más honesta con la pluralidad de las realidades en análisis13.
del productivismo althusseriano (Moreano, 2007: 16), su crítica al imperialismo o al
colonialismo sigue sufriendo de cierto dependentismo. 11 En general, el modelo teórico de Cueva de estos años, similar al de Cornejo, se aproxima
10 Su no ortodoxia marxista, su visión multidisciplinaria de la realidad [sociología (Weber, a la noción de campo intelectual del francés Pierre Bourdieu.
Durkheim), antropología (Levi–Strauss), estructuralismo (genético marxista, Goldman)], 12 Como Mariátegui, reduce el des–encuentro cultural a dos realidades (en el caso ecua-
tiene que ver con que rescata (apropia) del marxismo el componente ético de la lucha toriano: española e indígena). No obstante, lo más delicado es que lo supedite a las
de clases y el método materialista histórico (ver Cueva, 1987: 7–24). Con que en defi- determinaciones económicas.
nitiva busca una teoría marxista propia que pueda dar cuenta de la peculiaridad social 13 Cornejo pasa de la heterogeneidad productiva a la discursiva con mayor seguridad que
y literaria latinoamericana. Cueva.
364 Una heterogeneidad in–completa. La cultura… / Franklin Miranda Robles

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El Ensayo latinoamericano 367

Del ensayo neobarroso a Fabián Casas


María Alejandra Minelli

En otras oportunidades he explorado el modo en que durante los años


80 cobró relieve en el campo literario argentino la formación neobarrosa (Mi-
nelli, 2001). Hoy, analizaré ensayos de Néstor Perlongher, César Aira y Fabián
Casas orientada por la hipótesis de que en ellos es posible explorar ciertas
continuidades en torno a áreas de preocupaciones ético/estéticas vinculadas
con la tradición literaria, con el lugar que piensan para sí en la literatura y
con los rasgos de las figuras de escritor que ellos construyen.
La denominación “neobarrosa” nucleó una diversidad de propuestas litera-
rias que no se plasmaron en algún tipo de manifiestos que las identificara como
tal. Sin embargo, sobresale una evidente voluntad de legitimación grupal que
puede leerse a través del sistema de vinculación/homenaje que establecen los
ensayistas de este sector: Néstor Perlongher y César Aira. Esta constelación conjuga
una confluencia de estéticas que se distancian de las corrientes más difundidas de
la cultura argentina1. Correlativamente, la relación crispada que estos escritores
establecen con la tradición y las instituciones es puesta en evidencia, desde
el punto de vista de las estrategias de escritor2, a través del uso de nuevos
espacios de publicación –como el Suplemento Marginoliento Cerdos y peces, de

1 Me refiero, entre otras, al modelo representativo realista (Osvaldo Soriano, Mempo


Giardinelli), la fantástica de riguroso trabajo formal (Jorge Luis Borges, Adolfo
Bioy Casares y Julio Cortázar), las propuestas que problematizan la posibilidad de
narrar lo real que se difunden y canonizan en los 80 (Ricardo Piglia y Juan José
Saer) y la novela histórica (Andrés Rivera).
2 La noción de estrategias de escritor “designa el conjunto de operaciones -discursivas
y no discursivas- que los escritores realizan para hacer carrera; son estrategias que
ponen en juego el estatuto social del escritor y definen, de acuerdo con las posibi-
lidades que ofrece el campo, clases de trayectoria literaria” (Gramuglio, 1988: 15).
368 Del ensayo neobarroso a Fabián Casas. Alejandra Minelli El Ensayo latinoamericano 369

la revista El porteño, Fin de Siglo y Babel– y a través de figuras de escritor que todos ellos, permiten visualizar la emergencia de esta formación de escritores
desde la ficción corroen la estabilidad de las ideas de lo que es la literatura, que brega por posicionar en el campo literario estéticas que intensifican las va-
lo que es un escritor e incluso la consistencia de las categorías identitarias y riantes y alteran las constantes del canon literario de los 80, en otras palabras:
los parámetros de valoración tradicionales. Se trata de figuras de escritor que una minoría que propone estéticas alternativas que podrían pensarse como
ostentan extravagancias que terminan por devaluarlas y/o estigmatizarlas. lo que Deleuze y Guattari llamaron una “literatura menor” 5, así sus ensayos
Estas estrategias de subversión se orientan, en palabras de Pierre Bourdieu: relucen como espacio desde el que se opera para delinear los contornos de
esta formación que prolonga sus vectores hasta los ensayos de Fabián Casas.
…hacia una acumulación de capital específico que supone una
alteración más o menos radical de la tabla de valores, una redefini- La “onda estilística” neobarrosa
ción más o menos revolucionaria de los principios de producción y de
apreciación de los productos y, al mismo tiempo, una devaluación del Néstor Perlongher, en el ensayo “La barroquización”, publicado en 1988
capital que poseen los dominantes (Bourdieu, 1990: 217). en el suplemento de la Folha de Sâo Paulo, comienza evocando Paradiso de
Lezama Lima para luego definir el barroco como revolucionario, marginal,
La formación neobarrosa emerge –para utilizar los términos de Raymond excéntrico; pagano carnaval que con su exceso sostiene la disputa con el
Williams– con un bajo nivel de estructuración, pero con una evidente voluntad “racionalismo discursivo que se torna dominante en Occidente” (Perlongher,
de legitimación grupal canalizada especialmente a través de artículos, ensayos y 1997: 114). Si bien aclara que “las ondas estilísticas del barroco no dependen
prólogos de Néstor Perlongher y César Aira sobre algunos de los integrantes de solamente de innovaciones individuales, sino que remiten a cierto “espíritu co-
3
este linaje literario: Manuel Puig, Osvaldo Lamborghini, Emeterio Cerro y Copi . lectivo de época” (Perlongher, 1997: 114), este ensayo avanza en resaltar la obra
El sistema de vinculación–homenaje que diseñan Néstor Perlongher y César de Osvaldo Lamborghini, obra que produce algo que Perlongher denomina un
4
Aira a través de sus ensayos y reseñas y las figuras de escritor que arman flujo neobarroso que “detona por dentro la literatura argentina” (Perlongher,
1997: 117). Este es un ejemplo de como el ensayo actúa como privilegiado
3 Tres maestros (selección de textos de Arturo Carrera, Néstor Perlongher y Osvaldo campo de operaciones para la emergencia de la formación neobarrosa. Per-
Lamborghini presentada por César Aira, publicada en El porteño N° 37, 1985), longher prolonga esta operación en el ensayo Ondas en el Fiord (1991), cuando
Textos inéditos de autores silenciosos (textos de Perlongher, Aira, Lamborghini y explica lo que él denomina “efecto de barroquización”. La barroquización,
Emeterio Cerro, entre otros, publicados en El porteño N° 43: 1985), Un texto límite dice, pasa por cierto horror al vacío, puede resultar de un plus de carnavali-
de Osvaldo Lamborghini (se trata de El niño proletario, acompañado de un artículo zación, con sus trazos grotescos, con sus nombres que suenan ridículos y con
de César Aira, publicado en Fin de siglo N° 1: 1987) y, de Néstor Perlongher, Breteles sus palabras que llegan a ser carnavalizadas en su mismo interior: “Ejemplo:
para Puig (Babel N° 6: 1988) y Ondas en el fiord (Cuadernos de la comuna N° 33, ‘obligué’ por ‘ogarché’” (Perlongher, 1997: 134). En este ensayo, Perlongher
1991 y reproducido en el Diario de Poesía en 1995).
4 En especial porque, como señala M. T. Gramuglio, en torno a las figuras de es- estrictamente subjetivo, cuál es el lugar que piensa para sí en la literatura y en la
critor “se arremolina, generalmente en un estado fluido y no cristalizado, una sociedad” (Gramuglio, 1988: 3).
constelación de motivos heterogéneos que permiten leer un conjunto variado y 5 Sobre el concepto de “literatura menor”, ver: ¿Qué es una literatura menor? (Deleuze
variable de cuestiones: cómo el escritor representa, en la dimensión imaginaria, y Guattari, 1990) y 30 de noviembre 1923. Postulados de la lingüística (Deleuze y
la constitución de su subjetividad en tanto escritor, y también, más allá de lo Guattari, 1994).
370 Del ensayo neobarroso a Fabián Casas. Alejandra Minelli El Ensayo latinoamericano 371

señala que “la barroquización opera por minorización de todas las lenguas, de trolan la pauta de la discursividad masculina–hegemónica); sus integrantes
todas las voces: al encastrarlas en el enchastrado entretejido, las engarza, como eligen actualizar enunciaciones en femenino: “estética del bretel”, femenino
joyescas, o las engruda, mucilaginosas” (Perlongher, 1997: 136). Se trata de un devenir menor que entreteje lugares comunes que guardan un dejo barroco en
ensayo que subraya la voluntad “minorizadora” de la formación neobarrosa “la microscopía del detalle, tan femenino, tan de costurera de barrio”. Según
y que erige la figura de Osvaldo Lamborghini y su obra El fiord en una zona Perlongher, una “estética de la banalidad” es trazada en los textos de Puig con
6
central de estas escrituras barroquizantes : “letra de mujer” (Perlongher, 1997: 127). Por su parte, César Aira extrema esta
perspectiva sobre Puig y dice: “Puig fue el poeta de la maternidad. Por ser el
Tapiz apretujado, pero que en vez de esplender en la nobleza de sus hombre–madre, fue el hombre–historia y el hombre–estilo” (Aira, 1991a: 28)8.
gasas y aterciopelados moños, se urde a espumarajos, a escupitajos, a César Aira consolida una familia literaria que prolifera9: desde sus ensayos
baldes de sangre y mierda, a chonguerías. Y aquí vale plantear la cues- sostiene que Copi fue el más grande artista barroco de nuestro tiempo (Aira,
tión: ¿es Lamborghini barroco? […] ¿Lamborghini no sería más bien –si 1990b: 5), “Carrera, Perlongher y Lamborghini son tres maestros en los que
cabe el paródico neologismo– “neobarroso’”? (Perlongher, 1997: 134). podemos confiar” (Aira, 1985: 63) y además, agrega a esta familia neobarrosa
a Emeterio Cerro. A propósito de la publicación de Los teros del Danubio, sale
Perlongher rechaza efectuar una lectura crítica que decodifique el texto en su defensa desde las páginas de la revista Babel: “El que no ama a Emeterio
de Lamborghini, descarta la traducción del texto para poder mantener su no ama a la literatura” (Aira, 1990a: 41). El caso de Emeterio ejemplifica el
potencial perturbador para la experiencia de su lectura: “Antes de proceder modo en que Aira se aplica a hacer tambalear la tradición literaria revisando
a un análisis sistemático, estas apretadas notas procuran hacer las veces de el papel de sus protagonistas y las nociones de valores literarios:
trampolín, que incite a arrojarse a la pesca de noctilucas carnales en las on-
das de El fiord” (Perlongher, 1997: 137). Del mismo modo, en “Breteles para Emeterio es el gran obús en el corazón de la élite, la que siempre
Puig” (1988), descarta el ejercicio de una lectura crítica anclada en “saberes está pensando: eso es escandaloso para los demás, es incomprensible
anteojudos” y elige dar “una experiencia de lectora distraída, de chica de Flores para los demás, ¡qué suerte que yo estoy del lado bueno! Pues bien:
o, como lo diría Puig, de puto de barrio” (Perlongher, 1997: 127). El texto se no. Están del lado malo […] Se podrá objetar que con este criterio
feminiza desde su mismo título, la enunciación es femenina: “A la tentación cualquier galimatías petardista tiene más derecho a la eternidad que
de recorrer, armada de afilado lápiz (un homenaje a Puig debe necesariamente el trabajo honesto de tantos escritores que se ajustan al gusto y las
ser hecho en femenino)” (Perlongher, 1997: 127). Esta formación produce lo
que Nelly Richard denomina “escrituras feminizadas”7 (poéticas que descon- género sexual del sujeto biográfico que firma el texto– de una feminización de la
escritura: feminización que se produce cada vez que una poética o que una erótica
6 Escrituras que coinciden con el impulso degenerativo apuntado por Omar Calabrese: del signo rebasan el marco de retención/contención de la significación masculina
“Desde nuestra perspectiva, de hecho, todo fenómeno ‘barroco’ procede precisamente con sus excedentes rebeldes (cuerpo, libido, goce, heterogeneidad, multiplicidad,
por ‘degeneración’ (es decir: desestabilización) de un sistema ordenado, mientras etc.) para desregular la tesis del discurso mayoritario” (Richard, 1993: 35).
que todo fenómeno ‘clásico’ procede por mantenimiento del sistema frente a las 8 Según Aira, historia y estilo son en Puig lo mismo, la historia transmite un estilo
más pequeñas perturbaciones. Así, mientras que el barroco efectivamente a veces (Aira, 1991: 28).
degenera, lo clásico produce géneros. Es la ley fatal del canon” (Calabrese, 1987: 207). 9 Como lo testimonian, por ejemplo, El sultán (sobre Manuel Puig), Copi y De la
7 “Más que de escritura femenina, convendría entonces hablar –cualquiera sea el violencia, la traducción y la inversión (sobre Lamborghini).
372 Del ensayo neobarroso a Fabián Casas. Alejandra Minelli El Ensayo latinoamericano 373

expectativas de los lectores. Pues bien: ¡sí! Así es, créase o no. ¿Quién a suprimir las constantes) y para definir cómo se innova en la literatura:
dijo que la literatura era una profesión para bienpensantes? (Aira, “la innovación comienza cuando el escritor reúne el valor de rechazar a los
1990a: 41). maestros que más ama, a los que está condenado seguir amando hasta el
final” (Aira, 1995: 27).
Ya unos años antes, desde las páginas de El Porteño, Aira afianzaba este Esta acción de cualidades e intensidades variables que se proyecta
impulso iconoclasta cuando señalaba en Victoria Ocampo una pura fascinación desde los ensayos de Perlongher y Aira, atraviesa también los ensayos de
vacía por la cultura y calificaba también a Sur y a Borges: Fabián Casas, quien también organiza su familia literaria y plantea una
concepción de literatura nacional basada en la idea de que una nación
Sur propuso, en cambio, gracias al azar espléndido de que su no tiene una sola voz, sino que hay una poesía cruzada de voces y estilos
dueña no tuviera una sola célula de intelectual en la cabeza, una (Casas, 2007: 59). Sostiene la necesidad de escuchar las diversas voces que
actitud cultural a nuestra medida; si no fuera una exageración, me urgen desde la realidad y que impulsan a cruzar registros literarios, al
atrevería a decir que propuso la formación de una red mundial de modo en que lo hace Ricardo Zelarayán12. La especial atención que presta
cultura menor, que operase como vivificadora y renovadora por a la figura y obra de Zelarayán conlleva los matices de la jerarquización de
debajo de la gran cultura. un escritor que vehiculiza esta ideología literaria, esta pulsión “minoriza-
Borges tuvo algo de eso; en cierto modo, sublimó, haciéndo- dora”13; Zelarayán produce una escritura “menor” que Casas define como
lo deliberado y combativo, el método de Victoria Ocampo (Aira, escritura impresentable, “que trabaja desde los márgenes y que garantiza
1987a: 65). un contagio lento pero seguro” (Casas, 2007: 131).
A la hora de “crear sus precursores” y definir su ideología literaria, Fabián
Estos ensayos de Aira son también parte del campo en el que se des- Casas elige un código extraliterario: el karate. De él toma el concepto de kata
pliegan las estrategias de subversión de la formación neobarrosa10, también (meditación en movimiento que combina tácticas de defensa y ataque): “Yo me
ellos sostienen la proyección de esa “onda estilística neobarrosa” que avan- armé una kata literaria: está compuesta por estos manifiestos a los que veo como
zaba desde la barrosa ribera perlongheriana. En sus ensayos, Aira teoriza, movimientos para meditar y crecer, para producir vida. 1) La Carta a la Dictadura
forma opinión, divide públicos y critica con absoluta libertad11; su punto de Militar, de Rodolfo Walsh. 2) El Escritor argentino y la tradición, de Borges. 3)
vista como autor asume el primer plano para delinear una “zona menor”
de la literatura argentina (en la que se tiende a intensificar las variantes y 12 “Un tipo escribe unos libros muy flacos, de pocas páginas. Y para algunos se con-
vierte en el mejor escritor de mundo. De hecho, ciertos lugares donde suceden sus
10 En coherencia con lo señalado por Bourdieu: “En cualquier campo encontraremos relatos, se modifican para siempre en la percepción de sus lectores. Algunas de
una lucha, cuyas formas específicas habrá que buscar cada vez, entre el recién lle- las palabras que él utiliza, se vuelven más intensas y le sirven a otros para decir
gado que trata de romper los cerrojos del derecho de entrada, y el dominante que algo que no sabían cómo hacerlo. Y más. Cuando el partido se complica, aparecen
trata de defender su monopolio y de excluir a la competencia” (Bourdieu, 1990: 135). tipos que, desinteresadamente, lo ayudan a ser más digno frente a las insistencias
11 Esta libertad poética, es un buen ejemplo de que “lo poético constituye el trasfondo de Caronte. Sólo porque escribió” (Casas, 2007: 45).
del ensayo, aunque ésta sea poesía del intelecto. De ahí que el verdadero asunto 13 De un modo afín al que observó Sergio Chejfec respecto a Borges: “usa las repre-
del ensayo no sean los objetos o los hechos tratados, sino el punto de vista del sentaciones de escritor en clave analógica, como vehículo de ideología estética.
autor, el modo como éstos son percibidos y presentados” (Gómez-Martínez: 1972). Allí no hay metáforas de creación, sino dilemas culturales” (Chejfec, 2005: 69).
374 Del ensayo neobarroso a Fabián Casas. Alejandra Minelli El Ensayo latinoamericano 375

El prólogo de Gombrowicz a la edición del Ferdidurke argentino. 4) El prólogo voces y jergas, una concepción porosa y lábil, que busca hacer fluir el lenguaje
a Los Lanzallamas, de Roberto Arlt”. Esta elección de Fabián Casas –hablar de por una “línea revolucionaria sobria”16.
literatura ejemplificando a través de campos ajenos: el karate, el fútbol, el cine
el rock– ejemplifica una elección díscola respecto a algunas convenciones de la Bibliografía
tradición literaria14 y astuta en la proyección de su oferta simbólica15.
Ratificando los rasgos que Adorno señalaba para el ensayo, los ensayos Adorno, Theodor W. 1962. El ensayo como forma. En Notas de literatura,
de Fabián Casas no borran la huella de su arbitrariedad, se construyen libre- 11–36. Barcelona: Ariel.
mente, tienen un carácter fragmentario y prestan atención a lo efímero y a la Aira, César. 1985. Tres maestros. El Porteño (Buenos Aires) 37, páginas 63–65.
experiencia (Adorno, 1962). Son ensayos que dialogan con su entorno cultu- . 1986. Sin novedad en el frente. El Porteño (Buenos Aires) 51,
ral, que llevan inscriptas las marcas de su época, la perspectiva de su autor página 60.
y las huellas de su subjetividad; en su ensayo Rita y Bertoni leemos: “Con . 1987a. El triunfo de la perversión. El Porteño (Buenos Aires) 62,
la primavera llegó a mi vida un regalo de Dios que se llama Rita. Tiene tres páginas 64–66.
meses. La otra noche estábamos en el parque y se puso a cavar un pozo, lo . 1987b. De la violencia, la traducción y la inversión. Fin de Siglo
hacía con un convencimiento milenario, lo hacía con el corazón de la especie. 1 (julio): 26.
De esa manera me gustaría escribir” (Casas, 2007: 163). Este imagen perruna . 1990a. El test. Una defensa de Emeterio Cerro. Babel (Buenos
de la tarea del escritor ratifica ejemplarmente la “voluntad minorizadora” de Aires) 18: 41.
Casas, pues reproduce la idea de Deleuze y Guattari sobre como debe escribir . 1990b. “Un barroco de nuestro tiempo”. Babel (Buenos Aires)
escritor nacido en un país de literatura mayor: debe “escribir como un perro 15: 4.
que escarba su hoyo, una rata que hace su madriguera” (Deleuze y Guattari, . 1991a. El sultán. Paradoxa (Rosario) 6: 27–29,
1990). La onda estilística del barroco se sigue encontrando con su espíritu . 1991b. Copi. Rosario: Beatriz Viterbo,
colectivo, de época, y a través de este devenir animal surca esta concepción . 1995. La innovación. Boletín del Grupo de Estudios de Teoría Li-
de la literatura de Fabián Casas, una concepción abierta a la multiplicidad de teraria (Rosario: Universidad Nacional de Rosario) 4: 27–33.
Bourdieu, Pierre. 1990. Sociología y cultura. Barcelona: Grijalbo.
Bueno Martínez, Gustavo. 1992. Sobre el concepto de “ensayo”. Teoría
14 “Aquellos que, dentro de un estado determinado de la relación de fuerzas, mo- del ensayo. México: UNAM. http://ensayistas.org/critica/ensayo/gomez/
nopolizan (de manera más o menos completa) el capital específico, que es el ensayo18.htm
fundamento del poder o de la autoridad específica característica de un campo, Calabrese, Omar. 1987. La era neobarroca. Madrid: Cátedra.
se inclinan hacia estrategias de conservación -las que, dentro de los campos de Casas, Fabián. 2007. Ensayos bonsai. Buenos Aires: Emecé.
producción de bienes culturales, tienden a defender la ortodoxia-, mientras que Chejfec, Sergio. 2005. El punto vacilante. Literatura, ideas y mundo privado.
los que disponen de menos capital (que suelen ser también los recién llegados, es Buenos Aires: Norma.
decir, por lo general, los más jóvenes) se inclinan a utilizar estrategias de subver-
sión: las de la herejía” (Bourdieu, 1990:137). 16 Para esto, debe “encontrar su propio punto de subdesarrollo, su propia jerga”,
15 Estrategia literaria que no es un cálculo cínico, “sino una relación inconsciente “minar el lenguaje y hacerlo huir por una línea revolucionaria sobria” (Deleuze
entre habitus y un campo” (Bourdieu, 1990: 140). y Guattari, 1990).
376 Del ensayo neobarroso a Fabián Casas. Alejandra Minelli El Ensayo latinoamericano 377

Deleuze, Gilles y Félix Guattari. 1990. Kafka. Por una literatura menor. Erótica Neobarroca:
México: Biblioteca Era. aproximaciones a una poética en la
. 1994. Mil mesetas. Capitalismo y ezquizofrenia. Valencia: Pre–tex- obra ensayística de Severo Sarduy
tos. Jannette González Pulgar
Gramuglio, María Teresa. 1988. La construcción de la imagen. Revista de
lengua y literatura 4: 3–16.
Minelli, María Alejandra. 2001. De cómo devenir “condenaditos”. El arte Introducción
de producir figuras de escritor (Argentina 1983–1995). En Territorios inte-
lectuales, Pensamiento y cultura en América Latina, 149–165, editado por La obra ensayística del escritor cubano Severo Sarduy, se constituye
Javier Lasarte. Caracas: La nave va. como un fascinante cuerpo teórico–crítico sobre el neobarroco, en el que
Perlongher, Néstor. 1997. Prosa plebeya. Ensayos 1980–1992. Buenos Aires: destacan ciertos conceptos y temas recurrentes como retombée, cosmología,
Colihue. simulacro, travestismo, tatuaje y erotismo. Ahora, al revisar dicho corpus,
Richard, Nelly. 1993. Masculino/Femenino Prácticas de la diferencia y cultura contenido fundamentalmente en sus Ensayos generales sobre el barroco (1987),
democrática. Santiago de Chile: Francisco Zegers. nos encontramos con la repetición del último de estos conceptos: Erotismo
como primer capítulo en Escrito sobre un cuerpo (1969) y como apartado
del segundo; luego, ya en 1972, forma parte de la Conclusión de El barroco
y el neobarroco, para ser reinstalado, finalmente, en 1974 como Suplemento
en Barroco.1
Ante tal insistencia, ¿cabría preguntarse, entonces, por el significado que
adopta en tales ensayos y la relevancia que adquiriere en la teoría neobarroca
sarduyana? Por supuesto. No obstante, dada la brevedad de esta instancia, me
centraré solamente en el capítulo Suplemento del ensayo Barroco, pues pre-
senta los conceptos y cuestiones fundamentales y necesarias para desentrañar
una poética posible.
En este sentido, la hipótesis de esta ponencia señala que en la obra en-
sayística de Severo Sarduy, el erotismo puede ser interpretado como poética,
en la medida de que contiene las leyes o principios de su programa escritural.
Es por lo anterior, entonces, que planteo el término Erótica, una poética sos-
tenida en las analogías cuerpo–texto y erotismo–retórica barroca, y fundada en
el juego con el “objeto (a)”, en tanto resto y desajuste. Erótica: origen y devenir
del neobarroco sarduyano, proliferación incesante de significantes, desborde

1
Cabe destacar, que en esta publicación Sarduy le agregó al comienzo el apartado Eco-
nomía.
378 Erótica neobarroca: aproximaciones a una poética en… / Jannette González Pulgar El Ensayo latinoamericano 379

de la función meramente comunicativa, economía del exceso, del desperdicio (1979: 24), pues, a mi juicio, es lo que realiza el escritor cubano al tejer su teo-
y el derroche de lenguaje. ría interna del neobarroco y plantear esta Erótica que develaré a continuación.

I. Poética II. Texto como cuerpo

Sabido es que el término, tiene su origen –dentro de la tradición occiden- En 1969, Sarduy publica Escrito sobre un cuerpo, título que nos sitúa
tal, por supuesto– en el tratado homónimo de Aristóteles; sin embargo, desde inmediatamente en la analogía que permitirá plantear una serie de juegos
aquel entonces hasta nuestros días, su significado ha “sufrido” una serie de semánticos cuyo principio será que todo texto, en tanto cuerpo, puede poseer
fluctuaciones de las que complejo sería hacerme cargo en esta oportunidad. cierto erotismo, puede ser erótico. Me refiero a “una serie de juegos semánti-
Sin embargo, y dado que los conceptos de poética que aquí interesan se cos”, ya que así como los textos que Sarduy interpretará, su propio “Escrito”,
encuentran sólo a partir de la segunda mitad del siglo XX, cabría señalar, al su propio texto, podrá ser entendido como un cuerpo más en esta cadena
menos, el momento de su reaparición en el campo de la lingüística y la teoría interpretativa. Así mismo, podríamos hablar de “Escritura sobre una escritura”
literaria, y las definiciones que adoptaré para sustentar mi hipótesis. y de “Texto sobre un texto”.
De acuerdo a lo señalado por F. Lázaro Carreter (1979), la reaparición del A lo largo de su obra no sólo ensayística, Sarduy establece relaciones de
término se produjo gracias a los estudios de Roman Jakobson y a la difusión semejanza entre escribir, cifrar, tatuar y pintar, hasta homologarlos: Escrito
de éstos en el Congreso sobre el estilo realizado en 1958 por la Universidad de sobre un cuerpo, Pintado sobre un cuerpo: “La literatura es […] un arte del
Indiana, oportunidad en que habría dado a conocer su “famosa comunicación” tatuaje: inscribe, cifra en la masa amorfa del lenguaje informativo los verda-
(1979: 9) Linguistics and Poetics. deros signos de la significación” (1999: 1154).
Ahora, en cuanto a las acepciones del término, según Ducrot y Todorov “El texto que usted escribe debe probarme que me desea” (2004: 14),
(1974), éste nos ha sido transmitido por la tradición como: afirma Barthes. Es decir, no basta sólo con “crear un cuerpo” a partir de
aquella “masa amorfa del lenguaje informativo”, sino que además, es necesa-
1) toda teoría interna de la literatura; 2) la elección hecha por un rio hacer de él un texto coqueto, con textura, un cuerpo que contenga cierta
autor entre todas las posibilidades (en el orden de la temática, de la “fuerza erótica”.
composición, del estilo, etc.) literarias […]; 3) los códigos normativos
construidos por una escuela literaria, conjunto de reglas prácticas cuyo III. Retórica barroca y erotismo
empleo se hace obligatorio (Marchese et Forradelas, 1989: 324–326).
Juego, pérdida, desperdicio y placer: es decir, erotismo en tanto que acti-
Pues bien, serán sólo las dos primeras acepciones las que me interesarán, vidad puramente lúdica, que parodia la función de reproducción, transgresión
en tanto nos sitúan en aquella “elección” realizada por el autor para construir de lo útil, del diálogo “natural” de los cuerpos.
su programa escritural, elección que en esta investigación será entendida como En el erotismo la artificialidad, lo cultural, se manifiestan en el juego con
una conciencia estética que pretende, a su vez, ser una “teoría interna” del el objeto perdido, juego cuya finalidad está en sí mismo y cuyo propósito no
neobarroco latinoamericano. es la conducción de un mensaje –el de los elementos reproductores en este
Finalmente, cabría destacar la misión específica que tendría la Poética caso–, sino su desperdicio en función del placer.
según Lázaro Carreter: indagar “qué es lo que caracteriza al mensaje artístico” Como la retórica barroca el erotismo se presenta en tanto ruptura total
380 Erótica neobarroca: aproximaciones a una poética en… / Jannette González Pulgar El Ensayo latinoamericano 381

del nivel denotativo, directo y “natural” del lenguaje –somático–, como la función comunicativa, manifestando “la ubicuidad del significante,
perversión que implica toda metáfora, toda figura” (Sarduy, 1999; 1251). presente en todos los niveles del texto, y no, como se suele decir,
Aquí la relación de semejanza se produce en la medida de que ambos sólo en su superficie…” (1980: 4).
transgreden su función utilitaria: reproducir e informar. Es decir, una noción Probablemente se trate de la misma libertad de la que habla en la
de erotismo que, por lo demás, es identificable con la de Georges Bataille entrevista “Placer/escritura/lectura”, aquella necesidad de “levantar la
(1957), para quien la actividad erótica es “antes que nada una exuberancia de prohibición erótica que impregna desgraciadamente a los lenguajes,
la vida” (8) o, en palabras de Krzysztof Kulawik (2001), “la parte del excedente politizados o contraideológicos y los convierte en discursos tristes,
(la part maudite) de la actividad sexual, la pérdida improductiva, desprovista pesados, repetidos, obsesivos, aburridos (2005: 138).
de la intención reproductiva de la procreación, es decir, de su función de
utilidad” (265). IV. Sobre la función erótica del texto
En 1967 Sarduy publica su (segunda) novela De dónde son los cantantes,
cuyo Prólogo, La faz barroca, pertenece a Roland Barthes, convirtiéndose en Otro escritor cubano vendrá a ejemplificar este erotismo de la retórica
una de las primeras explicitaciones de lo que el crítico francés propondrá más barroca: José Lezama Lima; pues, así como Roland Barthes se referirá a
2 De dónde son los cantantes de Severo Sarduy para hablar del placer del
tarde en El placer del texto (1973) . Lo que Barthes señala específicamente en
el Prólogo (además de intentar argumentar la existencia de una “faz barroca” lenguaje, Sarduy lo hará de Paradiso de Lezama. Al hablar de ella, en un
en el idioma francés) es que existiría un placer del lenguaje que precisamente apartado de “Horror al vacío” (1969) segundo capítulo de Escrito sobre
esta novela contendría: un cuerpo que llevará (también) por nombre “Erotismo”, Sarduy explicita
la importante diferenciación entre lo erótico y lo sexual al señalar que la
Un libro viene ahora a recordarnos que fuera de los casos de fuerza o fundón erótica no existiría en las escenas explícitamente sexuales,
comunicación transitiva o moral (“Pásame el queso” o “Nosotros
deseamos sinceramente la paz en Vietnam”) existe un placer del len- … sino en todo su cuerpo, en todo ese margen entre comillas que
guaje, de la misma textura, de la misma seda que el placer erótico, el libro abre en la franja, más vasta, de la lengua cubana y, precisa-
y que este placer del lenguaje es su verdad (1980: 4).3 mente, por estar comprometido en ella, por sintetizarla en el espejo,
Placer del lenguaje producido cuando el despliegue del signifi- aunque cóncavo fiel,4 de su reducción. Es el lenguaje en sí, con su
cante logra superar la búsqueda de un fondo o del contenido de los lentitud, con su enrevesamiento, con su proliferación de adjetivos, de
mensajes, cuando se libera a la escritura y al lenguaje mismo de su paréntesis que contienen otros paréntesis, de subordinadas que a su
vez se bifurcan, con la hipérbole de sus figuras y su avance por acu-
2
Cabe destacar, que entre ambos escritores existen muchos otros “roces” textuales y
conceptuales, explícitos como implícitos. Entre los primeros, por ejemplo, destaca la
mención que hace Barthes de Cobra en El placer del lenguaje; la que hace Sarduy en
4
Erotismo –escrito en 1973–, al citar un fragmento de La faz barroca (1987: 298), y en En relación a esta frase, el mismo Sarduy aclara: “Si he citado el espejo gongorino, aunque
Soy una Juana de Arco electrónica, actual –escrito en 1985– hablar de El grano de la cóncavo fiel, es porque en Paradiso ese erotismo pasa por la reflexión o la reducción
voz de Barthes. de la Imagen. La imagen, que en Lezama no es transitiva y cuya única función es la
3
Las negritas son mías. de ‘imaginar’” (1987: 298).
382 Erótica neobarroca: aproximaciones a una poética en… / Jannette González Pulgar El Ensayo latinoamericano 383

mulación de estructuras fijas, lo que, en Paradiso, soporta la función Ahora, en cuanto a la “oralidad”, en tanto soporte de la “función eró-
erótica, placer que se constituye en su propia “oralidad” (1987: 297)5. tica”, en Soy una Juana de Arco electrónica, actual, texto escrito en 1985, el
escritor cubano, tal como lo evidencia el título, se compara con Juana de
De la caracterización que Sarduy realiza sobre “lo erótico de Paradi- Arco, diciendo: “Como la santa guerrera, oigo voces. No me ordenan ningún
so” –paradigma de la escritura neobarroca latinoamericana–, me interesa sacrificio, ninguna oblación de mi cuerpo, de mi persona. Sólo que no escribo
resaltar: 1) la proliferación y la hipérbole de sus “figuras”; y 2) que estaría más que para esas voces.” (1999: 30) Pues bien, dicha oralidad (cubana, por
contenido en su “oralidad”; en tanto refieren, por un lado, a la existencia de cierto) de la que hablaba en 1969 para referirse a la obra de Lezama Lima,
ciertos mecanismos de artificialización, como la sustitución y la proliferación ahora la vuelve a tratar, pero para hablar de su propia obra: “Todo lo que
del significante planteados en “El barroco y el neobarroco”; y, por otro, lo escribo se presta para la difusión esencialmente vocal. Creo que no sólo mis
propiamente erótico: la “oralidad”, pero no sólo en cuanto a su materialidad poemas, sino hasta mis novelas ganan al ser leídas en voz alta.” (1999: 30)
(textura, entonación, etc.), sino también en relación a esa lengua cubana que –Y esto, más allá de que De dónde son los cantantes en sus comienzos haya
obras como Paradiso y De dónde son los cantantes son capaces de contener, sido una pieza de teatro radiofónico–. “¿Por qué la voz, y no la imagen, por
a modo de intertextualidad y/o palimpsesto. ejemplo? La respuesta es muy simple: por motivos puramente ‘eróticos’” (1999:
En cuanto al primer punto, cabe señalar la investigación de Krzysztof Ku- 30). Pues, argumenta, es la voz la que capta o no su atención y su erotismo
lawik (2001), sobre lo que él llama “la exuberancia discursiva” en la “dimensión al encontrarse frente a otra persona, a menos que su imagen sea repulsiva,
textual–erótica”, siendo uno de los pocos que trata el tema erótico en relación agrega. De esta manera, para el Sarduy de la década de los ‘80, “lo erótico”
a la escritura y los planteamientos teóricos del cubano, más allá de una mera corresponde a lo que Barthes denominó “el grano de la voz”: “Una textura,
interpretación de la sexualidad y el homoerotismo presente y patente hasta el una entonación, una rugosidad, un timbre, un deje: algo que une al cuerpo
cansancio, en la obra narrativa del autor, gracias a que el objetivo de Kulawik con otra cosa, que a la vez lo centra, lo motiva y lo trasciende…” (1999: 30)
es determinar si el tipo de relación existente entre la exuberancia sexual (de los Ahora, ¿no es a la voz acaso que Lacan denominó, entre otros, “objeto a?”
personajes) y la discursiva, está determinado por el contenido, por la forma,
o si existe una relación simultánea entre ambos. Pero lo que aquí interesa V. El objeto del neobarroco
de su investigación, tiene que ver directamente con el tratamiento de dicha
“exuberancia”, fundamentalmente por la incorporación del aparato teórico La relación entre literatura o, específicamente, teoría literaria y psicoaná-
sarduyano, evidenciado en la siguiente descripción: lisis está presente en casi la totalidad de la obra ensayística de Severo Sarduy,
desde Escrito sobre un cuerpo (1969), y su análisis a la obra de Sade y la figura
… la exuberancia discursiva se puede percibir en el empleo de un es- del perverso o “héroe sádico”, a Nueva inestabilidad (1987), donde gran parte
tilo artificioso caracterizado por una audaz experimentación lingüística, del capítulo Hacia la unificación estará dedicado a la obra de Jacques Lacan.
una presencia excesiva de figuras poéticas como la metáfora, la elipsis, la De esta manera, vemos cómo no sólo son “utilizados” ciertos conceptos como
hipérbole; en el empleo de técnicas lingüísticas como la proliferación, la “pulsión” (de simulación) y “gran Otro” (A), sino que existen otros como “ob-
sustitución y la condensación; en el uso paródico de la lengua mediante jeto a, objeto parcial y objeto perdido” que permiten configurar un cuerpo
la polifonía textual, la intertextualidad y la metaficción… (2001: 1–2). teórico capaz de determinar los fundamentos o principios de su programa
escritural y del “barroco actual”, pues Sarduy se valdrá de dichos términos
5
Nuevamente las negritas son mías. para hablar del objeto del barroco, un objeto que, determinado por el suple-
384 Erótica neobarroca: aproximaciones a una poética en… / Jannette González Pulgar El Ensayo latinoamericano 385

mento, por el excedente de lenguaje, fascina y produce placer. No obstante, Bibliografía


en esta oportunidad sólo haré referencia al “objeto a”, término introducido –e
inventado– por Lacan en la década de los ‘60, “al profundizar las postulaciones Barthes, Roland. 2005. Placer/escritura/lectura. En El grano de la voz. En-
freudianas de objeto perdido del deseo y de objeto de la pulsión” (Peskin: trevistas 1962–1980, 133–149. Buenos Aires: Siglo Veintiuno.
2004). Específicamente, Lacan lo introdujo en su Seminario sobre la transfe- . 1974. El placer del texto y lección inaugural. México: Siglo Vein-
rencia (1 de febrero de 1961), al referirse al Banquete de Platón (Roudinesco tiuno.
et Plon, 1998: 760). Sin embargo, en el devenir teórico del autor, el concepto Carreter, Fernando Lázaro. 1979. Estudios de poética (La obra en sí). Madrid:
fue adquiriendo diversas funciones, por lo que puede ser identificado como Taurus.
“causa del deseo”, “plus de goce” y “resto”, entre otros. Ducrot, O. y T. Todorov. 1974. Diccionario enciclopédico de las ciencias del
Particularmente el objeto a puede ser entendido como “el objeto desea- lenguaje. Buenos Aires: Siglo Veintiuno.
do por el sujeto y que se sustrae a él, al punto de ser no representable, o de Kulawik, Krzysztof. 2001. Travestismo lingüístico: el enmascaramiento de la
convertirse en “un resto” no simbolizable.” (1998; 759) Es decir, “un objeto que identidad sexual en la narrativa neobarroca de Severo Sarduy, Diamela
por nominación se hace presente, pero es y seguirá siendo un objeto ausente, Eltit, Osvaldo Lamborghini e Hilda Hilst. Tesis para optar al grado de
una falta” (2004) que, a su vez, sólo puede ser identificada bajo la forma de Doctor en Filosofía en la Universidad de Florida.
“éclats” (fragmentos; brillos; explosión; resplandor) parciales del cuerpo6. Marchese, Angelo y Joaquín Forradelas. 1989. Diccionario de retórica, crítica
En la obra sarduyana, el “objeto a” preside el espacio neobarroco y, con- y terminología literaria, 324–326. Barcelona: Ariel.
cretamente, se configura como 1) residuo: suplemento de lenguaje, exuberancia Peskin, Leonardo. 2004. El objeto a. Psicoanálisis: ayer y hoy. Sección Reseñas
discursiva, exceso que trasciende la función comunicativa del lenguaje; y 2) conceptuales 2 (primavera). http://www.elpsicoanalisis.org.ar/numero2/
desajuste: “entre la realidad y la imagen fantasmática que la sostiene”, entre objetoa2.htm
“la saturación sin límites, la proliferación ahogante, el horror vacui” y la obra Roudinesco, Elisabeth y Michel Plon. 1998. Diccionario de psicoanálisis.
neobarroca (1999; 1251), “reflejo reductor de lo que la envuelve y la trasciende”: Argentina: Paidós.
“la vastedad del lenguaje que la circunscribe, la organización del universo” (1999: Sarduy, Severo. 1999. Obra completa. Edición crítica de Gustavo Guerrero y
1252). No obstante, aun cuando este desajuste caracteriza también al barroco, Francois Wahl, Tomos I y II. Madrid: Fondo de Cultura Económica.
es en el neobarroco donde existe la conciencia de su existencia, y aún así se
insiste estructuralmente en él: la práctica del barroco actual se vuelve un juego
en función del placer, pero un juego que también devela una crisis del sujeto,
en tanto se sabe habitado y constelado por una inestabilidad, por una ruptura
y una “carencia que constituye nuestro fundamento epistémico. Neobarroco del
desequilibrio, reflejo estructural de un deseo que no puede alcanzar su objeto,
deseo para el cual el logos no ha organizado más que una pantalla que esconde
la carencia.” (1999: 1252) “Barroco que recusa toda instauración, que metaforiza
el orden destruido, al dios juzgado, a la ley transgredida… ” (1999: 1253)

6
www.tuanalista.com/Diccionario-Psicoanalisis/6441/Objeto-a.htm
El Ensayo latinoamericano 387

Aproximaciones a un ensayo desestabilizador:


Ella escribía poscrítica
de Margarita Mateo Palmer
María Virginia González

Para interpretar el mundo, todo ensayista emprenderá,


al mismo tiempo,
una interpretación de la propia existencia.
Weinberg (2001: 80)

El ensayo es un género de larga vida en América Latina y que en el ac-


tual entresiglos adquiere características que marcan continuidades y rupturas
con sus predecesores del siglo XIX y XX. Como señala Antonio Urello (1986),
el agrupamiento de variados materiales sobre una misma superficie textual,
ha creado diferentes opiniones sobre la naturaleza del ensayo. Sin embargo,
el punto donde la crítica acuerda es en señalar la variedad de sus puntos de
vista, cuestión que se relaciona con la múltiple y personal composición del
texto ensayístico. En este sentido, el ensayo es un género híbrido que encie-
rra una variedad de componentes que han dado lugar a un número paralelo
de definiciones y acercamientos críticos que varían según la fuente donde se
originan. Desde la teoría, se ha abordado tanto la evolución del género, como
los contenidos literarios, los político–económicos e histórico–filosóficos.
Dejando de lado las disquisiciones teóricas, en este trabajo pretendemos
analizar un ensayo en particular: Ella escribía poscrítica (1995) de la cubana
Margarita Mateo Palmer1. Escrito en pleno “Período Especial en Tiempos de

1 Mateo Palmer es Doctora en Ciencias Filológicas, profesora del Instituto Superior de


Arte –también lo fue de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Haba-
na– y miembro de la Academia Cubana de la Lengua. Ella escribía poscrítica obtuvo el
Premio Razón de Ser de la Fundación Alejo Carpentier, en 1994, y el Premio Nacional
de la Crítica Literaria, en 1996. Entre otros textos, ha publicado Literatura caribeña:
reflexiones y pronósticos (1990), Paradiso: la aventura mítica (2002) –recibió el Premio
de Ensayo Alejo Carpentier 2002, el Premio Nacional de la Crítica 2003 y el Premio de
388 Aproximaciones a un ensayo desestabilizador… / Virginia González El Ensayo latinoamericano 389

Paz”, este ensayo transita por la ficción, el testimonio, la autobiografía, las comienzo de los noventa, Cuba comience a atravesar una situación de emer-
epístolas, las citas eruditas, las coloquiales y las apócrifas. Géneros todos que gencia económica que produce el deterioro en todas las instancias de la vida,
apuntan a un tema central: el análisis de la posmodernidad en el contexto llegando a evidenciarse retrocesos en sectores prioritarios como la alimenta-
latinoamericano, caribeño y cubano, específicamente. A lo largo de las páginas, ción y el empleo y poniendo en peligro la salud y la educación, consideradas
Mateo Palmer pone en evidencia que el fenómeno examinado no es tan “post” las dos grandes conquistas de la Revolución (Holgado Fernández, 2000; Vega
o que el “post” no está tan lejos de la modernidad. Quintana, 2003; Campuzano, 2004). El llamado “Período Especial en Tiempos
El objetivo de estas páginas es analizar la construcción discursiva del de Paz” es la expresión con la que el discurso oficial ha nombrado tanto a la
sujeto escritora así como también las filiaciones y afiliaciones que establece. crisis como a las reformas.
Indagar en los diferentes niveles discursivos (Urello, 1986) que componen el Este libro se escribe en pleno Período Especial y se presenta como una
texto es parte de las preocupaciones de este análisis. Debido a las caracterís- estrategia de supervivencia de una mujer (escritora y profesora) ante la crisis y
ticas autorales, temporales y temáticas del texto seleccionado, consideramos situaciones dramáticas como cortes de luz, escasez de alimentos de consumo y
pertinente las advertencias de Georg Lukács (1910) y de Theodor Adorno de medicamentos para su hijo y para su madre, la desaparición de los medios
(1954), quienes señalan que el ensayo es una escritura de crisis y de crítica a de transporte, etc. En este sentido, el ensayo da cuenta de cómo la escritora se
las condiciones de la cultura. aferró a la escritura en momentos en que todo parecía desmoronarse y en que
hasta escribir resultaba complejo debido a la escasez de papel. Pero presenta
Ella escribía poscrítica o los embates esta experiencia no como una situación individual sino colectiva (aunque el
de ser una ensayista cubana colectivo incluye sólo al grupo intelectual) porque a lo largo de las páginas
pone de manifiesto el surgimiento de diferentes movimientos culturales que
Durante las últimas décadas del siglo XX, Cuba atravesó momento de padecían esta situación y manifestaban e interpretaban este clima, en algunos
profundos cambios sociales, políticos y económicos. La crisis se acentuó en casos, llamado posmoderno3.
1989 con la desaparición del Estado socialista en Europa del Este y la poste-
rior desintegración de la Unión Soviética, sus socios comerciales y políticos de Ley de Ayuda Externa, aprobó varias enmiendas tendientes a imponer una serie de
durante más de tres décadas; esto significó un reacomodamiento para Cuba condiciones a la Unión Soviética para recibir ayuda exterior estadounidense, entre esas
y la rectificación del período anterior fue sustituida por un conjunto de re- condiciones se incluye el cese de la asistencia militar y económica a Cuba.
formas de gran alcance que abarcó los órdenes institucional y económico. La 3 Dentro del clima de apertura cultural y rechazo al dogmatismo, durante la década del
situación se agravó a partir de las restricciones económicas provocadas por ochenta, en el interior de la intelectualidad cubana comenzaron a constituirse diversos
el recrudecimiento del bloqueo de EEUU2. Estos hechos provocaron que al grupos que a partir de su actuación en la esfera de la cultura cuestionaron el sistema
de valores establecidos. Esta situación alcanzó a todas las áreas de la creación: la lite-
Investigaciones Culturales del Centro Juan Marinello 2004–, Del Caribe como Aleph: la ratura, las artes plásticas, el teatro, la danza, el cine. El debate intelectual se concentró
polifonía cultural en el Caribe (2002) y El Caribe en su discurso literario (2003). alrededor de la discusión en torno a si tenía sentido o no hablar de posmodernidad
2 En julio de 1989 el Senado de los Estados Unidos aprobó una Enmienda, presentada en América Latina y, específicamente, en Cuba. Más allá de las diferentes posiciones
por el republicano Connie Mack, referida a la prohibición a las firmas subsidiarias de respecto del posmodernismo, los estudios teóricos coinciden en señalar que en la isla
compañías estadounidenses establecidas en otros países de realizar operaciones comer- mayor de las Antillas tuvo un significado especial porque permitió “la crítica al sentido
ciales con Cuba; luego, en julio de 1991, en el marco de las discusiones del Proyecto heroico del arte y del modelo del intelectual como conciencia crítica y comprometido
390 Aproximaciones a un ensayo desestabilizador… / Virginia González El Ensayo latinoamericano 391

Como se señaló, el tema central del libro es la posmodernidad. Al mis- del texto porque marcan un espacio de reserva textual y de clase (Weinberg,
mo tiempo, la construcción del texto en sí misma podría ser considerada 2001). En este caso, la dedicatoria al hijo marca una filiación –vínculo con la
posmoderna y la propia escritura del texto desestabiliza las posiciones que maternidad– y una ruptura con las dedicatorias masculinas que, generalmente,
pretenden encorsetar la forma del ensayo. Es sabido que la posmodernidad aluden a otros escritores con los que se desea entroncar.
apela al tópico de lo marginal, de la diferencia, de la ruptura y en este ensa- En cuanto a la ruptura producida en los capítulos, hay que señalar que
yo, la construcción misma del libro recurre a estas rupturas tanto en el título los impares siguen la línea académica y están intercalados con una línea
como en la fragmentación de los capítulos en dos niveles discursivos: uno ficcional –Ella escribía poscrítica– que narra las vicisitudes de la producción
académico y otro ficcional. literaria en Cuba. Ambos niveles están entrelazados porque la protagonista de
En cuanto al título, no se puede obviar que dialoga con Ella cantaba la ficción es una profesora de literatura que está preparando una clase sobre la
boleros de Tres Tristes Tigres de Cabrera Infante, análisis que dejamos para posmodernidad, tópico que, al mismo tiempo, es tratado en la línea discursiva
otra instancia de esta investigación 4. Para nuestro trabajo es pertinente académica. En el interior de cada nivel, también se producen transgresiones.
considerar las tres referencias inmediatas que plantea el título: género – Así, mientras los capítulos académicos –quizá, el que más responde a este mote
mujer–, profesional –escritora, el sujeto femenino es el que escribe crítica– y es el primer capítulo, La literatura latinoamericana y el posmodernismo– com-
temporal –la época de los “post”–. De este modo, resulta transgresor que binan una línea de ensayo más tradicional, bien argumentado, con citas, muy
ya desde el inicio el sujeto de la crítica sea una mujer que, además, escribe cercano al trabajo crítico universitario, al mismo tiempo, se intercalan cartas
un ensayo, género al que no ha accedido tradicionalmente con la misma a John Beverley, a Salvador Redonet Cook, al editor de Mateo Palmer, entre
frecuencia que los varones. Esto se refuerza por la elección de una tercera otros. Mediante este procedimiento se produce un proceso autorreflexivo y
persona “ella” que se opone a un “él” y que implica la elisión de un “yo” autorreferencial (la emisora o destinataria, según correspondiere, es Mateo
que pudo haber adoptado pero que, evidentemente, descartó. Además, esta Palmer) que parodia el discurso académico porque pone de manifiesto el
preeminencia del sujeto femenino se acrecienta con la dedicatoria del libro proceso de gestación del ensayo –solicitud de John Beverley en un encuentro
Para Alejandro Escobar, mi hijo (1995: 4). Como ha señalado la crítica, las en EEUU– y de esta forma la elaboración del libro crea otra zona discursiva5.
dedicatorias conforman un mapa o topografía de recepción y circulación En estos capítulos se intercala la tercera persona propia del discurso científico,
con la primera que aparece en las interpolaciones de las cartas. Así, la ficción
con la emancipación social, el tratamiento irreverente de los héroes nacionales y de las autobiográfica contamina el discurso académico: “Nada, lo de siempre: la
tradiciones culturales; y por lo tanto, permitió afirmar una sensibilidad autónoma. Que transculturación, el ajiaco y la nación. Y ahora como para acabar de volvernos
deseaba ser independiente de los códigos y los valores oficiales” (Bobes C., 2000: 197). locos, la isla y la diáspora” (1995: 46). Por otra parte, se establece una distancia
Esta situación cultural se concretó en varios proyectos alternativos a la cultura oficial: con el mismo discurso que se intenta imitar porque se tratan al mismo nivel
en las artes escénicas, el grupo Ballet Teatro de La Habana y el teatro Obstáculo; en lo literario con los grafittis y los tatuajes.6
la literatura, el movimiento de poesía joven y el proyecto Paideia; en la plástica, los
proyectos Arte Calle, Hacer y Castillo de la Fuerza (Mosquera, 1991; Cámara, 1991; 5 Específicamente, se cita el encuentro Modernismo y Posmodernismo en la literatura de
Bobes, 2000). Todos estos grupos tenían en común la inmersión crítica en la realidad América Latina: perspectivas cubanas y norteamericanas, auspiciado por el LASA y Casa
sociopolítica del país, el desafío al universo de valores dominantes y la búsqueda de de las Américas.
espacios no institucionales para desarrollar sus actividades. 6 Mateo Palmer da cuenta de esto en el capítulo De los muros y la escritura cuando realiza
4 Este vínculo es analizado por Nara Araújo (2001). un recorrido por la calle G –o Avenida de los Presidentes– de La Habana leyendo los
392 Aproximaciones a un ensayo desestabilizador… / Virginia González El Ensayo latinoamericano 393

En los capítulos ficcionales, se narra el proceso de gestación de una “El nombre reproduce de forma íntima e individualizada la historia de nues-
clase sobre la posmodernidad que tiene que preparar el personaje principal, tra familia, el orden jerárquico de nuestra sociedad, nuestra propia posición
la profesora de literatura –alter ego de la escritora del ensayo–. En estas partes en el mundo cultural que heredamos” (2001: 40). En este ensayo ese “yo” es
es donde más se plantean los problemas de la vida cotidiana: complejo porque se multiplica en identidades que, al mismo tiempo, desem-
bocan en una sola. Esa “toma de conciencia” (2001: 43) entre el nombre y la
Ella escribía poscrítica e iba al estadio a ver el play–off de Industria- firma a la que alude Weinberg, adquiere características particulares cuando lo
les y Pinar del Río […] luego caminaba los dos kilómetros de regreso que se asume y/o reconoce es el problema de género. Esto ocurre claramente
a su casa, como correspondía a todo crítico aficionado al béisbol en en este ensayo donde la mujer aparece como voz dominante, como sujeto,
una época y un país en que el transporte era sólo una quimera […] no como objeto. Esto sucede tanto en la parte académica donde la primera
Ella escribía poscrítica y arreglaba la bicicleta, hacía la cola del agro persona pertenece al sujeto crítico femenino, como en la ficcional donde la
y redactaba cuestionarios de exámenes. Le tiraba el tarot a los vecinos, protagonista tiene múltiples nombres –Surligneur–, Dulce Azucena, Siempren-
fichaba un artículo de Iuri Lotman, baldeaba el portal y cosía el uni- vela, la Mitopoyética, Lafeministadesatada– que constituyen un debate de la
forme de tae–kwan–do de su hijo. Revisaba el proyecto de la beca de conciencia sobre diversas identidades (o máscaras) de Mateo Palmer. En una
Loyola en Sao Paulo, hacía tortas de pasta de oca mientras oía a The especie de conciencia autorreferencial, Mateo Palmer da cuenta de sus des-
Mamas and The Papas, iba a las reunión de departamento, alimentaba encuentros amorosos, de sus pasiones y obsesiones así como también de sus
con humo de tabaco su talismán, mataba cucarachas de madrugada y actividades domésticas, de madre, de profesora, de académica.
le daba consejos espirituales a sus sobrinos (1995: 36–37). Escindida en varias identidades, todas viven la experiencia de la crisis
cubana8. Si nos centramos en el uso de los deícticos podemos observar cómo
Así, en este fragmento seleccionado (como en la mayoría del ensayo), se la ensayista se vuelve sobre sí misma para observarse e interpretarse. Como
cruza el espacio de lo privado, de la vida familiar, con el espacio de lo público, todo ensayo, este no elude el momento de la deixis y el movimiento por el cual
de su vida como investigadora y profesora. También aparecen enunciados los ese sujeto femenino que pronuncia yo/aquí/ahora da pie a la posibilidad de
recursos intertextuales a los que recurre la profesora, las referencias a textos de describir y descubrir la realidad, por ejemplo, la nota al pie número veintitrés
diverso origen para preparar la clase, la necesidad de recurrir a las fichas de explicita el presente de unos comentarios hechos en una carta a John Beverley
los libros ante la imposibilidad de acceder a los mismos, las dificultades para que aparece citada en el cuerpo del ensayo: “Los mencionados ensayos, desde
acceder a ellos aún en las bibliotecas (“prestado”, “no lo posee la biblioteca”, luego, no se terminaron ese mes, ni aun el siguiente. Todavía hoy, más de
“no hay luz”, “no aparece”, “no existe”, “se robaron la revista”), el juego de un año después, están sin terminar, pero –ahora sí–, a punto de (1995: 33)”9.
7
citas en latín junto a citas coloquiales y/o grafittis .
Liliana Weinberg (2001) señala que el ensayo puede leerse como una 8 Al respecto, en una entrevista Mateo Palmer señala que “Para mí fue una manera de
dialéctica entre el “yo” y el nombre porque el que habla está adscrito a un continuar mi trabajo intelectual, contra viento y marea, aunque las condiciones de la
orden determinado y tiene marcas de identidad social, nacional y regional: vida cotidiana atentaran contra ello en más de un sentido: desde los apagones hasta
la falta de papel para escribir, pasando por la escasez de medicamentos –vivo con mi
graffitis que parodian las estatuas en las que se plasman, dialogan entre sí y leen la madre y mi hijo, ambos asmáticos– y la tragedia cotidiana de la comida y el transporte”
realidad cubana. (Puyol, 2007).
7 Todas las citas pertenecen al primer capítulo ficcional seleccionado (1995: 19). 9 La itálica pertenece al original.
394 Aproximaciones a un ensayo desestabilizador… / Virginia González El Ensayo latinoamericano 395

Por otra parte, como señala Weinberg, el ensayista se preocupa por inser- Algunas reflexiones finales
tar su discurso en condiciones de inteligibilidad articuladas en tres espacios: el
campo literario específico, el de la cultura en general y el de las condiciones La perspectiva respecto de la/el ensayista planteada en el epígrafe de este
exteriores ligadas a la “cultura occidental” y señala acertadamente que este trabajo supone una multiplicidad de vías de acceso al objeto de reflexión, en
es un problema en América Latina porque las condiciones de inteligibilidad este caso, la posmodernidad, y admite la reunión de un número considerable
están regidas extraterritorialmente. Esta también es la discusión teórica que de materiales pertenecientes a varias ramas del conocimiento humano –la eco-
plantea Mateo Palmer a lo largo de su ensayo. En las partes en que se hace nomía, la política, la literatura, etc.–, ámbitos presentes en el ensayo analizado
referencia al proceso de gestación del ensayo, se cuestiona desde la periferia que se inscribe en una poética transgresora y desestabilizadora.
(que implica América Latina, Caribe, Cuba) la visión normativa de la posmo- A partir de lo expuesto en las páginas precedentes, coincidimos con
dernidad impuesta por los centros académicos (EEUU, principalmente, pero Weinberg cuando señala que al ensayo “no se lo puede definir por sólo sus te-
también Europa) y se señala, al mismo tiempo, la paradoja de un discurso que mas o su estilo, sino por esta tarea a un tiempo creativa, crítica e interpretativa
se plantea como antinormativo pero que pretende erigirse como modelo a se- que su autora lleva a cabo y por la cual el ensayo entra a su vez en diálogo con
guir. En este sentido, el/la sujeto del ensayo analizado habla en cuanto artista un sistema y tradición literarios específicos y con un campo cultural mayor,
e intelectual y en cuanto miembro de una comunidad cultural delimitada por cuyos límites él mismo descubre y delinea” (2001: 95).
la nación (Cuba), la región (Caribe) y el continente (América Latina o Nuestra El análisis desarrollado también permite repensar algunas cuestiones
10
América) y, a su vez, contrapuesta al primer mundo . A lo largo del ensayo se planteadas por Weinberg en su abordaje teórico del ensayo en Hispanoaméri-
puede observar que existe una concepción de “Nuestra América” como una ca. Tal vez este análisis debería indagar también en una línea mayor de inves-
unidad regional y, más aún, una identificación de Cuba con el Caribe por las tigación sobre cómo se inscribe en la línea de ensayos latinoamericanos, qué
problemáticas y la historia en común. Por último, este sujeto femenino fun- continuidades y qué rupturas se pueden observar. En particular, nos interesa
da en el ensayo ciertas afiliaciones en el campo cultural, tanto de la crítica resaltar lo que señala como la característica central del ensayo en esta región:
literaria como de la literatura, que se pueden rastrear en los epígrafes de los el problema de la representatividad del escritor y de la búsqueda de una co-
capítulos y en las citas comentadas a lo largo de sus páginas. Así, del campo munidad de sentido. En el caso del ensayo de Mateo Palmer la problemática
cubano aparecen múltiples referencias a Virgilio Piñera, Severo Sarduy, Eliseo se complejiza ya que el ser mujer ensayista también supone una transgresión
Diego, Ernesto Santana, Salvador Redonet Cook, Ronaldo Menéndez y Graziella aún mayor ya planteada desde el título con el uso del pronombre “ella” que
Pogolotti, entre otros; del campo latinoamericano las referencias se centran en marca la cuestión de género y, al mismo tiempo, la distancia del “yo” del que
Jorge L. Borges y Mempo Giardinelli; mientras que del campo de la “cultura presumiblemente no puede asumir en esta instancia. También nos interesa
occidental” aparecen citas de Margarita Youcenar, Jerzy Andrzejewski, Mijail señalar que el texto analizado retoma algunas cuestiones de la ensayística del
11
Bulgakov, Iuri Lotman, John Beverley, por citar los más nombrados . Por otra XIX, como la problemática de lo regional, lo nacional y las preocupaciones
parte, otro modo de afiliación está marcado por la elección del tema del libro
–la posmodernidad– y, también, por la forma en que lo aborda, elecciones que nes elegidas, omitidas y/o parodiadas. Otra cuestión a tener en cuenta sería indagar
presuponen un público culto, especializado. en la paradoja de un discurso que erige a un sujeto femenino pero, al mismo tiempo,
las afiliaciones no se sustentan en genealogías de mujeres escritoras. En este sentido,
10 Estas múltiples miradas son propuestas de lecturas sugeridas por Weinberg (2001). sería adecuado indagar de qué manera se reformulan los discursos de la tradición
11 En otra instancia de este trabajo sería interesante analizar las razones de las afiliacio- literaria cubana.
396 Aproximaciones a un ensayo desestabilizador… / Virginia González El Ensayo latinoamericano 397

por las cuestiones estéticas, pero también tiene otras características, como el Bibliografía
tema elegido y la introducción de los capítulos ficcionales que tienden volver
lábiles las fronteras de la ficción pura o del pensamiento puro. Adorno, Theodor. 1962. El ensayo como forma. En Notas de literatura,
Debido al carácter “abierto” del texto ensayístico, creemos que no es traducción de Manuel Sacristán. Barcelona: Ariel.
posible señalar que esta sea la única lectura posible del texto seleccionado. Araújo, Nara. 2000. Repensando el feminismo. Revista Lectora 5–6, (1999–
Solamente pretendimos poner en evidencia que la escritura es un campo de 2000): 55–65.
batalla y, como señala acertadamente Grüner: “En todo ensayo que se precie de . 2001. Feminismo, posmodernidad y poscolonialismo en Ella es-
tal, hay una política, en el sentido amplio de que el ensayo puede ser pensado cribía poscrítica. Signos Literarios y Lingüísticos III: 75–84.
como un campo de batalla en el que se juega el conflicto de las miradas que Bajtin, Mijail. 1982. Géneros discursivos. En Estética de la creación verbal.
se echan sobre la cultura” (1996: 96). México: Siglo Veintiuno.
El recorrido literario ofrecido en este estudio responde a esta preocu- Bobes, Velia Cecilia. 2000. Los laberintos de la imaginación: repertorio sim-
pación y al intento de comenzar a analizar las maneras en que la escritora y bólico, identidades y actores del cambio social en Cuba. México: El Colegio
el texto aquí analizado han retado o reelaborado la configuración patriarcal de México.
presente en el ensayo, en general, y en la cultura cubana, en particular12. En Cámara, Madeline. 1991. Adiós a los ochenta: ajuste de cuentas con la joven
el caso analizado es evidente la necesidad de armar genealogías que permitan literatura cubana. Plural 228.
leerla desde una óptica diferente de aquella en que fueron leídos sus predece- Campuzano, María Luisa. 2004. Literatura de mujeres y cambio social: na-
sores. Para esto, se intenta revisar el canon intelectual y literario y, también, rradoras cubanas de hoy. Las muchachas de La Habana no tienen temor
fundar una nueva tradición en los estudios sobre la mujer. de Dios… Escritoras cubanas (S. XVIII–XXI). La Habana: UNIÓN, 2004.
De Toro, Alfonso. 2006. Margarita Mateo: posicionalidades y estrategias de
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12 Si hoy el éxito editorial acompaña parcial e incipientemente a la narrativa escrita por Percia, Marcelo (compilador). 1998. Ensayo y subjetividad. Buenos Aires:
mujeres, sin embargo, cuando se habla de la historia literaria cubana, la voz masculina Eudeba.
(José Martí, Alejo Carpentier, Lezama Lima, Cintio Vitier, entre otros) predomina en la Puyol, Johanna. Entrevista a Margarita Mateo. Rompiendo moldes. La Jiri-
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Fondo de Cultura Económica.
El Ensayo latinoamericano 401

Notas biográficas de los autores

Prólogo
Claudio Maíz, doctor en Literatura, profesor titular efectivo de Literatura
Hispanoamericana en la Universidad Nacional de Cuyo (Argentina) e inves-
tigador independiente del CONICET–Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas de la República Argentina. Dirige Cuadernos del CILHA
Revista del Centro interdisciplinario de Literatura Hispanoamericana. Profesor
invitado por distintas universidades americanas y europeas. Entre otras obras,
ha publicado: El sujeto moderno hispanoamericano, Ficción y símbolo en la
literatura hispanoamericana (en colaboración); El ensayo: entre género y dis-
curso, Imperialismo y Cultura de la resistencia. Los ensayos de Manuel Ugarte;
De París a Salamanca. Trayectorias de la modernidad hispanoamericana; Unir
lo diverso. Problemas y desafíos de la integración latinoamericana.

Revolución, discursos y el Bicentenario


Noé Jitrik, escritor y crítico literario de reconocida trayectoria. Dirige
para Emecé la colección Historia crítica de la literatura argentina. A lo largo
de su carrera ha recibido numerosos premios y reconocimientos, entre los
cuales los más importantes son: Doctor Honoris Causa de la Universidad de
Puebla y de la Universidad Nacional de Cuyo y Caballero de las Artes y las
Letras en Francia.

Capítulo I

Fernando Aínsa, escritor y crítico literario. Ha trabajado en la UNESCO


(París) entre 1972 y 1999, donde fue desde 1992 Director Literario de Ediciones
UNESCO. Sus relatos figuran en varias antologías del cuento hispanoamerica-
no. Sus obras, cuentos y artículos han sido traducidos a más de 30 lenguas.

Marcela Raggio, licenciada en Letras, Profesora de E.M.yS. en Lengua y


Literatura Inglesa, Magister en Literatura Hispanoamericana (UNCuyo), Master
402 Notas biográficas sobre los autores El Ensayo latinoamericano 403

en Historia y Estética del Cine (Universidad de Valladolid) y Doctora en Letras becas de investigación, participado como expositora en congresos y jornadas
(UNCuyo). Es profesora titular efectiva de Literatura Británica en la UNCuyo, nacionales e internacionales y ha publicado artículos académicos en revistas
e investigadora del CONICET. Actualmente dirige la Maestría en Literaturas de la especialidad.
en Lengua Inglesa de la UNCuyo. Es editora de la Nueva Revista de Lenguas
María Victoria Ferrero, pertenece al Instituto de Lingüística (FFyL, UBA) y
Extranjeras, y miembro del comité editorial de la revista Giróscopo.
cursa la Licenciatura en Letras en la Universidad de Buenos Aires. Actualmente
Mariel Ivana Rabasa, profesora y Licenciada en Letras (UNS). Magíster es miembro del proyecto UBACyT F 426 (programación 2008–2010): “Ideologías
en Escritura y Alfabetización (UNLP). Asistente en la Cátedra de Literatura políticas e ideologías lingüísticas entre el Centenario y el Bicentenario”, dirigido
Argentina II (UNS). por la Dra. Graciana Vázquez Villanueva.

Gerardo J. Balverde, profesor en Letras por la Universidad Nacional de Susana Cella, doctora en Letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la
La Plata. Es jefe del Departamento de Lengua y Literatura del Colegio Nacional Universidad de Buenos Aires, donde trabaja como profesora e investigadora.
de la UNLP. Es columnista habitual de la revista de literatura Etruria. Integra la Consejo de Publicaciones de la Facultad de Filosofía y Letras, es
miembro del Miembro del Comité Asesor de la Colección de Ensayo Amaru
Diego Niemetz, licenciado en Letras por la UNCuyo. Su tesis de licencia-
de las Ediciones El Santo Oficio (Lima, Lima–New York) y de la revista Dodó.
tura, parte de la cual ha sido publicada, estudia estrategias de posicionamiento
Colaboró en las revistas y periódicos Página 12, Clarín, El Cronista Comercial,
en la obra de Antonio Di Benedetto. Actualmente, como becario de CONICET,
Perfil, El País de Montevideo y la Agencia Telam. Actualmente escribe en
se encuentra preparando su doctorado sobre Manuel Mujica Lainez y el campo
Caras y Caretas.
cultural, bajo la dirección del Dr. Gustavo Zonana.
Liliana Weinberg, ensayista y crítica literaria argentina. Es doctora en
Verónica Galván, profesora en Letras egresada de la Universidad Nacional
Letras Hispánicas por El Colegio de México (1991). Su línea principal de
de Mar del Plata (Argentina), forma parte del Grupo de Investigación “Historia
investigación es el ensayo latinoamericano de los siglos XIX y XX. Está de-
y Ficción” del Centro de Letras Hispanoamericanas de la Facultad de Huma-
dicada a la teoría y crítica del ensayo, teoría literaria, simbolismo y discurso
nidades de la UNMDP; docente adscripta a la docencia y la investigación en
social e historia intelectual. Entre sus estudios sobre escritores latinoame-
la Cátedra Literatura y Cultura Latinoamericana II de la Facultad de Humani-
ricanos se cuentan los dedicados a Esteban Echeverría, Domingo Faustino
dades de la UNMdP desde 1999. Ha publicado en revistas literarias nacionales
Sarmiento, Ignacio Ramírez, José Martí, Rubén Darío, José Enrique Rodó,
e internacionales. Se desempeña como secretaria del Departamento de Letras
José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, Ezequiel Martínez
de la Facultad de Humanidades y como docente del área Relaciones Interna-
Estrada, Jorge Luis Borges, Octavio Paz, Mariano Picón Salas, Max Aub, Jesús
cionales de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Se encuentra en proceso
Silva Herzog, Leopoldo Zea, Fernando Ortiz, Gilberto Freyre y Darcy Ribeiro.
de producción de su tesis de Maestría en Letras Hispánicas.
Mónica E. Scarano, profesora de Literatura y cultura latinoamericana
Silvina Celeste Fazio, profesora en Letras, docente en la Universidad
colonial y moderna, e investigadora del Ce.Le.His, en la Facultad de Humani-
Nacional de Río Negro, se desempeña como ayudante de la Cátedra Lite-
dades de la UNMdP. Es autora en trabajos colectivos y revistas académicas. Ha
ratura Latinoamericana en El Centro Universitario Regional Zona Atlántica,
presentado conferencias y ponencias en Argentina y el exterior, en su mayoría
Universidad Nacional del Comahue. Integra el proyecto de investigación
dedicadas al estudio del ensayo latinoamericano como discurso cultural, y a las
“Escritores latinoamericanos que escriben sobre escritores. El ensayo literario
relaciones entre literatura, periodismo, memoria, escritura y diversidad cultural.
de entre siglos”, marco en el que surge el presente trabajo. Ha recibido dos
404 Notas biográficas sobre los autores El Ensayo latinoamericano 405

Capítulo II reciente publicación es el libro La escritura del desasosiego, Una poética del
pensar en Fernando Pessoa, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 2009.
Cecilia López Badano, doctora en Letras. Es docente e investigadora en
la Facultad de Lenguas y Letras de la Universidad Autónoma de Querétaro y Cristiane Checchia, doctoranda del Departamento de Letras Modernas de
miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Su tesis doctoral La novela la Universidade de São Paulo, en el programa de Lengua Española y Literaturas
histórica latinoamericana entre dos siglos. Un caso: Santa Evita, cadáver ex- Española e Hispanoamericana. Es graduada en Historia e hizo su maestría en
quisito de paseo por el canon fue aceptada para publicación por la Escuela de Historia Social, ambos por la Universidad de São Paulo. Estudia, produce y
Estudios Hispano–Americanos del Consejo Superior de Investigaciones Científi- actúa con énfasis en los siguientes temas: Literatura hispanoamericana; Ensayo
cas de Sevilla. Recibió diploma de honor como Profesora en Letras en Buenos hispanoamericano; Historia de América Latina.
Aires, donde se desempeñó como docente en universidades privadas y en la
Marta Elena Castellino, doctora en Letras. Profesora en la UNCUYO y
FFyLL–UBA, donde inició sus estudios de postgrado, completados en USA.
directora del centro de Estudios de Literatura de Mendoza. Se ha desempeña-
Ismael Gavilán Muñoz, poeta, ensayista y antologador. Magíster y doctor do además, como coeditora de Literatura de las regiones argentinas I (2004) y
en Literatura Chilena e Hispanoamericana por la Universidad de Chile. Ha coordinadora de Literatura de las regiones argentinas II (2007).
obtenido la Beca del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda (1997),
María Esperanza Gil, licenciada en Letras por la Universidad Nacional
la Beca de Creación Literaria que otorga el Consejo Nacional del Libro y la
de Mar del Plata (UNMDP) realizó estudios de posgrado en la Universidad de
Lectura (2001) y la Beca Conicyt (2007). Como ensayista y reseñista ha cola-
San Andrés (UdeSA) y actualmente cursa la Maestría en Estudios Literarios en
borado en revistas nacionales y extranjeras. Es secretario de redacción de la
la Universidade Federal Fluminense (UFF). Parte de su tesina de graduación,
revista de poesía Antítesis y director de la revista de humanidades Analecta del
sobre la narrativa de Mário de Andrade, será publicada en ANCLAJES, publi-
Centro de Estudios Humanísticos Integrados de la Universidad Viña del Mar.
cación anual del Instituto de Análisis Semiótico del Discurso de la Universidad
Ejerce la docencia en la Universidad Viña del Mar y es monitor del Taller de
Nacional de La Pampa.
Poesía y del Seminario de Reflexión Poética del Centro Cultural La Sebastiana
que depende de la Fundación Pablo Neruda. María Esther Castillo García, licenciada en Letras Españolas por la Uni-
versidad Veracruzana, cuenta con una maestría en Historia por la Universidad
Diego Bentivegna, doctor en Letras (UBA). Realizó estudios de posgrado
Autónoma de Querétaro y un doctorado en Humanidades (Teoría Literaria)
en la Universidad de Venecia  y en la Scuola Normale Superiore de Pisa. Se
por la Universidad Autónoma Metropolitana. Es profesora–investigadora en
desempeña como investigador del CONICET y como  docente en  la Univer-
la Facultad de Lenguas y Letras de la Universidad Autónoma de Querétaro.
sidad de Buenos Aires.
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Coordinadora del Cuerpo
Miriam Di Gerónimo, profesora, licenciada y doctora en Letras por la Académico en el área Perspectivas de Teoría Literaria.
Universidad Nacional de Cuyo. Se desempeña como profesora en la Facultad
de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo. Dirige numerosos Capítulo III
talleres literarios en la provincia de Mendoza.
Guillermina Georgieff, doctora en Historia. Docente e investigadora de
María Cecilia Salas Guerra, doctora en Filosofía por la Universidad la Universidad Nacional del Sur (Bahía Blanca), ha recibido distintas becas
Autónoma de Madrid. Docente en el Departamento de Estudios Filosóficos y subsidios de la Secretaría General de Ciencia y Tecnología (UNS) y de la
y Culturales de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín. Su más Fundación Antorchas para sus estudios e investigaciones. Sus publicaciones
406 Notas biográficas sobre los autores El Ensayo latinoamericano 407

y trabajos están inscriptos en el campo de la historia política contemporánea Domingo Ighina, doctor en Letras Modernas (UNC), Profesor a cargo
y en el de la historia de las ideas. de Pensamiento Latinoamericano, Escuela de Letras, Facultad de Filosofía y
Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba.
Ana Cecilia Olmos, magíster en Teoría Literaria (1994) y Doctora en
Letras (2000). Profesora adjunta de Literatura Hispanoamericana en la
Universidade de São Paulo, Brasil. Publicó el libro Por que ler Borges, São
Franklin Miranda Robles, doctor y magíster en Literatura Chilena e
Paulo, Globo, 2008. Organizó en colaboración los siguientes libros: Ensayos de
Hispanoamericana de la Universidad de Chile. Ha sido docente de la Uni-
narradores. Córdoba, Alción, 2007; Em primeira pessoa. Novas abordagens de
versidad Alberto Hurtado (Chile), colaborador académico de Postgrado en
uma teoria da autobiografia, São Paulo, Annablume, 2009.
la Universidad de Chile e investigador asociado en la Universidad Andina
Adriana Marisa Olivera, profesora y doctora en Letras de la UNT, inves- Simón Bolívar (Ecuador). Su investigación se ha enfocado en la literatura/
tigadora del IILAC desde el año 1998 y miembro del proyecto de investigación cultura afrolatinoamericana.
de la Dra. Nilda Falwiá de Fernández. Recibió una beca del CIUNT para
escribir su tesis doctoral durante el período 2005–2008 (Beca de doctorado
no docente). En abril de 2009 defendió su tesis titulada: “La Argentina: un Capítulo IV
proyecto inconcluso. El ensayo argentino en los umbrales del siglo XXI” y acce- María Alejandra Minelli, es docente de Literatura Argentina de la Univer-
dió al grado académico superior de Dra. en Letras con Orientación Literatura sidad Nacional del Comahue, donde actualmente es Directora del Programa de
(Summa Cum Laude). Se desempeña actualmente como docente secundaria Posgrado en Literatura Latinoamericana. Doctorada en la Universidad Simón
y universitaria (Universidad de San Pablo T.). Bolívar (Caracas).
Rolando Javier Bonato, graduado por la Universidad Nacional del Coma- Jannette González Pulgar, licenciada en Lengua y Literatura Hispánica
hue. Especialista en Literatura hispanoamericana del siglo XX y en Filosofía y de la Universidad de Chile, y estudiante tesista del magíster en Literatura His-
Crítica de la cultura. Se desempeña como docente en el área de Teoría literaria panoamericana Contemporánea de la Universidad Austral Chile; nació y vive
en la Universidad Nacional del Comahue. Ha publicado diversos artículos y en Ancud, Archipiélago de Chiloé, donde se desempeña como profesional del
capítulos de libros sobre aspectos de la literatura argentina y problemas teó- Museo Regional (DIBAM).
ricos de la literatura.
María Virginia González, profesora en Letras por la Universidad Nacional
Adriana Imperatore, docente e investigadora de la UBA–FFyL y de la de La Pampa donde ejerce la docencia como Ayudante de Primera en Litera-
Universidad Nacional de Quilmes. Magíster en Estudios Latinoamericanos por tura Americana I y II. Se desempeña como becaria del Consejo Nacional de
la Universidad de Salamanca. Investigaciones Científicas (CONICET) y realiza su doctorado en la Universidad
Ramiro Esteban Zó, profesor y licenciado en Letras. Profesor Adscripto de La Plata con un plan de tesis sobre la narrativa escrita por mujeres cubanas
de Literatura Hispanoamericana II (FFyL–UNCuyo). Asistente de dirección de durante fines del siglo XX. También participa de proyectos de investigación
los Cuadernos del CILHA. Becario de doctorado del CONICET. Direcciones de de la UNLPam, del PIP La construcción cultural del espacio caribeño. Cruces,
investigación: literatura comparada; novela sentimental medieval española, hibridaciones y nomadismos dirigido por la Dra. Celina Manzoni (UBA) y como
hispanoamericana decimonónica y nueva novela sentimental latinoamericana; investigadora vinculada al Grupo de Estudios Caribeños del Instituto de Lite-
Alfredo Bryce Echenique y Ensayo peruano. ratura Hispanoamericana de la UBA.
Se terminó de
componer e imprimir en
octubre de 2010 en Editorial Qellqasqa, Toso 411
San José de Guaymallén Mendoza, República Argentina.
Diseño de tapa y edición de María Eugenia Sicilia & Gerardo Patricio Tovar
editorial@qellqasqa.com.ar
www.qellqasqa.com.ar

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