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“Luego, durante los ensayos, que asistir a una recepción.

Co- Es gracioso, Paul Auster tiene


Harvey Keitel y GianCarlo Espo- mo si hubiera encontrado la lám- ojos de galán del cine mudo. Y en
sito llegaron al rodaje; cerraban para con el genio, a la que sólo estos días, en vez de escribir, está
la tienda para conocerse, hacían puedo pedirle un deseo, cuando dirigiendo Lulu on the Bridge.
calentamiento; aparecía gente la tengo en las manos me quedo Con mi libreta llena de anécdo-
que andaba dándose la vuelta y se muda. No se me ocurre qué pre- tas y la imagen de los enormes
ponían a improvisar y hacían co- guntarle. Es muy alto. Le explico ojos de Louise Brooks la Lulú
sas tan ingeniosas, divertidas e quién soy, sobre qué voy a escri- de Pabst- en la memoria, agra-
inusitadas que, en un arranque de bir. Es él quien termina interro- dezco a Auster por su tiempo y
entusiasmo Wayne dijo ‘Debería- gándome; sí, estoy escribiendo en salgo a la tarde neoyorkina. Os-
mos hacer otra película’; Peter español; sí, le enviaré el libro en curece en la Quinta Avenida. Es-
Newman, el productor, contesta- cuanto esté completo. ¿Cómo se ta vez, la lluvia ha sido sólo un
ba que sería como dejar el mani- llama la película?, me sale al fin. incumplido presagio. <
comio a cargo de los locos. No es- Lulu on the Bridge.
taba en mis planes dirigir”.
Sin embargo, cuando se acer-
caban al final del rodaje de Smo-
ke y Blue in the Face se le ocurrió
una historia que visualizó en for-
ma de película. FICCIONES D E L A A U T O B I O G R A FÍ A
“Me dije a mí mismo, no, ya
no quiero volver a hacer esto. Pe-
ro debí haber seguido la regla de
nunca traicionar una primera in- SYLVIA MOLLOY
tuición con respecto a un texto”.
Durante nueve meses intentó
escribirla en forma de novela y @ll
no pudo; no le gustaba el resulta-
do; tal vez porque el componente Un hombre se propone la tarea de lo autobiográfico para fines na-
visual era tan fuerte. Total que la dibujar el mundo. A lo largo de los rrativos. Finalmente, mi novela
guardó. años puebla un espacio con imáge- En breve cárcel se ha leído, con
“Como un año después, un nes de provincias, de reinos, de frecuencia, como autobiografía,
amigo director me contó que montañas, de bahías, de naves, de al punto que más de una vez la he
quería contratar a determinada islas, de peces, de habitaciones, de oído describir como narrativa en
actriz porque estaba tratando de instrumentos, de astros, de caballos primera persona o como ficción
hacer una nueva versión de una y de personas. Poco antes de morir, autobiográfica, dos cosas que, es-
película. Es curioso, porque en mi descubre que ese paciente laberinto trictamente hablando, no es.
novela fallida, en mi historia, el de lineas traza la imagen de su cara. Empezar& entonces, como co-
protagonista conoce a una actriz Jorge Luis Borges, El hacedor. rresponde en una reflexión sobre

Q
muy joven que está trabajando en autobiografía y ficción, con una
una película que es La caja de uiero hablar de un tema, cita, ya que los dos “géneros”, por
Pandora. Entonces terminé el mejor de una intersec- así llamarlos, recurren con fre-
guión y se lo iba a dar a alguien y ción, que alimenta toda cuencia a ese ejercicio. Hay en
como esa persona no pudo pensé mi escritura, tanto crítica como Recuerdos de provincia, la autobio-
que era mi historia y tal vez debe- de creación, esto es, la intersec- grafía de Sarmiento, una página
ría intentarlo. Así que eso es lo ción entre ficción y autobiografía. extraordinaria por su (acaso in-
que estoy haciendo ahora”. No elijo este cruce al azar. Como consciente) perspicacia crítica.
Después de un cierre alrede- crítica, vengo dedicándome desde Sarmiento recuerda a Na Cleme,
dor de este comentario, el escri- hace tiempo a la escritura auto- aquella india vieja del San Juan
tor y su anfitrión dan las gracias biográfica y al uso estratégico de de su infancia, “pobre de la casa”
al público asistente y hacen mutis lo que se suele llamar (sin siem- de su madre, de quien se decía
por la derecha. La sala se vacía pre tener conciencia de qué, pre- que era bruja. Su interés, acota
con rapidez. El organizador me cisamente, se entiende por el Sarmiento, es que no sólo acepta
avisa que Auster me concederá término) “lo personal>>. Como es- esa atribución sino que ella mis-
sólo unos minutos porque tiene critora de ficción, suelo adaptar ma la refuerza, con chismes: “tra-

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bajaba en sus conversaciones”. Y manipulando, supone que el acti- bir-mi-sueño, idea que mi analis-
añade: vo trabajo de Ña Cleme traiciona ta consideraba evidentemente
los “hechos como son” y es una peregrina.
Tenemos decididamente una nece- fantasía divorciada de la realidad. La prosopopeya, se ha dicho,
sidad de llamar la atención sobre Esta mezquina concepción es por es la figura que rige la autobiogra-
nosotros mismos, que hace a los supuesto ilusoria, ya que la auto- fía. Así, escribir sobre uno mismo
que no pueden más de viejos, rudos biografía, como todo ejercicio de sería ese esfuerzo, siempre reno-
y pobres, hacerse brujos; a los osa- escritura, pasa inevitablemente vado y siempre fallido, de dar voz
dos sin capacidad, volverse tiranos por la mediación del lenguaje. ¿A a aquello que no habla, de dar vi-
crueles; y a mí, acaso, perdónemelo qué principio de realidad o a qué da a lo muerto, dotándolo de una
Dios, el estar escribiendo estas pá- “fuera de texto” habríamos de re- máscara textual. Si el tropo pue-
ginas. (p. 151) currir para verificar ya la exacti- de aplicarse a toda literatura, se
tud, ya la mendacidad del texto? vuelve particularmente complejo
La intuición de que el autorre- Recuerdo aquí el ensayo tan rico (y a la vez, propongo, inmensa-
tratarse, aun en nombre de la ver- de Paul de Man (rico, por añadi- mente liberador) en el trabajo
dad, lleva a la fabulación, de que dura, en vista de la autofabrica- autobiográfico, donde es necesa-
la necesidad de llamar la aten- ción del propio De Man), donde rio aceptar que el yo del presente
ción sobre sí mismo es ejercicio propone que la supuesta referen- de la enunciación no coincide
de tiranía o de seducción es rica y cialidad de la autobiografía no es con la muda, inerte no-persona
compleja. Como Na Cleme, todo sino un espejismo creado por el del yo del enunciado. Al conoci-
autobiógrafo “trabaja en sus con- texto mismo.’ En resumidas cuen- do “Je est un autre” de Rimbaud
versaciones” para mantener una tas, la única “verdad” del ejerci- podría agregarse la medulosa re-
imagen satisfactoria de sí, una cio autobiográfico es una “verdad flexión de Michaux: “No hay un
imagen con la que ya cuenta, la de escritura”. Decir por lo tanto yo. No hay diez yos. No hay yo.
misma que sostiene el acto auto- que el autobiógrafo “miente” re- Yo no es sino una posición de
biográfico. Porque la escritura de cuerda el caso de Julio Verne, equilibrio, una entre mil, siempre
sí siempre se apoya en una ima- quien, descontento con los libros posibles, siempre disponibles”.’
gen preconcebida -aquello que de H. G. Wells, exclamaba ira- Hace años que enseño y escri-
Gide llamaba “un être factice cundo: “Mais, il invente!” De in- bo sobre autobiografía, que dialo-
préféré’-, imagen que dicta la vención, precisamente, se trata. go con estudiantes y colegas sobre
reorganización y hasta el recuer- La mediación del lenguaje en el tema. Escribir sobre un tipo de
do mismo. Como observa Nietzs- toda forma de autoescritura se me escritura que ha merecido escasa
che: “Dice mi memoria: hice tal hizo patente en una etapa de mi atención crítica porque se la ha
cosa. Dice mi orgullo, hipertérri- análisis. Mi analista sugirió que le declarado ya falta de interés, ya
to: no puedo haber hecho tal co- llevara mis sueños por escrito. No practicamente inexistente, me re-
sa. Y eventualmente la memoria sé a qué respondía ese pedido, si sultaba tentador. Ademas, era una
cede”.’ Así aun cuando el objeti- era un ingenuo intento, en esa manera de llamar la atención so-
vo del autobiógrafo aparente ser época de mi vida en que yo soña- bre textos olvidados, o de propo-
un descubrimiento del yo, el pro- ba mucho, de conservarlo “todo” ner nuevas lecturas de textos ca-
ceso se da en sentido inverso. El antes de que fuera trabajado por nónicos demasiado conocidos, al
“ser ficticio preferido” acaso sea el olvido. La analista no entendía punto que ya nadie los lee. Me in-
el resultado pero también y sobre- mi resistencia a escribir, mejor di- teresan las autobiografias ajenas
todo es la figura inicial que gula cho, la interpretaba como tal, co- porque, como a Norah Lange, me
la autobiografía. El pasado se re- mo resistencia, no a la escritura si- encanta espiar, curiosear las estra-
crea para que concuerde con las no al análisis mismo. No me tegias de la autofiguración. No
exigencias del presente, exigen- entendía cuando le decía que, al creo que escriba nunca mi propia
cias determinadas por la imagen anotar los sueños, había necesa- autobiografía, no por modestia o
que uno se forja de sí, por la ima- riamente un “efecto de estilo” temor a indiscreciones, sino por-
gen que uno cree que otros tienen que me hacía pensar en estrate- que no me tengo suficiente con-
de sí, y por el grupo al que se per- gias narrativas tanto o más que en fianza para sostener una escritura
tenece. los sueños mismos, que luego ten- autobiográfica coherente. Sin em-
Considerar que este manipu- dríamos que analizar no sólo la bargo, cada vez que escribo ficción
leo es “ficción”, por oposición a materia prima del sueño sino có- sí recurro a mi vida, a algo que he
una “verdad”, supone que existe, mo y para quien lo había escrito, almacenado en la memoria, por-
a priori, una verdad que se está no sólo el sueño sino yo-al-escri- que me ocurrió a mí, porque le

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ocurrió a alguien que conozco, o encontrara inesperadamente en escritura (ya se declare autobio-
porque se lo oí contar a alguien. un apartamento en el que ya ha- grafía, ya ficción) es su uso de la
Al acercarme sin ambages desde la bía estado y donde se había dado referencia literaria, su manera de
ficción a ese material autobiográfi- un encuentro que me había mar- plagiar. Como esos pintores que se
co puedo ser irresponsable, puedo cado mucho, superó narrativamen- incluyen en sus cuadros, en un án-
manipular sin que me moleste en te los otros dos acontecimientos. gulo de la tela, en el acto mismo
lo más mínimo el fantasma de la Este gesto de selección, que se da de pintar, todo escritor se inscribe
fidelidad que la autobiografía, mal al inicio de la ficción y asegura su en su texto en el acto de leer, en
que nos pese, sigue arrastrando. Y impulso, se da también, sugiero, una suerte de autorrepresentación
aunque sé que la autobiografía en toda autobiografía. oblicua. Pienso en una temprana
puede ser un ejercicio de bricolage Sabiendo que en mi novela definición de Borges: “la persona-
tan experimental como la ficción había usado fragmentos de mi vi- lidad, esa mezcolanza de percep-
-piénsese en Norah Lange, en da y, también, de la de otras per- ciones entreveradas de salpicadu-
Michel Leiris- me resulta más sonas, contemporáneas, una vez ras de citas”. Esas salpicaduras de
cómodo practicar ese bricolage de me preguntaron en una entrevista citas, que yo practico asiduamente
lleno en la ficción y no jugar a acerca de la “crueldad” de contar en mi ficción, son para mí más in-
mantener el precario equilibrio episodios de vidas ajenas. Consi- teresantes y más personales, valga
entre los dos modos. dero que el contar vidas de otros la paradoja, que cualquier referen-
Todo esto es reflexión desde fuera de contexto no es necesaria- cia autobiográfica a nivel de la
luego después de los hechos. mente más “cruel>> que el citar un anécdota: una suerte de dime a
Cuando empecé a escribir En bre- texto escrito por otro en el texto quién lees (0 a quién quieres que
ve cárcel nunca pensé que mi no- propio. Si aceptamos la trasla- crea que lees) y sabré quién eres.
vela fuese, acaso, “autobiográfica”. ción, la traducción, en el nivel de El uso de lo autobiográfico en
Sí en cambio le adjudiqué a la la cita ¿por qué hablar de “cruel- la ficción, lejos de constreñir, da
protagonista la pasión por auto- dad” cuando se trasladan o se ci- una enorme libertad. Por lo me-
biografias ajenas. El aconteci- tan “vidas”, que después de todo nos ese ha sido mi caso. Tengo la
miento inicial de mi novela es, son otros tantos textos ya que sin imaginación corta y una capaci-
por cierto, algo que me ocurrió. relato no hay vida? Esta compara- dad de invención limitada. No
Estaba en Paris, buscando aparta- ción, que propongo no sólo por practico una escritura original,
mento, y en estado de autoconmi- hacer de abogado del diablo sino en el sentido de que no me gusta
seración agudo. Acababa de ter- porque creo en ella, no quita la (o no sé) inventar. A lo mejor es
minar una relación y, a pesar de desazón personal que se pueda por pereza. He tenido la suerte de
haber sido yo la iniciadora de tal sentir al efectuar ese traslado y reconocer situaciones uncanny,
ruptura, sentía, como suele suce- que es una desazón directamente desasosegantes (como el haber al-
der en esos casos, que yo era la relacionada con la cercanía y el quilado un apartamento en el que
abandonada. sólo retrospectiva- reconocimiento. Me explico: to- ya había estado años atrás), situa-
mente me di cuenta de que, en ese mar una “vida” e insertarla en ciones que proveen un esquema,
momento de víspera de escritura, “otra” narrativa es la base de todo tanto estratégico como visual,
dos otros acontecimientos recien- hecho de ficción. Siempre conta- para mis relatos, y esos momentos
tes pesaban en mi vida. Una mu- mos vidas ajenas, porque conoce- de reconocimiento operan, para
jer que había sido muy importante mos a alguien, o nos acordamos mí, como convocatoria. Habien-
en mi vida acababa de suicidarse; de alguien, o alguien nos cuenta do “visto” las posibilidades de la
otra amiga, luego de varios y pe- una vida que, a nuestra vez, que- situación sé que no puedo dejar
nosos trastornos, algunos de los remos reproducir. Contar una vi- de aprovecharlas. De este modo
cuales había presenciado yo mis- da particular, trasladándola a un no necesito inventar desde el co-
ma, había sido internada. Y sin contexto otro, con fu conciencia de mienzo, tarea que me apabulla, y
embargo ninguno de esos dos epi- que esa persona leerá ese texto y se en cambio puedo inventar a par-
sodios, que sin duda dejaron su reconocerá en él (y a menudo con tir de lo que ya está allí. Tengo,
marca traumática en mí, fueron el deseo de que eso mismo ocu- además, relativamente buena
recuperados en la novela. En el rra): ahí está el peligro y en cier- memoria, eficaz en almacenar de-
momento de la escritura, mi su- tos casos la vertiginosa y mezqui- talles, esos detalles nimios que
puesto “abandono” y la increíble na tentación. componen los salteados archivos
coincidencia que hizo que, al res- Para continuar con la noción de nuestras vidas. Me gusta traba-
ponder a un aviso de periódico, de cita, creo que uno de los aspec- jar a partir de reliquias, de restos
como el personaje de Aura, me tos más “autobiográficos” de toda o ruinas, a los que doy nueva cir-

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culación, por así decirlo. A me- 29. Añade Gide: “Podría decirse lo cia de las antologías y se entiende
nudo son objetos reales. Por siguiente, que me parece una suerte por qué los compiladores de éstas
ejemplo, cuando murió mi madre de sinceridad inversa en el artista: No son, con frecuencia, los propios
encontré entre sus cosas un viejo debe narrar su vida como la vivió si- creadores, los más interesados en
billete de un peso argentino en el no vivirla como va a narrarla. En la reformulación del canon por-
que había anotadas algunas pala- otras palabras: de manera que el re- que buscan insertarse en él.
bras, y este ha sido el punto de trato de si que constituye su vida sea Desde que se editó, la antolo-
partida de una nueva novela que idéntico al retrato ideal que desea. gía firmada por Jorge Cuesta des-
trata, precisamente, de la porosi- Dicho aún más sencillamente: que pertó polémicas. Como manifiesto
dad de la memoria y de la imposi- sea tal como quiere ser”(p. 29). colectivo que no esconde su in-
bilidad de recuperar un pasado * Friedrich Nietzsche, Beyond Good and tencionada parcialidad, la antolo-
coherente, sin grietas ni lagunas. Evil trans. Walter Kaufman (New gía elabora una visión crítica de la
Trátese de ficción, de autobiogra- York: Vintage, 1966), p. 80 tradición anterior y de su relación
fía, de critica, siempre es cuestión ’ Paul de Man, “Autobiography As con los jóvenes. La Antología de la
de relectura. De-facement”, The Rhetoric of Ro- poesía mexicana moderna se impri-
manticism, New York:Columbia Uni- mió con el sello de Contemporá-
NOTAS versity Press, 1984, pp. 67-82 neos en la editorial Cvltvra el día
+ Henri Michaux, “Postface”, in Plume, 3 de marzo de 1928. La portada os-
1
André Gide, Journal 1889-l939 (Pa- Précédé de Lointain intérieur (París: tenta el nombre de Jorge Cuesta
rís: Gallimard, “Pléiade”, 1955), p. Gallimard, 1957), p. 213. < como editor y el prólogo, sin fir-
ma, lleva la indudable huella del
polemista y ensayista más lúcido
del grupo. Sin embargo, el prólo-
go, redactado en primera persona
del plural, habla de “una labor co-
N UEVOS DATOS SOBRE LA ANTOLOGÍA DE LA POESÍ A lectiva que casi quisiéramos lla-
MEXICANA MODERNA( 1928)’ mar impersonal”. Las dudas sobre
la verdadera autoría del libro fue-
ron tan pronunciadas que los pri-
ANTHONY STANTON meros editores de las obras com-
pletas de Cuesta decidieron no
incluir ningún texto del mismo en
su recopilación de 1964. Estas du-
das le han dado al libro un aura de
e ha reflexionado muy po- conocidas entre obras conocidas misterio que complementa la nota

S co sobre la naturaleza y la
función de las antologías
poéticas como instrumentos
esenciales en la creación, preser-
además de establecer nexos entre
éstas y obras recientes: su campo
de trabajo es la intertextualidad y
la recontextualización. Al incluir
de escándalo que provocó. A lo
largo de los años distintos miem-
bros del grupo y algunos comenta-
ristas han dejado sus testimonios
vación y modificación de tradi- y excluir, al adoptar una disposi- sobre la Antología. En 1985 ésta
ciones. Sean individuales o co- ción cronológica, temática o for- fue reeditada por el Fondo de Cul-
lectivas, obras de creadores o de mal o una mezcla de las tres-, tura Económica, con una presen-
criticos, hechas con criterio con- al yuxtaponer y ordenar ciertos tación de Guillermo Sheridan.
servador o innovador, las antolo- textos y al justificar con frecuen- Sin embargo, hasta la fecha persis-
gías siempre postulan la posibi- cia su visión y sus criterios en un ten las dudas sobre la identidad de
lidad de una relectura de la prólogo, los antólogos participan los que participaron en el proyec-
tradición. Es más: suelen surgir activamente en la creación de to, sobre todo en lo que se refiere
cuando se siente la necesidad de perspectivas que son fundamen- a la selección de poetas y poemas,
actualizar la relación entre el pa- tales en la conformación de tradi- la elaboración de las notas de pre-
sado y el presente. Como no es ciones. Si pensamos en lo que es sentación y la redacción del pró-
un texto convencional de crea- un canon literario y en su proceso logo. Gracias a la información pu-
ción o de critica sino una nueva de formación (digamos en el caso blicada en enero de 1994 (Vuelta
ordenación de un conjunto de de la poesía, un género que se 206) por Guillermo Tovar de Tere-
textos preexistentes, la antología puede antologar fácilmente), sal- sa -quien tuvo acceso al ejem-
permite descubrir relaciones des- ta a la vista la enorme importan- plar de la Antología que había per-

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