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ÍNDICE

Marco Kunz: Introducción 7


Kristine Vanden Berghe: La productividad cultural del EZLN. Apuntes
y reflexiones 33
Michel Schultheiss: Narrar la catástrofe: las representaciones literarias
del terremoto de 1985 en México 51
Margarita Remón-Raillard: La productividad cultural de la crónica a
través de su potencial dialógico. En torno a 8:8: El miedo en el espejo.
Una crónica del terremoto en Chile de Juan Villoro 73
Catarina von Wedemeyer: Dis/continuidades históricas. Octavio Paz,
«Intermitencias del Oeste (México: Olimpiada de 1968)» 85
Cristina Mondragón: Entre la denuncia y la fantasmagoría: «San Juanico»
de Alejandro Lora y «El túnel 29» de Guillermo Briseño 101
Óscar Martínez Agíss: Cuando historia y cine se encuentran en escena:
De película y el México que no fue 117
Marie-Pierre Ramouche: Colosio, el asesinato, de Carlos Bolado: análisis
de un éxito 125
Marco Kunz: Las 'muertas de Ciudad Juárez': construcción e impacto
cultural de un acontecimiento serial 137
Rachel Bornet: Ciudad Juárez: narraciones visuales entre ficción y
realidad 157
Marcy Campos y Javier Rodríguez: Reconstruir el acontecimiento:
la muerte de Víctor Jara en las representaciones audiovisuales y
sonoras sobre la dictadura de Pinochet 171
Patricia Alonso Boronat: La producción cultural del Uruguay como
reacción a la dictadura a través de las murgas y del cómic 183
Friederike von Criegern: La guerra distante: Estrategias de lo indirecto
en Dos veces junio de Martín Kohan 195
Isabel Francisco: «Yo no sé cómo será esta guerra, pero pienso que todas
deben ser parecidas»: la representación literaria de la intervención
cubana en la guerra civil angoleña en Hacia la tierra del fin del
mundo de Joel James 211
Cuauhtémoc Pérez Medrano: Reconfiguraciones simbólicas y los
cismas históricos: narrativa cubana contemporánea 221
Danae Gallo González: La 'Transición' del consenso y su productividad
cultural a partir del ejemplo de Internamiento y resistencia de los
republicanos españoles en África del Norte durante la Segunda Guerra
Mundial de Luis Santiago, Gerónimo Lloris y Rafael Barrera 237
Benjamin Inal: Cierta posibilidad imposible de decir el pasado. Sobre
la paradoja de la construcción literaria del pasado en la novela
española contemporánea 259
Sonia Gómez: Autocorrección intra e intermedial en Anatomía de un
instante (2009) de Javier Cercas y El corrector (2009) de Ricardo
Menéndez Salmón 267
Jonathan Corbillon Sánchez: La historia como inspiración para la
ficción: los casos de Javier Cercas e Ignacio Martínez de Pisón 279
Patrick Eser: ¿Imágenes dialécticas?: representaciones visuales del
événement aléatoire “Operación Ogro” 293
Hernán Fernández Meardi: El discurso novelesco como correlato de la
catástrofe: 80M84RD3R0 de César Gutiérrez 321
Salvador Girbés: Tematización, focalización y transtextualidad del 11-M
en El corrector (2009) de Ricardo Menéndez Salmón y El mapa de la
vida (2009) de Adolfo García Ortega 333
Reconfiguraciones simbólicas y los cismas históricos: narrativa
cubana contemporánea1

Cuauhtémoc Pérez Medrano


Universität Potsdam

¿Cómo y dónde se debe situar el acontecimiento histórico para analizar


su repercusión en la sociedad y desde qué momento surge la productivi-
dad cultural de un acontecimiento histórico? La respuesta emerge varia-
da de acuerdo al tipo de producción cultural (sea literatura –poesía, tea-
tro o narrativa–, cine, música, performance, etc.) y por supuesto depen-
de si el acontecimiento es considerado global o local. Hay distintos acon-
tecimientos históricos y tan grande sea su onda expansiva, tan distinta
será la velocidad de propagación y repercusión en la mentalidad de las
sociedades, como ya lo acusaba Fernand Braudel en su ensayo iterada-
mente citado sobre su concepto de longue durée (Braudel 1979: 131-167).
Podrían considerarse tanto la caída del Muro de Berlín y la Guerra de
Angola, como el Periodo Especial y el fusilamiento del General Ochoa
en Cuba como acontecimientos históricos. Cada uno con matices y re-
percusiones disímiles en espacios y tiempos. Los primeros podrían asu-
mirse como descargas que pusieron en marcha los procesos de reconfi-
guración políticos, económicos y socioculturales a nivel global. Los
eventos en este segundo término podrían atañer casi exclusivamente al
espacio cubano. Sin embargo, cuando analizamos cuál sería la posible
productividad cultural y en específico en la narrativa cubana contempo-
ránea, los eventos históricos se entrecruzan de algún modo –temática y
simbólicamente– lo que vuelve necesario el escrutinio de los elementos
históricos y ficcionales con los cuales está construida la narrativa cubana
finisecular.

Con los procesos políticos, económicos, sociales y culturales que englo-


ban el episodio histórico denominado como Revolución Cubana se abre
una brecha en el modo de aceptar y reproducir lo que se considera Cu-

1
Agradezco a Isabel Francisco de la Universidad de Hamburgo, ya que la originalidad de su trabajo
fue fundamental para la reconfiguración del presente ensayo.
Cuauhtémoc Pérez Medrano

ba: isla que forma parte del Caribe y de Latinoamérica. La influencia de


la Revolución Cubana para el resto de Latinoamérica fue cobrando im-
portancia a nivel histórico y simbólico. Cuba representó dentro de las so-
ciedades ávidas de esperanzas y utopías la posibilidad de una nueva
manera de reorganizar el mundo. Si bien la Revolución Cubana en un
inicio no había considerado ser parteaguas de la escisión político-ideoló-
gica, fue en el contexto de la Guerra Fría que esta isla se convirtió en un
punto neurálgico del conflicto y en la defensa ideológica revolucionaria
socialista y comunista en América Latina. No hace falta nombrar con de-
talle las disputas globales que derivaron en el bloqueo económico ejerci-
do por el gobierno estadounidense hacia la isla, aún vigente; ni la ten-
sión político-global de la llamada Crisis de los Misiles; tampoco por su-
puesto el apoyo que Cuba otorgó a los países latinoamericanos, asiáticos
y africanos en la lucha contra el imperialismo norteamericano. El objeti-
vo de este texto será presentar cómo los eventos históricos globales, re-
gionales y locales acaecidos en las últimas décadas del siglo XX en torno
a Cuba, dentro del espectro socialista y fuera de él, han reconfigurado su
cosmovisión cubana y han sido representados en la narrativa. Es decir,
cómo esos entrelazamientos de perspectivas de vida, ideologías, creen-
cias y de praxis cotidianas trazan, con cierto dinamismo, lazos comuni-
cantes entre distintos afanes utópicos socialistas (de algún modo vigen-
tes en la isla), pero también entre las necesidades plurales y particulares,
sean éstas posmodernas, modernas, de vanguardia o simplemente libe-
rales o republicanas; y de qué modo son expresados en la narrativa. En
muchos casos, las discrepancias entre el plano ideológico y el pragmáti-
co, entre el plano social e individual existían con anterioridad, pero no
fueron evidenciados tan claramente hasta el desmantelamiento del blo-
que socialista, y los fenómenos sociales, políticos y económicos en la isla
de Cuba.
Propongo un acercamiento que va desde la historia hacia la literatura, y
de esta manera, los modos de nutrir la representación de los aconteci-
mientos históricos se percibirán diversos y contrastados de acuerdo con
lo expresado en los discursos históricos, testimoniales y de memoria,
trasfigurados a través de los cristales de la ficción.
Es necesario, primeramente, mirar la historia no sólo como una sucesión
de relatos dependientes de un aparato de control de la memoria, sino
como una red de relaciones sociales, económicas y políticas que en ma-
yor o menor medida se vuelven instantes de cambio. Para el análisis de
estos acontecimientos históricos es preciso notar dicho entrecruzamiento
y evaluar cómo sus efectos y su trascendencia repercuten y son narra-
dos, es decir, medir los acontecimientos históricos en cuanto a sus posi-
bles relaciones con los niveles sociales y culturales y enfocarlos desde los
estratos locales y globales, o en palabras de Roland Robertson: bajo una

222
Reconfiguraciones simbólicas y los cismas históricos

perspectiva glocal (Robertson 1992)2. De esta manera un episodio con


alcance global, como lo son la Caída del Muro de Berlín o la Guerra de
Angola, conecta acontecimientos históricos locales, como el Periodo Es-
pacial en Tiempos de Paz en Cuba o los juicios y fusilamientos del gene-
ral Arnaldo Ochoa Sánchez, el coronel Antonio De La Guardia, el capi-
tán Jorge Martínez y Amado Padrón, que en su consonancia caracterizan
y clarifican de distinto modo la historia considerada como un ente glo-
bal. Por ello me gustaría primeramente proponer de manera sucinta al-
gunas reflexiones que tienen como objetivo plantear alternativas para
hacer visibles las pluralidades y complejidades que pueden resultar de
un acontecimiento histórico y su impacto social, cultural y artístico.
Otro objetivo de este texto es presentar de qué manera las historias parti-
culares forman parte de la conformación de la memoria colectiva como
herramienta de la historia. Con la interacción del pasado se selecciona
una serie de motivos que se inscriben en los recorridos históricos, cultu-
rales y estéticos de la narrativa de un país como Cuba. Propongo mirar
de qué manera los autores y sus personajes engarzan elementos de la
práctica social y de la historia para dirigirse hacia la ficción en la narra-
tiva.
Para ello se presentan en este texto, primero, una escueta propuesta de
análisis que busque vincular la historia con los discursos literarios y
puntualizar los posibles encuentros y desencuentros. Segundo, se ofrece
un compendio narrativo de eventos históricos que permitan contextua-
lizar la relación entre los ámbitos global y local: la caída del Muro de
Berlín, la Guerra de Angola, el Periodo Especial en Cuba y las brigadas
internacionalistas cubanas en Angola. Finalmente a partir de algunos
cuentos cubanos escritos en la década de los noventa se señalará cómo la
relación histórica a nivel glocal funciona como una media que permite
confrontar los discursos lineales de la historia.

La primera idea sería la de matizar la adjetivación del acontecimiento.


Me resulta llamativo pensar en que el calificativo –histórico– inevitable-
mente mantiene un dinamismo que se ajusta a los discursos que contra-
ponen lo local y lo global. Los acontecimientos están determinados por
los modos de construir la memoria a través de discursos, imágenes, re-

2
Aunque Robertson plantea el término glocal como una reapropiación simbólica a través de ejem-
plos publicitarios, este término nos permite plantear una dinámica donde los eventos, fenómenos y
sus símbolos vinculan sus representaciones globales y locales.

223
Cuauhtémoc Pérez Medrano

presentaciones o transfiguraciones para permanecer dentro de las histo-


rias oficiales, no oficiales, nacionales, regionales o globales.
Los acontecimientos estarían acotados por su pretensión de punto de
inicio o fin, es decir, la posibilidad de situarse en un momento y un lu-
gar en especial, como lo podría ser un límite o una frontera en donde se
ejecuta una detonación que tras el impacto se desenvuelve no sólo linea-
lmente, sino que percibe el desarrollo de la historia como un conjunto de
eventos y cotidianidades que se entrelazan dentro de un espacio. El
acontecimiento histórico podría verse como un límite que traza diálogos
con otros eventos no siempre lineales. Para permanecer en la memoria
necesita hacerse transmisible individual o socialmente: en este sentido
cobran importancia las historias alrededor del acontecimiento histórico,
la longe durée y velocidades braudelianas de la historia que van a confor-
mar el plano social del individuo. Con ello se manifiestan microhistorias
de actores y situaciones ocultas o fuera de cualquier análisis que nos
ofrece a primera vista el acontecimiento, como más tarde sugeriría Peter
Burke: la existencia y conformación de mentalidades, que vinculan la vi-
sión del mundo y la memoria, y que amplían las historias a niveles ma-
yores y menores (Burke 2009: 325-342).
La productividad cultural del acontecimiento histórico está supeditada a
las tácticas de representación a través del lenguaje oral, visual o escrito,
el cuerpo o el baile, objetos que trasmiten conocimiento y matizan los
efectos del acontecimiento histórico. En la literatura y en específico en la
narrativa, la representación o rememoración del acontecimiento se en-
contraría en varios niveles, ya sean relatados por los actores participan-
tes del mismo hecho o por actores intermediarios en situaciones poste-
riores al acontecimiento. Dichos mecanismos, en la literatura, han sido
revalorados si se toma en cuenta el dinamismo existente entre la reali-
dad del relato ficcional y el relato testimonial, en palabras de Ottmar
Ette, friccional (2004: 407-432), estos movimientos del texto entre la fic-
ción y la dicción en términos de Gérard Genette, que son la conjunción
de conocimientos o saberes vivenciales y que influyen en la construcción
de la memoria. La obra literaria se vuelve una fuente cercana al contexto
desde donde surge. No es una fuente histórica en el rigor de la frase,
pero corrobora las tensiones entre la realidad y ficción, y que por medio
de los entrecruces con las simbologías contextuales representa un corola-
rio de la cosmovisión de una sociedad, en este caso, la cubana contem-
poránea.

224
Reconfiguraciones simbólicas y los cismas históricos

Es necesario situarnos en la época, es decir, dar un escueto contexto de


los acontecimientos históricos que se vinculan con el quehacer narrativo
de Cuba en la segunda mitad de siglo XX. Los primeros casos serían la
Guerra de Angola y la participación de Cuba en este conflicto bélico,
además del juicio y fusilamiento de mandos militares cubanos.
Dentro del contexto de la Guerra Fría, la Guerra de Angola, que involu-
cró a varias naciones en busca de autonomía, fue uno de los episodios
bélicos más largos en el continente africano (1975-2002). Tras la así lla-
mada Revolución de los Claveles de 1974, Portugal no tenía intención de
mantener algún tipo de sujeción a las antiguas colonias como Angola y
Mozambique. El nuevo gobierno portugués, junto con el MPLA (Movi-
miento Popular de Liberación de Angola, con soporte socialista), el
FNLA (Frente Nacional para la Liberación de Angola, con apoyo de Chi-
na, Zaire, España y Estados Unidos) y la UNITA (Unión Nacional para
la Independencia Total de Angola, con respaldo de Zambia e Israel) bus-
caron la implantación de un sistema democrático en Angola, lo cual no
fue posible ya que los poderes entre las facciones políticas se enfrenta-
ban a los distintos intereses económicos y políticos en la zona. En este
clima el conflicto angoleño cruzó las fronteras y desembocó en una dis-
puta de alcance global.
La participación de Cuba en este conflicto fue temprana. En 1975, a falta
de un apoyo total de la URSS, el gobierno cubano dispuso, en el nombre
de ideales internacionalistas, la misión militar denominada Operación
Carlota: brindando apoyo de material bélico y humano y combatiendo
contra las huestes asesoradas por Estados Unidos, en Zaire y en Sudáfri-
ca en los años ochenta3. La misión cubana en Angola fue un aporte fun-
damental en el desarrollo de la guerra a favor de los intereses angoleños
del movimiento de liberación4.
Al final de los años ochenta, el General Arnaldo Ochoa Sánchez5 fue en-
juiciado con otras personas por el cargo de narcotráfico y tráfico ilícito
de diamantes y marfil: en una frase, por alta traición a la patria. Su juicio
representó para el gobierno cubano un desafío y un entredicho frente a
la opinión pública nacional e internacional. Por un lado, se veían perdi-

3
A lo largo de más de 15 años más de 400.000 ciudadanos cubanos sirvieron en Angola en distintos
rubros, desde el plano médico hasta el militar (George: 2005).
4
La participación de Cuba se asume permanente y en distintos rubros desde el bélico hasta el edu-
cativo, siendo 2002 la fecha en que el último ciudadano cubano salió de territorio africano bajo el
contexto del intervencionismo.
5
Miembro del Comité Central del Partido Comunista y jefe militar que participó en distintas cam-
pañas militares en Nicaragua, Venezuela y Angola, por lo que recibió el cargo de "Héroe de la Re-
pública de Cuba", además de otras condecoraciones.

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Cuauhtémoc Pérez Medrano

das la confiabilidad, la integridad y rectitud moral de uno de los líderes


de la revolución socialista, y por extensión de la misma Revolución; por
el otro lado, se sembraba la duda sobre los modos judiciales cubanos pa-
ra extirpar a los “traidores”, lo que hacía recordar el modo soviético de
enjuiciamiento. Después de que el Gral. Ochoa aceptara en distintos mo-
dos su culpabilidad, el fallo del Tribunal Militar, el 13 de julio de 1989,
fue la pena capital.
En Europa, unos meses más tarde del mismo año, sucede la caída del
Muro de Berlín, acontecimiento histórico que transformó la fisonomía
geopolítica, no sólo de Europa. El mundo se configuró de tal modo que
Cuba tuvo que reestructurarse tras el duro golpe de perder el lugar pri-
vilegiado dentro del bloque socialista. Con ello se inaugura en Cuba el
episodio histórico denominado Periodo Especial en Tiempos de Paz, el
cual englobaba una serie de medidas económicas y políticas que se rea-
lizaron entre 1991 a 1997 y que conllevaron, por un lado, al desabasto de
muchos insumos para la industria, y por otro lado, al surgimiento de vi-
cios y prácticas ilícitas a los ojos del Estado cubano. Por ejemplo, la falta
de hidrocarburos afectó drásticamente los sectores agrícolas-ganaderos
y de transporte; tales desabastos provocaron desempleo y un severo cas-
tigo a los bolsillos de la sociedad. Por otro lado, la despenalización del
dólar y el surgimiento de la doble divisa hicieron que el turismo y las re-
mesas mandadas desde el extranjero, por los distintos exilios cubanos, se
observaran como la salida más fácil a la precaria situación. La emigra-
ción se incrementó y representó para algunos cubanos una válvula de
escape. Quienes permanecieron en Cuba buscaron sobrevivir con sus
propios medios frente a este clima de pauperización.
Estos acontecimientos históricos se entrecruzan con distintas intensida-
des. Ya que si bien el Muro de Berlín es tan sólo un referente metoními-
co en Cuba, el Periodo Especial es una bisagra que confronta los ideales
revolucionarios con una realidad intratable. Por otro lado, la guerra de
Angola y la intervención cubana habían representado uno de los artefac-
tos de legitimación del sistema revolucionario cubano. La contradicción
y aún más el descrédito del Gral. Ochoa representó de algún modo un
síntoma del deterioro institucional. Poco a poco las idealizaciones revo-
lucionarias se resquebrajaban.

Pero, ¿cuál es el objetivo de combinar estos eventos? El análisis de los


tópicos en la narrativa, como el Muro de Berlín, el Periodo Especial, la
Guerra de Angola o el caso Ochoa, exige el examen de simbologías, te-
máticas y tipos de narraciones ejercitadas a lo largo de los últimos años

226
Reconfiguraciones simbólicas y los cismas históricos

en la narrativa cubana, los cuales son multifacéticos. En otras palabras,


se plantea verificar las representaciones simbólicas a partir de ciertos
acontecimientos históricos y los modos de representarlos bajo la propia
“visión del mundo” cubana.
Por ello quisiera puntualizar que los acontecimientos históricos elegidos
responden a distintos órdenes o temporalidades, es decir, un radio de
influencia diferente, pero que en un análisis de la narrativa cubana se
entrelazan y se vinculan como parte de una cosmovisión o saberes de vida
(Lebenswissen o Erlebenswissen, según Ette 2009) que de algún modo inter-
vienen entre sí para conformar una reestructuración simbólica a nivel
glocal. En un primer orden, estarían los acontecimientos de una tempora-
lidad lenta y, en un segundo orden, los que se desarrollan en una tempo-
ralidad súbita: ambos órdenes se entrelazan entre lo global y lo local. La
Operación Carlota y el Periodo Especial serían acomodados en el primer
orden. En el primer caso, el acontecimiento histórico fue un proceso len-
to y que agrupó distintos eventos históricos y actores internacionales
pero tuvo una repercusión más directa al ser Cuba uno de los países de-
terminantes en las direcciones que tomó el conflicto en tierras africanas.
La Guerra de Angola representó para el pueblo cubano –en un primer
momento y en general– un elemento positivo y adquirió para Cuba un
valor emblemático para satisfacer el afán de vanguardia revolucionaria.
En este mismo orden, el Periodo Especial significó para Cuba una etapa
de readaptación, con la sobrevivencia de ciertos estatutos políticos y el
deterioro de algunos ideales revolucionarios, como, por ejemplo, el
“hombre nuevo”, que reveló ser inadecuado ante los problemas de la so-
brevivencia cotidiana, o la promesa de un futuro mejor, que contrastaba
con una pauperización creciente.
En otro orden, de temporalidad súbita, se halla la caída del Muro de Ber-
lín. Como se había sugerido antes, su tematización en relación con el Pe-
riodo Especial es más que una trasnominación, sino que representa una
bisagra que entreabre las puertas al reacomodo geopolítico y que tiene
sus efectos como un referente de cambio económico, político y sociocul-
tural. Aunque su efecto global podría asumirse que posee características
lentas, es innegable, que la caída es el referente histórico que posee una
representación referencial en la literatura cubana, pero que en el plano
local alemán poseería mayor peso. En el mismo contexto se sitúa tam-
bién el Caso Ochoa que generó un golpe a los emblemas más repre-
sentativos de este “imaginario de la cruzada angoleña”, por lo que en
algunos casos hizo virar la mirada hacia los horrores de la guerra antes
no trasmitidos o asumidos como daños colaterales del mismo afán de
vanguardia. Si bien es cierto que no es prolífica la representación del su-
ceso en la literatura cubana, así como tampoco la Caída del Muro de
Berlín, representa un encuadre metonímico que se entreteje no sólo tem-

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Cuauhtémoc Pérez Medrano

poralmente sino que confirma el proceso de reestructuración de la cos-


movisión cubana finisecular.
Ahora bien, los acontecimientos históricos que van a ser analizados aquí
estarían situados en una temporalidad lenta, pero no sería posible es-
tructurar un discurso sin contemplar los eventos que se mantienen como
metonimias o bisagras que auguran un cambio. Pues estos eventos son
la cúspide simbólica, mientras que el proceso de creación narrativa re-
quiere una temporalidad más lenta que se permea de las configuracio-
nes de las “visiones de mundo” del periodo tratado.

El Periodo Especial representó un proceso de descomposición económi-


co-social que exigió una adecuación a las nuevas realidades del país.
Tras el deterioro del ideario unívoco de la revolución, surge una refor-
mulación de ideas y valores. Ideas como la insularidad en su efecto ne-
gativo, la circunspección de la existencia individual, la fiesta, la lujuria,
las drogas, la violencia y el sexo (en ocasiones ya estaban presentes pero
que fueron opacadas bajo el discurso revolucionario). Podría leerse este
fenómeno como una revancha contra el unitarismo oficial que interroga
desde sus expresiones sensibles y privadas (Rojas 2012: 135-136) las es-
tructuras políticas y públicas.
En el plano literario los ambientes creados en la narrativa cubana escrita
en los años postsoviéticos están permeados por el espíritu de devasta-
ción, de precariedad y desolación; un estado decadente y en ruinas que
de algún modo impactó a los individuos que son representados y que
habitan los espacios narrados; los individuos son contagiados por esos
rasgos, son situados en un limbo de sobrevivencia. Personajes apócrifos,
oscuros e inéditos en las letras cubanas salieron a luz, tratando de dejar
de lado el “realismo socialista” literario, que tendía a idealizar a los hé-
roes bajo la relación “hombre - macho - blanco - revolucionario”. La Ha-
bana se arruinó esperando un guerra que nunca llegó6, el Periodo Espe-
cial acrecentó esa sensación de campo de guerra, de devastación y deses-
peranza. Ahí estriba el comparativo a presentar en este texto, pues aun-
que Cuba quiera mantenerse ideológicamente inmune a los estragos de
lo que significó afrontar los periodos postsoviéticos, en algunos casos,
ética y socialmente fue devastada tanto como lo han aparentado sus mu-
ros en La Habana, su capital. Desde el estado anímico de la devastación
de una guerra nunca concretada se puede ejercer una vinculación con la

6
Se parafrasea a Antonio José Ponte que nos habla de la Guerra Fría y la creación del enemigo en el
documental Havanna - Die neue Kunst, Ruinen zu bauen (Borchmeyer/Hentschler 2006).

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Reconfiguraciones simbólicas y los cismas históricos

representación de una guerra en tierras africanas. Del mismo modo el


plano apocalíptico o de devastación es comparable como tópico e ima-
gen de la cosmovisión cubana en el contexto del cambio de temáticas y
símbolos.
La relectura de estos símbolos atañe a las escrituras de la nación y de la
historia, tal como lo sugiere Alberto Abreu: “La historia ahora deviene
ejercicio de recuperación y representación de la contramemoria, es decir,
una reubicación del pasado” (2007: 289). Esa contramemoria no sólo se
encuentra en los símbolos insulares nacionales, pues los fenómenos de
migración y exilio han también matizado la construcción de estos símbo-
los desde la lejanía.
Por otro lado la guerra de Angola, al ser un episodio anterior al desman-
telamiento del bloque socialista, representó para la sociedad cubana un
evento que se incorpora al imaginario socialista e internacionalista. La
intervención cubana en Angola en sus primeros textos testimoniales y
ficcionales refería a un discurso de exaltación de las victorias y de los hé-
roes, basándose en una perspectiva maniquea donde el bien siempre de-
be triunfar (Gómez Chacón 1989). La estética se centraba en ofrecer al
lector acercamientos fidedignos de las hazañas de sus protagonistas.
Con el paso del tiempo y en conjunción con el Caso Ochoa, la guerra an-
goleña se comenzó a observar de distinto modo, ya que al parecer los
héroes intachables de la revolución podrían caer en la tentación indivi-
dual del enriquecimiento ilícito7.
Con la caída del muro se generó un acrecentamiento de la crisis de los
fundamentos socialistas cubanos que se confrontaba con una acre reali-
dad cubana y desencadenó que la intelectualidad cubana problematiza-
ra sobre la praxis de los ideales marxistas en la literatura (Ravelo Cabre-
ra 1997: 94). La guerra y la sobrevivencia en la narrativa fueron unos de
los temas que se trataron y que se vincularon a esa deslegitimación del
discurso del poder, tratando de representar escenas, anécdotas o histo-
rias que discrepaban con la idea positiva y oficial de algunos mitos revo-
lucionarios.

Tanto la sobrevivencia, en calidad de punto álgido del ambiente de pre-


cariedad postsoviética en Cuba, como la guerra en la rearticulación de

7
El proceso que precedió al fusilamiento del Gral. Ochoa, según Gonzalo Celorio, fue una escenifi-
cación del Estado, en donde había motivos poco claros de la culpabilidad. Entonces se exacerbó du-
rante el juicio un desprestigio individual y moral del general para de algún modo salvar el prestigio
de la Revolución frente a la opinión pública. Véase: Celorio 2010.

229
Cuauhtémoc Pérez Medrano

un pasado histórico “emblemático cubano” se consolidaron como algu-


nas de las temáticas o tonos con cierta importancia en la narrativa cuba-
na de los años de fin de siglo XX8, en el contexto general de la Caída del
Muro de Berlín, de la participación cubana en la guerra de Angola por
un lado, y del juicio y la condena del Gral. Ochoa, por otro. En este sen-
tido, y bajo el impacto de la misma guerra y la precariedad, se plantean
unas narrativas que en lo temático tratan de vincular el plano testimo-
nial de la sobrevivencia a la guerra o a la pauperización, que sirven co-
mo contrahistorias de los discursos en la literatura cubana de fin de siglo.
Pues como lo apunta Alejandro Álvarez Bernal, en la posentrevista de
Margarita Mateo Palmer:

Desde Bernal Díaz del Castillo,[…] lo testimonial, el valor testimonial del texto,
ha tenido gran importancia en estas tierras. En Cuba, sobre todo después de 1959
(pero también desde que aprendiéramos a escribir en el siglo XIX), el testimonio,
como género y vínculo de un montón de cosas no necesariamente artísticas-litera-
rias, ha gozado de un notable aupamiento oficial. [sic] (1995: 192)

Desde 1959 el tema de la guerra ha sido importante en la construcción


de una cosmovisión en vigilia y defensa contra el enemigo. Por ello po-
dríamos suponer que dentro del “montón de cosas”, al que se refiere
Álvarez Bernal en la cita, también se pueden hallar la historia o las con-
trahistorias de una sociedad cubana que dentro del contexto glocal, ya
referido, hace uso del testimonio como fuente para la ficcionalización y
relativización de ese enaltecimiento de la historia oficial nacional cu-
bana.
La guerra o la sensación de pérdida como temáticas hacen uso del testi-
monio y hallan ambientes narrativos que se entrelazan con estos y otros
tópicos de manera múltiple. Amir Valle en los años noventa sitúa algu-
nos narradores que ofrecen una perspectiva en donde la temática de la
guerra se vuelve una multiplicidad de enfoques, y en donde resalta la
referencia obligada de Sueño de un día de verano de Ángel Santiesteban
(1996) donde la guerra es asumida “como un acto antinatura para el ser
humano” (Valle Ojeda 2001: 86), que en sus cuentos es expresada simbó-
licamente desde distintos planos de la cotidianidad; Cañón de retrocarga,
de Alejandro Álvarez Bernal (1989), donde la guerra es tema central,
presenta una referencia a Angola que es semioculta y pone en tela de jui-
cio los “valores dogmáticos y prejuicios humanos” (Valle Ojeda 2001:
85); Paisaje de arcilla de Alejandro Aguilar (1997), en donde el autor uti-
liza el tema erótico y militar para caracterizar “hombres con limitacio-

8
Vuelvo a hacer hincapié en que no son éstas las únicas temáticas en la narrativa cubana, el hecho
de querer ceñir estos asuntos a una única tendencia de escritura nos obligaría a ver con miopía los
fenómenos literarios de este periodo.

230
Reconfiguraciones simbólicas y los cismas históricos

nes, odios, podredumbres y miserias humanas, valores sentimentales,


vacíos espirituales, miedos, cegueras políticas […]” (Valle Ojeda 2001:
88). Todos ellos son ejemplos disímiles en cuanto al estilo y forma, pero
abogan por la reconfiguración de sus participantes, sea por la ficción o el
plano testimonial, con tintes posmodernos, experimentales o clásicos
(Mateo Palmer 1995: 191-214). Lo anterior también se carea con las du-
das interiores y las preguntas en los planos ético e individual frente a
una situación límite como es la guerra. En la narrativa finisecular en Cu-
ba, la guerra de Angola no es representada de modo realista en calidad
de acontecimiento histórico, sino que frecuentemente se permea por una
crítica al cambio de valores o “visión del mundo” de la sociedad post-
soviética cubana.
En los años alrededor del cruce de siglo, la intervención cubana en An-
gola es sugerida temáticamente mediante la creación de ambientes de
sobrevivencia o degradación humana, de peligro bélico, mediante pistas,
detalles toponímicos, siglas o nombres. El último objetivo de este texto
es presentar a modo de conclusión el análisis de dos cuentos.

En 2001 Ángel Santiesteban Prats ganó el Premio Alejo Carpentier den-


tro del género de cuento por su libro Los hijos que nadie quiso, donde nos
ofrece narraciones y personajes en el ambiente del Periodo Especial y el
encierro, y como colofón, en este libro, ofrece el cuento titulado «Los ol-
vidados» que a continuación se analizará.
En «Los olvidados» encontramos elementos paratextuales significativos:
el título del cuento y la dedicatoria de Santiesteban. Con el título del
cuento el autor declara que algo o alguien no forma parte de la memoria:
los “olvidados” están fuera del discurso oficial que no los nombra y con-
forman quizá una contramemoria, que podría significar una acotación a
la construcción de un hecho histórico desde donde se presenta el cuento.
La dedicatoria del autor, por otro lado, “A Jorge, que carga en sus hom-
bros el peso de la guerra” (Santiesteban 2001: 73), podría representar un
homenaje personal pero también la reivindicación del olvido histórico
de algunos de sus participantes.
El cuento nos narra cronológicamente la incursión de un comando arma-
do en una zona pantanosa. Las condiciones del ambiente narrado son la
amenaza constante y la incertidumbre del futuro. Poco a poco al coman-
do se le van acabando las provisiones, la naturaleza –la humedad, los in-
sectos, el calor, la tierra, el clima– comienzan a causar estragos en ellos, y
nadie va a recogerlos, como era el plan inicial: al parecer los dejan olvi-
dados. Estos hombres se van degradando anímica, mental, moral y físi-

231
Cuauhtémoc Pérez Medrano

camente, en muchos casos hasta llegar al caos y la muerte. La precarie-


dad y la necesidad de sobrevivencia se convierte en una constante.
Las pistas para situarnos crono-tópicamente son más bien sutiles. Sabe-
mos que la incursión ha sido en algún lugar lejano, transoceánico, por-
que el viaje ha significado una “travesía en barco” (Santiesteban 2001:
75). La descripción del paisaje cenagoso observado y la frase “El jefe […]
repite que gracias a esta misión la kwacha no podrá ser abastecida” (San-
tiesteban 2001: 76)9, nos indican que la misión puede ser una referencia a
algunas de la misiones realizadas por el ejército cubano en apoyo a An-
gola contra las fuerzas sudafricanas, ya que kwacha es la unidad moneta-
ria en Zambia y Malawi, y la zona pantanosa mencionada podría situar-
se en alguno de los países vecinos de Angola. La presencia en el cuento
de la “AK” como herramienta bélica es otro detalle que caracterizaría a
“los soldados olvidados” como una facción socialista.. Por otro lado, el
narrador combina sus recuerdos personales con la descripción de sus
compañeros de la misión. Por ejemplo: “Pierdo la noción del tiempo, re-
cuerdo los amigos del Pre, las novias, las tandas de ejercicio con pesas
[…]: melenas, bailes, rumbas callejeras a golpe de jarro y cuchara, […]”
(Santiesteban 2001: 74-75). En este fragmento aparecen palabras que per-
tenecen al lenguaje cotidiano cubano, como amigos del Pre (amigos del
preuniversitario), las rumbas (bailes asumidos como afrocubanos), final-
mente a golpe de jarro y cuchara, una expresión común en Cuba que deno-
ta la participación efusiva de la música en una fiesta.
En otro párrafo más adelante, el narrador describe y narra: “[El capitán]
es un guajiro ácido, que lo único que sabe es guerrear. [...] que su abuela
desde niño se lo pronosticó porque era hijo legítimo de Changó y Agga-
yú” (Santiesteban 2001: 76). El narrador nuevamente utiliza palabras del
vocabulario coloquial para nombrar a la gente de campo en Cuba: gua-
jiro; además, el narrador caracteriza al capitán como un hombre de ras-
gos belicosos que está bajo la protección de Orishas del panteón yoruba:
Changó y Aggayú. Es decir, todos estos detalles brindan verosimilitud
cronotópica al suceso y a los personajes del cuento.
El cuento narra el desarrollo de la situación límite, los miembros de la
unidad militar al verse en el abandono dentro de un medio agreste bus-
can salidas, mas se dan cuenta que están en un encierro rodeados por
pantanos, perdidos sin mapas ni radar, desgastando su humanidad, mu-
riendo inesperadamente absorbidos por el lodo, la humedad, la inani-
ción, el paludismo. El dolor de los personajes es la única señal de que se
continúa sintiendo algo:

9
Las cursivas son mías.

232
Reconfiguraciones simbólicas y los cismas históricos

El sanitario prepara una inyección y cuando se la va a poner, Ramón se niega,


quiere sentir dolor: es la única señal que le queda para saber que permanece vivo;
precisamente a lo que más le teme es a morir y no percatarse del momento en que
sucede, a la incertidumbre de no saber si está vivo o muerto. (Santiesteban 2001:
83)

La “unidad” del grupo militar es un absurdo, lo único igualitario y co-


mún es la muerte, y en este proceso somos partícipes. A través del narra-
dor, de cómo cada uno de los personajes se enajena, se hace cruel y se
aísla perdiendo las esperanzas en la comunidad, abandonándose de ese
modo así mismos.
El punto álgido de toda la historia que se dirige hacia una muerte ine-
vitable, es cuando Arturo, uno de los personajes planea sodomizar al
soldado más joven, no se considera un hecho violento ni siquiera instin-
tivo o erótico, sino pragmático dentro de las condiciones planteadas:
“Doy unos pasos atrás cuando escucho que no malgastemos esta oportu-
nidad, el hombre está a punto de caramelo, antes de que la fruta se pu-
dra delante de nuestros ojos, quién mejor que nosotros, frutas del mismo
árbol, para saborearlo” (Santiesteban 2001: 89). No sólo la muerte puede
ser el final, sino la pérdida y robo de sí mismo a través del otro.
Carlos Espinosa Domínguez ve en el cuento una exagerada idea, una de-
masiado extrema representación de la situación límite, por lo que el
cuento sería inverosímil (Espinosa Domínguez 2013). Quizá esa misma
exageración nos deja claro que no es un evento histórico narrado en pri-
mera persona, sino un texto ficcional que nada tiene que ver dentro de la
anécdota con las necesidades de verosimilitud, sino que funciona como
un reclamo a la memoria colectiva que reivindica el silencio de sus acto-
res, frente a la omnipotencia de Dios, y quizá de la historia. El cuento
termina con la frase “Pienso en lo inútil que es Dios” (Santiesteban 2001:
95), lo que nos hace pensar en la inutilidad del tipo de historia que busca
la omnipotencia.
Otro estilo es el que utiliza Amir Valle en su cuento «Mambrú no fue a
la guerra» (2000). La ausencia presentada no es del olvido sino un tipo
de invisibilidad. Narrada en tercera persona, conocemos la historia de
Justo Izquierdo, quien, al parecer, es un obsesivo voyeurista de una veci-
na de nombre Laura que se prostituye con el turismo extranjero, mien-
tras él se masturba mirándola y transformándola en retazos. Justo mez-
cla los recuerdos de una antigua amante, Nadia, con episodios de la gue-
rra, su realidad y su obsesión voyeurista.
La historia narrada se devela de manera intercalada e irregular obligán-
donos a reconstruirla en la lectura. El lenguaje utilizado por Valle plan-
tea la conjunción entre lo erótico y lo escatológico. El uso de este tipo de
lenguaje podría también argüir una alternativa para exponer rasgos

233
Cuauhtémoc Pérez Medrano

ocultos de la realidad de manera cruda, que dentro de las sociedades


tradicionalistas sería algo socialmente incorrecto:

Cuando sintió su semen pastoso y ardiente resbalándose entre los dedos, enfrián-
dose luego hasta caer en gruesas gotas sobre la toalla vieja y manchada por la
huella amarillenta de otras ocasiones como aquella, Justo Izquierdo comprendió,
segundos después del olvido paradisiaco de su eyaculación, que su vida había
sido sencillamente una mierda. (Valle 2000: 58)

Esta primera cita nos presenta elementos que van a repetirse dentro del
texto. Justo Izquierdo es el personaje principal cuyo nombre refiere a
“un hombre nuevo”, “cheguevariano”, al cual le asignaron el compromi-
so de formar una nueva sociedad, a través de la idealización. Este per-
sonaje en el cuento es esa idealización derrotada, golpeada, lisiada, en-
ferma. Justo Izquierdo tuvo participación en la guerra y se ha convertido
en lisiado por el estallido de una granada, una escena que se repite en su
cabeza como una pesadilla: “«¡tírala, Justo! ¡bota eso!» ¿Miedo? ojos
abiertos y asustados «¡Bótala, Justo! ¡ va a explotar!»” (Valle 2000: 62).
Después de la convalecencia hay un auto-reconocimiento del personaje a
través del tacto: anormal o deforme: “Esa noche su mano buscó, requisó
cada rincón de su cuerpo y descubrió costurones inmensos que imaginó
horribles, salientes carnosos y arrugados donde sólo días antes acaricia-
ba suavidad que le recordaba sus diecinueve años [...]” (Valle 2000: 65-
66). La deformidad del personaje lo deprime y encierra profundamente,
sus deseos sexuales son la única señal real de “vida”. Justo Izquierdo en-
cuentra en el acto de mirar a las mujeres y masturbarse su mayor refugio
o posibilidad de anularse frente al mundo. El orgasmo se convierte en su
único lugar de confort, el lugar de la anulación de su propio yo en el
presente. Lo paradójico es que esta anulación del presente del personaje
se da por vía de la rememoración del pasado inalcanzado o por las fan-
tasías dentro de realidades alternas. De este modo, sus memorias y pen-
samientos son contramemorias de sí mismo que luchan contra su verdad.
Sus memorias y fantasías se encuentran en el presente para anularlo.
Nadia lo deja al convertirse en un hombre monstruoso, se convierte en
su pasado. Mientras que su futuro, en el plano del deseo, se identifica
por la presencia de Laura, esta confrontación temporal hace que el per-
sonaje no se sitúe en su presente:

Sí, se ha mirado. Laura otra vez le ha recordado SU verdad: la granada no es la


piedra que tiraba de niño contra otro si jugaba a la guerra; la guerra no es correr,
[...] sino ese Justo Izquierdo, que alguna vez, entonces, cantó Mambrú se fue a la
guerra qué dolor qué dolor qué pena. Y no. Mambrú no fue a la guerra. Justo lo sabía.
Porque sólo él en el mundo sabía qué coño era la guerra, y allí estaba. (Valle 2000:
80)

234
Reconfiguraciones simbólicas y los cismas históricos

El Mambrú del cuento es un estar en el limbo de la historia. Y para el


mismo Amir Valle representa también a una generación: “los herederos
de Mambrú”. Una clase de sociedad que se basa en la guerra y en ser
guerreros, en la Revolución, esa “guerra que sembraron en todas partes”
(Valle 2014), nos muestra cómo con la caída del bloque socialista se hizo
más cruenta la batalla de la sobrevivencia.
En el cuento analizado, la guerra de Angola se presenta sin sutileza y
con vínculos entre las realidades históricas y geográficas de Cuba y An-
gola. Se crea en un primer momento una comparación que busca distan-
ciar ambos espacios, pero termina siendo un paralelo entre la anécdota
del cuento en el suelo bélico angolano y la realidad cubana del Periodo
Especial con una interpretación posterior al escribirse el cuento. p. ej. en
un fragmento se narra: “[...] el año lentísimo y absurdo en un país que
nada tenía que ver con el suyo y al cual sólo lo unía, en oleadas llegadas
desde otros tiempos bien lejanos, aquel negro brillante de su piel [...]”
(Valle 2014). Acá el narrador trata de mostrar el espacio angolano como
ajeno al personaje; el espacio sólo será cercano al cubano al calificar el
color de piel y con ello se refiere a la migración esclavista negra en terri-
torio caribeño. Sin embargo, podría leerse también cierta suspensión tó-
pica. En otro episodio el narrador describe las incursiones en una geo-
grafía de “llanuras inmensas y grises” y de “selvas calurosas” (Valle
2014) que podría vincularse con el espacio africano de la guerra pero que
también podría ser vigente para espacio cubano en paralelo.
Al parecer, en estos dos cuentos es característico que tanto el Caso
Ochoa como la Caída del Muro de Berlín se hallen fuera de la atmósfera
tangible y de representación, al ser considerados como acontecimientos
históricos de temporalidad súbita, mientras que, por otro lado, los acon-
tecimientos de temporalidad lenta tienden a representarse entramados
bajo la misma urdimbre de la crisis, la guerra y la duda existencial. De
ahí que el testimonio con elementos friccionales que intercalan contrame-
morias se vuelve útil en la representación de los acontecimientos histó-
ricos.

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Hentschler. Alemania, Arthaus.

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