Especial de Derecho

Minero y Ambiental

Desarrollo Sostenible

Minería en el Perú:
Las dos caras de la moneda
Carla Piedra Marsano(*)(**)
índice Resumen Ejecutivo

PRESENTACIÓN DEL TEMA
––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
I. Perú, país minero.
––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
II. Por un lado: Tensiones y conflictos.
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III. Por otro lado: Minería y desarrollo.
––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
IV. Conclusiones.
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El sector minero es uno de los sectores productivos que mayores recursos le ha generado al Estado pe-
ruano. Sin embargo, hasta el momento, el Estado (a nivel nacional, y sobre todo, a nivel regional y local)
no ha sabido aprovechar los recursos que le generan actividades como la minería. Esta situación, en un
país con alrededor de un 30% de pobreza, naturalmente ocasiona descontento en la población.
No obstante, lo crítico del asunto es que todavía no estamos (la ciudadanía) en la capacidad de discernir a
quién le compete determinado asunto. Ejemplo de ello es lo que sucede en la Región Cajamarca, en don-
de un amplio sector de la población le reclama, a la empresa minera, por -entre otras cosas- la pobreza
en la que ha sumido a la región; a pesar de que el Gobierno Regional tiene más de mil millones de dólares
en sus arcas, sin ejecutar (al menos en obras que generen desarrollo). Por otro lado, el Gobierno Central
ha demostrado ser un acérrimo promotor de la inversión minera, pero poco es lo que ha hecho en lo que
ha fiscalización ambiental se refiere; ejemplo de ello, son los pocos recursos (económicos, financieros y de
personal) con los que cuenta el OEFA, entidad encargada de realizar dicha labor.
Como bien ha señalado el Ministro de Economía y Finanzas, Luis Miguel Castilla, "el Perú no puede
darse el lujo, especialmente en una coyuntura internacional menos favorable, de prescindir de la in-
versión minera, que es sumamente importante para el país”. El Perú, nos guste o no, es un país mine-
ro; motivo por el cual, debemos asimilar dicha realidad y emprender los mecanismos necesarios para
armonizar los intereses de todos los actores involucrados, procurando así el desarrollo sostenible de
nuestro país. En esa línea, el presente artículo nos da algunas luces al respecto.

––––––––––––
(*) Abogada por la Universidad Peruana de Cien-
cias Aplicadas (UPC). Cuenta con experiencia
en las áreas de Derecho Minero y Ambiental,
Regulatorio, Derecho Administrativo, Derecho
Procesal, entre otras. Adjunta de Docencia de la
Dra. Jimena Cayo Rivera-Schreiber en el curso
Derecho Penal I: Delitos Económicos, dictado
en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas
(2007 – 2009). Diploma de Derecho de la Mi-
nería y Medio Ambiente en la Escuela de Post-
grado de la referida universidad. Actualmente,
se desempeña como abogada de la Oficina de
Asesoría Jurídica del Instituto Geológico, Minero
y Metalúrgico – INGEMMET y como asistente
del Consejo Directivo de la misma Institución.
(**) Las opiniones vertidas en este artículo son
de exclusiva responsabilidad de la autora y
no comprometen ni representan la posición
institucional del INGEMMET.
N
o podría comenzar el presente
artículo sin hacer referencia a
la publicación de la revista The
Economist del pasado 10 de diciembre,
denominada: “Mining in Perú - Doing the
Conga: The president takes on the protes-
ters(1)”.En la referida publicación, no sólo
se critica la gestión de nuestro Presiden-
te en cuanto al manejo del conflicto en
Conga y lo califica como “un hombre de
pocos principios como de palabras”; sino
que además, pone en evidencia que la
inestabilidad generada por los conflictos
sociales que giran en torno a la actividad
minera, podrían mermar el deseado desa-
rrollo sostenible del país.
No es un secreto que el desarrollo de
un país ha dejado de estar estrictamente
vinculado a temas económicos, de pro-
ducción y de generación de divisas, para
convertirse en un sistema integral, que
procure -en base a una aplicación de po-
líticas eficientes- un manejo sostenido de
los recursos naturales, la preservación de
la biodiversidad, y sobre todo, el bienestar
de la población.
Hoy en día, pensar que se puede lograr
un desarrollo sostenible sin la participación
de la empresa privada,deviene en ilusorio.
En el caso concreto del Perú, su desarrollo
viene de la mano con la puesta en marcha
de las actividades mineras. El Perú es un país
minero; sin embargo, los peruanos mante-
nemos hace muchos años una relación pa-
sivo - agresiva con la minería.
Esta conflictiva relación que se dirime
entre el amor y el odio, está conformada,
en este particular escenario, por tres ac-
tores: la población, las empresas mineras
y el Estado. Estos actores, quienes inne-
gablemente han tenido problemas en el
pasado, son conscientes de que de su re-
conciliación y armonía, depende no sólo
su bienestar individual, sino el de todos
los peruanos.
I. Perú, país minero
Los países en desarrollo, a menudo,
tratan de explotar sus recursos minera-
les como una forma de proporcionar más
ingresos necesarios. Según algunos, la ri-
queza mineral es parte del capital natural
de una nación, y la capital que la posee,
indudablemente, se hace más rica(2).
El Perú no ha sido ajeno al notable cre-
cimiento que, durante los últimos años, ha
venido desarrollándose en la actividad de
extracción de minerales en el Mundo. Sin
embargo, a pesar de que el Perú ha sido
uno de los importantes campos de expan-
sión de este crecimiento -pues está dotado
de numerosos depósitos minerales identi-
ficados y de unas condiciones y estructu-
ras geológicas importantes y atractivas-, el
Perú es -todavía- un país pobre.
Desde la promulgación del Código de
Minería de 1950, se generó un cambio re-
levante en la minería nacional y se inició un
clima de incentivos económicos que atrajo
el capital extranjero. Durante esa etapa, por
ejemplo, se desarrolló la mina de Toquepa-
la, considerada -en su momento- como una
de las más grandes del mundo.
Esta apertura comercial y posterior
hegemonía de la industria minera, se vio

12 Diciembre de 2011

mitigada por una serie de etapas que
tuvieron un efecto adverso en la con-
fianza de la población y en el desarrollo
de la industria. En efecto, después del
golpe militar de 1968, se inició un pro-
ceso de nacionalización de las operacio-
nes mineras y petroleras. Es así que, en
la década de 1980, el desarrollo minero
fue llevado a cabo -en gran parte- por
empresas estatales, centradas en la ex-
portación de metales como el hierro, el
cobre y la plata. Esta práctica, en adición
al marco político de la época, el terro-
rismo y el desequilibrio macroeconó-
mico, no nos dejó un buen recuerdo y
fue considerada como la cúspide de la
“crisis minera”.
Posteriormente, en la década de 1990,
en el gobierno del ex Presidente Alberto
Fujimori, con el fin de promover la inver-
sión extranjera, se iniciaron una serie de
reformas estructurales y políticas orienta-
das -nuevamente- a la apertura del mer-
cado peruano. Así, se inició un proceso
de cambios normativos que regulaban la
extracción y explotación minera y de hi-
drocarburos, generando un ambiente ins-
titucional favorable para la inversión; y se
inició también, un proceso integral de pri-
vatización del sector, vendiéndose, entre
otras, las empresas mineras Hierro Perú,
Tintaya, Centromín Perú y las refinerías de
Ilo y Cajamarquilla.
No cabe duda que la consigna del
Estado durante esa época, orientada
a la modernización de la minería en el
Perú, se dio con un fuerte apoyo de
éste, quien no solo invirtió fuertemen-
te para sanear las operaciones mineras
que luego pondría a la venta, sino que
además, asumió la deuda y la cartera
pesada del Banco Minero(3). Como no
podría ser de otra manera, este proce-
so de cambios estimuló el crecimiento
de la inversión privada sectorial en ex-
ploración y producción de minerales y
mejoró la competitividad, convirtiendo
al Perú en un destino atractivo para la
inversión minera. Este clima, orientado a
facilitar las inversiones, fue seguido por
los gobiernos posteriores, generando
una bonanza económica para el Estado
y para las empresas mineras.
Actualmente, según reporte del Me-
tals Economic Group del año 2010, el
Perú ocupa el quinto lugar a nivel mundial
como destino de inversiones mineras en
exploración (5% del total global), lo que lo
destaca como uno de los líderes a nivel de
Latinoamérica por encima de países como
Chile y Brasil, países de reconocida tradi-
ción minera(4).
II. Por un lado: Tensiones y con-
flictos
A la luz de lo señalado en los párra-
fos precedentes, se vislumbraría un esta-
do de sosiego en la estabilidad nacional
Especial de Derecho
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en cuanto a un crecimiento sostenido.
Lamentablemente,la realidad es otra, y nos
demuestra que a pesar de que las exporta-
ciones de minerales pueden constituir una
parte significativa de los ingresos de un
país, y que ello, por ende, genera una bo-
nanza en las arcas del gobierno, este desa-
rrollo no necesariamente impulsa el creci-
miento económico - social del mismo.
En el caso peruano, por un lado de la
moneda tenemos a un país minero, que
posee un envidiable potencial geológi-
co(5) y con disponibilidad de información
catastral y geológica de calidad; tenemos
empresas que desean invertir en el país,
preocupadas por realizar inversiones so-
ciales a largo plazo; y también, tenemos
a un Estado consciente de los problemas
y necesidades de su población, y también
consciente de que estas vicisitudes pue-
den ser colmadas con una buena gestión
que permita una adecuada repartición de
recursos, una adecuada fiscalización de
las empresas y que propicie el desarrollo
sostenible del país.
Sin embargo, por el lado no tan de-
seable de la moneda, tenemos a una po-
blación que desconfía del gobierno y de
las buenas intenciones de las empresas,
tenemos un país colmado de conflictos
sociales que se multiplican raudamente,
y tenemos a empresas preocupadas por
la estabilidad de sus inversiones. Lo an-
terior, como no podría ser de otra mane-
ra, merma seriamente las perspectivas de
desarrollo sostenible del país
Las tensiones y conflictos que prolife-
ran en la relación entre la minería, la po-
blación y el Estado, no pueden calificarse
como fortuitos, esta situación tiene causas
objetivas y está marcada por mutuas des-
confianzas generadas por un pasado no
muy agradable, debilidades instituciona-
les de los gobiernos de turno que azuza-
ron la problemática, y empresas mineras
que no siempre estuvieron concientizadas
en un “desarrollo verde”.
2.1 Los pasivos mineros socioambien-
tales
Actualmente, en el Perú, la palabra
minería despierta esperanzas, pero
a la vez revive temores. ¿Por qué?
Porque si bien la minería ha traído
consecuencias positivas para la eco-
nomía, también ha producido distin-
tos problemas socioambientales.
Pulgar Vidal, refiriéndose a la ac-
tividad minera, señala que ésta, al
tratarse de una actividad extractiva
“(...) es una actividad de alto impac-
to ambiental, reconocido hasta por
los propios operadores mineros.
Además, generalmente se lleva a
cabo en tierras con algún nivel de
propiedad individual o colectiva sin
que necesariamente beneficie a sus
propietarios. Provoca cambios fí-
sicos en los suelos, los que sin los
debidos cuidados puede impactar
a cuerpos de agua y en el caso de
metalurgia puede generar contami-
nación al aire. Origina agua ácida,
por lo que de haber poblaciones
cercanas a los lugares de extracción
y proceso de los minerales ocasio-
na gran oposición a la actividad, la
que en muchos países se desarrolla
en las zonas más pobres, situación
muy contradictoria. Las zonas con
mayor riqueza mineral tienen nive-
les de vida muy bajos”(6).
Efectivamente, la actividad mine-
ra -mal realizada- puede generar
consecuencias sociales y ambien-
tales terribles. En el desarrollo de
las siguientes líneas, recordaremos
brevemente algunos de los pasivos
ambientales y sociales que actual-
mente son generadores del temor
y desconfianza de algunos sectores
de la población.
2.1.1 Los pasivos sociales
Muchos de los territorios mineros,
han aumentado su nivel de pobre-
za desde la llegada de las empresas
mineras. Elementos como los con-
flictos generados por el acceso al
agua, el desempleo, la disputa de
las tierras, la delincuencia, el co-
mercio sexual, la informalidad y la
elevación del costo de vida, gene-
raron que la pobreza y la mala cali-
dad de vida aumenten en los terri-
torios donde se instalaron algunas
de las principales mineras(7).
En adición a lo anterior, no pode-
mos dejar de mencionar los ne-
fastos “impactos” en la salud de la
población que se generaron por
los descuidos de algunas empre-
sas. Como olvidar que en junio del
año 2000, en las localidades de San
Juan, Magdalena y el Centro Po-
blado Menor de San Sebastián de
Choropampa, en Cajamarca, a lo
largo de aproximadamente 50 kiló-
metros, se produjo un derrame de
cerca de 11 litros, equivalente a 151
kilogramos de mercurio elemental,
el mismo que generó la intoxica-
ción masiva de alrededor de 1200
campesinos, entre adultos y niños.
¿Y la Oroya? Considero que nadie en
el país es ajeno a la crítica realidad
de la salud de la población infantil en
La Oroya, originada por intoxicación
por plomo. Según el monitoreo de
plomo en sangre, realizado en 346
niños de tres zonas de la ciudad de
La Oroya, solo por efecto del plomo,
“el 18.3% de los niños debieron ser
remitidos urgentemente a un hos-
pital para atención médica. Por su
parte un 67% de los niños debieron
ser sometidos a evaluación médica y
seguimiento, y dos niños tenían ni-
Diciembre de 2011 13
 Especial de Derecho
Minero y Ambiental
veles tan altos (mayores que 70 _g/
dl) que requerían el tratamiento de
quelación de manera inmediata.” (8)
Estos son algunos de los ejemplos de
los pasivos sociales que trajo consi-
go la antigua minera, la minería des-
ordenada, egoísta, desinteresada y
oportunista.
2.1.2 Las consecuencias ambientales
Como sabemos, la actividad mine-
ra implica de por sí, la producción de
grandes cantidades de residuos, y ge-
nera también per se, reacciones en el
medio ambiente y en el ecosistema.
Estos efectos, de no ser adecuadamen-
te controlados y mitigados, se convier-
ten en pasivos ambientales mineros.
Los efectos nocivos generados por la
actividad minera del pasado, sin duda,
están diseminados por todo el terri-
torio peruano y son causa importante
del descontento social de las comuni-
dades locales. La mala contención de
residuos y los inadecuados métodos
de gestión de materiales peligrosos y
contaminantes, generaron la destruc-
ción de tierras productivas, la contami-
nación de aguas superficiales, cambios
en los ecosistemas, degradación de
especies, contaminación del aire por
gases tóxicos, problemas sanitarios, e
incluso algunos yacimientos mineros
abandonados han pasado a ser obje-
to de la minera informal, con todas las
consecuencias que la misma acarrea.
La eliminación de estas grandes can-
tidades de residuos y un adecuado
método de gestión a favor del me-
dio ambiente y la población de la
zona de influencia, plantea enormes
desafíos para la industria minera y
también para el Estado, quien es el
encargado de procurar se den ade-
cuados planes de cierre de minas y
de supervisar que los efectos nega-
tivos antes generados no se produz-
can nuevamente.
2.2 Pobreza y (des) inclusión social.
¿Inclusión social... la palabra de
moda? Al parecer, hablar de inclusión
social se ha convertido en la frase del
día a día. Quién no ha comentado,
dado posibles soluciones y criticado
el trasfondo de lo que significa la in-
clusión social en nuestro país. Pues
sí, hablar de inclusión social se ha
puesto de moda.
Ahora, ¿por qué esta frase ha sido
incluida en nuestro vocabulario co-
tidiano? La frase “inclusión social”
fue el lema que acompañó durante
la campaña a nuestro actual Pre-
sidente, el señor Ollanta Humala
Tasso, la misma que le sumo nume-
rosos votos en el proceso electoral,
sobre todo de los sectores menos
privilegiados del país.
14 Diciembre de 2011
¿Y por qué este juego de palabras
tuvo y tiene tanta relevancia y éxi-
to? La respuesta es simple: gran
parte de la población peruana se
siente socialmente excluida. A pe-
sar de las grandes inversiones que
se llevan a cabo en nuestro país, un
porcentaje importante de la pobla-
ción es pobre.
Al respecto cabe preguntarse: ¿Cómo
un porcentaje tan grande de la po-
blación peruana puede ser pobre si,
por ejemplo, según lo señalado por
Banco Central de Reserva del Perú
(BCRP), en el 2010, el Perú alcanzó
su mejor desempeño en la tabla de
inversión extranjera directa?(9) Bue-
no, la respuesta a esta interrogante
no es tan sencilla. Resulta “un poco”
contradictorio que exista una bonan-
za inminente en la economía nacio-
nal, pero que a la vez existan tam-
bién tantos sectores desatendidos y
carentes de necesidades básicas, los
mismos que reclaman (a las buenas y
a las malas) participar de los ingresos
recaudados.
¿Cómo es posible que exista tan-
ta desigualdad y pobreza en la
población?¿Acaso las empresas
mineras no contribuyen de manera
suficiente para contribuir al bienes-
tar social? Sin lugar a dudas, desde
el punto de vista macroeconómico,
las contribuciones del sector mine-
ro a la economía peruana configu-
ran un porcentaje extremadamente
relevante, representando el 58%
de los proyectos de inversión en el
Perú para el período 2011-2013 y el
61% del total de exportaciones por
producto del 2010(10). Sin embargo,
a pesar de la innegable contribu-
ción en la economía nacional y en
la generación de divisas que trae
consigo la minería, los beneficios
no siempre se comparten equitati-
vamente, y las comunidades locales
más cercanas a la fuente del desa-
rrollo minero son -normalmente-
las más perjudicadas.
Es esta dicotomía la que suscita la
mayoría de conflictos sociales de los
que somos testigos a diario. Efec-
tivamente, el Estado no ha sabido
articular eficientemente los recur-
sos ni la política sobre el desarrollo
nacional. Resulta impensable que
la región donde opera la mina de
oro más grande de Latinoamérica y
la cuarta en el mundo, sea una de
las regiones más pobres del país. Es
difícil de entender que los paráme-
tros de inversión establecidos por
el Sistema Nacional de Inversión
Pública (SNIP) impidan -muchas
veces- la realización de proyectos
que generen impactos positivos en
la población. Y ni que decir de las
normas fiscales que se aplican a la
minería y los mecanismos para la
distribución del canon minero a los
gobiernos locales y regionales.
Por otro lado, las empresas mine-
ras, quienes gastan millones de
dólares buscando una solución a
las demandas sociales, y realizan
inversiones millonarias en sus zo-
nas de influencia a fin de lograr una
convivencia pacifica para poder
llevar a cabo sus operaciones, se
ven en una disyuntiva al tener que
optar entre proyectos de desarrollo
a largo plazo o por programas de
beneficio social de corto plazo que
tengan contenta a la población, en
una suerte de práctica filantrópica a
efecto de conseguir la mal llamada
“licencia social”(11).
Sin duda, los temas referidos a la
pobreza en el país, a la (des) inclu-
sión social y/o la inclusión social,
son temas que originan muchas
interrogantes y generan distintos
puntos de vista; sin embargo, con-
sidero que existe un consenso en
relación a que estos tres actores de
la relación amor-odio con la mine-
ría (población, empresa privada y
Estado), desean abolir la pobreza,
desean que se haga una correcta
asignación de recursos y que se res-
pete el medio ambiente. Entonces,
si se logran entablar procesos efec-
tivos de negociación, políticas pú-
blicas adecuadas que, por un lado,
promuevan la inversión, y que, por
el otro, regulen objetivamente las
actividades mineras, así como las
contribuciones efectuadas, entre
otros, podría generarse un clima de
serenidad en favor de un desarrollo
social sostenible. De esta manera,
los tres actores de esta tortuosa re-
lación, se podrán encontrar en una
suerte de “win-win situation”, en la
que todos ganen.
2.3 Minería informal
La minería informal es un fenóme-
no importante en muchas partes
del mundo. Este fenómeno tiene
graves consecuencias a nivel so-
cial, medioambiental, tributario y
comercial.
En palabras de Pulgar Vidal, “la mi-
nería informal es una actividad que
se desarrolla sin autorizaciones y que
se presenta cuando los precios de
los minerales suben, lo que dificulta
los controles”. Para el referido autor,
quien considera que se ha tenido
que permitir que este sector infor-
mal pueda utilizar mecanismos “no
formales” autorizados para poder
desarrollar su actividad de manera
ambientalmente y socialmente ade-
cuada, “en minería informal no hay

mucha ciencia aunque sí visión; una
pepita de oro más amarilla cuesta
más que una que tiene cierto color
verdoso”(12).
La minería informal ha causado y si-
gue causando destrucción, defores-
tación y depredación, puesto que
ésta, a diferencia de la formal, no
es fiscalizada y no se ciñe a normas
ni parámetros medioambientales.
La contaminación de los suelos y el
agua, causada por la minería infor-
mal, afecta la salud de las comuni-
dades aledañas.
Madre de Dios, departamento pla-
gado por la indeseable minería in-
formal, es un buen ejemplo de las
consecuencias de la minería infor-
mal. La actividad pesquera, fuente
de ingresos para los habitantes de la
amazonía, es gravemente afectada
por la contaminación minera en la
zona. El pescado que se comerciali-
za en Puerto Maldonado, triplica los
límites de mercurio permitidos por
la Organización Mundial de la Salud
para el consumo humano(13).
Gracias a la minería informal, las co-
munidades locales no sólo dejan de
recibir millones de dólares de Canon
minero(14) y dejan de formar parte de
los programas sociales y de respon-
sabilidad social que contribuyen con
el desarrollo económico local, sino
que también, son utilizadas por los
operadores informales para efectuar
labores sin ningún tipo de seguridad
y en condiciones perjudiciales para
su salud. Asimismo, no podemos de-
jar de lado los males inherentes que
aquejan a esta informalidad -además
de los ya mencionados-, tales como
los bares, las cantinas, la delincuen-
cia y la prostitución que proliferan
por las zonas donde toma lugar la
minería informal.
III. Por otro lado: Minería y desa-
rrollo
Es claro que para las empresas, man-
tener buenas relaciones con las comu-
nidades colindantes a su zona de in-
fluencia no es más sólo una opción, sino
que se ha convertido en una necesidad.
Efectivamente, atender los conflictos
y requerimientos sociales ha pasado
a ser uno de los puntos medulares de
las principales empresas mineras. Y es
que las insatisfacciones y tensiones de
la población se han convertido en en-
frentamientos sin cuartel, que muchas
veces terminan en desenlaces fatales y
limitando la inversión.
Desde dicha perspectiva, tanto el Es-
tado como las empresas, conscientes de
la relevancia que la convivencia en armo-
nía con las comunidades locales significa,
están buscando poner en marcha un sis-
Minero y Ambiental
tema uniforme que permita el desarrollo
sostenible del Perú.
3.1 Desarrollo económico del Perú
El aporte económico del sector mi-
nero al país se reflejó al 2008 con
un 7,27% de crecimiento del PBI y
con una participación en el ingreso
de divisas del 60% frente a las ex-
portaciones totales, alcanzando el
monto récord histórico de US$ 18
657 millones(15).
Del análisis de la información de la
SUNAT, respecto de los pagos tota-
les recibidos por el fisco entre 1998
y 2009 por concepto de impuestos,
regalías y otras contribuciones que
representan una carga sobre la renta
de la actividad económica de los dis-
tintos sectores productivos, tenemos
que la minería ha contribuido en casi
un tercio de los pagos totales al fisco
por estos conceptos (32,4% del total
o 41,440 millones de soles del año
2009). Asimismo, si se compara la
carga fiscal de la minería en relación
con la del resto del sectores econó-
micos, y su relación con el PBI, se tie-
ne que la carga fiscal de la minería
es 5.74 veces mayor a la del resto de
sectores económicos(16).
Según información del Ministerio de
Energía y Minas, el aporte económi-
co de la actividad minera, destinado
a promover el desarrollo sustenta-
ble de las regiones ascendió, duran-
te el año 2010, a 3 953’295,617.00
nuevos soles(17).
Por último, según señaló el Presi-
dente de la Sociedad Nacional de
Minería Petróleo y Energía (SNM-
PE), Pedro Martínez Carlevarino,
durante su conferencia en PERU-
MIN-30, de concretarse la cartera
de proyectos mineros estimada en
US$ 23, 306 millones en seis regio-
nes de la zona sur del país, éstas se
convertirán en un importante polo
de inversión. Así, también señaló
que la cartera de inversión en el
sector minero para el período 2010
- 2020 está estimada en US$ 42,621
mil millones(18).
Las cifras no mienten, la empresa mi-
nera sí invierte en el país y no invier-
te poco. Un elevado porcentaje de
la renta generada por la minería es
compartida con la sociedad a través
de impuestos, contribuciones y apor-
tes voluntarios, tendientes a erradi-
car la pobreza de la sociedad.
3.2 Responsabilidad Social Empresarial
¿Qué es la responsabilidad social
empresarial? Sin mayores compli-
caciones, la responsabilidad social
empresarial (RSE) se traduce en el
compromiso de la empresa con el
desarrollo sostenible.
Especial de Derecho
Actualmente, las empresas consi-
deran que invertir en medio am-
biente y en gestión social no es una
pérdida, sino que es una fuente de
maximización de beneficios, pues
les permite planificar su estrategia
financiera con proyección a futuro
y en salvaguarda de expectativas a
largo plazo. Por ello, no debemos
ser tan incrédulos con las intensión
de las empresas en colaborar con
el desarrollo de los países donde
realizan sus inversiones, pensando
que únicamente fingen ser social-
mente responsables por la necesi-
dad de mitigar algún problema o
discrepancia con las comunidades
locales (generalmente post conflic-
to), o por autogenerarse algún be-
neficio económico vía reducción de
impuestos, entre otros.
Debemos reconocer que las empre-
sas han aprendido de los errores
pasados (que no sólo le generaron
perjuicios a la población, sino tam-
bién a ellas mismas), y actualmente
buscan superar aquellos pasivos y
sus antiguos esquemas filantrópi-
cos de solución a corto plazo, apos-
tando por una estrategia orientada
a disminuir y mitigar las tensiones
existentes en el marco de una activi-
dad responsable.
Lo anterior, no significa que las em-
presas mineras sean las hadas madri-
nas del cuento, sino que éstas -aho-
ra- son conscientes de que encontrar
una forma de convivencia armoniosa
con la población en sus zonas de
influencia resulta vital, pues están
atadas a un determinado espacio
geográfico para realizar su actividad,
y si no hay armonía con la población,
probablemente el proyecto no podrá
desarrollarse.
3.3 Bienestar social, responsabilidad
de todos
El Reporte Mensual de Conflictos
Sociales Nº 93, elaborado por la
Defensoría del Pueblo, correspon-
diente a noviembre del 2011, da
cuenta de un total de 220 conflictos
sociales, que incluye 151 conflictos
sociales activos (69%) y 69 en esta-
do latente (31%)(19). La información
existente nos permite concluir que
la carencia de gestión para resolver
los conflictos, está primando de ma-
nera indeseada.
Entonces ¿Qué pasa con la gestión
social? ¿Qué pasa con las mesas de
diálogo y los esfuerzos por crear es-
trategias viables para hacerle frente
al descontento de algunos sectores?
Bueno, sin lugar a duda, los tres ac-
tores de nuestra voluble relación es-
tán trabajando para un objetivo en
común: procurar el desarrollo sos-
Diciembre de 2011 15
 Especial de Derecho
Minero y Ambiental
tenible del país. La gestión social ha
pasado de ser una expresión “cliché”
en discursos políticos y en mesas de
diálogo, para formar parte de un real
y efectivo componente del ordena-
miento territorial. En efecto, somos
conscientes de que el bienestar social
no es tarea de unos cuantos actores.
Por el contrario, es una confluencia
de los mismos para un objetivo en
común.
No es correcto que las poblaciones
focalicen en la empresa minera sus
expectativas. Tampoco es correcto
que las empresas mineras sustitu-
yan al Estado como proveedor de
servicios públicos y obras de infra-
estructura social y como el veedor
del desarrollo socioeconómico de la
región, ni que el Estado traslade es-
tas responsabilidades a los privados.
Lo anterior no hace más que generar
situaciones de conflicto y deslinde de
responsabilidades.
IV. Conclusiones
• Debemos partir de la premisa que,
como todo en esta vida, la actividad
minera tiene un lado positivo y uno
negativo. Sin embargo, el lado nega-
tivo, en la actualidad, no implica -o no
debería implicar- un detrimento en la
calidad de vida de la población.
En el contexto actual, las empresas
mineras son conscientes de los daños
efectuados en el pasado, y es por ello
que realizan desmedidos esfuerzos
para subsanar la pésima imagen que
generaron sus operaciones. A pesar
de ello, las reminiscencias del “pasado
negro” dejado por la minería tradicio-
nal, mitiga los actuales esfuerzos de
las empresas por demostrar el cambio
a una nueva minería, una minería res-
ponsable; y a la vez, merman los es-
fuerzos que se hacen para invertir en
medio ambiente, para maximizar los
beneficios sociales y económicos para
las comunidades relacionadas con un
proyecto minero; y sobre todo, para
mantener las expectativas de inversión
de la empresa privada.
• Es claro que, la minería, al igual que
cualquier otra actividad, debe reali-
zarse pensando en el desarrollo sos-
tenible del país, en la inclusión social,
en una actividad responsable, que de
cabida a espacios de diálogo. Sin em-
bargo, no debemos tomar ninguna de
estas frases a la ligera: el “desarrollo
sostenible”, la “inclusión social”, la
“minería responsable” y los “espacios
de diálogo” no son sólo frases que
suenan bonito, dichas expresiones
tienen un trasfondo vital para la eco-
nomía, el bienestar general y para el
desarrollo del país. Decirlas a la ligera
sin internalizar su verdadero significa-
16 Diciembre de 2011
do, podría derivar en que pierdan su
real trascendencia.
• Los peruanos tenemos que dejar de
velar por intereses particulares a corto
plazo y proyectarnos a futuro. Debe-
mos procurar un desarrollo sostenible,
que nos permita hacerle frente a una
realidad futura sin el aporte minero.
Recordemos que los recursos mineros
son no renovables, y en algún mo-
mento se agotarán. Es por ello que,
ahora, pensando a futuro, debemos
permitir que la minería contribuya al
desarrollo sostenible y descentrali-
zado del sector minero, fomentando
y viabilizando alternativas paralelas
a la minería, como el ecoturismo, la
gastronomía, la producción agroeco-
lógica, agroindustrial, entre otros; y
procurando velar por una educación
de nivel que permita el desarrollo per-
sonal de la población.
• La coyuntura actual nos ha demostrado
que el abandono de ciertos sectores y
la falta de diálogo generan consecuen-
cias indeseables. Por ello, es necesario
que los actores de nuestra relación:
Estado, población y empresa privada,
actúen con mayor transparencia y res-
ponsabilidad. Cada uno de los actores,
en especial el Estado, tienen una carga
muy grande.
– En el caso del Estado, él es el lla-
mado a crear mecanismos que mi-
tiguen, prevengan y canalicen los
conflictos. Éste debe propiciar es-
trategias hacia “adentro” que gene-
ren impactos “hacia afuera”, brin-
dando una regulación adecuada y
concertando una agenda común
para lograr el desarrollo sostenible
del Perú. Es necesaria una presencia
fuerte del Estado.
– Por su parte, la empresa privada
debe velar por una minería (i) res-
ponsable; (ii) que eleve la calidad
de vida; (iii) que ayude a mejorar
la educación y los servicios de
salud; (iv) que apoye la produc-
ción y la productividad; (v) que
promueva la pequeña empresa,
el capital social y la cultura, entre
otros. El Estado tiene la obligación
de establecer una política social y
ambiental clara, y las empresas la
obligación de acatarlas.
– Por último, la sociedad. Los perua-
nos tenemos que ser conscientes
de la realidad y tener presente que
la actividad minera ha sido y sigue
siendo la mayor fuente dinamiza-
dora de la economía en el país. La
actividad minera -bien gestionada-
puede convertirse en un importante
agente promotor del desarrollo lo-
cal y nacional. Si bien tenemos que
tener una actitud vigilante respecto
del cumplimiento de los paráme-
tros sociales y ambientales esta-
blecidos, no debemos ser como los
perros del hortelano, pues impedir
la inversión, significa impedir o re-
trasar la modernización del país, y
ello, no es un escenario que le con-
venga a nadie.
NOTAS:----------------
(1) Para mayor información: http://www.econo-
mist.com/node/21541420
(2) Graham A. Davis y John E. Tilton.”Should
Developing Countries Renounce Mining? A
perspective on the debate” (2002), Pág. 1.
(3) Manuel Glave y Juana Kuramoto. “La minería
peruana: lo que sabemos y lo que aún nos
falta por saber”. (2008). Pág. 139.
(4) Fuente: Ministerio de Energía y Minas.
(5) Es el tercer país en el mundo en reservas
de oro, plata, cobre y zinc (US Geological
Survey - USGS figures).
(6) Manuel Pulgar Vidal. “Minería y medio am-
biente”. Programa regional de Capacitación en
Desarrollo y Políticas Ambientales. Pág. 447.
(7) Un ejemplo podría ser el citado por FON-
CODES en el Informe Mapa de la Pobreza
del Perú, del año 2002, donde señala que
antes de la llegada de la Minera Yanaco-
cha a Cajamarca, la región ocupaba el
cuarto lugar de pobreza, a los 12 años
de su llegada, se convirtió en la segunda
región más pobre del país.
(8) Cfr. Anna K. Caderstav y Alberto Barandia-
rán. “La Oroya No Espera”. (2002).Pág. 12
(9) Fuente: PROINVERSIÓN.
Pehttp://www.proinversion.gob.pe/0/0/
modulos/JER/PlantillaStandardsinHijos.
aspx?ARE=0&PFL=0&JER=1537
(10) Cfr. Diario Perú 21. “Peso de la minería en el
PBI se triplicó”, publicado el 07 de diciembre
del 2011.
(11) El consentimiento o la aprobación de de-
terminada actividad, acto o ideología por
un sector de la población, no puede ser
denominado “licencia” social, toda vez que
las licencias son otorgadas, únicamente,
por el Estado en el marco de un proceso
administrativo.
(12) Manuel Pulgar Vidal. “Minería y medio am-
biente”. Programa regional de Capacitación
en Desarrollo y Políticas Ambientales. Pág.
452 - 454.
(13) Cfr. Ministerio del Ambiente. “Minería aurí-
fera en Madre de Dios y contaminación con
mercurio, una bomba de tiempo”. (2011).
Pág. 45 - 46.
(14) Por ejemplo, los indicadores señalan que
las pérdidas en canon minero para Madre
de Dios bordean los 50 millones de soles.
(15) Instituto de Ingenieros de Minas del Perú
(IIMP). “Minería Peruana: Contribución al De-
sarrollo Económico y Social”. (2010).Pág.09.
(16) Sociedad Nacional de Minería Petróleo y Ener-
gía (SNMPE). La tributación minera en el Perú:
contribución, carga tributaria y fundamentos
conceptuales. (2011). Pág. 05.
(17) Fuente: Ministerio de Energía y Minas,
Febrero de 2011.
(18) Cfr. Ministerio de Energía y Minas. Actuali-
dad. (2011). Pág. 03.
(19) Según el Reporte Mensual de Conflictos
Sociales Nº 92, al mes de octubre, hubieron
un total de 217 conflictos sociales. De éstos,
154 se encontraban activos (71%) y 63 en
estado latente (29%).